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Carlos Quiroga
Es por esta división, que el prójimo y lo abyecto son los dos polos de un
complejo mayor que S. Freud pudo llamar “complejo del semejante” Es
importante considerar que el prójimo es, por identificación, un
desprendimiento del semejante. Es el resto de esa operación de
identificación, es lo irreductible a ella. Algo de él queda fuera de esa
identificación para constituir esa inquietante presencia del goce. La violencia
suele ser el plano en que se intenta resolver lo inquietante del prójimo. En la
primera diferenciación del “adentro” y del “afuera” el yo se construye por la
expulsión de todo aquello que sea hostil, extraño al placer. Lo que es
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placentero es “yo” “lo otro” es “no yo” es decir que se formaría un primer
“huevo yoico de placer purificado”. Es decir que el juicio de atribución, el de
atribuirle una cualidad a un objeto o a parte de ese objeto es primera al juicio
de existencia. De este modo todo lo impuro, lo desagradable, lo que luego
será según las leyes de conformación del tiempo y el espacio, lo que no
guarda la buena forma constituyen el campo de lo “otro” es decir de lo
odiado. Así entonces la semejanza conformará ese “huevo” y lo diferente
quedará fuera de él. De ese modo la diferencia, la falta, la insatisfacción es
decir el deseo se estructurará en esos topos. Así entonces, yo le debo a mi
semejante no ser del todo semejante a mí, mi deseo se sostendrá justamente
de aquello que no me refleja.
Ella asiste a su hijo en tanto que esta anterioridad de la falta está constituida.
El don del Otro (la madre) entonces tiene un antecedente (pasado) que le
otorga un lugar al niño (presente) que quiere asegurar su existencia (futuro).
Esa existencia depende en donde el lenguaje se hace discurso. Es difícil la
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los estados por los que puede transitar la creencia respecto del saber. Esos
estados son al menos tres.
a) no lo sé no lo creo (escéptico)
b) no lo sé y lo creo (religioso)
Por ahora digamos que el individuo post moderno no cuenta o digamos casi
no cuenta con que hacer lazo social. Esto es, por lo anteriormente dicho, que
lo que está afectado es la función de la creencia y por lo tanto la relación con
el otro que le permite a su vez estar en un discurso. Un otro que sostiene la
diferencia, la falta, el deseo. Es la función de este otro la que esta
interrogada hoy en el falso discurso del capitalista.
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El malestar en la civilización que describiera S.Freud hoy está regido por esta
sobreabundancia de objeto que generan más y más “necesidades” que se
redoblan al infinito. Es el triunfo de la Técnica. La universalización del goce
que la Técnica ordena. Todas las culturas han sido alcanzadas por esto
poniendo en crisis los operadores lógicos de la creencia. Creer es lo que hace
un sujeto con los enunciados en los que dice creer. Creer pone en juego
entonces, la menor distancia entre el decir y el hacer. Creer es una práctica.
Decir que creo en algo es decir voy a hacer algo. Si decir y creer se disocian
entonces la creencia cae. Juntar el decir y el hacer mantiene la creencia en
que “Hay del otro que puede responder”
Es que en verdad, decir deseo y decir creer es igual. No hay creer sin otro al
igual que el deseo. El deseo es insatisfecho e imposible, la creencia también
ni que hablar del componente libidinal de la creencia que solo se sostiene a
nivel de los afectos y del cuerpo. Cuando uno cree lo hace sin certeza, le
otorga al otro un crédito sin garantía alguna. Creer en el inconciente
entonces es creer en un saber que no puede ser masificado. Un saber
inconciente que no hace mercado.
En su texto sobre la psicología de las masas S. Freud afirmaba que solo dos
cosas se diferenciaban de la masa, el síntoma y el amor por una mujer. Amor
que diferenciaba bien del enamoramiento y la hipnosis que resultan dos
afectos esenciales a la masa.
Ahora bien, vimos que el Discurso Capitalista deshace los vínculos sociales
generando el "Uno solo". ¿Por qué entonces llamar discurso a lo que deshace
los vínculos sociales? Parece al menos contradictorio. Es más, podríamos
decir que el Discurso Capitalista deshace las clases sociales o al menos la
famosa “conciencia de clase” que explica como sectores pobres pueden votar
a sus verdugos.
