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Escuela de Derecho
Dpto de Derecho Económico
RESUMEN..................................................................................................................... 5
INTRODUCCIÓN. .......................................................................................................... 6
3
3.2. Prescripción de las acciones que persiguen la responsabilidad
contravencional. ............................................................................................ 84
3.2.2. Acciones para las cuales rige el plazo de prescripción de 6 meses. ....... 93
4
RESUMEN.
La presente memoria de prueba tiene por objeto estudiar algunas de las problemáticas
e interrogantes surgidas en materia de responsabilidad, tanto civil como infraccional,
analizadas a la luz de los mecanismos ofrecidos por la ley 19.496. Para tal efecto, se
realizará un examen comparativo de las normas contenidas en la Ley de Protección del
Consumidor (en adelante indistintamente “LPC”) contrastadas y robustecidas con el
derecho común. Dicho estudio será realizado a través de tres capítulos: El primero
tratará sobre el silencio y su rol en la formación del consentimiento, aspecto de
fundamental importancia para entender frecuentes técnicas de contratación abusivas o
ilícitas; El segundo formulará un análisis articulado y orgánico del sistema de
responsabilidad establecido en la LPC, que otorga una noción particular de las
diferentes acciones establecidas en dicha norma; Finalmente, el tercero establece un
análisis igualmente particular y seccionado de la prescripción extintiva en la LPC,
aplicado a las distintas acciones que persiguen la responsabilidad por la infracción de
deberes de distinta naturaleza establecidos en dicha norma.
5
INTRODUCCIÓN.
En este contexto, se promulga la Ley de Protección del Consumidor (en adelante LPC),
que viene a establecer un estatuto especial de regulación contractual para la relación
de consumo, señalando deberes y obligaciones, estableciendo los correlativos
derechos o remedios frente al incumplimiento de los mismos, así como directrices
procedimentales aplicables a tales materias.
Esta ley representa un decidido paso destinado a regular una materia que reviste una
vital importancia jurídica desde el punto de vista práctico, por su cotidianidad. Sin
embargo, el examen de este cuerpo legal y los resultados observados en su concreta
aplicación, permiten esbozar un diagnóstico sobre algunas materias que no han sido
1
Así, nuestro Código Civil no previó la responsabilidad civil a raíz de los prejuicios causados
por la cosa adquirida al propio comprador y/o a terceros ajenos al contrato de compraventa,
regulando sólo la responsabilidad civil por los “vicios” experimentados por la cosa comprada.
6
bien definidas por el texto, como también sobre las múltiples disposiciones que
permiten interpretaciones contrapuestas.
Esta situación, que evidentemente afecta a cada una de las disposiciones legales
imaginables, se hace particularmente presente en la L.P.C. La estructura sui generis de
este texto establece audaces innovaciones que rompen la tradición civil de nuestro
país (respecto al efecto relativo de los contratos por ejemplo, o erga omnes de las
resoluciones judiciales en juicios colectivos), estableciendo además avances
fundamentales en materia de indemnización (consagración explícita de la
indemnización por concepto de daño moral). Sin embargo, muchas veces presenta
lagunas o deficiencias que hacen forzoso recurrir a la legislación general (prescripción,
validez del acto jurídico, etc.), y ello por sí sólo acarrea retos para su correcta
delimitación y aplicación.
Dentro de los diferentes aspectos regulados en la LPC, nos hemos inclinado por
analizar el de la responsabilidad. Con ello no pretendemos hacer un análisis exhaustivo
de todas las instituciones vinculadas a esta materia que se reglamentan en la Ley,
porque sin duda sería una tarea que sobrepasa la naturaleza de este trabajo. Sin
embargo, nos concentraremos en algunos temas fundamentales que acarrean
importantes innovaciones, tales como: formación del consentimiento y valor jurídico del
silencio, responsabilidad y prescripción.
7
coherente o estructurado desde el punto de vista dogmático y técnico, sino más bien
todo lo contrario”.2 Por este desorden (en parte), muchas veces no hay claridad sobre
la interpretación, alcance o forma de integrar ciertas disposiciones. Como veremos, la
LPC no siempre establece mecanismos claros para determinar la procedencia de
responsabilidad, así como tampoco señala con suficiente precisión o detalle la forma
en que esta se hará efectiva.
2
CORRAL TALCIANI, Hernán. Ley de protección al consumidor y responsabilidad civil por
productos defectuosos, Cuadernos de extensión, Universidad de los Andes. Página 169.
3
BARROS BOURIE, Enrique. Tratado sobre responsabilidad extracontractual. Primera edición,
Año 2006, Editorial Jurídica de Chile. Página 748.
8
CAPÍTULO I: EL SILENCIO EN LA FORMACIÓN DEL CONSENTIMIENTO.
1.1. Introducción.
4
CLARO SOLAR, Luis. “Derecho Civil Chileno y Comparado”, Tomo II. Página 55. Santiago,
1937. Así también Carlos Ducci Claro. Derecho Civil Parte General Cuarta edición, 1995,
Editorial jurídica de Chile. Página 248.
5
KANSINGER, Pablo. Posibles conflictos para la actividad empresarial. Publicado en “Normas y
comentarios ley 19496 sobre protección de los derechos de los consumidores”, departamento
de Estudios de la Cámara de Comercio de Stgo. Página 44.
6
Se contempla para situaciones en que el consentimiento ha sido obtenido por medio de
técnicas agresivas de comercialización sin dar lugar a la debida reflexión por parte del
consumidor. Estas nuevas materias, que son excepcionales, son las siguientes:
-Reuniones previamente concretadas.
-Compras a distancia.
9
estarán plenamente consolidados mientras no corra el plazo que se le da al
consumidor para poder manifestar el retracto.
-Matrícula Universitaria.
7
PINOCHET OLAVE, Ruperto. La aceptación del consentimiento a través de las nuevas
tecnologías de la información, ¿Contratantes electrónicos contratantes presentes o ausentes?.
Revista Ius et Praxis, 11 (1). Páginas 55 - 92, año 2005.
8
Ambas recogidas en el Digesto, la primera aseverada por Ulpiano (cfr. Dig. 19, 2, 13, 11) y la
segunda por Paulo (cfr. Dig. 50, 17, 142).
10
1.2. El valor jurídico del silencio en materia civil.
Del artículo 1445 del Código Civil (en adelante indistintamente “CC”) del ramo se
desprende que el consentimiento puede provenir de “un acto o distinción de voluntad”.
De ello deriva la conocida clasificación en aceptación tácita y expresa que se reconoce
expresamente en ciertas disposiciones legales (ej. Artículo 2124).
“Pero las cláusulas ambiguas que hayan sido extendidas o dictadas por una de las
partes, sea acreedora o deudora, se interpretarán contra ella, siempre que la
ambigüedad provenga de la falta de una explicación que haya debido darse por ella”.
9
DUCCI CLARO, Carlos. Derecho Civil Parte General. Cuarta edición, 1995, Editorial jurídica
de Chile. Página. 244. Así también VIAL DEL RÍO, Víctor. Teoría general del acto jurídico.
Quinta edición, año 2007, Editorial Jurídica de Chile. Página 27.
10
VIAL DEL RÍO, Víctor. Teoría general del acto jurídico. Quinta edición, año 2007, Editorial
Jurídica de Chile. Página 48.
11
implícita o indirecta.11 En ella, el aceptante “ejecuta un acto que supone
necesariamente su intención de aceptar”.
11
Juan Andrés Orrego establece 3 requisitos para que opere válidamente esta fórmula de
consentimiento:
1º El hecho que supone la manifestación de la voluntad debe ser concluyente (por ejemplo, art.
1241, aceptación de una herencia).
2º El hecho debe ser inequívoco: es decir, que no pueda ser interpretado de manera diferente
(por ejemplo, el mismo art. 1241; o artículo 1956, en el contrato de arrendamiento de un
inmueble, cuando opera la “tácita reconducción”).
3º Que sea incompatible con una voluntad contraria (por ejemplo, arts. 1654, remisión tácita de
la deuda; 2124, aceptación tácita del mandato; 2164, cuando estamos ante la revocación tácita
de un mandato; o artículo 1516, a propósito de la renuncia a la solidaridad hecha por el
acreedor).
H. D. Aguiar, en cambio, establece los siguientes 3 requisitos:
1º Que la ley o la voluntad de las partes no exija una manifestación expresa;
2º Que al hacer la declaración, no se manifieste la voluntad expresamente;
3º y que por los actos expresados pueda reconocerse con certeza la existencia de la voluntad.
(“la Voluntad Jurídica” H. D. Aguiar, Buenos Aires 1924. Página 113. Citado por ARUTA
CUNAZZA, Pedro. Efectos Jurídicos del silencio. Tesis (Licenciado en Ciencias Jurídicas y
Sociales). Concepción, Chile. Universidad de Chile, Facultad de Derecho, 1946. Página 24).
12
DUCCI CLARO, Carlos. Derecho Civil Parte General. Cuarta edición, 1995, Editorial jurídica
de Chile. Página 245.
13
En este mismo sentido razona la totalidad de los demás autores estudiados. (Demogue
sintetiza bien esta idea al señalar que “hay silencio en el sentido jurídico cuando una persona
en el curso de esta actividad permanente que es la vida, no ha manifestado su voluntad con
relación a un acto jurídico ni por una acción especial a dicho efecto –voluntad expresa-, ni por
12
La aceptación tácita es una institución que existe desde el derecho romano (tácita
reconvetio o tácite consensu). Fue recogida por nuestra legislación civil, donde tiene el
mismo valor que la aceptación expresa. Así también ocurre en el Código de Comercio,
que en su artículo 103 establece que “produce los mismos efectos y está sujeta a las
mismas reglas que la expresa”.
Algunos casos de aceptación tácita contenidos en nuestro Código Civil son los
Artículos 1230 (asignatario que enajena), 1241 (aceptación tácita de la herencia), 1516
(renuncia expresa o tácita de la solidaridad por parte del acreedor), 1654 (remisión
tácita de la deuda), 1904 (en la cesión de créditos), 2124 (a propósito del mandato) y
2164 (a propósito de la revocación del mandato), 2494 (la prescripción pude ser
renunciada expresa o tácitamente).
una acción de la que pueda deducirse su voluntad –voluntad tácita-” Citado por Victorio Pescio
Vargas, ob cit. Página 47).
14
Ver artículos 1511 inciso 3º, 1023, 1060, 1465, 1517, 1547, 1635, 1642, 1733, 1946, 2144,
2146, 2347 del Código Civil y 18 de la ley de matrimonio civil.
15
ARUTA CUNAZZA, Pedro. Ob Cit p. 25 y GUTIÉRREZ BERMEDO, María Sofía. El silencio
como manifestación de voluntad dentro de la legislación Chilena. Tesis (Licenciado en Ciencias
Jurídicas y Sociales), profesor guía: Francisco Merino. Santiago, Universidad de Chile., Página
34. Esta distinción nos parece peligrosa, pues no todos los supuestos invocados son
13
Esta dualidad clásica entre aceptación expresa y tácita, permite inferir que una total
inacción no debiera, de ordinario, implicar una manifestación de voluntad, por cuanto
no se ciñe ni a un acto ni a una declaración de voluntad. La ley es sumamente clara al
regular esta “dupla”, sin embargo, omite pronunciarse sobre otros supuestos,
quedando abierta la interrogante respecto de si existen formas de manifestar la
voluntad fuera de este tradicional punto de partida dualista. Sobre esto centraremos
nuestro análisis, estudiando en particular si el silencio puede ser considerado como
manifestación de voluntad, ya sea como aceptación o rechazo a una propuesta previa,
o si solamente debe considerarse como una conducta omisiva carente de efectos
positivos. Con ello tocamos el elemento central de nuestro estudio.
En relación con este punto, vemos que la tendencia moderna ha ido quitando rigor a la
simplista perspectiva dualista planteada por los autores citados más arriba. Así, los
autores coinciden en que existen otras formas de manifestar el consentimiento:
“mientras permanece en el fuero interno del individuo, mientras no trascienda su
persona, la voluntad resulta indiferente para el derecho. Para que se la considere, debe
17
Derivado restrictivo del latinazgo “qui tacet, non utique fateur; sed tamen verum est eum non
negare”, es decir, quien calla, ciertamente no confiesa (pero), no obstante es verdad que no
niega.
18
CLARO SOLAR, Luis. Derecho Civil Chileno y Comparado. Tomo II. Página 106.
19
Así, Savigny, con su teoría del dogma de la voluntad plantea que si esta no es declarada, no
produce consecuencia jurídica alguna. (ARUTA CUNAZZA, Pedro. Ob Cit. Página 40 / María
Sofía Gutiérrez Bermedo. Ob cit. Página 16).
15
proyectarse externamente, manifestarse. Diversas formas puede asumir esta
manifestación: Expresa, tácita, presunta, o incluso puede deducirse del silencio del
individuo”.20
a) La voluntad presunta:
Algunos autores nacionales consideran que hay disposiciones legales que establecen
presunciones de voluntad.21 En tales casos, la ley deduce o presume de ciertos
hechos o actos, una declaración de voluntad en un determinado sentido. A diferencia
de lo que ocurre en la manifestación tácita, acá la voluntad se deduce de una inacción
o una abstención.
