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redes y territorios 1

Gabriel Dupuy

EL URBANISMO DE LAS REDES


Teorías y métodos

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INSTITUTO DE GEOGRAFIA

Oikos-Tau
GABRIEL DUPUY

EL URBANISMO DE LAS REDES


TEORÍAS Y MÉTODOS
Redes y Territorios
Colección dirigida por:
Al ben SerralOsa
Rafael Giménez Capdevila

Esta colección es una iniciativa conjunta del Instilut Catalil per al DesenvolupaIllenl del
Transpon y Oi kos-Tau

Títulos publicados:

l. Gabriel DUPUY: El urballismo de las redes. Teorías y métodos.


(ediciones en español y catalán)

Títulos en preparación:

1. Jaume FONT i GAROLERA: L'evolució de les xarxes de tml/sport {/ Ca!alllll)"a.

3. Jean HOURCi\DE: ¿Qué movilidad para II1w/al/a? Otra mirada a los tmllSportes.
Gabriel Dupuy
e¡pjl:; Ü 783
I

El urbanismo de las redes


Teorías y métodos

Traducción de Rafael Giménez Capdevila

Prólogo y supervisión de la traducción de Albert Serratosa

Oikos-Tau
APARTADO 5347 . 08080 BARCELONA
VILASSAR DE MAR· BARCELONA

Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos


Primera edición en español, marzo de 1999

TílUlo original: L 'IIrbwJisme des résellux. Théories ellllélhodes


© Armand Cúlin Éditcur, París 1992

Discilo de 1:1 cubierta: Rafael Argelich


Fotografía de la cubierta: Albert Serratosa

ISBN H4-2H 1-0937-0


Depósito Legal: B-14.454-1998

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€) oikos-lau

De:rel:hos r~servados para todos los países

No se pcrmit~ la reproducción total o parcial de este libro,


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Oikos-Tau. S.L. - Industrias gráticas y editorial


Muntscrrat 12-14 - 08340 VilJssar de Mar (Barcelona)
Indice
1.-- •

Indice 5
Prólogo 7
Prefacio para la edición cspañola 11
Introducción 17
1. Las dificultades del urbanismo contemporáneo 23
1.1. La confusión de los urbanistas 23
1.2. Un urbanismo que ya no entiende la ciudad 29
2. El desarrollo de las redes en la ciudad 35
2.1. Multiplicación y extensión de las reJes 35
2.2. De la pedestrian cUya la networked cUy .44
3. El alcancc social de las redes 55
3.1. Los usuarios de las redes .55
3.2. Economía y territorio de las redes urbanas 62
4. La respuesta del urbanismo clásico 71
4.1. Contrasentido del mallado territorial 71
4.2. Zonificar y canalizar 82
5. Rehabilitación de las doctrinas urbanísticas favorables a las redes 93
5.1. De Cerda a Virilio: la topología de las redes 94
5.2. Circulación y comunicación: la cinética de las redes 101
5.3. Redes adaptativas: la visi6n sistémica 103
5.4. 1. Cerda, el urbanismo y las redes 105
5.5. F.L. Wright: Broadacre CUy 110
5.6. Un urbanista francés incomprendido: M.-F. Rouge y las redes 115
6. Las reJes para un nuevo urbanismo: elementos de teoría 121
6.1. ReJ virtual, red real 121
6.2. ¿La ciudad de los operadores de redes? 129
7. Métodos y herramientas para un urbanismo de redes 143
7.1. Análisis diacrónico de las redes 143
7.2. Representación de las redes 150
7.3. Evaluación de las redes 158
7.4. Ayuda a la concepci6n de redes 169
7.5. Semiología de las redes 174
8. Urbanismo de redes: estudios de casos 181
8.1. Vía y ciudad 182
8.2. Red suburbana 186
8.3. Ciudad y comw1icaciones 191
6 El urbanismo de las redes

Conclusión 195
Bibliografía oooo 20 1
lm.lice onomástico 207
lIllJice de figuras y tablas 213
Vocabulario y acrónimos 215
Prólogo

A lo largo del tiempo se ha eserito mueho sobre urbanismo, aunque no tanto


eomo eorrespondeóa a este seetor de la actividad humana estreehamente ligado a la
ealidad de vida de miles de millones de personas. No obstante, la mayoóa de textos
tienen que ver con a~pectos sectoriales y sólo un número reducido de pensadores se
ha atrevido a abordar tratanlielllos globales. Muy pocos libros en la segunda mitad
del siglo XX, cuando la complejidad urbana ha resullado más conllictiva, pueden
considerarse verdaderanlentc innovadores y de amplio espectro. Pues bien, entre
estos raros ejemplares, el lector tiene en sus manos uno de los libros más destacados
escritos en los últimos cincuenta años.
Pese a las numerosas referencias a casos franceses, el análisis de ejemplos de
foonación de redes en todo el mundo y a través de los siglos, aporta una dosis
notable de universalidad y le permite extraer conclusiones que han de traJlsfomlar
los métodos y los instrumentos de la planiJicación urbana y tenitorial. Tres
aportaciones son especialmente relevantes:
• De acuerdo con la Teoóa General de Sistemas, los di versos eomponentes de un
simple conjunto necesitan el complemento de unas relaciones para constituir un
sistema. Toda ciudad, toda aglomeración urbana, metropolitana, regional o
conlinental es por esencia un sistema y por lo tanto las relaciones no pueden ser
obviadas como se ha hecho y se hace en la mayoría de planes, obsesionados por
la forma y los elementos estáticos.
• Las relaciones comportan intercambio de flujos de materia, de energía y de
información y las redes de transportes y de servieios son los espacios-c<males que
hacen posible la circulación de aquellos !lujos. Entender la finalidad primaria de
las redes y los procesos de lixmaeión es una cuestión fundamental de la
ordenación del territorio.
• Las redes, que oeupan espacio, mueho espacio, han sido menospreciallas en los
planes urbanísticos, pese a que además de eanalizadoras de !lujos, son los
principales estrueturadores del territorio y de la ciudad. De elJa~ dependerá la
eficiencia del sistema y su capacidad de adaptación a una realidad tecnológica y
socialmente cambiante.
El grálico de evolueión de las redes en [-rancia (figura 0.1) es una aportaeit'lI1
capital y constituye un paradigma de valor universal. La forma de representación,
totalmente innovadora, eon el tiempo en las abeisas y el porcentaje de usuarios reales
sobre usuarios potenciales en las ordenadas, permite extraer lecciones definitivas: a)
todas las redes siguen un proceso de evolución según una curva logística, con un
primer periodo de erecimiento lento (sólo los "marqueses" y los grandes potentados
son usuarios reales), Wl segundo periodo eon una fuerte aceleración (la masifieacilln
del servicio), y un linallento hacia la saturación (el 95% de los usuarios potenciales
acaba haciendo uso del servicio); b) cl inicio y cl linal son siempre iguales y las
curvas sólo dilieren en el tiempo neeesario para conseguir la extensit'lI1 masiva del
00

Usuarios reales / Usuarios potenciales


100%

80%

60%

40%

20%

0%

1850 60
• Agua
70 80 90

1900 10 20
Transporte público
30 40 50 60
Electricidad
70

80 1990
Teléfono -t
t'1

• Saneamiento Gas Automóviles Televisión E-


S
1}
figura 0.1. Evolución de las redes en Francia (1850-1990).
(Fuente: Gabriel Dupuy: L'urballisme des réseaux, figura 7)
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.1,,\ -A
",\ I,

Viaria f'cITtwiaria Fk'ctrica \ras i\haslccillliclllll de a~ua Saneamiento

Figura 0.2. Redes básicas del Mea Metropolitana de Barcelona en 1992.


(fuente: Pla Territorial Metropolita de Barcelona, Generalitat de Catalunya)

-e
10 El urbanismo de la) redes

servicio; c) continuamente aparecen nuevos servicios con desfases de 20 a 30 años,


en un proceso del que no se conoce el linal, que pide corredores espccíJicos e
integrados para no deteriorar el territorio. Para ilustrar este propósito con un ejemplo
más cercano, este prólogo se acompaíia con un mapa del Arca Metropolitana de
I3arcelona en el que se muestra el caos result,mte de la simple yuxtaposición
descoordinada de redes bá3icas a través del tiempo (ligura 0.2).
Un segundo aspecto destacable, entre muchos otros que hacen del libro una
incitación constante, es la consecuencia de la extensión de las redes en la
diJl ri!Jueión del poder. La historia nos ha enseñado cómo aquélla ha tenido desde
siempre una base territorial (areolar, la llan1a Gabriel Dupuy). Parroquias,
municipios, condados, reinos, vegueries, corregimientos, provincias, comarcas,
comunidades autónomas, estados o w1Íones pluriestatales son di versas maneras de
delimitar el reparto del poder. Las redes rompen esta relativa claridad y las
responsabilidades se reparten entre Wla multitud de agentes con potestad de grado y
de ámbilll confusos. Hoy un alcalde, por poner un ejemplo, ubserva impotente
cómo una línea eléctrica estatal, un tren de alta vchx:idad contineIllal, un gasoducto
intercontinental o una red telemática mundial atraviesan su municipio. Más profundo
todavía, las grandes ciudades, los grandes estados, los grandes centros contemplan
con destemplanza una nueva revolución copernicana. Ya no hay centros o, dicho de
otra manera, cualquier lugar es central desde el momento en que las autopistas, la
aviación y, por encima de todo, la telemática (telefonía móvil, Imernel. ..) permiten
relaciones de todos con todos y además, en muchos casos, installláneas.
Hay que resaltar linalmente en este prólogo a la versión espaiiola de E1
urbl/Ilismo de ll/s redes, el papel destacado que se otorga al ingeniero de caminos
catalán lldefons Cerda, cuya obra es la más cilada por Dupuy. No sólo considera a
Cerda comu el más completo tratadista del tema de las redes, sino el único en la
historia mundial del urbanismo y dc los servicios técnicos que enlendió la necesidad
de prever corredores de servicios. Dupuy t,lmbién reconoce el valm de Cerda al
asociar el objetivo social de la ciudad igualitaria a la previsilín ineludible desde el
principio de esquemas eDil/pieJos de redes, puesto que al linal éstas serán utilizadas
por tudos los ciudadanos, tanto en el centro como en las periferias. Así, se propone
una calidad homogénea para lodos los espacios urb:lllos, COIllO lo demuestra el
Ensanche de I3areelona, que todavía hoy, 15U aíios después de ser proyectado, es
una isla de orden en un caos metropolitano de redes improvisadas y yuxtapuestas sin
coordinación ni ubjetivos sociales a largu plazo.
Este libro, producto de la perspicacia de Gabriel Dupuy y de un notable
esfuerzo de investigación y análisis de una multiplicidad de casos para apoyar la
teoría, debe convenirse en una guía indispensable para lus p!,UliJicadmes territoriales
y urbanísticos, y una hcrramienta esencial para la mejora de los procesos de
ocupación y organización del suelo.

Albert Scrratosa

I3arcc!una, 25 de julio de 1996


Prefacio para la edición española

Han pasado cinco años dcsde la publicación en francés de El urbanismo de [¡¡S


redes. No es ticmpo suJiciente para que los análisis, las posiciones y las idcas
expuestas en este libro hayan envejecido. En todo caso, las mantengo. Los
numerosos comentarios, a veces críticos, suscitados por la cdición francesa, me han
convencido de que el libro había acertado. Espero que la edición espaJiola tendrá la
misma repercusión.
El libro termina con un conjunto de propuestas. El urbanismo de las redes me
parece, en efecto, una vía posible (quizás la única) y deseable para una renovación
de la acción urbanística. Sin embargo, para internarse más en esta vía, me parecía
entonces que debían ser desarrollados diferentes temas. He tenido la satisfacción de
constatar, durante los cinco mios transcurridos, progresos evidentes en los di versos
temas, no sólo en Francia sino también en otros países. Me limitaré a sellalarlos
brevemente, con remisión a las principales publicaciones a que han dado lugar. Sólo
citaré los libros, porque los artículos son demasiado numerosos.
De entrada me parecía necesario un desarrollo de la investigación histórica sobre
las redes. Recientemente, en Francia y en otros lugares, se han llevado a cabo
diferentes trabajos de investigación sobre este tema. En Francia destaca la notable
tesis doctoral del historiador Nain Oeltran sobre la red eléctrica de París (1878-
1946), que debería ser publicada. En Estados Unidos, sobresale la importante obra
de Clay MacShane sobre las redes viarias urbanas (MacShane, 1994). En España se
han publicado diversos estudios sobre la evolución de las redes, por ejemplo
tclefónicas (Capel, 1994a), eléctricas (Capel, 1994b), de gas (Arroyo, 1996). Los
"urbanistas dc las redcs" harán bien en leer estos libros.
La representación grálica, la informática y la modelizaci{)Jl de las redes
planteaban problemas delicados a linales de los años 80. De hecho, la herranlienta
básica expuesta en El urbanismo de las redes es un modelo basado en la tcoría de
grafos. Aunque estc método es adecuado por lo que respecta a la propia red, es
insuJiciente para tomar en consideración su relación con el espacio urbmlo
"ordinario" al que sirve. Por suerte, desde hace unos mios se dispone de otro
método a partir de la geometría fractal, método que parece muy prometedor para el
urbanismo de las redcs (Frankhauser, 1994; Oatly y Longlcy, 1994). La concepción
de las rcdes podría beneJiciarse de ello en un futuro inmediato.
La evaluación de las redes plantea al urbanismo, lo escribía en 1991, otro
problema. Se observan progresos principalmente por el lado de la geografía, de la
econonúa y de la gestión. De hecho, se dominan las herramientas de evaluación
económica sobre todo para las redes de telecomunicaciones. Los resul tados
obtenidos en este sector permiten hacer un balance de las economías de escala (o de
envergadura), importantes para la oferta cuando una red se desarrolla, y los cfectos
de club o de red (directos o indirectos) favorables por el lado de la demanda. Pero
los trabajos relacionados con las redes de telccomunicacioncs han inspirado o
12 J:"'[llrba"iJlIJo de las redes

estimulaJu las investigaciunes cn utros ámbitus: reJ eléctrica, curreos, transporte


colectivo, etc. (Curien, 1992; riin, 1(94). Hay que citar también, para una
evaluación m:ts urbanística, el interesante estuJio Je hne Summcrton subre las
reJes Je calefacción urbana en Suecia (Summerlun, 1992).
La semiología de las reJes es indispensable para el urbanismo. Pese a la
JiJicultad de los méludus en este campo, hay que reconoccr los valiosos esfuerzos
Je arquitectos italianus (Pucci, 19<)6), franceses (Devillers y Riboulet, 1994), y
utros.
Pero 1.'1 urbarlÍsmo Je las rcdes cs lambién una práctica scctorial, profesiunal. En
1991, me lamentaba del "u1 vidu" de las ductrinas y de lus proyectus de grandes
personaliJades que en su tiempo practicaron el urbanismo Je las rcJes. Es
indispensable conocer las obras de estos urbanistas, como se conocen la Carta de
Atenas y lus proyectos de Le Corbusier. Se ha hecho mucho hasla ahora, y nos
felicitamos JI.' ello, para rehabilitar y Olorgar a aquellas obras el lugar que les
corresponJe. La eJición reciente del ensayu de Melvin Webbcr escrito en 1964 y
eJitado gracias a FraJ1l;oise Choay es un testimonio de ellu (Wcbber, 1996).
En 1991, evocaba sobre lodo la extraorJinaria pcrsonalidaJ de IIJcfuns Cerda
que, en mi opinión, puede considerarse como el fundador dd urbanismo de las
redes. !'ero cra nccesario hacer la historia prl'cisa y rigurosa Jc la ubra Je Cerda,
para comprender la parte esencial JI.' los principios que, tudavía hoy, continúan
sienJo la base Jel urbanismo Je las reJes. Dcspués JI.' la eJición francesa JI.' mi
libro, el admirable trabaju realizado por Albert Serralllsa y su cquipo, a partir de
nuevos descubrimientos archi víSlicos, aporla elementus originales (Magrinya y
Tarragó, 1994; Serratusa, 1995; Soria y !'uig, 1(96).
Desde 1991, la ncccsid:ld dcl urbanismo de las redes aparece cada vcz m:ts
claramente en todo el munJu. La ciudad necesita una nueva Jcfinición (Rémy y
Voye, 1(92): ¡:lwlJialización y metropulit:Uliz;¡ción son ténninos que particip:.ul Je
esla de1inición. La exlcnsión mundial de I:1 lelar:.ula JI.' ¡ntcmel refuerJ:a el
inteITog:.ulle sobre las n:!aciones entre las redcs JI.' lc!ecomwlÍcaciones y [;¡ ciudad
(Grall:.un y ~1arvin, 19<)6). !'cro c! fonnidable desarrollo Jc! automóvil, no
Jesmentidu hoy en lus países industrializaJos y muy probable en muchos países en
desarrollu, afccta también en profundidad al espacio urb:Ulo. El automóvil, como el
teléfono, y nds llxJavía que el ordenador, permite a cada indiviJuo Jibujar sus reJes
y, m:ts allá, su territorio (Dupu)', 1(95). !'recis:.unente para responJer a este gran
relo, presel'!::.':) por CerJa, el urb:.ulÍsta JI.' las reJes tiene su lugar en las ciuJaJes JI.'
hoy. EspLTee.>s que este libro, y 10Jos los que acab:.um)s JI.' cilar (entre muchos
11l:ts), pUCJ~:l contribuir a su consoliJación.

París, 8 JI.' sepliembre JI.' 19<)6


4. La respuesta del urbanismo clásico

4.1. Contrasentido del mallado territorial

¿El urbanismo de hoy ha entendido el sentido de las redes? Mientras que el


territorio urbano está cultivado por organizaciones reticulares que buscan nuevas
coherencias a nuestras ciudades reventadas, los urbanistas continúan privilegiando la
zonificación funcionalista, corren detrás de una centralidad que se les escapa y
añoran no tcner influencia sobre la evolución urbana.
Yves Chalas ha analizado recientemente el imaginario de los planificadores
urbanos, de los profesionales de la ciudad l. En primer lugar ha encontrado, como se
puede imaginar, que el urbanista tiende a atribuir a lo "urbano" problemas que
pueden tener sus orígenes y sus consecuencias en otros registros (políticos,
económicos). Pero ha percibido igualmente en sus encuestados lo que lhulla
"complejo de Noé". Cada uno tiene en la memoria la historia del arca en la que Noé
quería hacer entrar a todos los que tenía que salvar del diluvio. El arca del urbanista
tiene hoy por nombre "forma urbana". Esta fonlla urbana que hay que dibujar,
realizar, construir, será el molde de una nueva sociedad. Importa pues que los
ciudadanos, sus prácticas, entren dentro de estos límites comunes que el plan de
urbanismo tendrá el encargo dc hacer reconocer y respetar.
Este proceso del plan que fija, para una situación futura, está condenado a
fracasar en su intención de organizar el orden espacial y social adaptado a las
condiciones de la socicdad urbana contemporánca, scgún cxprcsa Charles
Bachofen 2 . ¿Porqué un pronóstico como éste? Porque. continúa el autor, el
urbanismo sólo se preocupa verdadcran1cnte del derccho, dc las condiciones de uso
del suelo urbano. El urbanismo se revela por principio incapaz de exprcsar la fomla
urbana que, a pesar de todo, prctcnde definir. Ticne suficicnte al fijar por mcdio de
una zonificación lo quc los propictarios pueden hacer sobre cl terreno.

