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Cultura Popular

Ocarina Castillo y Norma González Viloria

Cualquier intento de aproximación al análisis de la Cultura Popular Tradicional


pone de manifiesto dos de sus más importantes características:
- su enorme heterogeneidad, es decir la existencia de un conjunto de especificidades
producto del desarrollo de condiciones concretas y con una dinámica propia y
diferencial.
- la importancia de lo que algunos autores han denominado “el tiempo histórico
incorporado” en la medida en que constituyen expresiones de un legado cultural que
ha generado en el marco del proceso formativo de esta sociedad y cuya
reproducción y recreación está indisolublemente ligada el proceso histórico en el
que está se ha desenvuelto.
De allí que resulte tan importante y necesario rastrear en ese proceso histórico para
aprehender de él:
En primer lugar, las líneas generales de los que pudiéramos denominar “El proceso
de formación de la Cultura de Venezuela”, es decir, el proceso global de conformación de
una cultura a partir de un conjunto de interrelaciones entre los diferentes sectores sociales,
y la forma que ha asumido en los diferentes momentos de la estructura de dominación.
Este examen lleva indudablemente a la discusión acerca del carácter de esa cultura en
términos de su autonomía y de los patrones y valores que han servido de base a su
estructuración, así como sus potencialidades en función de sus contenidos autóctonos. Esta
reflexión de alguna manera toca el problema de la identidad nacional que visto a la luz de
estas coordenadas no puede ser concebido en singular, sino por el contrario, debe verse
como un proceso en el cual a la luz de las diferentes prácticas sociales y situacionales
estructurales se perfilan diferentes “identidades”.
En segundo lugar, es posible reconocer dentro de ese proceso global la vigencia de
lo que pudiéramos denominar una dualidad cultural que consiste en el desarrollo de una
cultura oficial, institucionalizada, que aparece estrechamente ligada al esquema de valores
sobre los cuales se monta esa sociedad y a los sectores que dentro de la estructura de poder
aparecen como dominantes.
Esa cultura “dominante” es producto de un conjunto de interrelaciones de variado
carácter y es considerada como “la cultura”, tanto por su carácter homogeneizador que la
convierte en el paradigma del quehacer cultural como por creerla capaz de representar y
resumir la totalidad de la colectividad venezolana. En esta medida se convierte en un
instrumento que aún cuando presenta interiormente fricciones y diferencias, mantiene el
conjunto de valores y significaciones que garantizan la reproducción de la estructura de
denominación. Del otro lado y simultánea a la anterior se desarrolla otra visión del mundo
que en forma subalterna dentro de la totalidad social expresa las respuestas que otros
grupos sociales elaboran frente a sus condiciones reales de existencia. Estas respuestas son
múltiples y heterogéneas así como múltiples son las situaciones que las promueven y
heterogéneas sus contenidos y valores.
El reconocimiento de la vigencia de estas “culturas populares” implica por una parte
recuperar el sentido de la diferencia y en esa medida de la riqueza que puede integrar
nuestro patrimonio cultural y por otra profundizar tanto en el análisis de su proceso
histórico como en la interpretación de sus funciones y contenidos actuales.
En tercer lugar, entender el proceso cultural con como un fenómeno desligado de los
procesos reales sino por el contrario articular a ellos y fundamentalmente vinculado a las
formas que asume la dominación y a los agentes que la ejercen. Así mismo implica
entender la cultura no sólo como un conjunto de manifestaciones artística de variable gama
y funcionalidad, sino fundamentalmente como un espacio de significaciones en el que se
expresa la interacción hombre-hombre hombre-naturaleza, a través de un conjunto de
prácticas, representaciones, códigos y relaciones que se ponen de manifiesto en la
cotidianidad del individuo y que en esa medida constituyen expresiones de su lucha por la
vida.
