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Distribución en la Argentina
CATALOGO$ s.r.l.
Geoffrey H. Hartman
Buscarle ausencias al idioma es como buscar
Pr esentación de G. Hartman. Hugo R. Vechini .... . .. 229
espacio en el cielo .
La Lu cha por el T exto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233
La Elación en Hegel y Wordsworth .............. . . 253
Jorge Luis Borges
El Discu rso de la Figura: "Habla Si lencio"
de Blake en la Historia Literaria ......... . ...... 275
Introducción a un diálogo con Geoffrey Hartman Ateniéndose a uno de los procedimientos convencionales de
" Creatividad, Idea y Método en Virginia Woolf" iniciación textual, John Barth empieza The Friday Book por un epl-
"La Casa de la Ficción como una grafe. Solo que el epígrafe aparece bajo e l t(tulo de " Epigraphs",
Casa de Caracol" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293 que empieza por decir que los epígrafes deberían ser evitados y que·
termina por indicar, tal como lo establece la convención, las referen-
cias bibliográfitas de su cita; pero resulta que la cita pertenece a John
Barth, que es de "Epigraphs", y transcrita de The Friday Book. La
convención, por excéntrica, se deroga; la excentricidad, por convin-
cente, por relativa, también. _ _
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y difieren tiempos y espacios, donde se inicia un movimiento anticipa- tica una lectura que advi"rtiendo (sobre) la indeterminación del texto
torio o retrospectivo, una instancia que es textual pero anterior al tex- lite:ario, las vacilaciones del sentido, la irreductible equivocidad de las
to, siE~mpre más allá del c!iscurso, al margen y sin embargo interioriza- contradicciones, la indecidibilidad como condición de la desconstruc-
do, totalmente; el t{tulo redunda y resume los compromisos de la lec- ción, basándose en la capacidad esencial del lenguaje "decir lo otro y
tura, la introduce dialécticamente presentándola y penetrándola a la hablar de sí mismo mientras habla de algo diferente" como d ice Derr i-
vez. da, las interpreta en tanto una repetición del texto nunca es tal porque
la desconstrucción entiende la iterabil idad como alteridad, la iteración
"Diseminaría" fue el término propuesto por Haroldo de Campos como alteración, una repetición que solo puede ser igual cuando difie-
para denominar el lfbro que, según lo qÚe se hab{a proyectado, reuni- re. Precisamente, por la interpretación, el mismo texto no es simple-
ría las comunicaciones que, sobre la desconstrucción presentaban en mente el mismo texto sino el texto mismo y, válido como continua-
Montevideo, Jacques Derrida, Emir Rodríguez Monegal, Haroldo de ción y consecuencia constituye, como dice Pau l de Man, "un proceso
Campos, J. Hillis Miller, Geoffrey Hartman. Denominaba también el temporal que asume tanto la semejanza como la diferencia".
Seminario que entonces se venía realizando, denominaba también las
peripecias de un seminario que se había previsto simultáneo y fue dis- Próxi ma al discurso literario, confundida con él, la interpreta-
continuamente consecutivo (desde octubre hasta diciembre de 1985) , ción desconstructiva habilita prácticas que guardan una afinidad con la
que no fue uno sino varios, que se hab{a programado para la difusión · poesía, afinidad que va más allá dei estud io frecuente de un objeto
de prácticas y reflexiones desconstructivas; entendiendo la neces idad poético o de la recurrente especificidad poética de sus objetivos teóri-
de una diseminación que, de acuerdo con los planteas más afianzados cos: su afinidad es una elección poética, una afinidad electiva que rea-
de Derrida y "temblando en el cuerpo de su plurivocidad", consiste en liza un ejercicio discursivo que comprend e y consuma. Como Ión, el en-
una multiplicación y dispersión del sentido, una propiedad -la pro- tusiasmado rapsoda d el d iálogo de Platón, la desconstrucción practica
piedad del término no deja de ser discutible- que afecta la condición una interpretación poética y teórica: más de una interpretación, al me-
textual. nos. Sorteando las reglas impuestas por la retórica trad iciona l o el ri·
gor del imitativo de las disciplinas, engendra a partir del discurso filosó-
Al disponer esta publicación, se renueva la intención de esa ini- fico y literario, un concepto de textualidad apto para contraer las d i-
ciativa: introducir en nuestro medio, uruguayo, rioplatense, latinoa- ferencias genéricas, desbo rdándolas; las clasificaciones, desart iculándo-
mericano, hispanohablante, elaboraciones que se afilian dentro d e las; inventa una especie de función "metapoét ica" (valg_a el cruza-
esta corriente desconstructiva, que la conforman, de manera que pu- miento termi no lógico de las conocidas polarizaciones de R. Jakobson)
dieran darse a conocer · distintos aspectos de una dirección teórica que, al describir y referi r la_ materia p oética, se consolida como tal :
postestructuralista, que se define difícilmente ya que la desconstruc- Como en el cuento d e Julio Cortáza r, el narrador, un observador obse-
ción evita desde el principio -como principio- las definiciones tanto sivo, describe la visión (lve o desvaría?) del axo lotl, da cuenta de una
como no evita las dificultades que semejante renuncia plantea. mirada que identifica (lindividualiza o asimila?) al que mira y es mira·
do.
Por eso, más que las sistematizaciones de una escuela o las pun-
tualizaciones de fundamentos doctrinarios, la desconstrucCión recla - La desconstrucción no proporciona técnicas de análisis ni instru -
ma la legitimación de esos discursos que constituyen una lectura en'- mentos metodológicos que puedan aplicarse imposit ivamente, conside-
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rados objetivos, Y por eso válidos; sólo porque procedan de un cuerpo del lenguaje, su aptitud figurativa gracias a la cual una expresión pue-
doctrinario anterior y exterior a la obra o porque pretendan la univer- . de significar lo que significa, otra cosa, e incluso lo contrario.
salidad, para los desconstruccionistas no es suficiente. Quizás estimen
como Borges, que "Los metafísicos de Tlon no buscan la verdad ni si: A partir de los textos de Jules Laforgue, era André Gide quien
quiera la verosimilitud: buscan el asombro. Juzgan que la metaHsica descubría que no había ningún libro inocente ya que el acto de escri-
es una rama de la literatura fantástica. Saben que un sistema no es otra bir comportaría necesariamente la reflexión sobre la propia escritura.
cosa que la subordinación de todos los aspectos del universo a uno Por este "desdoblamiento" -es la palabra que había utilizado Baude-
cualquiera de ellos. Hasta la frase 'todos los aspectos' es rechazable laire para designar esa comprensión como una forma de la ironía- es
porque supone la imposible adición del instante presente y de los pre- posible capta r la distancia constitutiva de todo acto de reflexión, el
téritos." acto que realizan tanto el filósofo, el artista como quien mantenga
con el lenguaje una relación profesional, quien lo utilice como "el
Sin eludir los riesgos de un escepticismo metodológico, la des- material de un oficio" por medio del cual se diferencie del mundo, se
const_rucción inicia un trabajo textual problemático -prácticas que distancie de él y de s l.
~uest1onan la vigencia de métodos que no son más que medios, que
Impugnan las definiciones por definitivas, las conclusiones cuando Derrida dice que "la escritu ra comporta estructuralmente, en
clausuran el discurso, las leyes porque "deben ser leídas", las verdades ella misma, su proceso de abolición y anulam iento." Bajo el signo del
que decretan y detentan otras verdades- a fin de averiguar qué especie signo, la desconstrucción sigue atenta a los deslizamientos de la figu -
de verdad imita la ficción y qué espacio de ficción limita la verdad. ración disimulada por la instrumentalidad, del instrumento derogado
por su propia eficiencia, a los olvidos progresivos del discurso que por·-
Por medio de esa lectura poética -tan literaria como filosófica- que se entiende no se oye, a las obcecadas intransparencias de la escri-
~~ desc.~nstrucción intenta describir las articulaciones retóricas de la tura que no deja ver ni se deja ver: la obliteración es literal , una fatali-
f1gurac1on, revocando los métodos de interpretación establecidos, tan- dad de la escritura que permanece y desaparece a la vez.
to aquellos que pretenden hacer expl (cito lo que el autor quiso decir
pero ~ue no dijo o quiso no decir, como aquellos m.étodos que operan La desconstrucción inquiere, a partir de la escritura, los mecanis-
somet1~~~ a recursos de in_teligibilidad normalizada y prescinden, por mos de los sistemas de comunicación, los más corrientes, los más "na-
esa sum1s16n a modelos de universalidad forzada, de la observación de turales" que no son los menos culturales, precisamente desconocidos
las contradicciones del lenguaje que los textos literarios reservan y re- por sobreentendidos, ya que cuanto más se afianzan más se ignoran.
levan. Como parte de contradicciones, la estrategia desconstructiva En busca del hilo alógico con que el texto se entrama, revisa el proce-
c.onstituye una exploración de la condición paradójica del texto litera- so semiótico hasta alcanzar ese nudo donde según reconoce Umberto
no, su virtualidad irónica que es su manera de ser. Nuevamente la Eco, el signo "se vuelve capaz de contradecirse a st' mismo (de otra
coincideñcia avala la mencióñ : "La creencia se da junto con el d es- manera esos mecanismos textuales denominados 'literatura' no serían
creímlento; como el libro de Tlon, con su contralibro." posibles)."
Tratándose de la escritura, tales contradicciones son inevitables De Poe a Derrida, las cartas y las letras (en inglés, en francés, se
porque es en la escritura donde se registra la naturaleza contradictoria dicen igual), como los juegos, cuanto menos disimulados más ocultos.
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"Mi Víbora de Letra" b(fida y sagrada a la vez, es la escritura para J.
Laforgue. Para Mallarmé "el mundo se hizo para acabar en un hermo- Esta publicación ordena d iversas comunicaciónes ajustándose a
so libro", un final poético dado que el mundo y el lenguaje compar- las circunstancias de su respectiva presentación. La desconstrucción
ten filosóficamente, un mismo problema de 1ímites: "lOuién no desea- en el A ío de la Plata comenzó con la conferencia de Jacques Derrida
ría fugarse de la prisión del lenguaje y detenerse all (donde pudiera "Nacionalidad y nacionalismo en filosofía" donde se considera la vi-
verla desde afúera?". La pregunta de Hillis Miller se formuló retórica- gencia de la escritura como canon del pensamiento, aún de un pensa-
mente porque sabe que esa fuga imposible no pasa de una aspiración miento al que, como el filosófico, se le atribuye el diseño y designio
universal, que si "Dios mismo tuvo que consultar la 8 iblia para crear de esos m ismos cánones.
el mundo", según nos confía el Génesis Rabbah: la letra es el orbe y
el origen . Borges recuerda que en "la cábala (que quiere decir recep- Derrida no atiende el tema como un análisis de la noci ón de na-
ción, tradición) se supone que las letras son anteriores; que las letras ción o nacionalidad d esd e un punto de vista histórico, social o lingü ls-
fueron los instrumentos de O ios, no las palabras significadas por las tico, sino a partir de los problemas planteados por la condición idio-
letras. Es como si se pensara que la escritura, contra toda experiencia, mática del discurso . En general, esta condición que es naturaleza y
fue anterior a la dicción de las palabras". restricción de todo discurso, aparece atenuada en la apreciación que
se elabora sobre un hor izonte d e conceptualización, de universal idad,
Previa y al mismo tiempo presente, actual y sin embargo posible, y que se sustraerla por eso a las caracterlsticas propias (históricas o
la escritura es origen de permanencia y repeticiones, de dicción y con- poéticas, eventuales o íntimas), al rasgo singular, a lo idiomático pro-
tradicciones. De ahí que la escritura invierta y produzca el tiempo es- piamente dicho.
pacializado en el espacio diferido. Por la escritura, el tiempo tiene lu-
gar, un tiempo siempre distinto. Pendiente de las aporías (una d e las Determ inada por la diferencia idiomática y los 1ímites de la tra-
palabras que aparecen con más frecuencia en los escritos de Paul de ducibilidad de lo filosófico, la cuestión se agrava drásticamente en una
Man) de la escritura, la desconstrucción es la práctica de una crítica época en la que la comunicación entre territorios, instituciones, gru-
cultural activa que ensaya una probabilidad, hace la prueba una tenta- pos, escuelas, se multiplican por congresos, coloquios, intercambios
tiva o una verificación, ya que, según Derrida la escritura prefigura su docentes. Acontec imientos de internacionalización que se dan conco-
propia lectura desconstructiva c!e modo que pueda propiciar una inver- mitantemente con "efectos de opacida~;, (son palabras de Derrida)
sión de jerarqu las, desarticular las imposiciones o imposturas de una que exasperan la conciencia nacional, la búsqueda de la idendiad, la
lógica que responde solo a la razón (el logos) con la que se explica, exaltación de lo p ropio y particular, inajenable solo porque no es aje-
una razón entre varias, una que se puede perder, o se puede dar, preci- no ni puede ser transferido .
samente a quien ya la tenga.
Consecuti va mente, "Psyché : Invenciones d el otro" fue expuesto
A partir de la escritura, la interpretación desconstructiva tam- en el curso del seminario que se ll evó a cabo en el Instituto de Profeso-
bien forma parte de ella, es una puesta en escritura, una (a) puesta tex - res Artigas.
tual: un azar, un riesgo, cada vez y siempre a tiempo, el texto está en
juego. Dedicado a Paul de Man y a su m ed itación sobre el tema d e la
alegoría, .entendida como la invención del otro, Derrida parte de "Fá-
* * * bula" ("Fabl e") d e Francis Pong e, a fin de desconstruir el poema, el
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análisis, la desconstrucción, el lenguaje. Especula sobre el descubr i- esta vez no fue solo póstuma. Para ser leído en esa circunstancia, Bor-
miento de la identidad por la fractura, de la dualidad por el espejo; ges le dedicaba un texto que recordaba su amistad, la amistad litera-
uno que se descubre como otro cuando .observa la imagen del espejo ria, la amistad en la literatura, aquí se incluye. También se publica el
en el espejo que, como la palabra, se muestra a sí mismo por mostrar Prólogo a Blanco/Branco sobre la traducción -la palabra ha sido des-
algo más. "Psyché", en francés, nombra un espejo, un espejo que rota; plazada- que Haroldo de Campos realiza sobre el poema de qctavio
en filosofía, nombra la un idad de los atributos personales, el alma. Por Paz y su última conferencia : " Borges/ de Man/ Derrida/ Bioom : la des-
la vuelta del espejo, vuelta y f ractura, el otro y el mismo se distinguen construcción 'avant et apres la lettre ' ", donde Borges resulta ineludi-
y se identifican. blemente e l común denominador de tres críticos excéntricos, que otro
critico examina.
La invención del otro es un descubrimiento. El otro existe a par-
t ir de uno, uno mi smo por el otro: "por la palabra por/ empieza Una vez más la figura del crítico aparece entre espacios contra-
pues . . . " Por la imagen d el espejo (por lo menos d ob le), el motivo dictorios tra zado en equis, el quiasmo literal donde se cruzan las (o) po-
(una repetición) y el movimiento (una iniciativa) aparecen como for- siciones que la crítica atraviesa, entre la lectura y la escritura, la fic-
mas de una misma búsq ueda del conocimiento, una inquisición que no ción y la verdad, la creación y las creencias, entre Europa y América,
discrimina entre invención y descubrimiento; ambos so n variaciones el Norte y el Sur, entre los tiempos.
de un " ciménto" e ntre la invenc ión y la armonía: la palabra, el habla,
es un punto de encu ent ro, el concierto entre un orden y la imagina- La figura en cruz, la clave que cifra el sacrificio de una llegada
ción, el lenguaje y la poesía, el estatuto y la creación. La f ábula resu- que fue varias partidas, la gloria de un recibimiento por despedidas, de
me la confabulación entre el poeta y el lector que se establece por las su ausencia y su retorno y su ausencia otra vez. El Seminario sobre la
mismas palabras, salvando la diferencia : la verdad se ex presa por a lego- desconstrucción se realizó bajo el signo de "A penas . . .",las palabras
r ías; la fábulá es una a legoría de verdad. con que Jacques Derrida recordaba a Paul de Man al iniciar sus confe-
rencias en Y ale. De tantas penas, los textos de Emir, su gesto, rescatan
Después de más de diez años d e ausencia, Emir Rodrlguez Mo- un pasado cultural que es el de todos.
negal volvía_a Montevideo a d ictar sus conferencias. Había condiciona-
do su presencia y participación en el Seminario, al restablecimiento de Los textos de Haroldo de Campos que se publican por primera
la democracia en el Uruguay. Hab ía contra(do el compromiso en Y ale vez en español revisan una teor la de la traducción en "Más allá del
cuando nada insinuaba la enfermedad que se manifestó tan grave algu - principio de la nostalgia" que se presenta como una práctica poética
nos meses más tarde. No quiso faltar a su promesa y viajó desde New en "Transblanco: Reflexiones sobre la transcreación de BLANCO de
Haven sospechando que tal vez disminuiría así los pocos días que le Octavio Paz, con un excurso sobre la teoría de reducción del poeta
quedaban por vivir. Como Jaromir Hládik, el autor de Los enemigos mexicano ."
en el cuento de Borges, también a él le fue concedido un "milagro se-
creto": el tiempo justo para dar feliz t érmino a· su drama. Regresó y Ya desde el principio y basándose en los escritos de Walter Ben-
fue objeto del mayor reconocimiento nacional: el Presidente de la jamín, uno de los ensayos de Haroldo pone de manifiesto su preocupa-
República le ofrecía personalmente el homenaje que requería y repe- ción por la peculiaridad filosófica de "La tarea del traductor". La
tla un público conmovido y admirado, anticipando la apoteosis que "nostalgia" de su titulo evoca el sentimiento que traduce aproxima-
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que Derrida supo dist inguir la temporalidad en la diferencia, otra for-
damente el portugués saudade, que a su vez traduce aproximadamente ma de diferir) y no la identidad literal, por otra parte imposible, la que
el alemán Sehnsucht. Atravesando esas diferencias, Haroldo anima la podría rescatar la validez del texto e insinuar la competencia del lector,
exploración de "una patria arquetípica" conjeturada tanto por filóso· aunque habría que descartar a los lectores de las narraciones, en las
fos como por traductores, asimilando dos formas de la búsqueda de un narraciones, quienes prefieren sucumbir al pie de la letra, inventando
mismo conocimiento original, presumiendo -a pesar de las diferencias en la ficción la mayor alegoría: creer que la verdad exista como una
teóricas y es pecificidades metodológicas- la existencia de una "lengua interpretación literal, una licencia que solo un personaje se puede per-
pura" o " lengua de la verdad", anterior a las crisis de las que las va- mitir. Por su sobresaliente condición alegórica, el texto requ iere nece-
.riantes idiomáticas son origen y consecuencia. La rehabilitación de la sariamente una interpretación retórica que descifre su clave y al des·
operación interidiomática de la traducción y la fundación crítico- cifrarla, lo real ice. Una lógica más irónica o paradój ica que racional
práctica de su ejercicio, compartiría la vocación paradisíaca de la conforma una retórica o un tercer procedimiento apto para sortear las
exégesis, el pardés interpretativo de las Escrituras que con-vocan · diferencias entre la lógica y la retórica, lo prop io y lo figurado, lo es-
cifradamente tanto el Jardín del Ed én como una pluralidad her- pecífico y lo ind ividual, el objeto y el sujeto, la experiencia y su repre-
menéutica, lecturas diferentes aptas para recuperar, gracias a una sentación. Es el principio que rige toda práctica hermenéut ica cuando
segunda curiosidad, la condición celestial que una primera c uriosi- reconoce en la figura la clave, una articulación incoativa que anticipa y
dad dio por terminada. Similar a los recursos (medios y recorrido que gesta el misterio; lo suspende y sin derogarlo, lo mantiene.
remiten al principio). las remisiones que va len el apocatástasis, la tra-
ducción inicia un movimiento regresivo y dispensa las posibilidades Las prácticas d esconstructivas de Hillis Miller ponen en movimien-
necesarias para restablecer la comunicación perfecta y feliz que las en- to una búsqueda de la verdad, aunque sea f igurada, una "quete", que
tidades tenían en su primitivo principio; a pesar de los descréditos es a la vez una cuestión, un problema, el problema (fi losófico y aquí
del consabido alejamiento que se le imputa, por el ejercicio de la tra- policial)· de la búsqueda de la verdad . Descu bre asi una figura c lave, en
ducción se verificarla el regreso a una lengua previa, original, un origen este caso una clave que es figurada y literal. El cuento es el cuento de
anterior a la versión que se traduce , una acción que recupera la nomi- un enigma, de una pesquisa también hermenéutica ·que siempre hace
nación invalidando la arbitrariedad, prescindiendo de ella o confun- referencia al silencio de lo que interpreta, un misterio que la estrategia
diéndose míméticamente en la revelación de semejanzas, una reden- policial, teológica, hermenéutica, intenta resolver a partir del lenguaje
ción silenciosa de quienes no requieren de acuerdos para esta r de mismo, de una figura literal: un rombo imaginario que se concibe a
acuerdo . partir de cuatro letras, un tetragramaton geométrico, perfecto, ampa-
rado en los prestigios incontrovertibles de otras cuatro letras igualmen-
"La muerte y la brújula" le ofrece a J . Hillis Miller un texto par- te enigmáticas. La figura es literal, es la catacresis, " una de las figuras
ticularmente apto para examinar "la irreductible natura leza figurada no verdaderas" puntualiza Pierre Fontanie r en su tratado Les figures
del lenguaje", calidad que reconoce en diversas oportunidades y con du discours, entendida como un tropo forzado, por Gérard Genette ya
la que la desconstrucción cuenta decisivamente. La narración de Bor- que falta la palabra propia, carece de un sinónimo no figurado. De la
ges es otra alegoria d e esa alegoría que es la lectura narrativa, entendi- misma manera que en la interpretación musical, la intepretación des-
da como el trabajo textual diferente que convierte en otra cosa la mis- constructiva se orienta desd e el princip io por la clave: el rombo·mar-
ma cosa, una en función de la otra. También en otros cuentos, en esa ca el rumbo en la brújula pero no determina el sentido textual. De esa
alteridad alegórica, la diferencia por la diferancia (es el t érmi no con
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figura que forman las letras depende una dirección pero no la verdad .
El detective confunde un enigma con un teorema, de ahí su final. Los ensayos de Geoffrey Hartman que aqu {se incluyen destacan
entre su variedad temática la misma tendencia de su pensamiento a
En "Lectura escritüra: George Eliot", Hillis Miller continúa e l concentrarse en el universo de la escritura (también en plural o con
análisis de las relaciones que se entablan entre lo figurado y lo literal, mayúscu la), en tanto representación donde concurren la literatura
entre lectura y escritura, exterioridad e interioridad, proximidad y -especialmente la poesfa- la filosofía y la teología, asistiéndose y
distancia, visión literaria y visión real, por medio de un procedimiento compitiendo a la vez. Su crítica sigue atenta a las posibilidades de una
desconstructivo del que se va le para observar el real ismo de quien , co- con/versión por la escritura, el registro donde se asimilan textos dife·
mo G. Eliot, no deja de advertir la escasa realidad de la realidad y la rentes, pertenecientes a escritores, unos pensadores y otros también
mimesis del realismo como una muestra deliberada de esa escasez. El pensadores, en una " biblioteca imaginaria" (la asociación con A. Mal·
problema de las relaciones entre la realidad y sus variantes alternativas raux no debe eludirse) que reúne contextualmente teXt!)s poéticos, sa·
es el problema y da lugar a más de un cuestionamiento. grados, filosóficos y crfticos, rehusándose a la discriminaci ón siempre
problemática que jerarquiza una escritura primera sobre escrituras
Precisamente en el capítulo consecutivo lo formula como una consecutivas y subsidiarias. La fusión dialógica de escrituras que prac-
pregunta: "lExiste una ética de la lectura ?". La inquisición se dirige tica, se asocia a uno de los fundamentos más notorios de la concep-
a atender las actividades y responsabilidades éticas del lector, profeso r ción postestructuralista; por el mismo principio que se subestima la
o crítico de la literatura en genera l y de la posición de los proced i· eficacia incontrovertible de sistemas teóricos y requisitos metodológi-
mientos (también como conducta) desconstructivos en relación con cos, desconfiando de las soluciones defin itivas en materia de interpre·
métodos psicobiográficos, históricos, temáticos, sociológicos, que se tación o comentario que si b ien distinguen poema/comentario, poe·
aplican como consecuencia de la expansión de un enfoque predomi· ma/teoría, texto primario/texto secundario, no distinguen que el mé·
nantemente ideológico. Son las aspiraciones totalizadoras o total ita· todo también es escritura y la teoría tampoco puede sustraerse a las
rias de una crítica que olvida que "el lenguaje no solo es el instrumen· (re)flexiones de la imaginación alegórica aunque pretendan imponer
to de la ficción", como decía Mallarmé, sino el origen donde la ficción una verdad que se verifica más por rigidez que por rigor.
comienza. Las exigencias expansivas de ese enfoque se justifica por la
propia condición extrínseca de estudios que pretenden soslayar la Hartman extiende así la validez de un comentario que no tiene
prioridad del leñguaje de la literatura para atender algo que se encuen- porqué requerir del alarde científico para compartir un lugar con e l
tra más allá de ese lenguaje, algo tan exterior como "la vida misma", texto que comenta. Ambos asimilan en un mismo ejercicio litera rio
entendida ya sea como sociedad, historia, naturaleza, Dios, "la vida las prácticas de un lector-escritor que a-copia por medio de un género
tal cual es" de la que no se sabe cómo el le~guaje, la lectura o la des· más amplio, el comentario, donde se inscribe la lectu ra bíblica de "La
construcción podrían mantenerse al margen. Hillis Miller se une a Paul lucha por el texto", la poética encabalgada con la discusión filo ·
de Man en cuanto a la necesidad de desconstruir los deslizamientos de sófica en "Elación en Hegel y Wordsworth"; una dialéctica también
un discurso que desconoce la retórica a la que las concepciones ideo- espacial pone en evidencia la acción conjunta que podría encontrar
lógicas, en tanto que condicionadas por e l lenguaje, no pueden sus· sus mejores antecedentes tanto en el Glas d e Derrida donde expone
traerse desde e l momento en que es e l lenguaje el que responde por la co-acción discursiva entre el poeta Jea n Genet y la fi losofía de
ellas, un lenguaje tan figurado y necesario como la catacresis del cuen· Hegel, como en ·la coherencia alfabética que ordena el diccionario,
toque fue el punto de partida circunstancial. como en la sabiduría diagramática del Talmud, habilitando el co-
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mentario Y la explicación, legitimando por una misma escritura con- bía impuesto la desconstrucción en América. "La desconstruéción es
sagrada por la religión, la poesla, la filosofía y una ciencia, la lingüls- América" rectificaba Derrida en uno de sus textos más recientes y solo
es aparente la precisión de esta def inición que Derrida aventura a ma-
tica, por afinidad (proximidad y semejanza o semejanza por afinidad:
la affinitas) espacial y especifica. nera de hipótesis, y que supone, más que una restricción toponím ica
o un fáci l deslizamiento de un emplazamiento circunstancial a una
Se elabora así una cr(tica del pensamiento, como una apertura cond ición necesaria. " La desconstrucción es América" admite todavía
retórica necesaria para quien leyó ley y leyenda, dos formas de leer un caso de declinación más: la desconstrucción de América, el genitivo
el texto que co nservan en su coincidencia terminológica las correspon- que expresa una propiedad que le pertenece, una procedencia o, más
dencias del hebreo que asemeja y d iferencia hallaka (ley) y haggada bien, un procedimiento -crítico- ético, la posibilidad de una revisión
(narración) . Por medio de la interpretación poética Hartman realiza crítica de la que América es objeto. Exageraba James J oyce cuando
una crítica del lenguaje (como entendía Wittgenstein toda filosoHa), atribuía a los genitivos la posibilidad de explicar el mundo pero como
tanto como del silencio, su contrapartida necesaria, destacando la posibilidad es válida y más allá de la facilidad de la inversión simétrica
determinación idiomática de la que habla al principio Derrida, revela- imp lica una revisión de lo que América representa , América descons-
. da Y relevada (reunidas en el alem. Aufhebung, otra de las palabra s truida. La desconstrucción no puede no se r " una crítica radical de la
clave de todo el pensamiento desconstructivo), por la paronomasia representación" y aunque sea esa la función que según Hartman asig-
del ingl. "silence/science/signs", el juego de palabras que combina y nan los desconstruccionistas al arte, su acción desconstruct iva la pro- ·
re-crea en el comentario al poema de William Blake, una serie poética pone Y la comparte. Es de esta activ idad crítica radica l, de esa loca li -
donde la reciprocidad de una vaga y vasta homofonía ho descarta la zación desmesurada, de esa transidentidad que atraviesa el océano,
oposición. continentes, idiomas, escuelas y d isc iplinas, que los ensayos que aquí
se incluyen proceden e il ustran.
Alternando conferencias, cursos y discusiones -el diálogo sobre
Virginia Woolf a partir de la introducción que realiza Hilli s Miller y Las ocurrencias de la ficción dan cuenta de las vicisitudes del
que, por razones de precariedad técnica, se publ ica inconcluso- los doble. Dice Borges "Era uno y fue dos. El arte de la colaboración lite-
cri'ticos de Y ale presentaron diversos ejemplos d e esa corriente filosó- raria es el de ejecutar el milagor inverso: lograr que dos sean uno". La
fica y literaria que fue conociéndose como la desconstrucción y llegó a desconstrucción no so lo se produce por la conciliación de índoles di -
consolidarse como una de las moda lidades más agudas, productivas y versas, de abordajes heterogéneos, la mediació n que es la actividad cri-
estimulantes del pensamiento humanístico contemporáneo. Se termi- t ica interesa po rque siempre se produce una fusión , varias fusiones: de
naba de delinear de esta manera el triángulo epistemológico, académi- épocas, espacios, textos. Entrecruzamientos de los que el conocimien-
co Y continental que esta iniciati va de actualización teórica y critica to cr ítico no puede prescindir y que se registran como una metáfora
se habla propuesto desde el 1nstituto de Profesores Artigas, con asis- del desplazamiento (una metáfora de la metáfora), un "desplazamien-
tencia de la Comisión Fulbright, el Servicio Cultural de la Embajada to radical" y como tal, según entiende Derrida, solo puede produci rse
de Francia y la Asociación Uruguaya de Estudios Semióticos. desde el exterio r. Si la actividad crt'tica no se concibe sin la colabora-
ción, sin la participación del otro, su interés pone de relieve en el se-
Hacía casi dos décadas que, a partir de la coincidencia -la inci- mejante lo distinto, lo que se d istingue porque es d iferente, mult ipli-
dencia doble y compartida- de Paul de Man y Jacques Derrida, se ha- cando las numerosas variantes de la alteridad. Desde la "antropofagia"
18 19
de los vanguardistas brasileños, los dialogismos y polifonías que la en'·
tica articuló e impuso, las transtextualidades postestructurales, la dife-
rancia desconstructiva que es más allá de las distintas denominaciones
con que las teorías:circunstancializan el acto de la reflexión, una nece-
sidad dia-crítica que solo por la letra difiere; la diferancia contrae la
figura del otro en la escritura, un otro para quien e l tiempo cuenta.
