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El Pedagogo 51

EL PEDAGOGO
CLEM ENTE DE ALEJANDRIA LIBRO I
(150P-214)
C a p ítu lo III

O b r a s p r i n c i p a l e s d e i n t e r é s f i l o s ó f i c o : np oT p srtix ôç r.p'oz "FJJ.rr El Pedagogo ama a los hombres


vaç (Protréptico, o Exhortación a los G rieg o s); IlaiScqofoç (E l peda­
g o g o ); Xipoita-cefî ( « Stromata» o Tapices). 94 En todo nos es beneficioso Dios, en todo nos ayuda,
E d ic io n e s Clemens Alexandrinus, I Band, Protrepticus
u t il iz a d a s : lo mismo como hombre que com o Dios. Como Dios, perdo­
und Paedagogus, herausg. von O . S t ä h l i n , en Die griechischen Christli­ nándonos nuestros pecados; com o hombre, educándonos, a
chen Schriftsteller der ersten drei Jahrhunderte, Band 12 (Leipzig 1905);
Clemens Alexandrinus, II Band, Stromata, Buch I-V I, herausg. id. ibid.,
modo de pedagogo, para que no pequemos. Con razón es el
Band 15 (Leipzig 1906); I I I Band, Stromata, Buch V I I I , V I I I , herausg. hombre algo querido a Dios, ya que es obra suya. A las demás
id. ib., Band 17 (Leipzig 1909). Trad, del editor. cosas las hizo por solo su mandato, pero al hombre lo modeló
B i b l i o g r . g e n . : J. F e r g u s o n , Clement of Alexandria (N ew Y ork con sus propias manos, y le infundió algo suyo propio. Ahora
1974); R. M o r t l e y , Connaissance religieuse et herméneutique chez Clé­ bien, esa creatura hecha por El y a su imagen, o la hizo Dios
m ent d’Alexandrie (Leiden 1973); S.R.C. L i l l a , Clement o f Alexandria como algo digno de ser elegido por sí mismo, o bien como
(London 1971); A . d e l a B a r r e , art. Clém ent d’Alexandrie: Diet. Théol.
Cath. (Paris 1908) col. 137-199; Cl. M o n d é s e r t , S. J., Introduction a: digno de elección en orden a alguna otra cosa. Si el hombre
Clément d’Alexandrie, Les Stromates I (Sourc. chrét. 30, Paris 1951) es un ser digno por sí mismo de elección, entonces, Dios, sien­
p.5-41; P. T h . C a m e l o t , O . P., Introduction a: Clément d’Alexandrie, do bueno, amó lo que era bueno, y en el interior del hombre
Les Stromates I I (Sourc. chrét. 38, Paris 1954) p.7-26; Clément d’A le­
se halla ese encanto que se llama la inspiración o soplo de
xandrie, Pédagogue, 1.1, texte grec, introd. et notes de H . I. M a r r o u ,
trad, de M. H a r l (Sourc. chrét. 70, Paris 1960) p.7-97; G . L a z z a t i , Dios. En cambio, si fue hecho com o un ser digno de elección
Introduzione allo studio di Clem ente Alessandrino (Milán 1939); en orden a otras cosas, entonces Dios no tuvo otra causa para
G . B a r d y , Clem ente de Alejandría, trad. esp. por J. G u a s p D e l g a d o hacerlo que el que sin eso ni Dios podía ser un buen artífice,
(Madrid 1930); E. D e F a y e , Clément d ’Alexandrie. Étude sur les rap­
ni el hombre podrá llegar al conocimiento de Dios. Pues Dios
ports du christianisme et de la philosophie grecque au I I siècle (Paris
