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Seudónimo: Sebastián
Ha caído la noche, el reloj marca las 9 pm ha culminado la dura faena del día y
Simón se prepara para regresar a casa donde lo espera su esposa y su hijo, antes de
salir un ligero rocío comienza a caer como gotas de bendición, quizás sería su madre
la que le mando ese rocío para recordarle que siempre estaría acompañándolo,
Simón lleva una de sus manos al cuello donde besa suavemente un crucifijo que lleva
colgado, para emprender su largo caminar de regreso a casa, es un regalo que le dio
su madre antes de morir, durante el camino todo es silencio y oscuridad, a lo lejos se
oye el latir de algunos perros callejeros, Simón apresura su caminar pues siente un
palpito que le hace sentir algo de miedo
La noche está fría y oscura, es muy distintas a las demás noches, la luna grande y
brillante, ella es su única compañía, durante el camino va pensando en el sustento de
su familia, solo cuenta con algunas moneas en su bolsillo que a duras penas le
alcanzan para unos panes, de pronto siente una brisa fría como la nieve que le ponen
los pelos de punta, este apresura un poco más su paso, pues está muy cerca de su
casa, todo es oscuridad, unas que otras luces encendidas en algunas casas vecinas,
Simón no hace otra cosa que pensar en su esposa e hijo.
Al legar a casa, todo está silencioso, solo se oye el canto de algunos grillos entre las
paredes, Simón entra a la habitación de su hijo, lo observa y lo ve dormir
plácidamente, en su rostro se dibuja una leve sonrisa como si estuviese soñando con
algo divertido, lo besa suavemente en la frente, y le da la bendición , se dirige a la
habitación de su esposa, esta también se encuentra durmiendo con una leve
preocupación en su rostro, será la difícil situación que estamos pasando- piensa
Simón, mientras se desviste cuidadosamente para no hacer ruido alguno que pueda
despertar a su amada.
Simón se queda paralizado como una roca, sus piernas no le responden, el miedo lo
ha invadido nuevamente, pero su confianza en el señor permanece intacta, de pronto
le muestran una película de una bella y esbelta mujer, hermosa y deseada como un
diamante, y preciada como el oro.
Simón no comprende nada busca decirle palabra alguna al señor pero no, mientras,
frente a sus ojos le trasmiten toda la historia de la señora hermosa, sus riquezas, toda
su fortuna tan incalculable como la arena del mar, sus hijos felices y contentos,
disfrutando junto a su madre una felicidad imposible de comprar con toda esa riqueza
que posee la señora, de pronto todo vuelve a la normalidad, Simón piensa que ha
quedado solo, busca al señor de blanco por todas partes pero no lo ve, todo ha
quedado oscuro, una briza fría invade el lugar, no se oye nada, un silencio total, es
como si Simón hubiese cambiado de lugar y ahora se encontrara en un desierto, de
pronto una luz brillante y radiante lo envuelve nuevamente y junto a él, el señor de
blanco a su lado, y una nueva película frente a sus ojos, esta vez era la misma
señora, pero ahora estaba en ruinas, toda su fortuna y toda su riqueza la había
perdido, sus hijos la habían abandonado y otros se los habían asesinados, se
encontraba sola sin nadie con quien hablar, más atrás un grupo de mujeres y
hombres señalaban a la mujer y rica y pobre a la vez, que le ofrecían su ayuda, pero
se mostraba reacia a aceptar esa ayuda, la misma con la que podía alimentar y tener
de vuelta a sus hijos que tanto extrañaba.
Simón, atónito por todo lo que estaba viendo pensaba que se trataba de su propia
historia de vida, pensó que lo difícil y terrible que debía sentirse esa señora pues él
estaba pasando por una situación muy parecida, a diferencia de que Simón no había
experimentado el dolor de perder a un hijo, por eso quiso ofrecerle ayuda, pero no,
las palabras no le salían, luego de un silencio Simón pensó que también le había
podido llegar la hora de partir de este mundo y al instante se le vino a la mente su
esposa e hijo, y dirigiéndose al señor vestido de blanco, al fin pudo pronunciar palabra
alguna, ¿acaso me ha llegado la hora de partir? Por lo menos déjame despedirme de
mi familia, piensa en mi hijo aun es un niño para dejarlo solo en este mundo, y mi
esposa ¿Cómo podre decirle lo mucho que la amo? , dame una segunda oportunidad.
El señor no respondió nada solo le sonrió.
El señor vestido de blanco, ahora le apareció vestido de negro, Simón sintió miedo
nuevamente pues se magino que ahora estaba en el infierno, pero una luz radiante y
brillante como el sol los envolvió a los dos. El señor le mostro una nueva película en la
que se mostraba todo el dolor que sentía la mujer al ver a sus hijos muertos
injustamente, otros luchando por recuperarle la riqueza, Simón comprendió el
cambio de vestimenta del señor, la mujer rica y pobre a la vez estaba de luto, pues
poco a poco le habían matado a sus hijos y los que le quedaban habían desaparecido,
la mujer lloraba incansablemente por sus hijos, esos hijos que fueron asesinados
tratando de recuperar la riqueza que les pertenecía.
ACTA VEREDICTO
Mención Cuento
Al abrir la plica, pudimos identificar que la autoría del libro pertenece a: Elbis
Rafael Viscaya, C.I: 21.047.282, de Yaritagua estado Yaracuy.