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ELEMENTOS DEL SUELO ESENCIALES PARA LAS PLANTAS

Resumen.
1. Criterios de esenciabilidad.
2. Absorción de elementos nutritivos por las plantas.
3. Clasificación de los elementos nutritivos.
4. Conclusiones.

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RESUMEN

Los conocimientos actuales acerca de los organismos vegetales permiten asegurar


que casi la totalidad de los mismos se componen únicamente de tres elementos
fundamentales, que son C, H y O. Las plantas obtienen tanto el carbono como el
oxígeno directamente del aire por fotosíntesis mientras que el hidrógeno procede
directa o indirectamente del agua del suelo. Las plantas, no obstante, son incapaces
de vivir solamente a base de aire y agua, necesitando elementos químicos que, por
lo general, les son proporcionados a expensas de las sustancias minerales del suelo.
Es interesante señalar que estos elementos, que las plantas obtienen del suelo, son
los que comúnmente limitan el desarrollo de los cultivos. El crecimiento de las
plantas, salvo circunstancias excepcionales, como pueden ser sequía, bajas
temperaturas, suelos anómalos o enfermedades, no se altera seriamente por una
deficiencia de C, H y O. Esto justifica la importancia de los nutrientes del suelo y
de los elementos que contienen.

1. CRITERIOS DE ESENCIABILIDAD

Estos criterios de esenciabilidad fueron establecidos por Arnon y Stout en 1939 y, son
enumerados a continuación:

1. Un elemento no puede considerarse como esencial a menos que su ausencia haga


imposible completar las etapas vegetativas o reproductivas de su ciclo vital.
2. La deficiencia ha de ser específica del elemento en cuestión, y sólo puede ser
evitada o corregida mediante el suministro de aquél.
3. El elemento ha de estar directamente implicado en la nutrición de la planta, con
independencia de sus posibles efectos en la corrección de condiciones
desfavorables, químicas o microbiológicas, del medio externo.

Aunque estos criterios han sido aceptados como válidos y plenamente aplicados a todos
los seres vivos, algunos investigadores consideran que el segundo criterio no es
totalmente correcto. Por ejemplo, se requiere molibdeno para la fijación del N por
bacterias del género Azotobacter sp. Sin embargo, en algunas especies de este género el
molibdeno puede ser sustituido por el vanadio. Otro ejemplo es el del sodio que no se

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considera esencial para todas las plantas, pero se ha demostrado en la práctica que su
presencia incrementa el rendimiento en numerosos cultivos. Por lo tanto, desde el punto
de vista económico, el sodio debería ser considerado un elemento esencial.

2. ABSORCIÓN DE ELEMENTOS NUTRITIVOS POR LAS PLANTAS

Sólo una pequeña parte de cada nutriente presente en el suelo se encuentra disponible
para las plantas (2%). El resto (98%) aparece en formas no asimilables por las plantas,
es decir, se halla firmemente ligado a la fracción mineral y a la materia orgánica,
resultando inaccesible mientras no se vea afectado por los procesos de descomposición.
Éstos ocurren lentamente, durante largos períodos, y los nutrientes son liberados de
modo gradual.

Foto 1. Las plantas absorben los nutrientes contenidos en el aire y en el suelo a través de las
hojas y de las raíces. El CO2, fuente de carbono y oxígeno, se absorbe a través de los estomas
de las hojas, en tanto que los demás nutrientes se absorben generalmente desde la disolución
del suelo a través de las raíces.

Las plantas absorben los nutrientes por medio de los numerosos pelos radicales que
poseen las raíces jóvenes, las cuales se renuevan continuamente, ya que tienen una vida
de unos pocos días. Estos pelos radicales segregan sustancias ácidas que contribuyen a
solubilizar compuestos difícilmente solubles, tales como fosfatos y carbonatos. En esta
acción de solubilización también interviene el CO2 producido por la respiración de las
raíces.

