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POLÍTICAS MENSTRUALES

POR PARTE DE LAS PARTICIPANTES EN CÍRCULO DE MUJERES

Resumen:

El objetivo de este escrito es dar un bosquejo del núcleo del problema de la investigación

correspondiente construcción de mi tesis de grado, en esta se pretende analizar la forma en

que algunos colectivos de mujeres, pertenecientes a círculos de mujeres de la ciudad da

Manizales y Armenia, están configurando políticas menstruales alternativas, por medio de

la producción de discursos y prácticas alternativas la visión biomédica y cultural

hegemónica. La sangre menstrual, asociada habitualmente con la suciedad y lo patológico,

se transforma además para estas mujeres en un camino para analizar su vida y las

relaciones sociales por medio de diversas actividades.

1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La menstruación es una base fundamental en la construcción biológica del cuerpo

femenino; en términos biofisiológicos, se entiende por ésta, como un evento que se produce

una vez al mes, cuando se desprende el endometrio, de la capa muscular y elástica que

compone el útero, por lo cual, se produce la eliminación de sangre a través de la vagina.

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Esta conceptualización de la menstruación es expresada por el sistema médico científico

que define el cuerpo de la mujer fundamentalmente en sus funciones reproductivas,

ratificando el lugar socialmente asignado a las mujeres (Sau V. , 1980). La sangre

menstrual afirma Victoria Sau (1980) tiene un impacto emocional mucho más fuerte que

cualquier otro, dado que ésta primero, es humana; segundo, se derrama independientemente

de la voluntad de la mujer; tercero, está relacionada con el sexo y la procreación. Esto

conlleva una gran carga simbólica representada en las diversas culturas en los tabús, mitos,

ritos, restricciones, que definen lo permisible y lo aceptable para los miembros de la

comunidad.

Se encuentran dos ideas negativas asociadas a la menstruación, dominantes en

nuestra sociedad como contaminación y como algo incontrolable que se debe gobernar y

ocultar. Estas visiones se refuerzan diariamente en los anuncios de publicidad, de toallas

sanitarias y tampones, que apuntan al miedo femenino a la exposición, promoviendo a la

nueva cultura de la ocultación, tales como “No te das cuenta de lo que llevas puesto. Ni

tampoco se dan cuenta los demás” (Houppert, 2000, p. 22), ligado a esto se difunde y

sustenta una forma de actuar por parte de las mujeres y los hombres alrededor de la

menstruación y en relación a sus cuerpos. A su vez se transmite la imagen de lo limpio,

fresco, higiénico, en oposición a la suciedad que supondría la regla como algo que huele

mal y que hay que esconder siempre; esta imagen de pulcritud y limpieza se refuerza en el

color azul con el que representa la menstruación. Esta serie de elementos expuestos

evidencia el ocultamiento y la negación de la menstruación.

La menstruación no se ha escapado de las normativas y condicionamientos

impartidos por la sociedad, la religión, la ciencia médica, los medios masivos de

comunicación y las industrias del cuidado femenino; por lo cual, el cuerpo empieza a

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emerger como lugar de contestación y resistencia a los imperativos de la sociedad

dominante; rechazando la invisibilización –o visibilización para su regulación-,

patologización y objetivación de la menstruación (Bobel, 2006). Estos rechazos empiezan a

surgir en las décadas de 1980 y 1990 a la cabeza de los diversos movimientos feministas,

como el ecofeminismo y el feminismo radical, en contra de los discursos hegemónicos de

vergüenza y silencio de la menstruación, denunciando como detrás de estos discursos se

difundía la lógica del capitalismo y el patriarcado. Así lentamente, estas ideas y acciones se

van difundiendo por el mundo occidentalizado dando cabida al surgimiento de colectivos

que cuestionan, agencian y crean, practicas y discursos alternativos a los discursos

hegemónicos sobre la menstruación.

Una de las formas de rehusarse a continuar con las imposiciones sobre los cuerpos

menstruantes la constituyen los círculos de mujeres; los cuales presentan ideas ligadas al

ecofeminismo, en tanto exponen la menstruación como una experiencia saludable,

espiritual y de empoderamiento; además como un vinculo con la naturaleza. De esta forma,

la menstruación se manifiesta al interior de dichos espacios no solo como un proceso

bilógico, sino que abarca también ámbitos ambientales, sociales y políticos. De los

múltiples significados que se le otorgan al ciclo, se comprende la trascendencia con que

cuenta para las mujeres que asisten a dichos colectivos liberar la sangre de las cargas

negativas y visibilizarla, por lo cual se persigue la gestión de la menstruación, mediante el

empoderamiento de sus cuerpos, con elementos como las toallas de tela o copas

menstruales.

