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No escucho y sigo,
porque mucho de lo que está prohibido
me hace vivir
Callejeros
Nibaldo Acero1
Valga la ingenuidad de la frase. Serio, no solo porque se trata de poesía, género que no
pocas veces ha servido más bien de sparring a la prosa y de los propios estudios críti-
autor ante la cual se debería ejercer (como arenga Edward Said) cierta consideración
to. Serio porque para el autor es de una seriedad intimidante, la de tragar como una
aquí pocas veces se puede leer como nos ha aleccionado Occidente, persiguiendo co-
mo detective o maniático las huellas desperdigadas por un autor. Como cazador natu-
1Agradezco las conversaciones, discusiones y las sugerencias del profesor y académico Rodrigo Marilef,
referidas a los alcances del poema estudiado aquí. Las lecturas posibles, pero también las imposibles.
En síntesis, por la dialéctica entre amigos.
ralista que huele a los lejos su presa y se anima incluso a bocetarla. A mi modo de ver,
el simple hecho de predisponer una lectura ante la poesía de Mario Santiago Papas-
quiaro reviste un problema serio, si queremos analizarla en serio. Por eso, más que
procurar una buena y aguda crítica, lo que intentaré en esta reflexión es no quedar
como un pendejo.
reciera abrir un vasto parlamento que inicia filosófico y obtura cinematográfico. Que
estira una línea de tiempo contemporánea al propio poeta, quienes van a la par, mi-
diéndose. Pues se trata de un sujeto que extrae y examina una biopsia del tiempo que
supervive. De un mundo que se le da “en astillas”, como dice el verso que abre el poe-
ma. Consejos pareciera la radiografía de una cultura, de sus albores y sus postrimerías.
mueve por toda su lírica, actitud y cuerpo: receptáculos que compartirían una mate-
rialidad, una velocidad y un desprendimiento que hacen inútil el estudio de esta poe-
significando las palabras de Said, observar al cuerpo del poeta como material revela-
Papasquiaro y con ello, parte vital de la infrarrealista. Movimiento al cual MSP no solo
adscribe tribal y explícitamente, sino del cual siente el orgullo que puede sentir una
bestia alfa que defiende la jauría con su propia escritura. Al modo de un toro que
“brama que enloquece/ & no embiste a su manada”, como dicen unos versos suyos del
torio y objeto paratextual impactado por una actitud radical pero lúcida ante el arte.
Pero no solo eso, sino que discurrir en él en tanto materialidad misma de los procesos
que llevaré a cabo, procuraré esbozar un concepto que debe seguir siendo madurado
luego de este ensayo: el de “poesía de la historia”. Esto es, leer y registrar los hechos
históricos desde una perspectiva ética subvertida, donde la figura empantanada del
chas veces desvirgado por la institución, es violentada por la de un bardo que mete su
humanidad al chorro caudaloso del tiempo, y cuya metodología estética difracta las
constructo epistemológico.
el caudaloso tiempo y espacios que habita (podríamos llamar “poesía” cada vez que
po a su historia, decía, lo que aquí va en serio. No son estos ecos vacíos de nuestras
sillón académico). Aquí la cosa va en serio. El poeta lucha por ser no solo un testigo —
bidas y vitales. Un arquitecto del paisaje social y cultural mediante una palabra siem-
pre en rotura, copulación y refiguración. Siempre en viaje. Jodida (en su doble o triple
de la filosofía de historia2. Según vemos, tal como surge desde Voltaire, y se sistemati-
2 Sin la urgencia ni la necesidad de levantar aquí un barrido historiográfico que hite la evolución de la
filosofía de la historia, creo prudente marcar una cita de Hegel, en la cual se puede apreciar parte de la
doctrina del filósofo alemán con respecto al estudio de historia y de la “civilización”. Aquellos dogmas
que son todavía alimento de una hegemonía no solo europeizante en lo teórico, sino violenta en su pro-
yecto sempiterno de colonialidad, tanto del saber, del conocimiento, del ser y del convivir en Occidente.
