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Universidad Central de Venezuela

Facultad de Humanidades y Educación


Escuela de Historia
Historia Económica de Venezuela Contemporánea
Leonardo Soteldo v-23682839

Presentación resumida de los capítulos XIII y XIV del tomo II de Historia económica y
social de Venezuela de Federico Brito Figueroa

Durante las primeras décadas del siglo XX, la penetración imperialista en el territorio
venezolano por medio de las empresas petroleras, no conllevó a una mejora sustancial en la
calidad de vida de la mayoría de la población. Las condiciones socioeconómicas no habían
cambiado de manera importante en relación al siglo anterior, y el proceso demográfico seguía
siendo determinado por un régimen primitivo, propio de las sociedades subdesarrolladas del
momento. Esto es, altos índices de natalidad a la par de altos índices de mortalidad, que no
permitían un aumento importante en la población.
La mayoría de la población, todavía rural, vivía en condiciones de subalimentación y
recurrentemente sufría de enfermedades endémicas y epidemias. La mortalidad infantil
representaba alrededor de un 40% de la mortalidad total, de acuerdo a las cifras de las dos
primeras décadas del siglo XX. Estas características, propias de economías precapitalistas,
no cambiaron para los trabajadores asalariados destinados a los nuevos centros de actividad
petrolera, quienes vieron modificados patrones culturales y de trabajo y sufrieron un aumento
de la mortalidad por causas relacionadas al industrialismo.
El inicio del siglo fue testigo de una migración importante desde zonas rurales e incluso
núcleos urbanos y suburbanos hacia los nuevos centros de explotación petrolera y ciudades
aledañas, como consecuencia de un nuevo tipo de movilidad social y el surgimiento de una
nueva clase social. Aunque fue sólo una minoría de este contingente que pudo asimilarse
como obreros petroleros, un importante sector terminó realizando todo tipo de actividades
económicas, no pocas veces de carácter parasitario, alrededor de los centros de hidrocarburos.
Si bien se produjo un flujo de inmigración internacional más importante que en períodos
anteriores, debido a la necesidad de mano de obra calificada para la extracción de petróleo
no disponible en el país, el éxodo de venezolanos hacia el exterior por presiones económicas
y políticas también se incrementó. El superávit de inmigración de los años 1905-1910 fue de
apenas 6.033, producto de la salida de 38.575 venezolanos y la entrada de 44.608 extranjeros.
***
Como la mayoría de la población seguía siendo rural, la principal relación de producción
en el territorio venezolano continuó siendo la de terratenientes y mano de obra enfeudada,
bajo distintas modalidades. Destaca el peonazgo, que consistía en trabajadores agrarios que
devengaban un pago usualmente hecho en especie o fichas de canje, que podían ser
cambiadas por distintos artículos sólo en la hacienda en que trabajaban. Por otro lado se
encuentra la medianería y los campesinos arrendatarios, los cuales recibían tierras para su
propia explotación de parte del hacendado, a cambio de pago en especie o días de jornadas
laborales gratuitas destinadas a las tierras de este último. Estas modalidades semifeudales de
sujeción a la tierra conllevaron muchas veces al endeudamiento con los terratenientes, deudas
que frecuentemente no se podían pagar en vida y eran transmitidas hereditariamente.
Pero el inicio de la explotación petrolera ejerció presiones sobre los hacendados,
terminando muchos en la ruina al ser sus tierras destinadas a la exploración de hidrocarburos,
y expropiadas a cambio de precios irrisorios. El éxodo de mano de obra hacia los centros de
explotación petrolera, demandada en forma de trabajo asalariado pagado a precios más altos
de los que podían costear los terratenientes, también determinó la quiebra de muchos de estos.
Y muchas de las tierras pertenecientes a esta categoría social terminó en las manos de la
burguesía comercial como método de pago de deudas contraídas con estos últimos,
enriqueciendo el patrimonio territorial de este sector que se veía fortalecido por los cambios
ocurridos en la estructura económica venezolana.
El petróleo da paso a la conformación del proletariado en el país. Entre 1916 y 1921 se
estima en un total de 75.798 personas la población que emigró hacia las zonas petroleras. De
estos, 31.660 fue absorbido como trabajadores formales (21.285 de origen urbano y
rururbano y los 10.425 restantes de origen rural) y el resto, 44.138, fungieron como
trabajadores accidentales y/o se dedicaron a diversas labores económicas surgidas como
consecuencia de la extracción de hidrocarburos y alrededor de esta. Lo paradójico de la
conformación inicial de este proletariado es que se produce sin existir en el país una burguesía
productiva que genere las condiciones para su existencia. En cambio, se trata de una
consecuencia de la penetración del capital financiero internacional. Otro aspecto a tener en
cuenta es que esta primera generación de proletarios proviene de clases agrarias, y su
mentalidad campesina no adquirió nuevas connotaciones. Las aspiraciones
pequeñoburguesas de estos sectores, así como los roces generados por los distintos
regionalismos que competían en los campos petroleros no permitieron la formación de
instituciones destinadas a defender a la nueva clase social y a obtener mejoras en las
condiciones de vida a largo plazo. Sí se conformaron asociaciones que, bajo la figura de un
“santo patrón”, buscaban la defensa de los intereses de los obreros, pero no eran de carácter
sindical y quedaban restringidas a grupos de jornaleros reducidos delimitados por la
proveniencia de las mismas regiones.
Otro sector social, relacionado al poder estatal, se generó en esta primera etapa de la
penetración imperialista. Se trata de un sector de carácter heterogéneo, conformado por
descendientes de las viejas élites coloniales, funcionarios administrativos y militares del
régimen y relativos a ellos. Estos pudieron acumular riquezas de un modo primitivo al verse
beneficiados con la política de concesiones y la modalidad de los royalty. Básicamente, eran
personas que recibían concesiones de tierras (muchas veces expropiadas a terceros o
provenientes de terrenos baldíos, tierras comunales indígenas o propiedades del Estado) por
parte del régimen y que se veían beneficiados por contratos realizados con las compañías de
exploración y explotación petrolera. Este entramado de usufructo del suelo y subsuelo
nacional permitió un sistema de alianzas militares y políticas que permitió a Juan Vicente
Gómez mantenerse en el poder hasta su muerte. En efecto, el petróleo acabó con los
conflictos entre caudillos militares propios del siglo XIX al conseguir la dominación de uno
de ellos (Gómez) sobre todos los demás, instaurando un escenario de estabilidad necesario
para los intereses del capital financiero internacional. Por otro lado, este nuevo sector de
“nuevos ricos” no tuvo el interés de reinvertir lo acumulado primitivamente en producción
industrial nacional, sino que fortaleció en última instancia a la economía importadora y a la
burguesía usuraria.
Bibliografía

BRITO FIGUEROA, Federico, Historia económica y social de Venezuela. Caracas,


Ediciones de la Biblioteca de la UCV, 2009, pp. 347-745.

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