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Un 24 de noviembre de 1868
nacía el gran Scott Joplin.
Con ello, podríamos considerar el ragtime en “tierra de nadie” que le hace ganar la
cualidad de género musical y no estilo. Un género que llegó, triunfó y, prácticamente
con la muerte de su principal compositor, Scott Joplin, en 1917, también murió la
considerada moda ragtime. Creo que esta posición del ragtime ha sido en realidad
contraproducente para su mejor consideración. Apenas aparecen referencias del género
en los libros que tratan de Historia de la música clásica, tan sólo menciones, y al igual
sucede con los libros dedicados a la historia del jazz. Cuando se trata en profundidad es
cuando se abarca la historia de la música negra en los Estados Unidos, como el excelente
libro de “Historia de la Música Negra Norteamericana” de Ellen Southern, o, por
supuesto, cuando se trata de monografías dedicadas exclusivamente al ragtime o
biografías de Scott Joplin (que en España no están traducidas ni editadas). También ha
sido contraproducente a la hora de que la obra compositora de Scott Joplin se valore
adecuadamente el hecho de la interpretación que se hace tanto de su famoso “Maple
Leaf Rag” como de otras de sus muchas obras en las que parece que lo que prima es una
ejecución de rapidez extrema, como si se tratara de una competición para ver quién
puede tocar más rápido la pieza en un alarde absurdo de virtuosismo. Estoy seguro de
que el propio Joplin no tenía esa intención a la hora de componer cada uno de sus
ragtimes. En esas ejecuciones extremadamente rápidas se pierde la misma melodía, su
esencia, el sentido armónico para quedar tan sólo en una cantinela del oeste más
agresivo y enérgico. Scott Joplin siempre advertía que el ragtime debía tocarse lento,
una indicación de tempo un tanto ambigua puesto que el tempo es relativo en función
del compás en el que la mayoría de ragtimes son a 2/4, pero de seguro que a Joplin le
interesaba que en sus composiciones primaran esas melodías en terceras, quintas o
incluso sextas, las ricas progresiones armónicas en las que se desenvolvía el tema
marcando una coherencia o las disposiciones cromáticas en ocasiones muy
“chopinianas”, como en “Gladiolus Rag”. Todo ello se pierde en los numerosos ejemplos
que podemos ver en algunos pianistas aficionados con tan sólo echar una mirada a
YouTube.
Al tiempo, y sobre todo en nuestro país, un
concierto de ragtime piano prácticamente no
aparece en ninguna programación cultural, tan
solo algún intérprete decide incluir en su
repertorio, sea jazzístico o clásico – que curioso
– una pieza de Joplin, que suele ser obviamente
The Entertainer al hacer referencia popular a la
película “El Golpe”. Es un flaco favor que se le
hace a un género mucho más rico que un único
tema famoso por una gran película y menos
favor se le hace al conocimiento del género o
la ingente labor compositiva de Scott Joplin, y
que ocasiona la orfandad de un público que no
tiene ocasión de conocer y disfrutar en
profundidad de un repertorio variado de ragtime clásico.
Jelly Roll Morton era lo suficientemente egoísta como para referirse a sí mismo como
“el inventor del Jazz”, pero sin embargo recordó a Joplin llamándolo el escritor más
grande del ragtime que alguna vez vivió y el compositor de Maple Leaf Rag.
Pero lo que realmente aspiraba Scott Joplin era a ser el primer compositor negro “serio”
de la música y realmente se le puede otorgar esta distinción. Sabía que su Maple Leaf
Rag tenía todavía el carácter bailable, desenfadado y de una rítmica enérgica que atraía
nada más escucharlo y ese era el propósito; pero había mucho más en su composición y
sobre todo tenía claro evolucionar a mayores complejidades armónicas en cada una de
sus composiciones como fue demostrando…
pero parece ser que – como a muchos artistas
posteriormente – un solo y gran éxito que le
supuso Maple Leaf Rag – ocultó la grandeza de
otras piezas, como Solace (A Mexican
Serenade) con la que aparte de imprimirle lo
que posteriormente Jelly Roll
Morton definiría como el “matiz español”
(spanish tinge) y que aparecería en muchas de
las interpretaciones del propio Morton o en el
famoso St. Louis Blues con su comienzo a
tempo de tango, también evoluciona su
composición a través de ciertas
armonizaciones de las melodías en sextas.
Todo ello se diferenciará de ese ragtime
desenfadado en el que la melodía
simplemente está octavada, por ejemplo; o Gladiolus Rag en el que se desenvuelve a
modo del ragtime cromático, lo que sugiere incluso las progresiones cromáticas de
Chopin.
Está claro que Scott Joplin era un gran compositor, aun si ser valorado por muchos de
sus contemporáneos (en su mayoría intelectuales de la época o críticos de música) , pero
sí admirado por colegas de profesión, como el propio Jelly Roll Morton, Willie "The
Lion" Smith, Eubie Blake, Jimmy Johnson…todos se sintieron en deuda con él e
incorporaron muchos de los recursos pianísticos escritos por Joplin.
Joplin fue el artífice, gracias a su formación musical académica, de poner sobre el papel
las melodías y ritmos del incipiente cakewalk y del ragtime, evolucionando él mismo
hacia lo que se ha denominado “ragtime clásico” y que se puede comprobar por sus
numerosas obras compuestas en las que con el tiempo hay una tendencia hacia una gran
evolución en la forma compositiva de cada uno de los temas que desembocaría en su
ópera Treemonisha que sin embargo, de nuevo, no fue valorada por el público de
entonces, teniendo Joplin enormes dificultades para su estreno, contando tan sólo con
cantantes amateurs y realizando una fuerte inversión que le supuso en su estreno un
gran fracaso. Es muy probable que el público estaba condicionado a aceptar a un
pianista negro en un burdel o en una taberna, pero no a un compositor de música
operística.