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Soberanías en suspenso
Neoliberalismo, violencia e imaginación
Villalobos-Ruminott, Sergio
Soberanías en suspenso : neoliberalismo, violencia e imaginación. - 1a ed. - Lanús :
Ediciones La Cebra, 2013.
320 p. : il. ; 21,5x14 cm.
ISBN 978-987- - -
© Sergio Villalobos-Ruminott
edicioneslacebra@gmail.com
www.edicioneslacebra.com.ar
Editor
Cristóbal Thayer
RECONOCIMIENTOS 9
INTRODUCCIÓN 13
DICTADURA Y MODERNIDAD:
PARA UNA CRÍTICA DE LA
FILOSOFÍA DE LA HISTORIA DEL CAPITAL 63
Dictadura y globalización 63
Modernidad tardía latinoamericana 70
Prosa criolla de la contra-insurgencia 79
Principio evolucionista de comprensión 89
Golpe, dictadura y excepción 98
BIBLIOGRAFÍA 289
RECONOCIMIENTOS
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Por supuesto, no puedo dejar de mencionar a Teresa
Peña-Jordan, Juan Antonio Hernández, Rodrigo Naranjo,
Ignacio López-Vicuña, Manisha y Anustup Basu, todos com-
pañeros de aventuras y trasnoches.
Si los nombres de Federico, Willy y Nelly son determi-
nantes en mi vida y en mi trabajo, también lo ha sido Alberto
Moreiras, cuya generosidad y calidad intelectual me ha per-
mitido hacer un duelo, siempre incompleto, por la pérdida
ocurrida al haber dejado mi país y mi escena de inscripción
natural. Mediante un diálogo sostenido con Alberto, he te-
nido la suerte de conocer a un grupo de personas decisivas
para mis propias formulaciones: John Kraniauskas, Gareth
Williams, Jon Beasley-Murray, Patrick Dove y muchos otros,
tantos que si me pusiera a nombrarlos, seguramente el libro
debería ir en un tomo aparte. Permítaseme referir y agradecer
a los múltiples participantes de nuestro grupo de Crítica y
Teoría en Facebook, donde no deja de sorprenderme la inteli-
gencia y la gratuidad de cada uno.
En la Universidad de Arkansas, Fayetteville, mis colegas
en general, y mis estudiantes, cuya paciencia es ilimitada, han
resultado no solo estimulantes sino aliados fundamentales en
cada una de mis aventuras. Junto a ellos, la amistad sosteni-
da de Greg Buchanan, Iván Iglesias, Nelson Torres, Yimmy
Nieto, Brenda Magnetti, Gina Villamizar, among many others,
me ha acompañado durante todos estos años.
Pero si de compañías decisivas se trata, Marlene Paola
Beiza Latorre ha sido mi compañera por más de 23 años,
con una paciencia a toda prueba y con una generosidad que,
para los efectos de este libro, ha complicitado con el lector
para hacer digerible lo que, de no mediar su ayuda, hubiese
sido aún más insufrible. Me siento muy afortunado por su
compañía, la que consagra el entramado matriarcal que me
justifica. Mi madre, Yamileth Ruminott, mi hermana, Carla
Villalobos, mi esposa y mi hija, Martina Villalobos, constitu-
yen los puntos cardinales de mi portulano, poblado con los
nombres de Ricardo, Miguel, Orizon, Diego, Antonia, Gastón,
Rosa, Marisol y Viviana. Todos ellos, mi familia.
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Ninguno de los mencionados puede ser considerado res-
ponsable de las arbitrariedades e injusticias que deparan las
siguientes páginas de las que soy responsable final, aunque,
confesión necesaria, si alguna idea sobresale, seguramente se
debe a alguien más.
Como es natural, al momento de reconocer mis deudas,
es muy probable que más de algún nombre haya quedado en
el teclado. Eso es solo efecto de mi impericia, misma que he
intentado corregir con una política decidida de valoración y
“critical engagement” con el mundo intelectual al que perte-
nezco. Eso también justifica las infinitas referencias que cru-
zan el libro, un simple gesto de honestidad comandado por
esa sentencia inolvidable de Borges: “cualquier pretensión de
novedad es producto de la ignorancia o del olvido”.
Este libro ha estado germinando en mi computador por
largos años, y la decisión de publicarlo, ya más allá de las
exigencias de la vida académica, tiene que ver con razones
personales y políticas, y con la esperanza de hacerme parte de
una generación de intelectuales jóvenes en Chile y en América
Latina que me llenan de esperanza. Marcela Rivera Hutinel,
Elixabete Ansa-Goicoechea, Raúl Rodríguez Freire, Rodrigo
Karmy, Gonzalo Díaz Letelier, Iván Pinto, Cristóbal Thayer,
César Pérez, y muchos más. A todos ellos van dirigidas estas
reflexiones como testimonio parcial de nuestros esfuerzos
comunes.
*****
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rrotaR vol. 1, n 2 (Santiago: 2009), con el título “Modernismo
y desistencia. El debate sobre la neovanguardia y el retorno
a la Avanzada”. El trabajo sobre Marchant tiene una primera
formulación en Arena Romanistica, 6 (University of Bergen),
2010, con el título “Catastrophe and Repetition: On Patricio
Marchant’s Poetical Thinking.” Aunque de los capítulos res-
tantes hay versiones preliminares, todavía no aparecen publi-
cadas. En cualquier caso, cada uno de ellos ha sido reformu-
lado radicalmente de acuerdo con el intento argumentativo
de este libro, por lo que además del reconocimiento necesario
de las publicaciones previas, debo advertir que las versiones
actuales son sustantivamente diferentes.
INTRODUCCIÓN
Georges Didi-Huberman1
1. “Cuando las imágenes tocan lo real”, Cuando las imágenes tocan lo real,
Madrid, Ediciones Arte y estética, 2007, pp. 7-36. La referencia proviene de
la página 35.
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Introducción
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2. Nos dice Georges Didi-Huberman “si lo que está mirando sólo le hace
pensar en clichés lingüísticos, entonces está ante un cliché visual y no ante
una experiencia fotográfica. Si, por el contrario, se encuentra ante una expe-
riencia de este tipo, la legibilidad de la imágenes ya no está dada de antemano
puesto que se halla privada de sus clichés, de sus costumbres: primero
supondrá suspense, la mudez provisoria ante un objeto visual que le deja
desconcertado, desposeído de su capacidad para darle sentido, incluso para
describirlo, luego, impondrá la construcción de ese silencio en un trabajo de
lenguaje capaz de operar una crítica de sus propios clichés. Una imagen bien
mirada sería, entonces, una imagen que ha sabido desconcertar y después
renovar nuestro lenguaje y por lo tanto nuestro pensamiento”. Ibíd., p. 31.
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Introducción
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Introducción
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1. ENTRE LA EXCEPCIÓN
Y EL INTERREGNO
1. “The Right to Use Force”, Selected Writings, Volume 1, 1913-1926, Cam-
bridge, Massachusetts, The Belknap Press of Harvard University Press, 1997,
pp. 231-234. A menos que se indique lo contrario, las traducciones a lo largo
del libro son nuestras.
2. “Para una crítica de la violencia”, en: Para una crítica de la violencia y otros
ensayos. Iluminaciones IV, España, Taurus, 1991, pp. 32-33.