Los elementos nutritivos que las plantas absorben del suelo proceden de las rocas (salvo
en el caso del N, que procede del aire), que al degradarse lentamente se convierten en
compuestos solubles. Estos compuestos se disocian en el agua del suelo en iones
positivos (cationes) y negativos (aniones), y bajo estas formas son asimilados por las
plantas (foto 1). Los iones pueden estar libres en la disolución del suelo o pueden ser
adsorbidos por las partículas coloidales del mismo. Los aniones y una pequeña parte de
los cationes están contenidos en la disolución del suelo, mientras que la mayoría de los
cationes están adsorbidos en el complejo coloidal. Los iones adsorbidos por las
partículas coloidales pueden ser absorbidos directamente por las raíces o, más
frecuentemente, pasar primero a la solución del suelo, de donde son absorbidos por las
raíces. Cuando un ión pasa de la disolución a la planta, otro ión pasa del complejo a la
disolución, con el fin de mantener una concentración adecuada de iones.

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Por lo general, la cantidad de macronutrientes que necesitan absorber las plantas para
poder desarrollar su ciclo de vida es sensiblemente mayor que la de micronutrientes. De
este modo, se explica el hecho de que la absorción de macroelementos por las cosechas
puede representar una cantidad importante en comparación con las reservas de dichos
elementos contenidas en el suelo. Esto demuestra la necesidad de adición de abonos y
fertilizantes a la mayor parte de los suelos agrícolas (foto 2).

Foto 2. Sistemas empleados para la aplicación de purines en las explotaciones: (a) aspersión y
(b) inyección.

La proporción de macronutrientes extraída por las cosechas puede suponer la práctica


totalidad de las existencias en el suelo mientras que en la extracción de micronutrientes
del suelo, estas cantidades nunca suponen una proporción tan alta respecto del total sino
que, en general, sólo representan un pequeño porcentaje de la cantidad total existente en
un suelo. Esto supone que, salvo excepciones, no deberían aparecer deficiencias en
cuanto a la nutrición de los cultivos, y sin embargo esto no es así. Hay que tener en
cuenta que, por sus características, los microelementos tienen una movilidad, en
general, escasa derivada de factores condicionantes por lo que, son poco asimilables por
las plantas. Esto, unido a la influencia de las técnicas de cultivo y las características de
la especie cultivada, explica la aparición de deficiencias en cultivos sobre suelos de
contenidos normales en microelementos.

Son numerosos los factores inherentes al medio (suelo y clima) que influyen sobre el
mayor o menor grado de absorción de los nutrientes. Entre estos factores cabe destacar,
los siguientes:

1. Textura del suelo.

Los suelos de texturas finas presentan una mayor superficie externa, por lo que los
agentes que alteran su estructura tienen una mayor posibilidad de actuación: 1g de
arcilla coloidal presenta una superficie externa 1.000 veces mayor que la presentada por
la misma cantidad de arena gruesa.

2. pH del suelo.

Para unos determinados valores de pH algunos elementos asimilables se transforman en


sus formas no asimilables, debido a que entran a formar parte de los compuestos
insolubles. Por ejemplo, el hierro en un medio básico da como resultado un hidróxido
insoluble. En otras ocasiones se producen compuestos volátiles, que se pierden ya que

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escapan a la atmósfera; tal es el caso de los fertilizantes amónicos, que en suelos básicos
producen amoníaco, una parte del cual se pierde en la atmósfera cuando la aportación
del fertilizante se hace en la superficie del suelo.

3. Interacciones entre iones.

En algunas ocasiones se producen interacciones entre dos iones, que dificultan o


facilitan la absorción de uno de ellos. Se produce antagonismo cuando uno de los iones
tiende a inhibir la absorción del otro, especialmente cuando aumenta la concentración
de uno de ellos. Es el caso, por ejemplo, del antagonismo potasio-magnesio, en donde la
mayor concentración de potasio ocasiona una deficiente asimilación de magnesio. El
sinergismo se produce cuando uno de los iones favorece la absorción del otro, como
ocurre, por ejemplo, con el nitrógeno y el potasio.

4. Clima.

Los factores que más influyen sobre la absorción son la temperatura y la humedad. A
medida que aumenta la temperatura se incrementa la absorción, debido a una mayor
actividad bioquímica, hasta llegar a un nivel óptimo por encima del cual decrece
progresivamente hasta paralizarse. Con bajas temperaturas ocurre lo contrario dado que
se ve dificultada la actividad bioquímica y se produce una disminución de la solubilidad
en el suelo. De modo semejante, ocurre que a medida que aumenta la humedad se
produce un incremento en la absorción de nutrientes.

