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Sinopsis

¡C
omo si ser una perrrfecta porrista no fuera suficiente responsabilidad!
Tessa Crimson es la dulce y valiente líder de las SOS (Sociedad de las
Smitten Kittens), un escuadrón de porristas convertidas en una sociedad
espía dedicada a llevar a novios cobardes a la justicia, un infiel a la vez.
Desenmascarar novios no sería tan malo... ¡excepto que hasta ahora, cada
sospechoso en la Lista Traviesa ha resultado 100% culpable!

Cuando el propio novio de Tessa aparece en la Lista, ella vuelca sus habilidades
detectivescas en él. ¿Es Aiden tan travieso como todo el resto, o las actitudes
clandestinas de Tessa acabarán en catástrofe?

La Lista Traviesa. ¿Está tu novio en ella?

Primer libro de la Trilogía The Naughty List

2
Indice
SOS SOS
SOS Capítulo 10
Capítulo 1 SOS
SOS Capítulo 11
Capítulo 2 SOS
SOS Capítulo 12
Capítulo 3 SOS
SOS Capítulo 13
SOS SOS
Capítulo 4 Capítulo 14
SOS SOS
Capítulo 5 Capítulo 15
SOS SOS
Capítulo 6 Capítulo 16
SOS SOS
Capítulo 7 Capítulo 17
SOS SOS
Capítulo 8 Siguiente libro
SOS Sobre la autora
Capítulo 9

3
SOS
LISTA DE POSIBLES INFIELES
Traducido por Niii
Corregido por ★MoNt$3★
¡La LISTA Traviesa!

ACTUALIZADA:

Adler, Josh. —Atrapado.

Bryant, Michael. —Bajo investigación.

Bullard, Robert. —Atrapado.

Chandler, Cash. —Atrapado.

Dougherty, Phillip. —Atrapado.

Hanlon, Harley. —Bajo investigación.

Hanrick, Bradley. —Atrapado.

Jackson, Cade. —Atrapado.

Letterman, Noah. —Bajo investigación.

Mill, Michael. —¡Completamente atrapado!

Naples, North. —Atrapado.

Raffule, Richard. —Bajo investigación.

Reen, Andrew. —Atrapado.

Sanders, Sage. —Atrapado.

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SOS
REPORTE DE INCIDENTE DEL INFIEL
Traducido por Niii
Corregido por ★MoNt$3★
CASO: 042

CLIENTE: Natalie Snyder

SUJETO: Dwayne Brooks

DESCUBRIMIENTOS: Aproximadamente a las 9.15 p.m. del 27 de enero, el Sr.


Brooks fue visto involucrado en una sesión de besuqueos con una chica distinta a
la cliente. El incidente tuvo lugar en la última fila del Cine Regal, en el teatro 2. La
película era una comedia romántica completamente patética.

Adjuntas están las fotos que documentan el incidente. Hay tres fotos del Sr. Brooks
con sus labios ocupados, una en el puesto de dulces, donde le compró Twizzler1 a
su acompañante femenina, y dos más, que fueron tomadas mientras la pareja
estaba estacionada frente a la casa de la chica. Nótese que la última fotografía
confirma tercera base.

Confiamos en que éste reporte se mantendrá confidencial ya que parte de la


información contenida, podría comprometer nuestro estatus súper secreto.

SOS lamenta su pérdida, y le ofrecemos nuestras más sinceras condolencias.


Esperamos no tener que asistirla otra vez en el futuro, pero por favor,
manténganos en mente para futuras consultas.

Siga sonriendo,

SOS

Textos: 555-0101

Desenmascarando Infieles Desde Hace Más de Dos Años.

1
Twizzlers: Es una marca popular de caramelos con sabor a fruta en los Estados Unidos y en
Canadá. Muchas veces llamado caramelo de orozuz o regaliz.

5
Capítulo 1
Traducido por Mari NC y Lore_Mejia
Corregido por ★MoNt$3★

S
uspiré. ¿Un candado? ¿Quién cerraba con candado su puerta en este
vecindario? ¡Esto era Brinkerhoff Point, una de las zonas más bonitas de todo
el estado de Washington!

—Horquilla —susurré, agotada de subir la colina con una mochila llena de


herramientas. Tuve que estacionarme casi a tres cuadras de distancia.

—Oops —dijo Kira, mordiendo su labio con mucho gloss—. Llevo mi cabello suelto
esta noche. —Estreché mis ojos mientras ahuecaba sus rizos rubios—. Lo siento,
Tess. Quería lucir bien en caso de que nos encontráramos con Darren.

—¿A las dos de la mañana?

Se encogió de hombros, arrugando la nariz. Kira era dulce, incluso si olvidaba el


equipo necesario para el allanamiento de morada. Deslicé de mis hombros la
pesada mochila, dejándola caer sobre la hierba, y me puse en cuclillas.

El bien cuidado patio lateral proporcionó una perfecta cobertura: altos arbustos,
esquinas oscuras y ningún detector de movimiento. Anotación. A medida que abría
la cremallera del bolsillo delantero, miré a la luna llena, nada además de ésta
iluminaba el cielo. Ya era hora de poner esta misión a alta velocidad. Ser atrapado
irrumpiendo en la casa de Michael Garnett sería un inconveniente terrible. ¡Si
estábamos en una celda de detención, nos perderíamos la práctica de porristas!

—¡Santo cannoli, K! ¿Qué empacaste? —Había tantas cosas en la mochila que el


bolígrafo que estaba buscando se perdió en un mar de cámaras de visión nocturna,
linternas, rastreadores GPS, y... ¿bragas?—. ¡Ew! —Saqué mi mano.

Ella se rió.

—¡Ahí están!

—Kira, una Smitten Kitten no lleva sus bragas a todos lados en una mochila. Las
lleva bajo su ropa.

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Hubo un ruido en el patio trasero del otro lado de la valla, y mi respiración se
detuvo. ¡Puré de papas y salsa! ¿Había alguien despierto?

—Muévete —murmuré, extendiendo mi brazo hacia atrás para que pudiéramos


retroceder por la hierba lentamente. Los segundos pasaban, y el ruido se acomodó
en el canto de los grillos. Traté de respirar, mi pecho jadeante bajo mi negro traje
kitten de una sola pieza. No era tan ajustado como el conjunto de Kira, pero aun
así era cómodo y totalmente favorecedor. Especialmente desde que había estado
trabajando más: la lycra no era muy indulgente. De repente, un gato gris saltó y se
equilibró en la parte superior de una verja de madera, mirando sobre nosotras.
Maulló una vez y luego paseó a través de la longitud de la valla antes de saltar en
el jardín del vecino. Exhalé.

—Aw... —dijo Kira, aplaudiendo silenciosamente—. Me encantan los gatitos.

Negué con la cabeza y me puse de rodillas en la hierba húmeda para pasar por los
artículos que Kira había preparado para esta misión. Obviamente, había perdido la
nota donde se requería que todos los trabajos fueran abastecidos con una ganzúa,
u horquillas. Oh, bueno, al menos ella tenía bragas en esta ocasión.

Cuando por fin encontré el bolígrafo, le quité la tapa y me acerqué al candado,


torciendo el plástico cuidadosamente en su interior.

Click.

—Toma la bolsa —susurré—. Voy a necesitar la cámara web.

Michael Garnett había sido acusado de engañar a su novia, Caitlyn, con alguien que
había conocido en MySpace. Por desgracia, estaba constantemente cambiando su
contraseña, por lo que cada vez que hackeabamos su código, había hecho uno
nuevo. Si no lo conociera mejor, diría que él estaba en SOS. Pero lo sabía mejor.
Nadie era más listo que la Sociedad Smitten Kittens. Éramos seriamente sigilosas.

Abrí la pesada puerta de madera, Kira me siguió mientras y nos dirigimos a la parte
trasera de su enorme casa de ladrillo. El dormitorio de Michael estaba en el primer
piso, y eso era algo bueno. No estaba de humor para escalar una pared esta noche.

Nos detuvimos frente a su ventana y nos agachamos, asomándonos entre las


ranuras de sus persianas. Sólo los chicos se olvidaban de cerrar sus persianas. La
habitación estaba oscura, pero el protector de pantalla de su ordenador emitía la
suficiente luz para que pudiera ver la fornida figura de Michael, girándose lejos de
mí, en la cama.

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Afortunadamente, Leona había venido a principios de semana y mapeó el lugar. La
computadora de Michael estaba justo al lado de la ventana, lo que hacía esta tarea
posible. De lo contrario, nunca habría tomado la oportunidad de irrumpir. O al
menos, irrumpir mientras él estaba en casa.

En silencio y con cuidado, abrí la ventana y levanté las persianas. Perfecto. Ningún
sonido. Volví a mirar a Kira, y me dio una sonrisa con hoyuelos y un gran pulgar
hacia arriba. Agradecía su apoyo.

Me apoyé en la ventana, poniendo mi peso en mi estómago mientras pasaba al


otro lado. En silencio, deslicé mis zapatillas sobre la alfombra y dejé que mis ojos
se acostumbraran a la oscuridad.

Michael estaba a una distancia segura, roncando suavemente. Puaj. Su habitación


olía a calcetines sudados y a colonia para el cuerpo Axe. Arrugué mi nariz.

Estirando el brazo por la ventana, tendí mi mano por la cámara web. Era una
réplica exacta de la que se balanceaba sobre la computadora de Michael,
totalmente a la venta en spytime.com! Leona había ordenado nuevo equipamiento
que podría enviar una alimentación directa a la base de datos de SOS. Ella era
estupenda en más que patadas altas y herkies2. Era un genio de las computadoras.

Cuidadosamente, quité los cables y coloqué la cámara nueva en la carcasa del


equipo. Entonces me incliné hacia delante sobre el escritorio de Michael y miré la
lente, esperando.

—Tengo la señal —susurró Kira desde el exterior. Sonreí y guiñé un ojo a la


cámara.

Mientras me enderezaba, me di cuenta del teléfono celular de Michael enchufado y


descansando sobre la mesita de noche junto a una caja de pañuelos. Hm.
Cautelosamente, me dirigí hacia él.

Justo en ese momento, Michael gimió, y los resortes de la cama crujieron cuando
se dio vuelta. Me dejé caer sobre mi estómago en el piso alfombrado. ¡Estaba a
punto de ser arrestada! ¡Si mi novio descubriera que estaba merodeando en la
habitación de otro chico, me mataría!

A unos centímetros de distancia, oí chirridos y el sonido de sábanas crujiendo.


¿Estaba levantándose? Instintivamente, metí mis brazos en mis costados y rodé
2
Herkies: Un salto con una pierna estirada hacia un lado y la otra flexionada debajo del cuerpo.

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debajo de la cama, sólo un segundo antes de ver sus pies descalzos caer al suelo.
Tragué saliva, tratando de mantener mi respiración tranquila cuando lo vi
caminando hacia adelante, rascándose su franela-empijamado trasero. Asqueroso.

Se sintió como una infinidad de segundos, pero finalmente, abrió la puerta de su


dormitorio y salió a un pasillo bien iluminado. Tenía que escapar.

Rápidamente, me escabullí por debajo de la cama e hice a un lado la silla de


escritorio de cuero de Michael mientras me escabullía por la ventana. Hice una
pausa, a media escapada, y volví. Quería la tarjeta SIM de su teléfono. Me moví
rápido.

Mis brillantes dedos temblaban mientras que rápidamente deslicé la cubierta


trasera de metal y extraje la batería. Desde afuera de la habitación, oí un inodoro.
¡Cóctel de jugo de arándanos! Tenía que irme.

Saqué la tarjeta y cerré el compartimiento de la batería. Allí estaba el suave crujido


de una bisagra, dejé caer el teléfono y corrí hacia la ventana. Me zambullí y apenas
había conseguido que mi talón con zapatillas la atravesara cuando la puerta se
abrió. Hice un salto mortal de frente y caí en la hierba, primero con mi trasero
cubierto de lycra, y miré hacia la expresión de terror de Kira.

Puse mi dedo en mis labios y le indiqué que llegara a la puerta. Aún acostada boca
arriba, abrí la palma de mi mano. La tarjeta SIM.

Batido de Fresa.

Kiara se calmó para cuando llegamos al carro. No era muy buena manejando el
estrés algunas veces. Sufría de estrés SOS postraumático. De hecho, después de
nuestra última misión en los cinemas Regal, Kira había tenido un ataque de pánico
y casi se ahogó con un Twizzler.

—Ah —dijo mientras se abrochaba el cinturón—. En la práctica, Leona quiere


hablar sobre un cambio de nombre. Todo el mundo sigue llamándonos Sex Kittens,
y ella cree que es degradante. —Kira exhaló su aliento en la ventana y luego dibujó
KD en ella.

Suspiré, ya habíamos tenido esa conversación.

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—Lo entiendo, pero sólo porque nos pongamos de acuerdo en dejar usar el
nombre, no quiere decir que las escuelas rivales van a dejar de usarlo. Hacemos
porras para los Wildcats, K. Tiene sentido que con nuestra buena apariencia, hayan
inventado lo de Sex Kittens. Les doy crédito por ser inteligentes.

La verdad era que sí pensaba que el nombre era ofensivo, que era por lo que me
había responsabilizado de llamarnos Smitten Kittens cada vez que fuera posible.
Tenía una mejor connotación. ¡Y además rimaba!

Aun así, la mayoría de los chicos de la escuela nos llamaban Sex Kittens, incluyendo
a mi novio. Técnicamente, nuestro nombre era la Sociedad de las Smitten Kittens
(SOS), sólo que sin la K… ¡Los acrónimos eran ridículamente difíciles!

Además SOS sonaba mucho más oficial que SOSK.

—Tienes razón —dijo Kira, ajustando la calefacción—. Y honestamente, no me


molesta ser una Sex Kitten. Es mucho mejor que ser una Cougar, ¿Cierto?

Ambas nos echamos a reír, nuestro escuadrón rival de Templeton High era tan
estúpido.

Aunque ocasionalmente ayudábamos a las chicas de otros colegios, tratábamos de


no ir demasiado lejos de nuestro distrito. Era difícil conseguir información precisa y
aun más complicado compartir vehículo. Pero nos enorgullecía ser una operación
igualitaria.

Cuando mi automóvil se calentó, empecé a conducir hacia el conjunto de


apartamentos de Kira. Ella vivía en el distrito Marshall, una vieja sección de la
ciudad al otro lado de la autopista. Más que nada eran casas dobles y
supermercados mom-and-pop3, pero estaba cerca del centro comercial, lo que Kira
valoraba. Especialmente porque no tenía auto.

—Sólo recuerda —dije mientras me detenía en un semáforo en rojo—. Si actuamos


como si el nombre nos molestara, sólo lo usaran más. ¿Cuál es el lema de las
Smitten Kittens?

—Nunca dejes que te vean sudar —anunció, sintiéndose orgullosa de haberlo


recordado esta vez.

—Exacto. Porque. Las. Kittens. No. Sudan.

3
Supermercados mom-and-pop: Es un pequeño negocio, manejado principalmente por
familiares.

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Me mordí el labio mientras el semáforo se ponía verde. Quería creer esas palabras,
pero a veces, en este negocio, la transpiración era inevitable. Supe desde el
momento en el que empezamos SOS que sería difícil. Más difícil que una atrapada
doble-flip.

Fue hace dos años cuando a nuestra capitana de porritas, Mary Rudick, le habían
sido infiel. Su novio Kyle, era el chico poderoso y bueno de los Wildcats, al menos
eso habíamos creído, resultó que había estado mintiendo.

En un juego de desempate había aparecido una chica —obviamente de una


escuela rival porque le hacía falta espíritu escolar— y bajó como un huracán las
gradas con sus tacones durante el medio tiempo. Estábamos esperando en las
esquinas nuestra señal para salir y hacer porras cuando la chica se acercó, ni
siquiera llevaba nuestros colores. Le preguntó a Mary que si ella seguía saliendo
con Kyle, Mary siempre educada le dijo que de hecho, seguía siendo su novia.

Pero en vez de felicitarla, ¡la chica se burló en la cara de Mary! Dijo que durante el
último año, Kyle había estado saliendo con ella y que Mary necesitaba apartarse.
Resulta que, ¡Kyle había estado acostándose con las dos!

Mientras la chica hablaba, Mary se quedó ahí de pie, en silencio. Sentí que tenía
que hacer algo para detener el ataque a su autoestima, así que con la autoridad de
una capitana de emergencia, le dije a la chica que se fuera. Muy severamente. La
chica sonrió antes de pegarme con el hombro y salir del gimnasio.

El timbre sonó, señalando que era nuestro momento de animar, pero Mary no se
movió. Sus pompones se cayeron al suelo con un porrazo doble. Mi corazón se
rompió. Y mi adrenalina salió a flote.

Caminé al centro de la cancha, las otras me siguieron. Animé con fuerza. El poder
era genial mientras la multitud respondía a cada una de mis palabras. Recuerdo
haber estado mirando los costados de la cancha mientras Mary retrocedía unos
pasos y se sentaba en una silla plegable, mirando al frente, sus ojos oscuros
vidriosos por las lágrimas. Animé con más fuerza.

Para el final del juego casi había perdido mi voz y Mary no hablaba. Se fue antes de
que Kyle pudiera encontrarla, pero vi que él ya sabía. Me ofreció su típica sonrisa,
pero le di la espalda y me fui.

Al día siguiente, Mary reunió a todo el escuadrón y habló de iniciar un club… uno
que atrapara infieles. Después de cuidadosas observaciones, nos dimos cuenta de

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que nuestra escuela tenía una elevada proporción de chicos infieles. Teoricé que
quizás tenía algo que ver con el clima lluvioso.

Así que con la ayuda de internet, algunos libros de espías, y algunas cosas de
James Bonds, preparamos nuestra primera misión. Nos tomó un tiempo
equilibrarnos entre animar e investigar, pero después de unos inicios en falso,
logramos hacerlo. Mary hizo un manual, y desde ese momento, todas las Smitten
Kittens eran también cazadoras de infieles.

Después de graduarse, Mary consideró que yo tenía más espíritu que cualquiera
que hubiera conocido, así que me dejó a cargo de SOS. Tomé mi rol como líder
muy en serio. Jamás dejaría que otra chica sufriera por las actividades
extracurriculares de su novio. Jamás habría otra Mary Rudick.

Sonreí. Por suerte no tenía que preocuparme porque Aiden me fuera infiel. Era mi
chico perfecto, prácticamente un novio trofeo en tamaño real. Tan lindo y…

—Ey —dijo Kira señalando el parabrisas—. Acabas de pasarte mi casa.

—Ups. —Sacudí mi cola de caballo mientras bajaba la velocidad del auto y me


apreté en una curva para llegar unos pocos edificios abajo—. Lo siento. Estaba
pensando en algo.”

—O en alguien. —Kira hizo un ruido de besos y se frotó el hombro como si


estuviera besando a alguien.

Me eché a reír pero luego vi el reloj del tablero y gruñí. Aunque estaba veinte
minutos adelantado —para que nunca llegara tarde—, decía que eran las tres de la
mañana.

—¿K? —pregunté—. ¿Te importa si reprogramo la práctica para después de la


escuela? No estoy segura de poder saltar lo suficientemente alto esta mañana.

—No hay problema. Le mandaré un e-mail a las chicas cuando entre. —Sacó su
celular y ajustó su calendario. Luego sonrió, mirándome—. Estoy segura de que
Aiden apreciará un poco más de tiempo de calidad contigo.

La golpeé en el hombro.

—Cállate. Aiden obtiene mucho de mí. —Y lo hacía. Excepto por la verdad acerca
de dónde había estado pasando mis noches. Tragué y saqué la tarjeta sim del
sujetador y se la di a Kira—. Rastrea todos los números de ésta —dije—. Quiero los

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nombres de todos a los que Michael ha estado llamando aparte de Kaitlin. Reporte
completo mañana.

—En eso estoy, Tess.

—Y cuéntame lo que veas en la cámara web.

Se despidió con la mano y puse en reversa el auto hasta que estuve en la entrada
de su edificio, después de todo eran las tres de la mañana.

—Te veo en el instituto —dijo felizmente mientras salía. Amaba que le confiara
evidencia.

Observé sus rizos rubios revolotear en sus hombros mientras llegaba a la entrada
de su apartamento. Se despidió con la mano una vez más y yo hice lo mismo, más
que todo para animarla. Pero en el minuto en el que se fue, mi sonrisa se
desvaneció.

Sólo por una vez, quería no confirmar una infidelidad, encontrar al menos un chico
inocente. Pero hasta el momento, los sospechosos de SOS habían sido culpables
un cien por ciento de las veces. Y eso estaba seriamente impidiendo mi alegría.

Suspiré y cambien la velocidad de mi auto antes de salir a la calle, camino a mi


casa en Murray Hills.

Con una corta revisión a mi reflejo, desvanecí mi ceño fruncido y traté de verme
positiva.

Era posible. Era posible encontrar por lo menos un sospechoso inocente. Estaba
segura.

13
SOS
LA GUÍA OFICIAL
Traducido por Niii
Corregido por ★MoNt$3★

ACTUALIZADA:

DECLARACIÓN DE NUESTRA MISIÓN: La misión de SOS (Sociedad de las Smitten


Kittens) es crear una diferencia positiva en la vida amorosa de las chicas en
Washington High —principalmente a través de la investigación, confidencialidad
del cliente, y conjuntos de gritos motivacionales—, todo mientras fomentamos el
autoestima, la individualidad y la confianza de toda la población femenina al
proveer un liderazgo de primer nivel, competencia, y fabuloso asesoramiento.

CÓDIGO DE CONDUCTA DE UNA SMITTEN KITTEN:

 Nunca ser vista en el lugar de una investigación. Estar encubierta significa


ser invisible.

 Nunca dejar a una Smitten Kitten atrás. Cuando se enfrenten a la exposición,


utilicen las rutas de escape predeterminadas y manténganse en formación.

 Siempre ser optimista y positiva. El espíritu escolar es esencial para el éxito.

 Evitar el uso de lenguaje profano. Una Smitten Kitten nunca maldice.

 Llegar a tiempo a todas las prácticas, juegos, reuniones y misiones de SOS.

 No involucrarse en ninguna actividad amorosa con un sospechoso. Besarse


con un sospechoso es mala propaganda.

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 Vestirse apropiadamente para todos los juegos y misiones. Faldas de
porrista para los juegos, pantaloncillos de spandex para las prácticas, y
uniformes negros y grises para las misiones.

 Aunque una Smitten Kitten está constantemente expuesta a detallados


encuentros de diversa variedad de infidelidad, debe siempre mantener su
clase, dentro y fuera de la escuela. Nunca debe hablar con nadie fuera de
SOS de las misiones. Si es necesario, un orientador —aprobado por SOS—
puede ayudar con problemas relacionados con desórdenes de estrés SOS
postraumático.

LAS LEYES:

 La Infidelidad: Una Infidelidad oficial requiere que el sujeto esté involucrado


en una actividad romántica o sexual con una persona distinta al cliente.
Estas ofensas incluyen, pero no están limitadas a: tomarse de las manos,
besos, charla sucia, o cualquiera de las cuatro bases.

 Doble Incriminación: Nunca investigaremos al mismo sujeto dos veces por la


misma infidelidad. Una vez desestimado o condenado, el sujeto es libre de
continuar con su estilo de vida inapropiado sin nuestra supervisión.

 Evidencia: Cada sujeto es inocente hasta que la infidelidad es probada. Para


confirmar el crimen, el cliente debe ser proveído de más de una forma de
evidencia. Ésta puede incluir fotografías, audios o videos de vigilancia,
correos electrónicos, testigos visuales, objetos recuperados con huellas
digitales/ADN, o admisión de culpa. Instintos y una mala reputación no
cuentan como evidencia.

 Interferencia: Nunca interferir con una infidelidad en progreso. Aunque


puede ser difícil presenciar estos crímenes de pasión, la responsabilidad de
SOS es investigar sin prejuicios.

 Confidencialidad: La clave para cada misión es mantener el secreto del


cliente y la organización SOS. Nunca dirigirse directamente al cliente o
sujeto con la evidencia reunida. Toda la comunicación debe ser anónima.

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DISCIPLINA: Si una Smitten Kitten es atrapada rompiendo estas reglas, un
formulario disciplinario oficial le será enviado. Las infracciones podrían resultar en:

 Advertencias verbales o escritas.


 Suspensión de las misiones.
 Disminución de su tiempo de porrista.
 Expulsión.

PAGO Y EQUIPAMIENTO: SOS es una organización sin fines de lucro. No hay


cargo por nuestros servicios, y todo el dinero precedente de donaciones va
directamente al equipamiento y otros suministros esenciales, como uniformes. Sólo
la presidenta y tesorera tienen acceso a estos fondos.

RESPONSABILIDADES: Se espera que las Smitten Kitten mantengan una actitud


alegre todo el tiempo. La reputación de SOS depende del comportamiento del
equipo así como del éxito en las misiones.

Todas las Smitten Kittens son responsables de aprender: porras, trucos, abrir
cerraduras, escalar muros, manejo y manutención del equipamiento, y volteretas.

¡Nunca permitas que te vean sudar! ¡Vamos, Smitten Kittens!

16
Capítulo 2
Traducido por Aylinachan y Sheilita Belikov
Corregido por ★MoNt$3★

M
e aseguré de que las puertas dobles del gimnasio estuvieran cerradas
antes de cruzar el piso de madera para detenerme frente a mi equipo.

―Kitten llama al orden —dije aplaudiendo. Las Smitten Kitten se


reunieron frente a las gradas de madera, empaquetando sus cosas. Acabábamos de
terminar la práctica y yo estaba sudorosa y agotada. Pero teníamos asuntos que
atender.

—¿Cuál es el informe de la situación? —le pregunté a Kira, reajustando mi cola de


caballo.

—Hay más de 200 números en la tarjeta SIM —dijo, rodando sus ojos—. ¿Quién
hubiera pensado que Michael Garnett tuviera tantos amigos? Es un estúpido.

—Kira —la regañé—. Sé objetiva.

—Lo siento. —Se encogió de hombros a modo de disculpa y luego metió la mano
en su mochila para sacar una carpeta de manila y ponérsela en el regazo—.
Imprimí los nombres y estoy haciendo una exploración ahora. Voy a necesitar otro
día.

―Buen trabajo, K. Estoy totalmente impresionada.

Leona se quejó desde el final de la grada y Kira miró hacia ella, sonriendo. Leona
entornó los ojos.

―Sé buena ―le musité a Leona―. Ahora, ¿qué pasa con la webcam?

Se ajustó los lentes y bajó la vista, comprobando la fuente en su teléfono.

―Nada. Pero eso era de esperar, Tess. Parece ser un pervertido nocturno.

Chasqueé la lengua. El equipo había sido muy crítico últimamente. Le eché la culpa
al hecho de que habíamos atrapado a varios de sus novios engañándolas en los
últimos tres meses. Pobrecitas. Era una tragedia, la verdad.

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―Yo tengo algo ―anunció Izzie, retorciendo un mechón de su pelo rojo alrededor
de un lápiz.

Asentí con la cabeza hacia ella, preguntándome si habría encontrado una pieza
crucial de evidencia en la cuenta de MySpace de Michael. Necesitábamos por lo
menos dos tipos de pistas de engaño para confirmar el crimen.

Izzie tensó sus rojos labios de rubí en una sonrisa y se levantó.

―Está bien, estaba en el centro comercial ayer ¡y vi ese totalmente lindo chándal
granate que sería perfecto para los días que no hubiera partido! ―Brincó sobre sus
talones, con entusiasmo, esperando con impaciencia nuestra respuesta.

La miré fijamente. Las otras chicas en el equipo dejaron de hacer lo que estaban
haciendo para volverse hacia ella. Se quedó de pie durante un minuto y luego
abrió mucho los ojos antes de sentarse en la grada. Se encogió de hombros y
murmuró:

―Y encontré un mensaje sucio en MySpace dirigido a Lisa Belgium. Ella y Michael


han estado acostándose juntos, como, dos meses.

―¡Bien! ―exclamó Leona, aplaudiendo―. Ahora sólo necesitamos la información


de la tarjeta SIM o las imágenes de la webcam, ¡y será destrozado! Tráiganme
todos los archivos para que pueda redactar el informe y someterlo a la aprobación
de Tessa.

Las chicas empezaron a felicitarse mutuamente, contentas de haber descubierto a


otro infiel, pero yo sentí que mi cara perdía el color. A pesar de que había sabido
desde el principio que probablemente agarraríamos a Michael haciendo algo,
todavía esperaba que la acusación no fuera cierta. Siempre lo esperé.

Pero nada había cambiado. Cien por ciento culpable. Igual que siempre.

Envolví mis brazos a mí alrededor y caminé hacia las gradas para reunirme con mi
equipo de porristas. Mi espíritu escolar se había visto comprometido.

―Se levanta la sesión ―dije en voz baja y me dirigí hacia las puertas dobles del
gimnasio. Necesitaba a Aiden. Él siempre sabía cómo animarme.

18
Me hundí en mis suaves almohadas rosadas, mirando los músculos magros del
brazo de Aiden mientras sostenía mi pierna.

―Deberías haber estado allí ―le dije, recorriendo con mis dedos su piel―. Izzie
me sorprendió en el pasillo y fue como…

―Tessa ―dijo Aiden, consiguiendo una mejor posición en el borde de mi cama―.


¿Quieres dejar de moverte?

―Oh, lo siento. Pero pienso que…

―Lo sé, cariño. Siempre estás pensando. ¿Puedo terminar por favor? —Sonrió, sus
ojos verdes brillaron maliciosamente.

―Está bien.

Suspiró y levantó mi pie, pasando el pincel del esmalte de uñas color rosa pasión
por encima de mi dedo meñique. Quizá parecía extraño que a mi novio le gustara
pintarme las uñas de los pies, pero yo pensaba que era encantador. Después de
dos años, verdaderamente había conseguido ser muy bueno en eso. Mucho mejor
que yo. Y, ¿por qué pagar a un desconocido que me torturara con una pedicura
cada pocas semanas, cuando a Aiden le gustaba hacerlo como juegos
preliminares? Estaba muy lindo así.

―Terminado ―dijo, soplando en el pie antes de ponerlo en su regazo. Cerró la


botella y la puso en mi mesa de palo de rosa. Luego se inclinó para besar mi
tobillo. Cuando su cálida boca tocó mi piel, un escalofrío recorrió mi pierna.

―Gracias. ―Me humedecí los labios. Era absoluta y alucinantemente adorable.

Sus ojos se estrecharon mientras besaba suavemente mi pierna, luego mi rodilla.


Incluso con el sombrío clima de Noviembre, su piel era color canela. Había que
decir que contraste con sus ojos verdes y su cabello rubio, el chico era un caramelo
para la vista. Pero nunca notaba cuando las otras chicas lo miraban. No notaba a
nadie excepto a mí.

Cuando empezamos a salir, ya era súper alto y algo torpe. Algunas de las chicas
antiguas del escuadrón incluso pensaban que estaba por debajo de mí, totalmente
mediocre. Pero yo sabía, incluso desde antes de que sus bíceps se volvieran cada
vez más sexys, que Aiden sería más que la estrella del equipo de baloncesto. Era
perfecto para mí. Éramos, más bien, socios. Ninguno de los dos fallaba al otro. Era
un dar y tomar. Nosotros…

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―Mm… ―Me encantaba cuando acariciaba mi pierna de esa manera. Cerré los
ojos, ajustando mi posición y mirando como giraba mi ventilador del techo. Mi
esmalte de uñas, sin duda, estaría arruinado en pocos minutos. Siempre se
estropeaba. Por suerte, llevaba zapatillas el 95 por ciento de las veces.

Las manos de Aiden se deslizaron hacia arriba, haciendo una pausa en mis caderas.
Me encontraba nuevamente dentro de mi esponjoso edredón blanco. Mis padres
no volverían a casa en horas. Una de las ventajas de tener padres músicos era que
se pasaban las noches en salones, dejando toneladas de tiempo libre para Aiden…
o SOS. De cualquier manera, todavía era mucho mejor que tener una madre que
trabajaba para H&R Block… pobre Aiden.

―¿Puedes dejarte puesto esto? ―murmuró en mi muslo, tocando el dobladillo de


la falda.

Me reí, llegando hasta sus manos para apartarlas.

―No llevo mi uniforme para que puedas representar una fantasía de la infancia
una vez más.

―¿Por favor? Es jodidamente caliente.

―Aiden, no hables así.

―Lo siento, nena. Es enloquecidamente caliente.

Sabía que yo estaría de acuerdo. Siempre lo estaba. Quiero decir, había una razón
por la que mantenía tres faldas granate y gris extras en mi armario, aunque ésta
era mi favorita. Mi novio podía ser muy persuasivo.

―Después, pondré a hablar de lo que quiera ―le dije. Aiden generalmente


prefería dormir una siesta antes que escuchar mi último drama de porrista, ¡pero
esto era importante! ¡Izzie tenía una nueva porra!

La cama cambió a medida que Aiden se arrastraba hacia arriba y extendía su largo
cuerpo junto al mío, inclinándose para besar mi cuello.

―Mm-hm

―Y después tienes que volver a pintarme las uñas.

―Está bien.

―Y…

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Apretó su boca contra la mía. Sabía cómo hacerme callar.

―Aiden ―susurré, enrollando su pelo con mi dedo.

―¿Qué? ―murmuró. Había estado tendido boca abajo sobre la cama,


completamente dormido.

―Tienes que ir a casa. Tu madre va a enloquecer. ―Me incliné y besé su oreja. Eran
cerca de las diez y había estado en mi casa desde que yo había llegado de la
práctica.

―¿No puedo quedarme aquí?

Él sabía que no podía, pero eso no le impedía preguntarlo cada vez. No es que me
importaran mis padres. Lo adoraban. De hecho, mi padre lo llamaba “hijo”. Mis
padres incluso decoraban carteles para levantar en los partidos. Carteles que
decían cosas como: “Los Wildcats No Pueden Ser Enjaulados” o “Gruñir Hasta Que
Duela”. Sí. Eran de esa clase de personas.

―Tu madre va a llamar aquí en, como, cinco minutos. ―Realmente no quería que
se fuera. Levanté su brazo y me acurruqué junto a él, respirando su olor natural,
deportivo. A pesar de que el desarrollo físico de nuestra relación era un hecho
reciente, se estaba convirtiendo rápidamente en mi parte favorita. Especialmente
cuando podíamos hacer esto después. Lo sostuve poco más fuerte.

―Mm ―dijo soñoliento. Envolviéndome con su otro brazo―. Pero me gusta más
en tu casa.

Lo miré fijamente. Era muy guapo. Tenía los ojos cerrados mientras su rostro
reposaba en la almohada, pero había un atisbo de sonrisa en sus labios. Sabía que
lo estaba mirando.

―¿Qué? ―susurró, sus ojos todavía cerrados.

―Sólo que te amo.

―Ya lo sé, cariño. ―Abrió un ojo y me miró―. Dame un beso.

Me incliné y besé sus labios.

21
―Y otro ―susurró. Me reí.

El teléfono sonó e hicimos una pausa, nuestras bocas todavía estaban unidas.

―Te lo dije ―murmuré en sus labios.

Gimió, extendiendo su mano para que descansara en mi mejilla. Aiden me adoraba.


Absolutamente me adoraba. Pero tenía que ir a casa. Estaba bastante segura de
que su madre no me soportaba. Ella podría estar sufriendo un caso de envidia de
porrista.

Le besé otra vez rápidamente y me senté. Rodó sobre su espalda, agarrando la


camiseta de la mesilla. La deslizó por su cabeza mientras el teléfono sonaba por
tercera vez. Levanté una ceja.

―¿Puedes decirle que me fui hace cinco minutos? ―preguntó, inclinando la


cabeza.

Asentí con la cabeza y me deslicé de la cama. No iba a creerme, siempre le contaba


la historia de los cinco minutos. Caminando por el pasillo, agarré el teléfono
inalámbrico de la pared y me lo puse en el oído. Por el rabillo del ojo, vi cruzar a
Adien, corriendo hacia la puerta. A pesar de que fingía no estarlo, sabía que estaba
aterrorizado por su madre. Yo también lo estaría.

―¿Hola? ―pregunté con mi voz dulce.

―¿Tessa?

Era Kira y sonaba horrible, totalmente ahogada.

Dirigí mi mirada hacia donde Aiden corrió, pero oí cerrarse la puerta delantera, lo
que indicaba su salida precipitada. Estaría en la universidad el próximo año, pero
seguiríamos batiendo fresas. La Universidad Estatal de Washington no estaba tan
lejos, y con un dormitorio en su futuro inmediato, podría dormir fuera de su casa.
Mi último año iba a ser movido.

—¿Estás ahí? —lloriqueó Kira.

Ah, cierto.

—¿Qué pasa, K? ¿Y por qué estás llamando al teléfono de mi casa?

—¡Porque soy un desastre! ¡Él me engañó!

Mi estómago dio un vuelco.

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—¿Quién?

—Darren me engañó.

—¿Engañó, cómo? ¿En Scrabble?

—¡No! —Se sorbió un poco de mocos que parecían espesos. Me sobresalté—.


¡Tessa, mi novio me engañó! ¡Y yo no lo sabía!

Mis ojos se ensancharon. Espera, eso no era posible. Teníamos conocimiento de


todos los infieles. El equipo SOS actualizaba constantemente la lista de posibles
infieles —o como me gustaba llamarla, la Lista Traviesa—, y Darren definitivamente
no estaba en ella. Nadie burlaba a la Sociedad de Smitten Kittens. ¡Especialmente
ninguno de nuestros novios!

—¿Quién es la chica? —pregunté, dando golpecitos con mi pie descalzo en la


alfombra.

—Charlie Meyers.

—Wow. ¿Su ex-novia? —Este era un acontecimiento perturbador. Debería haber


sido obvio debido a que los hombres siempre engañaban con sus ex-novias. Era
prácticamente un hecho.

—Esa misma. —Su voz se volvió un poco más aguda que un silbato para perros.
Cerré un ojo y apreté los dientes mientras escuchaba. Ella trató de recuperar la
compostura—. La novia del primo de Kara los vio en el estacionamiento del hotel
Windmill…

—Ew. ¿Uno donde pagas por hora? —Mi boca se inundó con un sabor metálico
familiar: adrenalina.

—¡Lo sé! —Sus sonidos salieron en un gemido gutural—. ¡Y ni siquiera era un


Sheraton! ¡Creía completamente que Darren tenía mejor gusto que eso!

Ahora estaba seriamente furiosa. Darren era el mejor amigo de Aiden y el


delantero popular de los Wildcats. Después de Aiden, era nuestro máximo
anotador. Bueno, después de Aiden, era nuestro único anotador. Eso merecía R-E-
S-P-E-T-O.

—¿Qué vamos a hacer? —dijo lloriqueando—. Todos los chicos a los que hemos
investigado han sido culpables. ¡Todos! Y míranos. Ya ni siquiera ninguna de
nosotras tiene novio. —Se sorbió la nariz—. Nos hemos convertido en un
escuadrón de viudas.

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—Los viudos son los cónyuges de las personas que han muerto, K.

Jadeó.

—¡Válgame Dios! ¡Eso es tan triste!

A pesar de que me sentía muy mal por Kira, estaba equivocada. Una de nosotras
todavía tenía novio. Yo.

—Espera —susurró—. Olvídalo, tú tienes a Aiden. Eres la única Smitten Kitten que
no ha sido engañada.

De alguna manera ese concepto me hizo sentir incómoda.

—¡Oh, no! —dijo lo suficientemente alto como para hacerme saltar—. ¡No voy a
poder ir al baile!

Kira se deshizo en sollozos histéricos. Mientras trataba de calmarla, me di la vuelta,


todavía vestida con la falda de porrista ligeramente arrugada. El calentador se
encendió automáticamente, y cuando sentí la brisa cálida en mis piernas, miré
hacia abajo.

Esmalte de uñas corrido. Aiden. Infieles. ¡Diantres! Algo no iba bien.

—Te devolveré la llamada —dije, colgando el teléfono. Darren era un Wildcat, y mi


novio era su capitán. Eso lo hacía responsabilidad de Aiden. Él tenía que frenar este
desastre o yo aplaudiría en su trasero.

Puse el teléfono en la pared y me dirigí a mi habitación. La madre de Aiden estaría


menos que encantada de verme esta noche, así que tendría que trepar la celosía a
su habitación. Una vez más.

Suspiré. ¿Por qué todo estaba volviéndose tan complicado? ¿No podía sólo animar,
volver a casa, enrollarme con mi novio, e ir a dormir?

Rebuscando en mi closet, miré más allá de las filas de leotardos de una sola pieza,
pantalones para correr de spandex, cinturones multiusos con equipo de escalada, y
un montón de sombreros y bufandas específicos para misiones.

¡Ajá! Allí, cerca de la parte de atrás, estaba la única camisa negra limpia que tenía
que no era para la SOS. Mi madre la había conseguido para mí cuando estaba en
su fase de rapsodia bohemia. Era seriamente sosa. Tomó la mayor parte de mi
fuerza de voluntad no combinarla con los lindos leggings metálicos que acababa
de comprar y en su lugar elegí unos jeans oscuros. No quería que la mamá de

24
Aiden me descubriera entrando a escondidas. Eso ciertamente no ayudaría a su
actitud negativa.

Me miré en mi espejo de cuerpo entero. Grandioso. Me veía como una ninja. Qué
no haría por mi escuadrón, por las chicas en todas partes.

Até mi pelo oscuro en un moño alto, lindo pero casual y contemplé usar
delineador negro para marcar mis ojos. Olvídalo, no había necesidad de exagerar.
Agarré mi gran bolso, poniendo la correa sobre mi hombro mientras me dirigía a la
puerta.

Al menos, Aiden estaría contento de verme. Y todavía necesitaba que me arreglara


las uñas de los pies, aunque tenía la sensación de que terminaríamos dejándonos
llevar de nuevo. Miré dentro de mi bolso de forma rápida y sonreí cuando divisé mi
botella extra de esmalte para uñas color rojo rubí.

Una Smitten Kitten siempre estaba preparada.

Me detuve bajo la ventana de Aiden, observando su ventana oscura desde el gran


porche en el frente, trazando mi curso habitual. Había una celosía con vides
entretejidas unidas al revestimiento blanco, y sorprendentemente, no sería la
primera celosía a la que trepaba esta semana.

Cuando habíamos investigado a Peter Corning el martes, había tenido que subir a
través de su techo de cedro para obtener una imagen de él engañando. ¡Él y su
cómplice femenina estaban totalmente haciéndolo en la habitación de sus padres!
Asqueroso.

¡Su novia, Marissa, estuvo tan enfadada cuando se enteró que le partió el labio en
medio del salón de clases! Fue todo un espectáculo: insultos, puñetazos, y patadas
en la ingle.

Caramba. Peter enloquecería si supiera cómo se había enterado Marissa de su


engaño. Hasta el momento, ninguno de los chicos sabía que la SOS existía,
nuestras clientes eran grandiosas en mantener el secreto. Aún mejor, nadie fuera
de las Smitten Kittens conocía nuestras verdaderas identidades. Y teníamos
previsto mantenerlo de esa manera.

25
Mis zapatillas encajaron perfectamente entre las ranuras de la reja de madera
mientras subía. Mi pulso estaba acelerándose. Las alturas no eran lo mío. Bueno, no
a menos de que tuviera una buena base sólida debajo de mí, y esta celosía no era
tan fiable como mis chicas. Ellas nunca me dejarían caer.

La ventana de Aiden estaba entreabierta, y sonreí. Me imaginaba que lo estaría, ya


que entraba a verlo a escondidas dos veces por semana. Hubiera sido todo un
inconveniente si tuviera que forzar la cerradura cada vez. Empujé hasta arriba el
vidrio frío antes de meterme.

—Hola —susurré mientras deslizaba mis piernas por encima del alféizar. La
habitación de Aiden estaba llena de trofeos e insignias que se remontaban a la
escuela primaria. Mi amorcito se había ganado incluso una medalla al mérito de los
Boy Scouts por hacer nudos. Pero lo que más me gustaba era que su habitación
olía como él: atlético, atractivo y reconfortante. Sus sábanas se agitaron cuando se
movió en la cama.

—¿Nena? —Sonaba adormilado. Aiden se sentó y encendió la lámpara de su mesa


auxiliar, iluminando la habitación. Me di cuenta que el pants que había estado
usando antes estaba tirado en el piso de madera. Eso me hizo preguntarme qué
exactamente estaba usando debajo de las sábanas. Me lamí los labios. Aiden se
frotó la cara y me sonrió—. ¿Qué estás haciendo aquí? —Su pregunta me devolvió
a mis sentidos de Kitten.

—Necesito hablar contigo.

—Siéntate conmigo —dijo, moviéndose y manteniendo abierto su edredón de


cuadros para mí. Estaba usando los boxers que le había regalado en Navidad, los
que tenían pequeños renos. ¡Había estado pensando en mí! Eso era muy dulce de
su parte.

Me acerqué y me senté, casi lista para olvidarme de todo, pero luego la voz
sollozante de Kira apareció en mi cabeza, con sorbidos de mocos y todo.

—¿Qué pasa? —preguntó Aiden—. No me gusta verte torciendo la boca. —Usó su


dedo para trazar mi boca torcida hacia abajo. Realmente no le gustaba verme
triste. Afortunadamente, rara vez lo estaba, no era el modo Smitten Kitten.

—Es Darren —dije—. Engañó a Kira.

—¿Qué? —Aiden frunció el ceño y miró a su alrededor, y luego volvió a mirarme—.


¿Hablas jodidamente en serio? —Lo fulminé con la mirada. Puso los ojos en

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blanco—. Lo siento. ¿Hablas condenadamente en serio? —Aiden se pasó los dedos
por el pelo, viéndose confundido.

—Estoy hablando muy en serio.

Hizo una pausa, moviendo la cabeza. Luego se enderezó.

—Espera. ¿Fue con Charlie?

Mi estómago dio un vuelvo.

—¿Lo sabías?

—¡No! Por supuesto que no. Es sólo que... lo vi hablando con ella después de
clases. Me pareció raro, pero no había nada por lo cual pedirle explicaciones.

—Tal vez deberías haberlo hecho.

—Tessa.

—¡Ahora tienes que hacerlo, Aiden! Tus chicos han estado fuera de control
últimamente. ¿Te das cuenta de que cada miembro del equipo inicial, excepto tú,
han engañado a su novia? ¿Crees que eso está bien? —Me sentía insegura. No me
gustaba tener que señalar algo que ya debería haber sabido. Y, además, era tan
negativo.

—No, no lo creo. Pero…

—Bueno, entonces, es necesario que se los digas. Debes dirigirlos.

Aiden se rió. Se acercó para envolverme en sus brazos y poner su barbilla en mi


hombro.

—Nena —dijo—. Son mis amigos. Y los dirijo en el baloncesto, no en la vida.

—Tal vez un entrenador de la vida es exactamente lo que necesitan.

—No puedo hacer eso.

—¡Yo dirijo a las Smitten Kittens! Ellas me escuchan. No ves a ninguna de nosotras
correteando a espaldas de nuestros novios. —Bueno, eso no era del todo cierto.
Pero al menos no estábamos engañándolos.

Oh, sirope de caramelo. Estaba empezando a tener un nudo en la garganta. Pobre


Kira. Realmente le gustaba Darren. Habían estado juntos durante casi un mes. Era
su relación más larga.

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—Además —dije, sorbiendo la nariz—. Yo debería haberlo sabido.

—Tessa. —Aiden se movió hacia atrás y me volteó hacia él, sosteniendo mi cara
entre sus manos—. No hay manera de que pudieras haberlo sabido. No es tu
responsabilidad. Eres una Sex Kitten, no la policía de la moralidad.

Cerré los ojos.

—Es Smitten. —Aiden no sabía nada de la SOS. No tenía idea de que


adicionalmente, las Smitten Kittens eran más que la policía de la moralidad.
Éramos unas completas espías. Como en una película de James Bond, sólo que con
el doble de sexo.

—¿Te acuestas conmigo? —preguntó.

Asentí con la cabeza, dejándolo atraerme entre las sábanas de franela mientras la
decepción se apoderaba de mí. Había defraudado a Kira, y continuaba haciendo
algo que despreciaba: mentir.

Aiden merecía saber lo que hacía con las Smitten Kittens; lo entendería. Pero no
podía decirle porque entonces sabría que le he ocultado algo durante los últimos
dos años. Moví nerviosamente la nariz y me acurruqué más cerca de él, sintiendo
su calor y tratando de bloquear la negatividad.

—Te amo, nena —susurró Aiden en mi cabello mientras me abrazaba.

—También te amo. —Cerré los ojos.

28
SOS
REPORTE DE INCIDENTE DEL INFIEL
Traducido por Paovalera
Corregido por Xhessii

CASO: 046

CLIENTE: Caitlyn March

SUJETO: Michael Garnett

DESCUBRIMIENTOS: Aproximadamente a la 1:00 a.m. del 30 de enero, el Sr.


Garnett fue observado charlando en línea con una fémina. La conversación no fue
guardada, pero a juzgar por las acciones del Sr. Garnett, podemos decir con
seguridad que era de alguna naturaleza sexual.

Después de una exhaustiva búsqueda en el teléfono, también se descubrió que el


Sr. Garnett había estado enviando mensajes de texto obscenos a Lisa Belgium.
Igualmente, había creado una cuenta falsa en MySpace para fijar sus citas. Una vez
concluida la investigación, fue recopilada. Encontrará las transcripciones adjuntas a
esta carta.

Hacemos referencia al encuentro descrito en la página 4. En esa reunión, el Sr.


Garnett y la Srta. Belgium fueron fotografiados besándose frente al café Seattle’s
Best. Las fotos están incluidas, al igual que algunas imágenes del Sr. Garnett frente
a su computador. Unas con bóxer, otras sin estos.

Confiamos en qué este reporte se mantendrá confidencial debido a que alguna de


la información contenida podría comprometer nuestro estatus súper secreto.

SOS lo siente mucho por su pérdida, ofreciéndole nuestra más sincera simpatía.
Esperemos no tener que ayudarle en el futuro, pero por favor manténganos en
mente para futuras referencias.

Siga sonriendo,

29
SOS

Textos: 555-0101

Desenmascarando Infieles Desde Hace Más De Dos Años.

30
Capítulo 3
Traducido por Paaau & LizC
Corregido por Xhessii

—P
ásame la horquilla —dije, mordiendo la esquina de mi labio
mientras jugaba con el candado del casillero de Serena Santos.
Estaba agradecida de que no fuera un candado maestro, ¡tomaba
una eternidad abrir esos desgraciados! Kira tocó sus rizos rubios por un segundo,
luego sonrió mientras sacaba una horquilla y me la entregaba.

—Recuérdalo esta vez —dijo ella, sonriendo.

Aunque Kira me había llamado unas dieciséis veces, su depresión por Darren sólo
duró hasta las cinco de esta mañana. Estaba orgullosa de su valentía.

—Apresúrate Tess —susurró ella, mirando hacia ambos lados del pasillo—. El
conserje estará aquí en veinte minutos.

¡Hadas del ciruelo de azúcar! Era mejor que me apresurara.

Acomodé mi posición, revisando el pasillo una vez más antes de insertar la


horquilla en el candado, girándola y torciéndola a la derecha. Hizo clic.

Kira rió.

—No sé cómo haces eso. Reprobé el curso de la gazúa tres veces.

—Lo recuerdo. —Pobre Kira. Ha tenido un tiempo difícil aprendiendo nuevas


tareas. Ahora, ¿rutinas de porristas? Ella era genial en eso.

—Apuesto que Aiden pensaría que es realmente lindo que puedas abrir cerraduras.

Mi estómago se revolvió mientras me giraba para mirarla sobre mi hombro.

—No pensemos en Aiden.

Ella sonrió, sus estaban margaritas profundizándose en sus mejillas.

—Sí. Buena suerte con eso.

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Los ojos azules de Kira brillaron mientras movía sus cejas en mi dirección. No pude
evitarlo… me reí.

Ella tenía razón: ignorar a Aiden era imposible. E ignorar la culpa que sentía por
estar husmeando era incluso más difícil.

—Oye —dijo ella, poniendo su brazo sobre mis hombros—. No te veas tan triste,
Tess. Estoy segura de que él entendería si le contaras acerca de la SOS.

Kira y el escuadrón conocían mi confusión por mentirle a Aiden. E incluso aunque


amaba a Aiden, era demasiado tarde para mí para contarle la verdad. Había
mentido por mucho tiempo. No, sólo tenía que seguir durante el resto del año
escolar.