Orrego cita los siguientes ejemplos de voluntad presunta presentes en el Código Civil:
(i) Artículo 666: En la accesión de mueble a inmueble, dispone el C.C. que el que
haya tenido conocimiento del uso que de una materia suya se hacía por otra
persona, se presumirá haberlo consentido y sólo tendrá derecho a su valor;
(ii) Art. 898, inciso 2º: El reivindicador que recibe del enajenador lo que se ha dado a
éste por la cosa, confirma por el mismo hecho la enajenación. (Creemos que esta
disposición más bien sería un caso de aceptación tácita o de convalidación);
20
ORREGO ACUÑA, Juan Andrés. Teoría del Acto Jurídico I. Septiembre de 2009 , apuntes en
línea, disponible en http://www.juanandresorrego.cl/apuntes/teoría-del-acto-jurídico/
21
ARUTA CUNAZZA, Pedro. Ob Cit. Pág 44.
16
(iii) Artículo 135, inciso 2°: que establece el régimen matrimonial que opera respecto
de quienes han contraído matrimonio en el extranjero, se mirarán como
separados totalmente de bienes, a menos que al inscribirlo en Chile, pacten
sociedad conyugal o régimen de participación en los gananciales. (“Se mirarán en
Chile”, no nos parece una presunción de voluntad, es más bien una
determinación legal, que suple la voluntad de las partes).
(iv) Art. 1233: En la sucesión por causa muerte, el asignatario constituido en mora de
declarar si acepta o repudia una herencia o legado, se entenderá que repudia (lo
cual no necesariamente va a coincidir con su voluntad, pues puede tratarse de
negligencia o pereza, pero la ley presume que esa es su voluntad). Luego el
artículo 1235 que señala que “la repudiación de una asignación no se presume
de derecho sino en los casos previstos en la ley”;
(vi) Art. 1767: En este caso, frente a una inactividad, la Ley presume que la mujer no
renuncia a los gananciales.
Otros autores estudiados citan los siguientes casos contemplados en nuestro Código
Civil:
(i) Artículo 1956 del CC inciso 3º, que trata sobre la tácita reconducción en el
contrato de arrendamiento. (Hay quienes consideran que se trata de un caso en
que el silencio hace presumir la aceptación, pero nosotros consideramos que la
norma se refiere expresamente a “actos”, por lo que constituye un caso de
17
aceptación tácita de renovar el contrato, por ello incluso se denomina “tácita”
reconducción).22
(ii) Artículo 2125 del CC, con ocasión del mandato. Esta norma es fundamental para
el tema de estudio, ya que constituye un caso en que el silencio absolutamente
inactivo permite la formación del consentimiento tal y de la misma forma que la
manifestación de voluntad. En esta disposición se establece que “las personas
que por su profesión u oficio se encargan de negocios ajenos, están obligadas a
declarar lo antes posible si aceptan o no el encargo que una persona ausente les
hace; transcurrido un término razonable, su silencio se mirará como aceptación”.
El precepto trascrito implica una verdadera presunción de consentimiento, que
mira el silencio como aceptación en razón de la condición profesional del
mandatario, la cual lo sitúa en la obligación de responder al encargo requerido,
pues su trabajo es –precisamente- ese. Si fuera de otro modo, el desarrollo del
negocio del mandante o solicitante quedaría abandonado a la incertidumbre.
En este caso vemos que el silencio por sí solo puede “mirarse” como aceptación
bajo las circunstancias descritas. Más adelante volveremos sobre este punto.
(iii) Artículo 2065: Respecto de la sociedad se establece que “no expresándose plazo
o condición para que esta tenga fin, se entenderá contraída por toda la vida de
los asociados, salvo el derecho de renuncia”. (Este caso también constituye una
integración legal para el supuesto que las partes contratantes omitan precisar
cláusulas de un contrato, por lo que nuevamente es más apropiado considerarlo
un elemento de la naturaleza del mismo, y no de aceptación por silencio).
22
A diferencia de lo que sostiene Ramón Domínguez Águila (Teoría General del Negocio
Jurídico, Editorial Jurídica de Chile 1977. Página 43). Así también Colin y Capitan, De Page,
Planiol y Ripert. En la línea contraria (posición que compartimos), se pronuncia Alessandri.
(“Tratado de Derecho Civil: Partes preliminar y general”, Arturo Alessandri Rodríguez y Antonio
Vodanovic H. página 197).
18
Según los comentarios formulados a cada ejemplo, nos parece discutible catalogar
todos estos casos de presunciones de voluntad. Creemos que también puede
afirmarse que en algunos de estos preceptos la ley determina una sanción o efecto
frente a la desidia de una de las partes. En otras palabras: el legislador ha resuelto
otorgar determinada eficacia a la conducta omisiva de un sujeto por razones prácticas
(seguridad, claridad y rapidez), así como por razones jurídicas (para reducir costos -
por ejemplo probatorios- de una obligación, promover la buena fe, etc.).
19
(iii) Por sobre todo, cabe considerar estas disposiciones como elementos de la
naturaleza de ciertos vínculos jurídicos (que operan de no ser excluidos o
modificados expresamente). Desde otro punto de vista, en estos casos, el vínculo
obligacional proviene del contenido de un contrato formado precedentemente por
aceptación expresa o tácita, siendo únicamente una arista de las consecuencias
jurídicas que envuelven dicha aceptación previa (como el caso de los artículos
1718 y 2065).
En este orden de ideas, siempre que la ley establezca la frase: “salvo estipulación de
las partes en contrario” o una equivalente, se entenderá que el silencio de estas
importa una real y verdadera adhesión al efecto establecido en la norma. Esto resulta
perfectamente lógico tratándose de disposiciones de derecho privado, las cuales -en
cuanto supletorias de la voluntad de las partes- se aplican en silencio de la voluntad
expresa en contrario. En este ítem suelen considerarse los siguientes artículos del
Código Civil: 1839, en relación al saneamiento de la evicción; 1872, en relación con el
lugar y tiempo en que debe pagarse el precio en la compraventa; 2015, respecto de la
responsabilidad que incumbe al acarreador, por la destrucción y deterioro de la carga;
2204, en cuanto al pago de la suma prestada por el mutuario antes del término
estipulado, etc.
Por supuesto que estas afirmaciones son controvertibles, sólo nos parece necesario
agregar este postulado al estado actual de la discusión, considerando que la
casuística impide incluir a todos estos ejemplos en una misma categoría jurídica.
De esta manera, algunos de los casos citados constituirían situaciones en las que el
silencio reemplaza la expresión de voluntad, sin convertirse necesariamente en tal ni
dejar de ser silencio. Sin embargo, los ejemplos identificados en los artículos 666,
1233, 1767 y 2125 nos parecen claramente casos de voluntad presunta en las que el
silencio “emitido” conscientemente, teniendo la posibilidad de expresarse, vincularía
de la misma manera que la aceptación manifiesta.
20
b) Precisiones doctrinarias respecto a la eficacia volitiva del silencio.
(i) En primer lugar: se requiere conocimiento de aquél que calla. Sin esto, el silencio
sería ignorancia o desconocimiento, no una conducta consciente. El sujeto no
podría siquiera manifestarse.24
(ii) En segundo lugar: El silencio debe ser libre, es decir, exento de toda fuerza o
coacción. Este requisito no requiere mayor estudio, ya que de extenderse los
efectos de un acto o declaración de voluntad al silencio, a su respecto también
deben regir los demás requisitos de eficacia pertinentes (que sean compatibles
con el silencio, evidentemente).
(iii) La tercera condición para que el silencio sea vinculante es que no recaiga sobre
un hecho indiferente o desprovisto de importancia para el derecho. Por ejemplo,
si no se contesta una participación de matrimonio no podría entenderse como
una aquiescencia: en tal caso, la inasistencia a la celebración se habrá debido a
un simple olvido, desinterés, descortesía, desidia o exceso de ocupaciones.
23
En este apartado nos hemos orientado en la memoria de prueba de Don Pedro Aruta
Cunazza: “efectos jurídicos del silencio”, Concepción 1946. Este trabajo ha influido
decisivamente los posteriores análisis del tema (“El silencio como manifestación de voluntad
dentro de la legislación chilena” de María Sofía Gutiérrez Bermedo, y el Manual de Derecho
Civil de Victorio Pescio Vargas).
24
DUCCI CLARO, Carlos Derecho Civil Parte General Cuarta edición, 1995, Editorial jurídica de
Chile. Página 245. Al respecto el autor sostiene que los Artículos 240 nº 4 y 2125 (presunciones
legales de consentimiento), también suponen el conocimiento de la persona que calla. En el
mismo sentido Victorio Pescio V. Manual de Derecho Civil, teoría general de los actos jurídicos
y teoría general de la prueba. 1978, Tomo 2. Página 48.
21
Estos primeros tres requisitos identificados por la doctrina han sido recogidos por un
fallo de la corte suprema que establece que “los hechos constitutivos del
consentimiento del acreedor deben manifestarse de un modo inequívoco, es decir, no
han de dejar duda alguna sobre la voluntad del que consiente”.25
(iv) El silencio también será vinculante en aquellos casos en que exista una
disposición legal o un mandato judicial que imponga en forma categórica la
obligación de expresarse. En este ítem caben algunos de los preceptos
mencionados en el numeral primero de este apartado, donde el silencio
efectivamente hará “presumir una voluntad determinada por la sola y soberana
disposición de la ley (o mandato judicial) y la persona que calla se verá en la
necesidad, quiéralo o no, de soportar las consecuencias derivadas de su
reticencia, mutismo o inacción”. Aunque más precisamente la ley dará
consecuencias jurídicas a la inexpresión de las partes, presumiendo únicamente
su displicencia o su eventual conformidad.
(v) Otra noción de aceptación general postula que el silencio puede ser vinculante,
incluso en el supuesto de que ningún nexo anterior una a los contratantes,
cuando se funda en los usos, prácticas y costumbres de un lugar. Conforme lo
señala el artículo 1546, la costumbre es vinculante en materia contractual, lo que
es fortalecido por el principio de la Buena Fe. Esta noción es particularmente
relevante en materia comercial, como veremos más adelante.
(vii) Braudy Lacantinerie señala que el silencio cobra valor de aceptación cuando se
trata de una oferta formulada a causa de negociaciones iniciadas con anterioridad
por una de las partes. Esto, siempre cuando surja una como contraoferta en que
se especifiquen alteraciones intrascendentes respecto de la oferta original.26
Otra fórmula, de gran aceptación, que otorga al silencio el valor de voluntad jurídica, lo
constituye el silencio circunstanciado.
Esta doctrina jurídica otorga eficacia de aceptación al silencio en los casos en que
“entre las partes mediaran negociaciones que permitieran inferir sus verdaderos
móviles desprovistos de equívocos, porque si los hubiera, la interpretación tendría que
ser contraria a la realización del contrato”.
26
Braudy Lacantinerie, “Traité Theórique et practique de Doit Civil” Paris 1908. Página 76
(citado por Pedro Aruta Cunazza).
27
ALESSANDRI, Arturo. Valor jurídico del silencio. en Revista de Derecho y Jurisprudencia,
tomo XXXVIII, año 1941. Página 140.
23
Ciertos autores señalan que esta institución es más bien el resultado de una
ponderación jurisdiccional de las circunstancias de hecho que rodean un caso
concreto, tras la cual el juez puede atribuir al silencio el valor de una manifestación de
voluntad.28
Otros autores acotan el ámbito de estas condiciones, señalando que "como declaración
de voluntad dependerá fundamentalmente del las siguientes circunstancias: existencia
o no de relaciones entre las partes; usos generales del tráfico y usos individuales de
aquellas partes".29
28
VIAL DEL RÍO, Víctor. Teoría general del acto jurídico. Quinta edición, año 2007, Editorial
Jurídica de Chile. Página 52.
29
DIEZ-PICAZO, Luis y GULLÓN, Antonio. 1990. Sistema de Derecho Civil. Madrid: Volumen I,
7 Edición, Ed. Tecnos, p.508. Citado por: Ruperto Pinochet Olave. Revista Ius et Praxis, 11 (1):
páginas 55 - 92, año 2005.
30
PINOCHET OLAVE, Ruperto. Revista Ius et Praxis, año 2005, 11 (1). Página 66.
31
Revista de Derecho y Jurisprudencia: C.S. Julio de 2004, Tomo 16, p. 241-247. C.S. 6 de
Enero de 1920, Tomo 18, sec 1ª. Página 405. C.S. 30 Noviembre de 1946, Tomo 44 Sec 1ª.
Página 269. Corte de La Serena, 31 de Dic de 1921 Rev. Tomo 22, sec 1ª Página 797.
