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Exploración
neurológica.
Bibliografía
1. Lee PA. Normal and precocious Puberty. In: Goldfarb AF, Pediatric and Adolescent
Gynecology (Atlas of Clinical Gynecology, vol l), Philadelphia, Current Med, 1998; cap.
4: p. 1-12.
7. Fouillan PP, Foster CM, Pescovitz OH et al. Treatment of precocious puberty in the
McCune-Albright syndrome with the aromatase inhibitor testolactone. New Engl J Med
1986; 315: 1115- 1119.
8. S. Plouffe L. Delayed Sexual Maturation. In: Goldfarb AF, Pediatric and Adolescent
Gynecology (Atlas of Clinical Gynecology, vol l), Philadelphia, Current Med, 1998; cap.
5, p. 1-16.
Las anomalías menstruales constituyen una de las causas más frecuentes de consulta
en la mujer adolescente. Las irregularidades del ciclo y los estados hiperandrogénicos
(hirsutismo) suelen iniciarse en esta etapa de la vida y pueden suponer un importante
estado de ansiedad en la adolescente y sus familiares. Esta preocupación justifica por
sí misma la necesidad de establecer una adecuada valoración del estado general y
funcional del eje reproductor, glándula suprarrenal y tiroidea.
El ritmo menstrual oscila entre 21-45 días, su duración entre 2-7 días y su intensidad
se estima en 30 ml. Cualquier sangrado que no cumpla estos requisitos requiere una
cuidadosa evaluación (1).
• Alteraciones en el ritmo:
• Alteraciones en la intensidad:
Dado que la fase lútea es muy constante con una media de 14 días (rango de 12-17
días), las alteraciones en el ritmo menstrual dependen principalmente de la duración
de la primera fase del ciclo. La amenorrea, oligomenorrea o polimenorrea deben
considerarse como diferentes manifestaciones clínicas de grados variables de
anovulación crónica, por lo que su estudio debe realizarse conjuntamente.
2.1- Amenorrea
La amenorrea primaria tiene una incidencia del 0,1% y se define como la ausencia de
menstruaciones a los 16 años o falta de desarrollo puberal a los 14 años. También
deben estudiarse las jóvenes que no han presentado la menarquia transcurridos 2,5
años desde la aparición de la telarquia. La anamnesis y la exploración clínica permiten
la evaluación del grado de desarrollo de los caracteres sexuales secundarios (mamas)
y la presencia o no de útero, lo que posibilita diferenciar las siguientes tres situaciones
clínicas (4) (figura 1):
Niveles de FSH > 40 UI/L son indicativos de fallo gonadal. Representan el 50% de las
causas de amenorrea primaria. Las causas adquiridas son casi siempre secundarias a
quimioterapia o radioterapia sobre la pelvis, mientras que el fallo gonadal primario está
asociado generalmente a defectos enzimáticos congénitos o a alteraciones
cromosómicas. En estas situaciones es necesario una valoración mediante cariotipo.
Entre los más frecuentes destacan:
- Disgenesia gonadal pura (46, XX) / Disgenesia gonadal mixta (46,XY ó síndrome de
Swyer): Estas pacientes tienen talla normal o alta, genitales internos femeninos y
gónadas acintadas ("streak gonadal"). En las pacientes con disgenesia 46,XY
(síndrome de Swyer) debe realizarse la gonadectomía tan pronto como se hace el
diagnóstico, debido al elevado riesgo que tienen de desarrollar tumores gonadales
malignos (gonadoblastomas, disgerminomas).
b) Hipogonadismo hipogonadotrópico
- Lesiones a nivel del SNC: La causa más frecuente son los adenomas secretores de
prolactina (prolactinomas) que no siempre se acompañan de galactorrea, por lo que es
obligado determinar los valores de PRL en todas aquellas situaciones en las que
existan niveles bajos de FSH. Los tumores hipofisarios o masas intrasellares que
producen destrucción hipofisaria (tuberculoma, sarcoidosis, craneofaringioma) se
acompañan de diferentes grados de panhipopituitarismo. Menos frecuentes son los
adenomas secretores de ACTH o GH que cursan con enfermedad de Cushing y
acromegalia respectivamente.