En tal medida, retomando a Guillo (2014) se forman espacios de creatividad y

resistencia donde las relaciones de poder son actuadas y contestadas desde lo corporal. En

este sentido se parte de la menstruación en estos contextos como espacios de resistencias,

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ante los discursos biomédicos y capitalistas. Es este sentido las políticas de la menstruación

son “procesos de significación y administración de la menstruación y de la salud

reproductiva, llevados a cabo tanto por las distintas instituciones (medicas, religiosas,

económicas, mass media…) como por parte de personas y grupos” (Guillo, 2013, p. 243).

Estas políticas menstruales llevadas a cabo por mujeres en pequeños colectivos dan cuenta

de las conductas, ideas, experiencias y saberes entorno al cuerpo, igualmente de las

prácticas estéticas de sentir y vivir el cuerpo que pueden generar efectos en la conformación

de subjetividades y capacidad de acción.

Con lo anterior, la propuesta de investigación está encaminada a comprender de qué

manera las mujeres participantes en los círculos de mujeres Ovuladas y el circulo de

mujeres Ankara agencian políticas menstruales alternativas a la biomédica y cultural

hegemónica. El circulo de mujeres Ovuladas nace aproximadamente unos 2 años de la

iniciativa de una mujer participante en círculos de mujeres en la ciudad de Bogotá. Las

participantes en este se identifican con corrientes ecofeministas, proyectos agroecológicos,

con la promoción de la lactancia materna, crianza natural, partería, la necesidad de

potenciar los valores considerados femeninos, el conocimiento de ascendencia femenina, la

naturaleza, el conocimiento del útero, los beneficios de la sangre menstrual. Igualmente se

evidencia una cosmovisión espiritual de la menstruación, una crítica al capitalismo y al

patriarcado. A su vez se promueve el consumo de medicina alternativa, toallas higiénicas

de tela y el uso de la copa menstrual.

La finalidad de esta investigación es primero, visibilizar conocimientos alternos

entorno a políticas menstruales, que posibiliten comprender diversas dimensiones de la

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realidad, ejerciendo un cuestionamiento a la forma de ver la salud, el cuerpo, la estética y

política. Y segundo, dar cabida a un diálogo plural entre conocimiento institucionalizado (la

academia) y saberes alternativos, que converjan y den salidas diferentes para entender,

explicar y situarse en el mundo.

MARCO DE REFERENCIA

La biopolítica se centra en los cuerpos de hombres y mujeres, se materializa en su

capacidad de poder influenciar la vida, organizándola, regulándola, controlándola y

administrándola. Esta estrategia general del poder sobre la vida esta vinculada con el

cuerpo y la vida de las mujeres, con la administración y regulación de la vida, expresadas

en políticas corporales, que comprenden la planificación familiar, la sexualidad, la

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medicina, la maternidad, la higiene etc. Las políticas del cuerpo son las prácticas a través

de las cuales las sociedades regulan y controlan el cuerpo humano por medio del gobierno,

la economía, la salud y las relaciones interpersonales, a nivel individual y social (Carrazco,

2012). Es por esto que el término de “política corporal” se utilizó en la década de 1970,

durante la segunda ola feminista en los Estados Unidos, por parte de mujeres activistas de

la salud de la mujer para exigir el derecho de las mujeres a tomar decisiones sobre sus

cuerpos, a través de técnicas de autoayuda y la alfabetización cuerpo, que se amplificó por

la lucha por el derecho al aborto (Patterson, 2013).

Ashly Patterson (2013) nos expone en The Menstrual Body cómo las políticas

corporales desde el feminismo comienzan con la incorporación de la menstruación de

manera periférica en 1980, por parte de los activistas de la salud de las mujeres, los

informes de los consumidores, y los movimientos ambientalistas movilizados en favor de la

menstruación fuera del armario y en la conciencia pública. Esta movilización se da en

medio del escepticismo y la desconfianza de las mujeres en la industria de la higiene

femenina y agencias del gobierno de Estados Unidos. A causa del silencio, primero, frente

a de los casos de Shock Tóxico de mujeres por consumir productos de cuidado femenino,

segundo, por la falta de regulación de los productos de higiene femenina que contienen

dioxina (un subproducto de los procesos de blanqueamiento con cloro utilizados en la

fabricación de tampones y las toallas higiénicas) el cual puede ser altamente cancerígeno

(Patterson, 2013). La convergencia de estos hechos y movilizaciones activistas conduciría

al despertar de una conciencia menstrual y los albores del movimiento activista menstrual.

