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SJ: En la clase, mis alumnos muestran desde una gran habilidad hasta una habilidad
promedio, pero es posible enseñarles a todas. Siempre encuentro la manera de
estimular a unas y a otras para que participen en la clase.
SJ: Tuve que experimentar mucho antes de lograrlo. Al inicio dedicaba casi toda la lección
a hablar a las alumnas. Con el tiempo aprendí a conseguir que participaran
activamente en la clase; así el aprendizaje era más fácil y agradable para todas.
SJ: Una de mis alumnas tiene poca habilidad para las matemáticas, problema que se
complica por una deficiencia de aprendizaje. A esta conclusión llegué después de
hablar con sus padres y examinar su expediente. Las estructuras físicas, como los dos
lados del signo de igualdad, le resultan muy difíciles porque no puede concentrarse en
esa separación. Esta alumna cuenta con el apoyo de sus padres y de la escuela, pues
realiza trabajo adicional fuera del aula; pero las matemáticas le parecen muy
frustrantes y difíciles desde los últimos años de la primaria. Las mejores estudiantes
de mis grupos suelen tener una seguridad global en sí mismas, que las distingue del
resto de las estudiantes. Están más dispuestas a probar sus ideas. Me parece que, a
lo largo de su vida, han recibido más estímulo para ello; en consecuencia, desean
seguir haciéndolo. En ellas percibo una combinación de capacidad natural y de
estímulo ambiental.
El señor Johnson es el prototipo de muchos profesores. Quiere que sus
alumnos adquieran un conocimiento conceptual de las matemáticas, así como las
estrategias de aprendizaje que necesitan para convertirse en personas que studian
de manera permanente e independiente. Se da cuenta de que tienen distintas
cualidades y limitaciones, que sus lecciones han de adaptarse a las más diversas
habilidades. Y como se advierte en la entrevista, está convencido de que la variación
en las habilidades matemáticas se debe a una combinación de factores innatos y
ambientales.
Procesos evolutivos
Desarrollo de la atención
Con frecuencia, la capacidad del niño para prestar atención a una actividad de
aprendizaje se utiliza como indicador de la madurez cognoscitiva. Así, algunas
pruebas de madurez escolar contienen reactivos que evalúan este aspecto. Los
educadores piensan a veces que muchos de los problemas de aprendizaje y de
conducta se deben a la falta de atención, como se refleja en los siguientes
comentarios: "Ella se distrae fácilmente", "Él no pone atención", "Ella tiene un corto
tramo de atención". En ocasiones sospechan que un alumno sufre un serio problema
que requiere medidas enmendaduras o tratamiento. Se estima que entre 3 y 5 por
ciento de los niños estadounidenses en edad escolar tienen algún trastorno serio de
la atención (capítulo 7). Muestran escasa concentración, muy poca atención
sostenida y más problemas en la inhibición de impulsos que otros niños de la misma
edad y sexo. En conclusión, es necesario saber cómo se aprenden varios procesos
de la atención.
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Figura 4.2 Atención a Plaza Sésamo. Fuente: Anderson y Levin (1976)
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Grado escolar
Procesos de la memoria
Guiones de memoria
Algunos se limitan a repetir los objetos una y otra vez. A esta estrategia de
memoria se le llama repaso. Otros tratarán de agruparlos en categorías
significativas como alimentos, animales y muebles. Los investigadores dan el
nombre de organización a esta estrategia de memoria. Otros más intentarán
construir una imagen mental de los objetos. Esa estrategia es un ejemplo de
elaboración. Según los niveles propuestos por el modelo de procesamiento de la
información, el repaso es un ejemplo de procesamiento superficial, mientras que la
organización y la elaboración son un ejemplo de procesamiento profundo.
La Metacognición
Más importante aún: con la edad se conoce mejor cómo una estrategia de
aprendizaje mejora la retención o la comprensión. En una investigación por
entrevista, M. Kreutzer, C. Leonard y J. Flavell (1975) pidieron a un grupo de niños
de primaria describir las formas en que podrían recordar que, a la mañana siguiente,
tenían que llevar sus patines a la escuela. Los de mayor edad lograban pensar en
más cosas que les ayudarían a recordarlo que los de menor edad. Es interesante
precisar lo siguiente: las estrategias más mencionadas fueron las ayudas externas,
como pedirle a la madre que les recordara o escribir una nota.