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1. Entre la excepción y el interregno
3. El temprano trabajo de David Viñas, Indios, ejército y frontera, Buenos Ai-
res, Santiago Arcos editores, 2003 (original de 1982), resulta paradigmático
para comprender los procesos de largo plazo en la constitución del nomos
territorial moderno y para establecer la relación entre la Conquista y las
guerras de pacificación del siglo XIX en la región. Dichas guerras, pensadas
en perspectiva histórica, constituyen un capítulo tardío de la “destrucción”
de las Indias occidentales iniciada con el Descubrimiento y continuadas en
la actualidad con los cruentos procesos dictatoriales y de pacificación (Cen-
troamérica), así como con las nefastas consecuencias de la modernización
compulsiva y neoliberal de los últimos años (migración, femicidios, precar-
ización del empleo, etc.). Por otro lado, una serie de trabajos recientes han
problematizado la versión liberal y liberacionista de la Independencia lati-
noamericana, entre los que podemos mencionar a Françisco-Xavier Guerra,
Modernidad e independencias: ensayos sobre las revoluciones hispánicas, España,
Editorial MAPFRE, 1992. Jaime Rodríguez O., La independencia de la Améri-
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5. Sin embargo, si el republicanismo puede ser concebido como una forma
política democrática destinada a interrumpir los procesos de acumulación
capitalista, entonces su fracaso histórico no evita que siga siendo un hori-
zonte irrenunciable para el pensamiento crítico contemporáneo. El debate
actual sobre republicanismo y la “re-habilitación” de Maquiavelo es ines-
capable para una discusión sobre esta problemática, la que ahora solo po-
demos dejar consignada.
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diferencia del siglo XIX y gran parte del XX, como un proceso
sin mediaciones ni contrapesos, cuestión que desoculta los
secretos del viejo orden liberal: la complicidad entre guerra y
acumulación moderna; el estado de excepción como regla de
un derecho que se auto-inmuniza de la violencia subalterna
(de la vida precarizada), inoculando en ella la violencia mítica
de la ley; el pacto social como garante de la propiedad y los
privilegios del hombre privado, pero no sólo del hombre abs-
tracto que Marx criticó como límite del imaginario burgués,
sino de las corporaciones como instancias transnacionales de
derecho privado que monopolizan la condición soberana de
la excepción.6
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ductivistas y sus respectivas teorías del sujeto y del sentido, pues lo que
unifica a la teoría de la articulación hegemónica y del sujeto soberano es una
misma concepción vulgar del lenguaje, sea como discurso político o como
expresión de demandas.
12. Hacia esto apunta la problematización de la relación amigo-enemigo
como definición esencial de la política en la lógica partisana de Carl Schmitt,
realizada por Jacques Derrida (Políticas de la amistad, España, Trotta, 1998).
Se trata de mostrar el carácter paradojal de la voluntad de poder (y de
reconocimiento) como fundamento de la razón política occidental y postu-
lar así un espacio no capturado por el diagrama jurídico y su constitutiva
violencia mítica. Imaginar la política más allá de dicha lógica instrumental
y calculabilista, para usar una noción weberiana, permitiría desocultar el
carácter aporético de la subjetividad y suspender su relación naturalizada
con los discursos de la soberanía. En términos de Derrida, se trata de poner
en cuestión una cierta configuración de lo político limitada a las lógicas del
reconocimiento familiar, fraternal y, finalmente, androcéntrico.
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13. En su texto Canallas. Dos ensayos sobre la razón, España, Trotta, 2005, Der-
rida nos advierte de la superación y reformulación de la soberanía por parte
de la política exterior norteamericana, radicalizada después de los atentados
del año 2001. A esta forma específica de metamorfosis le llamaremos “plieg-
ue soberano”.
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2000. Por otro lado, David Harvey aclara la relación entre neoliberalismo y
acumulación por desposesión (con especial referencia a Chile) en su libro A
Brief History of Neoliberalism, New York, Oxford University Press, 2005. Por
último, es necesario pensar esta transformación del patrón de acumulación
en el contexto del debate regional sobre modos de producción de los años
sesenta (Roger Bartra, Agustín Cuevas, Ernesto Laclau, entre otros); pues
lo que estaría en juego aquí sería nada menos que la reformulación de una
teoría marxista de la historia que fuera capaz de superar el esquematismo
y la linealidad del viejo modelo evolucionista del marxismo “vulgar”,
haciéndose cargo no solo de la acumulación flexible contemporánea, sino
también de los desarrollos recientes de la historiografía y la antropología
de la técnica.
15. De ahí que la crítica a la operación efectiva del derecho no sea una
disputa “filosófica” a nivel de los fundamentos, sino una interrogación “ge-
nealógica” de las nuevas positividades surgidas con el agotamiento histórico
del modelo liberal-republicano tradicional, orientada hacia la posibilidad de
un “nuevo” republicanismo que no se reduzca, ni se oponga tajantemente,
a considerar el problema del Estado, la política y el derecho. La impolítica
(an-hegemónica) como crítica de la “voluntad de voluntad” (autoconstitu-
ida, inmanente, autofundada en si misma) no se expresa como un “comu-
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18. Ver de Étienne Balibar “The Nation Form: History and Ideology”, en
Balibar y Immanuel Wallerstein, Race, Nation, Class: Ambigous Identities,
Londres, Verso, 1991, pp. 86-106. Y de Gareth Williams, The Other Side of
the Popular: Neoliberalism and Subalternity in Latin America, Durham, Duke
University Press, 2002.
19. Miguel Schor, “Constitutionalism through the Looking Glass of Latin
America”, Texas International Law Journal, Vol. 41, 1, 2006, pp. 1-37. Para una
crítica tanto del institucionalismo sociológico, como del constitucionalismo
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conservador, ver de Tony Negri, El poder constituyente. Ensayo sobre las alter-
nativas de la modernidad, Madrid, Ediciones Libertarias, 1993.
20. Ran Hirschl, Toward Juristocracy. The Origins and Consequences of New
Constitutionalism, Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press,
2004.
21. Michel Foucault, Defender la sociedad, Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica, 2000. Tema que ya está presente en sus tempranas investiga-
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23. Renato Cristi y Pablo Ruiz-Tagle, La república en Chile. Teoría y práctica del
constitucionalismo republicano, Santiago, Ediciones LOM, 2007. Recordemos
que la tipología de Carl Schmitt se encuentra en su temprano trabajo (1921)
sobre los regímenes de excepción (La dictadura, Madrid, Alianza, 2000); en él,
Schmitt distingue entre dictaduras comisariales, que suspenden el estado de
derecho para restablecer el orden, y dictaduras soberanas, que suspenden la
ley para refundar el pacto social. Un análisis complementario del carácter
fundacional de la dictadura de Pinochet se halla en la tesis (inédita) de Isabel
Cassigoli, Estado de excepción. La biopolítica del derecho, Santiago, Universidad
ARCIS, 2007.
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Violencia y destrucción
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29. Se trata de la “Tesis VIII”: “La tradición de los oprimidos nos enseña
que el “estado de excepción” en que vivimos es la regla. Tenemos que llegar
a un concepto de historia que le corresponda. Entonces estará ante nuestros
ojos, como tarea nuestra, la producción del verdadero estado de excepción;
y con ello mejorará nuestra posición en la lucha contra el fascismo”. “Sobre
el concepto de historia”, en: La dialéctica en suspenso. Fragmentos sobre historia,
Santiago, ARCIS-LOM, 1995, p. 53. Este fragmento, abusado indiscrimina-
damente en los últimos años, apunta, según nuestra lectura, al corazón de
la problemática histórico-jurídica acotada que estamos desarrollando y nos
permite pensar ese “verdadero estado de excepción” no como un acontec-
imiento por-venir, indescifrable, inscrito indeterminadamente en el derecho,
sino acaeciendo permanentemente en el corazón de la violencia mítica.