Tal vez ese otro sea el mismo que el otro del otro y sólo as( sea posible
explicar la propia identidad . También en Montevideo, en el Río de la
Plata, la desconstrucción es de América y como una y otra no pueden
entenderse sino ambivalentemente.
JACQUES DERRIDA
20
*Presentar a Jacques Derrida plantea una serie de contradiccio-
nes en primer fugar, presentar a quien está presente constituye una
contradicción o una redundancia, a fa vista. Por otra parte, si presentar
es hacerles a ustedes un presente con Jacques Derrida, mientras hablo,
lo estoy postergando y por lo tanto ya no es un presente.
23
so, del texto en general, las paradojas más frecuentadas: "Yo miento"
momento, en parte, se la debemos a él. En este momento también
(o digo la verdad), "Nunca digo nunca" (y lo estoy diciendo) o hasta
Emi r está presente en nuestro pensamiento, como otra forma de la
en las expresiones más simples digo o v no sé si asimilo o excluyo; di-
doble articulación de la ausencia:
go por v no distingo entre sustitución v multiplicación; digo contra V
no sé si es adversidad o apoyo; digo cierto v tampoco se sabe si es in-
Como quien toma una ciudad, como quien toma una decisión,
cierto o seguro: libertad pudo nombrar nuestra mayor necesi dad v Jacques Derrida toma la palabra.
también una prisión.
24 25
NACIONALIC)AD
Y NACIONALISMO FILOSOFICO.
27
bilidad del idioma sería entonces una agresión o una profanación con dé lugar a los equívocos más graves. Volveremos extensamente sobre es·
respecto a lo filosófico como tal. te particular. Y vale preguntarse, 2. suponer aun cuando se tenga un con·
cepto claro y asegurado por un consens? (!a cuestión del co~sen~o está
Un escándalo pero tembién una suerte en la medida que la posi- implicada en sí mi sma por la del sent1m1ento, por la conc1enc1a o la
bilidad misma para una -para la filosofía dedec irse,de discutirse,de realidad, considerada como nacional), suponer aun cuando un consenso
pasar, de prescindir, de ir de una a la otra- es pasar por los idiomas, de tenga lugar con respecto al concepto d e nacionalidad, vale form ular la
segunda pregunta: lqué pued e ser un idioma nacional, una nacionali
transportar e l idioma y transportarse, de traducirse a través o más bien
dad filosófica? Para preguntarse lo que puede ser, no hace falta co-
en el cuerpo de los idiomas que no so n clausuras o más bien en el cuer-
menzar por reconocer qu e hubo, al menos, pretensiones a la nacionali·
po de los idiomas que no son encierros en sí mismos sino alocuciones, dad filosóf ica, discursos que pretenden reconocer caracteres filosóficos
pasajes al otro. Porque la cuestión, evidentemente, es lqué es un nacionales, entre s í y entre los otros y, a veces, a fin de hacer el elogio,
idioma? a veces para desacreditarlos. Este idioma nacional puede ser o no ser
No quisiera precipitar la elaboración d e esta cuestión. Formará vinculado, por quienes lo hablan, a una lengua . Tendremos que vol·
mucho tiempo el horizonte mismo, es decir a la vez, si hablamos grie· ver a hablar muchas veces sobr e esto.
go, si decimos horizonte en griego, la apertura y e l Hmite de este se-
minario. Cuando digo que mi primera preocupación, al menos en este se·
minario, es inicialmente, la del idioma o la de la traductibi lidad filo-
Diré solamente d e la palabra idioma, que acabo de adelantar sófica, y en seguida después, el vínculo de este idioma a un rasgo na·
muy rápidamente, que por ahora no la restrinjo a su circunspección cional, lqué quiere decir y por qué llamo a esto una preocupación?
lingüística, discursiva, aunque, como Uds. saben , e l uso la repliega, en
general, hacia ese límite, el id ioma como id ioma de lenguaje . Por aho· La llamo una preocupación -hubiera podido hacer uso de otra
ra, y teniendo la vista fija por privilegio hacia esta determinación de pal abra - para marcar que no se trata aquí sólo para m(, ni, supongo
lenguaje que no es todo el idioma pero que no es una d eterminación para e 1 que tenga que enfrentarse a la filosofía, d e un objeto de estu ·
entre otras, entenderé id ioma en un sentido mucho más indetermina· dio entiendan usted es con eso un tema o un problema que se plantea
do, el d e propiedad, d e característica propia, d e rasgo singular, en del~nte de uno y en el cual no estamos verdadera y gravemente
principio inimitable e inex propiable. El idion es lo prop io. Y d e ahí, situados, envu elto s, inclu idos de antemano, en una situación, precisa -
si digo que mi más propia preocupación, la más propia en este se mina · mente, histórica y filosófica desde la cual ninguna perspectiva es po-
rio, es la diferencia idiomática en filosofía, no es sin embargo, comple· sible. Y en primer lugar, por esta razón obvia, que la pregunta se perfila
tamente, accesoriamente o por distracción qu e elijo por Htulo " na- en una lengua, en un id ioma, y con ciertos rasgos de tal idioma nacio-
cionalidad y nacionalismo filosófico" . nal. Creo que la cuestión de la nacionalidad y del nacionalismo filosó-
fico, que según diversos modos, ha ocupado siempre a todos los filóso ·
La cuestión serfa, por lo tanto, si Uds. quieren tom ar este títul o fos, se cierne y nos concierne hoy de una manera singular. Digamos sin
en serio: lqué es un idioma nacional en filosofía? lCómo un idioma más vue ltas, si se entiende que ahí se juega el destino de la filosofía
filosófico se plantea, se reivindica, aparece, t iende a imponerse como Q.e tal manera que no sea permitida ninguna distracción al respecto .
idioma nacional ? Vale preguntarse, naturalmente: 1. lOué es una na- Hoy estamos en una fase que creo enteramente aguda y paradójica en
ción? y la pregunta, Uds. se imaginan, no es simple, tiene una historia la historia d e este problema. Paradójica, porque nunca tanto como
muy dif{cil d e ser limitada, no se confunde ni con la del pueblo, ni hoy, lo llamamos con una palabra confusa y problemática, la co-
con la d e la raza, ni con la del Estado, bien que a cada paso, se cruce y municación entre los territorios, las institucio nes, los grupos, las escue·
34 JACOUES DERRIDA
NACIONALIDAD y . •. 35
ma será destinado a la universal idad. 2. La relación entre el principio en la libertad de esa espiritualidad/principio nacional: espiritual Y ~o
nacional (principio originario, del origen, y de la creatividad) como natura l, bio lógico, innato, etc./y que quiere el progreso eterno (ew1ge
principio fi losófico inconsciente y su futuro c?nsciente ~n la f~losofia Fortbildung) de esa espiritualidad por la libertad, dond eq uiera haya
de hoy esa relació n entre la filosofía Inconsciente y la fdosof1a cons- nacido y cualquiera sea la lengua qu'e hable/ ist unsers Geschlecht/"Son
ciente ~s una relación circular, por supuesto . La figura del c(rcul~ se con nosotros, y para nosotros " lde nuestra raza, famil ia, genealogía,
impone pues se trata, p o r la filosofía temática, de volver a u~ on_ge n filiación, casi "sexo"?: más tarde, a propósito de un texto de Heideg-
que no consiste por ot ra parte sino en un principio de lo origmano Y ger, será necesario que hab lemos de esa p~labr~ tan difícil de _traducir:
de la creatividad. La creatividad es circular, la creación de lo nuevo (Geschlecht). (es gehort uns an und es w•rd s1ch uns zu tun). nos per-
(Schopferkraft des Neuen) no es sino un recurso, un remedio, una tenece, tiene la misma pertenencia que nosotros y está con nosotros,
vuelta circular a la fuente. Pero, 3. La figura de ese círculo no forma t iene que ver con nosotros, es algo que está un ido a nosotros. Y todo
parte del orden d e la geometda o del movimiento abstracto, de la me- lo que cree (en cambio, al contrario) en la inmovilidad (el no progreso,
cánica ese c(rcl.Jio es el de una alianza, de un vinculo (Bund) que hay Stillstand), en la regresión ( Rückgang). en el baile en circu lo ( Cirkel-
que re,afirmar pues, la alianza con su propio origen Y su propia des~i tanz: otro c írculo, c(rcl.Jio del baile y no de la alianza, del Bund) o que
nación su propia procedencia que ordena al pueblo alemán convertir· pone la natu ra leza muerta en el timón del mundo (an das Ruder der
se en 1~ que es o en lo que tiene que ser. De ahí el llamado a la 1ibertad Weltregierung) ese, (este - dondequ iera haya nacido y cualquiera· sea
que supon~ todo compromiso, toda alianza, ya fuera con uno , con su su lengua, ist undeutsch und Fremd für uns, y es de desear .que se
propio inconsciente, con su pasado originario. Hay que contratar Y re- aparte totalmente de nosotros (luego aunque haya nacido a lemán Y
anudar la alianza que se anuncia pues, tanto como una promesa o una hable, aparentemente, alemán: en realidad, no -habla alemán, el verda-
orden una afirmación: nacionalidad, nacionalismo, tanto como un he· dero alemán)."
cho . Se d ebe a que , como ustedes lo van a ver, no hay casi, un hecho
alemán un hecho nacio nal e n ese discurso de fi losofía nacionalista. La Ustedes ven aquí ...:.es la única cosa que quería ilustrar por ahora
esencia 'd el alemán no se confunde con la factualidad empír ica, con la citando a Fichte que estudiaremos más tarde de manera sistemática-
pertenencia emp(rica a la nación alemana de hecho, de la misma ma - que ese nacionalismo es bastante esencia lista y arqueo-teleológico por
nera que la no-pertenencia empírica a dicha nación al emana no ex- no tocar en suma ninguna naturalidad o factualidad alemana -al me-
cluye a los no-alemanes su participación a alguna germanidad origina- nos en principio y f ilosóficamente, y que por eso mismo, por otra par-
ria. Todo eso tiene una relación esencial con un rasgo del nacional ismo te la afirmación naciona lista es filosófica de parte en parte, no es
de F ichte sobre el cual volveremos extensamente más tarde, a saber su só,lo u n filosofema, se confunde con la afirmación evaluante, jerarqui -
esencia alemana lingülstica, del lenguaje, su arraigamiento en una. in- zante de la mejor y d e la verdadera filosofía, 'del principio filosófico Y
terpretación de la lengua alemana -y en ningún otro lu gar. De ahí e~a del telas filosófico en t anto que tal. Ese nacionalismo no se presenta
consecuencia paradójica, que podemos considerar alternando como tampoco sólo como una f ilosofi a, .sino como la filosofía ,' la filosofía
expansión de la ger:~erosidad o expansionismo imperialista de un pu e- por exce lencia. Fa ltar ía saber si as(, su carácter ejemplar Y ejemp laris-
blo seguro de s í mismo y dominador: cualquiera que t om e parte en ta nos permite decir que todo naciona 1ismo t iene a su vez e l mismo desti-
esa filosoffa briginaria, de la originariedad, de la vida, de la libertad no, es deci r presentarse com o filosófico y más, todavía, como el telos
creativa - es a lemán, aún si en apariencia pertenece a otro pueblo. universal de la filosofia . La f ilosofía ext ra nj era (a la fi losofía alemé!na) es
Participa de la esencia t e leológica alemana, mientras que un a lemán en realidad, dirá Fichte un poco más lejos, una filosofia d e la muert e Y
de hecho es extranj ero si no es filósofo de esta filosofía ..Sigo con mi po r lo tanto una no-fi losof(a :' " Segú n lo q ue hemos dicho más arriba,
cita-traducción: "E 1 principio (Grundsatz) sobre el cual se funda ese relativo a la 1ibertad, podemos en esa ocasión exponer netamente pa-
principio de perfeccionamiento (esa vuelta circular de la cual acaba ra todos los que tienen oídos para olr lo que qu iere esa filosofía qu e
d e hablar) es e l siguiente: todo lo (was) que cree en la espiritual idad y
49
1) La pregunta del hijo. íamos entonces, por una parte, la pareja "invención-disposición"
las ideas o las cosas, y por otra parte, la pareja "elocución, dispo-
Ciertamente, Cicerón no hubiese aconsejado a su hijo que co- sición" para las palabras o para la forma.
menzara así. Ustedes ya lo saben, es para responder a la pregunta y al
dese~ de su hijo que Cicerón definió un día, una vez entre otras, la Se trata de poner en su lugar uno de los topoi filosóficos más
retónca de la invención oratoria. ( 1) tradicionales. El que nos recuerda Paul de Man en su muy hermoso
texto titulado Allegory of Persuasion d e Pascal. Gu isiera dedicar
Aquí se impone una referencia a Cicerón. Para hablar de la in- esta conferencia a la memoria de Paul de Man. Perm l'tanme hacerlo
vención, nos es necesario siempre recordar una latinidad de la palabra. muy simplemente, tratando de pedirle prestado todavía, entre todas
Es la .q.u e marca la construcción del concepto y la historia de la pro- las cosas que nosotros hemos recibido de él, algún rasgo de la serena
blematJca. Por otra parte, la primera pregunta del hijo de Cicerón ll e- creación que marcaba la fuerza y el brillo de su pensamiento. Yo que-
va a la lengua - y sobre la traducció n del Griego al LaHn: "Studeo, mi ría hacerlo extensivo también a Cornell porque fue donde enseñó y
pater, Latine ex te audire ea quae mihi tu de ratione dicendi Graece donde cuenta con muchos amigos y antiguos colegas o estudiantes. El
tradisti, si modo tibi est otium et si vis". (Me ardo del deseo, padre, año, pasado, en ocasió n de una conferencia análoga, recordaba que fu e
de escucharte decir en latín esas cosas que tú me has dado (dispensa- uno de los primeros intermed iarios entre esa universidad Y yo, cuan-
do, relacionado, entregado o trad ucido, legado) en griego, al menos si do dirigía en 1967 el programa de Cornell en París . Fue entonces que
tú tienes el placer y si tú lo quieres".) ' aprendí a conocerlo, a leerlo, a escucharlo y comenzó una amistad en-
tre nosotros cuya fidelidad no tuvo sombra y permanecerá como uno
Cicerón padre responde a s u hijo. Le dice primeramente, como de los más raros y preciosos rasgos de luz.
en eco o como en réplica narcisista, que su primer deseo de padre, es
que su hijo sea lo más sabio posible (doctissimum) . Por medio de su En Allegory of Persuasion de Pascal, Paul de Man prosigue
pregu nta ardiente, el hijo ha ido más allá de la pregunta paterna, su de- su in cesante meditación sobre el tema de la a legar la. Y es as(, más o
seo arde del deseo de su padre que no tiene pues dificultad en satisfa- menos directamente, de la invención como alegoría (invención del
cerlo Y en reap ropiárselo satisfaciéndoselo. Luego el padre enseña a su otro), como mito o como fábula que les hablaré hoy. Después de haber
hijo que la fuerza propia, la vis del orador , c~ nsiste en las cosas que él subrayado que la alegoría es "sequential and narrative", tanto que
trata, (las ideas, los objetos, los t emas) así como también en las pala- "the topic of its narration" no sea "necessarily temporal at all", Paul
bras, hay que distinguir entre la invención y la disposición, la inven- de Man insiste sobre las paradojas de lo que se podr la llamar la tarea
ción qu~ encuentra o descubre las cosas, la disposición que las sitúa, de la alegaría o la exigencia alegórica: "Allegory is the purveyor of
las localiza, las pone disponiéndolas: "res et verba invenienda sunt et demanding truths, and thus its burden is to articulate an epistemolo-
conlocanda". Sin embargo la invención se aplica "propiamente" a las gical arder of truths, and deceit with a narrative or compositional or-
ideas, a las cosas de las cuales se habla, y no a la elocución 0 las formas der of persuasion". Y en e l mi smo d esa rrollo cruza la di stinción c lási-
verbales. Con respecto a la disposición, que sitúa ta nto las palabras co- ca de la retórica como invención y de la retórica como disposición:
mo las cosas, la forma como el fondo, se la asocia a menudo con la in- "A large number of such texts on the relationship between truth
vención; precisa entonces Cicerón padre: la disposición, la preparación and persuasion exist in the canon of philosophy and rhetoric, often
de los lugares concierne pues tanto a las palabras como a las cosas. crystallized around such traditional philosophical topoi as the rela-
50 51
JACOUES DERRIDA PSYCHE ...
tionship between analytic and synthetic judgments, ~etween propo- equ!'voco de esta palabra o de este concepto, la invención, ust edes
s itional and modal logic between logic and mathematics, between lo- ya están comprendiendo algo de lo que quería decir. Por eso este
gic and rhetoric, between rhet oric as inventio and rhetoric as disposi- discurso debe present arse como una invención. Sin pretender ser in -
tio, and so fo rth". ventivo de l principio al fin y continuamente, debe explotar un fondo
vagamente común de las fuentes y de las posibilidades reglamentadas
Si tuviéramos tiempo, nos hubiéramos preguntado porqué Y có- para firm ar, de alguna forma, una proposición inventiva, al menos
mo, en el derecho positivo que se instituye entre los siglos XV 11 Y una, y no podrá interesa r el d eseo d el oyente más que en la medi-
X IX, el derecho de autor, o la propiedad de un inventor en el domi nio da de esta innovació n f irmada. Pero, es aquí donde la dramat iza-
de las artes y las letras no tiene en cuenta más que la fo rma Y la com- ción y la alegoría co mienzan; tendrá también necesidad d e la firma
posición. Es~ e derecho exc luye toda consideración de las "cosas", d el del otro, de su contrafirma, digamos aquí la d el hijo que no es la in -
contenido, d e los temas o del sent ido. Todos los textos d e derecho vención del pad re. Un h ijo deberá reconoce r la invención como tal,
lo subrayan, al precio de di ficultades o contus iones: la invención no como si el heredero quedara sólo como juez (retengan esta palabra
p uede marcar su orig inal idad más que en los valores de forma Y com- d e juicio ), como s i la contrafirma del hij o detenta ra la autoridad le-
posición . Las "id eas", ell as, pe rtenecen a todo el mundo . Universales gítim amente. Pero al presentar una invención y al presentá rse le como
por esencia, no sabrían dar lugar a un derecho d e propiedad . lHay una invención, el d iscurso del c ual hablo, deberá hace r evaluar, reco-
a ll ( un a tra ición, una m ala t raducción o un desplazamiento de la he- nocer y legit imar su invención por otro qu e no sea de la familia: por el
rencia ciceroniana?. Dejemos esta cuestión suspendida . Quer ía sola- otro com o miembro d e una comunidad social y de una institució n .
mente co menzar por un elogio d el padre Cicerón. Incl uso si él no hu- Pues una invención no puede jamás estar privada d esde el momento
biera inventado jamás otra cosa, encuentro mucha vis, mucha iiwen- que su estatuto d e invención, digamos s u "brevet", su patente , su
tiva, alguien que abre el. discurso sobre el d iscurso, un tratado del arte identificación manifiesta, abierta, pública, debe serie significada y con-
oratorio y un escrito sobre la invención al que llamaré la pregunta del ferida . T rad u zca mos: habl ando de la invención, ese vi ejo t ema pater-
hijo , como preg unta de ratione dicendi que se encuentra: es también nal q ue se tratará hoy d e rei nventar, deberla acordá rsele u n certificado
una escena de traditio en ta nto que tradic ión, tra nsferencia Y traduc- de invenci ón a est e discurso. Supone co nt rato, p romesa, compromiso,
ción, se podría d ecir también una alegoría de la metáfora. El niño instituc ión, d erecho, lega lidad , legitimació n. No hay invención natu -
que hab la, interroga, pregunta, con celo, (studium) , les el fruto de ral, y s in emba rgo la invención supone también origi nalid ad , genera-
una invención?. lSe inventa u n ni ño ?. Esta pregunta va a resonar más ción, engendramiento, genealogía, valor!;!s que asociamos a menudo
lejos. ¿concierne primero al hijo , leg ítimo y portador de l nombre?. a la genia lidad, y por lo ta nto , a la naturalidad. De ahlla pregunta del
lQué voy a poder inventar yo todavía?. hijo, de la fi rma y d el nomb re . Vemos qu e ya se an uncia la estructura
singular de semejante aco ntecimiento . lQuién la ve anunciarse?. ¿ El
De un discu rso sobre la invención, se espera ciertamente que res- padre, el hijo?. ¿Qu ién se encuentra exc luido d e esta escena de la
ponda a su p rom esa o que honre un contrato : deberá tr at ar de la in - invención?. l Qu ién es el otro de la invención? . l EI padre, el hijo, la
vención. Pero se espera también -la letra del contrato lo imp lica- que hija, la mujer, el hermano, la hermana ?. S i la invención nunca es
proponga algo d e inédito, en las palabras o en las cosas , en e l enun - privada, lcuál es aún su relación con toda s las escenas de la fa m ilia?.
ciado o en la enunciación, sobre el tema de la invención. Por poco
que sea, para no decepcionar, deberla inventar. A pesar de todo lo Estructu ra singular, ento nces, de un acontecim iento, porque e l
acto de palabra del cual hablo debe ser un evento*: en la medida de
52 JACOUES DERRIDA
PSYCHE .. . 53
su singularidad, por otra parte, y sin embargo, por otra parte, esta uni - en la gratitud y la culpabilidad, la invenc ión que será necesaria a los
cidad hará venir o advenir algo nuevo. Debería hacer o hacer venir lo t raductores d e este texto ·en todos los luga res donde él explota la ins-
nuevo de una primera vez. Tantas palabras, lo "nuevo", el "evento", titución de las lenguas latinas. )
el "venir", la "singularidad", la "primera vez", ("First time" donde el
tiempo se marca en una lengua sin hacerlo en otra) que llevan todo el Pero si esta colusión verbal parece aventurad a y convencional
peso del enigma. Jamás una invención ha t enido lugar, jamás se dispo- también hace pensar. lOué hace pensar?. lOué otra cosa?. lCuá l
ne sin algún evento inaugural. No sin algún advenimiento, s i entend e- otro?. lOué es necesario toda vfa invent ar en cuanto a veni r?. lQu ~
mos por esta última palabra la instauración para el futu ro de una posi- quiere decir venir?. lVenir una primera vez?. Toda'invención supone
bilidad o de un poder qu e permanecerá a disposici ón d e t odos. Adve- que algo o alguien venga una primera vez. Algo a algu ien, o alguien a
nimiento , ya qu e el acontecimiento d e una invención, su acto de pro- algui en, y que sea otro. Pero para que la invención sea u na invención,
d ucc ió n inaugural debe, una vez reco nocido, legitimado, refrendado es deci r unica, incluso si esa uni cidad debe dar lugar a la repetición, es
por un co nsenso social, según un sistema de convenciones, va ler para necesario que esta primera vez sea también una últi ma vez, la arqueo -
el futuro. No recibirá un estatuto de invención, por otra parte, más logia y la escatolog fa haciéndose signo en la iron ía d e un solo instante.
que en la medida en que esta sociali zació n de la cosa inventada será Estructura singular, pues; de un acontecimiento q ue parece producirse
garantida por un sistema de convenciones qu e le asegurará de la mis- hablando de él mismo , por el hecho de hablar de él, d esde e l momento
ma forma una inscr ipción en una historia común , la pertenenci a a en que inventa el sujeto de la invenc ió n, abriéndose cami no, inaugu-
una cultu ra, hérencia, patrimonio, tradición pedagógica, di sciplina rando o fi rmando su singularidad, efectuándola de alguna manera en e l
y cadena d e generaciones. La in venció n comienza a poder ser repet ida, mismo momento en que nombra y d escribe la generalidad de su
explotada, reinscripta. Para atenernos a esta red que no es solam ente género Y la genealogía d e su topos: d e inventione, guarda ndo en la
léxica y que no se red uce a los juegos d e una simp le invención _verbal, memoria la t rad ición de un género y de quienes lo han ilustrado .
nosotros vemos que concurren varios modos d e venir o d e la venida,
en la enigmática colus ión del invenir o de l inventio, del evento o del En su pretensió n d e inventar toda vía, ta l discurso, el com ienzo
advenimiento, del porvenir, de la aventura y de la convención. Este inventivo hablando d e s f mismo, en una estructu ra reflexiva que no
enjambre lexical, lcómo traducirlo fuera de las lenguas lat inas guar- solamente no produce coincidencia y presencia en si, sino que pro-
dando su unidad, la que liga la primera vez la invención , al ven ir, a yecta más bien el ad ven im iento del s(, d e "hablar ", o d e "escribir"
la venida del porvenir, del evento, del advenimiento, d e la conven- de s( mismo como otro, es decir, de la huella. Me contento aqu ¡
ción o de la aventura?. Todas estas palabras de origen latino son cier- con nombrar este valor de "self-reflexivity " que estu vo a menudo
tamente recogidas por ejemplo, en ingl és (e incl uso en su uso judi- en el centro de los anális is de Paul de Man. Es sin duda más retorcida
cial muy codificado, muy estrecho, e l d e " venida", e l d e "advento" de lo que parece. Ha dado luga r a los debates más interesantes, prin-
reservado a la venida de Cristo). excepto, en el centro del hogar, cipalmente en los estudi os de Rodo lphe Gasché y de Suzanne Gear-
el venir mismo. Sin duda una invención vuelve dice el Oxford English hardt. T rataré de volver yo mismo otra vez sob re este punto.
Dictionary, "the action of coming upon or finding". (Pero ya imagino,
• Se refiere evento a acontecimiento por la relación co n venir Y co n todas las de- Hab lando d e él m ismo, tal discurso intentaría q ue fuera admit i-
más palabras de la familia que Jacques Derrida pone en juego. (N . del T.l
do por una co mun idad pública, no so lamente el va lor de verdad gene-
PSYCHE ...
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64 JACOUES DERRIDA
performativos o de constativos que no lo son jamás porque se para- ration t o what is, in fact, simultaneous within the subject, the structu-
sitan uno al otro, es ta r íamos tentados a dec ir que esta desgracia, es re of irony, however, is the reversed mirror-image of this form" (p.
también la esencial "infelicidad" de estos speech acts. 225) (yo subrayo).
En todo caso, por todas estas inversiones y perversiones, por 3) Y en f in, para reuni r estas dos imágenes de espejo invertidas:
esta revolución fabulosa, estamos en el cruce de lo que Paul de Man "lro ny is a sy nchronic struct ure, wh il e allegory appears as a succesive
llama alegoría e ironía. Sin poder adentrarme aquí, s'ituaré, en la relec- mode capable of e ngendering duration as the illus ion of a continuity
tu ra si es necesario de "The Rhetoric of Temporality", por ejemplo, that it knows to be illusionary. Yet the two modes, for all their pro-
tres momentos o tres motivos. found distinction in mood and structure, are the two faces of the sa-
1) El de un a concl usión p rovisoria ("provisional conclusion" pág. me funda mental experience of time. (p. 226) (yo subrayo). Dejemos
222) que liga la a legorfa y la ironía en el d esc ubrimiento, se puede a la palabra "predicament o" (y la palabra es u n predicamento) y todas
d ec ir la invención, "of a truly temporal predicament". Veamos algu - sus connotaciones, y hasta las más adventicias (adventicious). El espe-
nas 1(neas que parecen escritas para Fábula. jo es aq ui el predicamento: una situación necesar ia o fata l, una casi
"The act of irony, as we now ·understand it, reveals the existen- nat ~raleza, de la cual podria def ini rse con toda neutra lid ad e l predi-
ce of a temporality that is definitely not organic, in that it re lates to cado o la categoría, pero también el peligro amenazant e de una situa-
its so urce only in terms of distance an difference and allows for no ción tal, la maqu inaria técnica, el art ificio que la constitu ye: uno es
end, for no totality (es precisamente el espejo). lro ny div id es the flo w presa de la tra mpa del espejo. Me gusta pronunciar aqu1' el vocablo
of t emporal ex perience into a past that is pure mystification and a fu - "trampa": fue , hace algunos años, un tema fa vorito de discusiones
ture that remains harassed forever by a relapse w ithin the inauthentic. ell'pticas y divertidas entre Paul de Man y yo.
