Você está na página 1de 10

UNIVERSIDAD ARTURO MICHELENA

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES


ESCUELA DE PSICOLOGÍA
CÁTEDRA: TEORÍA Y PRÁCTICA PSICOANALÍTICA – 8M
PROF: MIGUEL GALLARDO

EL ÚLTIMO BAILE DEL CISNE

Realizado por:

López, Verónica.

C.I.: 24.424.921

Veroes, Victoria.

C.I.: 24.860.468
El último baile del cisne

Desde la perspectiva psicoanalítica se plantea la cuestión del estrago como una


ambivalencia presente en la relación madre- hijo/a, este genera una serie de
consecuencias en el desarrollo posterior del sujeto, un limitante al surgimiento de la
dialéctica constituyente del Deseo, un límite a aquello considerado el montante
conductual por excelencia de ese sujeto.

¿Cómo entender lo que implica dicho estrago? ¿Hasta qué punto puede afectar
la vida del sujeto?, dichas interrogantes pueden verse ejemplificadas en la historia
planteada en la película “The Black Swan”. La misma narra las experiencias de Nina,
una bailarina de ballet atormentada por las exigencias que de por sí implica dicha
actividad, sumada a la presión ejercida por una madre voraz.

Pero antes de entrar en detalles, quisiéramos definir el estrago materno,


concepto lacaniano, definida por Guerrero (2012) en su artículo “El estrago anoréxico,
una enfermedad de amor” como:

“(…) una acción de destrucción extensa, intencional o no. Es


usado por Lacan para indicar el drama, que en ocasiones, se
convierte la relación madre- hija. Relación de amor odio,
cuerpo a cuerpo, devoración y rechazo recíproco, que tiende a
anular al Otro como tercero (p.2)”
Entonces, dicho concepto oscila entre un grave daño y una fuerte admiración;
según Zawady (2012) en su artículo “La clínica del estrago en la relación madre-hija y
la forclusión de lo femenino en la estructura”, implica un “(…) efecto de fascinación
que genera la impronta de su omnipotencia en los primeros años de vida (…) Al mismo
tiempo, la referencia a la devastación, remite a las marcas voraces de dicha fascinación
en el sujeto (p. 176)”

En la vida del sujeto la madre juega un papel principal, en los primeros años
constituye el anclaje a la vida y la encargada de responder, así como suprimir, las
tensiones de ese bebé es por esto que se la da ese atributo de omnipotente; más allá de
esto, vehiculiza en el sujeto su deseo, recordando la premisa psicoanalítica de que el
deseo es el deseo del Otro (otro primordial que es esa madre), es la primera en hablar
sobre el mismo, en darle un lugar.
En ese período de vida en cuestión existe un tipo de simbiosis entre madre e
hijo/a, puesto que la primera, como sujeto femenino, deviene de un complejo proceso
edípico, caracterizado por el complejo de castración y la envidia del pene. Esa
sensación de mutilación de su cuerpo y falta de posesión de un falo, entendido desde
el punto de vista simbólico como poder y autoridad.

Dicha falta busca ser entonces aliviada o satisfecha con el hijo, convirtiendo al
mismo en objeto de deseo de la madre, se convierte en el falo que la complementa y
hace más fuerte, lo que se conoce como madre fálica. Dicha madre se caracterizada por
la voracidad, entendida como un deseo de reincorporar a ese hijo a su ser, mantenerlo
atrapado en su deseo.

¿Quién frena a esa madre caníbal? El padre, a través de la alienación del sujeto
con el lenguaje proveniente del Gran Otro, instaura la ley. Como establece Zawady,
citando a Lacan (2012, p.184):

“(…) el deseo de la madre no es algo que pueda soportarse tal


cual, que pueda resultarles indiferente. Siempre produce
estragos. Es estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la
madre. No se sabe qué mosca puede llegar a picarle de repente
y va y cierra la boca. Eso es el deseo de la madre. (…). Hay un
palo, de piedra por supuesto, que está ahí, en potencia, en la
boca, y eso la contiene, la traba. Es lo que se llama el falo. Es
el palo que te protege si, de repente eso se cierra.”

Ocurre que, en ciertas ocasiones, el padre está ausente, así como también
cualquier otra persona que cumpla el rol de padre, una figura de autoridad, que inscriba
la falta y la separación entre la madre y el hijo, situación presente en la película en
cuestión.