Después de todo, la oposición entre violencia pura y violencia mítica no
supone su existencia sustantiva y excluyente, como si una ocurriera cuan-
do la otra deja de acaecer, sino su entrecruzamiento permanente en cuanto
condición de posibilidad del derecho y de la política en tanto que algo más
que simple violencia sacrificial o mítica.
30. Recientemente, en su brillante comentario a la crítica de la violencia de
Benjamin, Federico Galende nos dice: “La policía se pone a disposición de
los mismos edictos que proclama, pero como estos “edictos” no son leyes,
entonces diremos que la policía configura una instancia en la que se puede
apelar a la ley, por fuera de la ley, para hacer cumplir la ley” Federico Gal-
ende, Walter Benjamin y la destrucción, Santiago, Metales Pesados, 2009, pp.
83-84.
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31. Aquí se encontraría el criterio que nos permite relacionar las más de cien
mil muertes de las guerras sucias del Cono Sur, las innumerables víctimas
de las guerras civiles centroamericanas, y las más de ochenta mil muertes
que la Guerra contra el narcotráfico, inaugurada y ejecutada durante el gobier-
no de Felipe Calderón en México (2006-2012), nos han dejado como herencia
en los últimos años. Lo que se repite en todos estos procesos, más allá de la
brutal violencia genocida (étnica y femicida), es la misma operación mítica
que comprende la crisis histórica como un problema de seguridad nacion-
al (soberanía y gobernabilidad). Así, la tarea principal del Estado ya no es
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Soberanía y des-incorporación
38. Ernst Kantorowicz, Los dos cuerpos del rey. Un estudio de teología política
medieval, Madrid, Alianza, 1985. Debo mencionar el trabajo decisivo de Eric
Santner, The Royal Remains. The People’s Two Bodies and the Endgame of Sover-
eignty, Chicago, The University of Chicago Press, 2011, pues ha iluminado
mi propio trabajo en más de un sentido.
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43. Ver su Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Valencia, Pre-textos,
1999.
44. Roberto Esposito, Immunitas, op. cit., 2005.
45. Por supuesto nos referimos al trabajo de Toni Negri, en particular, su
colaboración con Michael Hardt, Empire, Massachusetts, Harvard University
Press, 2000.
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46. Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas, México,
Siglo XXI, 2010.
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47. Ver Davide Tarizzo, La vitta, un’invenzione recente, Italia, Laterza, 2010.
Tarizzo, por otro lado, distingue soberanía de biopolítica de la siguiente
forma: la soberanía tiene como objetivo al pueblo, su constitución y su defi-
nición, mientras que la biopolítica tiene a la población, su control y su con-
tención. Así, la soberanía no es equivalente a la biopolítica y produce en ella
un cierto grado de indeterminación, precisamente porque el pueblo como
postulación nunca coincide plenamente con la población, como objeto de
las ciencias humanas y sociales. Recuérdese la diferencia entre pueblos ex-
puestos y pueblos des-figurantes que hemos tomado de G. Didi-Huberman.
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2. DICTADURA Y MODERNIDAD:
PARA UNA CRÍTICA DE LA FILOSOFÍA
DE LA HISTORIA DEL CAPITAL
Dictadura y globalización
1. Las cuestiones, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 11.
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4. Willy Thayer ha desarrollado esta hipótesis en: “El Golpe como con-
sumación de la vanguardia”, El fragmento repetido. Escritos en estado de ex-
cepción, Santiago, Metales Pesados, 2006, pp. 15-46. De todas maneras, no
se trata de una hipótesis empírica, sino de una propuesta de lectura que
permite comprender la continuidad entre el desmontaje del Estado nacion-
al-desarrollista implementado por la dictadura desde sus primeros días, y
la reorientación general del modelo de acumulación asociado con la global-
ización actual.
5. Dicha transición no debe entenderse como ruptura y re-fundación de
la política exterior norteamericana, sino como realización de su proyecto
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6. Además del célebre texto de Michael Hardt y Antonio Negri, Empire, op.
cit., 2000; habría que considerar el trabajo de William Spanos dedicado a las
continuidades de la razón imperial clásica-romana y contemporánea, por
ejemplo, America’s Shadow: An Anatomy of Empire, op. cit., 1999.
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7. Ver el argumento de Jean Franco, The Decline and Fall of Lettered City,
Massachusetts, Harvard University Press, 2002. El fin del Boom es también
el fin de la literatura como práctica privilegiada e institución de referencia
para comprender las dinámicas históricas y culturales latinoamericanas.
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9. “No somos “diferentes” sino iguales a las sociedades que nos precedieron
en la construcción de la modernidad: somos un producto de la transfor-
mación social, económica y técnica del campo cultural”. José Joaquín Brun-
ner, Cartografías de la modernidad, Santiago, Dolmen, 1994, p. 178.
10. Ibíd., p. 125.
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11. Es Brunner [El espejo trizado. Ensayo sobre cultura y políticas culturales,
Santiago, FLACSO, 1988] quien desdramatiza los debates antropológicos y
culturales latinoamericanos que tienen como hitos centrales a Octavio Paz,
El laberinto de la soledad, México, Fondo de Cultura Económica, 1992; Fer-
nando Ortiz, Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, Caracas, Biblioteca
Ayacucho, 1978; Ángel Rama, Transculturación narrativa en América Latina,
México, Siglo XXI, 1982; Antonio Cornejo Polar, Escribir en el aire: ensayo
sobre la heterogeneidad socio-cultural en las literaturas andinas, Lima, Editorial
Horizonte, 1994; Carlos Fuentes, El espejo enterrado, México, Fondo de Cul-
tura Económica, 1992; y en Chile, Pedro Morandé, Cultura y modernización
en América Latina: ensayo sobre la crisis del desarrollismo y su superación, Santi-
ago, Instituto de Sociología, Pontificia Universidad Católica de Chile, 1984,
entre muchos otros. Dicha desdramatización se mostró pertinente desde el
punto de vista de la hermenéutica cultural (Herlinghaus), pero impotente
frente a los procesos de flexibilización laboral que comenzaban a definir el
patrón de acumulación flexible del llamado post-fordismo contemporáneo.
Por otro lado, más allá de la antropología espiritual que alimenta la teoría
del ethos cultural latinoamericano, encontramos en el trabajo de Bolívar
Echeverría una concepción materialista del ethos barroco latinoamericano y
una problematización fundamental de la homologación entre modernidad y
capitalismo. Ver, por ejemplo, La modernidad de lo barroco, México, Ediciones
Era, 1998.
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15. Para una discusión matizada sobre este punto, ver Hermann Herling-
haus y Monika Walter, Posmodernidad en la periferia. Enfoques latinoamerica-
nos de la nueva teoría cultural, Berlín, Langer Verlag, 1994. Y John Beverley,
Michael Aronna y José Oviedo, The Posmodernism Debate in Latin America,
Durham, Duke University Press, 1995.
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18. Nicolás Casullo, sin embargo, muestra el olvido paradojal de los exper-
tos transitólogos contemporáneos de la siguiente manera: “La extinción de
la revolución científicamente fundamentada, el fin de una cosmovisión que
planteó la hechura de otra comunidad que nacería de manera inevitable desde
las calderas del capitalismo, debiera llevar a la teoría cultural y política a
una interrogación tan basta para comprender el sentido de la marcha civili-
zatoria […] que resulta incomprensible la poca importancia de análisis que
merece en las últimas décadas esta brutal inversión temporal del “sitio de la
revolución” desde el futuro al pretérito”, Las cuestiones, op. cit., p. 21.