1t can know this inau t hentici ty but can never overcome it. 1t can only
restate and repeat it o n a n increasingly co nsci uo s leve!, but it remains Fábula, pues: una alegoría que dice irónicamente la verdad de la
endless ly caught in the impossibility of m aki ng this knowledge ap pli- alegor ía que está presenta ndo, y al hace rlo, decirlo a t ravés de un juego
cable to the em pírica! world. lt disso lves in the narrowing spiral of a de personas y de máscaras. Las cuatro primeras 1íneas: en la tercera pe r-
linguistic sign that becomes more and more remote from its meaning. sona del presente del indicativo (modo aparente del constativo, aun-
and it can find no escape from this spiral. The temporal void that it que es del "yo" que Austin nos dice que tiene en p resent e el privilegio
reveals is the same void we encountered when we found allegory al- del pe rform ativo, el qu e pued e enco ntra rse aqu 1 impl (cito). En esta s
ways implying an unreachable anteriority. Allegory and irony are lin - cuatro lineas, las dos primeras son afirmat ivas, las otras dos interroga-
ked in their common discovery of a truly temporal predicament". (yo tivas. Las líneas 5 y 6 pod rlan explicitar la inte rvenc ión impllcita de
subrayo) . un "yo" en la med ida en que d ra mat icen la escena al dirigirse al lec-
tor, por la desviación d e u n apóstrofe o parábasis. Pau l de Man presta
2) Un poco más lejos, Paul d e Man presenta la ironía como la ima- mucha atención a la pa rábasis pri ncipalmente ta l como la evoca Schle-
gen especular invertida de la alegoría: "the fundamental structure of gel en relación con la ironía. Lo hace aún en Rhetoric of Temporality
a ll egory reappears here (en uno de los poemas de Lucy Gray de (p. 222) y en otro lado. El "tu ya juzgas" es a la vez performat i-
Wordsworfh) in the tend ency of the language towards narrati ve, the vo y constativo, él tamb ién, y " nuestras dificu ltades", son también
spreading out a lo ng the axis of an imaginary time in order to give du - las del autor y del "yo" impl(cito d e un f irm ante, de la fábula que
68 PSYCHE .. .
JACOUES DERRIDA 69
"Par le mot par commence done ce texte gas ... ") pero que juzga a partir de su inscripción .en el texto, lugar
Dont la premiére ligne dit la vérité, donde se refrenda Y en principio asignado al destinatario. No tiene
Mais ce tain sous l'une et l'autre ese estatuto de invención más que en la medida que de~de la doble po-
Peut-il etre tolére?" sición del autor y del lector, del firmante y del refrendatario, propone
también una máquina, un dispositivo técnico que debemos poder, en
Entre los dos "por", el estaño es "la palabra" que comparte, se- ciertas condiciones y dentro de ciertos límites, re-producir, repetir,
para, una parte y otra de sí mismo, las dos apariciones de "por". Las reutilizar, transponer, comprometer en una tradición y un patrimonio
opone·, las pone en consideración o frente a frente, las liga indisocia- público . Tiene pues el valor de un procedimiento, modelo o método,
blemente pero lás disocia también para siempre. Violencia insopor- que provee reglas de exportación, de manipulación, de variación. Te-
table, que la ley debería prohibir (leste estaño puede ser tolerado niendo en cuenta otras variables lingüísticas, una invariante sintáctica
debajo de las dos 1íneas o entre las 1íneas?). prohibir como una perver· puede, de modo recurrente, dar lugar a otros poemas del mismo tipo .
sión de los usos, un desvío 'de la convención lingüística. Además Y esta factura tipificada que supone una primera instrumentalización
se encuentra que esta perversión obedece a la ley del lenguaje, es de la lengua, es realmente una especie de tekhné. Entre el arte y las be-
completamente normal, ninguna gramática encuentra nada para llas-artes. Este híbrido de performativo y constativo que desde la pri-
objetar a esta retórica. Es necesario hacer un duelo, es lo que reconoce mera 1ínea (primer verso o first line) a la vez dice la verdad ("En el
y ordena a la vez el igitur de esta fábula, el "pues" a la vez lógico , na- que la primera 1ínea dice la verdad", según la descripción y el llamado
rrativo y ficticio de esta primera línea: "Por la palabra por comienza de la segunda 1ínea). una verdad que no es otra que la suya propia pro-
pues este texto ... ". duciéndose, se trata de un acontecimiento singular pero también una
máquina. Haciendo el mismo tiempo un llamado al fondo lingüístico
Este igitur habla para una psyché, a ella y frente a ella, con preexistente (reglas sintácticas y -tesoro fabuloso de la lengua-, pro-
respecto a ella también, y psyché no sería más que el espéculo gi- vee un dispositivo reglamentado regulado capaz de engend rar otros
ratorio que viene a relacionar el mismo con el otro. esta relación enunciados poéticos del mismo tipo. una especie d e matriz· de impren-
del mismo con el otro podríamos decir jugando: no es más que una ta. Se puede decir también : "Con la palabra con se inaugura pues esta
invención, un espejismo o un efecto de espejo admirable, su estatuto fábula", o b ien, otras variantes regulada~. más o menos alejadas del
permanece como el de una invención, de una simple invención, sobre- mode lo, Y que no he tenido el tiempo de multiplicar aquí. Piensen
entiendan ustedes, técnica. La cuestión permanece : la psyché, les una también en los problemas de la citacionalidad a la vez inevitable e im-
invención?. posible d e una invención auto-citacional, si por ejemplo digo, como ya
1 lo he hecho: "Por la palabra por comienza pues este texto de Ponge
El análisis de esta fábula sería sin fin, lo abandono aquí. Fábula intitulado Fábula, pues comienza as(: Por la palabra por, etc .... ".
que dice la fábula no inventa sólo en la medida en que cuenta una his- Proceso sin comienzo ni fin que no hace sin embargo más que comen-
toria que no t iene lugar, que no tiene lugar fuera de ella misma Y qu e zar. pero si n poder hacerlo jamás pu esto que su frase o su fase inicia-
no es otra sino ella misma en su propia in(ter)vención inaugural. Esta dora es ya segunda, ya la siguiente de una primera que ella describe
no es solamente una ficción poética cuya producción viene a hacerse antes incluso de que propiamente tenga lugar, en una especie de ep(-
firmar. certificar, conferir un estatuto de obra literaria a la vez por su grafe tan imposible como necesario. Es necesario siempre volver a
autor y por el lector, por el otro que juzga ("querido lector tú ya juz. empezar para llegar a comenzar al fin, y reinventar la invención . Al
borde del epígrafe, tratemos de comenzar.
JACOUES DERRIDA
70 PSYCHE ... 71
ción o de turbulencia para todo estatuto que le fuera asignab le en el
Se habfa entendido que hablaríamos hoy del estatuto de la momento en que sobreviene. lNo es ella entonces espontáneamente
invención. Ustedes saben bien que había ahí un contrato que aparece desestabilizadora, incluso desconstructora?. La pregunta seria enton-
trabajado por algún desequilibrio y que por eso m.ismo ~~sulta algo ces la siguiente: lcuá les pu ed en ser los efectos d esconstructores de
provocativo. Es necesario hablar del estatuto de la mvenc1on pero es una invención ?. O inversam ente: len qué, un movimiento de descons-
mejor inventar algo con respecto a eso. Sin embargo no estamos au- trucción lejos de limita rse a las formas negativas o desestructurantes
torizados a inventar más que en los 1imites estatutarios asignados por que se prestan a m enudo con ingenuidad, puede ser inventivo en sí
el contrato y por el título (estatuto de la invención o invenciones d el mism o o la seña l de una inventividad en obra en u n campo socio-
otro). Una invención que no se dejaría dictar , ordenar, programar por histórico?. Y en f in, lcómo u na desconstrucción del concepto mi smo
esas convenciones sería desplazada, fuera de pu esto, fuera de propósi- de invención a través de toda la riqueza compleja y organizada d e su
to impertinente, transgresiva. Y sin embargo, algunos se tentarían con red semántica, puede ella todav ía inventar?. ll nventar más allá del
ci~rta prisa afanosa, a replicar que justamente no habrá hoy invención concepto y del lenguaje mismo de la invención, de su retórica y de su
más que a condición de esta desviación : incluso de esta inconve- axiomática?.
niencia dicho de otro modo a ·condición que la invención transgreda ,
para se~ inventiva, el estatuto y los programas que hubi ésemos querido Yo no trato de conformar la problemática d e la invención a la
asignarle. desconstrucción. Mi pregunta está en otra parte: lPor qué la pa labra
"invención", esta palabra clásica, gastada, cansada, conoce hoy una
Ustedes sienten dudas, las cosas no son tan simples. Aunque sea nueva vida, u n nuevo modo, un nuevo modo de vida ?. Un análisis es-
poco lo que retengamos de la carga semántica de la palabra "inven- tadíst ico de la doxa occidental, estoy seguro, lo haría aparecer: en el
cion", alguna indeterminació_n que le dejempos por el mome nto , tene - vocabulario, los "t itulas" d e libro, la retórica de la publicidad, de la
mos al menos la impresión de que una invención no debería en tanto crítica literaria , de la elocuencia poi itica, e incluso en las consignas
que tal y e n su surgimiento inaugural, tener un estatuto. del arte, de la moral y de la religión. Vuelta extraña de un deseo de
invención. "Es necesario inventar": no tanto crear, imaginar, produ-
En el momento en el cual hace irrupción, la invención instaura- c ir, institui r sino más bien inventar; y es en el intervalo entre estas dos
/ dora debería desbordar, ignorar, transgred ir, negar (o al menos la com- significaciones (inventar/crear, invent ar/producir, inventar/instituir, in-
plicación suplementaria d e negar) e l estatuto que hubiése~os querido ventar/imaginar, etc.) que reside precisamente la singularidad de ese de·
· asignarle 0 reconocerle con anterioridad, incluso el espac1o en el c ual seo de inventar. Inventar no es esto o aquello, tal t ekhné otalfábula,si-
este estatuto, él mismo, toma su sentido y su legitimidad, es d ec ir, no inventar el mundo, u n mundo, no América, el Nuevo Mundo, si no un
todo el medio de recepción que por d ef inición no deb erfa nunca estar mundo nuevo, otro hábitat , otro hombre, otro deseo· incluso, etc. Un
pronto para acoger una auténtica innovación. En esta hi~~tesis (qu_e análisis más fino debe ría mostrar por qué la pa labra invención se im-
no es la mía por el momento) una teoría de la recepc1on deber1a pone más ráp ido y más frecuentemente que otras palabras vecinas
aquí 0 bien encontrar su 1imite esencial o bien comp_licar~e con un_a (descubr ir, crear, imaginar, producir, etc.). Y por qué este deseo de
teoría d e las desviaciones transgresivas sin saber muy b1en s1 esa teona invención que va hasta el sueño de inventar un nuevo deseo, per-
sería todavía teoría y teoría de algo como la recepción. Quedémonos manece contemporáneo ciertamente a u na experiencia d e fa tiga ,
todavía un poco en esta hipótesis de buen sentido : una invención de· d e agotam ient o, de lo ex hausto pero acompaña también u n deseo
bería producir un dispositivo de desarreglo, abrir un lugar d e perturba·
PSYCHE ... 73
72 JACOUES DERRIDA
de desconstrucción que va hasta a suspender la aparente contradic-
ción que podría haber entre la desconstrucción y la invención.
una existencia o un mundo como conjunto de los existentes. No
tiene el sentido teológico de una creación de la existencia como
tal ex·nihilo. Descubre por primera vez, devela lo que ya se encon-
La desconstrucción es inventiva o no es, no se contenta con traba allí, o produce lo que, en tanto que tekhné, no se encontraba
procedimientos metódicos, se abre un camino, marcha Y marca; su ciertamente ah ( y no es por lo tanto creada, en el sentido fuerte de
escritura no es solamente performativa, ella produce reglas -otras la palabra, solamente agenciada a partir de una reserva de elementos
convenciones- para nuevas performatividades y no se instala nunca existentes y disponibles, dentro de una configuración dada . Esta con-
en la seguridad teórica de una oposición simple entre performativo figuración , esta totalidad ordenada que hace posible una invención y
y constativo. Su marcha compromete una afirmación, que se vincula su legit imación, plantea todos los problemas que ustedes saben y que
al venir del acontecimiento, del advenimiento Y de la invención. Pero se denom inan totalidad cultural, Weltanschauung, época, episteme,
no puede hacerlo sino desconstruyendo una estructura conceptual paradigma, etc. Sea cua l sea la importancia de estos problemas, y
e institucional de la invención que había reconocido algo de la inven- su dificultad, reclaman todos una elucidación de lo que inventar quie-
ci.ón, de la fuerza de invención; como si fuese necesario, más allá de re decir o lo que impl ica. En todo caso la Fábula de Ponge no crea na·
un cierto estatuto tradicional de la invención, reinventar el futuro da en el sentido teológ ico del t érm ino (por lo menos en apariencia),
porvenir. no' inventa más que recurriendo a un léxico y a reglas sintácticas, a
un código en vigencia a convenciones a ·las cuales se somete de una
3. Venir, Inventar, Encontrar, Encontrarse. cierta manera . Pero da lugar a un evento, cuenta una h istoria fict icia
y produce una máquina introduciendo una desviación en el uso hab i·
Extraña proposic ión. Acabamos de decir que toda invención
tual del discurso, despistando en cierta medida el hábito de espera y
tiende a desarreglar e l estatuto y q uisiéramos asignarle el momento en
recepción del cual tiene, sin embargo, necesidad ; la fábula forma un
el cual e lla tiene lugar. Decimos ahora que se trata para la desconstruc-
comienzo y habla de este comienzo, y en este doble gesto indivisible,
ción, de acusar e l estatuto tradicional de la invención misma. lQué
inaugura. Es ahí que residen esta singularidad y esta novedad sin las
hay que decir?.
cuales no habría invención.
¿Qué es una "i nvención"?. ¿Qué hace? . Viene a encontrar por
En todos los casos y a través de todos los desplazam ientos se·
primera vez. Todo el equívoco se vuelca sobre la palabra "encontrar".
mánticos de la palabra " invención", esta permanece en venir, e l
Encontrar es inventa r cuando la experiencia de encontrar tiene lugar
evento de una novedad que debe sorprender puesto que en el mo -
por primera vez. Evento sin precedente cuya . novedad pu~de s~~ o
mento en el que sobreviene, un estatuto no podía ser detenido para
bien de la cosa encontrada (inventada), (por eJemplo, un dtspostttvo
esperarla y reducirla al mismo.
técnico que no ex istía antes: la imprenta, una vacuna, una forma
musica l, una institución -buena o mala-, etc.); o bien el acto Y no
Pero esta aparición de lo nuevo debe ser debido a una opera·
el objeto, el objeto d e "encontrar" o de "descubr ir" (por ejemplo
cton del sujeto humano. La invención vuelve siempre al hombre co-
un sentido ahora envejecido, la Invención de la Cruz (5) o la Inven-
mo sujeto*. He aquí una determ inación de gran estabilidad, una casi·
ción del Cuerpo de San Ma rcos d el Tintoreto.) Pero en los dos casos,
invariante semántica que deberemos t ene r en cuenta rigurosament e.
según los dos puntos de vista (objeto o acto), la invención no crea
• Sujet, en francés, significa tanto "sujeto" como "tema". IN. del T .) .
74 JACOUES DERRIDA
PSYCHE . •• 75
Cualquiera sea la histori.a o la polisemia del concepto de inven- cond iciones de emergencia y de legitimación de las invenciones. lCó-
ción en tanto que se inscriba en.la dependencia** de la latinidad, incluso mo recortar y cómo nombrar estos conjuntos contextuales que vuel-
si no está en la propia lengua latina, nunca, me parece, se ha autoriza- ven posible y aceptable tal invenc ió n -desde el momento en que esta
do a hablar de invención sin implicar allí la iniciativa técnica de lo que a su vez debe mod ificar la estructura de este contexto mismo?.
se llama el hombre (6) . El hombre él mismo, y el mundo humano, se
define por la actitud de inventar, en el doble sentido de la ficción na- Ahí t odav la 'd ebo contenta rme con situar tantas discusiones que
rrativa o de la fábula historiante y de la innovación técnica o tecno- se han desarrollado en el curso de estos últimos decenios alrededo r del
epistémica (incluso yo digo tekhné y fábula, digo aquí el lazo entre "parad igma", del "ep isteme" del "corte epistemológico" o de los
historia y episteme). Nunca se ha autorizado (de ahí el estatuto y la "themata". Por más inventiva que sea, y para serlo, la Fábula d e Pon-
convención) a decir de Dios que inventa, incluso si su creación - se ha ge, como toda fábula, requ iere reg las li ngüísticas, modos sociales de
pensado- funda y garantiza la invención de los hombres; nunca se ha lectu ra y de recepción, u n estado de las competencias, una configura-
autorizado a decir del animal que inventa, incluso si su producció n y ción histórica del campo poético y de la tradición litera ria, etc.
su manipulación de instrumentos se parece, a veces se dice, a la inven-
ción de los hombres. Por e l contrario los hombres pueden inventar lOué es un estatuto?. Como " invención", el vocablo "estatuto"
dioses, animales, y sobre todo animales divinos. y no es insignificante, se determina primeramente en el código latino
del derecho y también de la retórica jurídico-polltica. Antes de.perte-
Esta dimensión tecno-epistemo-antropocéntrica inscribe el valor necer a este código designa la estancia o la estación de lo que, dirigién-
de invención (entiéndase en su uso dominante y regulado por conven- dose de manera estable, (se) mantiene de pie, estabiliza o se estabiliza.
ciones) en el conjunto de las estructuras que ligan, de una manera di- En este sentido es esencialmente institucional. Define prescribiendo,
ferenciada, técnica y humanismo metafísico . Si es necesario hoy rein- determ ina según el concepto y la lengua lo que es estabilizable bajo
ventar la inve nción, será a través de las preguntas y de las performan- for ma instituéiona l, en el interior de un sistem~ y de un orden que
ces descontructivas que nos llevan a este valor tradicional o dominante son los de una sociedad , de una cultura y de una ,tey humanas, incluso
de la invención, que también nos lleva a su estatuto mismo y a su his- si esta humanidad se piensa a partir de otra cosa ¡:¡ue ella misma, por
toria enigmática que liga, en un sistema de convenciones, una metafísi- ejemplo Dios. Un estatuto es siempre humano, siendo tal, no puede
ca a la tecno-ciencia y al humanismo. ser animal o teológico. Como la invención, lo decíamos hace un mo-
mento. Vemos pues. afilarse la paradoja: toda invención debería bu r-
Alejémonos un poco de estas proposiciones generales, volvamos larse del estatuto pero no hay invención sin estatuto. En todo caso ni
a la cuestión del estatuto. Si una invi·nción parece sorprender o per- la invención ni el estatuto pertenecen a la naturaleza, en el sentido
turbar. las condiciones estatutarias, es muy necesario que ella implique corr iente de este t é rmino, es decir en el sentido estatutariamente ins-
o produzca otras condiciones estatutarias, no solamente para ser reco- tituido por la tradición dominante de la metafísica.
nocida, identificada, legitimada, institucionalizada como tal (certifica-
da, se podría deci r) sino incluso para producirse, digamos para sobre- lOué nos preguntamos cuando nos interrogamos sobre el esta-
venir. Y ahí se sitúa e l enorme debate que no es solamente el de los his- tuto de la invención? . Nos preguntamos desde el principio qué es una
toriadores de las ciencias o de las ideas en general, alrededor de las invención, y qué concepto conviene a su esencia. Más precisamente,
· nos interrogamos sobre la esencia que otorgamos para reconocerla,
* Mouvance, en fr., significa "tlependencia de un feudo". (N. del T.)
78 JACOUES DERRIDA
PSYCHE ... 79
necesariamente la de representaciones conscientes, p retende, y allí De la misma forma ya no se dirá que Cristóbal Colón ha inventado
logra llegar a veces hasta cierto punto, asignar hasta e l margen aleato- América, salvo en el sent ido vuelto arcaico según el cual, como en
rio con el cual le es necesario contar y que ella integra en sus cálculos la invenc ión de la Cruz, esta vuelve solamente a descubrir una exis-
de probabilidades. Hace algunos siglos se representaba la invención tencia que ya se encontraba ah l. Pero el uso o el sistema d e con-
como un acontecimiento errático, el efecto de un golpe de genio indi- venciones modernas, relativamente modernas, nos prohib iría ha-
vidual, de un azar imprevisible. Eso a menudo por una falta de co- blar de la invención cuyo objeto sería una existencia como tal. Si
nocimiento, desigualmente extendido, d e las obligaciones efectivas se hablara hoy de la invención de América o del Nuevo Mundo, se
de la invención. Hoy, es quizás debido a que conocemos demasiado designaría más bien el descubrimiento o la p roducción de nuevos
la existencia, al menos, sin co ntar el funcionamiento de las máqui- modos de existencia, d e nuevas formas de aprehender, d e proyectar
nas de programar la invención, que soñamos con volver a inventar o de hab ita r el mundo pero no la creación o el descubrim ie nto de
la invención más allá de las matrices del programa. Pues una invención la existencia misma d e l territorio llamado América.
programada, les todavía una invención?. ¿ Es un acontecimiento don-
de el porvenir viene a nosotros?. Ustedes ven pues dibu jarse una 1ínea de división o de mutación
en el porveni r semántico o en el uso reglamentado de la palab ra "i n-
Volvamos modestamente sobre lo andado. El estatuto de la in- vención". La describiré sin endurecer la distinción y manteniéndo la
vención en general, como de una invención particular, supone el re- en el interior de esta gra n y fundam-ental referencia éJ la tekhné hu-
conocimiento púb lico de 4n origen, m ás precisamente de una origina- mana, a ese poder mitopoético que asocia la fábula, la narración his-
lidad . Este d ebe ser asignable y volver a un sujeto humano individual tórica o epistémica. lCuál es esta línea d e d ivisión?. Inventar ha sig-
o colectivo, responsable d el descubrimiento o de la producción de una nificado siempre "volver a encontrar por primera ve z" pero hasta el
novedad a partir de entonces disponible para todos. ¿Descubrimiento alba de lo que podr(amos llamar la " modernidad" tecno-cientl'fica y
o producción?. Primer equívoco, si al menos no se reduce el producir filosófica (a titulo de indicación empírica muy vulgar e insuficiente,
en el sentido de puesta al día por el gesto de conducir o de adelantar, d iga mos S. XVII), podríamos todavía hablar de invención con res-
lo que vo lvería a develar o descubrir. En todo caso, descubrimi ento o pecto a existencias o verdad es qu e, sin ser, naturalmente, creadas por
producción, pero no creación. Inventar, es venir a encontrar allí, des - la invenci ón, son descubiertas por ellas o develadas por primera vez;
c ubrir, devela r, producir por primera vez una cosa, que puede se r un encontradas ahí. Ejemplos: Invenc ión del cuerpo de San Marcos, toda-
artefacto, pero que en todo caso podía encontrarse a ll (de manera to- vía, pe ro también invención de verdades, de cosas verdaderas. Es
davía virtual o disimulada . La primera vez de la invención no crea ja- así como la define Ciceró n en el De 1nventione (1-111). Prime ra par-
más una existencia y es sin duda por cierta reserva con respecto a una te del arte de oratoria, la invención es "excogitatio rerum verarum,
teología creacionista que se quiere hoy volver a reinventar la in- aut verisimilum, quae causam probabilem reddan" (7) La "causa"
vención . Esta reserva no es necesariamente atea, puede al contrario, en cuestión es la causa jurídica, e l debate o la controversia entre
querer reservar justamente la creación a Dios y la invención al hom- las " personas determinadas". Pe rtenece al estatuto de la invención
bre . Ya no se dirá que Dios ha inventado al mundo , como una tota - que ella concierna también siempre a las cuestiones jurídicas de
lidad de las existencias. Podemos decir que Dios ha inventado las estatutos.
leyes, los procedimientos o los modos d e cálculo para la creación
( "dum calculat fit mundus") pero no que ha inventado el mundo. Luego, según un desplazamiento ya iniciado pero que me parece se
estab iliza en el S. XVI I, puede ser entre Descartes y Leibniz, cas i ya no
80 JACOUES DERRIDA PSYCHE •.. 81
hablaremos más de la invención como descubrimiento develador de luga r llamar invención a la capacidad de inventar, la aptitud supuesta
lo que se encontraba ya ah ( (existencia o verdad) sino cada vez más, natural y genial de inventar, lá ~nventiva. Se dirá de un sabio o de
incluso únicamente, como descubrimiento productivo de un disposi- un novelista que tiene invención. Podemos en seguida llamar invención
tivo que podemos llamar técnico en el sentido amplio, técno-cienti'- al momento, al acto o a la experiencia, esta primera vez del aconteci-
fico o técno-poético. No se trata solamente de una tecnologización miento nuevo, la novedad de esto nuevo (que no es forzosamente el
de la invención. Esta siempre estuvo ligada a la intervención de una otro, lo sugiere al pasar). Y luego, en tercer lugar, se llamará invención
tekhné, pero es a partir de esta tekhné que la producción -y no sola- al contenido de esta novedad , la cosa inventada. Recapitulo en un
mente el develamiento- de un dispositivo maquinal relativamen- ejemplo estos tres valores referenciales: 1. Leibniz tiene invención
te independiente; él mismo capaz de una cierta recurrencia autorrepro- 2. su invención de la característica universal tuvo lugar en tal fecha y
ductiva y también de una cierta simulación reiterante, va a domi- tuvo tales efectos, etc. 3. la caracteri'stica universal fue su invención,
nar el uso de la palabra " invenc ión " . el contenido y no solamente el acto de esta invención.
Sobre est e punto, Leibniz sigue a Descartes, pero si reconoce . . E~ los ~uev~s ensayos sobre el entendimiento humano. Teófi lo
que la invención de esta lengua d epend e d e la "verdadera filosofla", ms1ste ... SI un 1nventor no encu entra más que u na verdad particu-
no depende - agrega él- de su perfección. Esta lengua puede ser "es- lar, no es inventor m ás que a medias. Si Pitágoras so lo hubiera obser-
tablecida aunque la filosofla no sea perfecta : y a medida que la cien- vado que el triángulo, cuyos lados son 3, 4 , 5, presenta la propi edad
c ia de los hombres se acreciente esta lengua se acrecentará también. de que el cuadrad o de la hipoten usa es igual a la suma d el cuadrado de
Mientras esperamos, será un auxilio maravilloso y para servirse d e lo que los lad os (es decir q ue 9 + 16 da 25) l habría s ido el inventor d e esta
sabemos, y para saber lo que nos falta y para inventar los medios d e ll ega r gran verdad, , q.ue comprende a todos los triángulos y que ha pasado
como una max 1ma a todos los geómetras?." (IV, VIII)
88 JACOUES DERRIDA PSYCHE • ..
89
F irma aleatoria, decía yo hace un momento. Esta palabra no se
La uni versalidad, es también la objetividad ideal, por lo tanto la
encontraba ahí por az¡¡r. T oda la poi ítica moderna de la invenci ón tien -
recurrencia ilimitada. Esta recurrencia establecida en la ocurrencia úni- d e a integra r lo a leator io a sus cá lcu los p rogramáticos. Tanto como po-
ca de la invención es lo que confunde, en cierta medida, la firma de los I ítica de la invención científica que como poi ít ica de la cu ltura. Se
inventores. El nombre de un individuo o de una singularidad empírica trata , por otra pa rte, de so ldar las dos, una a otra, y asociarlas las d os
no pued e estar allí asociada más que de manera inesencia l, extrínseca, a una poi ítica industrial de los "certificados",: lo que a la vez les per-
accidental. Se debería d ecir aleatoria, incl uso. De ahí el enorme p ro- mitiría apoyar la economía ("sa li r d e la crisis po r la cultura" o por la
blema del derecho de propiedad de las invenciones a partir del mo - industria cultural) Y d ejarse mantener por ella. A pesar de la aparien-
m ento en que , de hecho, muy recientemente, ha com enzad o a inscri- c ia no contraviene el proyecto leibniziano: se entiend e t ener en cu enta
birse, bajo su firma legislativa , en la h istoria d e Occident e, por lo tan- lo aleatorio, dominándolo e integrándo lo como un ma rgen calculable.
to, del mundo. Celebramos también un centenar io. Es e n 1883 qu e ha Concediendo qu e el azar pued e, por azar, servir a la invenc ión de una
sido firmada la primera gran conve nción intern acional, la convenció n idea general, Leibn iz no reconoce alllla mejor v la:
de Par ís legislando sobre los derechos de p ropiedad industr ial. No ha
sido contrafirmada hasta 1964 por la Unión Soviética Y está e n plena
evo lución desde la segunda guerra mundial. Su complejidad , el retorci- Es verdad que a menudo un ejemplo, entreviso por azar, sirve
miento de su casu ística tanto como de su s presuposiciones fil osóficas, de ocasión a un hombre ingenioso (s ubra yo) esta palabra con
lo hacen un objeto sospechoso apasionante. Desgraciadamente es im- e l 1imite de la genialidad natural y de la astucia técnica) para
posibl e aquí inten tar un análisis minucioso de estos dispositivos jur í- darse cuenta de buscar la verdad general, pe ro más que nada es
dicos que, son también, invenciones, convenciones inauguradas por el trabajo de encontrar; aparte q ue esta vía de invención no es la
actos performativos. En cuanto al punto en que estamos, retendré so- mejor ni la más empleada por aquellos que proceden por méto-
bre todo d os distinciones esenciales qu e pertenecen a la axiomática de d o Y por orden , y no se si rven de ella más que en las ocasiones
esta legislación; distinción entre el derecho de autor Y el certif icado, donde mejores métodos resu ltan limitados. Es así que algunos
distinción e ntre la idea cie ntífica, el descubrimiento teórico de una han ere ído que Arquímedes encontró la c uad ra tu ra de la pará -
verdad y la idea de su explotación ind ustrial. Es solamente en el caso bola pesando un trozo de madera tallad o parabólicamente y
de una explotación d e tipo industrial que pod e mos p retender t al que esta experienc ia particu lar le ha hecho encont rar la verdad
certificado. Y eso supo ne que la invenció n literaria o artística cuando general; pero los que conocen la penetración de este gran hom -
un origen 0 un autor le son asignables, no da n lugar a la explotación bre ve n bien que el no ten ía necesid ad d e una tal ayuda . Aun
ind ustrial; supone también que se debe poder discernir el d escubri- cuando esta vía emp írica d e las verdades particu lares hubiese
m ie nto teórico de los dispositivos técn ico -ind ustriales que pu edan sido la ocasión de todos los descubr imientos, ella no hab ría sido
continuarlos. Estas distinciones no son solamente difíciles de poner suficiente para darlos ( . . . ) Por ot ra parte confieso que hay a
en obra d e donde proviene una casuística muy refinada; se autorizan menudo diferencia entre el método del cual nos serv imos pa ra
"filosofemas" en general, poco criticados; pero sobr e todo, pertene- e nseñar las ciencias y aquel que las ha hecho encontrar ( .. ) A
cen a una nueva inte rpretació n de la técnica como técnica industrial. veces (. .. ) el azar ha dado ocasión a invenciones. Si hubi ésemos
Y es este nu evo régimen de la invención, e l que abre la modernidad observado estas ocasiones y si hubiéramos conservado esa memo-
tecno-científica o tec no-industrial, y del cual tratamos aquí d e obser- ri a en la posteridad (lo que hab rla sido muy útil), este detalle
var su advenimiento, leye ndo a Descartes o a Lei bn iz. habría sid o una pa rte muy conside rable d e la historia de las
PSYCHE .. . 91
JACOUES DERRIDA
90
artes, pero no hubiera sido adecuado para hacer de eso los sis· nada), pues la oposición, dialéctica o no, pertenece todavía a este
temas. Algunas veces también los inventores han procedido ra· régimen del mi smo. La invención del otro no se opone a la invención
zonablemente a la verdad, pero a través de grandes circuitos". ( 1O) del mismo, su diferencia indica otra sobrevenida, esta otra invención,
con la que . soñ~mos, esa del completamente otro, la que deja venir
(Dicho sea entre paréntesis, si un expediente d esconstructivo una alteridad todavía inanticipable y por la cual ning!.Ín horizonte
fuera la consecuencia de esta lógica, si lo que ella inventa fuera del de espera parece todavía pronto, dispuesto, disponible.
