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Manuel Belgrano 1

Manuel Belgrano
Manuel Belgrano

Manuel Belgrano durante su estadía en Londres; obra al óleo sobre tela de François Casimir Carbonnier, la imagen del fondo
[1]
reproduce el primer izado de la Bandera Argentina

4.º General en Jefe del Ejército del Norte


Predecesor Juan Martín de Pueyrredón

Sucesor José de San Martín

8.º General en Jefe del Ejército del Norte


7 de agosto de 1816-11 de diciembre de 1819

Predecesor José Rondeau

Sucesor Francisco Fernández de la Cruz

Jefe del Regimiento de Patricios


1811-1814

Predecesor Cornelio Saavedra

Sucesor Gregorio Perdriel

Datos personales

Nacimiento 3 de junio de 1770


Buenos Aires, Virreinato del Perú

Fallecimiento 20 de junio de 1820 (50 años)


Buenos Aires, Provincias Unidas del Río de la Plata

Cónyuge María Josefa Ezcurra María Dolores Helguero y Liendo

Hijos Manuela Mónica, Pedro Rosas

Ocupación abogado, periodista, político, economista y militar

Alma máter Universidad de Valladolid

Religión Catolicismo

Firma
Manuel Belgrano 2

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano (Buenos Aires, Virreinato del Perú, 3 de junio de 1770 –
ibídem, 20 de junio de 1820) fue un intelectual, economista, periodista, político, abogado y militar de las Provincias
Unidas del Río de la Plata, actual Argentina. Participó en la defensa de Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas,
en la Revolución de Mayo, en la Guerra de Independencia de la Argentina y en las guerras civiles argentinas. Fue el
creador de la Bandera de Argentina.
Belgrano fue un destacado representante de la población criolla de Buenos Aires, y uno de los principales impulsores
de la emancipación del país que luego se llamaría Argentina, respecto a España. Para ello en un principio promovió
las aspiraciones de Carlota Joaquina en la región, aunque sin éxito. Junto a otros patriotas impulsó la destitución del
virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, lo cual produjo la Revolución de Mayo; Belgrano integró la Primera Junta que
dirigió el gobierno desde entonces. Se le encargó la dirección del Ejército del Norte, y aunque fue derrotado por las
fuerzas realistas, sentó las bases de la declaración de independencia paraguaya de 1811. En 1812 creó la bandera de
Argentina en la actual ciudad de Rosario, y dirigió el éxodo jujeño, tras lo cual se impuso a los españoles en las
batallas de Tucumán y Salta. Tuvo gran influencia en el Congreso de Tucumán y propuso la idea de establecer una
monarquía constitucional dirigida por un noble Inca, pero no logró apoyo.
La educación fue una de sus principales preocupaciones: para ello elaboró durante su estadía en España un plan de
acción con avanzadas ideas sobre la misma.
Es el más metódico de los [generales] que conozco en nuestra América; lleno de integridad y talento natural,
no tendrá los conocimientos de un Moreau o Bonaparte en punto a milicia, pero créame Ud. que es el mejor
que tenemos en América del Sur.
General José de San Martín a Godoy Cruz.
Belgrano no tenía, como él mismo lo ha dicho, grandes conocimientos militares, pero poseía un juicio recto,
una honradez a toda prueba, un patriotismo puro y desinteresado, el más exquisito amor al orden, un
entusiasmo decidido por la disciplina y un valor moral que jamás se ha desmentido.
General José María Paz
General sin las dotes del genio militar, hombre de estado sin fisonomía acentuada...Sus virtudes fueron la
resignación y la esperanza, la honradez del propósito y el trabajo desinteresado.
Domingo Faustino Sarmiento[2]
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Trayectoria

Nacimiento y estudios
Manuel Belgrano nació en Buenos Aires el 3 de junio
de 1770, en la casa paterna, actual Av. Belgrano 430 a
metros del Convento de Santo Domingo y fue
bautizado en la Catedral de Buenos Aires al día
siguiente.[3]
Él era criollo aunque su padre Domenico era de origen
italiano,[4] oriundo de Oneglia, en Liguria, y tenía
como primer apellido el de Peri, que se castellanizó
luego como Pérez, aunque adoptó luego el apellido
Belgrano. Era un comerciante autorizado por el rey de
España para trasladarse a América. La madre de
Belgrano era María Josefa González Casero, nacida en
la ciudad de Buenos Aires, de familia procedente de
Santiago del Estero.[5] Domingo Belgrano y Peri tuvo
un éxito como comerciante que le permitió enviar a sus
hijos Francisco y Manuel a estudiar a Europa. Deseaba
que se instruyeran en comercio, pero Manuel optó en Escudo de armas de la familia Belgrano.
cambio por estudiar Derecho. Manuel estudió
primeramente en el Real Colegio de San Carlos
(antecedente del actual Colegio Nacional de Buenos
Aires).- Entre 1786 y 1793 estudió Derecho en las
universidades españolas de Salamanca y Valladolid,
donde se graduó como Bachiller en Leyes, con medalla
de oro, a los 18 años de edad en la Cancillería de
Valladolid, dedicando especial atención a la economía
política. Por tal motivo, en Salamanca fue el primer
presidente de la Academia de Práctica Forense y
Economía Política.

Manuel Belgrano alcanzó un destacable éxito y


prestigio por ese entonces, que le permitió obtener del
papa Pío VI una autorización para leer toda clase de
literatura prohibida. Dicha concesión se le otorgó "...en
la forma más amplia para que pudiese leer todo género
de libros condenados aunque fuesen heréticos.",[] con
la única excepción de las obras obscenas. De esta
manera tuvo acceso a los libros de Montesquieu, La casa de Manuel Belgrano, demolida a inicios del siglo XX.
Rousseau y Filangieri; así como imbuirse de las tesis
fisiocráticas de Quesnay. También leyó a los escritores españoles de tendencia ilustrada, como Jovellanos y
Campomanes.

Más tarde, de regreso en territorio rioplatense, quizás a través de su primo Juan José Castelli, se interesó por el
pensamiento de Francisco Suárez, quien declaraba que el poder de los gobiernos deviene de Dios a través de los
pueblos.
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Siguió los acontecimientos de la Revolución Francesa de 1789, que le influyeron hasta el punto de hacerle adoptar,
como a José de San Martín, el ideario liberal de finales del siglo XVIII.
Belgrano se rodeó de la élite intelectual de España, y
por aquel entonces se discutía sobremanera la reciente
Revolución francesa. Los cuestionamientos al derecho
divino de los reyes, los principios de igualdad ante la
ley y de libertad, y la aplicación universal de la
Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano, estaban en boca de todos. En esos círculos
se consideraba imperioso refundar la nación bajo
principios similares, y quienes no estaban de acuerdo
eran tachados de tiranos y partidarios de ideas antiguas
y desprestigiadas.[] Años más tarde escribiría en su
autobiografía:

Como en la época de 1789 me hallaba en La Revolución francesa fue un importante tema de discusión en
Europa durante la permanencia de Manuel Belgrano.
España y la revolución de Francia hiciese
también la variación de ideas y
particularmente en los hombres de letras con quienes trataba, se apoderaron de mí las ideas de libertad,
igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuere donde
fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido, y aún las mismas
sociedades habían acordado en su establecimiento directa o indirectamente.[6]

También se dedicó al estudio de las lenguas vivas, la economía política y el derecho público. Los autores que lo
influyeron más profundamente fueron Campomanes, Jovellanos, Adam Smith y Quesnay. Sus principales puntos de
interés en las obras de tales autores eran aquellos referidos al bien público y la búsqueda del provecho general.[]
Belgrano pensaba por entonces que la teoría fisiocrática de Quesnay y los postulados de Smith podían aplicarse en
forma complementaria en el Río de la Plata.

El Consulado de Comercio
Fue nombrado Secretario "Perpetuo" del Consulado de Comercio de Buenos Aires el 2 de junio del 1794,[7] y pocos
meses después regresó a Buenos Aires. Ejerció ese cargo hasta poco antes de la Revolución de Mayo, en 1810. En
dicho cargo se ocupaba de la administración de justicia en pleitos mercantiles y fomentar la agricultura, la industria y
el comercio. Al no tener libertad para realizar grandes modificaciones en otras áreas de la economía, concentró gran
parte de sus esfuerzos en impulsar la educación. En Europa su maestro Campomanes le había enseñado que la
auténtica riqueza de los pueblos se hallaba en su inteligencia y que el auténtico fomento de la industria se encontraba
en la educación.[]
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Durante su gestión estuvo casi en permanente conflicto


con los vocales del Consulado, todos ellos grandes
comerciantes con intereses en el comercio monopólico
con Cádiz. Año tras año presentó informes con
propuestas influenciadas por el librecambismo que, en
general, fueron rechazadas por los vocales. Belgrano
sostenía por entonces que "El comerciante debe tener
libertad para comprar donde más le acomode, y es
natural que lo haga donde se le proporcione el género
más barato para poder reportar más utilidad".[]

De todos modos obtuvo algunos logros importantes,


como la fundación de la Escuela de Náutica y la
Academia de Geometría y Dibujo. Belgrano, a través
del Consulado, también abogó por la creación de la
Escuela de Comercio y la de Arquitectura y
Perspectiva. Su motivación para fundar la escuela de
comercio radicaba en que consideraba que la formación
era necesaria para que los comerciantes obraran en
función del crecimiento de la patria. Con las escuelas
de Dibujo y Náutica se pretenderá fomentar en los
jóvenes el ejercicio de una profesión honrosa y
lucrativa. Estas últimas funcionaban en un mismo local,
Juan José Castelli, primo de Manuel Belgrano, ambos compartieron
contiguo al consulado, de forma que Belgrano pudiese las labores en el Consulado de Buenos Aires y en el periodismo.
observar e inspeccionar su desenvolvimiento. Estas
escuelas operaron durante tres años, y fueron cerradas en 1803 por orden de la Corona española — en particular del
ministro Manuel Godoy — que las consideraba un lujo innecesario para una colonia. Belgrano consideró que el
impulso educativo "no podía menos que disgustar a los que fundaban su interés en la ignorancia y el abatimiento de
sus naturales".

