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MIS VERSOS A DIOS

SOLO

Es triste mi Señor, sentirse abandonado,

como tú te sentiste colgando de la cruz;

por eso yo te ruego que no me dejes solo,

que solo estoy perdido, Señor, ten compasión.

Ayúdame Dios mío, ayúdame te pido,

que me siento cansado de tanta dura prueba;

que ya no me sostengo, me derrumban mis cargas

y no tengo esperanza, si no tan solo en ti.

Tu sangre mi Señor, que fuera derramada

por todos los humanos, incluyéndome a mí;

tu sangre necesito, que purifique mi alma,

que limpie mi conciencia, colmándome de paz.

Yo sé que muchas veces, soy yo quién te ha dejado,

por eso es que las pruebas me agobian tanto el alma;

por eso es que te ruego, de corazón contrito,

perdona mis errores y ayúdame a ser fiel.


Tu gracia salvadora, que es fuente de poder,

requiero que transforme mi corazón de piedra,

para que en mi Señor, habites para siempre

y así nunca jamás , me vuelva a sentir solo.


YO QUISIERA SEÑOR

Yo quisiera Señor, encontrarme contigo,

ver tu rostro benigno, todo lleno de gloria

y cogerte las manos que formaron el mundo,

para darles un beso, por habernos creado.

Yo quisiera Señor, ver tus manos llagadas,

para ser más consiente del horror del pecado.

Porque fue por mi culpa que sufriste el calvario,

por salvarme Señor, de mi horrible destino.

Ay mi Dios, quién pudiera ver tu gloria y grandeza,

para que no haya nada de este mundo perdido,

que deslumbre mi mente con su falsa hermosura

y me aleje de ti, por amor de este mundo.

Ay Jesús, yo quisiera, que morases en mi alma,

cual Señor de mi vida. Pero soy pecador,

y el pecado doblega con su fuerza monstruosa

mis sinceros deseos, de seguirte mi Dios


Es por eso Señor que te pido que cambies

mi corazón de piedra, que no escucha tu voz;

y que mores en mi alma, con tu gracia inefable

y que yo solo sea, tu leal servidor.


NEGACIÓN DE PEDRO

Yo creía Señor, que el amor que te tengo

era mucho más grande. Que cualquiera podría

traicionarte algún día, más yo nunca, ¡jamás!

Pero ahora me encuentro llorando amargamente.

Pero como no hacerlo, si yo te he traicionado

de la forma más vil. ¿Cómo fui tan cobarde?

¿Cómo pude Señor? Al negarle tres veces

a esa gente esta noche, que yo te conocía.

Más encima, Señor, me habías advertido

que esto me pasaría. ¿Cómo pude mi Dios?

Con orgullo afirmé, que antes de traicionarte

prefería la cárcel, o la muerte Señor.

¡Cómo duele mi Dios, tu mirada candente!

llena de compasión, con que tú desnudaste

mis flaquezas Señor. Yo me habría esperado

tú rechazo y rencor ¿Tanto me amas mi Dios?


Si algo impide atentar contra mi integridad,

es tú gracia y perdón. El pecado de Judas

es lo mismo que el mío ¿Por qué me amas Señor?

¿Cómo puedes hacerlo? ¡Si yo, no lo merezco!

Necesito de ti más que nunca Dios mío.

Necesito que cambies, mi confianza en mí mismo

y mi orgullo Señor; depender más de ti,

y no ser impulsivo, yo requiero Señor.

Y al Espíritu Santo, para que me consuele,

Y produzca sus frutos en mí vida Señor;

Y que pueda algún día, ¡perdonarme a mí mismo!

Por haberte fallado tan vilmente mi Dios.


FE

Dios es el arquitecto de la fe verdadera.

No es de factura humana, para gloria de nadie.

La fe de Jesucristo, capacita al cristiano,

para ser un canal de bendición al mundo.

La fe del hombre en Dios, habilita al Señor

para hacer sus prodigios, señales y milagros.

Las obras de la fe, nos revelan a Cristo

morando en nuestro ser, henchido de su fruto.

Algunos piden fe, sin saber lo que piden,

para luego sentirse relegados por Dios.

La fe, es estar dispuestos para enfrentar las pruebas,

porque en la dura prueba, la fe se manifiesta.

