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CATEQUESIS EUCARISTICA

"Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el
pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo." Jn 6,51.
Este instrumento-guía tiene como finalidad el ayudar a que los agentes de pastoral de la
Comunión tengan elementos para iniciar a los candidatos a recibir por primera vez el
Cuerpo y Sangre de Cristo.
Las catequesis sobre la Primera Comunión ofrecen posibilidades para que los que la reciben
sean más conscientes de la importancia en su vida cristiana de recibir a Cristo en la
Eucaristía.
LA EUCARISTIA
Es misterio
Es sacramento
Es sacrificio
Como misterio, se cree
Como sacramento, se recibe
Como sacrificio, se ofrece.
Se propone al entendimiento como misterio.
Se da al alma como alimento
Se ofrece a Dios como homenaje
Como misterio, anonada.
Como sacramento, alimenta
Como sacrificio, redime.
Como misterio, es admirable.
Como sacramento, es deleitable.
Como sacrificio, es inefable.
Como misterio, es impenetrable.
Como sacramento, es presencia real.
Como sacrificio, alimenta.
Como misterio, es impenetrable.
Como sacramento, es sabrosísimo.
Como sacrificio, es valiosísimo.
Como misterio, debo meditarlo.
Como sacramento, debo gustarlo.
Como sacrificio, debo apreciarlo sobre todo.
Es misterio de fe. Debo creerlo.
Es sacramento de amor. Debo amarlo.
Es sacrificio de Dios. Debo confiar en él.
Como misterio se esconde.. en el Sagrario.
Como sacramento, alimenta.. es convite, es comunión.
Como sacrificio, se inmola... es víctima.. es la Santa Misa.
¡Oh Misterio Adorable! El Sagrario será mi refugio.
¡Oh Sacramento Dulcísimo! Comulgar será mi mayor deseo.
¡Oh Sacrificio Estupendo! La misa será mi prioridad de vida.
La Eucaristía (La Santa Hostia) es Jesucristo vivo, su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad,
que se hace presente cuando el sacerdote consagra el pan y vino en la Santa Misa. Estos
elementos se convierten en el Cuerpo y la Sangre del Señor (Transubstanciación). Recibir
la Eucaristía (Comunión) es recibir a Jesucristo. La Eucaristía, explica el Papa León XIII,
contiene "en una variedad de milagros, todas las realidades sobrenaturales" (Encíclica
Mirae Caritatis).
1. "Nos es posible recibir la eucaristía como un alimento privado para después
encerrarse en el propio individualismo. (La Eucaristía) nos une al Señor y en ese sentido
nos une entre nosotros. Es vinculante, en el sentido de que nos hace miembros del Cuerpo
de Cristo, cuya unidad se constituye en los vínculos de la profesión de fe, de los
sacramentos, del gobierno eclesiástico y de la comunión". -Cardenal Ratzinger, 22-XII-03
Referencias Bíblicas Principales:
Juan 6, 26-58 (Cristo enseña que El es el "Pan de Vida" necesario para la vida eterna).
Mateo 26, 26-28; 1 Cor 11, 23-25.
Requisitos para recibir la Comunión:
a) Ser Católico: estar en comunión de fe con la Iglesia Católica
b) Estar en gracia. Para lograrlo hay que confesar todo pecado mortal.
c) Abstenerse de comer y beber por una hora antes (agua y medicinas están permitidas
ARTÍCULO 3
EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA
1322 La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana. Los que han sido elevados a la
dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y configurados más profundamente con Cristo
por la Confirmación, participan por medio de la Eucaristía con toda la comunidad en el
sacrificio mismo del Señor.
1323 "Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el
sacrificio eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta,
el sacrificio de la cruz y confiar así a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial de su muerte
y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual
en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria
futura" (SC 47).
I La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida eclesial
1324 La Eucaristía es "fuente y cima de toda la vida cristiana" (LG 11). "Los demás
sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están
unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el
bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua" (PO 5).
1325 "La Eucaristía significa y realiza la comunión de vida con Dios y la unidad del Pueblo
de Dios por las que la Igle sia es ella misma. En ella se encuentra a la vez la cumbre de la
acción por la que, en Cristo, Dios santifica al mundo, y del culto que en el Espíritu Santo
los hombres dan a Cristo y por él al Padre" (CdR, inst. "Eucharisticum mysterium" 6).
1326 Finalmente, la celebración eucarística nos unimos ya a la liturgia del cielo y
anticipamos la vida eterna cuando Dios será todo en todos (cf 1 Co 15,28).
1327 En resumen, la Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe: "Nuestra manera
de pensar armoniza con la Eucaristía, y a su vez la Eucaristía confirma nuestra manera de
pensar" (S. Ireneo, haer. 4, 18, 5).
Testimonios de amor a la Eucaristía
Misa en cárcel comunista
Cardenal Van Thuan
¿Cómo celebraba la misa el cardenal vietnamita que estuvo años en un campo de
concentración?
Van Thuan, el arzobispo vietnamita que estuvo años en prisión, hoy cardenal de la Iglesia
Católica, da testimonio sobre cómo logró celebrar la misa en un campo de concentración
comunista.
"Cuando me arrestaron, tuve que marcharme enseguida, con las manos vacías. Al día
siguiente me permitieron escribir a los míos, para pedir lo más necesario: ropa, pasta de
dientes... Les puse: Por favor, enviadme un poco de vino como medicina contra el dolor de
estómago. Los fieles comprendieron enseguida.
Me enviaron una botellita de vino de misa, con la etiqueta: medicina contra el dolor de
estómago, y hostias escondidas en una antorcha contra la humedad.
La policía me preguntó:
–¿Le duele el estómago?
–Sí.
–Aquí tiene una medicina para usted.
Nunca podré expresar mi gran alegría: diariamente, con tres gotas de vino y una gota de
agua en la palma de la mano, celebré la misa. ¡Éste era mi altar y ésta era mi catedral! Era
la verdadera medicina del alma y del cuerpo: Medicina de inmortalidad, remedio para no
morir, sino para vivir siempre en Jesucristo, como dice Ignacio de Antioquía.
A cada paso tenía ocasión de extender los brazos y clavarme en la cruz con Jesús, de beber
con Él el cáliz más amargo. Cada día, al recitar las palabras de la consagración, confirmaba
con todo el corazón y con toda el alma un nuevo pacto, un pacto eterno entre Jesús y yo,
mediante su sangre mezclada con la mía. ¡Han sido las misas más hermosas de mi vida!"

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