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Orgullosamente tigre

Soy tigre autentico, universitario. Se pude objetar que mi condición felina es un accidente social,
histórico, y geográfico, pero es una realidad incontrovertible que me da derecho a reclamar el
epíteto con propiedad. La expresión alere flammam veritatis es parte de mi acervo moral. Aunque
no ando comprando ni camisetas, ni boletos sobre costeados para eventos publicitarios, tampoco
me siento superior a los conformes que compran el paquete de carne asada, cerveza, y futbol
como marcadores de identidad. Cada uno que llene sus vacíos a su gusto y competencia. Hace
unos días, estaba en el taller esperando que me entregaran mi carro, cuando el vecino, con animo
de socializar, me comenta que la semifinal iba a estar muy buena. Al notar un dejo de extrañeza en
mi rostro, me aclara que la semifinal se refería al “americano,” y como concesión amigable me
dice: “ah, es que a ti te gusta el futbol ¿verdad?” Le digo que en realidad no sigo los torneos
deportivos e insiste: “¿es que ves el beisbol?” Le digo que no, y como último intento me comenta
que las ofertas del buen fin van a estar muy buenas. Cuando le pregunto que cuando era el “buen
fin,” la conversación termina. No me sentí para nada “superior” o “intelectual,” más bien añoroso
de cuando me dejaba interesar en los eventos comerciales.

Admiro a autores como Eduardo Galeano https://en.wikipedia.org/wiki/Eduardo_Galeano , Juan


Villoro https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Villoro, o, aunque en negativo, el mismo Carlos
Monsiváis https://www.youtube.com/watch?v=xtAKvgmsB6o, que tratan del fútbol como tema
relevante y estético. Como dice Monsiváis, si me da envidia de los que se involucran, pero lo que
no se aprende de niño, ya de grande no se domina.

En el caso de los Tigres, debo confesar que me deja un mal sabor de boca que la insignia
universitaria sea apropiada por una empresa privada para fines meramente comerciales. En sus
orígenes el Club Tigres era verdaderamente universitario, en el sentido de los jugadores era
estudiantes de la UANL. Ahora ya ni siquiera estamos en los tiempos en que los jugadores eran
muchachos de la localidad. Ahora la mayoría son extranjeros, profesionales del espectáculo si
ningún nexo real ni siquiera con México, ya no digamos la universidad.

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