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LA BACANAL DE LA POESÍA Y LA HISTORIA

La cultura es como una especie de vasto parlamento


donde Kant responde a Platón, donde Plotino discute
con el maestro Erckhart, donde Freud interroga
a Sócrates, donde Hegel retoma y adopta a Heráclito,
donde Karl Marx responde a Proudhon,
donde Jacques Maritain pide explicaciones a Tomás de Aquino,
donde Dostoievski critica a los grandes inquisidores,
donde Heidegger interroga a Husserl y lo prolonga, etc.
Pero, para que esta discusión, más allá de los tiempos,
pueda continuar, se necesita libertad.
No hay libertad sin cultura.
Y, sobre todo, no hay cultura sin libertad…
Eugene Ionesco

No escucho y sigo,
porque mucho de lo que está prohibido
me hace vivir
Callejeros

Nibaldo Acero1

Escribir acerca de la poesía de Mario Santiago Papasquiaro es un tema serio.

Valga la ingenuidad de la frase. Serio, no solo porque se trata de poesía, género que no

pocas veces ha servido más bien de sparring a la prosa y de los propios estudios críti-

cos depositados ante el púlpito académico. No solo porque se trata de la obra de un

autor ante la cual se debería ejercer (como arenga Edward Said) cierta consideración

y respeto, lo que a la postre es la solicitud de la no violentación tendenciosa de un tex-

to. Serio porque para el autor es de una seriedad intimidante, la de tragar como una

vulva la inmensidad de lo cotidiano y a la vez penetrarla como un falo. Seria, porque

aquí pocas veces se puede leer como nos ha aleccionado Occidente, persiguiendo co-

mo detective o maniático las huellas desperdigadas por un autor. Como cazador natu-

1Agradezco las conversaciones, discusiones y las sugerencias del profesor y académico Rodrigo Marilef,
referidas a los alcances del poema estudiado aquí. Las lecturas posibles, pero también las imposibles.
En síntesis, por la dialéctica entre amigos.
ralista que huele a los lejos su presa y se anima incluso a bocetarla. A mi modo de ver,

el simple hecho de predisponer una lectura ante la poesía de Mario Santiago Papas-

quiaro reviste un problema serio, si queremos analizarla en serio. Por eso, más que

procurar una buena y aguda crítica, lo que intentaré en esta reflexión es no quedar

como un pendejo.

Consejos de un discípulo de Marx a un fanático de Heidegger es un poema que pa-

reciera abrir un vasto parlamento que inicia filosófico y obtura cinematográfico. Que

estira una línea de tiempo contemporánea al propio poeta, quienes van a la par, mi-

diéndose. Pues se trata de un sujeto que extrae y examina una biopsia del tiempo que

supervive. De un mundo que se le da “en astillas”, como dice el verso que abre el poe-

ma. Consejos pareciera la radiografía de una cultura, de sus albores y sus postrimerías.

Que visibiliza además partículas de su compleja arte poética, la que se desintegra y

mueve por toda su lírica, actitud y cuerpo: receptáculos que compartirían una mate-

rialidad, una velocidad y un desprendimiento que hacen inútil el estudio de esta poe-

sía sin la auscultación de sus viajes y pasiones. De su «mundaneidad». Es decir, y re-

significando las palabras de Said, observar al cuerpo del poeta como material revela-

dor, además de sujeto productor de circunstancias en el mundo (Mundo 54).

-mi cuerpo de mezclilla


se siente seductor radar humano imán de polen

Ante una batería de complejidades y posibles rutas de la discusión, será una de

las faenas de esta reflexión proponer un análisis e interpretación de Consejos, desde

una perspectiva ética y performática, articulando parte de esa compleja poética de

Papasquiaro y con ello, parte vital de la infrarrealista. Movimiento al cual MSP no solo
adscribe tribal y explícitamente, sino del cual siente el orgullo que puede sentir una

bestia alfa que defiende la jauría con su propia escritura. Al modo de un toro que

“brama que enloquece/ & no embiste a su manada”, como dicen unos versos suyos del

poema “SOY&NO” (Aullido de Cisne). Obviamente esto me obligará a reparar en la di-

mensión física de su poesía, esto es detenerme en su cuerpo, ya dije, en tanto labora-

torio y objeto paratextual impactado por una actitud radical pero lúcida ante el arte.

Pero no solo eso, sino que discurrir en él en tanto materialidad misma de los procesos

de producción de discursos y acontecimiento productor de historia. Lugar donde se

despliegan las relaciones sociales, con otros cuerpos y con el mundo:

1 cuerpo se alfabetiza junto a otro cuerpo


& así se funda la Universidad de la Ternura

Ahora, a partir sobre todo de intuiciones, y espero que sustentado en el análisis

que llevaré a cabo, procuraré esbozar un concepto que debe seguir siendo madurado

luego de este ensayo: el de “poesía de la historia”. Esto es, leer y registrar los hechos

históricos desde una perspectiva ética subvertida, donde la figura empantanada del

historiador (por ejemplo, el literario) y la del artista registrador de la memoria, mu-

chas veces desvirgado por la institución, es violentada por la de un bardo que mete su

humanidad al chorro caudaloso del tiempo, y cuya metodología estética difracta las

técnicas y procedimientos estáticos y objetivos, haciendo de su cuerpo también un

constructo epistemológico.

