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SUMARIO:
A MODO DE INTRODUCCIÓN
1. El día de Jehová.
2. Dos caminos, dos experiencias.
A MODO DE CONCLUSIÓN
A MODO DE INTRODUCCIÓN
1. El día de Jehová.
Com o ad ventistas creem os qu e Jesu cristo volverá a esta tierra p or
segu nd a vez. Así lo hem os estad o enseñand o d esd e hace m ás d e 160 años. La
segu nd a venid a d e Jesú s no resp ond e a u na interp retación p rivad a d e las
Escrituras1. Este evento, qu e cu lm ina el p lan d e la red ención, ya fu e p red icho
p or los p rofetas qu e d esarrollaron su m inisterio antes d e la p rim era venid a d e
Jesucristo a nu estro m u nd o, y casi siem p re estaba asociad o a la p alabra “ira” 2,
com o tam bién al “espanto” 3 y al “fuego” qu e ju zga 4. Ese es el d ía en el qu e
“Jehová reinará” supremo5. Ese será, finalmente, “el día de Jehová”6.
Aqu ellos qu e han lavad o su s rop as y las han em blanqu ecid o en la sangre
d el Cord ero esp eran exp ectantes la venid a en gloria y m ajestad d e su Salvad or
y viven en su s vid as las p alabras registrad as en 2ª d e Ped ro 3:11-14, y d e
m anera esp ecial las registrad as en el versícu lo 12: “esperando y apresurando la
venida del día de Dios” Si le p regu ntam os a este texto qu é estam os esp erand o, la
resp u esta sería obvia: la venid a d el d ía d e Dios. Pero si le p regu ntam os qu é
estam os ap resu rand o p arece qu e la resp u esta qu e p od am os d ar u nos y otros no
siempre es coincidente.
Malaquías 4:5.
7 Isaías 25:9.
plural. Esta form a verbal es trad u cid a en nu estro id iom a esp añol en form a d e
geru nd io. Así prosdokáo es trad u cid o p or la m ayoría d e versiones esp añolas
com o “esp erand o” y/o “agu ard and o”. El segu nd o verbo, speudo, d ebería
tam bién ser trad u cid o en form a geru nd io, p u esto qu e concu erd a en género,
tiem p o y m od o con prosdokáo. De m anera qu e la trad u cción m ás coherente p ara
este texto p or lo qu e resp ecta a su inicio sería: “esp erand o y ap resu rand o” o
“aguardando y acelerando”.
Cabe notar qu e d espu és d el verbo trad u cid o com o “ap resu rand o” nos
encontram os la exp resión “la venid a” (th.n parousi,an). Este su stantivo
está d eclinad o en su form a acu sativa, y p or tanto la trad u cción m ás literal y fiel
sería: “esp erand o y ap resu rand o la venida”. La inclu sión d e la p rep osición
“p ara” qu e hace la Reina-Valera d el 1960 es incorrecta p u esto qu e ten parousían
no es u n circu nstancial, sino qu e, com o ya hem os ind icad o, es u na exp resión
acusativa.
10 Véase WALLENKAMPK, Arnold. La demora aparente. (Miami, Florida: APIA), pp. 109-110.
2ª DE PEDRO 3:12 O EL DESAFÍO DEL REMANENTE - 5
con su aviso toda la dispensación cristiana hasta el año 1798. Sólo después de esta fecha
debía ser proclamado el mensaje de la segunda venida de Cristo”15.
15 Ibidem.
16 Esta expresión aram ea qu e aparece en 1ª Corintios 16:22 era usad a com o un salu d o por la
com u nid ad cristiana d e aqu el tiem po. Pu ed e trad u cirse d e d os m aneras d istintas: 1. N u estro
Señor ha venido, o 2. ¡Ven, nuestro Señor!
17 Véase Tito 2:13.
18 Ibidem.
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Así p u es, las afirm aciones d e Pablo acerca d e la segu nd a venid a d e Jesú s
no tenían como propósito advertir a sus contemporáneos sobre la inminencia de
tan trascend ente evento. Dichas d eclaraciones tom an fu erza a p artir d el año
1798, y m ás concretam ente a p artir d e 1844. Desd e entonces hasta hoy el
m ensaje d e la segu nd a venid a no sólo es consid erad o com o u na verd ad bíblica
más, sino como la verdad presente por excelencia.
Estudios selectos sobre interpretación profética (Buenos Aires: ACES), pp. 61-62.
22 2ª Pedro 1:1.