La SOS era el secreto de las Smitten Kittens. Exhalé.

—Tenemos trabajo que hacer —dije y el casillero se abrió con un ruido metálico.

Kira buscó el equipo en el bolso. Sacó una caja negra del tamaño de las de joyería
y la abrió, revelando el pequeño localizador de GPS que Leona había adquirido
hacia algunas semanas con nuestro descuento de cliente frecuente.

Tomé el pequeño dispositivo de su paquete y saqué el adhesivo de su pate


posterior. Luego lo pegué entre las páginas del grueso libro de química de Serena.

La SOS había sido alertada de que ella era una “persona de interés” en un nuevo
incidente de engaño.

Aparentemente, Paul Masterson había estado desapareciendo entre el séptimo y el


octavo periodo cada lunes, miércoles y viernes. También Serena. Sólo que la SOS
no había sido capaz de encontrar el lugar en el que se escondían y nosotras nunca
acusábamos sin tener pruebas. Incluso si los objetivos engañaban cada vez —y
vaya que lo hacían—, nosotras nunca le diríamos eso a nuestros clientes.

Merecían que fuera algo definitivo. En un ciento por ciento. Pero siempre eran
noticias malas en un cien por ciento.

Luego de que el chip estuviera entre las páginas, me giré hacia Kira.

—Pruébalo —dije.

Sacó el teléfono de la SOS, tecleando el código con una serie de pitidos. Incluso
aunque cada una de nosotros tenía un teléfono celular codificado, había sólo una
línea oficial de la SOS. Por lo que en cada reunión cambiábamos posiciones.

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Ayudaba a que todas se sintieran incluidas. A Kira le gustaba especialmente
cuando era su turno: era un impulso en su autoestima.

Se escuchó un bip.

—Facilísimo —dijo ella, entregándome el teléfono. Observé la pequeña luz roja,


mostrando nuestra localización exacta.

Asentí con la cabeza.

—Todo listo. —Cerré el casillero, volví a poner el candado y tomé el paquete del
piso—. ¿Qué hora es? —pregunté.

—Casi las seis.

Gemí.

—Mejor nos vamos. Aiden estará en mi casa para desayunar a las seis y media.

Hubo un sonido detrás de nosotras y nos congelamos.

¡El conserje nunca llegaba temprano! Puse mi dedo sobre mis labios, señalándole a
Kira que se quedara en silencio y luego nos pegamos contra los casilleros, mirando
el pasillo.

Había pasos, junto con el sonido de ruedas chirriantes. ¡Maldita sea!

—Mierda —susurró Kira. La miré y puse de nuevo mi dedo sobre mis labios,
mostrándole que se mantuviera callada.

El chirrido se detuvo. Había alguien justo al dar la vuelta, a metros de distancia. Mi


corazón se aceleró. Si nos atrapaban entrando furtivamente en la escuela, sería una
violación mayor. No tenía tiempo para una suspensión.

Las eliminatorias se acercaban. ¡Oh, boca de dragón!

Sólo deja que me vaya.

La mano de Kira se deslizó en la mía. Estaba un poco sudada.

Luego se escuchó algo arrastrándose, junto con un chapoteo, mientras las pisadas
y el chirrido se iban en la dirección en que llegaron.

Esperamos hasta que sólo estuvo el sonido de las calderas y el zumbido de los
focos fluorescentes antes de intercambiar una mirada. Se estaba haciendo cada vez

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más difícil mantener esto en secreto. Extrañaba ser simplemente una porrista.
Extrañaba preocuparme por dar patadas en vez de escalando muros.

Pero era una Smitten Kitten. Tenía responsabilidades.

—Vamos —dije, soltando la mano de Kira—. No quiero que Aiden sospeche. —


Troté hacia las puertas dobles.

—Ahora ese es un chico guapo —me susurró Kira en clases de historia—. Escuché
que acaba de ser transferido desde West Washington.

Seguí su mirada por sobre mi hombro hacia el chico en la parte posterior cerca del
estante. Él era nuevo.

Uh, eso era extraño. El director Pelli no me había hablado de ningún estudiante
transferido y como jefa del comité de bienvenida de Washington High, debería
haber sido informada. Torcí mi nariz.

—Sí, supongo —dije, girándome. El Sr. Powell aún estaba en su puesto en una
animada discusión acerca de la antigua Unión Soviética. Hacía doler mi cabeza. Era
evidente que tenía sentimientos reprimidos por la Guerra Fría, sea lo que fuera que
significaba eso.

—¿Supones? —Kira golpeó mi rodilla bajo la mesa—. ¡Mira ese cabello! Se parece
a ese surfista con el que salí el verano pasado. ¿Lo recuerdas?

Por supuesto que lo recordaba. Había visto su trasero arenoso cuando había
entrado en la casa de verano de los padres de Leona.

Exhalé y me giré de nuevo. Seguro, tenía lindo cabello a la altura del mentón que
enmarcaba perfectamente su fuerte mandíbula. Y bien, estaban sus pestañas:
largas y curvas, acentuando el suave tono oliva de su piel. Pero…

De pronto él levantó la vista, mirándome directamente. Mi boca se abrió durante


un segundo en sorpresa, pero la cerré y le ofrecí una sonrisa educada. Él sonrió.
Lentamente y levemente mortificada, me giré en mi asiento y dejé caer mi cabeza.

—Gracias, K. Ahora cree que lo estaba chequeando.

34
—Bueno, yo sí lo estaba haciendo —dijo ella y lamió sus labios—. Es delicioso.

—Está bien. —Mis ojos llegaron al Sr. Powell. El marcador chirriaba en la pizarra
mientras él escribía nombres de personas que yo no reconocía. Espera, ¡Reagan! Ja.
¡Uno que conocía! ¡Definitivamente era de Rey Lear!

Kira rió a mi lado.

—Seguro, Tess. Él sólo está bien. —Tomó su lápiz con un pompón morado y anotó
algo del pizarrón—. Eres crema batida —murmuró ella.

Cuando la clase afortunadamente terminó, me hice hacia atrás en mi silla y lancé el


libro extremadamente grande dentro de mi bolso. Mientras miraba hacia el piso
manchado, noté un par de sandalias Birkenstock detenerse y girarse hacia mí.

Levanté la mirada hacia el largo cuerpo hasta que estuve mirando el rostro del
nuevo chico, de pie usando pantalones de pana y una camiseta larga,
sonriéndome.

Enderezando mi postura, fruncí el ceño.

—Hola —dije. Vaya, era incluso más atractivo de cerca.

—Eres Tessa Crimson, ¿cierto? —Su voz era suave. Me relajé un poco.

—Um, sí. —Me deslicé en un modo cortés. Era la porrista dirigente por una razón—
. Tessa Crimson. Hola.

—Soy Christian. Christian Ferril. —Él extendió su mano.

La tomé sin pensarlo, pero cuando su mano fría tocó la mía, sentí que mi ritmo
cardíaco se aceleró. Él me estaba apretando sólo un poco demasiado fuerte.

—Encantada de conocerte —dije con la mayor calma posible.

¿A dónde en el mundo había desaparecido Kira?

Discretamente, traté de lanzar mis ojos alrededor del aula vacía por ella. Se había
ido. Genial… era su culpa que lo hubiera mirado.

—¿Cómo…

—¿Conozco tu nombre? —terminó por mí, riendo en voz baja.

No estaba segura por qué, pero este ardiente surfista me ponía incómoda. Como si
estuviera en una broma de la que no había escuchado aún el chiste. Me metí en

35
modo SOS, tratando de buscar su motivo ulterior, pero luego me detuve. Tenía que
recordarme a mí misma que estaba en la escuela y no en una misión.

—Por el Señor Powell —dijo, inclinando la cabeza hacia el frente de la clase—. Me


dijo que te buscara por los apuntes de la semana pasada. Él me va hacer tomar el
examen mañana. —Christian puso los ojos en blanco—. Así que me dijo que
preguntara a Tessa Crimson por los materiales. Y... —Metió las manos en los
bolsillos de sus pantalones de pana—. Aquí estoy. En cierto modo
avergonzándome a mí mismo al divagar.

Ah, era bueno que el Sr. Powell me recomendara. A pesar de que era una
estudiante sobresaliente, estaba muy lejos de ser una cerebrito. Sin duda tendría
que mandarle una nota amable de agradecimiento. Miré con admiración a su
podio.

—¿Tessa? —preguntó Christian.

Rápidamente me volví hacia él, dándome cuenta que no había contestado. Sacudí
mi cola de caballo para despejar mi cabeza.

—Mis apuntes, ¿cierto?

Él asintió con la cabeza y su sonrisa se amplió, dejando al descubierto una


dentadura perfecta.

—Si no te importa.

—No, por supuesto que no. Están en mi casillero y voy a ir allí ahora mismo, pero…

—Genial. Te seguiré. —Dio un paso atrás, señalándome con sus manos para que
siguiera.

Tentativamente, permanecí inmóvil. Aiden estaría esperándome en mi casillero.


¿Cómo se sentiría si tuviera un cachorro nuevo a mis talones cuando lo encontrara?
Esto se sentía extraño. Y no me gustaba lo extraño.

Agachando mi cabeza, avancé por el pasillo apenas vacío. Esta parte del edificio
sólo tenía unas pocas aulas, así que era tranquilo, con excepción de los chillidos
que mis zapatillas estaban haciendo en las baldosas de linóleo brillante. De
repente me sentía un poco cohibida, deseando que llevar mi falda más corta de
porristas. Sin embargo, Aiden había arrugado la buena. Sonreí para mis adentros,
recordando.

—Entonces —dijo Christian detrás de mí—. Porrista, ¿eh?

36
Enderecé mi postura y miré amablemente por encima de mi hombro hacia él.

—Sip.

Su tono no pasó desapercibido para mí. Ser una porrista significa acostumbrarse a
las bromas de cabezas huecas y otros estereotipos. Por eso me pareció que era tan
importante para las Smitten Kittens mantener su dignidad intacta en todo
momento. Estúpida falda.

—Voy a tener que admitir que estoy sorprendido de obtener apuntes de una
persona que pasa tiempo en la cima de una pirámide humana. Me esperaba más
del tipo de club de ajedrez…

—Juego al ajedrez. —Me giré para mirarlo de frente. Estaba bastante segura que
mis pantaletas saltaron a la vista porque su sonrisa se convirtió en una plena
sonrisa abierta. ¿Estaba tratando de agitar mis pompones?

—¿En serio? —preguntó, inclinando la cabeza y mirándome con atención.

—Sí. —Sentí que mis mejillas se calentaban. No me gustaba defender mi


inteligencia. Girando poco a poco, empecé a caminar de nuevo hacia delante. Mis
cejas se juntaron cuando lo contemplé. Algo estaba fuera de lugar sobre este
chico.

Algo inusual.

Dimos la vuelta por el muy concurrido pasillo principal, y de inmediato vi a Aiden,


su cabeza se asomaba por encima del resto de la población estudiantil. Estaba
descansando su frente contra mi casillero, con aire aburrido. Yo sonreí. El verlo
siempre me hacía sonreír.

Olvidando mi incómoda sombra, troté a través de la multitud y envolví mis brazos


alrededor del largo cuerpo de mi novio por detrás. Él dio un salto, pero luego se
echó a reír antes de dar vuelta entre mis brazos.

—Hola, nena —susurró, teniendo que agacharse hasta llegar a darme un beso.

—Hueles bien —le dije, levantándome de puntillas para besarlo otra vez. Acababa
de salir de educación física. El chico llevaba el sudor mejor que cualquier colonia.

—Mm... —Su mano suavemente acarició mi trasero—. ¿Sabes que me encanta esta
falda?

—Lo sé. Quería usar…

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Alguien se aclaró la garganta detrás de mí. Cierto. Apuntes.

La sonrisa de Aiden vaciló mientras se enderezaba.

Sintiéndome incómoda, apreté los labios y luego bajé los brazos alrededor de él.

—Aiden. Este es Christian —le dije, señalando hacia él—. El Sr. Powell lo envió a mí
para darle los apuntes de Historia.

Mi novio, inmediatamente tendió su mano a Christian.

—Soy Aiden Wilder. No te he visto antes. ¿Eres nuevo?

La sonrisa de Christian parecía forzada al estrechar la mano.

—Sí. Nos acabamos de mudar, y fui trasladado hoy desde West Washington.

—Ah, un Duck —dijo Aiden, moviéndose a poner su brazo alrededor de mí—.


Bueno, bienvenido al territorio de los Wildcats4.

¡Aiden estaba siendo tan amable! Sí que había recorrido un largo camino con sus
modales. No es que me importara que fuera un poco peligroso… era bastante
ardiente.

—Gracias —dijo Christian, mirando entre Aiden y yo—. Entonces, ¿la jefa de las
porristas y, supongo que, el capitán de baloncesto?

Ahí estaba ese tono de nuevo.

—Ajá —dijo Aiden, feliz y sin una pizca de disgusto.

—Eso es lindo —dijo Christian. Pude notar que “lindo” no era una palabra que
normalmente utilizaría. Parecía ahogarse con ella.

—Así es. —Entrecerré mis ojos. Extraño.

Volviendo a Aiden, puse mi mano en su cadera y traté de moverlo a un lado para


que pudiera llegar a mi casillero. Él se movió, pero se inclinó a mi oído.

—Tengo que irme. Te veré en el almuerzo. —Él besó suavemente mi lóbulo


haciéndome reír. Adoraba sus adoraciones—. Encantado de conocerte, Chris —
gritó mientras retrocedía.

4
Duck y Wildcat: Pato y Lince, en EUA los equipos suelen tener a un animal que representa los
equipos de sus escuelas.

38
—Igualmente, pero es Christian.

—Correcto —dijo Aiden, chasqueando los dedos. Me guiñó un ojo y se dirigió a la


clase de inglés.

Suspiré. La escuela sería mucho más divertida fuera de los confines del sistema
académico. Miré de nuevo a Christian una vez mientras giraba la combinación del
casillero sin la necesidad de mirarlo. Él sonrió.

Rápidamente me di la vuelta y abrí la puerta de metal, haciendo una pausa por un


momento para echar un vistazo en el espejo magnético en la puerta. Umm. Me
gustaba este brillo de labios nuevo. Tenía un toque de color rosa. Sólo lo
suficiente.

Christian se echó a reír, y atrapé sus ojos marrones mirándome en el espejo,


viéndose aparentemente, divertido. Me incorporé y agarré la pila de cuadernos de
la plataforma superior. Hojeando los clasificadores de colores, encontré el morado.
Sonreí. La combinación de colores hacía todo tan fácil.

—Aquí tienes —le dije, sujetándolo en alto.

—Gracias.

A medida que tomaba el papel encuadernado, su dedo tocó el mío. Lo hizo a


propósito. Me di cuenta por la expresión de todo tan inocente en su rostro y el
ligero enrojecimiento de sus mejillas.

Sonó el timbre, y miré hacia arriba hacia la caja resonando sobre la puerta
adyacente. Genial. Como si la clase de Economía no fuera lo suficientemente mala,
ahora la Sra. Foster me haría sentarme en la silla de tardanza en la parte delantera:
la que está conectada a su escritorio. Fantástico.

—Revísalo y me lo traes de vuelta mañana —le dije a Christian, sintiéndome


angustiada y lanzando una mirada hacia él mientras cerraba la puerta de mi
casillero con un gran estruendo.

—Por supuesto. —Con otra sonrisa amable, me di la vuelta y me fui trotando hacia
el final del pasillo.

Escuché un pequeño ruido de vuelta a mi casillero y sabía que mi falda estaba


probablemente levantándose de nuevo, haciendo gala de mí colorida ropa interior
de escuela. Pero lo que sea, al menos combinaban.

39
SOS
MENSAJE INTERNO
Traducido por Dani
Corregido por Xhessii

De: Leona

Para: SOS

Como la secretaria y tesorera, tengo algunas actualizaciones y recordatorios.

Primero, la clase de defensa personal ha sido cambiada al jueves por la noche. El


Maestro Marco ha pedido que usemos nuestros uniformes, pero no estoy
totalmente segura de porqué. O es un pervertido, o quiere que estemos
preparadas para todas las situaciones.

Empieza a las siete en punto en el estudio de artes marciales. Asegúrense de usar


pantaletas (Kira).

Lo siguiente, acabamos de recibir una gran donación en nuestra casilla de correos


de Karen McKlusky, madre de Helena.

Helena era la desafortunada clienta envuelta en aquel trío. Asqueroso. De todos


modos, el dinero es suficiente para comprar el gancho en el que estábamos
interesadas o actualizar nuestro equipo digital de grabación. Podemos hacer una
votación después de la práctica el miércoles.

También, ha llamado mi atención que Peter Corning ha estado pidiendo citas a


estudiantes de primer año. Aún cuando técnicamente ya no está engañando a
nadie, todavía pierde puntos por ser asqueroso. Mantengan sus ojos bien abiertos
por posibles infracciones.

Finalmente, dado que Kara Martin se gradúa, necesitaremos incluir un nuevo


miembro en el equipo y en SOS. Si conocen a una chica con potencial Kitten,
háganmelo saber por mensaje de texto, y puedo reunir una lista para que la
examinemos.

40
Como Tessa ha dicho, es importante para las Smitten Kittens que todas estén al
tanto con SOS para asegurar nuestro estatus secreto. Por favor tengan sus
nominadas para el próximo martes.

Eso es todo por ahora. Háganme saber si necesitan alguna aclaración o vean a
Tessa para cualquier pregunta.

Sigan sonriendo,

Leona

SOS

Textos: 555-0101

Desenmascarando Infieles Desde Hace Más de Dos Años.

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SOS
ORDEN DE PEDIDO DE EQUIPO
Traducido por Dani
Corregido por Xhessii

De: Leona

Para: SOS

Nuestra orden mensual está lista para la aprobación de Tessa. Si hay algún artículo
de último minuto que necesites, por favor anótalo y mándamelo antes del
miércoles.

La orden tiene que hacerse con spytime.com para el viernes o no tendremos el


descuento de comprador frecuente. Las donaciones este mes han sido escasas, así
que por favor sólo pidan artículos necesarios.

¡Nada de brillo de labios!

Artículos:

 Detector de mentiras portátil—$59.99


 Cámara táctil de alta definición con visión nocturna—$299.99
 Bolígrafo con grabador de audio—$89.99
 Software recuperador de tarjetas de memoria—$59.00
 Ganzúa tubular—$24.99

 Número codificado/¡Perdí el mío!


 Gancho para escalar.
 EPS w /mini rastreador para teléfonos móviles.
 Lápiz labial rojo cereza.

Sigan sonriendo,

Leona

42
SOS

Textos: 555-0101

Desenmascarando Infieles Desde Hace Más de Dos Años.

43
Capítulo 4
Traducido por Susanauribe & Little Rose
Corregido por Xhessii

N
unca había estado tan agradecida por ver perros de maíz. Los fuertes
murmullos en la cafetería, unido con el olor de carne procesada, estaban
haciendo un show dentro de mí. Economía era miserable. Cálculo era peor.
Todo lo que quería hacer era recostar mi cabeza en la mesa pegajosa y descansar
mi cerebro. Esos profesores estaban invadiendo seriamente mi proceso de pensar.

—¿Dónde estabas? —preguntó Kira, mirándome desde el otro lado de la mesa con
preocupación—. Pensé que habías sido Kitten-secuestrada o algo así.

—Mi papá estaba totalmente enojado —me quejé—. Obtuve la cátedra por llegar
tarde en Economía.

—¡Trágico! —dijo Leona desde el otro lado—. Esa mujer debería ser detenida. Creo
que la Sra. Foster está infligiendo serio daño emocional en la población estudiantil
con sus políticas de asistencia. Voy a escribir una carta con palabras fuertes a la
junta de la escuela. —Ella ajustó sus gafas.

Esa era Leona. Era un gran recurso para SOS. ¡Inteligente, provocadora y fresca!
Claro, algunas veces era un poco sentenciosa —como la vez que llamó al
Entrenador Taylor un dictador por hacerla tomar una prueba de salud—, pero ella
era un genio con computadoras y accesorios de moda. De hecho, si no hubiera
estado tan melancólica, ciertamente me habría enterado de donde había obtenido
su banda para el cabello. Era fabulosa.

—Me gustan las cartas que escribes —anunció Izzie, mordiendo su perro de maíz y
asintiendo hacia Leona—. Tienes una total verborrea genial.

Leona le agradeció.

Justo entonces, una mano se deslizó por mis hombros, y miré hacia arriba,
sorprendida. Aiden se dejó caer en el asiento junto a mí, una expresión
desconcertada en su rostro.

44
—Pareces sorprendida de verme —dijo él, alejando su brazo de mí—. ¿Estabas
esperando a alguien más? —Sonrió.

—Nop. Sólo estoy deprimida. —Y lo estaba. Era como un malestar que se había
puesto uniformemente en mi pecho.

Miré alrededor de la cafetería llena y me pregunté cuántos chicos habían sido


infieles en los últimos dos años. Desafortunadamente, sabía la respuesta.

Y no era buena.

La boca de Aiden se abrió.

—Tú no eres así. Eres como una bola de rayos de sol. Siempre. Y quiero decir
siempre. ¿Sobre qué podrías estar triste? —Aiden se inclinó para besar mi hombro,
haciendo que mi estómago diera vueltas—. Estoy aquí, ¿no?

Obviamente, él estaba aquí. No tenía razón para estar triste. Después de todo, no
era a la que habían engañado. Pero Darren había sido el tercer adulterio de esta
semana, y su indiscreción se había entrometido totalmente con nuestros arreglo de
puestos para la hora del almuerzo. Miré hacia el asiento vacío entre Kira e Izzie y
suspiré. Darren podría no haber sido el primer engañador que no habíamos
descubierto nosotras, y eso me preocupó. Porque hasta ahora, SOS había sido a
prueba de tontos.

¿Por qué todos estos chicos estaban cachondos? Y, ¿por qué me sentía preocupada
cuando mi relación era saludable?

—Estamos bien, ¿verdad? —murmuró Aiden en la manga de mi camisa.

Mis ojos se movieron hacia los suyos. ¡Él nunca preguntaba cosas así! Aiden era
pura confianza.

—¿Qué? ¿Por qué no lo estaríamos? —pregunté, buscando su rostro cuando se


alejó. Su piel era suave y bronceada mientras abría sus ojos verdes hacia mí.

—Nada —dijo él rápidamente, negando con su cabeza y envolviendo ambos


brazos en mi cadera para acercarme hacia él—. Lo siento. No quise decir nada con
eso.

—Oye, Tess —gritó Leona desde el otro lado de la mesa—. Quise preguntarte
sobre el nuevo bombón en tu clase de Historia. Escuche que él es, oh, tan lamible.

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—Señoritas —dijo Aiden, soltándome y empujando lejos su bandeja de almuerzo,
luciendo nauseabundo—. Por favor no hablen de los hombres de la escuela como
chupetas. Especialmente a mi novia.

Leona se río tontamente y me guiñó desde detrás de sus gafas.

—Por cierto —dijo, mientras se paró de la mesa—. El nuevo chico tiene una
hermana, y ella está en mi clase de Álgebra. Una perra total si me lo preguntas.

—Lenguaje —le llamé la atención.

—Perdón. Pero ella lo es. —Leona se encogió de hombros, moviéndose hacia atrás
hacia la fila del almuerzo—. Le dijo a la Sra. Kellan que ella no “hacía” problemas
de palabras. Completa cara de puchero. ¡Y sin accesorios!

Adoraba a Leona, pero tal vez ella no entendía que ser la chica nueva de la escuela
probablemente era difícil para Christian y su hermana, especialmente si se
acababan de mudar. Quiero decir, claro que usar la palabra “hacer” a propósito era
poco diplomático, pero…

—Psst —interrumpió Kira, tocando las comisuras de su boca con una servilleta de
papel—. Alerta de hermosura. —Ella lanzó una mirada emocionada por encima de
mi hombro.

Estaba agradecida de que estuviera trabajando en sus habilidades de observación.


Serían útiles en las misiones. Aiden se aclaró la garganta y agarró su bandeja de
comida de la mitad de la mesa para agarrar la ensalada. Él probablemente no
estaba interesado en escuchar sobre chicos ardientes. Aunque sabía que nadie era
más lindo que mi amor. Con ese cabello rubio y esos músculos tensos, él…

—¿Tessa? —Una suave voz preguntó.

Hubo una punzada de irritación, pero me recuperé rápidamente y me di la vuelta.


Christian. Por supuesto. Sólo que esta vez, él tenía compañía: una pequeña y
atractiva chica con cabello rubio largo y liso y labios rellenos. Su rostro, sin
embargo, estaba puesto en una mueca. Al menos lo estaba hasta que notó a mi
novio. Luego su hermoso rostro se iluminó. Jum. Ella estaba mirándolo.

—Hola de nuevo, Christian —dije, volviendo mi mirada hacia él.

Sentí a Aiden moviéndose en su asiento. Lo miré de reojo y él estaba relajado,


recostado contra le mesa y mirando sus uñas.

Christian dio otro paso más cerca y me sonrió.

46
—Me estaba preguntado, ¿si podría sentarme contigo? —Sus ojos oscuros estaban
enmarcados perfectamente por sus pestañas, haciendo su mirada intensa…
vulnerable.

Mi corazón se hundió. Él probablemente estaba avergonzado de preguntarnos si


podía sentarse con nosotros. No podía soportar a alguien viéndose tan solitario.

—Claro —dije educadamente—. Puedes sentarte con nosotros.

Kira dejó salir un chillido de emoción mientras Aiden se movió junto a mí y se


volvió hacia la mesa, todavía mirando sus uñas. Observé mientras la chica rubia
miraba a la cabeza caída de mi novio y se encaminó para sentarse frente a él, entre
Kira e Izzie. Ella no tenía el mismo estilo de ropa todo negro de su hermano. No,
ella era más provocativa. O como a Leona le gustaba decir “putilla” una falda muy
corta, una camisa de corte bajo. Tragué fuerte. Cuando ella finalmente encontró mi
mirada, me sonrió con una sonrisa de boca cerrada.

—Oh —dijo Christian, sentándose al otro lado mío—. Esta es mi hermana, Chloe.
—Él señaló hacia ella, y ella puso en blanco sus grandes ojos marrones, como si no
le gustara la introducción formal.

Nunca olvidando mis modales, inmediatamente extendí mi mano a través la mesa


hacia ella. Sólo porque Leona tenía una fuerte opinión de ella no significaba…
espera. Chloe me miró por un segundo, casi como si el pensamiento de tomar mi
mano le repugnara. Los vellos en la parte trasera de mi cuello se erizaron.

Pero luego ella se estiró y tomo mi mano en la suya. Ella podría haber pensando
que no noté su mirada de reojo hacia Aiden. Pero lo hice.

Me volteé hacia él, y él todavía estaba jugando con sus dedos, sin prestar atención.
¿Qué pasaba con él y sus uñas? Golpeé mi rodilla con la suya, y me miró,
sorprendido.

—¿Qué?

—Uñas —le recordé. El chico había mordido sus uñas a una longitud ridícula y
luego masticó sus cutículas. Era un poco asqueroso. Traté de darle una manicura,
pero, bueno, nunca llegamos demasiado lejos. Él siempre terminaba ofreciéndose a
hacérmelo a mí.

—Lo siento, nena —dijo él, dejando caer su mano en su regazo—. Tal vez puedas
limarlas después. —Me miró de reojo.

47
Crucé mis piernas para controlar el hormigueo entre ellas. Su mirada cargada de
doble sentido.

—Ya veremos. —No pude evitar sonreír. Amaba lo malcriado de él.

—Es tan divertido conocer nuevas personas —le dijo Izzie felizmente a Christian
mientras masticaba el palo de su perro de maíz—. Creo es que muy cultural y esas
cosas.

Ella era dulce. La única pelirroja en la escuela que usaba el uniforme. Era bueno
tener diversidad.

Kira aclaró su garanta y sonrió hasta que sus hoyuelos estaban profundamente
puestos en sus mejillas.

—Soy Kira.

Ella se estiró hacia Christian, extendiendo su mano como si esperara que él la


besara. Él se rió y en cambio le dio la vuelta y la estrechó.

La brillante expresión de Kira se desvaneció momentáneamente, pero luego se


volteó hacia Chloe y sonrió de nuevo.

—¿Así que estás en segundo año? —le preguntó Kira entusiastamente. Ella en
verdad era muy buena en quedarse alegre.

—Sip. Y, ¿tú eres una porrista? —Ahí estaba ese tono de voz de nuevo. El mismo
que Christian tenía esta mañana. ¿Habían sido atacados por una bandada de
porristas cuando eran jóvenes? ¿Qué pasaba con la hostilidad?

—Lo soy —dijo Kira, no preocupada en absoluto—. Soy co-capitana.

Ella enderezó su espalda con orgullo. Había estado emocionada por conseguir este
título. Leona había amenazado con renunciar, pero lo habíamos resuelto.
LasSmitten Kittens no tenían animosidad entre ellas.

—Uh —dijo Chloe, luego me miró—. ¿Tú eres la capitana?

No me gustó su voz. Era alta y áspera, no agradable y pequeña como ella se veía.
Me hizo pensar que ella no era en absoluto como se presentaba. Un lobo en ropas
de oveja, por así decirlo. La teoría de Leona podría haberse demostrado.

—Lo soy.

48
—Y yo soy el capitán del equipo de baloncesto —dijo Aiden. Me volteé hacia él. Él
le estaba sonriendo a ella. Ella sonrió de vuelta.

Mi estómago se sintió un poco enfermo. La mirada de Chloe regresó a mí. Me sentí


pálida y en absoluto linda. Comenzó a hablar de nuevo.

—Bueno, estaba sorprendida cuando Christian me dijo que él quería almorzar con
una porrista, pero supongo que puedo ver el porqué. Eres más linda que las de
nuestra otra escuela.

Escuché a Christian moviéndose junto a mí. No pensaba que se suponía que su


hermana revelara sus conversaciones privadas. Mi interior comenzó a volverse rosa,
y mi novio no hizo ningún sonido.

Mordiendo la parte interior de mi mejilla, sostuve la mirada de Chloe. Ella metió su


pelo detrás de su oreja, luciendo aburrida.

—Además, él normalmente sale con las chicas inteligentes… como presidentas de


la clase.

—¡Chloe! —dijo Christian entre dientes apretados.

—Bueno, Tessa es la presidenta de la clase de penúltimo año —anunció Kira


orgullosamente y me señaló.

—¿En serio? —Chloe abrió sus ojos oscuros, luciendo sinceramente sorprendida.

Mi estómago se volvió más enfermo, y no sabía porqué. ¡Me había asegurado de


comer un desayuno balanceado!

Sin embargo, Chloe me estaba molestando. Quería que ella se fuera, pero nunca
diría eso. Sería grosero.

—Mi Tessa es inteligente en todo —dijo Aiden, su voz impregnada con admiración.
Sentí mis puños abriéndose.

—Wow. —Chloe alzó sus manos en disculpa—. Eso es muy genial. Supongo que
Christian no se ha vuelto tan loco como pensé.

—¿No tienes un lugar en donde estar? —le preguntó su hermano. Miré junto a mí
para observar que sus fosas estaban hinchadas mientras él tensaba su mandíbula.

—No, Christian. No tengo.

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Se miraron, ninguno estremeciéndose. Nadie pareció notarlo excepto yo. El resto
del equipo vino a nuestra mesa, y cuando Leona regresó, ella le dio a Aiden su
perro de maíz. Ella nunca, y repito nunca, comería algo servido en un palo. Mi
novio parecía extasiado y se lo comió como si fuera un niño de cinco años en una
feria de condado.

Cuando Aiden se inclinó para susurrar en mi oído, ya había empezado a


contemplar si quería pasar tiempo con la enfermera de la escuela. No estaba feliz
por la forma en como olía su perfume. Preferiría firmar y salir, pero quería una
segunda opinión sobre mi estómago. Era muy inusual que yo me sintiera de esta
manera.

—¿Estás bien? —preguntó Christian, claramente decepcionado por mi abrupta


partida.

Simplemente asentí.

—Fue lindo conocerte —le dijo Chloe en voz alta a Aiden.

—Ah sí… a ti también. —Sabía por su pausa que había olvidado el nombre de la
chica. Me hizo sentir un poco mejor. Después de un segundo, Chloe me miró y
levantó la mano en un saludo sarcástico.

—Que te sientas mejor, presi.

—Zorra —dijo Leona con una tos falsa.

Si no estuviera a punto de vomitar, habría regañado a Leona por su lenguaje, pero


en el momento, sólo estaba feliz de que lo hubiera notado. El código Smitten
Kitten era una cosa, pero que la chica nueva fuera maleducada todo el tiempo era
otra. Christian vio mi malestar. Gesticuló un “Lo siento” antes de que Aiden me
alejara.

Bajé la mirada y sentí un brazo fuerte a mí alrededor mientras lo abrazaba. Movió


su fría mano para sentir mi frente, y abrió los ojos.

—Dios Tess, estás ardiendo.

Lo miré, sintiéndome desfallecer. Algo estaba mal aquí. Mis sentidos de Kitten
estaban alertas. Y necesitaba descubrir por qué.

50
Tenía una fiebre de treinta y nueve grados. ¿En serio? No había tenido fiebre en
años. Esto sería tonto si no estuviera tan incómoda. Me hundí en el sillón de mi
sala de estar, moviendo mis pies sobre los almohadones.

—¿Vas a volver a vomitar? —preguntó Aiden, alejándose. Su labio superior tenía


una mueca de disgusto, aunque sabía que quería mostrarse cooperador.

—No, creo que ya terminé.

—Gracias a Dios —dijo bajo su aliento.

—No me molestes, estoy enferma.

—Lo siento. ¿Quieres que te haga un masaje en los pies? —Había un brillo
malvado en sus ojos mientras miraba mi cuerpo.

—¡Basta! —Pero me reí. Afortunadamente, el techo de madera había dejado de


temblar cuando vomité.

Pequeños favores.

—¿Qué? —Se inclinó y tomó mis pies, poniéndolos en su regazo.

—Aiden —gemí, reclinando mi cabeza en el brazo del sillón—. No puedo tontear


así. Estoy enferma.

Frotó mi talón, presionando firmemente en los lugares correctos.

—Es sólo que tu piel arde de caliente. Eso me excita.

Sonreí pero después hice una mueca. Mi cabeza me estaba matando.

—Lo lamento —dijo inclinándose para darle un beso rápido a los dedos de mis
pies antes de quitárselos de encima. Se paró y estiró los brazos sobre su cabeza,
dejándome ver su estómago.

Suspiré.

Aiden sonrió, y después se acercó a palpar mi cabeza.

—Mi pobre nena —murmuró inclinándose para besar mi frente tiernamente—.


¿Quieres algo antes de de que vaya a la práctica?

Quería un cuerpo sano, pero estaba segura que Aiden sólo ofrecería el suyo.

51
—No, gracias —dije con los ojos cerrados.

Pasó sus dedos suavemente por mi mejilla antes de tomar las llaves de su auto de
la mesa de café.

Escuché cuando se iba a través de la cocina por la puerta principal. Después de que
se cerró la puerta, me quedé acostada sólo con el zumbido del refrigerador como
compañía. Lamentando no haberle pedido una aspirina, dejé que la migraña
pulsara hasta que me dormí.

—¿Tess?

Mis párpados temblaron. Mi madre estaba sobre mí, con el cabello castaño
cayéndole a los costados de la cara. Sus labios estaban apretados mientras
apoyaba su fría mano en mi frente.

—Querida, tienes fiebre. —Las marcas alrededor de sus ojos se profundizaron


mientras fruncía el ceño.

—Estoy enferma. ¿Dónde estabas?

—Acabo de volver de arreglar el club para esta noche. Papá me trajo, por lo que
aún tiene el auto, pero puedo conducir el tuyo si quieres ir al hospital.

—No, mamá, creo que sólo quiero irme a la cama.

Tenía el rostro preocupado. Era raro que estuviera tan embotada. Me levantó y
sostuvo mi brazo mientras me guiaba a través de la casa a mi cuarto. Me acosté en
mi cama, con el uniforme y todo, y me acurruqué. Una vez que estuve cómoda, mi
madre volvió con un vaso con agua y un Tylenol.

Pronto, me volví a dormir.

Varias veces sonó mi celular, pero nunca me moví. Mi madre me chequeó una
última vez antes de irse al show, pero mi fiebre no bajó. Después de saludarla
medio muerta, finalmente me dejó sola a sufrir en paz.

Me moví y desperté toda la noche, soñando con Aiden y luego con Chloe y sus
faldas cortas. Incluso tuve una incómoda pesadilla íntima sobre estar atrapada en

52
el cuarto de computadoras con Christian. Tenía la frente cubierta de sudor cuando
desperté.

Mi cuerpo temblaba. Miré alrededor de mi cuarto oscuro, intentando ordenarme.


Me tomó un minuto reconocer mi armario, su puerta a medio abrir, y mi colección
de pompones colgante.

El reloj de mi mesita decía que era casi medianoche. Demasiado tarde para llamar
a Aiden. Aunque intentaba relajarme, no podía evitar preguntarme qué había con
la hermana de Christian que me incomodaba tanto. Ciertamente no era la primera
que miraba a Aiden. Quiero decir, el chico llamaba la atención en todas partes. No.
Lo que me molestaba era cómo se había despedido. Como si yo no importara.
Como si no le importara a Aiden.

Maldita sea. Volví a mirar mi teléfono. Lo tomé y miré las llamadas perdidas. Kira,
Leona, Izzie, mi mamá —nada de Aiden. Fruncí la nariz.

Marqué su número, y mientras sonaba, me mordí el labio. Por favor que no


responda su madre. Ella no…

—¿Hola?

¡Recórcholis! Su madre.

—Eh. Hola. ¿Se encuentra Aiden?

—¿Tessa? —Sonaba irritada.

—¿Cómo está? —Intenté sonar dulce, pero sabía que no importaba. Nunca le había
agradado, desde el primer día que Aiden me llevó a su casa en uniforme.

Chasqueó la lengua.

—Es tarde. Está durmiendo.

—Lo lamento. Estaba enferma, y perdí su llamada… —Me detuve. A ella no le


importaba—. No importa. Lamento haber llamado tan tarde.

—Buenas noches, Tessa —dijo abruptamente y colgó antes de que pudiera


despedirme. Mi pecho dolía mientras dejaba el teléfono en la mesa. No me
gustaba no agradar. Especialmente cuando sabía que no era merecido. Amaba a su
hijo. Amaba a Aiden más que a nada…

El teléfono sonó. Sonreí mientras me estiraba para levantarlo.

53
—Hola, amor —dije recostándome con el teléfono en la oreja.

—¿Tessa?

Mi estómago cayó, y me enderecé, mirando alrededor de mi cuarto. No era Aiden.


Pero era un chico.

—Eh, sí. ¿Quién habla?

—No quise llamar tan tarde.

—Lo siento, ¿quién habla? —Volví a mirar el reloj. ¡Era medianoche! Ninguna de
mis amigas jamás me llamaría tan tarde. Una Kitten necesitaba su sueño de belleza.

—Es Christian…

Oh, Dios.

—… de la clase de Historia.

Tragué fuertemente. ¡Santas tostadas de canela! ¿Por qué me llamaba? ¿Primero


está en mis sueños y ahora en mi teléfono?

—¿Cómo conseguiste mi número? —Eso sonó algo grosero. Me sentí culpable al


instante.

—Fui a la oficina administrativa, y les dije que necesitaba alcanzarte tu tarea, por lo
que me lo dieron. Espero que no estés enojada —dijo—. Sólo quería asegurarme
de que estabas bien.

Sonaba avergonzado. ¡Y debería estarlo! Los chicos nuevos no tenían permiso para
averiguar mi número y usarlo, ¡sin siquiera preguntarme!

—Realmente no hacía falta que llamaras —dije cerrando mis ojos e intentando
mantener un tono calmado. Ser irritable no era propio de una Smitten Kitten.

—También quería preguntarte por tus notas —dijo.

Mi pulso se calmó. Claro, era medianoche y era un momento raro para estudiar,
pero si era algo de la escuela, podría perdonarse.

—Sí, ¿qué ocurre? —pregunté.

—Eran geniales. Gracias por dejarme usarlas.

—De nada. —Aw. Eso era realmente dulce. Aprecio a la gente educada.

54
—Estaba pensando en pasar y devolvértelas en persona.

¡Súper sorpresa! ¿Qué está pensando?

—Es…muy tarde. —Arrojé mis piernas por el borde de la cama y me puse de pie,
confundida y preguntándome qué me había perdido. ¿Por qué en el mundo
pensaba que vendría a mi casa en cualquier momento, y mucho menos a mitad de
la noche? La tensión de mi cuello subió a mi cara y se estancó en mis ojos.

—Claro. Tienes razón. Lo lamento, que idea estúpida. Te veré en la escuela mañana.

Controlé mi temperamento, calmándome.

—Creo que es mejor. Además, dudo que tus padres aprecien que salgas tan tarde.
—La madre de Aiden siempre odiaba eso.

—Sí, dudo que mi padre note siquiera que me vaya —murmuró.

—Oh —No sabía que decir. Sonaba trágico—. ¿Bueno, quizás tu mamá…?

—No —dijo bruscamente—. Padres divorciados. Ahora vivo con papá. Por eso nos
mudamos.

De repente me sentí terrible por haber sido tan ruda. ¡Divorciados! Eso era algo
que podía entender.

—Lamento mucho oír eso. Si quieres hablar de ello…

—No, realmente —me cortó—. Te dejaré descansar. Buenas noches Tessa. Espero
que te sientas mejor.

—Grac…

Colgó. Al principio no me moví, pero luego volví a mi cama y dejé el teléfono en la


mesita. Lo miré.

Estaba medio decidida a llamarlo y preguntarle por sus padres. Quizás decirle de
los míos y por qué lo entendía.

Me mordí el labio y puse mis manos bajo mis mejillas mientras me recostaba.
Aunque no era mi culpa que Christian hubiera llamado, me sentía culpable por
hablar con otro chico. Quizás era la SOS en mí. El sentido del bien y el mal. O
quizás realmente estaba decepcionada de que Aiden no llamó.

55
Sonó otra alarma en mi cabeza. Me llevé las sábanas a la barbilla y traté de pensar.
El divorcio explicaba mucho… como el aspecto amenazador de Chloe, por ejemplo.

Y realmente no debería estar enojada por lo del cuaderno. Claro, era presuntuoso
de su parte pensar que podía simplemente llamar, pero quizás era su mal intento
de flirteo. No podía culparlo por ello. No todos sabían ya cómo coquetear con una
chica correctamente.

Cerré los ojos. Aiden había sido bastante ligero al ganarme. Estábamos en la
Asamblea Escolar mi primer año, y tuvo que dar un discurso sobre reciclaje. En su
lugar, se paró en el escenario frente a todo Washington High, sacó un panfleto, y
listó: “Las Razones por las que Tessa Crimson Debería Salir Conmigo”.

Aiden era mi chico. Era mi novio hermoso, perfecto, y cubierto con crema.

56
SOS
ORDEN DE SUSPENSIÓN
Traducido por Paovalera
Corregido por Mlle_Janusa

CASO: 044

CLIENTE: Becky Roth

SUJETO: Corey Panchilla

Estimada Srta. Roth:

Por petición suya, SOS suspenderá el trámite de investigación sobre Corey


Panchilla. Esta es una renuncia oficial al caso.

Sin embargo, estamos complacidas de que sienta que el Sr. Panchilla “nunca haría
algo así”, le recomendamos no comprometerse con prácticas poco seguras que
podrían amenazar su bienestar.

También es nuestro deber informarle que el Sr. Panchilla no podrá ser investigado
en una segunda oportunidad por motivo de las leyes de doble incriminación.

Confiamos en que este reporte se mantendrá confidencial debido a que alguna de


la información contenida podría comprometer nuestro estado de altamente
secreto.

SOS le desea a usted y al Sr. Panchilla felicidad y esperamos que nuestros servicios
no sean requeridos en ninguna de sus futuras relaciones. Tenga un buen día.

Siga sonriendo,

SOS

Textos: 555-0101

Desenmascarando Infieles Desde Hace más de Dos Años.

57
Capítulo 5
Traducido por carmen170796
Corregido por Mlle_Janusa

— Uh… —gemí desde mi cama, mi estómago torciéndose en nudos.

—Nena —dijo Aiden, de pie al borde de mi cama y con las manos apoyadas en el
marco de hierro forjado—, no puedes ir a la escuela así.

—No me puedo volver a perder la práctica —mascullé, poniendo la almohada


sobre mi cabeza para bloquear la luz del sol que entraba por mi ventana—. Y sino
voy a la escuela, no podre aparecer en el gimnasio a la tres treinta. —Deseaba que
Aiden no hubiera levantado las persianas. Mis muebles bien desempolvados eran
altamente reflectantes y mi cuarto estaba lleno de prismas. Me estaban mareando.

Mi intestino dio un giro brusco.

—¡Dios, caramba! —me senté, aturdida y con náuseas—. Voy a vomitar de nuevo.

Aiden se acercó, sosteniendo mi codo para ayudarme a salir de la cama.

—Tratemos de llegar al baño esta vez —dijo. Había llegado hasta el pasillo veinte
minutos antes. Mis padres se estaban preparando para un gran espectáculo en
Seattle y no volverían hasta el lunes, por lo que Aiden tenía que hacerse cargo de
mi desastre. Apuesto que cuando se presentó para el desayuno, no esperaba
encontrarme en esta condición. De hecho, no creo que Aiden me haya visto
enferma alguna vez, y mucho menos limpiando mí vomito.

—Lo siento —dije mientras me inclinaba sobre el retrete. Miré atrás para observar
a Aiden sentado sobre el borde de la bañera, sus codos descansando sobre las
rodillas de su largo short de nylon.

—Estas enferma, Tess. No hay nada que lamentar. —Me sentí un poco mejor.

Moviéndome a través del piso azul, me deslicé contra la pared y lo miré. Me


devolvió la mirada y sonrió suavemente, pero algo me estaba molestando.

58
—¿Por qué no me llamaste anoche? —pregunté. Mis parpados se sentían pesados
y mis dedos estaban temblando, pero mi intestino ya no estaba retorcido. Esa era
una enorme mejora.

Aiden frunció el ceño.

—¿Anoche?

Tragué, sintiendo mi garganta quemar, y apoyé mi cabeza contra la fría pared

—Sí. Estaba enferma y te llamé, pero no me devolviste la llamada.

—No sabía que llamaste.

Aiden se levantó y acercó, agachándose en el piso delante de mí. Estiró la mano


para frotar mi muslo.

—Lo lamento, cariño —dijo en voz baja—. Supuse que estabas durmiendo.

Observe sus ojos. Parecían honestos, preocupados. Tuve que recordarme que no
estaba en el modo SOS. No debía estar buscando signos de culpabilidad, como
bocas torcidas u ojos vueltos hacia arriba.

Exhalé y luego me puse de rodillas, intentando ponerme de pie.

—¿Me ayudas a vestirme?

—Tess, no te voy a llevar a la escuela. Voy a llamar a tu mamá.

—¡No lo hagas! Ellos probablemente están durmiendo en el hotel. —Aiden tomo


mi mano, ayudándome a ponerme de pie. Luego puso su brazo alrededor de mi
cintura y me condujo de vuelta a mi cuarto.

—Está bien, no la llamaré pero tienes que meterte en la cama. Ahora.

—No. —Me volví, poniendo mis manos en su pecho, mientras trataba de abrirme
paso hacia mi closet.

Aiden se echo a reír, cogiendo mis muñecas

—Para de ser tan jodidamente terca, Tess.

Le lancé una mirada.

Él puso los ojos en blanco.

—No seas tan condenadamente terca.

59
—Mejor. —Y sabía que él tenía razón. En este punto no había manera de que
pudiera funcionar en un ambiente académico. Necesitaba un día en cama. Sopa de
pollo. Posiblemente un masaje de pies.

—¿Vas a venir después de la escuela? —pregunté. Aiden sonrió.

—Nena —susurró, envolviéndome en sus brazos y enterrando su cabeza en mi


cabello—. No voy a ir sin ti. Imagine que podía quedarme aquí y cuidarte.

Besó suavemente mi oído, lanzando un bajo gruñido.

Se sentía bien. Aun cuando había estado vomitando toda la mañana, Aiden aun
podía hacerme sentir bella.

—Necesitas ir a clases. —Pero puse mis manos bajo su camisa, contra su piel
caliente, abrazándolo.

Acurrucarse con Aiden sonaba como la mejor medicina. Pero no podíamos. Apenas
estaba pasando Artes y Letras, tal como estaba.

—Vuelve a las tres.

—Por supuesto que voy a volver —murmuró, gentilmente mordisqueando mi


cuello—. Y más te vale ya no estar enferma. Tengo planes para este fin de semana.

Sonreí, apretándolo un poco más fuerte.

—¿Oh, sí? ¿Qué hay de tu mamá? —Incliné la cabeza para darle un mejor acceso a
mi piel.

—No importa. —Besó mi clavícula.

—No te dejara dormir aquí.

—Es por eso que piensa que Darren y yo vamos a ir a acampar —dijo, burlándose
de mi tono.

Me reí.

—Me encanta acampar. —Lo habría besado en ese momento, pero… acababa de
vomitar. En lugar de eso, me eche para atrás y levante la mirada hacia sus ojos
verdes—. Te amo —dije.

Guiñó.

60
—Ya lo sé, cariño. —Aiden palmeó mi trasero antes de dejarme ir y retirar mis
sábanas.

Me metí en el colchón, acurrucándome mientras él me cubría. Se inclinó y besó mi


frente.

—Cuida de ese cuerpo por mí —dijo, sonriendo.

—Puedes cuidar de el cuando vuelvas.

Se enderezó y caminó hacia la puerta.

—Oh, lo hare —dijo sobre su hombro—. No te preocupes por eso.

Observé como se iba y cuando escuché su automóvil arrancar, preocuparme fue


exactamente lo que intenté no hacer.

Kira me llamó al mediodía. SOS había obtenido pruebas fotográficas de Selena y


Paul. Los dos se habían estado encontrando secretamente en el cuarto de
almacenamiento de la cafetería.

De hecho, ellos se habían estado acostando ahí. ¡Donde nuestra comida era
almacenada! Eso sí era de mal gusto. Y completamente antihigiénico.

Encima de eso, habíamos suspendido la investigación a Corey Panchilla a pesar de


que la operación de vigilancia ya había sido planeada. Algunas veces, nuestros
clientes se echaban para atrás. No los culpaba por eso, pero hacia nuestro trabajo
un poco más duro. Especialmente cuando Leona ya había puesto micrófonos en su
casa. Además, habíamos conseguido un nuevo trabajo. Era bueno el que le haya
dejado a Kira tener el teléfono de la Sociedad de las Smitten Kittens ayer. No
estaba en condiciones para organizar una misión. Ella prometió reunirse con las
chicas después de la práctica y darles la información.

Kira realmente estaba mejorando. El año pasado, era una lata. Totalmente loca por
los chicos. Más o menos fácil. Pero la deje unirse a la brigada porque pude ver su
potencial. Ese era mi talento: ver lo bueno en las personas.

Y después de unos meses, ella era una completa Smitten Kitten.

Amable. Dulce. Genial en las volteretas.

Ahora, si sólo pudiera encontrarle un buen chico. Había pensado que Darren lo era.
Era atractivo, talentoso y amigo de Aiden, quien incluso había ayudado a juntarlos.

61
Pero Darren la engañó, y no pude entender por qué. Kira era rubia natural ¿Quién
le era infiel a una rubia natural?

Me recordaba a mí; aun no entendía cómo Aiden no había sabido de las


actividades extracurriculares de Darren. Yo sabía todo acerca de mi equipo.

De hecho, ¡incluso sabía que Izzie estaba menstruando esta semana!

Una rápida sospecha me inundó, pero la alejé. Sólo porque Aiden lo había visto
hablando con Charlie Meyers, no significaba que sabía que ellos estaban pasando
el rato juntos. No. Aiden nunca me escondería algo así. SOS me estaba volviendo
muy desconfiada y realmente estaba colapsando mis nervios.

Para cuando Aiden llegó, me sentía mejor.

No un cien por ciento, pero fácilmente un noventa y cinco. Apreció eso.