1 Chalas Y., "L'imaginairc aménageur ou le complcxc de Noé". [.es Annales de la rl'cherche


urbaine. n° 42. primavera.verano de 1989.
2 Bachofcn e., "Projct urbain el urballismc". ponencia al seminario Urbanisml! eflfre forme,
lechnique. sociélé el processlu: idées de ,-i/le. Clermonl·f-cmllld. marzo de 1988.
72 El urbanismo de las redes

"Si analizáis los planes que se han estableciou oía tras oía, Plan oe Ocupación
oel Suelu (POS), Zona oc Rcfunlla Cuncertaoa (ZAC) y otros barrios nuevus,
eSlaréis obligaous a constatar que, en la mayoría oc los casos, se hace funciunalismu
sin saberlo y sin quererlu l . J. -P. Lacaze critica la práctica urbanística más corrienle
que pasa necesarianlenle por la oelimitación estricla oc áreas afectadas por un tipo
detemlinaou oc construcción, oc activioaoes, en el interior oe un perímetro urbano
fijado con antelación. En rrancia, la ley que tooavía rige el urbanismu se llanJa oc
"orientación preoial". Dispone unos oucumentos oc urbanismo que oeben
establecerse en el conjunto oel territuriu francés en términos oc planes oc
zoniJicación, a escalas oiversas, pero siempre basaoos en lus mismos principios.
Desoe que se promulgó esta ley, los urbanistas se habituaron sin esfuerzo a elaborar
los nuevos oocumentos sulicitados, oemostranou así que éstus corresponoían a la
imagen que se hacen oc su misión. Más taroe, salvo escasas críticas, cuma la de J.-
p. Lacaze, no se vuelve oemasiaou a lus principius. La zonificación parece por otro
laou "inevitable en las ciudades oc urla cierta impurtancia" y, oc funlla general, se
estima "que es oifícil planilicar el espacio sin practicar la zonificación"4.
VenlaoeraJnente, se tiene la sensación oc que la crítica oel urbaJlismo actual se
busca en numerosos registros a la vez, cosa qUt; lo oebilita aJlle hábitos bien
establecious, oc conocimielllos sólioos, de apoyus jurÍoicos oifícilmel1le
contestables. Algunos criticaJl el plan y lo oponen al proyecto. Olros laJllentan que
se privilegie la propiedad. Otros finalmente atac:U1 a un funcionalismo estrecho. Se
llega hasta contestar el deseo oc lus urbaJlÍstas oc poner en primer lugar un
trataJuientu espacial oc lus problemas que se les plaJHeaJl.
Clauoe Lacuur consigue centrar la cliLica en el puntu esencial, es oecir, la
incapacioad funoaJnental del urbanismo actual a tener en cuellla utros territurius a
parte oc los que son humumurfus a las ZlInas que sabe definir 5 .
"Así, se recorta el territurio en funciones y en lugares oc problemas, oc lus que
se oice que se pueoen resulver específic:unenle y que, aoemás, esta suma de
uperaciunes oa una pulítica humugénea y cohereme. Funciunalizaciún y zonilicación
se cunvienen en las palabras clave que substituyen a territorio, dánoule un
contenidu, una realioad, es oecir, una existencia... El métuoo quiere que tuoo pueoa
ser analizaoo en ténninos oc funciones-zonificaciones, y ambus elementus se
rcfUefl:an mutuaJllente".
Este métooo es extremaJnente peligroso purque lus territorios no sun primero
áreas geográlicas, y aún menus zonas. C. Lacour consioera que se oibujaJl y se

3 Lacazc J.-1'", "1.' urballislllc cXish:·l·il'!" . NO/H'd/e J'(!\'IlL' ,le la cOflH rue! ion. n t 5~ l6. dic. 19a t-
U

enero 1982.
4 Danan Y.-M., Cumple rcnuu. Re\'IU! des re\'Ut'S tle l'urbanisme. ¡l'" 13. 10 l..rim. 1l)X2.
5 Lacour e., "De l'amtSllagcmcnt du lcniloirc au dévcloppcmcul des tClTiluircs: cssai d.~
théurisation sur une notion vague: le lcrriloire". ¡JI Régiofl el WIlL:,wg(!mCfll du terriJvire,
mélanges oj]i!rts uu Doyefl Lajugie par ses cul/eSlles, .H!.\' éteres el ses amis, Dordcaux. nri~rc,
t9&5.
Úl respuesta dEl ur/Janislllo clásico 73

dcciden independientemente de estas limitaciones espaciales, por la puesta en juego


de redes de relaciones.
Es evidente que esta críLica mayor es la que calilica mejor la ineptitud del
urbanismo para tratar sobre la nueva significación territorial de las redes. El
urbanismo actual, a parte de excursiones más o menos afortwladas en los caminos
que no provienen de su vocación, es el de los POS, de las ZAC y otros esquemas
dircctores recientemente reacti vados. Incluso los temas más de moda, tecnopolos y
telepuertos por ejemplo, se encuentran asumidos por lila zonificación estricta que no
difiere demasiado de la de las antiguas zonas industriales.
Un caso todavía más notable es el de las platafomlas multimodales de
mercancías6 • Se trata precisamente de un nudo de redes de comunicación logística
que permite operar los transbordos de mercancías de lil modo a otro (por ejemplo
del camión al ferrocarril o viceversa) utilizando de la mejor manera los Liempos en
que la mercancía está almacenada para eventualmente hacerle transformaciones
(embalaje, ete.). La plataforma mulLimodal ilustra perfectamente la función particular
que un pliltO dcl espacio puede jugar en una organización económica en red lal y
como ha sido presentado en el capítulo 3.
Ahora bien, aetualmente, los proyectos de plataformas mulLimodalcs son objeto,
con muchos perjuicios para los futuros usuarios, de planes establecidos según los
principios de zonilicación que ignoran su naturaleza misma de puntos de intercambio
de flujos y de nudos de relación. La complejidad de las funciones que abrigan estas
platafonnas se niega por un método que pretende en primer lugar darles una fomla
zonal a base de límites y de fronteras.
Esta situación no parece específica de Francia. Las prácticas de zonilicación,
con di versos matices, figuran casi siempre en la panoplia del planilicador urbano,
sea cual sea el país (cL lig. 9 A, B, C). Una encuesta realizada en 1986 en Estados
Unidos, a 6.400 miembros de la AmericIUl Plll1Ulillg Associlllioll, da una idea justa
de ello 7 • A la pregunta "¿En qué campo ejerce más'!", la respuesta "la zoniticación"8
es mayoritaria, por delante del "desarrollo econlÍmico", la "vivienda" y la
"composición urbana", mientras que el "transporte" llega en última posición. En
Canadá, la situación no parece demasiado diferente. En 1974 se anunciaba la muerte
del zorúng 9 . A pesar de haber conocido desde entonces algunas modulaciones, la
zonilicación continúa marcando fuertemente el urbanismo de las ciudades
canadienses. Los países europeos tanlpoco se singularizan en este sentido. Dejando

6 Este ejemplo se debe a J.-L. Bernadel del Lahoratoire d'é<:onomie des lransporls de Lyon. Fue
presentado al Coloquio de geografía de los lransportes del Comité na!iona! de géographie. l.e
Havre, nov. de 1989.
7 Verpract G., "Ncw American Planning Thcory: prcscntaliolls and transpositions", Ponencia al
tereer congreso anual de la Association oJ European Schools nJ Plarming. ToUfs. nov. de 1989.
8 Zoning and subdivision regulation. según los términos americanos utilizados en el cucslionario.
9 Charles R.. Le Zonage au Québec. un lIIorl en sursis. Monlréai, Presses de I'université ce
MonlréaJ, 1974. Hay que notar que el término zonificación utilizado por R. Charles es la
traducción literal del término americano zoning.
74 El urbanismo de lar redes

de lado algunos casos excepcionales de desregulación, Gran Bretaña continúa


conliando cnlos planes dc urbanismo y en sus zonas, igualljuc cnla antigua RFA.

~ . .-,"-
Fig. 9 A - FreclIclllación de los cincs.

Fig. 9 n-Frecuentación de equipamientos colectivos.


La re"puesta del urbani;fnw clásico 75
.;

..:.:1>';;_,
:.-. ,'.

Fig. 9 C - Definición de las zonas a partir de la frecuentación de los eqllipamieI1los.


Figura 9 A, D, C. Los métodos del mallado: para fabricar las zonas, que supuestamente
el urbanismo no puede eludir, se observa la frecuentacitín de los cquipamientos por
parte de las familias. Se tratan los desplazamieI1los como unidades estadísticas
intercambiables. Se exeluye a priori la idea de una red constituida y "operada" por el
agente "familia" que une entre ellos diferentes polos (domicilio, lugar de trabajo,
equipamieI1los diversos).
(Fuente: "The Human Communíty", Ekislics vol. 20, n° 1 lO, agosto de 1965)

En todas partes un pensallÚento urbanístico parecido sostiene a la vez la


formación de los urbanistas, las prácticas reglan1entarias y una plani licación más o
menos adaptada a las especificidades jurídicas e institucionales nacionales. Pero es e!
plan (o el esquema llamado de urbanismo) e! instrumento por excelencia, e! modo de
concepción y de representación privilegiado de esta "urbanística". Planes
reguladores, planes directores, planes de ocupación de! sucio, planes de reforma.
planes de urbanismo, son al mismo tiempo procesos reglamentarios y la fomla
dOllÚnante de pensar la ciudad en ténllinos urbanísticos. Se trata esencialmente de
representar el espacio bajo forma de una partición de zonas contiguas bien
delimitadas, donde cada zona tiene sus características propias: lipos de utilización de!
suelo (industria, terciario. vivienda...), densidad de ocupación, equipamientos,
espacios verdes, para e! presente y para el futuro. Cada zona posee así, para la
función que se le designa, una autonomía En el interior de las zonas. e! espacio es
continuo. Las discontinuidades sólo aparecen en las fronteras de las zonas, debido a
la existencia de límites separadores lineales, igualmente continuos. El conjunto de
las zonas, también convenientemente delimitado por un perímetro. constituye e! área
urbana. y se distingue, bien de otra área urbana contigua, bien de un espacio
supuestamente rural.
76 1:.1ur!Janismo di! las redes

Hay pues, no solamente desfase sino una antinomia profunda. Esta


represelllación urbanística que, tal como notaba C. Lacour, ticI1lk a imponer su
propia territorialidad, areolar según Ikrque, mallada según RalTcstin, en témJinos de
zonas yuxtapuestas, de fronteras, de superl1cies e incluso de volúmenes, se opone a
la mutación, no solamente funcional sino semiológica, provocada por cl desarrollo
de las redes. M. llassand utiliza palabras muy duras para calificar esta inercia:
"Algunos ambientes de intelectuales y de profesionales de la organización del
espacio hablan del fenómeno urbano como si todavía vivieran en el siglo XIX, o en
el XV. Este desfase es particularmente evidente cuando analizan la realidad urbana
contemporánea en témJinos de ciudad y cuando proponen políticas que persiguen
más o menos explícitanlente "un renacimiento de la ciudad" o una "revitalización de
las ciudades". Esta actitud no es sólo falsa, sino incluso peligrosa, porque la ciudad
está muerta. Sólo existen bajo la forma de mitos, de huellas, de sedimentos, pero en
todo caso sólo en tanto que instituciones territoriales. Ahora bien, es muy arriesgado
tomar opciones de futuro según organismos di funtos" 10. Desdc hace más de un
siglo, las redes de circulación, de energía y sobre IOdo de comunicación han
recompuesto una ciudad donde los nudos cuentan [anto como las zonas, las
conexiones tanto o más que las fronteras, el tiempo [,ulIO o más que el espacio. Esta
nueva composición urb,ma orienta las prácticas cotidianas de los ciudadanos y da un
sentido soci,ú global a la noción de red. ¿Cómo admitir que ésta continúe siendo
ignorada por el método urh<Ulístico'! ¿Cómo aceptar que una zonificación imponga
sistemáticillnente límites rígidos a la puesta en relación de un lugar con otro situado
en otra zona, con un PUlllO situado fuera Llel territorio municipal o fuera de un
perímetro que se habrá declarado "urbilllo'''? ¿Cómo admitir que el urbanismo de hoy
ignore todavía sistemáticanlente esta calidad "de abonaLlo" a los "puntos nodales del
espacio-red" que el antropólogo G.-H. de Radkowski reconocía ya en 1967 al
"ciudadano-residente"?11 ¿Cómo no reaccionar cU<Uldo el pl<U1 de urbanismo hace
como si ignorase las diversas redes de las que depende toda la actividad urbana y
opone sus trabas zonaks a instalaciones nodales como los puntos de translerencia de
las redes de transporte colectivo, los temlinales de las redes cableadas, las
platafomlas multimodales? ¿Cómo no condenar la resistencia de esta urbanística en
busca de signos Lle toLla especie, de maLlemos monumentos, que expresarÍ<U1 la
realidad de las nuevas territorialidades reticulares'! ¿Porqué las realizaciones de las
nuevas avenidas urbilllas o interurbanas encuentrilll tillltoS obstáculos cuando su
canlino pasa por la revisión de los planes de ocupación del suelo? ¿Porqué la
señalética se convierte rápidamente en un asunto de Estado, cuando hoy tendría que
ser simplemente una cuestión urbana por excelencia'!
CUillldo no hay contlicto directo, los aspectos reticulares se encuentran
relegados a Wla posición accesoria en la organización del trabajo de los urbanistas.
El tiempo dedicado al urbanismo reglamentario, por lo tanto areolar, no se puede
aprovechar para un urbanismo reticular. Las redes pemlanecen pues, en el mejor de

10 Dassand M., "La Région orbaine el la sodélé progranunée", Polyrama. n° 57,1983.


11 De Radkowski G.-tI., arl. eil.
lA respuesta del urbanismo clósico 77

los casos, marginalcs en la misión de los urbanistas 12 . No se puede admitir que se


perpetúe la dominación del mallado sobre la red, cuya dimensión territorial debe ser
reconocida por el urbanismo. Más adelante se harán algunas propuestas en este
sentido.
A pesar de no admitirlo, hay que intentar comprender el estado de hecho actual.
No se trata de ninguna manera de una inercia profesional transitoria. Es su propia
historia la que ha legado al urbanismo un método opuesto a la representación
reticular. Antes de poder proponer las transformaciones profundas que se imponen,
hay que comprender los factores históricos que han conducido a un urbanismo de
mallado.
Generalmente se sitúa el inicio del pensamiento urbanístico y del urbanismo en
1850. De hecho, a partir de linales del siglo XVIII, aparecen rcl1cxiones sobre la
ciudad y sus transformaciones, que constituyen una especie de preurbanismo que
será el substrato de la doctrina subsiguiente. .
Antes del siglo XVIII, más bien se encuentran prácticas de arte urbano y
técnicas edilicias 13 . Los equipamientos construidos o constituidos aquí o allá, viales
y saneamiento principalmente, no se pueden considerar propiamente redes. De todas
maneras, se combinan bien con el arte urbano. Su realización se justilica por razones
estéticas (valoración de las plazas por un conjunto de calles convergentes),
económicas (facilitar la circulación de los suministros), sanitarias (favorecer la
circulación del aire o del agua). Los responsables de las ciudades la.~ tienen en
euenta. Citemos el ca.~o de Roma, donde el papado intenta mejorar la red vial para
facilitar las peregrinaciones entre los diferentes santuarios. Citemos lanlbién el caso
de Lisboa, totalmente reconstruida después del terremoto de 1755 según una
cuadrícula de vías jerarquizada.~ que facilitan la circulación y al mismo tiempo la
evacuación de las agua.~ pluviales por las alcantarillas. En París, durante el siglo
XVIII, los ediles se preocupan de las alineaciones de los viales para disminuir los
obstáculos de la.~ calles y de la traída de agua a partir de la.~ primeras bombas de los
hermanos Parrier.
Aunque la eslética pemlanece en primer ténnino en la reforma de la ciudad, los
desarrollos iniciales de las redes técnicas se integran en ella fácilmente. La gravedad
de los problemas urbanos, debidos en gran parte a la revolución industrial, da
progresivamente nacimiento a otra visión. Observando una situación dramática,
buscando remedios a los males de la sociedad urbana, algunos autores construyen
ulOpía.~ comunitarias con vocación moral o sanitaria. Otros se aferran al espacio de la
producción, la fábrica, y a su corolario, la vivienda obrera. De los texlos, encueslas,
experiencias de hombres como Richardson, Considérant, Cabet y Morris, se

12 Como lo nota P. Merlin: "El planificador debe, con pliotidad (subrayado por nosolros).
inquietarse por la úisponihilidad del suelo en términos jurídicos. es dedr por Jo que respecta a su
propiedad:en términos de su utilización actual y de las posibilidades de modificar su propiedad".
Merlin P.. Choay F.. op. cit.
13 Cf. lIaroucl J.-L.. Histoire de l'urbanisllle. París. PUr. 1985.
El urúanismo de las redes

despn:nde una primera imagen, un poco diluida, dc los principios del urbanismo 14 .
Las cspecialidades dilleren, las personalidades también. Entre la visión utópica, la
concepción nonnati va, el análisis cienlÍlIco y la posición polémica, sin duda era
difícil establecer una síntesis. Pero, ti posteriori, se puede observar una focalización
sobre un modelo territorial preciso: Wl sistema cerrado en el que deben coexistir dos
actores principales, la empresa industrial y sus empleados (lIg. 10). Los segundos
están subordinados a la primera, y tienen entre ellos relaciones de Lipo comunitario.
El nuevo marco urbano debe mejorar eslns relaciones sociales sin ponerlas
fllildamentalmente en duda.
En este marco, se considera la realización de redes técnicas: calefacción, agua,
alcantarillado. Estas redes se inscriben estrictamente en el modelo territorial antes
citado. El actor industrial, o un municipio que actúe en su lugar, presta servicios a
los trabajadores facilitándoles el calor, el agua, el saneamiento, de la núsma manera
que se intenta alojar a los obreros en las mejores condiciones económicas. La
perspectiva de una evolución del sistema, de una extensión de las redes fuera del
círculo cerrado fábrica-vivienda está ausente. No se trataría tampoco de salir del
sislema, de "pasar la frontera" para establecerse en otm lado: se rechaza la idea
misma de un afuera.
Este modelo territorial no implica la ausencia de lodo intercambio entre la ciudad
y el reslO del mundo. El cierre del sistema es forzosamente relatj vo. Pero los
intercambios económicos, las exportaciones de bienes manufacturados, las
im[XJrtaeiones de materias primas, las relaciones comerciales, están pensadas fuera
de la esfera del urbanismo, o más bien del preurbanismo que pretende actuar en el
marco urbano. Las reglas comunitarias rigen los inlercambios entre los
habitantes/trabajadores. Pero lo que podría parecerse a la comunicaciún no interesa,
porque se supone que pertenece a la esfera privada. En fin, los intercambios son
lentos. El tiempo no cuenta realmente o por lo menos no al ritmo que se verá
aparecer un [XJCO más tarde. Las mercancías se dcsplazan lenlanlente, las personas
van a pie. Los pmyectos y realizaciones del Familisterio de Guise l5 , de New
Lanarck, de Pullmann y de Gary 16 ilustran bien la aplicación del modelo lerritorial
que precede el advenimiento del urbanismo en la segunda mitad del siglo XIX.
Después de I gSO, el divorcio entre la ciudad antigua y la industria en expansión
se va acentuando. Christophe Dawson constata que ya no hay posibilidad de pensar
en una ciudad bonita o conveniente como se imentaba hacer antes l7 . Sólo hay una
"colección fortuita de individuos" congregados por la industria y para la industria. El
ideal comunitario de los preurbanislas se hace atlicos. El urbatlÍsmo toma el relevo
(lig. 11). La doctrina urbanística se elabora bajo la inlluencia de
personalidades

14 Si se dejan dc lado los que, como Jcffcrson, Emcrsun o Thureau. rccha/..an la ciudad e iniciarán
en ESladus Unidos una coniclllc anli-urbanisla.
15 Le FUlIlilislere Godill tl Guise,/Ulbiterl'uropie,l.cs E<litinl1s <le La Vilklle, I~H2.
16 Ran<lk P., El PensalllienlO urbanístico en los siglos X/X y XX, !luellns Aires, üikns, 1985.
17 Dawsoll c., rile Dynalllics vJ World HülOty, La Salle, 111., Sug<lell, Sherwook & Ca, 1962.
Ú1 respuesta del urbanismo clásico 79

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Figura 10. Saltaire, modelo de pueblo indu,trial eon>lfuido entre 1851 y 1876 en
Gran Bretaña por Sir Titus Sallo E, el iLleal del urbani,mo fabril: un ,btema territorial
cerrado y ordenado. Las rede, de comunicación alravie,an la ciudaLl, pero e,lán
hechas para intercambios Icntos de mercancías. Lo, habitante,!a,alariaLlos encuentran
en el mismo lugar, gracias a la induSlria, trabajo. vivienLla. servicio, y equipamiento,
diver,os.
(Fuente: Cherry G.E., Cilies ami Plan s: 71Ie S/wping of Urban Britain in tile 19th and
20th Centuries, LonLlon, E. AmolLl, 1988)
so I:.111r&allismo dt! las redes

Hospi!,Ls

figura 11. Una ciudad para la industria: el territorio urbano se define a partir de la
organización de la producción industrial, donde la vivienda, los equipamielllos y las
redes sólo son elemenlos que encuentran su lugar en un mallado funcional.
(Fuente: Tony Garnicr, Une Cilé induslriel/e, élude pour lo curwruclion des villes.
París, Massin el Cie, 1917)

como Cerda, Sitte, Gamier, HowanJ, Le Corbusier. Las dilCrentes corrienles, ya


sensibles en el período preurbanístico precedente, encuentran sus continuidades en
tendencias como d anlfopo!ogismo, d culturalismo o el naturalismo, bien
distinguidas por f. Choay1~.
Pero independientemente de la aportación de estas tendencias, el urbanismo ha
sido donúnado, durante toda su historia y hasta ahora, por la corriente progresista.
Se puede caracterizar por los siguientes rasgos:
• El urbanismo progresista deja de inserirse en una concepción global de la
sociedad. Se convierte en un asunto de especialistas y se profesional iza.
• El urbanismo progresista se reliere a un funeionalismo estrecho (vivir, trabajar,
recrearse, circular) y encuentra su traducción espacial en la znniJicación. Hay que
notar que en principio la función circulación también se zoniJica y se separa dd
conjunto urbano en d que se inserta.
• El urbanismo progresista hace referencia a un individuo-tipo (y no a una
comunidad) para el cual las soluciones serán estandardizadas. Esto se obtiene por
una nivelación de las singularidades (incluidas las topográlieas). Sólo se

18 Choay r.. op. cit.


La respuesta del urbanismo clásico 81

conservan las mínimas diferenciaciones funcionales y se construye sobre un


espaeio homogéneo.
o Se condena la calle antigua porque simboliza el desorden.
o La higiene está a partir de ahora menos ligada a la circulación (del agua, del aire)
que a la inmersión en un baño homogéneo de sol y de verdor.
o Se hace más hincapié en el hábitat que en las relaciones y las comunicaciones.
o No hay una verdadera visión evolutiva (en el sentido de la evolución de un
sistema vivo por ejemplo). La ciudad progresista se concibe para una eficacia sin
fin según un modelo de reproducción y no de evolución.
o Las referencias estéticas son geométricas y singularmente cubistas u ortogonales.
En buena Oled ida, las otras corrientes del urbanismo, al insistir en la
conservación de las ciudades existentes, en tener en cuenta la historia, la cultura, la
sociología, en la rcconciliación de la ciudad con la naturaleza, se opondrán a este
modelo progresista desde el inicio. Se publican obras, por ejemplo CAn de bíitir les
vil/es, de C. Sitte, se proyectan utopías (Broadllcre City, de F.L. Wright). Incluso
habrá algunas realizaciones interesantes: Port-Sunlight, ciudad de seiscientos
coltages construidos según los cánones culturalistas para los obreros de la fábrica de
jabón Lcver. En fin, no se debe subestimar la importancia del movilniento de las
ciudades-jardín como resultado de los proyectos de Ebenezer Howard. Los efectos
de estas tendencias contrarias al progresismo serán variables según los países, los
contextos y las culturas.
El Plan Voisitl establecido en 1925 por Le Corbusier para París fue criticado y
finalmente rechazado. Sin embargo, desde finales de los años 50, los urbanistas
oficiales elaboran, según los principios progresistas, el Plan de urbanismo director
de París. Este plan, tenninado en 1962 y aprobado en 1967, preconiza la
renovación, según los principios de la carta de Atenas, de por lo menos 7.000 de la~
10.000 hectáreas del París imm-muros.
Retrospectivamente, resulta que el modclo progresista ha prevalecido
amplianlente en las realizaciones 19 allá donde se im¡xmía la creación de ciudades ex
nihilo, donde la urgencia de luchar contra el barraquismo exigía soluciones ma~ivas
y rápidas. Las corrientes humanistas o naturalistas temperaron el progresismo,
aunque no aportaron soluciones alternativas, salvo escasa~ excepciones. Esto tiene
que ver sin duda con el hecho de que el urbanismo progresista, contrarianlente a las
tendencias preurbanísticas, es más que una teoría. Es una práctica.
A principios de siglo, se manifesta una necesidad de urbanistas. El urbanismo
progresista, que acepta el compronüso profesional y dota al urbanismo de un cuerpo
de doctrinas directamente útiles, tendrá pues una gran resonancia en la práctica
individual primero, y más tarde en la práctica colectiva. El ejemplo de Tony Garnier
en Lyon, demuestra lo que fue una práctica individual. El movimiento de los C1i\M
explica como la doctrina y las experiencias pudieron ser en seguida colectivizadas a
nivel internacional para llegar a la cima de la Carta de Atenas en 1933. Por otro lado,

19 CL Merlin P. y Choay F., np. cit.. sohre lodo Jos arlículos "Formes urhaines" y "Pré-
Urbanisrnc" .

6
82 El urbanismo de las redes

la oposición entre las tendencias está lejos de ser tan radical como se ha llegado a
decir. Le Corbusier se inspira en Siae para la idea de un paisaje arquitectural urbano
(rechazando el urbanismo pintoresco). De la ciudad-jardín de Howard conserva el
principio de una ciudad verde, de edificios (verticales, a dill:rencia del inventor de
las Gl/rdl'fl Cilil's) implantados en un marco natural 20 . Humanistas y naturalistas
maúzarán más que borrarán un cuadro progresista que inspira al urbanismo
histórico. El principio de zoniJicación constituye por ejemplo un terreno de
entendimiento.