En este marco de reflexiones, resulta particularmente importante profundizar en el
proceso histórico de formación de la Cultura en Venezuela, para tratar de establecer en él
las principales líneas de desarrollo tanto de la cultura dominante como de las culturas
populares. De seguidas intentaremos una aproximación a esta problemática, a través de la
formulación de algunas hipótesis en torno a tres diferentes momentos históricos: la
sociedad colonial, la Venezuela Republicana, siglo XIX, y la Venezuela petrolera.
a. La Sociedad colonial: el proceso de la formación de la cultura en Venezuela debe
entenderse como el producto de la puesta en contacto de las fuentes básicas de
nuestro proceso histórico: la base indígena, la base hispánica y a base africana.
Sobre este hecho vale la pena hacer algunas consideraciones:
En primer lugar, la complejidad de estas fuentes de origen, en la medida en que cada
una de ellas por sí solo supone una síntesis de un conjunto de interrelaciones realizadas
históricamente. En el caso de la base indígena no se trata de la incorporación de un grupo
homogéneo, sino por el contrario, de un conjunto de grupos de características diversas, con
distintos grados de complejidad de sus estructuras internas y provenientes de distintas
familias lingüísticas. Grupos que habían experimentado la imposición de unos grupos
sobre otros. En lo que se refiere a la base hispánica, a pesar de que ésta resulta más
homogénea en virtud de las restricciones impuestas a la migración que en un primer
momento privilegiaron a Castilla y de la similitud de las características sociales del grupo
inmigrante, sin embargo, constituía un grupo social conformado en lo que ha sido el
proceso histórico de España signado por la influencia de numerosos pueblos, pero sobre
todo por la larga dominación árabe, que logró permear e introducirse de manera importante
en las estructuras culturales del pueblo español. Por último en el caso de la base africana,
los grupos negros traídos al territorio venezolano eran de muy variada procedencia,
aportando de esta forma elementos culturales diversos propios de grupos sociales distintos.
Estas consideraciones nos llevan a destacar la riqueza aportada por cada una de
estas fuentes, lo cual sin duda alguna ha de expresarse en la enorme complejidad resultante
de su puesta en contacto, lo cual constituye sin lugar a dudas el proceso de conformación de
una nueva sociedad con características propias, que es mucho más que el resultado la
interrelación entre estas tres fuentes, así como tampoco la copla o reflejo de aquella que se
impuso como dominante -la hispánica- sino que supone una realidad distinta, altamente
heterogénea.
En segundo lugar, la cultura resultante de estas fuentes iniciales, no constituye un
producto homogéneo, sino que por el contrario presenta especificidades regionales en
virtud del peso que en las distintas zonas presenta cada una de esta s fuentes. De esta forma
contamos con regiones donde la influencia negra es predominante, tanto en las formas de
organización social, como en las prácticas mágico-religiosas, agrícolas manifestaciones
artísticas, etc. De la misma manera existen zonas donde la influencia indígena persiste e
incluso donde se mantienen vigentes comunidades que continúan expresándose de acuerdo
a sus manifestaciones culturales autóctonas. Así como otras donde el peso de la tradición
hispana o del primer sincretismo aparecen como fuertes desde tempranas épocas.
En tercer lugar, la cultura que se genera está marcada por las formas de dominación
en las cuales se asienta la sociedad colonial; de esta manera responde a:
- el carácter de colonia, a partir del cual se le otorga el predominio político a los
funcionarios españoles representantes de la monarquía en sus diversas instancias.
Este grupo marca la pauta de lo que será la organización jurídico-administrativa de
la sociedad colonial y por ende la tratará de imponer su visión de mundo, en la cual
se destacan dos valores fundamentales: su concepción cristiana y la fidelidad d la
monarquía.
- Concentración del poder económico en el sector de los criollos, basado en el
monopolio que éstos ejercen sobre las tierras y la mano de obra vinculado a las
diferentes unidades productivas (hatos, haciendas) a partir de una gama de
relaciones de trabajo, marcadas en lo fundamental por la explotación del trabajador
(relaciones de tipo esclavistas, peonaje, etc.)