3. CLASIFICACIÓN DE LOS ELEMENTOS NUTRITIVOS

Actualmente se admite que las plantas superiores pueden contener hasta 60 elementos,
de los cuales 16 de ellos (C, H, O, N, P, K, Ca, Mg, S, Fe, Mn, B, Mo, Cu, Zn y Cl) son
considerados esenciales para su normal desarrollo mientras que otros 4 (Na, Si, Co y V)
son considerados solo esenciales para algunas de ellas (figura 1). Todos estos elementos
desempeñan funciones muy importantes en las plantas, y cuando están presentes en
cantidades insuficientes, pueden producirse graves alteraciones y reducirse
notablemente el crecimiento de las mismas.

De los 16 elementos esenciales, los 3 primeros son suministrados mayoritariamente por


el aire y el agua, mientras que los 13 restantes son aportados por el suelo. Estos
elementos nutritivos suministrados por el suelo se pueden clasificar en macro- y
microelementos, dependiendo de si las plantas necesitan absorber cantidades
relativamente grandes o pequeñas de ellos. Como macroelementos cabe destacar el N,
P, K, Ca, Mg y S y como microelementos, elementos traza u oligoelementos esenciales
para las plantas se encuentran el Fe, Mn, B, Mo, Cu, Zn, y Cl.

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Figura 1. Clasificación de los elementos químicos en función de su total o parcial
esenciabilidad para las plantas (Navarro García y Navarro Blaya, 2000).

MACRONUTRIENTES: Elementos primarios (N, P y K) y secundarios (Ca, Mg y S).

Los macronutrientes son los elementos necesarios en cantidades relativamente


abundantes para asegurar el crecimiento y la supervivencia de las plantas. La presencia
de una cantidad suficiente de elementos nutritivos en el suelo no garantiza por sí misma
la correcta nutrición de las plantas, pues estos elementos han de encontrarse en formas
moleculares que permitan su asimilabilidad por la vegetación. En síntesis, se puede
decir que una cantidad suficiente y una adecuada disponibilidad son fundamentales para
el correcto desarrollo de la vegetación.

Dentro de éstos, se puede distinguir entre elementos primarios (N, P y K) y elementos


secundarios (Ca, Mg y S).

1. Elementos primarios.

En la mayoría de los cultivos, las necesidades de las plantas son superiores a las
reservas existentes en forma asimilable de los elementos en el suelo, por lo que es
necesario realizar aportes de los mismos mediante el uso de abono y sustancias
fertilizantes. Se considera que los elementos primarios son N, P y K.

- Nitrógeno (N).

Los procesos de combinación del N con otro elemento reciben el nombre de fijación del
nitrógeno y se realizan, en la naturaleza, gracias a la acción de ciertos microorganismos
y a las descargas eléctricas que tienen lugar en la atmósfera. Sin embargo, la cantidad de
N fijado suele ser pequeña en comparación con la que las plantas podrían utilizar. Cerca
del 99% del N combinado en el suelo, se halla contenido en la materia orgánica. El N
orgánico, incluido en moléculas grandes y complejas, sería inaccesible a los vegetales
superiores si no fuera, previamente, liberado por los microorganismos. La actividad
microbiana descompone, gradualmente, los materiales orgánicos complejos en iones
inorgánicos simples, que pueden ser utilizados por las plantas. La rapidez con que,

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potencialmente, los cultivos serían capaces de utilizar el N, suele exceder a la rapidez
con que éste es liberado. En consecuencia, la cantidad de N disponible en el suelo suele
ser relativamente muy pequeña.

- Fósforo (P).

A diferencia del N, que puede incorporarse a los suelos por medio de la fijación
bioquímica por microorganismos, el P no posee tal ayuda microbiana dado que procede
únicamente de la descomposición de la roca madre que tiene lugar durante el proceso de
meteorización. La cantidad de P total del suelo, expresada como P2O5, en raras
ocasiones sobrepasa el 0,50% y puede clasificarse, como inorgánico y orgánico. El P
inorgánico es suministrado por la meteorización de minerales como el apatito
Ca5(PO4)3F y en menor proporción puede formar parte de la cadena de silicatos donde
sustituye al silicio, o encontrarse en minerales neoformados. El P orgánico es de gran
importancia para la fertilidad del suelo debido a que determinados compuestos
orgánicos son una fuente indirecta de formas solubles. El humus y otros tipos de materia
orgánica no humificada son la principal fuente de P orgánico en el suelo.