1898; 2=me éd., 1906); C. M e r k , Clemens Alexandrinus in seiner Abhän­ no tenía otra forma de hacer aquello en vista de lo cual fue
gigkeit von der griechischen Philosophie (1879); V . P a s c a l , La foi et hecho el hombre que haciendo a éste, y la potencia que tenía
la raison dans Clem ent d ’Alexandrie (M ondidier 1900); M . J. D a s k a - oculta, la de su querer, la llevó a su realización por el poder
l a k is , E ie eklektischen Anschauungen des Klemens von Alexandrie
und seine Abhängigkeit von der griechischen Philosophie (M ünchen 1907);
de su acción de crear, tomando del hombre lo que había hecho
C h . B i g g , The Christian Platonists o f Alexandria (O xford 1913; repr. al hombre. V io lo que tenía e hizo lo que quiso, pues nada
1968); H . A . W o l f s o n , Philosophy of the Church Fathers (Cambridge, hay imposible para Dios. El hombre, pues, que fue hecho por
Mass., 1956), 3 ed., revis. 1970; J. Q u a s t e n , Patrología (trad. esp. por Dios, es un ser digno de ser elegido por sí mismo.
I. O ñ a t i b i a , I (M adrid 1961) p.309-338; A . S t ö c k l , G eschichte der
christlichen Philosophie zur Z eit der Kirchenväter (Berlin 1891) p.103- 95 Ahora bien: lo que es digno de elección por sí mismo,
115; Ü b e r w e g - G e y e r , Grundriss der Geschichte der Phil., Z w . Teil,
elfte neuarb. A ufl. (Berlin 1928) p.59-61; 62-66 (Bibi, p.655-657); es algo que está acomodado a aquel para quien es digno de ser
W . M ö l l e r , E ie Kosm ologie in der griechischen Kirche bis auf Orígenes elegido por sí mismo; y eso es digno de ser buscado y amado.
(Berlin 1860) p.506-535; J. M u n c k , Untersuchungen über K lem ens von Mas, lo que es digno de ser amado por alguien, lo será de
Alexandria (Berlin 1933); H . B. T i m o t h y , The early Christian apologists hecho, sin duda, por él: hemos demostrado que el hombre es
and G reek Philosophy exem plified by Irenaeus, Tertullian and Clement
o f Alexandria (Assen 1973); M . S p a n n e u t , L e stoïcisme des Pères de 94-96 B i g g , The Christian Platonists of Alexandria p.72ss: Q u a s t e n , Patro­
l’Église de Clément de Rom e à Clément d ’Alexandrie (nouv. éd., Paris logía I p.312-315.
1969); E . L. F o r t i n , Clem ent o f Alexandria and the esoteric tradition, 94 B i g g , o .c ., p.l07ss; M a r r o u , Clément d’Alexandrie, Pédagogue (Sourc.
Studia patristica I X , ed. by F. L. C r o s s (Berlin 1966); D . J. M . B r a d ­ chrét. 70) p.122 nt.1-4; p.124 not.l.
l e y , The transformation o f the Stoic ethic in Clement o f Alexandria:
95 M a r r o u , o .c ., p.124 nt.2 y 3 .
95-96 C. S c l a f e r t , Propos rassurants d’un vieux pédagogue. Un éducateur
Augustinianum (Rom a) 14 (1974) 41-66; J. P é p i n , La vraie dialectique
optimiste, Clément d’Alexandrie: Ephem. Theol. Lovan. 175 ( 1 9 2 3 ) 532-556,
selon Clement d’Alexandrie, Epektasis: Mélanges D a n i é l o u (Paris 1972).
58 Clem ente de Alejandría Los tapices 59