Su iniciativa ayudó a la publicación del primer periódico de Buenos Aires, el Telégrafo Mercantil, dirigido por
Francisco Cabello y Mesa, y en el que colaboraban Belgrano y Manuel José de Lavardén. Dejó de aparecer en
octubre de 1802, tras tirar unos doscientos números, después de varios problemas con las autoridades coloniales, que
veían con malos ojos las tímidas críticas allí deslizadas y el estilo desenfadado de las sátiras y críticas de costumbres.
También colaboró en el Semanario de Agricultura, Comercio e Industria, dirigido por Hipólito Vieytes. Allí
explicaba sus ideas económicas: promover la industria para exportar lo superfluo, previa manufacturación; importar
materias primas para manufacturarlas; no importar lo que pudiese producir en el país ni mercaderías de lujo;
importar solamente mercaderías imprescindibles; reexportar mercaderías extranjeras; y poseer una marina mercante.
Ya por entonces Belgrano se veía afectado por una enfermedad contraída en Europa,[8] que lo obligó a tomar
licencias de varios meses en el Consulado, y motivó también que recomendara a la Corte a su primo Juan José
Castelli, de principios similares, como posible reemplazante.[9] La oposición de los comerciantes españoles demoró
la designación de Castelli hasta 1796.[10]
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Las Invasiones Inglesas


Belgrano fue designado capitán de las milicias urbanas de Buenos Aires en 1797 por el virrey Pedro de Melo.
Trabajaba por entonces en el Consulado, y no tenía un interés genuino en desarrollar ninguna carrera militar. En su
autobiografía declaró lo siguiente:
Si el virrey Melo me confirió el despacho de capitán de milicias urbanas de la capital, más bien lo recibí
para tener un vestido más que ponerme, que para tomar conocimientos en semejante carrera.[6]
El virrey Sobremonte le encargó la formación de una milicia en previsión de algún ataque inglés, pero no tomó el
encargo muy en serio. Esto llevó a su primer participación en un conflicto armado, cuando el 25 de junio de 1806
desembarcó una expedición de 1.600 soldados ingleses al mando de William Carr Beresford, lo cual inició las
Invasiones Inglesas. Belgrano marchó al Fuerte de Buenos Aires apenas escuchó la alarma general, donde reunió a
numerosos hombres para enfrentar la invasión. Sin conocimientos de milicia, marcharon desordenadamente hacia el
Riachuelo. Tras un único cañonazo inglés, debió obedecer las indicaciones de su jefe de mando y ordenar la retirada.
Más tarde escribiría: "Nunca sentí más haber ignorado hasta los rudimentos de la milicia." Tras tomar la ciudad los
ingleses exigieron a todas las autoridades que prestaran juramento de lealtad. El Consulado en pleno accedió a la
demanda inglesa, exceptuando a Belgrano que sostuvo que "Queremos al antiguo amo, o a ninguno". Se exilió de
Buenos Aires y buscó refugio en la capilla de Mercedes, en la Banda Oriental.[11]
Los ingleses fueron expulsados por una expedición organizada por Santiago de Liniers, aunque se esperaba que éstos
intentarían atacar nuevamente la ciudad. Belgrano regresó tras la reconquista y se unió a las fuerzas que organizaba
Liniers. Fue nombrado sargento mayor del Regimiento de Patricios, bajo las órdenes de Cornelio Saavedra, y
profundizó sus estudios de táctica militar. Tras conflictos con otros oficiales Belgrano renunció al cargo de Sargento
Mayor y se puso a las órdenes de Liniers. Durante el combate que tuvo lugar poco después sirvió como ayudante de
campo de una de las divisiones del ejército a cargo del coronel Balviani.[12] Tras la exitosa resistencia de Buenos
Aires volvió a hacerse cargo del Consulado y dejó nuevamente los estudios militares.[6]

El carlotismo
Belgrano fue el fundador en el Río de la Plata de la corriente llamada
carlotismo. Ante la llegada de noticias de que la metrópoli había sido
ocupada por el ejército francés y el rey Fernando VII estaba preso en
Francia, esperaba poder suplantarlo, al menos para ese Virreinato, por
la infanta Carlota Joaquina, hermana del rey depuesto y residente en
esa época en Río de Janeiro. También el marqués de Casa Pizarro,
Ramón García de León y Pizarro, pensaba que esto sería positivo para
el Virreinato del Río de la Plata, dadas las circunstancias de España
frente al poder de José Bonaparte.[13] Su idea era ganar más autonomía,
y tal vez la independencia, a través de la figura de la Infanta. Mantuvo
nutrida correspondencia con ella y unió a su movimiento a muchos
destacados independentistas, como Castelli, Vieytes, Nicolás
Rodríguez Peña, Juan José Paso, Miguel Mariano de Villegas e incluso
efímeramente a Saavedra.

Pero su teoría chocaba de frente con la realidad: la Infanta era la esposa


Carlota Joaquina de Borbón.
del regente y príncipe heredero de Portugal, que de esa manera habría
extendido sus colonias, absorbiendo el Virreinato del Río de la Plata.
Por otro lado, las ideas políticas de Carlota Joaquina eran absolutistas y jamás habría permitido que bajo su corona se
instalara ninguna forma de autonomía. El partido carlotista logró tener bastante influencia, pero nunca llegó a poner
en peligro el Virreinato del Río de la Plata; a comienzos de 1810, el proyecto carlotista había fracasado, aunque el
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partido de Belgrano seguía funcionando como centro de conspiraciones independentistas.


Convenció al nuevo virrey, Cisneros, de editar otro periódico, el Correo de Comercio, y con la excusa de discutir sus
ediciones, promovía reuniones en que se planeaban las acciones de su grupo político. Su nombre público era la
Sociedad Patriótica, Literaria y Económica.
Apoyó la apertura al comercio internacional del puerto de Buenos Aires, que fue ordenada por el virrey Cisneros, en
parte presionado por la famosa Representación de los Hacendados, escrita por Mariano Moreno, pero aparentemente
basada en las ideas de Belgrano.[14] [15]
En abril de 1810 renunció a su cargo en el Consulado.

La Primera Junta de Gobierno


A principios de mayo de 1810 fue uno de los principales dirigentes de la insurrección que se transformó en la
Revolución de Mayo. En ésta su papel fue central, tanto personalmente como en su papel de jefe del carlotismo.
Participó en el cabildo abierto del 22 de mayo y votó por el reemplazo del Virrey por una Junta, que fue la propuesta
vencedora. El 25 de mayo fue elegido vocal de la Primera Junta de Gobierno, embrión de un gobierno argentino,
junto con otros dos carlotistas: Castelli y Paso.
Continuó dirigiendo y editando el Correo de Comercio, en el cual expresó:
Que no se oiga ya que los ricos devoran a los pobres, y que la justicia es sólo para los ricos.
Belgrano era el miembro de la Junta con más experiencia política, y el más relacionado: la mayor parte de los
funcionarios nombrados por el nuevo gobierno lo fueron por consejo suyo. Dirigió por un corto período el ex partido
carlotista, pero rápidamente el control del grupo — y en cierta medida del gobierno — pasó a Mariano Moreno.