2ª DE PEDRO 3:12 O EL DESAFÍO DEL REMANENTE - 9
m ism os qu e los d estinatarios d e su p rim era ep ístola d ond e Ped ro escribía “a los
que viven como extranjeros, esparcidos por el Ponto, Galacia, Capadocia, A sia y
Bitinia”23, ya qu e el ap óstol d eclara en su segu nd a ep ístola qu e “ésta es ya la
segunda carta que os escribo”24.
23 1ª Pedro 1:1.
24 2ª Pedro 3:1.
25 1ª Corintios 10:11.
27 1ª Pedro 1:11.
2ª DE PEDRO 3:12 O EL DESAFÍO DEL REMANENTE - 10
iglesia de Cristo en todo tiempo y que tiene una especial relevancia en el tiempo
del fin, porque es precisamente en este tiempo del fin cuando la segunda venida
d e Cristo será u na realid ad . Ped ro sabía qu e la segu nd a venid a d e Jesú s le
trascend ería en el tiem p o a él, p ero no a su ep ístola. Él d ebía saber qu e la
segu nd a venid a d e Jesú s era u na realid ad d e la cu al no p od ía d ejar d e escribir,
p orqu e au nqu e no era la verd ad p resente p ara su tiem p o si sería la verd ad
p resente p ara la generación d e creyentes qu e vivieran cu and o el tiem p o d el fin
empezara. Y en esa generación estamos incluidos tú y yo.
28 2ª Pedro 3:8.
29 Véase Hechos 2:17; Hebreos 1:2; 2ª Pedro 3:3.
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d e la segu nd a venid a, entonces tend rem os serios p roblem as p ara d efend er, p or
ejemplo, que los días de la creación son literales y no períodos de mil años.
Ped ro no p od ía d ejar d e escribir la verd ad exp resad a en el versícu lo 12
del cap ítu lo 3 d e su segu nd a ep ístola. Pero, ¿cóm o p od ía exp resar esa verd ad
sin d esanim ar a su s d estinatarios contem p oráneos? ¿H u biera sid o ético
escribirles qu e Jesú s tod avía tard aría u nos siglos en volver? Pod ría haber sid o
ético, p ero d esd e lu ego hu biera resu ltad o m u y d esm oralizad or. Qu izás p or eso,
la insp iración haya situ ad o en ese contexto la exp resión “u n d ía es com o m il
años, y m il años com o u n d ía”. Desd e nu estra p ersp ectiva p od em os d ecir, sin
m ied o a equ ivocarnos, qu e d esd e la ascensión d e Jesu cristo hasta hoy han
p asad o casi d os d ías p ara Dios. Y d esd e hoy hasta qu e venga Cristo p od em os
vaticinar con total segu rid ad qu e no van a p asar u n d ía o d os m ás, m il años o
dos mil años más. ¡¡Es cuestión de segundos porque Dios nos ha revelado que el
tiempo se acaba!!
El libro d e Ap ocalip sis, escrito p or Ju an sobre el año 100 d . C., term ina
con u na p rom esa d e Jesú s: “Ciertamente vengo en breve”31. Otras versiones
trad u cen d e la sigu iente m anera: “Sí, vengo pronto”. ¿Cóm o interp retaron los
cristianos d e aqu ella ép oca estas p alabras? ¿Se estaba Jesú s bu rland o d e ellos?
Evid entem ente no. Ju an narró acontecim ientos qu e d esd e su p ersp ectiva
histórica ocu rrirían en u n fu tu ro inm ed iato y lejano al m ism o tiem p o. Los
sellos, las trom p etas, el p eríod o d e 1260 años d e su p rem acía p ap al y el trip le
m ensaje angélico narran acontecim ientos qu e se p royectan hasta el tiem p o d el
fin.
Por eso Jesú s no p u d o d ejar d e d ecir “ciertam ente vengo en breve”. Estas
palabras hay qu e entend erlas en el contexto histórico-tem p oral d el m ism o libro
de Apocalipsis. Jesús no está diciendo que desde el año 100 él viene pronto, sino
qu e viene p ronto a p artir d e los acontecim ientos qu e se d esencad enan en el
tiem p o d el fin d escritos, p rincip alm ente, en Ap ocalip sis 12 en ad elante. Es a
32 WHITE, Elena G. de. El Deseado de Todas las Gentes. (Miami, Florida: APIA, 1955), pág. 587.
33 Sobre la explicación de este texto véase las páginas 2-4 de este artículo.
34 WHITE, Elena G. de. El Deseado…, págs. 587, 588.
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Una cosa está clara, “el Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen
por tardanza”35. Eso era cierto en el siglo I, y sigu e siend o cierto hoy en el s. XXI.