digno de ser amado; por tanto, es amado por Dios. ¿Cómo


no va a ser amado aquel por quien ha sido enviado el Unigé­ LOS TAPICES
nito desde el seno del Padre, el Logos de nuestra fe? El es
eminentemente la razón de nuestra fe. El Señor mismo lo LIBRO I
proclama cuando dice: «E l Padre mismo os ama, porque vos­
otros me amasteis» (Jn 17,27), y en otro pasaje: «Los has C a p ítu lo V
amado, com o me has amado a mí (Jn 17,23).
Dios ha constituido a la filosofía com o formación preparatoria
96 Está, pues, bien claro qué es lo que quiere el Peda­ al conocimiento de la fe
gogo, y qué mensajes nos presenta, y cuál es su actitud en obras
y palabras cuando nos manda lo que hemos de hacer o nos 97 Antes de la venida del Señor, la filosofía era necesaria
prohíbe lo contrario. Es evidente que se trata de una diversa a los griegos para la justicia; ahora, resulta útil para conducir
clase (o tipo) de exposición, cuyo fin es el enseñar, algo sutil los hombres al culto de Dios, por ser una especie de prope­
y espiritual, que exige precisión en el tratar las cosas y se ocu­ déutica para los que adquieren la fe por la demostración. «Tu
pa en contemplar los misterios. Pero dejemos eso por ahora. pie no tropezará», dice la Escritura, si tú atribuyes a la Provi­
Es justo que nosotros devolvamos amor a aquel que por su dencia cuanto es bueno, sea griego, o nuestro (cristiano). Dios,
amor se ha hecho nuestro guía, para una vida mejor, y que en efecto, es la causa de todas las causas buenas, de unas in­
vivamos conforme a los designios de su voluntad, no sólo ha­ mediatamente y por sí mismas, com o del Antiguo y Nuevo
ciendo lo mandado, o evitando lo prohibido, sino apartándo­ Testamento; de otras, com o por concomitancia, como de la fi­
nos de algunos ejemplos, e imitando en lo posible otros, tra­ losofía. Y aun tal vez la filosofía fue dada directamente a los
tando así de reproducir en nuestra manera de obrar la seme­ griegos, antes de que el Señor les llamase a ellos, ya que ella
janza del Pedagogo, para que sea verdad aquello de «a su ima­ condujo a los griegos hacia Cristo como la Ley fue para los
gen y semejanza» (Gén 1,26). Vagando com o estamos en la judíos, para llegar a Cristo. La filosofía hace un trabajo pre­
vida en cerradas tinieblas, tenemos necesidad de un guía que liminar, preparatorio, disponiendo el camino a aquel a quien
nunca se extravíe ni tropiece. Y ese guía experto no es, como Cristo hace después perfecto. Asimismo dice Salomón: «R o ­
dice la Escritura, «el ciego que lleva a otro ciego al hoyo» dea a la sabiduría de defensas, y ella te ensalzará; con her­
(M t 15,14), sino el Verbo, que tiene la vista muy agudizada mosa diadema te ceñirá» (Prov 4,8.9).
y penetra lo íntimo del corazón. Y así com o no hay luz que no
ilumine, ni motor que no mueva, ni amante que no ame, tam­ 98 Cuando tú la hayas fortificado con una muralla por
poco hay bien que no haga algún bien y conduzca a la salva­ la filosofía y una sana abundancia, la preservarás sin duda inac­
ción. Amemos, pues, los preceptos por la imitación de las obras cesible a los sofistas. Uno es, pues, el camino de la verdad,
del Señor. El mismo Logos, haciéndose carne, ha mostrado cla­ pero a ella confluyen como a un río perenne todas las corrien­
ramente que la misma virtud es a la vez activa y contemplativa. tes que surgen aquí y allí. Por eso se dice: «Escucha, hijo mío,
Tomemos, pues, al Logos como ley, y reconozcamos que sus y recibe mis palabras, para que se te conviertan en otros tantos
preceptos y consejos son caminos rápidos y directos hacia la caminos en la vida. Y o te enseñé los caminos de la sabiduría,
eternidad. Sus mandatos se han de cumplir por convicción, y para que no te falten los manantiales, los manantiales «que
no por temor. ( S t a h l i n , o .c . , B.12, p .9 4 y 9 5 ; PG 8,258A- brotan de la misma tierra» (Prov 4,10.11) ( S t a h l i n , o . c . , B.15,
259C.) p.17.18).

96 M arrou, o .c ., p .1 2 4 n t .6 .7 .8 ; p .1 2 7 n t .2 .5 .6 . 97 -1 1 8 Q u a s t e n , Patrología I p . 3 1 5 -3 1 8 .
. J 7 ' 1® p - N a u t in , Notes sur le Stromata I de Clément d’Alexandrie: R ev.
d H is t . E c c lé s . 4 7 (1 9 5 2 ) 6 1 8 -6 3 1 .
The philosophy of the Church Fathers
97 W olfso n , p .7 6 ; B i g g , The Christian
elatomsts of Alexandria p .7 7 .
60 Clem ente de Alejandría Los tapices 61

C a p ítu lo VI C a p ítu lo IX

La filosofía, una excelente gimnasia La fe cultivada por la ciencia vale más que la fe desnuda