Campaña al Paraguay y actividad en la Banda Oriental


Aunque no era militar profesional, fue nombrado general al mando del ejército libertador del Paraguay. Dice al
respecto en su autobiografía:
Me hallaba de vocal de la Junta Provisoria cuando en el mes de agosto de 1810, se determinó mandar
una expedición al Paraguay. La Junta puso las miras en mí para mandarme con la expedición
auxiliadora, como representante y general en jefe de ella; admití porque no se creyese que repugnaba los
riesgos, que sólo quería disfrutar de la Capital, y también porque entreveía una semilla de desunión entre
los vocales mismos, que yo no podía atajar, y deseaba hallarme en un servicio activo, sin embargo de
que mis conocimientos militares eran muy cortos.
En sus campañas militares llamó la atención su frugalidad y su modo de vida equiparable al de un soldado raso.
Al mando de un escaso y bisoño ejército, en el cual hicieron sus primeras armas los asuncenos José Espínola,
Narciso Flores, Félix Bogado y José Machain, aseguró la autoridad del nuevo gobierno en la Mesopotamia argentina,
organizando como villas y dándoles una fundación formal a los pueblos preexistentes de Curuzú Cuatiá y Mandisoví
(cerca de la actual Federación (Entre Ríos)) como antemurales contra las invasiones brasileñas.
Ya en territorio paraguayo, logró una primera victoria sobre los realistas en la batalla de Campichuelo, pero resultó
derrotado por tropas numéricamente muy superiores en la batalla de Paraguarí y en la batalla de Tacuarí. Estas
derrotas, en 1811, significaron un revés para el intento de mantener a Paraguay unido a la Argentina, aunque logró
influir efectiva y eficazmente en la emancipación de dicho territorio, a tal punto que en 1812 firmó con el nuevo
estado un tratado de Confederación, que no pudo concretarse entonces. Es en esa época que redactó los Reglamentos
para las provincias de Misiones, cuerpo legislativo que es precedente para la Constitución Nacional argentina.
Ante el agravamiento de la situación de los patriotas en la más estratégica Banda Oriental la Junta porteña obligó a
Belgrano a concluir lo más pronto posible la campaña en Paraguay.
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Después del fracaso de la expedición, la Junta de Buenos Aires le inició una causa el 6 de junio de 1811, aunque no
había un cargo concreto hacia él, sino una "petición del pueblo" para que se hiciesen los "cargos a que hubiese
lugar". Se convocó entonces tanto al pueblo de Buenos Aires como a la milicia de la Banda Oriental para que
declararan contra el general. Sin embargo, no solo nadie presentó cargos en su contra, sino que los oficiales que
habían actuado en la campaña al Paraguay manifestaron en un documento no tener quejas y defendieron su sacrificio
patriótico y heroico valor. El tribunal llamó a declarar a algunos militares, quienes manifestaron la conducta de
Belgrano fue intachable.
Finalmente, el gobierno resolvió el 9 de agosto de 1811 absolverlo y emitir el veredicto en la Gazeta de Buenos
Ayres:[16]
...se declara que el general don Manuel Belgrano se ha conducido en el mando de aquel ejército con un
valor, celo y consistencia digno del reconocimiento de la patria...
Mientras tanto, la Junta le encargó que se pusiera al frente del ejército que debía sitiar y rendir Montevideo ciudad
que estaba aún bajo el poder de los españoles, llevando como su segundo jefe a José Rondeau. A mediados de abril,
Belgrano, nombró a José Gervasio Artigas Segundo Jefe Interno del Ejército de Operaciones de la Banda Oriental,
según lo comunicó a la Junta en su oficio datado en Mercedes el 27 de abril de 1811. La Junta Grande, en cambio,
designó segundo jefe a Rondeau, quien recién llegó a Mercedes a principios de mayo. De acuerdo con las órdenes
que había recibido la Junta, Belgrano nombró a Artigas Comandante Principal de las Milicias Patrióticas,[17] pero
Belgrano fue llamado a Buenos Aires por el Primer Triunvirato.
En octubre de 1811 se encontraba nuevamente en Paraguay y el día 12 firmó con el recientemente constituido primer
gobierno independiente de dicho territorio un Tratado de Amistad, Auxilio y Comercio para una Confederación.
Posteriormente el Triunvirato lo envió nuevamente a entrevistarse con el nuevo gobernante del Paraguay, Gaspar
Rodríguez de Francia, pero éste no le recibió ni contestó sus comunicaciones; ese fue el comienzo del aislamiento
absoluto que el Doctor Francia impuso a su país.
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La creación de la bandera argentina


Fue nombrado jefe del regimiento de Patricios en reemplazo
de Saavedra, que había sido condenado a destierro. Pero el
Regimiento se negó a aceptarlo como su jefe, y se amotinó, en
el llamado Motín de las Trenzas, que fue sangrientamente
reprimido.[18] Para recomponer la disciplina, fue enviado a
Rosario a vigilar el Río Paraná contra avances de los realistas
de Montevideo.

Allí, en Rosario a las orillas del Paraná, el 27 de febrero de


1812 enarboló por primera vez la bandera argentina, creada
por él con los colores de la escarapela, también obra suya. Lo
hizo ante las baterías de artillería que denominó "Libertad" e
"Independencia", donde hoy se ubica el Monumento Histórico
Nacional a la Bandera. Inicialmente, la bandera era un
distintivo para su división del ejército, pero luego la adoptó
como un símbolo de independencia. Esta actitud le costó su
primer enfrentamiento abierto con el gobierno centralista de
Buenos Aires, personificado en la figura del ministro
Bernardino Rivadavia, de posturas netamente europeizantes.
El Triunvirato reaccionó alarmado: la situación militar podría
obligar a declarar una vez más la soberanía del rey de España,
de modo que Rivadavia le ordenó destruir la bandera. Sin
embargo, Belgrano la guardó y decidió que la impondría
después de alguna victoria que levantara los ánimos del Virgen de Caacupé una de las advocaciones a santa María
ejército y del Triunvirato. que Manuel Belgrano tuvo por referencia.

En cuanto a su elección de los colores de la bandera nacional argentina, tradicionalmente se ha dicho que se inspiró
en los colores del cielo; esta versión es sin dudas válida aunque no excluyente de otras. Sin embargo, es muy
probable que haya elegido los colores de la dinastía borbónica (el azul-celeste y el 'plata' o blanco) como una
solución de compromiso: en sus momentos iniciales las Provincias Unidas del Río de la Plata, para evitar el estatus
de rebelde declararon que rechazaban la ocupación realista, aunque mantenían aún fidelidad a los Borbones. Por otra
parte, Belgrano parece haber sido devoto de la Virgen de Luján, y otras advocaciones de la Virgen (de Chaguaya, de
Itatí, del Valle, de Cotoca, y de Caacupé), cuyas vestes tradicionalmente son o han sido albicelestes; en rigor ninguna
de las teorías se contradice ya que los colores del cielo representan al manto de la Inmaculada Concepción de La
Virgen cuyos colores fueron elegidos por la dinastía borbónica de la Corona de España para su presea más
importante entonces otorgada: la Orden de Carlos III, de esta presea o condecoración surgió luego durante las
Invasiones Inglesas la escarapela y penacho del Regimiento de Patricios.

En el año 1938 por primera vez se celebró el Día de la Bandera en Argentina, eligiéndose el 20 de junio, día de la
fecha de su fallecimiento.[19]
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Batallas de Tucumán y Salta


El mismo día que hizo flamear esa bandera, en febrero
de 1812, era nombrado jefe del Ejército del Norte.
Debía partir hacia el Alto Perú, a reemplazar a Juan
Martín de Pueyrredón y engrosar el ejército con las
tropas de su regimiento.
Se hizo cargo del mando en la posta de Yatasto: del
ejército derrotado quedaban apenas 1500 hombres, de
los cuales 400 internados en el hospital; tampoco había
casi piezas de artillería, y no tenía fondos para pagar a
los soldados. Instaló su cuartel en Campo Santo, al este
de la ciudad de Salta. Se dedicó a disciplinar el ejército
y organizó su hospital, la maestranza y el cuerpo de
ingenieros. Su seriedad y su espíritu de sacrificio le
ganaron la admiración de todos y logró levantar el
ánimo de las tropas.

En mayo se trasladó a Jujuy e intentó algunas


operaciones en la Quebrada de Humahuaca. Para
levantar la moral del ejército, hizo bendecir la bandera
por el cura de la iglesia de la ciudad, Juan Ignacio
Gorriti, que había sido miembro de la Junta Grande.
Mientras tanto, el ejército de José Manuel de Manuel Belgrano a caballo.
Goyeneche, el vencedor de Huaqui, se demoraba en
comenzar operaciones en el sur, retrasado por la desesperada defensa de Cochabamba. Pero a fines de junio comenzó
su avance hacia el sur.
En esta situación, Belgrano recibió del Triunvirato la orden de replegarse, sin presentar batalla, hacia Córdoba. Así
fue que dirigió el "Éxodo Jujeño": ordenó a toda la población seguirlo, destruyendo todo cuanto pudiera ser útil al
enemigo. No pudo hacer cumplir esa misma orden para la ciudad de Salta, dado que el enemigo estaba ya muy cerca.
La Junta establecida en Buenos Aires le ordenó una retirada hasta la ciudad de Córdoba, pero Belgrano, conocedor
por experiencia de los territorios, observó que las posibles defensas de Córdoba podrían ser muy fácilmente
esquivadas por una ofensiva realista procedente del Alto Perú, e incluso reforzada desde el reocupado Chile (la
ciudad de Córdoba aunque está a cerca de las sierras se ubica ya en una llanura escasamente defendible por lo cual,
sin presentar batalla a los patriotas los realistas podían avanzar directamente hasta Buenos Aires), lo cual le hizo
considerar la petición de resistencia a ultranza hecha por el pueblo en San Miguel de Tucumán.
Fue alcanzado en Las Piedras, donde perdió algunos hombres; pero ordenó un contraataque que resultó exitoso y
levantó la decaída moral de su ejército en retirada. Cumpliendo las órdenes, se dirigió hacia Santiago del Estero.
Pero los ciudadanos notables de San Miguel de Tucumán, encabezados por Bernabé Aráoz, lo convencieron de
desviarse hacia esa ciudad. Allí reunió varios centenares de soldados más y se hizo fuerte en la propia ciudad.
Respondió a un altanero ultimátum del general Goyeneche fechado en el "cuartel general del Ejército Grande" con
una irónica negativa fechada en el "campamento del Ejército Chico".
El jefe del ejército de vanguardia realista, general Pío Tristán, avanzó hasta las afueras de la ciudad con sus tropas
desprevenidas, con la artillería empacada sobre las mulas.
Pero cuando el ejército se presentó en el llamado "Campo de las Carreras", en las afueras de la ciudad, fueron
sorpresivamente atacados por el ejército independentista. La batalla de Tucumán (24 de septiembre de 1812) fue
increíblemente confusa: cada unidad peleó por su lado, se desató una tormenta de tierra, e incluso el cielo se
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oscureció por una manga de langostas. Belgrano acampó a cierta distancia, y sólo el llegar la noche supo que había
triunfado. Fue la más importante de las victorias de la guerra de la independencia argentina.
Belgrano reorganizó las tropas y avanzó hacia Salta. El 20 de febrero de 1813 se libró la batalla de Salta, en la
pampa de Castañares, lindante con la ciudad de Salta, en la que logró un triunfo completo, haciendo inútil la defensa
de las tropas de Tristán. Fue la primera vez que la bandera argentina presidió una batalla.
Firmó con Tristán un armisticio, por el cual dejó en libertad a los oficiales realistas, bajo juramento de que nunca
volvieran a tomar las armas contra los patriotas. Esta decisión le valió las críticas de los miembros del gobierno
porteño y de muchos historiadores actuales. Pero es posible que, si se hubiera portado con más crueldad, como
Castelli en 1811, no hubiera podido recibir el apoyo que recibió en el Alto Perú.
Como consecuencia de la batalla de Salta, las provincias altoperuanas de Chuquisaca, Potosí, y más tarde,
Cochabamba, se levantaron contra los españoles. Expulsó al obispo de Salta, cuando descubrió que estaba
cooperando con los realistas.