orden de las "verdades generales" y del sistema de la ciencia, se debe·
ría aplicarle este sistema de distinciones, principalmente entre el azar Sin embargo, es necesario prepararse para tal cosa, pues para
y el método, el método de la invención y el de la exposición pedagó- dejar venir al que es completamente otro, la pasividad, una cierta es-
gica. Pero es justamente esta lógica de la invención la que nos conduce pecie de pasividad resignada por la cual todo vuelve a lo mismo no
a cuestiones desconstructivas. En esta med ida incluso las cuestiones es admisible . Dejar venir al otro, no es la inercia pronta a cualq~ier
y la invención desconstructivas no se someten más a esta lógica o a su cosa._ S in duda la venida del otro, si debe permanecer incalcu lable y
axiomática. "Por la palabra por" . . . enseña, describe y performa a de Cierta forma aleatoria (nos encontramos co n el otro en el en-
la vez) cuentro), se sustrae a toda programación. Pero esta aleatoria del
otro debe ser heterogénea a lo aleatorio integrable en un cálculo, como
Continuemos acompañando el pensamiento de Leibniz. Si el a esta forma de indecidible con la cual se miden las teorías de los
azar, la suerte o la ocasión no tienen relación esencial con el sistema sistemas formales. Más allá de todo estatuto posib le, esta invención
de la invención, sino solamente con su historia en tanto "historia d el del completamente otro, la llamo aún invención porque nos prepara·
arte" la suerte induce a la invención sólo en la medida en que allí la mos para ello, hacemos ese paso destinado a dejar venir, invenir al
necesldad se revela, alll' se encuentra. El papel del inventor (ingenuo o otro. La invención del otro, venida del otro, no se constituye cier-
genial), es precisamente, tener esta suerte. Y .para ello, no ha de caer tamen.t e _co~o un genitivo subjetivo, pero tampoco como un geniti·
por azar en la verdad, sino de alguna forma , conocer la suerte, saber vo ob¡et1vo, mcluso si la invención viene del otro, pues este no es ni su-
tener la suerte, reconocer la suerte de la suerte, anticipar la, descifrar- jeto ni objeto, ni un yo, ni una conciencia ni un inconsciente. Prepa-
la, asirla, inscribirla en el cuadro de lo necesar io y hacer as{ obra con rarse a esta venida del otro es lo que ll amo la desconstrucción que
un lance de d ados. A la vez mantiene y anula un azar como tal, trans· desconstruye este doble genitivo y que vuelve ella misma como in-
figurando hasta el estatuto de la suerte. . vención desconstructiva, al paso del otro. Inventar, serí~ entonces
"saber" decir "ven" y responder ¡¡l "ven" del otro. lSucede alguna
He aquí lo que intentan todas las poi íticas de la ciencia Y de la vez? . De este evento no estamos nunca seguros.
cultura modernas cuando se esfuerzan -y cómo podrt'an hacer de otra
cosa-, en programar la invención. El margen aleatorio que quieren in· Pero me estoy anticipando demasiado rápido.
tegrar permanece homogéneo al cálculo, al orden de lo calculable, pro-
cede de una cuantificación probabilitaria y radica, se podr{a decir, en Partamos nuevamente de los Nuevos Ensayos sobre el enten-
el mismo orden y en el orden de lo mismo. No hay sorpresa absoluta. dimiento. Desde la integración lle la suerte bajo la autoridad del
Es lo que llamaré la invención del mismo. Es toda la invención, o casi. Principio de la Razón hasta la pol{tica moderna de la invención, la
No lo opondré a la invención del otro (por otra parte no le opondré homogeneidad permanece profunda, ya se trate de búsqueda tecno-
La invención vuelve al mismo, y es siempre posible, desde el mo- Singular s ituación. La invención siempre es posible, es la in·
me nto en que ella puede recibir un estatuto haciéndose así legitimar vención de lo posible, tekhné de un ser huma no en un horizonte
por una institución a la que a su vez remite. Pu es lo que inventamos o nto·teológ ico , invención en verdad de este sujeto y de su horizon·
así son siempre instituciones. Las institucio nes son invenciones Y las te, invenció n d e la ley, in venciones según la ley que confiere los
invenciones, a las cua les se les confiere un est atuto, son a su vez insti· estatutos, in vención de inst ituci o nes y según las inst ituc io nes que
tuci o nes. lCómo una invención, puede vo lver al mismo , có mo el invenir, sociali zan , reconocen, garantizan, legitiman, invención programada
advenimiento del porvenir, puede venir y volver a venir, a r~plegar al de p rogramas, invenció n del mismo por lo cual el otro vuelve al
pasado un movimiento que llamamos siem pre innovador?. Es sufi· mismo cuando su evento se refle ja todav (a en la fábula d e una psyché.
c iente que la in vención sea posible y que invente lo posible. Enton- Así la invención no se conformar ía a su concepto dominante, a su
ces desde su origen (" por la palabra por comienza pues este texto"), concepto y a su palabra más que en la medida en la que, paradoja!·
envuelve e n ella una repet ición, no despliega más que la dynamis mente, la invención no inventa nada, cuando a ella el otro no viene,
de lo que ya se encontraba allí, conj unto d e posibles comprensibles y cuando nada viene al otro y d el otro. Pues el otro no es lo posible.
que se manifiestan como verdad ontológica o teol ógica, programa Ser(a necesario decir que la única invención posible sería la inven-
de una política cultural o tecno-científica (civil y mi lit ar), etc. Para ción de lo imposible, pero la invención de lo imposible ser ía impo-
inventar lo posib le a partir de lo posible, relacionamos lo nuevo (es sible, d iría el otro. Ciertamente, pero es la única posible: una in·
decir el completamente otro que puede ser archi-antiguo) a un con· vención debe anunciarse com o invenc ión de lo que no parecia posi·
junto d e posibilidades presentes, al presente de lo posible que le ble, sin lo cual el la no hace más que explicitar un programa d e posi·
asegura las condiciones de su estatuto. Esta economía estatutar ia b ies en la economía del mismo. (16)
de la invención pública no rompe la psyc hé, no pasa más allá del
espejo. Y sin embargo la lógica d e la suplementariedad 'introduce En esta paradoja se co mprometió una desconstrucc ió n . D e
hasta la estructura de la psyché una fabulosa complica~ión, la la invención d el mismo y d e lo posible, de la invenció n siempre
complicación de .u na fábu la que hace más que lo que dice e in· posib le es de lo que estamos fatigados. No es co ntra ella sino más
venta otra cosa que esa que da a certifica r. El movimiento m ismo allá de ella que nosotros buscamos reinventar la invención misma,
de esta fabulosa repetición puede, según un cruce de suerte y ne· · otra invención, o más bien u na invenc ión d el otro que vendr íá a través
cesidad, producir lo nuevo d e un evento. No solam ent e por la de la economía del mismo , mimándola o repitiéndo la ("por la pa labra
invención singular de u n performativo, pues todo performativo por ... " ) dar luga r al otro, d ejar venir al otro. Digo bien: deja r venir,
No podemos tampoco decir que nosotros buscamos : lo que se Al pasar más allá de lo posible, carece de estatuto, sin ley sin ho·
promete aqur', ya no es o no es todavía, el "nosotros" identificable rizonte de reapropiación, de programación, de leg itimación inst itucio·
de una comun idad de individuos humanos, con los rasgos de todo lo nal, pasa la orden del pedido, del mercado del arte o de la ciencia, no
que nosotros conocemos bajo los nombres de sociedad, de contrato, pide ningún certificado ni lo tendrá jamás. De ahí que permanezca
de institución, etc. Todos estos rasgos están ligados a este concepto muy dulce, extraña a la amenaza y a la guerra . Pero aún así no deja de
de invención que queda por desconstruir. Es otro "nosotros" que se ser sentida como peligrosa.
entrega a esta inventiva, después de siete años de desgracias, el es·
pejo roto, ~1 estaño atravesado, un "nosotros" que no se encuentra Como el porvenir, ya que es la única preocupación que tiene :
en ninguna parte, que no se inventa él mismo: so lo puede ser inventa· dejar venir .la aventura o el evento del completamente otro. De un
do por el otro, desde la venida del otro que dice "ven" y al cual otro tan otro que ya no puede confundirse con el Dios o el Hombre
la respuesta del otro "ven" me parece ser la única invención de· d e la onto-teología ni con ninguna de las figuras de esta configuración
seable y digna de interés. El otro es verdaderamente lo que no se in· (el sujeto, la conciencia, lo inconsciente, el yo, el hombre o la mujer,
venta, y es pues la única invención en el mundo, la única invención del etc.). Decir que el único porvenir está ahí no es convocar a la amnesia.
mundo, la nuestra, la que nos inventa. Porque el otro es siempre otro La venida de la invención no puede volverse extraña a la repetición y a
origen del mundo y estamos para inventar. Y e l ser de nosotros, y el la memoria. Puesto que el otro no es lo nuevo. Pero su venida lleva
ser mismo . Más allá de l ser. más allá de este presente pasado que ha podido construir (inventar , de·
EMIR
RODRIG-U EZ
MONEGAL
106 JACOUES DERRIDA
Existe una manera correcta y habit_
u al de informar sobre una
personalidad fallecida. Con el modelo de la Enciclopedia Británica,
por lo menos en sus notas breves, ese texto deber/a aproximarse a
lo siguiente:
109
de presentó diversos cuentos del escritor argentino. Le p_ertene~e nombres prestigiosos, como Francisco Esplnola, Arturo Despouey,
asimismo el artlculo sobre Borges publicado en la EncJclopedJa Carlos Quijano y Juan Carlos Onetti. (Undla,paralavarselasmanosde
Británica (edición 1977, tomo 3). su influencia sobre los jóvenes, que le decfan "maestro", Onetti se
proclamó integrante "de la generación del 44"). Pero fue ciertamente
Un artJéulo semejante dir/a la verdad pero ésa sólo serla una alrededor de 1945 que en el Uruguay se despertó una nueva inquietud
parte de la verdad. Existió también un Emir que desbordó !a /iieratu~a en poesla, en novela, en música, en artes plásticas. En los quince años
y escribió con singular solvencia de cine, de teatro y de pm.tura. Exis- siguientes floreció por ejemplo el teatro uruguayo, no sólo en la Co-
tió además un Emir paralelo y personallsimo, mejor conoc1do por sus media Nacional (fundada en 1947) sino en el teatro i ndependiente
diversas y sucesivas mujeres, por sus amigos y hasta por sus enemigo~. donde Club de Teatro y El Galpón fueron claros adelantados. La sec-
Ese era el Emir empeñado en tener siempre razón, a veces hasta la dis- ción Cine Arte del SODRE se afirmó desde 1944, Cine Club y Cine
cusión infinita y a menudo con plena conciencia de que lo racional no Universitario se iniciaron en 1948-49, la revista Film publicó su primer
lo es todo en la vida. Ese Emir como polemista doméstico quedará se- número en 1952, la Cinemateca Uruguaya nació de un peculiar acuer-
guramente borrado por la historia: muchos hombres talentosos fueron do entre los cine-clubes.
diflciles en su convivencia, algunos fueron más diffciles que otros
(Wagner, Picasso y Bergman serlan buenos ejemplos) Y la sum~ de Rama tuvo razón cuando llamó crltica a esa generación, porque
esos testimonios no trascenderá a nuevos volúmenes de las eneJe/o- buena parte de lo que hizo esa juventud, casi siempre en periodismo,
pedías. Si ahora importa rescatar ese aspecto es sólo porque ilumina fue revisar los valores admitidos hasta entonces y difundir otros
la honestidad con que emprendió todas sus polémicas públicas. valores modernos o menos conocidos. La crítica teatral y la cinema-
tográfica solfan ser conformistas con valoraciones comerciales; la crf-
Lo primero que deben sabeflas juventudes de hoy es que E"!ir tica literaria sol(a quedar sumergida en el "amiguismo" local y en
Rodr/guez Monegal integró en primera lfnea la as{ llamada GeneraciÓn la escasa o nula visión de lo que se publicaba en el extranjero. Una lis-
del 45, que a su vez Angel Rama adjetivó, en un libro frondoso, com~ ta m(nima de la Generación del 45 deberá incluir a Hugo R. Alfaro,
la "generación crltica". La fecha de 1945 es inevitablemente ap:oxJ- Mario Arregui, Mario Benedetti, Domingo Bordoli, José Pedro Dfaz,
mada, pero es cierto que al terminar la Segunda Guerra Mundial se Maneco Flores, Antonio Grompone, Antonio Larreta, Carlos Maggi,
produjo en buena parte de Europa y América u~ repla~teo d: las Carlos Mart(nez Moreno, Mauricio Muller, Angel Rama, Carlos Rama,
realidades previas, una mirada hostil sobre antenores hJpocres¡as Y Carlos Real de Azúa, Julio E. Suárez, Idea Vilariño , Ida Vitale; casi
lugares comunes, un empeño por comprender o forjar otro fut¡.¡ro. todos ellos (y también el autor de estas llneas) escribieron en algún
Seda excesivo extenderse sobre las Naciones Unidas, los nuevos plan- momento en Marcha y casi todos ejercieron la cr(tica en una o más
teas económicos la expansión soviética o el deterioro del Imperio disciplinas, sin perjuicio de su separado lucimiento como poetas, dra-
Británico sin ol~idar en otros niveles a Sartre y Camus en Francia, maturgos, directores teatrales, ensayistas, humoristas y hasta polfticos.
al neorre~lismo en el cine italiano, a la cr/tica social en la literatura
norteamericana. Todo ello y mucho más comenzó a importar en El ejercicio crltico es el dato que cabe subrayar sobre Emir, por-
1945, pero tuvo rafees anteriores. También las tuvo en Uruguay, que le cabe la moderada gloria de haber llevado esa actividad al nivel
donde el SODRE funcionaba desde 1932, donde el semanario Marcha de una eficacia docente que admitirla pocas comparaciones. Entre
sobresalía en el periodismo desde 1939 y donde ya exist(an otros 1946 y 1950, Emir publicó en Marcha muy concisos, informados y
110 111
agudos resúmenes sobre quiénes eran o hablan sido James Joyce, tfpicas con que el público argentino se informa sobre sus propios ta-
Franz Kafka, William Faulkner, Jean-Paul Sartre, Maree! Proust, en- lentos: por el premio extranjero. A esa altura, Emir sab(a sobre Bor-
tre muchos otros nombres hoy respetados pero hasta entonces desco- ges más que Leonor Acevedo de Borges, y ya lo habla publicado.
nocidos por el lector uruguayo común. En eso importó, desde luego,
el contraste en tre un Emir culto, cosmopolita, y el atraso del me- Igual que Borges, también Emir recibió en vida el rótulo de
dio ambiente en que debió trabajar, donde la industria editorial y "extranjerizante", lo que en parte se debió a las naturales intrigas d~
la misma importación de libros sólo alcanzaban niveles precarios. toda vida literaria en la gran ciudad, y en parte a la ignorancia básica
Importó también su actitud desafiante frente a la mediocridad local, sobre lo que es o debe ser la cultura. Sí el esfuerzo de un crltíco litera-
porque tenía conciencia de que la cultura no ten/a los mismos //mi- río o teatral rioplatense debe quedarse en la poes(a gauchesca 0 en
tes que la República Oriental del Uruguay. L e era importante leer in- Florencia Sánchez, tennínará por ser rídlculo su aporte en periodismo
glés y ser luego uno de los traductores de Shakespeare y de T.S. o en libros, y será mejor no imaginar lo que ocurrir/a con un crltico
Eliot. Frente a eso, paree/a trivial que le reprocharan su escaso pa- cinematográfico apretado en esos bretes. Frente a esas acusaciones fa
triotismo para homenajear a las letras nacionales o que Angel Rama mejor respuesta de Emir fue recordar que se hab/a ocupado de lo ~x
le señalara (en 1972) "su conocido anglicismo". tranjero V también de lo nacional (Ouíroga, Rodó, Fe/isberto Hernán-
dez), sin desdeñar a jóvenes cuentistas y poetas que enviaban volunta-
En sus cursos de Literatura, de los cuales vivió durante algún riamente su~ líbrít<!s a Marcha. Su segunda respuesta ocasional fue que
tiempo, Emir podla dictar clases perfectas sobre Virgilio, L ope de por llamarse Rodrlguez no le importaba ser tildado de "extranjerizan-
Vega o el apogeo de la novela en el siglo XIX, porque eso era lo que te"; en cambio, dijo aquel d/a, "si yo tuviera un apellido extranjero
pedlan los más adelantados programas universitarios de entonces. En me romper/a todo por parecer criollo".
las páginas de Marcha, en cambio, daba cuenta de fenómenos literarios
modernos y hac(a avanzar en el conocimiento a los lectores jóvenes y Cuando Emir era un joven callado, introvertido y estudioso ha-
aun a los lectores maduros de entonces, adelantándose a traducciones cia 1941, algunos de sus contemporáneos llegaron a conocer su biblio-
y promociones que en ese momento comenzaban a movilizarse en teca, sus explicaciones sobre la biblioteca y su inquietud en muy diver-
Montevideo y sobre todo en Buenos Aires. Su ferviente interés por sas ramas culturales, incluyendo algunas de sus ralees po/lticas y socia-
Jorge Luis Borges data por lo menos de 1937, cuando Emir recortaba les. Las "ralees" le importaban siempre, para explorar el pasado de to-
crónicas del escritor argentino en El Hogar de Buenos Aires, sin saber da obra presente. Aquellos contemporáneos le incitaron entonces a ex-
todavía quién era su autor, porque sallan sin firma. Y en eso se ade- pandirse en ocasionales artfculos períod(stícos, que gradualmente for-
lantaban ambos escritores a su época, sin conocerse aun entre sf. En jaron una actitud, si no una escuela. Después no pudieron frenarlo
1943 Borges había publicado medía docena de libros, hasta El jard•'n porque lo hablan puesto en contacto con su gran vocación de enseña,'
de senderos que se bifurcan. En 1946 Perón ignoró y humilló delibera- V a menudo con su vocación de corregir. En verdad, Emir sabla y llegÓ
damente a Borges cuando lo designó inspector de gallinas y conejos en a saber más que el promedio de los intelectuales de su generación no
un mercado municipal, aparentemente porque el escritor argentino se sólo en literatura sino también en teatro, en cine, en artes plástÍcas
había pronunciado contra el Eje en la guerra y contra el populísmo con ocasionales incursiones agregadas hacia la psicologla, fa socio/o~
peronista en Argentina. En 1961 Borges llegó a su primera fama ínter- g~a V las bases_ históricas de los fenómenos culturales. Ve 1a teatro y
nacional con un Premio Formentor, que fue una de las maneras luego eme con vorac1dad, de lo cual quedó constancia en fa página de Espec-
112
113
tácu/os de El País (desde 1960) y en la mitad de un libro sobre /ngmar A co"!ienzos ~e 1985, cuando supo que ten la un cá~cer sin re-
t~oce~o pos1ble,.Em1r se sentó a la máquina y comenzó a narrar su pro-
Bergman (1964), seguramente el primero sobre el tema que se publicó
pia Vida. Un pr1mer y largo capltulo, sobre su infancia y adolescencia
fuera de Suecia. Se documentaba al respecto, porque lefa con una avi-
(con algunos años en Brasil) llegó a ser publicado en el semanario uru-
dez y una velocidad de las que hay pocos precedentes, con lo cual su-
g~ayo Jaque. Un segundo capltulo, que en apariencia cuenta sus ini-
peraba l os daños de una cr(tica "impresionista" que hasta hoy sigue
CIOS en Marcha, quedó inédito hasta el momento de estas ! 1neas. No
vigente. Decir que una película parece demasiado larga no requiere
hubo ~a un tercer capltulo, pero a fines de 1985 Emir se empeñó en
mayor perspicacia; explicar por qué parece larga, o dónde hab(a que
cumplir con algunas conferencias sobre literatura y teorfa literaria
abreviarla, es ya una actitud crítica más seria. Requiere entender.
que habfa prometido pronunciar en Montevideo. Lo hizo milagrosa-
men te,_ aunque en silla de ruedas, con una decadencia flsica que que-
El corolario de la sabidur/a y de la inquietud por aumentarla
dó registrada en patéticas fotografías pero con fa lucidez, la sabidu-
fue que el joven introvertido de 1941 pasó en una década a ser un
rfa Y el humor leve y elegante que ostentó durante toda su vida.
perfeccionista diversamente estimado o insoportable. Pasó, también,
como derivación, a ser un polemista temible, empeñado en la razón
de sus dichos, como debieron sufrirlo Angel Rama, Roberto /báñez y
Ricardo Paseyro, entre otros. Uno de los inevitables resultados sobre-
Homero Alsina Thevenet
vive a su muerte. Para una media docena d e sus contemporáneos, Emir
fue un hombre estimado pero no querido. Debió ser difícil aguantarse
una nota crltica suya en la que el segundo párrafo comienza con "Lo
que no parece entender Fulano es que . .. "
114 11 5
BORGES Y EMIR
117
que la amistad es rea lmente una de las pasio nes de nuestros países.
Quizás la mejor; cuando Eduardo Mallea publicó un libro titulado
Historia de una pasión argentina, yo decía, pero qué puede ser esa
pasión, tiene que ser la amistad, ya que la amistad es lo que se siente a
lo largo de nuestra literatura. Por ejemplo, en el Fausto de Estanislao BORGES/ DE MAN/ DERRIDA/ BLOOM:
del Campo lqué importa la p~rodia de la ópera? absolutamente nada , LA DESCONSTRUCCION
lo que imp~rta es la amistad de los dos aparceros. Y en el Martín Fie- "AVANT ET APRES LA LETTRE".
rro, qué puede interesar la vida de un desertor y de otr_o, u~ desertor
del ejército y el otro, un desertor de la policía, que m1stenosamente
se pone de parte del reo que viene a arrestar. Pero, sin embargo, se
siente entre esos dos criminales que existe una amistad. Bueno, yo
quería agregar que tendrla muchas ganas de volver a ver a Em ir, Y Quisi er~ comentar esta noche un fenómeno curioso que se pro-
agradecerle ese libro que soy indigno de leer y que quisiera estar en dujo en la crítica internacional. T res críticos que se encontraban en
Montevideo, pronto, para volver a verlo. pleno p roceso de elaboración y en muy diferentes teorías literarias -el
belga Paul de Man, el fran cés Jacques Derrida, y el norteamer icano Ha-
Buenos Aires, 22 de octubre de 1985 rold Bloom- tomaron a Jorge Luis Bo rges como tema o pretexto de
sus especulaciones." lPor qué precisamente Borges? 1ntentaré realizar
Jorge Luis Borges con ayuda d e ustedes un examen de las articulaciones críticas de esta
situación insólita .
l.
No siempre la poesla nace de l tácito diálogo del poeta con el
lenguaje. Hay ocasiones en que se necesita el diálogo con otro poeta,
la intertextualidad no sólo de los versos sino de ·los hacedores de ver-
sos. Tal es el caso del Rubaiyat que para existir en la forma que cono·
ce el Occidente precisó la conjunción de un poeta persa del siglo X 1
(Omar Khayyam) y un poeta victoriano que viv ía en Oxford (Edward
Fitzgerald) . Esta doble paternidad de un determinado texto no exige
ninguna afinidad especial entre los productores. Es posible conjeturar
(como lo ha hecho Borges) que de haberse conoc ido personalmente
Khayyam y Fitzgerald se hubie ran incomprendido. Unidos in extr ica-
blemente en el texto ing lés del poema, es casi imposible imaginarlos
amigo s en la mera rea lidad.
11.
Tal no es el caso de esta conjunción estelar que une al poeta y
crítico m exicano Octavio Paz con el poeta y crítico brasileño Ha ro ldo
de Campos sobre el campo magnético de un poema del pr imero , Blan-
125
co, que el segundo habrá de metamorfosear en Branco. Es decir : en 1928) habrá de conclui r que, mue rto Ricardo Güira ldes, el joven Jorge
otro poema, de otra textura y otra radi ca lización fónica, aunque in- Luis Borges (s í el Borges del perio do vanguardista) es el mejor escritor
creíblemente para lelo a l t exto ini cial. S i en el caso de Khayyam/ Fitz- argent ino. Por su parte, Oswald de Andrade habrá de reco nocer más
gerald era posible conjet urar en la segura indiferencia de u n hombre de una af inidad secreta entre la poesía de su Joao Miramar y los Vein -
por el otro, aquí la afinidad electi va más notabl e los di spa ra el uno ha· te poemas para ser leídos en un tranvía y Calcomanías, del poeta ar -
cía el otro, y a partir precisamente de Blanco y de una corresponden - genti no Oliverio Girando.
cia excepcional que urden sobre este texto . La intertextualidad se con-
vierte en inter-vivencialidad. IV.
Estas pocas golondrinas no hacen un verano. La incomprensión, .
111. el desconocimiento continúan, a pesar de esfuerzos recientes de gente
Para marcar aún más lo excepcional del caso, esta aproximación d e la talla d e Antonio Cánd ido y Haroldo d e Campos. El qu e suscribe
y fusió n se produce entre dos áreas de l mund o americano que sue len ha intentado, por su parte y desd e 1950 por lo menos, acercar amba s
desconocerse con o limpico descuido. Porque la marca colonial no ha cu lt ura s pa ra mostrar su inc re 1ble paralelismo. Con la conjunción es-
s ido borrada del todo por la independe ncia, y los americanos españo- tela r de Blanco/ Branco se pasa de l terreno del di scurso crítico, aún tí·
les y los americano s brasileños, continuamos de espaldas unos a o tros mido, al de la p ráctica poética más luminosa. El sa lto es inco nme nsu-
y mirando hechizados a las viejas o nuevas metrópolis. Sólo de tanto rable.
en ta nto , una Sor Juana di aloga polém icamente con un texto del
padre Viei ra para p roducir su Carta atenagórica y demostrar qu e la V.
teología no era só lo provincia masculina. O Gregario de Matos recoge Una sec reta afinidad unía previamente a estos dos poetas que só-
del barroco satírico españo l, las mi smas munici o nes retóricas que el lo com ienzan a dia logar realmente el 24 de febrero d e 1968. Mucho
peruano Juan del Valle Caviedes para su Diente del Parnaso. O Jo sé antes, en sus lecturas parale las d e la Modernidad y en particular de los
de Ale ncar se incorpo ra con O Gaucho al vasto corpus de la literatura textos de Ma llarmé, y más especlficamente Un coup de dés, ya habían
r ioplatense no sólo para homenajearlo sino para leerlo al sesgo. El uto - iniciado sin saberlo esta futura colaboración. En otros éxitos poéticos
p ism o americanista de Rodó encontrará un inesperado eco en el Ca- (pienso sobre todo en los de Ezra Pound y Vicente Hu idobro) también
naan de Gra¡;:a Aranha d e la misma mane ra que, u nos años m ás tarde, hab ían dialogado avant la lettre estos poetas críticos. Por eso no es d e
las novelas soci ales de Jorge Amado (en su primera época) habrán de extrañar que la correspondenc ia entre ambos (que recoge este volu-
ser seguidas con avidez en la Argentina. Hasta e n el campo diplomáti· men) vaya d irectamente al asunto qu e les concierne y no pierda tiem-
co, los contactos de Alfonso Reyes, durante su est ancia en Río de J a- po y espacio e n finteas . La p ri mera carta de Octavio Paz (marzo 14,
neiro, con poetas d e la talla de Manuel Bandeira, habrán d e dejar algo 1968) es expl icita en señalar lo que conoce y lo que no conoce de sus
más que ecos de previsibles banquetes y b rindis. La larga resid encia d e compañeros de poesía concreta brasileña. (No es mucho pero es sufi·
Gab riela Mistral en Pet rópolis avecinda el aura de la gran po es(a feme- ciente pa ra un crítico tan penetrante). Por ésta y otras cartas vemos
nina d e la lengua española a l portugués del Brasi l. Hast a los irreveren- que había leido aquellos textos en traducciones, al inglés o al francé'S :
tes antropófagos brasi leños de los años vei nte enco ntrar ian escritores tal es la inaccesibil idad de libros brasileños en el mercado hispán ico .
hispanoamericanos que salvar de la olla: Már io d e Andrade, e n una se- Pero d e Campos ya en su primera carta había anunciado el e nvío de
rie de luminosos artículos sobre la nueva literatura argenti na ( 1927. los textos princ ipales de los concretistas, en el o r ig inal , y continuaría
V Il .
En la misma carta, Haroldo de Campos habla del moroso entra- NOTA:
ñable proceso de traducción como "diamantización". La expresión es Para aligerar la lectu ra he dejado para esta nota final la identificación de ciertas
feliz. Y lo es más para el lector de esta correspondencia que permite fuentes. El texto de Borges aludido en la sección 11 es " El enigma de Edward
Fitzgerald" y fue recogido por primera vez en Otras inquisiciones (Buenos Ai·
segu ir paso a paso, en la voz de ambos protagonistas, la lenta diaman· res, Sur, 19521. Ha sido copiosamente reproducido en las ediciones d e Obras
tización de Blanco en Branco. Tanto las cartas novena y décima (de completas del escritor argentino.
Campos, julio 12, 1978; febrero 9, 1981 ) vuelven a revisar minuciosa- He comentado algunos de los ejemplos de la sección 111 en los prólogos e intro-
ducciones a mi antología de la literatura latinoamericana. The Borzoi Book of
mente el prob lema del título. En español, blanco significa el color y Latin American Literature (New York, Knopf, 1977 ; segunda edición, 1983).
también la meta del arquero; en portugués sólo tiene la primera signi· Los artfculos de Mário de Andrade sobre literatura argentina de los años veinte
fueron exhumados en un librito, Mário de Andrade/Borges (Sao Paulo, Perspec-
ficación. Casi tres años han pasado y la diamantización continúa su
tiva, 19801.
segura progresió n. Por su parte, Paz, apenas percibe la primera versión El texto de Benjamin citado en epígrafe así como el mencionado en la sección
completa, la comenta con lúcida minucia (marzo 26, 1981) lo que ha· V 111 provienen de "La tarea del traductor" y se encuentran en español en el vo-
lumen titulado, Ensayos escogidos (Buenos Aires, Sur 1967).
brá de suscitar más comentarios de su colega (abril 20, 1981) y nuevas El de Borges pertenece a un ensayo, "La flor de Coleridge", también recogido
observaciones suyas (mayo 7, 1981) sobre la materialidad fónica de la en Otras inquisiciones.
Friedrich Nietzsche
Das Trunkene Lied .