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20. Para una versión alternativa ver Gabriel Salazar, Violencia política popular
en “las grandes alamedas”, Santiago 1947-1987: una perspectiva histórico-popular,
Santiago, Sur, 2000.
21. Ranajit Guha, Dominance without Hegemony: History and Power in Colonial
India, New York, Oxford University Press, 1997. Siendo su libro fundamen-
tal Elementary Aspects of Peasant Insungency in Colonial India, Durham, Duke
University Press, 1999.
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1985; junto a El espejo trizado, op. cit., 1988. En una perspectiva complemen-
taria, los documentos de trabajo publicados a mediados de los ochenta, en
CENECA y luego, en FLACSO. Junto a los enfoques politológicos de Tomás
Moulian y Manuel Antonio Garretón, especialmente, Análisis coyuntural y
proceso político: la fase del conflicto en Chile: 1970-1973, Costa Rica, Ediciones
Centro América, 1978. Una edición complementaria: La Unidad Popular y el
conflicto político en Chile, Santiago, SESOC, 1993. También Norbert Lechner,
La conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado, Santiago, FLAC-
SO, 1984; junto a Los patios interiores de la democracia, Santiago, FLACSO, 1988.
En un contexto más amplio, el trabajo de Adam Przeworski, Democracia y
mercado. Reformas políticas y económicas en la Europa del Este y América Latina,
New York, Cambridge University Press, 1995; y las diversas compilaciones
sobre Paraguay, Chile, Argentina y Uruguay realizadas por Saúl Sosnowski.
23. Gareth Williams en su libro The Other Side of the Popular, op. cit., 2002,
emplea la noción “Fictive Ethnicity” (tempranamente acuñada por Étienne
Balibar) para caracterizar la forma en que el Estado latinoamericano ha in-
terpelado a la ciudadanía desde una supuesta identidad común o nacional.
Desde dicha interpelación, las categorías descriptivas de la heterogeneidad
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30. Ver Norbert Lechner, La conflictiva y nunca acabada construcción del orden
deseado, op. cit., 1984, p. 151.
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34. Tomás Moulian, Chile actual. Anatomía de un mito, Santiago, LOM Edi-
ciones, 1997.
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40. Manuel Antonio Garretón. Hacia una nueva era política, op. cit., 1995.
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res sociales y hacer converger los múltiples tiempos abiertos con el fin de la
dictadura, a la temporalidad espacializada de la transición modernizadora.
43. Guilles Deleuze y Félix Guattari desarrollan esta crítica de las represent-
aciones colectivas impregnadas normativamente (edipizadas moralmente)
en su trabajo Mil Mesetas: capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pre-Textos,
1997. Asimismo, la incapacidad de pensar más allá de la constitución nómi-
ca del Estado nacional hace imposible percibir la anomia como interregno,
como indecidibilidad entre el viejo contrato social que marcó la geo-política
moderna y la nueva constitución anómica del orden mundial. Gracias a esta
imposibilidad de trascender la vocación contractualista, estos discursos son
incapaces de percibir la Pax Americana como razón imperial, confundiéndola
con la “buena nueva” de la modernidad tardía. En este sentido, las teorías
transitológicas siguen presas del paradigma nómico expresado ejemplar-
mente en la teoría del orden internacional de Carl Schmitt, The Nomos of
the Earth, op. cit., 2006, cuestión paradojal si consideramos que el mismo
Schmitt es una influencia fundamental para la tradición conservadora chile-
na y para su proyecto de refundación constitucional en plena dictadura. Ver:
Renato Cristi y Pablo Ruiz-Tagle, La república en Chile, op. cit., 2007.
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44. Carlos Ruiz, Seis ensayos sobre teoría de la democracia, Santiago, Universi-
dad nacional Andrés Bello, 1993.
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2. Dictadura y modernidad
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3. GOLPE, NIHILISMO Y NEO-VANGUARDIA:
EL DEBATE SOBRE LA AVANZADA Y LAS
POLÍTICAS DEL ARTE
1. Ante el tiempo. Historia del arte y anacronismo de las imágenes, Buenos Ai-
res, Adriana Hidalgo editora, 2008, p. 50.
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2. Nos referimos al intercambio entre ambos cuyo último momento ex-
plícito ocurrió en el Coloquio internacional sobre arte y política acaecido en
Chile, en junio del 2004.
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3. Golpe, nihilismo y neo-vanguardia
16. Márgenes e instituciones, op. cit., 2007, pp. 56-57. La referencia alemana
en boga en ese tiempo era Walter Benjamin, pero se trataba de un Benjamin
muy particular, asociado al campo de la visualidad y la reproductibilidad
técnica, como en el caso de las observaciones sobre fotografía y reproduct-
ibilidad de Ronald Kay [Del espacio de acá. Señales para una mirada americana,
Santiago, Editores Asociados, 1980] y de algunos tempranos textos sobre
arte de Enrique Lihn [compilados recientemente en: Textos sobre arte, Santia-
go, Ediciones Universidad Diego Portales, 2008]. Sin embargo, el nombre de
Benjamin seguirá siendo el eje de un tácito desacuerdo que cruza la escena
intelectual chilena hasta nuestros días.
17. Argumento de Tomás Moulian, Chile Actual, op. cit., 1998.
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22. Para ponerlo en una perspectiva más general, lo que está en juego en
esta observación es el cambio del lugar asignado al arte y la literatura del
“Tercer Mundo”, ya no adscrita al modelo de la alegoría nacional anti impe-
rialista, sino en estado de deriva, una vez que el mismo patrón de acumu-
lación ya no se condice con el modelo centro-periferia. Distancia entonces
con el modelo universalizado de lectura sugerido por Fredric Jameson,
“Third World Literature in the Era of Multinational Capitalism”, Social Text
15 (1986), pp. 65-88, modelo que se ha convertido en una suerte de “actitud
natural” para leer la literatura y el arte regional en los procesos de formación
y crisis nacionales.
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Nihilismo y transvaloración
23. “Cuatro alcances”, en: Márgenes e instituciones, op. cit., 2007, p. 199.
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28. Willy Thayer, “Vanguardia, dictadura, globalización”, op. cit., pp. 255-
256.
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33. Habría que tomar en cuenta los múltiples trabajos de artistas visuales
que ya desde fines de los ochenta parecen resistir lo que ellos identifican
como “el discurso teórico de la crítica”, desde posturas que, paradojalmente,
no solo son “teóricas” sino incluso, testimoniales. A su vez, lo que Oyarzún
catalogó como una “vuelta a la pintura” una vez que la “avanzada” se
convirtió en “capítulo de historia” (“Arte en Chile”), es retomado reciente-
mente por Guillermo Machuca quien problematiza la producción artística
relacionada con el Magíster de Artes Visuales de la Universidad de Chile
en los últimos años, relacionada con la misma noción de escena y de esta
“vuelta” a la pintura “después de Duchamp”. Ver de Machuca, Frutos del
país. Después de Duchamp, Santiago, Editorial La Blanca Montaña-Magíster
en Artes Visuales, Universidad de Chile, 2003. A su vez, Galende reciente-
mente ha publicado el segundo tomo de sus Filtraciones dedicado a discutir
la escena artística desde mediados de los años ochenta, es decir, posterior a
la “avanzada”. Federico Galende, Filtraciones II. Conversaciones sobre arte en
Chile (de los 80’s a los 90’), Santiago: ARCIS-Cuarto propio, 2009.