Segunda Campaña al Alto Perú


En abril de 1813 inició el avance hacia el norte, al territorio de la actual
Bolivia. Intentó no empeorar las relaciones con los altoperuanos, que
habían quedado mal predispuestos contra los porteños desde las
imprudencias de Castelli y Monteagudo, pero hizo ejecutar a los
realistas que habían violado el juramento dado en la batalla de Salta y
por el que habían sido liberados: les cortó las cabezas y las hizo clavar
con un cartel que decía "por perjuros e ingratos".
Tucumán hacia 1812 durante el gobierno del
En junio entraba con su ejército de 2.500 hombres en Potosí, donde
General Manuel Belgrano(óleo actual)
reorganizó la administración y nombró gobernadores adictos en casi
todo el Alto Perú. Mientras tanto, Goyeneche era reemplazado por
Joaquín de la Pezuela, un general, más hábil que aquel, que pronto reunió un ejército de casi 5.000 hombres.
Belgrano se puso en marcha con 3.500 hombres, y contando con el apoyo de las fuerzas indígenas acaudilladas por
Cornelio Zelaya, Juan Antonio Álvarez de Arenales, Manuel Asencio Padilla e Ignacio Warnes. Éste último había
sido nombrado gobernador de Santa Cruz de la Sierra por Belgrano, y había logrado extender significativamente el
territorio liberado.
Enfrentó a Pezuela el 1 de octubre en la batalla de Vilcapugio, donde en un primer momento pareció que podía
lograr la victoria. Un sorpresivo contraataque realista logró una victoria total para Pezuela. En ella perdió poco
menos de la mitad de sus tropas, casi toda su artillería y su correspondencia. Por ésta, Pezuela supo que Belgrano
esperaba refuerzos. Por eso forzó rápidamente una nueva batalla.
En la batalla de Ayohuma, del 14 de noviembre, no atinó a ocultar la disposición de sus tropas, lo que permitió que
Pezuela lo atacara con seguridad, cambiando de frente. Fue una completa victoria realista.
Como consecuencia de estas derrotas se retiró a Jujuy, dejando las provincias del Alto Perú en manos del enemigo.
Quedaban en esas provincias varios jefes guerrilleros, los más destacados de los cuales fueron Arenales, Warnes y
Padilla, que dieron mucho trabajo a su enemigo hasta el regreso del Ejército del Norte, al año siguiente.
Pero no sería bajo el mando de Belgrano: cuestionado por el gobierno de Buenos Aires, en enero dejaba el mando del
Ejército del Norte al entonces coronel José de San Martín en el encuentro de La Posta de Yatasto, Salta. Belgrano se
puso a órdenes de San Martín como su segundo, pero a los pocos días regresó a Buenos Aires, seriamente enfermo
por afecciones contraídas durante sus extensas campañas militares, probablemente paludismo y tripanosomiasis.
Pese a encontrarse con un ejército material y anímicamente diezmado, San Martín reconoció en todo momento la
gran labor libertadora desempeñada por Belgrano al frente de las terribles campañas del Alto Perú, profesándole en
todo momento un gran respeto y admiración.
Manuel Belgrano 12

Su fracaso en esta campaña ha sido considerado como determinante de la posterior separación entre Argentina y
Bolivia. Tal secesión parece deberse sin embargo a causas más profundas, tal como el inexplicable desinterés del
gobierno de Buenos Aires, que en una carta fechada el 9 de mayo de 1825 le responde al mariscal Antonio José de
Sucre que es voluntad del Congreso General y Constituyente que las provincias del Alto Perú queden en plena
libertad para disponer de su suerte, según crean convenir mejor a sus intereses y a su felicidad.

Diplomacia en Europa
Siguió prestando servicios a la causa argentina en el plano diplomático. Entre 1814 y 1815 viajó, con riesgo para su
vida, tanto por estar enfermo como por ser considerado un súbdito rebelde, a Europa para negociar el reconocimiento
de la independencia ante las potencias del Viejo Mundo, aunque sin obtener resultados.
Fue enviado junto con Rivadavia a Londres, para negociar con el gobierno inglés y con el rey de España. No es
seguro qué actitud debían tomar respecto de éste, si conseguir la independencia o reconocerlo como monarca
constitucional. Rivadavia llevaba instrucciones secretas que Belgrano no conocía: negociar preferentemente con
Londres y ofrecer la corona del Reino del Río de la Plata a un príncipe español o inglés. De paso por Río de Janeiro,
se entrevistaron con lord Strangford, el embajador inglés. También estaba en esa ciudad Manuel José García,
enviado por Alvear para negociar otras opciones; entre ellas, la incorporación a Inglaterra como colonia.
Llegados a Londres, no lograron entrevistarse con el canciller Castlereagh. Temiendo quedar aislados, intentaron
coronar al príncipe Francisco de Paula de Borbón, un hermano de Fernando VII, con la colaboración del ex rey
Carlos IV. Incluso Belgrano redactó un proyecto de constitución, casi copiada de la inglesa, con su cámara de
Nobles, de Comunes, y su nobleza.[20]
Es en ese viaje que observó la feroz hostilidad de casi todos los gobiernos europeos de entonces a los estados
republicanos o democráticos. Se trataba de la época de la Santa Alianza en Europa. Esto explica que a su regreso de
la misión en Europa, a mediados de 1815 haya propuesto, como San Martín y por idénticos motivos, un gobierno de
transición que fuera del tipo monárquico constitucional.
Su propuesta implicaba una monarquía casi nominal que ofrecía el trono a los descendientes de los Incas; muy
probablemente según esos proyectos el título correspondería a Juan Bautista Condorcanqui Túpac Amaru, único
hermano sobreviviente conocido de Túpac Amaru II,[21] y un gobierno efectivo de tipo parlamentario, con el objeto
de lograr el pronto reconocimiento a nivel internacional de la independencia argentina. Esta propuesta fue
ridiculizada por sus contemporáneos. Sin embargo, habría obedecido a un inteligente cálculo por parte de Belgrano:
la oferta de la corona a los Incas buscaba atraer la adhesión de las poblaciones de las actuales zonas andinas de
Bolivia, Perú y Ecuador al movimiento emancipatorio que se gestaba desde Argentina.
Fue, con San Martín y Bernardo de Monteagudo, uno de los principales promotores de la declaración definitiva de la
independencia argentina en San Miguel de Tucumán, el 9 de julio de 1816.

La guerra civil
Al llegar a Buenos Aires fue puesto a cargo del ejército de operaciones contra los federales de provincia de Santa Fe,
en reemplazo de Juan José Viamonte. Éste estaba sitiando la villa de Rosario. Su segundo era Eustoquio Díaz Vélez,
el mismo que había sido su segundo en Tucumán, Salta, Vilcapugio y Ayohuma. Lo envió a exigir rendición a los
santafesinos, pero éste -tratando de evitar una guerra civil- acordó el llamado Pacto de Santo Tomé con el
gobernador Mariano Vera, en abril de 1816. Por este tratado depuso a Belgrano como jefe del ejército, colocándose
él mismo en su lugar. Esta rebelión de Díaz Vélez provocó la caída del director Ignacio Álvarez Thomas. Pocos días
más tarde, una comisión porteña integrada - entre otros - por Díaz Vélez firmaría un nuevo tratado con Santa Fe, que
terminaría por ser dejado de lado por el nuevo Director, Antonio González Balcarce, y por el Congreso de Tucumán,
provocando que el caudillo federal José Artigas y el gobierno de Santa Fe se negaran a enviar diputados de los
pueblos del litoral al Congreso que declararía la Independencia Argentina.[22]
Manuel Belgrano 13

