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Tratado de Córdoba
La esencia del movimiento de Córdoba fue una reacción violenta contra una institución
que simbolizaba la represión y el autoritarismo, el retraso y el oscurantismo, la decadencia:
precisamente las antípodas de una casa superior de cultura. Del atropello de los derechos
estudiantiles, el movimiento fue ascendiendo a otros planteamientos en un proceso de réplica
frente a la actitud que encontraron en el Gobierno y, también, como respuesta a la necesidad
de ampliar la base social de apoyo y ganarse a la población para triunfar en su lucha.
Este movimiento estuvo asociado en la Argentina con el ascenso de las clases medias y
de la urbanización del país, cuya expresión política se podría ver también con el triunfo de
Irigoyen y del Radicalismo argentino en la Presidencia de la República (1916). La misma
población que se rebeló era de clase media o alta y su acción contestataria no nacía de razones
socioeconómicas sino más bien democráticas y académicas. La presencia de algunos
socialistas o marxistas en este movimiento no le quita este carácter al mismo, a pesar de lo
que muchos han dicho, en todos los lados del espectro político. Debe recordarse que fue
cronológicamente, casi simultáneo a la Revolución Rusa.
Globalmente, aquellos planteamientos son positivos, pero una definición más precisa de
los mismos puede dejar de serlo o puede convertirse en un obstáculo muy serio para un país.
Por ejemplo: la autonomía universitaria se vuelve imprescindible en un régimen dictatorial
como un espacio cultural y social para cultivar con libertad no sólo el conocimiento sino los
caminos para la democracia; lo que ha sido el caso de muchos países de América Latina.
Pero, de igual manera, no debería entenderse como que la universidad puede ser una
"República" aislada, separada de la vida social y los planes de desarrollo, cuando se trata de
un régimen democrático. Se busca defender la práctica académica frente a los gobernantes
de turno, sean democráticos o autoritarios, 36 pero las fronteras de la autonomía no son las
mismas en todas las situaciones. Otro ejemplo: la participación estudiantil en el gobierno
universitario es importante, sin embargo ¿cuál es la mejor cuantificación o la mejor
estructuración de esa participación. El "tercio" de Córdoba ha predominado, pero en otras
ocasiones se ha llegado hasta una cogestión de cincuenta por ciento. En la mayoría de las
ocasiones estas experiencias no la han realizado los fines que se proponían y han conducido,
no| pocas veces, a un caos académico. En la euforia estudiantil de Córdoba, contra un régimen
universitario despótico y anquilosado, es comprensible que se afirmara una participación
estudiantil y de graduados que sumaba el 66 por ciento; o que algunos de los dirigentes
estudiantiles de entonces plantearan la universidad como una "República de estudiantes".
Pero es evidente que la participación estudiantil debe definirse, en primer lugar, con base en
donde es pertinente o no que haya representación estudiantil y, en segundo lugar, en las
instancias en las que sí debe haberla, con base en un porcentaje que no lesione la estabilidad
y la calidad de la academia.
La clase media emergente fue la protagonista del Movimiento, en su afán por lograr
acceso a la Universidad, hasta entonces controlada por la vieja oligarquía terrateniente y el
clero. La Universidad aparecía a los ojos de la nueva clase como el canal capaz de permitir
su ascenso político y social. De ahí que el Movimiento propugnara por derribar los muros
anacrónicos que hacían de la Universidad un coto cerrado de las clases superiores. La
creciente urbanización fue otro factor que, ligado a los anteriores, contribuyó a formar la
constelación social que desencadenó el Movimiento, justamente calificado como la
“conciencia dramática” de la crisis de cambio que experimentaba la sociedad
latinoamericana.
Varios de sus postulados de la reforma siguen vigentes, aunque con nuevos contenidos
y significación. Otros, en cambio, han sido superados con el decurso de los años. En conjunto,
sin embargo, el legado de Córdoba sigue encarnando los ideales más generosos en LA
REFORMA UNIVERSITARIA torno a la Universidad latinoamericana. De ahí que sea
válido afirmar que con ella entroncan los procesos que en nuestros días persiguen la
transformación de nuestras universidades.
Córdoba fue el primer paso. Un paso dado con pie firme y hacia delante. Con él se inició
un movimiento original, sin precedentes en el mundo. Córdoba sigue siendo para nosotros la
reforma por antonomasia. En esta época de cambios, al inicio del siglo XXI, surge un nuevo
reto: transformar nuevamente la Universidad latinoamericana para que respondan a los
desafíos de la sociedad contemporánea. Para ello, corresponde retar a la imaginación y
replantearnos los objetivos, la misión y las funciones de las instituciones de educación
superior, a fin de que estén a la altura de las circunstancias actuales del nuevo milenio.
Bibliography
Bernheim, C. T. (s.f.). La Reforma de Córdoba. Obtenido de Vientre fecundo de la transformación:
http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/grupos/reforAboit/03tunn.pdf