34. El caso ejemplar está dado por la llamada Batalla del Bellas Artes, del año
2000, y que se refería a los criterios curatoriales ejercidos por Justo Pastor
Mellado y la “injusta” representatividad de su muestra “Transferencia y
densidad” referida históricamente al periodo que va desde 1973 hasta esa
fecha. La no inclusión de algunos y la omisión de otros habría activado la
polémica. Ver de Mellado: 1973-2000: Transferencia y densidad, Santiago, Mu-
seo Nacional de Bellas Artes, 2000. También: Revista de Crítica Cultural, 29-
30; y la página Web de Mellado: (http://justopastormellado.cl/) donde éste
desarrolla un asiduo trabajo de análisis de coyuntura.
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Nihilización neoliberal
Sin embargo, todavía tendríamos que entender la relación
entre el nihilismo y el proceso de valoración no como el resul-
tado de una lectura pesimista y circunstancial del presente, ni
tampoco como el inadvertido efecto de una monumentaliza-
ción del golpe o de la articulación del capitalismo como sis-
tema mundial, sino como la constatación de las condiciones
materiales de inscripción de la práctica intelectual en la actua-
lidad. Si el golpe es leído como big bang de la globalización,
la metáfora, a pesar de su carácter rimbombante, apunta a un
cambio sustantivo en las relaciones de producción y circula-
ción en las que se desarrolla la práctica intelectual en general,
y las artes visuales en particular (lo que más de alguno ha lla-
mado la bienalización del arte, su sobredeterminación a partir
de eventos internacionales es un claro ejemplo de esto). La con-
dición nihilista del proceso globalizador no se debe, entonces,
a la desazón de Thayer o de cualquier afligido testigo de fines
del siglo XX, sino que expresa la indiferenciación radical entre
pensamiento crítico y facticidad, es decir, la imposibilidad de
elaborar un metacriterio para tomar distancia del predominio
mudo y brutal de dicha facticidad. El primer síntoma de este
predominio sería la “impotencia categorial” del presente, el
hecho de que éste, como tal, ya no constituya actualidad; esto
es, el hecho sencillo y terrible de que nos encontremos confron-
tados con un mundo inédito para cualquier sistema categorial
moderno, como si habitásemos el desierto nietzscheano lleno
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Duelo y modernización
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41. “Un día, de golpe, tantos de nosotros perdimos la palabra, perdimos to-
talmente la palabra. Otros en cambio –fuerza o debilidad– (se) perdieron esa
pérdida: pudieron seguir hablando, escribiendo, y, si cambio de contenido,
sin embargo, ningún cambio de ritmo en su hablar, en su escritura. Destino,
esa pérdida total fue nuestra única posibilidad, nuestra única oportunidad”,
Patricio Marchant, Sobre árboles y madres, Buenos Aires, La Cebra, 2009, p.
348.
42. Eltit introduce la condición fracturada de esta habla “histórica” y mi-
noritaria, con una indicación sobre la condición social de la lengua en el
país: “[e]s Chile, pensé. Chile entero y a pedazos en la enfermedad de este
hombre; jirones de diarios, fragmentos de exterminio, sílabas de muerte,
pausas de mentira, frases comerciales, nombres de difuntos. Es una onda
crisis del lenguaje, una infección en la memoria, una desarticulación de to-
das las ideologías. Es una pena, pensé” (17), El padre mío, Santiago, Francisco
Zegers, 1989. Las entrevistas al padre mío fueron realizadas entre 1982 y
1985. Esta “habla histórica” tiene, por otro lado, una versión post-mimética
y casi pícara en los Sermones y prédicas del Cristo del Elqui de Nicanor Parra
(1977 y 1979, respectivamente), cuyo tono complejiza la hipótesis del mod-
ernismo melancólico.
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sin embargo, también habría que distinguir las obras mismas, del discurso
autoral y del discurso crítico, en el entendido que la potencialidad de una
obra no se reduce ni a su mutismo anasémico ni se agota en lo que su autor
pueda decirnos de ella.
46. Si atendemos a las pausas y previsiones (en cursivas en la nota anteri-
or) con las que Oyarzún despliega su lectura, entonces lo que está en juego
no es la simple construcción de un criterio general de organización de la
“heterogeneidad sensible”, sino una paráfrasis irónica que devuelve las as-
piraciones de la lectura oficial de la neovanguardia de fines de los setenta y
principios de los ochenta, a un proceso de mediano plazo marcado por un
cierto principio evolucionista de comprensión, para el cual, la continuidad
de la modernización se realiza en la ruptura modernista; así como la rup-
tura dictatorial confirma a la tradición excepcionalista del Estado en forma
chileno.
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47. Pensar las obras más allá de las claves historiográficas oficiales, de
las retóricas de la conmemoración y de los discursos autorales, siempre
preocupados de “tapar el sol con un dedo”, es pensar las obras en su invol-
untario acoplamiento temporal, en su montaje (sin autor ni director) y su
proliferación. Es decir, es pensar las obras en su eventualidad y su serialidad
como explosión heteróclita de la Historia, siempre hilvanada en torno a una
temporalidad mayor o dominante. Esa sería la condición para escribir una
historia del arte, y una historia en general, atenta a los anacronismos y diver-
sos tempi de la historia, según observa Georges Didi-Huberman en su Ante
el tiempo, op. cit., 2008, en relación a la práctica histórico-crítica de Walter
Benjamin, Aby Warburg y Carl Einstein.
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51. Y esta sería otra dimensión del mismo problema, ¿cuál es el estatuto
de dicho “fin del arte” en Duchamp?, ¿cómo entender el ready-made sin con-
firmar la voluntad de ruptura que caracteriza y continúa al vanguardismo
histórico?, ¿cuál es el estatuto de la scición duchampiana con respecto a la es-
tética occidental?, ¿cómo pensar una noción de ruptura que no opere como
confirmación del historicismo?, ¿fracturas, escansiones, desplazamientos,
etc.? En el fondo, si todo nuestro problema tiene que ver con la desistencia,
reserva infinita con la filosofía de la historia, entonces, todo nuestro proble-
ma tiene que ver con la cuestión del “corte y el no calce”, de la ruptura y la
formulación “teológica-política” del evento. En última instancia, la desisten-
cia como impolítica implica un cierto motto fenomenológico radical: “a las
obras mismas”.
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Apuntes sobre arte y trabajo, Santiago, Palinodia, 2011, donde Duchamp apa-
rece como extremo de la voluntad cosificante de las vanguardias europeas.
En un gesto, de alguna manera rancièriano, Galende le transfiere a Du-
champ un cierto esteticismo decisionista que termina por reificar la brecha
entre arte y vida. Habría que problematizar cuidadosamente esta lectura de
Galende que, entre otras cosas, no acusa recibo de la propuesta de Oyarzún,
siendo, a la vez, su contraparte. Lamentablemente, desarrollar este intrin-
cado problema nos llevaría muy lejos respecto de nuestro cometido actual.