Para Hegel, la historia es un proyecto que supera las condiciones sociales y humanas de un determina-
do tiempo, sino que dice relación con una suerte de proyecto divino totalizante: “la filosofía debe
llevarnos al conocimiento de que el mundo real es tal como debe ser y de que la voluntad racional, el bien
concreto, es de hecho lo más poderoso, el poder absoluto, realizándose. El verdadero bien, la divina razón
universal, es también el poder de realizarse a sí mismo. Este bien, esta razón, en su representación más
concreta, es Dios. Lo que llamamos Dios es el bien, no meramente como una idea en general, sino como una
eficiencia. La evidencia filosófica es que sobre el poder del bien de Dios no hay ningún poder que le impida
imponerse; es que Dios tiene razón siempre; es que la historia universal representa el plan de la Providencia.
Dios gobierna el mundo; el contenido de su gobierno, la realización de su plan, es la historia universal.
Comprender esta es la tarea de la filosofía de la historia universal, que se basa en el supuesto de que el ideal
se realiza y de que solo aquello que es conforme a la idea tiene realidad. Ante la pura luz de esta idea divina,
que no es un mero ideal, desaparece la ilusión de que el mundo sea una loca e insensata cadena de sucesos. La
za fundamentalmente en Kant y Hegel, la filosofía de la historia se perfecciona como
metodología de análisis que focaliza las directrices lógicas en los procesos históricos
que han promovido los cambios políticos y sociales en distintas sociedades del primer
mundo (América Latina queda excluida de este análisis3). Esta subdisciplina procura
poseer los mecanismos especulativos y de autoridad suficientes para así poder carto-
cias y los riesgos de las escisiones sociales del presente en el futuro de una nación. Se
una «Historia Universal», sustentado en el estudio crítico y analítico del devenir histó-
filosofía quiere conocer el contenido, la realidad de la idea divina y justificar la despreciada realidad, pues la
razón es la percepción de la obra divina” (Lecciones de filosofía de la historia universal, p. 78).
3 A modo de continuum de la anterior cita, aquí Hegel “argumenta” esta exclusión: “De América y su
grado de civilización, especialmente en México y Perú, tenemos informaciones, pero que no importan
sino como cosa enteramente nacional, que muere en cuanto se aproxima el español. América ha demos-
trado siempre en ella misma ser impotente física y psíquicamente, y así ha permanecido hasta hoy. En
cuanto los europeos llegaron a América, los aborígenes fueron evaporándose al solo aliento de la activi-
dad europea. En los Estados Unidos de Norteamérica todos los ciudadanos descienden de europeos, que
no pudieron fundirse con los aborígenes: los fueron echando atrás. Los aborígenes ciertamente han
adoptado algunos usos y costumbres europeos, entre otros el beber brandy, que les han traído conse-
cuencias mortales. En el sur los nativos fueron tratados con violencia mucho más grande, y empleados
en trabajos tan pesados que exigían una fortaleza para la cual no estaban capacitados. Una disposición
débil y desapacible, la falta de carácter y una sumisión pasiva frente a los criollos, y mayor frente a los
europeos, son las características principales de los aborígenes americanos que están muy lejos de que
logren los europeos hacer que nazca en ellos el espíritu de independencia. La inferioridad de estos indi-
viduos en todo sentido, hasta en su propia estatura, es notoria; sólo cabe descontar una raza aislada
como la de los de Patagonia, en el sur, de naturaleza más vigorosa pero que todavía se mueven dentro
de una condición de rudeza y barbarie”. (Lecciones de filosofía de la historia universal, p. 102).