- Potasio (K).

El K es, tal vez, el elemento mineral que se encuentra en mayor proporción en las
plantas y es relativamente frecuente en las rocas. Con independencia del K que se añade
como componente de diversos fertilizantes, el K presente en los suelos procede de la
desintegración y descomposición de las rocas que contienen minerales potásicos. Junto
a este K mineral debe incluirse el procedente de la descomposición de restos vegetales y
animales. A diferencia del P, el K se halla en la mayoría de los suelos en cantidades
relativamente grandes. En general, su contenido como K2O oscila entre 0,20-3,30% y
depende de la textura. En suelos sódicos, varía entre 2,50-6,70%. La fracción arcillosa
es la que presenta un mayor contenido de K, por lo que los suelos arcillosos y limo-
arcillosos son más ricos que los limo-arenosos y arenosos, teniendo en cuenta también
que la variación en el contenido de K está influenciada por la intensidad de las pérdidas
debidas a la extracción por los cultivos, lixiviación y erosión.

2. Elementos secundarios.

Las cantidades de estos elementos presentes en el suelo suelen cubrir las necesidades de
los cultivos, por lo que, en general, no es preciso realizar aportes de ningún tipo al
suelo. Este grupo de elementos comprende Ca, Mg y S.

- Calcio (Ca).

El Ca presente en el suelo, aparte del añadido como fertilizante o enmienda, procede de


las rocas y de los minerales del suelo, y su contenido total puede variar ampliamente. En
los suelos considerados no calizos oscila entre el 0,10 y 0,20%, mientras que en los
calizos puede alcanzar hasta un 25%. De forma general, se puede decir que el Ca
proviene de la meteorización de los minerales. Estos materiales son tan comunes que la
mayoría de los suelos contienen suficiente Ca para cubrir gran parte de las necesidades
de la planta.

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- Magnesio (Mg).

El Mg es un elemento químicamente muy activo pero que no aparece por sí solo como
elemento libre en la naturaleza sino que se encuentra distribuido en forma mineral.
Según diversas estimaciones su contenido medio en la corteza terrestre puede situarse
en torno a un 2,30% mientras que en el suelo se aproxima a un 0,50%.

MICRONUTRIENTES

Reciben el nombre de micronutrientes, aquellos elementos indispensables para que las


plantas puedan completar su ciclo vital, aunque las cantidades necesarias de ellos sean
muy pequeñas. El contenido total de micronutrientes en el suelo es función del material
de partida y de los procesos edafológicos. Aquellos elementos cuya concentración total
en el suelo es normalmente inferior a 1000 mg/kg son llamados elementos traza. Dentro
de este grupo podemos incluir a los micronutrientes (Cu, Mn y Zn), imprescindibles
para las plantas y para los animales en baja concentración, pero que pueden volverse
tóxicos al alcanzar determinados niveles. La excepción entre ellos está en el Fe, que es
un micronutriente pero no estrictamente un elemento traza.

- Hierro (Fe).

A pesar de su abundancia en suelos y rocas, es uno de los micronutrientes más


deficiente. El Fe es el cuarto elemento más abundante en la corteza continental después
del O, Si y Al, constituyendo alrededor del 15% en peso de la corteza terrestre. Es, con
diferencia, el microelemento más abundante en los suelos, ya sea como constituyente
mineral o bien bajo la forma de óxidos e hidróxidos. No obstante, en suelos con
horizontes enriquecidos en materia orgánica, el Fe aparece principalmente en forma de
quelatos. Su contenido en los suelos templados suele variar entre el 1 y 5%. En casos
aislados, pueden hallarse valores cercanos al 10%. En el suelo, el contenido de Fe
fluctúa en el rango de 0,20 al 5%, en un orden de magnitud similar al de la roca
subyacente.

- Cobre (Cu).

