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UNIVERSIDAD TÉCNICA ESTATAL DE QUEVEDO

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA INGENIERÍA


INGENIERÍA AGROINDUSTRIAL
TEMA

Contaminación Ambiental en el Norte de la


Amazonia del Ecuador
DOCENTE
Ing: Johny Enrique Novillo Celleri
CATEDRA
Gestión Ambiental
INTEGRANTES
Arias Macías Nataly
Badillo Melo Washington Andrés
León Vera William
Muñoz Martínez Abner
Santana Coronel Verónica

CURSO
VIII Modulo

AÑO LECTIVO

2017-2018

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Contaminación de chevron Texaco en la amazonia de Ecuador

De acuerdo al testimonio de Servio Curipoma el cual indica


que construyó su casa en una pequeña finca de la Amazonía
ecuatoriana, desconocía que bajo el suelo se escondía una
piscina de petróleo. Era una de las cerca de mil piscinas que la
compañía Texaco abrió para arrojar los desechos de su
actividad petrolera, y que después ocultó cubriéndola de tierra.
Veinte años transcurrieron hasta que, en el año 2008, Servio y
su familia fueron reubicados en una nueva casa, a unos 20
metros de distancia. Para entonces sus padres ya habían fallecido de cáncer. (Cazorla & Gartor,
2015)

La parroquia rural de San Carlos, ubicada en la provincia amazónica de Orellana, se encuentra


dentro del campo Sacha, uno de los más grandes campos petroleros de Ecuador descubierto en
1969 por la trasnacional estadounidense Texaco, adquirida en 2001 por Chevron. En el pozo
Sacha 56 todavía se observa la infraestructura del pozo y los cimientos de la casa que la familia
Curipoma dejó abandonada. Ermel Chávez, dirigente del Frente de Defensa de la Amazonía,
remueve la tierra donde Servio cultivaba sus plátanos. "Aquí, por ejemplo, metes un palo y sale
agua y petróleo. Es petróleo y está tapado. Realmente no se sabe qué diámetro tendrá pero
siempre hacían piscinas grandes, de hasta tres metros de profundidad y 30 metros de diámetro".
(Cazorla & Gartor, 2015)

Texaco operó entre 1964 y 1990 en la Amazonía noroccidental ecuatoriana. Cada vez que
perforaba un pozo, lo hacía siguiendo la misma técnica. Alrededor de la plataforma abría
grandes fosas –piscinas– directamente en el suelo donde arrojaba el petróleo de prueba, los
lodos de perforación y las aguas de formación. Sin ningún tipo de impermeabilización ni
consideración ambiental. En aquella época estas prácticas eran ya consideradas obsoletas e
incluso estaban prohibidas en algunos países como EEUU. Muchas de estas fosas fueron
posteriormente cubiertas con tierra y ocultadas por la propia empresa, que nunca determinó el
número exacto de piscinas construidas. Durante el juicio que los 30.000 afectados interpusieron
contra Chevron-Texaco, los demandantes descubrieron 996. Cuatro décadas después, estas
piscinas continúan filtrando sustancias tóxicas en el subsuelo y contaminando las aguas
subterráneas. (Cazorla & Gartor, 2015)

A unos metros de distancia vive Carmen Morocho junto a su familia. Su casa fue construida
sobre un derrame de petróleo que se produjo hace 40 años. "Estamos viviendo sobre el derrame.
Todo está y estamos contaminados. Hasta en la casa hay una plancha de crudo seco. Lo hemos
tapado pero…". Se detiene pensativa, como queriendo encontrar un final a la frase. "Así le

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damos a la vida", suspira. Casi con la misma resignación nos cuenta que la tierra no se puede
cultivar porque no produce nada. "No hemos salido de aquí porque es duro para nosotros
construir una casita". (Cazorla & Gartor, 2015)

Más de 20 años de lucha

Abandonaron Sacha para dirigirse al campo Shushufindi, en la vecina provincia de Sucumbíos.