NO HAY ANGUSTIA AHISTÓRICA


AQUÍ VIVIR ES CONTENER EL ALIENTO
& DESNUDARSE

—Consejos de un discípulo de Marx a un fanático de Heidegger—


Estos versos, que también designan al poema, son clave para proponer el ánimo

de irrupción del sujeto en su propia historia. El poeta como lector y productor de

realidades, debe “contener el aliento”, quitarse de encima toda máscara y hundirse en

el caudaloso tiempo y espacios que habita (podríamos llamar “poesía” cada vez que

sale a respirar un poco). Su carne queda dispuesta a la transformación, y se desarregla

a la par y paulatinamente con su palabra. No transige en el ingreso liminar de su cuer-

po a su historia, decía, lo que aquí va en serio. No son estos ecos vacíos de nuestras

lecturas posmodernas (fascinadas con el desastre y con el culo anclado en un cómodo

sillón académico). Aquí la cosa va en serio. El poeta lucha por ser no solo un testigo —

tampoco un protagonista ni un bufón— sino que un productor de experiencias prohi-

bidas y vitales. Un arquitecto del paisaje social y cultural mediante una palabra siem-

pre en rotura, copulación y refiguración. Siempre en viaje. Jodida (en su doble o triple

acepción). A la misma velocidad del derrumbe, de los fragmentos y las astillas.

La idea de una poesía de la historia obviamente nace a partir de la subdisciplina

de la filosofía de historia2. Según vemos, tal como surge desde Voltaire, y se sistemati-

2 Sin la urgencia ni la necesidad de levantar aquí un barrido historiográfico que hite la evolución de la
filosofía de la historia, creo prudente marcar una cita de Hegel, en la cual se puede apreciar parte de la
doctrina del filósofo alemán con respecto al estudio de historia y de la “civilización”. Aquellos dogmas
que son todavía alimento de una hegemonía no solo europeizante en lo teórico, sino violenta en su pro-
yecto sempiterno de colonialidad, tanto del saber, del conocimiento, del ser y del convivir en Occidente.
Para Hegel, la historia es un proyecto que supera las condiciones sociales y humanas de un determina-
do tiempo, sino que dice relación con una suerte de proyecto divino totalizante: “la filosofía debe
llevarnos al conocimiento de que el mundo real es tal como debe ser y de que la voluntad racional, el bien
concreto, es de hecho lo más poderoso, el poder absoluto, realizándose. El verdadero bien, la divina razón
universal, es también el poder de realizarse a sí mismo. Este bien, esta razón, en su representación más
concreta, es Dios. Lo que llamamos Dios es el bien, no meramente como una idea en general, sino como una
eficiencia. La evidencia filosófica es que sobre el poder del bien de Dios no hay ningún poder que le impida
imponerse; es que Dios tiene razón siempre; es que la historia universal representa el plan de la Providencia.
Dios gobierna el mundo; el contenido de su gobierno, la realización de su plan, es la historia universal.
Comprender esta es la tarea de la filosofía de la historia universal, que se basa en el supuesto de que el ideal
se realiza y de que solo aquello que es conforme a la idea tiene realidad. Ante la pura luz de esta idea divina,
que no es un mero ideal, desaparece la ilusión de que el mundo sea una loca e insensata cadena de sucesos. La
za fundamentalmente en Kant y Hegel, la filosofía de la historia se perfecciona como

metodología de análisis que focaliza las directrices lógicas en los procesos históricos

que han promovido los cambios políticos y sociales en distintas sociedades del primer

mundo (América Latina queda excluida de este análisis3). Esta subdisciplina procura

poseer los mecanismos especulativos y de autoridad suficientes para así poder carto-

grafiar y proyectar “racionalmente” la Historia4, pronosticando incluso las consecuen-

cias y los riesgos de las escisiones sociales del presente en el futuro de una nación. Se

trata de una interpretación de espíritu cientificista que desea sistematizar y prolongar

una «Historia Universal», sustentado en el estudio crítico y analítico del devenir histó-

rico de Occidente. Acontecimientos que se relacionarían en su desenvolvimiento y

cogerían un curso lógico, y cuya dirección tendría un significado unitario y religioso de

la historia y la realidad (Löwith, 1968). Hasta acá el reporte.

Ambicioso o delirante, el propósito de este ensayo se sustenta en el análi-

filosofía quiere conocer el contenido, la realidad de la idea divina y justificar la despreciada realidad, pues la
razón es la percepción de la obra divina” (Lecciones de filosofía de la historia universal, p. 78).

3 A modo de continuum de la anterior cita, aquí Hegel “argumenta” esta exclusión: “De América y su
grado de civilización, especialmente en México y Perú, tenemos informaciones, pero que no importan
sino como cosa enteramente nacional, que muere en cuanto se aproxima el español. América ha demos-
trado siempre en ella misma ser impotente física y psíquicamente, y así ha permanecido hasta hoy. En
cuanto los europeos llegaron a América, los aborígenes fueron evaporándose al solo aliento de la activi-
dad europea. En los Estados Unidos de Norteamérica todos los ciudadanos descienden de europeos, que
no pudieron fundirse con los aborígenes: los fueron echando atrás. Los aborígenes ciertamente han
adoptado algunos usos y costumbres europeos, entre otros el beber brandy, que les han traído conse-
cuencias mortales. En el sur los nativos fueron tratados con violencia mucho más grande, y empleados
en trabajos tan pesados que exigían una fortaleza para la cual no estaban capacitados. Una disposición
débil y desapacible, la falta de carácter y una sumisión pasiva frente a los criollos, y mayor frente a los
europeos, son las características principales de los aborígenes americanos que están muy lejos de que
logren los europeos hacer que nazca en ellos el espíritu de independencia. La inferioridad de estos indi-
viduos en todo sentido, hasta en su propia estatura, es notoria; sólo cabe descontar una raza aislada
como la de los de Patagonia, en el sur, de naturaleza más vigorosa pero que todavía se mueven dentro
de una condición de rudeza y barbarie”. (Lecciones de filosofía de la historia universal, p. 102).