133
Por adámica ley benjaminiana,en esta obra, se redacta un viaje a
las antípodas. Trobar ric. Escritura neo-barroca de virtuosismo deslum- MAS ALLA D~L PRINCIPIO
brante que se constituye en la parábola de un acontecimiento radical: DE LA NOSTALGIA (SENSUCHT).
la ex-carnación del texto. Por una operación de excavación metalin-
güística, de "transcreación" crltica, el origen del texto, sus manantia-
les, vuelven a ser re-presentados, arrojando al sol el palimpsesto. En
elllmite vertiginoso entre la poes/a y la prosa, esta escritura epifánica El joven Lukacs, en la Teoría de la Novela (1916), consideraba
tiene un valor estratégico en el escenario de la literatura latinoamerica- que " los tiempos felices no tienen filosofía -o, lo que es lo mismo-
na: el de nortear su geografla futura. As/ se viaja al interior de sus ·que todos los hombres, en tales tiempos, son filósofos , detentares
textos por pura interrogación de lectura, en un jardín de lecturas, del te los utópico de toda f ilosofía." ¿Y cuál ser ia esta meta por ex.
donde las correspondencias diseminan incesantes sincronlas. Pero ade- celencia de filosofía? . Lukacs nos propone una fascinante metáfora
más esta obra en prosecución de música, no disimula su sed de forma constelar: " iFe lices los tiempos que pueden leer en e l cielo estrellado
el mapa de los derroteros que les est án abiertos y que les cabe reco-
ni diluye su espesor cdtico. Desde el valor seráfico de una escritura
rrer, derroteros que la luz de las estrellas ilumina!". Y cita a Novalis:
en el llmite de lo sagrado, hasta la versión luciferina de su misión pro- "Fi losoHa, en sentido propio, sign ifica nosta lgia del hogar, aspi ración
meteica. a estar donde sea, en casa". Asila fi losofía tal como nosotros hombres
modernos la conocemos, es siempre síntoma de una ruptura entre in-
La obra de Haroldo de Campos debe ser relelda en paralelo a terioridad y exterioridad, de una in-congruencia, entre el hombre y el
ella misma, refiriendo sus distintos t/tulos unos a otros, como instan- mundo, su tarea -cuando verdadera (die Aufgabe der wahren Philoso-
cias sucesivas de una totalidad coherente y programática. Los trazos phie)- es "el trazado de aquel mapa arquetlpico".
más acusados de su aventura poética y la vinculación de montaje que
EL Fl LOSOFO Y EL TRADUCTO-R
mantiene dialécticamente con su trabajo ensay/stico, hacen que se
desenvuelva un espacio intertextual post-teórico de vigencia particular, En " El Oficio del Traductor" (die Aufgabe des Uebersetzers),
alcance universal y rigor infrecuente. • (lo que es dado al traductor dar) ensayo escrito por Walter Benjamin
en 1921, podemos vislumbrar -incluso en la recurrencia de ciertas
marcas textuales, palabras claves y giros fraseológicos- una instancia
Advertimos que bien puede considerarse este espacio arquitex-
de aquel "diálogo subterráneo" con el joven Lukacs, sobre el que Rai-
tual, un ideograma polifónico y reverberante de proyección no explo- ner Rochlitz en su estudio comparativo ("De la philosophie comme
rada aún suficientemente. critique 1ittéraire: W. Benjamin et le jeune Lukacs") ha llamado la
atención.*
Carlos Pel/egrino
La filosofía, en cuanto " p roblema del lugar trascendental",
nace d e una fractura y apunta a una "patria arquetíp ica", nostálgica
de una reconciliación en la totalidad y homogeneidad del ser. Trátase,
pa ra el fi lósofo, de "determinar el sentido de la organización de l se r
• En el número especial de la Revue d'Estetique de 1981 dedicado al filósofo
alemán.
135
134
que preside todo impulso que , brotando de la más profunda interio- traductores y leen la verdad en las entrelíneas del texto sacro, plena-
ridad, se dirige a una forma que le es desconocida, pero que le fue mente (por definición) traducible, ya que instalado en la plenitud de
consignada desde la eternidad y que lo envuelve en una simbólica la p resencia. He aquí el rasgo de apokatástasis (de reintegración o
li beradora". A esta tarea de rescate encomendada a la filosofía por restauración edénica) que subyace tanto a la visión lukacsiana del fi -
e l jove n Lukacs de 1916, corresponde, la tarea liberadora de la tra - lósofo, como a aquella benjamin iana del traductor; gesto metaflsico ,
ducción como forma (en el Benjamín de 1921 ). Tanto el traductor de "resurrección teológica" (para decirlo como Adorno), que tiñe a
como el filósofo se vuelven prescind ibles en el momento mesi ánico ambas.
de la transparencia redentora, de la plenitud de la presencia. Por eso
Benjamín compara la traducción a la filosofía, proclama que ni una LA TAREA ADAMITICA
ni ot ra t ienen musa, e indica , como esperanza filosofal, como aque -
llo que es propi o del "ingen io fil osófico", la nostalgia (Sehnsucht) En el "Prólogo Epistemocrítico" al libro sobre el Origen del
respecto a aquella "lengua pura" o "lengua d e la verdad", de la cual D.r ama Barroco Alemán (escrito entre 1923 y 25, pero concebido ya
la· traducción, se hace anunciadora, al 1iberarla del cautiverio a que se a parti r d e 1916),el recu rso de la Idea platónica señalaría (tal como en
la relega .e n el texto original. el joven Lukacs de El Alma y las Formas, de 1916) la reacción benja-
miniana a la rigidez neokantiana, en su d icotomía sujeto-objeto; reac -
En el original, el " modo de intencionaliza ru vo lcado hac1a la ción que ha de traduci rse en la búsqueda de una "configuración his-
"lengua verdadera" está oprimido, velado, por un contenido comuni- tórico-filosófica anterior a las categorías subjetivas de voluntad crea-
cativo que no le es esencial: al incidi r sobre, ese "modo d e intenciona - tiva y de producción" . La observación es de R. Rochlitz, para quien
lizar" del original - lo que es también un Darstellungmodus, un modo "en Estética, el recurso de la Idea expresa el hecho de que las for mas
de escenificar- que podría llamarse en otros térmiAos "forma signifi- de a rte no son pura y simplemente invenciones o creaciones; antes
cante", y no sobre "su contenido inesencia l", la traducción acaba sien- bien, ellas nacen de una receptividad con relación al sentido históri-
do una práctica develadora, aunque provisoria, pues anuncia, a la ma- co y a su sustrato material ", ya que su verdad escapa a toda intención.
nera de un modelo "intensificad.o " y "nuclear", la comp lementa riedad Por otra parte, opera también en dicho prólogo la singular fi losofía
de la intentio de cada una de las lenguas aisladas en la convergencia del lenguaje benjaminiana, ab revada en la hermenéutica b1blica, en la
armonizad ora de la "lengua pura", en la cua l "los últimos enigmas, tradición judaica de la exégesis talmúdica y cabalística (véase, al res-
que atraen el esfuerzo de todo e l pensar, son conservados s in tensión pecto, el capítulo inicial· d el penetrante estud io d edicad o por Jeanne-
y como en silencio". Marie Gagnebin a la fi losofía de la historia benjaminiana: Zur Ges-
chichtsphilosophie W. Benjamín, 1978). El embrión de las teorías ben-
La filosofía y la traducción son - podr ía concluirse- productos
jaminianas sobre el lenguaje se encuentra en un ensayo de 1916 -"So-
críticos de la era de la crisis (de la escisión caracterlstica de las épocas
bre el lenguaje en general y sobre el lenguaje de los hombres"- , pero
"analíticas" o "químicas", en las palabras de F. Schlegel). Sus tareas
la pervivencia de esas teorías ha aún de refl ejarse en otros dos trabajos,
específicas dejarlan, en cambio de ser necesarias en la era mesiánica
ambos de 1933: "Doctrina de la S imilaridad" y " Sobre la Facultad
de la reconciliación y la totalidad armónica, cuando todos los hombres
Mimética" (en realidad dos versiones de un m ismo texto ensay ístico).
son filósofos, leen en los cielos el m apa estelar d e ios caminos; o son
• • Intencional izar : Benjamin juega, en su texto, entre el alemán Meinen (signifi-
Lo que importa, para la reflex ión que estoy desarrollando, es
car! y el latín intentio; Haroldo de Campos traduce al portugués intencionar
(literalmente, "tener intención"). Recurrimos al neologismo "intencionali- que, en la visión del prime r Benjam ín (1916), la ocurrencia de la "pa-
zar" , derivado del ya corriente "intencionalidad". La solución de H. Murena labra exteriormente com unicante" era nada más y nada menos que
-que traduce por "modo de pensar"- no parece convincente, (N. del T .) 1 marca del "pecado original d el espíritu li ngüíst ico", la "parodia" d el
147
146 HA ROLDO DE CAMPOS
En la terminología de Walter Benjamín -una termino logla deli -
berada e irónicamente ontoteológica- ese "intracódigo" podrla co- se confunde con el contenido superficial aislado, definiéndose, no obs-
rresponder a lo que el autor de "D ie Aufgape des Uebersetzers" (La tante, como una forma significante, ya que esta imantada de relevancia
Tarea del Traductor) llama die reine Sprache (la lengua pura). Liberar semántica en sus mínimas articulaciones.
esa "lengua pura", que está "desterrada" (gebannt) en la lengua
extra njera, rescatarla en la propia lengua a través de una "transpoeti- En un sentido lato, la traducción es un proceso semiótico, part i-
zación" ( Umdichtung) del original en el cual está "cautiva" (gefange- cipando del juego de inversión de interpretantes que Peirce describió
ne), he aqu lla misión benjaminiana del traductor (" lo que es dado dar como una "serie infinita" (infinite series) y Umberto Eco repensó
al traductor", si fuera licito aquí desdoblar etimológicamente todas en e l plano de los encadenamientos culturales, "semiosis ilimitada".
las posibilidades expresivas contenidas en el susta ntivo Aufgabe, que Así es que la traducción puede ser vista como un capi'tulo por ex-
procede del verbo aufgeben. Esto se hace, según Benjamín a través de ce lencia de toda teor la lite raria, en la medida en que la literatura es
la "remisión" (Erloesung) , en el sentido "salvífica" del térm ino, d el un inmenso "canto paralelo", desenvolviéndose en el espac io y en el
"modo de intencionar" (Art der intentio), o sea, del "modo de signi- tiempo por un movimiento "plagiotrópico" de derivación no lineal si-
ficar" ( Art des Meinens), visto como modo de "re-presentar" o de no obl icua y muchas veces e lusiva. Es ese movi miento incesante y siem-
"escenificar" (Darstellungsmodus). del original, en la lengua del pre otro que explica como una tradición, es re-propuesta y re-formula-
traductor, lo que no se confunde con la mera y rasa rest itución de da vía traducción (ct. "A escritura Mefistofélica", en mi libro Deus e
sentido (Sinnwiedergabe). afecta a la traducción referencial, aquella o Diabo no Fausto de Goethe Perspectiva, S. Paulo, 1981 , pp. 73-76,
cuyo propósito es trasmitir simplemente el "contenido" o el "mensa- notas 3 y 5).
je" del texto original. Para Benjamín, en el caso de la poes 1'a , una
traducción que buscase la mera comunicación del sentido no respon- En ambos sentidos, estricto o lato, la t raducción es un acto crí-
dería a la "esencia" de su forma, ya que "la traducción es una forma" tico , como ya lo he enfocado en un primer ensayo de mayor aliento
(Uebersetzung ist eine Form). exhibiendo, por e l contrario, la "marca sobre e l t ema ("Da traduc;áo como criac;áo e como crítica", 1962
distintiva", de la mala traducción, aquella que podn'a ser definida co- después recogido en Metalinguagem, hoy en 3a. edición, Cultrix ,
mo "una trasmisión inexacta de un contenido inesencial". Volviendo San Pablo, 1976). En dicho ensayo, retomando la idea poundiana
a encarar la cuestión desde el ángulo de una poética lingü lstica, me de la"crítica vía traducción" (criticism vía translation) yo había
parece posible afirmar que la traducción devela el desempeño, (las propuesto la constitución de un laboratorio de textos para el desa-
tácticas operatorias) de la función poética en el poema de partida, rrol lo de la práctica d e la traducción creativa. Para fundamentar
Y transforma el resu ltado de ese develamiento en meta lenguaje, para esa propuesta, argumentaba: " .. . ningún trabajo teórico sobre pro-
deli near la estrat egia de la construcción del poema de llegada . La me- blemas de poesla,' ninguna estética de la poesla será válida como
táfora adámica de la "lengua pura", que asume en la teoría benjami- pedagogía sino exhibe inmed iatamente los materiales a los que se
niana matices de apokatástasis mesiánica, puede as 1, ser repensada en refiere, los padrones creativos (textos que tiene en vista). Si la tra-
los términos de una práctica específica, que tiene por objeto volver ducción es una forma privilegiada de lectura critica, será a través
a manifestar la forma semiótica subyacente en la poesía de todas las de ella que se pod rán conducir a otros poetas, amateurs y estu-
lenguas y hacerla ex portable de una a otra a través de la traducción diantes de literatura a la penetración de la médu la del texto ar-
creativa. Esa fo rma semiótica (o " intracódigo" antes mencionado) no tlstlco, en sus mecanismos y engranajes más Intimas." No sabía,
a aquella altura, que estaba de cierta forma coincidiendo con el
148 HA ROLDO DE CAMPOS
TRANSBLANCO: REFLEXIONES • •• 149
Borges de "Las Versiones Homéricas" ( 1932). texto que sólo vine s(a critica, que rescata la metáfora de su fácil encarnadura discursiva y
a leer en la 4ta. edición de Discusión (1966): "La traducción la repiensa en términos de combinatoria lúdica y dinamismo estructu-
parece destinada a ilustrar la discusión estética". ral.
Como acto crítico la traducción poética no es una actividad Resum( mi postura frente a esta operaciól') traductora que llamé
indiferente, neutra, sino que -por lo menos s~gún la concibo- supo- "Transblanco " con las siguientes palabras (ob. cit,., p. 90): "En una
ne un elección, or ientada por un proyecto de lectura, a partir de un traducción como esta, que ocu rre entre lenguas tan próximas y apa -
rentemente solidarias como el español y el portugués, los avatares ob-
presente de creación, de un "pasado de cultura". Es un dispositi vo
ses ivos de la misma se dejan, no obstante, a cada momento, asaltar por
de actuación y actualización de la "poética sincrónica". Ast' es que
las coincidencias persuasivas de la diferencia. En el interpuntuar mi-
sólo me propongo aquello que para mi reviste importancia en térmi-
cro lóg ico de esas di-vergencias (sobre la pauta de lo convergent e) jue-
nos de un proyecto (que no es sólo m(o) de militancia cultural. De go de palabras tan caro al poeta de "Blanco" es que, pulsa, pasional,
Pound a Maiakóvski, de Joyce a Mallarmé, de Dante a Goethe -para más allá de la abu li a resignada de la traducción servil, pretendidamente
dar apenas algunos ejemplos- ese proyecto viene desenvolviéndose "inocua", mono lógico literal, la vocación dialógico t ransgresora de to-
en el tiempo, como trabajo individual o en equipo (en el caso de la da traducción que se proponga responder a un texto radical entrando
poesía rusa con la inestimable colaboración de Boris Schnaiderman). en su juego también por la raiz: arraigándose en él y desarraigándolo
Implicó, inclusive, un acuñamiento neológico d e términos " especifi- en un mismo movimiento de amorosa duplicidad".
cadores": recreación, transcreación, re-imaginación (en el caso de la
poesía clásica china), transparaiiación o transiluminación (Seis Cantos Aquí cabe una digresión sobre la contribución de Oct avio Paz a
del Paraíso de Dante) y transluciferación mefistofáustica (Escenas fi- la teoría de la traducción poética. Sus principales ideas referentes al
tema se encuentran e_xpuestas en un ensayo de 1970 "Traducción:
nales del Segundo Fausto de Goethe). Esa nueva terminología procu-
literatura ·y literalidad".(2)
raba polemizar con la idea "naturalizada" de la traducción literal, f iel
o servil, vista casi siempre como una actividad subalterna frente al tex- Paz, desde luego, se alinea con Borges ("Las Versiones Homéri-
to origina l "aurático" y "verocéntrico" en confrontación con el cual cas") al· cuestionar la categoría de la originalidad, aquello que Bo rges
el traductor debeda modestamente "desvanecerse" . denomina "el concepto de texto definitivo" , algo que, en la opinión
desmitificadora del irreverente argentino, "no corresponde sino a la
Transblanco (Editora Guanabara, Rio de Janeiro, 1986) es la úl - re ligión o al cansancio". Paz, a .su vez, afirma: "Cada texto es único
tima etapa, hasta el momento, de esa práctica traductora de coloratu ra y, simu ltáneamente, es la traducción de otro texto" . Ningún texto
crt'tica y objetivo transcultural (histórico, por lo tanto). Me propuse es enteram ente o riginal, porque el lenguaje mismo, en su esencia, es ya
transcrear en portugués el poema "Blanco" de Octavio Paz. En ese una traducción " . Y agrega, jugando con una aparente paradoja: "Mas
poema largo, de 1966, ví la culminación de su poes(a (sin perjuicio de este raciocinio puede invertirse sin perder validez: todos los textos
la importancia que tiene el itinerario poético de Paz antes y después son originales, porque cada traducción es dist inta. Cada traducción es,
de este texto l(mite). "Blanco" por un lado, representaba la recupera- hasta cierto punto, una invención y así constituye un único texto".
ción de la tradición malarmeana en la poes,·a hispano-americana (de
Vallejo en Trilce, de Huidobro en Altazor, de Girondo En la Masmé- A lo largo de su ensayo, Paz establece algunas oposiciones y
dula); por otro, la superación del dispositivo retórico tardo-nerudia- procura organizar un esquema clasificator io , una casi tipología de la
no, de la poesía en tanto espontane(smo inspirado, en pro d e una poe- traducción.
NOTAS:
159
juego. Por eso, recorriendo un itinerario etimológico similar al que re- crítica: una calda (el error - blblico - de querer o creer sab-er la ver-
curre frecuentemente J. Hil/is Miller -recorrido y recurrencia que de- dad), el acoso (un hostigamiento), una reflexión: el discurso crltico
finen su obra- se observa que nuestro huésped también integra la dobla el discurso literario, atraviesa "el momento lingü!stico", (como
hueste de crfticos (y no lo digo en el sentido adverso de hueste aunque denomina J. Hi!lis Miller su último libro); se trata de un lenguaje que
la razón etimológica ampara una hospita lidad que no deja de ser hosti- es signo y referente a la vez; una versión que oblitera la realidad por
lidad), porque J. Hillis Miller anima esta causa común, la causa critica medio de un tex to extraño que solo existe para velar el texto: cuidarlo
propugnada por quienes han participado y siguen participando en este o cubrirlo, porque eso es en definitiva la revelación critica, un descu-
ciclo de crítica y teorfa literaria. brimiento del texto que vuelve a ocultarlo.
Esta presentación que es un pre-texto y que intenta apuntar pre- Por eso la interpretación desconstructiva es la pesquisa "aberran-
cariamente algunos aspectos de la obra de J. Hillis Miller, destaca un te" de una verdad elusiva y fugaz pero que queda entre textos: ni
aspecto al que su presencia asigna un referente muy especial. En uno afuera ni adentro. La cuestión hermenéutica pone el discurso en discu-
de sus libros más conocidos: La desaparición de Dios. J. Hil!is Miller sión, la verdad en abismo. El lector, el cr/tico, el autor, se reúnen en
entendía el ejercicio crí tico como una manifestación diferente de la este borde resbaladizo accediendo a cierto margen de verdad; también
generosidad, una generosidad que méis que en dar consiste en recibir, J. Hillis Mi/ler y Red Scharlach llegan a encontrarse en esta zona late-
saber recibir, la disposición a aceptar, que es una generosidad mayor y ral donde se deslizan las ocurrencias de la vertiginosa averiguación her-
menos frecuente. Según J. Hillis Miller esa condición definirla la fun- menéutica. Antes o después, la desconstrucción descubre a Borges.
ción critica; por lo tanto, también esa es la condición de nuestro hués- Esta cita es de Emir.
ped.
Lisa Block de Behar
En ese mismo libro J. Hi/lis Miller encara la actividad critica co-
mo una iniciativa internacional necesaria y no se refiere tanto al senti-
do trivial de una concepción pluralista entre escuelas diferentes, "idio-
máticas", sino a la convicción dialógica fundamental, la necesidad de
reconocer un modelo o est1ínulo que procede de naturalezas distantes,
distintas. A su curiosidad y reconocimiento debemos el nuestro.
160 161
LA FIGURA EN
"LA MUERTE Y LA BRUJULA" DE BORGES:
RED SCHARLACH COMO HERMENEUTA.
163
En primer lugar, sin embargo, el lector debe identificar y expli- Scharlach odia a Lonnrot por haberlo herido casi mort~ lmente y
car otra teoría hermenéutica adicional, aquella representada por la ter- por haber encarcel~do a su hermano. Lo odia también como represen-
cera figura (en este caso en el sentido de "personaje") en el cuento, el tante de . la creen~ la fatua en el orden y la justicia, por creer que el
asesino de Lonnrot, Red Scharlach, Scharlach el Dandy, "el más ilus- mundo t1ene sent1do, que existe una explicación rabínica para un cri-
tre de los pistoleros del Sur" (p. 155) . El motivo de Scharlach es rei- men rabínico, y que los acontecimientos forman una conf iguración
vindicar su honor, contra Lonnrot por haber encarcelado a su herma- que puede ser leída como signos de un sentido secreto presente en
no y por haberlo herido casi mortalmente . La venganza también se di- ell~s. La tristeza de Scharlach, es la del escéptico o incrédulo, para
rige contra las teorías de interpretación representadas por los otros qUi en nada en el universo tiene un sentido intrínseco. Lonnrot llega a
dos perso najes principales, su creencia en que tod o lo que ocurre en el compartir la tri~teza con Scha~la_ch ~n el moment~ de reconocer qu e
mundo de una forma u otra tiene sentido, que no ocurre meramente al este 1? ~a enganado, que la h1poteS1S de una explicación rabínica de
azar o fortuitamente. Mientras q ue agonizaba en la quinta de Triste-le- los en mene s, es falsa. Apenas tienen una configuración ficticia 0 fingi -
Roy , Scharlach le cuenta a Lon nrot, después de haberlo capturado, da, plane~da par~ ellos por Schar lach, que se aprovecha de lo imprevis-
"Un irlandés trató de convertirme a la fe de Jesús; me repetía la sen- to p~l pnme~. cnmen. Scharlach acierta acerca de la credulidad herme-
tencia de los goím: Todos los caminos llevan a Roma" (p. 159) . Schar- néutica de_ ~onnro~. Es u~a credul_idad que no difiere mucho de la qu e
lach es aparentemente judío, pero debe de ser muy distinto a aqu e llos posee el fllologo fmlandes del m1smo nombre, Elias Lonnrot ( 1802-
hasidim que creen que Dios tiene un nombre secreto y que descubri r 1~84), que pen~ba que la perdida épica finlandesa La Kalevala, po -
ese nombre otorgará el conocimiento d e todo el un iverso y el poder d 1as:r _reconstru 1da con exactitud recog iendo fragmentos diseminados
que ello implica. Scharlach es ilustrado, incrédulo, no cree en las su- en d1st_mtos lugares de Finlandia . Este intento de reconstrucción es
perficiales afirmaciones triangulares del "pobre cristiano" (p. 150). el como JUntar las letras esparcidas geográficamente para deletrear el
comisario Treviranus, ni en el rombo del Tetragrámaton que tanto fas- ~ombre __Secreto de Dios .EIIector puede imaginarse que la tristeza que
cina a Lonnrot, ni en el laberinto d e la suposición que todo tiene un s_1ente Lonnrot antes de morir en tanto la tristeza d e una última desilu -
sentido intrínseco centrado en Roma, de modo que los acontecimien- Sión co~o la ~risteza d e su muerte inminente: "Sintió un poco de frío
tos están organizados en caminos o sendas, secuencias narrativas que Y u_na tn~eza 1mpe~sonal, casi anónima. Ya era de noche; desde el pol-
forman f igu ras que llevan a aquel centro dominante. Scharlach pa rece v~~lento Ja~d~n su?1? ~1 grito inútil d e un pájaro" (p. 162). El grito del
ser un escéptico radical. El universo para é l carece d e sentido más allá PaJaro es futll o mutll porque lo mismo que todo en e l Jniverso de
del que la human idad proyecta en él. Lo nnrot siente en su voz "una Scharlach Y el que ~a hecho vivir a Lonnrot (y, tal vez, al lector) mo-
fatigada victoria, un odio d e l t amaño d e l universo, una tristeza no me- mentos a_nt~s d e hacer fuego y concluir el cuento, carece de sentido y
nor que aquel odio" (p. 159). El triunfo de Scharlach es haber atrapa- por cons1gu1ente de fuerza perfomativa. No dice nada, ni hace quepa-
do a Lonnrot, haberle ganado en un juego de cara o cruz. (El Dupin de se nada. No se puede hacer nada con él. Es inútil. ·
Poe, maestro en ese juego, se menciona co mo modelo de Ui nnrot) .
Scharlach se aprovecha de la ocurrencia puramente casual del primer . La fi~ura que corresponde a la hermenéutica de la sospecha 0 a
crimen para tejer un laberinto ficticio que atrape a Lonnrot : "Com- la mcredul1d ad escéptica de Scharlach no es el triángulo ni la forma de
prendí qu e usted conjeturaba que los Hasidim habían sacrificado al ra- diamante del rombo perfecto, ni el laber into, sino la futilidad de una
bino; me dediqué a justificar esa conjetura ... Yo mandé el triángulo simetría ·reflejada o duplicada. Scharlach significa "escarlata" en ale -
equilátero a Treviranus. Yo presentí que usted agregaría el punto que mán. Es tambi én un tipo de flor roja, Scharlachfieber es escarlatina. El
falta. El punto que determina un rombo perfecto, el punto que prefi- nombre de Red Scharlach es la imagen de su propia imagen. Significa
ja el lugar donde una exacta muerte lo espera. Todo lo he premeditado,
"Rojo Rojo". El hermano de Scharlach (su nombre no se menciona en
Erik Lonnrot, para atraerlo a usted a las soledades de Triste-le-Roy".
(p.161, 162). el cuento- es una especie de doble de sí mismo. Mientras que Schar-
LA FIGURA EN . . . 165
164 J. HILLIS MILLER
lach agoniza "muriéndose" de fiebre en la quinta de Triste-le-Roy,
concibe al mundo como un presidio laberíntico, "del cual era impo- u otro elemento, cuyo sentido es ser un duplicado fútil de otro ele-
sible huir, pues todos los caminos, aunque fingieran ir al norte o al mento, Y ni uno ni otro posee ni prioridad ni autoridad sobre el otro.
sur, iban realmente a Roma, que era también la cárcel cuadrangular Los emblemas heráldicos de la quinta son una Diana glacial y poco
donde agonizaba mi hermano y la quinta de Triste-le-Roy" (p. 159- atractiva, inútilmente duplicada, y· un Hermes de dos caras que no
160). La quinta duplica la cárcel que, a la vez, duplica Roma, aquella es el mensajero de los dioses ni el portador de un conocimiento miste-
prisión que encarcela por ser el fin de todo camino que tomamos. rioso, sino .la encarnación de la hermenéutica de la sospecha que presu -
~one que mterpretar es la acción narcisista de reflejar nuestra propia
Triste-le-Roy, el lugar de Scharlach y el punto de su triunfo so· 1magen. El lector, d e acuerdo a esta triste hermenéutica, jamás extrae
bre Lonnrot, es en sí también un laberinto, pero peculiar. Es un tipo de su texto nada que no haya primero proyectado en él o que alguien
de laberinto que aturde a sus víctimas a través de dobles simétricos (tal vez una "comunidad interpretativa'') haya proyectado en él como
absurdos y desconcertantes, similares a una forma de las pesadillas ex-' trampa para la interpretación. Scharlach ha logrado atrapar a Lonnrot
trañas y arquitectónicas confeccionadas por Escher : con signos astutamente colocados que carecen del sentido hermenéuti-
"Vista de cerca, la casa de la quinta de Triste-le-Roy abundaba co resonante que aparentan tener. En los sueños delirantes d.e Schar-
en inútiles simetrías' y repeticiones maniáticas: a una Diana gla- lach, el Hermes de dos caras se convierte en el detestable Jano bifronte
cial en un nicho lóbrego correspondía en un segundo nicho otra el dios de los portales y los umbrales. Este Jano no está de un lado ni
Diana : un balcón se reflejaba en otro balcón; dobles escalinatas de otro, ni d entro ni fuera, ni en la noche ni en el día, sino un dios d el
se abrían en doble balustrada. Un Hermes de dos caras proyecta- entremedio o de un crepúsculo que puede ser matutino o v'espertino.
ba una sombra monstruosa ... Es el d los de las dualidades que auto-incluye y auto-iXJnsidera el hacer
Lonnrot exploró la casa. Por antecomedores y galerías salió a signos Y leer signos como una monstruosa y abominable p;isión del
lenguaje, en la cual sólo nos encontramos a nosotros mismos y por lo
patios iguales Y. repetidas veces al mismo patio. Subió por esc~
tanto en donde "Triste" es indudablemente el rey:
leras polvorientas a antecámaras circulares; infinitamente se mul-
"Nu~ve días: y nueve noches agonicé en esta d esolada quinta si-
t iplicó en espejos opuestos; se cansó de abrir o entreabrir venta-
métnca; me arrasaba la fiebre, el odioso Jano bifronte que mira
nas que le reve laban, afuera, el mismo desolado jardín desde va-
. los ocasos y las auroras daba horror a mi e nsueño y a m i vigilia .
rias alturas y varios ángulos .... En el segundo piso, en e l último,
Llegué a abominar mi cuerpo, llegué a sentir que dos ojos, dos
la casa le pareció infinita y creciente. La casa no es tan grande,
manos, dos pulmones, son tan monstruosos como dos caras ...
pensó. La agrandan la penumbra, la simetría, tos espejos, tos mu-
En esas noches yo juré por el dios que ve con dos caras y porto-
chos años, mi desconocimiento, la soledad p . 157-158).
dos los dioses de la fiebre y de los espejos tejer un laberinto en
torno d el hombre que había encarcelado ami hermano" (p . 159
La quinta de Triste-le-Roy crea, a través de varias formas de do- 160).
bles, un infinito artificial. El que se pierde en ella se encuentra prisio-
nero de la futilidad triste e inútil de un reflejo sin sentido. Por eso su
nombre extraño, es decir, por este motivo Borges toma prestado "un . .A t_ravés de .la lectura de Scharlach como la encarnación o la per-
son1f1cac1ón de Cierta teoría d e la lectura, parece que hemos llegado al
nombre hermoso inventado por Amanda Molina Vedia "de un mapa
final de una interpretación satisfactoria y completa de "la muerte y la
imaginario que ella hab ía dibujado. 2 . Es a ella a qu ien Borges dedica
el cuento, siendo una indicación de la importancia de ese nombre en brújula". Lo he le ídd como una especie de batalla entre figuras en la
la concepción del cuento. En esta quinta la tr isteza o "Triste" es rey y cua: la figura de l portal, el Jano o Hermes que mira hacia ambos lados
nadie encuentra nada salvo su propia imagen proyectada en un espejo, e_s u sado para desmantelar las figuras del tr iángulo, el rombo, y el labe:
nnto central , y las suposiciones hermenéuticas que corresponde n a es-
166 J. HILLIS MILLER
LA FIGURA EN .. . 167
desplaza en esta lectura desde el mundo externo hacia el conocimiento
tas figuras. El cuento ha sido leído como el uso de la figura para des- de la forma en que funciona el lenguaje como un instrumento del hom-
construir la creencia en la capacidad de las figuras de proporcionar co- bre y luego hacia la psicologla del inventor de estas figuras. Si bien
nocimiento, en descifrar el sentido oscuro del mundo o el sentido os- Lonnrot no aprende el Nombre Secreto de Dios interpretando figuras,
ruro en la narrativa, una figura en el tapiz. En lugar de esto, de acuer - él , y el lector junto a él, sí aprenden acerca de las motivaciones y la
do a la interpretación de Scharlach que he propuesto, se sobrepone un composición mental de Scharlach. Emplea este conocimiento para re-
reconocim iento total, sin ilusiones, que todas las figuras son dúplices, solver los crímenes incluyendo prolépticamente su propia muerte.