24
manifestación de voluntad es la doctrina dominante en el derecho comparado. Así lo
plasma la jurisprudencia Española, Italiana y Francesa.32
1.3.1. Introducción.
Aun así, la corte suprema en un fallo en 1945 señaló que “los hechos constitutivos del
consentimiento deben manifestarse de un modo inequívoco, es decir, no han de dejar duda
alguna sobre la voluntad del que consiente, pues, si bien el consentimiento puede ser tácito o
implícito, no puede jamás ser presumido o supuesto, porque el consentimiento exige una
voluntad positiva de obligarse y en caso de duda debe interpretarse contra la formación del
contrato”. (C. Suprema, 8 de Agosto de 1945, rev.T. 43, sec. 1ª. Página 120)
32
CUADRADO PÉREZ, Carlos. El silencio como manifestación de voluntad. Página 374.
Artículo publicado en Estudios de Derecho de obligaciones. Editorial La Ley, año 2007. Señala
también el autor que en Alemania se recoge expresamente en el nº 362 HGB, que guarda
bastante similitud con el artículo 2125 de nuestra ley civil.
25
ramo indica precisamente en su párrafo 32, que viene a regular un “sensible vacío en
nuestra legislación civil y comercial” pues en el título primero del libro II se regula en
forma específica la formación del consentimiento.
Así, este cuerpo normativo establece una ordenación más detallada de la formación del
consentimiento. Sin embargo, al igual que en la normativa civil, omite regular
expresamente el silencio y sus efectos. En este contexto, aparentemente, el tema de
estudio recibe el mismo trato que en materia civil, pues no encontramos motivos para
considerar inaplicable lo expuesto anteriormente a la regulación mercantil, ello porque
el Civil es un código supletorio del derecho privado, y por normas de integración
corresponde aplicarlo frente a vacíos normativos como el caso de estudio. Así, por
tratarse de un mismo ámbito jurídico (contractual), en donde no hay norma expresa
específica en contrario, la normativa y los principios de orden civil integrarán los vacíos
de la legislación mercantil.
26
Omitida la designación del tiempo que debe durar, el seguro se reputará vitalicio”.
(ii) Art 588: “El seguro puede ser contratado por uno o más años.
c) También existen disposiciones en las que del silencio de uno de los contratantes
se presume legalmente una expresión de voluntad:
Art. 160: “El comprador tiene derecho a exigir del vendedor que forme y le
entregue una factura de las mercaderías vendidas, y que ponga al pie de ellas el
recibo del precio total o de la parte que se le hubiere entregado.
1.3.2. Comentarios.
Como vemos, estas disposiciones son muy similares a las que rigen el ámbito civil, por
lo que a primera vista podría afirmarse que no existen mayores diferencias en ambos
cuerpos legales respecto al tema de estudio. Sin embargo, en materia mercantil la
33
Derogado por la ley 18.092, en su artículo 108 nº de 1982.
27
costumbre tiene un alto valor como fuente de derecho, según lo señalado en el artículo
4 del código del ramo. Este protagonismo del derecho consuetudinario modifica en
cierta medida la regulación del silencio según veremos en este apartado.
Así, puede ocurrir que contratantes que lleven largo tiempo realizando negocios,
ejecuten actos sin mediar aceptación de ningún tipo de la respectiva contraparte. En tal
caso, ese silencio inactivo podría constituir una manifestación de consentimiento, y
paradójicamente la única forma de no quedar obligado sería manifestar expresamente
su “no aceptación”.
El único caso en que nuestra legislación mercantil hace referencia en forma directa al
silencio en materia de formación del consentimiento es en la Convención de Viena
sobre Compraventa Internacional de mercadería, en que en su artículo 18.1 señala que
“Toda declaración u otro acto del destinatario que indique asentimiento a una oferta
constituirá aceptación. El silencio o la inacción, por sí solos, no constituirán
aceptación”.34
34
En un sentido casi idéntico, los Principios del Derecho Europeo de Contratos señalan:
"Artículo 2:204: Aceptación (1) Toda declaración o conducta del destinatario de la oferta que
indique conformidad con ella constituye una aceptación. (2) El silencio o la inactividad no
constituyen aceptación por sí mismos"
28
Es natural que así se establezca, pues el silencio circunstanciado es una institución
recogida en el derecho privado de la mayoría de las legislaciones comparadas. En
materia contractual en nuestro derecho es necesaria la incorporación de disposiciones
legales que guarden conformidad con la jurisprudencia y doctrina imperante en el
contexto internacional. No ahondaremos en este punto, pues ya vimos, a propósito del
estudio del silencio circunstanciado, que consta en la tendencia moderna la intención
de homologar estos casos a aceptación.
Nos parece que esta afirmación es ir demasiado lejos, pues sería una aplicación
irrestricta del extremo aforismo “el que calla otorga”. Aceptar esta posición provocaría
una situación de claro perjuicio para quien recibe una oferta, ya que estaría obligado a
35
SANDOVAL LÓPEZ, Ricardo. Derecho Comercial, Tomo 1 Vol. 1. Página 56.
36
ARUTA CUNAZZA, Pedro. Ob Cit. Página 39. En el mismo sentido: GUTIÉRREZ BERMEDO,
María Sofía. Ob Cit. Páginas 49 y 61. También DOMÍNGUEZ ÁGUILA, Ramón. Ob Cit. Página
43, quien plantea que “El silencio también adquiere valor en materia mercantil, pues los usos y
costumbres del comercio determinan, a veces, que el no contestar una oferta significa
aceptación o, en otras oportunidades, negación”.
29
contestar rechazándola para no verse vinculado contractualmente. No es aceptable,
desde nuestro punto de vista, que por el mero hecho de recibir una propuesta
contractual, una persona se vea obligada a actuar para evitar la conclusión de un
contrato cuyas condiciones ha elaborado el proponente de manera individual.37
Además, aun en el supuesto que los comerciantes se vieran obligados -por disposición
legal expresa- a conservar las cartas que les son dirigidas, nada los obliga a
contestarlas.
1.4.1. Generalidades
Asimismo, en otras materias, como los contratos de seguro, ya existía este mismo
criterio. En efecto, la Superintendencia de Valores y Seguros ha señalado que “no
existe norma administrativa, reglamentaria o legal que permita sustituir la expresión
inequívoca de la voluntad en la celebración del contrato de seguros por una ficta que
se infiere pura y simplemente de su silencio, para la contratación de coberturas de
seguros; que la contratación entre otras entidades no es oponible al asegurable ya que
la aceptación de la cobertura debe hacerse bajo su firma en documento escrito,
separado e independiente, de tal forma que el asegurable exprese su voluntad
37
CUADRADO PÉREZ, Carlos. Ob Cit. Página 366.
30
inequívocamente; que en materia de seguros el consentimiento de las partes del
contrato está sujeto a la solemnidad de la escrituración y que cualquier mecanismo que
debilite la expresión inequívoca de la voluntad infringe las normas que rigen el contrato
y el comercio de seguros”.38
Del mismo modo, establece deberes específicos respecto del consentimiento en los
contratos que se realizan por medios electrónicos o a distancia, según lo señala el
artículo 12 A. Para este mismo tipo de contrato, establece deberes específicos de
información para el oferente en el artículo 32 inciso 2.
Con estas normas y las reformas realizadas en los últimos tiempos, es evidente que el
legislador ha pretendido establecer parámetros estrictos que regulen la información y el
consentimiento, para proteger a los consumidores de potenciales o abusos.
Por ello vemos con claridad que en materia de consumo, en el texto legal no se asigna
eficacia alguna al silencio en la formación del consentimiento. Al parecer, bajo ningún
criterio o fórmula puede burlarse esta realidad instituida por el legislador, pues todo el
cuerpo legal apunta a que el consentimiento sea expreso e inequívoco, y no tácito,
ambiguo o interpretable. También existen disposiciones que tienden a crear las
condiciones para que el consentimiento sea informado y se manifieste claramente,
para proteger por esta vía al consumidor de los posibles ardides de proveedores
inescrupulosos.
38
Circular nº 7981, emitida por la S.V.S. el 30 de Noviembre del año 2000.
31
1.4.2. Casos discutibles.
Pues bien, la ley no dice nada a este respecto, pero es indudable que estos casos
deben entenderse como constitutivos de una aceptación válida, pues son relaciones
contractuales en que naturalmente no se justificaría una mayor exteriorización de la
voluntad en la formación del consentimiento. En estos casos la falta de formalidad no
produce un menoscabo para el consumidor, sino todo lo contrario, lo favorece por la
rapidez con la que realizará la respectiva operación.
32
Resulta fundamental determinar si en los casos mencionados la conducta del
consumidor será constitutiva de silencio circunstanciado o de aceptación tácita. Nos
parece claro que dichos casos constituyen aceptación tácita, ya que la formación del
consentimiento no se genera a partir de una conducta omisiva por parte del
consumidor, sino de actos positivos, que sin duda exteriorizan conformidad con la
oferta preexistente. Por tanto, si bien en esta materia existen casos en que el
consentimiento podría formarse mediante la aceptación tácita, no ocurriría lo mismo
respecto del silencio circunstanciado.
Es posible identificar una amplia gama de malas prácticas que tienen lugar
habitualmente en nuestra sociedad. Dentro de las cuales, a modo de ejemplo,
mencionaremos las siguientes:
33
telefonía celular. Tal es el caso del envío de ciertos mensajes de texto con
información no solicitada expresamente, servicio que tiene un valor determinado
por mensaje que se descuenta del plan. Esta técnica de contratación obliga a
enviar un mensaje de texto para desafectarse de los servicios recibidos y por
tanto dejar de pagarlos.
Naturalmente, en todos estos casos no existirían siquiera los supuestos para dar
cabida a la aceptación tácita ni al silencio circunstanciado en la respectiva relación de
consumo, pues estas situaciones ni siquiera consideran el efectivo conocimiento del
sujeto cuya aceptación se pretende. Esta clase de fórmulas constituyen casos de
enrolamiento negativo, prácticas ilícitas que -como veremos más adelante- fueron
afrontadas con la reforma introducida por la ley 19.955, del año 2004 a la LPC, y que,
no obstante, siguen siendo utilizadas, siendo el fundamento de las prácticas utilizadas
por ejemplo, en la repactación unilateral de deudas, como ocurrió en el caso “La Polar”.
34
a) Generalmente existirán asimetrías de información, es decir, un proveedor
especializado en la materia sobre la que versa la relación de consumo, junto a un
consumidor generalmente negligente o ignorante respecto de las características y
regulación de dicha relación.
b) Los proveedores por regla general serán pocos y podrán individualizarse con
relativa facilidad dentro de su rubro, mientras que los consumidores funcionarán
de forma atomizada e independiente.
Para aclarar estos conceptos teóricos o abstractos, veamos el caso de las cuentas por
servicios básicos de cobro mensual: En el cumplimiento de estos contratos, los
particulares no siempre revisarán todas sus cuentas con el esmero que presupone la
ley civil, (respondiendo en tal sede por culpa leve), ya que por su número y monto, tal
labor constituiría muchas veces un esfuerzo económicamente ineficiente, lo que
desincentiva una conducta diligente, lo que es asimilable al efecto conocido como
riesgo moral. Además, normalmente estos servicios se realizan mediante contratos de
adhesión, y se ejecutan en forma diferida. Ante la multiplicidad y simpleza de esta
contratación, los consumidores se limitan a pagar una tarifa mensual por cada
prestación, formando una relación contractual que aleja al suscriptor del servicio de la
posibilidad de vigilar constantemente que el funcionamiento detallado del mismo se
ajuste a lo pactado (al menos no con la diligencia y periodicidad que presupone la
contratación en el Código Civil).
35
regulación del ramo, que es la generalmente asimétrica capacidad de inquirir respecto
a la letra del contrato sobre la fase de su cumplimiento. Es justamente esta falta de
preparación u conocimiento del “consumidor promedio”, lo que justifica la existencia de
la LPC.
Por todas estas razones, en el ámbito de consumo podrían surgir (como ha ocurrido
permanentemente), situaciones que estando aparentemente dentro de la ley induzcan
a un resultado que atente contra los fines de esta. Por ejemplo, resulta sencillo -y sin
duda sugestivo- para un proveedor, cambiar de modo insustancial las condiciones del
contrato sobre la fase de cumplimiento del mismo, sin que los consumidores tomen
conciencia de dichas variaciones salvo un raciocinio o diligencia extraordinario. En
estos casos, dichas modificaciones unilaterales normalmente se practican mediante el
sistema conocido como “enrolamiento negativo”, donde los proveedores realizan
maniobras que permiten constituir casos calificados de silencio circunstanciado o de
aceptación tácita.
36
En la práctica comercial, los contratos de consumo rara vez son libremente discutidos,
por el contrario, en general se trata de contratos de adhesión, lo que hace más sencillo
la inclusión de cláusulas que establezcan que el mutismo o inacción del consumidor se
mirará como aceptación de ciertas obligaciones. Esta técnica ha sido invalidada
permanentemente por la jurisprudencia, justamente porque en este modelo de
contratación, los consumidores, la parte desmedrada de poder negocial, no siempre
tienen el adecuado conocimiento de tales cláusulas o el tiempo para manifestarse en
contra de sus efectos.
