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i. Introducción:
En este trabajo trato de hacer una relación entre una cultura que domina a la humanidad, a
decir, la cultura de la jerarquía que se ha llamado también patriarcal o cultura de guerra, por un
lado y el abuso sexual, por el otro. Así como a la denegación de la que son objeto las personas
que han sufrido el abuso. Se revisa que el sentimiento de vergüenza es un instrumento del que
se vale dicha cultura para sostener una estabilidad o Paz Negativa promoviendo silencio,
evitación y ocultamiento de los abusos. Esto conlleva una falsa percepción de que las cosas se
resuelven cuando no son enfrentadas y se esconden. Las familias, escuelas, empresas y
vecindarios se unen para negar los abusos y cuidarse de la vergüenza que representaría que uno
o más de sus miembros sea un abusador sexual y uno o más de sus miembros un abusado sexual.
iii. Introduction
In this work I try to make a relationship between a culture that dominates humanity, to say,
the culture of hierarchy that has also been called patriarchal or culture of war, on the one hand
and sexual abuse, on the other. As well as to the denial of which the people who have suffered
the abuse are subject. It is reviewed that the feeling of shame is an instrument that this culture
uses to sustain a stability or Negative Peace promoting silence, avoidance and concealment of
the abuses. This leads to a false perception that things are resolved when they are not confronted
and hidden. Families, schools, businesses and neighborhoods come together to deny abuse and
take care of the shame that one or more of its members would be a sexual predator and one or
more of its members a sexually abused.
v. Marco Teórico:
a. La Paz Negativa:
Tenemos referencias históricas que nos hacen suponer que desde que la humanidad tuvo que
enfrentar las sequias que siguieron a las inundaciones de la post glaciación se inició un proceso
de desarrollo urbano que conllevó a la necesidad de orden y seguridad de los asentamientos
humanos. Para resolver esas nacientes necesidades se desarrolló una estructura jerárquica que
tendría como misión la evitación del conflicto mediante la fuerza y el liderazgo de hombres
sabios que con el paso del tiempo se enamoraron de su poder y los privilegios que este poder les
daba (Naranjo, 2004).
Posiblemente por motivos relacionados a la gestación y la crianza, las funciones relativas al
orden, la seguridad, la defensa, la guerra, la supresión del conflicto fueron volviéndose funciones
del varón y al llevarse esto al entorno familiar del padre. El orden y la seguridad de la familia se
organizó en forma similar y se aceptó que el padre fuera el jerarca mayor en el orden familiar. Al
pasar el tiempo se fue asumiendo que las funciones de paternaje (seguridad, proveer, competir,
luchar, guerrear, imponer, someter, etc.) eran más valiosas que las del maternaje (relaciones
afectuosas, gestación, amamantar, el útero emocional para los recién nacidos, las acciones
coordinadas y conversadas, etc.) (Ávila, 2017).
Así es como se fue constituyendo una cultura que se apoya en exceso en un solo pie, el del
orden jerárquico dejando de un lado el aspecto de socializar, conversar, construir vínculos
afectivos, cuidar la ternura y la comprensión.
Durante el Imperio Romano se acuño el termino Pax Romana, que hace referencia a la idea
de que si todo el mundo se somete a las leyes y principios del imperio habrá paz. Así se impuso
la idea de que la paz es la aceptación impuesta del poder de una jerarquía fundamentada en el
uso de la fuerza. Si todos aceptamos la ley impuesta hay paz. Johan Galtung en el siglo XX
reconoce que el concepto que tenemos de paz es la de ausencia de conflicto manifiesto y el de
la aceptación de un orden impuesto aun cuando este no sea justo ni equitativo (Mena Lima,
2002).
Galtung llama Paz Negativa a esa que se fundamenta en la ausencia de conflicto manifiesto o
de violencia directa pero que se sostiene por en el uso de una violencia estructural. Que se
entiende como un orden en el que las instituciones sociales buscan el sometimiento del individuo
a la cultura de guerra y que usan la fuerza para someter a aquellos que manifiestan insatisfacción
con el orden dominante (Ávila, 2017) (Galtung, 1985).