Prácticamente me atacó al minuto en que entró. Era tan lindo cuando tenía que
estar lejos de mí.

—Estoy extrañando el uniforme justo ahora —dijo mientras me mirada en la puerta


principal.

Me reí, jalándolo por la camiseta dentro de la casa

—No voy a practicar, ¿recuerdas?

—Si —dijo, acercándose para abrazarme fuerte.

—Pero me gusta mirar tus piernas.

—Necesitas calmarte, Wildcat.

Sonrió, después retrocedió.

—Lo siento, bebe. Tienes razón. Me comportaré. —Se irguió, pareciendo muy
controlado. Y extremadamente sexy.

—Bien —dije—. Me gusta cuando te comportas.

Mordió su labio, mirando mis ojos antes de estirarse para tomar mi mano.

—No, no lo haces Tess. No lo haces.

Mi estómago revoloteó. Tenía razón.

62
SOS
RECIBO DE DONACIÓN
Traducido por Paaau
Corregido por Mlle_Janusa

Querida Cathy Hazard:

Muchas gracias por su donación. SOS es una organización sin fines de lucro y sus
donaciones ayudarán, a otras, con las necesidades en sus relaciones, al darnos el
financiamiento para el equipo de vigilancia más reciente.

Estamos especialmente agradecidas por incluir fotografías de usted y de su novio


en la nueva universidad. Realmente enternece nuestros corazones ver a nuestras
clientes felices.

Una vez más, gracias por su generosidad y le deseamos toda la felicidad del
mundo. Tenga un buen día.

Siga sonriendo,

SOS

Textos: 555-0101

Desenmascarando Infieles Desde Hace Más de Dos Años.

63
Capítulo 6
Traducido por kathesweet, LizC y Lorenaa
Corregido por Mlle_Janusa

M
is pompones crujían adorablemente sobre mi cola de caballo con cintas,
mientras la multitud se calmaba. El gimnasio estaba lleno y el olor a
transpiración colgaba espeso en el aire. Los Wildcats estaban ganando en
el medio tiempo. Guardaba un lanzamiento especial para momentos como estos,
mayormente porque a estas alturas de la temporada, el equipo raramente había
ganado.

—¡Tenemos el espíritu! —grité, retrocediendo y dando un paso sobre el muslo de


Kira mientras subía la longitud de su cuerpo—. ¡Tenemos el alma! —Izzie empujó
mi codo mientras me movía de un hombro al siguiente, ahora tres porristas en alto.

—¡Vamos a vencer a los Beavers! —Leona me alzó para que mi pie encajara en su
palma, mientras sostenía mi otra zapatilla cerca a mi cara. El público estaba
asombrado—. ¿Cuál es nuestra meta?

—¡Los Playoffs! —gritó la multitud.

Hora del espectáculo. Tomé una respiración profunda y con un impulso de la


escuadra, giré en el aire, sacudiendo mis pompones antes de cruzar mis brazos
sobre mi pecho y aterrizar en el tejido de brazos.

Uf. Eso fue ímpetu. Estaba un poco temblorosa mientras me ponían de pie. El
gimnasio entero estaba a sus pies. Leona había instalado el letrero que mis padres
habían hecho, antes de irse, cerca de la mesa del anotador. Decía: “¡Los Wildcats
son Geeeniales!”, en pintura de hojaldre marrón y gris. Eran tan dedicados.

Mis zapatillas chirriaron mientras cruzábamos el piso de madera de vuelta a las


líneas laterales justo mientras el timbre sonaba. Nos desplomamos sobre el suelo
con las piernas cruzadas y los jugadores trotaron en frente de los vestidores. Aiden
me guiñó el ojo mientras pasaba corriendo y sentí pequeñas mariposas. Lo
adoraba después de un juego. Todo sudoroso y jadeante. Mi cuerpo hormigueó.
No podía esperar a salir de aquí.

—Psst.

64
Me senté un poco más derecha sobre mi trasero.

—Oye, Tessa —dijo alguien detrás de mí. Me giré. Era Christian, sólo unas filas
arriba, vistiendo una camiseta marrón de los Wildcats. Su hermana estaba a su lado
en un top de tubo negro, observándome con una expresión aburrida. Traté de
sonreír cortésmente.

—Hola —dije, insegura de qué otra clase de saludo era apropiado.

—Estuviste genial allí —dijo Christian—. Fue… sorprendente. Estoy impresionado.

Oh, ahora eso fue demasiado dulce.

—Vaya, gracias, Christian. Eres muy amable al decirlo. ¿No estuvo Kira genial
también? —Su atención estaba en la Kitten equivocada.

—Uh… sí —dijo—. Bien.

Incómoda con su cumplido, aparentemente estaba reacio a Kira, le lancé una


mirada a Chloe. Ella me dio un pulgar arriba, pero no sonrió. De hecho, creo que
estaba burlándose de mí. Me giré.

Me ponían inquieta. Muy inquieta.

—Él dijo que estuve bien —chilló Kira en voz baja desde el suelo, a mi lado, con un
pompón crujiendo en su regazo.

Asentí, tratando de estar entusiasmada.

—Lo hizo. Ustedes dos son tan batido de fresa.

Se encogió de hombros.

—Bueno, creo que podría tener un pequeño enamoramiento por ti… —Se estiró
para girar uno de sus risos mientras miraba hacia su regazo. Luego me miró de
soslayo y sonrió—. Pero no es como si tuviera una oportunidad contigo cuando
Aiden está alrededor. Y ese chico seguro no va a ir a ninguna parte.

—Nop —dije, mirando a la cancha donde Aiden estaba parado al margen,


hablando con el entrenador Taylor—. Mi novio es totalmente Elmer’s glue5.

5
Elmer’s glue: Tipo de pegamento.

65
—Definitivamente. —Me guiñó y luego se giró para mirar donde Christian estaba
sentado y lo saludó. No vi si respondió, pero por el pequeño aplauso y risita de
Kira, asumo que lo hizo.

Sin embargo, no sentí que Christian hubiera estado ni de cerca lo suficientemente


entusiasmado por las porras de Kira. Iba a tener que usar tácticas SOS para
averiguar sus intenciones. Y luego, averiguar cómo poner a Kira en su baraja.

—¡Cariño! —gritó mi madre desde la puerta del frente, el domingo en la noche.

¡Sí! Estaban en casa. Dejé mi libro de cálculo abierto sobre mi cama y salí de mi
cuarto hacia la cocina, brillantemente iluminada, feliz de que mis padres
regresaran.

—Hola —dije, besándola en la mejilla y estirándome para tomar el equipaje de su


hombro—. ¿Dónde está papá?

—Oh, está trayendo las maletas. —Alisó mi cabello hacia mi coleta—. ¿Estás aquí
sola? —Miró más allá de mí, hacia la sala, mientras dejaba las llaves sobre el
mostrador de granito.

—Sip.

—¿Sin Aiden? —Frunció el ceño.

—Se fue temprano. Cosas del baloncesto.

—Oh, maldición. —Chasqueó sus dedos—. Le trajimos algunos regalos de Seattle.


Vimos un juego de baloncesto y le compramos una camiseta.

Sonreí. Mis padres eran tan buenos con él.

—Estará de vuelta para la cena —dije—. No creí que estuvieran de vuelta hasta el
lunes en la mañana. —Aunque a Aiden de verdad le gustaban mis padres,
ciertamente estaría decepcionado de no poder terminar lo que empezamos esta
mañana. Oh, bueno. Teníamos el resto de nuestras vidas para amarnos.

—Allí está mi niña —dijo mi padre, mientras entraba por la puerta, arrastrando dos
enormes maletas detrás de él, sus gafas húmedas con rocíos de lluvia.

66
—¡Papá! —Corrí y lo abracé.

—Tengo tus regalos —sonrió, quitándose sus gafas para secarlas sobre su camisa.

—Saben que no tienen que traerme algo cada vez que se van. Ya no tengo cinco
años. —Mi padre fingió un puchero mientras se ponía sus gafas de nuevo. Sacudí
mi cabeza hacia él.

Era difícil recordar los tiempos que no fueron así. Cuando estaba en secundaria,
mis padres se habían separado. De hecho, se divorciaron. Tragué saliva sólo de
pensarlo. Afortunadamente, lo arreglaron y se mudaron de nuevo juntos. Tenía los
mejores padres felizmente divorciados del mundo.

—Bien —dijo mi padre, levantando su barbilla—. Si no los quieres.

—No dije que no los quisiera. —Reí y tomé una de las maletas de él, llevándola
hacia la cocina, al lado de mi madre. Mi padre la besó en los labios mientras
pasamos.

—Vendimos el club, Tessa —dijo mi madre, caminando detrás de la losa del


mostrador para mirar a través de una pila de cartas—. Vendimos todo el lugar. Nos
registraron otra vez para el final del mes.

—Vaya. —Me recliné en la mesa de la cocina—. Las cosas están despegando,


verdaderamente. —Después de veinte años de tocar juntos, mis padres finalmente
habían empezado a ver el éxito que habían querido, no más lecciones privadas
para llegar a fin de mes.

Era genial saber que las cosas podían funcionar. En todo ese tiempo, sólo habían
dejado de tocar una vez. Cuando se divorciaron.

Moviéndome incómoda en la mesa, empecé a recoger el mantel de lino. Su


divorcio no era algo en lo que me gustara pensar. Era una de esas pocas cosas a las
que no podía verle el lado brillante.

Había estado en séptimo grado cuando sucedió. Hasta entonces, siempre había
creído que mis padres eran felices. Pero un día, papá se mudó. Fue horrible. La casa
se sentía tan vacía sin él aquí, sin los sonidos de su saxofón.

Mamá empezó a llorar mucho. Abandonó a sus estudiantes de música y pasaba


todo el tiempo escribiendo canciones de amor verdaderamente tristes. Algunas de
las cuales se han convertido ahora en sus colecciones más solicitadas.

67
Cuando empecé a dividir mi tiempo entre mi casa y el apartamento de mi papá en
el centro, descubrí que mis padres todavía tenían algo en común. Yo.

Así que traté de hacerlos sentir orgullosos y mantenerlos a los dos felices. Prediqué
con el ejemplo. Buenas calificaciones en mis exámenes, me uní a las porristas y lo
más importante, me volví optimista. Radiante.

Pareció funcionar. Ambos se involucraron verdaderamente en mi vida como


porrista, yendo a todos los juegos y eventos, y pronto, estuvieron sentados en las
gradas, compartiendo una caja de palomitas de maíz.

Tras un año de estar separados, mi papá se volvió a mudar. Y aun cuando


técnicamente nunca volvieron a casarse, eran felices. Todos lo éramos.

Mi papá se acercó y sacó la silla de madera a mi lado. Dejé caer mi mano en mi


regazo y levanté la mirada hacia él. Se quitó sus gafas para frotar sus ojos y luego
se las puso de nuevo.

Me sonrió.

—Oye, quizás tú y Aiden puedan venir con nosotros la próxima vez. Sé que a los
dos les gusta observarnos tocar. Podría ser lindo tener un viaje de fin de semana
juntos.

—Es una gran idea —dijo mi madre emocionada desde el fregadero. Caminó para
sacar una taza del gabinete blanco y llenarla con hielo del congelador—. ¡Seattle es
tan hermoso en la noche!

Asentí.

—Estoy segura que a Aiden le encantaría ir. Se divierte en esos espectáculos.

—Genial —dijo mi mamá, llenando su vaso con agua—. Le preguntaremos esta


noche.

Era genial cómo Aiden encajaba perfectamente con mi familia. Y sin embargo, aún
tenía la sospecha persistente de que me estaba perdiendo algo.

Eran las siete quince, la pasta estaba en la mesa y Aiden no había llegado. Mis
padres se sentaron pacientemente, esperando para comer. Las habitaciones olían a
pan de ajo, y mi padre estaba prácticamente salivando.

—¿Lo llamaste? —preguntó, alisando la servilleta sobre su regazo.

68
—Sí. Su mamá dijo que no estaba en casa. —Mi novio no tenía un móvil y
usualmente no lo necesitaba. Siempre estaba con él.

—Estoy segura que estará aquí pronto —me aseguró mi madre, palmeando mi
mano. Miró a mi padre—. Toma un poco de ensalada. —Empujó el tazón de
cerámica amarillo, rebosante de lechuga romana, en su dirección.

Mi padre arrugó su nariz y tomó un sorbo de té helado en su lugar.

El teléfono de la casa sonó, sorprendiéndome.

Salté, golpeando la mesa con mi muslo, casi derribando mi vaso. Pedí disculpas
antes de salir corriendo hacia el teléfono y arrancarlo del mostrador.

—¿Aiden? —pregunté, frotando mi pierna.

—Lo siento, nena. —Estaba respirando pesadamente—. Acabamos de terminar


algunos ejercicios y esas mierdas.

Chasqueé la lengua.

—Cosas —se corrigió.

—¿Qué pasó? Hemos estado esperando por ti. —Sonaba quejumbrosa, pero lo
echaba de menos.

—Lo sé. No puedo hacerlo, Tess. Algunos asuntos han surgido.

Mi ritmo cardíaco se aceleró.

—¿Asuntos?

—Sí. Sólo asuntos de baloncesto ¿Quieres que vaya después de eso? Podría
meterte en... —su voz se hizo baja y sexy, como si estuviera susurrando. Podía oír el
chirrido de las zapatillas sobre la madera en el fondo. Todavía estaba con el
equipo.

—Mis padres llegaron a casa —le dije sin darle importancia, porque sabía que
estaban escuchando.

—¿Ya? Mierda.

—Aiden.

—Genial.

69
Sonreí.

—Ve a jugar con tus amigos —le dije—. ¿Pero, me recoges en la escuela?

—Por supuesto, cariño. —Escuché el movimiento del teléfono—. Te extraño —


suspiró—. Tuve un fin de semana divertido.

Mi cuerpo se estremeció y me alegré de que mis padres estuvieran detrás de mí,


porque mi cara estaba en llamas.

—Yo también.

—Al igual que un montón de diversión —dijo Aiden.

—Lo sé.

—Te amo, Tess.

—También te amo.

Colgamos y respiré hondo antes de voltear. Mis padres, ambos, me veían, con
miradas interesadas en sus rostros.

—¿No viene Aiden? —preguntó mamá.

—Nop. Baloncesto.

—Bueno, eso está bien —dijo mi papá—. Tiene que practicar. Aiden tiene una
buena ética de trabajo.

Asentí con la cabeza, pero estaba deprimida cuando me dejé caer en mi silla de la
cocina.

—¿Me puedes pasar la ensalada? —le pregunté en voz baja.

Mi madre me miró pero no dijo nada.

En su lugar, puso un poco de verduras en mi plato mientras colocaba mi servilleta


en el regazo.

70
El lunes por la mañana, Kira me estaba esperando en el pasillo fuera de Historia. Se
veía emocionada. Empezó a saltar al momento en que aparecí a la vista.

—Tessa —gritó, saludándome con la mano. Era un poco tonto. Estaba sólo a unos
cuantos casilleros de distancia.

—¿Qué está pasando? —le pregunté, mirando a nuestros compañeros de estudios,


todos nos estaban mirando. Y no porque estuviéramos agitando nuestros
pompones, tampoco.

Ella puso su mano en mi codo y me llevó a la clase.

—Es el chico nuevo. Ha estado preguntándoles a todos acerca de las Smitten


Kittens. Revisando profundamente.

Mi estómago dio un salto mortal. La enfrenté. Ella estaba muy emocionada por la
noticia, pero no creo que se diera cuenta de lo malo que podría ser si Christian
excavaba, un poco, demasiado profundo.

—No te alistes demasiado, K. No queremos que lo sepa todo.

Inclinó la cabeza como si no entendiera y luego abrió sus grandes ojos azules.

—¡Ah, claro! Bueno, por lo que he oído —se acercó para susurrar—, es más acerca
de nuestras vidas de citas que nuestras vidas de espionaje.

—¿En serio? —Arrugué mi nariz. En cierto modo, eso me puso aún más
incómoda—. ¿Qué es lo que quiere saber?

—Estadísticas de citas, ex-novios, los horarios de clase… todo tipo de cosas —hizo
una pausa y se ajustó el amuleto de su collar—. Sobre todo de ti —dijo.

La miré, no muy segura de qué decir. Sabía que Kira estaba enamorada de
Christian, y yo estaba al cien por ciento detrás de su relación pronto-a-ser. Pero no
pude evitar que él hubiera preguntado por mí. Sin embargo, me sentía culpable.

—Lo siento —dije.

Kira me miró y negó con la cabeza.

—No hay problema, Tess. Es todo un cachorro. Sólo necesita ser entrenado. Al
igual que Aiden. —Sonrió, profundizando sus hoyuelos y luego me guiñó un ojo
antes de girar sobre sus talones y caminar por el salón de clases. Se dejó caer en
nuestra mesa, dejándome aún en pie en mis cholas, en parte atónita.

71
Había pensado que Christian entendía la situación. Yo estaba con Aiden, y
ciertamente no estaba disponible.

Ahora, Kira, estaba totalmente disponible. Y ansiosa.

Tal vez…

Alguien se aclaró la garganta detrás de mí. Parpadeé rápidamente y me volví. Oh,


mi…

—He traído tu cuaderno —dijo Christian, mirando a mis pies. Seguí sus ojos.
Esmalte de uñas rojo estaba untado a través de mis dedos de los pies. Me hizo
pensar sobre mi fin de semana con Aiden—. Y lamento mucho por haberte
llamado...

—Tess —susurró Kira desde nuestra mesa. Miré por encima y ella levantó el móvil y
lo agitó hacia mí.

¡Galletas de jengibre! Otra asignación. Ni siquiera había llegado al resumen de la


última. Parecía que venían sin parar últimamente. SOS era un trabajo de tiempo
completo.

Miré a Christian. Pobrecito, todavía estaba tratando de disculparse por conseguir


mi número de teléfono. Procedería suavemente.

—¿Disculpa, Christian? —dije en mi voz más dulce. No me gustaría que pensara


que era grosera—. Siento interrumpir, pero realmente tengo que sentarme y
ordenar mis cosas para la clase.

Sus ojos se abrieron.

—Por supuesto. Lo siento. —Hizo un gesto con las manos hacia adelante.

—No te preocupes —le dije—. Tal vez te veré en el almuerzo o algo así. —Hubo
una punzada en mi estómago. De repente, el ceño fruncido de su hermana
apareció en mi cabeza. Me preguntaba si era sólo porque estaba amargada por el
divorcio de sus padres y el cambio de escuelas. O, me mordí el interior de la
mejilla, tal vez era porque estaba interesada en Aiden. No sería la primera chica.

Afortunadamente, mi chico no se daba cuenta de cosas tontas como esas. Tragué


saliva.

—El almuerzo sería genial —dijo Christian, radiante y apartando un mechón de su


cabello detrás de la oreja.

72
Uh-oh. No estaba realmente invitándolo. Más vale que no haga más daño. Me di la
vuelta y me acerqué a mi mesa, sentándome en mi asiento. Tirando de mi bolso en
mi regazo, tomé mi libro de historia, mientras miraba por encima del hombro de
Kira hacia la pantalla del móvil. Espera.

Me volví. Christian estaba al final de nuestra mesa, sonriendo. Levanté mis cejas. Él
me devolvió la mirada durante un minuto.

—Cierto —dijo, levantando el dedo como si hubiera olvidado de decirme algo—.


Yo... —se rió de sí mismo y negó con la cabeza—. No importa. Las veo más tarde,
chicas.

Lo vi alejarse, sintiéndome un poco incómoda y luego miré de reojo a Kira.

Miraba hacia abajo, tamborileando sus uñas sobre la mesa.

—Dios mío —susurró ella, sacudiendo la cabeza—. Parece que tengo mucho
trabajo que hacer con ese.

Me reí cuando ella se dio la vuelta en su asiento para sonreír y saludar a Christian.
Kira era excelente en mantener una actitud positiva. A pesar de que Darren la había
engañado sólo unos días atrás, ya estaba recogiendo sus pedazos de vuelta y
siguiendo adelante. Era valiente, de verdad. Me quedé impresionada con su
tenacidad.

—Entonces, ¿cuándo fue la reunión sobre la última asignación? —pregunté cuando


se calmó.

—¡Mierda! Se me olvidó. —Palmeó con una mano la mesa.

—¡Kira, modales!

—Lo siento, Tess. Se me escapó.

No era como si yo fuera el alma más pura en la Tierra, pero había algo que decir
acerca de las costumbres antiguas. Y maldecir como un marinero era impropio de
una Smitten Kitten. Se suponía que íbamos a dar el ejemplo.

—¿Así que no hubo reunión? —pregunté. Debí haber venido a la escuela el viernes.
Las chicas de Washington High me necesitaban. SOS necesitaba un líder fuerte y,
últimamente, había estado flaqueando.

—Tuve una especie de distracción —dijo en tono de disculpa.

Exhalé.

73
—¿Con qué?

—Um... —Sus ojos vagaron por la habitación. El Sr. Powell se levantó, caminó hacia
el podio y abrió su libro de maestro de gran tamaño. Le arrebaté el teléfono de las
manos a Kira.

—No importa —susurré—. Hablaremos de ello más tarde. —Sonó la campana, y


rápidamente me desplacé hasta el mensaje SOS.

¡911! ¡Creo que mi novio, Marcus Billings, me está engañando! No lo


puedo atrapar y me han dicho que SOS es lo mejor. Si ese hijo de puta
está saliendo con alguien más, voy a estar tan cabreada porque
tuvimos relaciones sexuales por primera vez este fin de semana.
Gracias, Cassandra.

Me estremecí. A veces daban demasiada información. Le pasé el teléfono a Kira y la


dejé leer.

—Ew —dijo, mirándome con el labio curvado.

—Demasiada información.

—Lo sé.

El Sr. Powell se aclaró la garganta y nos dijo que abriéramos los libros en la página
noventa y seis. Kira se inclinó para susurrarme:

—Entonces, ¿cuándo quieres empezar esta asignación?

—No puedo esta noche —le dije—. Voy a ir a casa de Aiden para la cena. Su madre
lo exige. —Mi estómago dio un vuelco. Hacía esto cada pocos meses, sobre todo
para asustarme. Sin embargo, nunca funcionó. Tenía algunas garras muy afiladas
para una Kitten, y estaban firmemente plantadas en la parte trasera de su hijo.

—Lo siento por ti —dijo Kira, pretendiendo atragantarse. Era tan dulce.

—Pero este fin de semana —dije—. Hay que ponerse al día en estas asignaciones.
Estamos quedándonos atrás.

—Lo sé, Tess —se quejó—. Pero es que son muchas. Quiero decir, Darren me dijo
que parte de la razón por la que me engañó con Charlie era porque nunca estaba
con él.

—Espera —susurré con fuerza cuando le toqué el brazo—. ¿Cuándo hablaste con
Darren?

74
Oh, Kira.

Ella se mordió el labio

—La noche del Viernes.

—Asqueroso, K, ¿sexo de ruptura? Tú estas por encima de eso.

—Lo sé. —Sus hombros cayeron. Me dolía el corazón verla triste. Entonces le di un
rápido abrazo. Cuando me retiré, fruncí el ceño.

—¿Pero porqué con Darren cuando lo estas intentando con Christian?

Odiaría pensar en Kira volviendo a sus viejos hábitos.

¡Ella trabajó tan duro para restaurar su reputación!

Se encogió de hombros.

—Sólo pasó. Darren me envió un mensaje de texto, entonces le llamé… Dios Tess.
Me siento horrible.

—Está bien —dije apretando su mano—. Si alguna vez pasara algo con Aiden, yo
querría ir por él, también. Mi estómago se revolvió. Nunca antes había pensado
que algo podría sucedernos a Aiden y a mí. Enderecé mi postura y puse voz de
capitana—. Sólo ten cuidado K, eres más que un pedazo de trasero. Lema Smitten
Kitten.

Asintió. Realmente esperaba que ella se juntara con Christian, pero ahora no
estaba segura de que fuera tan buena idea. No cuando era obvio que ella seguía
deseando a Darren. Hum. Quizás debería de hablar con Aiden. Que viera cuáles
eran las intenciones de Darren. El teléfono SOS vibró otra vez. Mi boca se abrió y
Kira reconoció mi mirada.

—Otro más —susurró, sus hoyuelos se profundizaron por la preocupación—. No


respondas, estamos seriamente ocupadas aquí.

Kira se echó hacia atrás y se tocó el pecho, mirándome.

—Pero…. nunca ignoras un mensaje a propósito.

Tenía razón. ¿En que estaba pensando?

75
—Vale —susurré—. Míralo, luego programa una reunión SOS de emergencia para
esta noche. Nos encontraremos después de mi cena. —Eso sería si salía viva de
casa de Aiden— ¿Puedes escribir a las otras chicas y decírselo?

—Estoy en ello, Tess. —Sujetó su teléfono por debajo de la mesa, fuera de la vista
del señor Powell y empezó a mandar mensajes. Kira amaba cuando yo confiaba en
ella para las comunicaciones secretas. Incluso cuando arruinó la última sesión
informativa. Sigo creyendo en ella. Algún día quizás le deje liderar una práctica o
dos. Lo ha estado intentando tan duro.

Después de que devolvió el teléfono a su bolso, enrolló el chicle de su boca


alrededor de su dedo con la mirada perdida hacia delante. Fue fácil ver porque ella
siempre tenía la atención de todos los chicos del instituto Washington. Tenía una
fijación por lo oral.

Sentí un hormigueo en la parte trasera de mi cuello. Parpadeé rápido, me di la


vuelta. Christian se sentó derecho cuando mis ojos lo encontraron. Sonrió.

Intente sonreír cortésmente y volví a mirar al frente. Estaba haciéndome sentir


incómoda, pero no estaba segura porque. Sólo tenía la ligera sospecha de que
debía mantener la distancia con él.

¡Oh, puré de manzana! Tendría que empezar después de nuestra cita para comer.

Hamburguesas vegetarianas. Suspiré. A pesar de apreciar el intento de nuestra


escuela por promover la sociedad vegetariana, lo hubiera apreciado más si su
sabor fuera parecido remotamente al de la hamburguesa. Además eran servidas
con Tater Tots6. No estaba segura a que grupo alimentario pertenecían esos.

—Entonces, Tessa —Chloe preguntó a través de la mesa, metiéndose la tira de su


sujetador por debajo del tirante de su camiseta—. ¿Cuánto tiempo has sido
porrista?

Tenía la esperanza, cuando Christian se unió a nosotros, de que le pidiera a su


hermana que fuera a otra mesa, y lo hizo. Sólo ella que se negó. Y cogió el asiento

6
Tater Tots: consiste en una marca registrada de los hash browns, consiste en un fritura de patatas.
Los Tater Tots son conocidos por ser crujientes, de forma cilíndrica y de pequeño tamaño.

76
directamente enfrente de Aiden. Tenía mis ojos puestos en ella. Y no quería
contestar a su pregunta. No empecé a animar hasta séptimo grado, el mes que mi
padre se mudó. De hecho, yo maduré tarde. La mayor parte de las capitanas del
antiguo equipo habían animado desde el Pop Warner.

Kira habló por mí.

—Tessa nació con la falda. Tiene talento natural para liderar. Puro Sex Kitten. —
Chloe se atragantó con su leche.

Me erguí.

—Es Smitten…

—Mierda. —Chloe se echó a reír en su tono grave y bajo—. ¿Acabas de decir Sex
Kitten? —Apreté la mandíbula.

—Sí —dijo Aiden inclinándose hacía ella—, es una historia muy divertida. Todo el
mundo las llama así, porque hace unos años los Ducks vinieron al pueblo para
jugar contra nosotros y el conductor encontró al equipo irresistible, en especial a
Tessa. —Se giró hacía mí y me guiñó un ojo—. Así que ya que ellos animan para
los Wildcats, empezaron a llamarlas Sex Kitten. El tipo de nombre que se pega.

—Ew, ¿vino de mi viejo colegio? —Ella se rió y entonces miró en mi dirección—.


¿Sabes que ese nombre es totalmente ofensivo, verdad?

Mi mandíbula estaba empezando a doler.

—Sí —dijo Leona desde el final de la mesa—. Si yo hubiese estado aquí entonces,
les habría pateado las pelotas a esos Ducks.

—Inapropiado —susurré.

—Así esta la cosa —Aiden rió y se giró hacia Chloe—. Tessa decía que sino dejaba
que eso le molestara, le quitaba el poder a los Ducks. Eso fue de Oprah. ¿Verdad,
nena?

Yo asentí.

—Así, tomó su autoridad. No sé si alguna vez has visto alguno de sus partidos,
pero cuando los Ducks están aquí, son puro entretenimiento. Tan pronto como las
chicas se levantan en la línea, su coreografía inicial tiene a todos complementos
erectos.

77
—Aiden —dije, dándole en la pierna. No había necesidad de hablar así.
Especialmente en público. Vestido.

—Lo siento, Tess. Sólo creo que es gracioso cuando algún chico piensa que tiene
una oportunidad contigo. —Sonrió con picardía.

Christian tosió y se removió en el asiento próximo a mí.

Mi cara ardió. ¿Estaba Aiden actuando posesivamente? Nunca antes le había


escuchado decir algo así.

—No te enfades —susurró, mirando por encima de mí—. Seré un buen chico —se
lamió los labios, tentándome.

Desafiándome a que me enfadara con él. Imposible.

—¿Y durante cuanto tiempo han estado juntos, tortolitos? —preguntó Chloe,
sonando molesta. Mis ojos se movieron hacia ella. No me gustó su tono.

—Dos años —dijo Aiden, inclinándose para besar mí brazo y mirarme


diabólicamente. Pude verle las manos sobre sus muslos avanzando poco a poco
hacia mí. Era tan travieso.

—Para —articulé hacia él.

Hizo una mueca, arrugando su nariz. Entonces se detuvo, me besó en la mejilla y


volvió a su hamburguesa vegetariana.

—Eso es mucho tiempo saliendo —dijo Chloe mirando hacia abajo y picoteando su
bandeja de comida—. Deben estar enfermos el uno del otro. —Levantó la vista
hacia mi novio. Y sonrío.

Jadeé. Kira dejó caer su tenedor.

—¿Chloe? —dijo—, eso no es algo agradable para decir. ¿Estas insultando a Tessa?
—Por fin. La voz de la razón. Y pertenecía a Kira. Imagínate.

Chloe miró alrededor inocentemente, tocándose dramáticamente su garganta.

—Dios no. Nunca jodería a una Sex Kitten. Obviamente son arrogantes, chicas.

Vale. Mi corazón estaba corriendo. Yo no peleo, yo no juro pero levantaría la voz si


tenía que hacerlo.

—Adiós, Chloe —dijo Christian con fuerza.

78
No lo miré. Tenía la mirada de marrón de su hermana bloqueando la mía. Estaba
en lo cierto en una cosa. Nadie molesta a una Smitten Kitten.

—Como sea —dijo levantándose y empujando su bandeja hacia el centro de la


mesa.

Su actitud necesita un reajuste seriamente. De hecho, toda su personalidad


necesitaba un cambio de imagen.

Estrechó los ojos hacia mí.

—Nos vemos por aquí, presi.

Mis labios se curvaron por una fracción de segundo pero los contuve. No quería
que nadie se enterara de que me había llegado. Moví mis pestañas y sonreí.

—Ten un buen día.

Chloe se estremeció como si hubiera sido abofeteada. Toma eso.

Pensó que podía romperme. Ni hablar. Soy una galletita más dura de lo que
aparento. Necesitaría mucho más que palabras crudas para que me rebajara a su
nivel.

—Adiós Aiden —dijo dulcemente, llegando a tocar su brazo cuando paso por su
lado.

Mi. Sangre. Hirvió.

Deje caer la cabeza tomando un profundo respiro antes de volver a mirar a la


mesa. Nadie vio mi perdida temporal de frescura. Pero cuando lancé una mirada de
lado hacia mi novio, estaba frotándose el brazo. El sitio donde ella le había tocado.
Cuál era esta sensación que no podía identificar. ¡Cap´n Crunch!7 ¿Eran dudas?

Sentí una mano en mi espalda. Me giré.

—Lo siento, de verdad —dijo Christian en voz baja, en cuclillas detrás de mí—. Mi
hermana puede ser una verdadera perra…

Rodé mis ojos. ¡Vaya con estos provocadores!

—Mocosa —dijo despacio—. Ella es una verdadera mocosa a veces. Hablaré con
ella. Haré que se disculpe.

7
Cap’n Crunch: Es una línea de productos de dulce de maíz y avena, cereales para el desayuno.

79
—Gracias, Christian —dije cordialmente, sin ignorar que sus dedos estaban
masajeando mis vértebras. Mire nerviosa hacia Aiden pero estaba mirando abajo
hacia la mesa, seguía frotándose el bíceps. Tragué saliva y enderecé mi espalda,
esperando a que Christian me soltara.

—Vamos —dijo Aiden a toda la mesa justo cuando la campana sonó. Se levantó y
fijó la mirada en Christian y en mí antes de que la campana parara. No parecía
celoso. Se veía bien. Parpadee rápidamente. Tal vez debería estar un poco celoso.

—Es agradable verte de nuevo, Chris —dijo Aiden cogiendo mi mochila del suelo
de la cafetería. Me paré dejando que la mano de Christian cayera de mi cuerpo. Mis
dedos temblaban por el altercado con Chloe junto con la necesidad de Christian
por tocarme, este había sido un almuerzo muy extraño.

—Sí, a ti también —dijo Christian mirando a mi novio. Deslicé mi mano dentro de


la de Aiden y atravesamos las mesas en nuestro camino hacia el pasillo—. Por
cierto es Christian —llamó Christian detrás de nosotros.

—Correcto, lo siento —respondió Aiden sin girarse.

Sonreí. A lo mejor sí estaba celoso. Sujete su mano un poco más fuerte.

80
SOS
INTENTO DE INVESTIGACIÓN
Traducido por Paaau
Corregido por Mlle_Janusa

CASO: 045.

CLIENTE: Mandy Morgan.

SUJETO: Travis Murray.

Esta es el comunicado de SOS del intento de investigación a Travis Murray. La


cliente ha acusado al Sr. Murray de “salir con su ex.” No está claro si el sujeto había
terminado su relación anterior o “regresó por unos segundos.” La investigación
comenzará en 48 horas.

Si desea cancelar esta investigación, por favor envíe un mensaje de detención al


555-0101. La detención de órdenes debe ser realizada dentro de las 24 horas luego
del envío de esta notificación.

Confiamos en que este aviso permanecerá confidencial, ya que parte del contenido
puede comprometer nuestro estatus súper secreto.

Gracias por pensar en SOS y realmente esperamos que nuestra investigación


culmine con resultados positivos. Que tenga un buen día.

Siga sonriendo,

SOS

Textos: 555-0101

Desenmascarando Infieles Desde Hace Más de Dos Años.

81
Capítulo 7
Traducido por Zeth
Corregido por maggih

D
ebí haber disfrutado ir a la casa de Aiden. Era bastante bonita. Una vieja
artesanía en madera intrincada y alfombras orientales, llena hasta en las
vigas de hermosos muebles de todo el mundo. También estaba, sin
embargo, llena del desdén de su madre hacia mí.

—¿Cómo te va con las animadoras? —preguntó ella. Sus ojos verdes arrugados en
las esquinas, estaban perforando en mi rostro.

—Muy bien gracias por preguntar. —Le sonreí y luego miré a través de la mesa a
Aiden. Él la estaba evitando, enrollando la pasta con su tenedor. Desearía también
poder evitar la conversación.

—Eso es genial —dijo ella. Sonó forzado. Me odiaba—. ¿Y tus notas? —preguntó.

—Tessa está en la lista de honor de nuevo —dijo Aiden. Aww. Amaba cuando
estaba orgulloso de mí. Lo miré con cariño.

Su madre no parecía apreciativa.

—Bueno —dijo ella, chupando sus dientes—. Quizás si ustedes dos no pasaran
tanto tiempo juntos, estarías en la lista de honor, Aiden.

Hubo un siseo en mi garganta, pero me obligué a bajarlo con un sorbo de agua.


Aiden no necesitaba estar en la lista de honor. Era un gran atleta y un total
encanto. Estudiar simplemente no era lo suyo. Ella no adoraba su adorabilidad
tanto como yo lo hacia.

—Tessa —dijo su madre severamente desde la cabecera de la mesa—. ¿Están tus


padres interesados en la cantidad de tiempo que ustedes dos pasan juntos? ¿Y las
altas horas de la noche? —Era la última parte la que no le gustaba. Sus ojos se
entrecerraron hacia los míos.

—Uh, no en realidad —dije honestamente—. Mis padres adoran a Aiden y confían


en él.

82
La señora Wilder bajó su tenedor con un ruido metálico y dio un respiro profundo.
Aquí venia.

—Mira Tessa —dijo con falsa dulzura—. Pienso que eres una muy buena chica, en
serio. Pero simplemente creo que no es saludable para dos jóvenes estar juntos
tanto como tú y mi hijo lo hacen. Ustedes chicos en serio necesitan un descanso el
uno del otro.

Aunque sabia que ella lo diría —de nuevo— mi rostro se afligió. Era una buena
chica —estaba agradecida de que lo había notado— pero Aiden y yo estábamos
lejos de ser enfermizos. Nos amábamos el uno al otro. ¡De una manera sana!

—Mamá —respondió Aiden, tirando su servilleta en la mesa. Ella lo miró. Él se


calló, y yo cerré mis ojos. A veces sólo quería que él hablara.

—¿En serio quieres irte a la universidad estando en una relación tan seria? ¿Sin
haber nunca salido con alguien más? —preguntó ella, mirándolo con enojo.

Apreté mis manos bajo la mesa. Eso no estaba bien. Aiden no necesitaba salir con
nadie más. No tenia que siquiera considerar salir con alguien más.

—Por favor, sólo detente. —Aiden puso su cabeza en sus manos mientras sus
codos descansaban en la mesa. Odiaba pelear con su madre.

Ella exhaló.

—Lo siento —dijo, sin embargo sabia que no lo hacia—. Es sólo que… me casé con
mi novio de la secundaria y mira como terminó. —Aiden se movió
incómodamente—. Simplemente quiero algo mejor para ti, Aiden. Tienes una gran
oportunidad de hacer de tu vida algo grande por ti mismo. Eres un atleta
tremendo. Deberías estar concentrado en la universidad y el baloncesto. Creo que
Tessa ha sido una gran distracción para ti.

Me puse de pie y doblé mi servilleta cuidadosamente, dejándola al lado de mi


plato casi intacto. No era mucho lo que podía soportar sin perder mis estribos.

—Aiden —interrumpí—. Me gustaría irme a casa. ¿Puedes, por favor, llevarme?


—Mierda debí haberme ido sola.

Aiden se echó hacia atrás en su asiento con un sonido fuerte y le dirigió a su


madre una mirada de decepción. Ella bajó su mirada hasta su regazo. Había
perdido esta discusión.

—Te veré en el juego, Tessa —dijo ella, sin mirarme.

83
—Gracias por la cena —susurré, incapaz de alzar mi cabeza. Mi pecho dolía. Quería
agradarle. En serio lo quería. En especial porque amaba a su hijo muchísimo. Pero
ella… no. Y no había nada que pudiese hacer contra eso. Asentí y caminé hacia la
puerta.

Aiden susurró algo a su madre, pero no logré entenderlo. No volvería a casa esta
noche. Ella lo sabía. Y eso era lo más rebelde que él podía ser. Mañana estaría aquí
y se llevarían bien hasta la próxima vez que cenáramos juntos. Era un círculo
vicioso de agresividad pasiva.

Aiden me alcanzó en la puerta, bajando la mirada hacia mi rostro. Mis mejillas


estaban ardiendo de humillación y tristeza. Sollocé.

Sus ojos se debilitaron.

—Vamos, nena —dijo, abriendo la puerta para mí. Puso su mano en mi hombro y
me llevó afuera.

La noche era fría, y temblé ante ella. Cuando nos detuvimos en su auto, Aiden se
acercó y me agarró por completo con sus brazos. Me besó con fuerza en la boca,
quitándome el aliento. Cuando se separó, yo estaba jadeando y sintiéndome
decididamente mejor.

—Bueno, eso estuvo genial —dije, tratando de dirigirle una sonrisa.

—Te amo —dijo con seriedad, como si estuviese diciendo que no lo hacia—. Te
amo jodidamente demasiado. —Mi labio inferior sobresalía. Aiden parecía como si
fuese a llorar, y yo nunca lo dejaría llorar.

Asentí.

—Sé que así es.

—Nada de darnos un tiempo. No escuches esa mierda. No va a pasar.

Alcé mis cejas al oír su lenguaje pero no dije nada. Cuando se ponía así, tenía
permitido usar una o dos malas palabras. Su madre era una verdadera P-E-R-R-A a
veces.

Pero mi cielo todavía lucía apenado. Sabía que era porque su madre había dejado
a su padre. Aiden era bastante sensible hacia el asunto. ¿Y quién no lo sería? Su
padre los había dejado cuando Aiden tenía doce. Nunca llamó, nunca escribió,
nada. Cómo podría alguien olvidarse de Aiden era un crucigrama para mí.

84
—Dime que no habrá nada de darnos un tiempo —susurró, besándome con sus
ojos abiertos.

Me incorporé y alejé el cabello de su rostro.

—No te desharás de mí, armador. Yo juego defensa hombre a hombre.

Él rió. Pensaba que era lindo cuando hablaba baloncesto. Aiden se agachó y besó
mi cuello suavemente.

—Dormiré en tu casa esta noche —murmuró en mi piel.

—Me lo imaginé —dije, mordiendo mi labio. Mis manos se deslizaron hasta su


cintura.

—Y vamos al tiempo extra esta noche, nena.

Reí.

—Salgamos de aquí —dije, retrocediendo—. Tu madre probablemente estará


viendo por la ventana. —Di una mirada y lo estaba haciendo. ¡Ew!

Entramos en el Jetta8 de Aiden, dirigiéndonos hacia mi casa. Alejé las miradas


sucias de su madre de mi mente e imaginé el año siguiente. Aiden lejos en el
estado de Washington y yo todavía animando con las Smitten Kittens. Estaríamos
separados, pero lo manejaríamos, pertenecíamos el uno al otro. Éramos un pastel
de manzana al amor.

—¿Ella sacó lo de su padre? —preguntó Kira por el teléfono, sonando


completamente triste por Aiden. Cambié el aparato a mi otra oreja, escuchando a
Aiden, que estaba tomando una ducha en el baño del pasillo.

—Lo sé —le dije a Kira, caminando hacia el espejo para revisar mi brillo—. Me
siento terrible por él. No porque su padre sea un completo idiota eso significa que

8
Jetta: El Volkswagen Jetta es un automóvil del segmento C, producido por el fabricante alemán
Volkswagen desde 1980.

85
todas las relaciones estén destinadas a fallar. Esa mujer en serio necesita algo de
sol en su vida.

—O tal vez Prozac9 —dijo Kira. Reí y me acerqué a mi cama, tirándome y


hundiéndome en las almohadas.

—Siento cancelar la cita. ¿Están seguras chicas que no les importa esperar hasta
mañana? —Odiaba fallarles, pero Aiden estaba aquí. No había manera de
escaparme con él en mi cama.

—No hay problema —dijo Kira—. Pero tenemos algunos asuntos pendientes.
Travis Murray está acusado de salir con su ex novia, o al menos, creo que es su ex
novia. Como sea, va a ser una semana ocupada.

Suspiré.

—Lo sé. Y gracias por escuchar K. sobre lo de la mamá de Aiden y todo. En serio se
metió con mi mente esta noche. Desearía que Aiden viviese aquí conmigo; sería
mucho más fácil.

—Oh, estoy segura que cuidaras de él. —Kira soltó una risita.

—Cállate. —Pero estaba sonriendo. Había hecho un tremendo trabajo de


animación esta noche. La ducha en el baño se cerró con un rechinido.

—Tú y Aiden son como Romeo y Julieta —dijo Kira como en sueños—. Es como
dos amantes y…

Fruncí el ceño.

—K, Romeo y Julieta se suicidaron.

Ella jadeó.

—¡Oh Dios!, ¿Lo hicieron? Eso es muy trágico.

Contuve una risa.

—Oye —susurré—. Aiden salió de la ducha. Te hablo mañana en la escuela.

—Buenas noches, Tess. Dale a Aiden un gran y baboso beso por mí. —Rió.

—De acuerdo —dije—. Pero, probablemente no baboso. —Eso seria asqueroso.

9
Prozac: La fluoxetina (también conocida como Prozac, Sarafem, Fontex, entre otros) es un
antidepresivo de la clase inhibidor selectivo de la receptación de serotonina (ISRS).

86
Colgué y puse el teléfono en mi mesa de noche justo cuando la puerta de mi
habitación se abría. Me senté, admirando el cuerpo libre de grasa y húmedo de
Aiden envuelto en apenas una toalla. Él lo notó.

—Hola —dijo él, recostándose contra el marco de la puerta. Frotando otra toalla en
su pelo. Mientras lo miraba, alzó las cejas y me tiró la toalla mojada.

Rebotó en mi hombro y reí.

—Hola.

—¿Con quién estabas hablando? —Él lamió su labio, reajustando la toalla en su


cintura.

—Kira.

—¿Qué quería?

Mis entrañas estaban completamente como un pudin.

—Quería que te diera un gran y baboso beso.

—¿Baboso? Eso suena algo candente.

Sonreí y agité mi cabeza.

—Deja de burlarte de mí y ven aquí. —Le di unos golpecitos a mi cama. Lo quería.


Siempre lo hacia, y no había nada que su madre pudiese decir para cambiar eso.
No necesitábamos darnos un tiempo. En mi corazón, sabía que estaba equivocada
con respecto a nosotros.

87
SOS
RECHAZO DEL CLIENTE
Traducido por Lizc
Corregido por maggih
CLIENTE: Becky Roth

SUJETO: Corey Panchilla

Estimada Sra. Roth:

SOS lamenta informarle que su solicitud de engaño se le ha negado debido a las


reglas de la doble incriminación. Aunque solidarizamos con su descubrimiento de
una “tanga de puta” en la guantera del auto del Sr. Panchilla, somos incapaces de
investigar más a fondo.

Puede estar en su mejor interés hacer frente al Sr. Panchilla por sí misma o
posiblemente terminar la relación.

Confiamos en que este informe se mantendrá confidencial ya que parte de la


información contenida dentro podría comprometer nuestro estatus súper secreto.

Por favor, tenga en cuenta que la doble incriminación no es aplicable a sus


relaciones futuras. SOS se encuentra todavía a su servicio, y esperamos que nos
tenga en cuenta para posibles remisiones. Que tenga un gran día.

Siga sonriendo,

SOS

Texto: 555-0101

Desenmascarando Infieles Desde Hace Más De Dos Años.

88
Capítulo 8
Traducido por Liseth Johanna
Corregido por maggih

—¿U h, Tess? —gimió Kira mientras nos deteníamos en la alfombra


multicolor del pasillo del restaurante—. ¿Por qué estamos
dentro? Podríamos espiar esto desde el auto. Mi cabello olerá a
papitas a la francesa.

—Shh… se supone que estemos de incógnito.

—¿En qué? Pensé que estábamos de incógnito aquí.

Puse los ojos en blanco pero luego me estiré para tirar de mis medias. Qué fastidio.
Estas cosas eran molestas. Y elegantemente horribles. Tuve que dejar mi camisa de
utilidad en el auto, pero todavía tenía puesto el jersey de cuello alto y las medias
que iban debajo de él. Justo ahora, lucía como un mimo —sin los guantes blancos.

Que Marcus trajera a su cita hasta Applebee’s fue un inconveniente, pero él no era
ni de cerca tan bueno como pensaba. No cuando ya habíamos pinchado su
teléfono celular. Me quedé sin aliento.

—¡Chasquido, crujido y estallido! —susurré severamente—. Llegaron temprano. —


Me agaché, luego me puse sobre mis rodillas, empujando a Kira bajo una taquilla
conmigo.

La alfombra era áspera, y no había esperado que el espacio bajo la taquilla fuera
tan estrecho. Kira estaba prácticamente sentándose en mi regazo.

—Ew —dije, intentando apartarla—. Tu cabello sí huele a papitas.

Un mohín inmediato curvó sus rosados labios.

—¿Esta mesa está bien? —anunció la voz de la hermana de Leona. Sus zapatillas
negras se detuvieron frente a nosotras. Su trabajo de incógnito como mesera era
usualmente perfecto. Pero, ¿qué estaba haciendo? ¡No se podían sentar allí! No
había espacio para sus piernas.

89
—Naw. ¿Qué tal la que queda hacia atrás? —preguntó Marcus en su usual suave y
segura voz.

Exhalé mientras observaba los pies alejándose, notando el par de tacones rojos que
seguían las zapatillas de Marcus. Eso parecía un poco chabacano, incluso para el
Applebee’s.

—Wow —dijo Kira, ajustándose en mi regazo—. Eso estuvo cerca.

—No tan cerca como nosotras dos ahora mismo —dije, moviéndola. Intenté
desdoblar mis piernas en la oscurecida área bajo la mesa, pero no era lo
suficientemente grande. Bueno, esto no era muy divertido. Y no era fácil
permanecer en modo espía cuando sabía que podría estar en el cine o besando en
el asiento trasero de un auto… algo normal. Moví nerviosamente la nariz—. ¿Se
está encargando Izzie del video desde el auto?

Kira asintió, tratando de oler su cabello. Dejaría a Izzie manejar esta noche. La
ayudaba a sentirse más involucrada. Y aunque no era genial para cosas como las
matemáticas o las ciencias, era fantástica con el material de grabación. Una
profesional total.

—Vamos —susurré, deslizándome hacia el asiento. Abrí un menú frente a mí y


luego eché un vistazo sobre él hacia la parte trasera del restaurant. Uh, oh. La cara
de Marcus no estaba a la vista. No un vistazo claro. Necesitaría acercarme más.
Incliné la cabeza devuelta bajo la mesa, a Kira.

—K, pásame mi cámara. —Rebuscó en la mochila, sacó unos lentes de zoom


adicional y los puso en la cámara antes de pasármela.

—Acércate tú —dijo, ampliando los ojos—. Y yo escucharé el audio. Pero ten


cuidado.

Asentí. Siempre se preocupaba por mí. La cosa era que, si las Smitten Kittens eran
descubiertas como miembros de SOS, los chicos en la escuela enloquecerían. A
este día, todos los infieles pensaban que sus novias los habían atrapado. Si sabían
qué habíamos estado siendo el escuadrón y yo por los últimos dos años, y algunas
de las cosas que habíamos visto, puede que no apreciaran más nuestras porras. De
hecho, puede que nos abuchearan.

Me estremecí. Ese era un pensamiento muy negativo.

90
Últimamente, los trabajos de SOS habían parecido estar saliendo a relucir. Algo
acerca del hecho de que el 100% de todos nuestros trabajos terminaban en una
confirmación de infidelidad era deprimente. Cien por ciento del tiempo.

—Tengo la señal de audio —susurró Kira, apretando mi pierna—. El video está


grabándose desde la barra, pero no hay una vista clara. Espera… —Ella tocó su
audífono—. Marcus le acaba decir a su cómplice que tiene que… drenar al lagarto.

Nos miramos una a la otra y reímos tontamente. Honestamente. Cómo es que


algunos de estos chicos le daban a una, estaba más allá de mi entendimiento.

—Muévete —dijo Kira, ondeando la mano.

Manteniendo mi cabeza bajo, me moví hacia la cabina frente a nosotras y eché un


vistazo sobre ella. Marcus ya no estaba. Necesitaba conseguir al menos dos
vistazos claros para el reporte.

Preferiblemente uno con ellos sosteniéndose de la mano o besándose. Tragué con


fuerza. Odiaba esta parte.

Ser testigo de las infidelidades. Me ponía enferma, y algunas veces, incluso me


producía pesadillas.

Antes de que él pudiera regresar, había logrado llegar al helecho plástico a unos
cuantos metros de su mesa. No estaba acostumbrada a estar así de cerca a la
acción. Tenía tanto audio como imagen. Sosteniendo arriba mi cámara, cliqueé
unas cuantas tomas de la chica. No la reconocí.

Debía ser de una escuela rival. Marcus era un traidor.

Él regresó, besando la mejilla de ella antes de sentarse. Sentí el familiar retorcijón


en mi estómago. La chica le estaba sonriendo ampliamente. ¿Sabía que él tenía
novia?

—¿Dónde está tu novia esta noche? —preguntó ella, tomando su agua. Mi labio se
curvó. Sí lo sabía.