4 De aquí en adelante, cuando surja el término de «historia», en tanto concepto occidentalista, con un
marcado sesgo religioso y unitario, será inscripto en mayúsculas, para marcar la diferencia con la histo-
ria personal del poeta, la producción de su historicidad y las lecturas alternativas al concepto.
sis/interpretación que a su vez encuentra asidero, preferentemente, en la teoría filo-
consciente de sí misma desde el punto de vista teórico”, bajo una crítica secular mate-
y en la sociedad a manos de seres humanos, los cuales son agentes de, así como de
algún modo actores independientes en el seno de, su historia real” (Mundo 208). Una
crítica secular, decía, que se relaciona con la inherencia de los procesos de producción
y su contexto, los poderes a que hace frente una escritura, que la subordinan y que la
Dicho esto, y todavía a priori, una poesía de la historia articulada desde la lírica
de Mario Santiago, y más precisamente del poema Consejos, se guardaría de ser edifi-
cante y religiosa. Ni teleológica ni unitaria sería, como su par en filosofía, pero sí po-
dad que urge habitar, comprender y transformar. Poesía de la historia que lejos de
instalar una doctrina y alambrar un camino, sería más bien un proyecto de liberación
Subversión que sería volcadura de los ojos hacia dentro y del cuerpo del poeta hacia
fuera, quien, desde dentro de sí, y en el «umbral» de su cuerpo y el mundo (el lugar de
realidad que habita, pero donde supera la pasividad de un registrador para catapultar
una actitud lasciva, hacedora y molesta. Aunque hablar de molestia nos sabe a poco.
Mucho mejor decir de amor rabioso que apuesta por un desarreglo y desobediencia
epistemológicos, que no evade el mundo, sino que hacen surgir un nuevo material
coyunturales—, configurando en la voz del sujeto lírico un código que a la vez que lo
forma en poeta, lo arroja en la intelectualidad, que lo hace agente y actor social. Que
delata un cuerpo pasionario, arrasado por los años, una emoción indómita y las incle-
movimiento al poeta con el mundo duro y cercano, con una lírica que deviene acerada
(como dice Mario Raúl Guzmán); mientras se intensifica su integración con las prácti-
5 En mi investigación doctoral, titulada “La Poética de Roberto Bolaño”, profundizo en esta epistemolo-
gía incubada en parte importante de la poesía infrarrealista. Esta subversión ética-estética también
delataría la integración de este consciente desarreglo en la epistemología del poeta. Visibilizaría con
esto, los elementos contrarios que cohabitan y se desbordan en una literatura. La tensión y el movi-
miento integrados y en intensa producción, resistencia y de y reconstrucción. También visibilizaría la
imposibilidad de desmontar un constructo filosófico y ético, lo que a la postre sería la institucionaliza-
ción y sepultación del poeta. Y si este apéndice no es todo lo satisfactorio, rememoro las palabras de
Roberto Bolaño en el Manifiesto Infrarrealista de 1975: “Subvertir la realidad cotidiana de la poesía
actual. Los encadenamientos que conducen a una realidad circular del poema […] Crear las herramien-
tas para la subversión cotidiana. Las estaciones subjetivas del ser humano, con sus bellos árboles gigan-
tescos y obscenos, como laboratorios de experimentación. Fijar, entrever situaciones paralelas y tan
desgarradoras como un gran arañazo en el pecho, en el rostro […] Hacer aparecer las nuevas sensacio-
nes -Subvertir la cotidianeidad” (Bolaño en Medina, Perros 384, 386, 387).
