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Las bienaventuranzas, síntesis de la Buena Noticia, condensan la misión y vida de Jesús y la nuestra, la de sus

discípulas y discípulos. Nos ofrecen la clave para ofrecer dicha a quienes sufren hoy en nuestras periferias
existenciales.

A lo largo de estos días hemos recorrido el camino de la Felicidad que Jesús nos presenta a través de la
Bienaventuranzas, así como dice el catecismo de la iglesia católica “Las bienaventuranzas recogen y
perfeccionan las promesas de Dios desde Abraham ordenándolas al Reino de los cielos. Responden al deseo de
felicidad que Dios ha puesto en el corazón del hombre.”

En el día de hoy nos toca reflexionar en torno a la última bienaventuranza, “Bienaventurados los perseguidos”.
Nuestra iglesia, no nació en un clima pacifico ni ordenado, ya que nació en medio de las persecuciones con
discípulos encerrados en el cenáculo por miedo a los judíos y desde entonces siempre la acompañaron las
persecuciones. Jesús en ese momento presenta una realidad que compromete a los discípulos en su máxima
expresión: ustedes serán perseguidos, como así lo fueron quienes los antecedieron… El propio Jesús es quien
sufrirá la persecución en carne propia, y advierte a los apóstoles que seguirlo a él no les será fácil, ni cómodo ni
mucho menos sencillo. Esta constante de perseguir a los enviados de Dios y a los que le pertenecen es como una
misteriosa e inicua ley.

¿Qué gran controversia la que se plantea en nuestra realidad hoy por hoy? Serán perseguidos por mi causa, es
decir una persecución por buscar la justicia, por intentar terminar con todo aquello que no nos deja ser
hermanados. Ahora bien, para Jesús la persecución es una bienaventuranza ¿Cómo se entiende? Claramente la
persecución se debe a la comunión con el Padre, el Hijo y con nuestros hermanos, los demás discípulos. Ellos
son los rechazados y nosotros también, porque les pertenecemos, somos rechazados y nosotros también, porque
les pertenecemos, somos rechazados por los que rechazan esa pertenencia. La persecución que Jesús viene
anunciando, es una consecuencia pero a su vez un signo visible de la comunión con él. Asimismo lo
presentaban algunos pasajes del evangelio de Juan “Si el mundo los odia, sepan que antes me han odiado a mí,
si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que yo
los elegí y los saqué de él, el mundo los odia. Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más grande que su
señor. Si me persiguieran a mí, también los perseguirán a ustedes; si fueron fieles a mi palabra, también serán
fieles a la de ustedes. Pero los trataran así a causa de mi nombre porque no conocen al que me envió” (Jn 15,
18-21)

Jesús nos envía como ovejas entre medio de lobos, pero no nos abandona en esta invitación a llevar el reino por
todo el mundo. A lo largo de las bienaventuranzas Jesús nos enseña el camino que debemos emprender en
medio de estas persecuciones. Muchas veces en nuestro día, vemos diferentes imágenes de cristianos
perseguidos en el mundo e incluso en nuestra nación.
(Podría ser un video con diferentes momentos)

Pero… Jesús no sólo en la Bienaventuranza se encarga de hablar del otro como perseguidor, sino que nos
interpela a que dejemos de ser nuestros propios perseguidores. Muchas veces somos nosotros mismos quienes
nos ponemos en el papel de torturadores, jueces y enemigos de nosotros mismos. Por eso, el evangelio no es
lejano en nuestra realidad, pensemos en nuestra semana como misionero, en todo el camino recorrido hasta aquí
e incluso en los ámbitos en donde nos desempeñamos (la universidad, el trabajo, la familia y los amigos). Por
eso los invito a tomar la lapicera y el papel y tener un momento de reflexión y volcar nuestro balance de misión
como una autoevaluación.

A lo largo de las Bienaventuranzas y de las propias palabras de Jesús podemos ir haciendo un balance de
aquellas recomendaciones que fue haciendo Jesús a sus discípulos y hoy especialmente a nosotros, para poder
hacer en medio de las persecuciones

1 .Ante todo: amar a los enemigos, para ser hijos del Padre: Pensemos en esta semana, en cada familia o
persona que por miedo, por inseguridad o por el motivo que fuera no nos quiso recibir. ¿Qué paso por nuestro
corazón? ¿Cuál fue mi actitud ante estas situaciones? ¿Pude “amar” a esa persona o simplemente me ganó el
desmoronamiento y la bronca? … Además de la misión en mi lugar cotidiano (universidad, trabajo, familia,
amigos, parroquia) ¿Cómo es mi trato hacia los demás? ¿Cómo me muestro ante los demás?