99 La disposición para ver lo que hay que ver se tiene 101 Algunos que se creen hombres de talento no quie­
gracias a esta gimnasia preliminar. Se la podría describir di­ ren saludar a la filosofía ni a la dialéctica, ni aprender la con­
ciendo que es la facultad de percibir los objetos inteligibles. templación natural, sino que sólo tienen por necesaria a la fe
Estos son de tres especies, según que se considere el número, desnuda, lo mismo que si, no habiendo tenido ningún cuidado
la magnitud y la existencia abstracta. La conclusión que es fru­ de la viña, quisiesen ya desde el principio recoger uvas. «V iña»
to de la demostración, deposita en el alma que sigue el razo­ es llamado alegóricamente el Señor (Jn 15,1), cuyos frutos se
namiento una tan firme convicción, que no le deja ni siquiera han de recoger en la vendimia cuidando y cultivando el cam­
pensar que el objeto pueda ser de otra manera, ni sucumbir po según la razón: hay que podar, cavar, atar, etc. El cuidado
a las dudas que asaltan nuestro espíritu para engañarnos. En de la viña necesita, creo yo, de la podadera, de la azada y de
estos estudios, el alma es purificada de las impresiones sensi­ otras herramientas, si nos ha de dar unos racimos sabrosos...
bles, y se reaviva su fuego, de suerte que pueda llegar un día ( S t á h l i n , o.c., B.15, p.28.29).
a contemplar la verdad. Porque, «si se conserva una educa­
ción y una instrucción excelente, éstas crean unas naturalezas
buenas; después, estas naturalezas, beneficiándose de esa edu­ C a p ítu lo XVI
cación, se hacen mejores todavía que las anteriores, entre otros
aspectos, para el aspecto de la descendencia com o en los demás Casi todas las invenciones civilizadoras se deben a los bárbaros
vivientes» (Repúbl. IV ,424 A ). También se ha dicho: «Vete
a ver a la hormiga, holgazán, y procura hacerte más sabio que 102 La filosofía griega, pues— como decíamos— , según
ella» (Prov 6 ,6 ). La hormiga, en efecto, en el tiempo de la unos, llega a rozar la verdad, por un camino o por otro, si
siega, acumula abundante y variado alimento para defenderse bien oscura e incompletamente; según otros, recibe su impul­
del invierno. « O vete a ver la abeja, y aprende cuán laboriosa so del demonio. Algunos piensan que la filosofía toda está
es» (Prov 6 ,8 ). La abeja, libando las flores de un prado en­ inspirada por fuerzas inferiores. Pero si la filosofía griega no
tero, no forma más que un panal... ( S t á h l i n , o . c ., B.15, llega a abarcar la verdad en toda su amplitud; más aún, no
p -21 y 2 2 ). tiene mayor eficacia para hacer practicar los mandamientos
del Señor, al menos prepara el camino a la doctrina real;
por un camino u otro, infunde una visión sana de las cosas,
modela el carácter y lo dispone para la aceptación de la ver­
C a p ít u lo V II
dad, con tal que admita la Providencia ( S t á h l i n , o . c . , B15,
P-52).
Utilidad de la cultura griega

100 ... A l hablar de la filosofía, me refiero, no a la es­ C a p ítu lo XX


toica, o a la platónica, o a la de Epicuro, o a la de Aristóteles,
sino a cuantas sectas se contienen en esas escuelas sobre la La filosofía sola no basta para hallar la verdad, pero es un
justicia con talante piadoso y científico: a todo ese conjunto auxiliar precioso de la fe
es a lo que yo llamo filosofía... ( S t ä h l i n , o.e., B.15, p.24 y 25).
103 ... Tanto la vista, como el oído, com o la palabra
contribuyen a la verdad, pero la mente es la que naturalmente
100 L. F r ü e c h t e l , Beiträge zu Clemens Alexandrinus (Strom. I, 7); Wurzb.
Jahrb. f. Altertumswissenschaft 2 (1947) 148-151. la conoce. De todos los factores que contribuyen a la verdad,
62 Clem ente de Alejandría Los tapices 63