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Asimismo en la década de 1980 las feministas de base participan en una forma de

activismo llamado ecofeminismo espiritual, centrado en la menstruación y otras funciones

corporales de vida de las mujeres. Además, la tercera ola del feminismo en la década de

1990 generó formas de activismo menstrual cuyos seguidores son conocidos hoy en día

como menstruadoras o menstruadoras radicales (Patterson, 2013). Patterson se remite al

libro New Blood - Third Wave Feminism and the Politics of Menstruation (2010) para

definir estos movimientos activistas: por un lado, se encuentran las espiritualistas

feministas, activistas menstruales que trabajan para recuperar la menstruación como una

experiencia saludable, espiritual, de empoderamiento e incluso agradable para las mujeres;

por el otro lado, están las menstruadoras radicales, desafiantes en cuanto a la menstruación

y la estructura dicotómica de género comó raíz de la opresión de género (Josefin, 2013) .

En suma, son diversos los movimientos feministas que han realizado acciones para desafiar

la corriente principal del discurso menstrual represiva por medio de la vergüenza y el

silencio, a través de un la divulgación de los efectos del consumismo, la producción de

conocimiento alrededor de la menstruación, y el desafio de los tabúes alrededor de la

misma.

Con base en anterior, tomaremos las políticas de la menstruación definidas por

Mirian Guillo como “procesos de significación y administración de la menstruación y de la

salud reproductiva, llevados a cabo tanto por las distintas instituciones (medicas, religiosas,

económicas, mass media…) como por parte de personas y grupos” (Guillo, 2013, p. 243).

En tanto esta definición nos permite dar cuenta de la agencia individual o colectiva de la

menstruación (como por ejemplo la feminista), y también de políticas menstruales

impuestas desde el ámbito médico, donde se hace énfasis en el aspecto patológico de la

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menstruación, al caracterizar de las alteraciones en metrorragias y amenorreas (sangrados

anormales por exceso o defecto), el dolor abdominal en endometritis odismenorrea, y al

legitimar trastornos como el Síndrome Premenstrual. De igual forma, las políticas de

higiene sitúan a la menstruación en el espacio privado, en la intimidad.

Las políticas menstruales constituyen una forma de resistencia que hace visible lo

invisibles y nombra lo que resulta incómodo ante la sociedad. Estas políticas se exponen

como una forma de contrapoder ante las normativas y condicionamientos impartidos por la

sociedad, la religión, la ciencia médica, los medios masivos de comunicación y las

industrias del cuidado femenino, que se han impuesto sobre la menstruación. En este

sentido, el cuerpo empieza a emerger como lugar de contestación y resistencia a los

imperativos de la sociedad dominante; rechazando la invisibilización –o visibilización para

su regulación-, patologización y objetivación de la menstruación (Bobel, 2006).

Las luchas por intervenir las regulaciones biopolíticas, por modificar a favor de

determinadas preferencias, se libran también en una arena donde concurren fuerzas de

carácter subjetivo, es decir, estético. Esto significa que las reivindicaciones de contenido

subjetivo dan cabida a argumentos relacionados con las formas de entender y de sentir de

las personas (Pedraza, 2007). Entonces, el cuerpo se postula como entramado corporal y

afectivo en el que los seres humanos se reconocen sensibles y mentales. La subjetividad,

además de apreciársela como núcleo afectivo de la experiencia personal, se le reconoce

como motor de la agencia individual. Entre tanto, las luchas biopolíticas inciden en la

gestión y el gobierno de la vida personal y colectiva, con postulados ajenos a los discursos

hegemónicos y reguladores. En este caso, las mujeres al tener conocimiento de las

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diferentes tecnologías biopolíticas que las trastocan, pueden modificar su situación pasiva

a activa, mediante múltiples mecanismos de agencia y resistencia que confronten y den

ruptura a los discursos hegemónicos de la menstruación. Este proceso de negociación afecta

la construcción de subjetividades, en cuanto implica prácticas de producción de si,

mediante el autoconocimiento, el conocimiento de las emociones, el autoanálisis, el

cuidado de si, la experiencia corporal y la experiencia de si mismo.