2. Dar testimonio ¿Cómo se puede amar a los enemigos? Justamente imitando a Jesús con los suyos, dándoles
testimonio del padre. El testimonio del misionero debe ser un acto de repetir e imitar el testimonio de Jesús en
la tierra “lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la
palabra de Vida”. Una de las tareas que tenemos como misioneros es ser sal y luz de la tierra, Ahora como
emprendemos esa tarea no sólo en la misión sino en nuestra cotidianeidad? ¿Verdaderamente puedo decir que
pude amar a mis enemigos? ¿Me puedo dar cuenta de que es aquello que no me está dejando acercarme al otro?
¿Cómo me muestro ante los demás?

3. No tener miedo… ¿Qué difícil y a veces complejo no sentir esa sensación de ahogo personal y de inseguridad
personal?... Ser misionero es despojarse de estos sentimientos o mejor dicho saber lidiar con ellos, a veces hay
situaciones que paralizan, que no nos permiten ser testimonio vivo de Jesús ¿Cuál es nuestro mayor temor?
¿Qué es aquello que no nos deja ser ante todo un misionero al cien por cien comprometido con Jesús? ¿Qué es
aquello que nos hace a nosotros perseguidores de nosotros mismos?

4. Confiar… Cristo no nos prometió a sus seguidores éxitos, ni triunfos, ni alabanzas, sino que con claridad nos
mostró el mismo camino de El: rechazos, odio, persecuciones, sufrimiento, cruz, muerte ... Así que quien siga a
Cristo, si lo va a seguir de verdad, no puede esperar otra cosa, no puede esperar algo distinto a Él. “Quien quiera
seguirme a Mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga” (Mt. 16, 24). Para esto hay que
tener confianza. Y esa confianza no nos puede venir de nosotros mismos, pues por naturaleza tenemos que
sentirnos, cuando menos incómodos, en medio de las persecuciones. Esa confianza nos viene de ponernos en
sus manos y comprender que aquello que el permita para nosotros está bien y, además, de la seguridad de contar
con toda la ayuda necesaria para pasar por cualquier prueba. Jesús nos invita a que todos aquellos obstáculos
que vamos identificando en nuestro camino misionero, en nuestra jornada, en nuestra propia vida sean
confiados a él. ¿Sentimos confianza en Jesús? ¿Qué cosas como misionero me están costando entregarle? ¿Me
deje guiar por el Espíritu o no quise animarme a dar más pasos en esta semana? Me pregunto y re pregunto por
qué no fui valiente…

5. No avergonzarse… Es decir no alejarse, no apartarse de los mártires, ni alejarse, no negar la vinculación ni


desentenderse, no negar por miedo, ni desertar o acobardarse de los que son perseguidos. No avergonzarse, en
primer lugar de Jesús y en segundo lugar en la comunidad respecto de los que sufren por la fe. Jesús nos invita a
pensar en este punto, más en nuestro día a día que en esta misión, quizás es más fácil mostrarse cristiano en
lugares donde uno no es reconocido, pero ahora en mi día a día me muestro como cristiano fácilmente o elijo a
mi conveniencia en qué lugares mostrarme y en cuáles no. Mis actitudes son de un cristiano, o solo las dejo para
cuando me reúno en la parroquia o grupo misionero. Pienso con Jesús ¿Por qué me avergüenza saber que lo
amo y lo elijo diariamente? ….

6. Alegrarse: en algunas de las traducciones de las bienaventuranzas se dice alégrense o bienaventurados y no es


casual. La invitación o el camino que Jesús piensa las bienaventuranzas es un camino de felicidad plena para el
hombre, una felicidad que excede lo material lo efímero, lo circunstancial que muchas veces es lo que nosotros
entendemos o exigimos como la verdadera felicidad. La alegría también es consecuencia y signo de sentirse
amado por Dios. En esta misión nos ha regalado muchos frutos, cuál de todos ellos es el que me ha producido
una gran alegría, y por eso quiero agradecer.

A medida que vayan cerrando sus evaluaciones, aprovechen a rezar junto a Jesús. Le pido además a Jesús que
me envié el Espíritu Santo que me ilumine para comprender como vivo a Jesús en mi vida. También pido por
aquellos que son perseguidos en el mundo injustamente a causa de Jesús, aquellos que si se animan a dar su
vida por y para Jesús.

Así también me animo a pedir por mis perseguidores, por todos aquellos que alguna u otra vez nos han
humillado por querer seguir el camino de Jesús

Por ultimo le pedimos a cada uno para que nos mantenga firme en la fe, que seamos verdaderos misioneros que
se la juegan por llevar a Jesús como un estandarte, por todos partes, y sin ningún tipo de miedo ni vergüenza.

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