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TÉCNICA DE VALORACIÓN DEL REFLEJO PUPILAR.

Las pupilas varían en diámetro de persona a persona y fluctúan según la cantidad


de luz que haya en el ambiente. De manera general, el diámetro promedio de las
pupilas es de 3.5 mm dentro de límites de 2 a 6 mm. Por lo general son iguales,
aunque no son raras pequeñas diferencias entre ambas pupilas. Se estima que
15% de la población normal puede tener una leve anisocoria (diferencia de tamaño
entre una pupila y la otra), por lo común menor de 1 mm y, aunque haya una
ANISOCORIA ligeramente mayor, ésta no debe considerarse anormal siempre y
cuando las pupilas reaccionen con rapidez e igual intensidad en los dos ojos.

La ACTIVIDAD PUPILAR está mediada por una vía AFERENTE (visual) y una vía
EFERENTE (motora; miosismidriasis). La miosis pupilar es la función del esfínter
de la pupila, inervado por fibras parasimpáticas. La MIDRIASIS es la función del
dilatador de la pupila y está controlada por fibras simpáticas.

La pupila puede cambiar de tamaño por acciones medicamentosas. Los


parasimpaticomiméticos y simpaticolíticos producen miosis pupilar. Los
simpaticomiméticos y parasimpaticolíticos crean el efecto contrario: midriasis

La VÍA AFERENTE PUPILAR comienza en la capa de conos y bastones; de ahí la


información se transmite a las células bipolares y a las células ganglionares de la
retina para integrarse en el nervio óptico. Fibras nerviosas destinadas a la vía
aferente pupilar viajan mezcladas con el nervio óptico, se decusan en el quiasma y
acompañan a los trayectos ópticos en su camino hacia el cuerpo geniculado
lateral. Aquí las fibras pupilares se separan del trayecto de la vía visual para
ingresar a la comisura posterior y hacer sinapsis en la región pretectal. De allí
vuelven a cruzarse de manera incompleta para continuar hacia el núcleo de
Edinger-Westphal.

Esta conformación tiene dos significados clínicos de importancia: primero, las


fibras pupilares nacen de la retina y llevan con ellas una información luminosa que
permite, según la intensidad de luz, que la pupila reaccione en miosis o midriasis;
segundo, que a pesar de que se ilumine un solo ojo, la vía aferente, al cruzarse en
el quiasma y región pretectal, lleva información luminosa al núcleo motor de la
pupila contralateral. Por ello, cuando la vía aferente es normal, al iluminar una
pupila la otra también se contrae.

La VÍA EFERENTE PARASIMPÁTICA nace del núcleo parasimpático situado


junto al núcleo del III par craneal y lo acompaña en su trayecto mesencefálico
hasta que este par craneal alcanza el seno cavernoso. Ahí las fibras pupilares
giran hacia abajo del trayecto del nervio hasta alcanzar la hendidura esfenoidal en
donde el III par se divide en una rama superior y otra inferior; con la rama inferior
viajan las fibras pupilares para hacer sinapsis en el ganglio ciliar.

QUE RESPIRAMOS Y QUE CONTIENE EL AIRE.

El aire es una mezcla de gases, principalmente de nitrógeno y oxígeno, que no


posee olor ni sabor y que necesitan los seres vivos para vivir. Por eso, la
importancia del aire es indiscutible, pues sin él, no existiría vida en la Tierra.

Pero además es importante tener en cuenta la calidad del aire que se respira,
pues de ella depende la buena salud, el buen funcionamiento y actividad del
organismo; la adecuada circulación sanguínea, el buen funcionamiento del cerebro
y, en resumen, la mayor duración y mejor calidad de vida. El aire que respiramos
se compone de una mezcla de los siguientes gases: nitrógeno (N2) 78%; oxígeno
(O2) 20%; gases nobles 1%; dióxido de carbono (CO2) 0,03% y agua (H2O)
0,97%.

A su vez, los llamados gases nobles incluyen: argón (Ar), neón (Ne), criptón (Kr),
helio (He).

De ellos, el más importante para los seres vivos es el oxígeno, necesario para la
respiración y que cumple numerosas funciones esenciales dentro del organismo;
también es importante el dióxido de carbono, que resulta de la utilización del
oxígeno en dichas funciones vitales y que es liberado como resultado del proceso
respiratorio.

En este proceso, juegan un papel esencial las plantas y los árboles, pues
mediante el proceso de la fotosíntesis, absorben el dióxido de carbono para liberar
o expulsar el oxígeno que necesitan los animales y el hombre, los que a su vez
hacen exactamente lo contrario: absorben el oxígeno y expulsan el anhídrido
carbónico. Entonces, el beneficio es mutuo para las plantas y los animales.

CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA

La contaminación atmosférica se produce de numerosas formas, pero la más


perjudicial es la que resulta de las actividades humanas. En la atmósfera, existen
gases y partículas nocivas que son emitidas principalmente por las chimeneas de
las fábricas e industrias y por los vehículos y motores de combustión. De este
modo, se liberan a la atmósfera sustancias peligrosas como el bromuro o cloruro
de plomo; compuestos de azufre; el benceno, óxidos de nitrógeno y carbono,
hidrocarburos y gases como el monóxido de carbono, que en definitiva son el
resultado de los adelantos tecnológicos; de las condiciones y estilos de vida de los
habitantes ; de las explotaciones intensivas que hacen los países de los recursos
naturales; y de los cada vez mayores parques automotores, con vehículos que día
a día circulan por los centros urbanos, en buenas o inadecuadas condiciones de
funcionamiento.

El resultado final es la acumulación, en el ambiente y en la atmósfera, de estas


sustancias nocivas, que así contaminan al aire que respiramos y perjudican tanto
la salud humana como la de los animales y aves.

Anteriormente, la naturaleza podía, dentro de ciertos límites, restablecer el


equilibrio dinámico de los gases atmosféricos que componen el aire y de
neutralizar los gases y partículas dañinas que se producían y liberaban, al
absorberlos, reciclarlos o purificarlos, con lo cual el aire se mantenía relativamente
puro.

PORCENTAJE DEL OXIGENO DEL MEDIO AMBIENTE.

El aire tiene una mezcla casi perfecta de 78% de nitrógeno y 21% de oxígeno (en
volumen) al menos en todos los niveles de la troposfera.

El oxígeno, nitrógeno y argón son los principales gases que se extraen del aire.
Se producen a escala industrial y son tan importantes como el agua y la
electricidad en muchos procesos de fabricación de productos cotidianos.

El aire que respiramos es una mezcla de diferentes gases que forman la


atmósfera de nuestro planeta. El aire se compone en gran medida de nitrógeno
(78%), oxígeno (21%) y de una pequeña proporción de argón (0,9%) y otros gases
nobles (0,1%).

Para obtener estos gases utilizamos plantas de fraccionamiento del aire en las
cuales se separa el aire en sus componentes individuales mediante un proceso
físico, la destilación criogénica.

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