En agosto de 1816 se hizo cargo nuevamente del Ejército del Norte; pero no pudo organizar una cuarta expedición al
Alto Perú, como era su sueño. Sólo alcanzó a enviar al teniente coronel La Madrid en una campaña menor, en marzo
de 1817, hasta las cercanías de Tarija. Pero La Madrid, después de una pequeña victoria, y con apenas 400 hombres,
atacó Chuquisaca por sorpresa. Fue derrotado y tuvo que huir por la sierra y la selva, volviendo a Tucumán por el
camino de Orán.[23]
También en 1817, por orden del Congreso de Tucumán, envió a sus mejores tropas a aplastar la revolución federal de
Santiago del Estero, acaudillada por Juan Francisco Borges, quien fue capturado por Aráoz de La Madrid. Al saber
de la prisión de Borges, Belgrano — que originalmente había ordenado su fusilamiento — le indultó; pero Lamadrid
ya había fusilado a su rival santiagueño.
Tras esto, Manuel Belgrano pasó dos años acantonado en la rústica fortaleza de La Ciudadela, a un par de kilómetros
al sudoeste de la Plaza Mayor de la ciudad de San Miguel de Tucumán, sin recursos para seguir la guerra, y tratando
de contrarrestar los posibles contraataques de los españoles y realistas.
Se le ordenó repetidas veces utilizar divisiones del Ejército del Norte contra los federales de Santa Fe. Envió contra
ellos al coronel Juan Bautista Bustos, que no logró doblegar la resistencia del caudillo santafesino Estanislao
López.[24] Si bien no combatió personalmente a los federales, y continuamente se quejaba al gobierno de la
inutilidad de esa guerra, advirtiendo a las autoridades establecidas en Buenos Aires que la población de las
provincias estaban descontentas del centralismo:
"Hay mucha equivocación en los conceptos: no existe tal facilidad de concluir esta guerra; si los autores
de ella no quieren concluirla, no se acabará jamás... El ejército que mando no puede acabarla, es un
imposible. Su único fin debe ser por un avenimiento... o veremos transformarse el país en puros
salvajes..."[25]
A mediados de 1819, cuando estaba ya muy enfermo, el general Rondeau, nuevo Director Supremo, ordenó que el
Ejército del Norte y el de Los Andes abandonaran la lucha contra los realistas para aplastar las rebeldías
provinciales. San Martín sencillamente ignoró la orden, mientras Belgrano obedecía a medias: ordenó a sus tropas
iniciar la marcha hacia el sur, pero pidió licencia por enfermedad y delegó el mando en su segundo, Francisco
Fernández de la Cruz.
Se instaló en Tucumán, pero a poco de llegar fue sorprendido por un motín en esa provincia, que llevó al gobierno a
su viejo conocido Bernabé Aráoz, y terminó con el general en prisión. Su médico particular, el escocés Joseph
Redhead - a quien había conocido después de la batalla de Tucumán y que lo había acompañado desde entonces -
tuvo que interceder por él para que no fuera encadenado. Fue también él quien preparó su viaje a Buenos Aires.[26]
La provincia de Tucumán negó su obediencia al Directorio. Dos meses más tarde, también el Ejército del Norte se
negaría a apoyar al gobierno central contra los federales: al llegar a Santa Fe, el general Bustos dirigió el llamado
motín de Arequito, y el Ejército del Norte fue disuelto.[25]
Manuel Belgrano 14

Su muerte
Llegó a Buenos Aires en plena Anarquía del Año XX,
ya seriamente enfermo de hidropesía. Esta misma
enfermedad lo llevó a la muerte, el 20 de junio de 1820.
En su lecho final fue examinado por un médico que lo
atendió en su casa, al no poder pagarle por sus
servicios, pues en ese momento estaba sumido en la
pobreza, quiso darle un reloj como pago, ante la
negativa del galeno a cobrarle, Belgrano tomó su mano
y puso el reloj dentro de ella, agradeciéndole por sus
servicios.
Una de sus últimas frases fue de esperanza, a pesar de Mausoleo de Manuel Belgrano en el Convento de Santo Domingo,
los malos momentos que pasaban tanto él como su Buenos Aires, obra de Ettore Ximenes.

patria:
...sólo me consuela el convencimiento en que estoy, de quien siendo nuestra revolución obra de Dios, él es
quien la ha de llevar hasta su fin, maniféstándonos que toda nuestra gratitud la debemos convertir a su Divina
Majestad y de ningún modo a hombre alguno.
Manuel Belgrano[27]
Murió en la pobreza, a pesar de que su familia había sido una de las más acaudaladas del Río de La Plata antes de
que Manuel Belgrano se comprometiera con la causa de la independencia.
El mismo día de su muerte es recordado como el Día de los tres gobernadores pues se desataba una crisis política en
el gobierno ejecutivo de la provincia. Esto ayudó a que su fallecimiento fuese casi inadvertido. El único diario que
publicó la noticia fue "El Despertador Teofilantrópico", que era redactado por el fraile franciscano Francisco de
Paula Castañeda.[28][]
Cumpliendo con su última voluntad, su cadáver fue amortajado con el hábito de los dominicos tal como era
costumbre entre los terciarios dominicos, de los que formaba parte[29]) y fue trasladado desde la casa paterna en la
que murió -actual avenida Belgrano, nº 430- al Convento de Santo Domingo, recibiendo sepultura en un atrio. El
mármol de una cómoda de su casa sirvió de lápida para identificarlo.[30]

Exhumación de sus restos


El 4 de septiembre de 1902, una comisión designada por el presidente de la Nación, Julio Argentino Roca, procedió
a exhumar los restos para trasladarlos a la urna que sería depositada en el monumento que se inauguraría en octubre
de ese año en el mismo atrio de Santo Domingo. Dicho monumento se construyó por suscripción popular.
Levantada la lápida, se retiraron los huesos que fueron colocados en una bandeja de plata. Entre ellos se encontraron
algunos dientes, uno de los cuales fue tomado por el ministro del interior, doctor Joaquín V. González, y otro por el
ministro de Guerra, coronel Pablo Ricchieri. Este hecho fue publicado y condenado por los principales diarios
porteños y concluyó cuando el prior de Santo Domingo comentó, en cartas al diario La Prensa, que había recibido
ambos dientes. El ministro González se había justificado ante el prior diciendo que se había llevado el diente para
mostrarlo a sus amigos, y Ricchieri dijo que el lo retiró para presentarlo al señor general Bartolomé Mitre.[31]
Manuel Belgrano 15

Manuel Belgrano y la educación


Manuel Belgrano fue uno de los próceres argentinos que más énfasis puso en impulsar la educación. Durante su
estadía en España había elaborado un plan de acción, que en total abarcaba seis puntos. Uno de ellos estaba dedicado
a la educación:
Antiguamente se halló en la política la máxima siguiente: ´Es bueno, mantener la gran masa del pueblo
en la ignorancia, idea que aunque no fuera indigna del hombre, se opone directamente al verdadero
interés del Soberano. (...) Ése es uno de los objetivos más importantes del gobierno. Vasallos dichosos y
Soberano poderoso, son los resultados del estado actual de las escuelas públicas, y de la educación
lugareña, que después de mil ensayos, se han establecido en varias provincias de Alemania, Suecia,
Inglaterra, etc. (...) Por este medio se logran en la gran masa de una nación costumbres sanas.[32]

Memorias ante el Consulado de Comercio


Al regresar de España con una sólida preparación en
materia económica, mostró en su accionar la influencia
que en él habían ejercido las nuevas ideas.
Ya como Secretario del Consulado, y por una real
orden de erección de dicha institución (1794), tenía la
obligación de presentar anualmente una memoria al
cuerpo relatando las actividades realizadas. Sin
embargo, Belgrano las redactó puntualizando más lo
que debiera hacerse que relatando lo efectuado. De esta
manera alertaba a las autoridades sobre las necesidades
de la colonia, adoctrinaba a sus paisanos y no
despertaba sospechas de las autoridades.[33]
Firma de Manuel Belgrano.
En la primera memoria consular (1796), proponía la
creación de siete tipos de establecimientos educativos, a saber:
• Una Escuela de Comercio
• La Escuela de Náutica (creada en 1799)
• La Academia de Geometría y Dibujo (creada en 1799)
• Escuelas agrícolas
• Escuelas de hilanzas de lana y de algodón
• Enseñanza primaria, gratuita y obligatoria en todo el reino
• Escuelas para mujeres
En la primera memoria, fundamentó sus propuestas y su relevancia económica de muchas maneras:
Una de las causas a que atribuyo el poco producto de las tierra y el ningún adelantamiento del labrador (...)
[es] porque no se mira a la agricultura como un arte que tenga necesidad de estudio, de reflexiones o de reglas.
No se crea que es ajeno al ministerio eclesiástico el instruir y comunicar las luces sobre el cultivo de las
tierras, artes, comercio, etc., pues el mejor medio de socorrer la mendicidad y miseria es prevenirla y atenderla
en su origen.
¿Cómo, pues, la pondremos [a la industria] en este estado [de riqueza]? Con unos buenos principios(...) Los
buenos principios los adquirirá el artista en una escuela de dibujo que, sin duda, es el alma de las artes.
A estas infelices gentes (por los pobres) que, acostumbradas a vivir en la ociosidad, como llevo expuesto,
desde niños, les es muy penoso el trabajo en la edad adulta y [son] o resultan unos salteadores o mendigos;
estados seguramente deplorables, que podían cortarse si se les diese auxilio desde la infancia,
Manuel Belgrano 16

