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desde dentro
Sin embargo, como se ve, no aparece Lenin, pero es cuestión de tener un poco
de paciencia, porque es el segundo capítulo de las burdas chapuzas
manipuladoras de Kohan. La introducción de Lenin en esa cadena exige una de
esas rocambolescas elucubraciones con que Kohan obsequia a sus lectores.
Trabando esa cadena (Engels -> Kautski -> Plejanov -> Stalin) Kohan busca
separar al marxismo de la práctica revolucionaria, especialmente de la
Revolución de Octubre, reducir a Marx a otro pensador de gabinete más. En
Kohan como en tantos oportunistas de salón, separar a Engels de Marx supone
separar a la práctica de la teoría y es bien sabido que ni la teoría se puede
separar de la práctica ni Engels estuvo nunca separado de Marx en ningún
sentido. Es algo que conoce cualquier militante revolucionario: dentro del
reparto de tareas que ambos se impusieron de mutuo acuerdo, a Engels le
correspondió mantener el contacto con las organizaciones del proletariado,
especialmente la socialdemocracia alemana y que, por lo tanto, muchos de sus
sus escritos están enfocados en esa línea y proporcionan las claves
revolucionarias del marxismo.
La dialéctica de la naturaleza
El fatalismo es eso que tanto repugna a los idealistas pero que sólo está en su
podrida cabecita: la sucesión de los modos de producción, esa historia que va
del esclavismo al feudalismo y acaba en el capitalismo, que parece ser
“inexorable” y que hay que vincular al malvado Stalin. Son Kohan y
telepredicadores de esa calaña los que se han inventado este esquema para
entretenerse en criticarlo poniéndolo en boca de Engels, de Lenin, de Stalin...
de cualquiera al que puedan poner la etiqueta de “dogmático”, “mecanicista”,
“metafísico” y demás adjetivos favoritos.
Así se aclara todo: cuando en los “Cuadernos filosóficos” Lenin parece que
critica a Plejanov, lo que hace es criticar “Materialismo y empiriocriticismo”. Los
“Cuadernos filosóficos” son, pues, una autocrítica. Aquí Kohan vuelve otra vez
sobre el fetiche de los idealistas: la podrida teoría del reflejo. Desde que se le
aparece la virgen en 1914 Lenin “se cuestiona su anterior teoría del
conocimiento como 'imagen fotográfica', y si bien sigue hablando del reflejo
ahora subraya y pone en primer plano la crítica de su pasividad. Enfatizando el
papel central de la actividad humana, plantea en su nueva perspectiva que la
subjetividad del ser humano no solo intenta conocer el mundo mediante la
teoría, sino que también —en unidad con ella— a través de la práctica
contribuye a su creación” (pg.110).