Una propuesta que sirve para abordar el cuerpo reproductivo de manera alternativa,

es el modelo analítico de Nancy Sheaper Huges y Margaret Lock del “The Mindfull body:

a prolegomenon to the Future Work in Medical Antropololy” (1987). El cuerpo es visto

como “un artefacto simultáneamente físico y simbólico, producido cultural y naturalmente,

y anclado en un momento histórico particular” (Scheper-Hughes, 1987) esta definición

permite romper con los paradigmas dualista: mente/cuerpo, natural/supranatural que ha

permeado a las diversas ciencias sociales, entendiéndolo entonces como un cuerpo

construido cultural e históricamente. Estas autoras hacen alusión a tres niveles de análisis

en lo que se refiere a lo corporal, que conlleva a diferentes enfoques teóricos y

epistemológicos como el cuerpo individual, cuerpo social y cuerpo político. El cuerpo

individual es el cuerpo construido desde la visión fenomenológica como el cuerpo vivido,

sentido y experimentado. El cuerpo social se enmarca dentro de la perspectiva

estructuralista y simbólica, como cuerpo construido con base a las representaciones y

símbolos. Finalmente, el cuerpo político del posestructuralismo, como cuerpo inmerso en la

trama de poder y control, en la regulación de los cuerpos individuales y colectivos, que a su

vez nos permite acceder al campo de posibilidades de las transgresiones y resistencias.

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En este trabajo nos basaremos en los tres niveles de análisis: primero, el cuerpo

individual, que nos dará cuenta del cuerpo vivido, sentido y experimentado por las mujeres

para dar cuenta de su subjetividad, de su formas especiales de vincularse con el mundo y

con los otros. Entendiendo el cuerpo no solo como un receptor, sino también como

productor. En este sentido se tomara el concepto de embodiment definido por Thomas

Csordas como la condición existencial donde se asienta la cultura y el sujeto; se trata de un

concepto que combina la perspectiva fenomenológica y el estudio de la practica de

Bourdieu (Esteban, 2013), lo que permite observar cómo la menstruación se experimenta en

cuanto a práctica de la vida social, su materialidad y su modo de vincularse con el mundo a

través de las percepciones, sensaciones, gestos.

El Segundo nivel de análisis es, el cuerpo social, que ayudará a contextualizar los

significados del ciclo menstrual, el tercero, el cuerpo político, que será la estrategia

principal para observar los significados y propuestas alternativas entorno a la menstruación.

El cuerpo social entendido en tanto representaciones del cuerpo como símbolo natural a

través del cual pensar la naturaleza y la sociedad, es expuesto por Douglas, en su libro

“Pureza y Peligro: Análisis de los Conceptos de Contaminación y Tabú” de 1973. En él, se

aproxima la concepción del cuerpo como sistema de clasificación primario de las culturas

y la idea de límites del cuerpo como metáfora del sistema social Mary Douglas. evidencia

como estos límites o márgenes corporales tienen una carga simbólica de peligro, como los

orificios del cuerpo y las sustancias derivadas de estos que se convierten en elementos

marginales por el hecho de brotar y atravesar las fronteras, como: la sangre, la orina, los

excrementos o las lágrimas. La autora evidencia como en algunas sociedades la

menstruación al traspasar los límites es asumida como sinónimo de impureza, suciedad y

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contaminación, con el objetivo de poner a la persona en una situación marginal. En esta

medida Douglas nos muestra como los elementos naturales del organismo humano -la

sangre, por ejemplo- posibilitan comprender la forma en que la cultura convierte el cuerpo

en un símbolo con el fin de ordenar las relaciones sociales.

Tercero nivel de análisis, es del cuerpo político, se abordará, desde la antropóloga

Mary Luz Esteban (2009), quien expone el cuerpo reproductivo como el concerniente a la

contracepción, el aborto, la maternidad y la menstruación etc. Cuerpo que ha sido uno de

más trabajados en el feminismo. Con lo anterior, Esteban propone una teoría y una

metodología corporal feminista que transforma el cuerpo en cuerpo político: “Un cuerpo

político comporta siempre formas concretas de entender la persona, el género y las

relaciones sociales, y de mirar, conocer e interactuar con el mundo, que suponen a su vez

maneras (al menos intentos) de resistir, contestar y/o modificar la realidad” (Esteban,

2009). Partiendo de esta teoría del cuerpo político, Guillo (2014) conceptualiza el cuerpo

menstruante como cuerpo político, teórico y empírico a la vez, un cuerpo reivindicativo,

que se presenta en contextos contraculturales, donde se resignifica el ciclo menstrual de

manera alternativa, mediante discursos y prácticas diversas que cuestionan la visión

negativa de la menstruación; generando iniciativas en torno a la gestión del sangrado,

dichos contextos hacen parte de políticas corporales feministas.