En este caso, Nina crece con su madre, mujer en la que la voracidad es bastante
notable, que no solo vehiculiza en su hija el deseo de ser bailarina, sino que lo impone
también, pues al estar ausente ese “palo que protege” queda inmerso en el deseo de la
madre quedando entonces incapacitada de desear por sí misma.
¿Y a qué se refiere esto si el deseo siempre es vehiculizado por la madre,
siempre depende del otro? A que Nina queda como una sujeto sin inscripción de falta,
por lo tanto no ha perdido un objeto al cual se oriente su deseo, no existe para ella la
dialéctica que constituye por excelencia dicho deseo, existe una certeza, quiere lo que
su madre quiere ¿para qué preguntar más?

De esta manera se genera en ella una estructura psicótica porque a diferencia de


un neurótico, carece de ese cuestionamiento que motiva y orienta su conducta ¿Qué
soy para el deseo del otro? Su madre ha logrado devorarla, evidente en la extrema
sumisión de Nina y la fragilidad de su Yo, que sucumbe ante los mandatos de esa madre
fálica.

Dicha psicosis se hace evidente no sólo por lo explicado, sino por los múltiples
momentos en que el personaje en cuestión experimentó alucinaciones, disoció su
realidad, cometía actos de los cuales no tenía memoria de haber hecho.

Hasta cierto punto Nina existía y mantenía su día a día en la dependencia


materna, reforzada por comentarios hirientes de la madre y acciones que reprochaban
cualquier intento de queja o réplica (como sucedía en el caso de Diana, presente en el
artículo de Zawady, a quien su madre reprochaba cuando no se mostraba dócil ante sus
demandas, haciéndola sentirse mal). Sin embargo, manifestaba síntomas para expresar
su malestar como los momentos en donde ocurría una disociación en que se rascaba la
espalda al punto de lastimarse la piel, de hacerse sangrar; incluso la presencia de
vómitos.

Cabe destacar que en el yo del sujeto existe algo llamado “Yo ideal”, que
básicamente se refiere a lo que este cree que es basado en lo que el otro le dice que es,
implica la identificación con atributos del otro y hacerlos propios; el Yo del sujeto
guarda estrecha relación con la figura materna para formarse pues es esta la primera en
hablar del mismo; las primeras identificaciones, y las más importantes, se hacen con
esta.

En este caso, como Nina se encontraba sumergida en el deseo materno mantenía


sus identificaciones imaginarias y simbólicas ligadas a su madre, era únicamente lo que
esta le decía que era, su Yo ideal devenía plenamente de su madre; por lo tanto, tenía
unas expectativas que mantener, un rol que cumplir ante los ojos de la misma.

Cuestión que se hace más notable al manifestar el fenómeno de la forclusión,


entendido como un rechazo a la norma del padre, pudiendo entenderse como un rechazo
a la ley y el discurso del Gran Otro, siendo únicamente relevante lo demandado por la
madre.

Pero sucede que más adelante se introduce una figura significativa, la del
profesor, siendo este una figura de autoridad, representando entonces ese falo ausente
en la vida de la protagonista, así como un punto de quiebre en la realidad de la misma.

Así mismo marca una ruptura, una separación, siguiendo con la analogía,
pudiese ser la palanca que abrirá las fauces del cocodrilo, quien establecerá una
separación de la protagonista de la historia con su madre. Con este entonces se hace
presente el complejo de castración así como la envidia del pene y la ambición de
tenerlo.
Con lo mismo deviene también la hostilidad hacia la madre, más bien, una
repotenciación de la misma, pues a consecuencia del estrago esta ya existía; puesto que
por la misma dependencia el sujeto se encuentra en un estado de indefensión (evidente
en la debilidad de Nina), estado que genera angustia.

Además de esto, la admiración a la omnipotencia de la madre genera también


terror hacia esta y también esa hostilidad que se menciona, pues ella lo ha devorado,
ha aniquilado el deseo del sujeto, ocasionándole un daño. Entonces se tiene que a esto
se le suma la discordia por hacer a la misma responsable de la ausencia del falo.

Esto genera entonces un deseo de dañar a la misma, que pudiese verse en ese
momento de agresión donde le pisa los dedos con la puerta a la madre, o en el desarrollo
de trastornos que impliquen una manera de manifestar esa hostilidad, generándose un
daño a sí misma, después de todo es el objeto más preciado de su mamá.

Puede entonces entenderse que el aumento del daño generado por los rasguños
es consecuencia de este proceso, así como los vómitos producidos. Otra forma de
reproche es evidente en la noche en que sale con Lilly y consume drogas, lo que genera
gran molestia en su madre, es otra forma de dañarse.