Por medio de la fe, se justifica el hombre,

sin que este necesite de su propia justicia;

solo aceptar por gracia, la justicia de Cristo,

que abunda para quienes, tienen hambre y sed de ella.


La fe es creer en Cristo, creer en su palabra,

sin pensar si eres digno de su gracia divina,

si no en que necesitas, su apoyo y su socorro

para seguir en pos, de la senda cristiana.

La fe de Cristo en mí, no puede ser pasiva,

ni es una aceptación irracional y ciega,

si no es aquella fuerza, que ofrece nuestro Dios,

para poder vivir la vida de un cristiano.

Mi fe se multiplica, cuando muere mi yo

y Cristo mora en mí, llenándome de gracia.

Por eso desconfío de mi capacidad,

y me apoyo en Jesús, que es quién me fortalece.


LA QUEJA DE JESÚS

Qué triste es navidad, ¡y tan materialista!

El hombre olvida a Dios por tanto desenfreno.

Toda la gente corre, para comprar regalos

para engañar sus hijos, con historias ficticias.

¿Por qué se han olvidado de mi natividad?

y observan tradiciones, sin ningún fundamento.

Si al menos a sus hijos hablaran de mi nombre,

y la razón que tuve, de nacer en Belén.

El viejito pascuero, que Satanás creó,

es una fantasía tremendamente injusta.

Pues llena de regalos al hijo del que tiene,

mientras que al niño pobre, lo dejará sin nada.

Aquel pesebre hermoso con que me recordaban,

ha pasado de moda; porque ahora pusieron,

un árbol que no guarda ninguna relación,

con mi natividad, en un humilde establo.


Dos mil años atrás, mis hijos me negaron

de un lugar de sus casas, en Belén de Judá;

y tuve que nacer en un establo sucio,

entre bestias del campo, que me dieron calor.

Israel transformó mi templo en un mercado.

Más hoy día es lo mismo, con mi natividad.

Por algunas monedas Judas me traicionó,

y el comercio se llena, de dinero en mi día.

La frenética vida que rodea a mis hijos,

me ha dejado de lado. Ni repasan la historia

de dejar a mi Padre, por venir a este mundo

y sufrir lo indecible para su salvación.

La navidad surgió, con la intención de honrar

la fecha en que nací, pero al igual que entonces

nadie me está esperando, nadie me da un lugar

del corazón humano, duro como una piedra.

Fue el diablo el que sembró, toda esta gran falacia,

tergiversó las cosas para engañar al hombre,

y adornando este engaño, con una linda historia,

me borró de la mente de hasta mis escogidos.


Por piedad hijo mío, deja ya de correr,

y detente conmigo; dame tu corazón,

donde pueda morar, y pasar navidad,

como nunca a tu lado, que es lo que más yo quiero.


NECESITO UN SUEÑO

Mi vida es un desastre, no tengo a quién le importe.

Yo necesito un sueño para saber que vivo,

o tal vez un motivo, para seguir viviendo.

No vivo por inercia, ni existo porque sí.

Dios mío ten piedad, y dame una razón

para seguir luchando. Ordena tú mi vida,

y ayúdame a sentir que no me encuentro solo,

si yo a alguien le intereso, que la pueda encontrar.

No hay frio más tremendo, que el de sentirse solo,

ni tristeza más grande, que no tener a nadie.

Mi Dios ¿por qué razón tú me has abandonado?

si yo ya no te importo, ¿por qué me tienes vivo?

Mi Dios, ayúdame con esta vida mía,

con este corazón que se niega a vivir

el tedio de una cama, carente de una dueña,

y un sueño que reviva mi frágil esperanza.


Yo necesito un sueño para seguir viviendo,

sin miedo a levantarme, sin miedo a detenerme,

sin miedo a no encontrar un rostro femenino,

que quiera acompañarme, por siempre en esta vida.

Sin sueños yo me muero, por eso tengo el sueño,

que un día Dios me ayude, para encontrar la dama,

que quiera ser mi reina, mi amiga y compañera,

el resto de la vida que el cielo nos destine.


LA VIDA NO ES UN SUEÑO

La vida en esta tierra, no ese como la soñamos,

es como la vivimos. La vida no es un sueño.

