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INDEPENDENCIA

El niño desde que nace, apunta clara y enérgicamente hacia la independencia funcional.
La meta que pretende cumplir, es la de perfeccionarse a sí mismo, con y para la superación de todo
obstáculo en el camino de su vida. La fuerza vital y activa que lo guía y mueve es la Horme.

Dimensionemos el poder de la Horme, al declarar que hace palidecer a la Fuerza de Voluntad


humana; pues ésta es muy personal y limitada, mientras que la primera, pertenece a la Vida.
Equiparable a una Fuerza Divina promotora de toda evolución.

Cuando el niño se encuentra inmerso-alineado a la Horme, manifiesta alegría por vivir:


sencillamente porque está llevando a cabo el plan cósmico, el desarrollo natural por el que se
encuentra aquí. Y a su vez, el desarrollo natural, se puede resumir como el ímpetu por conquistar
sucesivos grados de independencia, no solo psíquicos, sino también físicos.

Podríamos decir que ha nacido con la idea de conquistar su mundo. Se ve atraído y fascinado por el
ambiente que lo rodea. ¿No son acaso los órganos sensoriales los primeros en funcionar en un bebé?

Son órganos aprehensivos, de adquisición de información, instrumentos que captan impresiones


para poder encarnarlas. Y en este universo, hay infinidad de impresiones, las cuales no son recibidas
de una en una y en orden. Comenzamos absorbiendo TODO, para luego analizar. Este es el modo de
la naturaleza de hacer las cosas. Este es el procedimiento de un niño normal.

Por el contrario, un niño que no se siente atraído hacia el ambiente, que es apático, es un niño cuya
simpatía por las cosas ha sido ofendida, lastimada y atemorizada.

Como mencionaba, no se trata de voluntad o decisión personal, sino de un instinto de


independencia y supervivencia. El ser humano quiere vivir.

El niño solo puede desarrollarse por medio de experiencias en el ambiente, a esa actividad, a esa
experimentación, la denominaremos Trabajo.

Es un hecho: la naturaleza primero crea los instrumentos y luego los desarrolla, siempre haciendo
gala de sus funciones, aprendiendo sobre la práctica, dentro del ambiente.

Aceptémoslo, no podemos destruir o detener totalmente el desarrollo infantil, pero sí puede


incompletarse o retrasarse si no se permite que el niño realice sus propias experiencias;
cuestionemos entonces la educación oficial…

El Ambiente Preparado está tan bien hecho, pensado y diseñado, que funge como un templo idóneo
que le permite a los niños desarrollar sus funciones, labores y objetivos que les ha asignado Di_s y
la misma naturaleza. Y de forma irónica, trágica y hasta risible, luego de entender la magnitud de tal
impulso vital, los esfuerzos adultos se dirigen a impedirle actuar por pura y dura ignorancia.

Si los adultos tuvieran que examinarse a sí mismos y dar una definición de lo que es la independencia
y la libertad, no podrían hacerlo con exactitud porque tienen una idea muy pobre de lo que son en
realidad. Pareciera que no están en contacto con dichos conceptos, que no los frecuentan e incluso,
que les son ajenos.
Alcanzar la libertad es la primera regla de cada ser. La vida así se los ha impreso; hay una sola cosa
que no puede hacer la vida: Detenerse, pararse.

La conquista de la independencia no es estática, es un trabajo y conquista continuos. Con ello, el


niño consigue fuerza y perfección para sí mismo.

Si el ideal de lo que llamamos bienestar, fuera permanecer quieto, cómodo y sentado sin hacer
nada, dejando que los demás trabajen por nosotros, el niño estaría en su plenitud antes de nacer.
¿Para qué diablos nacemos entonces? Si al final lo que queremos volver a un vientre materno en
donde se nos proporcione todo…

Estas aspiraciones de disminuir el trabajo, tener más tiempos de ocio, desear que trabajen por
nosotros, son síntomas retrogradas en un niño, que en sus primeros días no recibió ayuda para
adaptarse al ambiente, y ha desarrollado disgusto por él y la actividad. Básicamente son personas
que quieren volver a su estado embrionario, porque el ambiente externo (y posteriormente el
interno -es decir, ellos mismos-) les representan demasiadas dificultades y resistencias. Quien niega
y evita sus instintos de independencia y supervivencia es un degenerado.

Son niños y adultos inmaduros, entendiendo a la maduración, no solo como el punto más álgido en
el desarrollo genético de un espécimen, sino como el equivalente psicológico de un individuo. Y
ambas áreas del ser humano, solamente llegan a probarse y demostrarse, mediante la actividad e
interacción con el ambiente y el entorno. Por lo tanto, es posible corregir las degeneraciones,
simplemente pasando de la inercia a la actividad LIBRE y constructiva; al Trabajo.

Se suele decir que se deje al niño ser libre, pero, ¿en realidad se le permite?

La asociación y las sociedades se componen de individuos que deciden unirse para conseguir un
propósito en común; de lo contrario serían colonias/colmenas.

La única libertad verdadera para un individuo es tener la oportunidad de actuar de forma


independiente.
No se puede hablar de individualidad, libertad ni de independencia hasta que la persona pueda
actuar por sí misma.

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