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Basanta y el salvavidas para ferrocarriles

Don Alejandro Basanta ha inventado un aparato


verdaderamente notable, que por su aplicación y por sus
condiciones está llamado a suprimir en absoluto los siniestros
ferroviarios. Dicha invención une, a los caracteres de la mayor
seguridad, los de la sencillez más grande. (…) En una de las
habitaciones de la estación de Villena hay una tablita con dos
juegos de sonerías de distintos timbres, un aparato telefónico
ordinario y una pequeña pieza de metal, cuya acción es la de abrir o cerrar el circuito que contribuye
a acusar los peligros que se pretende conocer…

La Dinastía, Barcelona, edición del 30 de junio de 1899.

Me encontré con Basanta sin pretenderlo, como en tantas otras ocasiones ha sucedido con
inventores hoy prácticamente desconocidos. Fue revisando varios grupos de patentes que se
guardan en el Archivo Histórico de la Oficina Española de Patentes y Marcas. Sí, allí estaba el
ingenioso inventor asturiano Alejandro Basanta y Baqué son sus patentes números 15250, 21113 y
21114 sobre sistemas de seguridad para ferrocarriles. Además, cabe mencionar que al menos logró
también una patente para un sistema similar en los Estados Unidos, con la patente US-542916-A, de
1895. ¿Qué tienen de especial estas patentes? Básicamente lo osado de su propuesta, a saber, un
método para impedir choques ferroviarios en una época en la que no se había popularizado la
radio. Las ondas hertzianas no eran sino algo que apenas estaba saliendo de los laboratorios y los
telégrafos eran los reyes de las comunicaciones, junto con los ferrocarriles. Uniendo esos dos
mundos Basanta pretendió acabar para siempre con un problema muy grave, los accidentes
ferroviarios. A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX la rápida extensión de las redes de ferrocarril
por medio mundo llevó el progreso por doquier, pero también sirvió para crear escenarios
terroríficos que dieron lugar a accidentes terribles con gran número de fallecidos.

Gráfico de una de las patentes estadounidenses de Basanta.


Intercomunicación entre trenes en marcha

Propuestas como la de Basanta hubo muchas en su tiempo, pero pocas eran tan ingeniosas y, las
menos, encontraron camino en la práctica. Las ideas del intrépido inventor pasaron del papel al
mundo real en diversas pruebas, si bien no tuvieron recorrido comercial posterior a gran escala. El
7 de julio de 1894 tuvieron lugar diversas pruebas iniciales en la estación de Arganda.
Posteriormente, tuvieron mucho eco en los medios las pruebas llevadas a cabo en la línea Villena-
Alcoy-Yecla, con presencia de una comisión enviada desde Madrid por el gobierno.

Esta añeja línea de vía estrecha comunicaba las provincias de Alicante y Murcia a lo largo de una red
de ramales de casi 350 kilómetros de extensión. Las mencionadas pruebas tuvieron lugar en los
meses de junio y julio de 1899, comprobándose que el sistema de intercomunicación de seguridad
para trenes ideado por el ingeniero Alejandro Basanta era mucho más que una fantasía.

A pesar del aparente éxito de las pruebas, y aunque el sistema se continuó utilizando durante un
tiempo en la línea de ferrocarril levantina, el inventor no logró encontrar eco en inversores
nacionales para extender las pruebas y llegar a difundir un modelo comercial en grandes líneas
férreas. Precisamente por eso, hacia 1903, reaparece Basanta con su sistema en Francia. Allí, ante
varios diputados y senadores e inspectores de la compañía París-Lyon, tuvieron lugar nuevas
pruebas. Otra vez el éxito se vio continuado por el silencio. Así celebraba aquel éxito la Revista de
industria, agricultura y comercio en la edición del 1 de mayo de 1903:

D. Alejandro Basanta (…) ha tenido la satisfacción merecidísima de que se haya hecho en Francia
una prueba para evitar un choque y comunicar entre dos estaciones. (…) El inventor ha completado
su sistema con un aviso anticipado de unos cinco minutos de la llegada de los trenes a los pasos a
nivel. (…) Este sistema, hasta ahora, sólo se aplica en España en la línea de Villena a Yecla.

Como puede verse, el experimento francés no sólo permitía la intercomunicación entre trenes, o
entre estaciones, sino que también proporcionaba un método para avisar de la cercanía de trenes
a pasos a nivel. Bien, puede después de tanto fuego de artificio y aventuras, del sistema Basanta
nunca más se supo. Al poco se instaló algo similar en varios tranvías italianos y, más tarde en la
propia Francia, e incluso hubo alguna acusación de copia contra esas otras pruebas por parte de la
prensa en España. La cosa quedó ahí, en el más profundo de los olvidos. Ahora bien, ¿en qué
consistía el sistema de Basanta? Veamos someramente lo ingenioso de su propuesta.

