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El fundador de la Escuela Freudiana de París contaba 80 años

FELICIANO FIDALGO
París 11 SEP 1981

El psicoanalista y filósofo francés Jacques Lacan falleció anteayer en París, a los ochenta años de edad, víctima de un tumor
abdominal del que había sido operado el pasado día 2. El fundador de la Escuela Freudiana de París, disuelta por él mismo en
enero del año pasado, siendo sustituida por la Agrupación de la Causa Freudiana, será enterrado hoy en París. Las teorías de
Lacan, ampliamente difundidas y atacadas, hacen referencia a los orígenes de Freud y a la interpretación del psicoanálisis
como un hecho lingüístico. Especializado en psiquiatría y neuropsiquiatría infantil, inició sus investigaciones en 1932 con una
tesis en tomo a la psicosis paranoica y sus relaciones con la personalidad. Una de sus obras más conocidas, Los cuatro
conceptos fundamentales del psicoanálisis (1973), apareció en castellano cuatro años más tarde, traducida por el psicoanalista
Óscar Massota. La mayor parte de las obras de Lacan están publicadas en nuestro país, donde se traduce Ornicar?, revista de
la Escuela Freudiana y sus actas. En los últimos años han aparecido dos volúmenes de sus Escritos. Otros títulos sobre
aspectos teóricos son Psicoanálisis, radiofonía y televisión (1977), Más allá del principio de realidad y Acerca de la causalidad
psíquica (1978), La letra y el deseo y La metáfora y el sujeto (1978), La familia (1978), y otras obras colectivas.

Jacques Lacan, el monstruo contemporáneo del psicoanálisis, falleció anteanoche, en París, a los ochenta años de edad,
víctim,a de un tumor abdominal. Su lectura de Freud, original y discutida, le hizo célebre en el mundo entero. Tras la
desaparición de Jean Paul Sartre, Francia, con la de Lacan, pierde a uno de los mitos que más ha influido en la cultura francesa
del último medio siglo, y ello tanto por la admiración ciega que despertaba en sus admiradores corno por la fobia mortal de sus
detractores.«Si yo desapareciera pensad que ello tendrá por objeto ser otro, por fin». Fue el año pasado, en medío de la
tormenta que desencadenó la disolución de su Escuela Freudiana, cuando Lacan pronunció esa frase que, en definitiva,
resume su obra, su vida, su noción del psicoanálisis, sus raíces surrealistas y su personaje intelectual, anti-intelectual y
mundano. Todo esto, en efecto, fue Lacan: un teórico del psicoanálisis que renovó a Freud, un riguroso del lenguaje y de las
ideas, un dogmático en consecuencia, un práctico en el mejor y en el peor sentido del vocablo.

Por todo ello, un escandalizador de su época, venerado como un dios que ofrece la salud mental, es decir, la salud total, y
odiado como un demonio por quienes no soportaban, en un país racionalista y moralista como Francia, que un intelectual se
permitiese intentar poner en práctica sus ideas.

El psicoanálisis le sirvió de anzuelo, lo practicaba explicándolo de manera muchas veces incomprensible y cobrándoles a sus
clientes. Era una fulana execrable para los unos y un ser humano gigantesco para los otros. Publicaba libros para las minorías
del mundo entero y, hace pocos meses aún, con su chochez a cuestas, se le podía observar en el Vivarois (uno de los tres
estrellas de la nueva cocina francesa) camelando a una señora treintañera impresionante que le embobalicaba con satisfacción
aparente.

Era a la vez un loco libertario y un dictador, como todos los que se consideran protagonistas de su vida y que también saben
que un día desaparecerán para «ser otro, por fin».

En 1932 hizo su tesis de «La psicosis paranoica », el gran tema de su vida. Luego pasó por todas las escuelas psicoanalistas y
de todas le expulsaron o se fue él por su propia voluntad. En 1953 inició sus célebres seminarios psicoanalíticos en el hospital
de Sainte Anne, de París, para continuarlos después en la Escuela Normal Superior.

En el mismo año fundó la Sociedad Psicoanalítica de París a partir de un texto célebre en el que afirma que el psicoanálisis
debe interpretarse como un hecho lingüístico. Pero Lacan se hizo universal cuando creó la Escuela Freudiana, en 1964, tras
una escisión de su sociedad. En 1980 se produjo, a su vez, la disolución de la escuela.

Lacan fue un psicoanalista, un filósofo, un fenómeno sociológico, un personaje del mundo, fue la revolución de las ideas que
estallaron a finales del siglo XIX, la revisión de mayo del 68 y también fue un vividor de la vida entendida como placer. Un
analista de su vida y de su obra decía ayer que ese era el gran interés de este hombre: «No separar nunca sus ideas de la
práctica de las mismas».

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 11 de septiembre de 1981

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