En resumen, la humanidad ha construido una cultura donde existir (Ser con todo lo que estoy
siendo) es sancionado y ha creado estructuras que conservan el orden a partir de silenciar la voz
del que denuncia la injusticia dentro de ese orden. Por ejemplo, cuando los jóvenes se organizan
para denunciar estructuras de abuso escolar, laboral o sexual; la cultura reacciona llamándolos
rebeldes, manipulados, flojos, inocentes, ignorantes o peores cosas, para desactivar la denuncia
y dejar en silencio las injusticias reales que alimentan la denuncia.
Foucault, ha señalado que ya no hace falta quemar brujas, torturar herejes u oprimir con balas
la protesta porque las estructuras sirven como supervisoras del comportamiento y han logrado
introyectar el castigo con sentimientos de culpa y vergüenza desde la imposición de una verdad
creada que se nos ha ido alimentando con discursos repetidos y reforzados con recompensa
social. Se ha ido conquistando la mente de todas las personas con la idea de que las jerarquías, la
riqueza, los privilegios, la pobreza, los roles de género, la guerra, la violencia, el abuso y la
necesidad de un patriarca que nos proteja son cosas dadas por la naturaleza cuando son
construidas a través de las historias (Giraldo, 2006) (Ávila, 2017).
Digamos que hemos llegado a creer que aceptar el estado de las cosas es contribuir a la paz y
querer transformar el estado de las cosas es contribuir a la desestabilidad y a la violencia. Nos
sentimos avergonzados y culpables cuando nos vivimos insatisfechos y esas emociones nos
invitan a volver al convenio cultural de sometimiento a la jerarquía reinante.
Galtung entonces dice que hace falta otro concepto de paz distinta al de Paz Negativa y llama
Paz Positiva a una en la que no se busca evitar el conflicto sino reconocer el conflicto como algo
que surge de manera inevitable en la interacción entre personas o grupos por el simple hecho de
compartir un mismo espacio vital y tener necesidades que todas las personas requieren satisfacer.
La paz positiva no se define como una ausencia de conflicto sino como un espacio social donde
nadie está exento de la justicia y de la posibilidad de satisfacer sus necesidades en suficiencia (Op.
Cit.).
Por ejemplo, en una escuela donde nadie se queja, protesta, se rebela, sabotea, comete actos
de vandalismo o acoso entre pares no porque estén todos felices sino porque cada que hay un
acto de ese estilo se castiga con humillaciones, expulsiones, sanciones en las calificaciones, ley
de hielo, etcétera, se habla de una escuela en Paz Negativa. No aparece el conflicto evidente pero
los estudiantes no necesariamente están satisfechos y aprendiendo. Si en una escuela se enfrentan
las infracciones de la comunidad escolar mediante espacio de dialogo y se buscan maneras para
que toda la comunidad este considerada y suficientemente satisfecha mediante negociaciones y
procesos de desarrollo comunitario, se habla de una Paz Positiva.
Si en una familia un hermano abusar sexualmente de su hermana menor y los padres
reaccionan negando el asunto, culpando a la niña, excluyendo al hijo (muerto el perro se acabó
la rabia), silenciando a las partes, promoviendo un perdón pronto, lo que está buscando la familia
es una Paz Negativa. Enterrar el motivo de conflicto para seguir “como si nada”. Sin embargo,
eso implica negarle la voz, la verdad y hasta las posibilidades de restauración a las partes.
