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juicio” (sýmmeixis aisthéseos kaì dóxes, Sof. 264b1) sobre la que Platón
no nos dice en esa ocasión mucho más. El lector del Teeteto, sin embargo,
reconocerá en esta formulación del Sofista ecos de la polémica con el
abderita,2 particularmente un rechazo a la posición protagórica según la
cual creencias y “pareceres” son siempre verdaderos porque se limitan a
traducir lo experimentado a través de la sensación. Si se acepta, incluso,
siempre sobre la base de las referencias del Sofista recién apuntadas, que
las expresiones “dóxa met’aisthéseos” o “dóxa di’aisthéseos” usadas pro-
fusamente en los diálogos3 en muchos casos encierran, también, una refe-
rencia a la phantasía,4 al igual que ciertos pasajes del corpus en que los
términos ‘aísthesis’ y ‘dóxa’, que hacen referencia a sus constitutivos, se
usan conjuntamente o se alude, de una u otra manera, a un juicio estrecha-
mente ligado a la sensación, es posible detectar conexiones interesantes
entre el pasaje mencionado del Teeteto y las frecuentes críticas a los
sentidos en los diálogos medios. Cuando en estos se nos invita a ir más
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2
Me refiero, aquí y en lo sucesivo, a la polémica que Platón entabla con Protágoras en la
primera parte del Teeteto, donde ofrece una detallada exposición crítica de la doctrina de
la homomensura, sin considerar aquí el problema de si esta exposición interpreta fielmente
o no lo que habría sostenido el abderita.
3
Así p.e. en Fedón 83a5-6, Platón critica un tipo de indagación que pretende alcanzar la
verdad a través de los sentidos (dià tôn ommáton sképsis, 83a5, dià tôn óton kaì tôn állon
aisthéseon, a5-6), ignorando que la verdad es asequible únicamente yendo más allá de las
características visibles, perceptuales de las cosas, hacia su ousía invisible. En Timeo, los
usos de aísthesis en 28a2, c1 y 52a8 nos remiten a la fórmula dóxa met’aisthéseos, “juicio
acompañado de sensación”, que hace referencia al juicio a través del cual son aprehen-
didas, con el auxilio de la sensación “irracional” (álogos), las cosas sensibles sujetas a
cambio.
4
A las dos fórmulas empleadas por Platón en el Sofista con referencia a la phantasía,
Aristóteles, en ocasión de discutir en sus escritos psicológicos la concepción de su
maestro, no vacila en añadir una tercera. En De Anima, III, 3, 428a24 ss. alude, en efecto,
a la phantasía como (i) “juicio acompañado de sensación” (dóxa met’aisthéseos), como
(ii) el que se alcanza “a través” de la sensación (di’aisthéseos) y como (iii) combinación
de juicio y sensación (symplokè dóxes kaì aisthéseos). Aunque son las dos últimas
expresiones, como decimos, las utilizadas por Platón con referencia a la ‘phantasía’ –si
bien (iii) modifica levemente la formulación platónica, en que figura sýmmeixis en lugar
de symploké– el testimonio aristotélico nos anima a ver también en (i), fórmula que
aparece p.e. en el Timeo, una referencia a la phantasía, aun cuando el término en cuestión
falte. Un conciso y agudo análisis de la crítica aristotélica a la concepción platónica de
phantasía y también de República X, 602c-603b, cuyos ejemplos de ilusiones de los sen-
tidos suelen considerarse semejantes al célebre ejemplo referido al tamaño del sol que
Aristóteles discute en el mencionado pasaje de De Anima III, 3, se encontrará en Barney
(1992), p. 286-293.
26 Graciela E. Marcos de Pinotti
I
El argumento expuesto en Teeteto 184b-186c da cierre a una extensa y
compleja discusión que ocupa la primera sección del diálogo, consagrada
al examen de la definición de conocimiento en términos de “sensación”.
Platón vincula desde un principio esta definición con una ontología de raíz
heraclítea, extrema, según la cual nada es sino que está sujeto a devenir, y
también con la posición relativista de Protágoras que hace al hombre
medida de todo. A esta altura de la discusión, refutadas ambas posiciones,
se ha establecido que no todo conocimiento es sensación. Queda en pie,
sin embargo, la pretensión de que todo caso de sensación constituye cono-
cimiento, contra la cual va expresamente dirigido Teet. 184b ss.6
La argumentación que Platón desarrolla es rica en distinciones. En pri-
mer término, distingue entre el alma (psyché) y sus facultades sensorias,
subrayando que no son estas sino el alma la que percibe, a través de (diá)
los sentidos como instrumentos. Si hasta el momento, en las sucesivas pre-
sentaciones que Platón ha venido haciendo de la aísthesis, el mecanismo
perceptual quedaba explicado apelando al órgano de los sentidos y a algo
capaz de afectarlo, ahora se establece claramente que el sujeto que perci-
be es en realidad el alma. No percibimos, en efecto, con los sentidos, sino
con el alma, allí cuando es asistida por el cuerpo y sus facultades.7 En
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6
Es decir, Platón intentará ahora mostrar, como bien aclara M. Frede (1987) p. 378-379,
no sólo que la percepción no se identifica con el conocimiento, sino que ningún caso de
percepción como tal constituye un caso de conocimiento.