proporcionándoles una regular educación, que es el principio de donde resultan ya lo bienes ya los males de la
sociedad.
Uno de los principales medios que deben aceptar a este fin, son las escuelas gratuitas, donde pudiesen los
infelices, [es decir, los pobres] mandar a sus hijos sin tener que pagar cosa alguna por su instrucción: allí se les
podría dictar buenas máximas e inspirarles amor al trabajo, pues un pueblo donde no reine éste, decae el
comercio y toma lugar la miseria; las artes que producen abundancia que las multiplica después en
recompensa, decaen; y todo, en una palabra, desaparece, cuando se abandona la industria, porque se cree no es
de utilidad alguna.
Igualmente se deben poner escuelas gratuitas para las niñas, donde se les enseñase doctrina cristiana, a leer,
escribir, coser, bordar, etc., y principalmente, inspirándoles amor al trabajo, para separarlas de la ociosidad.
La ciencia del comercio no se reduce a comprar por diez y vender por veinte, sus principios son más dignos.
(...) Sea el primero [de los medios de fomento del comercio], una escuela titulada de comercio.
Es forzoso se ponga igualmente, como medio de la protección del comercio, una escuela de náutica, sin cuyos
principios nadie pudiese ser patrón de lancha en este río. (...) La utilidad y ventaja que proporcionará este
establecimiento, aun para los que no quieren seguir la carrera de la navegación, no será bien ponderada jamás,
ni yo puedo hacerla ver claramente.[34]
En su memoria de 1797, sobre el cultivo del lino y el cáñamo, también hacía numerosas referencias a la educación.
En sí misma, esta memoria puede ser considerada como un manual didáctico sobre agricultura, explicándose con
suficiente nivel de detalle como para ser de utilidad práctica para el labrador. Relataba el tipo de terreno apto para el
cultivo del cáñamo, cómo debían ser las semillas para que fueran aptas para el cultivo, la forma de sembrarlo,
cultivarlo y procesarlo, de modo que fuera directamente utilizable en los telares.
En total, dedicó tres memorias exclusivamente a fomentar la educación técnica:[34]
• 16 de junio de 1800. "Utilidad, necesidad y medios de erigir un Aula de Comercio en general, donde se enseñe
metódicamente y por Maestría, la ciencia del Comercio en todos sus ramos". Hasta la fecha, esta memoria no ha
podido ser hallada.
• 14 de junio de 1802. "Establecimiento de fábricas de curtiembre". Ya hemos visto que en esta memoria la clave
estaba en traer de Europa a maestros curtidores, o en enviar seis estudiantes a capacitarse en dicho oficio.
• 16 de junio de 1806. "Fomento de la Agricultura en Establecimientos de Sociedad y Escuelas de su enseñanza".
En esta memoria, que ha llegado a nuestros días, Belgrano hacía una defensa de la enseñanza de las Matemáticas
en todos los ramos del saber, mostrando su relación con la del progreso de la maquinarias y ligando el de la
agricultura al de éstas.
En su memoria consular de 1802 decía que sin enseñanza no hay adelantamientos y he clamado siempre por la
escuela (...) como medios para la prosperidad del Estado, pero sus fondos adictos a una deuda contraída por este
comercio en beneficio del erario, no han prestado margen para que pudiese disponer de ellos.[35]

En el Correo de Comercio
En 1809 Belgrano aceptó la creación de un nuevo periódico, auspiciado por el entonces virrey Baltasar Hidalgo de
Cisneros, que apareció a fines de enero de 1810 con el nombre de Correo de Comercio de Buenos Aires. Su objetivo
principal era popularizar los sanos principios de la economía política y ocuparse de materias científicas y literarias,
impulsando a través de esas publicaciones la Revolución, según afirmaría en su autobiografía. También exponía
acerca de los beneficios económicos que resultaría de una difusión de la educación. De los siete primeros artículos
publicados en el semanario, tres de ellos correspondieron al tema educación, siendo éstos los más extensos. En el
primero, titulado "Educación" expresaba:
No es fácil corresponder en que ha podido consistir, ni en que consista el fundamento más sólido, la
base, digámoslo así, y el origen verdadero de la felicidad pública, cual es la educación, se halla en un
Manuel Belgrano 17

estado tan miserable, que aun en las mismas capitales se resienten a su falta. (...) A la falta de estos
establecimientos debemos atribuir los horrores que observamos.[36]
Llegaba a ligar el amor al trabajo y las virtudes básicas de todo ciudadano con la educación primaria. Según su
pensamiento, ninguna sociedad podía progresar si sus habitantes no tenían aprecio por el trabajo y esfuerzo y eran
virtuosos:
¿Cómo, cómo se quiere que los hombres tengan amor al trabajo, que las costumbres sean arregladas, que
haya copia de ciudadanos honrados, que las virtudes ahuyenten los vicios y que el gobierno reciba el
fruto de sus cuidados, si no hay enseñanza, y si la ignorancia va pasando de generación en generación
con mayores y más grandes aumentos?[36]
Más adelante, en el mismo Correo de Comercio, volvía a insistir en la formación de valores:
¿Quién le ha dicho que esas virtudes son la justicia, la verdad, la buena fe, la decencia, la beneficencia,
el espíritu, y que estas cualidades son tan necesarias al hombre como la razón de la que preceden.
Ruboricémosnos, pero digámoslo: nadie. (...) Nuestros lectores tal vez se fastidiarán con que le
hablemos tanto de escuelas; pero que se convenzan de que existen en un país nuevo que necesita echar
los fundamentos de su prosperidad perpetua y que aquellos para ser sólidos y permanentes es preciso
que se compongan de las virtudes morales y sociales, que sólo pueden imprimirse bien, presentando a la
juventud buenos ejemplos.[36]
Otorgaba a la educación primaria más importancia que a la universitaria, fundamentando su afirmación de la
siguiente manera:
Séanos lícito aventurar la proposición de que es más necesaria la atención de todas las autoridades, de
todos los magistrado, y de todos los ciudadanos para los establecimientos de la enseñanza de niñas, que
para fundar una Universidad. (...) Con la Universidad, habría aprendido algo de verdad nuestra juventud
en medio de la jerga escolástica, y se habría aumentado el número de nuestros doctores, pero ¿equivale
esto a lo que importa la enseñanza de las que mañana han de ser madres? (...) Es indudable que no, y
para prueba, no hay más que trasladarse a donde hay Universidades, y no hay quién enseñe al bello
sexo.[36]
Debido a la importancia que asignaba a la educación es que se ocupaba que ésta fuese impartida del modo que él
consideraba el más adecuado y eficiente. Limitaba los castigos corporales, que representaban un hábito muy
arraigado en la sociedad. Eliminaba, en gran medida, la humillación pública del alumno incorregible, por considerar
que era contraproducente e innecesaria.
Se ocupaba también de señalar cómo debía ser la selección de los maestros, y de describir cuáles debían ser sus
características principales. Los alumnos sólo tenían una oportunidad de recibir educación, y ésta debía ser la mejor
disponible. La opinión de Belgrano al respecto era contundente, tanto cuando se refiere a la educación primaria como
a la técnica o terciaria:
En relación a la educación primaria opinaba que "Si por desgracia una sola de éstas [, las maestras,] hay que sea de
malas costumbres, ¿es dable hacer el cálculo de los males que pueden resultar a la sociedad? Porque
desengañémosnos, el ejemplo... Si, el ejemplo es el maestro más sabio para la formación de las buenas
costumbres."[36]
Mientrás que En relación a la educación terciaria o técnica decía que "Una especulación mal hecha puede traer
consecuencias muy funestas al comercio de una provincia y de toda una nación. (...) ¡Qué de perjuicios para un país
agricultor y comerciante! ¿Y qué modo de prevenirlos? La extensión de conocimientos, (...) que ni el labrador ni el
comerciante ni el artista ignoren lo que les corresponde..."[34]
En su primera memoria alertaba a sus oyentes sobre el tema de la elección de los maestros, cuando decía que "debía
confiarse el cuidado de las escuelas gratuitas a aquellos hombres y mujeres que, por oposición, hubiesen mostrado
su habilidad y cuya conducta fuese de público y notorio irreprensible".
Manuel Belgrano 18