- Una rígida estratificación social que si bien expresa las diferencias en las relaciones
de propiedad, está fundamentada en criterios raciales de acuerdo a los cuales existen
grupos “inferiores” en función de su color y de sus características étnicas,
estableciéndose la superioridad del blanco que se convierte en el único grupo capaz
de disfrutar los privilegios de la educación y por ende los únicos capaces de crear
“Cultura”.
De allí que sea esta una cultura en la que privan las pautas de organización de la
sociedad y de la familia impuestas por la dominación española al igual que la imposición de
la religión cristiana y los valores a ella asociados, pese a lo cual no se logra acabar con las
manifestaciones propias de los sectores indígenas y negros, que logran permanecer como
formas de cultura alternativas aunque expresadas en la mayoría de los casos en forma casi
clandestina y siempre en condiciones de marginación, siendo descalificadas como forma de
realización cultural y vistas sólo como elementos “semi-bárbaros” e inferiores que se
asociaban a formas de resistencia activa frente a la dominación colonial. De esta manera ya
desde el período colonial comienza a evidenciarse el surgimiento “Culturas populares”
vigentes en el seno de las clases explotadas y que constituyen las diferentes formas a través
de las cuales éstas expresan la visión que tienen de la sociedad en la que viven y del papel
que en ella ocupan.
b. La Venezuela del siglo XIX: Al iniciarse la era Republicana, se produce un
reordenamiento de la Formación Social Venezolana, en virtud de la reorganización
interna de las formas de dominación política que van a operar sobre la estructura
económico-social que se había generado en la sociedad colonial. Así mismo, se
produce en el marco externo un relacionamiento más intenso con aquellos países
demás fuerte tendencia capitalista, hecho éste que aparece como condición para la
superación de los factores críticos por los que atraviesa la naciente república. Estas
nuevas tendencias influyen de manera significativa en el contenido y la forma que
asume la cultura en el período, que se orienta por una serie de valores de los cuales
es importante destacar los siguientes:
- la valoración genérica del pueblo como el autor-colectivo-responsable de la
creación de la Nacionalidad. Valoración genérica en la medida en que pretende
obviar las desigualdades sociales y los mecanismos de dominación, frente a una
aparente homogeneidad de intereses nacionales que se refuerza en el culto a la
Patria y a sus héroes.
- la progresiva definición de un “Proyecto Nacional” en torno al cual se orienta la
Sociedad Venezolana y que no es más que “un complejo ideológico, mediante el
cual la clase dominante de la sociedad implantada rescata, consolida y desarrolla su
condición de clase dominante (Carrera Damas, G.; Una nación llamada Venezuela.
P. 87). Este Proyecto Nacional se impone al resto de la Sociedad Venezolana
pasando a convertirse en el proyecto de toda la Nación, legitimando la dominación
de una clase y de sus expectativas y recogiendo muy poco de las aspiraciones de los
otros sectores sociales.
- Como corolario de lo anterior, y como respuesta a un reiterado problema de la
sociedad venezolana, se planteaba la necesidad de atraer mano de obra extranjera
que junto a la afluencia de capitales, pudieran dinamizar la situación crítica de la
economía venezolana. Pero no sólo se trataba de los posibles efectos económicos de
esta inmigración, sino de su importancia cultural en la medida en que se percibía al
europeo como un factor capaz de contribuir al progreso de una sociedad de la cual
formaban parte importante negros, mestizos, mulatos y en menor medida indígenas,
circunstancia a la cual -cierta óptica- atribuyó –no pocas veces- las razones del
atraso.