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Para el capitalista y para el proletario la misma causa del deseo (la plusvalía)
entonces la plusvalía es la causa de toda una economía basada en el
consumo y la producción. Se podrá diferenciar con cierto tino la diferencia
para los países no centrales los efectos de esta lógica centrada en la
construcción de un mercado interno y la redistribución de la plusvalía a
diferencia de la orientación exportadora que precisa de alta tasa de
desocupación. Pero a los efectos de lo que aquí queremos desarrollar el
efecto de la economía basada en consumir para producir y producir para
consumir en la que se sustenta el plus-de-gozar que engendra la falta-de-
goce, genera un nuevo prototipo de sujeto en una relación pervertida en lo
que supone su partenaire. Lo adelantamos, el partenaire hoy del sujeto en la
sociedad de consumo es un objeto y no otro sujeto. “Sed de la falta de gozar
decía J.Lacan”
Los discursos que arrecian hoy tal como lo han hecho los Obama en su visita
a la Argentina es la desestimación de esas comunidades de interés, sus luchas
y su solidaridad. La primera dama yanqui resalto los valores de la calidad
ascendente que permite el capitalismo siempre centrado en el esfuerzo y los
talentos personales.
En 1972, J.Lacan advertía sobre este poder de lo que bautizo como Discurso
Capitalista en deshacer los vínculos sociales y con ellos la solidaridad para
promover ese aislamiento del sujeto enfrentado con su objeto.
como podría haber otro sin la apuesta de que ese otro este allí para
responder? Otro que no es meramente un semejante. Otro que justamente
por presentar una porción incomprensible es sostén de “lo otro” del campo
creado por fuera del “huevo autoerótico del yo primario” Sostén de un
campo en el que se sostiene la diferencia, la falta, el deseo.
Ese ejemplo es el mejor para dar cuenta de cómo el capitalismo rechaza las
cosas del amor tal cual lo estableció J. Lacan en 1972. El obsesivo en la
publicidad quiere satisfacer a la histérica con lo que le sobra, es decir todo
aquello que puede comprar y ella, la histérica; se precipita sobre ese objeto
que está en la vitrina. Un objeto al que adora desde afuera de la vitrina, un
objeto que no puede alcanzar. Fundamentalmente, no se trata de algo que
alguien otro pueda donarle.
El amor exige que pongamos nuestra falta al servicio del otro. Eso es un don.
“El amor es amar con lo que no se tiene” Si el otro no me hace falta. Si el otro
es solo objeto erótico y listo no podemos nombrar a eso amor.
La consecuencia directa del rechazo de “las cosas del amor” podríamos decir
de “las cosas del creer en el otro” es la violencia desatada. Desatada porque
no está ordenada por un discurso. La produce el discurso pero no la ordena
en forma institucional ajustada a derecho. En esta situación la difusión
obscena que los medios de comunicación hacen parece que pone de moda
ciertos crímenes. En la sociedad del espectáculo el criminal logra sus 15
minutos de fama y sale con eso del anonimato mortificante.
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Para seguir….
El juego sobre la forma y lo informe es aún mucho más claro en los ritos de la
sociedad. Cuando se ataca a la comunidad desde fuera, el peligro externo
fomenta la solidaridad de los que están dentro. Cuando se ataca desde
dentro por obra de individuos díscolos y disolutos, se puede castigar a estos y
volver a consolidar públicamente la estructura. Pero es posible que la
estructura se destruya a sí misma. ¿Es que acaso, todos los sistemas sociales
se funden en la contradicción y, en cierto sentido, se encuentran en estado
de guerra consigo mismos? La teoría de la entropía puede ayudar en esto de
por qué perecen los sistemas cerrados
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En esta línea los analistas podemos tomar como nuestra la propuesta que
S.Freud, realiza al final de su carta a Roman Rolland, sobre su experiencia en
la Acrópolis. Allí S.Freud, propone la piedad como un afecto necesario para
detener, la horrorosa inercia del pasado
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