4 De aquí en adelante, cuando surja el término de «historia», en tanto concepto occidentalista, con un
marcado sesgo religioso y unitario, será inscripto en mayúsculas, para marcar la diferencia con la histo-
ria personal del poeta, la producción de su historicidad y las lecturas alternativas al concepto.
sis/interpretación que a su vez encuentra asidero, preferentemente, en la teoría filo-

lógica de Edward Said quien hace un enérgico hincapié en el acto de leer

detenidamente para favorecer un análisis, una interpretación y una comprensión

profunda y viva de un texto literario, también “vivo”. El palestino-norteamericano

conmina a “estudiar la literatura de un modo más contextualizado pero no menos

consciente de sí misma desde el punto de vista teórico”, bajo una crítica secular mate-

rialista de la realidad “«mundanal» e «histórica»: la literatura se produce en el tiempo

y en la sociedad a manos de seres humanos, los cuales son agentes de, así como de

algún modo actores independientes en el seno de, su historia real” (Mundo 208). Una

crítica secular, decía, que se relaciona con la inherencia de los procesos de producción

y su contexto, los poderes a que hace frente una escritura, que la subordinan y que la

suscitan. También una problematización o sospecha de los modos o las mediciones

que una sociedad o cultura hace de sí misma en términos identitarios, sociales,

estéticos, etc., términos que tienden estratégicamente a idealizarse y cortar en favor

de lo hegemónico dentro de un determinado contexto.

Dicho esto, y todavía a priori, una poesía de la historia articulada desde la lírica

de Mario Santiago, y más precisamente del poema Consejos, se guardaría de ser edifi-

cante y religiosa. Ni teleológica ni unitaria sería, como su par en filosofía, pero sí po-

dría operar como un análisis materialista de y reconstructivo de una contemporanei-

dad que urge habitar, comprender y transformar. Poesía de la historia que lejos de

instalar una doctrina y alambrar un camino, sería más bien un proyecto de liberación

y desopresión del arte y del cuerpo/palabra, encontrando sustento “teórico” en un

proyecto de ilustración, en una epistemología subvertida, en una estética compulsiva y


un despliegue ético que propulsa una existencia sensualista y absoluta (ab-suelta).

Subversión que sería volcadura de los ojos hacia dentro y del cuerpo del poeta hacia

fuera, quien, desde dentro de sí, y en el «umbral» de su cuerpo y el mundo (el lugar de

la muerte y de la poesía, en la arquitectónica de Bajtín), ocuparía un espacio biopolíti-

co revolucionario. Una trinchera en la cual Papasquiaro radiografía brutalmente la

realidad que habita, pero donde supera la pasividad de un registrador para catapultar

una actitud lasciva, hacedora y molesta. Aunque hablar de molestia nos sabe a poco.

Mucho mejor decir de amor rabioso que apuesta por un desarreglo y desobediencia

epistemológicos, que no evade el mundo, sino que hacen surgir un nuevo material

desde la subversión de la cotidianidad5. De hecho, gracias a este trasiego la poesía in-

gresaría a su repertorio retórico y ético mayores elementos físicos, políticos —incluso

coyunturales—, configurando en la voz del sujeto lírico un código que a la vez que lo

forma en poeta, lo arroja en la intelectualidad, que lo hace agente y actor social. Que

delata un cuerpo pasionario, arrasado por los años, una emoción indómita y las incle-

mencias de los caminos. Además, este trasvase ético-estético mantendría en tensión y

movimiento al poeta con el mundo duro y cercano, con una lírica que deviene acerada

(como dice Mario Raúl Guzmán); mientras se intensifica su integración con las prácti-

5 En mi investigación doctoral, titulada “La Poética de Roberto Bolaño”, profundizo en esta epistemolo-
gía incubada en parte importante de la poesía infrarrealista. Esta subversión ética-estética también
delataría la integración de este consciente desarreglo en la epistemología del poeta. Visibilizaría con
esto, los elementos contrarios que cohabitan y se desbordan en una literatura. La tensión y el movi-
miento integrados y en intensa producción, resistencia y de y reconstrucción. También visibilizaría la
imposibilidad de desmontar un constructo filosófico y ético, lo que a la postre sería la institucionaliza-
ción y sepultación del poeta. Y si este apéndice no es todo lo satisfactorio, rememoro las palabras de
Roberto Bolaño en el Manifiesto Infrarrealista de 1975: “Subvertir la realidad cotidiana de la poesía
actual. Los encadenamientos que conducen a una realidad circular del poema […] Crear las herramien-
tas para la subversión cotidiana. Las estaciones subjetivas del ser humano, con sus bellos árboles gigan-
tescos y obscenos, como laboratorios de experimentación. Fijar, entrever situaciones paralelas y tan
desgarradoras como un gran arañazo en el pecho, en el rostro […] Hacer aparecer las nuevas sensacio-
nes -Subvertir la cotidianeidad” (Bolaño en Medina, Perros 384, 386, 387).
cas y los poetas infrarrealistas. Su tribu. Subversión que en definitiva, impediría el

sosiego, el acomodamiento administrativo, el quietismo intelectual o una intimidad

alienada por un discurso estratégico o militante.

1. Análisis e interpretación del poema

Que el «mundo» sea el primer elemento que abra Consejos, visibiliza desde su

origen el sello de materialidad y consciencia histórica que tendrá el movimiento del

poema. Una «mundaneidad» que engarza al poeta con su realidad cotidiana y con los

agujeros negros de su siglo (Medina, 2014). La lírica de Papasquiaro se alimenta de

calle, de sensualidad, y se desnutre sublimidad, de evasivas y estrategias prostitucio-

nales (insisto, acá el asunto va en serio). Todo indica que la palabra poética tendrá

sabor a cemento y que las sacudidas físicas serán la orografía de una lectura. A esto, se

suma el hecho que el poeta no trata de un mundo observado desde un estado de espe-

culación o bajo mecanismos de idealización, puesto que desde el primer verso el mun-

do “se te da en fragmentos / en astillas”, es decir, ejerce una presión de realidad insos-

layable y directa sobre él, de la cual el poeta no puede huir aunque lo quisiese. Los