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Comparecencia y anacronía
En un texto elaborado con ocasión de la presentación de
Modernismos historiográficos, Thayer indicaba cómo la inter-
pretación llevada a cabo por éste no habría puesto suficiente
atención a la diferencia entre obra y crítica, es decir, no habría
reparado en que su debate con Richard, por ejemplo, expre-
saba una incomodidad con su lectura de la “avanzada” y no
con las obras agrupadas bajo tal denominación. Por eso, aun
cuando Oyarzún ya había advertido una cierta “solidaridad
de gestos” entre la ruptura del golpe y el rupturismo funda-
cional de dicha lectura, una suerte de complicidad manifiesta,
todavía parecía necesario extremar la crítica al historicismo y
su concepción vulgar de la temporalidad, sobre todo porque
dicha concepción impregna no solo las versiones oficiales de
la cultura y la transición, sino también aquellas concepciones
de la política que siguen pensando el problema de la justi-
cia como una cuestión de diseño. Thayer llama a esto último
“complicidad o proximidad estructural”,54 abriendo así una
nueva dimensión en la discusión; dimensión ésta orientada a
señalar la copertenencia entre arte y mercancía, representación
y clausura de la representación, vanguardismo e innovación,
ruptura y axiomática capitalista, como resultados de la su-
puesta realización metafísica de la historia universal.
Es en este pasaje desde la “complicidad de gestos” entre
el corte profundo de la dictadura y el “corte y no calce” de la
“avanzada”, hacia lo que se ha presentado como “complici-
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4. POÉTICAS DEL HABITAR:
LA HISTORIA COMO
REPETICIÓN Y CATÁSTROFE
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2. Ver “Perdidas palabras, prestados nombres” Pablo Oyarzún & Willy
Thayer, en: Patricio Marchant, Escritura y temblor, Santiago, Cuarto propio,
2000, p. 4.
3. “Perdidas palabras, prestados nombres”, Escritura y temblor, op. cit., pp.
11-12.
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4. poéticas del habitar
4. Federico Galende desarrolla una sugerente crítica a la hipótesis del golpe
a la lengua advirtiendo en ella un olvido negligente del “verdadero aconte-
cimiento de Chile: el de la llegada de la Unidad Popular al poder” (62) “Esa
extraña pasión nuestra por huir de la crítica”, Revista de Crítica Cultural, 31
(Santiago: junio del 2005), pp. 60-63. Sin embargo, todavía sería necesario
determinar hasta qué punto la Unidad Popular, su dignidad republicana,
no es una inseminación retro-proyectiva elaborada desde el presente; esto
es, hasta qué punto no se introduce aquí, subrepticiamente, un principio
valorativo, binario y, finalmente, fonologocéntrico.
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Anasemia y literalidad
Como advertíamos previamente, debemos a Patricio
Marchant no solo la hipótesis del golpe a la lengua, sino
también una entramada y compleja lectura sobre el habitar
latinoamericano, sobre la relación entre estancia temporal y
un cierto “estar de paso” en la lengua, marcado por la im-
propiedad y el don, por el préstamo y la pérdida. En efecto,
el trabajo de Marchant se caracteriza por formular la proble-
mática relación entre pensamiento, lenguaje e imaginación
literaria en América Latina y, aun cuando no sería fácil ins-
cribir su pensamiento en algún campo profesional o discurso
académico identificable, lo cierto es que constituye un aporte
indesmentible para reflexionar sobre el espacio literario y su
relación con el histórico habitar latinoamericano, sin repetir
ingenuas nomenclaturas antropológicas o identitarias. No hay
en su trabajo, como veremos, ningún intento reivindicativo de
la especificidad onto-antropológica de lo latino, lo indígena,
lo criollo o lo mestizo, cuestión que define la especificidad de
su pensamiento en contraste con el horizonte identitario, libe-
racionista y de-colonialista que caracteriza y ha caracterizado
al pensamiento regional en sus versiones más relevantes.
Marchant fue autor de un libro único titulado Sobre ár-
boles y madres5, un trabajo auto editado que apareció en 1984
y que estaba dedicado, en términos generales, a la poesía de
Gabriela Mistral a quien él mismo consideraba como una
poeta cuya elaboración de la experiencia errática del habitar
humano la distinguía y la desmarcaba de las recepciones ha-
bituales que de su obra se han hecho. Junto a este libro casi
secreto, relativamente inadvertido por la crítica convencional
de entonces y de ahora, habría que mencionar la serie de en-
sayos y conferencias que, con el título de Escritura y temblor,
han aparecido el año 2000. Gracias a esto y a unas cuantas
contribuciones acotadas a su trabajo, recién pareciera posible
5. Patricio Marchant, Sobre árboles y madres: poesía chilena, Santiago, Edi-
ciones Gato Murr, 1984.
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12. Marchant no está solo en esta insistencia, pues habría que releer a Octa-
vio Paz, José Lezama Lima y Bolívar Echeverría en un horizonte similar, es
decir, como artífices de una poética marcada a fuego por el histórico habitar,
una poética, entonces, que opone su semiosis figurativa al “clasicismo co-
municativo” del capital (su racionalidad aritmética).
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El regreso24
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Caímos y levantábanos,
cocida la cara de llanto,
y lo reído y lo llorado,
y las rutas y los senderos
y las partidas y los regresos,
las hacían con nosotros,
el costado en el costado
De la jornada a la jornada
jugando a huerta, a ronda, o canto,
al oficio sin Maestro,
a la marcha sin camino,
y a los nombres sin las cosas
y a la partida sin el arribo
fuimos niños, fuimos niños,
inconstantes y desvariados.
Y baldíos regresamos,
¡tan rendidos y sin logro!,
balbuceando nombres de “patrias”
a las que nunca arribamos.
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26. “Una extraña civilización existió y aún existe, civilización que se carac-
teriza por la siguiente especialidad: considerar que ella, y sólo ella, posee de
veras un “nombre propio”. Esta civilización se hace llamar Europa y llama
a su “nombre propio” Espíritu”. “‘Atópicos’, ‘etc.’ e ‘indios espirituales’”
(1989), Escritura y temblor, op. cit., p. 380.
27. Pablo Oyarzún, “Regreso y derrota. Diálogo sobre el “gran poema”, el
estar y el exilio”, La letra volada, op. cit., pp. 237-248.
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32. Por eso, resulta importante destacar el tremendo influjo de Carl Schmitt,
Friedrick von Hayek y Juan Donoso Cortés en el ideólogo fundamental de
esta operación, Jaime Guzmán, el artífice de la Constitución de 1980. Ver,
Renato Cristi, El pensamiento político de Jaime Guzmán. Autoridad y libertad,
op. cit., 2000.
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33. Carl Schmitt, The Nomos of the Earth in the International Law of the Jus
Publicum Europaeum, op. cit., 2006.
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Transición al nihilismo
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36. Ibíd., p. 223. Esta habladuría no refiere a una dimensión moral, como si
Marchant estuviese criticando de manera superficial un desvío de la histo-
ria, sino a la misma condición histórica de una lengua ensortijada y atrapada
en la euforia de la transición. El nihilismo de la transición no es un problema
técnico ni moral, entonces, sino su mismo dispositivo, en la medida en que la
transición al nihilismo es el abandono del proyecto histórico republicano sin
que se conozca, por ahora, otro que le reemplace, más allá de la facticidad
neoliberal contemporánea.
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5. EL ESTATUTO FILOSÓFICO DEL POEMA:
VARIACIONES SOBRE EL NOMBRE
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2. Al menos dos serían los textos referenciales que dan cuenta de esta esce-
na neo-vanguardista y su relación con el golpe y sus consecuencias. Rodrigo
Cánovas, Lihn, Zurita, ICTUS, Radrigán: literatura chilena y experiencia autori-
taria, Santiago, FLACSO, 1986; y Eugenia Brito, Campos Minados. (Escrituras
post-golpe en Chile), Santiago, Editorial Cuarto Propio, 1990.