7
Cf. Teet. 184b8-e6. A propósito de la terminología sugerida por Platón, que reserva el
28 Graciela E. Marcos de Pinotti
II
Hemos de examinar ahora el planteo del Teeteto en torno a los “comunes”
(koiná) y particularmente a la ousía, un común por excelencia cuya aprehen-
sión, fuente de verdad y de conocimiento, es inequívocamente negada a la
aísthesis. Mas, si también la phantasía, según he sugerido, es blanco de la
crítica formulada en Teeteto 184b ss., será preciso explicar por qué una tal
“mezcla de sensación y juicio” no puede, tampoco, acceder a la ousía.
Platón no se explaya todo lo que quisiéramos sobre la distinción entre
“propios” y “comunes”. Se limita a afirmar que la aprehensión de los últi-
mos es competencia del alma “a través de sí misma”, sin el concurso de
los sentidos, y a ilustrar su aplicabilidad a los objetos de más de un senti-
do. El sonido y el color, reza su ejemplo, ambos son,26 cada uno lo mismo
que sí mismo y diferente del otro, semejantes y también desemejantes.
Estas determinaciones son llamadas aquí ‘comunes’ (koiná), probable-
mente, por su aplicabilidad al conjunto de lo que hay. Precisamente por
pertenecer a todas las cosas, en su aprehensión no cumplen papel alguno
los sentidos, capacidades especializadas que como tales tienen acceso sólo
a las características que les son propias o peculiares. De ahí que los
comunes, como expresa Platón, competan al alma allí cuando actúa “a
través de sí misma”, esto es, con independencia del cuerpo y sus facul-
tades.27
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26
En esta afirmación, según interpreta Kahn (1981) p. 122-123, el existencial estón
(185a9) permite constituir al sonido y al color en legítimos sujetos de discurso, en otras
palabras, afirmar que ambos términos tienen una genuina referencia, base de toda afir-
mación acerca de ellos. El uso existencial de eînai tendría así la función básica de “intro-
ducir un sujeto para una ulterior predicación”. Cooper (1970) p. 140, por su parte, entiende
que captar la ousía de algo no es necesariamente pensar que existe, sino que puede tratarse
de pensar que es F para un cierto predicado F. La imposibilidad de captar la ousía se tradu-
ciría, entonces, en imposibilidad de formular juicios, porque al estar privados del uso de
eînai la predicación es imposible.
27
Atendiendo al ejemplo del sonido y el color, es evidente que no sería correcto correla-
cionar propios y comunes con objetos sensibles e inteligibles respectivamente. Aunque
Platón tenga para sí que el pensamiento en su forma más elevada se aplica a realidades
inteligibles, su argumento aquí es que aun al referirse a objetos sensibles, el alma pone en
juego algo más, independiente del cuerpo y sus facultades. Es ilustrativa en este sentido la
comparación de Scott (1987), p. 364-365, entre Teeteto 184b ss. y Fedón 83a4-b2, pasajes
cuya terminología es muy similar pero que presentan diferencias cruciales. En ambos, por
cierto, distingue Platón la investigación que el alma lleva a cabo a través de los sentidos de
aquella que cumple por sí misma. Sin embargo, en razón de que en el Fedón se establece
claramente la distinción entre el mundo físico y las formas, la expresión kath’hautó se apli-
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(524b). Son precisamente estos, subraya Platón, los objetos aptos para
poner en acción dentro del alma el pensamiento (Rep. 524e5), elevándola
a la contemplación del ser y la verdad.30
Estos objetos señalados en la República con tan especiales aptitudes31
podrían sin dificultad integrar la nómina de “comunes” del Teeteto. Esto no
significa, naturalmente, negar las diferencias que hay entre los planteos de
uno y otro diálogo. Una diferencia fundamental es que el de la República
nos brinda un argumento en favor de la existencia de las formas, mientras
que en el Teeteto Platón se limita a describir el empleo de los koiná sin
inquirir, por ejemplo, cómo los poseemos, lo que seguramente habría lleva-
do a convocar a las formas.32 Otra diferencia es que en el Teeteto, al llamar-
los ‘comunes’, Platón pone énfasis en su aplicabilidad universal, mientras
que en República VII se insiste en que se trata de las categorías estudiadas
por el matemático. Sin embargo, ni la nómina del Teeteto excluye propie-
dades de dicho campo (lo uno, lo par, lo impar, cf. Teet. 185d1-2), ni puede
dejar de entenderse la unidad de que habla Platón en República VII como
una propiedad general, aplicable a todo lo que es, antes que exclusivamen-
te matemática. En cuanto a la inclusión de valores en la nómina del Teeteto,
entiendo que en nada se vería afectado el sentido de la argumentación de la
República por una inclusión semejante, aunque sería irrelevante para el
propósito de presentar a la matemática como propedéutica de la dialéctica,
única razón por la que aquí no se los menciona.