4.2. Zonificar y canalizar

Las diferencias no radican tanlpocO principalmente en la cuestión de las redes,


que se trata de manera análoga por ejemplo en E. Howard y en T. Garnier. En
general, los urbanistas "históricos" son sensibles a las posibilidades de la técnica,
incluso si los progresistas, en una especie de acto de fe, la sobrevaloran. El
progreso de la locomoción, del telégrafo, del alumbrado público, de la transmisión
de energía eléctrica, se reconoce desde el principio y se pone al servicio de la
reforma de las ciudades.
El caso del ferrocarril es notable. Desde que se comprueban las posibilidades
del ferrocarril, en los planes de urbanismo aparecen líneas ferroviarias. Cerda ya
evoca la llegada de un ferrocarril eléctrico21 . Howard prevé en su modelo un
conjulllo de líneas jerarquizadas y dill:renciadas (viajeros/mercancías).
Concretamente, rodea su ciudad-jardín por una vía lerrea en círculo que la relaciona
directamente con el mundo exterior22 . Gamier dola la ciudad industrial de una
estación de donde sale una vía terrea "completamente recta, para pennilir el uso de
trenes de alla velocidad"2J. Es verosímil también que a partir de aquí, muy
progresivamente, la velocidad del ferrocarril se convertirá en una nueva rell:rencia
para los llujos de desplazamiento urbanos 24 .
Sin embargo, la inl1uencia sobre el urbanismo propiamente dicho es muy
limitada. En Cerda el ferrocarril todavía es sólo una virtualidad; Gamier prevé la
disposición de mercados en la plaza de la estación pero no dice nada de las
consecuencias urbanas de su línea de gnUl velocidad. Por lo que respecta a Howard,

20 Phillips P.A .. Modem Froru:e: n,eories oruJ Realilies o[ UdJorl Planning. 130ston. University
Press of Ameriea, t 987.
21 Cerda l., Teoría General de la Urbanizaóón. Madrid. 1867, rccdición t 968.
22 1I0ward E.. Garden Cilies ofTol/lorrow, Londres, Faber and Faber, t 946.
23 Garnier T.. Une Cité indU,rIrielle. Elude pour la cOflstruction des vil/es, París, Vinccnt. 1917.
J.-l'. !'rey insiste sobre el hecho de que la "Ciudad industrial" da en primer lugar una
representación de un modo de lrabajo. Cf. Frey J.-P., "L'i\rehiteele Tuny Garnier el
l'urbanisliquc social-uémocratc". MilielLt. n° 11-12, oClubre de 1982. encro de 1tJ83.
2.$ Gükalp 1.. "Lcs Systcmes lcchnulugiyucs agrande échellc: les réseaux el Icur impaL:l". Armales
d" &\'anl. n° 3, 1%8.
La respuesta dd urbanismo clásico 83

se puede dudar de que su concepcilÍn del urbanismo haya sido realmcnte inspirada
por la idea de la red. Lo contrario parcce más plausible. Sc h:J avanzado la hipútesis
de que el círculo ferroviario que rodea la ciudad tenía um funciún de control y de
limitación de la urbanización (lig. 12). Por lo que respecta al servicio a la ciudad del
transporte de mercancías. parece un pretexto que se yuxtapone a lo largo de 1::1 vía
férrca, cn una prefiguración de l:l zonificaciún industrial modcrna, industrias de toda
clase de las quc uno se interroga sobre lo que tendrían para intercanlhiarse (fig. 13).
En todo caso. los acontccimientos posteriores demostraron que el ferrocarril tuvo
como único efecto la transfórmación de l:l ciudad-jardín en ciudad-dormitorio...
A medida que las nuevas redes técnicas irán apareciendo, serán integrad¡¡s en las
diversas utopías, proyectos y planes de los urb:.l.I1istas. Muy valoradas por los
progresistas cn nombre de un modernismo triw1fante, serán aceptadas por los demás
mientras mejoren las condiciones de vida de los ciudadanos sin destruir el marco
físico y social preexistente. No se puede culpar al '..:rb:lI1ismo de tener una actitud (/
priori antitécnica25 . Arquitectos, gestores, historiadores convertidos en urbanistas,
sin formación técnica previa. utilizan la~ tecnologías más avanzadas para la
eoncepción de las nuevas urbanizaciones. Le Corbusier. por cjemplo. magnilica esta
"conquista de los tiempos modernos: la luz eléclrica"26. Inmcdiatamente saca todas
las consecuencias con rel:!ción a l:J. ilunúnacilín de bs hahitaciones. la altura dc los
pisos. las cconomías que cabe esperar. elc.
La toma en considcraciún de la~ redes por el urh:Jnismo nacicnte se hará según
dos modos principales: la yuxtaposiciún y la canalizacilín de los l1ujos. Según la
importancia atribuida a uno u otro problema, será sulicicnte prcver un servicio
mediante una red yuxtapuesta. sin precisar el tipo de rclaciún de esta red con el uso
del suelo. con las actividades urbanas. Así, Tony Garnier prevé simplemente que en
la ciudad industrial. "con W1 azud en el cauce del torrente: una fábrica hidroeléclrica
distrihuye la fuerza, la luz, la calefacciún a las fáhricas y a toda la ciudad"27. O bien
se estudia cuidadosamente la forma de contener los 11ujos que se supone que son
nccesarios pero perniciosos. en zonas dc circulacilm adecuadas. es decir. en
"canales". Es la forn1a como Le Corhusier trala cl trálico automúvil y. antes de él.
los urhanista~ ingleses de la época victoriana 28 o los rcfonnadores sanitarios
americanos de finales del siglo XIX que proyectah~U1 un sistema integrauo de
circulación del agua para sanear las ciudades 2Q . Entonces se conciben sistema~ de
canales como máquinas circulatorias para 11ujos ue inui viuuos, vehículos o 11uidos
di versos. Este planteamiento dual ue la canalizacilÍn y ue la yuxtaposicilín
concordará parliculanllente bien con los principios de la zonilieaciún. [.as relaciones
entre las zonas podrán leerse en términos simples dc separación mediante límites

25 CL Dupuy G., UrlJanisme el techfliqlll'. clzroflique d'1l11 mariaxe de raiso11. París. CRU. 1978.
26 Le Corbusier. Tlle Radiant City. Lonores. Faber ami Fahcr. 1%4 (t' eoición 1933).
27 Garnicr T. o op. cil.
28 CL el ensayo oc Daunlon M.l.. arl. cil.
29 Pclcrson J.A. o arL l'il.
El urbani,¡mo de las redes

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figura 12. La ciudad-jardín de lloward rodeada por una vía férrea de función incierta.
En lodo caso, el ferrocarril no pretende hacer participar la ciudad-jardín en la
comunicación universal deseada por Cerda.
(Fuente: lloward E., Carden Cilies 01 TUlIlurrolV. London, Faocr & Faber, 1946)

estrictos, bajo reserva de los "canales" o "tuberías" que asegurarán d núnimo de


circulacioncs indispensables entre ellas.
En un estilo directo, la obra de Le Corbusier expresa estos principios: "Es [... ]
ilusorio equipar los territorios fuera de las ciudades para acoger las nuevas funciones
de la próxima época maquinista... La vivienda y sus prolongaciones se inscriben en
un límite que no se puede extender demasiado: la distancia". Pero al núsmo tiempo
"d proyecto urbano de Le Corbusier parte del establecinúellto organizado de un
sistema de circulación rápida, de la movilización de sudo para asegurar recorridos
expediti VOS"30.
Es la visión de las "redes-tubería", de las "bombas de !lujo", mencionada por
Georges Amar y opuesta a la visión de la red territorial comentada antes 31 • Puede
concebirse que esta visión conduzca bastante fácilmenle a una división dd trabajo

30 I'erelman M., Urbs ex Machi"", Le Corbu,¡ier. Montreuil, Les Editions de la Passion, 1986.
31 Amar G .. "PULU une nouvcllc conccplión des réscaux dans la villc", Quadel7li, n° 6, invierno
1988-1'>89.
La respuesta del urbanismo e/ásico

entre el urbanista. encargado de la planilicación del espacio, de la zonilicación, de la


fornla urbana, de la construcción, y el ingeniero o el técnico encargado de
dimensionar convenientemente los canales y las tuberías y de asegurar su rcalización
(fig, 14). Según el contexto, la frontera será más o menos estricta; podrá variar un
poco hacia un lado u otro, {lCro casi nunca se replanteará el principio de un
tratamiento separado. Eugcne Hénard ilustra el tratamiento inteligente de las redes
técnicas por un urbanista32 . La atención que presta al conjunto de los flujos y sobre
todo a la ordenación físiea de los "canales", a su inserción en el espacio público, al
respeto de la belleza de la ciudad, se distingue de las prácticas de algunos
ingenieros, al mismo tiempo que aleja a Hénard del progresismo urbanístico. Pero d
urbanista de este París de la época maquinista 33 se atiene, no obstante, a una estricta
distinción de los elementos constitutivos de la ciudad, que para él son la calle y la
casa. Los ciudadanos habitan en las casas; los flujos circulan por las calles o bien
por debajo o por encima. Hay que diseñar y colocar lo mejor posible la maquinaria
para no alterar la imagen de la ciudad. Toda signit1cación territorial de las redes para
los actores urbanos, individuales o colectivos (¡excepto el urbanista!) está ausente.
Puede intentarse una representación esquemática pero confornle a las ideas
dominantes de los principios del urbanismo en la materia. En el esquema de la ligura
15, poco importa la forma de las zonas, que aquí se han dibujado circulares 34 . 1.0
esencial está en la existencia de los límites impuestos a la ciudad misma y a las
grandes funciones. La permeabilidad de los límites, asegurada por los "canales", es
muy reducida y todavía más por el hecho de que estos límites engloban zonas. La
misma ciudad sólo está enlazada con el exterior mediante algunos escasos "canales",
una carretera, una vía férrea, una ranlpa como en Hénard, un torrente como en
Garnier.
¿Porqué esta visión particular del territorio urbano, que relega las redes a una
función subalterna de técnica circulatoria, se impuso en el urbanismo naciente y se
mantuvo más tarde?
La respuesta a esta cuestión se debe buscar en la práctica urbanística. En efecto,
los discursos instauradores del urbanismo raramente fueron los de pensadores
encerrados en su torre de marlil. Estaban en estrecha relación con los pedidos
profesionales de la época, euya naturaleza tuvo una inlluencia directa sobre la
doctrina urbanística. Jausscly eslableció un plan de reforma urbana para Barcelona
en 1903, Prost un plan para AllIberes en 1910. Muchos responden a encargos en
todo el mundo. Algunos ya trabajaban desde hacía tiempo en ciudades francesas,
como Tony Garnier en Lyon, esperando responder, después de 1919, a los
primeros encargos de planes de embellecimiento y extensión.

32 Sobre Hén¡¡rd y el urbanismo de regulari7Ación haussmanniann, ver Choay f .. "'Ibe Modcm


City: Planning in lhe 19th Cenlury. Planning and Cilies Series". General Edilor Collins G.R ..
New York, Georges Braziller. 1969.
33 Según la expresión de Le Corhusicc.
34 En referencia a Beauch¡¡rd J., op. cit., que opone la red al drculo.
86 El ur!JullLmlO de las redes

l'igura 13. La vía férrea que rodea la zona industrial se supone que tendría que
favllrecer los intercambios entre las diversas actividades que esUin instaladas allí. ¿Pero
qué intercambios, qué transacciones se pueden prever entre las fábricas de zapatos yel
establecimiento de mermeladas'}
(Fuente, ¡bid. ng. 12)

Ahora bien, ¿cuales son los problemas concretos que encuentran íos téenicos
del urbanismo sobre el terreno'! Diversos estudios históricos rc1Crelltes a diferentes
países pcmüten tener una idea bastante clara de esllJ. El urhanista, en su voluntad de
reformar la ciudad, choca primeramente con intereses prediales e inmobiliarios.
Querer construir, destruir, reconstruir según nuevas reglas, mcjor adaptadas a la
vida industrial, al crecinúento de las ciudades, no es razonable cuando no se tienen
ni los edilicios ni lus terrenos. Este obstáculo está en todas partes. La resistencia se
di versilica según se trate de nomlalizar un barrio antiguo, encontrar terreno virgen
para nuevas construcciones, o según se atente o no contra el eelltro de la ciudad. La
resistencia tampoco es la misma según la estructura de la propiedad o de las alianzas
que apoyan las instituciones política~. Pero la cucstión de los valores prediales e
inmobiliarius de los propietarios está siempre en el centro del conl1icto.
Desde 1875, la legislación prusiana ya preveía una ZlJnilicación provisional para
la a1Cclación de los suelos agrícolas destinados a la ex((;nsión urhana)S, Esta
Zllnilieación funcional muy estricta juslilkaha la acción pública urhanística y
clarilicaha sus reglas para los propietarios.

35 Gaudin J.·P.. "Le Zonjng ou la nuil transfiguré..:. 150 ans o'urhanisJllc". Cu/wrc [l'ChllitJIU!. n°
fuera de serie. 1986.
La respuesta del urlJanisl1w clásico 87

Last-minute confirmation: in the USA, a special committee is studying


possible soJutions to the problem of automobile intersections. These sketches
look as though they were taken fmm a biology textbook rather than fmm the
hidebound results of the various Grands Prix de Rome.

Figura 14. Lc Corbusier aprecia todos estos modelos de intersecciones viales


propuestos por un comité de especialistas norteamericanos, porque ve en ellas
"soluciones perfectas" para el problema del trMico urbano. Según él: "El Iráfico es
un río. Puede considerarse que obedece a las mismas reglas que los r(os ".
(Fucnte: Le Corbusier, The Radianl Cily. raber & raber, London, 19(4)

[=:J Zona central


{','-,'I Zona residencial
[:::.'.j Zona rabril

Figura 15. El territorio de la ciudad visto por el urbanismo: representación


esquemática.
S8 El urbanismo de las redes

El éxito de la experiencia alemana se conoce rápidanlenlJ.: en Gran I3re taJ1a. Con


la intención de construir viviendas en la periferia, en extensioncs urhanas enlazadas
a los centros de las ciudades, los mWlicipios deben comprar terrcnos y por lo tanto
luchar contra la cspeculación. El Plan de urbanismo inglés sc legaliza en 1909.
PemlÍte "fijar la tranla de las callcs, designar las áreas afectadas únicamente para la
residencia o para la industria, reservar parcelas para los espacios verdes y las
construcciones públicas y fijar las densidades residenciales"36.
De hecho, parece cada vez más claro a los urbanistas que sólo una expropiación
por zonas autoriza un control de los precios de los solares y de las densidades
razonables. Pero al mismo tiempo, permite llevar a caho una zoniJicación que se
impone "desde el punto de vista de la econonúa y de la higicne creando unidades
funcionales"37. I3élgica, por estas razones, adopta pronto el principio del plan de
urbanismo con zonificación. En Estados Unidos, experiencias posilivas como la de
G.I3. Ford en Nueva York empujan en el mismo sentid0 38 .
La adopción en hancia de una legislación sohre los planes de urbanismo,
conforme a los principios de la zoniJicación, chocará con una rcsistencia más fuerte
que en otros países. No solanlenlJ.: los terratenieIlles fruncen el ceJ1o, sino que los
pequeJ10s propietarios inmobiliarios de los centros de las ciudades ven el riesgo de
que sus rentas se resieIllan. Con las alianzas políticas locales y nacionales de la
Tercera República, los urbanistas no obtienen ningún reconocimielllo en términos
legales hasta 1919. Además, la aplicación será muy lenta, y retrasará la aparición de
una verdadera phUliJicación urbana hasta la Segunda Guerra Mundial 39 • No
obstante, en Francia aparecen los primeros planes de urbanismo poco después de la
Primera Guerra Mundial. Las medidas jurídicas que los acomp:ulan reposan en el
principio de la zonificación.
Este principio ya no se cuestionará posterionnente40 , y constituye el corazón de
la ley de orientación predial (Loi d'Oriell11l1iolt FOl/ciere, LOr), que generalizó
esquemas y planes de urb:ulÍsmo en \Odas las ciudades. La LOr supo combinar la
práctica del urbanismo ordinario con el tratamiento de los espacios de valor de uso
complejo, donde se pretendían importantes redistribuciones Jinancicras. En los
planes de ocupación del suelo (POS) se aJ1ade el procedimiento de las zonas de
rcfomla concertada (ZAC) para cubrir el conjwlto de las cuestioncs de urbanisIllo41 •
Tal como cscribió P. Merlin, el POS se adapta más bien al control de las densidades

36 Sutcliffe A., "La Naissance de I'urbanisme uflicicl en Grande·Detagne, 1900·1914", in "Les


Premiers Urbanistes fram;ais etl'aet urbain, 1900·1930", In Exlemo, n° 11.
37 Smcls M., "La Rcconstruclion ct les <..Iébals a pmpos <.tu llouvcl urhanismc en llclgiyuc apres
1914", in "Les Premiers Urbanistes fran~ais etl'aet urhain, 1900·1930", op. eie.
38 Gaudin J.·P., art. cil.
39 "Los urhanistas deben demostrar su iJldcpcllucncia con relación a los intl:rcscs de la pmpicdad
prcdiaJ e inmobiliaria..... : CIJUUC V" "Le Chef d'orchcstre, UI1 cliché de l'clll.J:e-dcux-guenes".
Les Anuales de la rechercJze urbairze. n" 44-45, oClubre de 1989,
40 Phillips P.A., op. eil.
4t Veliz P., Les Plans t/'Oeellparion des Sois, París, Cupedith, 1975.
La respuesta del urbanismo clásico H9

y de las superficies urbanizables, mientras que el PAZ Ylos planes de salvaguarda


se centran en el control de la fomla urbana42 • SDAU, POS, PAZ, planes de
salvaguarda y de valoración, más o menos readaptados al contexto de la
descentralización, hacen perdurar así, en la práctica urbanística francesa de hoy, el
principio de plan de zonilicación.
En los otros países occidentales se ha mantcnido la misma tradición y las
diversas críticas sólo han conducido a enmiendas muy mcnores del dogma de la
zonificación para los planes de urbanismo43 •
El sistema de zonificación en vigor es más o menos refinado según los países.
La combinación de la zonificación y del plan de urbanismo no es la misma en
América del Norte que cn Europa. El zorúllg anlericllilo comporta especilicidades
jurídicas. A pesar de estas diferencias, hay que destacar que la zonificación se rdiere
por regla general a las tres categorías siguientes: barrios residenciales, barrios
industriales, centros de negocios y de intercanlbios, confonne al esquema territorial
presentado más arriba Para cada uno de los límites designa un dentro y un afuera,
"pero sobre todo designa partes ligadas entre ellas, cuyas complcmentariedades
funcionales sugieren la existencia de Wl todo: el territorio donde se administra lo
urbano". J.-P. Gaudin insiste, con razón, en la importancia de esta codilicación de
los espacios que da al plan las "líneas con sentido". IX hecho, estas "líneas con
sentido" oponen clarllillente los territorios del plan de urbllilÍsmo con los territorios
de las redes, la zonilicación con la reticulación.
La gencralización de los planes de urbanismo zonilicados no es totalmente
independiente del desarrollo de las redes. Parece que, en muchos casos, la
zoniticación haya traducido una voluntad real de limitar o dc controlar el desarrollo
de las redes. A menudo los obstáculos prediales c inmobiliarios quc encontrabllil los
urbanistas se habrían podido superar cfectivanlente con la rcalizaci<Ín de elementos
dc infraestructura que asegurasen un servicio en los terrenos fácilmellle disponibles.
Llevar el transporte, el agua y el saneanliento (la electricidad y el gas pueden
"seguir" má~ fácilmente) pcmlitía una rcfonna urbana. En gcncral, cspecialmcnte cn
Francia, los entes locales no han hecho o no han querido hacer soportar, a través del
impuesto, a cicrtas capas de poblaci<Ín (propietarios inmobiliarios) el coste de la
infraestructura necesaria. La red parece a la vez demasiado cara, den¡¡L~iado
peligrosa por su capacidad de generalizaci<Ín e incontrolable44 , Hay que encontrar
pues perímetros y zonas, un mallado, evitando una urbanización "salvaje", con su
séquito de reivindicadores que buscan inmediatanlente "obtener del ayuntamiento, en
general sin recursos, el agua, el gas, la electricidad, las alcantarillas... "45