Por lo expuesto, el legislador especificó esta censura respecto del silencio como
fundamento de voluntad, para desincentivar (a priori) y anular (ex post) prácticas
fraudulentas por parte de quienes tienen un mayor poder negocial en la relación de
consumo, es decir, los proveedores.
Para hacer una interpretación contextualizada del caso, hay que decir que este
problema también puede ser solucionado con la nulidad de la cláusula, en conformidad
con lo establecido en el artículo 16 g) de la ley del ramo.
39
Historia de la ley 19.955, primer informe de la Comisión de Economía. Página 56. Documento
on-line disponible en: http://www.bcn.cl/histley/lfs/hdl-19955/HL19955.pdf
40
En palabras de don Eugenio Tuma, diputado informante de la comisión de Economía,
Fomento y Desarrollo, cuya exposición consta en la página 130 del citado informe.
37
1.4.5. Frente a este sistema de regulación, cabe plantear las siguientes
interrogantes:
Desde un punto de vista práctico, hemos de considerar que la relación de consumo por
regla general incluye un proveedor pasivo al momento de la formación del
consentimiento. Explicaremos esta idea brevemente a través del siguiente
razonamiento: El artículo 2125 del Código Civil presume la voluntad de aceptar un
mandato, por parte de las personas que habitualmente se dedican a ello, por el hecho
de que dejen transcurrir cierto plazo sin manifestarse. Podemos decir que en la
relación de consumo ocurre una situación similar, pues uno de los requisitos de la
misma es que el proveedor sea habitual, es decir, se dedique habitualmente a
proporcionar productos o servicios. Así, existe un motivo práctico, con sustento jurídico,
para considerar que basta que un consumidor manifieste su intención de adquirir un
determinado producto o servicio ofrecido previamente (aun en forma tácita) por el
proveedor, para que se forme consentimiento respecto de esa compraventa o
prestación de servicios. Esto además porque se exige que la oferta del proveedor sea
completa (por las reglas de la información básica comercial, el deber de exhibir el
precio y demás obligaciones legales)41 y porque la LPC también prohíbe la negativa
injustificada de venta.
41
Artículos 1 nº 3, 18 y 28 de la Ley 19.496
38
Normalmente la conducta del proveedor en estos casos será activa, y se traducirá en la
entrega de la cosa, pero puede ocurrir que nada diga o incluso se niegue a entregar el
producto. En estos casos, la LPC expresamente prohíbe la negativa injustificada de
venta,42 por ello, con más razón corresponde entender que el silencio no podría
constituir jamás una negativa de la misma, debiendo por tanto ser necesariamente
considerado como lo contrario, es decir, una aceptación. Si el silencio no fuese
apreciado de este modo, podría eludirse la prohibición referida simplemente guardando
silencio, en vez de negar la venta.
Sin embargo, para estos casos también puede sostenerse que se trata de una
aceptación tácita por la conducta del proveedor anterior a la venta, que se manifiesta
en actos positivos. Incluso puede sostenerse que el consentimiento se forma por la
simple concurrencia de la voluntad del aceptante, que se limita a manifestar su
conformidad con la oferta del proveedor, expresada en el ofrecimiento del bien o
servicio por parte del vendedor y el precio exhibido. Esto supone que el oferente
siempre será el proveedor y que, por su parte, el aceptante siempre será el
consumidor, lo que no opera de forma tan nítida en todos los escenarios de la relación
de consumo.
40
Por último, como los contratos de consumo generalmente son contratos de adhesión,
en ellos la voluntad del proveedor determinará casi sin contrapeso las características
del mismo. Cabe entonces preguntar: ¿dicha cláusula podría considerarse como
abusiva? El artículo 16 de la ley 19.496 establece la nulidad de determinadas cláusulas
en los contratos de adhesión por considerarlas abusivas. Si la que discutimos se
encuadra en alguna de las letras a) b) y g) de dicho precepto legal, sería nula (posición
a la que adherimos).
Por estos motivos, consideramos que en materia de consumo, una cláusula que
establezca que el silencio tendría valor la relación contractual, sería contraria a
derecho, no necesariamente en virtud de los artículos 3 a), 4 y 16, sino por el espíritu
de la ley 19.496, que tiene a rechazarla desde varios flancos.
Luego, el artículo 38 ter establece límites y criterios para establecer este cambio
unilateral de contrato, señalando que la Superintendencia fijará, mediante instrucciones
de general aplicación, la fórmula de dicha modificación unilateral.
41
En cuanto a los criterios para determinar los precios de los diferentes planes de salud
esta norma ha suscitado no pocas controversias. El año 2010 el Tribunal Constitucional
limitó las diferenciaciones que se establecían en las tablas de factores utilizadas para
determinar dichos valores, las cuales permitían diferencias de hasta 14 veces en las
tarifas de las respectivas “categorías” de afiliados.
La razón de esta normativa excepcional es clara: el contrato en virtud del cual una
persona se afilia a una Isapre es un contrato aleatorio, es decir, en él una de las partes
se obliga a dar o hacer algo en contraprestación a una contingencia incierta de
ganancia o pérdida. En nuestro derecho positivo existen otros casos de contratos
aleatorios en que el principio de la intangibilidad es morigerado para evitar resultados
injustos. Tales casos son los estudiados bajo la doctrina de la teoría de la imprevisión.
Al existir dos principios yuxtapuestos: rebus sic stantibus y pacta sunt servanda,
consecuentemente encontramos disposiciones en uno y en otro sentido a lo largo de
nuestro derecho positivo. Lo importante, es que esta doctrina propone la modificación -
42
en sede judicial- del contrato para evitar las eventuales asimetrías que pudieren
originarse durante la fase de cumplimiento del mismo, debido a caso fortuito o fuerza
mayor.
Existen otras relaciones contractuales en que los supuestos fácticos son similares. Por
antonomasia podemos mencionar aquí el contrato de seguro de automóviles. Para
hacer frente a inherente aleatoriedad de este tipo de contratos, las empresas
aseguradoras se valen de modernas técnicas de contratación, estudios estadísticos,
proyecciones masivas y una completa red de información contenida en las bases de
datos que construyen e intercambian.
En fin, es muy común que en los contratos de largo plazo o de duración indefinida
existan cambios de circunstancias que provoquen serios perjuicios a los proveedores.
Por ejemplo, el alza en el precio de determinados suministros podría impedir a un
proveedor seguir manteniendo la tarifa pactada con anterioridad. En estos casos,
efectivamente se hace necesario recurrir a alguna alternativa que permita continuar la
relación contractual sin dejar todo el peso de las nuevas circunstancias en los hombros
de una sola de las partes.
Respecto de las tarifas de las Isapres, existe es un modelo que permite enfrentar esta
eventualidad en forma unilateral, no así respecto de los demás contratos, en especial
los de consumo. Consideramos que en los contratos de consumo, una fórmula lícita de
precaver estos posibles cambios de circunstancias es pactar el precio en un formato
reajustable al valor de la moneda o sujeto a revisión en caso de determinadas
circunstancias, como alteraciones en el cambio de la moneda extranjera, etc.
43
1.5. Conclusiones.
Por su parte, respecto de la eficacia volitiva del silencio en materia comercial, podemos
decir que tendrá valor en la misma forma que en materia civil, con especial énfasis en
el siguiente caso: Cuando se desprenda de los usos y costumbres (lex mercatoria) o de
las prácticas comerciales que hayan realizado previamente las partes. Por lo tanto, la
43
Según Orrego, 1º Cuando la ley le confiere tal efecto, expresamente; 2º Cuando las partes así
lo han convenido; y 3º Cuando las circunstancias que acompañan al silencio permiten atribuirle
el carácter de manifestación de voluntad.
Según Victorio Pescio, requiere de los siguientes requisitos: 1º Conocimiento de los hechos en
el que calla. 2º Silencio libre, exento de vicios. 3º Debe recaer sobre hechos jurídicamente
trascendentes. 4º Debe existir un precepto legal o una resolución judicial que obligue a
manifestarse bajo el apercibimiento de tener como aceptación la falta de respuesta. (p. 45)
44
figura del silencio circunstanciado adquiere un rol protagónico, de aceptación
indiscutida en este ámbito.
En ninguna materia, se podrá conceder valor alguno a una cláusula contenida en una
primera oferta en la que se establezca que el silencio del destinatario se considerará
como una aceptación, ya que de lo contrario, se vincularía al destinatario al nacimiento
de un contrato por una simple declaración unilateral del oferente, con la única
excepción de lo dispuesto en el artículo 2125 del Código Civil y aquellos casos
analogables.
45
CAPÍTULO II: LA RESPONSABILIDAD EN LA LPC.
Una segunda norma sobre la responsabilidad de los directores, más estricta que la
anterior, se refiere a la obligación de los directores de responder personal y
solidariamente de las multas y sanciones que se apliquen a la asociación de
consumidores por actuaciones que han sido calificadas como temerarias,45 cuando se
hayan ejecutado sin acuerdo de la asamblea. Dichas multas ascenderán a un máximo
44
Artículo 7 inciso 3 de la LPC.
45
Artículo 11 inciso 3 de la LPC.
46
de 50 UTM, respecto de acciones individuales, llegando hasta 200 UTM,46 cuando se
trata de acciones colectivas.47
Esta distinción determina tanto la fuente donde se regula cada tipo de responsabilidad,
como los fines y alcances de la misma. Así, la finalidad de la responsabilidad
contractual y extracontractual naturalmente se asocia a intereses particulares de
resarcimiento, mientras que las sanciones de la responsabilidad infraccional tienen su
fundamento en el derecho penal económico sancionatorio, eminentemente público.
46
Artículo 50 E de la LPC.
47
BARROS, Andrea. Asociaciones de Consumidores y las Nuevas Facultades del Sernac.
Publicado en “Normas y comentarios ley 19496 sobre protección de los derechos de los
consumidores”, departamento de Estudios de la Cámara de Comercio de Stgo. Página 39.
48
CÁRDENAS BUSTAMANTE, Mario. Análisis jurídico de la Ley de Protección del consumidor,
Título V. Disponible en http://sinley.cl/?a=478
49
ABELIUK MANASEVIC, René: Las Obligaciones, Tomo I. Editorial Jurídica de Chile, cuarta
edición. Página 185.
47
Como hemos sostenido repetidamente a lo largo de este análisis, la responsabilidad en
la LPC es un tema que no ha sido tratado en forma orgánica. En el texto legal existen
diversas disposiciones que aisladamente conforman el sistema de responsabilidad en
materia de consumo. Dicha regulación muchas veces resulta insuficiente, por lo que en
la práctica hay constantes remisiones a la legislación común supletoria o a otras
fuentes formales. Asimismo, en la práctica han surgido diversas problemáticas y dudas
sobre su forma de aplicación, existiendo materias que no han tenido tratamiento
jurisprudencial unísono y tampoco han sido trabajadas en detalle por la doctrina. Sobre
algunas de estas problemáticas haremos referencia en este capítulo.
48
finalidades que persigue la responsabilidad en la LPC,50 evidenciando sus múltiples
fundamentos y propósitos. El sistema de responsabilidad contractual específico de la
LPC es sin duda más amplio que el que ofrece el derecho común, donde estos
mecanismos se estudian bajo el nombre de “efectos de las obligaciones”, (cuando más
bien se relaciona con los remedios legales para enfrentar el eventual incumplimiento de
éstas), mientras que en materia de consumo normalmente recibe el nombre de
“Garantía Legal”. Este es un sistema orgánico que -al igual que el Código Civil- divide
los remedios dependiendo de si la obligación incumplida es de dar o de hacer
(adquisición de productos o prestación de servicios).
Una especie distinta de responsabilidad contractual dice relación con los perjuicios
ocasionados al consumidor en el marco de una relación de consumo válidamente
perfeccionada, como el daño generado por un producto defectuoso. Estos casos, sin
duda más complejos, dan lugar a una acción indemnizatoria y serán constitutivos de
responsabilidad contractual si es el incumplimiento de una regla del contrato el que ha
originado el daño. No obstante, si el daño se ha generado como consecuencia del
quebrantamiento de una obligación legal o del deber de cuidado, estaremos frente a un
caso de responsabilidad extracontractual, aunque esta diferenciación tiende a ser
50
“El incumplimiento de las normas contenidas en la presente ley dará lugar a las acciones
destinadas a sancionar al proveedor que incurra en infracción, anular las cláusulas abusivas
incorporadas en los contratos de adhesión, obtener la prestación de la obligación incumplida,
hacer cesar el acto que afecte el ejercicio de los derechos de los consumidores, a obtener la
debida indemnización de perjuicios o la reparación que corresponda”.
49
mucho más compleja en el caso de la responsabilidad por productos defectuosos,
como veremos más adelante.
Concepto:
51
La regulación y garantías de responsabilidad contractual se encuentran a lo largo de toda la
LPC.
50
En los casos señalados, el consumidor tiene siempre derecho a demandar la
“indemnización de perjuicios” que corresponda (esto es lo primero) y, adicionalmente,
“puede optar” entre las tres alternativas siguientes:
La Garantía Legal tiene un plazo de tres meses desde la compra del producto y 30 días
hábiles en el caso de contratación de servicios, incluyendo el servicio de reparación.
