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¿Qué es la matriz divina?

Por Marilola Castro

Gregg Braden es probablemente uno de los científicos más reconocidos entre los que e
stán evaluando y revelando los profundos cambios que están atravesando la Tierra y e
l Sistema Solar, cambios nunca antes registrados en la historia humana. Hace uno
s años publicó el libro Awakening to Zero Point , en el que documenta los cambios en el
magnetismo terrestre, en su punto más bajo en 2000 años, y explica que estamos en u
n proceso de inversión polar. En su análisis llega a la conclusión de que nuestra conc
iencia está conectada con el campo magnético del planeta, hecho previamente constata
do por los astronautas del Programa Apolo.
Ahora Braden publicó otro libro titulado La Matriz Divina , en el cual explica, a la
luz de todos los descubrimientos impulsados por la Física Cuántica, cómo funciona el U
niverso. Comienza con una cita, fechada en 1944, del connotado físico Max Planck,
uno de los padres de la teoría cuántica:

Toda materia existe en virtud de una fuerza. Debemos asumir tras esa fuerza la e
xistencia de una mente consciente e inteligente. Esa mente es la matriz de toda
la materia .

Así describía Max Planck un campo universal de energía que conecta a todos y a todo lo
que hay en la creación. Gregg Braden llama este campo universal de energía La Matri
z Divina. Según Planck esa matriz es nuestro mundo y también es todo lo que hay en n
uestro mundo. Braden explica en su libro que en esa matriz estamos nosotros y to
do lo que amamos, odiamos, creamos y experimentamos. Y que al vivir en esa matri
z expresamos nuestros sueños, deseos y miedos, a través de la esencia de un misteri
oso tejido cuántico. Pero nosotros somos tanto el lienzo como las imágenes plasmadas
en él; somos al mismo tiempo las pinturas y los pinceles; somos el recipiente en
cuyo interior existen todas las cosas; somos el puente entre las creaciones de n
uestro mundo interior y exterior, y somos el espejo que nos muestra lo que hemos
creado.

Un creciente cuerpo de evidencia científica apoya la existencia de un campo de ene


rgía al que Braden llama Matriz Divina- que proporciona ese recipiente, ese puente
y ese espejo de todo lo que sucede entre el mundo que hay en nuestro interior y
el mundo externo a nuestros cuerpos. El hecho de que ese campo esté en todo, desde
las partículas más pequeñas del átomo cuántico hasta las galaxias más distantes, así como
todo lo intermedio entre ambos, cambia todo lo que creíamos acerca de nuestro pape
l en la creación. Sugiere que debemos ser bastante más que simples observadores que
pasan a través de un breve instante de tiempo por una creación preexistente.

Dice en su libro que al contemplar la "vida" nuestra abundancia material y espiri


tual, nuestros amores más profundos, los mayores logros, así como el temor a carecer
de todas esas cosas- es posible que también estemos encuadrando nuestra mirada en
el espejo de nuestras creencias más auténticas, por lo general inconscientes. Las v
emos en nuestro entorno porque se han manifestado mediante la misteriosa esencia
de la Matriz Divina. De ser así, considera que la conciencia debe jugar un papel
clave en la existencia del universo, lo cual ya está demostrado por la física cuántica
.

Y explica que por incomprensible que pueda resultar esta idea a algunas personas
, esta es precisamente una de las mayores controversias entre algunas de las más g
randes mentes contemporáneas. Pone como ejemplo una cita de Einstein donde decía que
somos esencialmente observadores pasivos que viven en un universo ya previament
e emplazado, sobre el cual, al parecer, tenemos muy escasa influencia; mientras
que por su parte John Wheeler, físico de Princeton y colega de Einstein, ofrece un
a visión radicalmente diferente de nuestro papel en la creación, al decir: "Tenemos
la vieja idea de que ahí afuera está el universo, y aquí está el hombre, el observador,
protegido y a salvo del universo por un bloque de vidrio laminado de seis pulgad
as", refiriéndose a los experimentos de finales del siglo XX que demuestran que el
acto de observar algo tan pequeño como un electrón, concentrando nuestra conciencia
sobre lo que esté haciendo ese electrón, aunque sea sólo un instante, cambia sus prop
iedades mientras lo observamos. Los experimentos sugieren que el mismo acto de o
bservar es un acto de creación y que la conciencia es la que crea. Por ello Wheele
r añade: "Ahora hemos aprendido del mundo cuántico que hasta para observar algo tan
minúsculo como un electrón tenemos que quebrar ese vidrio laminado, tenemos que mete
rnos dentro de él. Por tanto, sencillamente, hay que tachar de los libros la vieja
palabra observador, sustituyéndola por la nueva palabra participante".