42 Merlin P., Choay r., op. eil.


43 CL por ejemplo, pasa Estados Unidos. Babcock R., The looiog GUille, Madison. lbe
University of Wisconsin Press, 1966, y, pasa Canadá, los lrabajns de Chasles R., op. cit.
44 CL Gaudin J.-P., "La Genese de ¡'urbanismo de plan et la queslion de la lIlodcrnisation
polilique", Revuefranr;aise de Seienees Politiques, vol. 39, nO 3.junio 19H9.
45 Ruyer J. y Meyer J., extraídos de la revista UrbaflislIlc (hacia 1960, sin fecha).
90 f:.l urbanismo de las redes

El primer manual francés de urbanismo (1915) ya indica la necesidad de una


zonilicación para una programación con anticipación de las vías de comunicación 46 .
Más mklanlt:, d argumwto se rdorzará ha~ta que la zoniJicación pernlila organizar
unas fases sistemáticas y, por lo tanto, un control en d tiempo y en el espacio de las
gastos de infraestructura47 .
En Estados Unidos, los poderes públicos tanlbién parecen haber querido
"domesticar" el desarrollo de las redes. CynUlia Ghorra-Gobin, al estudiar d caso de
Los Angeles, indica que los planil1cadores quisieron evitar que las redes de
transporlt: no fueran "susceptibles un día u otro de irradiar d conjunto del territorio".
Inlt:ntaron, al contrario, utilizarlas como medios, entre otros, bajo su control, para
realizar una zonilicación conforme almoddo de la ciudad-jardín.
Es verosímil que, en los países europws, t:n particular en francia, un
mecanismo parecido haya jugado y juegue todavía a favor del mrul!cnimiento dd
moddo de la centralidad. La zonilicación de los planes de urbrulÍsmo se puede poner
al servicio de la deknsa de una zona de centralidad contra una explosión provocada
por un desarrollo poco controlable de las redes 48 . Esta función de la zoniJicación es
hoy visible allá donde las tendwcias centrífuga~ aparecen más fucrtcs.
Sc puedc encontrar cn la historia una verificación indirccta de una hipólesis
como ésta. A Iinales del siglo XIX, en d momelllo de la ascensión dc las redes
técnicas (trrulspone público, agua, gas, declricidad, alcrullarillas) en las ciudades
italirulas, la~ políticas localcs se propusicron una municipalización (k las redes
constituidas inicialmente por la iniciativa privada49 . El socialismo mUllicipal
consideraba que la rentabilidad de estos asuntos permitiría sanear la~ Iinanzas
públicas y aligcrar la carga impositiva. La renlabilidad dc las rcdes suponía que se
diera servicio sobre todo a los barrios con fuerte densiLiad pero pernlitía no
desamparar completanlente a las zonas periféricas. El control municipal dd
desarrollo de las redes se encontró pues de acucrdo con un objctivo de urbanismo
fundanlcntal que asegura, gracias a un esquema radioconcéntrico, el mrul!cnimiento
de una verdadera centralidad. Mientras que en otros países se intentará alirmar (o
conlinllar) la centralidad mediante un plan de urbanismo acompañado de una
zorlÍlicación estricta, las ciudades de Italia llegaron a clla, al menos hasta los años
30, gracias a una política municipal de planilicación de las redes. Se comprende que,
por d hecho de la municipalización del conjunto de las redes, el caso it.a.liano sea
excepcional en esta época. Pero lanlbién se entiende porque, en otros países, las
ciuLiades que no disponcn de esta fornlidable palanca de control dd urbrulismo
recurrirán al plan de zonificación, oponiéndose por eslO mismo a la Liinámica de las

46 Es decir las redes técnicas dependientes del poclt.:r público.


47 Gaudin J.-P.. "L~ Zoning ou la !luit Lransfiguréc. 150 ans d'urhanismc", art. cil.
·n~ eL Dupuy G., Une Tec!lIJiljlle l/e pluTlijica!iVTJ Qll sen'ice de l'aUloll1o/;ile. les lIIodt..~Ies de trafie
¡¡,-hai", París. Copcdilh. 1975. ESlá claro que el fenómeno <.le la centralidad. por su complcji(lJd.
no se puede dclinir sólo por el recurso al plan dc urbanismo. Pcro la comhinación del urhanismo
comercial. de los Planes de salvaguardia, de las ZAC y de los POS, pesa sin duda muy
inlc IIsamenle.
49 Calahi D.. arlo cil. Se han eSludiado particulanncntc Padua. VenJn:.1. Viccnza y Treviso.
La respuesta del ur!JalJisnw clá'lico 91

redes. El caso general ha sido cl de la Iimitacilm estricta de la evolución de las rcdes


a través de la zoniJicación. l.a exccpción es d caso italiano donde una planificacillll
de las redes substituye provisionalmente a la zoniJicación urbanística.
AsÍ, por un conjunto de razones que van de la lucha contra el barraquismo a la
defensa de la centralidad, pasando por la consideración de la propiedad, el
urbanismo ha elaborado y utilizado una herrantienta emblemática, la zoniJicación,
que conduce hoya un completo contrasentido territoriaL Se ha podido calificar el
ZOllíllg americano de "enfcmledad infantil del urbanismo"50. Para la zoniJicación.
habría que hablar de grave enfermedad congénita. Michel Bassand no va por mal
camino cuando aJirma: "La ciudad y la villa clásica son los productos de sociedades
para las que la explotación de la tierra es la principal fuente de riqueza y poder: las
relaciones sociales se elaboran dependiendo de la propiedad del suelo.
Morfológican1ente, estas características se traducen mediante planes urbanísticos y
monumentos bien tipilicados"51. Estos planes, estos monumentos, estas fomlas
urbanas siempre privilegiadas por un urbanismo sobre todo pendiente de la
zonificación han excluido la red como estructura territorial. Toda la doctrina
urbanística se ha constituido así. Hay que buscar pues, en la historia de las ciudades
y del urbanismo, más allá de la ortodoxia, más allá de los doctrinarios oficiales, más
allá de los profesionales reputados, para encontrar la noción y el sentido de la red.

50 Charles R., op. cit.


51 Dassand M .. arl. eil.
5. Rehabilitación de las doctrinas
urbanísticas favorables a las redes

Dominado por una concepción mallada del territorio urbano, el urbanismo ha


dejado poco lugar a otras visiones. En particular, no se h<l podido propagar
demasiado la idea de una organización territorial urbana en red, aunque parece
pcrtinente para las ciudades de hoy.
Esto no quiere dccir que no haya aparecido en la historia del urbanismo. Se ha
expresado, en diversas oca~iones, bajo formas variadas, teorías, utopías, y menos
frecuentemente en proyectos y realizaciones. Simplemente, esta~ expresiones se han
marginado de diferentes manera~. A veces, sus autores han sido orgullosamenle
ignorados del mundo del urbanismo. En otras ocasiones han sido atacados
violentamente. Algunos llegarán a censurar su propio discurso para acercarse a la
ortodoxia. En fin, más sutilmente, otros serán reconocidos, incluso santificados,
por otros aspectos de sus obras, por LTíticas que descuidarán su contribución al
estudio de las redes.
Hay que proceder pues a una verdadera relectura de estos autores, a una
rehabilitación de sus obras por lo que respecta a este aspecto particular. Es evidente
que esta lectura debe hacerse a partir del presente, a partir de la noción modema de
red 1, que trata primeran1ente de enriquecer la visión de la ciudad de hoy y no tiene la
pretensión de un análisis propianlente histórico.
Dieho esto, se pueden tomar como punto de partida las tres dimensiones
principales que caracterizan la signilicación moderna de las redes. La búsqueda del
ideal ubicuitario, la búsqueda de relaciones inmediatas evocan en principio una
dimensión topológica de la red.
La referencia a una instantaneidad, la importancia de la homogeneidad en el
tratall1iento temporal, el interés por W1a~ transferencias o unos tránsitos rápidos sin
"pérdidas" o "rupturas de carga", conduce a introducir otra dimensión. La
apreeiación de la velocidad de las circulaciones en la red es relativa a una nueva

1 En un artículo publicado en 1967. un profesor dcllflstitul d'urbanisme de Paris. Gcorgcs IIubcrt


de Radkowski. sugería analizar las investigaciones y las preocupaciones de urh;.mistils de la époc<.l
como Auhert. Rolival. Buchanan. Dyckmann. Prucha y Tang dc.>dc el punto de vista de la
constitución de un "espacio-red". De Radkowski G.-II .. arto cil.
94 El urbanismo de las redes

temporalidad. Aliado de su dimensión topológica, la red liene pues una dimensión


cillética.
Finalmente, la idea de elección de relaciones, en el espacio y en el tiempo, eslá
muy presente en la concepción actual de la red. Se admite que estas relaciones
suponen una pcmlanencia del soporte, una larga duración de las infraestructuras. En
cambio, la red tendría., idealmente, que poder adaptarse en todo momento a las
necesidades de nuevas relaciones, en la medida en que son deseadas, escogidas, por
los actores. La dimensión adaptl/liva será también una característica importante de la
red.
De Haussmann a Ri boud, y de Cerda a Hart, la marginalidad "reticuJística"2
reúne una cohorte un poco curiosa] Se intentará no obstante comprender
succsivan1ente las aportaciones esenciales de personalidades como Arturo Soria y
Mala, Edouard Chambless o Henry ford, según las tres dimensiones modema~ de
redes urbanas: topología, cinética, adaptabilidad. Sc insistirá a continuación en las
visiones de I. Cerda, EL. Wright y M.-F. Rouge. Los tres, innegablemente
urbanistas, adoptaron una visión global de las redes (por oposición a las visiones
sectoriales, limitándose, por ejemplo, a las redes de transporte) Cll sus relaciones
con d espacio urbano.

5.1. De Cerda a Virilio: la topología de las redes

La topología particular de la red, bien diferente del mallado apreciado por el


urbanismo ortodoxo, aparece por primera vez de forma abrumadora CIl Cerda. Ya
regresaremos a él, pero la misma concepción se encuentra en otros autores desde
finales del siglo XIX. La red asegura la puesta en relaci(m, la conexión máxima, a
ser posible directa y múltiple, entre unos puntos del espacio, independientemCllte de
su localización y más allá de las diferentes barreras y límites. La red favorece así la
apertura dd espacio urbano y la descentralización. Se trata de una extensiún espacial
necesariamente discontinua porque la red sólo une puntos. 1\. las discontinuidades
lineales del espacio creadas por las fronteras de los perímetros históricos,
administrativos o urbanísticos, la red opone una discontinuidad intrínseca que borra
de alguna manera el espaeio gcográlico fuera de los nudos y de los arcos, creando
un espacio particular de la red.

2 En francés rélisticJue. Se cXL'usar;Í este m::ologismo ulilizado ;j falla de un lérmino mejor.


3 Toclavía más curiosamente, ningún escrito de los autores en cuestión cncucnlra lugar en la
antología dc textos presentada por fram;oisc Choay el 1965 bajo el lílUlu: L 'UrbulJisme, utopies
el réalilés, une G1l11wlogie. cosa que cunfirma de ulla cicI1a manera el ustraL'ismu lid que fueron
víctim<Js por partc de la urtudoxiJ W'baníslica. Por lo que reSpCl:la a I hiussmann, Cerda y Suria y
Mata (pero también lIénanl). se l'unsultará la notable obrJ publil.:ada posleriormente por la
misma aulura subre el urhanismo del siglu XIX. Choay F.. "The Mudern Cily: Planning in thc
19th Cenlury, Planning and Cities Series". op. cil.
Rehabilitación de las doctrinas urbanÍSticas favorables a los redc's 95

Haussmann no podría ser verdaderamente eonsiderado como un defensor de la


red, en el sentido moderno dellérnlÍno. Todavía mantiene una posición ambigua por
lo que respeeta a la topología de las redes. El prefeeto [gobernador] de París intenta
suministrar agua potable en abundancia a las diferentes zonas de la ciudad, ciudad
que percibe como un conjunto de fragmentos a unir. De la misma manera, quiere
asegurar a un anlplio conjunlo de puntos de París el acceso a las alcantarillas
mediante una red de saneamiento. Pero los línlÍtes topológicos de la red
haussmanniana aparecen muy pronto, tanto si se trata del agua, del saneamiento, de
las vías públicas o del alumbrado público. Haussmann concibe una red estrictanlente
jerarquizada, de la alcantarilla de inmueble al emisario, del acueducto a las tuberías
de servicio local. El vérticc donúna a la base, el centro a la periferia. Además, dentro
del objetivo haussmanniano de regularización, la red está bien delinúlada por las
fronteras administrativas de la ciudad, por las resistencias de la propiedad
inmobiliaria. Hay un interior y un exterior!. Las fortificaciones fornlan el límite de la
ciudad, el lugar donde "París acababa"5.
En la núsma época, en Londres, un miembro del Parlamento, Joseph Paxton
(1803-1865), actúa con el mismo espíritu proponiendo el plan de un "Sistema
general de comunicaciones". Se trataba de un ferrocarril de circunvalacilín quc uniría
las diferentes estaciones de la capital. Este plan dará nacimiento a la red de metro
londinense. Esto fue en cierta forma para Londres el equivalente a la red vial de
Haussmann para París 6 •
Arturo Soria y Mata, urbanista madrileño, propone en 1886 un proyecto de
ciudad lineal (fig. 16). AWlque el diseño muy simple de esta ciudad no evoca
irm1cdialan1ente la topología de la red moderna, el principio básico de la Ciudad
Lineal es justamente el de la conexión máxima. El autor buscó ante todo responder a
la pregunta que se plantea a~í: "En toda aglomeración [... ] el problema fundamental
(... ] es el de la comunicación de las casas entre ellas"7. La opción lineal pretende
conducir todas las comunicaciones hacia un eje en el que se facilitarán
enorrnemente 8 •
La Ciudad Lineal conoce un principio de realización en 1892. Un año más
tarde. en Viena, Otto Wagner propone WI proyecto de ordenación basado también en
una topología moderna de red. Dominado por la idea de que los nuevos medios de
transporte serán la clave de la evolución urbana futura, el proyecto de Wagner,

4 lIaussmann G., Méllloires. 1853-1870, Grands IravalLt de Paris. París. Durier, 1979.
5 lIaussmann G., Méllloires 111, Grands lra\'Qllx de PariJ, París, Viclllr lIavard. 1893.
6 Chadwick G.F.. The Works ofSir Joseph Pax/on, London, 111e ÁJchileclural Press, 1961.
7 Soria y Mata A., La Cité linéaire. nouvelles architeclUres des villes. París. Eculc nalionaic des
hcaux-arts, 1984.
8 El lema de la ciudad lineal ha inspirado a más de un urhanista. La visión de Soria y Mala. para
quien la opción lineal es la condición <..le una tipulogía reticular. es sin embargo muy particular.
Se puede oponer por ejemplo a la de Mitiutin donde la ciudad lineal se mnsu-uye según el
principio de la cadella ck montaje y queda sometida a la finalidad de la pnxlucc..:ión industrial.
Miliutin N.A., SOlJgorod, Tlze Problelll of Building Socialis/ Cilies, Collins G.R., Camhridge,
Mass., MIT, 1974.
96 El urbanismo lte las redes

Figura 16. Realización de lus proyectos de A. Suria y Mata, La Ciudad Lineal de


Madrid: 5,2 km de longitud por 460 m de anchura.
(Fuente: Soria y Mata A., La Cité Linéaire, Eeulc naLiunale slIpériellre des beaux arls,
1984)

opuesto a los planes de urbanismo "clásicos", no considera deliberadanlente ningún


reparto a priori en el espacio geográfico de los elementos constitutivos de la ciudad.
Se supone que industrias, residencias, oficinas, elc. se dispondrán sobre las redes,
según una topología propia, sin ninguna referencia a las zonificaciones
urbanísticas 9 .
Samuel Insull no era propianlente un urbanista 10. Director de la Compa.i'iía de
electricidad Edison en Chicago hasta 1910, tanlpoco era un ingeniero. I3rillante
secretario de Edison, había sido puesto al frente de una pequerra compai'iía de
electricidad, lUla de las vcinte que servían a Chicago cntonces, con el objetivo de
desarrollarla aprovechando al máximo las posibilidades de la región. Lo consiguió
por encima de cualquier esperanza. En 1910, su sociedad es la proveedora única de
energía eléctrica de Chicago y la mayor empresa de electricidad del mundo. La
Chicago Edison Company llega a ser incluso una especie de modelo que otras
muchas ciudades del mundo se esfuerzan en imitar.
¿Cómo consigue Insull este resultado? Aplicando una concepción de red
absolutamente modema. I3usea conectar todo lo que pueda ser conectado mediante
líneas eléctricas. Las centrales de producción, sean las que sean, están
interconectadas. La red sirve a todo lo que pueda tener nccesidad de electricidad: el
alumbrado público, el metro, el tranvía, los industriales de toda especie, de los

9 Schurske c., Viwne, Jin de sicc/e, París, Le Seuil, 1984.


10 lIughes 1'.1'., op. cit.
Re!wbilieaóón de 1m doctrinas uriJanlstieasfavorables a Ins redes 97

tejarcs a los fabricantes de hielo, las oficinas, los particulares. Pronto se extiende
más allá de los límites de la coneesión inicial comprando y conectándose a las redes
dc la competencia Cubre todo Chicago y pronto tanlbién los suburbios, las lejanas
periferias, la región. S. Insull tiene una estrategia topológica de la red, en la que la
conexión generalizada se convierte en la condición primordial del desarrollo de su
empresa.
El caso de Insull es doblemente interesante. Por un lado, no puede ser que una
estrategia como ésta no repercuta en la organización urbana. Vender la elcctricidad
no es hacer urbanismo, pero, ante esta experiencia, hay que preguntarse sobre las
consecuencias de la extensión de la red en términos de actividades econónúcas, de
transporte, y también de desarrollo urbano. La estrategia de Insull desbordaba, en
todos los sentidos del término, las tentativas (más bien tínúdas para la época, en
Chicago) del urbanismo de zonificación, reducía las posibilidades del control
municipal sobre la urbanización y el uso del suelo. Al cabo de un cierto tiempo,
algunos lo entendieron. Intentaron acabar con Insull, y lo consiguieron, puesto que
se fue en 1910.
Por otro lado, el caso de Chicago, aunque particular, es un arquetipo de las
constituciones de nuevas redcs, electricidad, gas yagua sobre todo, pero tanlbién
transporte, en otras ciudades del mundo. El desarrollo de las redes, recordado en el
capítulo 2, se hace a menudo por aplicación, más o menos consciente, de este
modelo topológico de una red conectando e interconectando tanto como puede, todo
lo que puede, creando su propio territorio por encima de las barreras administrativas
que se le intentan oponer, con las consecuencias que se imaginan sobre la~
posibilidades de control urbanístico ll .
Invcntor ingenioso, Edgar Chambless construyó el proyecto de Roadlowfl en
1910 alrededor de una línea de monorraíl l2 . La ciudad es lineal, como la de Soria y
Mala. Detrás de este esquema simple se esconde una tipología reticular muy rica, ya
que Chambless busca en primer lugar luchar contra el anonimato de la gran ciudad
facilitando la comunicación generalizada entre los habitantes. Cada cual debe poder,
gracias al monorraíl, ponerse fácilmente en contacto con cualquiera, allá donde se
encuentre localizado en el espaeio urbano.
En la misma época, un grupo de altos funcionarios promueve un proyecto
parecido en el norte de Francia l3 . Se trata de unir las tres ciudades de Lille, Roubaix
y Tourcoing por un bulevar de tres ramales, de una anchura inusitada, que incluye
caminos para caballos y para bicicletas, calzadas, paseos, líneas de tranvía y
alumbrado público. Aunque el proyecto tenga un cierto parecido con la Ciudad
Lineal, el objetivo no es en primer lugar predial. La red, reducida a los enlaces entre
tres ciudades. intenta "soldar" entre ellas Lille, Roubaix y Tourcoing. Según los

11 Dupuy G., "Ulilily Nelwork:s and Terrilory in lhe Patis Region: lhe Case of Andrésy". in Tarr
J. y Dupuy G., op. cit.
12 CL el inlcresanlc análisis dcl proyccto dc Chamblcss in Randlc P., op. cit.
13 Dcmangcon A., Wcrquin A.-C., "Lillc-Roubaix-Tnurcoing: les ingénicurs.l'Elat el les villcs: le
boulcvard du XXc siéclc", Les Annales de la reeherehe uriJaine, n° 38, junio-julio 1988.