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5. El estatuto filosófico del poema
Señoras y señores
Ésta es nuestra última palabra
-Nuestra primera y última palabra-:
Los poetas bajaron del Olimpo.
3. Cito de acuerdo a Nicanor Parra, Obras Completas I & algo + (1935-1972),
Colombia, Galaxia Gutenberg, 2006, p. 143.
4. Ver el estudio comparativo de Rosa Sarabia, Poetas de la palabra hablada,
Londres, Támesis, 1997. Ver también el reciente trabajo de Matías Ayala,
Lugar incómodo: poesía y sociedad en Parra, Lihn y Martínez, Santiago, Uni-
versidad Alberto Hurtado, 2010. El estudio de Ayala está tramado por las
tensiones entre poesía y sociedad y, en el caso de Parra, Ayala se atreve a
ponderar las diferencias entre un momento fructífero asociado con su Obra
gruesa (compilación sumaria que va desde 1954 a 1969) y con sus estrategias
coloquiales e irónicas, balanceadas con su apelación al lenguaje cotidiano
y popular; y un momento tardío en el que el poeta, víctima de su propio
personaje, desactiva la ironía característica de su pasado antipoético en una
producción de objetos (Cachureos) tibios y no elaborados: “Su trabajo con
el habla de la burocracia capitalina, con las voces populares y con el cantor
campesino –ingenuo y burlón a la vez- es posible que hayan sido suficientes
para creerse eximido, durante la dictadura, de algún trabajo literario más
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complejo” (78), pero no para estar a la altura de los demás poetas que desar-
rollaron un fino trabajo con el lenguaje durante dicho régimen. Aun cuando
compartimos el análisis general de Ayala, creemos que la traducción del Rey
Lear y Los sermones y prédicas del Cristo del Elqui (1977) junto a Los nuevos
sermones y prédicas del Cristo del Elqui (1979), todavía pueden ser leídos más
allá de este juicio terminal.
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5. El estatuto filosófico del poema
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6. Nicanor Parra, Sermones y prédicas del Cristo del Elqui VI, Obras completas II
& algo +, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2011, p. 10.
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7. Patricio Marchant, Sobre árboles y madres: poesía chilena, 2 edición, Buenos
Aires, La Cebra, 2009, p. 329.
8. Diamela Eltit, Lumpérica, Santiago, Ediciones del Ornitorrinco, 1983.
También, El padre mío, Santiago, Francisco Zegers, 1989. Se trata, en todo
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El nombrar teológico-poético
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5. El estatuto filosófico del poema
13. Algo similar ocurre en Nocturno de Chile (2000), donde la escena literaria
bajo dictadura se da cita, durante las noches, en la casa de María Canales
(Mariana Callejas), esposa de un oscuro personaje extranjero (Michael
Townly, agente de la CIA y asociado a los aparatos represivos de la dictadu-
ra). En aquella casa convergen, en una ironía que resalta la copertenencia del
vanguardismo estético y los dispositivos tecno-militares, la escena literaria y
lo más podrido de la seguridad estatal. El personaje central de la novela, el
cura Sebastián Urrutia Lacroix, poeta y crítico literario, firmaba sus reseñan
como H. Ibacache –alusión imperdible a Ibáñez Langlois- Valente. Pero,
más allá de los excesos sardónicos de Bolaño, interesa pensar el dispositi-
vo tecnológico (los aviones sobre Nueva York, los bulldozer en el Desierto
de Atacama) que habilitan el poema, sin caer en la oposición binaria entre
poesía y técnica, cuestión imprescindible para pensar la temporalidad del
poema después del golpe. Ver, Roberto Bolaño, Estrella distante, Barcelona,
Anagrama, 1996. También, Nocturno de Chile, Barcelona, Anagrama, 2000.
14. Peter Sloterdijk, Temblores de aire. En las fuentes del terror, Valencia,
Pre-Textos, 2003.
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18. Anteparaíso, p. 116, Cánovas lee precisamente este poema como ejemplo
de la transmutación zuritana: “la relación amorosa obra aquí como un paisa-
je emblemático más de “lo nacional”: la separación alude a una comunidad
chilena fragmentada y el encuentro final, a la reunión de esa comunidad […
el poema marca el paso…] Del abandono al amor, de la patria traicionada a
su liberación” (76).
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24. La flor del extérmino. Escritura y poema tras la invención – de América, Bue-
nos Aires, La Cebra, 2011, p. 135. Las observaciones de Ajens aparecidas en
este libro ya habían sido presentadas (aunque publicadas posteriormente)
en su contribución al volumen sobre Marchant editado por Miguel Valderra-
ma, Patricio Marchant. Prestados nombres, Buenos Aires, Palinodia-La Cebra,
2012, con el título: “EX-AUTOS. Autógrafos para Patricio Marchant”, pp.
113-129.
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26. Op. cit., p. 134. Ajens incluso observa la mala traducción de Neruda
desde el quechua, en sus poemas del Canto General, como indicación no solo
de la ignorancia sino también del descuido, todo el irreflexivo, con respecto
a las tradiciones “poéticas” andinas. No se trata de corregir (ni co-regir) la
traducción, sino de mostrar su misma imposibilidad como posibilidad del
poema, un poema que ya no podrá ser inscrito en la “Gran Poesía” latino-
americana y chilena, aun cuando muchos intenten hoy abastecer el archivo
latinoamericanista con más “novedades” andinas o mesoamericanas.
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28. Alain Badiou, Manifiesto por la filosofía, Buenos Aires, Nueva Visión,
1989, p. 47. Badiou presenta parte de este polémico texto en el coloquio
dirigido por Jacques Rancière, La politique des poètes. Pourquoi des poètes en
temps de détresse?, Paris, Éditions Albin Michel, 1992, “L’âge des poètes”,
pp. 21-38. Texto seguido de una brillante respuesta por parte de Philippe
Lacoue-Labarthe, “Poésie, philosophie, politique”, pp. 39-63. El mismo
Lacoue-Labarthe desarrolla esta polémica más sustantivamente en su libro
(originalmente publicado el 2002), Heidegger, la política del poema, Madrid,
Trotta, 2007. Volveremos a esta intervención más adelante.
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29. “El matema es aquí aquello que, haciendo desaparecer al Recitador, su-
primiendo su lugar de toda validación misteriosa, expone la argumentación
a la prueba de su autonomía, y por consiguiente al examen crítico, o di-
alógico, de su pertinencia”, Alain Badiou, “El recurso filosófico del poema”,
Condiciones, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2002, p. 85.
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4. RETORT, Afflicted Powers. Capital and Spectacle in the New Age of War,
New York, Verso, 2006. Ésta es la segunda edición aumentada de un texto
que apareció el 2005.
5. Jacques Derrida, Canallas. Dos ensayos sobre la razón, España, Trotta, 2005.
6. Jean Baudrillard, Simulacra and Simulation, Ann Arbor, The University
of Michigan Press, 1994.
7. De todas maneras, a pesar de la llamada vulgata heideggeriana como reac-
ción cuasi romántica a la tecnología o a la tecnificación, habría que advertir
la complejidad de la reflexión heideggeriana sobre la cuestión de la técnica
que, en principio, y más allá de las formulaciones sociológicas sobre la racio-
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14. Ver el capítulo 3 de su libro ¿Qué es un aparato estético?, op. cit.: “Walter
Benjamin, la cuestión de la técnica y el cine”, pp. 73-88.
