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Universidad Central Del Ecuador

Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación


Nombre: Jeniffer Melissa Yánez Montúfar Nota:
Carrera: Pedagogía de las Ciencias Experimentales Química y Biología
Curso: 1° “C”
Materia: Realidad Socioeconómica
Fecha: Quito, 12 de enero de 2018

Tratado de Córdoba

Las acciones estudiantiles que se desarrollaron en Córdoba, Argentina, en 1918, fueron


un extraordinario cuestionamiento de la universidad latinoamericana que emergió del siglo
XIX. Si bien este movimiento se dio como reacción frente a una universidad como la de
Córdoba, especialmente conservadora, 33 elitista, medieval, decadente y corrupta, las
banderas que se levantaron entonces fueron retomadas a lo largo de todo el subcontinente,
convirtiéndose en un importante punto de referencia en la evolución de la universidad
latinoamericana de este siglo y, también, de sus perspectivas.

Estas reformas ponían en el tapete cuestionamientos no sólo de la universidad sino del


mismo orden de la sociedad. La búsqueda de autonomía universitaria iba dirigida contra el
control que el Estado y el Gobierno ejercían como herencia del modelo napoleónico
"tropicalizado", que le impedía a la universidad definir con libertad sus planes, así como la
designación de su cuerpo docente, que tantas veces respondía al interés del gobierno de turno.
Esta reivindicación que, tal vez, se motivó por la incapacidad de la intervención del gobierno
de Irigoyen en la resolución de los problemas que los estudiantes de Córdoba plantearon, no
escapaba a una tradición en la historia de las universidades en el mundo; desde Bolonia y
Salamanca, incluyendo la misma universidad colonial, cierta autonomía ha sido una
condición de partida.

Aunque el énfasis se dio en la participación estudiantil, el reclamo era por una


democratización de las decisiones en la universidad que permitiera una mayor participación
de todos los integrantes del claustro, lo que se oponía a la osificación, centralismo y elitismo
de la estructura de decisiones universitarias que existía. Las demandas tenían un sentido
claro:
a) Los concursos de oposición y las cátedras libres buscaban impedir la
inamovilidad, caducidad, inadecuación y senectud del cuerpo de profesores que,
en muchas ocasiones, eran nombrados casi de forma vitalicia, por razones de
clan social o religioso o por parentesco familiar.
b) Tanto la asistencia libre como la gratuidad de la enseñanza y la asistencia social
a los estudiantes eran mecanismos que buscaban una mayor incorporación de
estudiantes de un espectro social más amplio.
c) La solicitud de nuevas facultades y carreras forjaba la necesidad de adecuar la
formación a las nuevas condiciones del desarrollo profesional, científico y
tecnológico y, especialmente, de romper con una influencia de las disciplinas
asociadas todavía a la "Razón Teológica" que, a pesar de la República, seguía
ocupando un lugar especial.
d) La extensión universitaria era un llamado a debilitar el carácter elitista, aislado,
de la vida universitaria y la cultura con relación a la mayoría de la población.
e) No podía faltar un llamado a la unidad latinoamericana y al americanismo contra
las dictaduras y contra el imperialismo en naciones donde, por distintas razones,
la presencia de las potencias europeas ha supuesto también muchas imposiciones
y abusos.

La esencia del movimiento de Córdoba fue una reacción violenta contra una institución
que simbolizaba la represión y el autoritarismo, el retraso y el oscurantismo, la decadencia:
precisamente las antípodas de una casa superior de cultura. Del atropello de los derechos
estudiantiles, el movimiento fue ascendiendo a otros planteamientos en un proceso de réplica
frente a la actitud que encontraron en el Gobierno y, también, como respuesta a la necesidad
de ampliar la base social de apoyo y ganarse a la población para triunfar en su lucha.

Podemos juzgar la Reforma de Córdoba como un movimiento por la democracia


(autonomía y no imposición, participación, más estudiantes y asistencia social, cultura para
la población) y la calidad académica (mejor selección de profesores y las carreras ofrecidas).