7
I:J urbanismo de las redes

ténninos mctafóricos de un cronista de la época, la red debe pcrmitir a Lille "poner la


mallO sobre las dos ciudades tan vivas y llenas de porvenir de Roubaix y de
Toun:oing, cogerlas, impulsarlas en un movinúento de una intensidad totalmente
americana, aproximarlas a la capital, soldarlas con ella"t4,
En ;)lras ciudades de rrancia aparecen en esta época proyectos del mismo tipo,
basados en la misma visión topológica de la red. Así, en el campo del abastecimiento
de agua, el AyuntamieIllo de Nantes proyecta su red fuera de sus línútes
municipales, y hace construir un monumental depósito en el pequeño mwúcipio de
Chantenay, donde se encuentra el punto culminante de la aglomeración nantesa t5 . El
interés del caso no es tanto por la tupograJIa como por la signilicación topológica
dada a la actuación. La lógica expresiva de la red de Nantes, que debe poder
conectar cada vez más puntos de la aglomeración, exige esta relaciónnutrimental con
Chantenay. Los obstáculos de la territorialidad municipal se tenían que barrer para
que se impusiera la topología. entonces más bien conquistadora, de la r\XI nantesa.
El alcance, simbólico en este sentido, de la construcción del depósito se manifestará
en la monumentalidad del edilicio. El arquitecto Edouard Nizan y el ingeniero
Gaston Michel, trabajando para el Ayuntanliento de Nantes, realizan un compromiso
entre la liJnaleza y el templo, punta avanzada de la red en el territorio municipal de
Chamenay, y garanlia visible de las múltiples conexiones pemlitidas a partir de aquel
momento.
Un poco más tarde, la posibilidad de transportar energía eléctrica a gran
distancia inspira una ampliación geográJica del área servida por la red, sin eanlbiar la
visión topológica de conexión generalizada de lugares puntuales. En Estados
Unidos, en los alias 20, aparecen diversos proyectos con principios de realización.
El Giml/ Pml'er Plal/ es un buen ejemplo de ello l6 . Una línea eléctrica de alta energía
tenía que unir el oeste de Pensilvania a su franja litoral alraVeSalldo la barrera
apalachiana. El Oeste, país rico en minas de hulla, podía producir una energía
eléctrica económica. El Este, muy urbanizado y aetivo, telúa fuertes necesidades de
consumo. GilTnrd Pinchot, gobernador de Pensilvania en esta época, concibe una
línca que al mismo tiempo servirá el máximo de pequeñas ciudades y pueblos. La
red eléctrica deOc producir una verdadera desconcentración, oponiéndose así a las
fuerzas celmípetas nacidas del uso de máquinas de vapor para la producción
industrial. La electricidad apona el desenclavanlÍento. Las bajas tarifas pernlitirán a
todos, en cualquier pucblo apanado, utilizarla. Las mujeres obtendrán su Ocnelicio
para el eonfon doméstil:o; los granjeros cleclrilicarán sus máquinas; los trabajadores
podrán permanecer en el pueblo, donde tendrán un modo de vida mucho mejor que
en la gran ciudad. Para más adelante, Pinchot imagina una interconexión
generalizada de las redes eléclricas que facilitaría la operación.

14 1.(1 ])él'i'che, may" de 1905.


15 Pinsull n.. "N~nlcs. Challlcnay: l'installaliun du scrvicc d'cau conlrc I'i.ndépclx.lam::c
¡,;ommull..llc". in La Ban/ieue Oasis. Henri Sellier el les Cités-jardins. 190U-/940. Vinccnncs,
Prcsscs univcrsitaircs dc Vinccnncs, 1987.
16 llllghes "LP., art. cil.
Rehabilitación de lar; doctrinas urbanísticas favorables a las rL'des 99

Joseph K. Hart y Henry Ford participan de este mismo espíritu 17, eon algunos
matices. Hart, historiador de las culturas, vislumbra Wl estallido de la ciudad en
pequeñas comunidades que disfrutarán, gracias a la energía eléctrica, de una nueva
libertad intelectual. Para Hart, no se trala de una utopía, porque, gracias al Gimll
Power Plan, la fuerza eléctrica se puede distribuir a todos por igual, allá donde se
encuentren. Henry Ford busca también descentralizar la industria, sobre todo la
industria del automóvil que conoce suficientemente. Tanlbién quiere dcsurbanizar la
ciudad en lo que tiene de nocivo para la vida de los obreros. El plan concebido por
Ford permitiría trabajar en el pueblo, es decir vivir allí, instalando en el campo
pequeñas unidades de producción bien conectadas a una fábrica prineipal cada vez
más reducida. La electricidad también se ve como el medio de este servicio
ubicuitario. Pero Ford imagina, contrariamente al Gimll Power Plan, obtener la
energía mediante obras hidráulicas, de manera que la producción de electricidad sería
local. Hacia 1925 llegará a hacer construir algunos pantanos en Michigan, que le
permitirán realizar una parle de su proyecto.
La topología moderna de la red se impone aquí, gracias a la electricidad, por
encima de la distribución fundacional campo/ciudad. I,a transgrcsión de los límites
de lo urbano replantea caracteres esenciales dc la ciudad: densidad y concentración.
La red, por su visión topológica nueva, pone por así dccirlo en primera línca de
fuego un planteamiento del urbanismo fundanlentado en estos caractcres. Más tarde
se verá otra vez esta visión topológica, a la vez solidarizanle y abicrta, de la red,
"conexionisla", por utilizar un témlÍno de actualidad.
En Francia, la mayoría de los urbanistas percibirán el dcsarrollo del automóvil
como una amenaza para la ciudad, una marea que debe conlenerse. De Le Corbusier
a las adaptaciones francesas del infornle Buehanan, la doctrina oficial se constituirá a
partir de la concepeión canalizadora de la circulación, seguida por una eficaz
promoción de los lranspones coleclivos. El mensaje de algunos urbanistas
americanos, al analizar de fomla más adecuada el fenómeno automóvil y exlracr
consecuencias urbanístieas originales, como Clarence Anhur Perry (1929), casi no
se recibirá en eslC lado del Atlántico. No se escucha al urbanista-promotor Jacques
Riboud, observador crítico de la suburbanización anlericana, cuando preconiza, en
Francia, en los años 60, el abandono del esquema radioconcéntrico en provecho de
las ciudades arracimadas, servidas por una red de comunicación muy densa. Para
ilustrarlo, proponía subslituir la "palata", símbolo urbanístico cerrado de la
zonificación urbana en los planes, por el racimo de uva~ en el que la red es primera e
impone una topología abierla. Enlre juicios y dolorcs de cabeza administrativos y
altercados con los urbanisla~ oliciales, a pesar del apoyo de P. Delouvrier, J.
Riboud sólo llega a realizar expcricncias muy limitadas o truncadas l8 • Será .necesario
esperar a los primeros alios 80 para que olras voces se dejen oir 19 . Bcrnard de La

17 lIughcs T.P .. art. cit.


18 Riboud J.. La VilIe he"re"se. París. Edilinns.du Mnnilcur. 1931.
19 No se citarán por supuesto las demandas pro dol1w que provienen de lus ámhitos
4

automovilísticos o viajes. Sin emhargo hay que mencionar por su interés histórico unJactum ~
lOO El urbanismo de las redes

Rochcfoucauld presenta en L'Abofldaflcefoflciere20 y en otros artículos 21 una nueva


visión que hace de la red vial la garantía de la accesibilidad generalizada en
automóvil. La idea ubicuitaria, la inmediatez, la mulliplicklad de las relaciones
presiden esta demanda a favor de una extensión de la red vial. Aquí tmnbién debe
transgredirse el recinto de lila ciudad que se había contenido, reconstituir lo urbano
sin importar donde, fuera de esta ciudad, a lo largo de la red. Desde el momento en
que los franceses adquieren cada vez más viviendas, hechas accesibles por el uso del
automóvil, la penuria de infracstructuras será un freno, un obstáeulo, al desarrollo
de este modo de vida nuevo que observamos. En efecto, sólo las carreteras,
actuando, hacen los suelos edificables, y por lo tanto "urbanos"22.
Al cabo de poco, después de la televisión, con la conjunción de la infounática y
de las telecomunicaciones, la red telefónica francesa se convierte en una de las más
modernas del mundo. Se dota de nuevos servicios en los que la pantalla, el
automatismo, el telemando, artificializan la comunicación, y permiten su
interactividad. Se empiezan a percibir las calidades propias de estas nuevas redes.
Marc Guillaume ve en ellas una realización de un modelo de "contagio" que opone al
de la "irradiación" propio de los medios de masas, prensa, radio y televisión. El
"contagio" electrónico puede llegar a cada uno en cada instante allá donde se
encuentre, en un senLido u otro 23 . La red de telecomunicaciones con diversos
servicios telemáticos (entre los que M. Guillaume incluye la transmisión de
imágenes de televisión de ¡úta delinición) está en vías de realizar el ideal de una
topología uhicuilaria, inmediata, transitiva y rellexiva, principio de una "nueva
urbanidad".
Es la misma idea que P. Virilio presenta en modo alegórico. Al anunciar el fin
de la densidad vertical y de las comunicaciones horizontales, del radioconcentrismo,
del pri vilegio del centro sobre la periferia, predice el advenimiento del paso histórico
de la actividad a la interactividad 24, la sucesión de lo "nodal" a lo "central", el
"despliegue de una excentricidad generalizada, periferia sin fin, signo precursor de
la superación de la founa urbána industrial"25.

1844, por lo tanto anterior al automóvil. que preconiza "una red en tudas las carreteras y en
todos los municipios". Andricux P., Un Réseau sur toules les rGules el sur toUles les
com11lunes, chemins a viresse el travaux pub/ies, París, Cariliull, Gocry el Uwc Dalmol1l, 1844,
reproducido in Flux, n° especial, junio 1989.
20 La Rochefoucauld (de) B., L'Abondancefonciere, París. Dunúd, 1982.
21 CL por ejemplo La Rochefoucauld (de) B., "L'AuloI11obile ella vi!le", Melropolis, n° 37-38,
1978.
22 La Rochcfoucauld (de) B., 01'. dt.
23 Guillaumc M., "La Villc: nouvcaux modes d'cmploi". entrevista de G. Vignaux. grahada en
vídeo, RATP. 1988.
24 Virilio P.. "Cilé rniroir, agonie", Les Arlflales de la reclzerche uriJai"", n° 34, junio-ju!. 1987.
25 Virilio P., op. cito
Rehabilitación de las doctrinas urbanísticasJal'orablq a las redes 101

5.2. Circulación y comunicación: la cinética de las redes

La segunda dimensión de la red, en relación con su sigrúlicación territorial


moderna, es cinética, La red define al unísono el espacio y el tiempo. Establece entrc
ellos una nueva relación basada en la circulación, el nujo, la velocidad, que tiende a
la instantaneidad, al "tiempo real", según la expresión de los informáticos de hoy.
Esta noción de un tiempo de la red, diferente del tiempo del resto del mundo,
medido diversamente, que se impone allá donde existe la red, progresa entre los
urbanistas y los responsables de las obras públicas de las ciudades, a medida que el
ferrocarril y el telégrafo se desarrollan. Como señala lean Pierre Williot, la
extensión del alumbrado eléctrico contribuye a esta mutación. El alumbrado llega a
ser instantáneo. Ya no hay tiempo de espera entre la exigencia de una ruptura de la
oscuridad y el efecto de luz. La iluminación instantánea y simultánea en todos los
puntos unifica el espacio urban026 . De hecho, toda la sociedad, la urbana primero,
cambia a largo plazo su relación con el tiempo, de acuerdo con la generalización de
la actividad industrial. Pero la red siempre estará por delante desde este punto de
vista. Es el nuevo territorio, regulado desde el principio por la nueva temporalidad
de los flujos, la medida de la velocidad, y dominado por la signilicaci6n cinética.
Haussmann, preocupado por facilitar las circulaciones en el París que rcordcna,
todavía no atribuye a la red esta dimensi6n cinética que, poco después, será esencial
en la teoría y el proyecto de Cerda. El prefecto de París sigue la tendencia de la
época al concebir un sistema circulatorio cerrado y canalizado para el que importa
sobre todo el diseño de los canales y de sus juiciosos cruees 27 . No obstante, en
1855, Joseph Paxton ya tenía en cuenta la dimensi6n cinética en su proyecto de
sistema de comunicación para Londres. La nueva red tenía que rebajar a 15 minutos
como máximo el tiempo necesario para ir de un punto a otro en el interior de un
perímetro definido por el nuevo cinturón ferroviari0 28 .
También Soria y Mata razona explícitamente según el criterio cinético cuando
concibe su Ciudad Linea!. "La lorma de una ciudad es o debe ser una fornla
derivada de las necesidades de la locomoción... (ésta) será perfecta cuando la suma
de los tiempos empleados para ir de cada casa a todas las demás sea múJima: este es
el caso en las ciudades lineales"29. Es cierto que el esquema que concibió reposa por
completo en fa contracción de la distancia pernlÍtida a lo largo del eje lineal en el que
la circulación se acelera. La avenida de la ciudad lineal tiene 450 m de ancho, el eje
longitudinal comprende una línea de tranvía y una carretera de 40 m de ancho
dividida en siete carriles especializados según el tipo de circulaci6n, RotldLOwn hacía
referencia al mismo principio, con una cronología diferente, la del monorraíl de

26 Williol J,·P., "Nouvelle ville, nouvelle vie: croissaoce et role du réseau gazier parisien au XIXe
siecle", in Paris el ses réseaux, op. cit.
27 Reynaud J.. Artículo "Villes". J:.'ncyclopédie no"velle (entre 1836 y 1843).
28 Chadwick a.F., op. cit.
29 Soria y Mala A.. op. cit.
102 El urbanismo de las redes

Chambless. Este último también ponderó, en este nuevo n:gistro temporal, la


circulación por ella misma, el desplazamiento rápido como un Jin en sí mismo. Se ha
podido reprochar a Row[¡owll no haber tratado convenientemente el problema de las
estaciones del monorraJ130. Sin duda este olvido no es fortuito. Las estaciones son
evidentemente necesarias para la subida y bajada de los viajeros. Pero cn la red de
los desplazamientos constituyen una discontinuidad, una fuente de heterogeneidad
que va contra la cinética implicada por la reticulación de las ciudades lineales.
Soria y Mata no se interesa sólo por el transporte. La dimensión cinética de las
redes aparece también en sus preocupaciones por facilitar el paso de todos los l1ujos
por las tuberías de agua, los ferrocarriles económicos, los calles anchas y bien
pavimentadas, los cables para la electricidad, el alumbrado público, la fuerza motriz,
el teléfono y el teiégral·o. La circulación no es pues sólo la de las personas, sino
también la de los bienes y los servicios, la energía, la información. Todo esto se
debe poder entregar con la rapidez necesaria de la ciudad moderna.
La voluntad de imponer un nuevo ritmo a las circulaciones, a lo largo de los ejes
que utilizan, pero también en los cruces, en las "centrales", los conmutadores, los
repartidores, allá donde hay cambios de direcciún, substituciones de relaciones, es
general. Cerda y Hénard se apasionan por los cruces. Wagner desea que los
"maravillosos medios de locomoción" modernos penetren por doquier en Viena "sin
obstáculo". Insull hace fabricar convertidores capaces de transformar una corriente
eléctrica, que no soporta ninguna demora, de continua a alterna, para servir a la
periferia de Chicago. rord, Pinchot y Han juegan con las circulaciones hidráulicas y
eléctricas para reducir los frenos a la vez económicos y temporales impuestos hasta
entonces a la circulación de energía, frenos que eonJinan los lugares habitables por
los hombres alrededor de la gran industria. Los proyectos ya mencionados de
Chantenay para la red de agua de Nantes y del bulevar de Lille-Roubaix-Tourcoing
comportan igualmente esta dimensión cinética de la red capaz de asegurar las
circulaciones urbanas en un tiempo corto que se cuenta a partir de este momento,
como observan Cerda y Wright, en minutos o en segundos (el tiempo del tranvía
para el transporte de personas, el de la transmisión de presión hidráulica para el
agua). El automóvil y las telecomunicaciones refuerzan el fenómeno. Los referentes
de velocidad canlbian 31 . Jacques Ribaud escribe en 1971: "Lo que cuenta es el
tiempo de recorrido y no la distancia"32. Tanlbién conseguirá, a costa de increíbles
acrobacias linancieras, dotar de una línea telefónica a cada uno de los habitantes de
"su" nueva ciudad, La Haie Bergerie, en una época en la que rrancia vive todavía en
el régimen del "22 iJ ASI/ieres .... En último extremo, de una u ulra forma se niega el

30 Randlc P.. op. cit.


31 Giikalp l.. arl. cil.
32 Riboud J., op. cir.
• N. del T. Esta expresión tiene el origen en un sketch del humorista Fcrnam.J Rcynaud. En un
locutorio público de París el protagonista íntcnla, infructuosamente, una comunicación
t.elefónica con el número 22 de Asnicrcs. población cercana a París. Al lado, olros individuos
obliencn sin dificulLades confercncias con Alemania o Estados Unidos. Cansado dc sus fracasos,
el persunaje pide una comunicación cun Estados Unidos, y solidla a la op:radora americana 4uc
Rehabilitación de la.'! doctrinas urbanística'!¡m'orahles a las rcdl.','i 103

tiempo de circulación. Se llega a olvidarlo en el automóvil al conectarse a redes mis


"rápidas". Para B. de La Rochcfoucauld el automóvil sc convierte en "habiláculo en
el que las horas perdidas en los embotellamientos se pasan "en casa" en eicrta fonna.
escuchando la radio. ahora ya el teléfono, y pronto la televisión". Para P. Virilio.
incluso se tendría que llcgar a desplazarse sin moverse. El vehícul() sería la imagen
de la pantalla del ordenador, transfom¡ándose en "tiempo real", es decir LTcando la
ilusión de un tiempo sin demora para la circulación 33.
La red es siempre el lugar de estas mutaciones de la relación espacio!licmpo.
Los progresos técnicos de la locomoción no son los únicos que se rcplantean. No es
tanto la velocidad pura del vehículo o de la señal, del cohete, del impulso o del rayo
luminoso la que importa a los autores citados, sino la posibilidad de d¡sponer de esta
velocidad en múltiples puntos del espacio, sin que su materialización tope con los
obstáculos de bi furcaciones, enlaces, cte. La dimensi(ín cinética de la red está
fuertemente ligada a la dimensión topológica, tanto como la dimensión adaptaliva
que se pasa a analizar a colllinuaeión.

5.3. Redes adaptativas: la visión sistémica

Una red capaz de adaptarse en el tiempo, de evolucionar para facilitar las


relaciones que se han hecho necesarias por la voluntad de los agentes y las
modificaciones del enlomo del sistema urbano: éste es el ideal, la pantalla sobre la
que se proyecta la visión moderna de la red. Esta concepci(ín aparece en numerosos
autores, personalidades más o menos marginales del urbanismo histórico. por poco
que se relean con esta perspecti va.
Pese a estar ausente en Haussmann, para quien la ciudad se prevé y concibe de
una manera casi perfecta pero definitiva, y no siempre explícita en los escritos de
Cerda, la dimensión adaptativa de la red es la base de los proyectos de Soria y Mala.
La Ciudad Lineal se presta a cualquier modificación de los patrones de
desplazamiento (por poco que se conecten al eje central). MediaJlle rami licaeiones
suplementarias de las canalizaciones del eje lineal, permite también un desarrollo casi
indefinido de la ciudad, conservando sus ventajas. Soria y Mata situaba sus
extremos en Cádiz y San Petersburgo o en Pekín y Bruselas. Mientras, imaginaba
en Madrid una Ciudad Lineal de unos ochenta kilómetros. Sólo pudo realizar cineo,
pero el principio era el de una posible adaptación a las necesidades de extellsióll.
O. Wagner tanlbién deseaba que las redes de transportc pudieran evolucionar en
Viena. Consideraba tanto los cambios en los medios de transporte como las
voluntades de los centros urbanos de desarrollarse. La red tenía que scr pues

le ponga con el 22 de Asnicrcs. Es enlonces cuando por fin puede hahlar (:on el illtcrIocutllf
dt=ado.
33 ViriJio P .• "La Machine á descendre le temps". Ubération. II (lcl. 19HH.
104 ElurbanislJlo de las redes

doblemente adaptativa, desde el punto de vista de la tecnología y lksde el punto de


vista de la estructura urbana.
Dada la naturaleza particular de la red eléctrica, lnsull promueve una verdadera
doctrina de la adaptación y preconiza que se regule la red a diferentes escalas
temporales. Adaptación casi instantánea de la oferta a la demanda: es el trabajo del
dispatclzer, del que Insull codificará su función reguladora. Adaptación preventiva
por extrapolación de series estadísticas: la red debe ser capaz de responder a la carga
de un día dado del año, sobre la base de la experiencia de los afios precedentes, de
las previsiones de temperatura, etc. Adaptación a más largo plazo a las variaciones
en la naturakza de la demanda, primero pública (alumbrado), después también
industrial, más tarde doméstica. A estas di versas adaptaciones temporales, la red
añade una adaptación al espacio por extensión y diversilkación. Por otro lado la
adaptabilidad espacial condiciona bastante la adaptabilidad temporal. Muchos
concesionarios de redes, después de Insull, obrarán en el mismo sentido.
E. Chambless, pero también los autores del proyecto Lille-Roubaix-Tourcoing
ya citado, conciben redes muy "permisivas". Todos los muvimientos son posibles
mediante la red. Creadora dc una nueva libertad, permite escoger cualquier relación a
corto plazo y garantiza a la vez posibilidades de extensión, de ranú ficaciunes a largo
plazo.
La operación de Chantenay también quiere facilitar una gran adaptabilidad de la
red de traída de agua de Nantes. Establecer el depósito en Chantenay, el punto más
elevado de la aglomeración nantesa, significa que la red podrá a la larga cubrir todas
las necesidades de ramificaciones susceptibles de manifestarse aquí o allá, sin
necesidad de un plan rígido.
El desarrollo de las redes eléctricas a gran escala, de la circulación automóvil, y
más recientemente de las telecomunicaciones, conduce a autores como Hart,
Riboud, La Rochcfoucauld o Virilio a pensar cn su utilización de manera elaramente
adaptativa. Hart, pero tanlbién Pinchot y Ford, consideran la red como posibilidad
de conexión al gusto de pequeñas comunidadcs antiguas o nuevas. 1. Riboud ve en
el plan radioconcéntrico de las ciudades francesas, que sólo puede conducir "a la
inestabilidad y al colapso", un factor de congestión, de bloqueo y de inadaptación
fundamental. Las redes, todas las redes, le parecen la garantía de la elección dejada a
los ciudadanos a corto plazo y sobre tudo de una adaptación a las transformaciones
de la sociedad y de la economía a largo plazo. A propósito de estas redes de
transporte, de energía, de agua, de comunicaciones escribe: "La expansión, todas las
expansiones, las de las ciudades, la de la economía, la de la sociedad, deben
apoyarse en las redes"34.El autor de L'Abol/dilllCe ¡ol/ciere, B. de La
Rochcfoucauld, hace de la red vial una infraestructura permisiva, fuente de acceso a
nuevos espacios que el automovilista sabrá dcscubrir y aprovechar. Por lo que
respecta a Virilio, su "ciudad", si todavía se puede hablar así, es la de la elección

34 Riboud J., Texto extraído del relalo de "La Huie Bergerie á VilIepreux - 1956-1%1", iTl La Ville
heureuse,op. dI.
Rehabilitación de las doctrinas urbanislicas fa\'orables a las redes 105

instantánea, siempre modificable. que dcfine por su multiplicidad un sistema


extremamente evolutivo.
La dimensión adaptativa de la red parece fmalmente hacer referencia a las
posibilidades de modificacioncs en la naturaleza o en la estructura de las relaciones
ofrecidas. A corto plazo, la red debe tender a proveer el uso del máximo de
relaciones posibles en cada instante, siguiendo el modelo de la guía telefólÚca que
indica a cada uno todas las conexiones posibles al instante con todos. A largo plazo,
la red también debe poder tolerar adaptaciones morfológicas mayores, por creación
de nuevos soportes de nuevas relaciones, por aparición en el espacio de nuevos
puntos susceptibles de ser conectados. Para prolongar la analogía con la guía
lelefólÚca, es indispensable que cada año figuren en la guía los nuevos números de
los antiguos abonados que se han trasladado permutándose con otro abonado. Pero
la guía también debe incluir los nombres y los números de los nuevos abonados,
nuevos puntos conectados por la red.
En la historia del urbanismo, tres personalidades hoy desaparecidas ilustran
mejor esta visión moderna de la red, caracterizada por sus relaciones con la ciudad
mediante una topología, una cinética y una adaptabilidad nuevas. Ildcfons Cerda,
Frank Lloyd Wright, Maurice-rran<;ois Rouge, en épocas diferentes, pero de la
misma manera, dan a las redes una función deteillÚnante para la ciudad.
Normalmente considerados como urbanistas -no es el caso de todos los que se han
citado hasta aquí- tienen una percepción global del urbanismo, al integrar en la
respectiva rel1exión el conjunto de las redes técnicas disponibles en su época. Su
pensamiento merece pues que se presente con cierto detalle, sobre todo porque a
menudo ha sido subestimado, incomprendido o traicionado por las corrientcs
urbanísticas dominantes.