son lecturas de nuestra propia imagen en e l espejo. Las figuras sólo de - Muere sabiendo con certeza el motivo de su muerte. En otras palabras,
vuelven lo que ha sido proyectado en ellas. Están lejos de ser el medio Borges pone al lector por medio del cuento, es decir el cuento como
confiab le de lograr la certeza epistemológica y revelan al lector apenas 'ficci ón' o 'artificio' de Botges, en una situación análoga a aquella que
algo del que las ha creado. Scharlach pone a Lonnrot. Se le presenta al lector una configuración
extensa de datos, todos los cuales parecen ser interpretables; poseer al-
Existe, sin embargo, algo tranquilizador, ta l vez tan tranquiliza - gún sentido secreto (los nombres extraños de los personajes, por ejem-
dor que se convierte en inquietante, en usar una figura fina l para des- plo, o las diversas figuras geométricas que he considerado). Parece .
construir la confianza infundada en la figura. Entre otras cosas, parece ex ist ir la promesa d e algún conocimiento oculto y dificultoso, tal vez
reemplazar una suposició n epistemo.lógica mistificada acerca de la fi - el conocimiento del Nombre Secreto para aquel que sepa leer los sig·
gura (que una figura acertada, por ejemplo, descifrada e l Nombre Se- nos acertadamente, reunir los datos, trazar debidamente las líneas en-
creto de Dios y otorgaría el conocimiento total del universo) no con tre los puntos y por decirlo así, itlentificar la figura en e l tapiz. Even -
una incertidumbre epistemológica sino que con certidumbre epistemo- tualmente, en el desenlace, en el momento en que se descubre la locu-
lógica óptima, es decir, el conocimiento cierto que las figuras no otor - ra de Lonnrot, el lector puede sentir que ha sido engañado, así como
gan conocimiento epistemológico. Esto a la vez estfl basado en otra su - lo fue Lonnrot, que todos esos indicios y significados han sido artifi-
puesta certidumbre epistemológica, principalmente la convicción cialmente y con toda mala intención premeditados e incluidos en el
de que el mundo carece de sentido, de que es un caos pasivo y sin sen- texto por Borges con el propósito de crear con el texto un laberinto,
tido que espera inocentemente ser envue lto en una red de significados, una red que atrapa a su lector. A esta altura el lector se siente con las
ser atrapado por Schar lach en un laberinto de signos, o qu e se le pro- manos vacías y sólo le queda el artificio de una figura muerta. Este ~r:
yecte en él un sentido como la figura de un farol mágico ref lejado e n ·tificio no aporta al lector conocimientos de la historia o de la human1·
la pared. Esta supuesta certidumbre epistemológica final corresponde dad (como se dice que proporcionan los grandes novelistas realistas,
a una teoría t:te la lectura, actualmente de mucha influencia , c¡ue con - George Eliot o León Tolstoi). sino que proporciona únicamente el co-
sidera un t~xto 1itera río como la ausencia inocente de sentido en la nocimiento de Borges como un creador de ficciones artificiales, me-
cual el lector o una comunidad de lectores proyectan libremente sig - canismos superficiales de palabras que auto-reflejan y auto-destruyen,
nificados anhe lados o preferidos ideológicamente. El uso de la figura y que se deshacen en las mano s del lector. Todo lector puede descon-
para desconstruir figuras au n forma parte de la suposición de que un fiar de las palabras de un texto, reconocer que un texto es solamente
texto es un sistema de figuras. de sustituciones tropológicas, que el garabatos en un papel. El lector ha sido engañado al tomar la letra
dominio de figuras es la c lave de la interpretación narrativa, y que muerta como una especie de Galatea que vuelve a la vida. Equivocada ·
existe por lo menos una figura con la que contamos, principalmente mente ha tomado esta letra muerta, como un simulacro cálido de cuer·
aque lla emp leada para desconstruir todas las demás. pos y personas reales, y como un medio confiable para acceder a otr~s
personas, a la sociedad y a la historia. El lector de Borges puede sentir·
Pa1 a d escribi r de otra forma esta forma de leer el cuento, el co- se engañado, la víctima de un truco y dejar de lado Ficciones con des-
nocimiento epistemológico confiab le de que las figuras otorgan, se
LA FIGURA EN .. . 169
168 J. HILLIS MILLER
precio, a pesar de la certeza ep istemológica acerca de Borges que es- propio rostro en un texto o en e l mundo descubriendo en cualquiera
tos cuentos parecen proporcionar. El lector, al menos, siente con segu- de ellos, sólo lo que ha puesto en él, asf cbmo el espejo que está vac(o ·
ridad que Borges es un ser indeseable que engaña a su lector con pa- hasta que proyecto mi propio rostro en él, y así como espejos opues-
labras, d~ la misma forma con que Escher engaña con figuras visibles. tos y dobles pueden crear un infinito artificial reflejando mi rostro y
mi figura ad infinitum en una serie infinita. Por otro lado, la figura fj.
Este supuesto punto fina l en mi lectura es, como he sugerido, nal de Borges es un Jano o Hermes de dos caras, en la oscuridad de la
demasiado tranquilizadoramente cierto . Si Paul de Mantiene razón (y medianoche, o en e l alto mediodía 'proyectándose desde el umbral
pienso que la t iene) cuando dice que el paradigma de todos los textos hacia ambos crepúsculos simétricos y similares, la aurora y el ocaso .
consiste en una figura (o un sistema de figuras) y su desconstrucción, Esta versión alternativa de la figura es apenas compatible con la otra,
ciertamente lo he podido demostrar para el caso de "La muerte y la a pesar de que la fuerza de la figura puede depender de que esto pase
brújula". Sin embargo, también aprendimos de de Manque siempre desapercibido por el lector, y que piense simultáneamente de ambas
es posible ir más allá de un punto intermedio o un punto final en una maneras, ignorando una imposibilidad lógica que ni siquiera ha adver -
lectura, aun si parece ser la culminación en una aporía elegantemente tido.
formulada y sellada herméticamente o un callejón sin salida. La se-
cuencia de ensayos escritos por d e Man sobre Rousseau en Las alego- La figura bifronte de Jano o Hermes que mira hacia afuera no es
rías de la lectura es el ejemplo más importante de esto en su obra. To· el modelo de un conocimiento narcisista que consiste únicamente en
dos los ensayos parecen alcanzar e l punto final, más lejos de donde lle- el auto-conocimiento (que no es verdadero ya que es conocer lo que
gan la mayoría i:le los lectores, pero e l capítu'lo siguiente comienza en ya se conoce), sino del conocimiento verdadero de todo lo exterior al
aquel punto final, escapa del supuesto ca llejón sin salida, y demuestra yo . Unicamente una visión binocular, o mejor dicho una visión a cua-
que es posible, y nececsario, llegar más lejos, a pesar de que la inten- tro ojos puede ver e identificar la duplicidad escondida de la visión de
ción no sea dirigirse más lejos del "más lejos". Hemos aprendido de de un rostro singular, por ejemplo el hecho de que la aurora y los ocasos
Man especialmente a desconfiar de aquellas interpretaciones que dicen son similares, que son ambas entre dos luces, pero que están en distin·
proporcionar el conocimiento cierto aún si ese conocimiento es termi- tos lugares con respecto a la oscuridad y a la luz que los componen .
nantemente negativo. "Tenga cuidado cuando le parece 'poseerlo', Solamente el J ano-Hermes puede interpretar la mezcla de igualdad y
puesto que lo más probable es que ha sido engañado, la víctima de una diferencia que es la base de toda sustitución metafórica y solamente
claridad ilusoria". Esto puede ser el dicho de un lector que intenta ser esa visión cuádruple puede emplearse como instrumento hermenéuti ·
fiel a las enseñanzas de Las alegorías de la lectura. co confiable para lograr el conocimiento preciso de un mundo dupl i·
cado, el mundo tal cual lo es para Red Scharlach.
En el caso de "La muerte y la brújula" los indicios para ir más
lejos del cierre aparente que he logrado están dados por el cuento en Sin embargo es imposible, por lo menos es lógicamente imposi·
sí. Es extraño deducir que Borges ha incorporado su propio escepticis- ble, que la figura de J ano reflejado mire en ambas direcciones a la
mo hermenéutico en e l villano del cuento, a pesar de que esto no ser ía vez. Tampoco las formulaciones de Borges permiten elegir uno de
una ironía imposible. Por otra parte, existe un aspecto que aún no he ellos, ni establecer prioridades, jerarquías· o movimientos dialécticos
tomado en cuenta de la figura de la línea como el umbral de donde se entre ellos. No es solamente el caso de que esta figura final (o de he·
puede mirar en ambas direcciones. La dualidad dentro de esta f.igura cho penúltima) desconstruya todas las figuras anteriores, el triángulo,
de hecho está redoblada. Por un lado es la figura de un hombre o de el rombo, el laberinto centrado y licito. Además la figura se descons·
una mujer que se m ira en el espejo, dos caras que se miran con narci - truye a sí misma. Se duplica a sí misma dentro de si misma, para que
sismo. Esto me sugirió la imagen de un hombre enfrentándose a su cada versión descalifique y anu le a la otra, mientras que ésta t:s .d esca·
175
de la narración literal, no figurativo, que dice la verdad. "Por eso estoy rente, cuyos movimientos de bondad deberías ser capaz de ad-
satisfecho, dice el narrador, de contar mi historia simplemente, sin mirar (el subrayado es mío) .
tratar de que las cosas parezcan mejor de lo que fueron, sin temer a Es más necesario que tuviera una fibra de simpat (a hacia ese ciu -
nada verdaderamente, nada más que a la falsedad, la cual, a pesar de dadano vulgar que me pesa el azúcar con una corbata y un cha-
nuestros mejores esfuerzos, sobran las razones para temerla. La false· leco mal combinados, que hacia el bellaco muy elegante con
dad es tan fácil, la verdad tan difícil .. . Examine bien sus palabras, Y bufanda roja y plumas verdes -más necesario que mi corazón
encontrará que aun cuando no tiene motivos para ser falso, es muy se llene de amorosa admiración por algún rasgo de bondad gen-
arduo deci r la verdad exacta, incluso sobre sus propios sentimientos til en la gente imperfecta que se sienta cerca del mismo fogón
inmediatos -mucho más difícil que decir algo lindo sobre ellos pero ~onmigo ... (los subrayados son míos) .
que no es la verdad exacta". ¿Exactamente, qué es este lenguaje, las
palabras con las cuales el novelista puede decir la exacta verdad sobre El argumento aquí, como en Aristóteles, depende de la noción
sus sentimientos interiores o hechos exteriores, sin una fracción de de que, paradójicamente, las cosas, en este caso nuestro prójimo, no
más o de menos, como una tabla cortada por Adam Bede, qu e se pueden ser vistas como son, por lo tanto no pueden ser amadas y ad -
ajustara perfectamente al largo?. miradas, en si mismas. Es necesario que hagan un desvío a través del
reflejo del arte para hacerse visibles y en -consecuencia susceptibles de
En ese capitulo la teoría de la función de tal lenguaje es clara . ser amadas. Un argumento paralelo es hecho por Fra Lippo Lippi en
Es una versión de la def inición d e mimesis que se retrotrae a Aristóte- su defensa de un arte "realista" en el poema de Robert Browning :
les. Esta teoría es un a de las constantes de la metafísica de Occidente. Las obras de Dios - pintan a cualquiera, y consideran un crimen
La teoría es económica, en el sentido más amplio del término . En el dejar que una verdad escape. No objetes "Sus obras ya están
caso de George Eliot es una teoría económica fuertemente teñida del aqu (: la naturaleza es completa - -
lenguaje de la ética protestante. En la Poética de Aristóteles la función Suponte que la reproduces -au nque no puedas
de la mimesis es el conocimiento. La imitación es natural al hombre, y 1No hay beneficio! debes derrotarla,-e·ntonces".
es natural que le produzca placer, Le produce placer porque aprende. lP.ues no lo adviertes? estamos hechos para que amemos
Aprende de ella la naturaleza de las cosas o personas imitadas, que sin Pri mero cuando nos parecen pi~tad~s. las cosas q~e hémos
-
ese desvlo a través de la mimesis, no sería ni cognoscible. pasado
Tal vez cien veces sin cuidarnos d~·verlas,
En el Capítulo Diecis iete de Adam Bede el argumento no se re- Y por eso son mejores, pintadas -mejores para· nosotrós,
fiere tanto a que deberla conocer a mi prójimo como a que deberla Lo que es lo mismo. El arte fue dado para eso,
amarlo: Dios nos usa para ayudar a los otros entonces,
Abriendo nuestras mentes ...
Estos mortales, cada uno, deben ser aceptados como son: no
puedes enderezar sus narices, ni iluminar sus talentos, ni recti- (God 's works - paint any one, and count it crime
ficar sus disposiciones; y es esta gente -entre quienes pasa tu To let a truth slip. Don't object, "His wor ks
vida- que es necesario que toleres, que te compadezcas de ella Are here already, nature is complete:
y que la ames: es esa gente más o menos fea, estúpida, incohe- Suppose yoy reproducer her -(which you can't)
cuales una palabra literal no es llevada a ser sustituida por otra pala-
Aún aunque el capítulo Diecisiete está fuertemente encomen- bra literal sino a designar algo que no tiene ningún otro nombre más
dado, en sus afirmaCiones abie rtas, al realismo como reproducción que uno figurativo. Esta nominación no designa algo que ya existe, si-
exacta, el argumento subyacente se refiere al uso del lenguaje figu- no hace que algo pase, en el mundo "real", que de otra forma no ha·
rativo. Este lenguaje no dice directamente lo que significa. El len- bría pasado.
guaje de la ficción realista no está basado sólidamente en ninguna
entidad extra-lingüística. Transforma eas entidades en algo distinto Como todos los performativos, este es fundamentalmente ambi-
de ellas mismas, de la misma manera que tu feo, estúpido prójimo se guo . Su "ind ecidibilidad" debe ser definida por el hecho de que es im-
hace susceptible de ser amado cuando él o ella ha pasado a través del posible saber si algo sucede realmente como resultado de su fuerza o
circuito.de representación en una novela "realista". si so lo pasa ficticiamente y por lo tanto no sucede en absoluto. ¿ Pue-
El párrafo final del capítulo es de gran "interés", en el sentido Toda evaluación emotiva es performativa. Hace que suceda algo
que agrega un incremento a lo ya d icho, clarificándolo y socavándola que no tiene causa más allá de las palabras que lo expresan. Ya que
al mismo tiempo. El último párrafo parece, en principio, una idea tar- mi semejante es "realmente" feo, estúpido, inconsistente, ver a una
día bastante casual agregada al argumento más importante en defensa mujer como qu e realmente no vale la pena amarla a menos que muera
d el realismo. En rea lidad , la base cero , de ese argumento es de gran antes de poseerla (cínico idealismo francés, el cinismo de aquellos que
importancia como revelación de los fundamentos, o mejor, de la in- rechazan lo real y suspiran por lo ideal); medir todo por la norma de
fundamentación. Afirma una equivalencia en la baja valoración dada a una mente avara y estrecha, como el Sr. Gedge, y encontrarlo escaso
lo feo real por ese "excelso orden de las mentes que suspi ran por lo ("Un pobre tipo, señor, grande y pequeño, y esos mientras vie ne a buscar
ideal", por un lado, y por naturalezas avaras, estrechas, egoístas, por una vuelta de gin, esos no son mejores que mientras viene a buscar un
el otro. Tanto idealistas como cínicos coinciden en no e ncontrar gen- cuartillo barato, un pobre tipo"); amar a nuestro semejante feo, sabien-
te "real" en ninguna narración: "Pues he observado esta coincidencia do que él o ella es feo/a, como George Eliot -las tres cosas tienen el
destacable, que las naturalezas selectas que suspiran por lo ideal, y no mismo sentido. Son un(sonas. Suman lo mismo en el se ntido en que
encuentran nada en pantalones o polleras suficientemente grande para dan medidas que son analogías que carecen de toda base sólida en
definir su veneración y amor, son curiosamente armónicos con lo más cualquier legos. Hay algo más que una simple oposición en la re lación
estrecho y lo más insignificante". Estas dos clases d e desvalorizadores entre la economi'a de ci rcuito cerrado del reali smo, por una parte, lo
son a su vez opuestos a George Eliot mismo, q uien encuentra a su veci - feo reflejando lo feo y devolviendo lo feo a lo feo y, por otra parte,
no infinita mente digno de referencia. Sin embargo, resu lta lo mismo, la infinita economi'a de genio, lo bello (ángeles y Madonas, profetas,
como reve la secretamente el párrafo. Da el mismo resultado en el sen- sibilas) sin reflejar nada más que el alma inventiva de su creador, vo-
tido en que ambas valoraciones, la baja y la alta, son medidas figura- lando hacia el ideal vacío sin posibilidad de regreso. El realismo tam-
tivas de quienes, como el capítulo narra repetidamente al lector, son bién agrega una plusval (a ficticia, y las Madonas o los ángeles también
a
"en realidad" personas, feas, estúpidas, inconsistentes. Amar este tipo hacen que ad miremos la maternidad humana y la aspiración abnegada .
de gente es tan infundado como ll amar la, como lo hizo el Sr. Gedge,
e l c uidad or del bar, " un pobre tipo". En realidad, el Sr. Gedge puede George Eliot d escarga su conciencia, salda su obligación, admi-
estar más cerca de la imagen exacta de la gente tal como Marian tiendo secretamente su parentesco con las posiciones que rechaza. Los
Evans la ve, pero el ci ni smo de Gedge es tambi én un valor infundado extremos se tocan en su común infundamentación. El cinismo que
tanto como lo es la amante veneración de George El iot para con la mid e a toda la gente con un cero y la encuentra a toda igualmente po-
gente común . La diferencia, fundamental para George Eliot, como un bre, tiene el mi smo sentido que la medida positiva que otorga a mi
signo de más o de menos antes de cero, es que la eva luación positiva semejante un valor infinito, generando así una resolución d e hacer el
es el mejoramiento de la vida. Crea y sostiene a la comunidad humana bien, de amarlo/a . T erm ina siendo lo mismo, sin embargo, se convier-
sobre la base de esas ficciones infundadas que son absolutamente t e en algo muy distinto en sus efectos, lo cual constituye toda la dife-
"necesarias" en el caso de que existiera una comunidad humana : " Es rencia entre la conservación y la disolución de la sociedad. El cemento
de la sociedad es la ficción de que mi feo, estúpido prójimo es suscep-
194 J. HILLIS MILLER
LECTURA DE ESCRITURA . .• 195
tibie de ser amado. Adam Bede d ramati za en la historia d e su héro e ti·
tu lar los peligros de un poder de juicio demasiado terco y clarividente.
Aún el performativo más caritativo, s in emba rgo , t iene sus peligros. La
oscilación generad a por la imposibilidad de distingu ir categóricamente
¿EXISTE UNA
entre esas dos actitud es, la ego ísta y la no ego ísta, la clnica y la cari·
tativa , es el rit mo penetrante del pensam iento y el sentimiento d e ETICA DE LA LECTURA?
Adam Bede en su totalidad. Está dramati zada en la secreta identidad
Y. sin embargo, infinita difere':lcia entre Hetty y Dinah. Está dramati·
zada en la imposib ilidad de decidir si e l iluso amor de Adam por Hetty
es algo bueno o algo malo: " Creó la mente q ue creyó salió de la suya,
q ue era amplia, generosa , tierna" (Ada m Bede, Cap. 33) . Está imitada
fina lmente en la imposibilidad d e decidir s i el "yo" que habla en el No hace mucho tiempo Paul de Man podía oecir, con bastante
cap(tulo Diecisiete es Marian Evans habl ando d el mund o real, históri- regocijo, -imposible determinar s i con much a o poca ironía~ que
co, autobiogáfico de su padre, el di strito de su hogar, la exper iencia la tarea de la critica en los años venideros sería una especie de apro-
de su infancia, o si, como también debe ser, es todo eso traspuesto piación imperiali sta de toda lectu ra po r parte d e ese m étodo d e
a la voz ficticia de un narrador masculino inventado que habla de lectu ra retórica que suele ll am arse "desconstrucción". "Sin em-
hechos ficticios y los valora en intercambios f igurativos infundados bargo, no hay ningún motivo por e l cua l los análisis del tipo que
desplazándose hacia atrás y hacia adelante d esde el amor hacia la natu - aqu 1' se sugieren para Proust", decía de Man, "no puedan ser apli-
ra leza, el arte, la reli gión. Es ambos y por lo tanto ninguno. cados con las adecuada s modificacio nes t écn icas, a Milton, Dante o
Holderlin . Precisa me nte ésta será, d e hecho, la tarea de la crítica
Mi lectura de la lectura que George Eliot hace de su propia es- literaria en los años venideros" ( 1) Apenas podría afirmarse que es-
c ritura ha revelado una grieta perturbadora entre el conocimiento que t a tarea haya si do llevada a cabo en los años que van d esde 1979 has-
otorga esa escritura en su firme compromiso d e narrar la verdad y ta ahora con un rigor semántico importante. Y lo d icho es verdad
el poder de ama r a un prójimo que supuestamente brinda una historia a pesa r de la vasta influencia ejercida por la "desconst rucción", a pe-
que narra la verdad . Esta fisura no es d em as iado diferente, después de sar d e los muchos libros y ensayos escritos a l respecto, y a pesar del
todo, del abismo entre la epistemolog(a de la metáfora y e l necesari o trabajo brillante de. críticos más jóvenes influidos por de Man . Pero
momento de "eticidad" en el relato que realiza Pau l de Man d e su es m ás lo que se ha hablado sobre la desconstrucción, en tanto "teo -
texto "paradigmático", e l Julie d e Rousseau. ría". o en tanto "método", buscando aplaudirla o d eplorarla, que lo
que se ·ha intentado para realizarla o para demostrar que la misma
Traducción de Laura Flores puede "aplicarse" a Milton, Dante o Horderlin, o a Trollope o Virgi-
nia Woolf.
Esta respuesta se tntcta con ~na dolorosa dificultad doble, y Supo ngamos que ese libro que tom o viene a ser Lo que Ma isie
en ell a permanece. Cada libro, poema, novela, ensayo, fragmento sabía d e Henry James, com pleto con el prefacio a la novela q ue J am es
de lengua escrita, incluso en aquel las lenguas que no sé, pide a gri - escr ibiera para la ed ició n neoyorquina de sus nove las. lQué suced e
tos ser leído, y ser leído por mí. El llamado se dirige a mí en perso-
iEXISTE UNA . . . 211
210 J. HILLIS MILLER
cuando lo hago, y en qué sentido constituye la lectura de Lo que Mai-
sie sabia un acto ético, esto es, el hacer una cosa que a su vez hace todos estos casos el saber desemboca finalmente en una opción, una
· otras?. decisión, una acción, siempre determinante y crítica, que cierra el
libro, pero esa acción no parece ser el resultado lógico del saber .
La primera cosa más saliente (y la última) por la cual el lector
de Lo que Maisie sabía, y en general de toda la obra de James, se ve Maisie tiene su sitio en esta larga hilera de protagonistas jamesia-
obligado a rendir cuentas, es esta: lPor qué motivo es siempre para nos que al final "renuncian". Podría ser más apropiado que la novel a
James el sumo bien, el acto verdaderamente moral, o e l acto ejecuta- se llamara "Lo que Maisie hizo sobre la base de lo que Maisie Sabía",
do en base a algo más profundo que un sentido moral (sea lo que sea si bien la frase "sobre la base de" parece apenas correcta, dada la fa l-
que ello signifique), un acto de sacrificio, de abnegación?. lOué podr(a ta de secuencia lógica que hay en este caso (y en los otros ejemplos
significar eso para lo que yo debería hacer en tanto lector de Lo que que he citado) entre el saber y el acto. La elección y acto de Maisie
Maisie sabía?. El desenlace de los cuentos y novelas de James suele es definido por el narrador como un ejemplo clásico de deci sión li-
consistir tan a menudo en un acto de abnegación, que cualquier lector bre y autónoma que se hace efectiva, que "se ejecuta" mediante un
puede notarlo, así cbmo darse cuenta de eso es lo que requiere lama- acto verba l: "Apelo a ti ", le dice Sir Claude a Maisie. "lPuedes elegir
yor explicación en J ames. Isabel Archer, en The Portrait of a Lady libremente?" ... "lPuedes elegi.r?. Me ref.iero a si eres capaz de decir
(El retrato de una dama), permanece junto a Gilbert Osmond, a pe- tú mi sma la palabra final para este asunto." ... "se había dado cuen-
sar de que ese quedarse contradice, aparentemente, todo lo que ella ta de que eso dependía tan completamente de ella. Su elección, tal
ha aprendido sobre qué es lo más valioso en la vida. Catherine Sloper, como su amigo la había llamado, se encontraba allí ante ella igual que
en "Washington Square" (Plaza Washington"), se aferra a Morris una suma imposible escrita sobre una pizarra". (4) Finalmente ella
Townsend, o más bien a la falsa imagen que de él úene, incluso luego opta por dejar a Sir Claude, a quien ama, y quedarse con la Sra. Wix,
que ha descubierto que no vale nada. Lambert Strether, en The Am- su gobernanta, o, más bien, opta por decir que dejará a la Sra. Wix si
bassadors (los Embajadores), rechaza el ofrecimiento de sí misma q ue Sir Claude renunciara a su relación adúltera con la Sra . Beale y partie-
le hizo Maria Gostrey, y regresa a Woollett, en Massachusetts, a fin de ra con el la, Maisie a solas sab iendo que al decir eso se separaba para
permanecer fiel a sus principios: "Ves, esa es mi única lógica. No que siempre de Si r Claude. Lo que ella dice, lo que lleva a cabo al decirlo,
yo obtenga de todo el asunto algo para mí"." Maggie, en La vasija dora- permanecerá para siempre como una barrera entre Sir Claude y la
da, dice su mentira a Charlotte, perdona el adulterio de su esposo Sra. Beale, como un juicio sobre la relación de ambos, a pesar de que,
con Charlotte y triunfa sobre ambos en el caso de abnegación quizá como repetidamente afirma Maisie, fue ella quien los reunió por pri-
más complejo de la obra de James. Milly Theale, en The Wings of the mera vez. El acto de Maisie anticipa el de Maggie en La vasija dorada.
Dove (las alas de la paloma). deja su dinero a Merton Densher, si Una vez más el acto de autosacrif.icio y abnegación aparentemente más
bien sabe que éste la ha traicionado, y de ese modo separa definitiva- ético empeora, más que mejora, las cosas para los que .la rodean .
mente a Densher de Ka te Croy. Todos estos actos de abnegación, en
los hechos, lejos de traer felicidad, ya para aquél que renuncia, ya para James se refiere elocuentemente a esto en el prefacio como "la
los que la o lo rodean, traen tan sólo para ambas partes, uno y otros, verdad irónica completa" de la novela, y si bien no hay razón alguna
mayor y perdurable aflicción y miseria, "bale" en inglés, para usar la para presumir a priori que James fuera el mejor lector de su propia
palabra que James emplea en el prefacio a Lo que Maisie sabía. En obra, lejos de ello, los prefacios constituyen, sin duda, el testimonio
para un acto extraordinario de lectura o de relectura. Aquí está lo que
212 J. HILLIS MILLER
dice James:
iEXISTE UNA ... 213
queriendo con ello decir la significación de la experiencia y la acción
"No hay temas tan humanos como aquéllos que nos reflejan, ex- de la protagonista, pensándolos como si hubiesen sucedido a una per-
traídá de la confusión de la vida, la conexión íntima entre el sona real en el mundo real, lqué tiene que ver todo esto con la ética
placer, la felicidad por un lado, y el dolor, la pena por el otro. de la lectura?. lOué es lo que deber!'a yo hacer, en tanto lector . "sobre la
La conexión_entre aquellas cosas que ayudan y las que lastiman, base" del saber que obtengo leyendo la novela?. lAigo análogo a lo
de ese modo haciendo pender por siempre ante nosotros aquel que hace Maisie?. lPero que significaría eso exactamente?. lCómo
radiante metal duro, de tan extraña aleación, una de cuyas caras podría Vo hacer en forma pragmática, y sobre la base de lo que sé
es lo justo·, recto y placentero de una persona, y la otra cara lo por haber leído la novela, algo análogo a lo que Maisie hace sobre la
doloroso ·y lo malo. Vivir con toda intensidad y perplejidad y base de lo que ella sabe (si bien, como ya he d icho, ese "sobre la base
felicidad en su pequeño mundo terriblemente mi xto sería asf de" es problemático)?.. lCuál sería concretamente ese hacer subsi-
el papel de mi interesante pequeño mortal; reunir perso nas que, guiente a la lectu ra, recordando q ue la ética de la lectura com ienza
estarían al menos mejor separadas; dejando separadas personas siempre con un acto ulterior de lenguaje: enseñar la obra hablar de
que, juntas, estarían el menos mejor; floreciendo, hasta cierto ella, escribir sobre ella?. lDebería yo llevar a cabo un acto 'de abnega -
punto, a costa de muchas convenciones y conductas de correc- ción, de renuncia, análogo?. lExactamente cuál sería, en el caso de
ción, incluso -de lo que se entiende bajo conductas decentes; leer la novela?. Finalmente, len qué sentido se usa aquí la palabra
manteniendo viva realmente la antorcha de la virtud en un " a na lag ía · ~? .
aire que tiende siempre a sofocarla; en realidad haciendo, en re-
sumen, que la confusión sea peor confundida, al introducir cier- La clave para acceder a una respuesta a estas preguntas y a una
ta extraviada fragancia de un ideal en medio de la esencia de comprensión de la ética de la lectura, se halla, por lo menos en este ca-
egoísmo, al sembrar sobre playas áridas, pese al mero hecho de so, en ver las analog ías: entre cuatro posibles maneras de renunciar
la presencia, la semilla de la vida moral." (M, 8) Y en v~r la fuerza exacta que tiene aquí el concepto de analogía. ' La~
analog ras· lo son entre cuatro formas de renu nciamiento : la d e Ja-
Habrfa mucho que decir de este-pasaje, por ejemplo de esa ima- mes al escribir el libro, la d el narrador al contar la h istoria (sabemos
gen de los dos lados del metal de extraña aleación en tanto figura para q_ue el nar_rador no es el autor, sino un " personaje" ficticio dentro del
la ambigüedad irreductible, como lo ve James, de todo acto moral, lr bro, a l f rn de cuentas, una función li ngüística) , la de Maisie al deci-
incluso quizá del acto de escribir y publ icar Lo que Maisie sabfa. Es dirse, la del lector al leer el libro y como resu ltado de este pedazo de
impresionante la comparación que se hace para esa ambigüedad en la la conducta de vida, pasar a hace r otras cosas que a su turno ocasio-
alusión, al final de mi cita, a la parábola de J esús del sembrador, en narán que se hagan otras. En todos estos casos la ley de renunciación
Mateo, 13. Si la sem illa de la Palabra se siembra sobre tierra árida no es: meno~ es más. A aquél que ceda se le otorgará más, y tend rá más
crecerá, así como "la frescura", "lo maravilloso de Maisie vuelven aun abundancra, pero su bienaventuranza será la miseria para otros exac-
peores a las personas malas que la rodean, y así como, quizá, no todos tamenta igual que en la parábola de Jesús sobre el sembrador: ,; . . . al
los lectores obtendrán un "bien" de leer Lo que Maisie sabía, en caso q.ue no tiene, aun lo que tiene se le quitará." (Mateo, 13:12). Existen
que se hallen entre los que tienen ojos que no ven, y oídos que no srempre _algu nos que perman ecen duros como p ied ra ante la palabra,
oyen ni comprenden. para qu renes el leer literatura causa más daño que beneficio, porque
ellos pertenecen al grupo de los que , viendo, no ven .