En una cultura que busca un sometimiento a un orden para evitar el conflicto es de por sí
difícil Ser. Desde una perspectiva existencial es posible dejar de Ser para pertenecer, a decir de
Heidegger solo somos cuando nos manifestamos en el lenguaje (Heidegger, 2006). Olvidar
anhelos, creencias, valores, intenciones que hacen sentido se difuminan en la uniformidad de
una vida regida por el orden dominante. Darnos la oportunidad de emerger como individuos
notables evidencia diferencias y conflictos. Mia Leijssen (Leijssen, 2017) dice que podemos
llamar trauma existencial a la incapacidad de manifestar nuestra individualidad y que ese trauma
manifiesta síntomas como ansiedad intensa y depresión; algo como lo que Víctor Frankl llama
neurosis noógena o neurosis de no ser plenamente humano (Frankl, 2011).
ii. El Quiebre
En nuestra relacionalidad (nuestro vivir relacionándonos con la vida, los otros, nuestras
reflexiones y motivos) vamos constituyendo una visión de mundo. Mientras la experiencia no
friccione esa visión de mundo nos sentimos en casa como si transitáramos de forma transparente
por la vida, pero la experiencia nos regala momentos de fricción que nos sacan de casa
colocándonos en estados de profunda vulnerabilidad (Echeverría, 1994) (Spinelli, 2013) (Ávila,
2017).
¿Entonces el mundo no es como yo lo suponía?, ¿cómo es entonces?, ¿cómo puedo vivir en
un mundo tan incierto e impredecible?, ¿cuál es entonces el sentido de todo? Pueden ser
preguntas que nos hagan imaginar el sentir de aquellos quien han experimentado un quiebre.
Desde una explicación biológica y sistémica Humberto Maturana y Francisco Varela han
demostrado que no vivimos en el mundo como es, sino en una construcción que hacemos del
mundo. Si el territorio deja de corresponder con el mapa entramos en un momento que nos
confronta a aprender, a usar nuestra inteligencia o nuestra capacidad de interactuar con la
realidad a ciegas tratando de aprender a construir un mapa nuevo que se ajuste mejor al mundo.
Para conseguirlo se vuelve necesaria la humildad de reconocernos como, no sabedores de la
Verdad del universo, sino como aprendices sobre cómo vivir en él (Varela, 1996) (Maturana,
1990). Carl Rogers desde la psicología humanista explicaba algo similar y decía que si
encontrábamos incongruencia entre la experiencia y el Self (Nuestra visión de nosotros mismos)
podríamos recuperarla si encontramos un entorno seguro para reflexionar sobre lo que nos está
pasando acompañado de otro que nos comprenda con toda nuestra incongruencia (Rogers,
1985).
Kierkegaard explicaba que el trauma nos coloca en la disyuntiva de elegir entre la existencia o
la muerte. El acto valiente es el de reconocer que podemos trascender el trauma y el acto cobarde
es el de preferir morir. Pero el morir no es necesariamente un suicido es quizá, un dejar de
arriesgar. Nietzsche también hace referencia de cómo la tragedia puede hacernos fuertes o
débiles, débiles si la vivimos como víctimas y fuertes como alumnos de un maestro que nos
enseña nuestro potencial (Ávila, 2017).
¿Nos atrevemos vivir después del trauma? O ¿Trataremos de encerrarnos en la mente para no
tener que ajustar nuestra visión de mundo a uno más amplio del que creíamos?
Parece que se puede recuperar y ampliar las posibilidades de bienestar después de un trauma si
nos arriesgamos a reconocer que lo que sabíamos no era una verdad absoluta y no nos aferramos
a una visión de mundo que ya no se ajusta a la experiencia.
Después de un abuso sexual la visión de mundo se ve afectada, salimos de casa y divagamos
en una realidad alejada de lo que antes parecía posible. La cultura dominante tarará de dar
explicaciones al abuso porque buscará conservarse como funcional. Si la cultura dice que las
jerarquías mantienen nuestra seguridad y orden; y los castigos corresponden a quienes escapan
a ese orden ¿Entonces el abuso te corresponde de alguna forma?
¿Por eso tendemos preguntarnos por el qué hizo la víctima para merecer tan cruento evento a
su integridad? Con pensamientos que nos ayuden a explicar cómo se ganó el abuso ¿Qué ropa
llevaba?, ¿quién le acompañaba?, ¿en qué rumbo andaba? Quizá si pensamos así es porque
queremos conservar nuestra visión de un mundo seguro y ordenado lleno de certeza para quien
se mueve dentro de las leyes de la cultura dominante.