No es bueno ilusionarse con todo lo que vemos,

a menos que soñemos, con lo fundamental.

La vida sin los sueños, carece de esperanza;

es vivir por inercia, no tener alegría;

es perder los motivos para seguir viviendo.

Y vivir de los sueños, no es más que ser iluso.

Muy pocos son los sueños que vamos a alcanzar,

y vivir en las nubes, donde nada se logra

es frustrar el futuro predispuesto por Dios.

Busquemos al esquivo, pero sano equilibrio.

El sueño más hermoso se encuentra en el futuro,

y lo tuvo una vez, Dios Padre con nosotros.

Por eso es que nos hizo. Por eso es que no deja

de soñar cada día, que nos tiene en sus brazos.


La vida no es un sueño, sino una pesadilla,

cuando vemos al hombre tan lejos de Jesús.

Luchemos pues entonces, por cumplir con los sueños,

que tiene nuestro Dios, de vivir con nosotros.


GETSEMANÍ

Siento un tremendo peso que me cuesta cargar,

y una tristeza enorme, que no soporto más.

Sufro de tu abandono, que me aprisiona el alma,

y la proximidad de una muerte horrorosa.

No es la cruz que me espera lo que me atemoriza,

ni tanto latigazo, que sufrirá mi piel;

tampoco son los clavos, las burlas, o los golpes,

es el pecado humano lo que horroriza a mi alma.

Desde que me encarné, siempre me has ayudado,

por eso pasé tantas horas en oración.

Es tu poder en mí, lo que me capacita,

para cumplir el plan de salvación del hombre.

Mi condición divina, yo la dejé contigo.

Y no tengo ventajas sobre la raza humana.

Como un segundo Adán, debo pasar por esto,

y aunque nunca he pecado, pones su culpa en mí.


Hay un abismo enorme que nos está alejando,

desde que estoy cargando, con el pecado humano.

Siento un tremendo miedo de que no vuelva a verte,

o que fracase mi obra, de rescatar al hombre.

Mira como me brota la sangre por mis poros,

por no saber el fin, de si podré cargar

la culpa de los hombres y todos sus pecados,

sin que yo no fracase, por no tener la fuerza.

Toda esta carga enorme de iniquidad humana,

es demasiado grande, para poder llevarla.

Oh padre, si es posible, pase de mí esta copa,

sin que deba beberla, porque me amarga el alma.

Oh Padre, por piedad, tú sabes cuánto te amo.

Siempre estuvimos juntos, y hoy no puedo mirarte,

ni sentir tu presencia por culpa del pecado.

No te escondas de mí, no soporto tu ausencia.

Siento la finitud, propia del ser humano,

y no tengo la fuerza para seguir con esto.

Padre, si te es posible, pase de mi esta copa,

siempre que esté conforme, con lo que tú decidas.


Padre, dame el poder para seguir con esto,

y dime si es verdad, de que podré salvar

a todo ser humano, que quiera aceptarte.

Que todos son tus hijos, y todos mis hermanos.


QUE TERRIBLE

Que terrible es andar a tentones la vida,

cuando no se ve nada, más que un túnel oscuro,

que apabulla y doblega la esperanza más fuerte,

y no muestra salida, por más que la busquemos.

Que terrible es sentir la impotencia en nosotros.

No saber cómo hacer, para salir a flote.

Como duele la vida cuando no hay esperanza,

cuando estamos a punto, de abandonarlo todo.

Que terrible es sentir que el dolor se concentra

en lo que más queremos, y en lo más delicado;

sin poder hacer nada que mitigue el tormento,

que destruye las ganas, de la sobrevivencia.

Que terrible el silencio, de Dios, algunas veces,

sin que haya explicación ¿del por qué algunas cosas?

Duele vivir la vida, cuando no hay esperanzas,

duele tanto vivirla, que uno quiere la muerte.


El dolor de la vida cuando se hace sin Dios,

solo tiene remedio, de rodilla en la cruz.

Él dará mil salidas donde no haya ninguna,

a su tiempo y conforme, con sus indicaciones.

Duele vivir la vida cuando no hay esperanzas,

pero es más dolorosa, si se vive sin Dios.