5.4. I. Cerda, el urbanismo y las redes

En 1854, un golpe de Estado lleva al poder en España a un gobierno libcral-


progresista. La ciudad de Barcelona aprovecha la oportunidad para relanzar una vieja
reivindicación: la demolición de las murallas, que a1lOgaban a la ciudad, impedían su
extensión y obligaban a una densificación del hábitat, muy rentable para una
burguesía de propietarios pero insoportable para las clases obreras. Un vez
derrumbada la muralla, se imponía un plan de extensión. El Ayuntanúento convoca
un concurso que gana el arquitecto Rovira y Trias con un plan clásico que prolonga
la antigua ciudad. En Madrid, el Ministerio de Obras Públicas había encargado con
anterioridad a un ingelÚcro de canúnos la núsión de establccer un levalllanúenlo
topográlico de las nuevas zonas abicnas a la urbaJúzacÍón alrededor de la ciudad
catalana Ildcfons Cerda (I815-1876) amplió su trabajo topográJico y elaboní un
plan para la extcnsión, el Eixilmple. plan que Barcelona tendrá que adoptar en lugar
del de Rovira y Trias. bajo la presión del poder central madrileI1o. Mientras el
proyecto ganador se basaba sobre todo en el dibujo. el de Cerda se acompaJ'ia de una
monografía estadística de la clase obrera y una enorme memoria de tres volúmenes
6. Las redes para un nuevo urbanismo:
elementos de teoría

Redefinir la posición del urbanismo con relación a las redes no es simple.


Décadas de incomprensión, de división de tareas, podrían hacer este proyecto
veleidoso. Por lo tanto, hay que reconstruir, pero reconstruir sólidanlente.
Acabamos de presentar la actualidad del pensanlielllo de los precursores que
fueron Soria y Mata o Wright. También hay que indicar claranlente el campo de
acción actual del urbanismo en materia de redes. ¿En este canlpo el urbanista ticne
tarea~ precisa~? ¿Con qué límites? ¿Con qué medios? ¿Porqué el modelo de la red-
tubería no puede satisfacer al urbanismo moderno? No es suficiente con
afirmaciones o juicios lapidarios. Hay que dar un rodeo teórico, que incluye un
intento de del1nición de la red, para situar cada pieza en su lugar correspondiente.
Después se presentarán las herramientas y se propondrán ejemplos de métodos
actuales, que habrá que examinar desde esta nueva perspectiva. Hay experiencias
reales, que no tienen la pureza del análisis teórico, ni la c1icacia de las herramientas
metodológicas, pero que se desmarcan suficientemente de la ortodoxia para ilustrar
la visión "reticulística". En todo caso completarán el análisis teórico presentado en
este capítulo y los métodos propuestos en el capítulo siguiente.

6. l. Red vi rtual, red real

En la base de la nocitÍn de red hay que reconoecr la afinnación dc una


diversidad, de una heterogeneidad fundamelllal, en el tiempo y en el espacio. Como
dice C. Raffestin, hay que comenzar identil1cando "puntos"l Estos puntos no son
en primer lugar puras abstracciones geométricas, sino que tienen un espesor social,
geográfico, que hace de ellos "la expresitÍn de todo ego individual o colectivo".
Pueblos, ciudades, capitales, mctrópolis, reconocidos por los geógrafos desde hacc
tiempo, viviendas, unidades residencialcs mcjor conocidas por los urbanistas, pcro
también, porqué no, fábricas, prcsas y ccntrales eléctricas o estaciones depuradoras.
Se trata en definitiva de "nudosidades tcrritorialcs, lugares de podcr y de referencia",

1 Raffcstin c., op. cil.


122 1:" urbulli,wlO de las reelt:s

discontinuidades en el colIl inuulIl espacial o espacio-temporal. ESIOS punlos son


diversos, diferentes porque provienen de entidades difercntes, de voluntades
diversas, de poderes distintos.
Sin este axioma de diversidad que plantea la exislencia de puntos o, si se quiere,
de nudos, no puede haber red. Una planlación de abelos no es una red porque, al
contrario, postula la identidad de los árboles y de los lugares donde se han planlado.
Por la misma razón, un sembrado no es una red.
En cambio, se entiende porqué precursores como Christaller y Lüsch se referían
a esta noción. En primer lugar distinguían en el espacio regional unos puntos de
nivel o de función diferentes: aldeas, pueblos, burgos, ciudades, 11 priori
diferenciados y jerarquizados.
A continuación, a partir de los puntos evocados más arriba, hay que adnútir la
exislencia de "proyectos transaccionales". ¿De qué se trata'? Al no ser el punto una
abstracción sino, según C. RalTestin, la expresión de un ego iúuividual o colectivo,
es decir el lugar donde un aetor piensa su acción, puede convertirse en el origen de
una voluntad individual o colectiva de relación, de enlace potencial con olro punlo
(es decir otro actor). Esto es lo que se denominará proyecto de transacción o
proyecto transaccionaF. Así, el actor hace entrar el punto buscado por el proyecto
transaccional en su terrilorio porque "el espacio se transforma en terrilorio por el
objetivo, la intencionaliuad del aclor. .. Los actores no s·~ encuentran cara a cara,
sino que actúan y por lo tanto buscan establecer relaciones, realizar funciom:s,
inJ1uenciarse, controlarse, prohibirse, permitirse, alejarse o aproximarse"3. Estas
relaciones se alimentan de las diferencias entre los puntos, y son múltiples para un
actor determinado.
El conjunto de puntos y de proyectos evoluciona en el tiempo. En el curso ue
esta evolución se delinen los unos con relación a los otros. El proyecto ue
transacción no existe sin la diferencia, pero la uiferencia puede ueJinirse por el
proyecto de relación. Hay, según la expresión de Georges Amar, deJinición
recursiva de la red, que implica simultáneamente singularidad (de los puntos) y
regularidad (de la naturaleza de las relaciones entre los punlos)4.
Sólo se trata de proyectos, cuyas realizaciones suponen un poder: poder de
hacer entrar otro lugar, otro punlo en el territorio uel actor, de eSlablecer la relación
deseada, proyectada, en el espacio y en el tiempo. Ahora bien, (/ priori, el aclor no
liene esle poder. Imaginemos que deseo conectar mi vivienda con una fuente siluada
a cierta distancia, para bcnclici,Ullle ue un agua fresca y pura para nú consumo
cotidiano. Esta fuente penenece al propielario del terreno en el que mana. ¿Cómo lo
tengo que convencer para que me autorice a sacar agua'! ¿Cómo asegurar

2 Ayuí se encuentran las nociones de interacción y de comullicacü'}!l a través de las tIue P. ClavaJ
ilustra la lógica de las ciudades. CL Claval P.• op. cil.
3 Raffeslin c., op. cit.
4 Amar G., "Essai de modélisation conccptllcllc d'un réscau uc dn.:ulaliun", in Dupuy G. el al.,
Réseaux ll'rrilOriQlu. Caen, Paradigmc, 19HX.
Las redes para un nuevo urbanismo: elementos de teoria 123

regularmente el transporte del agua ha~ta mi vi vienda? ¿Cómo garantizar a largo


plazo la pureza de la fuente?
Esta noción de proyecto Iransaccional debe relacionarse con la idea que /\..
Cottereau había desarrollado para el urbanism0 5 . Se veían diferentes actores,
animados, con relación al espacio parisiense. por proyectos que ninguno de ellos
podía realizar solo. El urbanismo aparecía entonces como la única posibilidad
colectiva de realización de proyectos individuales. Aquí también, es extra.iio que el
poder de un actor sea tal que pueda realizar él solo su o sus proyectus
transaccionales. El caso de un prú1cipe de Oriente Mediu que obtuvo una conexión
privada con la autopista /\. I3 (en Francia) para su residencia secundaria, acaparó no
hace mucho las crónicas periudísticas. Sin duda, porque es un hecho excepcional.
En general, es airo actor, colectivo esta vez, quien es capaz de concretar el proyectu
transaccional por su propio poder. Pero el nuevo actor, que llamaremos "operador".
no trabaja en beneficio de un solo proyecto. Reúne di versos proyectus
Iransaccionales, di versas demandas de puesta en relación entre ellos de diferentes
puntos, gracias a una especie de delegación colectiva de poderes. Este conjunto de
proycctos transaecionales será desde allOra considerado como la rcd de proyectos
transaccionales (RPT).
La RPT presenta dos característieas esenciales. En primer lugar, por definición,
proviene del deseo y de lo imaginario. Los actores desean e imaginan transacciones.
sin referirse necesariamente a medios técnicos ni tanlpoco a una codificaci6n de estas
transacciones. Nada impide pensar en una relación inmediata, instantánea, con el
otro. ¿Porqué no imaginar que una fuente de agua pura está a mi alcance, que el
amigo que deseo encontrar está cerca de nú, al10ra y aquí?
En segundo lugar, la RPT pertenece al campo de la virtualidad y no de la
realidad. Lo que importa a los actores afectados es el conjunto de posibilidades
Iransaccionales ofrecida~ por la RPT. Un punto detenninado tendría que estar en
relación con utro punto para una transacción hoy. pero también con otros puntos
para otras transacciones que quizá serán útiles ma.iiana... o nunca. No es sólo una
relación que se proyecta. sino un conjunto de conexiones potenciales entre las que la
selección se hará según el momento o las circunstancias. El ejemplo histórico de las
redes de transporte en las ciudades canadienses lo iluslra lllUY bien. Desde la
aparición del transpurte colectivo, "todo el mundo quería un servicio confortable, de
capacidad ilimitada, en todo instante. en todas las direcciones. y por un precio
mínüno"6.
Los planificadores de la~ redes de comunicaeión encuentran esta noción de RPT
bajo diversas denominaciones. Para el transporte urbano, se evoca la red de las
"líneas de deseo". mientra~ que por lo que respecta al teléfllno, se habla de "malrices
de afinidades"7.

5 Coltereau A .. arlo Cilo A. Collcrcau trata en eslc artículo el caso <.le la re<.l <.le rnelro <.le París.
6 Annslrong G .• Nclles A.v.. Mallapo/y's MOlllelll. Ihe O,xatliSaliall 1lIu/ Regll/atiotl af
Caruuliall Vli/ities 1830-1930, l'hiladclphia. Temple Universily Press. 1986.
7 eurien N., Gensollen M., op. cit.
124

Estas dos caracleríslicas -imaginario y virtualidad- tienden a convertir la RPT


en una red máxima. Uno imagina que el conjunlo de proyectos transaccionales
individuales pueda conducir al conjunto de las conexiones "punto a punto". Desde el
pwllO de vista de cada aclor, la red transaccional sería la red máximas. Yo quisiera
estar conectado directamente a "mi" fuente de agua potable, pero mi vecino también,
y el otro vecino, etc. Además, desearía (y los otros también) eslar asimismo
conectado direclanlenle con todos mis vecinos para estar seguro de que cn caso de
ruptura de mi suministro, puedo contar con el sunúnistro de todos los demás. Tal
como señala C. Raffesún, "si no hubiera impedimentos, cada actor escogería la red
máxima con todas las relaciones más directas".
Todavía hay que precisar que este carácter máximo presenta siempre línútes que
provienen de la historia. La concepeión de un territorio basada en las posibilidades
de relaciones, de comunicación, de circulación, en "transacciones" entre "punlos",
no úene nada de universal. Existen otras formas para constituir y marcar los
territorios mediante fronteras, delimitaciones, cuadrículas y, en el registro lemporal,
cronologías que no provienen ni de la inslantaneidad, ni de la velocidad. Eslas
formas incluso han sido predonúnanles en la historia dc las sociedades humanas. Si
la conc~pción de una lerritorialidad transaccional parece emerger cada vez más en
nuestras sociedades modernas, esto no excluye el mantenimiento de diversas huellas
lerritoriales espacio-temporales a veces muy potentes 9 . Estas otras formas de
territorialidad sicmpre restringen la RPT. Los proyectos de los actores no
contemplan, ni en lo imaginario ni en la virtualidad, todas las conexiones posibles
inmediatamente con todos los puntos. Las fronteras permanecen o aparecen aquí y
allá, excluyendo algunos puntos, algunos períodos, algunos rilmos. Así, se
imponen línútes entre los "a dentro" y los "a fuera", límites que las lransacciones no
osan transgredir.
De ello se derivan reducciones de los mismos proyectos InUlsaecionales, en el
abanico de posibilidades que despliegan. Como consecuencia, debe moderarse el
lérmino "máximo" para la RPT. La red máxima no es la red inlinita y la RPT en las
sociedades modemas se caracterizaría más bien, en un proceso evolulivo, por una
tendencia maximaJista. I.a red que se acaba de dclinir puede ser llamada red
vir(ual IO •
En fin, por el solo hecho de la construcción, la RI'T es una red territorial. En
tanLO que proyecto colecti va de un conjunto de actores, es la expresión de una

S Este concepto de nx1 máxi.ma <.Jebe relacionarse con el de "sistema vectorial" utilizado pur Jean
Bouley. secrelario general de la Unión Internacional de f'eITOcalTiles. pal'a calificar la
cxhorhilanlc demanda dirigida a las redes ferroviarias y yuc no pueden satisfacer. Punencia al
l.:oloyuio de la Asst.X:iatioll historiquc des Chcmins de fce, "Le Réscau dan s l'univcrs fClToviairc",
París, nov. 1989. in Revue d'hisloire des chelllins dejer, n° 2, primavera de 1990.
9 CL el caso de la n.xl de Eurovisión en la yuc las sobcranías nacionales frenan las modernas
posibilidades de teledifusión europea: Dupuy G., "L'Eurovisiull uu le conllit du réseau el d;s
lcrriloircs", Nelcom. n° 1, Groupc d'Eludes de Géographie de la communkalion el <bi
lélécommunications. Comité nalional de Géographie, enero de l 9~7.
10 Tomando prestado un térmillo utilizado por G.-Il. de Radkowski, art. cilo
Las redes para un nuevo urbanismo: elementos de teoría 125

territorialidad que el operador tendría que realizar. Pero, tal como scñala c.
Raffestin, "intervienen diferentes restricciones técnicas, económicas, políticas ... La
red es un compromiso entre red máxima y medios a disposición y condiciones
reales".
Este compromiso realizado por el operador a partir de lo imaginario y de la
virtualidad de la RPT es lo que materializa la red técnica.
Dos ejemplos ilustran este efecto de las restricciones citadas por C. Raffestin.
En el primero, el operador, asinúlablc a los poderes públicos, hace prevalecer una
lógica política. En el segundo, el operador es una empresa. Entonces, la lógica
econóllÚca juega p!Cnanlente para linútar la red transaccional.
El predomiruo de la lógica política se encuentra en la concepción de la red de
distribución de agua de las ciudades romanas. Este caso fue expuesto por Vitruvio y
recogido en la obra de Jacques I30nnin sobre hidráulica urbana ll . Los consumidores
urbanos romanos nunca estaban conectados directanlellle a la traída de agua potable.
El agua, anteriormente almacenada, se repartía antes de ser distribuida entre los
consumidores, divididos en tres categorías: casas privadas, depósitos y fuentes
públicas, y termas. El reparto se hacía a partes iguales. Después. el agua se
almacenaba nuevamente antes de la distribución en tres depósitos que correspondían
a cada tipo de usuario. Los eventuales excedentes del depósillJ "casas privadas" y
del depósito "termas" se enviaban al depósito "depósitos y fuentes públicas". Ix
esta manera, la capacidad de almacenanúento no solamente constituía un límite
material del consumo, sino que se aseguraba una prioridad de hecho en la
distribución para los usos públicos no concedidos (depósitos y fuentes), por delante
de los consumidores privados (casas) o de los concesionarios (tcmJas).
Por supuesto esta concepción de la red, cuya realización era muy onerosa,
traducía una voluntad política de los poderes públicos de limitar las desigualdades en
el uso de un bien vital y escaso, cuyo suministro podía ser aleatorio.
En eamhio, la lógica económica prevalece en otros ejemplos. Se puede imaginar
que una RPT formada por líneas de deseo entre seis polos urhanos (I1g. 22 A), para
ser económicamente realizahle mediante una red pesada de transporte público, se
tenga que diseñar según el dibujo de la figura 22 n. Annstrong y Nelles evocan la
diferencia entre la red A y la red 13 a propósito del tranvía en las ciudades
canadienses del siglo pasado 12 •
Los dos casos precedentes se han escogido porque las limitaciones que se
imponen a la red virtual (y por lo tmJto a los proyectos transaccionales) no son
visiblemente de naturaleza léenica. En muchos otros casos las cosas son menos
evidentes 13 , porque la técnica opera una especie de combinación de linúlaciones de
naturalezas diversas, y es dillcil descifrar su composiciónl 4 . Las redes modemas

11 Bonnin J .. L'Eau dans l'Anciquicé. París. Eyrolles. t984.


12 Armstrong G., Ncllcs A.v .. op. cit.
13 Clava] P., "Réscaux tcrritoriaux et enraciIlcmcIlt", CaJliers c/u groupe réseaux. n° 7. aoril 1987.
14 Dupuy G .. Urbanisme etlechnic¡ue. chro"ú¡ue d'un mariage de raison. op. elr.
126 1:"' urbanismo de {a\' redes

A B

Figura 22. La reo simplilkaoa I3 sirve a los mismos pllIltos que 1\.

(transporte colectivo, agua, telecomunicaciones, energía, ete.) se encuentran a


menudo en este caso.
Simplemente se citará el caso de las redes viales urbanas planilicadas en los
aJ10s 60. La red transaccional estaba constituida por el conjunto de las "líneas de
deseo" que traducían los proyectos de desplazamientos urbanos de los habitantes. La
red técnica, después de un complejo proceso de modelización y de planilicación,
tomaba la forma de la vía urbana moderna que conocemos lS . El paso de la red de las
"lmeas de deseo" (RPT) a la red técnica sólo se puede comprender evidenciando
numerosas detertllinaciones combinadas y escondidas al mismo tiempo por los
instrumentos matemáticos de pl.ulilieación y de dimensionamiento utilizados.
De ello se deriva una especie de opacidad que conduce a atribuir a la operación
técnica la responsabilidad linal del paso de la red transaccional a la red real.
Probablemente por esta razón la denominación de "redes técnicas" se ha impuesto
tan fácilmente en Francia l6 . Se puede admitir este término siempre y cuando se tenga
presente que el sentido de la operación que hace pasar de la red de proyectos
transaccionales, ideal, a la red real, nunca es puranlente técnico, sino que proviene,
según C. Raffcstin, "de limitaciones técnicas, económicas y políticas". Para evitar
cualquier ambigüedad, a partir de ahora se hablará de red real.
Así, se constituye una red que colectiviza, juega con la diversidad a la vez que la
uniformiza. Al principio, los puntos son diversos y los proycctos de transacciones,
y por lo tanto de conexiones, son múltiples. Pcro la viabilidad del proyecto colectivo
exigirá una homogeneización en la 16gica del actor encargado, cs decir el operador
de la rcd.