fragmentos como alegoría posmoderna, como representación triturada del sujeto,

configuran un mundo fascinantemente violento. Además, estos fragmentos develan

(¡qué heideggeriano!) los laberintos, las trampas y los vacíos hostiles que el poeta de-

be(ría) enfrentar y comprender (en su doble y triple acepción). Este ejercicio de des-

entrañamiento no tendría como fin la lectura del todo, ni la unificación de la historia

que subsiste, tampoco el buscarle un sentido para contemplarla, cristalizarla o servir-

se de ella. Por el contrario, se desplegaría para conocer los circuitos de la infamia y


resistir los embates del poder y las instituciones que la edifican. Para reconocer los

mecanismos de violentación que atraviesan la sociedad y la cultura, hacerles frente,

emanciparse y transformar la historia del mundo que se habita. Transformándose

también en este gesto, desde la ternura, desde la sexualidad. Los fragmentos se ali-

nean con las astillas, que por su parte representan los vestigios de una historia que de

sus inicios se ha desenvuelto sostenidamente compleja y deshilachada. Las astillas, en

tanto elementos prehistóricos —como armas y herramientas— están articuladas a

partir de pedazos: de huesos, de rocas, de madera. Los fragmentos y las astillas de-

marcan un tiempo, una historia quizás harta de vacíos y de intentos de idealización,

pero, y a pesar de este empeño, del todo materializada, que circunscribe los actos hu-

manos a una dialéctica espiral que inicia y que acaba desintegrada. En este punto

nuestra apuesta de la poesía de la historia derriba el concepto de Historia Universal y

de toda doctrina religiosa y paradójicamente cientificista, que intente contener o pro-

gramar el movimiento de los seres humanos. Que intenta con éxito desacoplar la lite-

ratura de una realidad objetiva (Auerbach, 2012). Desde la poesía de Consejos, la his-

toria el escenario de un gran parlamento donde son escenificados desde Shiva hasta

Ionesco, pasando por Chagall, el Giotto, Huckleberry Finn, Esquilo, Chaplin, Jerry Le-

wis, Houdini, Kant, Artaud, Marcuse, Marx, Heidegger, Bradbury, Harold Lloyd, Galileo,

el Che Guevara o Van Gogh. Donde unos controlan y otros fornican, visibilizando una

lucha entre quien vive dominado, “económicamente cagado (Tú / Yo / Nosotros)”,

versus “los miedosos se trepan a los árboles”. De los que luchan y desean ardiente-

mente su liberación: aquellos “que vienen escapando de los gases lacrimógenos/ & las

macanas de las grandes avenidas”. Vamos por otros versos:


El mundo se te da en fragmentos / en astillas:
de un rostro melancólico vislumbras una pincelada del Durero
de alguien feliz su mueca de payaso aficionado
de un árbol: el tembladero de pájaros sorbiéndole la nuca

De este primer fragmento, los tres versos vinculados al primero visibilizan una

relación de causalidad y reciprocidad entre elementos. Sin embargo, esta suerte de

dialéctica no interna en sí una lógica de causa y efecto esperado. Se aprecia en cambio

una dialéctica espiral que difracta, fluctúa y continúa vinculando los conceptos. Por

ejemplo, en el verso que escenifica a Durero, el vínculo entre la emoción y el arte es la

tradición, es decir, el sometimiento y no la libertad “inherente” de la creación. La es-

clavitud de los sentidos ante la hegemonía del saber, del cual el arte plástico es parte

estructural. Por otra parte, en el verso de la mueca, se relaciona el tan saqueado con-

cepto de felicidad y el trabajo. El efecto producido es la risa esquizofrénica del sujeto

del siglo XX: el gesto satisfactorio de un Sísifo que vuelve de la oficina a la caverna,

luego de una jornada más de arrastrar sus miserias. Aquí también sigue existiendo

una lógica, pero sigue siendo inesperada, paradójica. Por otra parte, en el verso que

vincula al árbol y los pájaros, el efecto responde más bien a una denuncia: la explota-

ción como modus vivendi del sujeto trágico posmoderno. Del sujeto que no se resiste a

ser encadenado, sino que posa voluntariamente sus manos y gónadas para ser engri-

lladas. Más adelante, otros versos dan cuenta de esto: “en su rostro rígido de obrero

jubilado/ que parece & de qué manera/ 1 bomba de tiempo”, escribe Papasquiaro.

Sujeto inerte que observa al capitalismo como una bendición y a la vez un castigo o

mejor dicho, una condición de existencia. Como cláusula que está dispuesto a pagar

por su “felicidad”. Un destino al cual no se puede hacer frente. Aquí visibilizo, todavía

prematuramente, el problema de la libertad de la que nos ocuparemos con más vehe-


mencia más adelante. Resumiendo, son estos estos primeros versos la puesta en esce-

na de las cadenas que Papasquiaro comienza a manipular, a modo de poeta escapista.

Quizás ni el Carbono 14 será capaz de reconstruir los hechos


verdaderos
Ya no son los tiempos en que un pintor naturalista
rumiaba los excesos del almuerzo entre movimientos
de gimnasia sueca
& sin perder de vista los tonos rosazules / de flores
que no habría adivinado ni en sus más dulces pesadillas