cas y los poetas infrarrealistas. Su tribu. Subversión que en definitiva, impediría el
Que el «mundo» sea el primer elemento que abra Consejos, visibiliza desde su
poema. Una «mundaneidad» que engarza al poeta con su realidad cotidiana y con los
nales (insisto, acá el asunto va en serio). Todo indica que la palabra poética tendrá
sabor a cemento y que las sacudidas físicas serán la orografía de una lectura. A esto, se
suma el hecho que el poeta no trata de un mundo observado desde un estado de espe-
culación o bajo mecanismos de idealización, puesto que desde el primer verso el mun-
layable y directa sobre él, de la cual el poeta no puede huir aunque lo quisiese. Los
(¡qué heideggeriano!) los laberintos, las trampas y los vacíos hostiles que el poeta de-
be(ría) enfrentar y comprender (en su doble y triple acepción). Este ejercicio de des-
también en este gesto, desde la ternura, desde la sexualidad. Los fragmentos se ali-
nean con las astillas, que por su parte representan los vestigios de una historia que de
partir de pedazos: de huesos, de rocas, de madera. Los fragmentos y las astillas de-
pero, y a pesar de este empeño, del todo materializada, que circunscribe los actos hu-
manos a una dialéctica espiral que inicia y que acaba desintegrada. En este punto
gramar el movimiento de los seres humanos. Que intenta con éxito desacoplar la lite-
ratura de una realidad objetiva (Auerbach, 2012). Desde la poesía de Consejos, la his-
toria el escenario de un gran parlamento donde son escenificados desde Shiva hasta
Ionesco, pasando por Chagall, el Giotto, Huckleberry Finn, Esquilo, Chaplin, Jerry Le-
wis, Houdini, Kant, Artaud, Marcuse, Marx, Heidegger, Bradbury, Harold Lloyd, Galileo,
el Che Guevara o Van Gogh. Donde unos controlan y otros fornican, visibilizando una
versus “los miedosos se trepan a los árboles”. De los que luchan y desean ardiente-
mente su liberación: aquellos “que vienen escapando de los gases lacrimógenos/ & las
De este primer fragmento, los tres versos vinculados al primero visibilizan una
una dialéctica espiral que difracta, fluctúa y continúa vinculando los conceptos. Por
clavitud de los sentidos ante la hegemonía del saber, del cual el arte plástico es parte
estructural. Por otra parte, en el verso de la mueca, se relaciona el tan saqueado con-
del siglo XX: el gesto satisfactorio de un Sísifo que vuelve de la oficina a la caverna,
luego de una jornada más de arrastrar sus miserias. Aquí también sigue existiendo
una lógica, pero sigue siendo inesperada, paradójica. Por otra parte, en el verso que
vincula al árbol y los pájaros, el efecto responde más bien a una denuncia: la explota-
ción como modus vivendi del sujeto trágico posmoderno. Del sujeto que no se resiste a
ser encadenado, sino que posa voluntariamente sus manos y gónadas para ser engri-
lladas. Más adelante, otros versos dan cuenta de esto: “en su rostro rígido de obrero
jubilado/ que parece & de qué manera/ 1 bomba de tiempo”, escribe Papasquiaro.
Sujeto inerte que observa al capitalismo como una bendición y a la vez un castigo o
mejor dicho, una condición de existencia. Como cláusula que está dispuesto a pagar
por su “felicidad”. Un destino al cual no se puede hacer frente. Aquí visibilizo, todavía
Aquí entramos en tierra derecha respecto a nuestra apuesta, puesto que comien-
zan a aparecer los sonidos que revelan la poesía marcadamente historicista de Papas-
quiaro. Esa poesía hecha a mano, valga aquí el epíteto. Por ejemplo, el verso del Car-
bono 14 es clave para abrir la discusión sobre la verdad y la ciencia: la dialéctica tradi-
historicidad comienza a mostrar una voluntad propia, pero todavía atada por hilachas