Eso era un golpe bajo, incluso viniendo de una escuela rival.

—Está estudiando. —Marcus se lamió los labios sugestivamente, mirando su


escote. Se estiró para tocar sus dedos—. No tiene ni idea.

—Eso es bueno —dijo Tacones Rojos—. Odiaría patear su trasero si intentara


iniciar algo conmigo.

91
—Naw, no es lo suficientemente inteligente para descubrirlo. No se meterá
contigo.

Mi garganta estaba quemando. Quería gritar. Quería lanzar un chillido. Pero en su


lugar, tomé otra fotografía mientras él se estiraba bajo la mesa para frotar el muslo
de Tacones Rojos. Mi nariz empezó a sudar. Necesitaba un pañuelo.

Saqué mi teléfono, lanzándole el código de escape a Kira. En un minuto, la


hermana de Leona apareció en la mesa, hablando animadamente y bloqueando su
vista de la planta. La música del restaurante se volvió más alta y empecé a
moverme.

La música disfrazó el crujido de la planta mientras me deslizaba de detrás de ella.


Caminé rápidamente y con propósito hacia la puerta. Sin mirar atrás, sin mirar
abajo.

Fría y serena.

Mientras pasaba la última mesa, alguien me agarró por la muñeca. Jadeé.

—¿Tessa?

¿Christian? ¡Ravioli tostado! Estaba atrapada. Atrapada estando en el Applebee’s


con el infiel. Mi corazón golpeteó y moví mis ojos en busca de Kira. La encontré
junto a la puerta principal, sus ojos amplios y asustados.

—Qué… —Christian se detuvo, cubriendo su boca con su otra mano mientras me


observaba—. ¿Qué tienes puesto?

Necesitaba tomar control de la situación. Seguro, estaba vestida de negro de pies a


cabeza. Pero esto podía ser normal. Si pretendía que lo era, podía ser normal.

Alejando de una sacudida mi mano del agarre de Christian, miré alrededor, a su


mesa. Estaba con dos más, pero no los reconocí. Probablemente eran Ducks.

Primero, necesitaba eludir la pregunta sobre moda.

—Lo lamento, Christian. Mi aventón se va. —Miré de vuelta hacia Kira, quien ahora
se estaba escondiendo tras la cabina de la anfitriona, observando nerviosamente.

—¿Te vas? —preguntó Christian, luciendo decepcionado—. Bueno —dijo de todas


formas, haciendo gestos a su compañía—, este es mi mejor amigo, Colton, y su
novia, Sherrie.

92
Les sonreí, ofreciendo un pequeño saludo con la mano. Necesitaba salir de aquí
antes de que alguien más me viera.

Alguien que supiera que yo jamás usaría un vestido así. Esa era la regla número
uno de la Sociedad de Smitten Kittens: nunca ser vista en la localización del
incidente. Christian me había visto. Esta era una enorme complicación.

—Esta —les dijo él, estirándose para tocar mi cadera. Me sorprendí—. Esta es Tessa
Crimson.

Me aparté de su mano, intentando no lucir tan sorprendida como me sentía. Él no


tenía permitido invadir mi espacio personal. Y mis caderas eran muy personales.

—Oh —dijo Sherrie, frunciendo sus labios rojo oscuro—. ¿La porrista?

Parpadeé rápidamente. De cualquier escuela que viniera, tendría que conocer a su


capitán y averiguar sobre el factor de animosidad. Esto se estaba volviendo
ridículo. Ella me estaba sonriendo con suficiencia.

—Lo lamento —dijo, retrocediendo al pasillo—. Tengo que irme.

Christian inclinó su cabeza.

—¿Segura?

Wow. Era más agresivo de lo que le había dado crédito originalmente. Quizá con
sus amigos, era más seguro. De cualquier forma, necesitaba seriamente evadirlo.
Especialmente ahora que me había visto en una tarea.

—Sí. Adiós. —Asentí hacia ellas y me giré rápidamente, caminando a grandes


zancadas hacía la puerta. Podría haber jurado que escuché una risa por lo bajo
mientras me iba.

Kira saltó a la vista justo cuando pasé por la cabina de la anfitriona, pero esperó
hasta que salimos a la fría noche para enloquecer por completo.

—Oh, mi Dios, oh, Dios…

—Respira —le dije, tomándola por los hombros incluso aunque mi propia voz
estaba apretada. Nerviosa—. Salgamos de aquí. Rápido.

Asintió y empezamos a hacer footing a través del estacionamiento de asfalto hacia


el Honda azul de Izzie. Su rostro estaba blanco cuando abrimos las puertas y
entramos.

93
—Bueno —Izzie tragó—. ¿Qué sucede ahora? El chico nuevo te vio. ¿Estamos
comprometidas? —Ella obviamente había visto la grabación de video.

Puse mis manos sobre mi cara y me incliné, intentando pensar. De acuerdo.


Entonces sí, había sido vista. Pero las comunicaciones de SOS siempre se quedaban
en secreto. No había razón para que Cassandra usara nuestra evidencia para
confrontar a su novio. Podríamos destruir las fotos.

Ella solo podía decir que lo sabía. ¡Pasteles de cangrejo! Jamás daría un fallo oficial
sin evidencia sólida.

—Tal vez deberías suspender —dijo Kira suavemente desde el asiento trasero—.
Decirle a Cassandra que no encontramos nada.

Tragué con fuerza y levanté la mirada. No podía simplemente hacer eso. No podía
dejar que Marcus se saliera con la suya.

—Estamos bien —les dije a las chicas, mi espalda recta—. Esperemos un poco, y
luego los seguiremos. Quiero terminar con esto.

Kira e Izzie intercambiaron una mirada pero luego asintieron y estuvieron de


acuerdo. Estuve encantada de que lo hicieran. Porque no estaba segura qué diría si
discutieran. Tenía el presentimiento de que Chrisitan Ferril iba a ser una gran
problema.

94
SOS
REPORTE DE INCIDENTE DEL INFIEL
Traducido por Mari NC
Corregido por maggiih

CASO: 046

CLIENTE: Cassandra Heart

SUJETO: Marcus Billings

DESCUBRIMIENTOS: Aproximadamente a las 7:00 pm, el 06 de febrero, el Sr.


Billings fue observado cenando con una cómplice femenina fuera de moda en el
restaurante Applebee. Ellos fueron fotografiados tomados de la mano y usando sus
pies debajo de la mesa para acariciarse el uno al otro.

La pareja fue seguida más tarde a una zona de aparcamiento con vistas a Skinner
Butte. Las fotografías que documentan la interacción no eran claras debido a la
neblina de la ventana del Sr. Billings. SOS, sin embargo, recuperó un elemento que
el Sr. Billings tiró desde su ventana del conductor confirmando relación sexual.

Confiamos en que este informe será confidencial ya que parte de la información


contenida dentro podría comprometer nuestro estatus super-secreto.

SOS lo siente por su pérdida, y ofrecemos nuestras más profundas condolencias.


Esperamos que no tengamos que ayudarle en el futuro, pero por favor ténganos en
cuenta por referencias.

Siga sonriendo,

SOS

Texto: 555-0101

Desenmascarando Infieles Desde Hace Más De Dos Años

95
Capítulo 9
Traducido por Paaau y Xhessii
Corregido por Lizzie

C
assandra estaba menos que entusiasmada de ver la fotografía de 8x10
centímetros de Marcus y Tacones Rojos. Casi rompió mi corazón,
especialmente cuando consideré su virginidad recientemente desaparecida.
Todo eso me hacía sentir, bueno, desanimada.

Observé desde mi casillero y a través del ocupado pasillo de la escuela, cómo


Cassandra desdobló el sobre manila que yo había dejado ahí. Su rostro se
descompuso, luego se recobró y miró rápidamente alrededor. Alma valiente; no
quería que nadie la viera llorar. Mi pecho dolió.

Dándome la vuelta para girar la combinación de mi casillero, intenté decidir qué


tipo de flores enviarle. Deberían ser narcisos o margaritas. Siempre enviaba flores
luego de entregar malas noticas. Ayudaba con la autoestima.

—¿Tessa?

Salté. Cuando me di la vuelta, estaba alarmada y ciertamente desconcertada de


estar mirando los ojos cafés de Chloe, la hermana de Christian. Uhm. De nuevo esa
sonrisa forzada en sus labios rojos. Esto no podía ser bueno.

—¿Sí? —pregunté, dejando mi cabello sobre mi hombro para cubrir mi tic


nervioso. Su sonrisa se convirtió en una mueca. Cambió de postura sobre sus
sandalias con tacón.

—Sólo quiero disculparme por lo del otro día en el almuerzo. Sé que estaba siendo
una perra y lo siento.

Pestañeé, luego asentí. No era necesario discutir eso.

—De todas formas —dijo, mirando sus sandalias. Sus dedos de los pies sólo tenían
esmalte transparente en ellos y de alguna forma, eso me tranquilizó un poco.

96
Continuó—: Sólo quería decir que lo lamentaba y que espero poder pasar tiempo
contigo este fin de semana.

Mi estómago cayó. Ella obviamente notó mi sorpresa porque sus labios se


levantaron en una sonrisa real. No la falsa que había llegado a ver antes.

—¿Este fin de semana? —Traté de sonar casual, pero definitivamente había


ausencia de ánimo en mi voz. Miré alrededor del pasillo, mi incomodidad haciendo
que me sintiera débil. ¿Qué estaba pasando?

—Oh —dijo ella, un poco sorprendida—. ¿Aiden no te lo dijo? Él nos invitó a


Christian y a mí a su fiesta este fin de semana.

¿Aiden estaba dando una fiesta? Sacudí la cabeza, tratando de recordar si me había
dicho acerca de ella. Quizás lo hizo, pero no estaba segura. La SOS había estado
tan ocupada y… espera. ¿Aiden los invitó?

—¿Cuándo hablaste con Aiden? —pregunté. ¿Era normal ver puntos negros? Eso
nunca había pasado antes.

—Estoy en su clase de química —dijo—. Somos compañeros de laboratorio. ¿No lo


sabes?

¡Oh, dulce cielo de vainilla! Iba a vomitar. Puse mi palma en el frío metal de mi
casillero para equilibrarme. ¿Aún estaba enferma de la semana pasada?

—Bueno —dijo Chloe, lamiendo sus labios mientras me miraba lentamente de


arriba a abajo—, te veré en el almuerzo.

Estaba congelada, viéndola dar la vuelta y alejarse. Sus largos rizos rubios se
balanceaban de lado a lado, rozando su espalda y su corta falda plateada. Mi rostro
estaba entumecido. Hubo un violento giro en mi estómago y me doblé hacia
adelante. Corrí por el pasillo, llegando justo a tiempo al baño de mujeres. Luego de
dos arcadas y una descarga poco ceremoniosa, me levanté, no segura de por qué
había estado tan enferma últimamente. Estaba perdiendo el control.

De alguna forma, Chloe se había metido bajo mi piel. ¿Pero qué era lo que me
hacía estar tan nerviosa a su alrededor?

Saliendo del cubículo, observé mi reflejo, decepcionada al ver círculos negros bajo
mis ojos y mi ceño fruncido. Fruncí la nariz y cuadré los hombros. Necesitaba saber
más sobre ella y su hermano. Era la jefa de la Sociedad de las Smitten Kittens.
Debería saberlo.

97
La campana sonó y suspire. Iba tarde para historia.

Este día ciertamente no había comenzado bien. Nada bien.

Me debatí en usar la excusa de la menstruación para escapar de la detención de


almuerzo, pero al final, decidí ir. ¿Qué clase de ejemplo sería si mentía para escapar
de un castigo? No uno muy bueno. Y tenía un cupo para decir mentiras. Uno que
ya había llenado con la SOS.

Podía ver la admiración de Kira mientras me quedaba de pie escuchando al Sr.


Powell reprenderme frente a la clase. Sus ojos azules me decían que deseaba ser
así de valiente. Me hizo sentir un poco mejor.

Luego de llegar a mi asiento y de recuperarme de la humillación, Kira deslizó una


nota en mi dirección. Le di una mirada de desaprobación pero abrí la nota de todas
formas.

Te lo perdiste decía, ¡Christian obtuvo una detención para el almuerzo hace como
cinco minutos!

Mi pulso se aceleró. Fantástico. La persona a la que quería evitar ahora estaría a mi


lado durante cuarenta y cinco minutos de cautiverio. No podía soportar más
noticias malas. Necesitaba a Aiden.

Sólo que cuando salí de clases, Aiden no estaba en mi casillero. Me detuve en la


mitad de un paso y di la vuelta mirando el pasillo lleno de gente. ¿En dónde
estaba? Luego de otro segundo, continué mi caminata desconcertada hacia mi
casillero. Giré mi contraseña con muy poca gracia, dejando caer mis cuadernos en
el piso mientras los revolvía. Antes de llegar tarde de nuevo, los levanté y cerré de
un golpe mi casillero, trotando hacia economía. Sola.

Mi móvil estaba muerto ya que olvidé cargarlo la noche anterior y me sentí fuera
del mundo exterior mientras me sentaba miserablemente en clases. Estaba
comenzando a transpirar. ¡Mi día había sido tan horrible que estaba sudando sin
un real esfuerzo físico! Estaba al borde de las lágrimas. Era el turno de Leona de
tener el teléfono de la SOS y ya me había informado entre clases que habíamos
obtenido una nueva asignación en el último período.

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Me sentí agobiada. Y desde que Aiden se sentaba con nosotras durante el
almuerzo, las Kittens y yo no podríamos discutir la asignación ahí. Deberíamos
esperar hasta después de las prácticas. Sin mencionar que me preguntaba en qué
lugar de la estratosfera estaba Aiden. Esperaba que Kira no le contara sobre mi
reclusión durante el almuerzo. Él debía estar buscándome. ¿Verdad?

Firmé la lista en el escritorio del Sr. Powell mientras entraba en detención. Fruncí el
ceño cuando él me sonrió. No me importaba que me viera con mala cara. Había
estado en su clase el año pasado también.

—Lo siento, Srta. Crimson —dijo él, apuntándome con su dedo—. Reglas son
reglas. Incluso para la jefa de porristas.

Era algo lindo de su parte disculparse. Asentí con la cabeza. Sintiéndome opaca y
marchita, caminé hacia mi mesa y caí sobre mi silla. Calculé que sólo había
terminado la mitad de mis galletas de manzana y canela esta mañana. Estaba
hambrienta. Hubo un sonido de pasos arrastrándose por el pasillo.

Miré hacia la puerta mientras Christian entraba, sonriendo mientras ponía su


cabello tras su oreja.

Evadió mis ojos, pero me di cuenta que no le molestaba estar sentado en


detención conmigo. No con esa expresión de satisfacción en su rostro.

Christian firmó y luego se giró hacia mí, pretendiendo estar sorprendido.

—Tessa —dijo él, tomando su pecho—, no tenía idea de que fueras una
alborotadora.

No pude menos que sonreír. Su actuación era algo linda.

—Lo siento, Christian. Pero no se puede hablar en detención. —Bajé la mirada


hacia mi cuaderno púrpura. Uhm. Quizás le escribiría una nota a Aiden. Estoy
segura de que así se hacían las cosas antes de los mensajes de texto. Lo abrí en
una página en blanco.

—¿Puedo… sentarme contigo? —preguntó Christian.

Levanté la mirada. Intentaba sonar casual, pero probablemente no se daba cuenta


de que estaba mordiendo su labio inferior. Me pregunté si lo ponía nervioso. Él
ciertamente me hacía sentir inquieta.

—Sólo siéntese en alguna parte, Sr. Ferril —anunció el Sr. Powell desde el frente,
sonando enfadado. Me reí.

99
A pesar de que esto era detención, no era realmente muy estricta, especialmente
en esta sala de clases. El Sr. Powell tenía una tendencia a leer el periódico en vez
de ejercer la ley. Me gustaba eso de él.

Christian aún estaba de pie al final de la mesa, así que señalé con la cabeza en
dirección a la silla de Kira y él sonrió mientras se sentaba. Guau. Su colonia olía
bastante bien, muy natural.

—Entonces —dijo, golpeando la mesa con sus dedos—, ¿cuánto tiempo tenemos
que quedarnos aquí?

—Hasta diez minutos antes de que termine el almuerzo. —Lo miré de reojo,
notando que su cabello había caído hasta cubrir sus ojos. Parecía escurridizo.

—Bien —dijo, inclinándose hacia atrás y girándose hacia mí—. Porque estoy
hambriento. Pensé que tendría que perder todo el almuerzo.

—No creo que eso sea legal —señalé.

—Claro.

Nos sentamos por un minuto, en silencio, pero no incómodos. De alguna forma,


estar a solas con él era más fácil que estar cerca de él con una audiencia. Qué
extraño. El Sr. Powell dio vuelta la página del periódico ruidosamente y se inclinó
para leer.

Christian se inclinó hacia mí.

—¿Te gustaría saber algo acerca de mí? —Lo miré e hizo esa sonrisa perfecta.
Realmente no podía pensar en nada, pero… no quería verme poco amigable.

—Seguro. ¿Te gusta ser un tonto? —Me acomodé en la silla, cruzando mis manos
sobre mi regazo.

—Sip. Mi turno.

Espera. No sabía que esto era dar y recibir.

Carraspeó.

—¿Por qué eres tan correcta? ¿Con lo de maldecir y todo eso?

Pestañeé. Había pasado un tiempo desde que había necesitado explicar mi forma
de ser.

100
—No es que sea correcta, Christian. Es como soy. Soy alegre. Soy educada. No hay
necesidad de ser pesimista y fatal. Alguien tiene que hacer que las personas se
sientan bien.

Christian presionó sus labios, viéndose impresionado y asintió.

—Definitivamente no eres pesimista y fatalista.

Era agradable de su parte decir eso. Y a decir verdad, no siempre era así. Hubo un
tiempo en el que era igual a todos los demás. Pero a mis padres les gustaba que
fuera así. De hecho, a todos les gustaba, así que así quedó. Se sentía natural. Me
gustaba hacer feliz a las personas.

—Es tu turno de preguntar —dijo él, doblando las manos tras su cuello e
inclinándose en la silla. Miré hacia el reloj. Aun nos quedaban veinte minutos
juntos.

—¿Cuándo se divorciaron tus padres? —pregunté suavemente.

Su expresión cambió. Frotó fuertemente su mandíbula y luego enderezó su


espalda.

—¿Oficialmente? —Asentí con la cabeza. Deseé que la pregunta no fuera


demasiado dolorosa—. El mes pasado.

—¿Y esa es la razón de que estés aquí?

Me miró.

—No sientas lástima por mí, Tessa. Sabes, al menos la mitad de los matrimonios
terminan en divorcio. —Entrecerró sus ojos—. Y como el 99% de los romances de
secundaria, no duran.

Mi rostro se crispó. ¿Estaba tratando de decir que Aiden y yo no duraríamos?

—Realmente no me conoces tan bien, Christian. —Y realmente no sabía que yo


estaba plenamente consciente de las estadísticas de ruptura. Era mi trabajo, por
Dios santo.

—Verdad —dijo él, retractándose. Dejó sus manos sobre la mesa frente a mí—. ¿Y
qué hay de ti? ¿Cómo es tu familia? ¿Vives en una casa hecha de jengibre en
alguna parte?

—De hecho, vivo en una casa estilo rancho en Murray Hills. Sin techos de dulce o
brujas malvadas. —Bueno, excepto por la mamá de Aiden.

101
—¿Y supongo que tus padres viven felices para siempre?

Bajé la mirada. Incluso aunque mis padres estaban felices, no significaba que no
fueran recuerdos dolorosos.

—Mis padres volvieron a estar juntos luego de un tiempo separados.

Christian hizo un sonido pero no lo miré. Había terminado con esta conversación.
Comencé a mover el borde de mi camiseta.

—Te ves tierna cuando estás triste.

Mis ojos miraron los suyos.

—Hazme otra pregunta. —Levantó su cabeza.

Pero no me gustaba participar en esta clase de juegos. No coqueteaba con


extraños. Y a pesar de que estaba participando de mala gana, aun sentía que era
algo ilegal.

Christian estiró sus brazos por sobre su cabeza y luego exhaló.

—Está bien, responderé la pregunta que sé que te mueres por hacer.

—Y, ¿cuál es esa?

Abrió los ojos como si esa fuera una pregunta estúpida.

—Si tengo o no una novia.

Ahí estaba un tenso nudo torciéndose en mí estómago. No. De hecho, no me


estaba preguntando eso, pero si él tenía una novia, estaría muy decepcionada. No
estaba segura de que Kira pudiera luchar contra otro corazón roto.

—Te ves preocupada, Tessa —dijo, malinterpretando mi expresión—. No tengo


novia. Ni siquiera tengo una psicópata ex-novia. Así que tienes el camino libre.

¿Yo? ¿Por qué tenía el camino libre? Quizás necesitaba ser más directa.

—Christian —dije, simplemente tocando su brazo. Él flexionó sus músculos—.


Christian, no estoy segura si esto es accidental o no, pero pareciera que estás
enamorado de mí. —Mi rostro empezó a enrojecerse. Esto era mucho más fácil de
decir en mi cabeza. Bajé la mano.

—Es accidental —dijo sonriendo, mirándose avergonzado. Suspiré con alivio. Se


inclinó hacia mí—. No se suponía que me viera así. Estoy enamorado de ti.

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¡Bastardo arrogante!

—Pero… Kira…

Movió sus labios.

—Para ser honesto, en realidad no me gustan las rubias. Me gustas tú.

—Pero… ¿Por qué? —¿Qué le hizo pensar que él era mi tipo? ¡Ni siquiera
practicaba un deporte!

Christian se movió en su asiento y me miró pensativo.

—Sólo eres diferente. Dulce. Hermosa. Eres… perfecta. Sólo eres perfecta.

Tragué fuerte. ¿Era perfecta? ¿Él creía eso? ¿Lo creía yo?

Luego hubo un silbido, y miré hacia la puerta al pasillo. Mi pecho se hinchó. Aiden.
Como un gran trago de limonada en un día caliente, mi chico se paraba ahí en un
chándal con su cabello en un perfecto desorden. Gracias a Dios que él estaba aquí.
Sabía que vendría por mí.

Dio un guiño antes de entrar al salón, pretendiendo no verme. Christian gimió


junto a mí. Tal vez no estaba tan eufórico como yo.

—Señor Wilder —dijo el Señor Powell, sonando divertido—. ¿Qué puedo hacer por
ti, hijo? —Mi maestro movía los ojos de él hacia mí. Yo encogí los hombros.

Aiden sonó dulce.

—Disculpe molestarlo, señor, pero Tessa tiene mi almuerzo en su casillero y tengo


hambre. —Acarició su estómago—. Tenemos práctica después de clases, así que si
no como algo…

Powell hizo un gesto de quitarle importancia.

—Sólo llévatela —dijo. Luego me miró—. Señora Crimson, ¿espero que no llegue
tarde de nuevo?

Sonreí y sacudí mi cabeza. Él hizo un gesto hacia la puerta. Salté, mirando una
última vez a Christian antes de irme. Él pasó la lengua por los dientes.

—Nos vemos —dijo. Luego miró a Aiden—. Por cierto, gracias por la invitación.

Aiden alzó la barbilla.

103
—No hay problema, Chris. Nos vemos el sábado. —Luego me extendió su mano.
Me apuré a agarrarla, emocionada de finalmente verlo.

Sus dedos apretaron los míos, y ellos eran cálidos, protectores. Empezamos a
caminar.

—Genial —nos dijo Christian—. Y es Christian.

—Lo siento —dijo Aiden sin mirar atrás—. Nos vemos luego, hombre. —Y nos
fuimos.

Me debatía sobre decirle a Aiden sobre el intento fallido de Christian de


cortejarme, pero decidí que eso sólo traería más fricción. Y fricción era algo que no
necesitaba. No cuando estaba desbordada de trabajo.

Al momento en que entramos en el corredor vacío, jalé la mano de Aiden. Él miró


hacia abajo y batió sus pestañas dramáticamente. Guau. Se veía fantástico, y mi
ansiedad empezó a tranquilizarse cuando lo miré de nuevo.

—Me extrañaste, ¿verdad? —preguntó expectante.

—Mucho. ¿Dónde estabas?

Él soltó mi mano y puso su brazo sobre mis hombros mientras nos


encaminábamos a la cafetería. No necesitábamos ir a mi casillero. Aiden nunca
traía almuerzo a la escuela. Sólo era una mentira que me permitía salir de
detención quince minutos antes. Él sabía que el Señor Powell me dejaría ir, porque
era un gran seguidor de los Wildcats. Ése hombre tenía espíritu.

Aiden exhaló.

—Llegué tarde a la escuela porque mi madre estaba quejándose sobre una


estúpida llamada telefónica que tuvo anoche.

—¿Llamada telefónica?

—Sí. Algún imbécil la llamó anoche y le digo que estaba jodiendo después de la
práctica o algo así…

Lo golpeé en el estómago. Su lenguaje hoy era atroz.

—Lo siento. —Sacudió su cabeza—. Bueno, de todas maneras, ellos le dijeron que
estaba tomando y manejando. Así que me quitó el auto. Ni siquiera me deja usar el
teléfono para llamarte.

104
Dejé de caminar, y su brazo se cayó.

—¿En el nombre del cielo? ¿Quién haría eso?

—En serio. —Estuvo de acuerdo—. No tomaría después de la práctica, y


definitivamente no manejaría después si lo hiciera.

Miré a Aiden, mi corazón estaba acelerado.

Nadie se metía con él de esa manera. A todos les gustaba Aiden. ¡Pin-pon y bates!
Esto es raro.

—¿Crees que…? —hice una pausa, no quería decirlo.

—¿Christian? —preguntó por mí.

Moví mi nariz, avergonzada por acusar sin evidencia. Esa no era la manera de la
SOS.

—Ya pensé eso —dijo Aiden, alcanzando a poner sus brazos alrededor de mi
cintura y jalándome hacia él—. Pero mi mamá dijo que fue una chica.

Mi boca se abrió. Oh, no me gustaba eso. Para nada.

—¿Una chica? —Sonó como un chillido. Mi piel se erizó. A la mamá de Aiden


seguro le gustaba eso. Alguien más aparte de mí llamando a la casa.

—Oh, nena —dijo y se rió—. Me estaban tirando debajo del autobús, sin siquiera
pedírmelo. —Se inclinó y besó mi frente—. Retrae las garras.

Lo golpeé y me hice para atrás.

—Bueno, todavía no me gusta —dije.

—Sí, a mi tampoco. No tengo permitido tener el auto por una semana.

¡Caray Louise! Eso era duro.

—Yo te traeré —dije, tomando su mano y jalándolo por las escaleras hacia la
cafetería. Todavía tenía hambre.

—Gracias a Dios que se va este fin de semana —dijo Aiden, levantando mis dedos
para besarlos.

Cierto, tenía una pregunta sobre eso.

105
—¿Por qué invitaste a Chloe? —pregunté sin girarme. No quería decirle que había
olvidado su fiesta, incluso cuando no estaba completamente segura que me contó
sobre ella.

—¿Quién es Chloe?

—La hermana de Christian. —Sonreí un poco. Estaba feliz de escuchar que él no


reconocía su nombre. Incluso cuando ella lo estaba cazando.

—Oh, ella —dijo, haciendo una pausa por un minuto—. Sólo la invite para ser
amable.

Giré la cabeza hacia él mientras pasábamos por las puertas de la cafetería.

—¿Para ser amable?

—Sí, nena. Quería ser educado. Sabía que te gustaría. —Él hizo una cara como si
esa fuera la respuesta obvia, incluso cuando estaba segura que mi Wildcat no era
así de educado.

—Guau —dije, pretendiendo tomar el cebo—. Es muy dulce de tu parte.

—Lo sé. —Agrandó los ojos, fingiendo nuestra conversación, y juntó sus labios
como si quisiera un beso. Encogí mis ojos, lista para discutir, cuando vislumbré a
Chloe sobre su hombro, sentándose en nuestra mesa del almuerzo. Nos miró, y
sentí una oleada de posesión.

—Ven aquí —ronroneé a Aiden, tomando un puñado de su camisa y jalándolo


hacia mí. Aiden me miró con complicidad.

—Mmm… mi gatita se siente juguetona.

Me reí, dejando que mi ira se derritiera.

Aiden se inclinó para detenerse justo cuando sus labios estaban sobre los míos.

—Te vas a quedar este fin de semana, ¿verdad?

Me encontré con su mirada verde, y mi interior se empezó a derretir como siempre


que Aiden me miraba de esa manera. Asentí. Él sonrió y luego presionó su cálida
boca hacia la mía, apretándome. Cuando nos separamos, me dio un guiñó.

—Ahora, vayamos a alimentarte —dijo—. Necesitas almacenar energía.

Él era tan vaporoso.

106
Cuando llegamos a nuestra mesa, Chloe se había ido. Su necesitada ausencia liberó
totalmente la tensión que estaba sintiendo en mis hombros durante todo el día.
Aiden fue a hacer fila y me agarró una bandeja de almuerzo con rebanadas de
pavo picante. Luego se disculpó para ir a hacer unas jugadas con su equipo. Era la
sincronización perfecta. Me dejó sola con mi grupo. Al momento que se fue, todas
nos inclinamos sobre la mesa Formica al unísono.

—¿Cuál es la doble exclusiva? —pregunté, bajando mi tenedor y mirando sus


rostros.

Leona ajustó sus lentes.

—Tres asignaciones. Dos solicitudes de infieles y una revisión a fondo. Y desde que
dos de nuestras Kittens, Melody y Frances, salieron de la ciudad esta semana, no
estoy segura de que tenemos el poder porrista para completarlas.

Uhm. Leona tenía un buen punto. Teníamos cuatro pompones menos.

—Las extraño —dijo Izzie, sorbiéndose la nariz—. Espero que regresen pronto.

Leona sacudió su cabeza.

—Enfóquense, niñas. No dejaremos que esos infieles tomen lo mejor de nosotras.


Tal vez estemos superadas en número, pero ellos no son más listos. Tess, tienes un
plan, ¿verdad?

Su pregunta me agarró con la guardia baja. Aunque sabía que mi grupo tenía unos
cuantos miembros menos, no tenía un Plan B. Ni siquiera estaba segura de tener
un Plan A.

—Claro que Tessa tiene un plan —dijo Kira, enojada con la pregunta de Leona.

Miré todos esos ojos que confiaban en mí, y empecé a sentir algo. Pánico. Pero
aclaré mi garganta y sintonicé las frecuencias SOS.

—Kira —dije con mi voz de capitana—, tú e Izzie enfóquense en la primera


petición de infiel. Pero apuesten sólo a lo visual.

Ella sonrió.

107
—Estoy en eso, Tess.

—Leona, tú y Kara tracen la segunda petición, y lo decidiremos la noche del


miércoles. —Troné mis dedos—. Oh, y Leona, necesito actualizar la Lista Traviesa y
regresar algunos de esos textos. ¿Suena bien? —Uff.

Leona me miró.

—¿Qué hay de la revisión a fondo?

Oh. Olvidé uno. ¿Cómo pude…?

—Uhm… yo haré esa. Sólo envíame la información. —Estaba confundida.

Leona giró su adorable collar alrededor de su dedo.

—Tessa, es tu noche con el teléfono SOS. Lo sabías, ¿verdad?

No lo sabía.

—Voy a usarlo esta noche —interrumpió Kira—. Ya lo he aclarado con Tess. —


Ella miró sobre la mesa y sonreía alentadoramente hacia mí. Ella acababa de salvar
mi reputación. Esa chica era genial.

—Genial —farfulló Leona, descansando su barbilla en su palma girada—. Otra


noche de textos con Kira. Sólo no me envíes más fotos de traseros de chicos, ¿sí?

Kira sonrió.

—No puedo evitarlo. Pero viste a Maxwell, ¿verdad?

—Lo sé. —Izzie se rió junto a ella—. Era hermoso. Y, ¿qué hay de Jonathon
Stuart…?

Las chicas empezaron a hablar sobre ellas y las mejores retaguardias de la clase
júnior. Me hubiera encantado escuchar la conversación, pero estaba demasiado
ocupada mirando a Aiden del otro lado de la cafetería.

Él estaba riéndose, bromeando con Darren y los chicos.

Luego, de repente, miró hacia arriba y me vio observándolo.

Él sonrió e hizo un guiño. Me puso inquieta, ver qué tan bien encajaba mi novio en
la mesa de los infieles. Saqué el pensamiento. Aún así, me hizo pensar en Chloe y
en el hecho que ella estaba yendo detrás de mi novio tan claramente. Y
ciertamente, no me gustaba la manera en que ella me buscaba, buscando mis

108
grietas. De hecho, deseaba que la pequeña rubia seductora se trasfiriera a otra
escuela.

Pero mi deseo no se hizo realidad.

Chloe se nos unió en el almuerzo al día siguiente, vestida en un par de jeans súper
ajustados y una blusa suelta. Las Smitten Kittens hicieron a un lado sus
comentarios anteriores sobre mí, una vez que se disculpó. Ellas eran tan buenas.
Pero yo no iba a olvidar tan fácilmente. Por lo menos no en el interior.

Pero estaba sorprendida y encantada de ver que Christian parecía encantado por
Kira. Incluso se había sentado a su lado. Me refiero a que estaba enfrente de mí,
pero también, junto a Kira. E incluso aunque no hablan entre ellos, ambos me
hablaban, era algo que tenían en común.

Un pensamiento feliz me pegó. La fiesta de Aiden era este fin de semana, y era
natural que las nuevas parejas se formaran en una fiesta. Incluso Romeo y Julieta se
conocieron en una fiesta. Yo podría juntar a Kira y a Christian. Entonces, quizás él
centraría su atención en otro lado.

109
SOS
REPORTE DE INCIDENTE DEL INFIEL
Traducido por Liseth Johanna
Corregido por Lizzie

CASO: 004

CLIENTE: Madeline Haskel

SUJETO: Roger Stanvick

Querida Srta. Haskel,

SOS está feliz de cumplir con la Revisión de Antecedentes de su Novio Potencial. Y


aunque es trágico que hayamos tenido que darle malas noticias en tres ocasiones
distintas, esperamos que al proporcionarle este servicio, pueda tomar una decisión
sobre su próximo compañero.

El Sr. Stanvick será observado en 48 horas a partir de recibida esta notificación. Por
favor recuerde que éste comprobante sólo es válido para una revisión de
antecedentes por semestre.

Gracias por sus referencias, y SOS de verdad espera que sus necesidades a la hora
de salir, sean completadas. Si necesita cancelar este trabajo, por favor envíe el
formulario de la orden de detención dentro de las próximas 24 horas. Que tenga
un gran día.

Siga sonriendo,

SOS

Textos: 555-0101

Desenmascarando Infieles Desde Hace Más de Dos Años.

110
Capítulo 10
Traducido por Vettina y Lola_20
Corregido por Lizzie

S
e estaba haciendo tarde. Bostecé.

—¿Cuál era el TEL10? —preguntó Leona. Se estiró en el asiento trasero de


mi auto, su cabello oscuro extendiéndose como un ventilador a través de
la tapicería de cuero.

Me apoyé en el reposacabezas.

—Hace una hora. —Aquí estábamos, acampando frente a un campo de golf en


miniatura de toda la noche, y ni siquiera podíamos jugar. El estacionamiento
estaba desierto, y el cielo estaba casi sin estrellas. Había poco ánimo en este auto.

Por suerte, esto era una tarea pequeña, sólo dos Kittens eran necesarias. Y Leona
era la única disponible para ayudarme. Estaba muy agradecida. Sola, me podría
haber quedado dormida.

Estábamos en una comprobación de antecedentes de un novio potencial.


Reservábamos eso sólo para nuestros clientes de repetición. No era algo de lo que
estuviera orgullosa ya que oficialmente, las clientes no estaban saliendo con los
sospechosos. Pero si SOS había investigado para ellas al menos tres veces, el
cliente recibía un certificado para una verificación de antecedentes de cortesía.
Esperábamos poder evitarles futuros dolores de cabeza.

—Él trabaja aquí, ¿verdad? —preguntó Leona. A veces era difícil estar a solas con
ella. No tenía el ánimo que Kira.

—Síp. Y mi informante dijo que estaba trabajando de una a dos esta mañana.

—Pasan de las once.

—Gracias, Leona. No me había dado cuenta.

10
TEL: Tiempo Estimado de Llegada.

111
—Caray. —Se sentó, y pude sentir su mirada en el lado de mi cara. Me volví
lentamente hacia ella.

—Lo siento por reaccionar así —dije en voz baja—. Sólo quiero ir a casa.

Leona me miraba desde detrás de sus gafas. Estaba enojada. No le gustaba ser
regañada o que le hablaran de forma condescendiente. Y me debería hacer
controlado mejor. Estar de mal humor no era la manera de las Smitten Kitten.
Apreté mis labios.

—Las cosas han sido cada vez más difíciles —dije en tono de disculpa.

Ella asintió, su rostro claro.

—Lo sé, Tess. Y pareces bueno un poco distraída. ¿Está todo bien con Aiden?

Mi boca se abrió. Esa era una pregunta inesperada.

—Por supuesto. ¿Por qué lo preguntas? —Mi corazón latió un poco más rápido.

Se encogió de hombros.

—No lo sé. No parecen estar pasando mucho tiempo juntos.

Parpadeé rápidamente, un dolor punzante en mis costillas. Estaba en lo cierto. No


lo habíamos hecho. Pero, Aiden tenía el baloncesto, y yo tenía a las porristas. Entre
eso, tenía las asignaciones de SOS. Muchas de ellas. Oh, mi Dios. ¿Estábamos cada
vez más separados?

—¡Gran fantasma de César! Dame tu teléfono, Leona. El mío está muerto. —


Necesitaba hablar con Aiden. Tenía que oírlo.

Los ojos de Leona se abrieron por mi abrupto cambio de conducta, pero sacó su
teléfono de todos modos.

—Voy a estar afuera con los binoculares —dijo con cautela.

Esperé hasta que salió al estacionamiento y cerró la puerta antes de pinchar en los
números.

—Contesta, Aiden —susurré, mirando el reloj del salpicadero.

—Hola. —Diantres. La señora Wilder.

112
—Hola, soy Tessa. —Por primera vez, mi voz no estaba empapada con dulzura. Yo
sólo quería hablar con su hijo—. ¿Puedo hablar con Aiden, por favor? Es
importante.

—¿Él no está contigo?

Mi estómago se redujo.

—¿Qué?

—Aiden no está aquí, Tessa. Pensé que estaba contigo esta noche.

Estaba sacudiendo mi cabeza, a pesar de que sabía que no podía verme.

—No... Yo... Yo no estoy con él.

—Uh.

¿Eso era todo? ¿Eso era todo lo que tenía que decir? Traté de tomar una
respiración profunda, pero tenía problemas para respirar. ¿Qué estaba pasando?
¿Dónde estaba mi dulzura?

—Dígale que llamé —murmuré, y colgué. No podía quedarme y esperar por


alguno de sus comentarios sarcásticos. Mis ojos ardían, y me enderece para ver mi
reflejo en el espejo retrovisor. Me sorprendí al ver que un poco de mi máscara de
pestañas se había corrido. Lo limpié con rapidez. ¿Qué más podría salir mal?

Hubo un golpe en la ventana del lado del conductor, y estuve a punto de saltar
fuera de mi piel. Me volví, mi mano en mi garganta.

Christian estaba inclinado, mirando hacia adentro. Hizo un gesto. ¿Qué en el


mundo?

Giré la llave en el contacto para conseguir encenderlo y bajé la ventana, fruncí el


ceño.

—¿Christian?

—Hola, Tessa. —Sonrió—. Pensé que este era tu auto.

Tomé una fuerte respiración. ¿Cómo sabía que era mi auto?

Se rió entre dientes, presionando el cabello detrás de sus orejas.

—Lo siento, eso suena un poco acosador, ¿verdad?

113
Definitivamente sí, pero estaba demasiado aturdida para asentir. Espera. Estaba en
una asignación. Ahora me había atrapado dos veces en asignación. No era bueno.

—Uhm... ¿qué quieres? —No era una pregunta amable, pero necesitaba preguntar.

Sonrió, como si tuviera una broma sucia esperando. Afortunadamente, decidió


actuar apropiadamente.

—Me preguntaba por qué estaban estacionadas en el estacionamiento de atrás. ¿Y


por qué tu amiga estaba viendo el recorrido con unos binoculares? —Inclinó su
cabeza—. ¿Están espiando a alguien?

¡Excelente!

—No. Esa es una pregunta tonta.

Entrecerró sus ojos, estudiándome.

—¿En serio?

Le devolví la mirada, sin palabras, mientras el viento soplaba alrededor de su


cabello chocolate. Él era realmente atractivo. No lindo como Aiden, pero aun así
hermoso. Tragué saliva.

—¿Has venido solo? —pregunté. Un cambio de tema estaba en orden.

—Nop.

Esperé. Cuando se hizo evidente que él no iba a ofrecer la información, presioné


más.

—¿Con quién estás?

Él sonrió.

—No te preocupes, no estoy en una cita. Estoy con Colton.

Hice una cara. No estaba preocupada de que estuviera en una cita. Solo quería que
se marchara.

—Maravilloso. —No se movió.

—Entonces —dijo, mirando alrededor en el interior de mi auto. Estaba


perfectamente al tanto de los equipos en mi asiento del pasajero, la cámara con
trípode, el chaleco de utilería, y el gancho que Leona había querido traer…a pesar

114
de que estaba bastante segura de que no lo necesitaríamos. La miró, luego me
miró a mí—. ¿No hay novio esta noche?

Mi rostro picaba.

—Tal vez más tarde —dije. Pero probablemente era una mentira.

—Es una lástima. —Christian se enderezó, deslizando sus manos en los bolsillos de
sus pantalones. Busqué a Leona, pero ella estaba sentada en una banqueta del
estacionamiento observando el recorrido, sin idea de la complicación que estaba
justo afuera de mi ventana.

—¿Tú y Leona quieren unirse a nosotros para una ronda de golf? —preguntó
Christian.

Me volví hacia él.

—¿Qué?

Se inclinó, apoyando los antebrazos en mi ventana. Me moví hacia atrás en mi


asiento. Era muy diferente fuera de la escuela, mucho más audaz. Me daba miedo.

—Están aquí para jugar golf, ¿verdad? ¿Por qué mas estarían aquí, Tessa?

¡Santo Cocker spaniel! ¿Lo sabía? Estaba sonriendo, desafiándome a mentir. Mi


boca se sentía súbitamente seca, mi estómago dio un giro.

—Vamos —susurró en broma—. Voy a dejarte ganar.

Bueno, ahora eso era condescendiente.

—No necesitarías dejarme, Christian. Te vencería en una buena lid.

Se echó a reír.

—¿Buena lid? Eres demasiado linda. En serio. No puedo tener suficiente de ti.

Parpadeé rápidamente.

—Ven a jugar conmigo —dijo, abriendo mi puerta—. Una ronda.

¿Tenía elección? ¿Qué tan raro se vería si sencillamente nos fuéramos? Me detuve,
tratando de pensar en las posibles horrorosas consecuencias que vendrían por
esto. Pero no había tiempo para pensarlo. Era la capitana, y era la única
responsable de las decisiones difíciles.

115
Tomé aire.

—Sólo un juego —dije.

Christian me ofreció su mano, pero lo miré como si se hubiese vuelto loco.


Definitivamente no iba a tomar su mano. Esto no era una cita y nunca lo sería. Yo
era la chica de Aiden.

Mi estómago se retorció. Sólo deseaba saber dónde estaba Aiden.

Christian trató de ganar en el golf de miniatura, pero había subestimado mis


habilidades de hundimiento de bolas. También encontró sumamente gracioso
cuando le dije eso. Pero era educado. Incluso dulce. Y su amigo Colton parecía
entretener a las porristas, especialmente a las morenas llamadas Leona. Pero no
olvidé que él tenía novia de una escuela rival, y me aseguré de que Leona no lo
olvidara tampoco.

En algún punto, un juego se convirtió en dos. Era casi la una cuando caminamos de
vuelta a mi auto, Leona riendo con Colton detrás de mí. La noche había sido
divertida. Completamente antiética pero divertida. Nos detuvimos en mi auto.

—Gracias por la compañía, Tessa —dijo Christian, deteniéndose para quedar justo
enfrente mío. Su colonia era llevada por el viento, olía realmente fresco. Limpio.
Aiden no se molestaba con colonia, olía más atlético.

—Bueno —dije, enviando una mirada de advertencia a Leona mientras se detenía


alarmantemente cerca de Colton. Asintió entendiendo y bajó sus ojos. Me giré de
nuevo a Christian—. Tenemos que volar. Te veré el lunes en la escuela.

Él sonrió.

—¿No vas a ir a la fiesta de tu novio mañana?

¡Rayos y centellas! Lo había olvidado de nuevo.

—No, estaré allí.

Mi cara ardía de vergüenza e incomodidad. Y justo entonces, Christian se inclinó


hacia mí, ¡como hacia mi boca!

116
Lo esquivé rápido, tratando de no hacer un espectáculo, pero en mi esquive, le
pegué con mi cabeza en la mandíbula a Christian.

—Auch —dijimos al mismo tiempo. Puse mi palma contra mi frente y él cubrió su


boca. Leona rompió a reír del otro lado del auto.

—Eres una cosita violenta, Tessa. —Rió y bajó su mano, corriendo sus ojos por mi
cuerpo—. Digo que dejes a tu novio y vengas a practicar lucha libre conmigo
alguna vez. —Guiñó un ojo.

—¿No puedes ser siempre bueno, no? —solté. ¿Acaba de decirme que rompiera
con Aiden? Ew, ¿acaba de pedir luchar conmigo? Sin otra palabra trepé al asiento
del conductor y cerré la puerta.

Leona entró también, ajustándose sus lentes y mirándome con una sonrisa.

—Aún está mirando —cantó—. Está como obsesionado contigo o algo.

—Mierda. Esta fue una idea muy mala. Tendremos que mover la misión para
mañana a la noche.

—Espera. ¿Crees que sepa que somos SOS? —Su cara lucía preocupada.

—Esperemos que no.

Ignorando a Christian, aún parado junto a mi ventana, encendí el auto y salí del
estacionamiento, chirriando mis neumáticos.

Dejé a Leona en casa de su abuela y cuando llegué a casa estaba oscuro. Mis
padres debían seguir en el club. Me sentí solitaria. Esperaba poder sentarme con
papá y charlar mientras comíamos leche y galletas, pero no estaba aquí.
Necesitaba un consejo. Quería que me dijera que no tenía nada porqué
preocuparme.

A las 2 de la mañana sonó mi celular. Me estiré para tomarlo de mi mesa de noche,


pero no reconocí el número. Aplaqué mi pánico y respondí.

—¿Hola? —Por favor que no sea Christian.

—Hola, nena — dijo Aiden con voz profunda y suave.

Exhalé, atrayendo el teléfono a las sábanas mientras me hacía un nudo con ellas,
confortada por el sonido de Aiden. Lo había extrañado demasiado.

117
—¿Dónde estás? —pregunté, trayendo las mantas bajo mi barbilla. Mi pecho dolía.
Estaba tan confundida por nuestra reciente falta de tiempo de caricias.

Él rió.

—Estoy en tu puerta delantera.

Sonreí, mi estómago golpeando con excitación.

—¿En serio?

—En serio. Ahora ven y déjame pasar.

Reí y luego colgué. Alejando mis sábanas, salté de la cama y tiré mi teléfono allí
antes de salir de mi alcoba descalza. Me detuve frente a la puerta delantera de
madera, tomé una gran respiración y luego la abrí. Mi cara de inmediato se
encendió. Allí estaba, inclinando su largo cuerpo contra el marco de la puerta, su
cabello hecho un lío de mechones rubios. Usaba un par de jeans con un suéter
verde oscuro, haciendo sus ojos más notables de lo usual. Se veía… fantástico.

—Hola —dijo en esa voz suave y sexy.

—Hola.

Nos quedamos ahí por un minuto, mirándonos. Mi cuerpo temblaba, deseándolo,


pero sabía que debíamos hablar primero. Una brisa pasó por detrás de él hacia la
casa. Fruncí mi nariz.

—¿Estás… estás usando colonia? —pregunté.

Él sonrió.

—Uh, sí, ¿por qué?

—Tú no usas colonia.

—A veces sí.

—No, no usas.

Aiden frunció el ceño y empujó la puerta para entrar a la casa, sus zapatos de vestir
haciendo un ruido distinto en la baldosa que sus zapatillas normales. Se detuvo
frente a mí y miró hacia abajo.

—¿Qué está mal? —preguntó, estudiando mi cara.

118
—¿Dónde estuviste?

Aiden se giró y cerró la puerta, luego volvió y se acercó para quitar mi cabello de
mi hombro, antes de descansar sus manos allí.

—Darren estaba lidiando con algo de mierda. Fui a ayudarlo.

—¿Usando colonia?

Aiden se alejó de mí, pareciendo un poco molesto.

—Tess, ¿estás molesta conmigo o algo? ¿Qué pasa con la colonia? ¿No te gusta?

Mis dedos temblaron. Aiden nunca se molestaba conmigo. Estaba… estaba


enloqueciendo un poco. Era la SOS. Estaba volviendo sospechar de mi novio. Pero
lo conocía mejor. Aiden nunca me lastimaría. No era como esos otros chicos.

—Lo siento —dije, tragando con dificultad y acercándome para abrazar su cintura.
Puse mi cabeza contra su pecho pero se sintió extraño cuando no me abrazó en
respuesta como lo esperaba.

—¿De quién es el teléfono que usaste? —pregunté.

—Darren me lo prestó. —Los dedos de Aiden trazaron lentamente mi columna,


sintiéndose a través de mi top del pijama de seda. Pero cuando llegó a mis
hombros, me abrazó y me alejó para observar mi cara. Me miró por un minuto, sus
ojos inquietos. Luego me empujó sutilmente a un abrazo y descansó su barbilla en
mi cabeza.

—Te extrañé, nena —murmuró—. ¿No me extrañaste?

¿Lo sentía también? ¿La extrañeza entre nosotros?

—Siempre te extraño —respiré.

Se movió, apretándome más fuerte, claramente apreciando mi respuesta.

—No puedo quedarme esta noche —dijo.

Mi estómago giró.

—Oh.

—Pero te daré un masaje de pies antes de irme —susurró seductoramente.

119
¿Eso era todo? ¿Había venido sólo para acostarse conmigo? Me alejé de él, mis
ojos comenzando a llorar.

—¿Qué? —preguntó alarmado.

—¿Viniste por eso?

—¿Por qué? Tessa, ¿qué está sucediendo? Estás asustándome en serio. —Puso sus
manos en mis mejillas mirando como caían algunas lágrimas—. Dime qué va mal.

No podía. ¿Cómo podía decirle que la SOS me había entrenado para vigilar a los
mujeriegos, y que ahora él estaba mostrando los clásicos signos? ¿Cómo podía
decirle eso al chico que amaba?

—No es nada —dije resoplando—. Sólo arrópame, ¿de acuerdo?

Pensé que Aiden podría llorar también. Se veía tan frustrado. Indefenso. Así que
tome su mano, la besé y la sostuve en la mía mientras lo empujaba hacia mi
habitación.

120
SOS
REPORTE DE INCIDENTE DEL INFIEL
Traducido por Susanauribe
Corregido por Lizzie

CASO: 050

CLIENTE: Desiree Tucker

SUJETO: Rueben Monroe.

DESCUBRIMIENTOS: Aproximadamente a las 7:30 A.M el 28 de febrero, el Sr.


Monroe fue visto saliendo del auto de una persona diferente a la cliente frente a
Washington High. Después fue determinado que el conductor era su madre, Claire
Monroe. Ella luce bastante joven para su edad.

Sin embargo, el Sr. Monroe fue recogido en el edificio por un vehículo diferente. El
auto estaba registrado a nombre de Yvonne Gallagher, la mejor amiga de su
madre. El Sr. Monroe y la Sra. Gallagher fueron seguidos hacia la casa de ella en
Sycamore Drive, donde fotos adjuntas fueron tomadas. Notará que confirman que
tuvieron relaciones sexuales.

Los registros telefónicos también indican una relación constante datando de varios
meses atrás, o desde que el Sr. Monroe cumplió dieciocho.

Es nuestra determinación que el sujeto está siendo infiel.