El sistema Basanta se basaba en una especie de “red local”, salvando las distancias, aplicada a las
vías férreas. Por una parte pretendía que cualquier tren, parado o en marcha, tuviera conocimiento
de la circulación de otro vehículo por su misma vía con un aviso a modo de timbre entre
locomotoras. Además, como se transmitía señal a lo largo de la vía, ambos maquinistas podían
hablar por un interfono de forma directa, así como con las estaciones. Tanto las locomotoras como
las estaciones estaban conectadas por cable y contaban con avisadores acústicos y terminales
telefónicos. Lo más ingenioso era el sistema para transmitir la señal a un tren en marcha, por medio
de un sistema de “escobillas” en forma de esferas metálicas en los ejes, aprovechando las ruedas
como transmisores hacia los raíles y, de ahí, a un sistema de cables dispuestos en la línea. Al tren en
marcha también se le podían enviar avisos sobre la existencia de cualquier obstáculo que se pudiera
encontrar en la vía o sobre cualquier otro problema detectado en las estaciones. Hay que pensar
en que estamos hablando de finales del siglo XIX, y eso de tener un teléfono en la cabina del
maquinista sonaba a fantasía.
Uno de los aspectos más destacados se encontraba en que, al acercarse un tren a los pasos a nivel,
sonaba en ellos una potente campana accionada por electroimanes, llamando la atención así con
tiempo de sobra a quienes se encontraran en las cercanías sobre el paso del ferrocarril. Además, y
para adelantarse por completo a su tiempo, no sólo la locomotora estaba conectada a la línea
eléctrica de comunicaciones que se disponía en las vías, ¡también los vagones! Así, cada vagón
contaba con interruptores de aviso que se conectaban con la locomotora para alertar en caso de
que algún pasajero sufriera algún percance, enfermedad o contratiempo. Así, ante un aviso, el
maquinista podía detener la máquina o decidir parar en una estación intermedia, avisando antes
por el teléfono colocado en la locomotora a la estación para que se alertara a un equipo médico en
caso de ser requerido, o bien a los agente del orden según la situación.

No puede negarse que el invento era increíble, pero tenía sus contratiempos. Aunque en las pruebas
funcionó muy bien, resultaba que el despliegue de la red de comunicación y los propios aparatos de
alerta no eran cosa barata. En los trenes se montaba un generador eléctrico, a modo de magneto
de la época, que aprovechaba el giro de uno de los ejes de la locomotora. Ese generador alimentaba
toda la red de cables distribuida a lo largo del convoy y, también, servía para enviar las señales a la
línea eléctrica en que se convertían los propios raíles de la vía, pasando luego a una “barra-carril”
que contenía un cable a lo largo de la línea. Luego hacían falta bobinas, teléfonos, interruptores,
repetidores de la señal y muchos otros accesorios. En las pruebas de la línea levantina las gentes
estaban admiradas. ¡Podían comunicar con las estaciones y entre trenes en movimiento! Todo
acabó en alegría general, un banquete en honor de Basanta que se celebró en el hotel Iborra de
Alicante y una sociedad constituida para explotar la invención. Nada de aquello prosperó y la pista
de Basanta va borrándose con el paso de los años.

Lo último que he podido averiguar sobre el inventor no es muy agradable. En el Boletín Oficial de
la Provincia de Oviedo, con fecha 6 de diciembre de 1915, aparece una resolución judicial, sobre
caso abierto a petición de la mujer de Alejandro Basanta y Baqué, llamada María Rodríguez de la
Flor y Rodríguez Villamil, vecina de Avilés, en la que se declara al inventor ausente y en paradero
desconocido.

El dispositivo de seguridad para trenes de Alfredo Huguet

Siguiendo la estela de Basanta, otros inventores españoles han perseguido el sueño del ferrocarril
seguro. Quiero mencionar uno de ellos, también olvidado, que entre 1936 y 1954 obtuvo ocho
patentes para un dispositivo que permitía detener los trenes de forma automática antes de que
producirse un catastrófico choque.

El Barcelonés Alfredo Huguet Manén luchó durante décadas para ver instalado su sistema en los
ferrocarriles, pero corrió suerte similar a la de Basanta en cuanto a difusión de su invención se
refiere. El inventor barcelonés explicaba su idea de esta manera en Mundo Gráfico el 22 de abril de
1936:

Mi invento impide completamente los choques entre dos o más trenes; los accidentes en los pasos a
nivel; los descarrilamientos por los cambios de vías defectuosas; los choques contra unidades
móviles, etc… Cada locomotora, aparte de llevar su mecanismo actual, llevará unas nuevas
instalaciones eléctricas diseñadas por mí. Al llegar dentro de una misma vía a situarse dos convoyes,
a una cierta distancia uno de otro, de trescientos metros, por ejemplo, se establecerá entre los
mismos una corriente de interferencia que transformada en la instalación, accionará los frenos de
las locomotoras, deteniéndolas. Esta corriente eléctrica se transmitirá a través del tercer raíl, que
deberá tenderse en el centro de la vía y para el cual se podrán aprovechar, por ejemplo, los raíles
viejos. La potencia de la misma es ínfima y, por tanto, el gasto que produzca, casi nulo. (…) Unos
aparatos basados en el mismo principio deberán instalarse en los pasos a nivel y en las agujas…

Gráfico de una de las patentes de Huguet.

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