quiera pareciera decir más adelante, quizás solo bajo la lente de Antonioni). Debido a
esto, el lienzo naturalista escenificado opera apenas como una mueca, como imagen
obsoleta que vislumbra la inutilidad del arte, en tanto mecanismo capaz de retratar los
figura del pintor naturalista que boceta los placeres privados de una burguesía (como
los llama Said), que goza del descubrimiento estético, carece absolutamente de la ve-
Como bien se sabe, para Vico la historia se conceptualiza en base a los actos hu-
lengua pasando por Auerbach y Said quienes desean observar en la literatura, por
ejemplo, las capas entrañadas de aquella historicidad. Sobre todo la oscurecida por
autoconsciencia del poeta, en tanto sujeto cuyos actos, por pequeños e invisibilizados
que sean, aceleran todavía más la caída estrepitosa de la modernidad y los grandes
permiten al poeta penetrar la carne del tiempo, provocando este concubinato entre la
[…]
La Historia, esa gran historia con la que se nos ha educado, se delata cada vez
misma, y solo ostentando desde su organicidad una brillante y tersa piel. En Consejos
esta tradición pierde las capas de su dermis mostrando la carne viva, las células silen-
ciadas. La irrigación de los ríos humanos subterráneos, esos humedales, desde donde
sale una pequeña exigiendo respeto por su persona y vida. Y donde el barro, la noche y
el paisaje que la cubren son los fundamentos de una cultura que, “no precisamente
to, bastantes otras más. No obstante, hay lugares en Consejos donde la carrocería del
poeta (haciendo un eco al poema “El Burro”, de Roberto Bolaño), deja huellas tras la
celeridad y pulsión de su paso por el mundo. Es esta una lírica libidinosa que además
mide los elementos del arte y de la realidad respecto a su propio cuerpo, por eso esta
Intuyo que en Consejos el arte acaba siendo el oficio basal (y abisal) de la exis-
al poetizar, al hacer carne la lírica que lo hiere, y desde esa carne entrar en la historia,
el poeta acaba siendo un semental, la vagina que traga, el cuerpo que chupa y que es
chupado por una existencia genuina, diminuta y, por ende infinita. Al ser (au-
to)expulsado del jardín del edén de la institución, al quedar (auto)exiliado del merca-
acaecida provoca que la institución muchas veces distinga en él una obra comparable
del texto y un posible análisis, es manifiesto (de hecho, pareciera no dejar espacio sino
para la interpretación). Asimismo lo es su intención de romper relaciones diplomáti-
cas con la academia y organicidad literaria, incendiando esas posadas que sustentan y
sejos MSP acopla críticamente los retazos de los trazos naturalistas, impresionistas,
expresionistas, a modo de fotogramas que articulan las tiras celuloides que el poeta ha
de echar a andar a través de sus aceleradas palabras. A todas luces, el cine puede se-
gún Papasquiaro facultar de aquella velocidad al arte, ante la cual la palabra debe ace-
lerar el tranco, y así radiografiar, comprender y rozar y penetrar el tiempo que super-
vive. Y haciendo alcance a lo que anteriormente decía, esta fornicación entre cotidia-
nidad e historia, este vaivén, este placer y goce en términos de Barthes, este entrar y
salir arrobado, con sus manos agarrado al tiempo, es decir, manoseando la lengua, los
humana. Cómo la historicidad de una lírica, brega por ser epistemología poética a tra-
con el tiempo. El juego —derridiano— del poeta con un pie en la realidad y otro den-
tro de sí mismo (el callejón sin salida del cual discurre en un texto homónimo). Movi-
el marxismo de los hechos, las imágenes, de las luchas y las némesis una y otra vez
a la carga los pequeños hechos que rajan el paño de este lienzo estático y rosazulado.