Scott París, Marjorie Lipson y Karen Wixon (1983) ofrecen un concepto más
complejo del conocimiento de estrategias. Describen los cambios evolutivos del niño
en el conocimiento declarativo, procedimental y condicional que se relaciona con las
estrategias de aprendizaje. Es decir, al ir madurando, el niño aprende no sólo con
cuáles estrategias cuenta (conocimiento declarativo), sino también cómo puede
aplicarlas (conocimiento procedimental) y por qué le sirven en determinadas
circunstancias (conocimiento condicional). Scott París y Peter Winograd (1990)
sostienen que los niños pequeños probablemente sepan qué estrategias utilizar,
pero no saben cómo aplicarlas en varias situaciones ni cómo evaluar su eficacia.
El aprendizaje autorregulado
Los métodos más comunes con que se valoran las diferencias individuales en
el desarrollo cognoscitivo son las pruebas estandarizadas de la inteligencia y del
logro académico. Con ellas se obtienen puntuaciones que ofrecen un índice del
desempeño intelectual del sujeto en relación con otras personas de la misma edad
cronológica. Se da el nombre de método psicométrico al uso de estos instrumentos
para estudiar las diferencias individuales. Como recordará el lector, Piaget se
concentró en las diferencias individuales de la calidad del pensamiento infantil. Los
teóricos del procesamiento de información se centran en las diferencias individuales
de los procesos atencionales, en las estrategias de codificación y de recuperación,
en el conocimiento metacognoscitivo. En cambio, los psicometristas se centran en
qué y en cuánto conoce el niño. Afirman que las diferencias individuales en el
desarrollo cognoscitivo pueden medirse y cuantificarse mediante pruebas
estandarizadas.
Concepciones de la inteligencia
A pesar de que las pruebas del IQ aparecieron hace casi cien años, no existe
una definición de inteligencia aceptada por todos. Como la escala de Binet y Simon
produce una sola puntuación, se supone que representa una concepción unitaria de
la inteligencia. En otras palabras, la inteligencia sería una habilidad cognoscitiva
general. Veremos luego que muchas pruebas se basan en ella. Sin embargo, esta
perspectiva empieza a perder terreno frente a una concepción multidimensional, en
la cual la inteligencia se define en función de varias habilidades mentales o
competencias intelectuales.
Razonamiento verbal
Vocabulario (14 ilustraciones, 32 palabras)
El niño debe identificar las ilustraciones y dar una definición oral de las palabras
escritas.
Comprensión (42 preguntas)
El niño debe identificar las partes del cuerpo (por ejemplo, las piernas, la nariz, etc.)
y comprobar las preguntas de comprensión social (por ejemplo, ¿qué hace una
enfermera?).
Absurdos (32 reactivos)
El niño debe descubrir la incongruencia en las ilustraciones (por ejemplo, escribir con
una cuchara, una persona que maneja una bicicleta a la que le falta una rueda).
Relaciones verbales (18 reactivos)
El niño debe determinar en qué se parecen tres objetos y en qué se distinguen del
cuarto.
Razonamiento abstracto/visual Análisis de patrones (42 reactivos)
El niño debe completar una forma y reproducir los diseños estimuladores que se le
muestran en las tarjetas usando dos, tres, cuatro, seis y nueve bloques.
Copiado (28 reactivos)
La tarea consiste en reproducir diseños con bloques o copiar los diseños geométri-
cos complejos y simples (líneas, cuadrados, círculos) que aparecen en las tarjetas.
Matrices (26 reactivos)
El niño debe seleccionar el objeto, el diseño o la letra que mejor complete la matriz.
Doblamiento y corte de papel (18 reactivos)
El niño debe escoger la ilustración que muestre cómo un papel doblado y cortado
puede parecer desenrollado.
Razonamiento cuantitativo
Problemas cuantitativos (40 preguntas)
El niño debe resolver problemas cuantitativos.
Series de números (26 reactivos)
El niño debe predecir los dos siguientes números en una serie.
Creación de ecuaciones (18 reactivos)
El niño debe incluir números y signos matemáticos en una ecuación.