unos tienen mayor eficacia, otros, menor. La claridad contri­ ñada; y lo que se enseña (o aprende) viene de algo que se
buye en la transmisión de la verdad, mientras que la dialéctica conoce previamente. No fue previamente conocido de los grie­
nos ayuda para que no seamos arrollados por las herejías que gos el principio del universo; ni de Tales, que pensaba que la
hacen su aparición. Pero la enseñanza del Señor es perfecta causa primera es el agua; ni de todos los otros físicos que
en sí y no necesita de nada, ya que es «fuerza y sabiduría de le siguieron, ya que el mismo Anaxágoras, que fue el primero
D ios» (1 Cor 1,24). A l añadírsele la filosofía griega, no la hace en poner la mente al frente de las cosas, ni siquiera conservó
más patente a su verdad, sino que debilita los argumentos de la causa creadora al describirnos unos torbellinos ciegos uni­
los sofistas y rechaza toda emboscada insidiosa contra la ver­ dos íntimamente con la inercia y la ausencia de inteligencia
dad; por eso, se la llama con razón «cerca» y «m uro» de la en la mente. Por eso dice el Logos: «N o os deis el nombre
vida. La verdad que se percibe en la fe es necesaria com o el de maestro en la tierra» (M t 23,8). La ciencia es un hábito
pan para la vida, mientras que esa disciplina propedéutica vie­ demostrativo; en cambio, la fe es una gracia que se remonta
ne a ser el condimento y el postre... ( S t a h l i n , o .c . , B.15, de las cosas indemostrables hasta lo absolutamente simple,
p.63.64). que ni está con la materia ni bajo la materia. Los incrédulos,
a lo que parece, en decir de Platón, «tratan de hacer descender
a la tierra cuanto hay en el cielo y en las regiones de lo in­
LIBRO II
visible, estrechando groseramente entre sus manos piedras y
C a p ítu lo IV árboles. Apegados a esos objetos que tocan, se mantienen fir­
mes en su afirmación de que es ser sólo lo que ofrece alguna
Sobre la utilidad de creer. La fe es el fundamento de toda resistencia y contacto; definen el cuerpo y el ser com o idén­
ciencia ticos...; pero sus adversarios se mantienen en guardia desde
una posición superior, en una región invisible, sosteniendo con
104 Hay cuatro cosas en las que puede residir la verdad: ardor que ciertas formas inteligibles e incorporales son el ver­
la sensación, la mente, la ciencia, la conjetura; entre ellas ocu­ dadero ser» [Sofista 246 a b], «Mira— dice el Logos— , yo
pa el primer lugar, por naturaleza, la mente; para nosotros, creo cosas nuevas, cosas que ni el ojo vio ni el oído oyó, ni
y con respecto a nosotros, la sensación; pero a partir de la se le antojó al corazón humano» (1 Cor 2,9): todas ellas, vi­
sensación y de la mente se constituye la esencia de la ciencia: sibles, audibles y sensibles a un ojo nuevo, aunoído nuevo,
a la mente y a la sensación Ies es común la evidencia. La sen­ a un corazón nuevo, por la fe y la inteligencia, cuando los
sación da acceso a la ciencia, y la fe, después de haber ca­ discípulos del Señor hablan, escuchan, obran según el Espí­
minado a través de los objetos sensibles, abandona la conje­ ritu... Dice Aristóteles que el juicio que sigue a la ciencia
tura, y se apresura hacia las cosas que no engañan, y se afin­ de una cosa, proponiéndola com o verdadera, es la fe. Así, la
ca en la verdad. Si alguno dice que la ciencia puede ser de­ fe es más excelente que la ciencia y su criterio.
mostrada por la razón, que se entere de que los principios 106 La imaginación imita a la fe, siendo, com o es, una
son indemostrables, ya que ni la técnica ni la reflexión los débil conjetura, como el adulador imita al amigo, y el lobo al
pueden describir. Esta, en efecto, versa sobre los objetos que perro. Después que vemos que el carpintero llega a hacerse
pueden ser de otra manera, y aquélla es tan sólo práctica, no un artista, por los estudios que haseguido, y el piloto bien
contemplativa. formado en su oficio se hace capaz de dirigirunnavio, con­
105 Así que por sola la fe se puede alcanzar lo que es vencidos ambos de que no basta el querer llegar a ser un
el principio del universo. Pues toda ciencia puede ser ense- hombre cabal, aparece con evidencia la necesidad de apren­
der con docilidad; y ser dócil al Logos, al que hemos procla­
104-107 B i g g , O.C., p.114; K. P r ü m m , Glaube und Erkenntnis im zweiten
Buch der Stromata des Klemens von Alexandrien: Schol. 12 (1937) 17-57;
mado maestro, es creer en él, sin oponerle ninguna resistencia.
P. N a u t i n , Notes critiques sur le Stromate II de Clément d'Alexandrie: Rev. ¿Cómo es posible, en efecto, resistir a Dios? La gnosis, pues,
d’Hist. Ecclés. 49 (1954) 835-841. se hace fiel, y la fe se hace gnóstica según un orden de reci­
105-106 A. M é h a t , Remarques sur quelques passages de II Stromate de
Clément d’Alexandrie: Rev. des Étud. grecques 69 (1956) 41-49. procidad establecido por Dios. El mismo Epicuro, que prefj-
64 Clemente de Alejandría Los tapices 65