El Cu es uno de los elementos esenciales más importantes tanto para las plantas como
para los animales; sin embargo, cantidades excesivas de éste pueden producir efectos
tóxicos. Entre los diferentes tipos de rocas ígneas, el Cu prevalece en los basaltos. En
las rocas sedimentarias es más abundante en los esquistos. En general, su abundancia en
las rocas basálticas es más alta que en las graníticas, y muy baja en las rocas
carbonatadas.

-Manganeso (Mn).

El Mn presente en los suelos es originado principalmente por la descomposición de las


rocas ferromagnésicas. Es un microelemento similar al Fe, tanto en su química como en
su geología y muy abundante en la litosfera. En las rocas, el contenido de Mn varía
entre 350 y 2000 mg/kg. El contenido en el suelo muestra variaciones considerables,
pero normalmente fluctúa entre 20 y 800 mg/kg. No obstante, y al igual que en el caso
del Fe, estos contenidos totales no pueden considerarse como una indicación de su

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disponibilidad para las plantas ya que existen muchos factores que afectan a su
absorción.

- Zinc (Zn).

El Zn es un elemento ampliamente distribuido que se halla en cantidades pequeñas, pero


suficientes, en la mayoría de los suelos y plantas. La cantidad de Zn que se puede
encontrar en un suelo depende directamente de la naturaleza de la roca madre. Hay, no
obstante, un aspecto importante que es necesario resaltar en relación con el Zn útil en
los suelos y es que la parte superficial de muchos de ellos, que corresponde con los
horizontes superiores, contienen siempre más Zn que los horizontes inferiores. Se cree
que este hecho se debe por una parte a que los residuos de las plantas, al quedar
depositados en la superficie del suelo, proporcionan tras su descomposición, cierta
cantidad del elemento; por otra, el Zn no presenta una emigración descendente en el
perfil, como ocurre con otros elementos, ya que tiende a quedar adsorbido por las
arcillas y la materia orgánica (foto 3).

Foto 3. Es explicable, entonces, que la eliminación de la parte superficial del suelo, por
ejemplo, por erosión o por nivelación del mismo, pueda ocasionar la deficiencia de Zn
en los suelos con escaso contenido de este elemento.

4. CONCLUSIONES

El agua y los elementos nutritivos disueltos, que normalmente se absorben por las
raíces, pueden también ser absorbidos por las hojas. Las aplicaciones foliares son
efectivas especialmente cuando la planta necesita algunos nutrientes de una forma
inmediata, tales como: Fe, Zn, Mn, Cu y Mo. Cuando el suelo contiene una cantidad
excesiva de elementos esenciales en forma asimilable por las plantas, el normal
desarrollo de éstas puede verse seriamente afectado. Por lo general, no suele haber
problemas en este sentido con los macroelementos, pero sí que puede haberlos con
algunos microelementos, en donde existe un estrecho margen entre los niveles óptimo y
tóxico.

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Contenido de nutrientes minerales del suelo
TODAS LAS PLANTAS necesitan tomar del suelo 13 elementos minerales. Son los
nutrientes minerales esenciales. De tal manera que si en un suelo no hubiese nada, cero
gramos, de cualquiera de ellos, la planta moriría, puesto todos son imprescindibles.

Afortunadamente, en los suelos siempre hay de todo, por lo menos algo, aunque en unos
más que en otros. No obstante, se pueden presentar carencias. Un ejemplo muy típico es
el del Hierro (Fe). En suelos de pH alto, es decir alcalinos (calizos) es frecuente que
falte el Hierro que se encuentra insolubilizado, es decir, se encuentra como mineral que
no puede ser tomado por las raíces. En plantas que son sensibles a la carencia de hierro
la consecuencia de esto es que se vuelven las hojas amarillas. Por ejemplo una Azalea,
una Hortensia, un Naranjo, un Roble, etc. plantados en estos suelos sufrirán clorosis
férrica.

Los 13 elementos esenciales son los siguientes:

MACRONUTRIENTES

Estos los toma en grandes cantidades, sobre todo los 3 primeros.

- Nitrógeno ( N )
- Fósforo ( P )
- Potasio ( K )
- Calcio ( Ca )
- Magnesio ( Mg )
- Azufre ( S )

MICRONUTRIENTES U OLIGOELEMENTOS

Estos los toman las plantas en pequeñísimas cantidades.