Memoria a corto plazo
Memoria de cuentas (42 reactivos)
El niño debe reproducir patrones de cuentas encontrándolas en una fotografía o
ensartándolas en un palo.
Memoria de oraciones (42 reactivos)
El niño debe repetir oraciones cada vez más largas.
Memoria de dígitos (26 reactivos)
El niño debe repetir una serie de 14 dígitos en una secuencia progresiva y una serie
de 12 en una secuencia regresiva.
Memoria de objetos (14 reactivos)
El niño debe recordar ilustraciones de objetos en la misma secuencia en que se los
mostraron
Figura 4.7 Descripciones de una subprueba en la Escala de Inteligencia de Stanford-Binet, 4ª.
Edición. Fuente: Sattler (1988)
Como se habrá dado cuenta, no hay una definición de la inteligencia que sea
aceptada unánimemente. La mayoría de las pruebas actuales arrojan más de una
puntuación; de ahí la posibilidad de comparar el funcionamiento intelectual del niño
en varios dominios. Esos perfiles sirven para evaluar sus fuerzas y sus debilidades
intelectuales. En general, las pruebas que se emplean en la escuela se centran en
las habilidades lingüísticas, matemáticas y analíticas. Reflejan el tipo de habilidades
que gozan de mucho aprecio en el mundo occidental. Los modelos multifacéticos de
la inteligencia ofrecen nuevas formas de concebir las habilidades intelectuales del
niño. Se espera que les ayuden a los educadores a ver de una u otra manera la
conducta inteligente en todos los niños. Lo importante es recordar que cada
estudiante la manifiesta de manera distinta.
Inteligencia Estados finales Componentes esenciales
Lógico-matemática Científicos Sensibilidad y capacidad de distinguir los patrones
Matemáticos lógicos o numéricos; capacidad de utilizar largas
cadenas de razonamiento.
Lingüística Poeta Sensibilidad a los sonidos, a los ritmos y al
Periodista significado de las palabras; sensibilidad a las
funciones del lenguaje.
Musical Compositor Habilidades para producir y apreciar el ritmo, el tono
Músico y el timbre; apreciación de varias formas de
expresión musical.
Espacial Navegante Capacidades de percibir exactamente el mundo
Escultor visual-espacial y de transformar las percepciones
iniciales.
Corporal- Bailarín Habilidades para controlar los movimientos
cinestésica Atleta corporales y manipular los objetos con destreza.
Interpersonal Terapeuta Capacidades para identificar y responder
Vendedor adecuadamente a los estados de ánimo, a las
motivaciones y a los deseos de la gente.
Intrapersonal Persona con Acceso a los propios sentimientos y capacidad de
conocimiento discriminar entre ellos para orientar la conducta;
detallado y conocimiento de las propias cualidades, debilidades,
objetivo de sí deseos e inteligencias.
mismo
Tabla 4.1 Las siete inteligencias de Gardner. Fuente: Gardner y Hatch (1989)
La validez de una prueba es la exactitud con que mide aquello para lo cual fue
diseñada. Por ejemplo, ¿ofrece la Escala de Inteligencia de Stanford-Binet una
medida precisa de la aptitud del niño para aprender?, ¿es igualmente válida para
todos los niños?, ¿qué sucede si un niño proviene de una comunidad cultural o
lingüística donde no se habla inglés o no se aprecie el esfuerzo académico? Algunos
comentan que las pruebas mentales favorecen inevitablemente la cultura
predominante, lo cual a su vez lleva a asignar demasiados niños de las minorías a
grupos de educación especial. Tras un caso judicial muy publicitado de 1979, Larry
P. contra Pike, el Departamento de Educación de California emitió una norma que
prohibía las pruebas de IQ para evaluar a los niños de las minorías que eran
inscritos en programas de educación especial.