Braden también aborda en su libro lo interesante que resulta observar cómo las sabia
s tradiciones del pasado ya hablaban de la manera en que funciona nuestro univer
so. Desde los Vedas de los antiguos hindúes, que según ciertos estudiosos datarían del
año 5000 a.C., hasta los Rollos del Mar Muerto, que tienen 2.000 años, indican que
el mundo en realidad es un espejo de las cosas que están ocurriendo en una realida
d más profunda. Tanto los textos antiguos como la teoría cuántica expresan que en los
mundos invisibles creamos el proyecto de nuestras relaciones, profesiones, éxitos
y fracasos del mundo visible. Desde ese punto de vista, la Matriz Divina funcion
a como una gran pantalla cósmica que nos permite ver la energía no física de nuestras
emociones y creencias proyectada en el medio vital físico.

Plantea que al igual que una pantalla de cine refleja las imágenes, personas o arg
umentos que han sido filmados sin emitir juicio alguno sobre ellos, así la Matriz
parece proporcionar una superficie neutra para que nuestras experiencias y creen
cias internas sean vistas en el mundo exterior. A veces conscientemente, a menud
o de manera inconsciente, a través de la calidad de las relaciones que nos rodean
"mostramos" creencias de todo tipo, desde la compasión a la traición. En otras palab
ras, somos como artistas que expresan sus pasiones, temores, sueños y deseos más pro
fundos a través de la esencia viviente de un misterioso tejido cuántico. Y al igual
que los artistas continúan perfilando una imagen hasta que les parece adecuada, en
muchos aspectos parece que nosotros hacemos lo mismo con nuestras experiencias
vitales a través de la Matriz Divina.

Igual que el artista usa el mismo lienzo una y otra vez mientras va buscando la
expresión perfecta de una idea, nosotros podemos considerarnos artistas perpetuos
construyendo una creación siempre cambiante y que nunca termina. La clave para ha
cerlo de manera intencional no es sólo entender cómo funciona esa Matriz, sino que,
además, para comunicar nuestros deseos a esa red ancestral de energía, necesitamos u
n lenguaje que ella sea capaz de reconocer, un lenguaje que de hecho usamos cada
día de nuestras vidas, tan simple que no necesita palabras, el lenguaje de las em
ociones.
El libro aborda cómo la ciencia moderna ha descubierto y demostrado que con cada
emoción que experimentamos en nuestra conciencia se producen cambios químicos en nue
stro cuerpo, cambios que determinan nuestros estados de salud, de ánimo, nivel ene
rgético, y todo lo que tiene que ver con nuestras vidas. Desde las experiencias "
positivas" de amor, compasión y perdón, hasta las "negativas" de odio, juicio o cel
os. A través de nuestras emociones cada uno de nosotros posee el poder de benefici
ar o perjudicar su existencia y su salud en cada momento de cada día. Adicionalmen
te ahora se plantea que la misma emoción que confiere semejante poder a lo que hay
dentro de nuestros cuerpos extiende ese mismo poder hacia el mundo cuántico que e
stá allá afuera , más allá de nuestros cuerpos.

En algunos de sus postulados Braden coincide con los conceptos budistas, al deci
r que tal vez sea útil imaginar a la Matriz Divina como un tejido cósmico que empiez
a y termina en los reinos de lo desconocido, cubriendo todo lo que hay entre ell
os. Ese tejido tiene una profundidad de varias capas y siempre está en todas part
es a la vez. Nuestros cuerpos, nuestras vidas y todo lo que conocemos, existe y
sucede dentro de las fibras de ese tejido. Desde nuestra creación acuática en el útero
materno hasta nuestros matrimonios, divorcios, amistades y profesiones, todo lo
que experimentamos puede ser asimilado como arrugas o marcas en esa tela. Si quer
emos atraer algo a nuestras vidas basta con lograr una perturbación nueva en el ca
mpo que refleje nuestro deseo, como una nueva arruga en la tela. Se nos ha dado el
poder de imaginar, soñar y sentir las posibilidades de la vida desde el interior
de la propia Matriz, de manera que podamos reflejar hacia nosotros lo que hayamo
s creado.

Gregg Braden no es el único que está hablando sobre esto. Otros científicos, tanto físic
os cuánticos, bioquímicos, neurólogos, psicólogos y terapeutas así como teólogos, también h
escrito libros al respecto, y hasta se han hecho películas y documentales con sus
comentarios, tales como Qué rayos sabemos? (primera y segunda partes), El Secreto , y o
tros, donde reconocidas personalidades de muy variadas profesiones hablan sobre
las leyes del universo, entre ellas la Ley de Atracción, y cómo nuestras emociones o
peran sobre ella atrayendo a nuestras vidas lo que esperamos recibir, ya sea fav
orable o desfavorable. Es algo muy parecido a lo que plantea Braden en su libro.