Si eso, o algo "parecido" a eso, por lo menos de acuerdo al pro-
pio James, es el significado ético temático de Lo que Maisie sabía,
iEXISTE UNA ... 215
214 J. HILLIS MILLER
La t eor fa tje la novela de James, a lo largo de todos sus prefa- a Pater, a Proust, a Walter Benjamín, a Paul de Man, de la expresión
cios, pero elaborada de un modo especialmente sutil e n el prólogo a narrativa de significados generados por relaciones diferenciales entre
Maisie y en las anotaciones que registró en su cuaderno entre 1892 y signos distribuidos a lo largo de una 1ínea temporal. En este tipo de ale-
1897, época en que gestó y compuso Maisie, es un método parsimo- goría de los signos, más que similares, son discrepantes, o disimiles. La
nioso de obtener lo máximo de lo mínimo, o de argumentar que só lo alegoría es la analogía en la d iferencia o, como se podría decir, "ana -
lo mínimo puede ser convertido en lo máximo. analogía".. No hay, además, po r fuera de la cadena de signos: por arri-
ba, por abajo, antes o después, un logos que pueda indagarse, que se
Si estos cuatro actos (escribir, narrar, hacer, leer) son análogos, pueda señala r a fin de determinar su significación.
aún sigue en pie una de las preguntas que formu lé antes: l Exactamen·
te cuál es e l modo d e analogía aquí operativo?. lDe acuerdo a qué lo- Cada uno de los actos de renunciamient o que he descrito -el
gos se puede decir que todas estas maneras de hacer, que son aparen- del escritor, el del narrador, a quien James limita tan severamente en
temente tan variadas y ligadas por e l sólo hecho de que son maneras lo que puede decir y contar, el de la protagon ista , el de cualquier
de obtener más mediante un renunciamiento, son "lo mismo" o "si- lector de Lo que Maisie sabía constituye una expres ión alegórica de
milares"? . Con dudas y a l pasar h'e empleado ya la palabra alegórico para los otros actos en el sentido que he definido, si bien ninguno de esos
describir el modo lingüístico que toman uno u otro de estos actos, o actos es el orig,inal secret o, d el cual los otros t res son la representación
para describir la relac ión entre ellos. Afirmo que esta palabra se justi· alegórica. Otra forma de decir esto mismo, es decir que todos estos ac·
fica. El modo de analogía que se da entre todas estas maneras de tos son alegorías de la lectura, si bien debe al mismo tiempo com-
hacer cosas con palabras debe def in irse como alegórico , estricta· prenderse que la lectura como ta l nunca puede ser leída, está siempre
mente hablando. Quiero decir alegórico en su sentido propio y tam- oculta o en vuelo, es siempre el otro de cualquier acto que yo esté rea·
bién en el etimológico, como modo de decir una cosa de otra manera. lizando, inclu~o el acto literal de leer Lo que Maisie sabia. La lectura
Alegoría expresa a lgo extraño, extranjero, "otro", pero en términos puede ocurrir, en todas las formas que en este caso asume, pero no
de lo fami liar, lo con.o cido, lo doméstico o domesticado, como lo ha· puede ser leido como tal es la ley que determina la lectura Y los
cen, por ejemplo, las parábolas de Jesús . La a legoría, al igual que la actos subsiguientes. Esta es la ley donde se origina le exigencia impera·
parábola, es una manera de ocultar y revelar al mismo tiempo. Oculta tiva o la orden que lleva a James, al narrador, a Maisie, o a mi como
para aquellos que, viendo, no ven y cometen el fatal error de leer li· lector, a hacer una cosa y decir: "Debo hacerlo; no puedo obrar de
teralmente. Y es reveladora para aquel los que pueden ver lo que se otra forma." En resumen, esta ley es la ley de la ética de la lectura.
oculta detrás del velo de la narración temática. La alegoría co nvierte El acto de James de escribir Lo que Maisie sabía, o de escribir al res·
lo esotérico en exotérico. Dice algo de otra manera en e l ágora o la pecto, en las t res formas que tomó: antes, durante Y después, es una
plaza pública, donde las exposicio nes son a todos inteligibles. representación alegórica de su lectura de la "cosa", o del "asunto" de
la historia (esos son los térmi nos de su prefacio a La Vasija Dorada),
lPues de qué es alegórica Lo que Maisie sab(a?. En este caso la en tanto ese asunto iba exhibiendo gradua lmente su narrabilidad,
forma de alegoría ho es la de una narraci ón exotérica, a la que gobier· su "verdad irónica completa". lOué es la narración que rea li za el na-
nan un signif icado trascendental, o algún modo de referencia: históri· rrador ficticio, si no un acto de lectura d e la más concreta especie,
ca, psicológica o social; se trata más bien, como en una tradició n de un contar la historia y una interpretación d iscreta e irónica de ella?.
alegoda que viene desde Friedrich Schlegel, pasando por Ruski n ¿Y de qué mane ra es que Maisie viene a saber, y finalmente a actuar,
GEO-F FREY
H. HARTMAN
226 J. H/LLIS MILLER
HARTMAN. "Que mi ensayo descanse (rest) aquf en este movi-
miento . . . " Con esta distensión, más bien elevación de un corazón
desvelado, Hartman clausura su ensayo sobre Hegel y Wordsworth:
Hegel (hegel/aigle), el águila imperial de la filosof(a, que todo lo quie-
re ver y digerir desde su altura, y Wordsworth, el valor (worth) revela-
dor de las palabras (words), que levanta la carga de la muerte y purga
el lenguaje de los epitafios. La descarga de Hartman en este ensayo de-
semboca en la "clausura", la de la filosoffa y la poesfa entretejidas en
una dimensión estética indefinida. Se trata, pues, de una clausura que
no cierra ni define sino que afirma el movimiento en una renovada
forma de ápertura: la elevación de lo que está debajo, es decir, de la
sustancia, que en Hartman traduce "lo profundo", "el abismo", "la
madre", los "restos ...."
229
proyectan históricamente hacia la sustancia de la tierra propia. La mal- hasta el corazón" (Hartman, Saving the Text/ Derrida, Glas). A lo que
dición, en cambio, daña la semilla, el sem, en este orden de las cosas, y cabr/a añadir: hasta que no se levanta la carga de la dispersión, redi-
dispersa/disemina en una ejecutoria genésica decididamente autorita- miendo el trauma del castigo y rehaciendo la ejecutoria genésica.
ria. En Hartman está el recuerdo de esa forma de sustancia seminal y YHWH disemina a Babel fundiendo balal con Babel/Babilonia. YHWH
la resonancia de una melodla acechante, la de las etimologlas, como
(balal) el lenguaje etimológico de Babel (Babilu/Puerta de Dios) por-
un tañido fúnebre (glas), que no deja descansar (rest) porque sólo que- que la construcción mono/ógica de la génesis ciudadana (EnOma Elis/
dan los restos de la sustancia: la textualidad. no constituye su centro/su templo, y porque la Confusión, como di-
ria Derrida, es el nombre de aquél al que no se puede llegar sino a tra-
vés del traslado que es lo que hace la metáfora, trasladar (meta-pherien),
"La textualidad es todo lo que queda", los rastros con sus
al reemplazar y fundir una cosa con otra (Derrida, "Des tours/ dé-
melodías hechas de sHencios y paronomasias. Pero, e insiste en ello,
" eso es algo": una cosa en que pensar (some-thing/think); un cargo de tours ... "). La desconstrucción del ser (rest/ etre) o de Hegel (hegel/
conciencia, la memoria; una deuda contra/da con los restos indigestos aigle) repite el origen de la diseminación, sanando la h erida del trau-
en espera no de la purificación sino de ser elevados, de una resurrec- ma, aboliendo el castigo. Reivindica asimismo la otredad marginada
ción/resurgimiento. Los restos o los rastros desconstruyen al "ser" en por la pureza de las formas ontológicas: 1) la cópula transparente con
a~agrama mediante el significante (Sa), sin saber absoluto (Sa), es de-
la que se construye la definición esencial, y 2) la propiedad de la sus-
Cir, lo que queda del ser y el saber absoluto son los restos del signifi- tancia estancia/, con su origen en la Vesta/ Hestia purificadora (Platón,
cante: rest/etre, y la s circunfleja del ser en etre es el rastro (spoor) o Cratilo), V con su pragmática apropiante, que hace la otredad impura
marca y es la espuela {spur) o estilete (Hartman, Saving the Text). Es- (lo extranjero, el esclavo, la mujer) la propiedad del señor (kyrios),
te es el diferencial de una nueva forma de ser y de sustancia. Lo que dueño de la casa y de las cosas. (La escritura en cambio, es la casa de
queda es lo que permanece, aunque sólo sean las marcas o el silencio la otredad donde se desordena el orden lógico). El etnocentrismo im-
(rest) de la pausa (rest) semltica, la cesura que marca la coma(), co- p//cito en un discurso que hace de lo propio (kyrios) la forma univer-
mo, por ejemplo en "Yo, el Dios de vuestros padres," "Yo , YHWH," sal de las cosas y en una marginación que ha llegado incluso a la puri-
silencio sobre el que monta la cópula ontológica en el orden del Lagos ficación exterminadora - sobre esta labor de edificación, que erige la
Hijo : "Yo soy," es decir, "Yo soy el Ser (SJ/Ex 3:14). De la descons- "mitolog/a blanca", se ejerce una labor de traducción desconstructora
trucción del ser quedan los rastros de un Hartman diaspórico, las mar- V diseminadora. La sustancia ahora es otra, una propiedad móvil que
cas de una descarga de conciencia y la búsqueda renovada de bendi- se instala en la diseminación porque la diseminación es lo propio del
ciones: El (es) Hartman: él, persiste en su lucha por salvar el texto y lenguaje diaspórico, fuga abismática que dispersa tanto el orden onto-
levantar el peso de la muerte resucitando los restos de lo único que lógico del Lagos apropiador como el etimológico en torno al elusivo
queda, reivindicando la maldición y el olvido. Nombre propio (YWHW). La desconstrucción y diseminación en su
negatividad ontoteológica, reivindica la otredad y se orienta, como
Hartman sangra por la herida de las bendiciones: blessings/ blee- hace Bajt/n respecto del discurso oficial monológico, hacia la ciudad
dings. La bendición se torna en maldición hasta que no se levanta el plurilingüe de una nueva Babel. La crítica textual desempeña asi para-
peso afilado de las palabras con su capacidad para herir y para curar, dójicamente una misión civilizadora excéntrica y centrifuga, con un
(Hartman, 'Words and Wounds" / Derrida, " La Pharmacie de Platon"), toque de campanas que reivindica los restos.
o aun más incisivo, hasta que no "se levanta la carga de la circuncisión
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La función del critico, según Hartman, es la del tafledor revisio-
nario: vuelve a ver y sonar la imagen, la reescribe y expande. La crltica
es en este sentido un ámbito de resonancias. El crltico no abole la
otredad, identificando la propiedad ausente, sino que revehiculiza
LA LUCHA POR EL TEXTO
la ausencia, redesfamiliarizando, reivindicando la otredad, la necesidad
de traducir lo intraducible, de girar con el tropo o heliotropo, de des·
viarse: la vida es un desvfo/détours, una posposición de la muerte (De·
rrida/ Freud). De al/( la indefinición, indeterminación y posposición, ioh! lCuál? lAiguno?
que en Hartman se presenta como una elevación estética de la clausu- G.M. Ho pki ns
ra, a partir de los restos: la sustancia y la herida. El crítico, dice Hart·
man, es un revisionario que ve en el corazón como en las ingles para La pregunta q ue m e he hecho es: lhasta qué punto este text o, la
poder engendrar. (Criticism in the Wilderness). El crítico ser/a pues, Biblia Hebrea, es diferente de todos los otros tex tos? lHay una base
como un nuevo adán/man inseminador de corazón (heart) pero días· para la d isti nci ón entre ficción y escritura? lPodemos discrimina r am -
pórico, un sustituidor como Abraham, entendiéndose la sustitución bas clases por cualidades retór icas o textual es, mejor que por crite-
rios externos que permanecen en misterio? Llamar a la Biblia t ex to sa-
como un emblema de la metáfora, y un Jacob que lucha en el desier·
grado es aparta rl o, co nstituirlo en tal p ara e l lector, pero como argu-
to (wilderness) hasta la dislocación de los huesos por conquistar un
menta ron Auerbach (1) y otros, hay algo en el texto qu e nos impulsa
nombre con texto (Hartman, "The Strugg/e for the Text"). Más acá de a esto, no para mantener el mensaj e del texto escondido o encerrado ,
las agnominaciones genésicas, la actuación del critico hartmaniano es sino, por el contrario, p ara hacernos p enetrar en su espac io or igi nante
como la del ciervo (hart) martiano, que, herido, busca sanar entre las lo no dicho al igua l que lo dicho , el terre no sin señalar al igua l que el
breñas de/libro (bush/book). La remisión aqu{ no es sólo a la intertex- señalado, do nde el p aso es difícil tanto desde un punto d e vista erudi-
tualidad, el espacio abismático (breña/ vorago) donde se instala el crl· to com o desde uno esp irit u al. Lo q ue complica la situació n de la críti ~
tico, .sino también a la semiosis infinita donde se mueve el vehfculo, ca es también, por supuesto , que no podem os siquiera comenzar a
la mediación que llena el vac(o de la sustancia ausente. El corazón de despl azarnos hacia ese t err itorio sin ciertos supuestos: por ejemplo,
la crltica hartmaniana parece golpear entre la semántica griega del sig- que a pesar de la antigüed ad de la Bib lia, o d e nuestro a lejamiento de
no e~cindido (serna) o la semftica hebrea de la seminación diaspóri· ella en el tie mpo, no se h a apartado irreparab lemente, o que no era to-
talmente ext raña al comenzarla (que, divin amente inspirada o no, ha -
ca, más dialógico que dialéctico, más Bajtín que Hegel o Marx. Hart-
bl a, com o d ij eron los rabinos, en e l lenguaje de los hombres), o que
man dialogiza la Fenomenología de Hegel, aproximando y entretejien-
fu e fie lm ente trasm itida, o que , por más accidentada que sea , p or más
do el texto poético y el filosófico y produciendo así la contaminación diversif icada que est é de un libro a otro a l igual q ue d entro de cada li-
o, como dida Bajtfn, el esclarecimiento recíproco. Con Derrida rei- bro, hay algo como una perspecti va unit aria, tal vez como un hori zo n·
vindica la otredad diaspórica. Pero lo propio hartmaniano, su diferen- te. Más aún, no pu ed o alegar q ue poseo suficient e conocimiento global
cial radicalmente cordial, parece derivar de una nueva forma de keno- de los t extos qu e funcionan co mo Escr ituras den tro de otras cu ltu ras,
sis resurrecta y una nueva forma de sustancia: la elevación extásica, com o para estar seguro d e qu e so n las cu alidades d e la Bibli a Hebrea
en ausencia y sin clausura, de los restos . . . las que la hacen ún ica. Mi p regunta, en lo que respecta a su carácter es-
pecial, tiene se ntido en p ri mer lugar dentro d e una tradición cuyos
Hugo Rodrlguez Vechini poetas fueron helenos más que hebreos, d e modo que la Biblia , por
más influyente que haya sido, nunca fue enteramente naturalizada
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e incluso hoy continúa siendo u n residente ajeno, familiar y extraño a tar una directiva llamada la Alianza o la Promesa o la Bendición. No
la vez. es un accidente que la historia dependa de la manifestación de un
La lucha de Jacob con e l ángel, e n e l Génesis 32 , se ha transfor- nombre y una ben9ición : estos vocativos cargados tienen un valor ne-
mado en una fuente inagotable de parábolas y ana logías· en la tradi- fasto y a la vez deben ser conquistados más que apresados o sacri-
ción occidental; en este se ntid o no es un extraño sino un huésped bas- ficados voluntariamente.
tante familia r, en la m ente literar ia y popu lar. Las palabras son toda s
conoc idas, y hay muy pocas. Una d e las histor ias más misteriosas d e la Las palabras, entonces, agrupadas tan apretadamente , aún mos-
Biblia es una de las más sobrias, e incluso más en hebreo que en ingiés. trando sus ra (ces, están, como dice Auerbach, deutungs bedürftig: pi -
El núcleo narrativo consiste en seis versos y setenta palabras e n total : diend o interpretación. Su significado es un sedim ent o qu e necesita
a ellas se suma un epílogo en el cual Jacob ll ama Peniel al lugar del en- asentarse , casi como los pro pi os patr iarcas erra ntes. Vo lveré sobre este
cuentro, y provee la etimolog ía,' "pues he visto a Dios cara a cara", punto; déjen me subrayar por el momento q ue la p rese ncia d e un re-
mientras el narrador añade lo que los especialistas llaman un marco dactor, al fundir leye nda s cultas centradas en una perso na y un lugar,
etio lóg ico, que une este hecho con un tabú d ietético. es algo más que u na hip ótesis erudita. El proceso d e redacción , proba -
ble o no , es d escriptivo d e un estilo en e.l cual cada oración es un de -
La econom (a d e la presentación es más cercana a la de la escena pósito celosamente guardado, como si el lenguaje tuviera que tener
clásica que a la shakespeareana: en el ref lector un hombre y otro autoridad, fueran cuales fu eran las incertidumbres que rodearan el he-
hombre, luchando, y luego intercambiando t res series de palabras. Pero cho re latado o el acto d e nombrarlo . En ese sent ido , la lucha de Jacob
el contexto permanece oscuro. l Por q ué comienza la pe lea? No se no s continúa dentro de las comunidades interpretativas que reciben esta
dice. Su resu ltado es tan misterioso como su origen, aunque d ecisivo al hi stor ia como Escritura. En su d eterm inada indeterminación, e n su au-
menos para uno de los dos protagonistas. En los márgenes, por supu es- toritario o inscriptivo ahorro , nos recuerda la impresió n d e Herman
to, están las personas de las narraciones patriarcales red ucida s, por es- Melville sobre Judea : " Piedras de Judea. Leemos bastante sobre pie-
te momento excepcional, a extras : Esaú y los edom itas, Labán y sus dras en las Escr ituras. Los monumentos y los m emoriales están cons-
part id ar ios, la familia y e l rebaño de Jacob. La escena clásica, d espués titu ido s de piedras: los hombr es son muertos a pedradas; la sem illa fi-
d e su esticomitia *, a m enudo re leva y amplt'a su perspectiva por medio gurativa cae en luga res ped regosos .... Judea es una acumulación d e
d e las grandes odas del coro. Pero aquí, donde podríamos esperar una piedras". (2)
brecha en e l estilo narrativo, donde podría haber u na elaboración s im i·
Aquí está, en la ve rsión del King J ames, lo que llamo la historia
lar a una canción modelada en e l Génesis 27, la bend ic ión de Isaac he-
central, enmarcad a en Gen . 32-1-22 y 33:
cha para Jacob y luego la hecha para Esaú - episod ios que anticipan
la famosa copia de las bendiciones que Jacob y Moisés d ejan luego d e "Así se quedó Jacob so lo ; y luchó con él u n varón hasta que
su mu erte. en la B 'nei Israel - aquí el estilo permanece tan lacónico rayaba el alba.
que se puede sospechar un a d ec isión d e truncar, de permitir al mo- Y cuando el varón vio que no pod(a con é l, tocó en el sitio de l
mento presente una narración mlnima. El talento, en esta ocasión, encaje d e su muslo , y se d escoyuntó el muslo de Jacob , mi entras
no es el talento de las palabras: no hay ningún torrente d e retórica, con él luchaba .
ninguna prueba verbal como tan a menudo en Shakespeare, donde los Y dijo: Déjame, porque raya e l alba. Y J acob le respondió : No
perso najes rechazan y cometen y hieren con d esborda ntes juegos de te dejaré, si no me bend ices.
palabras. El ingenio es un asunto enteram ente de paciencia, de sopor- Y e l varón le dijo: lCuál es tu nombre? Y é l respondió: J acob.
* El térm ino procede de la historia literar ia. Significa poema, di álogo de la trage- Y el varó n le dijo: No se dirá más tu nombr e Jacob, sino Israe l;
dia donde los interlocutores se responden verso por verso. (N . del T.) po rq ue has luchado co n Dios y con los hombres y has vencido.
Nada nos prepara para este hecho. Jacob está viajando al Canaán, Ahora todo es secuencial, lógico: es cómo e l campamento deJa-
llega a Mahanaim y hace sus preparativos para encontrar a Esaú. De re- cob se encuentra con el de Esaú, y cómo funcionan los hábiles pre-
pente, por la noche, este v.arón (isch) aparece. ¿Fue un sueño, quizás? parativos de Jacob. Los hermanos se reconcilian. El capít ulo 33, en
Maimónides pensó eso. Jacob, que tuvo una visión en Beth-el, ahora rea lidad, no se refiere a Jacob como Israel, sino todavía como Jacob:
tiene una visión en Peni-el. Siempre, en su condición de semita, en sus la lucha noctu rna es c laramente un episodio que se insertó en una hi s-
vagabundeos, se encuentra con ángeles o mensajeros divinos. Sin e m-
toria graciosa y terr ible que ilustra sobre el ingenio de Jacob.
bargo hay una diferencia. El encuentro no sólo es repentino, como
una visión o un sueño - esta vez lo que sucede puede llamarse visión
Por eso la lucha con el ángel no sólo es un hecho misterioso, ca-
só lo por analogía,'porque e l texto es tan conciso, y dice "varón" no
bal, sino también innecesario en términos del desarrollo narrat ivo. Es-
"ángel", y no hay ni una palabra sobre el sueño. Emily Dickinson ex-
ta narración exhibe el carácter de Jacob , o su conducta,que es pruden-
presa nuestro sentimiento cuando concluye un poema inspirado en el
te aunque no exactamente valiente. En su deseo de apaciguar y ha la-
episodio.
gar a Esaú, Jacob es casi blasfemo. Con palab ras que so n extrañamen -
te un eco de "he visto a Dios ca ra a ca ra y fue librada mi alma" , Jacob
"Y el gimnasta perplejo le d ice a su hermano: "si he hallado ahora gracia en tus ojos, acept a
encontró que hab1'a vencido a Dios".(3) mi p resente, porque he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro
de Dios".
Tal perplejidad no disminuye por la ubicación de la historia ,
cuando el capítu1o 32 se transforma en el capítu'lo 33:EI combate no Jacob no es una persona admirable, por más que sea un patr iarca
es necesario para la secuencia de los hechos. Podr íanios omitirlo y aún (Gunkel , en Las leyendas del Génesis, t itula lacónicamente u na sec-
tener una narración continui'l -incluso una más continua. Recuerden ción , "Los patr iarcas no santos" (4). Pero no es enteramente culpa de
las circunstancias en las que se encuentra Jacob. Tiene miedo de Esaú Jacob, pues esta es la histo ria de dos campamentos, Mahanaim (Gen.
y quiere apaciguar lo. Se asienta durante la noche en el campamento 32 :2-3), dos nacione s, Edom ~ Israe l, desde el comienzo -desde el
(v. 14) y envía l:lelante suyo una vanguardia de obsequios propiciato- propio útero de Rebeca, donde luchan Jacob y Esaú. Allí también es
rios. "doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y una lucha, y el nomb re de Jacob viene de esa pelea neonatal. "Trabada
veinte carneros, treinta camell as paridas con sus crías", etc . .. Unas po- su mano al calcañar (a kev) de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob
cas lineas más adelante leemos nuevamente: "Pasó, pue s, el presente (Yaakov)". Tamb ién lo recordarán engañando a Esaú por su primoge-
delante de él; y é l durmió aque ll a noche en e l campamento" . Enton- nitura y b endición y su comportamiento con Labán. "Vayignov Yaa-
ces, como si hubiera sido despertado por un sueño, o como si no estu - kov Lavan ... " (31 :20). Jacob es un ganev, aunque no voy a p rocla-
viera seguro de que los obsequios enviados anteriormente fueran sufi - mar que Labán f uera mucho mejor; Jacob, lamento dec irlo,es lo que
cientes, el texto nos informa: "Y se levantó aque lla noche, y tomó sus se dice de él en la Biblia: un usurpador*.
dos mujeres y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Ja-
cob. Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que t e- *El autor juega con el sentido propio de la palabra ingl. heel (telón) y su acep-
ción popular (usurpador ). (N. del T.)
236 G EOFF REY H. HAR TMAN
LA LUCHA . .. 237
Déjenme seguir armando lo más conocido. El misterioso episo- A través de este encuentro inmediato, se remueve todo lo som-
dio de la contienda de Jacob es realmente el que le da la oportunidad brío de Jacob, ahora recibe por derecho la bendición que había roba-
de probarse a sí niismo. El ha luchado con los hombres y ha triunfado do, Y su nombre,manchado por su nacimiento y su consiguiente com-
-pero no sin un costo contra su padre, su hermano y nuestro sentido portamiento , queda limpio. Ya no será llamado Jacob, es decir, Talón
mora l. Ni una revisión de redacción, ni un llamado a su rol fatal en un o Usurpador, sino Israel, quie n luchó con Dios -todo un tftUio inclu -
drama providencial, puede alterar la sospecha de que él sea más astuto so si e l redactor retrocede y muestra algún ardid propio pretendiendo
que noble -en sínt'esis- un tramposo. Es cierto que Abraham e Isaac que significa "Tú has di sputado con Dios (Midrash: Angeles) y con los
también pueden usar el engaño y el subterfugio, pero están menos hombres". "Como con los hombres" parecerla más exacto si es una
obligados a hacerlo. lTrató Abraham de sacrificar un carnero en lugar referencia anafórica al problema de Jacob con Labán y Esaú: lO debe-
de su hijo? No es esto lo que dice la Biblia. Incluso respecto a Jacob es ríarlws tomar "Tú has disputado con Dios (elohim) y con los hom-
cándida; y Jacob también, por supuesto, será engañado por sus hijos bres" como un hendyadis teniendo como intención "tú has disputado
cuando le causen un gran dolor al mostrarle la túnica multicolor de con hombres parecidos a D ios" o "con un hombre parecido a Dios"?
José bañada en sangre de cabra. La- disculpa de l narrador trata de establecer el significado de Yisrael,
pe ro sólo lo complica. En el reciente Comentario d e la Torá publicado
lCómo se prueba a s( mismo Jacob durante esa contienda noc- por la Unión de las Congregaciones Hebreas en Amé rica el saber mo·
turna? Piensen primero en la ironía de la situación: se prepara para en- derno desarrolla, sin aludirlo, el midrash del rabino Berekiah . "Jeshu-
frentar la ira de Esaú ; pone ante él su propiedad e incluso su familia, run", otro nombre para Israel el Patriarca, "significa el más noble y el
y lcon quién se encuentra y cuándo? "Así sé quedó Jacob solo". Co- mejo r": los rabinos sospechan que el nombre tiene sus raíce's en lapa-
mo dice Speiser, "lo calculado cuidadosamente nunca tiene efecto" labra que significa "honrado" (yashar). Entonces Yisrael, según apren -
(5). No hay nada entre Jacob y el luchado r, ese antagoni sta de ningu- demos de este novísimo Comentario, probablemente deriva de Yashar-
na parte. Luego resulta que el varón no es un varón, sino el propio el, aquel a quien Dios hace recto, en tanto opuesto a yaakov-el, aquel
Dios. Incluso si fuera un ángel y no Dios, ningún otro patriarca, nin - a quie n Dios hace claudicar (7). Más aún, se ha sugerido qu e las raíces
gún otro personaje bíblico excepto Moisés, t iene un encuentro tan di - akov (talón) y avek (lucha) pueden armonizar como anagramas. Casi
recto y peligroso con un agente divino. no importa: el privilegio epónimo pasa a Jacob, sea lo que sea que sig-
nifique el títu1o. El cambio de nombre denota un cambio de carácter
El génesis Rabbah hace una sugerencia sorprendente desde el o el sentido íntimo de la vida previa de Jacob ab riéndose paso . Anokhi
comienzo cuando cita a R. Berekiah. "No hay nada como Dios (Deut. imkha, le d ijo Dios en el Beth-el o visión de la casa de Dios. (Gen. 28:
32 :26); lSin embargo, quién es como Dios? Jeshurun, que significa Is- 15) ; allí ·~Estoy contigo" sonó reconfortante, pero aqut' si! expone
rael el Patriarca. Tal cual está escrito de Dios, y sólo el Señor será su parte de p rueba o de peligro, como una contusión infligida divina-
exaltad o (lsa ías' 2:11). y por eso Jacob también: Y as í sé quedó Jacob mente reemplazaría á un defecto de carácter.
so lo" (G énesis 32:25) (6) . Es más que un e logio, pues la alusión que
identifica a Jacob y a Jeshu run es garantizada por el texto de apertura "No es pecado claudicar" escribe Freud a l fin de Más allá del
del midrash: No hay nada como Dios, Oh Jeshurun". La palabra solo Principio de Placer. Sabe que su cambio de proceder en este libro no
adquiere dos sentidos: sólo Jacob, entre todos los hombres es noble o ha sido tan directo ni ta n lógico ni tan científico como él podría de-
suficientemente recto para ser comparado con Dios; pero también, sear; Y yo sólo puedo repetir la genial auto-defe l')sa de Freud. Pues us-
más radicalmente, la soledad del Jacob humano en este encuentro pue- tedes pueden p reguntarse hasta aquí, qué hay de literario en mis refle-
de recordarnos la condición de soledad de Dios. Jacob lucha con Dios xiones. lN o. ~stoy construyendo Üna homilía o un mid rash, y por Jo
como Dios lucha consigo mismo. tanto comp1t1endo con los sabios rabínicos, en lugar de deslindar un
' campo li terario con su propia frontera distintiva?