Dios no se retrasa, no se d em ora p orqu e no es im p u ntu al. Pero no p od em os
negar qu e hay u na d em ora y, com o ind icam os, no p recisam ente ap arente. La
respuesta a la d em ora ya se ha ind icad o con anteriorid ad ; Dios no es el
responsable d e esta situ ación. Los resp onsables som os nosotros, tal y com o
ind ica el Esp íritu d e Profecía 36. Y esa d em ora no sólo tiene qu e ver con la
ind olencia a la hora d e p red icar el evangelio, sino tam bién con la falta d e fe, de
espiritualidad y de consagración d el p rofeso p u eblo d e Dios, segú n d eclaran los
testimonios: “M iembros de las iglesias del Dios vivo, estudiad estas promesas, y
considerad como vuestra falta de fe, de espiritualidad y poder divino, impiden la llegada
del reino de Dios”37.
El Señor, com o m u y bien d ice el ap óstol Ped ro, no retard a su p rom esa,
“sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos
procedan al arrepentimiento”38. Elena G. de White dice algo similar a esto:
“Si los adventistas, después del gran chasco de 1844, se hubieran aferrado a su -
fe y hubieran ido unidos en pos de la providencia de Dios que abría el camino, y si
hubieran recibido el mensaje del tercer ángel y si lo hubieran proclamado al mundo con
el poder del Espíritu Santo, habrían visto la salvación de Dios, el Señor hubiera obrado
con poder mediante sus esfuerzos, la obra se habría terminado y Cristo habría venido
para recibir a su pueblo y darle su recompensa. Pero en el período de duda e
incertidumbre que siguió después del chasco, muchos de los creyentes del advenimiento
perdieron su fe... En esta forma la obra fue estorbada y el mundo quedó en tinieblas. Si
todo el cuerpo adventista se hubiera unido en torno de los mandamientos de Dios y de la
fe de Jesús, ¡Cuán ampliamente diferente habría sido nuestra historia!
N o era la voluntad de Dios que se demorara así la venida de Cristo. Dios no
tenía el propósito de que su pueblo, Israel, vagara cuarenta años por el desierto.
Prometió guiarlos directamente a la tierra de Canaán, y establecerlos allí como un
pueblo santo, sano y feliz. Pero aquellos a quienes primero se les predicó, no entraron
"a causa de incredulidad" (Heb. 3: 19). Sus corazones estaban llenos de murmuración,
rebelión y odio, y Dios no pudo cumplir su pacto con ellos”39.
35 2ª Pedro 3:9.
36 Para m ás inform ación acerca d e la d em ora y el apresu ram iento d e la segu nd a venid a d e
Cristo en el Espíritu d e Profecía véase Consejos para los M aestros, pág. 430; El Conflicto de los
Siglos, págs. 510-511; El Deseado de Todas las Gentes, págs. 587-588; El Evangelismo, págs. 504-505;
Joyas de los Testimonios, vol. 3, págs. 72, 212-213, 296; Los Hechos de los A póstoles, págs. 91, 480;
¡M aranata: El Señor viene!, págs. 17, 53, 90, 95; M ensajes Selectos, vol. 1, págs. 77-78, 95; Palabras de
Vida del Gran Maestro, pág. 47.
37 WH ITE, Elena G. d e. Joyas de los Testimonios (Mou ntain View , California: PPPA, 1993), vol. 3,
pág. 71.
38 2ª Pedro 3:9.
39 WHITE, Elena G. de. El Evangelismo. (Buenos Aires, Argentina, 1975), pág. 505.
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N o estam os llam ad os a d ejar qu e las cosas sigan su cu rso sin hacer nad a
al resp ecto. Las señales d e su venid a se su ced en u na tras otra y nosotros
segu im os p erd id os y confu nd id os p or falta d e consagración y acción, p or falta
d e d irección y convicción sobre el evento escatológico cu m bre: la venid a d e
N u estro Salvad or y Señor Jesu cristo. Segu im os p red icand o qu e Jesú s viene y al
m ism o tiem p o segu im os evad iend o los interrogantes d e la d em ora,
argu m entand o qu e no hay tal d em ora o, en el p eor d e los casos, d iciend o qu e
Dios qu iere qu e tod os p roced an al arrep entim iento, sin d arnos cu enta qu e Dios
busca en primer lugar el arrepentimiento de su pueblo40.
76.