Este movimiento estuvo asociado en la Argentina con el ascenso de las clases medias y
de la urbanización del país, cuya expresión política se podría ver también con el triunfo de
Irigoyen y del Radicalismo argentino en la Presidencia de la República (1916). La misma
población que se rebeló era de clase media o alta y su acción contestataria no nacía de razones
socioeconómicas sino más bien democráticas y académicas. La presencia de algunos
socialistas o marxistas en este movimiento no le quita este carácter al mismo, a pesar de lo
que muchos han dicho, en todos los lados del espectro político. Debe recordarse que fue
cronológicamente, casi simultáneo a la Revolución Rusa.

Globalmente, aquellos planteamientos son positivos, pero una definición más precisa de
los mismos puede dejar de serlo o puede convertirse en un obstáculo muy serio para un país.
Por ejemplo: la autonomía universitaria se vuelve imprescindible en un régimen dictatorial
como un espacio cultural y social para cultivar con libertad no sólo el conocimiento sino los
caminos para la democracia; lo que ha sido el caso de muchos países de América Latina.
Pero, de igual manera, no debería entenderse como que la universidad puede ser una
"República" aislada, separada de la vida social y los planes de desarrollo, cuando se trata de
un régimen democrático. Se busca defender la práctica académica frente a los gobernantes
de turno, sean democráticos o autoritarios, 36 pero las fronteras de la autonomía no son las
mismas en todas las situaciones. Otro ejemplo: la participación estudiantil en el gobierno
universitario es importante, sin embargo ¿cuál es la mejor cuantificación o la mejor
estructuración de esa participación. El "tercio" de Córdoba ha predominado, pero en otras
ocasiones se ha llegado hasta una cogestión de cincuenta por ciento. En la mayoría de las
ocasiones estas experiencias no la han realizado los fines que se proponían y han conducido,
no| pocas veces, a un caos académico. En la euforia estudiantil de Córdoba, contra un régimen
universitario despótico y anquilosado, es comprensible que se afirmara una participación
estudiantil y de graduados que sumaba el 66 por ciento; o que algunos de los dirigentes
estudiantiles de entonces plantearan la universidad como una "República de estudiantes".
Pero es evidente que la participación estudiantil debe definirse, en primer lugar, con base en
donde es pertinente o no que haya representación estudiantil y, en segundo lugar, en las
instancias en las que sí debe haberla, con base en un porcentaje que no lesione la estabilidad
y la calidad de la academia.

Durante los años de entreguerra, e incluso posteriormente, el movimiento democrático


por la reforma universitaria, basada en los planteamientos de Córdoba, ayudó a configurar
las características de la universidad latinoamericana. En una u otra forma, durante estos años
las universidades fueron obteniendo algunas de las condiciones que Córdoba había planteado.
Sin embargo, mucho de este movimiento sirvió también como marco para acciones de tipo
político, ayudando a una confusión de objetivos en muchos de los casos. (Ruiz)

La Reforma de Córdoba fue el primer cuestionamiento serio de la Universidad


latinoamericana tradicional y, según algunos sociólogos, marca el momento del ingreso de
América Latina en el siglo XX. Las universidades latinoamericanas, como fiel reflejo de las
estructuras sociales que la Independencia no logró modificar, seguían siendo los “virreinatos
del espíritu” y conservaban, en esencia, su carácter de academias señoriales. Hasta entonces,
Universidad y sociedad marcharon sin contradecirse, pues durante los largos siglos coloniales
y en la primera centuria de la República, la Universidad no hizo sino responder a los intereses
de las clases dominantes de la sociedad, dueñas del poder político y económico y, por lo
mismo, de la Universidad.

El Movimiento de Córdoba, que se inició en junio de 1918, fue la primera confrontación


entre una sociedad que comenzaba a experimentar cambios de su composición social y una
Universidad enquistada en esquemas obsoletos. La importancia de este Movimiento es tal
que varios estudiosos de la problemática universitaria latinoamericana sostienen que ésta no
puede ser entendida, en su verdadera naturaleza y complejidad, sin un análisis de lo que
significa La Reforma de Córdoba Vientre fecundo de la transformación universitaria.

La clase media emergente fue la protagonista del Movimiento, en su afán por lograr
acceso a la Universidad, hasta entonces controlada por la vieja oligarquía terrateniente y el
clero. La Universidad aparecía a los ojos de la nueva clase como el canal capaz de permitir
su ascenso político y social. De ahí que el Movimiento propugnara por derribar los muros
anacrónicos que hacían de la Universidad un coto cerrado de las clases superiores. La
creciente urbanización fue otro factor que, ligado a los anteriores, contribuyó a formar la
constelación social que desencadenó el Movimiento, justamente calificado como la
“conciencia dramática” de la crisis de cambio que experimentaba la sociedad
latinoamericana.