Tratándose de productos perecibles, el plazo de la garantía se extiende hasta el
término indicado como fecha de vencimiento.
Corresponde precisar que tanto la doctrina como la jurisprudencia han sido uniformes
al señalar que éste es un derecho que no puede en caso alguno ser excluido por parte
del vendedor, lo que implica que cláusulas del tipo “no se aceptan cambios ni
devoluciones” no tienen cabida en nuestro ordenamiento jurídico. Aprobar esta
cláusula implicaría validar una condición impuesta unilateralmente por parte del
proveedor, y de considerarse un acuerdo de voluntades, este adolecería de nulidad en
conformidad a lo señalado en el artículo 4 de la LPC, que prohíbe la renuncia
anticipada de los derechos establecidos en dicha Ley.
51
de la adquisición de productos cuyo contenido neto sea inferior al indicado en el
envase o empaque.52
52
Artículo 19.- El consumidor tendrá derecho a la reposición del producto o, en su defecto, a
optar por la bonificación de su valor en la compra de otro o por la devolución del precio que
haya pagado en exceso, cuando la cantidad o el contenido neto de un producto sea inferior al
indicado en el envase o empaque.
52
embargo, tratándose de la devolución de la cantidad pagada, la acción no podrá
intentarse sino respecto del vendedor.
Al respecto la LPC también consagra una especie de “contribución a las deudas” (muy
similar al propio de la solidaridad), bajo el nombre de “derecho de resarcimiento” en su
artículo 22.
Este sistema establecido por la LPC ha sido calificado dentro del tipo extracontractual
de responsabilidad, porque opera respecto de sujetos inicialmente ajenos al vínculo
entre el consumidor y el proveedor, como son el fabricante y el importador.53 Sin
embargo, la hemos comentado respecto de la responsabilidad contractual, por
encuadrarse dentro de la Garantía Legal. Compartimos en cierta medida la naturaleza
extracontractual de esta responsabilidad, pues esta especie de solidaridad tiene su
origen en la ley y no en el contrato de consumo propiamente tal.
Sin embargo, frente a otra clase de incumplimientos o infracciones que generan daños
que van más allá de los desperfectos del producto o servicio adquirido, surgen casos
de responsabilidad respecto de los cuales resulta insuficiente aplicar el régimen de
53
GONZÁLEZ, Jamira y TORREJÓN, Rodrigo, Responsabilidad civil por productos defectuosos
y aspectos procesales de la Ley 19496. Memoria de prueba para optar al grado de licenciado en
ciencias Jurídicas y Sociales. Facultad de Derecho Universidad de Chile. Profesor Germán
Vidal año 2004. Página 46.
53
Garantía Legal. El ejemplo más típico de este sistema es la “responsabilidad por
productos defectuosos”.
Tal como lo señala la ley, en sus artículos 20 y 41, esta acción subsiste respecto
de los perjuicios que la Garantía Legal no cubre.
54
Por este motivo, los autores normalmente se han abstenido de clasificar esta
responsabilidad en uno u otro régimen (contractual o extracontractual). Así por
ejemplo, Enrique Barros ha señalado que “un camino es idear un estatuto legal
específico, otro, es dejar su desarrollo entregado a la doctrina y jurisprudencia.
En general, ambos caminos han sido igualmente explorados en el derecho
comparado”.54
Concordamos con esta posición, ya que para hacer valer esta clase de
responsabilidad, son más adecuadas las normas del derecho de daños que las
de los mecanismos de indemnización asociados a la resolución, ejecución
forzada o cumplimiento por equivalencia de los contratos. Cabe decir que este
tema ha sido extensamente tratado a propósito de la opción o cúmulo de
responsabilidades, no obstante consideramos que para estos casos, el perjuicio
normalmente no tendrá relación con la mora o con el incumplimiento de la
prestación debida, sino que con el incumplimiento del deber general de cuidado,
propio de la responsabilidad extracontractual. Por estos motivos, y porque se
trata de un tema largamente tratado en otros estudios, no profundizaremos
mayormente sobre este tipo de responsabilidad (por productos defectuosos) en
este ítem.
54
BARROS BOURIE, Enrique. Tratado de responsabilidad extracontractual. Editorial Jurídica de
Chile. Primera Edición año 2009. Página 750.
55
Revista de derecho y Jurisprudencia, Tomo LXXXIII (1986), Nº2 (Mayo Agosto), sección 5.
55
Según el artículo 50 inciso 2º de la LPC, es aquella que tiene por objeto sancionar al
proveedor que incurre en una infracción de las normas que reglamentan la relación de
consumo. En este ámbito, el proveedor está expuesto a una doble sanción; por una
parte, la aplicación de la multa correspondiente a la respectiva infracción, mientras que
por otra, la reparación e indemnización de todos los perjuicios sufridos conforme a lo
dispuesto en el Artículo 3 letra f.
Ciertos autores han considerado que se trata de un sistema subjetivo, señalando que
“la responsabilidad infraccional por incumplimiento es aquella en que incurre(n) los
proveedores respecto de consumidor, que consiste en conductas con signos dolosos o
culposos, las cuales se castigan como genuinas contravenciones, aplicándose las
penas de multas”.56
56
IBÁÑEZ ARENAS, Paula Xiomara y OPAZO CONTRERAS, Marcela Andrea.
Responsabilidad infraccional de los proveedores en la ley 19.496 y su vinculación con el ámbito
penal. Memoria de prueba para optar al Grado Académico de Licenciado en Ciencia Jurídicas y
Sociales. Facultad de Derecho Universidad de Chile. Año 2004. página 7.
A modo de ejemplo, las autoras señalan que los artículos 18, 23, 29 y 38 son infracciones que
buscan sancionar una conducta “dolosa”, cuando la ley nada dice al respecto. Consideramos
errado este planteamiento, ya que de acuerdo a las reglas generales el dolo no se presume sino
en los casos legalmente establecidos.
56
Ciertamente, este tema es sumamente controvertido, sin embargo, gran parte de la
jurisprudencia ha considerado que se trata de un sistema de responsabilidad objetivo.57
Este criterio ha sido seguido tanto por los Juzgados de Policía Local como por las
cortes de apelaciones, donde se ha consolidado la tesis de que basta probar el hecho
de la infracción para dar lugar a esta responsabilidad, descartando consideraciones a
elementos subjetivos cuales serían el dolo o la culpa infraccional. Con ello también se
evitan los criterios jurisprudenciales dispares y la casuística, acentuándose la función
disuasiva de esta clase de sanciones.
a) Art. 23, donde el texto exige elementos subjetivos: “actuando con negligencia”.
57
Por todos puede citarse la memoria de prueba de OPAZO MOLINA, María. Recopilación y
análisis de Jurisprudencia en materia de Derecho del consumidor, Profesor guía Francisco
Fernández Fredes Facultad de Derecho, Universidad de Chile. 2005. Página 141. (Citado por
LARENAS GONZÁLEZ, Edison Mauricio. Ob Cit. Página 37).
Adicionalmente, citamos un fallo más reciente dictado por la segunda sala de la Corte Suprema,
con fecha 20/05/2008, en la causa Rol 6167-2007, caratulada “Claudio Soto Camarena con
Empresa Car S.A.”, que en su considerando tercero señala que “En efecto, nuestro Código Civil
establece como regla general para todas aquellas relaciones jurídicas que se desarrollan dentro
de un estatuto propio, las de la responsabilidad contractual; y para todas las demás, esto es, las
que nacen de un hecho, la responsabilidad extracontractual, en que se requiere, además de
otros factores, la concurrencia de uno de imputación, cual es, la culpa o dolo. En cambio, en la
responsabilidad contractual y lo mismo en la legal, basta el incumplimiento de lo pactado en un
caso, o del deber de comportarse de cierto modo, en el otro. Por eso, a falta de norma especial
en la ley, la responsabilidad legal queda regida, subsidiariamente, por las normas de los
artículos 1.545 y siguientes del Código Civil”. Sin embargo si aplicamos correctamente este
razonamiento, la responsabilidad infraccional no sería objetiva, sino que en ella solamente se
presumiría la culpa como ocurre en la contractual.
57
b) Art. 28: “el que a sabiendas o debiendo saberlo induce a error o engaño respecto
de…”
Estos elementos subjetivos, que exigen un actuar arbitrario por parte del proveedor,
son excepcionales, pues el sistema en general no alude a factores psicológicos
respecto de los incumplimientos. Por ello, consideramos que la objetividad de este
sistema se deduce caso a caso en la redacción de las normas infraccionales.
Los efectos de esta discusión son sin duda determinantes, ya que en un régimen de
responsabilidad objetiva no sería necesario probar dolo o culpa por parte del
58
proveedor, lo que implica una ventaja importantísima para la defensa del consumidor,
que en un régimen subjetivo tiene a su cargo la probatio diabiolicae de -con sus medios
y conocimientos generalmente escasos- acreditar la concurrencia del factor de
atribución de responsabilidad “culpa o dolo” del proveedor.
58
LPC, Artículo 24 inciso 4º. La ley Nº 20416, de fecha 3 de febrero de 2010, ordenó modificar
este artículo, sustituyendo la frase entre comas "el grado de negligencia en que haya incurrido
el infractor" por "los parámetros objetivos que definan el deber de profesionalidad del proveedor,
el grado de asimetría de información existente entre el infractor y la víctima, el beneficio
obtenido con motivo de la infracción".
59
LARENAS GONZÁLEZ, E. Ob cit. Página 36.
59
multas claramente no representa un resarcimiento particular, sino un medio de
disuasión que beneficia a la comunidad toda.60 Por otra parte, los procedimientos
administrativos son dirigidos y conocidos por órganos de la autoridad, y muchas veces
resueltos por la misma (al menos en una primera instancia), mientras que en el caso
particular, conocen los tribunales de justicia competentes.
También podría argüirse que dichas infracciones, al estar bajo el conocimiento de los
JPL serían normas de policía, y no punitivas en su sentido clásico. Esto no podría ser
de otro modo, ya que la pena en este caso consiste principalmente en multas y no
privación de libertad, como sucede normalmente en los procedimientos penales
propiamente tales. Sin duda incluir las infracciones a la LPC dentro de la competencia
de los tribunales penales implicaría sobrecargar sus funciones con juicios sobre multas.
60
El artículo Artículo 61 de la LPC señala que: “las multas a que se refiere esta ley serán de
beneficio fiscal”.
61
ENRICO PALIERO, CARLO. La sanción administrativa como medida moderna en la lucha
contra la criminalidad económica. Publicado en Hacia un Derecho Penal Económico Europeo.
Estudios Jurídicos, Universidad autónoma de Madrid, 1995. Págs. 469 y siguientes.
En similares lineamientos citamos el trabajo de MAZZACUVA, NICOLA: Sanciones
administrativas y sanciones penales en materia de ilícitos societarios, Ob Cit. Página 681.
60
La particular sanción de multa se encuentra consagrada en el artículo 21 del Código
Penal, que la define como “aquellas penas accesorias de naturaleza pecuniaria”. Sin
duda dichas sanciones están vinculadas al ámbito penal, siendo éste su natural
derecho supletorio.
62
Artículo 282. (Artículo modificado por la Ley Orgánica 15/2003, de 25 de noviembre)
“Serán castigados con la pena de prisión de seis meses a un año o multa de 12 a 24 meses los
fabricantes o comerciantes que, en sus ofertas o publicidad de productos o servicios, hagan
alegaciones falsas o manifiesten características inciertas sobre los mismos, de modo que
puedan causar un perjuicio grave y manifiesto a los consumidores, sin perjuicio de la pena que
corresponda aplicar por la comisión de otros delitos.”
Artículo 283.
“Se impondrán las penas de prisión de seis meses a un año y multa de seis a dieciocho meses
a los que, en perjuicio del consumidor, facturen cantidades superiores por productos o servicios
cuyo costo o precio se mida por aparatos automáticos, mediante la alteración o manipulación de
éstos.”
61
El derecho penal económico es una rama jurídica relativamente nueva. Se ha señalado
que su origen radica en “la transformación del orden económico con las consiguientes
repercusiones en las relaciones sociales, lo cual ha potenciado la aparición de nuevas
conductas de enriquecimiento, que basadas en el engaño, se aprovechan de las
posibilidades que ofrece una economía fundamentada en la intensidad del crédito y en
la velocidad del tráfico comercial. Fraudes realizados bajo el telón de sociedades
anónimas, formas de competencia desleal, uso de información privilegiada en el ámbito
bursátil, utilización abusiva de determinados medios de pago o fraude de subvenciones
constituyen, tan sólo, una muestra de tales conductas”.63
Por estos motivos este tipo de infracciones no pueden entenderse como protectoras de
bienes particulares, como el patrimonio de una persona, su vida o su dignidad, sino de
bienes abstractos y difusos como el derecho a la salud, a información veraz y oportuna,
la libertad de elección, etc; cuya custodia y respeto debe tutelarse para permitir el
correcto funcionamiento del mercado.
63
Ibidem. Página 15.