253
XV 111; un fenómeno, no obstante, que es tan claro en su efecto como
confuso en su estructura y propiedades como el quark • encantado deras alucinaciones con la lucidez no-problematizada del•ojo y el 0 ¡.
en el sistema de lo que los flsicos llaman "reacciones débiles" : do prístinos?. lAcaso "das aus dem Wissen neugeborene ... (die) Un-
mittelbarkeit," se acerca a la convergencia Apollnea de la apariencia
Comienzo con el último párrafo (808) de la Fenomenología d e ("Schein ") y el resplandor ( "Schein"). que Nietzsche vio como el
fundamento estético del pensamiento griego, a pesar del bajo obstina-
Hegel. El yo tiene que penetrar y digerir (las propias palabras de He-
do d e Dioni sia? . "AIIes Tiefe soll hinauf"- toda profundidad debe ele-
gel) toda la riqueza de su substancia. Esta substancia equivale a su his·
varse, como el sol absorbe la profundidad del mar hasta su altura, es la
toria, su Ser en el Tiempo; sin embargo, para realizar su hi storia por
versión del sab er absoluto de- Zaratustra, en el capitulo titulado en
medio d el conocimiento de la misma, el yo debe, dice Hegel , "abando-
broma "Acerca del Saber Inmaculado" ( "Von der unbefleckten Er-
nar su existencia exterior y confiar su figu ra a la recolección del re-
kenntniss"). Y Wallace Stevens:
cuerdo". Aún asl, "inmerso en la noche de su auto-conciencia," vale
decir, sumergido en este momento de máxima recolección del recuer-
do, su existencia desaparecida no sólo es preservada sino también Sólo el hombre de los filósofos camina todavt'a en el roct'o,
Todavía al borde del mar musita líneas lácteas
"aufgehoben," elevada a un nivel más alto; y en el deleite de esta nue-
va existencia, de este maravilloso nue~o mundo, nac ido de la plenitud Concernientes a una imaginería inmaculada.
del saber, la mente comienza fresca como si todo lo que la precediera
("Apartes sobre el Oboe")
estuviera perdido, y no hubiera aprendido nada de encarnaciones pre-
vias ("Geister") . No obstante, éstas también son preservadas a través de
la internalización ( Er-innerung); preservadas, es decir, no como
un bloque de conocimientos positivos sino como nuestra propia subs-
tancia. Ahora vemos a través de la historia, no con ella: como decla (The philosophers' man alone still walks in dew,
Blake que vemos a través del ojo, no con él; y la historia se revela a si Still by the sea-side mutters milky lines
misma como una maratón de espíritus, cada uno relevando y apoyan- Concerning an immaculate imagery.)
do al otro, Y ex hibiendo como una to'talidad -aqul viene una frase cru-
cial- "la elevación de la profundidad del esp lritu, o su dilación," "das ("Asid es on the Oboe") •
Aufheben seiner Tiefe, oder seine Ausdehnung . . . "
La elación de lo profundo en Hegel es una poderosa metáfora.
lSe relaciona "Aufheben" con "Aufhebung"?. lLinda la pode- En contexto describe una "negatividad" final, aunque "kenosis"
rosa máquina de la dialéctica con una levedad cercana a la levitación podría ser una palabra más adecuada ya que traduce el . punto en el
no en el sentido místico, sino en lo que me inclinarla a llamar el sen: cual el yo apoyándose en sí mismo se exterioriza nuevamente y acepta
tido estético, cuando los pensamientos se torn~n percepciones- verda- este movimiento de ir hacia fuera como su identidad, su substancia
real. Hegel se permite a s{ mismo hablar con un pathos que evoca la
• "OUAR K".- Partículas atómicas ínfimas que se han postulado como la mate- dificultad humana de desprenderse del yo , de labrarlo nuevamente en
ria ~rima del universo . Introducido en 1964 por Murray Geii-Mann y George el suelo d e una acción que él exalta en su aparente desvanecimiento .
Zwe1g, este nuevo concepto fue bautizado con un nombre tomado del Finne-
gan's Wake de James Joyce, (N. del T.)
* Transcripción del original . (N . del T .l
A pesar del rigor de algunas escuelas (los Aristotélicos de Chica- No importa si se interpreta la segunda estrofa (especialmente la
go, por ejemplo, esquematizaron la relación entre procedimientos for- última linea) como tendiente hacia la afirmación, o resignación, o ha-
males y efectos) no se ha llegado a un consenso en cuanto a cómo cia una congoja al borde de la amargura. La asignación tonal de una
efectuar el efecto. La teoría de los géneros literarios puede cuando en lugar d e otra posible significación, para repetir lo que dice Suzanne
mucho hablar de efectos buscados o la combinación de procedimien- Langer sobre la forma musical, está curiosamente abierta, o no viene al
caso .
tos literarios particulares con una expectativa particular: lo que Words-
worth llamó el "contrato" entre el escritor y el público. Pero Words- No obstante, el po ema no apoya del todo la posición general de
worth también dijo que era prerrogativa del escritor romper este con- Langer de que "la articulación en su vida, pero no la aserción", ya que
trato. El arte parece contraponer un sentido más amplio de clausura a el poema está compuesto por una serie de breves y decisivas declara-
sus formas puntuales, incluyendo las formas lóg icas. Pero lqué signifi- ciones, que mucho se asemejan a aserciones. Aún así, uno podrla ale-
ca "un sentido más amplio de clausura?" Tomemos e l conocido poe- gar que la vida del poema no está en las aserciones sino en otro lado :
ma lírico de ocho versos de Wordsworth , uno de los llamados poemas lPero entonces dónde?. lOué significaría la articulación en ese caso?.
de "Lucy", que ha sido explicado tantas veces sin haberse determina- La articulación no es anti-asertiva aquí; decididamente el sentido de
do pl enamente su sentido : c lausura es tan fu erte que se tematiza a si mismo ya en la primera 11'.
Un sopor selló mi esp(ritu; nea.
Me vi libre de miedos:
Ella parecla cosa que no siente Sin embargo, lacaso no es más importante la armon(a o efecto
El toque d e los años terrenos. estético del poema que esta concisión local; no es el sentid o de c lausu-
ra más amplio y más profundo q ue nu estra admiración por una cons-
No tiene movimiento ya, ni fuerza; trucción técnica perfecta?. El poema es seguramente algo más que una
Ya ni oye ya n i ve; fina caja, q ue un ataúd b ien forjado .
Arrollada en el diurno curso de la tierra,
Con árboles y rocas y piedras .* El que sea una especie d e epitaf io es relevante, por supu esto. Re-
conocemos, aún si n insistir en el género, qu e el estilo de Wordsworth
es lacónico, hasta lapidario . Puede haber un motivo mimético o formal
(A slumber did my spirit seal; relacionado con el ideal de la poes la epitáfica . Pero el motivo también
1 had no human fears: puede ser, de un modo preciso, meta-epitáfico. El poema, e n primer lu -
She seemed thing that could not feel gar, marca la clausura de una vida que nunca se abrió del todo : Lucy
The touch of earthly years. es comparada en otros poemas con un a flo r ocu lta o con el lucero de
•Transcripción del original. IN. del T .)
264 GEOFFREY H. HARTMAN
LA ELACION EN . .. 265
Como un tipo de lógica tendríamos que denominarla exaltada (elated) o
la tarde. El ocaso le hace sombra al alba y su modo de existencia es extática. Erinnerung, escribe Hegel en un pasaje al que ya nos referi -
esencialmente interno, hacia el poniente. Pero yo voy a suponer que, mos, preserva la experienc ia del ayer, la experiencia d e generaciones
en a lgún nivel, Wordsworth le estaba dando expresión al deseo epitáf i- previas ("Geister"), tan adentro que parece o lvidada; no una pa rte de
co tradicional: Oue la tierra descanse liviana sobre los difuntos. Si fue- nosotros, sino d e una substancia en la cual part icipamos.
ra as(, su conversión de esta fórmula epitáfica es tan completa que ras -
trear el proceso de conversión podría parecer gratuito. La fórmula, Esa es la carga· de la segunda parte del Er-innerung de Words-
una figura de discurso trillada aunque bien cimentada, ha sido catali- worth , su tranqui la recolecció n del recuerdo.
zada fuera de la existencia. Aqu 1 está la fórmula en si, o mejor dicho ,
las ajustadas palabras del doliente que yacen li vianas sobre la mucha- Nótese también lo que ocu rre con el medio de las pa labras. El
cha y todo e l que es doliente. análisis por gén ero no puede hacer más qu e recuperar fó rmulas o fi-
guras asociadas con epitafios. No obstante, un poema anterior en el
Vuelvo entonces, al sentido "estético" de una carga que es le- mismo ciclo, " Extraños arrebatos de pasión ", narra la misma expe-
vantada, más que negada . Un elemento pesado se hace más li viano. To- riencia en una for ma qu e no tiene conex ión con el epitafio. Es una
davía se puede pensar que el t érmino "elación" es inapropiado e n este pseudo-balada, burlándose del simbolismo sobrenatu ral y trama sen-
contexto; sin emgargo, la e lación es, en tanto que estado de ánimo, el timental o surreal ista propios de ese género. Entre aquel poema y éste
tema de la primera estro fa. Puesto que, el estado de ánimo descrito ha ocurrido una purificación. El género se interpone entre e l esc ritor
es el amor o el deseo cuando eterniza a la p e rso na amada, cuando la y el lector como u n obstáculo, una falsa mediación: es d esplazado, y
convierte e n algo similar a una estrell a que "no sie nte 1 El toque de nos es dejado el relato en su mayor desnudez, figuras de discurso
los años terrenos." Esta elación ingenua, este espontáneo movimi ento inobstruy entes, y u na dicción que es a la vez clara y natural.
d el esplritu hacia arriba, es revertido en la vuelta d escend e nte o catás-
trofe (cata-strophe ) d e la segunda estrofa. Sin embargo, esta estro fa El modo de tratar la muerte está ahora como extra ido directa-
no cierra definitivamente la ilusión; la preserva dentro de la forma ele- mente de l lenguaje antes bien que d e la tradición d e los epitafios.
gíaca. La ilusión es exal tada (elated). en nues tro uso del vocablo : Hay u na nueva inmediatez (" Unm ittelbarkeit"). La t radición y la his-
"aufgehoben" parece ser el término apropiado. Porque la muchacha toria entran solamente de la misma manera fantasmal que en Hege l:
sigue siendo, y tanto más, lo que aparentaba ser: inalcan za ble, como como un a elac ió n de la "p rofundidad del Espíritu." Dado que el t ema
una estrella, si es que la tierra en su diario movimi ento es una estrel la es una muerte, también podemos hablar d e pu rificación; aunque como
planetaria y errante, en vez de una estrell a fi ja , y s i todo en esta estre- p roceso espi ritual y verbal, no ritual. A través de palabras purif icadas
lla de la tierra debe formar parte de su naturaleza sublunar, mortal, atisbamos la naturaleza de todas las palabras. Las palabras, mejores
temporal. por lejos que el aire o la tierra, son el mo nu mento exaltado (elated).
La clausura, entonces, no puede reducirse a una característica Res um iendo : En e l poema de Wordswo rth, la espec!'fica grave-
técnica , a la concisión. Wordsworth d escubre la co nexión entre la ela- dad de las palab ras es p esada en el equilibrio de cada estrofa; y este
ción como estado de ánimo (euforia, negación de la mortalidad, eter- equilibrio es ta nto un enjuiciamiento del hab la en el contexto de
ni zación) y la e laci ón como esti lo de pensamiento. Pero si la elaci ón es nuestra mortalidad como una respuesta significati va a la muerte in-
una falacia provocada por la pasión , entonces, qué es "Aufhebung"? .
LA ELACION EN . .. 267
266 GEOFFREY H. HARTMAN
dividua!. En el límite del medio verbal, y próximo al silencio, lo que
ha sido purgado no es lo concreto, o la esfera emp!'rica de las emocio- ra y la elación P.udieran incorporarse en ritos de inhumación y Pl
nes -shock, desilusión, trauma, reconocimiento, aflicción, expiación- cación. El psicoanalista en m { se pregunta cuál. es el ro l del "objeto
lo que ha sido purgado es una serie de llamativos esquematismos y me- perdido" en el duelo: un objeto que puede ser tan evasivo como el
diaciones fal sas o parciales: trama artificial, retórica consolatoria infl a- significado musical. El filósofo del lenguaje recuerda cuántas teorías
da, los absolutos coercitivos de la lógica o la fe. utópicas o racialmente motivadas de la purificación del lenguaje han
sido propuestas. El estudioso de la experiencia religiosa observa la
Resta una cuestión final. ¿Por qué es necesaria, en todo caso, prevalencia del éxtasis en la religión antigua y en los revivals mod er-
la clausura?. Porque el reino de los muertos -el. "Geisterreich"- no nos; pero aún cuando crea con Hegel que " L~s mesas de los dioses no
está tranquilo. Lucy ronda al poeta como una figura virginal, una fuer- proporcionan alimento ni bebida espirituales, y en sus juegos Y fes-
za de vida no consumada: ella debe cobrar forma, aunque sólo sea en t iva les el hombre no vuelve a recuperar la conciencia jubi losa d e su
esta tumba o cripta de palabras. Está la culpa del poeta de seguir vi- unión con lo divino", o aún más, que "La obras de la Musa ahora l·
viendo, o de vivir una vida que la otra persona no ha tenido. Hasta recen del poder del Esplr itu , porque e l Espíritu ha logrado su certi-
puede que el poeta como amante haya creado la distancia qu e mantu- dumbre de sí mismo destruyendo a d ioses y hombres" ( Fenomeno-
vo lejos a la amada. Ella era, como lo es ahora, intocable. "Un dormi - logía, 752). tanto el arte como la rel igión permanecen con vida, Y
tar selló mi espíritu": el sello es como un himen sobre la conciencia. debe vérselas con su persistencia. lSiguen todav ía purificando, o
contrapesando, la vida de ensueños en nosotros, su impetu incon-
Aún así, Lucy podría ser cualquier persona cuyo potencial espi- trolable?. lAcaso la sacan a la luz, de manera que su po lución d e
ritua l o imaginativo está falto de real izació n: ¿y el de quién no lo es- formas vivas pueda ser controlada?.
tá?. El poeta como poeta es rondado, por tanto, por el fantasma in-
quieto, el espíritu no consumado de otros, por su modo de ser inarti- Es difícil, en b reve, separar del todo la Estét ica como campo
culado o virtual. La vida los ha excluido por anticipado, y el arte reali- de invest igación, uno basado en características distintivas desencu -
za una restitución por medio de una forma abierta de duelo exaltado biertas en la experiencia por nuestra experiencia del arte. El reclamo
(elated), que evoca " desconocidas modalidades de ser " , y se resiste a l de la Estética como tal campo, o el único reclamo que yo puedo hacer
entierro prematuro- el abismo vacío de lo Absoluto, Hegel dice en de- es que en conjunción con el arte desarrolla poderes interp retativos que
terminado momento (Fenomenología, 803). que imponen la trama nos acerquen más a todos los tipos de experiencia, no en su inmed ia-
coercitiva, el formalismo retórico, o el ritual religioso. La Estética ayu- tez sino en su m ediatez. T oda obra de art e, desde este punto de vista,
da a que el arte se sostenga a sí mismo al encarar estos absolutos qu e es, no tanto una crítica de la vida sino uná crítica de las m ediaciones :
sin querer saberlo se mueven por aquello mismo que entierran: un de las convenciones, esq uem atismos, inst itucio nes, del arte mismo, Y
arrebato o sueño de pasión que desafl'a la morta lidad, que salta por d el modo como pensamos o hablamos ace rca de él.
encima de la tumba o de la luna incluso en su anhelo por un "objeto
absolutamente sublime". Esta ex pansión de la Estét ica como una Crítica de la Cualquier-
Cosa Pura no es tan inmanejable como parecería. Ya que , bastante obvia-
Me encuentro ahora frente a un atolladero de tráfico de pen- mente los estudiosos de Estética querrán establecer p rioridades; Y su en-
samientos. El antropólogo en mí está interesado en cómo la clausu- trena~ iento los predispondrá a comenzar con inquisiciones tradiciona-
les de las características distintivas de los diferentes medios artísticos.
268 GEOFFREY H. HARTMA N
LA ELACION E N . •. 269
¿Qué relación existe entre los medios y ias mediaciones?. ¿Hay algún me- de Hegel, no obstante he sugerido que ambos son actos de esclareci-
dio más puro o de mayor valor que otro?. ¿asmo comprenderemos el po- miento estético -de una purificación de la memoria o del duelo, del
der catártico de los medios, en relación a sí mismos, o en relación a las residuo del día o de la noche, a través de la elación de la clausura.
mediaciones que los mismos critican?. lSe suceden los medios artlsti- Aquí y allí el trabajo de todo pensador se refina a sí mismo en aforis-
cos, como las diferentes épocas del proceso mediatorio en la Fenome- mos que nos dan vida y nos hacen tolerar el análisis, no importa cuán
nología?. elaborado, como una forma de la med iac ión. Cuando Freud dice "El
fi n (o sea la m eta ) de la vida es la muerte", establece la economía de
Abordo ahora con cierto reparo el tema de la pureza. La pureza la vida humana en palabras tan d espojadas qu e, al igual que en el poe-
parece ser, más que presencia, la categoría metafísica por excelencia. ma de Wordsworth , nuestros sentimientos interpretan las palabras en
Plantea el interrogante de si podemos vivir sin símbolos, expiaciones, lugar de las palabras interpretar nuestros sentimientos. El discurso que
o ídolos que se enmascaran como mediaciones. Las famosas lineas de alca nza este grado de brevedad y enfoque no desea existir excepto co-
Wallace Stevens sobre "la idea primera" sugieren que el artista siempre mo una suerte de epitafio, la articulación da· una ética del polvo, o
está improvisando "Apuntes" -zettel musicales- "Hacia una Ficción una última 1ínea d e resistencia a la ley qu e pronuncia. Los Pensées
Suprema", hacia la imagen ficticia de un mundo donde el tiempo y la d e Pascal son también as(.
naturaleza se han purificado a sí mismos :
Quisiera concluir con un pensamiento sospechoso , aunque ine-
Qué limpio el sol cuando se le ve en su idea vitable, acerca del carácter d e la elación estética. Emerson, en uno
Lavado en la más remota limpieza de un cielo de esos terribles momentos de optimismo a los que era propenso ,
Que nos ha expulsado, a nosotros y nuestras imágenes.* le escribe a Carlyle en el contexto d el recientemente publicado Sar-
tor Resartus de este últ imo. Sartor es un libro poco limpio, una filo -
(How clean the sun when seen in its idea sofía barata, concebida, bromea Carlyle, entre las tiendas de Ropas
Washed in the remotest cleanliness of a heaven Viejas de Londres, donde Teufelsd rókh pers igue su Naturphilosophie
That has expelled us and our images.)* hegeliano-schellingeana, convirtiendo cada fenómeno en un ll amado
fantasmal del "Geisterrerich" qu e Hegel desea aquietar o exaltar
No sólo sugiere esto que los significados son excrementicios 0
(elate) .
que siempre que~emos volver, como Hegel, a la frescura sensorial 'de
" f-ja y una parte de la ética," observa Em erson " ... que posee
las cosas, su inmediatez recuperada; también podría indicar una apre-
una total atracción para m í. a saber, las compensaciones del
ciación ll]ás radical de ese "Principio de nirvana" que yo he renombra-
do elación. Universo, la igualdad y la coex istencia de la acción y reacción,
que todos los rezos son otorgados, que toda deuda es pagada .
Tomar un poema de ocho líneas y filtrar la Fenomenología Y la habilidad con la cual el gran Todo hace un trabajo limpio
a través de su foco de aguja puede que parezca confirmar los estre- a medida que avanza, no va dejando trapos, consume su propio
chos desesperados del aspirante a esteta. Pero s í existen experiencias humo ... "
que tienen el poder de enfocar. La economía del poema d e Word s-
. worth puede parecer completamente diferente de aquella de la prosa Todo texto, sin embargo, es él mismo un residuo. El trabajo
*Transcripción del original. (N. del T.) de purificación no puede consumir la eficiencia de sus esfuerzos: lo
S in embargo "Musing Slow" (Meditando despacio) de Collins en Sin embargo, les el anochecer o la mañana lo que ha d escrito
"To Evening", cuya primera invocación abarca veinte versos procesiona- Blake?. Los primeros tres versos de su soneto si bien tratan temática-
les, se aprox ima a la verdadera noche a través de los pasos más suaves e in- mente el anochecer, dejan la impresión de que es el opuesto a l encu-
directos (como si imitara el descenso de un velo "gradual y oscuro"). brimiento gradual oscuro descrito por Collins. La sucesión del lucero al
"Musing Slow" de Collins difiere sorprendentemente de la l1'rica bre- sol, mientras que éste descansa sobre las montañas, no es un movi -
ve de Blake. La afi nidad que existe subraya meramente la diferencia. miento cuidadosamente graduado de una fuente de poder a otra . Se
Nad ie puede dudar que Virginia Woolf ha ten ido un rol muy im·
portante en el desarrollo d e ·la teoría crítica contemporánea. Todo mé-
todo crítico se ha apropiado en más o en menos de su obra, feminista s
d e varios tipos, fenomenologistas, freudianos, lacanianos, estructuralis·
tas, aún desconstruccionistas. Un ensayo magistral sobre Al Faro ter·
mina Mímesis de Erich Auerbach, y los propios comentarios de Woolf
acerca d e la novela se han convertido, junto con los d e Henry James,
en parte del substrato presupuesto por la teoría narrativa subsiguie nte.
Esto puede expresarse en fo rma sucinta diciendo que, para nosotros,
si un método c rítico no funciona en Virginia Woo lf, no funcionará, y
punto.
293
otros retazos puedan ser de utilidad." Entre estos están los datos de
que "en la primera versión (de Mrs. Dalloway) Septimus, quien más iMetáfora admirablemente constructiva!. Genera espiral sobre
tarde será destinado a ser su doble, no tenía existencia; y que la Sra. espiral o capa sobre capa de implicación a medida que se desenvuelve.
Dalloway originalmente iba a matarse, o quizás meramente morir al Para Woolf, el método es posterior a la idea. El método es la casa de
terminar la fiesta" (p. vi). Entre tales, fragmentos y restos sin duda ex· la idea. El método o forma de una novela co rrecta, de Mrs. Dalloway
tremadamente útiles hay un vigoroso rechazo de la noción de que al menos, es creado espontáneamente, sin una planificación conscien-
Mrs. Dalloway "fue e l vástago deliberado de un método" (vii) . te o metódica, como lugar apropiado de residencia de la idea (cual-
qu iera sea el significado que da Woolf, en este caso o en genera l, a
Los críticos han asumido, dice Woolf, e l hecho de que ella co· "idea").
menzó con un "método", digamos el método de la "corriente del
pensamiento", o e l método de ensa.mblar fragmentos y restos para Varias de sus muchas implicaciones deben hacerse expl (citas.
hacer un todo y después escribió la novela para ejemplificar el méto· Una es el hecho de que el lector tiene acceso a la idea, vuelve expl (ci-
do. Nada, dice ella, podrla encontrarse más alejado de la verdad. De ta, vis ible, esa idea sobre la cual la novela está escrita, sólo a través d e
hecho, ella comenzó con una " id ea", y esa idea determinó tanto la la forma de la casa o caparazón. No hay un acceso adecuado a la idea
forma como el método. lGué quiere decir Woolf aquí cuando habla . como ta l. Puede ser comun icada de autor a lector sólo a través de su
de " una idea"?. lCuál exactamente era esa "idea"?. Al lector le gus- casa o caparazón. Es por esta razón que la casa debe ser segregada por
taría saberlo y lcómo puede una idea generar su propio método y for· la idea, as( tendrá la m isma forma qu e la idea.
ma apropiados?. lCuál es la relación, en el texto acabado, entre idea
Y método, idea y forma?. Aquí está la respuesta de Woolf. Está dada Se desprende de aqu i que la novela, en cuanto caparazón de la
en una figura, la figura de la almeja y su caparazón, o del caracol y su idea, permanecerá como acceso a la idea, luego de la desapar ición de
casa. la idea, por ejemplo, a causa de la muerte de la autora a quien la natu-
1nsatisfecho pudo haber estado el escritor; pero la insatisfac· raleza le hab ía dado "una idea, sin proporc ionarle la casa donde vivir"
ción era principalmente con la Naturaleza por darnos una vida tal como la casa de l caracol, o la caparazó n de la almeja sobreviven;
sin proporcionarle la casa donde vivir. Los novelistas de la gene: la muerte del ca raco l, de la almeja, y nos dicen algo ace rca de ellos.
ración precedente (presumiblemente ella se refiere a Gallswor·
thy Y Wells, pero quizás tambi én incluso a Conrad) habían hecho De ahí se desprendería, finalmente, que el lector o crítico debe-
poco -después de todo lpor qué deblan hacerlo ?- para ayudar. ría leer la novela del modo como fue escrita, es deci r, pasando del mé-
La novela era el alojamiento más obvio, pero la novela, parecla todo o forma a la idea. La preocupación por el método , ya sea el mé-
esta r construida sobre un plan equivocado. Asl censurada, la todo del libro o el método del crítico, por ejemplo si se escribe acerca
idea comenzó como empieza la almeja o el caracol a secretar una de Mrs. Dalloway para mostrar que el método crítico fenomenológico,
casa para sí mismo. Y esto lo hizo sin una dirección consciente. o cualquier otro método, "funciona" allí, es quedarse a nive l de la su-
El pequeño libro de apuntes donde se hizo un intento de pro· perficie de la caparazón, mientras que el lector o crítico correcto pasa-
yectar un plan fue rápidamente abandonado, y el libro creció rá a través d e la caparazón de la casa para llegar a su elusivo morador
d la tras día, semana tras semana, si n ningún plan en absol uto -la idea- y eso es lo que juzgará. Esto sugeri ría que, desde el punto
excepto aquello que era dictado cada mañana en el acto d~ de vista d e la propia Woolf al menos, gran parte de la cn"tica sobre su
escribir. (vii·viii) trabajo, obses io nada como ha estado con su " método" o con el méto-
do d el crítico, ha seguido e l camino o método de lectu ra equivocado.
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INTRODUCCION A ... 295
La propia Woolf lo dice en forma expl (cita en las frases que ter- te y nos da una especie de inmortalidad. La "idea" es, de hecho, una
minan su " Introducción" . "Cuanto más exitoso es el método, menos figura, la figura de una metonimia hipostatizada. Vivimos en nuestro
atrae la atención." El lector, es de esperarse, no prestará atención al entorno, y éste nos sobrevive. He aqu( una aseveración, entre muchas,
método del libro o a su falta de método. Sólo le concierne el efecto d e la "idea":
del libro en su totalidad sobre su mente. En cuanto a esta importantí-
sima cuestió n él es un juez, de lejos, mejor que el escritor . Verdadera- "Pero ella dijo, sentada en el ómnibus yendo por la Avenida
mente, dados tiempo y libertad para encuadrar su propia opinión, el Shaftesbury, que se sentía en todas partes; no 'aqu(, aquí, aqu(';
lector es eventualmente un juez infal ibl e. Es a él a quien la escritora y daba golpecitos en e l respaldo del asiento; sino en todas partes.
encomienda Mrs. Dalloway, y deja a la corte confiada en que el vere- Hizo un ademán con la mano, yendo por la Avenida Shaftesbury.
dicto ya sea de muerte insta ntánea o d e algunos años más de vida Y li - Ella era todo eso. Así que para conocerla, a ella, o a cualquiera,
bertad, será justo en cualqu ier caso" (viii - ix). Los lectores de Mrs. uno debe encontrar la gente que los complete; aún los lugares.
Dalloway verán cómo el extraordinario f inal de este pasaje resuena Extrañas afinidades que tenía con gente con quien nunca había
con la novel a misma. La novela permanece equi librada entre la vida Y hablado, una mujer en la calle, un hombre detrás de un mostra-
la muerte, en sus indecibles dobleces, y condena a Septimus a muerte, dor, hasta árboles, o graneros. Terminó en una teoría trascen-
a Clarisse a algunos años más de vida y libertad . dental que, con su horror de la muerte, le permitió creer, o decir
que creía (a pesar de todo su escepticismo) que dado que nues-
Para Woolf el lector o critico es un juez, alguien que decide, al- tras apariciones, la parte de nosotros que aparece, son tan mo-
guien que dicta sentencia, ya sea para la vida o para la muerte, como mentáneas comparadas con lo otro, la parte invisibl e de noso-
lo implica la etimo log la de crítico (del griego crinein, discriminar, d i- tros que es expande ampl iamente, lo invisible podr la sobrevivir,
vidir, decidir) . El hecho de dictar el crítico un juicio de vida o de muer- ser recuperado de algún modo unido a esta o aquella persona , o
te, no ocurre sin embargo, a través de la aplicación consciente de un aún rondando algunos lugares después de la muerte ... quizás -
método crítico en la novela. Ocurre espontáneamente, a través de la quizás." (M .O. pp. 231-232)
impresión que el libro deja en el lector, ya sea que cobre vida en su
sensibilidad o que allí muera. El lector es un juez infalible porque no Puede verse que la idea es de hecho la misma que la figura que
puede evitar el juicio que dicta. La idea de que el lib ro es la casa o usa Woolf en la introducción para expresar la manera cómo el libro se
caparazón de la idea vive o mu ere en el lector. escribió a s( mismo . La idea en el libro es lo mi smo que la idea del li-
bro. Esta idea es afirmada para Clarissa, desconstruida al ser identifica-
¿cuál es la "idea" de Mrs. Dalloway?. Todo, es claro, depende da con la locura de Septimus, pero luego reafirmada nuevamente, ale-
de identificarla y juzgarla. Aquí por falta de tiempo será necesaria una góricamente, en cuanto que está indi rectamente, en forma encubierta,
brutal b revedad y lo correcto sería una lectura pausada. La "idea" de· en el hecho de escribir el libro en s í. El libro construye una casa o ca-
una Mrs. Dalloway, no puede caber duda, es esa noción, repetida expl (ci- para zó n no de recuerdos o de la transferencia metonlmica d e persona
ta mente tres o cuatro veces en el te xto, afirmada en dos importantes en- a entorno , sino d e palabras, las palabras allí en las páginas d e Mrs. Da-
tradas de diario y funcionando como lo "algo central que permea" el lloway , éstas han sobrevivido a la muerte de su autora y permanecen
texto, como un caracol su casa, la idea de que construimos durante la esperando ser resucitadas por cualquier lector , o condenadas a mu erte,
vida u na vida fuera de nosotros mismos que sobrevive a nuestra muer- si no leemos o si la idea no cobra vida en nosotros cuando leemos.