15. Déotte, ¿Qué es un aparato estético?, op. cit, 2012, pp. 53-54. Y esta im-
posibilidad de desnudez total no apunta a la lectura estándar del texto de
Benjamin sobre la violencia, en el que la vida aparecería como el objetivo
central de la violencia mítica del derecho, sino a las apropiaciones contem-
poráneas de esta desnudez (blosses Leben) en el campo de la filosofía política
(Agamben, por ejemplo). Por otro lado, la crítica de Rancière a Benjamin
aparece en su “Mechanical Arts and the Promotion of the Anonymous”, The
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ilio de los nombres debe ser re-evaluada, precisamente porque la tarea del
traductor no consiste devolverle la condición originaria o divina al nombre,
perdida en su extravío a través de los idiomas, sino la de aceitar convenien-
temente el engranaje del aparato lingüístico a disposición para dicha tarea.
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17. Programáticos en este sentido son sus volúmenes Poética del cine, Santia-
go, Editorial Sudamericana, 2000; y Poetics of Cinema 2, París, Dis Voir, 2007.
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ese país, toda vez que esta película trata de manera irónica
la problemática del exilio, restándole a sus protagonistas el
tono sacrificial que los redimía en tan desesperada situación.
Mouesca recuerda, precisamente, que por el mismo perio-
do en que la película se presentaba en el cine Marais, en el
Olympia se organizaba un recital de música en apoyo a los
chilenos donde participaron Quilapayún, con su famosa can-
tata Santa María de Iquique, junto a Inti Illimani, los hermanos
Parra, mientras, en el fondo del escenario, una “brigada”
de pintores realizaba un mural que empezaba y terminaba
con el recital (José Balmes, Gracia Barrios, José García, José
Martínez).22 Esta anécdota marca una serie de desencuentros
entre las expectativas que generaba Ruiz por ser un cineas-
ta latinoamericano y, particularmente, chileno y el carácter
atípico de sus películas, que no cumplían con la cuota de real-
ismo mágico y de exotismo, ni menos con el tono martirizante
y denunciatorio que el público europeo, tibiamente solidario
del Tercer Mundo, esperaba. Quizás en la historia secreta de
estos desencuentros se halle un capítulo central del etnocen-
trismo contemporáneo, sin embargo, más allá de esto, lo que
está en cuestión aquí no es sólo la indolencia de Ruiz frente
al problema del exilio, sino su desconfianza con las insisten-
cias y esperanzas del establishment cultural chileno, ahora
diaspóricamente distribuido por el mundo. Michael Goddard
refiriéndose a Diálogos de exiliados, nos dice:
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26. Ruiz, en sus conversaciones editadas en Chile, nos dice: “La idea es
muy simple, es casi un chiste, es que los chilenos hablamos un castellano
fracturado, doloroso, con una sintaxis sorprendente, que si uno piensa que
es una mezcla de dos idiomas, podría pensar que es posible. Pero es eviden-
te que los chilenos no hablamos el español mezclado con el mapuche, con
el huilliche, hablamos con un lenguaje hipotético. Es un lenguaje hipotético,
que es una especie de lo que en cine se llama el espacio en off [por ejemplo]
Se acerca una señora y yo le abro el paraguas y la señora me dice: “Puedo
refugiarme bajo su paraguas”. Yo le digo: “Por supuesto, señora”. Y ella me
dice: “¿Usted se llama Fernando López de Mulchén, no?”. Yo le dije: “No”.
Y ella me dijo: “¿Y por qué?” (risas). Me refiero a este tipo de cosas”. Eduar-
do Sabrovsky (editor), Conversaciones con Raúl Ruiz, Santiago, Universidad
Diego Portales, 2003, p. 35.
27. En este sentido, la película La expropiación (1971), con Jaime Vadell,
Nemesio Antúnez, Delfina Guzmán y Luis Alarcón, trata sobre un propi-
etario tradicional del sur del país y un funcionario de gobierno que lo visita
para expropiar sus tierras y repartirlas entre los campesinos; sin embargo,
estos campesinos se resisten a expropiar a su patrón con quien se identifican
y terminan por asesinar al ingeniero, quien resultó ser amigo de infancia
del propietario. Se trata de una historia contra-intuitiva que contradice la
representación heroica de los sujetos históricos en ese periodo.
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30. José Román: “ ‘El guión lo hago al final’: declaraciones de Raúl Ruiz a
José Román”, Enfoque 7, 1986, 37-41.
31. Revelador, por lo mismo, resulta el hecho de que la recepción hecha por
la crítica norteamericana a la película La vida es sueño, estrenada en Nueva
York a fines de los años 80, repare no solo en la calidad indesmentible de su
propuesta (una mezcla de Resnais y Buñuel, con un toque de Godard), sino
en el efecto adormecedor de su bastante exigente montaje: “La vida es sueño
es, en adición a algunos momentos brillantes, interesante desde el punto de
vista técnico. Pero hay momentos incluso en las secuencias mejor intencio-
nadas cuando una siente que se va quedar dormida” (Jami Bernard, “Wide
Awake in the Land of Dreams”, New York Post, Weekend, Friday, diciembre
30, 1988); o “La vida es sueño tiene como requisito cabecear. En efecto, la audi-
encia representada en la película –mitad fascinada, mitad roncando- parece
ser una parodia de la misma audiencia que tiene Ruiz en sus películas” (J.
Hoberman, “Beautiful Dreamers: Clockwise from Left, Life is a Dream, Le
Doulos, and Horse Thief”, The Village Voice, New York, diciembre 01, 1988).
Por supuesto, lo que tendríamos que pensar a cabalidad es el estatus de
dicho aburrimiento, más allá de las convenciones del cine comercial.
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38. Jorge Luis Borges, “El informe de Brodie”, Obras Completas II, Buenos
Aires, Emecé, 1994. Pp. 451-456. Este cuento es una paráfrasis de la cuarta
parte de los viajes de Gulliver, la irónica novela de Jonathan Swift (1726). Por
otro lado, habría que leer esta “ironización del colonialismo” a contrapelo
del secreto de El etnógrafo, ese otro relato borgeano híper comentado, pues
aquí el único secreto de Adam y Eden es que no hay secreto sino invención
(artificio).
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Escatología blanca
Hipogrifo violento
que corriste parejas con el viento
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41. Adrian Martin. ‘Never One Space: An Interview with Raúl Ruiz’, Cine-
ma papers, número 91 (enero 1993), p. 61
42. Frances Yates, El arte de la memoria, Madrid, Ediciones Siruela, 2005.
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44. Así, el cine como aparato y alegoría de la memoria, tanto como la vieja
cartelera y la disposición de la sala, así como la pantalla y el entorno en
general, funcionan en la película como posibilidad de anamnesis, esto es, de
rememoración viva (opuesta a la recolección o hipomnesis), lo que nos per-
mite pensar la problemática del aparato memorístico-cinemático más allá de
la tradición platónica que lee en la artificialidad de la escritura y de la técnica
(calculadora, fotografía, cine) la decadencia de la memoria y la pérdida de
la verdad. Se trata de una problematización de la tradición inaugurada por
el Fedro de Platón y cuya versión moderna estaría en la sospecha de Husserl
contra la tecnificación calculabilista de las matemáticas, por ejemplo. Ver,
Jacques Derrida, “La farmacia de Platón”, La diseminación, Madrid, Funda-
mentos, 1975, pp. 91-260.
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