- Hierro ( Fe )
- Zinc ( Zn )
- Manganeso ( Mn )
- Boro ( B )
- Cobre ( Cu )
- Molibdeno ( Mo )
- Cloro ( Cl )

¿Cómo se sabe la cantidad de cada uno de estos nutrientes que tiene un suelo?

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Resultados análisis Mediante un análisis de la tierra hecho en un laboratorio que
analicen suelos.

En un jardín particular no merece la pena analizar la tierra para esto. Sin embargo, en
agricultura comercial o en el mantenimiento de un campo de golf, por ejemplo, sí se
mandan a analizar muestras de tierra cada dos años para saber cómo va el suelo en
cuanto a nutrientes, y así tener datos para abonar con más criterio: echando más
Fósforo, más Potasio, menos, de un elemento más o de otro, etc. En jardinería
doméstica no entramos en tanto detalle y nos limitamos a abonar con cantidades medias,
aproximadas.

Como seguramente no vas a analizar tu suelo, que sepas estas cosas:

• Un suelo rico en materia orgánica (humus) es rico en Nitrógeno. Cuanto más


estiércol, mantillo o turba eches más Nitrógeno tendrá (y por supuesto, más humus).
Recuerda: cuando aportas materia orgánica a un suelo estás consiguiendo dos cosas:

1. Humus

2. Nutrientes minerales (nitrógeno, fósforo, potasio, azufre,...) de la descomposición de


esta materia orgánica.

NO estás echando humus, estás echando estiércol, mantillo o turba, que no es lo


mismo. El humus proviene de ellos gracias a la acción de las bacterias y hongos del
suelo. Mucha gente confunde estos conceptos. El humus es producido en el suelo por
los microorganismos.

• Un suelo arcilloso tiene más nutrientes que uno arenoso, que es más pobre.
Ejemplo extremo de suelo arenoso es la arena de la playa. Ésta tiene de todos los
elementos (la prueba es que en las dunas crecen vegetales), ahora bien, en muy poquita
cantidad, insuficiente para la mayoría de plantas de jardín, exceptuando cactus, crasas, y
algunas otras especializadas. Mediante los abonos o fertilizantes aportamos al suelo
esos nutrientes minerales que las plantas van consumiendo. Si no lo hiciéramos se
agotarían más tarde o más temprano.

Tus plantas las puedes fertilizar con dos tipos de abonos:

- Abonos orgánicos.

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Abono orgánico

- Abonos químicos o minerales.

Fertilizante mineral

Los abonos orgánicos como el estiércol, el compost, la turba, etc. aportan de todo, pero
en poca cantidad y lentamente. Sus beneficios son más como mejorantes de la tierra, al
formarse humus que como suministrador de nutrientes.

Los abonos químicos o minerales lo único que aportan son nutrientes puro y duro, ni
humus ni mejora del suelo en otros aspectos como hacen los abonos orgánicos. Eso sí,
enriquecen de minerales el suelo y las plantas disponen de alimento en cantidad, pero
nada más.

Podrías abonar sólo con los orgánicos, tendrían de todo, pero sale caro y en
determinados momentos hacen falta grandes cantidades de nitrógeno y de los demás
elementos y los abonos orgánicos no pueden suministrarlo ya que ellos van
descomponiéndose lentamente, a su ritmo, según el clima y el tipo de suelo.

(Estos son los tipos de abonos que se comercializan).

Podemos aportar cualquiera de los 13 elementos esenciales. Sin embargo, la mayoría de


abonos o fertilizantes que usamos suelen incluir sólo 3: el Nitrógeno, el Fósforo y el
Potasio. Son igual de importantes que los otros 10 restantes, lo que pasa es que las
plantan necesitan mucha más cantidad de éstos que de ningún otro. Un abono que
también lleve otros elementos, siempre será bueno, indudablemente. El Hierro, es de
los pocos que se usa de vez en cuando como fertilizante aparte mediante quelatos de
hierro. Si se detectara alguna carencia específica en alguno de estos 13 elementos o
varios, se podría remediar con un abono que contuviese ese o esos elementos que están
faltando en el suelo.