Confiamos en que este reporte se mantendrá confidencial ya que parte de la


información contenida podría comprometer nuestro estatus súper secreto.

SOS lamenta su pérdida, y le ofrecemos nuestras más profundas simpatías.


Esperamos no tener que asistirla otra vez en el futuro, pero, por favor,
manténganos en mente para futuras referencias.

Siga sonriendo,

121
SOS

Textos: 555-0101

Desenmascarando Infieles Desde Hace Más de Dos Años

122
Capítulo 11
Traducido por kathesweet y Lizzie
Corregido por Niii

¿M oderada? Aiden me había dicho que mantendría la fiesta moderada.


Hmmm. ¿Era esa la razón por la cual la mitad de la clase que se gradúa
estaba teniendo una fogata en la parrilla del patio trasero? ¡Había al
menos ciento cincuenta personas aquí! Y aun cuando el patio herboso de Aiden
era genial para jugar voleibol en el verano, ahora mismo estaba lleno con vasos
plásticos rojos y colillas de cigarrillos. Su madre enloquecería si veía eso.

En el interior, la casa profesionalmente decorada de Aiden se había convertido en


una masa de deportistas, porristas, y estudiantes. De hecho, la mayoría de sus
muebles habían sido empujados contra la pared para hacer una pista de baile.
Mantuve mi mirada en la entrada esperando ver quién más aparecía.

Justo entonces otro grupo entró por la puerta, y mi corazón se saltó un latido.
Christian y Chloe. Chloe me vio inmediatamente y sonrió. Estaba avergonzada de
admitir que estaba un poco celosa. Su largo cabello rubio era lindo, caía del
pasador liso y suave. Su minifalda de dril raído y un top sin sostén eran mucho más
reveladores que cualquier ropa que yo hubiera vestido. Pero la llevaba bien. Se veía
bastante deseable.

Miré alrededor buscando a Aiden. Estaba en la esquina cerca a la mesa de billar,


observando a Darren contar una animada historia sobre baloncesto. Al menos
parecía como una historia sobre baloncesto. No estoy segura de qué otra cosa
podrían haber significado esos movimientos de empujar con la cadera.

—Asqueroso —dijo Leona, llegando a pararse a mi lado—. Ella apareció. —Sonreí


antes de mirarla de reojo. El cabello de Leona estaba en una cola de caballo alta, y
tenía aros extra grandes en sus orejas. Estaba súper arreglada. Justo entonces Kira
llegó saltando, asintiendo enfáticamente mientras chasqueaba su goma de mascar.

—Bien, bien —dijo, soplando una burbuja y luego estallándola con una explosión
ruidosa.

123
—El atuendo de Chloe es totalmente cursi. Me recuerda a esa señora Yvonne con la
que Rueben Monroe lo ha estado haciendo.

—¡Así es! —dijo Leona, girándose hacia ella y riendo.

Aun cuando estaba feliz de ver que Leona y Kira estuvieran llevándose bien por
una vez, hablar tan descuidadamente sobre un escándalo era malo viniendo de una
Smitten Kitten.

—No discutimos las asignaciones fuera de la práctica —dije en voz baja,


reclinándome sobre mis talones mientras hablaba.

—Lo siento —murmuraron las dos.

—Además —dije, mirando preocupadamente hacia Chloe—. Realmente


deberíamos ser más amables. —Doblé mis manos detrás de mi espalda, deseando
que la hermana de Christian cambiara de opinión y se fuera.

Kira caminó hacia adelante, encrespando sus rizos, y luego se giró hacia mí,
sonriendo.

—Seguro, Tessa. Es la manera en que lo hace una Smitten Kitten. —Guiñó y caminó
hacia la habitación atestada, pareciendo más alegre de lo usual, su falda rosa
revoloteando con sus movimientos.

—Oh-oh —dijo Leona—. Parece que ha encontrado a su siguiente víctima. —


Supongo que su tregua no había durado mucho.

Estaba a punto de regañar a Leona por meterse con Kira de nuevo, pero ella se giró
y se fue antes de que pudiera hacerlo. Luego la voz aguda de Kira se oyó sobre la
multitud.

—Hola, Christian —dijo con entusiasmo exagerado, poniendo sus brazos alrededor
de su cintura y abrazándolo. Chloe le lanzó una mirada horrible.

—Oh —dijo Christian, pareciendo sorprendido por su atención—. ¿Qué hay, Kira?
—Lanzó una mirada rápida alrededor, encontrándome, y entonces volvió a mirarla.

—Chloe —dijo Kira, girándose hacia ella, igual de ruidosa—. Estoy tan feliz de que
estés aquí.

La hermana de Christian pareció sorprendida.

—¿Yo… también?

124
Kira rió, liberando su agarre sobre Christian para abrazar a su hermana. Reí
disimuladamente. Chloe parecía asustada por la hospitalidad de Kira. Mi consejero
una vez me dijo que los niños de padres divorciados a veces tienen baja
autoestima. Hmmm. Podría haber creído eso sobre Chloe si ella no estuviera
explorando la habitación, buscando totalmente a mi novio.

—Déjame mostrarte el lugar —dijo Kira, tomándola por el codo—. Aiden está
bastante ocupado.

Genial. Kira era una Kitten inteligente algunas veces. Lo último que quería era que
mi novio le diera a Chloe un paseo personalizado. No cuando estaba vestida así.
Miré de nuevo a Aiden, pero él se había ido. Mi estómago se revolvió.

—Hola, Tessa.

Salté. Christian.

—Hola. —Maldición. Él siempre me encontraba.

—Te ves hermosa —dijo—. Ese vestido es realmente lindo. —Sonreí. Era lindo de
su parte notar mi atuendo. Pensé que un vestido de verano era perfectamente
adecuado. ¡Para una fiesta moderada!

—Gracias —respondí—. También te ves bien. —Y lo hacía. Una camisa de abotonar


linda, mocasines, el cabello agarrado en una coleta. Muy lindo.

Nos quedamos quietos por un minuto, incómodamente, mientras alguien


alcanzaba la radio y empezaba a hacerla explotar con su bajo completo. Christian
caminó hacia mí e inclinó su cabeza al lado de la mía para hablar.

—Tessa, ¿sabes dónde está la cerveza?

—Sí. —Asentí.

—¿Me lo mostrarás? Estoy sintiéndome un poco nervioso. —Se detuvo, y sus ojos
oscuros parecían diferentes. Ansiosos.

¡Disparates! Si estaba sintiéndose tan inquieto, yo no debería estar actuando como


una anfitriona demasiado gentil. Justo entonces alguien bajó la música, y tomé una
respiración profunda. No me gustaba tener que gritar cuando no estaba en el
gimnasio.

Sacudí mis largos rizos para aclarar mi cabeza, a punto de cruzar la habitación.

—Lo siento tanto —le dije a Christian—. Te conseguiré una…

125
—Iré contigo —interrumpió, caminando y enganchando su brazo con el mío.

Mi sonrisa se desvaneció.

—Yo…

—Estoy de vuelta —anunció Kira mientras saltaba a mi lado. Estaba sonriendo de


oreja a oreja, en su mayoría a Christian. Exhalé. Gracias al cielo que había
regresado. Las cosas habían estado poniéndose muy incomodas por aquí.
Desenrollé su brazo del mío.

—Voy a ir a buscar a Aiden —dije rápidamente, girándome antes de que pudiera


ver alguna de sus expresiones. Quizás dejarlos solos podría precipitar algo. No
necesitaba decirle a Kira cómo Christian había estado tan insistente conmigo; eso
podría herir su ego. Y no quería hacer eso, no cuando Christian claramente estaba
equivocado en sus sentimientos hacia mí.

Estaba parada al lado de Darren, pero mi novio ya no estaba aquí. Darren se giró
hacia mí, un palo de billar en su mano.

—Hola, Sex Kitten —dijo en su voz suave y profunda—. ¿Cazando a tu chico?

—Es Smitten. Y sí, ¿lo has visto? —Puse mis puños sobre mis caderas, sintiéndome
un poco perdida.

—Sí. —Apuntó hacia la puerta trasera—. Salió a la fogata a buscar más cervezas.
Dile que se apresuré, ¿lo harás, Tessa?

—Seguro.

Mordí mi labio mientras hacía mi camino a través de la cocina hacia el patio. La


música era fuerte aquí afuera con el bajo sonando a través de los altavoces
instalados en el patio. Afortunadamente el vecino más cercado de Aiden estaba a
medio acre de distancia. Además, no había necesitad de preocuparse por meternos
en problemas nadie llamaría a la policía por el armador de los Wildcats, ¡teníamos
una oportunidad para llegar a los playoffs este año!

Me detuve cuando caminé sobre su piso de madera. Aiden estaba en el patio cerca
al barril, riendo, sonriendo y pareciendo muy feliz… hablando con Chloe. Mi cara
ardió. Ella lanzó su cabello rubio sobre su hombro, y cuando se inclinó en frente de
Aiden para sacar un vaso de plástico de su bolsa, su escote estaba a plena vista.
Creo que incluso vi un pezón. Aiden alejó la vista rápidamente. Él también debió
verlo.

126
Puse mi palma sobre mi frente, sintiéndome enferma. Retrocediendo, giré y caminé
hacia la casa. Había ruido. Las personas estaban hablando, saludándome mientras
los pasaba. Encontré un lugar tranquilo contra la pared en el pasillo cerca a las
escaleras. Mi corazón estaba latiendo rápido.

Nada estaba pasando con Aiden y Chloe. Estaba siendo irracional. Él sólo estaba
hablando con ella, probablemente siendo amable, como siempre le había dicho
que fuera. Necesitaba calmarme. Cerré mis ojos.

Unos minutos pasaron, pero no me moví. No quería volver allí afuera. No quería
ver si se había vuelto peor.

—¿Estás bien? —Christian estaba a mi lado, hablando en una voz suave. No podía
mirarlo. Pero lo sentía inclinado a mi lado contra la pared.

—Bien.

—No parece que te estés divirtiendo mucho.

Abrí mis ojos y me giré hacia él. Sonrió y tomó un trago del vaso de cerveza que
estaba sosteniendo. Eso era un eufemismo.

Asentí.

—Sí, ha sido una noche rara.

—Lo sé. Para mí también.

Incliné mi cabeza.

—¿Por qué es rara para ti?

—Kira. Tú intentando dejarnos solos. —Se rió—. Muy astuta —agregó


sarcásticamente.

Era divertido. En realidad creía que era un poco astuta. Miré al otro lado del pasillo,
de vuelta a donde la fiesta estaba en pleno apogeo, preguntándome qué estaba
haciendo Aiden.

—Tu novio está ignorándote —dijo Christian, mirando su cerveza.

Mi estómago cayó.

—¿Perdón?

127
Los ojos de Christian encontraron los míos, mirándome de la manera agresiva en
que lo habían hecho esa noche en el golf en miniatura.

—Está ignorándote, ¿no es así?

—No.

—De hecho, creo que ha hablado con Chloe más de lo que ha hablado contigo
esta noche.

—Bueno, entonces quizás deberías agarrar a tu hermana e irte —espeté. Mi


respiración se cortó. ¡No podía creer que estuviera siendo tan grosera! ¿Qué me
estaba pasando?

—No. —Christian sacudió su cabeza—. No le digo a mi hermana qué hacer. Ella


puede encargarse de sí misma. Siempre lo ha hecho. —Christian me miró de arriba
a abajo—. Y ahora mismo, creo que quiere encargarse de tu novio.

Estaba a punto de levantar mi voz o empujarlo violentamente. De hacer algo. Pero


simplemente lo miré, mi pecho elevándose bajo mi vestido. ¿Creía que a Aiden le
gustaba ella?

Christian alejó la mirada, casi como si sintiera haberlo sacado a colación, pero
dudaba que lo sintiera. Probablemente lo vio como una entrada para llegar a mí.
No lo era.

—¿Puedo conseguirte una cerveza? —preguntó.

Sacudí mi cabeza, todavía tratando de entender los celos rugiendo a través de mí.

—No gracias.

Christian rió.

—Déjame adivinar, ¿tampoco bebes?

—Nop. —No era como si nunca hubiera tomado alcohol antes; simplemente
prefería no beber regularmente. Pero honestamente, una cerveza no sonaba como
una mala idea ahora mismo.

Christian tomó un largo trago de su vaso, sonriendo para sí mismo.

—Definitivamente no eres nada como las otras porristas que he conocido.

128
Estaba a punto ser ofendida en nombre de todas las levantadoras de espíritu de
todas partes cuando Christian se estiró, tocando una de las gruesas ondas de
cabello que colgaba sobre mi hombro. No tenía permitido tocarme. Incluso mi
cabello. ¡Y no debería estar acariciando mis hebras así!

—Hola, Chris —gritó Aiden mientras aparecía detrás de él. Caminó hacia adelante,
dejado caer su brazo pesado sobre los hombros de Christian.

La cara de Christian cayó, e inmediatamente soltó mi cabello. Asintió hacia Aiden,


luciendo incómodo, y luego tomó un trago nervioso de su bebida.

Mi cara hormigueó mientras mis ojos encontraban la mirada ligeramente vidriosa


de Aiden. No tenía nada de que estar avergonzada, no era como si hubiera forzado
mi cabello entre los dedos de Christian, pero me sentía un poco culpable. Una
tendencia SOS. Contacto físico con un no-novio era un no-no definido.

Aiden me miró, tomando un trago de su propia cerveza. Miró de soslayo a


Christian.

—¿Tessa está siendo una buena anfitriona? —preguntó, acercándolo en uno de


esos abrazos casi mortales y soltándolo con una risa.

Parpadeé rápidamente, tratando de leer el estado de ánimo de Aiden. Se veía bien.


Un poco borracho, pero de otra manera, estelar.

—Sí —dijo Christian, enderezando su camisa antes de mirar de nuevo a mi novio—


. Tessa está siendo muy amable.

Normalmente habría pensado que era lindo de su parte notarlo, pero ahora
mismo, no estaba de humor. Quería hablar con Aiden.

Mi novio pareció orgulloso.

—Tessa siempre es amable, ¿no es así, nena? Especialmente con los extraños. —
Dejó su cerveza sobre la mesa del pasillo y caminó hacia adelante, poniendo su
mano en mi cabello y sosteniendo unas cuantas hebras allí, con la palma hacia
arriba, como si lo estuviera revisando para ver si Christian lo había dañado.

—Un pequeño rayo de sol —continuó, separando los mechones con sus dedos.
Podía oler el alcohol en su aliento—. ¿Me extrañaste? —preguntó, encontrando mis
ojos y luego entrecerrándolos seductoramente.

Asentí, de repente completamente caliente por él, más caliente que de costumbre.
¿Era la forma en que me estaba tocando? ¿Eran Christian o su hermana? No estaba

129
segura. Pero me pasé la lengua por los labios, retando a Aiden a ser travieso. Se
dio cuenta.

Deslizó su mano sobre mi hombro y detrás de mi cuello atrayéndome contra él.


Pero en lugar de causar estragos en mí, se inclinó para besar ligeramente mi
mejilla, haciendo una pausa para susurrar: —Tú eres mi pequeño ángel, Tessa
Crimson. —Cuando se apartó, nos quedamos mirando el uno al otro, ambos
respirando un poco pesado.

Christian tosió.

Mi novio exhaló y se enderezó, tomando un segundo para mirarme hacia abajo con
adoración.

—Te amo —articuló en silencio antes de inclinarse hacia abajo a besar mis labios.

—También te amo. —No me molesté en susurrar. Quería que el mundo lo supiera.

—Continúa siendo linda —me dijo, levantando la ceja—. Pero no demasiado linda.
—Sonrió, y me sentí decididamente mejor.

—Trataré —dije.

—Ahora voy a bajar al sótano para ver el partido en la pantalla grande con el
equipo. A menos, claro, que necesitaras hablar conmigo a solas, Tessa. —Sus ojos
brillaron con malicia.

Hacía que mis entrañas se volvieran harina de avena cuando hablaba sexy de esa
forma.

—Creo que podemos hablar más tarde. —Tendríamos que. Enrollarnos en una
fiesta llena de gente sería un terrible ejemplo que dar.

—Oh, podemos —acordó Aiden, asintiendo, retrocediendo poco a poco—. Y tengo


mucho que decirte, también. Va a ser una conversación muy larga.

—Bien.

—Bien.

Sonreí mientras veía a Aiden caminar hacia las escaleras. Entonces, como si lo
hubiera pensado al último momento, se dio la vuelta.

—No la mantengas demasiado tiempo, Chris. Tessa tiene otros invitados con los
que ser cortés.

130
—Es Christian —dijo Christian, en su mayoría en voz baja.

Aiden me guiñó un ojo y luego desapareció por las escaleras. Sintiéndome mucho
mejor, vi como el resto del equipo marchaba en fila después de él. ¡Yo era el ángel
de Aiden! Todo iba a estar bien.

—¿Tessa?

Miré a Christian soñadoramente y me pregunté por qué seguía allí.

—¿Qué?

—Sé sobre ti y la SOS.

Mi. Corazón. Se. Detuvo.

El aliento se escapó entre mis labios, pero no podía hablar. Era como si mi aire se
hubiera ido. Christian y yo nos miramos el uno al otro, y él parecía casi
disculpándose. Pero él lo sabía. ¡Salto de lagartos! Él lo sabía.

—Vamos —susurró una voz baja. Miré a mi izquierda para ver a Chloe acercarse, el
ceño fruncido firmemente plantado en la boca demasiado pintada.

Estaba temblando de forma tan horrible, que tenía miedo de poder desmayarme.
Me afirmé contra la pared. Christian se acercó y puso su mano en mi cintura.

—Oye —susurró—. Lo siento si te he asustado. Te prometo que no voy a decirle a


nadie, pero creo que deberíamos hablar de ello.

Sigue respirando, Tessa.

—Te veré más tarde, ¿de acuerdo? —Y él se veía arrepentido. Eso significaba que
estaba realmente arrepentido o que yo estaba muy pálida y pensó que me iba a
desmayar. Tal vez ambas cosas.

Eché un vistazo a Chloe. Sus cejas se juntaron, pero no parecía demasiado


preocupada por mí. Ella estaba marcada por algo completamente distinto. Me
pregunté si tenía que ver con Aiden.

Christian seguía tocándome, y había un enfermo giro en mi vientre. ¿Y ahora qué?


¿Iba a exponernos? ¿Intentar chantajearme? Me aparté de él, dejando caer su
mano.

Asintió con la cabeza, casi como si entendiera mi temor. Luego se dio vuelta, tomó
a su hermana del brazo y caminó a través de la fiesta y por la puerta principal.

131
Cuando se fue, corrí al baño y vomité.

—Estás muy callada —dijo Aiden, besando mi cuello, mientras yacíamos juntos en
el sofá de cuero en su sótano. Normalmente he hecho un chillido o dos en este
punto —él encontraba eso adorable—, pero mi cuerpo estaba demasiado aturdido.
Todavía estaba en estado de shock.

—Tessa —murmuró, pasando su mano hasta el fondo de mi vestido, tirando de mí


dobladillo como si se estuviera muriendo por arrancarlo—. Estás un poco... sin
respuestas nena. —Mordisqueó mí oreja.

Esta podría haber sido una buena noche. Se sentía como si Aiden y yo
estuviéramos de nuevo en la vía, y ahora, de repente, todo el tren se había
descarrilado moviéndose de un tirón. Y no sabía dónde estaba varada.

—Lo siento —dije, cambiando mi posición debajo de él, tratando de volver a


centrarme en la tarea a mano.

Aiden tiró mi rodilla sobre su cadera mientras traía su boca a la mía de nuevo,
besándome profundamente. Pero en todo lo que podía pensar era en las Smitten
Kittens. Perderíamos todo. Si todo el mundo se enteraba de que éramos las SOS,
seríamos rechazadas de la sociedad de la preparatoria. ¡Oh, Dios mío! Seríamos
carne muerta.

Mi novio se apartó, respirando con dificultad, mirando fijamente a mí cara. Me di


cuenta que no estaba jadeando en absoluto. Eso podría haber afectado a su ego.

—¿Tessa? ¿Qué pasa?

Todavía estaba encima de mí, pero no había nada juguetón pasando ya. Aiden se
veía bastante molesto mientras intentaba recuperar el aliento.

Quería confiar en él con nuestro secreto. Tenía tantas ganas de estar libre de ello,
pero ¿qué si no podía perdonarme por haberle mentido? ¿Qué haría entonces?

—No me pasa nada —le dije rápidamente. ¡Monumento a Lincoln! Todo lo que
hacía era mentir.

132
Aiden me miró fijamente antes de apretar la mandíbula y bajarse. Se inclinó sobre
el borde del sofá, poniendo los codos en las rodillas y la cabeza apoyada en sus
manos. Parecía abatido.

—¿Aiden?

Se volvió hacia mí, sus ojos verdes vidriosos, pero no de alcohol.

—Ya no te entiendo, Tess —dijo seriamente.

—No digas eso.

—Es verdad. —Se frotó rudamente la cara—. Estás tan distante. Distraída. La mitad
del tiempo, ni siquiera sé si me estás escuchando.

—Cariño, yo siempre escucho…

Aiden se pasó los dedos por el cabello, mirando a través del cuarto, apretando los
labios como si estuviera tratando de que dejaran de temblar.

—Tessa —dijo sonando miserable—. Tal vez mi madre tiene razón. Tal vez
deberíamos…

Di un salto hacia adelante y tomé su rostro, dándole un fuerte beso. No quería


saber lo que iba a decir. No había nada de qué hablar. No había nada de lo que yo
pudiera hablar. Él sólo tenía que entender lo mucho que lo necesitaba. Deseaba.

—Nena —susurró, enredando su mano en mi cabello—. No tenemos que...

Pero lo empujé hacia atrás en su sofá, y nos enrollamos aquí mismo, en su sótano.
Sin hablar.

Aiden exhaló, acurrucándose cerca de mí, con la cara apoyada contra la parte
trasera de mi cuello.

—Te amo —dijo.

Sonreí.

—También te amo. —Nos quedamos en silencio durante un minuto, nuestros


latidos del corazón mezclándose. Me mordí el interior de mi mejilla. En este
momento, me sentía segura de estar aquí con él, tan cálida. En momentos como
este, me sentía como si pudiera hablar con él sobre cualquier cosa… incluso de
SOS.

133
—¿Por qué invitaste a Christian y Chloe a tu fiesta? —pregunté. Mi novio era el más
dulce en el mundo, pero no era estúpido. Si yo sabía sobre el interés de Christian
en mí, Aiden probablemente lo había leído incluso antes. ¿Por qué entonces lo
invitó aquí?

Aiden suspiró.

—No te lo diré. Te enfadarás conmigo.

Froté mi espalda contra él, dejándolo envolverme más apretada.

—No lo haré —le susurré—. Te lo prometo.

—Yo... pensé que debía saber.

Arrugué la nariz.

—¿Qué necesitabas que supiera?

—Que estás conmigo.

Hablar de Christian me hacía temblar. ¿Lo sentía Aiden?

—Él sabe que yo estoy contigo —le dije, pero mi se quebró.

—¿Lo hace?

No me gustó el tono de Aiden. Mis garras no tenían ninguna intención de vagar en


ningún otro lugar.

—Sí.

—Porque por la forma en que estaba jugando con tu cabello, Tess, no parece
captar la imagen en absoluto.

Mi rostro estaba pasmado. ¿Estaba acusándome de algo? Me senté, dejando que el


brazo de Aiden se cayera de mí.

—¿Qué estás diciendo? —pregunté, mirándolo.

Se burló.

—No soy un tonto. El chico mira tu trasero cada vez que pasas por ahí. ¿Me estás
diciendo que no lo has notado? —Aiden se impulsó hacia arriba, y deseé que se
hubiera puesto la camisa de nuevo. Era muy distractor cuando estaba intentando
estar magníficamente enfadada con él.

134
—Soy consciente de que Christian tiene un flechazo por mí —le dije—. Pero estoy
tratando de involucrarlo con Kira. —Aunque ahora tenía que reconsiderar eso.
Todas habíamos sido comprometidas.

Aiden agarró su camiseta de la parte posterior del sofá y la deslizó sobre su


cabeza, empujando los brazos bruscamente a través de las mangas.

—¿Y cuánto tiempo has estado consciente de ello, Tessa?

Incliné mí cabeza. Era agradable ver a Aiden ponerse celoso, pero tampoco
necesitaba que fuera irrazonable. Todavía tenía que manejar de alguna manera a
Christian sin exponer a las Smitten Kittens. Enderecé mi postura.

—En detención durante el almuerzo lo dejó en claro. Y en el minigolf…

—Espera. ¿Qué?

¡Galletas de jengibre! Había dejado que eso se me escapara.

—No fue nada. —Le quité importancia con la mano—. Leona y yo…

—¿Fuiste a una jodida cita con él? —La voz de Aiden retumbó por la habitación,
rebotando en las paredes de cemento del sótano. Mi cara ardió de vergüenza.

—¡Por supuesto que no! ¿Cómo puedes preguntar eso?

—No sé, Tess. Ya nunca sé dónde estás. Estás callada todo el tiempo. Eres como
una jodida persona distinta últimamente. . .

Mi boca se abrió. Estaba siendo crudo.

—Y no me digas que no jure —dijo, levantando un dedo—. Estoy muy enojado, y


tengo todo el derecho a jurar.

—Aiden. —Extendí mi mano para tocar su cabello, pero él movió su cabeza.

—¿Preferirías que no me importara una mierda? ¿Sería mejor eso?

—¡No! —¿No había querido a Aiden un poco celoso? Él debería estarlo. Christian
estaba detrás de mí. Pero tenía que distender esta situación, porque ahora,
Christian tenía el poder de arruinar mi vida. De arruinarnos a Aiden y a mí.

Retorcí mí nariz, tratando de canalizar a toda la dulce y linda porrista que todo
mundo amaba. Me encontré con los ojos de Aiden.

135
—Olvídate de Christian —dije en la voz más bella posible—. Eres más de lo que
puedo manejar, Wildcat. Y eres el único para el que ronroneo. —Me incliné hacia él
y lo besé en la mejilla, creyendo en mis palabras.

—Tessa —susurró, pero podía decir que le gustaba. Le gustaba que fuera así.

—Vamos, armador —dije, poniéndome de pie, tomando su mano—. Ya es tarde. Y


creo que mis pies están todavía un poco doloridos de la práctica. Tú... —Me lamí
los labios—. ¿Quieres frotarlos por mí?

Era cierto. Los dedos de mis pies se sentían un poco estrechos, y a Aiden le
gustaba hacerlos sentir mejor. Lidiaría con Christian después. En este momento,
tenía a alguien más a quien animar. Podía ser así. Energética. Positiva. Incluso
cuando estaba muy cansada.

Aiden se levantó, mirándome dubitativo. Entonces dijo: —¿Has traído el esmalte?


—preguntó despreocupadamente, como si no le importara de ninguna manera.

—Rosa pasión.

Él gruñó.

—Nena, ese es mi favorito.

—Lo sé.

Nos quedamos juntos, sonriéndonos el uno al otro, y se sintió bien. De la forma en


que había sido antes de que SOS comenzara a recibir tantos casos. Antes de que
los nuevos estudiantes llegaran a Washington High a meterse con mi vida.

Aiden y yo éramos el verdadero negocio. Podríamos conseguir pasar esto. Si nos


amábamos el uno al otro, podríamos conseguir pasar cualquier cosa.

136
SOS
FORMULARIO DE RESULTADOS DE
COMPROBACIÓN DE ANTECEDENTES
Traducido por kathesweet
Corregido por Niii

RESULTADO: 004

CLIENTE: Madeline Haskel

SUJETO: Roger Stanvick

Querida Srta. Haskel,

Sentimos informarle que el reporte de antecedentes del Sr. Stanvick no ha


resultado positivo. SOS no lo aprueba como su próximo novio.

Fue determinado que el Sr. Stanvick pasó su turno de 10 p.m. a 2 a.m. en la


habitación trasera de Mini-Golf Manía con un cómplice no identificado. Creemos
que su nombre era Mark.

Sentimos mucho que esta no sea la mejor noticia. A SOS le gustaría ofrecerle una
extensión en su certificado. Por favor háganos saber si encuentra otro novio
potencial. Pero le aconsejamos que para su siguiente objetivo, trate de evitar el
club de teatro.

Gracias por su apoyo continuo, y SOS verdaderamente espera que su necesidad de


citas sea eventualmente satisfecha.

Siga sonriendo,

SOS
Textos: 555-0101
Desenmascarando Infieles Desde Hace Más de Dos Años.

137
Capítulo 12
Traducido por Mari NC y Zeth
Corregido por Niii

E
l domingo, Kira apareció con los planos para la siguiente tarea. Ella había
pasado la mitad del día en la biblioteca mientras trazaba la casa de Mitch
Angley y determinaba nuestro curso. Era uno difícil. Escalar paredes, amarres
de techo. Odiaba dormitorios en el segundo piso.

Me debatí decirle acerca de Christian, pero Kira se pondría realmente inestable. Eso
no funcionaría si ella iba a soportar mi peso mientras tomaba algunas fotos. No.
Este era mi problema a manejar. Después de todo, yo era la capitana.

La noche era tranquila y fresca cuando empecé a descender por la pared de la casa
de Mitch. El revestimiento estaba resbaladizo debajo de mí, y me esforcé al
máximo para conseguir equilibrarme.

—Tessa —susurró Kira desde el techo por encima de mí—. Estoy perdiendo el
control.

No era bueno. Si Kira —una base muy confiable— efectivamente perdía su agarre,
yo terminaría en una pila de rosales de Mitch Angley. Auch.

—Sólo un segundo más —le susurré. Colocando mis pies contra el alféizar de la
ventana del dormitorio de Mitch en el segundo piso, traté de tomar un poco de mi
peso del bastidor corto y compacto de Kira.

Metí la mano en mi mochila, mirando hacia abajo una vez para ver que
probablemente fallaría los rosales y en su lugar aterrizaría en la valla de patio
lateral. ¡Pijamas de seda! Eso sería doloroso.

—Date prisa —gruñó Kira, la cuerda sacudiéndose debajo de mi peso.

Encontré el alcance de noche de mi cámara y tomé una foto. No me tomó mucho


tiempo encontrar las figuras en el cuarto oscuro. A través de las tablillas de las
persianas, apunté mi cámara hacia la cama. Tragué el sabor metálico en mi boca.
Había algunas cosas que una mujer nunca debería hacer, y una de ellas era ver a
otra chica sobre sus manos y rodillas y tomar una foto.

138
Mi estómago se revolvió con ansiedad. Esta era la parte de la investigación que
odiaba. El ser un verdadero testigo. Era peor que transmitir la mala noticia, en
verdad, porque las malas noticias no vienen directamente de mí. De hecho, Leona
escribía todos los informes. Pero esto, aquí, colgando de una cuerda elástica al
lado de la casa de Mitch Angley, esta era yo.

Tomé unas cuantas fotos, con cuidado, para asegurarme de que las tomas
mostraran sus rostros. Fue un poco difícil al principio, pero por suerte, con el
tiempo intercambiaron posiciones. Después de mi última foto, había vuelto a
deslizar mi cámara en mi mochila, cuando sentí el primer tirón. Estuve a punto de
dejar caer la cámara.

—Kira —susurré. Gracias a Dios los padres de Mitch invirtieron en esas ventanas de
doble panel. La añadida barrera de sonido era esencial en estos momentos, ya que
ser descubierta colgando sería una muy mala idea.

—Estoy tratando —gruñó ella.

De repente, caí alrededor de metro y medio. Mi mochila se deslizó de mis hombros


y aterrizó en los matorrales de abajo. Huh. Supuse que podría llegar a las rosas
después de todo.

Miré hacia arriba. Quería que Kira me subiera con cuidado o me bajara, pero... ni
siquiera estaba segura dónde estaba ella. Y sólo estaba balanceándome.

Mirando alrededor mientras giraba, traté de encontrar algo a lo que agarrarme,


pero estaba demasiado lejos de la casa ahora. Tenía miedo de balancear la cuerda
porque podría ocasionar que perdiera aún más su agarre. ¡El violinista en el tejado!
Iba a romper mi pierna.

—Déjate caer —susurró una voz desde abajo de mí. Mis ojos se abrieron.

—¿Christian? —Esto no podía estar pasando. Estaba tan atrapada. Christian tenía
pruebas concretas ahora. Lo miré y él sonrió. Llevaba un gorro negro y una
camiseta oscura de manga larga. ¿Estaba disfrazado también?

—Date prisa. —Se rio—. Simplemente suéltate. Te tengo.

¿Me tiene? Hm. No me gustaba el doble sentido. Mirando la longitud de la cuerda,


consideré tratar de subir, pero eso era una prueba de aptitud física que yo había
fracasado ciertamente. Escalar la cuerda… no era lo mío.

139
—Tessa — susurró Christian en voz alta, levantando sus brazos hacia arriba como si
me fuera a atrapar. No era probable. Yo estaba todavía por lo menos a unos cinco
metros de altura.

—Kira —le dije a la azotea de nuevo. Ella chilló.

Y entonces me dejó caer.

—Santa mierda —dijo Christian cuando me desplomé sobre él y, de hecho no me


atrapó. Pero sí frenó mi caída.

Habíamos sido ruidosos. Vi la luz de la habitación encenderse mientras Christian


me agarraba por la manga y tiraba de mí contra la pared bajo la ventana del
dormitorio. Yo respiraba con dificultad, aterrorizada y con la adrenalina todavía
bombeando por mi cuerpo. Podía oír las zapatillas de deporte de Kira
escabulléndose a través del techo. Auch. Podría haberme provocado un esguince
de tobillo.

Y ahí estábamos Christian y yo, jadeando, hombro con hombro contra una casa. Lo
miré de reojo.

—¿Qué estás haciendo aquí? —susurré con fiereza. Él sonrió.

—Salvando tu vida. —Apartó la mirada—. Obviamente.

Bueno, eso era algo lindo. Pero... ¡sándwiches de mantequilla de maní! ¿Cómo me
encontró? Esto era muy alarmante.

Me alejé de la pared para mirarlo.

—¿Has estado siguiéndome? —Tal vez así había sido como se había enterado de
SOS en primer lugar. ¡Era una clase de loco acosador!

—¿Siguiéndote? —preguntó como si no entendiera la pregunta.

Ah, cierto. Fue sólo una coincidencia que apareciera aquí, totalmente encubierto.

La ventana del segundo piso se abrió. Mi estómago cayó. De repente, Christian me


agarró por la cintura y cubrió mi boca con su otra mano, tirando de mí en contra
de él, fijándonos al muro.

No es bueno. Estábamos presionados el uno contra el otro, cara a cara, y era


incapaz de moverme. Escuchamos, y Christian retiró su mano de mi boca, haciendo
a mis labios mucho más accesible para él. Su aliento olía como menta. Estreché mis
ojos.

140
—¿Quién está ahí? —llamó Mitch desde la ventana.

¡Caramelo de mantequilla! Me apreté más a Christian y metí mi cabeza en su


cuello. Olía realmente bien. No podíamos ser descubiertos ahora. Mitch estaba
justo encima de nosotros. La mano de Christian se deslizó por mi espalda para
sostener mi cuello bajo mi pelo protectoramente, inapropiadamente.

El aire de la noche estaba lleno del canto de los grillos, y esperé. Esperé por el
sonido de la ventana, pero todo lo que podía oír en este momento era el sonido
de los latidos de mi corazón resonando en mis oídos. Estaba en una posición muy
comprometida. Y no me gustaba.

Hubo un golpe que reconocí como un panel cerrándose, y exhalé, enderezándome.


Miré hacia arriba y vi la luz apagarse. ¡Bocadillos de manzana! pensé que estaría
contra Christian por el resto de mi vida. Me moví de nuevo, mirándolo.

Estaba sonriendo, sin duda todavía oliendo mi perfume. Pero él lo sabía. Christian
sabía algo acerca de mí que nadie fuera de las Smitten Kittens sabía. Ni siquiera
Aiden. Nosotras éramos espías. Tendría que descubrir cómo él nos había
comprometido, pero primero, tenía que escapar antes de que Mitch me encontrara
escondida entre sus rosales.

—¿Y ahora qué? —pregunté, pasando mi mirada alrededor de la propiedad. Mi


cara estaba hormigueando. Odiaba necesitar pedirle cualquier cosa a Christian,
pero sabía que los chicos no descubrirían a una sociedad secreta de porristas
espías, atraparían a una cayéndose de un tejado, y luego simplemente
mantendrían la boca cerrada al respecto.

—Debemos salir de aquí —dijo—. Deja que te lleve a casa.

Gemí. Claro, sonaba simple, pero esta Kitten no nació ayer. Christian quería
ofrecerme algo más que un viaje a casa. ¿Tenía otra opción? Esa era una mejor
pregunta.

El teléfono SOS vibró en mi bolsillo. Mis ojos se desviaron hasta Christian. Estaba
sonriendo con locura. Me di la vuelta y puse el teléfono en mi oído. Era Kira.

—Tess. —Estaba frenética—. Oh, mi Dios, ¿estás herida?

—Estoy bien —susurré, aunque mi tobillo me hizo sentir un poco de dolor—.


Ustedes vayan con Leona, y las veré allí más tarde.

141
—¿Qué? —Estaba asustada. La segunda regla de SOS era nunca para dejar a una
Smitten Kitten atrás.

—Está bien —le dije—. Tengo que ocuparme de algo. Te veré en una hora.

Podía sentir su preocupación. Pobrecita, ella no era buena para tomar decisiones
en fracciones de segundo, como aquella vez que dejó a Mike Rambler llegar a
segunda base.

—K, me tengo que ir. Espérame allí. —Colgué. Eso era de mala educación, no decir
adiós. Pero lo necesitaba para acabar con este pequeño encuentro, y no podía
dejar que mi equipo tuviera la oportunidad de convencerme de no hacerlo. Yo era
la líder. Necesitaba cortar el cable rojo. ¿O era el cable azul? ¡Maldita sea!

—¿Estás lista? —preguntó Christian como si me estuviera recogiendo para una cita.

Correcto. Viaje a casa, mi trasero. Me sentí enferma. Se sentía antinatural estar


entrando en el coche de otro chico. Yo sólo quería a Aiden. Yo quería a mi dulzura.

En cambio, asentí con la cabeza y lideré el camino a través del crecido patio lateral
hacia la calle. Christian trotaba delante de mí hacia el auto y me abrió la puerta
para que entrara.

Bueno, eso era educado. Pero no me impresionó. Sólo consiguió inquietarme.


Cuando cerró la puerta y corrió alrededor de la parte delantera del auto, cerré los
ojos. Esto podría no salir ir bien. De hecho, sólo podría tener que hacer algo que
no quería hacer: ser grosera.

No tuve que darle instrucciones a Christian para llegar a mi casa. Ya sabía dónde
estaba. Ven, un completo acosador. Cuando se detuvo en mi camino de entrada,
apagó el motor. ¡Piratas del Caribe! ¿Qué quería ahora?

Exhaló.

—Está bien, sé que esto puede parecer un poco atemorizante, pero juro que no
soy un acosador ni nada.

—¿Estás seguro? —Estaba enojada. Estaba enojada de haberme permitido ser tan
vulnerable con un extraño. Tenía que decirle a Aiden. No debería saberlo de
Christian.

—Tessa —dijo Christian—. No voy, como, a chantajearte ni nada, si eso es lo que te


preocupa.

142
Me volví hacia él, sintiéndome un poco menos aterrorizada. Había tenido miedo de
eso.

—¿Qué quieres, entonces?

Él sonrió pero miró a su volante.

—Bueno, ya sabes que me gustas…

Me moví incómodamente.

—Pero más que nada, sólo quiero ayudarte. Fuiste demasiado lejos. Podrías haber
muerto esta noche.

Tenía razón en ambos casos.

—¿No puedes dejar esto? —le supliqué—. ¿Olvidar que lo sabes? —Era una
apuesta arriesgada, pero valía la pena preguntar.

Él negó con la cabeza.

—No. No puedo.

Así que era un chantaje.

—¿Y cómo te propones ayudarme , Christian? —Sentí espinas de ansiedad


arrastrándose sobre mi piel, mientras miraba el interior de su coche. Era un Honda.
Viejo, pero limpio. Un coche tan sensible. Y, sin embargo, me sentí atrapada. En
esta situación, estaba atrapada.

—Sólo quiero pasar tiempo contigo. Y creo que puedo ayudar con SOS.

Eso no podría suceder. Mis ojos se nublaron con una sensación de temor.

—¿Cómo te enteraste de nosotros de todos modos? —le pregunté, mi voz


monótona. Me sentí completamente superada.

—Vi a algunos de tus notas para Casandra Heart.

Lo encaré.

—¿Qué ¿Te dejo ver esas? —¡Habíamos ayudado a Cassie! Ella sabía que toda
comunicación era ultra secreta. ¿Cómo pudo traicionarnos?

—En verdad no quería decirme —dijo él, como si pensara que eso me haría sentir
mejor—. Fue algo en el calor del momento…

143
—¿Te acostaste con Cassie? —Había un nudo en mi pecho. No estaba celosa o
algo por el estilo, sólo sorprendida. De acuerdo, quizás un poco celosa. Pensé que
era la única que él acechaba.

—Estuve con ella una vez. —Agitó su cabeza—. Justo después de que se enteró de
lo de su novio. Comenzó a hablar de eso de las fotos, y luego recordé verte en
Applebee’s. Así que empecé a seguirte. Luego te vi en el mini golf y después en el
pórtico de algún tipo. Uní todo, pero no le he dicho una palabra nadie, lo juro.

Encontré sus ojos oscuros, tratando de decidir si me estaba diciendo o no la


verdad. Lucía honesto, pero ¿no lucía yo honesta? Y era una mentirosa. Aiden.

—Aiden no lo sabe —solté. De repente, sentí una lagrima bajar por mi mejilla.
¡Alegre gigante verde! Ahora estaba llorando frente a Christian. Estaba tan
completamente vulnerable.

La boca de Christian se abrió, pero no dijo nada. Me sequé rápidamente las


lágrimas, avergonzada por mi temporal falta de control. Lo recuperé.

Sollocé.

—Perdón.

—Está bien, no le diré.

Eso me hizo sentir mejor. Aliviada.

—¿Entonces es todo? —pregunté—. ¿No le dirás a nadie?

Él me sonrió suavemente.

—No lo haré.

—¿Y no vas a pedir nada a cambio aparte de algo de tiempo de calidad?

Él hizo una pausa. Mi corazón se detuvo.

—Eso es todo. Sólo tiempo contigo. Ayudándote.

—Me puedo cuidar sola.

—Te caíste de un techo.

Puse mis ojos en blanco.

—Estás exagerando.

144
Christian negó con su cabeza y se acercó para tocar mi rodilla. Mi cuerpo se
estremeció, oh no. No soportaría esto.

—No hagas eso —advertí—. Tengo una buena patada alta.

Soltó una risita, quitando una hoja de mis pantalones y sosteniéndola ante mí.

—Relájate —dijo—. Estoy tratando de cuidarte.

Lo miré fijamente, confusa.

—¿Por qué?

Él se encogió de hombros.

—No lo sé. Porque me gustas. Me gusta la forma en que me haces sentir.


Simplemente eres buena, Tessa. No sé como más explicarlo. Y creo que alguien
debería cuidar de ti. Tu novio no está haciendo un gran trabajo.

—No hables de Aiden de esa manera —dije rápidamente. Pero ¿estaba en


desacuerdo? Aiden había estado diferente últimamente. Distante… me sentía sola.

—Además —dijo Christian con una sonrisa—. Seria bueno para cosas. Como para
cuando caigas de edificios.

Reí. Sí. Él trató y me atrapó, y eso fue caballeroso de su parte. Exhalé, todavía
mirándolo cuidadosamente. No tenia idea de cómo manejar esto. Mi consciencia
me decía que esta era una terrible idea, y estaba completamente equivocada. Pero
de nuevo, estaba en una posición bastante incomoda. No sólo era mi reputación
en la línea, era también la de las otras Smitten Kittens. Tenia que cuidar a mis
chicas. Siempre lo hacia.

—Una misión —dije, levantando un dedo—. Eso es todo.

Sonrió.

—Tres.

Lo miré fijamente. No tenía la energía para utilizar mis habilidades para la


negociación.

—Dos.

—Puedo vivir con dos.

145
¿Podría yo? No era algo bueno. Tenia que decirle a Aiden. De alguna manera, tenia
que decírselo antes de que las cosas fueran más allá de mi control.

Christian parecía satisfecho y encendió de nuevo su auto, recordándome que tenía


que irme. Todavía tenía que encontrarme con las chicas en la casa de Leona.

—Yo… —¿Qué debería decir? ¿Gracias por ser mi trampolín? ¿Te veo el martes en
el cine para espiar a Isaac Park? Opté por mantenerlo simple—. Buenas noches. —
Tomé la manija.

—Tessa —dijo. Mi giré hacia él—. Fue agradable salir contigo.

¡Caramba! ¿Cómo podía siempre ser cortes en un momento como este?

—Uh… adiós. —Salí. No había necesidad de responder ya que no estaba “saliendo”


con él por elección. Simplemente apareció para atraparme. No me caí a propósito.

Me detuve en mi entrada y esperé a que el auto de Christian se alejara antes de


tomar mi móvil. Kira necesitaba saber lo que estaba pasando con nuestra nueva
adición. Pero me detuve. Puse el teléfono de SOS de regreso en mi bolso y saqué
mi propio móvil para llamar a Aiden.

Él contestó al primer timbre.

—Hola. —Había estado durmiendo, cerré mis ojos.

—Hola —dije.

—¿Tess? ¿Qué pasa nena? —Hubo roces de sabanas.

—¿Puedo ir? —pregunté. Lagrimas ardían en mis ojos. Estaría muy enojado
conmigo cuando se diera cuenta. Estaba muy asustada de contarle. Pero tenia que
hacerlo. Entonces no tendría que hacer nada con Christian, y no habría más de
andar a escondidas. Jamás.

—Por supuesto —dijo Aiden, sonando algo alerta—. ¿Necesitas que pase por ti?

—No. —Abrí mis ojos y miré mi auto, aparcado a un lado—. Entraré por la ventana.

—Me gusta cuando te escabulles por mi ventana —susurró.

Mi cuerpo dolió. Todo lo que quería era que SOS se desenredara solo. Debería
haberle contado a Aiden desde el principio. Ahora difícilmente podía recordar por
qué no lo había hecho.

146
—Tess, ¿estás bien?

No, no lo estaba. Estaba no estaba para nada bien.

—Sí. Te veré en diez minutos.

Cerré el teléfono e hice una pausa, recordando la noche en que Mary nos contó su
idea de SOS. Todo el mundo pensó que era demente. Pero yo no. Me había
gustado. Quería que las parejas se quedaran juntas, pero de una manera honesta.
La idea era pan comido en lo que a mi respectaba. Porque siempre me había
preguntado por qué mi padre se había ido por tanto tiempo. Siempre me pregunté
si fue por otra mujer.

Una briza sopló a través de mi cabello y me estremecí. Nuestra primera asignación.


Envolví mis brazos alrededor de mi misma, pensando en Caleb Perkins. Dos años
atrás, era el mejor amigo de Aiden. También había estado engañando a su novia.

Eso era. Ése era el por qué no le había dicho a Aiden. Guau. No había pensado en
eso en años. Cuando la novia de Caleb vio esas fotos de él acostándose con otra
chica, ella se asustó. Era la reina de la fiesta de último año y procedió a destruir su
reputación. De hecho, se había puesto tan mal que él tuvo que cambiarse de
escuela. Aiden había estado angustiado.

Y aun así lo había dejado estresarse por eso, nunca diciéndole que fui yo… que fui
yo quien había tomado las fotos. Ahora parecía muy estúpido que esa fuera la
razón por la que lo había mantenido en secreto por tanto tiempo, ¿pero que
podría hacer ahora?

Puse mis palmas sobre mi cara, tratando de recomponerme. En este momento,


deseaba no haber escuchado jamás de SOS. O de los engaños. Mirando mis ropas,
me di cuenta de que todavía estaba vestida como una ninja. Aiden no podía verme
de esta manera. Reajusté mi mochila y me di la vuelta para regresar a casa a
cambiarme.

Llamé a Kira y establecí un encuentro para antes de la escuela. No mencioné a


Christian. Les diría mañana. Él era mi problema, y lidiaría con él. Pero el grupo tenia
que saber que estaría cerca.

Durante los últimos dos años, ninguno de los clientes que habíamos ayudado nos
había expuesto. Era un código de chicas: vínculos de supervivencia. Pero Christian
no estaba obligado a seguir ninguna ética femenina, o posiblemente ninguna ética
y punto. Sólo esperaba que él pudiese mantener el secreto; de otra manera, las
Smitten Kittens estarían fritas.

147
Mi adrenalina me hizo subir las tablas de madera de la casa de Aiden rápidamente.
Él había dejado la ventana abierta, y se sentó cuando mis piernas se deslizaron
dentro.

—Hola nena —dijo desde la cama, luciendo como Hugh Hefner en una bata.
Rápidamente me pregunté que tendría debajo de ella. Estaba feliz que el cuarto de
su madre estuviese en el primer piso. Necesitaría más que un masaje en los pies
esta noche.

Sonreí. Simplemente el olfatear su cuarto, la transpiración con una pizca de jabón,


se sentía muy natural para mi. Mucho mejor que el olor de la colonia de Christian,
la cual todavía permanecía en mi nariz. Alto. No quería pensar en él. No aquí.

—¿Dónde estabas? —preguntó Aiden, levantándose para acercarse a mi en la


ventana, cerrándola cuidadosamente detrás de mi.

—¿Esta noche?

—Uh… —Asintió—. Sí, te llamé cinco veces.

Rayos. ¿A dónde le había dicho a Aiden que iba a ir? Palidecí, ¡Gran Scott! Esto ya
estaba yendo mal.

—¿Tessa? —preguntó.

Encontré sus hermosos ojos verdes, y pude ver que estaban muy preocupados.
Pero era demasiado adorable para tener las cejas juntas de esa manera. Utilicé mi
pulgar para suavizar la arruga entre ellas.

—No hablemos sobre mí —dije, tratando de canalizar mi ánimo interior—. ¿Qué


has estado haciendo? Te extrañé.

—¿En serio? —Sonrió, llevándome hacia su cama. Alisó la manta a cuadros y le dio
una palmadita—. Siéntate —dijo—. Te hice chocolate caliente.

Aww. Esa era simplemente la cosa más dulce que podría haber hecho jamás. Vi la
taza del “Mejor Atleta del Mundo” y la levanté, tomando un sorbo. Mis ojos se
suavizaron mientras lo miraba.

148
—Tú… —casi lloré—. ¿Pusiste malvaviscos en él?

Él rio.

—Sonabas deprimida, quería animarte.

Lo miré fijamente mientras estaba de pie frente a mí, su bata atada. Cerré mis ojos.

—¿Recuerdas a Mary Rudick? —pregunté de repente. Este era el momento. Mi


corazón estaba latiendo muy rápido, pensé que me desmayaría, era vagamente
consciente de la pulsación en mi tobillo.

—¿La ex novia de Kyle Turkowitz?

Asentí.

—Ella era una gran capitana —dije, mis ojos habían empezado a aguarse. ¡Por el
cinturón de Orión! Por favor déjame ser lo suficientemente valiente para decírselo.

—Era buena —coincidió Aiden mientras se sentaba a mi lado—. ¿Por qué estás
pensando en ella? ¿No vive en California?

—Sí. —Ella era suertuda. Después de empezar todo esto, fue capaz de tener una
vida. Y probablemente tenía un novio al que no tenía que mentir.

Estuvimos callados por un momento, y luego Aiden se acercó para tomar mi vaso,
poniéndolo de nuevo en la mesa de noche.

—Ven abrázame —susurró—. Quiero sostenerte.

Y no pude decir nada más. Prácticamente colapsé en los brazos de Aiden, llorando
suavemente mientras él acariciaba mi cabello.

—Oh nena —murmuró—. ¿Son tus padres? ¿Se están alejando de nuevo?

Sollocé pero no contesté, en vez de eso me alejé, mirando en sus hermosos ojos
azules. Todo este tiempo, pude haberle dicho. Pero ahora era demasiado tarde. No
podía enterarse. Haría lo que Christian quería, y pronto, sería como Mary Rudick.
Aiden estaría lejos en la universidad en algunos meses y luego de eso, sólo un año
más de SOS. Un año más de mentiras.