Aquí entramos en tierra derecha respecto a nuestra apuesta, puesto que comien-

zan a aparecer los sonidos que revelan la poesía marcadamente historicista de Papas-

quiaro. Esa poesía hecha a mano, valga aquí el epíteto. Por ejemplo, el verso del Car-

bono 14 es clave para abrir la discusión sobre la verdad y la ciencia: la dialéctica tradi-

cionalmente lineal entre la verdad histórica y el conocimiento. A partir del verso, la

historicidad comienza a mostrar una voluntad propia, pero todavía atada por hilachas

a una doctrina. La infalibilidad de la ciencia también se desintegra ante la celeridad de

un tiempo que solo sería posible de registrar cinematográficamente (y no por cual-

quiera pareciera decir más adelante, quizás solo bajo la lente de Antonioni). Debido a

esto, el lienzo naturalista escenificado opera apenas como una mueca, como imagen

obsoleta que vislumbra la inutilidad del arte, en tanto mecanismo capaz de retratar los

sucesos que construyen un discurso cultural fidedigno o al menos desencadenado. La

figura del pintor naturalista que boceta los placeres privados de una burguesía (como

los llama Said), que goza del descubrimiento estético, carece absolutamente de la ve-

locidad, la voluntad y el coraje mínimos requeridos para seguirle el tranco a un tiempo

que desde inicios del siglo XX ha entrado en default. Pero sigamos:


Somos actores de actos infinitos
& no precisamente bajo la lengua azul
de los reflectores cinematográficos-
por ejemplo hoy / que ves cómo Antonioni se pasea
con su camarita de rutina
observado por aquellos que prefieren enterrar la cabeza entre la yerba
a emborracharse de smog o qué sé yo/ para que no aumenten
los escándalos
que ya hacen intransitable la vía pública

Como bien se sabe, para Vico la historia se conceptualiza en base a los actos hu-

manos, solo en ellos puede descansar su existencia. Este conocimiento va de lengua en

lengua pasando por Auerbach y Said quienes desean observar en la literatura, por

ejemplo, las capas entrañadas de aquella historicidad. Sobre todo la oscurecida por

estrategias de poder, de raza y de clase. En el caso de Consejos, la “infinitud” vivifica la

autoconsciencia del poeta, en tanto sujeto cuyos actos, por pequeños e invisibilizados

que sean, aceleran todavía más la caída estrepitosa de la modernidad y los grandes

discursos, y el alzamiento de la cotidianidad y la intimidad del hombre obliterado por

el poder. La autoconciencia más la conciencia de la existencia palmaria de la poesía,

permiten al poeta penetrar la carne del tiempo, provocando este concubinato entre la

cotidianidad y la Historia. Entre su cuerpo, palabra y tiempo. Escribe Mario Santiago

Papasquiaro en algunos de los versos de Consejos:

Galileo descubre la ley del péndulo observando


el columpiar dulzón de estos amantes
violentamente unidos & medioconsumidos por la niebla.

[…]

En el instante en que una canción de moda


enreda su ritmo
a la peculiar batucada de la lluvia
& se instaura un orden fatalmente momentáneo
para que sigan dominando la escena
el cabello en desorden
los enormes ojos húmedos
& como surgida del claroscuro mismo de la noche
aparece una niña con los puños embarrados contra los muslos
repitiendo 1, 2, 3 veces:
Yo no soy un objeto sexual, no lo soy robots,
estoy viva / como un bosque de eucaliptos
Aquí donde la norma es ser implacablemente amables los unos
con los otros
& este es el mal menor

La Historia, esa gran historia con la que se nos ha educado, se delata cada vez

más como el medio, el canal que ha cogido nuestras experiencias hundiéndolas en sí

misma, y solo ostentando desde su organicidad una brillante y tersa piel. En Consejos

esta tradición pierde las capas de su dermis mostrando la carne viva, las células silen-

ciadas. La irrigación de los ríos humanos subterráneos, esos humedales, desde donde

sale una pequeña exigiendo respeto por su persona y vida. Y donde el barro, la noche y

el paisaje que la cubren son los fundamentos de una cultura que, “no precisamente

bajo la lengua azul”, despliega una arenga de supervivencia y dignidad.

Si esto no es Arte me corto las cuerdas vocales


mi testículo más tierno dejo de decir tonterías
Si esto no es Arte
la rama de un árbol se dobla bajo el peso de un gorrión
o mejor dicho un gorrión termina por hacer trizas una rama
ya quebrada

Haciendo un barrido de lo hasta aquí escrito, es manifiesto en Papasquiaro las

problemáticas de la cultura y del cuerpo, también de la violencia y el arte. Por supues-

to, bastantes otras más. No obstante, hay lugares en Consejos donde la carrocería del

poeta (haciendo un eco al poema “El Burro”, de Roberto Bolaño), deja huellas tras la

celeridad y pulsión de su paso por el mundo. Es esta una lírica libidinosa que además

mide los elementos del arte y de la realidad respecto a su propio cuerpo, por eso esta

porfía nuestra de proponer su carne y sentidos no solo como laboratorio de sensacio-


nes, dijimos, sino como constructo epistemológico. Como órgano lúbrico y ardoroso

frente a su objeto de deseo más tentador: su tiempo e historia.

Intuyo que en Consejos el arte acaba siendo el oficio basal (y abisal) de la exis-

tencia de MSP, resignificando, por supuesto, el concepto de oficio y subvirtiéndolo en

tanto proyecto estético de voluntad y esfuerzo, no recayendo en una definición de fun-

cionalidad o una forma de ganarse la vida contractualmente. Decía lo anterior, porque

al poetizar, al hacer carne la lírica que lo hiere, y desde esa carne entrar en la historia,

el poeta acaba siendo un semental, la vagina que traga, el cuerpo que chupa y que es

chupado por una existencia genuina, diminuta y, por ende infinita. Al ser (au-

to)expulsado del jardín del edén de la institución, al quedar (auto)exiliado del merca-

do, obviamente el poeta queda en lo sumo invisibilizado, arrojado de los circuitos de la

cultura, deviniendo en autor políticamente incorrecto, ingenuo, y sin dudas, también

en posible material de devoción underground. En un “mártir” de una ética, según Ig-

nacio Echevarría, cuyo sacrificio se condice y contradice con su actitud y conciencia

radical y rabiosa. A la postre, esta marginalidad deseada o naturalizada, finalmente

acaecida provoca que la institución muchas veces distinga en él una obra comparable

a kilos y kilos de cortes editoriales y de postproducción del largometraje de la litera-

tura, solo considerables para efectos de registros y de un potencial rescate memorial.