IS Dupuy G.. Une lecllflilJue de plllf/ijieaJivn au ,-en'iee de 1'1lUlvlllObile: les lIIadNes de IruJie
urbajfl.op. cil.
ló En Estados Unidos, donde el t~nnino "técnica" (con el que rivaliza tec}¡t1%gy. más amplio,
pero muy valurado) no tiene el mismo sentido, la opcr<.l.ci6n se cJlifica más hien por su rcsullJdo
y se hahla dc redes de infracslructura (ifljrCJI.'sIruclllre 1/R1WOl'ks).
Las redes para un nuevo urbanismo: elementos de leoría 127

¿Cuáles son las reglas que guían a este úlLimo? Se ha visto en los ejemplos
precedentes cómo uno u otro de los dos criterios, político o económico, podía ser
determinante. La historia contemporánea de las redes técnicas aporta explicaciones
interesantes sobre la manera cómo estos dos criterios sc combinan cn las redes
modemas 17 • De hecho, si las reglas actuales de extensión de las redes provienen a
mcnudo de una opLimización bajo limitaciones, el peso del pasado, la herencia de las
redes existentes, juegan un papel destacado. A veces, la regla es simple. "Ninguna
callejuela sin salida podrá tener más de 50 metros de longitud", ésta era la nonna
aplicada por los Servicios del Equipamiento del Oepartanlento del Nord (I'rancia)
para las redes viales dc los polígonos. La historia de los palios insalubres explica cl
origen e incluso la perpetuación de esta regla aplicada por cl operador. La RATP'
estima, sobre la base de una larga experiencia cn la explotación de los autobuses
parisienses, quc una línca de autobuses no debe tener una longitud superior a x
kilómetros. Se impone pues esta restricción en el diseño de su red, incluso cuando la
quiere recstructurar l8 • La compañía parisiense de calefacción urbana aplica cl
siguiente principio: sólo acepta conectar a la red a un nuevo abonado que contrate
una potencia instalada de P megavaLios, y esté situado a una distancia máxima de d
metros de la red, si P> Po y d < do. Po y do son umbrales fijados según el coste de
conexión, el consumo supuesto del futuro usuario, la estruclura tarifaria de la
compañía, los gastos financieros soportados por la inversión, etc. Si bien el criterio
económico parece dominante, el cálculo se apoya en cada etapa en hipólesis fuertes
de otro orden: concesión del scrvicio público, bonilicación pública de los préstanlos,
prohibición legal de vcnder electricidad, lo que impide la cogeneración y aumenta cl
coste dc producción del calor. ..
Para otras redes, las reglas son menos explícitas y mucho más complejas. No
obstante, a menudo se puede extraer de ellas una lógica económica, moderada por
obligaciones de servicio púhlico, todo cllo combinado con imperativos, Jatos y
limitaciones técnicos implícitos.
¿Qué ocurre con los proyectos transaccionales en la constitución de la red rcal'!
Si bien, en su lógica, el operador no puede evitar proceder a una colecLivización y a
una homogeneización de los proyectos individuales, esto no quiere decir que haya
disolución total, laminado de los proyectos transaccionales. La homogeneidad tendrá
sus límites, que son evidentemente límites de poder. El operador está subrogado en
su función por un compromiso de poderes donde un actor determinado, puntual
pero poderoso, sabrá imponer una configuración de la red más favorable a sus

17 Jacobson c.. Kleppcr S.. Tarr J.. "L·Eau. 1"élcclricilé el la létévision par cáble aux USA: élude
comparalivc des modeles hisloriqucs de propriété ct de réglcmcntation", Cahil!rs du grollpe
réseaux. n° 3. nov. 1985; "Las Réseaux let'hniyues urbains". [-es Annales de la reclU'rcile
urbaille. n° 23-24. jul.-dic. 1984; Dupuy G., Urhanisllle ellecilnü¡ue. cilroniljue '¡'unlllariage de
raison. op. cil.
• N. del T. Régie Autonome des TmnsporLs Parisiens. empresa pública yuc explota las redes tC
metro y autobuses de París y cercanías.
18 Offner J.-M .. Sander A., "Las poiols-clés d'Aulremenl-llus: des lhéor¡es á la pratiyue". RATP-
Réseau 2000. GDR Réseaux. septiemnre 1990.
128 I::I urbanismo de las redes

proyeetos transaccionales. En cambio, otros proyectos transaccionales no se podrán


tener en cuenta en la constitución de la red técnica. Algunos puntos pennanecerán
aparte de la red real pese a tener su lugar en la red virtual.
La sociedad de aguas que realiza mi proyecto de conexión con la fue lile de agua
potable construye una red que sirve a unos centenares de habitantes como yo. Por
razones fáciles de entender, la red no es la que querríamos. No hay conexiones
dircctas entre todos los habitantes, sino más bien una red en fomla de árbol a partir
de la fuente. Quizá se realizará por lo menos un "mallado" para mejorar la seguridad
del servicio en caso de ruptura de la canalización. Pero, por razones económicas, la
empresa rechaza abastecer a un solicitante demasiado alejado. En cambio, se
extiende la red a otros usuarios domésticos o industriales cuando se intuye que serán
grandes consumidores.
La fuente inicial es entonces insuficiente, hay que sacar agua del río y combinar
los dos recursos según su disponibilidad relativa según las estaciones. Se debe tratar
el agua para responder a las nomlas de higiene, y porque está cn las canalizaciones.
El funcionamiento correcto de la red exige una normalización de la presión, etc. Se
ha pasado de la red de proyectos transaccionales a la red técnica. Pero en la
operación, unos actores han conseguido que la red real respete ciertos aspectos de
sus proyectos transaccionales: regularidad del suministro, caliuad del agua, servicio
a pesar del alejamiento de un consumidor importante, ventajas tarifarias, etc.
El estudio de las n:des reales revela igualmente el "peso" de algunos de los
puntos de la red en su concepción general. Lus industriales consumidores de energía
eléctrica tienen un peso relativamellle fuerte en la configuración de la red EDr'. La
maucja extreman1ellle compleja de las líneas de autobús de la RATI' en las cercaJúas
de París es el resultado en gran parte de los poderes de ayuntamientos que, a lo largo
de la historia, impusieron además de las líneas iniciales algún otro servicio
particular, algún rodeo. Las neeesidades particulares condicionan las extensiones y
el funcionamiento de las redes de agua potable en cualquier ciudad.
Estos ejemplos muestran que una red técnica no está nunca inmovilizada.
CUaJldo unos aetores poderosos lo exigen, son posibles algunas adaptaciones. Pero
a continuación hay que mencionar los límites de estas evoluciones. La reu técnica
organizada por el actor colectivo parece a menudo acabada, osificada, porque
corresponde a la obtención de un compromiso difícil que el operauor no tiene interés
en replaJltearse tan pronto.
La reu segrega su propia organización y se estandardiza para poder funcionar de
la mejor manera de forma estable sobre una base colectiva y en un pcríodu largol~.
La diferencia entre red real y red virtual se aJirma en este proceso. En efecto, la
red de proyectos traJlsaccionales, red imaginaria y virtual, conjunto de proyectos
heterogéneos en el tiempo y cn el espacio, heteróclitos con relación a las normas de

" N. del T. Eleclricilé de f'rance, empresa pública yuc pnxluce y distrihuye la elec~'ieidad en
Prancia.
I~ RibeiJl G.. "Le Dévcloppcmenl á la fran~aise des réseaux techuiyues". Métropolis, n° 73-74, 2"
Lrim. 1986.
Las redes para un nuevo urbanismo: elementos de leoría 129

la red técnica. eminentemente evolutiva, tendría que corresponder a múltiples


posibilidades. a facilidades inmediatas. a disponibilidades espacio-temporales. a
enlaces de toda especie que responden a los objetivos diversos y cambiantes de los
actores. Además. corno se ha dicho. es red territorial por construcción.
Generalmente. la red real no puede respetar este modelo.
Al contrario, la red real parece a veces querer crear su propio territorio: el
operador intenta asegurarse el control espacio-temporal a partir de las líneas y los
nudos de "su" red. Ahora bien, escribe C. Raffcstin, "el control del espacio y el
control en el espacio lo aseguran las redes", y añade "toda red es una imagen del
poder del o de los actores dominantes". En el paso de la red virtual a la red real, la
delegación del poder no es neutra: afecta a la territorialidad de la red. Hay diferencia
y conflicto potencial entre la red territorial. que es la red virtual, y otra territorialidad
que es susceptible de imponer la red real, vía su operador, en provecho del o de los
actores que dominan su compromiso constitutivo y gestor. La distancia entre red
virtual y red real engendra pues tensiones. Estas tensiones conducen a
modificaciones que afectan a los puntos. a las transacciones, al operador. Al lado de
la definición recursiva de los puntos y de las relaciones vista más arriba. la dist¿Ulcia
red virtuallred real constituye un motor de evolución de la red. Puede esquematizarse
(lig. 23) el conjunto de procesos que constituye y hace evolucionar la red.

PUNTOS ... ~

1 --SOPCRA= --.: RED


lRANSACCIONES ...

Figura 23. Definición evolutiva de una red.

6.2. ¿La ciudad de los operadores de redes?

Si ahora tomamos un actor "puntual" particular, indi viduo, fanJilia,


establecimiento industrial. la separación entre sus proyectos de transacci<Ín y la red
real aparece de manera di versa.
En un instante concreto, la~ redes efectivamente realizadas no asegur¿u¡ el
conjunto de las transacciones proyectadas. Cada operador ha especializado su red.
AllOra bien, un modo de transporte no es necesariamente substituible por otro; la red
de telecomunicaciones sólo permite iniciar la transacción y no llevarla a cabo. Es
más, las redes reales son siempre insulicientes, inaeabada~, por lo que respecta a la~
relaciones deseada~. El actor particular, si tiende a realizar sus proyectos. tendrá que

9
130 El urbanismo ele las redes

paliar estas deliciencias. ¿De qué manera? Principalmente aplicando el poder de


organización de que dispone para completar las redes reales que se le ofrecen.
El mecanismo es bastante complejo. Robert Fishman lo analiza de manera
notable. Después de haber estudiado extensamente la obra de EL. Wright, llega a
considerar llroa{ú¡cre, ya no como alegoría o como utopía, sino como profecía20 . En
nuestros días, avanza, llroa{ú¡cre ya existe y la mayoría de los americanos viven ahí.
Se ha hecho sin planilieación, por las decisiones de millones de actores económicos,
de familias, que han relocalizado sus actividades, sus lugares de vida, sus viviendas
y que lo han reorganizado todo en redes. Los centros de las ciudades ya no tienen
demasiada signilicación. Ya no se trata de suburbanización, porque esto implicaba
una dependencia distante pero fuerte entre la periferia y el centro. La nueva ciudad,
por lo menos en Estados Unidos, es otra cosa. Como en el plan de llro{/{ú¡cre, el
verdadero centro no está en algún Cel/1m/ business dislricl, sino en cada unidad de
residencia. I'ishman ilustra con el tema de la autopista, tan apreciado por Wright,
esta paradoja de una urbanización cuyo ccntro está en todas partes 21 .
Para él, cada familia, cada unidad económica constituye su propia ciudad a
partir de un punto central, llilÍdad residcncial, localización industrial... Este
urbanismo sui gel/eris consiste, para los aclores cn cuestión, en utilizar su poder de
organización, por muy reducido que sea, para realizar bajo fonna de redes el
conjunto de sus proyectos transaccionales. Evidentemente, no pueden realizar las
infraestructuras pcsadas y los servicios colectivos generales que asumen los
operadores precedentemente citados, y que serán calilicados de prilller l/ive/. Sólo
son sus usuarios, o mejor, como se ha visto, "asociados". Pero a partir de aquí
tendrán que tcjer, con todos los medios a su aleance, las relaciones que acercarán la
rcalidad a la red virtual. Eshman observa que de esla mancra se construyen tres
series de redes que se podría calilicar de segundo l/ivef-2:
• Las redes de producción, correspondientes si se quiere a las redes logísticas de la
empresa (proveedores, subcontralÍstas, clientcs...) a las que hay que asociar las
relacioncs con el mercado de trabajo y todas las conexiones nccesarias para la
infoffilación de la empresa en el contexto mencionado pnr A. llressand 23 •
• Las redes de consumo. Estas redes, que Fishmanllama Ma//opo/is. son las de los
centros comerciales, de los circuitos de distribución, de las marcas y franquicias,
que cada vez más pcnniten al consumidor ver una mercancía en un lugar,
informarse de su precio en otro, comprarla en un tercero, sahiendo que se trata
del mismo producto, de la misma marca. Fishman incluye las actividades dc ocio.
• La red personal se constituye por el conjunto de "puntos" de los que depende la
vida personal. Para una familia con niños, esta red cslá orienlada hacia la
educación: guarderías, escuelas, actividades divcrsas de los niños situadas en

20 Físhman R., art. cito


21 Flshman R.. arl. cil. CL capíluJo l.
22 Fishman R.. "MClropclis Unbuund: '11,0 Now Cily of lho Twcnliolh Conlury", Flux, n° 1,
primavera 1990.
23 Ver capÍlulú 4.
Las redes para un nuevo urbanismo: elementos de teoria 131

lugares variados... pero en todos los easos, incluye a los amigos de los padres, la
familia próxima, etc. .
Cada una de estas tres series de redcs tiene su propia lógica espacial. Las
escuelas primarias se disponen en los barrios según la población en edad escolar
para ser accesibles a pie. Los centros comerciales se implantan según la red de
carreteras y de zonas de clientela (fig. 24). Las oficinas se instalan en los nudos de
las redcs viales o de transporte colecti va.
La familia urbana, al utilizar todos los medios de comunicación puestos a su
disposición por los operadores del primer nivel "debe hacer ella misma las
conexiones necesarias entre los tres tipos de red (del·segundo nivel) para diseñar
este complejo esquema de conexiones multidireccionales que constituye la ciudad de
cada uno" (fig. 25). Fishman añade que la nueva ciudad no tiene ni centro, ni
periferia, ni frontera definida, ni distinción clara entre zonas residenciales,
industriales y comcrciales. Tanlpoco tiene una estructura característica que la
distinga del caos que algunos quieren ver en ella: es una estructura de red que se
puede calificar de tercer nivel.
Aunquc quizá la visión teórica de rishman subestima el peso rcmanente de los
centros, sobre todo para las ciudades europeas 24 , aclara la articulación entre la~
funciones de operador de redes de primer, segundo y tercer nivel en la organización
urbana contemporánea. Es interesante notar que la visión de I'ishman y la
articulación en tres niveles que se puede deducir de ella se acercan a ciertas
consideraciones muy anteriores de Gustavo Giovannoni (1873-1943) reveladas en
Francia por r. ChOay 25.
Estas consideraciones se encuentran tanlbién en las ideas de M. l3onetti 26 y las
puntualizaciones de A. Moles a propósito de la calidad de vida en la ciudad cableada,
calidad que cada vez más asegura el "sistema de conexiones de cada una de las
células sociales con las fuentes de las redes''27. Esta ciudad-red particular, este
esquema complejo que realiza de la mejor manera la red virtual, para un actor y a
partir de un punto determinados, fmalmente lo construye él mismo, jugando de
alguna manera la función de un operador de tercer nivel.
¿Cómo situar el urbanismo con n:lación a esta nueva visión de la ciudad'!
Cuando los prineipios fundadores de la antigua ciudad, de la ciudad burguesa, de la
urbanización industrial, dejan paso a la conexión urbana, ¿todavía hay lugar para un
urbanismo que ya no sería, en lodo caso no sólo, de mallado, sino de retieulacíón'!
Adaptar el método al cambio de la forma urbana y al desarrollo de las nuevas

24 Y también en cierta medida para Estados Unidos, según Goldficld D.R., '''Ibe Fulurc of
MclropoJilan Region". in Scba/fer D., op. cit.
25 Giovannoni G., Vecchie Gua, edi/izja nuova, Torino, Nuova Antologia. 1981 y Choay F., "La
ville invivahle", lA' Débal, n° 60, Gallimard, mayo-agosto 1990.
26 Bonelti M., "Le Réscau de communication el la rccomposition de I'espace urbain",
comunicación al simpusiwn internacional Communicalion el organisalion sociale. Intcmational
GeographicalUnion, Ginebra, CSTD, nov. 19H9.
27 Moles A., art. cit.
132 El urbanismo de las redes

SORnE N" 7

sr-QUE'"
LAUWO"'E
(II.AGHY

OUVERTURES
PAOCHAINES
CHANTEMUR
KUQM CUlS1NE
lOCATEl
CLAUOE MAX1ME
tCOIFFEUAI
VERS LA GAAE RER
LA POSTE
PR(fECTURE
(COMPIOJR OANCAIREI
INFLORESCENCE
(FlEURISTEj
ELECTHOMENAGER

figura 24. Versión francesa de Mallopolis. Las lógicas espaciales de las grandes
cadenas comerciales tejen progresivamente redes de consumo que se apoyan en las
redes de infraestructura vial.
(Fuente: Frailee Soir, Spécial Pub licité "Árt de Vivre")
lAS redes para un nuevo urbanismo: elementos de leor{a 133

IOpcrJ<br fX lcn.'cr nivel:


ROO'lcrritorio el.: la familia
urbana

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Red o" Pmwcción
Red d: Consumo
Red Doméstica
v •

IOpcracbr (): primer nivel:


Red vial
Red o" lranspol1c coleclivo
Red telefónica
clc.

Figura 25. Los tres niveles de operadores de redes que (re)organizan el espacio
urbano.

tecnologías de comunicación, ¿no cs un desatIo estratégico para el urhanismo? se


interroga un profesor italiano, crítico del urbanismo tradicional 28 .
Inmediatamente se plantea el problema de la legitimidad de una intervención
urhanística El modelo teórico que se acaba de presentar parece ser suficiente. I.os
diferentes niveles de operadores parecen cumplir funciones qUl~ se podrían imaginar
como propia~ del urbanista. Algunas regulaciones parecen poder suhstituir a la
intervención urhanístiea
Así pues, ¿la plaza ya está ocupada? ¿Al urbanista sólo le queda replegarse
tembloroso en doctrinas de mallado y prácticas de zonilkación cada vez más
contestables e inoperantes? La respuesta es que la planificación urbanística es
perfectamente legítima en el campo de las redes. La argumentación es ahundante y
fuerte. Pueden destacarse los puntus esenciales:

28 Gibclli M.C.. arl. cil.


134 El urbanismo de las redes

l. El modelo teórico precedente deja pendieme la cuestión de las territorialidades


areolares, que, a pesar de las redes, se mantienen a diferentes escalas sohre hases
jurídicas, históricas y culturales. Es necesario que la organización en reúes, en los
tres niveles indicados anteriormente, se las componga con estas territorialidades que
el urbanismo, como se ha visto, ha reconocido desde hace tiempo. El urbanismo
puede ser el arte de estas composiciones, el urbanista d artesano de estos
compromisos. Además, esta función ya se ha ejercido, parcialmente, sectorialmente
o puntualmente, en el urbanismo antiguo o contemporáneo. Cerda conseguía
conciliar la habitabilidad, es dccir el terrilorio del refugio humano, con la vialidad
universal. Hénard se esforzaba por extender redes viales dicaces en una ciudad de la
que no replanteaba el territorio. La metodología de los esquemas directores de
ordenación y de urbanismo instaurados en Francia por la ley de orieIllación predial,
preveía idas y vueltas entre líneas de deseo, previsiones de trálico, esquemas de red
vial y zonificación urbanística29 .
En las ciudades nuevas, los urbanistas inventaron combinaciones interesantes
para dilCrentes tipos de redes y mallados. Más cerca de nosotros, los planes de
circulación 3o , e incluso los planes de desplazamientos urhanos 31 , tenían que buscar
compromisos de esta índole en relación con los planes de ocupación del sudo. El
desarrollo de las redes cahleadas de teledistribución parece poder abolir algunas
compartimentaciones y facilitar estudios de ordenación imenllunicipales.
El sector del saneamiento es hoy un campo privilegiado de esla clase de
búsqueda, t.¡ue tienden a hacer de las redes de evacuación de las aguas pluviales
elementos de recomposición y de valoración de algunos espacios urhanos 32 .
2. En gran medida, lo que se ha analizado para el prilller nivel de operadores se
puede transponer a los segundo y tercer niveles33. En cada uno de los tres niveles,
los operadores de redes presentan límites en su papel, límites cuyas consecuencias
pueden ser perjudiciales para la colectividad urhana cn su conjunto o hien en algunas
de sus partes 34 .