La Reforma de Córdoba trajo a las Universidades latinoamericanas la autonomía


universitaria, como su fruto más preciado. Su conquista ha sido fundamental para el
desenvolvimiento de las universidades. En cuanto a la “función social” de la Universidad,
por la cual abogó el Movimiento, la elección de las autoridades universitarias por la propia
academia y el cogobierno son postulados que hoy están consagrados en las leyes y estatutos
universitarios de la región. Córdoba marca un hito en la historia de la Universidad
latinoamericana: “La Universidad, después de 1918, no fue lo que ha de ser, pero dejó de ser
lo que venía siendo” “1918 fue un paso inicial, la condición para que se cumpliera el destino
de la Universidad en América como Universidad”.

Varios de sus postulados de la reforma siguen vigentes, aunque con nuevos contenidos
y significación. Otros, en cambio, han sido superados con el decurso de los años. En conjunto,
sin embargo, el legado de Córdoba sigue encarnando los ideales más generosos en LA
REFORMA UNIVERSITARIA torno a la Universidad latinoamericana. De ahí que sea
válido afirmar que con ella entroncan los procesos que en nuestros días persiguen la
transformación de nuestras universidades.

Si bien la Reforma no logró el cambio de nuestras universidades, en el grado que las


circunstancias exigían, dio pasos positivos en esa dirección. Su acción se centró,
principalmente, en los aspectos organizativos del gobierno universitario, como garantía de la
democratización que se buscaba. Fue menos efectiva en cuanto a la reestructuración
académica de la Universidad, que siguió respondiendo al patrón napoleónico profesionalista.
Pero, en una perspectiva histórica, Córdoba es el punto de arranque del proceso en marcha
de la reforma que tanto necesitan nuestras universidades, proceso que debe conducirnos al
diseño de un modelo más ajustado a nuestras necesidades, a nuestros valores y a nuestras
genuinas aspiraciones. En este sentido, Córdoba sigue señalando el rumbo: robustecer
nuestra propia identidad para dar una respuesta extrayendo de este Movimiento lo que tuvo
de auténtico, e inspirados por su misma vocación latino-americanista.

Córdoba fue el primer paso. Un paso dado con pie firme y hacia delante. Con él se inició
un movimiento original, sin precedentes en el mundo. Córdoba sigue siendo para nosotros la
reforma por antonomasia. En esta época de cambios, al inicio del siglo XXI, surge un nuevo
reto: transformar nuevamente la Universidad latinoamericana para que respondan a los
desafíos de la sociedad contemporánea. Para ello, corresponde retar a la imaginación y
replantearnos los objetivos, la misión y las funciones de las instituciones de educación
superior, a fin de que estén a la altura de las circunstancias actuales del nuevo milenio.

Quizás haya llegado el momento de la reinvención de la universidad. Éste es un desafío


que deben enfrentar las comunidades académicas, especialmente las del llamado Tercer
Mundo. Es lo que nos corresponde hacer en América Latina, si queremos una Universidad
que esté “a la altura de los tiempos”, es decir, del siglo XXI. Si América Latina fue capaz de
concebir, a principios del siglo pasado, una “idea de universidad” apropiada para aquel
momento histórico y los cambios que entonces experimentaba la sociedad latinoamericana,
no dudamos que América Latina será también capaz de engendrar una nueva “idea de
universidad”, que conlleve los elementos que se requieren para dar respuesta al gran desafío
que nos plantea el ingreso de nuestra región en las sociedades del conocimiento, la
información y el aprendizaje permanente, en un contexto globalizado y de apertura a grandes
espacios económicos. (Bernheim)}

Bibliography
Bernheim, C. T. (s.f.). La Reforma de Córdoba. Obtenido de Vientre fecundo de la transformación:
http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/grupos/reforAboit/03tunn.pdf

Ruiz, Á. (s.f.). LA REFORMA DE CÓRDOBA. Obtenido de


http://www.centroedumatematica.com/aruiz/libros/Universidad%20y%20Sociedad/Capit
ulos/reforma.html

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