Durante el camino, el trasiego de camiones de carga pesada vinculados a la actividad petrolera y
los innumerables carteles con la advertencia de " peligro ", rompen con la aparente tranquilidad
del paisaje. La continua presencia del Sistema de Oleoductos Transecuatoriano (SOTE), un
entramado de oxidadas tuberías que recorre los 503 km que separan la selva amazónica de la
costa en el Pacífico, nos recuerda que estamos en la zona petrolera por excelencia de Ecuador.
Un gran letrero del Gobierno ecuatoriano lo confirma: " ¡El petróleo impulsa el Buen Vivir de
tu comunidad!". (Cazorla & Gartor, 2015)

Durante el trayecto, Ermel relata el proceso de resistencia de las comunidades. El 3 de


noviembre de 1993 un grupo de indígenas y colonos campesinos afectados por los impactos de
Texaco interpusieron ante una corte en Nueva York una demanda colectiva en representación de
las 30.000 personas afectadas. Unos meses después, el 15 de mayo de 1994, se constituyó el
Frente de Defensa de la Amazonía para dar seguimiento a la demanda, y ofrecer
acompañamiento y asesoramiento a las comunidades que seguían en conflicto petrolero.
Posteriormente, la organización se amplió con la creación de la Asamblea de Afectados por
Texaco. Comenzaba así un largo proceso de lucha que dura ya más de veinte años, y que ha
logrado unir a cinco nacionalidades indígenas y a colonos campesinos frente a una causa
común: exigir justicia y reparación socioambiental. (Cazorla & Gartor, 2015)

El 14 de febrero de 2011, tras el traslado del juicio a Ecuador a petición de Chevron, la justicia
ecuatoriana condenó a la empresa a pagar 9.500 millones de dólares y a expresar disculpas
públicas por los daños causados. En caso de no hacerlo, la indemnización aumentaría a 19.000
millones. El fallo fue ratificado en dos ocasiones: en enero de 2012 y en noviembre de 2013.
Finalm ente, la sentencia condenatoria fue fijada en 9.500 millones de dólares dirigida a realizar
la remediación social y ambiental, a pesar de que la empresa nunca pidió disculpas. Se trata de
la indemnización más grande de la historia dictaminada por un conflicto ambiental, que
Chevron se niega a aceptar. "El juicio está ganado. Chevron ha sido condenado. Ahora el
problema es cobrar", subraya Ermel. (Cazorla & Gartor, 2015)

Dado que la empresa no posee activos en Ecuador, la única posibilidad es tramitar el cobro de la
sentencia a través de la incautación de bienes en otros países. En noviembre de 2012 Argentina
decretó el embargo de todos los bienes de Chevron en el país, en lo que parecía ser el comienzo

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de la ejecución de la sentencia. Sin embargo, el millonario acuerdo firmado entre la
renacionalizada YPF y la petrolera estadounidense para iniciar la explotación de hidrocarburos
no convencionales en la Patagonia argentina, ha truncado esa posibilidad. Actualmente las
expectativas están puestas en Brasil y Canadá. (Cazorla & Gartor, 2015)

No será sencillo. En marzo de 2014, un juez de Nueva York dictaminó que la sentencia
condenatoria contra la petrolera Chevron fue dictada de manera "fraudulenta". La resolución no
anula el fallo de la justicia ecuatoriana pero favorece que los tribunales de otros países no lleven
a efecto su sanción. (Cazorla & Gartor, 2015)

El pasado 24 de octubre los afectados interpusieron una demanda ante la Corte Penal
Internacional de La Haya contra el gerente general de Chevron, John Watson, y otros altos
directivos de la petrolera estadounidense para que sean juzgados
por delitos de lesa humanidad. (Cazorla & Gartor, 2015)

Reconocer el daño causado

otra testigo Julia González es vecina de Shushufindi desde los años


en que Texaco operaba en la zona. Recuerda con tristeza que frente
a la casa familiar perforaron un pozo y nunca fueron informados
sobre los peligros que conllevaba. Sin ningún cuidado, la empresa
derramaba los desechos a las fuentes hídricas contaminando las vertientes de donde Julia y su
familia recogían el agua para su consumo diario. "El agua era amarillenta y de ahí lavábamos,
nos bañábamos y tomábamos. Nunca nos dijeron que ese agua no se podía utilizar". Un estudio
publicado por el Instituto Hegoa-UPV/EHU concluyó que la ausencia de información sobre los
efectos nocivos de la actividad petrolera fue una práctica generalizada. Además, reveló que en
numerosas ocasiones el personal de Texaco indicaba a las poblaciones que "tanto el petróleo
como las aguas de formación tenían efectos positivos para los cultivos o incluso para la piel o la
salud". (Cazorla & Gartor, 2015)