Algún día veré con mis ojos su rostro,

y obtendré la respuesta, de mis interrogantes.


NECESITO SEÑOR

Necesito Señor que tú me unjas los ojos,

con tu santo colirio, para que pueda ver;

y poder discernir, tanto el bien como el mal,

sin que me queden dudas de mis resoluciones.

Y que puedas guiarme de esa forma Señor,

porque el mal me rodea, de manera sutil;

y es tan fácil caer y apartarse de ti,

sin que nos demos cuenta, de esta cruel realidad.

Necesito Señor, que conduzcas mis pasos,

y que tomes mi mano de la tuya con fuerzas,

para que no ande dando tanto tumbo en la vida,

que magullan mis carnes, a mi auto estima y mi alma.

Y que cambies mis ropas, que están sucias Señor,

al rodar por el suelo por mi orgullo falaz;

y enlodarme en el barro de mis propias tendencias,

y pecar contra ti, tantas veces Dios mío.


Necesito de ti, más que nunca en la vida,

porque estoy tan perdido, tan ciego y lastimado;

y no puedo enmendarme por mis propios esfuerzos,

si no vienes a mí, con tu amor inefable.


JESÚS

Jesús de Nazaret, naciste de María,

En un establo sucio del pueblo de Belén.

Sufriste desde niño la suerte de los pobres,

Uniendo con el hombre tu estirpe inmaculada,

Sabiendo de antemano, lo que esto implicaría.

Mostraste en todas partes el gran amor divino,

Ungido del poder del Espíritu Santo,

Recorriste la tierra de toda palestina,

Impartiendo palabras de vida y de esperanza,

Obrando sanidad al hombre suplicante.

Perdonaste la falta del hombre arrepentido,

Otorgando tu gracia, transformadora de hombres,

Restaurando tu imagen en tantos pecadores.

Moriste en el Calvario, para poder salvarme

Indefectiblemente de todos mis pecados.

Eterno Rey de reyes, Señor de los señores,

No existe otra persona más grande como tú.


Loores hoy te damos de todo corazón,

Abrazando el camino trazado por la cruz.

Carpintero divino, por último te pido,

Rogando humildemente poder permanecer,

Unido a ti por siempre, durante mi existencia,

Zanjando de este modo la deuda por tu amor.


TU CREADOR

De las manos de Dios, surgió nuestro planeta.

Incitado de amor por los seres humanos;

Otorgando a los hombres, dignidad y excelencia,

Sobre todos los seres que habitan nuestro mundo.

Tan pronto como Adán, fue expulsado de Edén,

El hombre degradado sufrió las consecuencias.

Hallando que su vida se hacía insoportable,

Inclinado ante el mal, egoísta, orgulloso;

Zanjando su destino tan lejos de tu gracia,

Obstinado en su idea de vivir a su modo.

Con amor Jesucristo, vino entonces al mundo,

Otorgándole al hombre, su plan de salvación.

Nexo definitivo, que nos une con Dios.

Sin embargo este plan tuvo un costo muy grande,

Ultimando a Jesús, en la cruz del calvario.

Sacrificio bendito, predispuesto por Dios.


Por eso es que no dejo de amar a Jesucristo.

Refugio para el alma, cansada de pecar.

Ofrenda voluntaria, de Dios al ser humano.

Paladín de justicia de todos sus creyentes.

Imagen de Dios Padre, viviendo en este mundo.

Amante salvador que murió por nosotros.

Santísimo y divino, Señor de los señores.

Moremos por lo tanto por siempre a su cuidado,

Adorando a Dios Padre, por su infinita gracia;

Nutriendo nuestras almas con su Palabra Santa.

Orando que nos mande su fiel Consolador.

Sirviendo a las personas, como lo hacía Cristo.


NOCHE DE ANGUSTIA

Que terrible es la noche, Señor, y tú te encuentras,

al umbral del ocaso de tu vida en la tierra.

Tus discípulos duermen, aunque tú les pediste

que velasen orando por un rato contigo.

Está fría la noche, pero tú estás sudando

y la angustia te agobia doblegando tu cuerpo.

Haz caído tres veces de rodillas al suelo,

y la sangre ha brotado, de la piel de tu rostro.

