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SOLO UNA AMIGA

CÉSAR SOLÍS FUENTES

Atractiva y resuelta, derrochando simpatía y muy atenta anotando los


pedidos de sus clientes para sacar prolijamente la cuenta de cada mesa, la Sra.
Ana María Plaza de Salazar atiende en su Bar Restaurant "Doña Anita" todos
los días, los domingos prepara causa y frito, su acento pícaro y su encantadora
voz que se desprende de sus labios hermoseados con un carmín rojo pasión,
no le resta diligencia, sirve y lleva a cada mesa los platos, los refrescos o
gaseosas, recoge y cobra con eficiencia, y al paso resuelve cualquier
inconveniente, pasada las nueve de la noche y dejando en orden la cocina y
las utilidades del día, pasea con su esposo Juan Salazar Monsalve, por las
calles del pueblo, está feliz o por lo menos lo intenta, lo que sí es seguro, este
nuevo compromiso sepulta su fracaso de ayer, aunque en parte, los dos hijos:
Anaís y Napoleón Villar Plaza que le deja el pasado son la huella fértil del
hombre que la hizo mujer y madre, y sin embargo, es importante dejarlo claro
también, es un mito eso que el primer amor nunca se olvida, la experiencia
señala que al final el tiempo borra todo.

Yo estoy aquí, tuteando a la soledad y sufriendo el paso del tiempo que


me dice, la mujer de mis sueños no nació para mí, o tal vez sí, digo yo, solo que
cuando llegó a mi vida no pudimos comprendernos, lo cierto es que Ana María
y yo seguiremos siendo amigos, por supuesto es imposible obviar el pasado,
de todos esos momentos lindos que vivimos desde 1,995 que fue el año que
nos conocimos, me quedo con ese único beso tierno que se dieron nuestros
labios en la puerta de aquella casa donde vivía, ella corrió hacia dentro
prometiéndome que hablaríamos en la noche, lo que imaginé sería mi gran
noche nunca llegó, me costó mucho entender que aquel beso solo fue un
devaneo de una chiquilla de diecisiete años, y yo, un escritor incomprendido
y soñador que trabajaba en una procesadora de semillas certificadas, la planta
estaba ubicada a las afueras del distrito de Pueblo Nuevo, justamente
regresando del trabajo a casa decidí como ruta esa calle cercana al ex molino
Augusto Salcedo Pastor y una tarde de Agosto 09 nos encontramos, ella salía
de la casa de sus abuelos y yo caminaba por la vereda, sin conocerme me dijo
"hola" con esos labios pequeños que gesticulando seducción se hacían
perfectos y encantadores, fue todo: me enamoré. Luché por su amor, me
declaré una noche y hasta el final le pedí una oportunidad, me costaba creer
que esos gestos, su mirada, aquel beso y nuestras fotos abrazados fueran un
juego cruel de ella, prefería creer que muchas personas se oponían a nuestro
potencial romance en esa casa, ella era virgen y mi pretensión era amarla
hasta la muerte, de nada sirvió mi poema, bailar tornándole su mano minutos
después de las doce en el día de su cumpleaños, la despertaron los cohetones
mientras dormía y bailó conmigo luciendo una fina bata de dormir, al
retirarse a seguir descansando su madre y yo compartimos unas cervezas
amigablemente y retorné a casa a dormir con una ilusión enorme sin
presagiar aquel dolor de mi gran decepción, hasta hace poco pensaba que su
tía jugó en mi contra, ya no pienso así, Marlene Maeda Correa es una mujer de
carácter pero buena gente, la chiquilla Ana María en ese entonces me vacilaba
y yo no me daba cuenta o no quería aceptarlo, sin embargo no tengo la menor
duda fue inoportuna la aparición de amigos que no veía hacía mucho, llegaron
a libar cerveza, Ana María apoyaba a su abuela en venta de cerveza y
aprovecharon esas circunstancia para sacar a la luz mi pasado borrascoso, y
lo que es peor, alterándolo por envidia o ignorancia, en muchas ocasiones
lograron ridiculizarme y contra eso no pude y aunque mi percepción de lo que
sucedía no era clara con esa clase de amigos, podía intuir que las cosas no
marchaban a mi favor.