Por otra parte, y antípoda de estrategias y buenos modales, la poesía de Mario

Santiago Papasquiaro —tomando como eje Consejos— no pareciera ir dejando señalé-

tica alguna para el lector. Por el contrario, su voluntad de complejizar la auscultación

del texto y un posible análisis, es manifiesto (de hecho, pareciera no dejar espacio sino
para la interpretación). Asimismo lo es su intención de romper relaciones diplomáti-

cas con la academia y organicidad literaria, incendiando esas posadas que sustentan y

guían la comprensión y consolidación de un determinado poema. Por ejemplo, en Con-

sejos MSP acopla críticamente los retazos de los trazos naturalistas, impresionistas,

expresionistas, a modo de fotogramas que articulan las tiras celuloides que el poeta ha

de echar a andar a través de sus aceleradas palabras. A todas luces, el cine puede se-

gún Papasquiaro facultar de aquella velocidad al arte, ante la cual la palabra debe ace-

lerar el tranco, y así radiografiar, comprender y rozar y penetrar el tiempo que super-

vive. Y haciendo alcance a lo que anteriormente decía, esta fornicación entre cotidia-

nidad e historia, este vaivén, este placer y goce en términos de Barthes, este entrar y

salir arrobado, con sus manos agarrado al tiempo, es decir, manoseando la lengua, los

pechos, el culo, la verga de lo cósmico, visibiliza el caudal infinito de la producción

humana. Cómo la historicidad de una lírica, brega por ser epistemología poética a tra-

vés de su fluir poético (consciente o ingenua de esto). Un siglo, un tiempo, analizado

en su devenir a través de un poema que se va verseando al ritmo que el poeta se mide

con el tiempo. El juego —derridiano— del poeta con un pie en la realidad y otro den-

tro de sí mismo (el callejón sin salida del cual discurre en un texto homónimo). Movi-

miento fluctuante entre la historia implacable y la intimidad y ternura propias. Entre

el marxismo de los hechos, las imágenes, de las luchas y las némesis una y otra vez

resucitadas; y el heideggerismo del tiempo, del arte, la verdad y la palabra.

Así en el trapecio en el alambre de equilibrio


de este circo de mil pistas
1 abuelo platica la emoción que sintió al ver a Gagarin
revoloteando como una mosca en el espacio
& lástima que la nave no se llamara Icaro I
que Rusia sea tan ferozmente antitroskista
& su voz entonces se disuelve da de tumbos
entre aplausos & abucheos

Y vuelve la cotidianidad a sodomizar los anales límpidos de la Historia. Y vuelven

a la carga los pequeños hechos que rajan el paño de este lienzo estático y rosazulado.

Continúa fluctuando la interioridad de un poeta con los grandes discursos consuetu-

dinarios. Las imágenes minúsculas de una vida sencilla que desconfiguran los paisajes

rotativos del poder y los microcóspicos paisajes de la rutina. Lo de comparar a Gagarin

con una mosca dentro de la casa puede dar señales de aquello, copulación que conti-

núa al hacer inmediatamente el alcance con el trotskismo y aquella revolución perma-

nente. Con aquel marxismo que defendía la democracia y que llevó a Trotsky a morir a

México a manos de sicarios estalinistas. Y es que esta poesía se desenvuelve con una

libertad descomunal, pasando de la evocación que produce una mosca a la URSS, de un

nostálgico abuelo a Yuri Gagarin y por qué su nave terminó llamándose “Este” y no

Ícaro. La emoción y la ideología follan en una pista de este gran circo obsceno, entre

muchos otros cuerpos y conceptos que cogen y se “destazan”. Lo político de estos ver-

sos, de este poema, podría perfectamente ser un capítulo de análisis aparte, puesto

que son onerosos los elementos que politizan este texto y esta lírica (digno de men-

cionar es su vómito “momios de gestos sagrados”, cuyo neologismo chileno lo herma-

na de más de alguno de “Overol Blanco”, texto lírico inédito y memorable de Bolaño).

Como escribo en otro texto sobre Mario Santiago, aquí la historiografía queda a

contraluz de la historicidad, la cual es la que realmente ilumina la actitud performática

de Papasquiaro. La linealidad es echada abajo en favor de la espiralidad y la integra-


ción, debido a esto solo en esta última podemos analizar nuestro propio pasado re-

ciente y nuestro presente de forma activa. Nuestra palabra, la producción de imágenes

nuestras y nuestros propios hechos, movilizados, quedan de alguna manera y sosteni-

damente enfrentados a la política judicial y tanatológica del registro. La de Consejos es

una lírica que nos conmina a reconocer la Historia como un apartheid pornográfico,

pero maldito del que, aunque seductor y épico, no hemos sido ni seremos parte. Ape-

nas sí como espectadores que terminamos destrozando las butacas (“& no precisa-

mente de entusiasmo”, dice Mario Santiago). Sin embargo, creo que la salida también

la deja entrever el poeta, al proponer una reconstrucción erótica de los procesos his-

tóricos. El desprendimiento genital, la castración, la explotación sexual de la que ha

sido víctima comienza a dar paso a una emancipación en tanto cuerpo que también es

pensamiento, reflexión y revolución, y que a través de una escritura absuelta, afanosa

y decididamente indómita, atraviesa placentera la carne del mundo y del tiempo. En

síntesis, la poesía de la historia instalaría al cuerpo del poeta como objeto, metodolo-

gía y epistemología, productores además de historicidad.