Quien ha vivido una experiencia que lo ha sacado de casa, reconoce o podría reconocer que
lo que se ha conocido como la Verdad, no lo es. Se vuelve alguien que es empujado a dudar del
discurso dominante y por tanto a existir en conciencia de su soledad existencial (Soy único y por
tanto incomprensible desde los marcos de referencia de los otros). Que alguien se sienta solo
lanza el riesgo de que todos en su entorno se confronten con esa misma soledad, esa distancia
enorme entre yo y tú. ¿Será por eso por lo que el entorno social trata de empujar a la víctima de
vuelta a la normalidad y a las reglas seguras y conocidas de la cultura dominante?
En México, a las mujeres que denuncian les queda claro que ministerio público no les cree,
que no es su defensor y que está a favor del agresor. Estás actitudes producen un ciclo de
revictimización de la denunciante y siente mucho temor porque siente que no se valora la
injusticia que se cometió en su contra. El estado promueve la denuncia del delito y luego maltrata
a la víctima (Cacho, 2006).
No es raro que incluso terapeutas, maestros, líderes espirituales, tutores y demás no sean
conscientes de que están entrenados por instituciones que buscan la Paz Negativa y tiendan a
negar la validez de la experiencia de las víctimas.
The Canadian Resourse Center for Victims of Crime invita las personas con labores en la
rama judicial a ser conscientes de la tendencia de culpar a las víctimas y ofrece algunas
explicaciones teóricas que refiero a continuación:
a) Hipótesis del Mundo Justo: Si crecemos creyendo en que el mundo es seguro y justo
donde tenemos lo que merecemos, seguro la víctima se lo merece (The Canadian
Resourse Center for Victims of Crime, 2009). Es como si las personas nos
preguntáramos ¿Se salió de las reglas que garantizan la justicia? Y así nos volvemos
ciegos a la violencia que aplica el Estado u otras instituciones al cuestionar la legitimidad
de la víctima.
b) Error de Atribución: Según Kelly and Heider, poner el énfasis en las características
personales de la víctima en vez de ponerla en el contexto en que ocurrió el crimen lleva
a que pensemos que la víctima es parcialmente culpable (Óp. Cit.). Nos preguntamos
¿Era ella una mujer coqueta? En vez de ¿Cómo ocurrió?
c) Teoría de la Invulnerabilidad: Quienes creen que las cosas malas no les pueden pasar a
ellos, tenderán a buscar explicaciones de por qué a otros si le pueden pasar cosas malas
(Ibid.). Nos preguntamos ¿Por qué se lo habrá merecido? Dando por hecho que si no se
lo mereciera no habría ocurrido.
Toda nuestra cultura lanza vergüenza a diestra y siniestra contra quienes evidencias fallos en el
sistema social lo que termina descuidando a las víctimas y favoreciendo condiciones favorables
para el abuso.
Quizá además la vergüenza juegue otros roles en el abuso sexual ya que contribuye a una
pobre educación sexual para hombres y mujeres; así como a que las familias estén llenas de
secretos que por mantenerse secretos no se abordan y resuelven. A veces se manifiesta una
conducta sexual riesgosa en alguien de la familia y se oculta el hecho dejando al que la ejerce sin
alternativas para sanar su comportamiento sexual y social.
c) Experiencias:
i. Moon, es una mujer de 50 años casada y con hijos. Ella recuerda en terapia que pasó
un tocamiento invasivo de un familiar cercano y adulto.
Recuerdo que tuve infección vaginal me tomaron muestra estaba asustada y veía a la
enfermera regañar a mi mama, así que crecí pensando que yo hacía daño a los demás. Que siendo
mujer provocaba a los hombres, trataba de taparme lo más posible, me caían muy mal las
mujeres que podían mostrar su cuerpo, porque yo no podía. Me cuesta trabajo defender
mi punto de vista. Pensaba que no podía tener amigos hombres pues creía que el cariño
necesariamente iba ligado con el erotismo.