Las Escuelas de la Patria y los maestros


Por sus victorias de Tucumán y Salta, la Asamblea de 1813 le otorgó como premio 40 mil pesos fuertes
(equivalentes a casi 80 kilos de oro).[37] Belgrano respondió que prefería ser un buen hijo de la patria más que un
padre de la misma, y expresó que el dinero de tal premio fuera dedicado para la construcción de escuelas públicas
estatales y gratuitas en las ciudades de Tarija (en la actual Bolivia), Jujuy, San Miguel de Tucumán y Santiago del
Estero.[38]
En el texto de su donación proponía el mecanismo de elección de los maestros, que debía estar basado en el mérito.
Por ejemplo, en cuanto a la educación primaria escribió que la provisión de escuelas se hará por oposición, y pasaba
a establecer con minuciosidad el procedimiento que la regularía. En el artículo siguiente, el cuarto, establece Cada
tres años podrá el ayuntamiento abrir nueva oposición, y convocar opositores si lo tuviese por convencimiento o
hubiese proporción de mejorar el Maestro. El que ha servido o desempeñado la Escuela en igualdad de mérito y
circunstancias deberá ser preferido.[39]
Ya en el Reglamento de la Escuela de Náutica, en relación a la educación terciaria o técnica, describía en detalle un
mecanismo de oposición particular designado para elegir directores:
El mecanismo de oposición consiste en la presentación de credenciales, informes sobre sus conductas
pasadas, el rendir un examen y preparar un discurso a las 24 h de presentado un tema, el responder en el
momento a las preguntas que cualquier miembro de la Junta desease formularle, el de labrar nuevos
planos y de enseñar dicha metodología a sus discípulos, entre otros requerimientos.
El privilegio del maestro en actividad era el de conservar su puesto siempre y cuando sus aptitudes para el cargo no
fueran superadas por otro maestro. La importancia que se daba a los educadores puede verse en el artículo octavo del
reglamento de las escuelas donadas en 1813, en el que indicaba que se le debería dar asiento al maestro en cuerpo de
Cabildo, reputándosele como Padre de la Patria.[40]
En el artículo 18 del mismo reglamento se mencionaban cuáles debían ser los caracteres del maestro, que amplían la
lista que ya habíamos expuesto anteriormente:
El maestro procurará con su conducta, y en todas sus expresiones y modos, inspirar a sus alumnos amor
al orden, respeto a la Religión, consideración y dulzura en el trato, sentimientos de honor, amor a la
virtud, y a otras ciencias, horror al vicio, inclinación al trabajo, desapego del interés, desprecio de todo
lo que diga a profusión y lujo en el comer, vestir y demás necesidades de la vida, y un espíritu nacional
que les haga preferir el bien público al privado, y estimar en más la calidad de Americano que la de
Extranjero.[41]
Si se refirió en numerosas oportunidades a estas virtudes, sin duda era porque lo consideraba importante. Insistía
Belgrano en los valores en numerosos ocasiones:
Basta con que los maestros sean virtuosos y puedan con su ejemplo dar lecciones prácticas a la niñez y
juventud y dirigirlos por el camino de la Santa Religión y del honor y pudiendo enseñar a leer bien, poco
importa que su forma de letra no sea de lo mejor; suficiente con que se pueda entender.[42]
Porque desengañémosnos, el ejemplo... Si, el ejemplo es el maestro más sabio para la formación de las
buenas costumbres. Nada valen teorías, en vano las maestras explicarán y harán comprender a sus
discípulas lo que es justicia, verdad, buena fe, etc., y todas las virtudes, si en la práctica las desmiente,
ésta arrollará todo lo bueno, y será la conducta en los días ulteriores de la depravación.[43]
Buscó elevar la condición del maestro mediante el pago de sueldos dignos. Para asegurar la financiación de la
educación, propuso siempre la creación de fondos, para que los institutos tuviesen asegurados su financiamiento a
perpetuidad.
Belgrano exponía que el progreso económico depende del conocimiento técnico y de los valores de la sociedad.
Haciendo referencia a los males que traería el que los habitantes no estaban suficientemente capacitados, preguntaba:
"¿Qué modo de prevenirlos? La extensión de conocimientos, la ilustración general, el que las luces se difundan por
Manuel Belgrano 19

todos, que todos se instruyan, que adquieran ideas, que ni el labrador ni el comerciante ni el artista ignoren lo que
les corresponde, que unos y otros procuren no apegarse tan íntimamente a los pensamientos de sus antepasados, los
cuales sólo deben adoptarse cuando convienen y cuando no, desecharlos y abandonarlos: que lo fue útil en otro
tiempo, hoy es perjudicial; las costumbres varían; los usos igualmente; y todo, de tiempo en tiempo, cambia, sin que
en esto haya más misterio, que el de la vicisitud de las cosas humanas."

Aspecto físico
Las versiones sobre el aspecto físico de Manuel
Belgrano difieren. Para Bartolomé Mitre era "de regular
estatura, cabello rubio y sedoso, ojos grandes de color
azul sombrío, tez muy blanca y algo sonrojada; y
cabeza grande y bien modelada". Pero quienes lo
describieron a la edad de dieciocho años decían que
tenía ojos castaños y pelo rojo". Y un cronista inglés lo
describió como rubio.[]

No usaba bigote y tenía escasa barba, nariz fina y


ligeramente aguileña y contextura delicada. Era
elegante, aseado y de porte esmerado.[]

Vida privada y descendencia

Parejas y descendientes de Manuel Belgrano

Belgrano inició una intensa relación amorosa con


María Josefa Ezcurra, cuñada de Juan Manuel de
Rosas, en algún momento entre su llegada a Buenos
Litografía de Manuel Belgrano.
Aires y su partida a Tucumán a organizar el Ejército del
Norte. No obstante, es posible que se conocieran desde
antes.[44] Ella en realidad se había casado años antes con su primo, el navarro Juan Esteban de Ezcurra, quien
después de nueve años de matrimonio, sin hijos, y disconforme con la Revolución de Mayo, se exilió en su patria,
negándose María a acompañarlo. Aunque nunca la volvió a ver, Juan Esteban la nombró su heredera.

María Josefa acompañó al Ejército en la campaña del Norte. Durante la misma concibió un hijo, que nacería el 30 de
julio de 1813 en la estancia de unos amigos en Santa Fe, siendo bautizado con el nombre de Pedro Pablo. Fue
anotado como huérfano en la Catedral de Santa Fe y se ignora si el niño conoció a su padre, pues lo adoptó
inmediatamente su tía materna, Encarnación Ezcurra, a la sazón recién casada con Juan Manuel de Rosas; se lo iba a
conocer como Pedro Rosas y Belgrano, y llegó al grado de coronel. Tuvo una complicada actuación pública en la
década de 1850.
En 1812, después de su victoria en Tucumán, Belgrano conoció a la joven María Dolores Helguero y Liendo, a quien
prometió matrimonio. Pero la prometida unión nunca llegó a concretarse, pues cuando Belgrano regresó de sus
campañas, la joven había sido dada en matrimonio a otro hombre. Se sabe que se volvieron a ver durante el
Congreso de Tucumán, cuando ella aún estaba casada, y que años más tarde tuvieron como fruto de su relación a
Manuela Mónica Belgrano, nacida el 4 de mayo de 1819. La niña vivió con su madre hasta 1825, cuando la hermana
de su padre, Juana Belgrano de Chas, la llevó a Buenos Aires. Mónica y su medio hermano se conocieron en 1834,
después de que Rosas cumpliera con el pedido de Belgrano de revelarle a Pedro su verdadera filiación cuando fuera
mayor de edad. Mónica se casó en 1853 con un pariente distante, Manuel Vega Belgrano.
Manuel Belgrano 20

Otra amante conocida de Belgrano fue una francesa que se hacía llamar mademoiselle (señorita) Pichegru, a quien
conoció durante su misión diplomática en Londres. La relación fue corta y terminó cuando él retornó a Buenos
Aires. Pichegru, que según los relatos de la época era una mujer aventurera que vestía provocativamente, fue a
visitarlo a Buenos Aires en 1817, pero debido a que él se encontraba en el Congreso de Tucumán, se volvió a Europa
sin poder verlo.

Árbol genealógico
Sus padres se casaron el 4 de noviembre de 1757 en la Iglesia de la Merced. La madre era porteña, (aunque el padre
y los hermanos menores que ella eran de Santiago del Estero) y tenía 27 años cuando nació Manuel, en su sexto
parto. Falleció en agosto de 1799. El padre era genovés y falleció en septiembre de 1795.[]

Por el linaje paterno

Pompeyo Belgrano (casado con Marina Belgrano)

Agustín Belgrano y Belgrano Carlos Matías Belgrano y Belgrano (casado con Juana del Giúdice) María Virginia Belgrano y
Melgrano

Rogelio Belgrano del Giúdice Francisco Belgrano del Giúdice (casado con Ana Bianchi) Tomás

Carlos Félix Belgrano Bianchi (casado con María Josefina Berio)

Juan Bautista Belgrano Berio Carlos Nicolás Félix Belgrano Berio (casado con María Gentile Peri Francisco Belgrano Berio
Tiragalo)

Juan Agustín María Belgrano Domingo Francisco Cayetano Belgrano Peri (Padre) Nicolás Ambrosio Belgrano Peri
Peri

Por linaje materno

José de Islas

José Baltasar de Islas Lucía de Islas y Alba Juan de Islas Juana de Islas

Gregoria González Islas Juan José González Islas (casado con María Inés Casero Ramírez) José González Islas

María Josefa González Islas y Casero (Madre)


Manuel Belgrano 21

Numismática
Manuel Belgrano apareció en un importante número de
billetes de la historia numismática de Argentina. Figuró
por vez primera en los Pesos Ley 18.188, en los billetes
de uno, cinco y diez pesos. En el Peso argentino se le
reservó el billete de 10.000. Para los billetes del Austral
se eligió la serie de Presidentes de la Nación Argentina,
un conjunto de próceres que no incluía a Belgrano,
aunque los billetes de 10.000 pesos argentinos fueron
resellados para circular como billetes de 10 australes.
El Peso convertible incluye a Belgrano en los billetes
de 10 pesos, las series de 1997 y 2002 sólo modificaron
La estatua ecuestre de Manuel Belgrano que lo homenajea en la
detalles menores.
Plaza de Mayo, Buenos Aires, desde 1873.