Para cada uno de los grupos de plantas (árboles, palmeras, arbustos, vivaces,
aromáticas, bulbos, etc.) te iré dando detalles sobre el abonado que corresponda. Ya hay
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de algunos en sus respectivas secciones y puedes mirarlo.

Sigue >>

7. Salinidad.

7. SALINIDAD

Suelo salino

La idea es muy sencilla: un suelo es salino si tiene una cantidad excesiva de


determinadas sales (Cloruros, Sulfatos, etc.).

No es frecuente, pero puede ocurrir que tu suelo fuera salino.

En climas húmedos, donde llueve mucho, es raro que haya suelos salinos, puesto
que las sales son lavadas en profundidad y no afectan a la zona de las raíces. En climas
secos, son más típicos ya que no existen esas lluvias abundantes que arrastren las sales.

El que un suelo sea salino dependerá de la geología de ese lugar. También puede
convertirse un suelo que inicialmente no lo es si se riega durante muchos años con agua
salitrosa. Ojo con las aguas de pozo por tanto.

¿Qué efecto tiene el exceso de sales sobre las plantas?

Puntas quemadas por suelo salino

Provoca que las raíces no puedan absorber el agua. Es curioso, pero a pesar de que el
suelo está regado, la planta da síntomas de pasar sed. Esto se debe a la ósmosis. El caso
es que tiene humedad pero como si no la tuviera. El agua no puede entrar dentro de los
pelos radiculares debido a la alta concentración en sales del agua.

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El síntoma típico del suelo salino son las puntas de las hojas quemadas.

¿Cómo saber si un suelo es salino o no? Hay varios maneras:

1. Las plantas parece como si les faltara el agua y las puntas están quemadas, marrones.

2. Haz la siguiente prueba práctica: siembra unas cuantas judías.

Si salen y se ponen las hojas de color púrpura en lugar de verde, es que es salino. Esta
planta es tremendamente sensible a la salinidad y nos sirve muy bien como
"indicadora".

Eflorescencias de sal

3. Si aparecen en la superficie del suelo sales blancas (eflorescencias salinas) es un


síntoma muy patente. Sería bastante alta en este caso.

4. Si llevas a analizar la tierra a un laboratorio que hagan análisis de suelos, ellos te


dirán con exactitud si tu suelo es salino o no y cuánto es de salino, puesto que puede ser
ligeramente salino o fuertemente salino. Por mencionar datos:

• Si el análisis del suelo indica menos de 4 milimhos/cm, no hay ningún problema, ese
suelo no es salino.

• Si está entre 4 y 8 tendrás que poner especies que resistan la salinidad. Mira esta
"Lista de plantas resistentes a la salinidad".

• Y si tiene más de 8 milimhos/cm, el suelo es fuertemente salino y sólo podrás utilizar


árboles o plantas que resistan mucho la sal. Ej: palmeras. En la lista anterior, las plantas
escritas en negrita son las que más aguantan la salinidad.

Los suelos salinos no son frecuentes, pero a veces se dan. Si sospechas que tu suelo

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puede serlo, habría que hacer un estudio de salinidad llevando una muestra a un
laboratorio de suelos.

Aparte de los suelos, el agua de riego también puede ser salina. Ojo con las aguas de
pozos. Analízala para conocer cómo es.

¿Y si resulta que mi suelo tiene este problema? ¿Qué hago?

- Planta especies resistentes. Ver lista (incluir césped resistente).

- Riega más de lo habitual para ir lavando sales en profundidad y así sacarlas de la zona
donde están las raíces.

- Da de vez en cuando un lavado fuerte inundando la parcela. Mejor en verano.

- No uses para riego agua salina.

- Para mejorar la eficacia del lavado, instala unos tubos de drenaje que llevarán fuera de
la parcela el agua con las sales del suelo.

- Aporta Calcio para sustituir al Sodio. Para aportar Calcio se recurre al yeso.
Entiérralo después.

- Tras el yeso, el azufre es el más utilizado como enmienda, siendo muy aconsejable en
tierras calizas. El año antes de aplicar azufre, es muy bueno enmendar con estiércol; el
efecto del azufre será el doble. Venden productos formulados ricos en Calcio y llamados
"correctores de salinidad".

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