Es terrible la suerte que te espera Dios mío,

al tener que cargar en la cruz el pecado

de este mundo perdido, contumaz y asesino,

que has venido a salvar con tu gran sacrificio.

El sopor de tus siervos no ha cesado un momento,

y aunque los despertaste, prosiguieron durmiendo.

Ni siquiera los tuyos son consiente mi Cristo,

del dolor que te inunda, destrozando tus fuerzas.


Lo que más te produce sufrimiento esta noche,

no es que tus seguidores, cuando los necesitas,

se encuentren dormitando mientras tú sufres solo;

es saber que es posible, que te pierdas Dios mío.

Todo nuestro pecado ya reposa en tu espalda,

y su peso es más grande, de lo que imaginabas.

Es por eso que al Padre le has pedido tres veces,

si es acaso posible, no beber de esta copa.

Y mi Padre te muestra, la verdad de mi vida,

y me ves desdichado, miserable y perdido;

y decides salvarme, y afrontar el peligro,

a pesar del suplicio que esto te signifique.

¡Oh Señor Jesucristo! Gracias por la esperanza,

y la gran expresión del amor que nos tienes,

que mostraste muriendo, por mi culpa en la cruz,

aunque yo no merezca tu perdón y tu gracia.


FE DISMINUIDA

Qué triste tengo el alma, Señor, en este instante,

si ya no tengo fuerzas para seguir viviendo.

Mis lágrimas no dejan de brotar de mis ojos,

y el corazón parece que estallara en mi pecho.

El aire se hace escaso, por eso es que respiro

tú nombre en cada instante, Señor, y no me escuchas,

mil veces te he rogado pero no me respondes.

No sé qué es lo que quieres, o en que te estoy fallando.

Mi Dios, yo necesito que tú me digas pronto

¿Qué pasa con mi vida, que tengo tantas pruebas?

¿Será que no me quieres, o que me has olvidado?

Señor, no me deseches, y muéstrame mi culpa.

La angustia de Jesús me fortalece un poco,

cuando enfrentó el calvario, sin ayuda de nadie;

y cuando Job perdió todo lo que tenía,

sin renegar de ti, como buscaba el diablo.


Y aunque yo no comprenda las pruebas que me apremian,

y sufra por su causa, como sufrió Jesús,

yo creo en tus promesas, y en tu infinito amor,

por eso es que prosigo con esta vida triste.

Señor, solo me queda pedir tu pronta ayuda,

pedir que fortalezcas mi fe disminuida;

y aunque mi llanto impida, ver que estás junto a mí

yo sé que eres mi Dios, y sé en quién he creído.


LO MÁS GRANDE

Si pudieras mirar las galaxias distantes,

y observaras el cosmos, donde el ojo no llega,

pronto descubrirías que no son tan enormes,

pues, más grande es Jesús, porque él fue quién las hizo.

Infinito es Jesús en amor y justicia.

Infinito es Dios Padre, por brindarnos a su hijo.

Infinita es la gracia del Espíritu Santo,

que nos limpia del mal, con la sangre de Cristo.

Solo Dios es más grande que el problema que tengas.

Solo tú lo más lindo, que Dios tiene en la tierra.

Solo a ti Cristo te ama con amor infinito,

y es tan solo por ti, que murió por salvarte.

Hoy se encuentra Jesús junto al Padre en el cielo,

he intercede por ti, con su sangre preciosa,

para darte el perdón, y limpiar de pecado

tu alma llena de mal que se encuentra perdida.


No dilates ya más el llamado de Cristo,

a entregarte en sus brazos, y confiar en su amor,

que no existe otro ser, tan grandioso y sublime,

y que quiera tenerte, como su hijo a su lado.


VICARIO DE CRISTO

No hay un ser en la tierra que me cause más gozo

que el Espíritu Santo, trabajando por mí.

Su presencia a mi lado, me da fuerza en la vida,

y me da la victoria para estar junto a Dios.

Cuando tengo tristeza, me consuela y conforta,

con las grandes promesas que contiene la Biblia;

y si yo desfallezco, permanece a mi lado,

como un padre que sufre juntamente con su hijo.