dinarios. Las imágenes minúsculas de una vida sencilla que desconfiguran los paisajes
con una mosca dentro de la casa puede dar señales de aquello, copulación que conti-
nente. Con aquel marxismo que defendía la democracia y que llevó a Trotsky a morir a
México a manos de sicarios estalinistas. Y es que esta poesía se desenvuelve con una
nostálgico abuelo a Yuri Gagarin y por qué su nave terminó llamándose “Este” y no
Ícaro. La emoción y la ideología follan en una pista de este gran circo obsceno, entre
muchos otros cuerpos y conceptos que cogen y se “destazan”. Lo político de estos ver-
sos, de este poema, podría perfectamente ser un capítulo de análisis aparte, puesto
que son onerosos los elementos que politizan este texto y esta lírica (digno de men-
Como escribo en otro texto sobre Mario Santiago, aquí la historiografía queda a
una lírica que nos conmina a reconocer la Historia como un apartheid pornográfico,
pero maldito del que, aunque seductor y épico, no hemos sido ni seremos parte. Ape-
nas sí como espectadores que terminamos destrozando las butacas (“& no precisa-
mente de entusiasmo”, dice Mario Santiago). Sin embargo, creo que la salida también
la deja entrever el poeta, al proponer una reconstrucción erótica de los procesos his-
sido víctima comienza a dar paso a una emancipación en tanto cuerpo que también es
síntesis, la poesía de la historia instalaría al cuerpo del poeta como objeto, metodolo-
[…]
quieto y a un costado de los sucesos, sea este un teórico, crítico o funcionario. Literal-
mente arranca los ojos de los héroes de aquellos pósters con los que han tapizado la
cultura y los muros interiores de una tradición. Denuncia la farsa en la que puede
ciente de los hechos y discursos, de las imágenes que de aquellos prorrumpe y que
tensadas y rotas, sea probablemente lo que detona esta lectura historicista. La dispo-
sición y movimientos de los fotogramas, decía, pero también de esta excitación del
poeta con el mundo que habita. La lascivia de una lírica con la vida, el celo, la leva de
rando el término «vida» de su abuso político-económico, para MSP decir vida es tam-
bién decir esperanza en la rebeldía. Es desesperarse por el tiempo que nos queda.
da, esa relación que posee casi siempre un marcado sesgo de clase social, de poder y
hegemonía estetizadas bajo discursos de vanguardia, Mario Santiago vive una vida de
privaciones. Por supuesto también de excesos. De drogas duras y más dura pobreza.
De fiesta y de guerra. Una vida bien jodida, valgan las acepciones que existan.
que se aman rabiosamente como perros callejeros” y que funda su devoción precisa-
mente en la calle. Esto implica todo un esfuerzo, además de la voluntad que sale por
sus poros. Todo un trabajo arduo y placentero, llevado al límite volitivo. Observado
desde esta rotura, su arte puede parecer, superficialmente, de una locura e insensatez
consolidadas, pero que desde sus zapatos se puede ganar una lucidez y consciencia
temibles, sobre todo la potencia para una comprensión y una producción que vaya a la
ánimo, por lo cual los baches de la angustia y “las aguas negras del fracaso” también
alimentan las costas de una lírica humanizada. Implacable a veces, también muy frágil:
En medio de la bacanal del poeta con la historia, del desenfreno con la vida y el
arte, por supuesto que el poeta puede ser también el único tripulante del “submarino
via que cae sobre su cabeza desolada. El fracaso puede ser perfectamente la “Materia
& la Energía” de parte no menor de su trayecto. Esta suerte de explicación, junto con
vivificar los baches y simas de una lírica, también es provechosa para desatracar mi
solación que puede oírse también en este volcánico canto. Cómo la vida del sujeto líri-
co de Consejos también deambula en cueros, destilando sus hediondos humores. Los
las estrofas que conforman Consejos parecieran ser cada fotograma de este filme-
poema, rollo y rola que no ha de detenerse. Por eso la marcha acelerada de esta lectu-
ra, esta poco templanza. A saber, ¿cómo acercarnos a este producto histórico y cultu-
A mi modo de ver, lo que hay que intentar es ir a la misma velocidad del texto, que es
una manera de detenerse frente a él, para al menos procurar una buena toma. Esto es
preciso para que el testimonio crítico al menos esté consciente de los límites instru-
nos habla de un conjunto de significados y significantes, que le dan cuerpo a ese dis-