rió con mucho el placer a la virtud, supone que la fe es un finito. Es esta cuestión presente sobre Dios una cuestión muy
conocimiento anticipado del espíritu; y concibe esa anticipa­ difícil. Ya es cosa muy ardua el descubrir el principio de cual­
ción com o la atención dirigida hacia algo evidente y sobre quier cosa: dificilísimo resultará el mostrar el principio abso­
el conocimiento evidente del objeto; según él, nadie puede ni lutamente primero y originario, causa de la producción y de
investigar ni plantear un problema ni opinar nada, ni aun ha­ la existencia de todos los demás seres. Porque, ¿cóm o habrá
cer una refutación sin ese conocimiento previo. podido ser expresado lo que no es género, ni diferencia, ni
especie, ni individuo, ni número, com o tampoco accidente ni
107 ¿Cóm o uno, sin el conocimiento previo de lo que
sujeto de accidentes? Por otra parte, tampoco se le puede
busca, podría aprender sobre el objeto de su investigación?
llamar acertadamente todo, pues el todo se da en el orden
El que aprende, hace ya de su conocimiento previo una apre­
de la magnitud, y El es más bien el padre del todo. Ni se
hensión intelectual. Y si el que aprende no aprende sin un
puede decir que sea alguna de sus partes, porque en el Uno
conocimiento previo que acoja lo que se dice, tiene los oídos
no cabe división.
abiertos a la verdad: «Dichoso el que habla a los oídos de
los que saben escuchar», como igualmente es dichoso el que 110 Es más: precisamente es infinito no porque se pre­
escucha. Ahora bien, saber escuchar es entender. Si, pues, la senta como imposible de investigar, sino porque no tiene di­
fe no es otra cosa que un conocimiento previo del espíritu, mensiones y límites; en consecuencia, carece de figura y de
de lo que se dice, llámese a eso atención, inteligencia y doci­ nombre. Y si alguna vez lo designamos con nombres menos
lidad, nadie aprenderá sin la fe, ya que no lo puede sin co ­ propios, llamándolo Uno, o Bien, o Inteligencia, o el Ser en sí,
nocimiento previo... o Padre, o Dios, o Creador, o Señor, no lo llamamos así
como si enunciásemos su nombre propio, sino que, en defec­
108 Espeusipo, en su primer libro a Cleofante, parece
to de éste, acudimos a esas bellas apelaciones, para que nues­
decir cosas parecidas a las que dice Platón, al hablar así: «Si
tro pensamiento, apoyándose en ellas, no venga a dar en error
la realeza es una cosa estimable, y sólo el sabio es rey y jefe,
sobre otras cuestiones divinas. Cada uno de esos apelativos
la ley, siendo com o es recta razón, es igualmente estimable».
no designa a Dios, pero todos ellos juntos significan la po­
Y así es, en efecto: Sacando las consecuencias de ello, los
tencia del Omnipotente. Lo que se dice de una cosa, se dice
filósofos estoicos asientan sus teorías, atribuyendo al solo sa­
basándose en lo que hay en ella o en la relación u orden que
bio la realeza, el sacerdocio, la profecía, el poder legislativo,
guarda con otras; nada de eso se puede obtener de Dios.
la riqueza, la auténtica belleza, la nobleza, la libertad; si bien
Tampoco podemos alcanzar el conocimiento de Dios por de­
reconocen que tal sabio es muy difícil de encontrar ( S t a h l i n ,
mostración, ya que ésta se basa en verdades previas y más
o.c., B.15, p .120-123).
conocidas, y nada hay anterior al que es Unigénito. Sólo resta
que al Desconocido lleguemos a conocerlo por la gracia, y
LIBRO V por sola la Palabra (Logos) que está cabe El, com o nos re­
fiere también Lucas en los Hechos de los Apóstoles que dice
C a p ít u lo - X II Pablo: «Atenienses, os veo en todo un tanto supersticiosos,
pues al pasar y ver las estatuas a las que dais culto, he visto
Dios no puede ser comprehendido ni por el pensamiento ni también un ara con la inscripción: A l Dios desconocido. Ese
por las palabras a quien adoráis sin conocer, os lo anuncio y o » (A ct 17,22-23)
( S t a h l i n , o . c ., B.15, p.380-381).
109 ... Dice el apóstol Juan: « A Dios nadie lo ha visto
nunca; el Dios unigénito que está en el seno del Padre nos
lo dio a conocer» (Jn l,18ss). Porque llama seno de Dios a
lo que es invisible e inefable, por eso algunos lo llaman abis­
mo, com o queriendo significar que todo lo abarca y contiene
en su seno, y que nadie lo puede comprender, y que es in­ Los filósofos medievales 1
66 Clem ente de Alejandría
Los tapices 67