El Espíritu Santo, nuestro consolador,

no se cansa ni duerme por lograr nuestra unión

a la fuente de gracia, que es la sangre de Cristo,

que nos hace invencibles al luchar contra el mal.

El Espíritu Santo me revela el pecado,

al quitarme la venda que me pone Satán.

Pero al ver mi inmundicia, me señala a Jesús,

quién me lava con sangre toda mi iniquidad.


Si el Vicario de Cristo no abogara por mí,

ante Dios nuestro Padre, cuando pido perdón,

yo jamás lograría la limpieza de mi alma,

ni jamás obtendría, la justicia de Dios.

Ven a mi alma Vicario, Santo Consolador,

dame paz y alegría, dame fe y devoción.

Haz de mí tu morada, lléname de poder,

para hablar a este mundo del amor de Jesús.


POEMA DE UN PASTOR CAIDO

Me siento tan cansado, mi vida ya no es vida,

es tanto mi pecado, pero también mi pena.

No duermo por las noches, de día no descanso,

mi pecho se me aprieta, quisiera estar llorando.

¡Qué pena la que tengo, no puedo resistirla!

Mis ojos se humedecen, y esbozo una sonrisa.

No sea que sospechen que tengo el alma triste,

y digan: ¿Qué le pasa, por qué está tan sensible?

¡Qué lejos de mi casa, qué lejos de mi padre!

Estoy tan extraviado, carezco de esperanza.

Mi cuerpo está encorvado, mis piernas desfallecen,

y tengo que enseñarle de Dios a tanta gente.

Hay muchos que me creen un fiel siervo de Cristo,

más, soy como una oveja sin su pastor sufriente.

Señor, yo reconozco, la culpa ha sido mía

al arriesgarme tanto, por no seguir tus pasos.


Las Escrituras dicen, por boca de San Pablo:

“El que cree estar firme, que cuide que no caiga”

Señor, yo lo creía, más mírame en el barro.

Mi Dios no me deseches conforme a mi pecado.

¡Perdóname Maestro, no supe lo que hacía!

Perdóname el oprobio que sobre ti he traído.

Perdóname el gran daño, que traje a mis hermanos.

Conforme a tus promesas, perdóname Dios mío.


ENCUENTRO TRASCENDENTE

Mi mente en torbellinos se debate, decae,

contemplando impotente la sangre del martirio,

y un lamento estremece mi conciencia dormida,

de aquel desamparado que clama por su Padre.

Me acerco tembloroso, le miro, me sonríe.

Me siento sorprendido, no puedo comprenderlo.

Su rostro es infinito, sus llagas manantiales,

y tierna mansedumbre refleja en su agonía.

Mi espíritu se torna violento, vengativo,

al contemplar que muere, tan manso en esa cruz.

Cegado por la rabia me vuelvo contra el mundo,

en busca del origen de tanta iniquidad.

Y miro ahora al Padre, le digo: en tu venganza

si quieres tomo parte. ¡Te juro por mi madre,

que no tendré descanso sin que antes al culpable

hacer pagar su culpa con sangre de su sangre!


Responden en silencio sus ojos compasivos,

desnudando mi vida con mí historia pasada;

tornándose en vergüenza la furia de mi rostro,

y todo tiembla entonces, y el velo se desgarra.

Me siento miserable por mis actos pasados.

¿Quién puede sustentarme? No tengo compasión;

mi carne desfallece. No puedo escabullirme,

mi sangre por su sangre, tendré que derramar.

Inclino mi cabeza, la pongo sobre el suelo,

dispuesto, resignado, de cancelar mi deuda.

Su mano me estremece, me toma por el hombro,

en vilo me levanta, quedando frente a sí.

Diciendo tiernamente: “no temas hijo mío,

Yo Soy quién te ha creado, Yo Soy el redentor,

del mundo de pecado por quién Jesús murió.

Tu cuenta está saldada, no tienes que morir”.

Y vísteme la ropa de Dios crucificado,

mostrándome la senda que para mí trazó.

Tomando de mi mano, me ayuda en el camino,

y carga mis pesares desdichas y dolor.


Hablando a mis oídos, me dice dulcemente:

“Se fiel hasta la muerte creyendo siempre en mí,

que yo estaré contigo, brindándote mi gracia,

para que al mundo digas que tiene salvador.

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