Los críticos más duros señalan que las pruebas de IQ están prejuiciadas
contra quienes no provengan de familias blancas, angloamericanas, de clase media
y que hablen inglés. Para conseguir buenos resultados en ellos, afirman, es
necesario que el niño esté familiarizado con la cultura de la clase media y que
domine el inglés oficial. Como veremos luego, los afroamericanos, los latinos y los
niños pobres rara vez logran tan altas puntuaciones en las pruebas estandarizadas
como los niños blancos de clase media. Stephen Ceci (1990) asegura que muchos
niños con un rendimiento bajo en las pruebas tradicionales pueden mostrar
habilidades cognoscitivas más complejas en dominios más familiares. Se han
elaborado pruebas como la Batería de Evaluación de Kaufman (Kaufman y Kaufman,
1983) que reducen al mínimo el prejuicio cultural. En ellas son mucho menores las
diferencias de desempeño entre los niños de raza blanca y los de grupos
minoritarios. Por tanto, los educadores deben ser muy cautos cuando emplean los
instrumentos tradicionales del IQ para valorar a niños provenientes de distintos
medios socioeconómicos, culturales y lingüísticos.
¿Qué predicen las pruebas de IQ?
Como recordará el lector, Binet diseñó su prueba para identificar a los niños
que necesitaban ayuda especial en la escuela. Aclaró que las puntuaciones
obtenidas con él no deberían verse como una estimación de la capacidad intelectual
intrínseca del niño (Gould, 1981). Por desgracia, sus ideas las ignoraron los primeros
psicólogos norteamericanos para quienes la inteligencia se hereda. Terman, por
ejemplo, consideraba su prueba una medida del funcionamiento intelectual innato
que no dependía de las experiencias ambientales. Si sus ideas eran correctas, la
instrucción no influiría en la puntuación del IQ. Los hechos no confirman esa
suposición.
Una y otra vez los estudios de investigación han revelado que las
puntuaciones del IQ se correlacionan con varias medidas del aprovechamiento
escolar (Ceci, 1990, 1991). Los niños con puntuaciones más altas consiguen
mejores resultados en las pruebas estandarizadas del logro académico, obtienen
calificaciones más altas y terminan más años de escuela. Las correlaciones entre el
IQ y otras medidas del logro académico fluctúan entre .40 y .60, que no es una
correlación perfecta pero que no deja de ser significativa. Por tratarse de datos
correlaciónales, no deben interpretarse en el sentido de que la inteligencia hace que
un alumno tenga un desempeño bueno o deficiente en la escuela. En realidad, se
sabe que la instrucción contribuye de modo considerable al desarrollo de la
inteligencia, por lo menos tal como se define y evalúa hoy (Ceci, 1990). Más
adelante volveremos a referirnos a esta evidencia.
En resumen, las puntuaciones del IQ son un indicador del éxito que el niño
tendrá en la escuela. En condiciones óptimas de prueba, una prueba de inteligencia
sirve para diagnosticar problemas de aprendizaje o áreas donde el alumno requiere
ayuda especial del maestro. La prueba no mide la capacidad ni la creatividad innatas
y tampoco el razonamiento complejo (Ceci, 1991). Más aún, las puntuaciones no
predicen con mucha confiabilidad el éxito profesional, el éxito social, la salud mental
ni la personalidad. Tan sólo ofrecen información sobre aquello que se proponían
medir, es decir, la capacidad del niño para trabajar en la escuela.
Estabilidad y cambio en las puntuaciones del IQ de los niños
¿Qué nos indican las puntuaciones del IQ en relación con la inteligencia del
adulto? La tabla 4.2 incluye las correlaciones de las puntuaciones de un mismo
individuo a distintas edades. Las más altas indican mayor estabilidad de las
puntuaciones del niño medidas con pruebas tradicionales. A medida que el niño
crece, aumenta también la estabilidad de las puntuaciones, como se observa en las
correlaciones más elevadas. Se piensa que las puntuaciones comienzan a
estabilizarse durante los años intermedios de la niñez. A partir de los 7 años,
predicen con bastante confiabilidad el IQ del adulto. Por ejemplo, su correlación
entre los 10 y 14 años es de .86 aproximadamente. El aumento de la estabilidad
suele deberse a una mayor semejanza de los reactivos de las pruebas conforme
pasan los años.