Yo soy el que se ha grabado en la espalda de la chamarra de mezclilla


la frase: El núcleo de mi sistema solar es la Aventura
Me llamo así pero me gusta que me digan: Protoplasma Kid

[…]

Por ahora tú te tiendes bocabajo a la sombra de las piernas


largas & velludas de los parques
donde se reúnen
el que sueña con revoluciones que se estacionan
demasiado tiempo en el Caribe
el que quisiera arrancarles los ojos a los héroes de los pósters
para mostrar al desnudo lo hueco de la farsa
Acaba siendo Papasquiaro antípoda viviente del historiador-ameba que registra

quieto y a un costado de los sucesos, sea este un teórico, crítico o funcionario. Literal-

mente arranca los ojos de los héroes de aquellos pósters con los que han tapizado la

cultura y los muros interiores de una tradición. Denuncia la farsa en la que puede

transformarse la Historia y la energía de estar decidida y a veces dolorosamente cons-

ciente de los hechos y discursos, de las imágenes que de aquellos prorrumpe y que

provocan su resistencia. No obstante, esta aglutinación de sensaciones y de suturas

tensadas y rotas, sea probablemente lo que detona esta lectura historicista. La dispo-

sición y movimientos de los fotogramas, decía, pero también de esta excitación del

poeta con el mundo que habita. La lascivia de una lírica con la vida, el celo, la leva de

un poeta-perro por un camino llamado poesía. Ese apareamiento. Y es que, recupe-

rando el término «vida» de su abuso político-económico, para MSP decir vida es tam-

bién decir esperanza en la rebeldía. Es desesperarse por el tiempo que nos queda.

Poesía: aún estamos con vida


& tú me prendes con tus fósforos
mi cigarro barato

Alejado de aquella fusión acomodada, negociada a veces, entre la poesía y la vi-

da, esa relación que posee casi siempre un marcado sesgo de clase social, de poder y

hegemonía estetizadas bajo discursos de vanguardia, Mario Santiago vive una vida de

privaciones. Por supuesto también de excesos. De drogas duras y más dura pobreza.

De fiesta y de guerra. Una vida bien jodida, valgan las acepciones que existan.

Que la vida siga siendo tu taller de poesía


& ojalá electrifiques la energía de tu tormenta interior
La de Papasquiaro, es una actitud ante la vida que puede compararse a la “de los

que se aman rabiosamente como perros callejeros” y que funda su devoción precisa-

mente en la calle. Esto implica todo un esfuerzo, además de la voluntad que sale por

sus poros. Todo un trabajo arduo y placentero, llevado al límite volitivo. Observado

desde esta rotura, su arte puede parecer, superficialmente, de una locura e insensatez

consolidadas, pero que desde sus zapatos se puede ganar una lucidez y consciencia

temibles, sobre todo la potencia para una comprensión y una producción que vaya a la

misma velocidad de su tiempo. Esto no significa que el sujeto no caiga de hocico en

pozos de amargura y desolación. Este es un filme que no carece de ningún estado de

ánimo, por lo cual los baches de la angustia y “las aguas negras del fracaso” también

alimentan las costas de una lírica humanizada. Implacable a veces, también muy frágil:

Desde luego que no eres el único


frente al que al paraguas de la vida
no quiere desplegar sus alas
no eres el único al que el mundo le parece
—en 1 momento pesimista—
1 ghetto sin puentes ni caminos

En medio de la bacanal del poeta con la historia, del desenfreno con la vida y el

arte, por supuesto que el poeta puede ser también el único tripulante del “submarino

esquizofrénico” en que puede transfigurar su viaje. El único debajo de la grotesca llu-

via que cae sobre su cabeza desolada. El fracaso puede ser perfectamente la “Materia

& la Energía” de parte no menor de su trayecto. Esta suerte de explicación, junto con

vivificar los baches y simas de una lírica, también es provechosa para desatracar mi

interpretación de una posible idealizada lectura, y evidenciar la esquizofrénica de-

solación que puede oírse también en este volcánico canto. Cómo la vida del sujeto líri-
co de Consejos también deambula en cueros, destilando sus hediondos humores. Los

ácidos estomacales de la derrota y represión. La cojera, la oscuridad, las costras del

recuerdo. Momentos en el que “la Existencia toma el cuerpo de un 1 policía”.

Haciendo un breve paréntesis, y hablando ahora un poco de formas, cada una de

las estrofas que conforman Consejos parecieran ser cada fotograma de este filme-

poema, rollo y rola que no ha de detenerse. Por eso la marcha acelerada de esta lectu-

ra, esta poco templanza. A saber, ¿cómo acercarnos a este producto histórico y cultu-

ral llamado poema sin necesariamente intentar frenar el fluir de su lenguaje/historia?

A mi modo de ver, lo que hay que intentar es ir a la misma velocidad del texto, que es

una manera de detenerse frente a él, para al menos procurar una buena toma. Esto es

preciso para que el testimonio crítico al menos esté consciente de los límites instru-

mentales de la teoría y de los alcances de una crítica. Al respecto, la visión tradicional

nos habla de un conjunto de significados y significantes, que le dan cuerpo a ese dis-

positivo racional y heterogéneo llamado poema. Lo que oculta el intento por transgre-

dir al signo, en ese continuo de lenguaje llamado (y transmutado por el) poema, es la

invención de una nueva historicidad. De esta manera, se complejiza aún más la pro-

puesta principal de este ensayo, porque no sería solo la historia como proceso la que

es observada y reelaborada en el poema, gracias a la subvertida epistemología de MSP,

sino también el cuerpo del propio poeta será material histórico hipervital. Ya que es-

tos se integrarían, a modo de trasiego, a los procesos sociales, para seguir producien-

do una enriquecida heterogeneidad imaginaria, la visualización de esta tozuda ética y,

de algún modo, produciendo un cambio milimétrico en el curso de la cultura y de la


historia misma que habita, resiste y transforma el poeta. Y por qué no, para hacer del

sexo-escritura de su lírica, un oficio colmado de satisfacciones.

la Realidad & el Deseo se revuelcan/ se destazan/

[…]