especiosas, tienen que confesar que no poseerán la verdad; la


LIBRO V I verdad es invencible; lo que está sujeto a destrucción son las
falsas opiniones. Por tanto, si alguien reconoce que no tiene
C a p ítu lo V III bien formada la mente, ese tal, a buen seguro, no poseerá
una banca o mesa de cambio, pero tampoco la facultad de
La filosofía es un conocimiento dado por Dios, aunque el juzgar, es decir, la razón ( S t á h l i n , o .c . B.15, p.472).
A póstol la estime en poco por comparación a la luz más per­
fecta del Evangelio
C a p ítu lo XI
111 ... N o es, pues, falsa la filosofía, aunque el que
diga las verdades yendo contra su manera de ser sea ladrón Demuestra cómo en las proporciones de los números aritmé­
y mentiroso. N o hay que condenar de antemano lo que se dice ticos están encerradas inteligencias místicas de las cosas di­
por razón del que lo dice (cosa que hay que observar también vinas
respecto de los que ahora profetizan), sino que hay que exa­
minar si lo que se dice es verdad. Ahora bien, si decimos, 113 ... A lo que parece, muchísimos de los que llevan
conforme al común sentir, que todo lo que es necesario y útil el nombre de cristianos, se acercan a la cultura en su imperi­
para la vida nos viene de Dios, no nos equivocamos; más cia imitando a los compañeros de Ulises: desviando su aten­
en concreto, si decimos que la misma filosofía fue dada a los ción no de las sirenas, sino de sus melodías y ritmos, tapo­
griegos com o su propio testamento, com o fundamento que es nándose los oídos con ignorancia, sabedores de que una vez
para la filosofía cristiana, aunque los que entre los griegos que escuchasen las enseñanzas de los griegos no podrían ya
se dan a ella cierren sus oídos voluntariamente a su verdad, me­ más desviarse de ellas. Pero el que sabe libar lo que presenta
nospreciando su lenguaje bárbaro, o temerosos también del alguna utilidad para los catecúmenos, sobre todo los que son
peligro de muerte con que saben que amenazan las leyes a griegos («D el Señor es la tierra y cuanto la llena»: Sal 23,1),
los fieles. Y lo mismo que en la filosofía bárbara, también no tiene por qué rehuir el estudio de las doctrinas, a la ma­
en la filosofía griega: «H a sido sembrada la cizaña» (Mt nera de los animales irracionales. Muy al contrario, a los que
13,25) por el consabido sembrador de cizaña. De ahí que son capaces de ello hay que proporcionarles las más ayudas
también entre nosotros han brotado herejías a la vez con el posibles. Cierto que no hay que detenerse más en ellas que
bueno y auténtico trigo. Y los que predican el ateísmo y el lo que es necesario para reportar la utilidad que prestan, de
hedonismo de Epicuro y todo cuanto se ha sembrado contra­ suerte que, una vez en posesión de ella, podamos volver a
rio a la recta razón presentándose como de la sabiduría grie­ casa, a la verdadera filosofía, que es refugio seguro del alma
ga, son frutos bastardos del campo que Dios había dado ( S t á h l i n , o.c., B.15, p.476).
a los griegos... ( S t á h l i n , o .c ., B.15, p.465).
C a p ítu lo X V II
C a p ítu lo X
La filosofía no ha proporcionado un conocimiento perfecto de
Dios, pero nos ha sido dada por El para remedio del alma
El verdadero gnóstico se procurará también el conocimiento
de las ciencias humanas como auxiliar de la fe
114 ... Dios, por su bondad, en atención a la parte prin­
cipal de toda la creación, queriendo salvarla, se determinó a
112 ... Muchos tienen miedo de la filosofía, como los crear también las demás, confiriéndoles en primer lugar el
niños, de los enmascarados, por temor a ser extraviados por beneficio fundamental de hacerlas existir; pues es cosa pal­
ella. Pero si la fe que tienen (ya que no me atrevo a llamarla maria que es mejor el existir que el no existir. Sobre eso,
conocimiento) es tal que puede ser destruida por las razones cada cosa, conforme a su capacidad natural, fue creada y está
68 Clemente de Alejandría
Los tapices 69
en disposición de progresar y mejorar. Por eso, no es ningún
es v e r d a d q u e n o se c o n o c e la v e r d a d , ta m b ié n e l e s c é p t ic o
absurdo el que también la filosofía fue dada por la divina
nos tr a n s m ite n in g u n a v e r d a d , y si s o s tie n e q u e ta m b ié n se
Providencia para preparar a la perfección que se obtiene por
p u e d e d u d a r d e si se ig n o r a la v e r d a d , c o n c e d e q u e se p u e ­
Cristo, con tal que no se avergüence la filosofía de aprender
d e c o n o c e r la v e r d a d , p o r l o m is m o q u e p a r e c e c o n fir m a r la
de una sabiduría bárbara el camino del avance hacia la ver­
s u s p e n s ió n d e su a s e n t im ie n t o ... (S tá h lin , o .c . B.17, p .8 9 ) .
dad... ( S t á h l i n , o.c., B.15, p.510).