Mujeres fenotípicas con anomalías del aparato genital pueden ser varones o mujeres
desde el punto de vista genético y tener pubertad normal o tardía. Se pueden
distinguir:
- Amenorrea por pérdida de peso: La pérdida de peso de más del 10%-15% por debajo
del "peso ideal" o una reducción de más del 50% de la grasa total almacenada pueden
inducir amenorrea en la mayoría de las mujeres. No se conocen exactamente los
mecanismos que intervienen en la aparición de la amenorrea aunque se ha postulado
la necesidad de una masa crítica de grasa para el mantenimiento del ciclo menstrual.
En general es común la pérdida de pulsatilidad LH en todas estas pacientes y su
incremento progresivo a medida que se recupera el peso (2).
- Estrés y ejercicio: El estrés emocional constituye uno de los factores más importantes
entre las causas de anovulación en las mujeres jóvenes. Se ha comprobado que un
porcentaje elevado de adolescentes normomenstruantes, mostraban oligomenorrea
(20%) o amenorrea (3%) tras su ingreso en residencias de estudiantes. El estrés por
estudios es muy difícil de evaluar, pero puede sospecharse durante la anamnesis en
donde es casi constante el antecedente de calificaciones brillantes actuales o que han
dejado de serlo en el presente. También se ha observado una correlación entre la
práctica de ejercicio físico con el retraso en la aparición de la menarquia y la incidencia
de trastornos menstruales. Existen diferencias dependiendo del estado menstrual
previo, del tipo de ejercicio y de la intensidad del mismo. Se estima que la prevalencia
de amenorrea es mayor entre las atletas corredoras de fondo (40% - 50%) que entre
las nadadoras (10%) y que es dependiente de la intensidad del ejercicio. Cuando
existe un importante esfuerzo físico antes de la pubertad, la menarquia puede verse
retrasada a razón de 0,4 años por cada año de entrenamiento deportivo. Se han
involucrado diversos factores en la presentación de dicha amenorrea, como el bajo
peso y la escasa adiposidad. El hecho de la recuperación del ciclo menstrual durante
el tiempo de no competición, justifican la sospecha de que otros mecanismos están
implicados (3, 4, 6).
- Fallo ovárico prematuro: Se define por el cese de la función ovárica antes de los 40
años acompañada de elevación en los niveles de FSH y LH. En el 20%-50% de los
casos se ha relacionado con procesos autoinmunes como el hipoparatiroidismo,
tiroiditis de Hasimoto, enfermedad de Addison, miastenia gravis, enfermedad de
Crohn, lupus eritematoso sistémico y la presencia de anticuerpos antimicrosomales.
Como factores causales también se han descrito procesos infecciosos en el 5% de los
casos y otros como la radioterapia abdominal (60% de los casos si los ovarios estaban
dentro del campo de radiación) o la quimioterapia especialmente cuando ésta se
realiza post-puberal. Muchas mujeres recuperan la función ovárica, la ovulación y son
capaces de concebir, aunque esta posibilidad se estima en 1/9200. El diagnóstico de
fallo ovárico precoz NO precisa de biopsia ovárica para su confirmación (3).