Tabla 4.2 Estabilidad de las puntuaciones del IQ. Fuente: Jensen (1973)
Factores genéticos
Aunque los resultados anteriores son convincentes, hay que interpretarlos con
cautela. Algunos críticos observan que estos estudios no dan estimaciones seguras
de las influencias genéticas. Se supone que los gemelos monocigotos criados por
separado viven en ambientes muy diferentes, cuando en realidad pueden ser muy
parecidos. Los criterios de adopción establecen ciertas condiciones de vivienda y
normas de cuidado. A la mayoría de los niños adoptados se les cría en familias de
clase media alta y asisten a escuelas durante sus años de formación. En el Proyecto
de Adopción de Colorado, los investigadores descubrieron que las características del
ambiente familiar, por ejemplo, la conducta de crianza, la organización y la
disponibilidad de juguetes apropiados, influían en las puntuaciones del IQ de los
niños a los 7 años de edad (Coon, Fulker, DeFries y Plomin, 1990). Pero la
puntuación que los padres obtenían en el IQ afectaba al tipo de ambiente que le
creaban al niño. Los de más inteligencia le creaban un ambiente más organizado y
estimulante, lo cual a su vez repercutía en las diferencias individuales de las
puntuaciones individuales a los 7 años de edad.
Hoy los teóricos piensan que los factores genéticos establecen los límites
superior e inferior, o intervalo de reacción (capítulo 2), del desarrollo intelectual. En
general, la inteligencia es flexible y el intervalo define cuánto puede afectar el
ambiente al desarrollo intelectual. Influye mucho en los niños de gran inteligencia y
poco en los de poca inteligencia. Como veremos en la siguiente sección, las
experiencias educativas en casa y en la escuela contribuyen de modo decisivo a
formar, mantener y modificar el desarrollo intelectual del niño.
Factores ambientales
Figura 4.10 Puntuaciones promedio del IQ de niños: dos niveles de los ambientes
HOME. Fuente: Bradley (1989)
Con todo, los estudios de los adolescentes indican que la conducta de crianza
puede afectar al funcionamiento cognoscitivo aun mucho después de la niñez. En
ellos se analizó principalmente la influencia que varios estilos de crianza tienen en el
desarrollo intelectual. Diana Baumrind (1967) fue la primera en señalar que los niños
que tienen padres con autoridad alcanzan niveles más altos de rendimiento que los
de padres autoritarios o permisivos. En la tabla 4.4 se describen las características
de los tres estilos.
Las primeras evaluaciones de Head Start indicaron que casi todos los
programas producían incrementos a corto plazo en las puntuaciones del IQ. Un
estudio de 14 proyectos mostró un incremento aproximado de 7.42 puntos (Lazar,
Darlington, Murray, Royce y Snipper, 1982). En los años de preescolar y en el primer
grado, los niños que asistieron al programa consiguieron mejores calificaciones en
medidas como el desarrollo cognoscitivo que otros grupos similares de niños que no
habían asistido a él. Pero perdieron la ventaja al ir creciendo. Entre los 10 y 17 años
de edad se registraban pocas diferencias importantes en las puntuaciones del IQ de
los que no habían participado. Además, las evaluaciones del proyecto de
seguimiento no revelaron cambios duraderos en las puntuaciones de los
participantes. Así pues, los estudios iniciales concluyeron que no había cambios
duraderos de las puntuaciones atribuibles a la asistencia a un programa educativo
de compensación.
Los niños de mala conducta o que faltan frecuentemente a las clases reciben
puntuaciones más bajas en el IQ que los que asisten regularmente a clases.
1 Nota: fluctúan entre 0 y 400 las puntuaciones en las subpruebas de National Assessment of
Educational Progress. En ellas, una puntuación de 250 indica que el estudiante puede efectuar las
operaciones básicas en esa materia. Por ejemplo, una calificación de 250 en lectura significa que
puede buscar información específica, relacionar ideas y hacer generalizaciones. En escritura, esa
misma puntuación indica que puede escribir respuestas claras y específicas en las tareas. En el caso
de las matemáticas, puede realizar las operaciones matemáticas básicas, mientras que los que
obtienen una calificación de 300 pueden resolver problemas de complejidad moderada. En ciencias,
una calificación de 250 significa que el estudiante posee un conocimiento general de las ciencias de
la vida y de física; en cambio, una calificación de 300 indica que puede evaluar la corrección de un
procedimiento científico.
tiempo (Caplan, Choy y Whitmore, 1992). El recuadro de investigación 4.5 describe
algunos factores que contribuyen al alto logro académico de estos estudiantes.