Así como también el hecho de recurrir al onanismo sin limitarse (con el cual
manifestó una alucinación en la creyó tener relaciones con Lilly), hecho que, como su
madre la consideraba una niña, resultaba una forma de confrontar el deseo de esta (que
a fin de cuentas era el mismo que el suyo), de romper con ese rol que debía mantener.
Cabe destacar que, respecto a la sexualidad, que como se mencionó era una
actividad reprimida pues no era conciliable ante la idea de una “niña buena” así como
la carencia de privacidad; el profesor también juega un papel importante, pues le pide
que se libere y practique el onanismo sin prejuicio alguno.
Esto entonces representa también una confrontación al deseo, lo cual genera
angustia y de alguna manera genera complicaciones a esas estructuras ya alteradas en
Nina. Por otro lado, esta el hecho de los reclamos hechos por el profesor respecto a que
a esta le faltaba ser más atrevida para cumplir con el papel que le correspondía en el
recital.

Y es a través de esto que se generan varias cosas importantes, pues es aquí


donde se acentúa la psicosis. El deseo de Nina, siendo una certeza (por ser el mismo de
mamá), es un imposible que es la perfección, para ser la “Reina cisne” debía ser más
sensual, pero esto no correspondía con su Yo ideal.

De esta manera, cuando Lilly llega y posee eso mismo que ella carece se
introduce un móvil de la envidia, no sólo por aquello sino también porque se convierte
en alguien estimada por el profesor y más aún, ella se acuesta con él algo que Nina
deseaba pero no se atrevía a hacer.

En este caso ocurre algo similar a lo planteado en el análisis del sueño de “La
bella Carnicera”, donde el deseo de la mujer consistía en que el deseo de la amiga no
se cumpliera; pasa lo mismo en la situación de la película, Nina no quería que Lilly se
convirtiese en el cisne negro ni tuviese la estima del profesor.

Aunque mencionamos varias veces que la protagonista queda incapacitada para


desear, al introducirse la presencia del profesor creemos que se instaura una falta y por
lo tanto se genera en la misma un deseo propio, el cual, debido a las anteriores
alteraciones de esta, no se manejó de forma adecuada.
De esta manera Nina se vio confrontando su deseo de ser perfecta con el
planteado previamente, lo que la llevó a una mayor desestructuración. La falta de un
terapeuta que haya orientado el proceso generó la destrucción de la misma.

Asimismo, resaltamos el hecho de que los fenómenos referentes a la


alimentación, evidenciados en la extrema delgadez de Nina y en las ocasiones en que
se le observa vomitando, pueden resultar, como plantea Guerrero, en una demanda de
amor, realizada quizás hacia la madre que había desgarrado su deseo o al profesor
representante de la figura paterna.

Como también pudo resultar de esa sensación de debilidad y perfección, así


como de ser considerada meramente objeto de placer de la madre, destruyendo su
integridad. Demanda que implicaba un llamado de atención, una forma de agradar a los
ojos de su madre y no sentirse desprotegida.

Pudo haber necesitado, como María, el ejemplo usado por Guerrero, una “señal
de amor”, quien creyese en ella misma, así como también de quien pusiese un limitante
sus fuertes autocríticas y le pusiese los pies en la tierra respecto a sus ideales de
perfección.

Consideramos que cuando esta logra alcanzar lo que consideraba perfección


(ser ambas caras de la Reina cisne) así como tener la estima del profesor y su final,
representa de forma muy certera lo que implica el goce y la satisfacción de la Pulsión.

Esto se debe a que el goce implica placer desmedido que genera dolor, de alguna
manera Nina gozó de realizar el papel del cisne negro, un placer tan absoluto que la
disoció y la llevó al suicidio, es decir al dolor. El mismo camino para alanzarlo presenta
dichas situaciones.
Sus últimos días representaron sufrimiento, someter su cuerpo a la extenuación,
pero todo por lograr la tan deseada perfección y cumplir con ese mandato impuesto por
la madre, llevar la certeza a la acción. El placer desmedido del acto final la llevó a su
distracción y sin embargo murió gozando de la perfección de actuación, llevó a cabo el
único acto verdadero, la muerte.
Quizás el mismo suicidio representó una forma de castigo por oponerse al deseo
de la madre.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Guerrero, N. (2012). “El estrago anorexico una enfermedad del amor”. Recuperado
de: https://www.dropbox.com/…/Psicoan%C3%…/Lecturas%20Sugeridas

Zawady, M. (2012). “La clínica del estrago en la relación madre-hija y la forclusión de


lo femenino en la estructura”. Recuperado
de: https://www.dropbox.com/…/Psicoan%C3%…/Lecturas%20Sugeridas

Você também pode gostar