2ª DE PEDRO 3:12 O EL DESAFÍO DEL REMANENTE - 15
asp ecto cond icional d e la Palabra d e Dios 43: “Debiera recordarse que las promesas y
amenazas de Dios son igualmente condicionales”44. Segú n ella exp one, las
cond iciones p ara qu e esta p rofecía incond icional qu e es la segu nd a venid a se
cumpla son las siguientes:
1. Dios nos ha confiad o a su p u eblo u na obra qu e d ebe efectu arse en la
tierra mediante la predicación del mensaje del tercer ángel a tod os los
habitantes d e la tierra, haciend o esp ecial énfasis en el sábad o y en la
ministerio de Jesús en el santuario celestial:
“Dios ha confiado a su pueblo una obra que debe efectuarse en la tierra… las
mentes de los creyentes habían de ser dirigidas al santuario celestial… La
reforma del día de reposo había de ser llevada adelante… El mensaje debe ser
proclamado con fuerte pregón para que todos los habitantes de la tierra puedan
recibir la amonestación.”45
Am bas cond iciones encu entran su p aralelo, evid entem ente, en las
Escritu ras. La p rim era en Mateo 24:14 y Ap ocalip sis 14:6-14, y la segu nd a en 2ª
Ped ro 3:9 y Ap ocalip sis 3:14-21. Estas cond iciones, no se habían d ad o
plenamente, al menos hasta el año 1883, poco después el gran chasco, cuando la
Sra. White escribió estas refu taciones a su s d etractores y qu e ap arecen en el
p rim er volu m en d e Mensajes Selectos. Y p arece evid ente qu e en los años
su bsigu ientes las cosas no han m ejorad o d em asiad o si nos atenem os a la
cláu su la cond icional qu e ella esgrim e y qu e d escribe p erfectam ente la cau sa d e
la demora:
“Si después del gran chasco los adventistas se hubiesen mantenido firmes en su
fe, y unidos en la providencia de Dios que abría el camino, hubieran proseguido
recibiendo el mensaje del tercer ángel y proclamándolo al mundo con el poder del
Espíritu Santo, habrían visto la salvación de Dios y el Señor hubiera obrado
poderosamente acompañando sus esfuerzos, se habría completado la obra y Cristo
habría venido antes de esto para recibir a su pueblo y darle su recompensa.”47
43 Para u n estud io m ás d etallad o sobre el aspecto cond icional d e las profecías en la Biblia véase
The Predictions of the 1856 Vision (http://www.whiteestate.org); Las predicciones de la visión de 1856
(http://w w w .libros1888.com /calv2ven.htm ); ¿Algunos en 1856 estarían con vida al regresar Cristo?
(http://centrowhite.uapar.edu/pregyres.htm).
44 WHITE, Elena G. de. Op. cit, pág. 77.
45 Ibidem.
46 Ibidem.
47 Ibidem.
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Jesús por parte de Dios, pero nunca de una fecha predestinada o prefijada por Dios.
51 Véase Daniel 9:24-27.
52 Jesú s hizo alu sión al inicio d e la septuagésima semana cu and o d ijo “el tiempo se ha cumplido, y
cu atrocientos años d e perm anencia d el pu eblo israelita en tierra d e Canaán y Egipto (Gn. 15:13;
12:41); 2. Los cu arenta años d e peregrinación por el d esierto (N m . 14:33, 34; 32:13; Dt. 2:7; 8:4;
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anteriorid ad , la segu nd a venid a d e Jesú s tam bién está, en p arte, cond icionad a
p or la p rofecía d el cap ítu lo 8 d e Daniel. Y sólo en p arte p orqu e no hay u n d ía
concreto, a p artir d e 1844, en el cu al tengam os qu e esp erar la segu nd a venid a.
De esta m anera la segu nd a venid a d e Jesú s ad qu iere u n carácter cond icional54.
Su consumación final no d ep end e tanto d e u n período profético de tiempo, sino
más bien de la actitud de un pueblo o iglesia profética55.
Jos. 5:6); 3. Lo siete tiempo (años) de locura de Nabucodonosor (Dn. 4:23, 25); 4. Los setenta años
de cautiverio en Babilonia (Jr. 25:11, 12; 29:10).
54 Algu nas profecías qu e tienen u n marcad o carácter cond icional son, por ejem plo: 1. La
pred icación d e Jonás sobre N ínive (Jon. 3:1-10); 2. La revocación d e la prom esa qu e Dios d io al
pu eblo liberad o d e Egipto d e entrar en la Canaán terrenal (Éx. 6:2, 6-8; N m . 14:26-34); 3. La
sentencia pronu nciad a sobre Abim elec por cau sa d e Sara, esposa d e Abraham (Gn. 20:7, 14); 4.
La oración d el rey Salom ón satu rad a d e cond icionalid ad en ocasión d e la consagración d el
templo (2ª Cr. 6:36-39).