Lo cierto es que ambos pasajes, más allá de sus diferencias, coinciden
básicamente en reconocer (1º) un rango limitado de propiedades o carac-
terísticas a cuya identificación los sentidos hacen una importante contri-
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30
La dupla ousía – alétheia, clave de la prueba platónica de que la sensación no es cono-
cimiento en Teeteto 184b ss., aparece aquí pero con una significación más fuerte, próxima
en todo caso a la que posee específicamente en Teet. 186c2, donde Platón enfatiza la difi-
cultad que envuelven los razonamientos con relación a la ousía (syllogismoí, analogísmata
prós te ousían) y el carácter excepcional de su aprehensión. En efecto, la contemplación
de la ousía está presentada en este pasaje de la República como el término de una ascen-
sión reservada al alma del filósofo, con relación a la cual toda otra forma de saber, i.e. no
solamente la sensación, se revela deficiente, un pseudo saber.
31
Aptitudes que exceden el campo estrictamente teórico en cuanto son las que posibilitan
la conversión del hombre en pensante (logistikôi genésthai, Rep. 525b6) y con ello la reali-
zación de su esencia, al constituirlo en hombre (ánthropos ésesthai, 522e4).
32
Es el caso, por ejemplo, del argumento de la reminiscencia desarrollado en el Fedón,
cuyo parentesco con el de Teeteto 184b ss., más precisamente con la afirmación de
186b11-c5, no ha sido, a mi juicio, suficientemente advertido por los estudiosos. Una
excepción en este sentido la constituye el excelente artículo de Bedu-Addo (1991).
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***
Aunque destinada expresamente a combatir las pretensiones teóricas
de la sensación, la argumentación desarrollada en Teet. 184b ss. ofrece las
bases necesarias para refutar también a un pseudo pensar que rehúsa
desligarse de los sentidos y que tiene en Protágoras, que erige al parecer
humano en “medida de todas las cosas”, uno de sus exponentes más califi-
cados. El “parecer” (phaínesthai, phantasía), en tanto “parecer que ...”,
conlleva un pronunciamiento y por eso será situado finalmente por Platón
en la esfera discursiva, afirmándose en el Sofista que, por ser congénere
del discurso, no es forzosamente verdadero sino que puede, en ocasiones,
ser falso (Sof. 264b1-3). Su encadenamiento a lo sensorial impide al pare-
cer, sin embargo, ir más allá de lo que se presenta a los sentidos, que se
pretenden suficientes para dar lugar al aserto. A esta mera articulación de
un estado de cosas dado directamente a la experiencia de nuestros senti-
dos, en Teeteto 189e4-190a6 Platón opondrá una descripción del proceso
de pensamiento (tò dianoeîsthai) que pone el acento en el papel activo del
alma y en su esfuerzo consciente por llegar a una decisión.45 En tanto que
la sensación, en suma, es deficiente desde el punto de vista teórico por la
simple razón de que es ajena a cualquier pronunciamiento, la phantasía lo
es porque los pronunciamientos a que da lugar no exigen la puesta en
acción del pensar, que en su sentido genuino es para Platón ‘sin mezcla’,
y más elevado, que el simple percibir.
Entre los aspectos novedosos de este argumento comparativamente con
los ofrecidos en otros diálogos querría destacar, a modo de conclusión,
que el conocimiento no queda confinado a realidades inteligibles, sino que
Platón nos exhorta a buscarlo en las reflexiones que tienen como punto de
partida las impresiones sensibles. Este continuum entre aísthesis y epis-
téme podría sorprender viniendo de un filósofo que normalmente esta-
blece una fuerte separación entre el ámbito sensible y el real, inteligible,
objeto de conocimiento. Su énfasis, al inicio mismo del argumento ofreci-
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45
En los mismos términos será descripto el pensamiento (diánoia) en Sofista 263e3-264a3.
Es en este contexto que Platón distinguirá el juicio (dóxa) que es coronación, resultado
final de ese proceso de pensamiento y el que alcanza el alma “no por sí misma, sino a
través de la sensación” (mè kath’hautèn allà di’aisthéseos, 264a4).
Aísthesis y phantasía en Platón, Teeteto 184b-186c 45
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