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PROPÓSITOS DE LA INVESTIGACIÓN

Pregunta de investigación

 ¿De qué manera las participantes en los círculos de mujeres Ovuladas de la ciudad

de Manizales y el circulo de mujeres Ankara de la ciudad de Armenia configuran

políticas menstruales alternativas a la biomédica y cultural hegemónica?

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Objetivo general

 Comprender de qué manera las participantes en los círculos de mujeres Ovuladas de

la ciudad de Manizales y el circulo Ankara de la ciudad de Armenia agencian

políticas menstruales alternativas a la biomédica y cultural hegemónica

Objetivos específicos

 Caracterizar las políticas menstruales alternativas a los discursos biomédicos y

culturales hegemónicos por parte de las mujeres.

 Identificar los saberes/ significados y experiencias de las mujeres alrededor de la

menstruación

 Establecer las percepciones en torno al cuerpo reproductivo de las mujeres

METODOLOGÍA

La investigación a realizar será de carácter cualitativo y explicativo, se empleara el

método etnográfico como el conjunto de procesamientos científicos en una relación de

encuentro directo con las mujeres y los contextos de Armenia y Manizales.

Específicamente, el método a emplear será la etnografía multilocal o multisituada que

involucra una pluralidad de lugares en los que se ve involucrada la práctica etnográfica (E.

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Marcus, 2001). Esta elección se basa, en primer lugar, por los diferentes lugares donde se

realizará la investigación, segundo, por la necesidad de un mapea de las políticas

menstruales alternativa que de cuenta de las diversas narrativas para tener una perspectiva

mas amplia del fenómeno. tercero, por la necesidad de rastrear el objeto de estudio dentro

del ámbito del discurso y de las modalidades de pensamiento, la circulación de signos,

símbolos y metáforas guía el diseño de la etnografía.

Se tomará la propuesta metodológica de Esteban, fundamentada en el concepto de

itinerarios corporales, entendidos como procesos vitales individuales, que ocurren dentro de

estructuras sociales concretas y en los que damos toda la centralidad a las acciones sociales

de los sujetos, entendidas estas como prácticas corporales. El cuerpo es entendido como el

lugar de la vivencia, el deseo, la reflexión, la resistencia y la contestación, en diferentes

encrucijadas económicas, políticas, sexuales, estéticas e intelectuales (Esteban, 2013). Estos

itinerarios sirve sobre todo para mostrar las vidas, los cuerpos, como procesos dinámicos,

en continua transformación, singulares, contradictorios, inacabados de las mujeres. En

síntesis, estos cuerpos están inmersos en las acciones sociales, prácticas corporales e

ideologías sociales y políticas.

Por otra parte, se realizará un trabajo reflexivo el cual busca romper con las

dicotomías objetividad/subjetividad, pues al intervenir en los encuentros creados en el

círculo, se es parte del mismo sujeto estudiado y de igual modo, se cuenta con vínculos

emocionales en la situación, lo cual genera impactos en uno mismo, en las mujeres del

colectivo y en el estudio. Con lo anterior, se recurrirá a la propuesta metodológica Esteban

(2013), la cual, como antropóloga ha hecho uso de la autoetnografía como herramienta

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para un ejercicio reflexivo y de posicionamiento en la investigación, debido a la propia

pertenencia, participación y asistencia a las actividades que se desarrollan en el círculo; lo

cual aporta formas de acercarse a la realidad dando cabida a las subjetividades en tanto que

soy mujer menstruantes.

Para la identificar los itinerarios corporales, se emplearan diferentes técnicas como

la entrevistas a profundidad para interactuar sobre las dinámicas y concepciones que se

manejan por parte de las mujeres en torno a los ciclos menstruales, siendo esto productivo

para aumentar la información. Esta técnica permite abarcar las experiencias, situaciones y

vivencias por las que ha pasado cada una de las mujeres en la configuración de políticas

menstruales alternativa. Igualmente, se fijarán entrevistas semi-estructuradas, como la

opción más optima para obtener información relevante acerca de los significados de la

menstruación, puesto que mediante preguntas abiertas se amplía el espectro al recibir las

matices de las respuestas, permitiendo de esta forma recolectar y sistematizar la

información, convirtiéndola en datos con el fin de dar respuesta a la pregunta base de la

investigación. Las entrevistadas se realizarán con base a la destaca representatividad e

importancia en el círculo y por su alto conocimiento en la agencia alternativa de la

menstruación.