Ella ahí reporta culpa de provocar el regaño de la enfermera y vergüenza de ser mujer.
Ella reporta que lo que la ha ayudado a recuperarse es poder expresar lo que pasó sin
reacciones de juicio y sobresalto y lo que ha dificultado la recuperación son terapeutas
que descalifican su experiencia. Porque lo que ella quiere es poder creer que ella dice y
hace es importante (Ávila, 2017).
ii. Norma, es una maestra soltera sin hijos de 36 años. Ella recuerda a un pariente 9
años mayor que ella que esperaba que todos durmieran para abusar de ella siendo menor
y eso de repetía de manera constante y luego un familiar de edad poco mayor a la ella
también mantenía relaciones con ella.
El tema sexual me parece uno tan evitado que los eventos se dieron repetidamente en
absoluto silencio. La censura del tema sexo y sexo incestuoso como tabú y motivo de
vergüenza es cómplice de que se dé una cadena de relaciones sexuales tóxicas protegidas
por el silencio.
iii. Graciela, estudiante de psicología de 20, soltera sin hijos. Fue abusada por un
vecino de manera frecuente por besos y tocamientos desde que ella tenía 4 años y por 3
años más se mantuvo el abuso.
La relación distante de los padres con la hija, que no crea a confianza hace los temas
desconocidos vergonzosos, la evitación del conflicto y la incomodidad de enfrentar ese
tema en público lanzó el tema del abuso a un armario cerrado.
iv. Fabiola, pedagoga, 35 años, soltera, estuvo casada y tiene hijos. Fue tocada en un
auto por su tío, la hermana de Fabiola estaba en el auto y también fue tocada al mismo
tiempo.
En relación con la vergüenza ella reporta:
Un día mi tío, el vecino, nos llevó al parque en su carro; abrió la puerta, mi hermana iba adelante, yo
atrás, él les dijo que se bajaran a jugar y nos quedamos mi hermana y yo, no nos dejó bajarnos (hace
una pausa, baja el volumen de su voz que normalmente es muy alto) y… no sé… Me
acuerdo de que yo estaba parada entre los dos asientos, me empezó a tocar, me bajó los calzones y me
empezó a tocar en mí vagina y recuerdo que yo veía que con otra mano tocaba a mi hermana y yo veía
Y yo me moría de miedo recuerdo el miedo y me sorprendía ver lo que le hacía a mi hermana. Lo mismo,
yo tenía su mano entre las piernas. Ya no recuerdo qué pasó y después. Llegamos a la casa y mi mamá
se había cambiado el peinado, la vi y pensé esa no es mi mamá (risas). Nos íbamos a bañar, mi mamá
siempre nos decía, no dejes que nadie te toque la colita y que si pasaba le dijéramos. Estábamos en la
cama para bañarnos, estaba encuerada y mi mamá estaba en la puerta y yo le dije a mi hermana tenemos
que decirle y mi mamá dijo ¿Qué me tiene que decir? Qué mi tío nos tocó. Entonces ella me preguntó
cómo le hizo y yo le mostré, ese recuerdo lo tengo muy vivo (Se mete amabas manos entre las
piernas… estaba sentada con mis dos piernas arriba de la cama y me veía. Nos metió a la bañera,
dijo que no se tardaba y se tardó mucho. Estábamos mi hermana y yo, mi hermano estaba llorando así
que mi hermana lo metió también a la bañera. El agua se enfrió, se hizo de noche, mi hermano lloraba,
teníamos mucho frío. Mi mamá volvió y yo no dijo nada más de eso (…) Mi mamá nos hacía saludar
de beso a mi tío en las reuniones(...). Yo tenía mucho miedo. Yo hace poco le dije a mi mamá que por
qué nos hacía saludarlo, por qué no me dijo algo como que ya regañé a tu tío…(…) Ya tenía más de
22 años cuando ella nos dijo que se tardó porque fue a reclamarle, que se juntaron más familiares, que
unos no le creían a mi tío que decía ser inocente y otros sí le creían (…) Que mi papá quiso sacar una
pistola y lo calmaron…
A la familia de Fabiola les tomo 19 años retomar el tema. Los temas sexuales no se
hablaban en esa familia y el silencio era la respuesta común ante las crisis.