2.2. Oligomenorrea/Opsomenorrea
2.3. Polimenorrea
3.1. Hipomenorrea
3.2. Hipermenorrea
3.3. Menorragia
Con este término se define una amplia variedad de episodios de hemorragias uterinas
irregulares no relacionados con lesiones anatómicas del útero. Afecta al 10%-15% de
todas las pacientes ginecológicas principalmente en la adolescencia y se asocia con
anovulación en el 75% de los casos. Existe una correlación entre la edad de aparición
de la menarquia y el tiempo que tardan en establecerse los ciclos ovulatorios: cuando
ocurre antes de los 12 años, el 50% de los ciclos serán ovulatorios al año, pero si
aparece entre los 12 y 13 años pueden transcurrir 3 años para alcanzar dicho
porcentaje y si es después de los 13 años hasta 4,5 años. Aunque se estima que sólo
el 80% de los ciclos son ovulatorios a los 5 años de la menarquia, no todas las
adolescentes padecen de hemorragia uterina disfuncional (HUD) (1). La segunda
causa más frecuente de hemorragias en la adolescente son las coagulopatías,
presentes en el 19% de los casos, siendo la más común la púrpura trombocitopénica,
seguida de la enfermedad de von Willebrand y diferentes alteraciones de la función
plaquetaria. Solamente un 10% de hemorragias se producen en ciclos ovulatorios y en
ellas debe excluirse la existencia de quiste lúteo persistente (síndrome de Halban),
lesiones orgánicas benignas (pólipos, endometritis crónica, miomas submucosos,
lesiones vaginales), malignas (sarcoma botrioides, adenocarcinoma vaginal),
gravídicas (aborto, ectópico, mola) o cuerpos extraños vaginales. El diagnóstico
diferencial se establece por exclusión. La anamnesis debe dirigirse a valorar los
antecedentes familiares, edad de la menarquia, signos de trastornos de coagulación
(hematomas, gingivorragias) e indagar a solas con la paciente la posibilidad de
actividad sexual. Si es necesario recurrir a la vaginoscopia ésta puede realizarse
fácilmente de forma ambulatoria mediante el empleo de "histeroscopios" diagnósticos
en medio de distensión líquido.
El tratamiento individual es guiado por las cifras de hemoglobina. En las formas leves
(Hb > 12 gr/dl) el control puede establecerse mediante calendario menstrual y
reevaluación a los 6 meses o recurrir a tratamiento hormonal con progestágenos
intermitentes durante 10-14 días (acetato de medroxiprogesterona 10 mg/día; acetato
de norestisterona 5-10 mg/día) o un anovulatorio oral durante 3 - 6 ciclos, tratamiento
que es obligado en las formas moderadas (Hb 10-12 g/dl). Las formas graves (Hb < 10
g/dl) requieren una especial atención y su ingreso urgente hospitalario es obligado
especialmente cuando la hemorragia está en fase aguda. Aunque excepcional, pueden
precisar hemoterapia. En estas situaciones el legrado debe ser considerado como la
última opción terapéutica dada la buena respuesta al tratamiento médico, ya que la
hemostasia suele lograrse en 48-72 horas tras la administración oral de 0,01 mg de
etinilestradiol + 2 mg acetato de noretisterona tres veces al día durante 10 días o un
anticonceptivo oral monofásico de 30-35 µg de etinilestradiol cada 6 horas. Una vez
controlado el sangrado, la hemorragia por deprivación, que sucederá tras la supresión
estrógeno-gestágena, puede diferirse realizando una disminución progresiva de la
dosis inicial (por ejemplo, descensos semanales de una gragea/día) lo que permite un
período de tiempo suficiente para la recuperación de los valores de Hb y Hcto. En caso
de fracaso del tratamiento hormonal puede recurrirse al empleo de desmopresina por
vía i.v. (0.3 µg/kg diluida en 50 ml suero salino administrado en 15-30 minutos)
repetida cada 12-24 horas. Este fármaco produce una elevación del factor VIII y del
factor de Von Willebrand por espacio de 6 horas, efecto que se reproduce con cada
administración, por lo que este tratamiento debe ser considerado especialmente en
este tipo de coagulopatías (1, 5).
Bibliografía
2. Yen SSC. Anovulación crónica causada por trastornos periféricos, en Yen SSC y
Jaffe RB (Ed) Endocrinología de la Reproducción. Fisiología, fisiopatología y manejo
clínico, pp 603 - 657, Editorial Médica Panamericana S.A. Buenos Aires (Argentina),
1991.