Cuando el Caos se ve robusto hasta lo bestia

En el verso de “la Realidad & el Deseo” se encuentra uno de los asideros para nuestras

apuestas. A través de este último “fotograma”, podemos ver que la lírica papasqariana

deliberadamente manifiesta esta bacanal en la que ha acabado siendo la historia,

aquella en minúscula, por el ingreso del sujeto promedio a las grandes ligas del poder

y la injusticia. La Historia como una farsa, por este proyecto cientificista de desanclar

a los suburbios, a los sustratos socioeconómicos del bajo mundo de una verdad histo-

riográfica. La historicidad nueva, la propia del poeta defenestrado del olimpo, activa

una partuza donde los tentáculos, los miembros, los vicios y el descontrol se “toman la

escena” de la cultura y de los lazos fraternos entre seres humanos. Donde el sensuali-

dad es la filosofía y el culto, el sexo la ideología y la ternura y la rabia las políticas pú-

blicas diseñadas para esta nación llamada libertad (como entraña Santiago en un an-

terior verso aquí ya consignado).

2. Conclusiones

Consejos en gran medida tiene como objeto de deseo (ni siquiera de estudio) las

imágenes producidas por los procesos sociales que construyen la historia: la fibra, las

ironías, signos y discursos —con sus dispositivos retóricos— de un determinado

tiempo. Un derrumbe que no deja de poseer cierta estética, ante la cual el poeta no nos
simplifica la labor como entusiastas lectores, por el contrario, integra los elementos

antes mencionados a un texto todavía más complejo, donde las interconexiones, esci-

siones, lógicas y absurdos serían subsumidos por palabras cuyo poder de representa-

tividad y de silencios, de incertidumbre y convicciones, historizarían un mundo que el

poeta no solo conoce de oídas o leídas, sino un mundo que ha recorrido, disfrutado y

que lo ha impactado hasta darle paulatinamente la muerte. La interpretación que pro-

curé, ha pretendido develar aquellos circuitos subrepticios y desgarbados entre el

poeta y el mundo, mediante un acercamiento consciente del impacto del sexo y ética

para su cuerpo y obra poética. Lo ético posee una fuerza histórica y axiológica que se

adentra en Consejos, al punto que el texto es transformado por la ética y que la histori-

za radicalmente, ética que, a su vez, historiza lo político (Meschonnic, 1968). En Conse-

jos cuerpo, palabra y ética van de la mano, integrados, en movimiento, como una ava-

lancha alimentada por el material que encuentra en su camino. Existe un desprendi-

miento absoluto de canon y tradición alguna, pero aquí es en serio, debido a la carga

emancipadora de la que el poeta siente orgullo por el grado de independencia que al-

canza. Ética ramificada en el Infrarrealismo precisamente por MSP, cuya desinstitu-

cionalización y consciencia de la existencia manifiesta de la poesía, prácticamente lo

apremia a des y reprogramar una producción lírica y una actitud que atraviesa húme-

da y que ardorosamente es atravesada por la existencia. Decía, consciencia de la pul-

sión de la poesía no como un otro, ni como empleo o labor, ni como plataforma estra-

tégica de subsistencia o mágico estuario donde cada tanto el poeta se detiene a con-

templar y desconectarse. No es la poesía “parte” del mundo. Sino, precisamente, puede

ser poesía en tanto elementos del mundo ella pueda comprender. Súmese a esto, la
erotización de la Historia, para que esta acabe desintegrada ante la cotidianidad del

poeta, y en cuyas roturas pueda él penetrar con su intimidad infinita, porfiadamente

desalienada y en permanente resistencia.

Cuando aprendes a decir No


con toda la energía de 1 karateka cintanegra
o a decir Sí / con la certeza
de que pronto las estrellas tendrán 1 color
que hasta pasado 1 buen rato entenderemos

Desde la lectura erótica que me he animado a proponer, se hace evidente que al

menos uno de los centros neurálgicos de Consejos de un discípulo de Marx a un fanático

de Heidegger habita en la búsqueda decidida del poeta por su emancipación, valga las

tres o cuatro acepciones posibles: su libertad, autonomía y la sexualidad vivida con

enjundia que lo penetra en una realidad que se destaza junto a su deseo. Lo cual se

aparea con la idea de una escritura absoluta (ab-suelta, dijimos), con el placer, la car-

ne, pasión y la muerte en un mundo con el cual se tragado recíprocamente. Y si bien

no hay angustia ahistórica, tampoco existe la libertad fuera del mundo de los huma-

nos. Mucho menos una lírica que se arma de órganos y memoria, como dice un bellí-

simo verso de Lihn. Que es carne esperanzada y rabiosa, como el cuerpo amoroso y

devastado de un poeta que ha dado un valiente grito de independencia, dentro de la

guerra florida de la cultura latinoamericana.


Conversaciones

Conversaciones con Rubén Medina, José Peguero, Guadalupe Ochoa, Bruno Montané y
Juan Esteban Harrington, entre Ciudad de México, Barcelona y Santiago (2014-2015).

Bibliografía

- Bruno Montané. Prólogo a Sueño sin fin de Mario Santiago Papasquiaro (2012).
- Edward Said. El Mundo, el texto y el crítico (2004).
- Erich Auerbach. Mímesis (2014).
- Hegel. Lecciones de filosofía de la historia universal (2004).
- Henri Meschonnic. Heidegger o el nacional-esencialismo (2007).
- Karl Löwith. El sentido de la Historia (1968).
- Mario Raúl Guzmán. Prólogo a Jeta de Santo. Antología poética 1974-1997 (2008) de
Mario Santiago Papasquiaro.
- Mario Santiago Papasquiaro. Sueño sin fin (2012) y Jeta de Santo. Antología poética
1974-1997 (2008).
- Mijaíl Bajtín. Estética de la creación verbal (1999).
- Roland Barthes. S/Z (1989).
- Rubén Medina. Perros habitados por las voces del desierto (2014).

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