62
c) Rigor: Atendido a las repercusiones sociales de los ilícitos económicos, se amplía
o se diversifica el arsenal punitivo de sistema tradicional, respondiendo a las
exigencias de mayor incriminación y disuasión.64
64
ROMERA, Oscar Eduardo. Protección Penal del Consumidor. Análisis de la Ley 24.240 y su
reglamentación. Ediciones Depalma, Buenos Aires, Argentina, 1999. Págs. 7-9. (Citado por
IBÁÑEZ ARENAS, Paula Xiomara y OPAZO CONTRERAS, Marcela Andrea, Ob Cit).
65
En este apartado nos hemos orientado en la Memoria de Prueba de don LARENAS
GONZÁLEZ, Edison Mauricio, Las acciones de protección a los consumidores en la ley 19.496 y
el Derecho Comparado y su procedimiento. Facultad de Derecho Universidad de Chile, profesor
guía: Germán Vidal Duarte. Año 2004.
63
La sanción aplicable a estas infracciones, nuevamente será de hasta 50 UTM.
64
e) Suspensión o paralización de un servicio. Se encuentra establecida en el artículo
25 de la LPC, que establece 2 tipos de infracción:
Cuando el servicio de que trata el inciso anterior fuere de agua potable, gas,
alcantarillado, energía eléctrica, teléfono o recolección de basura o elementos
tóxicos, los responsables serán sancionados con multa de hasta 300 unidades
tributarias mensuales.”
65
Difusión publicitaria que produzca confusión en los consumidores respecto de
signos distintivos de cada proveedor, establecida en el artículo 28 A de la LPC.
En estos casos, los infractores se exponen a las más altas multas: hasta 750
UTM para la publicidad engañosa, mientras que si afecta la salud o la seguridad
de la población o del medio ambiente puede subir hasta 1000 UTM. En caso de
reincidencia el juez puede duplicar esta multa, considerando como reincidencia
las infracciones reiteradas más de dos veces en un año calendario.
“El que estando obligado a rotular los bienes o servicios que produzca, expenda o
preste, no lo hiciere, o faltare a la verdad en la rotulación, la ocultare o alterare,
será sancionado con multa de cinco a cincuenta unidades tributarias mensuales.”
Que se refiere a la enunciación clara del precio o tarifa del bien o servicio
respectivo en las vitrinas, anaqueles o estanterías en que estos estuvieren
situados. En este caso, la sanción también será de hasta 50 UTM conforme a las
reglas generales.
66
Conforme a lo dispuesto en el artículo 24 inciso 1 de la LPC, respecto del
incumplimiento de estas obligaciones legales (que no tienen asignada una multa
específica), corresponde aplicar la responsabilidad contravencional común de la
LPC, es decir, multas de hasta 50 UTM.
Con la reforma del año 2004 se estableció que los proveedores deben adoptar
especiales provisiones para la correcta información del consumidor, con ocasión
de la venta de determinados bienes o servicios que por sus componentes o
características pudieren significar un daño para la salud o seguridad de las
personas. El artículo 45 impone este deber, señalando que su infracción acarrea
multas de hasta 750 UTM.
66
Norma complementada y modificada largamente por la Ley 20.416.
67
a) Sólo algunas de las normas que establecen obligaciones para los proveedores
consagran explícitamente su carácter infracional, por ejemplo los artículos 18, 23
y 28 de la LPC, en el resto de los casos el carácter contravencional se desprende
de la interpretación armónica de sus disposiciones.
67
“Declarada judicialmente o determinada por la autoridad competente de acuerdo a las normas
especiales a que se refiere el artículo 44, la peligrosidad de un producto o servicio, o su
toxicidad en niveles considerados como nocivos para la salud o seguridad de las personas, los
daños o perjuicios que de su consumo provengan serán de cargo, solidariamente, del productor,
importador y primer distribuidor o del prestador del servicio, en su caso.
Con todo, se eximirá de la responsabilidad contemplada en el inciso anterior quien provea los
bienes o preste los servicios cumpliendo con las medidas de prevención legal o
reglamentariamente establecidas y los demás cuidados y diligencias que exija la naturaleza de
aquéllos.”
68
propósito del capítulo que trata la prescripción en la LPC), consideramos que las reglas
de fondo aplicables a la responsabilidad por las faltas a que nos hemos referido en
este capítulo, se regirán por las normas del Código Penal por tratarse del derecho
supletorio que rige las sanciones derivadas del Derecho Penal Económico.
68
Corte Suprema, 03/08/2009, causa Rol 3283-2009, “Empresa Eléctrica de Aysén S.A. con
Superintendencia de Electricidad y Combustibles”; Corte Suprema, 11/05/2010, causa Rol
4627-2008 “Alejandro Weinstein Manieu con Instituto de Salud Pública ISP”, ambas con votos
disidentes.
69
Corte Suprema, 29/09/2004, causa Rol 1599-2004. (Previo a la dictación de la ley 19.506,
que estableció que "las acciones para perseguir las sanciones de carácter pecuniario y otras
que no accedan al pago de un impuesto, prescribirán en el plazo de tres años contados desde
la fecha en que se cometió la infracción", llenando el vacío legal previo). En el mismo sentido:
Iltma. C.A. de Concepción, 23/03/2011, causa Rol 1409-2010.
70
Dictamen Nº 14571 de fecha 22-03-2005, de la Contraloría General de la República. El
criterio contenido en este dictamen es de suma importancia, pues si bien las sanciones
administrativas no son penas, establece que los principios del derecho penal son aplicables a
los procedimientos sancionatorios.
69
Las disposiciones de la LPC sobre este tipo de responsabilidad se encuentran
establecidas casuísticamente y con escasa claridad, por lo que han surgido diversas
discusiones al respecto. Hay quienes incluso descartan la posibilidad de que lo
dispuesto en la LPC implique escenarios de responsabilidad extracontractual,71
aseverando que existe sólo responsabilidad infracional y contractual. No compartimos
esta perspectiva, al igual que la jurisprudencia consultada al respecto,72 la cual señala
que tal como ocurre en el derecho privado ordinario, existe responsabilidad
extracontractual del proveedor cuando “cuando el incumplimiento no deriva de las
obligaciones del contrato”,73 ampliando el concepto de relación de consumo.
Consideramos que muchas de estas conductas sí están tipificadas como ilícitos
infraccionales generadoras de responsabilidad extracontractual, sin embargo, las otras
deberán analizarse caso a caso para determinar si se ha infringido o no el deber de
cuidado.
71
IBÁÑEZ ARENAS, Paula Xiomara y OPAZO CONTRERAS, Marcela Andrea.
Responsabilidad infraccional de los proveedores en la ley 19.496 y su vinculación con el ámbito
penal. Memoria de prueba para optar al Grado Académico de Licenciado en Ciencia Jurídicas y
Sociales. Facultad de Derecho Universidad de Chile. Año 2004. Página 7.
72
Iltma. C.A. de Concepción, 24 de diciembre de 2007, causa rol 174-2005. Iltma. C.A. de
Valparaíso, 01 de diciembre de 2008, causa rol 863-2008.
73
Iltma. C.A. de Santiago, 21 de Septiembre de 2009, en la Causa Rol 5883-2008.
74
WALKER DEL RÍO, Agustín. Ámbito de aplicación de la Ley de protección de los derechos de
los consumidores. Memoria de prueba para optar al Grado Académico de Licenciado en Ciencia
Jurídicas y Sociales, profesor guía, José Roa. Facultad de Derecho Universidad de Chile. Año
2008. Página 11.
70
La responsabilidad extracontractual normalmente se producirá como consecuencia de
una infracción a la LPC que acarree daños a un consumidor. Como lo comentábamos
anteriormente, la manifestación más estudiada respecto de la responsabilidad
extracontractual es la responsabilidad por productos defectuosos. Si bien en ella media
un contrato entre las partes, la responsabilidad no se genera por un incumplimiento
puntual de las reglas específicas de dicho contrato (entregar la cosa o prestar el
servicio / pagar el precio o tarifa), sino de aquellas relacionadas con lo que
denominamos “Deberes de Corrección”, derivados de la buena fe que rodea el acervo
contractual.
75
BARROS BOURIE, Enrique. Tratado de responsabilidad extracontractual. Editorial Jurídica de
Chile. Primera Edición año 2009. Página 102.
71
Normalmente, la responsabilidad extracontractual nace como consecuencia de la
comisión de una infracción por parte del proveedor. Sancionada ésta, el factor de
antijuridicidad que requiere esta responsabilidad se verifica en la sentencia que
sanciona la falta.
72
considerado que mediaría un vínculo contractual cuya diligente ejecución
importaría el cuidado de los vehículos.76
En el derecho civil también se han ido difuminando las barreras que originalmente
separaban los sistemas extracontractual y contractual de responsabilidad.
Primero, y de un modo notorio, se extendió la reparación de los daños morales a
la sede contractual, y paralelamente la jurisprudencia extendió la aplicación de
otras consideraciones del primer sistema al segundo, como la reducción en la
apreciación del daño según la exposición negligente de la víctima (Artículo 2330
del Código Civil) y la consecuente orientación casuística y concreta del sistema
(en oposición a la división abstracta / objetiva que otrora separara ambos
sistemas).
76
A modo de ejemplo, citamos a este respecto el fallo dictado por la Cuarta sala de la Iltma.
C.A. de Santiago con fecha de fecha 20 de enero de 2010, en la causa Rol: 11533-2009.
77
Al respecto nos parece interesante citar el fallo de la Corte Suprema dictado con fecha
27/07/2010 en la causa Rol: 4670-2010, caratulada “Mario Antonio Vergara Pastene con Banco
Estado”, donde rechazando un recurso de Casación en el Fondo (deducido en base a que el
recurrido invocó normas de reparación extracontractual existiendo un convenio previo), la Corte
consideró que “...efectivamente existió en la especie un vínculo contractual que se originó en el
73
2.4.2. Responsabilidad pre-contractual en la LPC.
Entre los múltiples deberes que la ley establece para este tramo de la relación de
consumo destacamos aquellos relacionados con la información: como la obligación de
informar el precio; información relativa al rotulado; y las relacionadas con la publicidad
(como la prohibición de generar publicidad falsa o engañosa). La infracción de estos
deberes implica una contravención no sólo de la ley, sino también una trasgresión a
principios fundamentales de la contratación, como la buena fe, lo que algunos autores
Por último, a este respecto, recalcamos que gran parte de estos incumplimientos
precontractuales, se subsumen dentro de los ilícitos infraccionales tipificados por la
LPC, por lo que esta discusión doctrinal no tiene mayor relevancia práctica.
79
STIGLITZ, Rubén y STIGLITZ, Gabriel. Responsabilidad precontractual, incumplimiento del
deber de información. Abeledo – Perrot, Argentina 1992. Página 140.
75
Como se sabe, el procedimiento a aplicable a las acciones sustentadas en la LPC se
lleva a cabo ante el JPL competente, distinguiéndose según si se trata de acciones
individuales o de acciones que protejan el interés colectivo o difuso de los
consumidores, conforme al artículo 51 LPC.
Esta determinación es, sin duda, adecuada respecto de las acciones que persiguen la
responsabilidad infraccional, pero ha sido cuestionada respecto de las acciones que
persiguen la responsabilidad civil, materia normalmente conocida por los juzgados de
letras.
80
Iltma. C.A. de Concepción, fecha 24 de Diciembre de 2007, considerando 5º. Fallo publicado
y comentado en la Revista de Derecho de la Universidad de Concepción Vol XXIII Nº 1, Julio de
2010.
76
derivadas de la LPC. Con ello, las acciones muchas veces quedan en el aire. Este es
uno de los puntos que trataremos a continuación.
77
actúe con negligencia,81 condena que sólo podrá recaer en quien sea parte en el juicio,
pero esto no significa que no pueda surgir responsabilidad civil, especialmente en el
caso del proveedor que actúa como intermediario”.82
81
Como puede notarse, el sentenciador considera subjetivo el ilícito infraccional, cuestión
discutida que debiera analizarse caso a caso.
82
Iltma. C.A. de Valparaíso, 01 de diciembre de 2008, causa Rol 863-2008 (considerandos 14º
y 15º).
83
Iltma. C.A. de Concepción, 10 de marzo de 2008, causa Rol 325-2006.
84
CORRAL TALCIANI, Hernán. Ley de protección al consumidor y responsabilidad civil por
productos defectuosos, Cuadernos de extensión, Universidad de los Andes. Página 209.
78
responsabilidad establecidas y por tanto, la condena infraccional del proveedor no
constituye un requisito de la responsabilidad civil, ni tampoco configura la misma, a
pesar de que normalmente en los juicios civiles se acompañan estas sentencias
infraccionales como elementos probatorios dentro de un procedimiento indemnizatorio
(con la finalidad de acreditar la ilicitud del acto que origina la responsabilidad).