Posibles explicaciones
Como la mayor parte de las escuelas reflejan una cultura blanca de clase
media, los niños de grupos étnicos minoritarios sufren varios problemas cuando
ingresan a la escuela. Los que no hablan inglés son los más afectados, porque
deben dominar un idioma nuevo para poder participar plenamente en las actividades
de aprendizaje. En el tercer grado, los que ya lo hablan en casa se hallan
aproximadamente medio año detrás de los que sólo hablan inglés en casa. En 1992,
el U. S. Department of Education comunicó que había 2.3 millones de niños en edad
escolar que tenían "escaso dominio del inglés"; se prevé que esa cifra se duplique
en el año 2020 (Natriello, McDill y Pallas, 1990). Se estima que apenas una tercera
parte de niños en edad escolar pertenecientes a grupos lingüísticos minoritarios
reciben la ayuda que necesitan en este aspecto para tener éxito en la escuela
(LaFontaine, 1987).
Aun cuando los niños hablen inglés, a veces emplean patrones lingüísticos de
un grupo étnico, social o regional llamados dialectos sociales, que los profesores
consideran inaceptables. Así, los negativos dobles se emplean comúnmente en el
dialecto de los negros. Como algunos dialectos se consideran lingüísticamente
inferiores al habla general, un dialecto puede influir en el juicio del profesor sobre las
habilidades de los alumnos, sobre su capacidad de aprendizaje y la manera en que
deben ser agrupados para la enseñanza (Harrison, 1985). Los profesores que
esperan problemas basándose en el juicio acerca del dialecto de sus alumnos
tienden más a tratarlos en forma diferente en la clase; esto, a su vez, influye en el
sentido de competencia, en la autoestima y en la motivación para aprender.
Habilidades verbales
Se cree que este tipo de destrezas reflejan las habilidades propias de los
sexos en el rendimiento en matemáticas y en ciencias (Linn y Hyde, 1989). He aquí
algunos ejemplos de tareas relacionadas con la solución de problemas: descubrir los
objetos ocultos en un diseño complejo, la capacidad de rotar objetos
bidimensionales o tridimensionales y la de razonar sobre la información presentada
espacialmente. Sin embargo, las investigaciones no ofrecen resultados uniformes en
lo tocante a las diferencias sexuales. En una reseña de 1985, Marcia Linn y Anne
Petersen (1985) revisaron 127 efectos del sexo en las habilidades espaciales. Su
análisis reveló que las diferencias de desempeño favorables a los varones eran más
cuantificables en tareas concernientes a la rotación mental de objetos
bidimensionales o tridimensionales. En algunos estudios se han detectado estas
diferencias antes de la adolescencia. Sin embargo, los datos indican asimismo que
desde 1974 la discrepancia se ha reducido de una tercera a una décima parte de la
desviación estándar. En opinión de los investigadores, un efecto sexual de esta
magnitud puede eliminarse por medio de la intervención instruccional (Linn y Hyde,
1989). Además hay poca evidencia en favor de la suposición de que las habilidades
de los estudiantes para efectuar las tareas de rotación mental se relacionen con su
rendimiento en matemáticas y en ciencias.
Habilidades matemáticas
Explicaciones biológicas
Otra teoría popular postula que el cerebro de la mujer está menos lateralizado
que el del hombre. Lateralizado significa que los dos hemisferios cerebrales llevan a
cabo una serie especial de funciones (capítulo 2). En la generalidad de los derechos,
la fluidez y el razonamiento verbales están controlados por el hemisferio izquierdo; el
derecho controla la comprensión de las relaciones espaciales y la interpretación de
la información emocional. Las nuevas tecnologías permiten a los investigadores
explorar el cerebro mientras hombres y mujeres efectúan distintas tareas
cognoscitivas. Monitorean además los cambios del flujo sanguíneo hacia varias
áreas del cerebro; de ese modo han descubierto que las mujeres tienden a utilizar
ambos hemisferios mientras realizan tareas de ortografía y de rotación mental. Por
su parte, los hombres emplean de preferencia el hemisferio izquierdo en las
actividades ortográficas y el derecho en las tareas espaciales. Se piensa que esta
lateralización del funcionamiento del cerebro permite a los varones efectuar mejor
las tareas visuales-espaciales especializadas.
Explicaciones ambientales