C a p ít u lo V II
LIBRO V III
Sobre las causas de dudar o de suspender el asentimiento
C a p ít u lo VI
117 Dos son las causas principales de suspender el asen­
Propone un ejemplo de demostración en la discusión sobre la timiento. Una es la condición de la mente humana, tan di­
ér:o'/r¡ de los escépticos versa en tantos individuos y tan inestable, que por su natu­
ral tiende a la disensión o de unos con otros o, dentro de
115 ... Consideremos lo que los pirrónicos llaman éitopj, uno mismo, de los propios pensamientos entre sí. La otra está
es decir, la suspensión del asentimiento, que establece que en las oposiciones que encontramos en las cosas, y que contri­
no hay nada cierto y estable. Si empieza ese proceso por sí buyen mucho a que suspendamos el juicio sobre ellas. Por
mismo, ya se ve que se destruirá a sí mismo. Así es que o con­ una parte, no podemos dar crédito a todo lo que se nos
cede que algo es verdadero, y entonces no hay que suspen­ presenta, ya que (con frecuencia) son cosas contradictorias
der el asentimiento sobre todo, o se mantiene en su afirma­ entre sí; por otra, tampoco podemos adoptar la actitud de no
ción de que no hay nada verdadero, y entonces es evidente aceptar nada, ya que esa misma proposición de que todas las
que tampoco ella ha establecido nada verdadero. Porque o cosas son inaceptables o no creíbles queda incluida en el nú­
dice verdad o no. Si dice verdad, concede a su pesar que hay mero de esas «todas las cosas»; por otra, tampoco podemos
algo verdadero. Si no dice verdad, deja incólumes las verda­ aceptar unas y otras no, ya que en todas se da razón por igual
des que quería destruir. En el grado en que queda eviden­ para una y otra cosa: el resultado es que suspendemos el asen­
ciada com o falsa la destructora o la suspensión del timiento.
asentimiento, en ese grado queda evidenciado com o verdade­
ro lo que ella pretendió destruir, lo mismo que el sueño que 118 De esas dos causas principales de la suspensión de
nos presenta com o falsos todos los sueños: al destruirse a si nuestro asentimiento, la inestabilidad de nuestra manera de pen­
misma, da consistencia a lo demas. En una palabra, si es sar produce la disensión; y ésta es la causa inmediata de
verdadera, da comienzo al proceso por sí misma, y la suspen­ que se suspenda el asentimiento. De ahí el estar llena la
sión del asentimiento no le vendrá de fuera o de otro, sino vida de juicios y tribunales, el abundar, en general, en cosas
de sí misma. que se dicen ser objetos de buena o mala elección, que son
otros tantos argumentos para una mente indecisa, y que ti­
116 Además, si [el escéptico] entiende qué es el hom­ tubea ante la falta de evidencia de cosas opuestas que se le
bre, o que suspende el asentimiento, ya se ve que no sus­ presentan. De ahí también el estar repletas las bibliotecas de
pende el asentimiento. ¿Cóm o responderá, además, a lo que libros, y las clases y los discursos de los que disienten entre
se le pregunte? Es evidente que respecto de eso no hay_ (en si en sus opiniones y están convencidos de que están en po­
ese caso) suspensión de asentimiento. Y , sin embargo, afirma sesión de la verdad ( S t á h l i n , o . c . , B.17, p.93).
que suspende el asentimiento. Si, aceptando esa afirmación,
debemos suspender el asentimiento sobre todas las cosas, sus­
penderemos a su vez el asentimiento sobre esa suspensión, du­
dando si debemos fiarnos de esa propuesta o no. Además, si

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