—Te amo —dije—. Ni siquiera podría ser animadora sin ti en mi vida.

Él sonrió.

149
—Tess. —Puso las palmas de sus manos en mis mejillas y me acercó—. Nunca no
estaré a ser tu vida. Tú eres mi vida, nena.

Aiden me besó suavemente, tiernamente. Luego me acostó y me arropó en sus


cobijas de franela mientras me acurrucaba a su lado. Acarició mi cabello,
murmurando en mi oído. Luego, con el sonido de sus latidos. Me quedé dormida.

150
SOS
REPORTE DE INCIDENTE DEL INFIEL
Traducido por Paovalera
Corregido por Niii

CASO: 054

CLIENTE: Emily Hodges

SUJETO: Wiley Penchant

DESCUBRIMIENTOS: Aproximadamente a las 2 a.m. del 3 de marzo, el Sr.


Penchant fue avistado abandonando el Hotel Windmill con una chica diferente a la
cliente. Tras mayor investigación, fue revelado que la acompañante no era más que
la hermana del cliente, Mia Hodges. El Sr. Penchant y la Srta. Hodges abandonaron
el hotel en dos vehículos diferentes, pero antes de irse, la Srta. Hodges fue
escuchada diciendo: —No puedes decirle Wil. Estará devastada. También te amo,
pero Emily no puede descubrirlo.

Las fotos que documentan a los dos juntos en la habitación del hotel están
adjuntas. Las cámaras de vigilancia los capturaron besándose, además de otras
situaciones sexuales. El Sr. Penchant igualmente le regaló a la Srta. Hodges una
caja y le deseo un feliz “aniversario de un año”. Aunque no quedó claro qué
estaban celebrando.

SOS confirma este engaño, y considerando la severidad de los descubrimientos,


nos gustaría facilitarle nuestra lista de los mejores terapistas. La encontrará junto a
las fotos.

Confiamos en qué este reporte se mantendrá confidencial debido a que alguna de


la información contenida podría comprometer nuestro estatus súper secreto.

SOS lo siente mucho por su pérdida, ofreciéndole nuestra más sincera simpatía.
Esperemos no tener que ayudarle en el futuro, pero por favor manténganos en
mente para futuras referencias.

151
Siga sonriendo,

SOS
Textos: 555-0101
Desenmascarando Infieles Desde Hace Más De Dos Años.

152
Capítulo 13
Traducido por Panchys y Susanauribe
Corregido por Niii

—¡R
eina de Sheba! —Jadeó Kira, dejando caer sus pompones de color
marrón y gris en el piso de madera—. ¿Él sabe? —Ella se sentó,
aturdida.

Asentí con la cabeza. El equipo no estaba tomando bien la noticia.

Tampoco yo. Ni siquiera había planchado mi falda de porrista esta mañana. De


hecho, mi trenza tenía mechones de cabello colgando de ella.

—¿Lo va a decir? —preguntó Leona, mirando alrededor del gimnasio vacío.


Pobrecilla. Estaba muy nerviosa. De hecho, había mordido tres de sus uñas. Su
manicura francesa estaba arruinada.

—Bueno —comencé, caminando delante de las gradas, mientras ella se sentaban


mirándome. Era difícil verse compuesta cuando me sentía tan rota—. Él dijo que no
lo haría. Sin embargo, ha pedido ayudar.

—¿Ayudar? —chirrió Kira con alivio—. ¡Eso es tan dulce! —Ella estaba radiante.

Traté de sonreír, pero mi vientre se revolvió. Christian había dicho que estaba
preocupado por mí, pero yo sabía lo que realmente ocurría. Todo lo que tenía que
hacer era complacerlo en dos asignaciones. No era como si tuviera que
engancharme con él. Gracias a Dios que él sabía que no debía pedir eso. Le habría
dado una patada en la ingle.

—¿Cómo lo supo? —preguntó Leona. La miré fijamente durante un minuto, sin


saber si debía decirlo. Cassie lo había arruinado, era cierto, pero no había razón
para someterla a la ira de Leona.

—No sé —dije—. Y no importa ahora.

Pero había algo más que quería hablar con ellas. Algo de lo que me había dado
cuenta mientras me metía por la ventana de Aiden en el medio de la noche.

153
—Después de que se resuelva la situación de Christian… —Hice una pausa—. Creo
que SOS debe tomar un descanso.

Todas quedaron boquiabiertas.

—¿Qué pasa con los infieles? —chilló Izzie—. ¿Sencillamente vamos a permitir que
se salgan con la suya? Miren lo que le pasó a Emily Hodges, ¡su novio se acostaba
con su hermana! —Izzie parecía enferma. Habíamos pillado a su novio con su
prima el mes pasado.

—Tessa —dijo Leona—. ¿Te imaginas las estadísticas de infieles si dejamos de


darles seguimiento? Estarían fuera de control.

—Ya están fuera de control —se quejó Izzie.

—Una razón más para mantenerlo —disparó Leona de vuelta.

Kira se puso de pie, agitando las manos frenéticamente.

—¡Cállate y deja que Tessa decida!

Tomé una respiración profunda, mirando de cara en cara.

Sus expresiones me dijeron una cosa. Yo sería una cobarde. Si no continuaba, sería
una desertora.

—No importa —dije en voz baja—. Solo estoy cansada.

—Mira nada más —murmuró Leona. Me alegré de nunca haberla dejado llevar una
práctica. Su actitud era menos que brillante a veces.

—Tessa —dijo Kira, volviéndose hacia mí, viéndose seria.

Su habitual expresión de los ojos muy abiertos se había ido. Esta era la Kira real, la
que patea traseros. Se adelantó y me abrazó con fuerza.

—Me estás ahogando —le dije.

—Lo siento. —Retrocedió y ladeó la cabeza—. Si quieres dejar SOS, voy a seguir tu
ejemplo. Después de todo, seguiremos siendo Smitten Kittens. Incluso sin el
espionaje.

Ella era un melocotón. Un melocotón de Georgia.

—Gracias, K. —¡Noche estrellada! Iba a llorar.

154
Pero sonó la campana, lo que indicaba que todas estábamos atrasadas para el
primer período. Me aguanté mi dolor y enderecé mi postura.

—Demonios —dijo Izzie, saltando hacia la puerta del gimnasio—. ¡Voy a obtener la
silla de los atrasos!

Kira gimió y se fue corriendo a conseguir sus pompones desde el piso antes de
salir, y Leona murmuró algo para mí acerca de escribir una carta a la junta escolar,
mientras caminaba hacia fuera. Exhalé, sabiendo una cosa positiva. Sin importar
qué, las Smitten Kittens siempre estarían juntas.

Llegaba tarde a historia. La clase que compartía con Chri—¡tonterías!

Llegando corriendo con tres minutos de retraso Kira y yo fuimos asignadas a


detención durante el almuerzo en frente de toda la clase.

No era ninguna sorpresa. Lo que era alarmante era el hecho de que Christian
estaba ausente, dejando su asiento en la última fila vacío. Me hizo pausar en mi
desconfianza hacia él. Había pensado que se iba a presentar para regodearse,
acechar, o al menos mirar, sabiendo que yo estaba más o menos a su merced. Pero
no lo hizo. Me sentí aliviada.

El alivio no duró mucho, sin embargo. Diez minutos más tarde, entró en historia. Su
pelo era detrás de las orejas, las mejillas rosadas, con lo que parecía ser un
esfuerzo atlético. Estaba... atractivo. Doblé mis manos en mi regazo y aparté la
mirada. Mi cuello se sentía un poco caliente.

—Bien por usted por aparecer, Sr. Ferril —dijo el señor Powell—. Y estoy seguro de
que será feliz de saber que llegará a compartir su tarde en detención durante el
almuerzo con dos porristas.

Christian se rió entre dientes, y cuando mis ojos encontraron los suyos, él me
guiñó. Mi estómago se revolvió, y mis dedos comenzaron a temblar. Pasó junto a
mi mesa, y Kira me tocó en el muslo con su lápiz pompón púrpura.

—Tess —susurró, sus cejas se juntaron—. ¿Crees que... crees que Christian está
ayudando porque todavía está enamorado de ti?

155
Me eché a reír. No sabía de qué otra manera reaccionar. Había sido evidente, y a
pesar de que yo lo sabía, todavía lo dejaba rondar a mí alrededor. ¿Era de extrañar
que mi vida estuviera a punto de derrumbarse? ¡Tarta de Fresa! Me sentí enferma.
Realmente enf…

—¿Sr. Powell? —Levanté la mano.

—Sí, señorita Crimson.

—Necesito a la enfermera. Ahora. —Me paré, golpeando mi silla en la mesa detrás


de mí, pero antes de que pudiera hacer mi camino a la salida, me incliné y vomité
en el suelo de linóleo de la sala de clases. Había comido Froot Loops para el
desayuno, y me hizo vomitar todo un arcoíris. Era casi lindo, pero aun así, lo tenía
en mis zapatillas de deporte. Asqueroso.

Kira estaba allí, moviendo mi cabello trenzado fuera de mi boca y frotando mi


espalda.

—¡Oh, Tess!

La cabeza me daba vueltas. Podía escuchar la clase detrás de mí, la mayoría de


ellos sonando asqueados, unos pocos se echaron a reír. De repente, todo se sentía
tan fuera de control. Inclinado.

—Señorita Crimson —dijo el señor Powell, moviéndose de su podio para pararse


cerca de mí—. ¿Está bien?

Su voz era amable. Me gustó eso.

—No —dije, limpiándome la boca con el dorso de mi mano.

—¿Quieres que la enfermera te venga a buscar?

Negué con la cabeza, pero eso me mareó. Puse la mano sobre la mesa fría para
sostenerme.

—Yo la llevaré —oí detrás de mí. Una mano se deslizó alrededor de mi cintura, me
enderezó. Christian.

—No —dije, tratando de empujarlo hacia atrás. Pero me sentía débil—. ¿Kira? —
Me volví para mirarla por primera vez.

Ella estaba de color blanco puro.

Sacudió la cabeza.

156
—Déjalo, Tess —dijo en tono de disculpa—. Sabes lo mucho que odio estas cosas.
—Era cierto. La chica no iba a ninguna parte cerca de un guisado o un queso
cottage.

Una vez más, estaba a merced de Christian. Era como si él tuviera el control de
cada parte de mi vida, incluyendo mi salud.

—Suéltame —le dije, moviéndome fuera de su alcance cuando intentaba tocarme


otra vez. La puerta del salón se abrió, y la portera entró, salpicando un cubo
rodante detrás de ella. Rápidamente me pregunté si no tenía un radar de vómitos,
pero luego me di cuenta del tiempo había pasado, mientras estaba tratando de
reponerme. Alguien incluso había abierto una ventana.

Mi estómago dio una vuelta de nuevo. Tenía que irme.

Rápidamente di un paso adelante, con cuidándome de evitar mi vómito, y a pesar


de mi clara resistencia a su ayuda, Christian encontró la manera de poner sus
manos en mí de nuevo.

Me tomó por el codo y me llevó fuera de la sala justo mientras el sonido del agua
salpicaba en el piso de la sala.

En el minuto en que entramos en el pasillo desierto, me detuve. Mi visión estaba


empezando a despejarse. Todavía no podía entender qué había sucedido. Había
vomitado más en las últimas semanas de lo que había hecho en toda mi vida.
Debía estar relacionado con el estrés, y tuve la sensación de que conocía la fuente
del mismo.

—¿Qué estás haciendo? —le pregunté a Christan, usando mis manos para suavizar
de nuevo algunos de mis mechones de pelo.

—Salvándote de nuevo. —Él parecía divertido.

—Obviamente. —Lo miré por un minuto, sin estar segura de si confiar o no en mi


instinto o en las cosas que había dicho Christian. Desde luego, no había intentado
nada, y sin embargo no podía evitar sentirme incómoda a su alrededor. En
realidad, la mejor palabra era nauseabunda.

—Vamos —dijo él, riendo un poco—. Te llevaré a la enfermería, y me puedes decir


acerca de nuestra primera misión.

—No…

157
—Estuviste de acuerdo a dos —interrumpió él—. Y no te retractarías, ¿verdad
Tessa? —Sonrió mientras lo decía, como si no fuera una amenaza.

Lo fulminé con la mirada y la pequeña sonrisa se quedó en sus labios. Eran lindos
labios, algo llenos. Pero ellos no eran míos. Los labios que me pertenecían se
encontraban unos diez centímetros más altos. Cerré los ojos.

—Así que si me retracto… —Tomé una respiración profunda—. ¿Vas a decirle a mi


novio?

Christian se echó a reír.

—Vamos, Tessa. Salir conmigo no puede ser tan malo. ¿Realmente valdría la pena
contarle a Aiden? No es que vaya a atacarte.

—Bueno…

—No, a menos que tú quieras que lo haga —agregó.

Un cosquilleo se extendió sobre mí, y me alarmó. Sólo a Aiden se le permitía


hacerme sentir un hormigueo allí. Di un paso atrás.

Christian negó con la cabeza.

—Estoy bromeando —dijo, extendiendo la mano para tocar mi antebrazo—.


Vamos a llevarte a la oficina de la enfermera. Te ves pastosa.

Me sentía débil, así que dejé que me guiara, sin decir nada. No quería que me
tocara. Por supuesto que no.

Y sin embargo, dejé que me llevara, sin defenderme más.

Me preguntaba si ya me había convertido en su presa.

Tan pronto como Christian me dejó sola con la enfermera, me empecé a sentir
mejor. Su perfume ni siquiera me daba náuseas. Esperé a Aiden, a sabiendas de
que Kira lo encontraría y le diría lo que había sucedido. No es que él no oyera
sobre ello de todos modos. Quiero decir, vomité en clase de historia. Eso era una
novedad.

El segundo período comenzó. Mordí la esquina de mi labio, mirando el reloj. Había


un dolor en mi pecho. ¿Por qué no había venido mi chico a verme? Miré a la
enfermera, que se mantenía ocupada en rellenar el bote de las bolas de algodón.

Aiden. Mis ojos empezaron a picar, y me tumbé en la camilla.

158
—¿Se siente mal otra vez, señorita Crimson? —La enfermera se veía preocupada.
Era agradable que alguien lo estuviera.

—Sí —dije—. ¿Puede usted llamar a mi mamá? Creo que necesito ir a casa.

—Oh, cariño —dijo mi madre mientras conducía—. Te ves muy pálida.

Asentí con la cabeza, incapaz de sacudirme el temor mientras apoyaba la cabeza


contra el frío cristal de la ventanilla del pasajero. Mi vida se sentía tan fuera de
equilibrio. Era como si estuviera en la cima de una pirámide humana sobre una
base inestable.

Mi madre tragó saliva, y me di cuenta que quería hablar conmigo. Era raro que no
estuviera tarareando o hablando. Esta pausa incómoda era desconcertante.

—¿Tess? —preguntó—. ¿Está todo… bien?

Me volví hacia ella, lentamente, sin vida.

—¿Por qué? —Pero me di cuenta por la forma en que me miraba que no me veía
bien.

Ella parpadeó y luego se volvió a la carretera mientras se detenía en un semáforo


en rojo.

—No sé —dijo ella, mirándome de reojo—. Pareces estar cansada todo el tiempo, y
realmente no he visto a Aiden alrededor.

Miré a mi regazo, mirando mis jeans y deseando vestir el uniforme. La visión de los
colores gris y marrón a veces me levantaban el ánimo.

—Hemos estado pasando mucho tiempo juntos en la noche —dije en voz baja—.
Cuando tú y papá están en el club.

Mi madre jadeó.

—Oh, no. ¿Esto es de lo que se trata, Tess? ¿Es porque hemos estado lejos mucho
tiempo?

159
Negué con mi cabeza. Ella sonó tan culpable, pobre cosita. ¿Cómo podría decirle
que era mi culpa estar triste? Eran las mentiras, los secretos y el chico que estaba
detrás de mí. ¿Cómo podía decirle que estaba perdiendo a Aiden?

—No lo es, mamá —dije—. Ustedes chicos con batidos de fresa. Es… no es nada. —
Estaba mintiendo de nuevo. A mi propia madre.

—Tessa —dijo suavemente. Me volteé hacia ella, desesperadamente solitaria—. No


tienes que ser perfecta, cariño. Todos se ponen tristes algunas veces.

—No yo.

Y traté de sonreír. Porque las líneas de preocupación en el rostro de mi madera


eran casi demasiado con lo que lidiar. Ella tenía su propia vida. No debería estar
preocupada por la mía. Me necesitaba así. Necesitaba que fuera una Smitten Kitten.

—En verdad, mama —dije, enderezando mi postura—. Soy oro líquido en este
momento. Sólo me siento un poco enferma. No he estado comiendo bien.

Todo en mi interior dolió, pero mientras forcé el ánimo, comencé a sentirlo. Pronto,
era yo misma de nuevo. Sonriendo, hablando.

Cuando llegué a casa, ayudé a mi mamá a reorganizar las despensas después de


que hizo sopa de pollo. Era bueno estar ocupada, algo que alejara mi mente del
hecho de que mi móvil no sonó ni una vez. Bueno, el móvil SOS vibró cuatro veces,
pero mi móvil no. Tal vez Aiden no lo sabía. Él me llamaría después del almuerzo,
sin embargo. Seguramente se enteraría para esa hora.

Pero el almuerzo llegó y se fue. Fue realmente difícil vencer a mi mamá en ajedrez
cuando seguía revisando mi móvil, asegurándome de que no me hubiera perdido
una llamado o accidentalmente lo dejara en modo silencio.

A las tres, mi mamá tenía que iría a recoger a mi papá del aeropuerto. Había
volado a San Francisco hace unos días, tratando de reservar una gran presentación.
Estaba agradecida de que él estuviera de vuelta. Había extrañado nuestras charlas.

Tres treinta. La escuela había acabado hace cuarenta minutos. Nada de Aiden. Me
hice una taza de té caliente y me debatí entre si debería ponerme mi uniforme o
no, sólo por moral.

Puse mis piernas debajo de mí en el sofá y me estiré para alcanzar el control


remoto de la mesa de café cuando el teléfono sonó. Casi dejo caer mi té mientras
rápidamente lo puse en la mesa y agarré el móvil presionándolo contra mi oído.

160
—Cariño —gemí—. ¿Dónde has estado?

Hubo una risita, y mi estómago dio rápido giro.

—Demonios, Tessa —Christian dijo—. Solo te vi hace unas horas.

Cerré mis ojos. No de nuevo.

—En verdad no deberías llamarme —dije, incapaz de ocultar la decepción de m


voz. ¿Dónde carajos estaba mi novio?

—Tienes razón —respondió Christian—. ¿Sería mejor si solamente pasara por tu


casa?

—¿Qué?

Mi ritmo cardíaco se aceleró. Él se había vuelto agresivo en esta caza. En verdad se


me estaba declarando.

—No. No puede…

—Estoy bromeando. —Él se estaba riendo—. Necesitas relajarte.

—Estoy relajada —murmure—. Como una pluma.11 —Puse mi brazo encima de mis
ojos y recosté mi cabeza contra los cojines del sofá. Sólo quería a Christian fuera
de mi vida.

—Escucha —dijo, todavía sonando divertido—. Kira me encontró después de la


escuela, dijo que ustedes tenían una misión después de la escuela. Quería revisar y
saber si todavía seguía en pie.

Maldición, quería que mis otras dos noches con otro chico se acabaran ya, ¿pero en
verdad podía hacer esto? Especialmente cuando parecía vomitar con un ritmo
constante estos días.

—Está bien —dije, sorprendiéndome a mí misma. Espera. ¿En serio?

—¿En serio? —preguntó él.

—Sí, encuéntrate conmigo al frente de mi casa. Vamos a… vamos a ir al cine. —


Colgué y dejé caer el móvil en el sofá junto a mí.

11
Relajada como una pluma: Es un juego de palabras porque en inglés relajarse se escribe como
light up, pero la palabra light significa liviana y por eso la protagonista habla de una pluma.

161
¡Napa Valley! Acaba de acordar una cita con otro chico. Gemí y colapsé en los
cojines, cubriendo mi cabeza con mis brazos. Mi móvil sonó de nuevo.

Okay, ahora él iba a tener una pelea. Me senté, mi pulso acelerándose, y llevé el
recepto a mi oído.

—¿Ahora qué? —dije, mucho más ruda de lo que quería.

—¿Tess? —preguntó Aiden—. ¿Eres tú? —Sonaba confundido. Yo estaba


horrorizada.

—Hola —dije—. Lo siento, sí. Yo… —No podía decirle que pensé que era alguien
más, ¿por qué, quién mas podría ser si no una Smitten Kitten? Y yo nunca era
grosera con ellas.

Caminé hacia la mesa de la cocina y me senté en una dura silla de madera. Estaba
hablando con mi amor; debería sentirme aliviada. En cambio, me sentí ansiosa.
Insegura.

—Escuché que te enfermaste —dijo Aiden casualmente.

—¿Sí? —Un poco de pánico se estremeció por mi columna—. ¿Estabas


preocupado? —Descansé mi codo en el mantel de lino mientras ponía una mano
en mi frente.

—Claro, bebé. —Se rió. Apreté mi mandíbula.

—Lo noté —espeté. ¡Dios Santo! Estaba siendo un poco malvada. ¿Quién era yo?

—¿Qué? —preguntó Aiden. Escuché el móvil moviéndose en su oído—. ¿Qué pasa


contigo? ¿Estás enojada conmigo o algo así?

Oh, Dios mío. Podía sentir los inicios de una pelea. ¡Pero no era justo! Él
simplemente no podía olvidarse de mí de esa forma. Nunca me olvidaría de él.

—¿Sabes qué? —dije, comenzando a ahogarme—. Estoy muy enojada. No viniste a


buscarme. No me llamaste. De hecho, Aiden, has estado fuera de la escuela por
casi una hora y ahora estás hablándome. ¿Dónde estabas?

No sonaba como yo. Estaba actuando como loca. Paranoica. Sospechosa. SOS me
estaba atrapando. Pero Aiden hizo una pausa, y hubo un retorcijón enfermizo en
mi estómago.

—Estaba trabajando en una tarea de química, Tessa.

162
No. Oh, no. Alejé el móvil de mi oído por un momento, exhalé y luego inhalé.

—¿Con Chloe?

—Sí. Nos quedamos después. No sabía que estabas enferma hasta ahora cuando
Kira llamó.

—¿Dónde estabas en el almuerzo? —Necesitaba hacerme un ovillo y sollozar. En


diez segundos, iba a hacer eso.

—Lo mismo, bebé. Trabajando en química.

Pequeños dolores comenzaron a destellar en mi rostro, queriendo que llorara.

—Entonces —dije, tratando de sonar tan compuesta como pude—. ¿Pasaste todo
el día con Chloe?

¡Azucar y picante! Moriría.

—No lo digas de esa forma —dijo Aiden, sonando irritado—. Demonios, Tessa.
¿Dije alguna mierda cuando saliste con ese idiota?

Estaba perpleja. Aiden sabía que no debía maldecir de esa forma.

—Detente —dije.

—No.

Mis ojos se abrieron. ¿Qué estaba pasando? Las cosas claramente estaban de
cabeza. Mi novio estaba enojado conmigo cuando yo era la que estaba siendo
ignorada. ¡Él pasó todo el día con la pequeña puma!

—Tengo que irme —dijo rápidamente—. Estoy seguro de que esta noche estás
ocupada. —Él definitivamente estaba molesto. Y correcto. Estaba ocupada.

—Algo así…

—Lo que sea. Te veré mañana o algo, Tess. Cuando sea que puedas incluirme.

Y. Él. Colgó.

El móvil cayó de mi mano, rebotando en la mesa. Aiden nunca, jamás me había


colgado. Nunca jamás.

Mi vida oficialmente se había deshecho.

163
—Hola papi. —Caminé y me puse de puntillas para darle un beso mientras entraba
por la puerta, arrastrando su maletín detrás de él.

—Hey, cariño. —Sonó confundido, juntando sus cejas—. ¿Hiciste algo con tu
cabello?

La trenza me había dado dolor de cabeza así que me la quité, dejando que mi
cabello luciera salvaje con rizos.

—Vine enferma a casa —dije, como si eso me hubiera detenido antes de lucir
mejor.

—¿Dónde está mamá? —Miré por encima del hombro de papá mientras cerraba la
puerta.

—Va al club. Nos quedamos en la ciudad hoy. Ella dijo… dijo que estabas molesta
con nosotros por estar lejos tanto tiempo. ¿Eso es cierto, Tess?

Mi mamá. Ella obviamente había estado obsesionada por nuestra conversación de


antes. Estaba haciéndola infeliz. Estaba haciendo infelices a todos.

—No es eso —dije.

Mi papá movió sus gafas por su nariz para mirarme lentamente. Luego se las ajustó
y señaló la silla de la cocina.

—Toma asiento, niña. Parece como si necesitaras hablar.

Sonreí. Si sólo hubiera hablado antes, no estaría en tal desastre. Me dejé caer en el
asiento y esperé a que mi padre nos sirviera un vaso de leche y agarrara unas
galletas de avena de la alacena. Él era adorable. Era una Kitty tan afortunada.

—Gracias —dije, tomando una galleta mientras se sentaba.

Él asintió luego se aclaró su garganta.

—Está bien, Tess. Escupe.

Mastiqué lentamente, preguntándome qué pensaría mi padre sobre mi espionaje.


Preguntándome si él podría relacionarse con más infieles que conmigo.

—Estoy en problemas —dije.

164
Sus ojos se abrieron. Oh. Supongo que eso no era lo mejor que una adolescente
podría decirle a su padre.

—No esa clase de problema —dije rápidamente. Él exhaló.

—Wow, Tessa, gracias por el ataque cardiaco. ¿Ahora en qué te has metido
exactamente? —Él se empujó hacia atrás en su asiento y cruzó sus piernas,
tomando un sorbo de su vaso.

—Papi, ¿crees que Aiden está cansado de mí? —Odié esas palabras. Estaban
enteramente cercanas a lo posible.

Mi papá se ahogó con su leche, su rostro se volvió rojo mientras se inclinaba hacia
adelante. Cuando fue capaz de respirar de nuevo, puso su mano en mi brazo.

—¿Algo ha pasado con Aiden? —Estaba aterrorizado. Aiden era el hijo que había
deseado tener.

—No, no todavía

—¿No todavía? —Mi padre alzó su voz—. ¿Están teniendo problemas? ¿Es su
madre de nuevo?

—No, ella está igual. Pero papá, ¿crees… que tal vez Aiden esté viendo a otras
chicas?

¡Santo recórcholis! Comencé a llorar.

—¿Qué otras chicas podrían haber? —dijo muy serio. Tuve que sonreír. A los ojos
de mi padre, yo era perfecta. Él se inclinó para desordenar mi cabello.

—Détente. —Reí, empujando sus manos hacia atrás.

Presionó sus labios, mirándome pensativamente.

—Para responder tu pregunta —dijo calladamente—. No. No creo que Aiden te


deje, Tessa. He visto la forma como te mira. Es la misma manera como yo solía
mirar a tu mamá. Te adora.

Pero sus palabras, aunque eran dulces, me dolieron.

—Tú dejaste a mamá —dije, de repente queriendo saber por qué. Si él la amaba
tanto, ¿por qué la dejó?

165
Mi padre dejó caer su cabeza, y reconocí la mirada. La había visto tantas veces en
mi línea de trabajo. Vergüenza. Él había sido infiel. Mi padre le había sido infiel a
mi mamá.

—Cometí un error —dijo él, encontrando mi mirada—. Cometí un error, Tess, y casi
la pierdo. —Él esperó un rato, y sentí una pesadez subiendo por mi pecho,
doliendo.

—¿Por qué lo hiciste?

—No lo sé —dijo él—. Creo que estaba solo. Pero nunca quise herirla, o a ti. Las
amo tanto. Son mi vida.

Aiden me había dicho eso una vez.

—Y estoy agradecido de que tu mamá me amara lo suficiente para perdonarme. —


Él pasó una mano por su escaso cabello negro. Trató de sonreírme—. Aiden es un
buen chico —dijo mi papá—. Te ama. ¿Por qué no puedes confiar en eso?

No lo sabía. No estaba segura exactamente de qué había cambiado. Parecía que en


cualquier lugar que mirada, todo lo que veía era infieles. Tomé una profunda
respiración y cerré mis ojos.

No confiaba en Aiden. No podía. Porque si había una cosa que la conversación


corazón a corazón con mi padre confirmó, era que mi novio podría amarme y
serme infiel.

Pero yo no lo permitiría.

166
SOS
AGRADECIMIENTO POR LA DONACIÓN
Traducido por Dani
Corregido por BrendaCarpio

Q uerida Sra. Pugliese,

Muchas gracias por su donación. SOS es una organización sin fines de lucro, y
sus donaciones van directamente a ayudar a otros con sus problemas
amorosos dándonos el financiamiento para el último equipo de vigilancia.

Ayudar a su hija a salir de una relación en la que le habían sido infiel fue una
alegría por sí misma, pero su dinero es muy apreciado. Compartimos su esperanza
que Lynny considerará volver a tener citas en el futuro, aun cuando haya tomado
un juramento de celibato de por vida. Entendemos su deseo de tener nietos.

Otra vez, gracias por su generosidad, y le deseamos toda la alegría en el mundo.


Tenga un buen día.

Siga sonriendo,

SOS

Textos: 555-0101

Desenmascarando Infieles Desde Hace Más de Dos Años.

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Capítulo 14
Traducido por Xhessii, Little Rose y Auroo_J

Corregido por BrendaCarpio

—¿A sí que eso es lo que en realidad usas? —preguntó Christian,


sonriendo mientras me acercaba a su auto. Era lindo estar afuera
esta noche. Cálido, despejado. Era cómodo. El viento soplaba a
través de mi cabello, extendiéndolo detrás de mí mientras Christian mantenía la
puerta abierta.

—Bueno, ahora estamos cubiertos —dije, subiéndome al asiento del pasajero—.


Debiste intentar disfrazarte. —Aunque se veía guapo. Un suéter azul cielo,
pantalones color caqui, y colonia sexy. Yo, por el otro lado, estaba usando mi
cuello de tortuga color negro, y mis leggins, con un chaleco largo negro que había
forrado con bolsillos para detener pasadores y el equipo de audio.

Christian se rió y cerró mi puerta suavemente antes de caminar alrededor de su


Honda. Era extraño estar de nuevo en su auto. Casi familiar. Umm. No quería que
esto fuera familiar. No. Quería que fuera tajantemente desconocido. De hecho, iba
a terminar esta pequeña aventura esta noche. Le diría a Christian lo que esto era.
Se acabó. Punto final.

Iba a decepcionarlo.

El lado del conductor se abrió, y Christian sonrió mientras entraba, mirando mi


cuerpo mientras lo hacía. Tal vez no se dio cuenta de que me fijé, pero mi visión
periférica ha mejorado bastante. Y él estaba checando mis copas C. Totalmente
inapropiado.

—Bueno —dijo, encendiendo el auto—. Incluso cuando estás vestida para asaltar
un banco, eres la cosa más hermosa que he visto en todo el día.

Me chupé la esquina de mi labio, tal vez sonrojándome un poco.

—Gracias.

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Miré por la ventana mientras él entraba en la calle bordeada de árboles,
preguntándome dónde estaba Aiden. Preguntándome si él estaba pensando en mí.

—Oh, por cierto —dijo Christian, golpeándose los dedos como si estuviera
recordando algo—. Hablé antes con Kira, le dije que teníamos este trabajo
encubiertos para nosotros solos.

Di un grito apagado, girándome para encararlo.

—¿Que hiciste qué? —¡No estaba hablando en serio!

Él sonrió, sacudiendo su cabeza.

—Esta no es una misión importante, Tessa. Estoy seguro que no necesitas una
chaperona. A menos que estés preocupada de que no serás capaz de mantener tus
manos para ti misma.

¡Bastones de dulce y unicornios! ¿Estaba loco?

—Detente —dije. Obviamente, él subestimaba el daño que un espía talla siete


podría infligir.

—Vamos. —Christian se estaba riendo—. ¿No puedo bromear contigo?

—No. No en una misión.

Él enderezó su boca, intentando parecer serio.

—Tienes razón —dijo él—. Necesito tener mi cara de juegos bien puesta. Seré
bueno. Lo prometo. Él tocó su corazón.

Lo miré por un minuto, y él no se estacionó en el bordillo.

—Bien —dije—. Sólo terminemos con esto.

—Bien.

—Bien.

Estuvimos en silencio mientras Christian continuaba manejando, acercándonos al


cine. SOS había interceptado una llamada en la que Isaac Park se encontraría ahí
con una chica para la función de medianoche.

Él pensó que era astuto, pero no sabía que SOS había estado sobre él durante días.
Y su novia era un cariño total. Pobre chica.

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El estacionamiento estaba casi desierto cuando entramos. No mucha gente iba a
una función de medianoche entre semana. Como no quería que el auto fuera
reconocido, le dije a Christian que se estacionara al final. Mientras él lo apagaba,
me tomó un minuto llegar a mi mochila, asegurándome que tenía mi cámara con
el lente de visión nocturna. Christian estaba sonriendo mientras me miraba poner
el lente.

—No te podrías preocupar menos por la misión, ¿verdad? —pregunté, deslizando


algunas piezas en los bolsillos interiores de mi chaleco. Los cines usualmente no te
dejaban traer mochilas. Él se rió.

—¿Quieres una respuesta sincera?

Me giré hacia él, sin estar consciente de que lo había hecho. Las luces de la calle se
filtraban, iluminando su rostro y trayendo sombras en sus ojos, haciendo que se
viera casi siniestro.

—Revisa el tiempo —dije, sintiendo inquietud. No quería estar sola con él por más
tiempo. Quería apurarme, e ir a buscar a Aiden. Christian inclinó su cabeza sobre su
asiento, mirándome.

—No tenemos que entrar —dijo en voz baja. Él lamió sus labios, y pude ver cuánto
luchaba por estar tranquilo, suave. Pero parecía nervioso.

Mi corazón se aceleró y me sentí completamente incómoda. Todavía había una


parte de mí que se sentía atraída hacia él. Al menos, a su atención. Me sentí mal,
tan imperfecta. Y Christian estaba mirándome en esa manera… la manera en que
Aiden lo hacía.

Christian movió su mano de su regazo y tocó mis dedos suavemente mientras los
ponía en el asiento.

—No —dije rápidamente, moviendo mi mano de debajo de la suya—. No puedes


tocarme.

Él alejó su mano, enderezándose.

—Lo siento. A veces no puedo evitarlo. Te encuentro fascinante.

¿Qué era yo, un experimento de ciencias? ¿Quería ponerme un alfiler y disecarme?

Deslicé la cámara en mi bolso y abrí la puerta tan precipitadamente que casi me


caí. Apenas podía respirar mientras empecé a apurarme por el estacionamiento,

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apenas capaz de controlar mi respiración. Christian estuvo inmediatamente detrás
de mí.

—Te asustaste, ¿verdad? —preguntó, con un tono de disculpa.

—No más plática —dije. Ya no me importaba el trabajo. Sólo quería tomar las
fotografías e irme.

Entramos en el cine decorado a la antigua, y Christian se apuró hacia la taquilla. Lo


dejé comprar los boletos, mientras sopesaba la escena.

—¿Quieres palomitas o un refresco? —preguntó mientras venía hacia mí,


moviéndose mientras hacía la concesión. Curvé mi labio.

—Christian, absolutamente esto no es una cita.

—Cierto —dijo, sonriendo—. Olvídalo.

Lo miré, sin estar segura de confiar en él para permanecer encubierta. Todavía


teníamos que encontrar a Isaac. Me imaginé que él había hablado sobre alguna
película de terror. Las odiaba. No me asustaba fácilmente, pero me sentía mal
cuando la gente era asesinada. Era grotesco.

Christian accedió a estar callado, pero no podía evitar sentir como si estuviera
burlándose de mí. Como si todo esto era una excusa para estar a mí alrededor. Me
refiero a que, sabía que lo era, pero también pensé quería ayudar un poquito.
Ahora estaba claro que no lo hacía.

Encontramos la Sala Ocho, y sin sorprenderme, estaba casi vacía. Dejé la puerta
cerrada, bloqueando la potente luz del pasillo, y busqué entre las cabezas.
Encontré a Isaac. En realidad, él no era tan difícil de ubicar. Él usaba su cabello en
forma de faux-hawk, no uno enorme, pero era pequeño, peinado hacia arriba. Era
algo cool.

Muy individualista.

—Están dos filas arriba —le murmuré a Christian y miré a la pantalla. Iniciaba con
un asesinato. Suspiré. Qué triste.

Christian asintió y tomó mi brazo, dirigiéndonos a la fila de atrás. Nos pusimos en


los asientos de la esquina, y alcancé mi bolsillo interior. Me golpeaba saber que
quizás este era mi último trabajo SOS. Tragué fuerte, sintiéndome un poco
nostálgica. Pero luego pensé en Aiden, y el mucho tiempo que tendría para él.
Calmó mis nervios un poco.

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Mi cámara estaba posicionada y lista, con la mira nocturna encendida. Le di al
zoom. Isaac estaba susurrando en el oído de la chica, lo que parecía dulce. Hizo
que mi estómago tuviera un nudo. Él había estado con su novia, Ángela, por casi
un año.

Ella era absolutamente una muñeca: animada y menuda.

Usé la cámara para ver la cara de su cómplice. Ella era lo suficientemente bonita —
rubia y pechugona. Mis ojos se estrecharon. Casi me recordaba a Chloe, pero traté
de bloquear ese pensamiento. La última cosa que necesitaba era pensar en Chloe
como la cómplice en un engaño. Porque sabía exactamente detrás de quién ella
estaba.

—¿Quieres que me acerque? —murmuró Christian. Él acercó peligrosamente su


cabeza a la mía. Su aliento a hierbabuena se sentía caliente contra mi mejilla.

—Sí —dije, principalmente para tener distancia entre mí y su ridículamente


atractiva colonia—. Toma la grabadora y obtén algo de audio. Necesito saber de
qué están hablando.

Alcancé mi bolsillo y saqué la mini grabadora, pasándosela a Christian. Sus dedos


tocaron los míos mientras la tomaba. Me encontré con sus ojos.

Bien, así que nuestras bocas estaban lo suficientemente cerca. Él olía como a
menta, de, Jolly Ranchers.

Mi respiración estaba atrapada. Él se veía como si estuviera a punto de besarme.


Aun así no me moví.

Él sonrió.

—Ya regreso. Obtén buenas fotos. —Luego me guiñó y se agachó mientras se


ponía de rodillas y se movía sigilosamente por el pasillo. Lo miré, sintiendo mi
corazón acelerarse.

¡Puente de Brooklyn! ¿Iba a dejarlo que me besara? No. Yo… no estaba atraída por
él. Amaba a Aiden.

Sacudí mi cabeza y apunté a Isaac. Él era un infiel. Yo nunca sería así. Yo no era así.
Sólo, me encontraba mirando el rostro de Christian… admirándolo. Entonces, antes
de que pudiera empezar cualquier fantasía no deseada, apagué la cámara, me
levanté y salí de ahí.

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Le tomó cerca de veinte minutos a Christian encontrarme afuera. Trotó hacia el
auto donde yo estaba reclinada. El aire frío me golpeaba con fuerza, pero ahora
estaba agradecida por tener mi ingenio conmigo.

Christian frenó patinando frente a mí.

—¿Qué demonios, Tessa? —demandó.

—No digas demonios.

Me miró un minuto, luego dijo: —Lo lamento. ¿Qué, eh, santos palos de hockey, te
pasó?

Sonrió.

No pude evitar sonreír también. Me gustó lo de los santos palos. Después de un


segundo intenso de mirarnos, exhalé y puse mis manos en mi cintura.

—Lo lamento, Christian —dije—. Pero no puedo hacer esto contigo. Y he


terminado con la SOS. Renuncio. —Guau. No estaba segura de haber dicho esa
palabra en mi vida.

—No puedes —dijo. Con los ojos como platos. Avanzó un paso más cerca de mí.
Ahora definitivamente estaba demasiado cerca.

—Diles a todos si quieres —dije, incómoda por la cercanía. Ya no me importaba la


SOS. Necesitaba recuperar mi vida. Las cosas se habían salido de control, y si la
escuela me odiaba, bien. Ya no podía ser perfecta. Era muy difícil.

—Tessa —dijo Christian suavemente, sacudiendo la cabeza—. No le diré a nadie.


No quiero lastimarte.

Mi rostro se tensó.

—¿Entonces qué quieres?

Christian cerró los ojos, y al abrirlos, los fijó en mis labios.

—Esto —dijo, poniendo sus manos en mis mejillas, atrayéndome a él. Apretó mis
labios con los suyos, con fuerza, apasionadamente.

Y por un segundo me quedé allí, en shock, anonadada, sintiéndome culpable. Su


boca se sentía tan lejana que era como si estuviera besando otros labios. Era como
una experiencia fuera de mi cuerpo. Al menos hasta que intentó meter su lengua.

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—Basta —dije, levantando las manos para que retrocediera. Primero fue reluctante,
aun queriendo más, por lo que empujé con más fuerza, y trastabilló.

¡Por el tractor de John Deere! Me había besado. ¡Me… había besado!

—Estás loco —le dije—. ¡No puedes…!

—Lo lamento. —Se disculpó—. No pude evitarlo Tess.

Se lamió los labios. Ew. ¿Quería saborearme? Mi estómago se revolvió.

—No le contaré esto a Aiden —dije, señalándolo con un dedo—. Porque si lo


hiciera, te haría papilla. Pero jamás intentes volver a tocarme. ¿Entendido? —La
adrenalina que bombeaba por mis venas hacía que todo mi cuerpo temblara. Y mi
boca sabía a menta. ¡Renacuajos! Necesitaba a Aiden.

Me di vuelta y abrí con fuerza la puerta del pasajero. Nunca había besado a nadie,
excepto Aiden. Jamás. Esto había sido un gran error. Un gran, y gigante error.

Christian corrió alrededor del auto y se subió, pareciendo agitado, e incómodo.


Debería. Acababa de asaltar mi boca con la suya. ¿Y qué si sus labios eran
hermosamente suaves? ¡Seguía estando mal! Ni siquiera me preguntó.

Estuvimos todo el camino de regreso a mi casa en silencio. Miré por la ventana,


feliz de que la noche hubiera acabado, pero preocupada por las consecuencias. Por
supuesto que Christian ya no era parte de las SOS

Después de haber doblado en mi calle, Christian frenó frente a mi casa. Lo miré, no


muy segura sobre si estaba enojado o frustrado. Apagó el motor y se volvió hacia
mí, con la mirada gacha.

—Fuiste completamente inapropiado —dije. Debería haberlo abofeteado. Eso es lo


que una verdadera Smitten Kitten habría hecho.

—Lo sé —dijo, con el ceño fruncido—. Realmente lo lamento. Te prometo que no


volverá a ocurrir.

—¡Puedes estar seguro de ello! Porque jamás volveremos a estar juntos los dos
solos. ¿Entendido? —Ese era mi tono que usaba cuando las Smitten Kittens
estaban dispersas y yo quería explicar algo. Sonaba muy autoritaria.

—¿Entonces no tendré una segunda misión? —preguntó, sonando como un niño


travieso.

¡Sillas de montar calientes! ¿Era en serio?

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—Eh…no. Dejaste en claro que no eran las misiones que querías. Era a mí.

Sacudió la cabeza.

—¿Y? ¿Eso está mal? ¿Es que ni siquiera te gustó? —Parecía preocupado, y aprecié
su preocupación por el beso. Era vulnerable, y entendía eso. Pero no significaba
que podría poner su boca sobre la mía cuando le placiera.

—Tengo un novio. Los únicos labios que quiero son los de Aiden.

—¿Y él sigue tu misma filosofía?

Mi corazón se detuvo.

—¿Disculpa? —Miré a mi casa en sombras, sintiendo que ese comentario merecía


una retirada y un portazo, pero no podía moverme.

—¿No crees que tu novio besa a otras chicas?

Miré a Christian y alcé la mano para que se detuviera.

—Cierra la boca, amigo. ¡Aiden no toca a nadie excepto a mí! —Esperé un


segundo, sintiendo mi nariz dilatarse. ¿Cómo se atrevía? ¿Cómo es que se atrevía?

Christian entrecerró los ojos, pero no abrió la boca. ¿Pero por qué habría de
hacerlo? No es que estuviera intentando meter su lengua en mi garganta. Eso ya lo
había hecho. Cretino.

—Aléjate de mí —siseé, tomando mi mochila del suelo. Salí del auto y cerré la
puerta tan fuerte como pude. Me sonreí, orgullosa de mi valentía, mientras iba a mi
casa. Luego, sólo para mí, me detuve antes de entrar a la casa y arrojé mi cabello
sobre un hombro con mi mano.

No había nadie en casa. Noté cómo parecía tener la colonia de Christian en mi


ropa. Necesitaba una ducha y quizás algo de enjuague bucal. Pero mientras iba al
baño, tomé mi teléfono de la mesa. Ninguna llamada perdida.

Oh no. Aiden no había llamado. No desde que me había colgado. Miré el reloj, y
era tarde. Pero después de mi ducha, tenía otra misión. Arreglarme con mi novio.

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Me detuve frente a las rejas de lo de Aiden, mirando su ventana. Hm. Estaba
cerrada. No podía llamar a la casa, sin despertar a su madre. Pero necesitaba verlo.
Necesitaba estar con él.

Mi zapatilla se deslizó en los paneles de madera mientras trepaba, conteniendo las


ganas de llorar. Sólo quería a mi amor. Quería que todo tuviera sentido.

Al llegar a la cima, me estabilicé y vi la ventana. Cerrada. Exhalé. Golpeé el vidrio


con mis dedos. ¿Por qué me sentía tan nerviosa? ¿Acaso… acaso creía que estaba
ahí con alguien? La idea me hizo perder el equilibrio. Entonces, la ventana se abrió,
sorprendiéndome.

Grité.

—¿Tessa? —preguntó Aiden, sacando la cabeza de la ventana y mirando alrededor.


Estaba aferrándome a la barra, con la adrenalina a mil.

—Casi me haces caer —susurré, intentando contener el aliento.

Aiden se rascó la cabeza, mirándome, confundido. Luego estiró la mano.

—Entra —dijo—. Vas a matarte.

Apenas toqué su mano, me sentí más tranquila. Lo dejé ayudarme a entrar en su


cuarto. Ya adentro, miré cómo cerraba la ventana. No llevaba camiseta. ¡Maíz
tostado! Estaba semidesnudo y se veía genial.

Le acaricié el estómago cuando estuvo frente a mí. Sonrió, pero sus ojos se veían
soñolientos.

—Vamos a la cama —exhaló, quitando mi mano de su cuerpo y empujándome.


Pero cuando se sentó en la cama, casi salto sobre él. Estaba de rodillas a su lado,
cubriendo su boca con la mía, enredando mis dedos en su cabello cuando
retrocedió, rompiendo el beso.

—Tess —susurró, con los ojos aún cerrados. Me detuve, mirando su rostro. No
entendía.

—¿Qué? —Me sentía desesperada. En pánico.

—Cariño —dijo, mirándome antes de tomar mi cintura para sentarme en su regazo.


Me envolvió con sus brazos, sosteniéndome y apoyando su barbilla en mi
hombro—. Estoy muy cansado. Son las dos de la mañana.

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—¿Y? —¿Desde cuándo la hora afectaba la energía de mi novio? ¡Queso y galletas!
¿Qué ocurría?

Sonrió.

—Mira, me alegra que hayas venido. Y lamento la discusión de antes. Quiero que te
quedes, cariño. Te he extrañado… —Tenía la voz ronca, adormecida—. Pero mamá
está aquí. —Se dejó caer en la cama y abrió los brazos para que me uniera. Me
acurruqué a su lado y me abrazó, apoyando su boca en mi cabeza.

—Se irá mañana —murmuró, acariciando mi brazo y sonando dormido—. Entonces


estaremos juntos.

Tragué fuerte, no solo porque tenía un hormigueo insatisfecho, si no porque


estaba aliviada. Estaba feliz de estar en su cama. Estaba feliz de olerlo, limpio y
natural.

—Te amo demasiado —dije, pero estaba lista para llorar antes de terminar.

—Mm… —dijo él cepillando sus labios contra la parte trasera de mi cuello—. Para
de hablar, nena.

—Dime que me amas primero. —Necesitaba escucharlo decirlo—. Tienes que


decirlo.

En cambio, me tomó por el hombro y me dio vuelta frente a él.

—Te amo, Tessa. —Respiró, poniendo su boca sobre la mía como si lo estuviera
probando—. Te amo. Te amo —murmuró en mis labios una y otra vez. Y cada vez
que lo dijo, traté de tirar de él más cerca.

Sabía que él debía sentirlo también. Sentido que nos estábamos perdiendo el uno
al otro.

Exitosamente ignoré a Christian durante la clase de historia. Él me hizo “psst” una


vez, pero no me inmuté. Kira se estaba volviendo loca, muriendo por saber los
detalles de la misión. Pero le dije que Christian había esperado en el auto.
Esperaba que no le preguntara a él su versión de la noche.

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Cuando Salí de clases, prácticamente corrí a mi casillero para encontrarme con
Aiden, pero él no estaba allí. Él nunca pareció estar allí más.

—Hola —dijo Christian detrás de mí, mientras estaba parada sintiéndome perdida,
en mi casillero. Exhalé y me di vuelta.

—¿Qué?

Él Sonrió, sus mejillas un poco sonrojadas.

—Tu grabadora —dijo él, entregándomela.

Oh. Me había olvidado de eso.

—Gracias. —Está bien eso fue un poco embarazoso. No todas sus interacciones
conmigo terminaban con un beso.

—Hay algunas cosas buenas allí —murmuró él.

Sus ojos cafés se encontraron con los míos, y sentí la misma inquietud que la
noche anterior.

—Te veré en el almuerzo, Tess. —Él presionó sus labios en una sonrisa y me dejó
en el ocupado pasillo.

Me quedé por un minuto, no estando segura de cómo me sentía al respecto.


Quiero decir, no quería volver a verlo, pero chispas, al menos él estaba haciendo
un esfuerzo.

Aunque fuera un esfuerzo completamente exagerado y un poco espeluznante. Aun


así, deseé que Aiden intentara verme con el mismo ímpetu.

Antes de que la tardía campana sonara, troté hacia clases y me prometí corregir mi
actitud. Les diría a las Smitten Kittens esta noche. SOS estaba terminado.

Esperé en mi casillero antes del almuerzo, viendo mientras el pasillo se vaciaba


lentamente. Nada de Aiden. Esperé incluso después de que la campana sonara,
esperando que él llegara corriendo por el pasillo, todo disculpas por no haberme

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encontrado antes. En vez de eso, él no apareció. Dejé caer mi cabeza y me dirigí a
la cafetería.

Estaba lleno mientras hacía una pausa en la puerta, mirando alrededor del lugar.
Olía como a Sloppy Joes, uno de los favoritos de Aiden. Él estaba en la mesa,
adorable como siempre en unos pantalones deportivos y una camiseta. Pero un
filoso dolor se torció en mi pecho cuando noté a Chloe. Ella estaba sentada en mi
lugar, al lado de él, con su cabello recogido en una cola de caballo. Estaban riendo.

Miré por un minuto mientras ella enredaba mechones de su cabello en su dedo,


inclinándose hacia él mientras hablaban. Aiden no la estaba tocando, pero
¿necesitaba hacerlo? ¿Alguno de los infieles que SOS atrapó hacía su trabajo sucio
en público?

Tomé unas cuantas respiraciones para estabilizarme. Las cosas eran tan inusuales
ahora que me empecé a preguntar si alguna vez volverían a la normalidad.
Lentamente, caminé hacia mi mesa.

Kira aplaudió entusiasmada cuando me vio; su cara perdió su preocupación. Chloe


miró sobre su hombro pero no se movió. Su trasero estaba firmemente plantado
en mi asiento.

—Hola, nena —dijo Aiden casualmente mientras me acercaba. Él no se levantó o se


me acercó.

Lo vi mientras rodeaba la mesa y tomaba el único asiento disponible, entre


Christian y Kira. Mis brazos se pusieron como piel de gallina.

—Aquí está tu almuerzo —dijo Kira, deslizando la bandeja hacia a mí—. Aiden se
comió tu Sloppy Joe. ¿Por qué llegaste tan tarde?

Miré hacia Aiden, mi cara hormigueando con el inicio del llanto.