Las técnicas a emplear serán primero la observación participante, posibilita un

contacto cercano con el fenómeno, la descripción detallada del mismo, otorgando

información de las intenciones, los comportamientos, las acciones, y de más. Con dicha

técnica se amplia la perspectiva de las dinámicas, los propósitos, las ideas y los proyectos

emprendidos por las mujeres participantes en el círculo, otorgando una descripción

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detallada de los encuentros; a su vez se identifica a las mujeres posiblemente más

comprometidas y con mayor trayectoria en el círculo. De la misma manera, una segunda

técnica a emplear seré el grupo focal, con el fin de poner en discusión diversos puntos de

vista en torno al significado de la menstruación, además de conocer la perspectiva grupal de

las integrantes del colectivo. Los grupos focales nos permitirán llevar un proceso más

subjetivo de escuchar opiniones y captar los significados de lo que se está diciendo en las

discusiones de los participantes.

De igual modo, las acciones que se emprendan como posicionamiento de la

menstruación tales como los performance u otras manifestaciones artísticas, productos de

higiene, talleres, remedios naturales, vestuario, accesorios y altares serán fuentes de apoyo

para detectar los significados respecto a la menstruación. Esta expresiones se estudiaran por

medio de la semiología, en tanto nos da cuenta, por un lado, lo que los signos significan al

denominar alguna cosa o ser. por otro lado, nos permite entender la relación ente los signos

con los sujetos que los utilizan en un contexto concreto.

La recopilación de las entrevistas, grupos focales y otros elementos a tener en

cuenta como los textos literarios, textos personales, sitios web, publicaciones, blogs,

narrativa de redes sociales, poesía, instrumentos y cancioneros. Se le aplicara el Análisis

Crítico del Discurso el cual se enfoca en los grupos e instituciones dominantes y en la

forma en la que estos crean y mantienen la desigualdad social por medio de la

comunicación y el uso de la lengua, pero a su vez también se centra su atención en la forma

en la que los grupos dominados se resisten y oponen discursivamente a dicha dominación

(Van Dijk, 2004). Esta perspectiva o actitud crítica enfocada hacia las políticas menstruales

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permitirá analizar los discursos de la mujeres desde el contexto político y social del

lenguaje y el discurso de la sociedad, visibilizando de esta forma los saberes alternativos

entorno a la menstruación.

La investigación será realizada con mujeres que asisten a Círculos de mujeres.

Según (Bolen, 2008) los círculos de mujeres se definen como centros espirituales, que

poseen un espacio de contención y aprendizaje, de crecimiento y conocimiento; esta autora

afirma que quienes participan del círculo se nutren de las experiencias del resto de

integrantes, permitiéndose reflexionar sobre las propias. Los sujetos de investigación son el

círculo de mujeres Ovuladas y Ankara; de la población se extraerá una muestra no

aleatoria de tres mujeres con edades desde los veinte hasta los treinta y cinco años teniendo

como criterios clave de selección la trayectoria, la experiencia, la representatividad, la

asistencia continua y/o la iniciativa en el desarrollo de los encuentros por lo cual esta

unidad de análisis tiene en cuenta la vinculación a las actividades realizadas en el circulo,

quienes asisten a los encuentros organizados con más frecuencia.

CRONOGRAMA

Cronograma
Febrero Marzo Abril Mayo
FASES Y
ACTIVIDADES 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4

Alistamiento y Ajuste
marco conceptual y
metodológico

Identificación de fuentes,
documentos, bases de
datos
Preparación de primera
monografía

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Preparación de
entrevistas y grupos
focales

Construcción de ruta
crítica por componente

Fase Ejecución y
desarrollo de
estrategias, aplicación
de instrumentos

Desarrollo de principales
actividades (entrevistas,
grupos focales, etc.)

Sistematización , análisis
y entrega de primeros
resultados
Fase de cierre y
producción de
resultados

Integración, articulación
y conexión de resultados
(subregiones)

Planteamiento de las
conclusiones
Construcción y entrega
de informes finales

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