v. Zeli, estudiante, 18 años, soltera. Recibió abuso sexual por un primo menor de edad
durante varios años. Estaba al cuidado de su padre durante el tiempo que se mantuvo el
abuso. Fue hasta que ella un buen día dijo: ¡No más! Que lo habló con su madre y el
abuso terminó. La familia es miembro activo de la Iglesia de los Santos de los Últimos
Días.
Con relación a la vergüenza ella reporta:
Y ya no pude más porque dije, yo no me siento bien, yo necesito ayuda no puedo sola, necesito que me
escuchen y fue cuando le dije a mi mamá. Y mi mamá siempre estuvo ahí apoyándome, ella es como mi
ejemplo a seguir, es como mi hermana, pero lo que molestó mucho, fue que cuando la familia de mi papá
se enteró, me dieron la espalda de una manera horrible porque durante todo el proceso ellos no estuvieron
ahí. Ellos se olvidaron de mí como si yo no existiera y luego volvieron a aparecer como si no hubiera
pasado nada1 tratando de remediar las cosas. Y algo que sí me molestó mucho fue que me dijeron
que había sido culpa mía2 (…) fue cuando estaba en las declaraciones en el juzgado y cuando me
acusaron de haber sido la culpable. Dije para qué quiero vivir si no me creen ellos3, mi mamá nunca
supo que me pasó esa idea4. Es que ellos querían que me fuera misiones dos años, pero no quería y no
me llamaba la atención volver a la iglesia de nuevo. Sé que ahí me bautizaron, pero no me interesa y
prefiero dejar la religión a un lado. Mejor dedicarme al estudio, de nada sirve que alguien vaya a una
iglesia y rece y saliendo sea otra persona. Prefiero no ir, mejor algo que me ayude y ellos quieren que vaya
como si fuéramos una familia feliz y no lo es. (…) Es que ellos querían que me fuera misiones dos años,
pero no quería y no me llamaba la atención volver a la iglesia de nuevo. Sé que ahí me bautizaron, pero
no me interesa y prefiero dejar la religión a un lado. Mejor dedicarme al estudio, de nada sirve que
alguien vaya a una iglesia y rece y saliendo sea otra persona. Prefiero no ir, mejor algo que me ayude y
ellos quieren que vaya como si fuéramos una familia feliz y no lo es.
El padre de la víctima y toda la familia del lado del padre se unieron para proteger al
abusador de terminar detenido. El abusador pudo seguir con su vida, pero no recibió
guía ni atención, por otro lado, sí recibió el mensaje de que puede salirse con la suya.
Ante la Iglesia no se tuvo que asumir que la familia tenía problemas, solo que una niña
está desorientada por su madre.
1 Supongo que el elemento “denegación” es parte del sistema familiar que se oculta de la verdad motivados por la
vergüenza.