—¿Dónde estabas? —pregunté. Por la esquina del ojo vi a Chloe sonreír.

—Oh. —Aiden juntó sus cejas—. Lo siento, Tess. El Sr. Grimmes nos mando a mí y a
Chloe a recoger unas diapositivas a la oficina. Te mandé un mensaje de texto.

Parpadeé rápido. Mi móvil estaba en mi mesilla en casa. Se me olvidó. Pero el


pensamiento de ellos vagando por los pasillos juntos hizo mi sangre hervir. Aiden
vagaba conmigo. Sólo conmigo.

Cerré mi mandíbula.

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—¿Entonces como ha estado el laboratorio? —Estaba segura que mis crecientes, e
inusuales celos eran obvios, pero nadie pareció notarlo. De hecho Aiden, solo me
sonrió.

—Bien, nena. ¿Cómo van tus prácticas de porristas? —Había un hormigueo


subiendo por mis brazos pero mantuve su mirada. Él parecía tan calmado, pero
había algo en sus palabras. Algo… extraño.

Chloe se rió.

—Las cosas han estado fantásticas —me dijo, no sonando para nada como ella
misma. Esa profunda, rasposa voz se había ido. En su lugar, sonaba alegre. Algo así
como… yo—. Él es realmente el mejor. —Ella le sonrió a Aiden y tocó su brazo.

Ella. Tocó. Su. Brazo.

Aiden se removió en su asiento, alejándose educadamente de ella, pero él


continuo mirándome, casi curiosamente. Casi había olvidado que Christian estaba
a mi lado hasta que su pierna se rozó contra la mía. Fue suficiente para hacerme
perder el apetito. Me recordó que él me había tocado la noche anterior. Los ojos
de Aiden se dispararon hacia mi cuando me removí incomoda.

—Mira esto —le dijo Chloe, y él quito su mirada de mí. Empezaron a ver una libreta
mientras ella reía. Estaban juntos, hombro con hombro. Ese era mi asiento. No
quería ser maliciosa; yo era una Kitten, pero estaba a cinco segundos de sacarle los
ojos.

—Tessa —dijo Leona desde el otro lado de la mesa—. ¿Tendremos práctica


después? De verdad necesito hablar contigo sobre una nueva porra. —Ella amplió
sus ojos detrás de sus lentes.

Nueva porra era el código para un nuevo caso. O a veces sólo quería decir lo
primero.

—Seguro —dije exhausta. Les iba a decir que el SOS se acababa de todas formas.
Ellas estarían devastadas, pero necesitaba recuperar mi vida.

Leona mordió su labio, viéndose ansiosa. Ella nunca se veía nerviosa. Era
naturalmente relajada y segura, lo opuesto de Kira. Pero ahora estaba
enloqueciendo.

—Aterciopelado —dijo ella, y supe que era malo. Leona nunca, y repito nunca
comía comida con glaseado. Nop. Esto era algo malo. Mi estómago se redujo.

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—¿Estás bien, nena? —preguntó Aiden.

Mis ojos se dispararon a los suyos, pero antes de que pudiera responderle, Chloe
chasqueó sus dedos.

—Mierda —dijo ella, viendo hacia Aiden—. Mejor nos vamos, A. La biblioteca está
guardando esos libros para nosotros.

¿A? ¿Ella lo llamaba casualmente A?

Aiden se puso de pie y vio hacia mí, su cara ilegible.

—Tengo que terminar este proyecto, Tess. ¿Crees que puedas conseguir a alguien
para que te lleve a casa?

Chillé pero no respondí realmente.

—Yo la llevaré —respondió Kira por mí. Ella siempre estaba allí cuando la
necesitaba. Además, no podía moverme; estaba muy ocupada tratando de no
llorar.

Aiden se me quedó viendo por un segundo, su mirada yendo de mi a Christian.


Abrió su boca como si quisiera decir algo, pero no lo hizo. En su lugar, retrocedió
lentamente y luego siguió a Chloe mientras dejaban la cafetería.

—Christian, dulzura —dijo Leona, inclinándose hacia él. Él parecía sorprendido. No


había dicho una sola palabra en todo este tiempo.

—Uh, ¿sí?

—¿Te importaría darnos un momento a las chicas? Tenemos algunas cosas súper
secretas de porristas que discutir. —Ella le guiñó un ojo.

¡Cocodrilo Dundee! ¿Leona le estaba mintiendo? Pude notar que ella tenía un
secreto. Y ahora me preguntaba si yo era la única que no lo sabía.

—Por supuesto —dijo Christian hacia Leona, poniéndose de pie y tomando su


bandeja—. Tessa, yo… —Se detuvo y miró alrededor de la mesa llena de Smitten
Kittens, todas viéndolo ansiosamente—. No importa —dijo—. Me pondré al día
contigo después.

No respondí mientras se alejaba, sus sandalias golpeando el suelo de la cafetería.


Me volteé hacia Kira mientras Leona saltaba y ocupaba el asiento de Christian.
Ambas, ella y Kira, tomaron uno de mis brazos. Estaba flanqueada por porristas.
Esto no podía ser bueno.

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—Muéstraselo, Izzie —dijo Leona, como si estuviera ofreciéndome mi última
comida. Solo que no era langosta, era de McDonald’s.

Leona puso su brazo protectoramente en mi espalda baja, pero aún no estaba


segura de qué era de lo que me estaban protegiendo.

Los ojos de Izzie estaban vidriosos mientras ella se paraba e inclinaba su cuerpo a
través de la mesa y me daba el móvil de SOS. Mis ojos se pasearon por todas ellas.

—¿Cuál es el problema? —pregunté con mi voz tensa. Casi no quería ver.

De repente, Izzie rompió en lágrimas, cubriéndose la cara con sus manos. ¿Qué
estaba pasando? Sacudí mi cabeza y sostuve el móvil en frente de mi cara.

Era un mensaje de texto. Era un… Oh, no.

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SOS
FORMULARIO DE SOSPECHOSO INFIEL
Traducido por Sheilita Belikov
Corregido por BrendaCarpio

SOSPECHOSO: Aiden Wilder

CÓMPLICE: Chloe Ferril

Estimados SOS,

Otro para que añadan a su lista de posibles infieles. Quién lo hubiera pensado,
¿verdad? ¿Aiden engañando a Tessa? ¡Es la líder de las porristas! Y yo creyendo
completamente que estaban enamorados. Oh, bueno, supongo que nunca se sabe.
Espero que no sea cierto.

Cassandra.

SOS

Textos: 555-0101

Desenmascarando Infieles Desde Hace Más de Dos Años.

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Capítulo 15
Traducido por Zulex, LizC y Dai
Corregido por BrendaCarpio

E
l mundo se vino abajo a mí alrededor. Había colores, y no los bonitos del
arcoíris, si no oscuros, sombreados. Los sonidos en mis oídos empezaron
hacer eco. Me puse de pie golpeando mi bandeja en el suelo pero no
mirando hacia abajo. Dejé caer el teléfono SOS sobre la mesa y retrocedí. La voz de
Kira estaba ligeramente ahí, llamándome, pero yo miraba hacia adelante.

Aquello… no era cierto. No después de dos años. No de esta forma.

—Me tengo que ir —dije con aire ausente—. Las llamaré más tarde. —Comencé a
caminar fuera de la cafetería, no muy segura de a dónde iba, solo lejos. Yo casi
esperaba que una Smitten Kitten veniera detrás de mí, pero nadie lo hizo. Estaban
devastadas. No sólo había sido Aiden el novio perfecto, él había sido mi novio. ¿Y
yo no había sido perfecta?

Mientras caminaba por los pasillos vacíos. Me atraganté cuando unos gemidos
escaparon de mi garganta, pero me recuperé. Yo nunca iba a llorar en la escuela
De ninguna manera. Sólo tenía unos cinco minutos antes de que la campana
sonara, inundando los pasillos con los estudiantes. Necesitaba escapar antes de
que eso sucediera.

Las grandes puertas dobles de la entrada principal de la escuela aparecieron en el


horizonte, ni siquiera me detuve en mi casillero. Llegaría a casa, encontraría a
mamá y papá, y les preguntaría. Ellos conocían a Aiden. Sabían que él nunca haría…

Patiné hasta detenerme. No tenía manera de llegar a casa. ¡Galletas de jengibre!

—¿Tess?

Christian estaba a mi lado. Él siempre estuvo ahí. Pero en lugar de darle una mirada
sucia o educadamente decirle que se fuera, me puse a llorar. Histérica, la reina del
drama sollozando. Sus brazos alcanzaron mis hombros, y pronto nos encontramos
caminando hacia el sol del estacionamiento. No discutí, no es que pudiera, estaba
cubriendo mi cara, incapaz de controlar mi ataque.

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—Shh… —dijo en tono tranquilizador, y eso fue calmante. Fue casi agradable. Puse
mi cabeza en su pecho, oliéndolo, tratando de contener las últimas lagrimas.

—Entra. —Abrió la puerta del copiloto de su auto, y justamente eso hice. Entré. De
nuevo.

Mantuve mi cabeza contra la ventana fría, sentía mi cara hinchada, mientras el


conducía hacia mi casa. Vi a los arboles, y a las casas mientras pasamos, pero no
reconocía nada de eso. Y no me importaba.

Me aclaré la garganta.

—¿Crees que hay algo sucediendo entre Aiden y tu hermana? —Mi voz era ronca.

—¿De dónde oíste eso? —Christian preguntó.

Me volví lentamente hacia él, sentí mis labios secos y agrietados.

—SOS acaba de obtener un formulario de posible infiel, se trataba de Aiden y… tu


hermana. —Resistí a la tentación de decir su nombre de manera cruel, pero estuvo
tan cerca en la punta de mi lengua, que me alarmé. No había jurado en años.

—Oh.

Esperé, pero eso fue todo lo que dijo.

—¿Lo sabías? —exigí.

—No. —Él sacudió la cabeza, ajustando el calefactor—. Para ser honesto... —Me
miró de reojo—. No puedo creer que alguien pudiera engañarte.

Mi boca se abrió por la sorpresa. Fue una declaración de cachorro, y a pesar de lo


que había sucedido, sonreí. Si Christian podía estar enamorado de mí,
¿seguramente Aiden todavía lo estaba?

Esto me dio una esperanza renovada.

—Yo no creo que sea cierto —le dije con una nueva sensación de calma que cayó
sobre mí.

—¿Tú… no? —Él parecía realmente sorprendido.

—No. No lo creo. —Mi pecho se llenaba de posibilidades—. Aiden me ama. Yo soy


su vida.

185
Christian no dijo nada, pero cuando se detuvo en frente de mi casa, apagó su
motor. Dio unos golpecitos con los dedos sobre el volante.

—Gracias por traerme. Estoy bien ahora. —Estaba alegre. Si pudiera quedarme así
las cosas serían mejor.

Christian tiró sus cejas juntas.

—Tessa —susurró—. Esto no es mi asunto, tú misma lo has hecho evidente, pero


odio ver como encajas todo esto.

Hice una mueca, sintiendo la bofetada de sus palabras.

—Lo siento. —Él sacudió la cabeza—. Escucha, voy a ser honesto, yo lo creo. Y…
Quiero sugerir algo.

No me gustó la facilidad con la que el aceptó la infidelidad de Aiden. Pero de


nuevo, él no lo conocía como yo lo hacía.

—No, gracias…

—Una misión más —dijo Christian—. Sólo una. Nadie tiene que saberlo.

Mi estomago se volcó, y el aire pareció escaparse del auto. No había considerado...


Yo nunca consideraría… Espiar a Aiden.

Negué con la cabeza.

—Tú eres una profesional Tessa, lideras una organización sin fines de lucro con
gran éxito —dijo Christian, mirando hacia abajo del volante.

—Si él no fuera tu novio, ¿estarías investigándolo?

—No voy a investigar a Aiden —dije simplemente. No estaba bien. Eso significaría
que pensaba que él me estaba engañando. No lo haría.

—Yo te ayudaré —él dijo en voz baja—. Y te prometo que estaré ahí sólo para
ayudar. No te tocaré. Nada.

Bien. Puede que haya estado alterada pero no era estúpida.

—No va a pasar —le dije. Él se volvió hacia mí de repente.

—Está bien, no te quería decir nada —exclamó, como si hubiera estado llevando
un secreto por mucho tiempo—. Aiden va a salir con mi hermana esta noche.

186
Mis entrañas colapsaron.

—¿Qué? —No. No. No.

—Es hombre, Tessa —se quejó Christian—. Odio tener que ser el que te diga esto.
—Él negó con su cabeza—. Nunca le creí a Chloe. Pero ella dijo que esta noche
iban a cenar y luego irían a la casa de él. Me dijo que su madre estaba fuera de la
ciudad.

Me tapé la boca, rápidamente llegué a la puerta y la abrí para sacar las nauseas
afuera. No vomité. Mi cabeza daba vueltas, me arrastré del auto para sentarme en
la acera, poniendo mis codos sobre las rodillas y manteniendo la cabeza en mis
manos. La madre de Aiden estaba fuera de la ciudad. Eso era cierto.

Christian salió y caminó alrededor del auto, sus sandalias raspaban en el


pavimento. Se sentó a mi lado en la acera y luego golpeó su rodilla contra la mía.

—Lo siento —susurró—. Yo estaba tratando de no hacerte daño. Puedes


sencillamente dejarlo, Tessa. No tienes que espiarlo.

Pero una fuerza onduló a través de mí, me hizo temblar, y luego se me pasó. Se
había ido. El dolor se había ido. Me había convertido en SOS. Me había convertido
en el cliente y en el espía.

—¿A dónde van a cenar? —le pregunté con mi voz gruesa. De pronto me sentí
fría. Emocional y físicamente. Yo estaba temblando.

—No lo sé —dijo Christian. Estaba tratando de hablar en voz baja,


reconfortándome. Pero había poco que pudiera hacer por mí ahora. Necesitaba
saber. Yo necesitaba saber que esto no era cierto.

Me volví hacia Christian y nuestras caras estaban cerca, pero no sentí ningún
hormigueo. No hubo entumecimiento. Estaba paralizada.

—Recógeme a las nueve —le dije.

Sin otra mirada, me puse de pie, cruzando los brazos sobre mi pecho, y me fui
dentro de la casa.

187
¿Qué decirles a las Smitten Kittens? Ellas querrían saber lo que iba hacer con Aiden.
Me senté en el sofá, con mis zapatillas sobre la mesa, mientras trataba de pensar
una respuesta.

Miré mi teléfono. No sonaba. Me mordí el labio, lo sufrientemente fuerte para que


doliera. Entonces entré en mi habitación, tomé el uniforme de porrista y me deslicé
en el antes de agarrar las llaves del auto y regresar a la escuela.

El equipo me estaba esperando en el gimnasio, sentadas en las gradas y viéndose


algo enfermas. Francamente me alegré de que estuvieran preocupadas por mí,
pero hacía lo que yo estaba a punto de decirles más difícil.

—¿Tess? —preguntó Kira, saltando hacia arriba. Sus zapatos chirriaron mientras
cruzaba la pista. Ella estaba mirando por encima de mi uniforme, aparentemente
preocupada. La mayoría de las chicas estaban en ropa de entrenamiento. Yo
estaba en el uniforme completo, cola de caballo, y las cintas. Me ayudaba a
sentirme mejor. Me sentía más fuerte con esto.

Callé a Kira con la mano y se paró en seco delante de mí. Normalmente, yo habría
sonreído. En su lugar, cerré los ojos.

—Dejo a las SOS —dije en voz baja.

—¡No! —exclamó Izzie, su grito resonó en todo el gimnasio mientras ella


comenzaba a llorar.

—Relájate, Iz —dijo Leona. La miré. Y ella asintió con la cabeza.

—Lo siento chicas yo simplemente… no puedo hacerlo más. Cada día, cada chica,
en todo lo que pienso es, “¿Él está engañándola?” Entonces en la persona que
debería de estar segura sobre… —No terminé la frase. Todavía no quería creer que
era verdad lo de Aiden. Las señales de advertencias habían estado todas allí. Yo
opté por ignorarlas. Sólo había una cosa más que hacer, y luego estaría fuera del
negocio del espionaje. Para siempre.

—Todo irá bien —me dijo Kira, sus ojos azules se llenaron de lagrimas—. Tal vez…

—Lo dejo —dije otra vez, sintiendo el impacto de mis palabras—. Se acabó. No
puedo aceptar la mentira, el engaño, los corazones rotos… —Sollocé. ¡Panecillo
de maíz! Estaba a punto de llorar también.

En lugar de eso, me aclaré la garganta.

188
—No puedo animar este fin de semana. —Me acerqué a Kira, poniendo mis manos
sobre los hombros de su top de spandex, mirando seriamente a su cara—. K, tú
estarás a cargo hasta que yo vuelva.

Ella jadeó. Leona gruñó.

Kira dejó su cara de preocupación, y saltó hacia arriba y abajo, aplaudiendo. De


alguna manera me alegró el corazón. Pero sólo por un segundo, porque sabía que
estaba mintiendo. SOS podría haber terminado, pero allí había una misión más. Sin
el equipo. Dejé caer mi cabeza, retrocediendo.

—Las veré luego —dije en voz baja, moviéndome hacia las puertas dobles.

—Tessa —llamó Leona. Me di la vuelta para mirarla—. Ten cuidado.

Nos miramos la una a la otra. Entonces me sonrió como una verdadera Smitten
Kitten y entonces me fui a espiar a mi amor. O al menos, el chico que solía ser mi
amor.

Los ojos de Christian se ampliaron a medida que entraba en su auto, todavía en


uniforme. Él había tenido la molestia de ponerse un suéter negro ajustado y
pantalones negros. Había incluso un gorro en su consola.

—¿Tú estás… tú estás espiando en eso? —preguntó con tono inseguro.

—Sí. Saco mi fuerza de la falda.

Él se echo a reír, pero cuando no lo hice, miró hacia a la calle. ¿Me había roto?
Posiblemente. Después de esto, todo podría derrumbarse. ¿Qué diferencia habría si
estaba usando el uniforme de porrista?

—¿Tienes tu equipo listo? —preguntó Christian mientras sacaba su honda a la


calle.

—No lo necesito. —Wow. Soné bastante fuerte… como, monótona, difícil. Christian
se veía un poco asustado, pero yo estaba ansiosa. Entumecida, pero ansiosa.

—Tess…

189
—No estoy grabando nada —dije—. Esto no es una misión. Sólo necesito saberlo
¿De acuerdo? Por mi misma. —Mis ojos picaron, y cuando lo miré, él encontró mi
mirada, mirándome arrepentido. Fue muy amable que él se sintiera muy mal por
mí. Incluso me miró con culpabilidad.

Me volví hacia la ventana del pasajero, una sensación de temor arrasaba


lentamente mientras miraba a lo largo de las calles oscuras. Aiden y Chloe. Que no
sea cierto. ¡Por la corona de Cleopatra! Que sea una mentira.

Rodando la ventana hacia abajo. Puse mi cara en el viento. Podía recordar a Aiden
en el discurso de reciclaje cuando yo era una estudiante de primer año. Él presentó
las razones por las que debía salir con él. Y su número uno fue: "Porque ella
ilumina mi vida con su propia marca de sol." Incluso estaba incluido en la lista del
diagrama de flujo detrás de él.

Entonces él salto del escenario y caminó por la sala directamente hacia mí. Yo casi
muero. La gente estaba gritando, aplaudiendo, riendo.

Pero en lugar de decir algo, Aiden se limitó a caer en el asiento de al lado y se


quedó mirando al frente, como si fuera el lugar más normal para él estar. Aturdida
miré un lado de su cara, no sólo era adorable, sino dulce también.

Me giré hacia el escenario y me volví a reclinar en mi silla, hombro con hombro con
Aiden Wilder. El resto de la escuela dejó de vernos y levantó la vista hacia el
Directorl Pelli, que todavía estaba allí de pie, en una especie de shock.

Aiden ladeó su cabeza hacia mí, sin dejar de mirar hacia adelante.

—¿Es eso un sí? —él había susurrado.

Me mordí el labio, mirando hacia abajo mientras el sostenía su mano hacia mí.
Bueno si eso no era batido de fresa, entonces yo no sabía lo que era. Lo tomé de la
mano… por supuesto que lo hice. Y desde entonces, no lo había soltado. ¿Así que
por qué lo hizo? ¿Por qué Aiden me estaba dejando?

Sollocé.

—¿Tessa? —preguntó Christian—. Vamos a esperar en su casa, ¿vale? No


necesitamos ir a recorrer toda la ciudad o algo así. —Puso su mano en mi rodilla
tentativamente.

190
Estaba demasiada angustiada para alejarlo. Aiden salía a cenar con otra chica. Me
pregunto si alguna vez había hecho esto antes. Poner comida en su boca solo con
otra chica.

Lo quería de vuelta. Quería a mi Aiden de vuelta. Mi labio inferior temblaba y lo


mordí, tratando de mantenerlo estable.

Después de un largo minuto, Christian llevó sus dedos fuera de mi cuerpo y volvió
a ponerlos donde pertenecían. En el volante. Aparcó en la calle de Aiden y apagó el
motor.

—He traído un par de refrescos, por si tienes sed —susurró Christian, girando la
llave de encendido, de modo que podía poner la radio. Él podría haber estado
tratando de ser romántico ya que tenía a Radiohead12, filtrándose a través de los
altavoces. Estaba segura de que la falda no ayudaba a mantener las cosas
platónicas. Los chicos simplemente no respetaban esto. Los volvía tontos. Justo
entonces, Christian miró mis piernas.

A pesar de que no tenía sed, asentí con la cabeza cuando me ofreció un refresco
de una hielera en el asiento trasero.

Nos sentamos en silencio, escuchando música. Era casi las diez. ¿Podrían todavía
estar en la cena?

—Entonces, ¿qué más te dijo tu hermana? —pregunté. Si estaba escabulléndose a


escondidas con mi novio, ella tendría algo que decir al respecto. El chico tenía
talento para algo más que el baloncesto.

—Nada. Mi hermana casi no me habla en casa. Y sobre todo no me habla de los


chicos con los que está saliendo.

Espera.

—Ella no está saliendo con Aiden —dije con fuerza.

Casi me tiré la lata de refresco encima. Si estaba engañándome, eso era una cosa
realmente caótica, ¿pero salir? No. No era probable.

Christian negó con la cabeza.

—Lo siento. Tienes razón. Sólo quiero decir, no me ha dicho nada acerca de él.
Aparte de que iban a cenar.

12
RadioHead: Banda Inglesa de Rock Alternativo.

191
¡Rayos y centellas! Quería llorar de nuevo. No podía soportar esta montaña rusa
emocional que estaba en marcha. Todo esto era demasiado. Simplemente debería
llamar a Aiden y preguntarle qué estaba pasando. Él me diría. Aiden no me
engañaría. Él nunca lo haría...

Su auto pasó por delante de nosotros y giró en el camino de entrada.

Tragué saliva y puse mi refresco en la consola central a medida que me inclinaba


hacia delante. Mi ritmo cardíaco estaba por las nubes. No podría decir si alguien
estaba con él.

Aiden se sentó en su auto por un largo tiempo. Su silueta era visible a través de la
ventana trasera. ¿Qué estaba haciendo? ¿Ella estaba con él? ¡Santo Dios! Iba a
darme un ataque al corazón.

Su puerta se abrió. Contuve la respiración mientras miraba a su largo cuerpo salir.


Parecía nervioso, lanzando miradas por el vecindario. Casi no lo reconozco. Todavía
estaba en sus pantalones de pista, pero tenía una gorra de béisbol puesta,
empujada a lo bajo. ¿Un disfraz?

—¿Está Chloe con él? —preguntó Christian. Me miraba a mí y no a la ventana.

—No lo sé todavía.

Puse mis manos sobre el tablero de instrumentos y traté de estabilizarme. Estaba


temblando tanto con la adrenalina, me sentí como si pudiera levantar un auto o
hacer alguna otra cosa sobrehumana así.

Aiden se volvió a su Jetta y caminó alrededor de la puerta del pasajero. Di un grito


ahogado. Ella estaba con él, ¿cierto? Gemí.

Él abrió la puerta. Aiden metió la mano en él, y Chloe la tomó mientras él la


ayudaba a salir. Ella se puso de pie, vestida con un vestido lindo, amarillo, y de
inmediato le echó los brazos alrededor de su cintura, apoyándose en él.

Sollocé.

—Ahí está —susurró Christian.

No. No Aiden. No él.

Me puse a llorar, pero no miré hacia otro lado. Sentí los dedos de Christian tocar
mi rodilla, y estaban calientes. Él no debería haber estado tocándome, pero estaba
demasiado asqueada para que me importara. Mi corazón dolía.

192
Miraba por el parabrisas, murmurando para mí, con ganas de acurrucarme
haciéndome una bola. Aiden estaba mirando hacia abajo a Chloe, con las manos en
sus hombros, cerca de las tiras finas de su vestido, mientras hablaban. Hubiera
querido tener audio. Ella estaba toda sobre él, y por lo menos Aiden tuvo el
sentido de no hacer nada en su camino de entrada. Por lo menos tuvo un poco de
respeto por nosotros.

Luego puso su brazo alrededor de su cintura y la llevó lejos del auto para que
pudiera cerrar la puerta.

¿Qué estaba haciendo?

—Lo siento —dijo Christian a mi lado, apretando mi rodilla y moviendo su mano


para frotar a la piel justo encima de ella. Miré por encima hacia él. Se volvió
rápidamente hacia mí y me pidió disculpas de nuevo. Habría pensado que su
preocupación por mí era dulce si no hubiera estado sufriendo un colapso
completo. Ni siquiera podía sentir su contacto.

Me concentré de nuevo en Aiden. Él llevó a Chloe por las escaleras hasta el porche
grande mientras ella se agarraba a él, su camiseta apretada en su puño. La odiaba.
Nunca había odiado a nadie en toda mi vida, pero en este momento, la odiaba. Y si
hablara con ella, le diría lo mismo.

Aiden se volvió, mirando por encima de la calle con aire de culpabilidad.

El cien por ciento del tiempo, los hombres engañaban. Pensé que tal vez Aiden
podría ser la excepción, pero seguro como el infierno que no se veía de esa
manera.

Cuando Aiden entró a su casa oscura, apenas iluminada, con Chloe y cerró la
puerta, me tapé la boca con las manos. ¡La había llevado a su interior! Él me estaba
engañando. Estaba demasiado aturdida para moverme.

Era Mary Rudick. Fue como ella cuando se enteró del engaño de Kyle. Me había
convertido en ella. Me había convertido en el significado detrás de SOS.

—¿Tessa? —preguntó en voz baja Christian, su mano moviéndose peligrosamente


cerca del borde de mi falda. Pero no le dije que se moviera. No me importaba. Y no
le iba a responder tampoco. En cambio, me limité a mirar hacia la casa de Aiden,
con la esperanza de viniera marchando fuera y caminara hacia el auto y me sacara
de un tirón. Él me diría que me amaba y que todo esto era un gran error. Eso no
pasó, ni siquiera iba a suceder.

193
La luz en su habitación del segundo piso se encendió, y mi corazón se rompió
oficialmente.

No.

No.

No mi Aiden. No él.

Me agaché, sollozando violentamente. Esto no era real. Era una pesadilla, y yo


todavía estaba en la habitación de Aiden, dejando que me sostuviera como lo hizo
ayer por la noche. Él no me haría daño. Nunca.

La mano de Christian se apartó de mi pierna y me tocó el hombro. No era Aiden,


pero deseaba que lo fuera. Dejé que Christian me tirara hacia él, y lloré en contra
de su camisa. Fuerte.

Lo había perdido todo. Me incorporé y envolví mis manos detrás del cuello de
Christian a medida que continuaba temblando. ¿Qué haría? ¿Qué podía hacer
ahora?

—No llores, Tessa —susurró Christian en mi pelo. Su voz era suave. Me gustó.

—No entiendo —me atraganté a decir, dejándolo ir para limpiar mi cara. Christian
me sostenía con fuerza, y aunque sabía que tenía que apartarme de él, no lo hice.
Me sentía muy sola. Tan muerta.

—Es un imbécil —dijo Christian.

—No —murmuré, tratando de dejar que la sensación de adormecimiento me


llevara. No quería llorar más. No quería sufrir.

Christian deslizó la mano de mi hombro para sostener la parte de atrás de mi


cuello. En realidad, fue muy reconfortante. De pronto me sentí protegida.

—Shh... —dijo en mi pelo. Su aliento se sintió cálido en mi oído.

Eso me hizo sentir especial, la forma en que me deseaba. Yo no lo quería. No era


Aiden. Pero a Christian le gustaba, incluso sin ánimo. Lloriqueé y lo miré.

—Quiero ir a casa —le dije, y lentamente comenzó a alejarse. Sólo, cuando me


moví hacia tras, Christian mantuvo su mano en mi cuello, inclinando mi boca hacia
la suya.

194
Su rostro era un poco borroso cuando traté de mirar de vuelta a él, parpadeando a
través de mis lágrimas.

—Dijiste sin tocar —le susurré.

—Me ocuparé de ti.

Cerré los ojos y negué con la cabeza. Mientras que una de sus manos estaba en mi
cuello, la otra me tocaba la pierna de nuevo. Lo miré, lista para decirle que se
detuviera, cuando él se inclinó hacia adelante, presionando su boca contra la mía.
Me abrazó a él mientras su lengua se deslizaba en mi boca.

Él no era mío. Y aunque quería parar, me encontré besándolo de vuelta, dejando


que su lengua tocara la mía. Mi cuerpo estaba respondiendo a mi pesar mientras
su mano se movía detrás de mi cuello hasta mi hombro.

Él se estaba liando conmigo, y yo lo estaba permitiendo.

¿Por qué rayos lo estaba permitiendo?

—Te he querido desde el primer día de clase —murmuró entre mis labios. Su
mano se movía por mi pierna, pero al momento que sentí que me tocaba,
tocándome en el lugar donde sólo había estado Aiden, lo empujé hacia atrás,
rompiendo nuestra conexión. Espera. ¿Qué estaba pasando?

¡Oh, Diablos, no! Mi mente se aclaró, y me moví a mi lado del auto y lo miré
fijamente, presionándome a mí misma a la puerta. Mi cara estaba en llamas, y mi
aliento salía en jadeos. Había una sensación de hormigueo entre mis piernas, pero
no era porque estaba caliente por él. Me sentí... violada.

Mis ojos se abrieron de par en par cuando lo vi lamerse los labios.

¡Santo Dios! Acababa totalmente aprovecharse de mi angustia, y no le importaba.


Él no se preocupaba por mí. Sólo un chico sí lo hacía, y lo necesitaba. ¡Necesitaba a
Aiden!

Desesperada, agarré la manija de la puerta del auto y la abrí, saliendo corriendo.


Christian llamó mi nombre en un susurro desde la ventana del conductor, pero yo
era una porrista. Sabía cómo darme prisa.

Corrí por toda la calle y salté la acera, me dirigí directo hacia la casa de Aiden. No
me importaba si Chloe estaba allí. Ni siquiera me importa si ella estaba desnuda.
Se iba. Aiden era mío. Él era mi Wildcat.

195
Se oyó el ruido de una puerta de auto, y tuve la sensación de que Christian estaba
viniendo tras de mí. Lo más probable era que la puerta de Aiden estuviera cerrada
con llave, así que me giré y corrí al costado de su casa. Llegué al enrejado y
empecé a subir como loca. Mi respiración era tan pesada, sabía que no sería capaz
de hablar cuando lo viera. Y sabía que pasaría por algo terrible cuando los
encontrara juntos. Pero no me importaba. Lo necesitaba. Mi madre perdonó a mi
padre, y yo podría perdonar a Aiden. Él era mi único chico.

—Tessa —susurró Christian hacia mí cuando llegué a la ventana de Aiden.

No le hice caso y puse mis manos sobre el vidrio frío, deslizando el panel para
abrirlo. El enrejado no soportaría el peso de Christian, así que sabía que no podía
alcanzarme.

Tratando de estabilizar mi aliento, tiré mis piernas dentro de la ventana de Aiden,


dejando que el olor familiar de aquí cayera sobre mí. Entonces me preparé para lo
que me iba a encontrar.

Fue Chloe. Sola y acostada sobre su cama.

Vestida. Se sentó en estado de shock y me miró.

—¿Qué mierda estás haciendo aquí? —susurró ella, mirando hacia la puerta
cerrada.

Ricé mi labio. No sólo estaba ella en la habitación de mi novio, sino que me estaba
maldiciendo. Estallé.

Me tomó cerca de un segundo y medio llegar a ella antes de que agarrara su brazo
blanco pálido, tirándola fuera de la cama. Su cabello rubio giró alrededor,
pegándome en la cara mientras la arrojaba al suelo.

Ella miró hacia mí, su vestido de verano amarillo agrupado alrededor de sus
caderas, mostrando sus bragas blancas de encaje. Apreté la mandíbula. Ella no
pertenecía aquí. No la dejaría tocar a mi novio.

Chloe se levantó y se acercó a mí, empujándome duro y haciéndome tropezar


hacia atrás unos pocos pasos. Cuando me recuperé, ella se enderezó y me golpeó
duro en la cara. Ouch. Eso picó. Nunca había sido abofeteada antes.

—Serpiente —gruñí, extendiendo mi brazo para anudar su cabello en mi puño.

—Perra —gritó ella, y me dio un codazo fuerte en la barbilla. Alcé la mano para
ponerla sobre mi cara, sintiendo la vibración a través de mi mandíbula. Sin

196
embargo, al minuto en que levanté el brazo, ella me golpeó duro en el estómago.
Cielos. Estaba pateando mi cola.

—¡Tú! —grité, a través del dolor y consiguiendo un nuevo agarre en su cabello—.


¡Eres una persona realmente mala y te odio! —Le di la vuelta, pero ella me dio una
patada en la espinilla con tanta fuerza, que la dejé ir y caí de espaldas sobre la
cama. Ella se abalanzó sobre mí.

—Él es mío ahora —escupió Chloe, poniendo sus manos alrededor de mi cuello
para ahogarme—. Él sabe que estás con Christian.

—¿Qué? —traté de decir, pero, bueno, ella me estaba ahogando. Su pequeña


revelación me dio un poco de adrenalina temporal. Me di la vuelta, tomándola
conmigo, y ambas caímos de la cama y sobre el piso alfombrado.

La monté y traté de clavar sus brazos hacia abajo.

—No estoy con Christian —le dije en su cara. Ella se burló.

—Eso no es lo que mi hermano le dirá.

Mi estómago dio un vuelco, no gustándome el tono ominoso de su voz, pero antes


de que pudiera cuestionarla más allá, ella me dio un puñetazo en la mandíbula,
tirándome fuera de ella. Estaba en mi espalda y ella se levantó, se cernió sobre mí.
Me puse de pie y puse mis manos a la defensiva mientras trataba de pegarme otra
vez.

La puerta de Aiden se abrió de golpe.

—¿Qué demonios? —dijo, mirando a su alrededor.

Chloe utilizó la distracción temporal. La lunática se acercó a levantar el reloj de


alarma de Aiden, que arrancó de la pared, y lo arrojó a mi cabeza. Me golpeó en la
frente y por un segundo, vi estrellas. Muchas de ellas.

—¿Estás loca? —le gritó Aiden. Abrí los ojos para ver que se la agarraba del brazo
y la empujaba hacia la puerta—. Pensé que estabas demasiado borracha para ir a
casa, ¿pero en cambio estás asaltando a mi novia?

¿Novia? Parpadeé rápidamente. La cabeza me dolía.

—¿Aiden? —lo llamé.

Se dio la vuelta y dejó caer su boca.

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—Oh, nena —dijo, dejando ir a Chloe y avanzando hacia mí—. Estás sangrando,
Tess. —Puso su mano en mi cara y me miró. Apartó el cabello a un lado de mi
cabeza y sentí el alivio deslizarse por encima de mí; también sentí la humedad
correr por mis mejillas. Pero él me estaba mirando en la forma que siempre lo ha
hecho. Él me amaba. Todavía me amaba.

—¿Qué pasó? —preguntó en voz baja, mirando con inquietud entre mi frente —
que ya estaba hinchándose, dada la sensación de ello— y mis ojos—. ¿Por qué
estás aquí?

Chloe se echó a reír. Aiden y yo la miramos.

¡Brillaba con un tono azul especial! Podría tener una conmoción cerebral. Chloe se
limpió la esquina de su boca con el dorso de la mano, comprobando para ver si
estaba sangrando. No lo estaba, pero deseaba que lo estuviera.

Su voz cortó a través de mí.

—Te está espiando, Aiden —dijo Chloe—. Tu pequeña y dulce Tessa no confía en
ti. ¿Por qué iba a hacerlo? Es evidentemente que no puede confiar.

Aiden sacudió su cabeza y se dio vuelta hacia mí, agarrando una remera de su
escritorio para sostenerla contra mi cabeza. Estaba sangrando. Eso no era bueno,
pero Aiden me estaba cuidando. Sonreí, poniendo mis brazos alrededor de su
cintura.

—Lo siento —le dije, mirando sus ojos verdes. Me sentí inestable, indispuesta—. Te
amo —susurré—. Y no me importa lo que estabas haciendo. Sólo, te necesito
Aiden. Te perdono. —No estaba segura si mi discurso había sido bien pronunciado
porque Aiden apartó la vista de mí, luciendo completamente confuso.

—¿Lo qué estaba haciendo?

Chloe se rió de nuevo, pero ninguno de nosotros se dio vuelta hacia ella.

—Tess —dijo Aiden—. Chloe me llamó diciéndome que había sido dejada en una
fiesta y necesitaba alguien que la llevara a casa. Entonces la recogí pero ella dijo
que estaba demasiado borracha para ir a casa y que su padre enloquecería. Le dije
que podía regresar aquí hasta que se sintiera mejor.

Él se alejó y tomó mi mano para ponerla en la remera que estaba contra mi frente.
Dejó caer su brazo.

—¿Estabas... estabas espiándome?

198
Si no estuviera tan mareada, podría explicarlo. Pero mi culo acababa de ser
pateado por una repugnante rubia.

—Lo siento —dije estirándome hacia él—. Christian dijo...

—¿Christian? ¿Qué diablos tiene que ver él con esto?

No regañé a Aiden por su lenguaje. A mi también me gustaría saber qué tenía que
ver Christian. Y su hermana.

—Ella estaba con él anoche —anunció Chloe, sonando como una niña malcriada
de cinco años.

¿Por qué todavía estaba aquí?

—Vete a casa —le dijo Aiden, sin mirarla. Y estaba siendo rudo con ella. Me
gustaba.

—Pero ella estaba con él, A. Justo afuera del auto de él...

Aiden cerró sus ojos.

—Chloe —dijo con una voz muy controlada—. Por favor vete de mi casa antes que
llame a tu padre para que venga a recogerte.

Entonces se me ocurrió. Había sido engañada. Christian y Chloe deberían haberle


tendido una trampa a Aiden, y yo caí. Yo había... dejé la lengua de Christian entrar
en mi boca. Me desmayé.

Aiden se estiró para estabilizarme, completamente preocupado. Movió la remera y


examinó mi cabeza mientras mordía su labio. Debería haber confiado en él. Nada
era al 100 por ciento. Ni siquiera el engaño.

Chloe resopló y se dio vuelta, cerrando de un golpe la puerta de Aiden cuando se


fue, haciendo caer de la pared un cuadro de nosotros. Era una niña tan
desequilibrada. Esperaba que buscara ayuda. Posiblemente en otro estado.

—¿Duele esto? —preguntó suavemente Aiden, tocando mi corte.

—No —susurré. Podía decir que estaba enfadado, pero me sentí mejor que en
semanas. Nunca hubo una cita. Todo había sido una mentira, una malvada mentira
tramada.

—Podrías necesitar unos puntos —dijo Aiden finalmente, encontrando mis ojos. Sí.
Definitivamente estaba enojado.

199
—Lo siento —dije de nuevo, queriendo olvidarlo todo. Christian, Chloe, espiar. Sólo
quería a Aiden.

Apretó su mandíbula.

—Exactamente ¿qué lamentas, Tess? ¿Espiarme? ¿Creer que te engañaba? ¿Salir


con ese idiota?

—Aiden.

Él se alejó de mí.

—No.

Tiró la remera sangrienta a su escritorio y luego me señaló.

—No me digas que no maldiga. Voy a patear su trasero. —Miró por la ventana,
mirando hacia la noche—. ¿Él te trajo aquí?

Podía asegurar que el auto de Christian, que era lo que Aiden buscaba en la calle,
probablemente se había ido. Me pregunto si él llevó a su hermana a casa o si ella
había caminado. Esperaba que hubiera tenido que caminar. Podía usar alguna de
las endorfinas del ejercicio.

—Me dijo que fuiste a cenar con Chloe y...

—No fui a ninguna maldita cena. Y en primer lugar ¿por qué estabas con él? —
demandó Aiden.

Este no era el momento para decirle la verdad sobre SOS. No cuando me estaba
mirando con tan poca amabilidad.

—No lo sé —respondí en cambio—. Pero vinimos aquí y vi a Chloe abrazándote. Y


te vi entrarla y luego la luz en tu cuarto...

—¿Pensaste que estaba durmiendo con ella? Yo soy... —Se detuvo para apretar su
mandíbula—. No soy mi padre. Nunca haría algo así, Tessa.

—Aiden...

—De todas maneras ¿cómo sabes que ella me llamó?

—Su hermano —digo lentamente.

Aiden sacudió su cabeza, mirándome.

200
—Entonces tú sólo estabas sentada con otro chico en frente de mi casa ¿mirando
mi ventana? ¿Eres Nancy Drew?

—No, pero...

—¿Tú y tus amigas espían mucho a la gente, Tessa? ¿Ahí es donde has estado?

—¿Dónde he estado? —estaba confundida.

Él se burló.

—Sí. Tú sabes, las últimas noches sin contestar el teléfono. Las extrañas miradas
con el equipo. ¿Has estado...? —Él se detuvo y respiró hondo—. ¿Has estado
engañándome, nena? —Su cara era de absoluto dolor.

—No —dije con energía—. Por supuesto que no. Es sólo que últimamente todo ha
sido tan diferente y estaba triste. Luego escuché algunas cosas sobre ti y Chloe y
me perdí. Aparecimos aquí y cuando ella entró en tu casa empecé a enloquecer.
Estaba lista para irme a casa pero entonces Christian me agarró y empezó a
besarme, pero...

—Espera —dijo Aiden, sus ojos estrechos en dos rayas. Me congelé. Esto era malo.
Realmente malo. Necesitaba retroceder.

—Lo sé, pero...

—¿Puso tus manos en ti? —preguntó tranquilo. No debería estar tranquilo. Eso era
extraño.

—Sí —dije, tratando de igualar su tono sometido—. Sus manos, sus labios, su
lengua...

—¿Lo dejaste poner su lengua en tu boca? —Aiden estaba muy pálido. Caminé
hacia él pero él levantó sus manos y cruzó el cuarto para alejarse de mí. Mi
estómago se dio vuelta.

—¿Le regresaste el beso, Tessa? ¿Demonios, lo besaste? —Y la voz de Aiden se


quebró cuando me miró, luciendo devastado.

¡Gran Scott! Cien por ciento. Era verdad, sólo que Aiden no era quien necesitaba
ser investigado, era yo. Le había regresado el beso a Christian, sin importar cuán
equivocada estaba; mi boca también estaba en su boca. Quise lavarla.

—Sí, lo besé, pero...

201
—Tessa —gritó Aiden, mirándome—. ¿Por qué lo harías? —Puso sus dos manos en
su cabeza—. ¿Qué demonios? ¿Por qué lo dejarías hacer eso? ¡Oh, por Dios!

Analizó el cuarto con su mirada, luego se giró de nuevo hacia mí, dejando caer sus
manos contra la pared e inclinándose hacia ella. Dejó caer su cabeza mientras
pequeños quejidos escaparon de él. Todo mi cuerpo dolió, y no sólo donde Chloe
me había golpeado. Aiden estaba llorando, sus hombros temblando violentamente.
Y era mi culpa.

—Aiden —lo llamé suavemente.

—¿Qué has hecho? —susurró sin levantar su cabeza—. ¿No me amas?

Por supuesto que lo amaba. Me acerqué y lo abracé desde atrás, apoyando mi cara
en su espalda.

—Te amo, Aiden. Tanto. Y estaba devastada cuando a SOS le llegó el mensaje
sobre ti y Chloe...

—¿SOS? —preguntó y gimoteó. Se enderezó y se dio vuelta en mis brazos antes de


tomarme por los hombros para moverme y alejarme de él.

—¿Qué es SOS?

¡Maldición! Este no era el momento para decirle, pero no podía seguir mintiéndole.
No después de todo esto.

—Es una especie de larga historia.

Apretó su mandíbula.

—¿Tan larga como la de besar a otro chico?

¿Había alguna manera de regresar el tiempo? ¿Aiden me perdonaría?

—¿Qué es SOS? —preguntó de nuevo, lentamente.

Tragué con fuerza.

—Es la Sociedad de las Smitten Kittens.

Él esperó y se acomodó, dejándome saber que se estaba impacientando.

Tiempo de hablar.

—Investigamos a infieles.

202
—¿Investigan?

No podía decir si me creía o no. Mordí el interior de mi mejilla, encontrando su


mirada irritada.

—¿Recuerdas la otra noche, cuando te pregunté por Mary?

—Sí.

—Bueno, después de que Kyle la engañara, ella fundó una especie de club. Cuando
una chica cree que su novio la está engañando, nos manda un mensaje. Nosotras...
investigamos a hurtadillas y lo averiguamos para ellas.

Ailen lamió su labio inferior, mirándome.

—Si alguien más me hubiera dicho esto, diría que están locos. Pero eres tú. No sé
por qué entraste, pero no me gusta. ¿Espías gente?

Sonaba decepcionado.

Agaché la cabeza.

—Sí.

—¿Después qué?

—Bueno, las chicas, Leona les da un informe del infiel y las dejamos decidir sobre
qué hacer.

Aiden sacudió su cabeza. Era un montón para asimilar. Podía entender eso.

—Y... ¿has estado haciéndome eso a mí?

—No —dije, estirándome hacia él de nuevo. Me dejó poner mis manos alrededor
de su cintura, pero no hizo ningún movimiento para tocarme.

—Sólo fue esta noche. Alguien me mandó un mensaje diciendo que estabas
viendo a Chloe. Yo...

—¿Y nunca se te ocurrió que podría ser ese idiota? ¿O su hermana? ¿O sólo
alguien enfadado contigo? Sólo lo creíste. Wow, Tessa. Wow.

Aiden miró al techo, parpadeando sus lágrimas. Puse mi cabeza en su pecho,


deseando que él sólo pusiera sus brazos alrededor de mí como solía hacer.

203
—No quise creerlo —susurré—. Las cosas entre nosotros sólo habían sido tan
diferentes últimamente. Pensé...

—Por ti —dijo en voz alta Aiden—. Siempre estabas ocupada, Tessa. Distante. No
sabía qué pasaba. Estaba tratando de darte espacio, pero no pensé que fueras a
empezar a salir con otro.

Cerré mis ojos. Habría maldecido.

—Y esa mierda de SOS. No puedo empezar a entender todas las maneras en que
está mal. Por Dios. ¿Entraron ilegalmente en las casas de las personas?

—Ocasionalmente.

—¿Cuánto tiempo has estado haciendo esto?

Uh-oh.

—Dos años.

Su cuerpo se tensó.

—¿Dos años? Has estado... ¿Has estado husmeando por dos años? ¿Toda nuestra
relación? —Su voz estaba controlada, pero yo sabía que él quería gritar. Su cuerpo
había empezado a temblar. Yo, por otro lado, estaba al límite de ponerme enferma.
Mi cabeza dolía seriamente.

—Sí —murmuré. Quería que esto terminara. Quería que empezara a curar.
Empezando por mi frente.

Aiden jadeó.

—Espera. ¿Tuviste algo que ver con que Caleb y su novia rompieran?

No me moví. Sí, tuve algo que ver, pero, quiero decir, él la estaba engañando. No
era una víctima inocente o algo.

—Contéstame —dijo Aiden, me tomó por los brazos y alejó mi cuerpo del suyo. No
quería que lo tocara más.

Asentí. Su expresión era una mezcla de dolor y furia, llevó sus manos a su cara y se
la frotó.

—¿Quién eres? —preguntó. Me miró triste y confundido—. ¿Quién diablos eres?

204
Su voz era tranquila, dañada. Corazón roto. Pero yo estaba aquí. Nosotros
estaríamos bien.

—Te amo —murmuré. Había un nuevo dolor en mi pecho. Uno diferente del que
había sentido más temprano. Este era peor, porque era mi culpa. Yo había hecho
este desastre. Yo.

Los ojos de Aiden se suavizaron un poco cuando me miró. Estiró su mano para
recorrer mi mejilla con sus dedos, tan cuidadosamente que casi lloro. Pero luego
delineó mis labios con su pulgar, despacio. Tragó con dificultad.

—Lo dejaste tocarte aquí —susurró—. Y ahora... —Su pulgar se detuvo en la mitad
de mi labio—. Nunca más podré besarte.

Cayó. Mi estómago cayó cuando sus ojos se cristalizaron y luego movió su mano y
se separó de mí. Caminó a través de su cuarto, y yo traté de respirar. No estaba
segura de poder. Escuché la puerta de su dormitorio abrirse.

—Ve a casa, Tessa —dijo a mi espalda.

No podía girarme. Por favor. Que esto no sea verdad. Déjenme despertar. Por
favor.

—¿Tessa? —Estaba suplicando. Quería que me fuera. Esta era la advertencia antes
de que se convirtiera en grosero.

Parpadeando rápido, me giré hacia él. Miraba más allá de mí, a la pared sobre mi
cabeza. No iba a perdonarme.

Caminé hacia la puerta, deteniéndome delante de él, mirando hacia arriba y


esperando que me mirara. Finalmente, mis ojos verdes miraron los míos. Estaban
tristes. Tan, tan tristes.

—Adiós, nena —dijo, dejando que su voz se quebrara.

Mis labios temblaron y quise agarrarlo. Pero él puso sus manos en mi espalda y me
empujó con cuidado por la puerta. Me condujo hacia abajo y me dejó en el porche
delantero. Ni siquiera me miró antes de cerrar la puerta, trabarla y dejarme afuera.
Sola.

205
SOS
ACCIÓN DISCIPLINARIA
Traducido por Vannia
Corregido por Paovalera

DE: Leona

PARA: Kira

Has violado una o más de las reglas de SOS y por lo tanto has sido sujeta a una
acción disciplinaria. Por la presente se te suspende a una misión por violación de
la(s) regla(s) marcada(s) a continuación:

 Confirmar una infidelidad sin pruebas suficientes.


 Violar la regla mordaza.
 Reabrir una investigación (doble incriminación).
 Hacer llamadas personales durante una misión.
 Intervenir con una infidelidad en progreso.
 Espiar a un no-objetivo.

Otras:

X ¡Conexión con el sujeto de investigación!

X Usar tacones mientras se está en una misión.

SOS

Textos: 555-0101

Desenmascarando Infieles Desde Hace Más De Dos Años

206
Capítulo 16
Traducido por Mona y Sheilita Belikov
Corregido por Paovalera

Kira me llevó a la sala de emergencias después que Aiden la llamara para


recogerme. Fue dulce de su parte asegurarse de que llegara bien a casa, aun
cuando él no estuviera dispuesto a hacerlo él mismo. En un momento, mientras
estaba caminando, pensé que había escuchado a alguien siguiéndome, pero
cuando di la vuelta, no había nadie allí. Lo atribuí a los delirios por la herida en mi
cabeza.

Kira me había recogido como a una cuadra de la casa de Aiden y había conducido
directamente al hospital Good Samaritan. Cuando llegamos allí, las paredes azules
de yeso estaban llenas hasta el tope con pacientes. Pero las enfermeras me
evaluaron rápidamente. Probablemente porque yo todavía estaba en uniforme.
Necesitaba una sutura, pero afortunadamente, no tenía una conmoción cerebral. Y
aunque le pregunté, si no había medicinas para un corazón roto.

Mientras Kira y yo esperábamos en el vestíbulo para que me llamaran nuevamente,


la enfermera me dio un trozo de gasa que sostuve en mi frente. Mi vida estaba
destrozada y mi cerebro palpitaba. Las cosas nunca iban a estar bien.