Me aferraba a lo que parecían decirme sus ojos al mirarme, me tenía


confianza que podía convencerla, le tomé fotografías cuando participó en el
CEO "Javier Pérez de Cuellar" con un número de fonomímica interpretando el
papel de Ana Grabiel y el tema musical "Son Cosas del Amor" con una amiga
suya, las revelé y se las regalé todas, también le escogía canciones y
personalmente le decía palabras de amor, hasta que una noche después de
compartir pollo a la brasa en una pollería cerca a la casa donde ella vivía, una
prima le alcanzó un mensaje al oído y se nos adelantó, veníamos con su tía y
su madre, después de un buen rato pregunté por ella al escuchar murmullos
en una pieza oscura de esa casa, atrapado por un arranque de celos repentinos
irrumpí, Ana. estaba, con un tipo y la sujetaba de las manos, me dolió en el
alma, mis celos me hicieron hablar de todo, y al final se convertían en
vergüenza., ella me había negado varias veces vivir algún romance con
Octavio Mozo Saba y al parecer lo que veían mis ojos eran lo contrario, mi
tristeza duró días, semanas, no sé, mi corazón calló como si le hubiesen
atravesado una daga, nunca más volví hablarle de amor hasta que supe de su
separación definitiva con el padre de sus hijos, no fue Octavio, la noche que se
la robó Pedro Villar Llaque, el aparentemente enamorado de ella llegó, su
madre y sus tías le ocultaron todo cruelmente, el papelón fue tan grande que
el tipo se marchó del pueblo, admito que insinuarle amor después de muchos
años creyendo que había madurado fue otro error, ella es solo una amiga sin
más comentarios que hacer, pues al verla aquí y ahora, con su esposo muy
enamorado, me digo a mi mismo se lo merece y mucho más.

Pero la historia no es tan corta, pues pasados más de veinte años que
nos conocimos, me tranquiliza recordar que yo reaccione con firmeza ante el
momento decepcionante, decidí alejarme cambiando mi ruta del trabajo a mi
casa, sin embargo el destino tiene fuerzas oscuras, y desde otras calles es
entonces cuando la madre de Ana María comienza a ganar protagonismo en
mi vida, no solo me intercepta, me busca y elabora ideas para tener momentos
conmigo y vaya que los tuvo, compartíamos cervezas y chichas juntos, nos
tomábamos fotos, reíamos hasta que entre tanto entendimiento los besos se
fueron intensificando hasta que terminamos durmiendo juntos, a veces
sospecho que Gladys Maeda Correa lo calculó todo con premeditación y
alevosía el hecho es que al regresar a la casa de los abuelos de Ana María
como el nuevo romance de su madre no me resultó complicado puesto que no
fui yo quien fallé ni tampoco fue un acto de venganza, simplemente sucedió,
sin embargo a solas abordaba en mí, la nostalgia al recordar los innumerables
momentos compartidos cuando todo me parecía amor, con toda mi
experiencia la preparé para su postulación a Srta. Ferreñafe, 1995
representando al Bar "Los Compadres", fue finalista en la disputa por un
cetro que al final alcanzó Vanessa Salcedo García, siempre estuve apoyándola,
juntos recibíamos el Año Nuevo quemando el año viejo prendiendo un
muñeco de paja al cual ella le colocaba una tuza en el pantalón y se echaba a
reír, en la grabadora sonaba un vallenato colombiano y el baile no se hacía.
Esperar, y muchas cosas más sin comprender porque mató mi ilusión tan
bruscamente y utilizando a un tipo que ni quería, cuando Pedro Villar se la
robó ya Ana María significaba una herida abierta para mí que Gladys cerraba
con sus locuras, pasión y ternura, no tardó en llegar nuestra hija Hilda Solís,
solo seis meses después Ana María alumbraba a su primera hija: Anaís Villar
Plaza, en otras palabras marcamos dos rumbos distintos y para siempre.

Para mí lo más importante como siempre es que Ana María sea feliz,
lucha para salir adelante, educando a sus hijos, mi expresión de cariño está
siempre, le obsequio los libros que publico, frecuento cada vez que puedo su
Bar restaurant "Doña Anita" y hasta compartimos momentos en familia, ya
mis años no tienen espacio para la ilusión, solo para el trabajo y el esfuerzo,
su padre Giovani Plaza Castillo que viene más frecuentemente al pueblo, debe
sentirse orgulloso de tener una hija así: trabajadora con ideas propias,
aprendiendo de los errores y aquilatando las experiencias, en cuanto a mi
Estado Civil es confuso, soy casado porque un papel así lo dice cuando en
realidad experimento la soledad y el desamor con mucha frecuencia, Gladys
siempre asumió su papel de esposa con egoísmo y deportivamente y sus
errores siguen siendo el merecido castigo por mis faltas en el pasado, un
pasado borrascoso que aun parece pesar en mis hombros y lo admito, lo que
jamás toleraré es que otra mujer o inclusive la madre de mi hija pretenda
burlarse de mí, la hija de Ana María, y la mía: Anaís e Hilda son bellas
jovencitas cursando ciclos universitarios en esa etapa tan hermosa, a Ana le
corresponde orientar y comunicarse con su hija ante su relación matrimonial,
mientras que yo siento desde mi soledad y nostalgia que nuestra amistad
debe durar para siempre, no sé porque.

Ferreñafe, 04 de Enero del 2018

FELIZ AÑO 2018


Que todo sea felicidad, nos deseamos recíprocamente el primer día del año

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