2 Aparece el elemento “culpar a la víctima”.
3 Denegación.
4 Oculta información a la madre ¿Vergüenza?
comunicación con los papás, mi mamá evitaba esos temas, con papá no se abrían
los espacios y no había nadie en la familia con quien hablar de esos temas. Por
esas fechas entré a practicar artes marciales fue algo muy bueno, para empezar, me gustaba el deporte y
me dejaba desfogar y convivir con personas del sexo opuesto y se generó una situación de mucho
aprendizaje, de mucho autoconocimiento y pues sí el maestro me empezó a llamar la atención, era una
figura de mucho… hablaba de motivación, autoestima, dar lo mejor, cosas así y también me invitó a ser
recepcionista del instituto y eso se prestó a convivir más con él. Ahí con él pude encontrar quien escuchara
mis inquietudes, lo que pasaba con mis amigas, lo que sentía por los niños Hahn, pude hablar muy
abiertamente de todo, no daba muchas opiniones, pero sobre todo escuchaba y recuerdo que él estaba
divorciándose de su pareja y me platicaba de lo que a él le pasaba. Había mucho tiempo libre y él tenía
revistas para adultos en la recepción. Bueno de adultos como Men´s Health que tocan muchos temas de
sexo de como complacer a la pareja y eso. No recuerdo que me haya dicho anda léelas, pero las dejaba
ahí y ese tipo de lectura empezó a despertar una precocidad en querer, una curiosidad. (…) Y pues sí,
él me empezó a invitar a salir en grupo y luego en las noches solos y de pronto de me empezó a mandar
cartas de cariño, respeto, perfumadas. Mostraba que me quería que se interesaba en mí y me invitaba a
faltar a la escuela para salir con él y sabía yo que no era correcto, pues sí yo decidí no dejar esa curiosidad.
Una vez me llevó a una casa y puso una película, me empezó a acariciar, a tocar, a provocar y ahí fue
donde ocurrió el primer contacto sexual y así hubo otros dos o tres hasta que mi mamá descubrió las
cartas, que ya eran un montón. Se enteró de que tenía una relación con el maestro, ella habló conmigo,
yo lo negué. Yo con ella… era justo cuando ella empezaba a darse tiempo para
escucharme, se enteró de esto y abrió sus oídos y lo que hacía era explicarle que él me
escucha, me da consejos, me apoya, yo lo defendía a él. Le decía que me sentía apoyada. Le ocultaba
todo lo demás. Porque él sí me dijo… en algún momento me… bueno ya… Que no podíamos ser como
novios, pero sí pareja entonces sí… sí cuando mis papás se enteraron me prohibieron ir
a entrenar, quemaron todas las cartas. Me enteré de que mi papá fue a hablar con él. No creo
que ellos sepan todo lo que pasó, yo lo encubrí, diciendo que solo era una persona preocupada por mí.
Ya simplemente dejé de verlo y él dejó de buscarme y ya ahí quedó todo…
El entrar en la etapa del desarrollo sexual sin guía y viendo el tema sexual como un
tabú contribuyó a que se diera una relación abusiva sobre la que el abusador no tomó
ninguna responsabilidad.
Cuando una cultura se sustenta en la el sometimiento de sus miembros a una forma de ser
“adecuada” y nos educa a ser guardianes de esa adecuación, tendemos a vivir atemorizados de
mostrar nuestra experiencia de la verdad en forma total cuando para no evidenciar nuestra
inadecuación. Aprendemos a sentir vergüenza de parte de lo que somos y a ocultar esa parte de
aquellos que juzgamos incapaces de comprendernos y capaces, en cambio de juzgarnos y
humillarnos.
Las familias e instituciones en las que ocurre abuso sexual reaccionan con vergüenza ya que
supone que serán etiquetadas como familias o instituciones inadecuadas.
A menudo los miembros ocultan el evento para parecer familias o instituciones en buen
estado.
La lealtad de los miembros de una familia los lleva a veces a cuidar a su familia de la vergüenza
cargando secretos a solas. Se repite la idea de que las victimas deben cargar con el secreto y actuar
como si nada hubiera pasado.
Culpar a las víctimas es una forma de sacrifico humano para conservar la buena imagen de la
familia.
En una sociedad comprensiva, que abrace la diferencia, las experiencias únicas, los eventos
que pasan como eventos que pasan no tendría que ocultar nada por vergüenza. Siendo una
cultura de juicio, de crítica de señalamiento creamos condiciones favorables para el abuso sexual
y quizá muchas otras formas de abuso.
Una manera de cuidar a los miembros de nuestra comunidad es siendo personas, familias,
grupos, instituciones que escuchan y comprenden antes de reaccionar, juzgar o saltar a
conclusiones. Una comunidad con canales de comunicación abiertos es menos
permeable al abuso.
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