—No estoy tratando de ser entrometida —dijo Kira desde la dura silla de plástico a
mi lado—. Pero, ¿qué pasó exactamente cuando Christian y tú estaban en su auto?

No quería decirle. Yo había pasado por alto los detalles la primera vez por una
razón. No, todo lo que quería escuchar ahora era la tos de los pacientes y el
zumbido de los monitores.

—Soy una persona horrible, K —mascullé, mirando fijamente a la recepcionista


detrás del escritorio. Ella tenía esas elegantes gafas con marco tipo colmena
colgando de una fina cadena de plata, atada a su cuello. Tendría que contarle a
Leona sobre ellos. Eran fabulosos.

Kira se quedó sin aliento.

—No, no lo eres, Tess. Eres la persona más grandiosa que conozco.

207
Me burlé.

—Besé a Christian —le dije, girando para mirarla fijamente—. Estaba molesta y
engañé a Aiden. ¿En qué tipo de persona me convierte eso?

Mi mejor amiga sonrió y extendió la mano para tomar la gasa de mi cabeza,


chequeando mi herida.

—Te hace una persona normal, Tessa Crimson. No puedes estar en tu sitio todo el
tiempo. Cometiste un error. Aiden lo superará.

Ella volvió a doblar el vendaje y aplicó presión. Ella era demasiado buena conmigo,
pero estaba equivocada. Aiden nunca me perdonaría. Lo vi en sus ojos esta noche.

—No te merezco —dije, sintiendo que era verdad—. No merezco ser una Smitten
Kitten.

Kira chilló y tocó su pecho.

—¿Estás bromeando?

Ella se puso de pie delante de mí y ladeó su cabeza.

—El año pasado cuando yo estaba saliendo con todos esos jugadores de fútbol,
¿quién me dijo que era más que un buen trasero?

La miré.

—Lo hice.

Kira echó un vistazo alrededor de la habitación, pareciendo no preocuparse que la


gente la viera.

—¿Y quién salvó a Leona de aquella pelea de gatas en la piscina con Lucy McGill
después de que Leona la llamara gorda?

—Yo.

—¿Quién le dijo a Izzie que ser adoptada era mejor que tener padres normales,
porque eso significaba que ellos la habían escogido cuidadosamente? —Asentí. Vi
lo que Kira estaba haciendo, pero no serviría de nada. Tenía la culpa tan
profundamente en mi piel que no sabía si alguna vez podría animarme.
Kira se inclinó hacia abajo, poniendo sus manos a ambos lados de mi silla.
Se acercó a mi rostro—. ¿Y quién —sus ojos comenzaron a lagrimear—, estaba allí
para mí cuando mi papá se marchó?

208
Lloriqueé.

—Yo.

—Y eso es porque tú eres una gran persona. Eres la reina de las abejas por una
razón.

Casi me eché a llorar mientras me acercaba y la abrazaba. El olor de su champú de


fresa llenó mi nariz y me sentí a gusto. Yo siempre podría contar con Kira.

—Tessa Crimson —una enfermera llamó, desde la sala de Triaje. Volteé y asentí a
Kira.

—Gracias, K —dije, retrocediendo. Me alegré de que todavía tuviera a alguien.

—No hay problema, Tess. Sólo recuerda, una Smitten Kitten siempre aterriza en sus
pies. —Ella tomó mi brazo y me ayudó a levantarme, luego me siguió hasta el
cubículo.

A pesar de ser un día de juego, el viernes fue fácilmente el segundo peor día de mi
vida. Tenía una bandita sobre un lado de mi frente, que no era para nada linda. Ni
siquiera era de color rosa. Y tenía una magulladura sobre mi mandíbula donde
Chloe me había golpeado.

Además Christian el Adulador había venido a la escuela, y Aiden me evitaba


completamente. Absolutamente.

Lo único bueno fue cuando vi a Chloe, ella tenía un ojo morado y un pequeño
rasguño sobre su mejilla. Eso me hizo sentir un poco mejor. Las Smitten Kittens
estaban al borde, observando multitudes, manteniendo nuestros oídos en la tierra.
Christian seguramente lo contaría en la escuela. Si no, su hermana no perdería la
oportunidad. Pero ninguno de los chicos hizo más que su habitual mirada
embobada. Nadie incluso parecía haberse enterado acerca de Aiden y yo.

—Siento como que estamos en la nariz de la tormenta. —Kira se recostó para


susurrarme durante la clase de historia. —Es extraño.

—Creo que te refieres al ojo de la tormenta.

209
Saqué mi bolígrafo y dibujé corazones en mi cuaderno, sin mirarla. Yo era un
desastre. Había un verdugón color púrpura cosido en mi frente, mi falda de
porrista estaba arrugada, y la pintura de mis uñas del pie estaba estropeada. Ni
siquiera me había molestado en amarrar mi cabello. Yo era una pobre excusa para
una capitana. Kira suspiró.

—Tessa —dijo ella—. Todo saldrá bien. Aiden todavía es crema batida, lo sé.

Sacudí mi cabeza.

—Él me odia.

—Corta la tarjeta de crédito porque no te voy a comprar esto —dijo ella,


haciéndome cosquillas en la nariz con la punta de su pon-pon púrpura. El Sr.
Powell se aclaró la garganta, lo miré a él al frente de la clase. Me preguntaba si él
sabía, si mi profesor de alguna manera sabía que mi novio me había expulsado de
su clase. Pero estaba siendo paranoica. Bajé los ojos y continué dibujando en mi
cuaderno. Desde que había dejado la casa de Aiden la noche anterior, me había
vuelto insensible. Bueno, excepto por mi frente, que todavía palpitaba.

Kira miró sobre su hombro hacia la parte posterior de la clase y luego se inclinó
hacia mí.

—¿Crees que Christian va a contarle a todos sobre SOS? —Su voz era inestable. No
la culpo por estar nerviosa. Kira todavía se preocupaba por su vida social, y ella
todavía quería tener citas. Si nos marginaban, ambas cosas serían aplastadas. Pero
me importaba un comino. Por lo menos acerca de las citas.

—No sé si lo va a decir —le dije, en voz baja—. Pero Chloe probablemente lo hará.

Kira se quedó sin aliento.

—¿Ella lo sabe?

—Señoritas —interrumpió el señor Powell—. ¿Les importa?

Kira y yo lo miramos.

—Lo siento —dijo Kira y sonrió. Cerré mis ojos y suspiré. Yo estaba total y
absolutamente sin espíritu. Sólo quería que la clase terminara. Había una pequeña
posibilidad de que Aiden estuviera en mi casillero y había una oportunidad aún
más pequeña de que él quisiera hablar conmigo. Después de todo, mi madre había
perdonado a mi padre. ¿No podía Aiden perdonarme? Después de historia, había

210
dejado Kira para caminar en sentido contrario por el pasillo cuando alguien tocó
mi codo. Me di la vuelta, sorprendida.

—¿Qué carajo? —dije. Era Christian, viéndose demacrado, agotado. ¡Campanas


tintineando! Este chico era difícil de sacudir.

—Por favor no te dirijas a mí —mascullé, dando vuelta para alejarme de él.


Empecé a caminar de nuevo y él igualó su paso al mío.

—Quiero pedirte disculpas —dijo. Mis ojos se sentían pesados. Lo mismo hizo mi
corazón.

—No las acepto.

—Tessa, por favor —dijo Christian, agarrando mi brazo y girándome. Jadeé.


Todavía no tenía permitido tocarme.

—Quita tus manos de mí —siseé, tratando de sacar mi brazo. Su rostro se sontrajo,


pero en lugar de dar marcha atrás, él me jaló más cerca.

—Pero... me devolviste el beso, Tessa. Tú me besaste anoche.

Él estaba desesperado. La expresión de su rostro era absolutamente desesperada.


Yo estaba asqueada por el recuerdo y el olor de la menta verde lavando mi rostro.
Sus manos me habían tocado ayer. Puaj. Saqué mi brazo fuera de su agarre.

—¿Fuiste tú? —pregunté. ¿Quería saber la verdad?

—¿Que yo qué? —Christian se lamió los labios, mirando los míos. ¡Qué asco! ¡Sólo
en sus sueños! Su boca nunca me tocaría de nuevo.

—¿Fuiste tú quién envío el texto acerca de Aiden y Chloe? ¿Planificaron tu


hermana y tú todo este asunto? Sólo le tomó un segundo para que sus mejillas
enrojecieran. ¡Síndrome del túnel Carpiano! Ese solapado hijo de una galleta. Él
había enviado un mensaje falso. Yo había sido tan estúpida.

—Sí, pero escúchame —dijo él, estirándose para tocar mi mano.

—¡Ew, no! —Lo empujé hacia atrás, y algunas personas voltearon a mirarnos.
Estábamos atrayendo rápidamente a una multitud.

—¡Fuiste tú! ¡Todo el tiempo eras tú, orquestando todo! —Yo estaba gritando. Yo
estaba gritando en la escuela y no estaba en el gimnasio.

—No puedo creer lo manipulador que has sido. ¡Oh, mi Dios!

211
La boca de Christian estaba abierta, sorprendido probablemente de que yo le
gritara, avergonzado de que todo el mundo nos estuviera mirando. Pero yo no
estaba dispuesta a parar allí.

—Lo siento —dijo en voz baja, con timidez—. Realmente me gustabas. Pensé que
si…

—¡Eso no es excusa! —Lo empujé hacia atrás de nuevo. Se tambaleó—. Estoy tan
harta de ti ahora mismo. —Y lo estaba. Lo mire de arriba abajo, mi ronroneo se
transformó en un susurro.

—¡No puedo creer que tu lengua estuviera alguna vez en mi boca! —La
muchedumbre en conjunto jadeó. Bien, si ellos no sabían de Aiden y de mí antes,
seguramente lo hacían ahora. No me importaba. Ya había terminado con los
secretos—. Mantente alejado de mí —le dije sin lugar a dudas.

Christian parecía aplastado, y por un segundo, me sentí mal por ello. Como si
hubiera roto su corazón. Pero entonces recordé cómo su mano se había deslizado
debajo de mi falda mientras yo lloraba. Idiota. Grandísimo estúpido idiota.
Giré, dándole la espalda y caminé entre la multitud. Pisando muy fuerte por el
pasillo y me dirigí a la clase de Aiden. Él tendría que hablarme. No lo dejaría
ignorarme. Algunas personas murmuraban mientras caminaba junto a ellos. Mi
reputación estaba arruinada, y tal vez al final del día, ellos también sabrían acerca
del SOS. Bajé al pasillo de inglés y lo vi.

Vi el cabello rubio enmarañado, el cuerpo largo y delgado. De repente mis ganas


de llorar regresaron.

—¡Aiden! —grité. Él dejó de caminar, pero no volteó. Mi corazón se aceleró.


Troté hacia adelante y cuando lo alcancé, tomé su antebrazo, volviéndolo hacia mí.
Su piel estaba tan caliente. ¡Dulce princesa kitty! Lo extrañaba.

Aiden suavemente se retiró de mis manos.

—Hola, Tessa —dijo él mirándome. No podía leer su expresión, pero él no se había


afeitado. Estaba algo despeinado, y lo amaba así.

—No contestaste mis llamadas —dije, mi voz triste.

Aiden retorció su rostro un poco, pero lo enderezó.

—Lo siento por eso —contestó. Sus ojos verdes parpadeando sobre mi bandita—.
Escuché que necesitaste algunos puntos de sutura.

212
¿Se enteró? ¿Él estaba preguntando por mí? Eso era dulce.

—Obtuve uno —dije, tratando de sonar linda, de la forma en que solía gustarle.
Aiden se mordió el labio, mirándome, tranquilo y sereno. —Tessa —dijo, bajando
la mirada—. Creo que necesito un tiempo.

El timbre sonó, enviando estudiantes corriendo por delante de nosotros en el


pasillo. Pero Aiden y yo nos quedamos allí, mirándonos el uno al otro. Se quedó
muy tranquilo, y yo apenas podía respirar.

—¿Un tiempo?

Aiden miró mis labios, pero luego apretó la mandíbula y miró más allá de mí. Me
pregunté si estaba imaginando la boca de Christian allí.

—Ya no puedo estar contigo —dijo—. No después de... todo. Todas las mentiras.
—Sacudió la cabeza.

—Pero…

—Se acabó. Lo siento. —No me miró.

No quería llorar en medio del pasillo, pero sentía que necesitaba defenderme.
Quería que Aiden entendiera.

—Empezamos la SOS con buenas intenciones, Aiden. Estaban engañando. Todos


esos chicos estaban engañando, ¿no te das cuenta?

Dirigió bruscamente sus ojos verdes a los míos, retrayendo su boca en una mueca
de desprecio.

—Y tú estuviste espiando, andando a escondidas. ¿Por qué era tu asunto? No lo


era. No tenías ningún derecho.

Ouch. Había un dolor aumentando en mi pecho, haciéndose intenso y pesado.

—Sin embargo, todavía te amo.

Aiden parpadeó y se sorbió la nariz una vez antes de apartar la mirada.

—Sí, bueno. Esto ya no se trata sólo de ti.

—No —dije, pero cuando extendí la mano hacia él, dio un paso atrás. Lejos de mí.
Parpadeé con rapidez, tratando de evitar que las lágrimas se derramaran. Tenía que

213
ir a casa ahora. Mi vida acababa de ser completamente apaleada. Aiden no me
quería. El chico ya no me quería.

—Te veré por allí, ne... Tessa —murmuró.

Me sentí totalmente derrotada. Aiden se dio la vuelta y lentamente comenzó a


caminar por el pasillo vacío, arrastrando sus zapatillas en el linóleo. Me quedé
mirándolo desde atrás, ya no teniendo que contener las lágrimas. Justo cuando
cerré los ojos, bajaron por mis mejillas. No estaba segura de cómo hacer esto.
Cómo llorar apropiadamente por él. Las galletas y el helado no podían resolver
este problema. No estaba segura de que algo pudiera.

Christian comenzó a llamarme al móvil, pero no le contestaba. No merecía esa


satisfacción. Eliminaba sus mensajes antes de escucharlos. Estaba segura de que las
Smitten Kittens estaban tratando de mantener la SOS viva sin mí, sobre todo
Leona, pero había cedido todo el control. Casi no había estado apareciendo en las
prácticas. Incluso me había perdido el partido de la semana pasada.
Aiden ya no se sentaba en nuestra mesa del almuerzo. Se sentaba con Darren y el
equipo. Lo miraba a veces, pero él no me miraba. Sólo se mantenía con la cabeza
agachada y masticaba su comida. Se veía tan triste como yo me sentía.
Realmente se estaba tomando un tiempo. No quería recibir mis llamadas. Su
madre había empezado a charlar conmigo por teléfono, aunque en su mayoría
sobre cosas de la escuela. No preguntó si Aiden y yo habíamos terminado
oficialmente; probablemente no era necesario. Obviamente, él no quería hablar
conmigo.

Christian y Chloe no dijeron nada sobre la SOS. Ni siquiera estaba segura de que
Chloe supiera toda la historia. Pero si lo hacía, estaba manteniendo su carnosa
boca cerrada. Tal vez se sentía avergonzada. Avergonzada de que Aiden no la
quisiera. Incluso sin mí en su vida, seguía sin querer su cara ceñuda.

Una tarde, estaba sentada en el comedor, medio muerta de cansancio. Había


tenido todo tipo de pesadillas últimamente, unas donde corría desesperadamente,
tratando de terminar misiones imposibles. El equipo estaba conmigo, pero mi
mesa estaba sin vitalidad. Estaba solitaria.

214
Miré a través de la bulliciosa cafetería a Aiden. Al mismo tiempo, él levantó su
adorable cabeza rubia. Su boca se abrió cuando nuestros ojos se encontraron, pero
luego bajó la mirada, fijándola en su bandeja. ¿Todavía me amaba? ¿Me extrañaba?

Cierto. Ni siquiera podía mirarme. Me sentí seriamente abatida. Sola.

Kira se aclaró la garganta al otro lado de la mesa.

—¿Tess? —preguntó con cautela—. Hemos estado recibiendo textos. Algunos para
la SOS. Pero... las cosas no han ido bien.

Leona resopló. La miré y ensanchó los ojos, haciéndome saber que las palabras de
Kira eran un eufemismo.

—¿De qué manera no bien? —pregunté, apartando mi bandeja.

—Um...

—No bien como que Izzie casi fue arrestada —habló Leona—. Y rompí mis lentes.

—Señaló sus recién despejados ojos marrones. Me daba vergüenza no haberme


dado cuenta que no estaba usando sus lentes. Mi capacidad de observación se
había deteriorado por completo.

Leona apoyó los codos sobre la mesa.

—Sin ti, Tess, somos un desastre detectado. De hecho… —señaló hacia la mesa—…
¡Kira terminó besuqueándose con el sospechoso! ¡Otra vez!

Miré fijamente a mi amiga, solamente se encogió de hombros. Caramba. Las


Smitten Kittens estaban desenfrenadas.

—Miren, chicas. Ha llegado el momento. La SOS ha ahorrado muchos dolores de


cabeza, pero ¿a qué costo? —Soné más valiente de lo que me sentía. Pero ellas
necesitaban una líder. Me necesitaban.

—Todavía te ama —me dijo Kira, como si supiera que mi verdadero trauma estaba
cerca. Sonrió, con sus hoyuelos marcándose más—. Aiden volverá.

Era encantadora por decirlo, pero no estaba tan segura. Un chico como Aiden no
andaba por la vida de soltero. Alguien pondría sus garras en él. Y probablemente
no se besuquearía con otro chico en un coche frente a su casa. Confiaría en él. Yo
desearía haberlo hecho.

215
—Tess. —Leona me lanzó una papa frita marchita—. Cuidado, Christian viene hacia
aquí.

Levanté la mirada rápidamente. ¡Chuletas de cerdo y puré de manzana! Tenía


razón. Estaba caminando directamente hacia nosotras, con una camiseta de manga
larga arrugada y sus pantalones caquis rasgados.

Me volví rápidamente para mirar hacia la mesa de Aiden, pero él no estaba a la


vista. Su bandeja tampoco estaba. Se había ido, y me alegré por ello. No quería
que nos viera a Christian y a mí en la misma habitación, y mucho menos a un
metro uno del otro.

Kira tosió cuando Christian llegó a nuestra mesa. Él me miró, con las manos en los
bolsillos de sus pantalones color canela. Ni siquiera podía soportar mirarlo.
Tampoco podía la mitad de la clase de tercer año. Los rumores en los pasillos eran
que Christian había estado conspirando para robarme desde el principio. Algunos
incluso afirmaron que Christian era un infiltrado de los Ducks para frustrar los
playoffs al meterse con el jugador estrella de los Wildcats. Sabía que no era el caso,
pero no me molesté en corregir a nadie. Me alegraba que fuera un leproso social.

—¿Tessa? —preguntó con su voz suave—. ¿Puedo hablar contigo un segundo?

—No. No puedes —contestó Kira por mí. Me encantaba cuando se ponía un poco
hostil. Era adorable. Sonreí para mis adentros y bajé la mirada a la mesa,
sintiéndome un poco mejor.

—Está bien —dijo Christian, sonando deprimido—. Es para todas ustedes de todos
modos. Sólo quería que supieran que no voy a decir nada sobre la SOS. Me doy
cuenta de que lo que hice estuvo mal. Yo... —Hizo una pausa y me preguntaba si
había admitido todo lo que había hecho. Me incliné hacia él.

—Mira, Tessa —dijo, dirigiendo su mirada de disculpa hacia mí —. Yo envié el texto


de Cassie sobre Aiden, y lo siento.

Mi cara se puso caliente de ira. Leona gruñó desde el extremo de la mesa.


Christian miró en su dirección y luego de vuelta a mí.

—Y Chloe fue la que llamó a la madre de Aiden acerca de él bebiendo. También le


pidió al maestro que la pusiera como compañera de laboratorio de Aiden.

—Lo sabía —susurré, apretando los puños en mi regazo. Un completo trabajo de


embuste.

216
—Pero no lo hicimos por los estúpidos playoffs —dijo Christian, retrayendo la boca
con molestia—. Y Chloe no sólo lo hizo por Aiden. Lo hizo por mí. Las cosas han
sido difíciles para nosotros últimamente y estaba tratando de ayudar.

—Ayudarse con el novio de Tessa —gritó Leona.

—Ella no está hablándome tampoco —le replicó él a Leona—. No tengo nada, ¿de
acuerdo? Cometí un error y lo siento. Sólo... sólo quería que lo supieran.

No sabía si creerle. Cuando volvió a mirarme, me di cuenta por sus ojos


extenuados que estaba arrepentido. Definitivamente lo estaba. Hubo un pequeño
tirón en mi pecho porque era difícil ver a alguien estando tan incómodo. Volví la
cara hacia otro lado.

—Está bien, gracias. Adiós —dijo Leona. No era de las que sentían pena por la
gente, pero eso estaba bien. Mis chicas me respaldaban. Debería haberles dicho lo
que estaba planeando hacer con Aiden. Me habrían puesto en el buen camino.
Christian se quedó un minuto, pero no levanté la vista hasta que oí que se alejó
arrastrando las sandalias. No se quedó en el comedor; en lugar de eso se marchó.
Me sentía mal por él, de verdad. Pero no quería volver a hablar con él, no después
de todo lo que había hecho.

—Sigue siendo lindo —dijo Kira, enroscando su chicle alrededor de su dedo. La


miré con incredulidad—. ¿Qué? —preguntó, ensanchando los ojos—. Lo es.

Christian no se dio por vencido fácilmente. Prácticamente me acechaba de nuevo.


Me llamaba y me esperaba después de clases. Todo lo que podía hacer era no
hablar con él. Así fue como decidí manejarlo. Nunca volvería a hablarle. ¿Maduro?
No del todo. ¿Pero eficaz? Definitivamente.

Por desgracia, Aiden estaba usando la misma táctica conmigo. Ni llamadas


telefónicas, ni mensajes de texto, ni siquiera una nota escrita en la parte de atrás
de una tarea. Ni siquiera pude averiguar su horario. Nunca estaba en los pasillos, y
nunca lo veía en el almuerzo. Era como un fantasma. Apenas me miraba en los
partidos. Mis patadas en las porras eran decididamente menos altas.
Estaba feliz de ya no tener que hacer más espionaje para la SOS, sabiendo que
nunca tendría que grabar otro acto sexual o esconderme bajo otra mesa en un

217
restaurante. Kira y Leona habían dicho que se encargarían de la sociedad, pero
después del mal desarrollo de las últimas misiones, habían acordado que era
tiempo de dejar ir la SOS.

Leona redactó una última carta y me dejó revisarla antes de enviarla. Luego
escondimos todos nuestros viejos equipos y archivos en un garaje en el rancho de
los abuelos de Izzie. A pesar de que la SOS se había terminado, no teníamos el
valor para deshacernos de las cosas. Por lo menos, todavía no.

Pero mi ánimo no regresó. De hecho, mi depresión pareció aumentar. Me perdí


varias prácticas y mis coreografías nuevas eran menos que inspiradoras.
En los partidos, los carteles de mis padres se volvieron más y más coloridos;
probablemente estaban tratando de levantarme el espíritu, pero no funcionó.
Necesitaba más que brillantina y pintura con relieve. En su lugar, sólo observaba a
Aiden correr arriba y abajo de la cancha, ignorándome exitosamente cada vez que
estaba cerca. Mis padres sólo me preguntaron por él una vez, y les dije toda la
verdad. No más mentiras. Ese era mi nuevo lema. Bueno, eso y: “¿Puedo ponerle
crema batida a eso?” Esta depresión me había hecho ganar unos cinco kilos de
culpabilidad.

Chloe se unió a un nuevo grupo. Ella y Christian parecieron arreglar las cosas
cuando él empezó a sentarse con ella otra vez en el almuerzo. Su grupo estaba
formado por otros estudiantes de segundo año que no eran tan temperamentales
como ella. Esperaba que pudieran darle un poco de orientación en el
departamento de actitudes. Sin duda la necesitaba.

Sin embargo, los Wildcats jugaron bien. Nuestro equipo había llegado a los
playoffs por primera vez en tres años, y como capitana de las Smitten Kittens,
debería haberme puesto eufórica. Pero no fue así. Habían pasado cuatro semanas,
y mi ex-novio aún no me hablaba. No había nada inspirador en eso.
Ni siquiera estaba segura de ser capaz de dirigir las porras para el gran partido. Ya
no estaba segura de nada.

218
SOS
CULMINACIÓN DE SERVICIOS
Traducido por Niii

Corregido por Paovalera

Estimados Clientes,

Es con gran tristeza que SOS anuncia la terminación de nuestros servicios de


identificación de infieles.

Debido a los recientes eventos y dramas, se determinó que SOS ya no es capaz de


conducir sus investigaciones con eficacia.

Adjunto encontrarán un cuestionario de auto-descubrimiento para ayudarles a


decidir por sí mismos si está ocurriendo o no una infidelidad. Pero SOS les insta a
basarse siempre en evidencia concreta. No corazonadas. Y ciertamente no las
corazonadas de chicos que pueden tener motivos ocultos detrás.

SOS agradece todos sus años de referencias y donaciones. Esperamos haber hecho
de la preparatoria un lugar más seguro para sus corazones.

La mejor de las suertes en todos sus esfuerzos románticos futuros.

Sigan sonriendo,

SOS

Textos: 555-0101

Desenmascarando Infieles Desde Hace Más de Dos Años.

219
Capítulo 17
Traducido por kathesweet
Corregido por Paovalera

― Si te hace sentir mejor, Tess, Aiden se ve como una mierda. ―Kira sonrió en
una muestra de apoyo. El gimnasio rugió a nuestro alrededor cuando los Wildcats
corrieron de una esquina de la cancha a la otra durante la ronda final de los
playoffs. Pero Aiden parecía cansado, driblando el balón con menos energía.

Afortunadamente para Kira, mi exigencia de lenguaje decente se había relajado


durante las semanas. De hecho, cada cosa consciente-de-la-imagen de la que
alguna vez me había preocupado parecía absolutamente pequeña y ridícula. Ya ni
siquiera vestía cintas.

Animar en los playoffs había sido difícil. Era bueno que este fuera el último juego.
Mi autoestima estaba en el desagüe. Era un modelo a seguir horrible, y aún peor,
era una infiel. Más o menos. Quiero decir, seguro, había sido manipulada, pero
nada excusaba el hecho de que mis labios rosa pasión estuvieron sobre la boca de
alguien más que mi novio. Incluso usé mi lengua. Asqueroso.

Dejé caer mi cabeza, mirando abajo a la madera brillante del piso del gimnasio. Mis
pompones colgaban sin vida a mis costados. No había porra que pudiera
ayudarme ahora.

El sonido estridente del timbre me sobresaltó. Sentí a las chicas alinearse,


posicionarse para decirle a los Wildcats que atacaran, pero miré fijamente a Aiden.
Sus manos estaban sobre sus caderas mientras hablaba con el Entrenador Taylor,
asintiendo. Se veía tan lindo en sus pantalones cortos de baloncesto. Recordé lo
mucho que siempre me gustaba él después de un juego. Todo sudoroso y
masculino. No éramos tan perfectos como había creído, pero habíamos sido
felices. Sabía eso.

¿Por qué había sido tan rápida en pensar que él estaba engañándome? Mi
sospecha había ido de cero a sesenta en un nanosegundo. Seguro, estaba SOS y el
historial de infieles, pero Aiden no tenía un historial. Quizás simplemente nos
habíamos apartado. Sollocé.

220
Nunca alejaría su cabello húmedo de su cara de nuevo. O escucharía sus tiernos
susurros en mi oído mientras masajeaba mis hombros. Lo arruiné completamente.
Mi vida era un desastre.

―Tess ―llamó Kira, golpeando mi hombro con un pompón color gris y granete.

Correcto. El timbre había sonado, señalando que los calentamientos estaban


terminados. Se suponía que liderara una porra alentadora. Cerré mis ojos y tomé
una respiración firme.

Todavía era una Smitten Kitten. Las personas dependían de mí.

Hubo un chirrido distinto mientras mis pies en zapatillas cruzaban los tablones
hacia la mitad de la cancha. Demasiado pronto fue seguido por el sonido de otros
ocho chirridos. Miré a la multitud. Estaban emocionados. La gente en realidad
había pintado sus caras para verse como gatos. Normalmente, eso me habría
hecho sonreír. Pero ahora, sólo podía forzar una sonrisa.

Levanté mis pompones color gris y granete en el aire y los sacudí.

La habitación quedó en silencio ante el familiar silbido que proporcioné. Sabía la


porra usual, pero no parecía encajar en el humor en el que estaba. Algo sobre ser
miserable me hacía menos alegre. Entonces empecé un zapateo fuerte, y pronto se
unió mi escuadra.

―Tengan el balón, tengan el balón.

Repitieron.

―Los Ducks fallarán, sí, sí, fallarán.

Repitieron otra vez.

―Anótalo, mójalo, ¡DERROTA A ESOS DUCKS!

―Vamos a demostrarles, ¡QUE NO NOS IMPORTA UNA MIERDA!

La multitud finalizó la oración conmigo y luego se volvieron salvajes con gritos


locos y risas estruendosas. Bueno, eso los animó. Dejé caer mis pompones a mi
costado y me giré. Las chicas me miraban, con las bocas abiertas. El equipo rival
me miraba, casi asustados por el frenesí que había creado. Y entonces los Wildcats
me miraron, mayormente impresionados. Excepto Aiden. Él me miraba con una
mirada de sorpresa que nunca había visto. Había estado tan odiosamente calmado.
Era bueno ver que todavía podía agitar su piel.

221
Mis zapatillas dejaron un sonido alegre ciertamente adorable mientras volvía a las
líneas laterales. La multitud estaba canturreando, “¡Sex Kittens!”. Probablemente
deberían haber estado diciendo, “¡Wildcats!” o incluso, “¡Smitten Kittens!” Pero de
lo qué importaba, al menos estaban haciendo ruido.

Me dejé caer con las piernas cruzadas sobre el suelo y doblé mis manos
delicadamente sobre mi regazo. Mi escuadra caminó hacia mí observándome como
si estuvieran asustadas de que pudiera sacar una navaja y asesinarlas en cualquier
segundo. Fui consciente de que todas se sentaron a al menos un metro de mí.

Los jugadores tomaron la cancha, algunos riendo. Aiden me lanzó una mirada,
todavía con los ojos bien abiertos. Casi le sonreí, pero él alejó su mirada antes de
que pudiera. El árbitro regordete se paró entre Dwayne y un Duck. Estaba
levemente divertida de que el jugador rival en realidad se pareciera a su mascota.
Los Ducks eran tan patéticos.

La habitación se quedó en silencio. El árbitro lanzó el balón en el aire y los dos


chicos saltaron. Dwayne fue el primero en tocarlo, lanzándolo hacia Aiden. Aiden lo
sacó del aire y lo bajó. Empezó driblándolo hacia la canasta, luego se detuvo,
parado fuera de la llave. El Entrenador Taylor le gritó que hiciera una jugada. Aiden
continuó driblado y le asintió. Pasó el balón al centro, que a su vez intentó una
bandeja. Éste rebotó por el borde hacia la mano de un Duck, y los equipos
corrieron hacia el final de la cancha.

Aiden estaba lento. Observándolo ahora, me di cuenta de lo acertada que fue Kira.
Él se veía como una pila de terrones de azúcar. Su camisa ni siquiera estaba
metida.

Los siguientes veinticuatro minutos fueron una masacre. Los Wildcats sólo
anotaron doce puntos. Los Duck habían anotado cuarenta y ocho. Cuando la
campana de medio tiempo finalmente sonó, el gimnasio entero dejó escapar un
suspiro de alivio. Simplemente había cierta cantidad de dolor que un grupo de
espectadores demasiado ansiosos podía aceptar.

―¿Tessa? ―Kira se acercó a mí lentamente. Sus ojos azules observándome


cautelosamente.

―¿Sí?

―Um. ¿Tienes una porra específica en mente para el medio tiempo? ―Se veía
asustada. Me di cuenta que nunca me había escuchado maldecir antes. Debo
haberme hecho ver bastante dura.

222
―K… ―Me detuve y miré al resto de la escuadra. Habían perdido la fe en mí. Había
sido una completa depresiva por semanas y, como resultado, las Smitten Kitten
habían perdido su ronroneo. SOS estaba muerto. Sólo había una cosa por hacer.
Hacerme a un lado―. Lidera tú ―le dije a Kira, levantando mi barbilla hacia ella.

Jadeó. Luego el resto de la escuadra jadeó. Bueno, excepto Leona. Ella dijo algo
más cercano a: ―Debes estar bromeando.

Kira empezó a alegrarse y sonreí. Ella se merecía este momento. Había sido leal
todo este tiempo. Había sido engañada, había perdido a Christian, y aun así, nunca
dejó que eso afectara su animación. Debería liderar el gran juego.

―¿De verdad? ―murmuró.

―Sí. ¿De verdad? ―preguntó Leona, asustada.

―Kira es su líder hoy ―anuncié, sonando valiente―. Háganme orgullosas, chicas.


Voy a quedarme fuera en esta.

Me miraron simpáticamente. Yo era una Kitty triste. Podían ver que necesitaba un
descanso. Con un abrazo rápido, Kira me agradeció y corrió entusiasmadamente
hacia el centro de la cancha mientras los jugadores se iban a los vestuarios.

La escuadra empezó con una porra inspiradora, animando sobre un regreso, y


tomé mi lugar en la línea latera en el piso del gimnasio. Recogí el material gris del
pompón. Quizás debería irme a casa. Levanté la mirada hacia la multitud y vi a mis
padres saludándome. Eran tan dulces.

Luego por el rabillo de mi ojo, vi a la mamá de Aiden. Nos miramos, y esperaba


totalmente que ella se relamiera de alguna manera, en su lugar, levantó su mano
en saludo, dándome una sonrisa pequeña, casi como si estuviera feliz de verme.
Sorprendida, le sonreí de vuelta amablemente y luego volví a mirar hacia mi
regazo. Esto era muy extraño. Bastante raro.

La verdad era, no había razón para que estuviera más aquí. De hecho, seguramente
yo era la razón de que Aiden estuviera arruinándolo. Probablemente estaba
deseando que me fuera. Nunca me perdonaría, y mucho menos hablaría conmigo.

Iba a ponerme de pie cuando sentí una mano sobre mi hombro. Giré sobre mi
trasero y me encontré de frente con la entrepierna de Christian. Mis labios se
curvaron.

―Lo siento ―dijo y dio un paso atrás―. Sé que no quieres verme.

223
―Tienes razón. No quiero.

―Simplemente quiero hablar contigo.

Fruncí mis labios. Joder. No podía creer que hubiera caído por sus mentiras. No
podía creer que supiera a qué sabía él.

―Lo siento por besarte ―dijo, parado y mirando hacia mí.

Eso fue sorprendente. No había esperado que dijera eso.

―¿De verdad?

―Sí ―asintió―. Estabas enojada. Medio me aproveché de eso. No fue correcto.


Simplemente me gustabas de verdad, Tessa. Sólo quería una oportunidad.

Él quería decirlo. Su cara era evidente en su admiración. Y de repente, medio lo


perdoné. Oprah una vez dijo que el perdón era el primer paso en la sanación. Y aun
cuando las acciones de Christian fueron nefastas y completamente fuera de línea,
el chico tomó una oportunidad. Hubo una vez cuando yo hubiera luchado así de
duro por Aiden. Debería haber luchado más duro.

―Lo siento ―murmuró Christian.

―Gracias por tu disculpa ―dije. Él encontró mis ojos y sonrió, un brillo de


esperanza brillando allí―. Pero… ―Extendí un dedo hacia él―, todavía creo que
eres un idiota, y todavía no estoy interesada. ¿Claro?

Su sonrisa titubeó.

―Como el cristal.

Yo sentada y él de pie, nos miramos. Los sonidos en el gimnasio eran relativamente


bajos. Nuestro equipo estaba siendo derrotado; eso generalmente impedía el
espíritu escolar. Podía escuchar la voz de Kira gritando cantos, pero Christian dio
un paso hacia mí. Sentí pánico de inmediato cuando me di cuenta que él iba a
abrazarme. Espera. ¿Quería un abrazo? ¿Había perdido la cabeza?

Un rugido se elevó de la multitud detrás de él y levanté la mirada hacia las gradas.


Los fanáticos estaban animando y señalando hacia la cancha. Me giré lentamente,
preguntándome si la porra de Kira había ido terriblemente mal. En su lugar, vi a
Aiden, saliendo del vestuario y cruzando el centro de la cancha.

224
Mis cejas se juntaron. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué no estaba involucrado en la
charla de medio tiempo del entrenador? Mientras más cerca estaba, la voz de Kira
se desvanecía mientras ella lo observaba dar zancadas al lado de la escuadra.

Oh. Dios. Mío. Estaba caminando hacia mí. Yo todavía estaba de piernas cruzadas
sobre el suelo, con mi error de besuqueo cerniéndose sobre mí.

La cara de Aiden estaba roja. ¡Santa boca de dragón! El chico parecía molesto.
Parecía…

―Maldición ―murmuró Christian.

Giré mi cabeza para mirarlo justo cando un puño conectó con su mandíbula con un
sonido fuerte. Grité, mis ojos siguiendo la longitud del brazo bronceado que
estaba atado al cuerpo de Aiden.

Christian se tambaleó hacia atrás, aterrizando en los regazos de unos fanáticos


aturdidos en la primera fila. La multitud estalló en aplausos. ¿Creían que esto era
un truco? ¿Parte del espectáculo de medio tiempo? ¿O simplemente estaban
felices de ver a Christian golpeado?

Espera. Aiden acababa de golpear a alguien en la cara. Él simplemente golpeó a


alguien sin provocación. Me puse de rodillas, empezando a trepar para solucionar
la situación.

De repente, Aiden me tomó por el codo y me puso de pie.

―Qué…

―Cállate, Tessa ―dijo Aiden mientras me llevaba hacia el vestuario. Y aunque


apreciaba que defendiera mi honor… o el suyo, no iba a ser tirada por toda la
cancha. Saqué mi brazo de su agarre y me giré para enfrentarlo.

Las Smitten Kittens se separaron a nuestro alrededor, dejándonos a Aiden y a mí


zapatilla a zapatilla en el centro de la cancha. La multitud se calmó. Sólo estaba
medio consciente de que nos habíamos convertido en el entretenimiento de medio
tiempo.

―Tú… golpeaste a alguien allí ―le dije a Aiden mientras él resollaba en frente de
mí. Fue todo lo que pude pensar en decir.

―Lo sé.

―Um… Se supone que debes estar en el vestuario. Tu equipo está perdiendo.

225
―También sé eso. ―Aiden volvió a mirar a los bancos, donde Christian estaba
sosteniéndose la mandíbula, observándonos―. ¿Quieres ir a ayudar a tu novio?
―preguntó en voz alta.

Estreché mis ojos.

―No. Estoy feliz de que lo golpearas ―contesté, moviendo mi mano hacia


Christian. La multitud rió. La acústica aquí era sorprendente. Ni siquiera había sido
proyectada.

―¿De verdad? ―Aiden puso sus manos sobre sus caderas―. ¿Qué? ¿Rompieron o
algo así?

―¡Asqueroso! Nunca estuve con él en primer lugar. Fue un error, Aiden. Él me


engañó. Me dijo que estabas encañándome o al menos lo insinuó. ―De acuerdo,
salté a las conclusiones yo sola, pero Christian había puesto la bola de pelos en
movimiento.

Aiden pareció considerar eso. Se acercó más a mí, usando la parte posterior de sus
palmas para limpiar el sudor de su frente.

―¿No estabas saliendo con él?

Sacudí mi cabeza.

―No. Nunca.

Aiden ajustó la pretina de sus pantalones cortos de baloncesto mientras miraba de


nuevo a la multitud. Luego se giró hacia mí.

―Deberías haberme dicho todo ―susurró―. Incluso sobre SOS.

―Desearía haberlo hecho.

―Te habría dicho que te detuvieras… ―agregó con una sonrisa.

―No habría escuchado.

―Sí. Sé que no lo harías hecho. ―Sonrió―. Pero estoy seguro de que lo


habríamos hecho funcionar de alguna manera. Un concurso de pulso, tal vez.

Reí.

―Tal vez.

La sonrisa de Aiden se desvaneció mientras me miraba.

226
―Me mentiste, Tess ―dijo con seriedad―. Me mentiste mucho.

Hubo murmullos en la audiencia, y me pregunté si podían escuchar todo, escuchar


cuánto lo sentía.

―Nunca quise herirte. ―Y no había querido hacerlo. Lo retiraría todo en un latido


de corazón.

Él asintió, mirándome mientras yo empezaba a morderme el labio. Al menos estaba


hablándome. Ese era un progreso, y yo debería haber estado emocionada. Pero
podía oler su transpiración, y sentí los cosquilleos que venían con estar así de cerca
a él.

Todavía lo quería. Pertenecía a él. Pero lo había traicionado, y no estaba segura de


que alguna vez me perdonaría por eso.

Miré sobre mi hombro hacia las gradas. Mi madre estaba sentada allí con una señal
de los Wildcats en su regazo y su mano sobre su boca. Mi padre inclinado hacia
adelante, sus codos descansando sobre sus rodillas mientras nos observaba.
Cuando me vio notarlo, saludó. Luego miré a la mamá de Aiden, casi esperaba que
estuviera sosteniendo una señal “Hasta la vista, Tessa” pero parecía solidaria hacia
nosotros. Quizás las cosas habían cambiado.

Aiden tocó mi codo, arrastrándome hacia él.

―Tessa. ―Se detuvo―. Te perdono. ―Cuando lo miré, sus hermosos ojos verdes
estaban vidriosos.

―¿De verdad? ―Mi respiración salió en jadeos ásperos. Asintió.

―Pero…

Mi corazón se hundió.

Él me miró.

―No sé si podamos arreglar esto. Estoy… herido, nena. Estoy tan herido.

Quería hacerlo mejor, rebobinar el tiempo y borrar lo que había hecho. Pero todo
lo que pude hacer fue tratar de sonreír.

Él se estiró para sostener mi mejilla.

―Siempre eres tan valiente ―dijo con adoración―. Siempre sonriendo para mí.

227
―Porque me haces feliz ―balbuceé, no queriendo que me dejara.

Aiden sollozó, una lágrima cayendo de su mejilla ya brillante.

―Y eres mi pequeño rayo de sol ―susurró.

Quería rogar, pero no lo hice. Porque sabía que necesitábamos tiempo para
resolver las cosas si esperábamos resolverlas en absoluto. Esta era mi oportunidad
de descubrir quién demonios era realmente, porque ya no estaba segura. Había
sido una Smitten Kitten, una operativa de SOS, una hija perfecta, y la novia de
Aiden. Pero ahora necesitaba encontrarme.

―Tienes razón ―dije finalmente―. Creo que más tiempo separados es una buena
idea. ―Y rompía mi corazón decirlo.

Aiden cerró los ojos, sus fosas nasales llameando mientras estaba de pie frente a
mí, respirando y con la cabeza gacha. Hubo un par de gritos de la audiencia, cosas
como: “Bésala” y “Vuelve al juego”. Era lindo de su parte preocuparse. Aiden y yo
habíamos sido perfectos juntos. O casi perfectos.

Aiden abrió sus ojos.

―Eres mi chica, Tessa Crimson. Siempre serás mi chica. ―Me acercó a él y me


envolvió en sus brazos, mirándome a la cara―. E incluso si no estamos juntos, eso
no cambiará.

―Podríamos ser la pareja que no-resulta más feliz. ―Le sonreí.

Él rió.

―Algo así.

Alguien empezó un aplauso lento. Levanté mi mirada para ver a mi papá de pie,
golpeando sus manos ruidosamente. Mi madre se paró a su lado y se unió. Pronto
el gimnasio completo estaba animándonos, aplaudiendo el rompimiento más triste
en la historia de los rompimientos. Y aun así sabía que estaba bien. Aún apartados,
Aiden y yo todavía podríamos amarnos.

―Oye. ―Aiden se inclinó más cerca, sonriendo, mirando de soslayo hacia los
bancos―. Dame un beso ―susurró―. Ya sabes, para la multitud.

Lo besaría, muy bien. Lo besaría bien y mucho.

Lamí mis labios más-que-ansiosos y me elevé sobre las puntas de mis pies para
presionarlos contra los suyos. Estaba tan feliz de que hubiera tocado mi boca otra

228
vez que agarré su camisa en mi mano y lo acerqué más. Aiden y yo nos besamos,
justo allí en el centro de la cancha. Como espectáculo de medio tiempo.

La multitud estalló. Era tan fuerte que tuve que estirarme y cubrir mis orejas. Aiden
rió y me soltó, dándole a la multitud doble pulgares arriba. Luego se giró de nuevo
hacia mí.

―Definitivamente eres una Sex Kitten ―dijo Aiden, mirándome.

Estaba a punto de corregirlo cuando levantó un dedo.

―Quiero decir, Smitten Kitten.

―Gracias.

Nos miramos en medio de los fanáticos gritando mientras nuestras sonrisas


empezaban a desvanecerse.

―Te voy a extrañar, nena ―susurró.

Junté mis labios para evitar llorar y arruinar el momento.

―No tanto como yo te extrañaré, Wildcat.

Justo entonces, la puerta del vestuario se abrió y sonó fuertemente contra la pared
de cemento del gimnasio. El Entrenador Taylor salió pisando fuerte. Mi corazón se
aceleró. Algo me dijo que él podría estar un poco enojado con Aiden. Cuando nos
alcanzó, cruzó sus brazos rechonchos sobre su pecho y miró.

―¿Qué pasa, Entrenador? ―preguntó Aiden. Todavía estaba mirándome,


pareciendo nostálgico.

―¿Qué pasa? ―El Entrador Taylor parecía listo para saltar―. Oh, no sé, hijo. ¿Qué
hay del hecho de que abandonaste mi discurso, atacaste a otro estudiante, y estás
haciendo un espectáculo en el centro de la cancha durante el medio tiempo? ¿Es
eso suficiente?

Aiden rió.

―¿Estoy suspendido, entonces? ―Lancé una mirada nerviosa entre ellos.

―No ―dijo el entrenador Taylor, mirando hacia los bancos―. Afortunadamente


para ti los Ducks están ganando. Ellos están tan a sus anchas, que no escucharon
nada desde el vestuario. El director estaba pidiendo que te sacara, pero hablé con
él para que te suspendiera de la escuela empezando desde mañana ―dijo

229
ásperamente, tirando hacia arriba y ajustando la pretina de sus caquis―. ¿Crees
que voy a permitir que mi jugador estrella sea echado de las finales?

Estaba contenta de que sus prioridades estuvieran en orden. Los playoffs estaban
primero.

―¿Tessa? ―preguntó el Entrenador Taylor, y me miró―. ¿Te importa si Aiden


cumple con su compromiso con el equipo? ―Estaba siendo sarcástico.

―No, señor.

Aiden se estiró para tocar mis dedos.

―Ve a animarme, nena ―dijo, inclinándose rápidamente para besar mi mejilla.


Entonces se acercó al entrenador para darle un golpe en la espalda―. ¡Bien,
entonces, vamos! ―dijo con los ojos abiertos, como si fuera el Entrenador Taylor
quien los estuviera retrasando.

El Entrenador Taylor exhaló como si hubiera estado preocupado de que Aiden


fuera una causa perdida. Siguió a mi ex novio mientras trotaban hacia los casilleros.
Aiden se giró una vez más para saludarme, y reí. Era tan malditamente lindo.

Kira me miró mientras me acercaba al banquillo. Su cara estaba ilegible. Me detuve


en frente de ella, inclinándome para recoger mis pompones. El resto de las chicas
estaban animando desde la línea, pero Kira me observaba. Miré detrás de nosotras
a la multitud, feliz de ver que Christian se había ido. Mi padre me guiñó desde
detrás de sus gafas. Estaba puramente divertido.

—Entonces ―dijo Kira, golpeando mi cadera con su pompón―. ¿Qué fue esa
sesión de besuqueo? ¿Todavía van a romper y esa mierda?

―Kira. Lenguaje.

Ella sonrió feliz.

―Bienvenida, Tessa. Las Smitten Kittens te han extrañado muchísimo. ―Chica lista.
Había estado probándome.

Envolví mis manos con pompones a su alrededor y le di un abrazo. Era una amiga
genial y ―por el resto de la temporada― capitana. Aun cuando la temporada
terminaba esta noche.

―Muy bien ―anuncié mientras me echaba hacia atrás―. Vamos a ganar este
juego con nuestro espíritu escolar.

230
Ella saltó de arriba abajo. El resto de las chicas se unió a nuestro entusiasmo, y la
escuadra estuvo en plena vigencia. Incluso Leona estaba sonriendo.

Veinte minutos y quince porras después, los Wildcats perdieron por tres puntos.
Fue decepcionante, pero estaba bastante segura de que Aiden y yo aún estaríamos
de buen humor. Mientras el entrenador sacudía su cabeza en la línea, Aiden siguió
mirándome y saludando. Él era crema batida, aún si ya no me pertenecía.

Me tomaría algo de tiempo, revaluaría mis metas. Quizás inventaría algunas porras
nuevas. Y entonces, quién sabía lo que sucedería.

Siempre habría tiempo para Aiden. Después de todo, las Kittens tienen nueve
vidas.

231
SOS
BAJO NUEVA ADMINISTRACIÓN
Traducido por Niii
Corregido por Paovalera

E
stimados Clientes,

Estoy feliz de informales de la reconformación de SOS. Debido a un cambio en


el liderazgo, los servicios fueron temporalmente puestos en espera. Pero
ahora estamos de vuelta y completamente listas para todo.

Si su novio está actuando de forma sospechosa, envíe un texto con una solicitud
de infiel a nuestro número 555-1863, pero sea específica. Para atraparlo en el acto,
necesitaremos saber exactamente con quién está involucrado. Una vez más,
estamos emocionadas de ayudar a las chicas de Washington High en su búsqueda
de un novio decente. En estos momentos estamos actualizando a los sujetos en
nuestra Lista Traviesa, así que envíen un texto con cualquier información
importante.

Existe ahora una tarifa por nuestros servicios, pero con motivo de nuestra gran
reapertura, ofreceremos un 50% de descuento a los primeros diez clientes.

Estamos de vuelta. Y vamos a patear algunos culos infieles.

SOS, XOXO.

SOS

Textos: 555-0101

Desenmascarando Infieles Desde Hace Más de Tres Años.

232
Siguiente Libro

So many boys
Luego de su rompimiento en medio de la
cancha con Aiden, Tessa deja a SOS detrás
de ella. Despues de todo, ¡los infieles
nunca prosperan! Ahora ella está ocupada
trabajando en su "relación de imitación"
con Aiden y negociando en las poco
familiares aguas de "técnicamente soltera
y seudo-saliendo".

La vida no puede ser más funesta para la


clase de chica de "un solo chico" hasta que
un impostor secuestra SOS, y depende de
Tessa salvar a su equipo de las calumnias. ¿Pero con su mejor chico
completamente indeciso, qué es lo que una Kitten tiene que hacer?

Todo es incluso peor, ya que Tessa no se da cuenta de lo mucho que está


arriesgando debido a que esta falsa Kitten es mucho más traviesa que agradable.

Segundo libro de la Trilogía The Naughty List

233
Sobre la Autora

Suzanne Young
Suzanne Young vive actualmente en Portland, Oregon,
donde usa el clima lluvioso como una excusa para
quedarse en casa y escribir obsesivamente. Después de
conseguir su diploma en escritura creativa, Suzanne pasó
varios años enseñando lenguaje de las artes en la escuela
media. Ahora puede ser encontrada en casa persiguiendo
a sus dos niños y perros de pobre comportamiento y
escribiendo novelas para adolescentes. Puedes visitarla
online en www.suzanne-young.blogspot.com

234
Créditos
Moderadoras:
Niii
Kathesweet

Staff de Traducción
Auroo_J Lizzie Paovalera
Aylinachan Lola_20 Sheilita Belikov
carmen170796 Lore_Mejia Susanauribe
Dai Lorenaa Vannia
Dani Mari NC Vettina
Kathesweet Mona Xhessii
Liseth Johanna Niii Zeth
Little Rose Paaau Zulex
LizC Panchys

Staff de Corrección
★MoNt$3★ Mlle_Janusa
BrendaCarpio Niii
Lizzie Paovalera
Maggih Xhessii

Recopilación y Revisión: Diseño:


Niii Paovalera

235
http://bookzinga.foroactivo.mx/

236

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