29 Merlin P., La PlaniJica/ion du lransporl urbuin, París, Masson, 1984.


30 faivre d'i\rcier B., Offl1er J.-M .. Bieber A.. "Les Plans de circulatiol1, évulution d'une pmcédUl"
tcchllil¡uc". infonne de investigación. Instilut de rcchcn.:hc des lrunsporls, n° 45, octubre 1979.
31 Lassave P., L'E.\périence des plans de d"plucen"nts urbuins (1983·1986), CETUR,juliul 1987.
32 "La Villc cll'cau". ge refU.:onlre de la Fédéralion naJionale des agellCt'S d'urbanüme, Nantes. oel.
1987.
33 Por ejemplo. a nivel del hogar. se puede considerar la multimotorizacióll. la duplicación de la
línea telefónica. o la multiplicación de los aparalos de televisi6n. como un esfuerzo del opcrador-
hogar para adaptar su red real a la red virlual de los proyectos de transacción de la micro-
colectividad que representa. Cf. de Gournay e .. ¡:Errance cOIlIIlIIl1licu(iorllll'Lie: 'ville. mobilité et
commllnication. Plan urhain. ARTE. París, 19X1). Un punto de visla como éste yuizá tendría
4ue poder renovar las rellexiones sobre la domótica.
34 ..... La riYUCI.il de las ciudades continuará hasada en la cantidad y la calidad de lo yuc hacen
accesible. Las ciudades serán pues cada vez más densas: pero con las nuevas tecnologías re
comunicación. la densidad se expresará bajo nuevas formas. en particular por hl densidad y la
calidad de las redes... Ahora bien, los resullados de las redes dependen de la imponancia de los
nudos. de la finura del mallado. de la calidad de las conexiones". Aschcr r.. "Vers un w-banisme
Las redes para un nuevo urbanismo: elementos de teorfa 135

El operador de primer nivel tiende implacahlemente a especializar, a sectorializar


su red 35 . Una compañía (o un scrvicio) de aguas considcra que debe suministrar
agua potable. El carácter comunieacional, informativo, simbólico del agua que llega
al grifo o a la fuente se le escapa. aunque. tal como sospecha P. Sansot.
probablemente es importante en el imaginario social urbano. La di visión del
transporte en modos separados, con tecnologías y fonnas de explotación muy
diferentes, también ilustra esta limitación, mientras que el ciudadano se preocupa por
los desplazamientos, o las eomunieaciones, en su conjunto.
Esta sectorialización incluso llega a dejar de lado grupos enteros de solicitudes o
deseos sociales para los que no hay verdaderamente operador de primer nivel. La
dificultad de introducir redes fiables y accesibles de telescguridad para los enfermos
o las personas mayores es un ejemplo de ello. El incremento del consumo de agua
mineral, de una forma que corresponde más al mercado que a la red, muestra una
carencia para asumir una demanda social por [os operadores de redes de distribución
de agua 36 •
En el segundo nivel se imponen lógicas económicas o adminislrativa~ a menudo
unidimensionales. Las implantaciones de centros comerciales se deciden según la
red de earreteras. El acceso mediante transporte colectivo. vehículos de dos ruedas,
a pie, es verdaderamente problemático. La programación cscolar pri vilegia, según el
caso, la marcha a pie o la recogida en autocar. En cambio, desprecia, por lo menos
en Francia, casi totalmente las posibilidades ofrecidas por las redes de
telecomunicaciones. Se podrían multiplicar los ejemplos de esta índole, que
muestran cómo las lógicas de los operadores de segundo nivel están lejos de haher
"pensado, organizado o proyectado sus redes de forma coherente e intcncional para
un uso social"37. Ciertanlente, como dice Christian DevilIers, hay que "domesticar
estas lógicas sectoriales y aplicarlas a esta finalidad de uso y no de producción o de
gestión"38.
3. El modelo del operador del primer nivel no excluye los riesgos de
perversión. La imagen de la red de servicio público, muy fuerte en la cultura
francesa, parece tranquilizadora desde este punto de vista, porque parece garantizar
un tratamicnto equitativo de cada ciudadano, de cada actor puntual. El a[X)litismo es
aquí riguroso. Los aspectos económicos se contienen y los técnicos se moderan por
un humanismo de buen gusto.
Sin embargo, el operador dispone de un gran poder, a pesar de que sea un
poder delegado. En esta delegación, algunos actores "pesan" más que otros. ¿Qué

stratégiquc, décisionncl el hcurisliquc", comunicación al Coluquio Metropolis. Mclhournc.


1990.
35 Es una de las fonnas de la "lógica seclurial" criticada por Christian Devillcrs. "De la lugi4ue <1:
secleur au prajel urbain", in "Furmes urbaines". Vil/es enparalli!le. n° 12-13. nov. 1988.
36 Se puede tratar de carencias transitorias. Las socicdades distribuidoras eJe ugua en las ciudadcs ya
reflex.ionan sobre el lema. En pocos años. podrían aparecer nuevos opcrJdores cn estc
"segmento". Pero a menudo hay una gran inercia.
37 Dcvillers c.. ar1. ci1.
38 ¡bid.
13G 1::/ urbaf/ismo de las redes

operador no tiene su servicio especializado para el tratamiento de los "abonados


especiales", de las "grandes cuentas", de los "grandes c1icnles",! Además, la
tendencia a cristalizar la red, a hacerla rígida, a osilicarla, a1redcdur de técnicas bien
duminadas, de compromisos difíciles de renegociar, es absolutamenle inherellle a la
función del uperador.
Los ejemplos de perversiones de esta especie abundan por doquier, y algunos
se han analizado de fOffila precisa. Así, se ha podido descubrir cómo una red de
traída de agua a Sousse (Túnez) podía, bajo cobertura de suluciones téclÚcas
adecuadas y de gestión rigurosa, ponerse al servicio del sector turístico en
detrimelllo del sector horlícola y de los eiudadanos ordinarios 39 . Un estudio de la red
de transporte de la bailía de San r-rancisco, el BART, demostró cómo la concepción
de la red se había oriclllado de manera que favorecía las sedes de algunas empresas
en detrimento de otras necesidades socialmenle más urgentes4D .
Igualmeme, en el campo de la eleetricidad, los debates californianos registrados
por Douglas D. Anderson resallan los cfecLOs sobre los más desprotegidos de
medidas, aparentemente neutras, decididas por el operador4 l . Se tralaba en este easo
de aplicar a una compañía de electricidad un principiu de talilicación al coste
marginal. A priori guiado por una imención de buena gestión, el operador se
comportaba favoreciendo a los usuarios importantes con relación a los que sólo
consumían lo estrictamente necesario (personas mayores, parados... ). El estudio
mostraba que, si se hubiera seguido la política pn:vista, estos últimos habrían visto
su eonexión suprimida, por no poder pagar la faetura.
I.as redes de telecomunicaciones y de teledifusión prcsentan casos análogos. En
Quebec, donde las redes eableadas de televisión forman parle de las redes urbanas
básicas, todos los abonados se eneUentran con la obligación de acepLar un nuevo
servicio42 , acompañado evidelllemente de una tarilicación más elevada, bajo pena de
tener que renuneiar a su ahono.
M.-r-. Rouge presentió este riesgo e incitó a prevenirlo "ante el crecimiell10 y la
proliferación de las redes telllaculares, con los inmensos bendicios y los riesgos no
menos grandes que aportan a la humanidad, ante los mecanismos cada vez más
complicados que comportan"43. Rouge deseaba que la nueva disciplina de "la
organización del espacio" fuera capaz de controlar riesgos de esta especie.
Este tema tanlbién llama la ateneión de Gastun Bardet, urhwlÍsta profundamente
consciente de la importancia de los intereambios, preocupado por ordenar redes y
nudos. Le pareee que en materia de red, la léclÚca pasa demasiado rápidamente por

39 Soughir R., /,'Enjea de ["eaa iI Soasse. la prodaclion sociale d'lm déjicil, tesis doctor"! de 3°
ciclo, Instilut d'urlJallislllc de Paris, Univcrsité París XII. 19~4.
40 Whitt l.A., UrblUl l:"Jiles wuJ Mass Transp0rTation, lIJe DialeClics o/ POH'l'r. Prim.:cton,
Princcton Universily Prcss. IlJK2.
41 Anderson D.D., op. cil.
42 Cun vocación dCIX>rtivu, llamada "Red de lus dcporlcs".
43 Rlluge M.-F.. arl. cil.
Las redes para un nuevo urbanismo: elementos de leorfa 137

delante del urbanismo, que petrilica unas opciones que inmediatamcnte resultan
reductoras y discutibles (metro, alcanlarillado... )44.
Michel Bassand y Pierre Rossel rccuperan esta crítica al denunciar la pretensión
de W1a "estrategia tecnocrática de gestión de los flujos" para expresar el "bien común
y general"45.
Claude Neuschwander ha explicado en W1 artículo su temor de que el creciente
papel de las redes en la ordenación territorial intervenga según W1a "estructura
jerárquica" más que según "la estruetura biológica" que sería auténticamente la de la
red46 • De heeho, subraya que las rigideces político-administrativas francesas
actuarán siempre en la lógiea de los operadores en favor de una jerarquización.
Perversión política, perversión económica, perversión técrúea de la red a nivel
de los operadores, los riesgos son reales y no se tendrían que dejar que pasaran a la
colectividad.
El urbanismo tiene así, en el campo de las redes, una doble lcgitinúdad: primero
histórica, porque verdaderos urbanistas han otorgado a láS redes W1 lugar principal
en su concepción de la ciudad desde el nacimiento del pensamiento urbanístico hasta
hoy. El hecho de que este a~pecto de las obras de Cerda o de Wright haya sido
encubierto por otra corriente urbanística no quita nada a la agudeza y a la pertinencia
de sus análisis y propuestas. T-egitimidad social igualmente, porque la realización de
las redes que, de Jacto, organizan la ciudad moderna, pide una intervención al
servicio de la colectividad para regular y controlar a los operadores. Todavía queda
la cuestión del lugar de la intervención: ¿dónde situar la acción del urbanismo sobre
las redes? Lo que se ha expuesto hasta allOra sugiere respuestas que hay que
explicitar a continuación.
En primer lugar, es seguro que el urbanismo debe intervenir en los procesos "de
operación" de la~ redes. Evidentemente se trata del punto erucial. Actuar al margen
de estos procesos, en un canlpo diferente del de los operadores, cerrado y
restringido por el principio del mallado, condena, como se ha visto, al urbanismo a
permanecer al margen de la vida urbana, de la ciudad moderna. La~ di visiones del
trabajo como la que se adoptó én Francia durante los conllictos de la AGHTM47 o
má~ tarde, son inadmisibles, mientras la ciudad se eonstruye bajo nuestros ojos por
la conjunción de los actores-operadores sobre las redes en los diferentes niveles
analizados má~ arriba.

44 Bardct G., op. cit. Curiosamente, esta posición también fue, después dé la experiencia de la
creación de Ccrgy-Pontoise. la de Deman! Hirsch. Este ingcniero de caminos, después de haher
dirigido la construcci6n dc la nucva ciudad, hahía aprcndidl> a desconfiar de la rigidez de las redes
técnicas ante las necesarias evoluciones de la w·bunización. En este sentido, fustigaha
particularmente la calefacción urbana. I1irsdl D., L'lnvention d'ufle ville flOuvelle, París, Prcsses
de rEcole Nationale des \'onts el Chaussécs, 1990.
45 Bassand M., Rossel\'.. "Métropoles et réseaux", Espaces el sociétés, n" 57-58. 1989.
46 Neuschwander e., "Villes el réscaux". Allernalives éCOfW11liques. diciemhre 1988.
47 ef. Claudc V., "L'Association générale dc..'i hygiénistcs et lcchnicicns municipaux: écolc cúou
lobby, 1905-1930", ARDU. Paris VIII, informe para el Plan W'hain, julio 1987.
t3H E/uruanismo de las redes

El urbanismo no podIÍa situarse en el tercer nivel, aquel en el que, según


Fishman, se l:nC'.lentra la familia urbana wnstruyendu su propia ciudad-red. Sean
cuales sean las tentaciunes de lus urbanistas al respl:cto, es demasiadu tarde para
vul ver atrás.
El fWlciunalismu de las zonas ha intentadu reeluir al ciudadano en Wla
territorialidad areolar que, por el hechu de la generalización de las redes y de la
significación que han adquiridu, ya nu es aceptable. Cumu dice Fishman, millones
de individuos, de familias, de actures eeonómicus han vencido este cereu utilizando
las redes a su manera, elaborandu Wl nuevo espacio de conexiones más allá del
mallado mWlicipal, administrativo u urbanístico. Estus micropotkres de ordenación
del tiempo y del espacio que crean para cada WlU la nueva urbanidad no pueden
replantearse.
En el fundo, lu que se trata aquí es la verdadera participación del ciudadano en
el urbanismo. Se ha dicho que esta generosa corriente del urbanismo encontraba sus
límites en Wl desinterés del público. ¿No es verosímil que los ciudadanos se aparten
de una participación que se les otorga sobre temas connotados por la doctrina del
mallado porque su participación real en el urbanismo se encuentra en otro lado?
Radica en la elaboración por cada actur, individual o colcctivo, por cada familia, de
una combinación de redes que, en el espacio y en el tiempo, le unen al mundo y
compunen, como supone Fishman, su propia ciudad48 •
La participación pemJite a cada cual habilar en un lugar y trabajar en utro, beber
agua mineral o del grifo según el momento en vez de la del puzo, estar infurmado,
hablar cun los amigos situados en cualquier lugar de la ciudad o fuera, estar
"asociado" con Wl acceso casi instantáneo a una sociedad urbana múltiple y
ubicuitaria, todo estu en Wl territorio propio que se ha cunstituido por las conexiones
multidireeeiunales de redes en diferentes capas.
Se ¡xx.lIÍa aJinnar que' el advenimientu de las redes ha hecho perder
irremediablemente en el urbanismo profesional una parte de su poder de ordenación,
en provechu de Wl verdadero urbanismo individual. Mal conucido, empírico, este
último no deja de ser una realidad, y toda intervención urbanística prufesiunalizada
urientada hacia las redes lu debe tener en euenta a partir de allUra.
El segundo nivel "de operación" de las redes (producción, cunsumo, educación,
relaciones personales) corresponde bastante bien a algunas formas elásieas de la
intervención urbanística. Las parrillas de equipanúento intentaban definir, según un
principio areolar, reglas de acceso a los diferentes servicios necesarios a lo que
Fishman lIanla la "vida personal". Las zonas industriales y las zonas de actividades

4l:S Si es así, el desinterés detectado por Y. Chalas para una participación sohre lemas como la
seiialética urbana o la on.l~nación de un cruce [Xxiría cnconlrar una explicación. Este desinterés
provendría esencialmente del hecho de que se ha promovido liJ participación de los vecinos. en el
marco dd malladu del urbanismo tradicional. mientras que los usuarios dc las redes, fuertemente
implicados, no están, en el sl'ntido fuerte del término. localizahles en estc mallado. Por 4uercr
permanecer cn los límitcs del mallado de la zona y dcl barrio, comu escribe Y. Chalas, se <.k.x.h.~
yuc los habitantes sólo dan importancia a la satisfuc..'ción en la vía pública de la "necesidad
nalural de sus apreciados compaileros caninos". CL Chalas Y .. ar1. cil.
Las redes para un nUR\'O urbanismo: elementos de ¡eOrra 139

querrían la exclusiva de la~ implantaciones de establecimientos produclivos. El


llamado urbanismo comercial imenla igualmente actuar sobre la lógica espacial de I,L~
cadenas de distribución.
Aquí también está claro que el urbanismo ha perdido (o no ho ha sabido ganar,
según los casos) una parte del poder de ordenación que la doctrina del mallado creía
poder atribuirle. Los actores económicos sobre todo, pero tanlbién otros como cl
sector de la educación 49 , han adquirido cn la realidad urbana de hoy podcr de
organización y de ordenación. Pueden aplicar lógicas fuerles, propias de sus redes,
sin entrar en los planes rígidos que les parecen inadaptados. En [-rancia, la
utilización extremanlente fiexible de los proccdimentos de las ZAC y la legislación
muy particular del urbanismo comercial, son testimonios, entre otros, de cste nucvo
equilibrio de podercs.
Vol ver atrás para dar al urbanismo un dOl1Únio directo sobre las redes de
producción, de consumo, del sector doméstico, tanlbién parece excluido en este
caso. En canlbio, en este nivel, la intervención urbanística es posible, porque ya
existe y podría desarrollarse y ganar en eficacia, siempre y cuando acepte entender
las lógicas de la~ redes de los diferentes actores, sin instalarse en posiciones
insostenibles de mallado. Concretamcnte, esto pasa por un reconocimiento dcl papel
de los nudos esenciales de estas redes como tales. Estos nudos son generalmenle
lugares de intert"aces, de inlerC¡lmunicaciones o de inlerconexiones que ningún
opcrador de segundo nivel domina verdaderamenle él solo. Teniendo en cuenla su
importancia., su significación para la colectividad urbana, el urbanismo dcbe aportar
a su ordenación una atención muy particular. Se puede pensar en los nudos
portuarios 50 o aeroportuarios, en las centrales de mercancías o la~ estaciones
multimodales, y en los telepuertos 51 • El urbanismo dcbe encontrar en ellos un canlpo
de acción considcrable en contaclo con las nuevas territorialidades. La demanda
existe y se manificsta cada vez más. Es necesario, sin embargo, que los métodos
adoptados sean adecuados y que se eviten los errores comctidos en el caso de la~
centrales multimodales de mercllilcías, mencionados en el capítulo 4. La ubicacillll
de una eslación, de una ccntral dc mercancías, de un telepuerlo, de una lenninal de
cualquier red, o incluso de un gran centro comercial, no es de entrada un ·problema
de zonilicación. Es una cuestión de buena conexión de redes, de valoración del nudo
considerado con relación a las diferentes redes, de combinación de diferentes
terrilOrialidades lineales y areolares. Si los urbanistas pueden aportar en este canlpo
soluciones originales, su poder de intervención, en relacillll estrecha con los
operadores, será reconocido.

49 Se puede [lCnsar, para el caso francés, en el ejemplo de las escuelas privadas.


50 cr. Chalinc C., Eva/uarioncomparalil'e de réaménagement des jroms jluviaux el pOf1uain's en
aire mécropo/itaine. Plan urhain. Lcdalor. Instilut d'Urbanismc <..Ic Paris, Univcrsilé de Paris XlI.
t989.
51 eL por ejemplu Dézerl D., "De la ZALA á J'Aémville: une nnuvellc révolulion Icchnulugi4uc",
Cahias du CREPlF, n° 27, junio 1989.
140 E/urbanismo de las redes

nnall1\CIlte, el papel Jel urbanista con n:lación a los operaJores Jel JJ11l11er
¡til'el, responsables Je la implalllación Je las reJes lécnicas urbanas, es a la vez
necesario y posible. En un país como l:rancia, pero esto es cierto poco o mucho para
otros países, hay tratlición Je illlervención pública en materia Je reJes urbanas. A
veces, las aUloriJaJes locales realizan y gestionan ellas mismas la reJ. A veces,
Jelegan a agentes privaJos su realización o su gestión o toJo junto, conservanJo un
Jerecho Je observación, Je reglamenlación... El problema no es pues aquí el Je la
intervl'Ilción Jel urbanismo, sino el Je la extrema sectorialización y Je la Ji visión Jd
lrabajo que, históricamente, ha alcj aJo el urbanismo Je estos temas. Se Jebe atlmitir
que el urballismo pueJe intervenir en toJos los lugares JonJe se elabOrall las reJes
reales, para favorecer la consiJeraCÍón Je las reJes virtuales, para facililar las
articulaciones con los otros niveles Je operaJores, y para mejorar la consiJeración
global Je las reJes técnicas caJa vez que la colectiviJaJ encuentra ventajas en ellas.
Hay sin JuJa Jiversos lugares d.:: intervención posible. El más eviJente es d Je
(:¡ autoriJad local habitual, que ejerce una responsabiliJaJ territorial areolar. Se
conocen las "entajas y los límites de eslas intervenciones. La mayor Jilicultad tiene
que ver con el papel oel urb:U1ista con relación a las reJes orgallizaJas a una escala
muy oi ferente. Es el caso sobre toJo Je Jos reoes muy importalltes: teléfono y
electriciJaJ. Pero talnbién se plalllea d lcma Je la reJ oe carreteras. Peler Hall ha
oc mostrado muy bicn cómo se constituyó en menos de un siglo un verJadero
sistema automóvil, a partir oe Wla tecnología arteSalla1 ulilizaJa por aJicionaJos, en
una reJ Je vías inaJaptaJas 52 . En el primer nivel doperaJur de la red Je carretcras
ha sabiJo cncontrar los mcJios linancieros y técnicos para aear una red transitable.
En d segundo nivel se hall implalllado en toJo el territorio reJes Je áreas oe
scrvicio, después restaurantcs, hotdes y tienJas concebidos para d acceso Jd
automóvil. Finalmente cn el tercer nivel, los automovilistas han estableciJo sus
reJcs de usuarios. Ahora bien, toJo esto no pooría estar encerrado en los límites
municipales. Está daro que la intervención Jd urballÍsla debe interesarse
necesarialncnle por estas. reJes, para no perJer toJa posibiliJaJ de articulación con
los otros niveles Je operación.
La función Jd urbanista talllbién puede Jelinirse tal como lo hace J. fiemis a
propósito Je la ingeniería urballa 53 . Anle situaciones críticas en los servicios
públicos urballOs viviJas por los usuarios (complejidaJ, ausencia Je comprensión
de los acontecimientos y de las posibiliJades reales ofreciJas... ), puede resultar
necesario un nivel superior Je coorJinación de las reJes, en una perspectiva
sisténlÍca (evolutiva y adapwiva). Las autoridaJes ltx:ales actuales no parccen tener,

5~ !Iall 1'.. VdJWI De\'e/oplllelll luulllllpacls 01 Tecllllological. EcooolII;c (uul Socio-clelllograp"ie


C"allges, Reporl úf an Expen Meeting, París. OCDE, 1987.
53 Bernis, J., "Cún la ingeniería urba'na eúmú prelextú", CEUMT, n° 109, mayú-juniú 1989.
Las reder para un nllel'O u.rbanismo: elemcntor de teoría 141

según Bemis y menos en los países latinos (sic), la autoridad y la superJicil:


necesarias. Por ello, quizá sería útil otra inslancia 54 .
Hay que prever también el ca~o en que la intervención urbanística se sitúa de
entrada en el territorio de una red, aunque haya· el peligro de tratar, a partir de
algunos hechos, las relaciones con otras redes, otros territorios, por ejemplo un
sector de la periferia, un municipio, una zona urbanizable,. cte. En este caso, el
urbanismo se hace con el operador y a través suyo, porque la acción urbanística está
en cierta manera integrada en la concepción yen la evolución de la red.
Así se encuentran definidos los lugares y las posibilidades de intervención del
urbanismo en el campo de las redes qt.t: constituyen el tejido de la ciudad moderna.
Todavía hay que precisar sus métodos y fWlCionimiento, sabiendo que siempre será
necesario ddinir y actuar sobre los nudos, las relaciones, las conexiones, lus
procesos de regulaci6n, según criterios topológi<:os, cinéticos y adaplali vos.

54 Sobre este punto y referente a Francia. ver Martinand C., Le Géllie urbaill. Informe al minislerio
de I'Equipcrncnl, du I.ogcmcnl. de I'Aménagcmcnl <.Iu TCITiluire el des Transpurts. París. La
Docurnentatiun fr",,~·aisC. 1986.

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