Este último aspecto constituye una ventaja decisiva en materia procesal, ya que
respecto de las sentencias infraccionales, la doctrina ha señalado que: “Si se trata de
culpa infraccional, bastará probar la infracción, constituyendo este sólo hecho una
evidencia de culpabilidad, sin que sea necesario valorar si el autor del daño tuvo
conciencia de que cometía un acto ilícito (excluido el error de prohibición). En todo
caso, no se genera responsabilidad automáticamente puesto que puede ocurrir que
opere una causal de justificación o que no exista causalidad. Como se dijo además, no
excluye que el juez construya una regla de diligencia no previstas por la ley”.85
Desde otro punto de vista, es evidente que uno de los motivos de esta discusión es
que la ley 18.287, que regula los procedimientos ante los JPL, señala en su artículo 9
que “El Juez será competente para conocer de la acción civil, siempre que se
interponga, oportunamente, dentro del procedimiento contravencional…”, es decir,
notificada con a lo menos “3 días de anticipación al comparendo de contestación y
prueba que se celebre”. Si la demanda civil se interpone fuera de este plazo, el tribunal
no le dará curso. Sin embargo, el artículo agrega que subsiste igualmente el derecho a
demandar ante “el juez ordinario que corresponda”, suspendiéndose la prescripción de
la acción civil de indemnización durante el tiempo de sustanciación del proceso
infraccional.
Este artículo clave para zanjar esta discusión. De su lectura se deduce que en caso de
que el ilícito que originó la responsabilidad civil extracontractual constituya también una
infracción a la LPC, el consumidor afectado podrá recurrir para ejercer la reparación de
85
BARROS BOURIE, Enrique. Tratado de responsabilidad extracontractual. Editorial Jurídica de
Chile. Primera Edición año 2009. Página 736.
79
los perjuicios ante el JPL competente, en el contexto de un procedimiento
sancionatorio, notificándose la demanda antes de 3 días del comparendo de
contestación y prueba, o en su defecto, demandando en forma directa y exclusiva, ante
el Juez de Letras competente la responsabilidad civil.
Es del caso señalar que en el fallo dictado por la Iltma. C.A. de Concepción, citado en
este mismo acápite, el sentenciador -al parecer guiado más por su criterio que por
consideraciones legales- adopta una postura distinta, insistiendo en que “Pese a estar
prescrita la responsabilidad infraccional, no resulta oportuno que la indemnización se
solicite en un juicio en sede ordinaria, pues atendiendo a la economía procesal, los
costos adversos que puede tener para el consumidor invocar la tutela jurisdiccional de
sus derechos y la dilación que tiene aquel procedimiento, lo más razonable, y acorde
con las nuevas reformas legislativas, es recurrir al procedimiento sencillo y expedito
ante los Juzgados de Policía Local”.86
86
Iltma. C.A. de Concepción, 24/12/2007, 174-2005, considerando 5º.
80
Como lo comentábamos, la ley ha sido clara en establecer que los tribunales
competentes para conocer “todas” las acciones derivadas de la LPC sean los Juzgados
de Policía Local (Artículo 50 A).
Insistimos en lo discutido y polémico que ha sido este tema, por lo que a este respecto
consideramos que se hace necesario un esclarecimiento en sede legal que establezca
expresamente si puede accionarse civilmente en forma directa ante tribunales
ordinarios, según la interpretación que consideramos correcta.
81
CAPÍTULO III: LA PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA EN LA LPC.
3.1. Generalidades.
87
A modo de ejemplo, en Argentina, el artículo 50 de la Ley 24.240, establece que Las acciones
y sanciones emergentes de la presente ley prescribirán en el término de tres años. La
prescripción se interrumpirá por la comisión de nuevas infracciones o por el inicio de las
actuaciones administrativas o judiciales. Con ello no sólo se regula íntegramente la prescripción
del conjunto de acciones, de dicha responsabilidad, sino también sus características y efectos
como la interrupción de las mismas. Este plazo también es coincidente con el de las demás
acciones ordinarias existentes en dicha legislación.
82
contenidas en la LPC, estaríamos en presencia de un vacío legal, ante lo cual
corresponde determinar la ley supletoria a la que debemos remitirnos, orientados por la
naturaleza particular de la acción que se trate.88
88
Desde tiempo atrás se han indicado las diversas categorías de acciones que derivan de la
relación de consumo, Francisco Pfeffer Urquiaga ha establecido 6 tipo a saber: De interés
colectivo, Interés difuso, Interés Individual, Punitivas, Resarcitorias y de Cesación. PFEFFER
URQUIAGA, Francisco. Tutela jurisdiccional de los derechos del consumidor. Gaceta Jurídica
número 205. Página 21.
Hernán Corral Talciani también divide las clases de responsabilidad en Infraccional y civil,
subdividiendo esta última según es por productos: Inidóneos, peligrosos, inseguros o por
servicios que causan daños, estableciendo acciones especiales para cada tipo. CORRAL
TALCIANI, Hernán: Ley de protección al consumidor y responsabilidad civil por productos
defectuosos, Cuadernos de extensión, Universidad de los Andes, páginas 169 y 170.
En el mismo sentido, el artículo 50 clasifica las diferentes acciones según si están destinadas “a
sancionar al proveedor que incurra en infracción, anular las cláusulas abusivas incorporadas en
los contratos de adhesión, obtener la prestación de la obligación incumplida, hacer cesar el acto
que afecte el ejercicio de los derechos de los consumidores, a obtener la debida indemnización
de perjuicios o la reparación que corresponda.”
83
De este carácter público resalta la determinación legal de ciertos elementos
característicos del acto de consumo. En este sentido, cabe mencionar las limitaciones
que se establecen con ocasión de los contratos de adhesión, el establecimiento de
derechos específicos respecto de los consumidores y la terminante irrenunciabilidad de
los mismos (en forma anticipada). Asimismo, resaltamos la labor del Sernac,
organismo eminentemente público, que busca proteger y educar a los consumidores,
velando por el respeto a las disposiciones de la ley 19.496.
89
Inciso agregado por la ley 20.555, de 2011, que modifica Ley N° 19.496, sobre protección de
los derechos de los consumidores, para dotar de atribuciones en materias financieras, entre
otras, al servicio nacional del consumidor. Esta idea fue planteada por la Agrupación de Jueces
de Policía Local, quienes argumentaron la necesidad de establecer un plazo de prescripción
84
Las sanciones impuestas por dichas contravenciones prescribirán en el
término de un año, contado desde que hubiere quedado a firme la
sentencia condenatoria.
(ii) ¿Cuál es su alcance objetivo, es decir, para cuáles acciones rige el plazo de
prescripción de 6 meses?
similar al que existe en el 168 del Código del Trabajo, asegurando la vigencia de la acción del
consumidor mientras se desarrolla la investigación (Historia de la Ley Nº 20.555, página 101 de
691).
85
3.2.1. Alcance de la voz “Responsabilidad contravencional” y consecuencias de
entender dicho término en un sentido amplio o restringido.
La norma no precisa qué clase de infracciones establecidas en la ley son las que
prescriben en el lapso señalado. Esto genera un primer problema interpretativo, para
determinar el alcance la disposición.
Parece impropio incluir toda clase de contravenciones en este plazo brevísimo, pues,
como se ha visto, la prescripción es una figura que según la naturaleza de la acción
tiene un plazo de eficacia distinto, apropiado para cada relación. Por estos motivos y
atendida la naturaleza de este derecho, nos parece atropellado considerar extensivo el
plazo señalado a todas las acciones que resulten de la relación de consumo. En efecto,
la voz “responsabilidad contravencional” sin duda tiende a un amplio alcance, y la
norma no precisa si se extiende a contravención de la LPC propiamente tal, al deber
general de cuidado, o a las obligaciones emanadas del contrato; si opera
exclusivamente respecto de las normas cuya infracción acarrea multas, o si incluye a
aquellas cuyo incumplimiento genera nulidad u otras sanciones jurídicas, como la
rescisión, reembolso, etc.
Nos inclinamos por considerar que la disposición transcrita se refiere sólo a las
infracciones contravencionales en sentido formal, según la clasificación de las
responsabilidades contenidas en el análisis del capítulo anterior. Incluso en su
redacción, esta norma tiene un matiz asimilable a la prescripción de las acciones
penales, ya que divide prescripción de la acción y prescripción de la sanción (exigir el
cumplimiento de la condena o pena).
86
Asumir esto indefectiblemente conlleva aseverar que el legislador omitió referirse a la
prescripción que gobierna las acciones propiamente civiles que deriven del
incumplimiento de las normas contenidas en la LPC.
En segundo término, hay que distinguir las relaciones existentes entre los tipos de
responsabilidad que coexisten en la LPC. Por una parte, hay quienes señalan que la
responsabilidad civil es “una consecuencia inmediata y directa de la responsabilidad
contravencional”.90 Esta doctrina indica que en la LPC no consagra supuestos de
responsabilidad exclusivamente civiles, existiendo esta sólo si previamente se declara
una condena infraccional.91 Por tanto, y siguiendo el principio de que lo accesorio sigue
90
Así por ejemplo: “Muñoz con mueblería Peña y Morales”, Rol 5216-2008, 3 JPL Antofagasta,
26.08.08; “Menares con Almacenes Paris, Rol 3704-08, 3 JPL Antofagasta, 15.07.08; “Mujica
con Castro”, Rol 3.788-2009, 3 JPL Antofagasta, 30.06.09, considerando 6; “Ehrenfehld con
Hipermercado Líder Antofagasta”, Rol 6656-2008, 3 JPL Antofagasta, 12.09.08, considerando 6;
29.863-2009, JPL Coyhaique, 18.08.09, considerando 4.
91
Esta postura jurisprudencial es largamente acogida en los Juzgados de Policía Local, tal
como se desprende de las siguientes sentencias:
“Ovando con Abu Gosh”, Rol: 2972-2006, 2do JPL Punta Arenas, 26.07.06, considerando 3;
“Garrido con Paris S.A.”, Rol 6682, 1er JPL Talcahuano, 03.10.08, considerando 3, revocada en
este punto por la C. Ap. Concepción, ingreso 956-2008, 07.08.09; 1er JPL Pudahuel, Rol 5278-
2006, 28.12.07, considerando 20, confirmada en este punto por la C. Ap. Santiago, Ing. 904-
87
la suerte de lo principal, la acción para hacer valer la responsabilidad civil prescribiría
junto con la responsabilidad infraccional, es decir, en el plazo de 6 meses contados
desde la infracción.
2008, 19.03.08; Rol 202-2006, 1er JPL Punta Arenas, 06.07.2006, confirmada por la C. Ap. P
unta Arenas, 02.10.06, considerando 14; Rol 8306-2007, 1er JPL Viña del Mar, 25.02.08;
“Canahuate con Sociedad Szerecz y Molina Ltda.”, Rol 5834-2007, 1er JPL Talcahuano,
26.09.08, considerando 6; “Cid con Isapre Consalud”, Rol 259-2005, 1er JPL Osorno,
considerando 11, confirmada por la C. Ap. Valdivia, ingreso 125-2006, 05.05.06.
92
Corte de Apelaciones de Valparaíso, 06/09/2004, 5037-2002. Servicio Nacional del
Consumidor; con Industrias Ambrosoli S.A.
88
Como es sabido, el procedimiento general al que se someten las diferentes acciones
de responsabilidad emanadas de la LPC es de conocimiento del juzgado de policía
local competente (JPL), según lo establece el Artículo 50 A de la LPC. De ahí nace otro
fundamento para considerar extensivo el plazo de prescripción de 6 meses a todo tipo
de acciones derivadas de la LPC, ya que el artículo 54 de la Ley 15.231, sobre
organización y atribuciones de los JPL, aplica el mismo plazo para los procedimientos
que les rigen estableciendo que:
Otra doctrina, que nos parece más adecuada, considera que ambas clases de
responsabilidad al tener distinta naturaleza, operan en forma independiente93. Por tanto
93
En este apartado nos hemos guiado por el texto de don Mario Cárdenas Bustamante, Análisis
jurídico de la Ley de Protección del consumidor, disponible en http://sinley.cl/?a=478 quien
considera que demandar directamente la indemnización de perjuicios sin mediar denuncia
infraccional, según los arts. 3º letra e y 12.
89
ninguna sería presupuesto de la otra y consecuencialmente la responsabilidad civil no
requeriría de la preexistencia de la responsabilidad infraccional para operar.
También nos hemos orientado por los comentarios de Jurisprudencia de doña Erika Isler Soto,
disponibles en http://mingaonline.uach.cl/pdf/revider/v23n1/art15.pdf.
94
E n este sentido, “SERNAC y otro contra Agencia Eurotour Ltda.”, Rol 102.921-MR 3° JPL de
Santiago, 02.02.1998, considerandos 4 y 5.