"Con el tiempo nos afectó a mí y a mi familia", continúa Julia. Con el transcurso de los años
comenzaron a padecer infecciones y enfermedades. Todos los familiares de Julia fallecieron de
cáncer. En las zonas expuestas a la contaminación petrolera como Sucumbíos y Orellana el
cáncer es la principal causa de muerte, cuya incidencia es tres veces superior a la media
nacional. (Cazorla & Gartor, 2015)

Los problemas de salud para las poblaciones afectadas todavía persisten. "Cada uno de nosotros
todavía lo palpamos en nuestro cuerpo, en nuestro vivir diario, con nuestros problemas de
salud". Consciente de que la remediación socio ambiental se antoja complicada, Julia reclama

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que la empresa admita los daños causados. "Todos queremos que esto termine, pero que
reconozcan la contaminación y el daño hecho a la población. Reconocer para que esto termine
ya. Ese es mi pedido". (Cazorla & Gartor, 2015)

Una solución urgente

El pozo Shushufindi 61 todavía continúa en funcionamiento desde que en la década de los


setenta Texaco lo perforara por primera vez. En la actualidad es la empresa pública
Petroamazonas la que realiza los trabajos de extracción. Ermel nos conduce a través de una
vereda hacia una piscina que en esta ocasión no está cubierta de tierra. Un lago negro de
petróleo se atisba entre la vegetación. Con la ayuda de una larga rama intenta averiguar su
profundidad. Son tres metros aproximadamente. "El problema es que el petróleo migra por el
subsuelo hacia las fuentes hídricas. Esta piscina tendrá cerca de 40 años y el petróleo continúa
migrando a través del tiempo", asegura. (Cazorla & Gartor, 2015)

Durante el proceso judicial se tomaron 85.000


muestras de agua y de suelo de diferentes
campos. Todas reportaron altos niveles de
contaminación. Un estudio de la cadena
alimenticia demostró que la grasa de los peces
de la zona contiene hidrocarburos. "Podemos
deducir que el plátano, el cacao, el ganado y
hasta los alimentos están contaminados. El daño es incalculable", continúa Ermel, que considera
que hay ciertas cuestiones que no se podrán remediar. "¿Cómo se pueden reparar dos pueblos
indígenas que han desaparecido? ¿Y los territorios de los pueblos originarios? ¿Y las vidas de
las personas fallecidas?". Estos son algunos de los interrogantes a los que trata de encontrar
respuestas sin éxito. (Cazorla & Gartor, 2015)

Ermel nos ha mostrado a lo largo del camino las heridas todavía visibles que la petrolera
estadounidense dejó a su paso por Ecuador. Lo que no comprende es que otros países
establezcan acuerdos con una empresa que no quiere admitir su responsabilidad. "Chevron es
una prófuga de la justicia. La compañía ha sido condenada tres veces por las leyes ecuatorianas
y aún sigue utilizando sus mañas para evadir la justicia. Cuando vamos a Europa siempre
decimos que los países no pueden hacer negocios con una compañía que es criminal", sentencia.
"¿Que hasta cuándo vamos a seguir luchando? Hasta que paguen y remedien los daños".
(Cazorla & Gartor, 2015)

63.000 millones de litros de aguas tóxicas arrojadas a los ríos, 680.000 barriles de crudo
derramados, 30.000 personas afectadas, dos pueblos indígenas desaparecidos y un millón de

5
hectáreas de bosque deforestado. Este es el crudo legado que, tras 26 años de explotación, ha
dejado Chevron-Texaco en Ecuador. (Cazorla & Gartor, 2015)

Bibliografía
Cazorla, O., & Gartor, M. (6 de Junio de 2015). ElDiario.es. Recuperado el 18 de junio de 2017,
de http://www.eldiario.es/desalambre/petrolera-estadounidense-Chevron-imprega-
Ecuador_0_395461212.html

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