De esta forma en la Venezuela del siglo XIX se produce un conjunto de procesos que
por una parte tienden a consolidar una determinada estructura de dominación y a reforzar la
existencia de una “Cultura Nacional” y que por otra, conmueven intensamente las bases
sociales de esa dominación, permitiendo el surgimiento y afianzamiento de
representaciones prácticas y manifestaciones que en forma subalterna, a veces silenciosa y
en otras explícita, expresan la visión y necesidades de los sectores populares.
c. La Venezuela petrolera: Con el dinamismo generado por la irrupción del petróleo,
que significa un nuevo carácter de la vinculación –ahora más bien articulación- con
el sistema Capitalista Mundial que imprime una nueva dinámica que afecta la
totalidad de la sociedad venezolana, transformando sus bases y desencadenando una
serie de procesos de cambio, la dualidad cultural a la que venimos haciendo
referencia, se enriquece y complejiza de manera significativa, ya que por un lado, a
partir de la estrecha relación que se establece con los Estados Unidos, éste pasa a
convertirse en el modelo cultural de mayor influencia, que logra desplazar a Europa
-y más particularmente a Francia- del lugar que tradicionalmente había ocupado. De
esta forma la influencia cultural norteamericana logra introducirse a través de los
medio s de comunicación masiva que comienzan a desarrollarse en el país con
inusitada rapidez y con la progresiva asimilación por parte de los sectores
dominantes y medios (estos últimos en franco proceso de incremento del llamado
“American way life”, como un estilo de vida práctico, funcional que se adecua de la
mejor manera a la realidad del mundo contemporáneo. Por otro lado, esta
asimilación supone lógicamente la progresiva adopción de un conjunto de valores
que se entremezclan con los ya existentes y que dan por resultado la conformación
de una cultura consumista orientada en sus patrones estéticos a los de los países
desarrollados, profundamente individualista, competitiva, de una gran capacidad de
asimilación de valores foráneos, pero de escasa relación con los factores de carácter
interno responsable de nuestro proceso de desarrollo histórico social.

Los sectores que concentran los mayores beneficios económicos crean una cultura
que si bien participa en general de estos rasgos antes enunciados, es mucho más “exquisita”
en la medida en que su posición de élite le permite el acceso a ciertas posibilidades de
carácter muy restringido con lo cual ahonda su diferenciación frente a los otros grupos
sociales.
Estos procesos van a influir de manera significativa en el desarrollo de la cultura
popular que tiende a ser cada vez más heterogénea en la medida en que responde a la
diversidad de situaciones en las cuales se gesta, lo cual a su ves es expresión de la
heterogeneidad de la Forma Social Venezolana y del alto nivel de contemporaneidad de
muchos de sus elementos conformantes.
En estos ámbitos donde se genera la cultura popular podemos señalar:
- el sector rural, constituido por una gran variedad de situaciones que influyen desde
unidades campesinas orientadas a la autosubsistencia hasta los obreros vinculados a
las empresas agrícolas y/o ganaderas capitalistas.
- El sector urbano: donde podemos ubicar el proletariado vinculado a las empresas
industriales (extractivas y de transformación), los sectos subempleados y los
empleados en el sector servicio.
- Los grupos indígenas dispersos en diferentes áreas del territorio que mantienen sus
estructuras internas económico-sociales y sus formas de expresión cultural
autóctonas.
De esta manera el espacio de lo popular se amplía y se enriquece notablemente. En
esa medida sus contenidos abarcan no sólo manifestaciones de cultura tradicional, sino
también respuestas que desde las diversas prácticas sociales presenta el individuo
contemporáneo, ya sea en os ámbitos rurales o urbanos. Estas respuestas presentan un
carácter integrador, es decir, plantea desde aspectos de significación mágico religiosa
pasando por manifestaciones musicales o literarias hasta formas de trabajo y de solidaridad
grupal.
Al término de este recorrido es posible visualizar en la actualidad la vigencia de la
dualidad que se ha venido conformando históricamente y que hoy muestra una enorme
complejidad tanto en términos de su heterogeneidad como de los problemas que plantea
para su análisis e interpretación. Adentrarse en esta problemática constituye una difícil pero
apasionante tarea en la medida que implica esclarecer no sólo el proceso de formación de la
cultura en Venezuela sino también profundizar en los términos de la relación cultura
dominante-culturas populares y, sobre todo, en la interpretación y desarrollo de estas
últimas.

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