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Sócrates, filósofo griego es una figura capital del pensamiento antiguo, hasta el punto
de ser llamados presocráticos los filósofos anteriores a él. Rompiendo con las
orientaciones predominantes anteriores, su reflexión se centró en el ser humano,
particularmente en la ética, y sus ideas pasaron a los dos grandes pilares sobre los que
se asienta la historia de la filosofía occidental: Platón, que fue discípulo directo suyo, y
Aristóteles, que lo fue a su vez de Platón.
Con los bienes que le dejó su padre al morir pudo vivir modesta y austeramente, sin
preocupaciones económicas que le impidiesen dedicarse al filosofar. Se tiene por
cierto que Sócrates se casó, a una edad algo avanzada, con Xantipa, quien le dio dos
hijas y un hijo. Cierta tradición ha perpetuado el tópico de la esposa despectiva ante la
actividad del marido y propensa a comportarse de una manera brutal y soez. En cuanto
a su apariencia, siempre se describe a Sócrates como un hombre rechoncho, con un
vientre prominente, ojos saltones y labios gruesos, del mismo modo que se le atribuye
también un aspecto desaliñado.
Tal logro era un punto esencial: no puede enseñarse algo a quien ya cree saberlo. El
primer paso para llegar a la sabiduría es saber que no se sabe nada, o, dicho de otro
modo, tomar conciencia de nuestro desconocimiento. Una vez admitida la propia
ignorancia, comenzaba la mayéutica propiamente dicha: por medio del diálogo, con
nuevas preguntas y razonamientos, Sócrates iba conduciendo a sus interlocutores al
descubrimiento (o alumbramiento) de una respuesta precisa a la cuestión planteada,
de modo tan sutil que la verdad parecía surgir de su mismo interior, como un
descubrimiento propio.
La filosofía de Sócrates el ser humano aspira a la felicidad, y hacia ello encamina sus
acciones. Sólo una conducta virtuosa, por otra parte, proporciona la felicidad. Y de
entre todas las virtudes, la más importante es la sabiduría, que incluye a las restantes.
El que posee la sabiduría posee todas las virtudes porque, según Sócrates, nadie obra
mal a sabiendas: si, por ejemplo, alguien engaña al prójimo es porque, en su
ignorancia, no se da cuenta de que el engaño es un mal. El sabio conoce que la
honestidad es un bien, porque los beneficios que le reporta son muy superiores a los
que puede reportarle el engaño.
Sin embargo, en los Diálogos de Platón resulta difícil distinguir cuál es la parte de lo
expuesto que corresponde al Sócrates histórico y cuál pertenece ya a la filosofía de su
discípulo. Sócrates no dejó doctrina escrita, ni tampoco se ausentó de Atenas (salvo
para servir como soldado), contra la costumbre de no pocos filósofos de la época, y en
especial de los sofistas. Si, como parece, las ideas éticas antes expuestas son del propio
Sócrates, su filosofía se sitúa en la antípodas del escepticismo y del relativismo moral
de los sofistas (Protágoras, Gorgias), pese a lo cual, y a causa de su pericia dialéctica,
pudo ser considerado en su tiempo como uno de ellos, tal y como refleja la citada
comedia de Aristófanes.
Con una gran agudeza de razonamiento y facilidad de palabra, pasó la mayor parte de
su vida en los mercados y plazas públicas de Atenas manteniendo discusiones y
respondiendo mediante preguntas, un método denominado mayéutica, o
conocimiento a través del cuestionamiento. No escribió ningún libro ni tampoco fundó
una escuela regular de filosofía. Todo lo que se sabe con certeza sobre él se debe a dos
de sus discípulos más notables: Platón y el historiador Jenofonte. Su contribución a la
filosofía ha sido de un marcado tono ético. La base de sus enseñanzas y lo que inculcó,
fue la creencia en una comprensión objetiva de los conceptos de justicia, amor y virtud
y el conocimiento de uno mismo. Creía que todo vicio es el resultado de la ignorancia y
que ninguna persona desea el mal; a su vez, la virtud es conocimiento y aquellos que
conocen el bien, actuarán de manera justa.