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Nos encontramos ante el mosaico de Justiniano situado en los laterales del ábside en la Iglesia de San
Vital de Rávena, Italia, junto al de su esposa Teodora. Data del S. VI d.C (547) y pertenece a la 1ª Edad de
Oro del imperio bizantino tras caer el imperio romano de Occidente.
Todos están individualizados, caras diferentes, peinados diversos, vestimentas variadas... Las pequeñas
teselas se disponen en bandas de diferente resalte parar dar sensación de mayor profundidad y
credibilidad realista a la escena, aunque el fondo sea neutro. La riqueza cromática resulta extraordinaria
subrayando objetos como el escudo, los broches, anillos, sandalias, capas, corona, libros y destacando la
cenefa que enmarca la escena.
La finalidad del mosaico es religiosa, y se consigue con el alargamiento de las figuras, su idealización,
hieratismo, rigidez y aislamiento. Lo importante es resaltar la espiritualidad. Por otro lado, no hay
perspectiva, el dibujo es plano, sólo los pliegues de la ropa simulan volumen. El frontalismo de las
figuras y los fondos dorados refuerzan esa espiritualidad.
El emperador Justiniano (527-565) fue el protagonista del período de máximo esplendor del Imperio
bizantino, la Primera Edad de Oro (siglo VI). Justiniano intentó revivir la gloria del antiguo imperio
romano emprendiendo la conquista del Mediterráneo. Entre sus capturas se incluye Italia, donde se
encontraba la ciudad de Rávena, que se convirtió, en el siglo VI, en la ciudad más importante del mundo
bizantino en occidente. Fue la segunda capital del imperio y estuvo gobernada por el exarca, un
auténtico virrey rodeado de poder. Es normal, por tanto, que allí se construyesen los más ricos edificios
bizantinos de occidente: San Apolinar in Classe, San Apolinar el Nuevo y este de San Vital.