Él reconoce que aún no sabemos todo lo que hay que saber sobre la Matriz Divina. La
ciencia no tiene todas las respuestas. Los científicos ni siquiera saben con segur
idad de dónde viene esa matriz. Y dice que podríamos estar estudiándola otros 100 años y
seguir ignorando las respuestas. Sin embargo, lo que sí sabemos es que la Matriz
existe, que es omnipresente, y que podemos introducirnos en su poder creativo me
diante el lenguaje de nuestras emociones. Cuando lo hacemos, nos introducimos en
la verdadera esencia del poder para cambiar nuestras vidas y todo lo que nos ro
dea.

El libro explica que en muchos sentidos nuestra experiencia de la Matriz Divina


podría compararse a los programas con los que trabaja un ordenador. En ambos caso
s las instrucciones deben utilizar un lenguaje que el sistema comprenda. Para el
ordenador, ese lenguaje es un código numérico de ceros y unos. Para la conciencia s
e requiere un tipo de lenguaje diferente: uno que no usa ni números ni alfabetos,
ni siquiera palabras. Como somos parte de la conciencia, tenemos todo lo que nec
esitamos para comunicarnos sin necesidad de un manual de instrucciones o un adie
stramiento especial. Y lo hacemos. El lenguaje de la conciencia es la emoción. Al
reconocer que esas experiencias son las instrucciones que programan a la Matriz
Divina, podemos concentrarnos para comprender mejor cómo llevar a nuestras vidas a
legría, salud, paz, prosperidad.

Dice que de la misma manera que todo lo vivo se configura a partir de las cuatr
o bases químicas que generan nuestro ADN, el universo parece estar constituido en
base a cuatro características de la Matriz Divina que hacen que las cosas funcione
n tal como lo hacen. La clave para penetrar en el poder de la Matriz reside en n
uestra capacidad de admitir esos cuatro descubrimientos que son los hitos que en
lazan nuestras vidas de una manera sin precedentes:

<span>Primer Descubrimiento</span>: Hay un campo de energía que conecta todo lo q


ue hay en la creación.

<span>Segundo Descubrimiento</span>: Dicho campo juega los papeles de recipiente


, puente y espejo de todo lo que creemos.

<span>Tercer Descubrimiento</span>: El campo está en todas partes (no está localizad


o) y es holográfico. Todas sus partes están conectadas con las demás. Y cada parte ref
leja al todo a una escala inferior.

<span>Cuarto Descubrimiento</span>: Nos comunicamos con el campo a través del leng


uaje de la emoción.
De nuestra habilidad para reconocer y aplicar esas realidades que lo determinan
todo, dependerán desde nuestra salud hasta el éxito de todo lo que emprendemos en
nuestras vidas.

Reconoce que de manera general casi todos compartimos la sensación de que hay más d
e lo que nuestros ojos alcanzan. Y afirma que si la ciencia moderna ha demostrad
o más allá de cualquier duda razonable que la "cosa" cuántica de la que estamos hechos
se comporta de maneras aparentemente milagrosas; si las partículas de las que est
amos hechos pueden establecer entre sí una comunicación instantánea, estar en dos luga
res a la vez, sanar espontáneamente e incluso cambiar el pasado mediante eleccione
s hechas en el presente, entonces nosotros también podemos hacer lo mismo. La única
diferencia entre esas partículas aisladas y nosotros es que nosotros estamos hecho
s de muchísimas partículas que se mantienen unidas por el poder de la propia concien
cia.

Tanto los antiguos místicos como los experimentos más modernos coinciden en que la f
uerza más poderosa del universo es la emoción que vive en cada uno de nosotros. Y es
e es el gran secreto de la creación: el poder crear en el mundo lo que imaginamos
y sentimos a través de lo que consideramos válido. Braden dice que aunque pueda pare
cer demasiado simple para ser verdad, el universo funciona precisamente así.
Y termina planteando que lo único que necesitamos es dar un pequeño giro en nuestras
creencias para darnos cuenta de que somos los arquitectos de nuestro mundo y de
nuestro destino, que somos artistas cósmicos que expresamos nuestra creencias int
eriores sobre el lienzo del universo. Si somos capaces de recordar que somos tan
to el arte como el artista, tal vez podamos recordar también que somos tanto la se
milla del milagro como el milagro mismo. Según Braden, si podemos dar ese pequeño gi
ro, nos convertiremos en creadores conscientes dentro de la Matriz Divina.

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