positivo racional y heterogéneo llamado poema. Lo que oculta el intento por transgre-
dir al signo, en ese continuo de lenguaje llamado (y transmutado por el) poema, es la
invención de una nueva historicidad. De esta manera, se complejiza aún más la pro-
puesta principal de este ensayo, porque no sería solo la historia como proceso la que
sino también el cuerpo del propio poeta será material histórico hipervital. Ya que es-
tos se integrarían, a modo de trasiego, a los procesos sociales, para seguir producien-
[…]
En el verso de “la Realidad & el Deseo” se encuentra uno de los asideros para nuestras
apuestas. A través de este último “fotograma”, podemos ver que la lírica papasqariana
aquella en minúscula, por el ingreso del sujeto promedio a las grandes ligas del poder
y la injusticia. La Historia como una farsa, por este proyecto cientificista de desanclar
a los suburbios, a los sustratos socioeconómicos del bajo mundo de una verdad histo-
riográfica. La historicidad nueva, la propia del poeta defenestrado del olimpo, activa
una partuza donde los tentáculos, los miembros, los vicios y el descontrol se “toman la
escena” de la cultura y de los lazos fraternos entre seres humanos. Donde el sensuali-
dad es la filosofía y el culto, el sexo la ideología y la ternura y la rabia las políticas pú-
blicas diseñadas para esta nación llamada libertad (como entraña Santiago en un an-
2. Conclusiones
Consejos en gran medida tiene como objeto de deseo (ni siquiera de estudio) las
imágenes producidas por los procesos sociales que construyen la historia: la fibra, las
tiempo. Un derrumbe que no deja de poseer cierta estética, ante la cual el poeta no nos
simplifica la labor como entusiastas lectores, por el contrario, integra los elementos
antes mencionados a un texto todavía más complejo, donde las interconexiones, esci-
siones, lógicas y absurdos serían subsumidos por palabras cuyo poder de representa-
poeta no solo conoce de oídas o leídas, sino un mundo que ha recorrido, disfrutado y
poeta y el mundo, mediante un acercamiento consciente del impacto del sexo y ética
para su cuerpo y obra poética. Lo ético posee una fuerza histórica y axiológica que se
adentra en Consejos, al punto que el texto es transformado por la ética y que la histori-
jos cuerpo, palabra y ética van de la mano, integrados, en movimiento, como una ava-
miento absoluto de canon y tradición alguna, pero aquí es en serio, debido a la carga
emancipadora de la que el poeta siente orgullo por el grado de independencia que al-
apremia a des y reprogramar una producción lírica y una actitud que atraviesa húme-
sión de la poesía no como un otro, ni como empleo o labor, ni como plataforma estra-
tégica de subsistencia o mágico estuario donde cada tanto el poeta se detiene a con-
ser poesía en tanto elementos del mundo ella pueda comprender. Súmese a esto, la
erotización de la Historia, para que esta acabe desintegrada ante la cotidianidad del
de Heidegger habita en la búsqueda decidida del poeta por su emancipación, valga las
enjundia que lo penetra en una realidad que se destaza junto a su deseo. Lo cual se
aparea con la idea de una escritura absoluta (ab-suelta, dijimos), con el placer, la car-
no hay angustia ahistórica, tampoco existe la libertad fuera del mundo de los huma-
nos. Mucho menos una lírica que se arma de órganos y memoria, como dice un bellí-
simo verso de Lihn. Que es carne esperanzada y rabiosa, como el cuerpo amoroso y
Conversaciones con Rubén Medina, José Peguero, Guadalupe Ochoa, Bruno Montané y
Juan Esteban Harrington, entre Ciudad de México, Barcelona y Santiago (2014-2015).
Bibliografía
- Bruno Montané. Prólogo a Sueño sin fin de Mario Santiago Papasquiaro (2012).
- Edward Said. El Mundo, el texto y el crítico (2004).
- Erich Auerbach. Mímesis (2014).
- Hegel. Lecciones de filosofía de la historia universal (2004).
- Henri Meschonnic. Heidegger o el nacional-esencialismo (2007).
- Karl Löwith. El sentido de la Historia (1968).
- Mario Raúl Guzmán. Prólogo a Jeta de Santo. Antología poética 1974-1997 (2008) de
Mario Santiago Papasquiaro.
- Mario Santiago Papasquiaro. Sueño sin fin (2012) y Jeta de Santo. Antología poética
1974-1997 (2008).
- Mijaíl Bajtín. Estética de la creación verbal (1999).
- Roland Barthes. S/Z (1989).
- Rubén Medina. Perros habitados por las voces del desierto (2014).