Cinematografía
Se han realizado varias películas sobre Belgrano, la primera se llamó "Bajo el signo de la Patria" (director René
Mugica, 1971) en la que Ignacio Quirós protagonizó al prócer, y que narraba la vida de Belgrano desde que tomó el
mando del ejército del norte hasta que triunfó en la batalla de Salta.[45] El cineasta Sebastián Pivotto filmó una
película de Manuel Belgrano producida por Juan José Campanella como parte de la celebración del Bicentenario de
Argentina. El papel de Belgrano lo interpretó el actor Pablo Rago y la actriz Valeria Bertuccelli, a Josefa Ezcurra. Se
basó en los diez últimos años de vida del prócer.[46]

Predecesor: General en Jefe del Ejército del Sucesor:


Juan Martín de Pueyrredón Norte José de San Martín
1812-1814

Predecesor: General en Jefe del Ejército del Sucesor:


José Rondeau Norte Francisco Fernández de la Cruz
1816-1819

Referencias
[1] Este cuadro aunque fue pintado en Londres por el pintor francés François Casimir Carbonnier en su fondo representa, acorde a lo que
Belgrano indicara al pintor, el momento en que por primera vez fue izada la Bandera Argentina en Rosario (provincia de Santa Fe) a orillas
del río Paraná, si se mira en detalle este cuadro supervisado por Manuel Belgrano, el primer modelo de Bandera Argentina constaba de dos
bandas de igual tamaño horizontales, la superior color azulceleste y la inferior color blanco aunque en menos de un año ya el mismo Belgrano
dispuso que la Bandera Argentina fuera una "tribanda" con dos franjas azulcelestes y una franja blanca o alba central.
[2] Sarmiento, Domingo Faustino: Obras de. Ed. imp. "Mariano Moreno", Bs. As. 1899, t XXI, pp 340 a 349.
[3] Ovidio Giménez, Ovidio. Vida, época y obra de Manuel Belgrano. Ed. El Ateneo, Bs. As., 1993.
[4] 4 de junio de 1770. Libro parroquial de bautismos de la Iglesia Catedral de Buenos Aires, página 43.
[5] Genealogía de Manuel Belgrano, en la página del Instituto Nacional Belgraniano. (http:/ / www. manuelbelgrano. gov. ar/
belgrano_genealogia_padremadre. htm) Consultado el 10 de agosto de 2010.
[6] Belgrano, Manuel, Autobiografía, pág. 23, Carlos Pérez Editor, Bs. As., 1968.
[7] En su honor, se estableció ese día como el Día del Economista
[8] El certificado firmado por el protomédico Miguel O'Gorman y los licenciados Miguel García y José Ignacio de Aroche, de fecha 17 de
noviembre de 1796, dice que «padecía de varias dolencias contraídas por un vicio sifilítico y complicadas con otras originadas del influjo del
país, cuya reunión ha sido causa de no poder conseguir alivios con el método más arreglado» y recomiendan «mudar de país a otro más
adecuado y análogo a su naturaleza». En
[11] Roberts, Carlos, Las invasiones inglesas, Ed. Emecé, Bs. As., 1999.
[13] Escobar Doncel, Carlos, Heraldista Investigador, “Los García de León y Pizarro en América”, Ed. Ltda, 1980.
[16] Basado en el recuadro El proceso a Belgrano, en Crónica Histórica Argentina, Tomo I, pág. 253, (1968) Ed. CODEX.
Manuel Belgrano 22

[17] El cambio obedeció a derivaciones del movimiento del 5 y 6, ocurrido en Buenos Aires, y Belgrano estuvo a punto de “obedecer pero no
cumplir” la orden. Facundo Acre, en “Antecedentes”, citados, señala que ya había logrado reunir un ejército de más de 3.000 hombres y
concebido un plan de acción por el que Manuel Artigas operaría en el Norte, José Gervasio Artigas, con 500 hombres, en el Centro, y
Venancio Benavídez, con 800 hombres atacaría la Colonia del Sacramento. Agrega que logró superar algunas disensiones entre los caudillos
orientales y entre estos y algunos jefes porteños. Belgrano, con su buena fe, trató de inducir a Vigodet, y Michelena a que abandonaran “el
partido inicuo de la guerra civil en que tan infelizmente los ha envuelto un hombre sin autoridad, sin representación legitima y que seria
eternamente objeto de execración”, como dice refiriéndose a Elío, en su oficio del 27 de abril, dirigido a Vidoget. Ver: Archivo Artigas, Tomo
IV, pag. 334 (http:/ / www. bibna. gub. uy/ actualidad/ Colecciones/ t4/ 301-400. pdf)
[18] Bra, Gerardo, El Motín de las Trenzas, Revista Todo es Historia, nro. 187.
[19] Desde un punto de vista transcendental-religioso lo que se conmemora y homenajea el 20 de junio lejos está de ser la muerte de Belgrano
sino, como lo señalan muchos textos oficiales, el tránsito a la inmortalidad de Belgrano.
[20] López Rosas, José R., Entre la monarquía y la república. Memorial de la Patria, tomo III, Ed. La Bastilla, Bs. As., 1981.
[21] Juan Bautista Condorcanqui se había logrado refugiar en territorio argentino. Sus restos descansan en el cementerio de La Recoleta.
[22] José Rafael López Rosas, Entre la monarquía y la república, Memorial de la Patria, tomo III, Ed. La Bastilla, Bs. As., 1981, págs. 91-94.
[23] Aráoz de Lamadrid, Gregorio, Memorias, Bs. As., 1895.
[24] Núñez, M., Bustos, el caudillo olvidado, Cuadernos de revista Crisis, Bs. As., 1975.
[25] Serrano, Mario A., Arequito: ¿por qué se sublevó el Ejército del Norte? , Ed. Círculo Militar, Bs. As., 1996.
[26] Páez de la Torre, Carlos (h), Historia de Tucumán, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1987.
[27] Memorias de Belgrano EUDEBA. Citado en "Historias de amor de la Historia Argentina", de Lucía Gálvez.
[28] Scenna, Miguel Ángel, Un fraile de combate: Francisco de Paula Castañeda, Revista Todo es Historia, nro. 121.
[29] Listado de varios terciarios dominicos (http:/ / www. dominicos. org/ laicosop/ historia. asp)
[30] "Las mil y una curiosidades de Buenos Aires", de Diego M. Zigiotto, pág 238-239, ed. Norma, marzo de 2008
[31] Crónica Argentina, (1968) T. II p 254, ed Codex.
[32] Documentos para la Historia de Manuel Belgrano, tomo I. El texto no es autógrafo de Belgrano, sino que se encuentra en su Plan de Acción
presentado previo a asumir como Secretario del Consulado.
[33] Manuel Belgrano (1993), pág 162, Ovidio Jiménez, editorial Ateneo
[34] Memoria consular, 1796, en Documentos para la Historia de Manuel Belgrano, tomo II
[35] La deuda (o real donativo) se refiere a la contraída por el Consulado para donar el capital a la Corona.
[36] Belgrano, Manuel: Correo de Comercio, 17 de marzo de 1810. En Escritos Económicos, Biblioteca del Oficial. Ed. Círculo Militar, 1963
[37] La "Escuela de la Patria", historia de un papelón que cumple 190 años [[Diario Clarín (http:/ / www. clarin. com/ diario/ 2003/ 01/ 24/
p-01201. htm)] 24/01/2003]
[38] Construida con fondos propios, la escuela santiagueña se construyó en 1822, pero funcionó sólo cuatro años. La de Tarija se levantó en
1974, la de Tucumán en 1998 y la de Jujuy en 2004. ( Después de 191 años, cumplen en Jujuy un legado de Belgrano, Diario La Nación, 7 de
julio de 2004 (http:/ / www. lanacion. com. ar/ nota. asp?nota_id=616307))
[39] Mandelli, Huberto: Las escuelas donadas por Belgrano y su reglamento, INB, Bs. As. 1999, pp. 57-58.
[40] Mandelli, Huberto: Las escuelas donadas por Belgrano y su reglamento, INB, Bs. As. 1999, p. 50.
[41] Mandelli, Huberto: Las escuelas donadas por Belgrano y su reglamento, INB, Bs. As. 1999, pp 60-61.
[42] Belgrano, Manuel: Correo de Comercio, 24 de marzo de 1810. En Escritos Económicos, Biblioteca del Oficial. Ed. Círculo Militar, 1963.
[43] Belgrano, Manuel: Correo de Comercio, 21 de julio de 1810. En Escritos Económicos, Biblioteca del Oficial. Ed. Círculo Militar, 1963
[44] Gálvez, Lucía: Historias de amor de la historia argentina (1999) (ver detalle en bibliografía)
[45] IMDb (http:/ / www. imdb. com/ title/ tt0192994/ )
[46] http:/ / belgranopelicula. com. ar Sitio Oficial de la película

Notas

Bibliografía
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• Horowicz, Alejandro, El país que estalló, Ed. Sudamericana, Bs. As., 2004.
• López Rosas, José R., Entre la monarquía y la república. Memorial de la Patria, tomo III, Ed. La Bastilla, Bs.
As., 1981.
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• Núñez, M., Bustos, el caudillo olvidado, Cuadernos de revista Crisis, Bs. As., 1975.
Manuel Belgrano 23

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• Paz, José María, Memorias póstumas. Ed. Emecé, Bs. As., 2000.
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• Scenna, Miguel Ángel, Las brevas maduras. Memorial de la Patria, tomo I, Ed. La Bastilla, Bs. As., 1984.
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• Sierra, Vicente D., Historia de la Argentina, Ed. Garriga, Bs. As., 1973.

Enlaces externos
• Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Manuel BelgranoCommons.
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• Instituto Nacional Belgraniano (http://www.manuelbelgrano.gov.ar)
• Síntesis sobre la vida de Manuel Belgrano para escolares (http://www.tierradegauchos.com/joom/index.
php?option=com_content&view=article&id=99:manuel-belgrano&catid=74:proceres&Itemid=106)

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