90
que se trata el presente caso y cuya prescripción se gobierna por el derecho común. Lo
contrario significaría aceptar que la Ley de Protección al Consumidor, fijó un plazo de
prescripción especial para las acciones indemnizatorias de los consumidores de seis
meses”.95
En doctrina el tema ha sido tratado en forma muy sucinta. Dentro de los autores
estudiados también existe la marcada tendencia a aplicar el artículo 26 de la LPC
exclusivamente respecto de las acciones que persiguen la responsabilidad infraccional
propiamente tal.97 En este sentido, destacamos lo planteado por Hernán Corral, quien
señala que “La sobrevivencia de la responsabilidad civil una vez prescrita la
responsabilidad infraccional que le sirve de sustento, debería afirmarse también en
este punto, siguiendo los criterios que se establecen en relación con la responsabilidad
civil que surge de un ilícito penal (Art. 105, 5 inc 2º CP y 41 del “CPP”). Pero en tal
caso, es dudoso que pueda plantearse la demanda civil antes el JPL, ya que este
95
Iltma. C.A. de Concepción, fecha 24 de Diciembre de 2007, considerando 4º. Fallo publicado
y comentado en la Revista de Derecho de la Universidad de Concepción Vol XXIII nº 1, Julio de
2010.
96
Iltma. C.A. de Chillán, 04/11/2010, en la causa Rol 242-2010, Mario Escobar Rivera y otros
con Empresa de Servicios Sanitarios ESSBIO S.A. En este fallo también se cita la sentencia de
la causa Rol 325–2006, de la misma Corte.
97
PFEFFER URQUIAGA, Francisco. Tutela jurisdiccional de los derechos del consumidor.
Gaceta Jurídica número 205. Página 25.
91
carecería de competencia al no poderse tipificar ya la infracción a la LPC. Si así se
estima, será competente el juez de letras con jurisdicción civil”.98
Por estos motivos, compartimos las extendidas críticas de que ha sido objeto el artículo
50A de la LPC que designa competentes a los JPL para conocer de “todas las
acciones que emana de esta ley”, ya que estos tribunales normalmente conocen de
procedimientos infraccionales, dentro de los cuales se encuadran perfectamente los
plazos de prescripción contenidos en el artículo 54 de la ley 15.231.
Por otra parte, es necesario destacar que la norma en comento establece una
excepción para estos plazos constituida por las acciones derivadas de la Ley General
de Urbanismo y Construcción (5 años), a propósito de responsabilidades civiles. Dicha
distinción se encuentra plenamente justificada, pues no es concebible que tanto la
responsabilidad contractual como el derecho de daños queden sometidos a los breves
plazos de prescripción de las sanciones infraccionales (cabe destacar que la LPC es
posterior a la Ley 15.231, por lo que evidentemente ésta no puede hacer referencia a
aquella).
98
CORRAL TALCIANI, Hernán: Ley de protección al consumidor y responsabilidad civil por
productos defectuosos, Cuadernos de extensión, Universidad de los Andes. Página 209.
92
Consideramos que hace falta una reforma en esta ley que extienda la referida
excepción a la LPC para zanjar estas controversias, o que en definitiva haga
competentes a los tribunales ordinarios para conocer las demandas que busquen la
responsabilidad civil derivada del incumplimiento de las normas contenidas en la LPC.
En línea con el análisis precedente, consideramos que únicamente las acciones que
buscan la responsabilidad pública del demandado a través de la aplicación de multas
conforme al derecho penal infraccional, prescriben en 6 meses. Así también, la
exigibilidad de las sanciones dictadas conforme a este procedimiento prescribirá en el
plazo de un año contado desde la ejecutoriedad de la sentencia que las establezca.
¿El plazo de prescripción rige sólo respecto de las infracciones propias del proveedor o
también respecto de las del consumidor?
93
Recordemos que este Artículo también tiene la particularidad de especificar que la
responsabilidad infraccional del consumidor opera “sin perjuicio” de las
responsabilidades penal y civil solidaria de los autores por los daños que hubieren
producido, distinguiendo claramente entre las diversas responsabilidades que pueden
asociarse a una infracción.
Sin duda, consideramos que respecto de las acciones que eventualmente interponga el
proveedor por infracciones o daños cometidos por el consumidor, deberán hacerse las
mismas distinciones que establecimos precedentemente respecto de las acciones del
consumidor.
94
amenaza que motiva el recurso o desde que se tomó conocimiento de dicho acto o
amenaza, evitando así que la acción “nazca muerta” o prescrita.
También existe un fallo, sobre una materia similar, donde si bien el voto de mayoría
adopta el criterio legal, el voto disidente argumenta a favor de que el plazo de
prescripción de las acciones infraccionales comience a contarse desde que se tiene
99
Corte de Apelaciones de Santiago, 07/10/2010, causa rol nº 2093-2010.
95
conocimiento del hecho constitutivo de dicha infracción, señalando que “la publicidad
conduce tanto a informar como a motivar para contratar y en este caso, se indujo (al
consumidor) a contratar y se informó además, equivocada o engañosamente sobre el
campo laboral de la carrera, y esa información se mantuvo y con ello basta para
comprender que la prescripción se ha de contar desde que el engaño termina o desde
que el alumno se titula o se desafilia de la Universidad o en este caso del Instituto
denunciado, pues solo entonces deja de influir en el, la información falsa y, por ende
deja de cometerse la infracción”.100
Esta jurisprudencia, sin duda controversial (por lo alejada del tenor literal de la LPC),
nos parece interesante porque plantea una antigua discusión en un nuevo contexto.
Nos parece discutible que una posición tan poco legalista sea el criterio interpretativo
general aplicable, pues “cuando el sentido de la ley es claro, no debe desatenderse a
pretexto de consultar su espíritu”, pero este razonamiento debiera servir para orientar
las futuras modificaciones de la ley.
100
Corte de Apelaciones de Puerto Montt, 02/07/2009, causa rol nº 372-2008.
Señala el juez disidente que “al perseverar en el contrato, el que se presta por largo tiempo y en
que el consumidor no tiene la posibilidad de conocer por sí mismo la realidad del campo laboral
que se ofrece sino hasta que se titula, es evidente que la publicidad lo determina tanto a
celebrar la convención como a persistir en ella, y es evidente también que el engaño no se
concreta una sola vez, de modo instantáneo, sino que, permanece”. (Considerando 3º y 4º voto
minoría sentencia Corte de Apelaciones).
96
LPC, creemos que debe recurrirse a las formas generales de integración contenidas en
los Artículos 19 al 24 del CC.
Sin duda es correcto aplicar también las normas contenidas en la Ley 15.231 (ley que
regula la organización y atribuciones de los JPL), por cuanto la sanción de las
infracciones tiene claramente relación con las medidas de policía. Las acciones que
persiguen esta responsabilidad contravencional por naturaleza se ejercen de acuerdo
al procedimiento de estos tribunales. Además, el artículo 54 de la citada ley se ajusta a
lo dispuesto en el código penal, pues señala que “La prescripción de la acción se
interrumpe por el hecho de deducirse la demanda, denuncia o querella ante la
autoridad policial o el Tribunal correspondiente, pero si se paralizare por más de un
año, continuará corriendo el plazo respectivo”.
101
Artículos 96 y 99 de Código Penal.
97
Frente al vacío normativo que existe en esta materia, también es fundamental recurrir a
la jurisprudencia, donde existen fallos que han establecido que el plazo de prescripción
de la acción para perseguir la responsabilidad infraccional “se interrumpe con la sola
presentación de la denuncia o querella pertinente” ya que “si bien la ley 19.496, no
contempla norma alguna respecto de la interrupción de la prescripción de la acción, su
artículo 50 B previene que en aquello no previsto en ese párrafo (referido al
procedimiento a que da lugar la aplicación de dicha ley), se estará a lo dispuesto en la
ley 18.287, cuerpo legal que se complementa con la ley 15.231, sobre Organización y
Atribuciones de los Juzgados de Policía Local, que en su artículo 54 inciso final
contiene una especial regla relativa a la interrupción de la prescripción, disponiendo
que la prescripción de la acción se interrumpe por el hecho de deducirse demanda,
denuncia o querella ante el Tribunal correspondiente”.102
Este tema nos lleva a dos planteamientos fundamentales: En primer lugar, al caducar
la acción contractual que establece la LCP (en 3 meses o 7 días respectivamente), y
102
Corte de Apelaciones de La Serena, 25/07/2008, causa Rol 36-2008.
98
por ende extinguirse la acción para perseguir civilmente la responsabilidad contractual
del proveedor en esta sede, cabe preguntarse si sobrevive la responsabilidad
contractual ordinaria; En segundo lugar, cabe plantearse qué ocurre respecto de la
prescripción de las acciones del derecho de daños derivadas de la relación de
consumo cuando se trata de productos peligrosos.
Esto nos obliga a precisar dos temas principales: Por un lado el derecho sustantivo
aplicable a dichas acciones y por otra, el derecho procesal adecuado a las mismas.
103
Al referirse la ley a la prescripción de la responsabilidad contravencional parece claro que se
excluye la responsabilidad civil derivada del ilícito infraccional. No obstante, en el pre-proyecto
del Ministerio de Economía el plazo de prescripción de seis meses se aplicaba a todas “las
acciones que persigan la responsabilidad por las contravenciones que se sancionan por la
presente ley” (Art. 26). El proyecto del Ejecutivo varió la norma para disponer que dicha
prescripción se aplicaba a “las acciones que persigan la responsabilidad contravencional”
(Artículo 20), y con ello obviamente se restringió el sentido de la disposición. Hay indicios de
que el legislador quiso dejar la prescripción de la acción civil sometida a las normas comunes.
Así lo dijo expresamente el Diputado Huenchumilla durante la discusión del proyecto: “Respecto
de la prescripción, no conozco el proyecto en detalle, porque ha estado radicado en una
comisión a la cual no pertenezco; Pero, en mi opinión, si este proyecto no contiene normas
específicas sobre ella, habría que aplicar las normas generales que establece el título pertinente
del Código Civil” (C. de Diputados sesión 19ª, 20 de Julio de 1993, Boletín p.1766). Citado por
CORRAL TALCIANI, Hernán, Ob Cit. Página 209.
99
3.3.1. Derecho Sustantivo aplicable supletoriamente a las acciones de la LPC
que persiguen la responsabilidad civil.
Entonces, las acciones civiles establecidas en la LPC prescribirán del siguiente modo:
104
Excepcionalmente serán distintos, conforme a los artículos 63, 96, 154, 214nº 4, 419 y ss y
568 del Código de Comercio.
105
Las excepciones a este plazo están en los artículos 1246 y 1247 del Código de Comercio.
106
El hecho de que en nuestro ordenamiento las prescripciones comerciales sean más breves
que las civiles y además no se suspendan, obedece fundamentalmente a dos motivos: Por una
parte, las relaciones mercantiles operan con -y precisan de- una celeridad mayor que las civiles,
mientras que por otra parte la pretendida desprotección o ignorancia de las partes que el
legislador civil tutela con la suspensión de la prescripción, no es tal en materia comercial, pues
la legislación Mercantil presupone mayor pericia y diligencia en los acreedores comerciantes.
100
c) Acciones de cesación: Estas acciones son aquellas que tienen por objeto,
entretanto se resuelve la demanda o se investiga la denuncia, detener el efecto
nocivo o dañoso que la acción u omisión de cargo del proveedor o prestador de
servicio causen a la comunidad. Naturalmente el plazo de prescripción de las
mismas dependerá de la acción o denuncia a la que accedan.
101
donde opera la 2522. propiamente tales o
interversión. civiles).
Declaración Por regla No pueden declararse Puede y debe Depende de la ley que
de oficio. general no de oficio. (salvo declararse de oficio. se aplique
pueden caducidad). Art 102 CP. supletoriamente.
declararse de
oficio.
102
CONCLUSIONES.
Por una parte hemos visto el rol del silencio en la formación del consentimiento en los
actos de consumo, concluyendo que en materia de derechos del consumidor, el
silencio no constituirá aceptación, tal y como se desprende del artículo 3 letra a. La
única forma válida de emitir consentimiento será entonces verbalmente o por escrito.
Sin embargo, y según vimos, también en esta materia podrá manifestarse el
consentimiento o por medio de actos (incluyendo gestos o signos) de los cuales se
desprenda inequívocamente la voluntad de aceptar una oferta (aceptación tácita).
Negamos la validez de cláusulas que establezcan la eficacia del silencio como
aceptación, más aún si dichas cláusulas están contenidas en un contrato de adhesión.
De lo contrario, se vincularía al destinatario al nacimiento de un contrato por una simple
declaración unilateral del oferente.
Estas dos posturas antagónicas subyacen a muchos conflictos de orden práctico, como
el plazo de prescripción de las acciones que persiguen la responsabilidad civil producto
103
de infracciones a la LPC o el modo en que esta responsabilidad se hace efectiva ante
los tribunales de justicia.
En este trabajo hemos propuesto una visión consistente con la segunda postura,
argumentando la necesidad de interpretar y aplicar las disposiciones de la LPC
conforme a principios jurídicos generales y a los criterios de interpretación lógico,
orgánico y sistemático establecidos en el Código Civil, recurriendo a tal efecto incluso a
normas ajenas a la LPC, según el contexto que se trate. Sostenemos que sólo de esta
manera es posible alcanzar una interpretación coherente y firme en aquellos casos
prácticos donde existen discusiones interpretativas.
De esta manera, a lo largo de este trabajo hemos podido analizar las disposiciones
contenidas en la LPC desde la perspectiva del derecho penal, administrativo,
económico, comercial y la legislación civil, formulando un análisis esquematizado y
orgánico de la LPC.
104
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