55 Véase Apocalipsis 10, d ond e se mu estra la experiencia d el m ovim iento ad ventista antes y
d espu és d e 1844, cu and o d espu és d e pred icar el inm inente regreso d e Cristo a la tierra, lo cu al
era u n m ensaje “dulce como la miel” (v. 10), tu vieron qu e experim entar la frustración d e no ver
cu m plid as su s expectativas, y entonces ese m ismo m ensaje “amargó el vientre” (v. 10) d el
m ovim iento ad ventista. Lu ego, cuand o entend ieron que el santuario d e Daniel 8:14 no hacía
referencia a la tierra, sino al santuario celestial (H e. 8:1, 2; 9:24), se les d io un m ensaje mu y
definido: “Debes profetizar otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes” (v. 11). Para una
explicación m ás d etallad a d e la experiencia d el m ovim iento ad ventista y su relación con
Apocalipsis 10 véase MAXWELL, C. Mervyn. Dilo al mundo. (Florida: APIA, 1990), pp. 49-52.
56 WHITE, Elena G. El Deseado…, p. 23.
Su rge otra p regu nta a raíz d e esta cita: ¿H a sid o d eterm inad a en concilio
celestial el d ía y la hora d e su venid a qu e su ced erá cu and o el gran reloj d el
tiempo marque esa hora? La respuesta vuelve a ser no. Nadie pone en duda que
Dios sabe el d ía y la hora d el regreso d e Jesú s, p ero eso no significa qu e ese d ía
y esa hora hayan sid o p red estinad os con anteriorid ad . El d ía y la hora d e su
segunda venid a no viene d eterm inad a p or u na d ecisión irrevocable celestial,
sino p or u na p red icación p erseverante terrenal. De hecho “Cristo nos dice cuándo
ha de iniciarse ese día… “será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para
testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”60. No parece que Cristo esté
esp erand o a qu e u n “gran reloj d el tiem p o” m arqu e la hora d e su segu nd a
venid a, sino m ás bien la cita d a a entend er qu e Cristo esp era qu e recibam os su
poder para vivir y predicar el evangelio para que entonces venga el fin, es decir,
venga Él. Ese d ía, pu es, será u na realid ad d esp u és d e qu e el evangelio haya
sid o p red icad o y el m u nd o haya sid o ad vertid o d el evento qu e cu lm ina el p lan
d e la red ención. Y, evid entem ente, Dios sabe cu and o llegará ese d ía, qu e está
totalm ente cond icionad o p or la acción d e cad a u no d e aqu ellos qu e creem os y
predicamos acerca de la Segunda Venida.
“Dios está reteniendo sus juicios en espera de que el mensaje sea proclamado a
todos. Hay muchos que aún no han oído el mensaje probatorio constituido por la verdad
presente para este tiempo”62.
59 Apocalipsis 22:11.
60 WHITE, Elena G. de. El Deseado…, p. 587.
61 WH ITE, Elena G. d e. Review and Herald, 14/11/1912. Citad o en “En los lugares celestiales”.
A MODO DE CONCLUSIÓN.
A nosotros nos toca rem ed iar y m ejorar esta situ ación tom and o
d ecisiones en favor d el Señor. Eso p asa, en p rim er lu gar, p or aband onar tod o
p ecad o conocid o y p or reconocer y aceptar nu estra resp onsabilid ad ante la
d em ora evid ente, ya sea d ejand o d e cu lp ar a Dios p or esta situ ación o d ejand o
de utilizar argumentos que promueven “paz” y eludan así nuestra necesidad de
arrepentimiento. En segundo lugar, debemos permitir que el Señor pueda hacer
d e Su iglesia u n instru m ento ú til y sistem ático d e p red icación evangélica:
p astores y laicos, hom bres y m u jeres, niños y niñas, jóvenes y ancianos. Tod os
d eberían ser enseñad os, entrenad os e involu crad os en la m isión p ara la cu al fu e
institu id a, qu e no es otra qu e “la de anunciar el evangelio al mundo”64 con u n
objetivo glorioso: apresurar la venida del día de Dios.
63 “Si después del gran chasco de 1844…”. Véase pág. 21 de este artículo.
64 WHITE, Elena G. de. Los Hechos de los Apóstoles. (Miami, Florida: APIA), pág. 9.
2ª DE PEDRO 3:12 O EL DESAFÍO DEL REMANENTE - 20
podamos vivir vid as santas y p iad osas 65 harán qu e antes d e lo qu e esp eram os
tenga lugar el evento que todos anhelamos, porque lo anhelamos, ¿no?