Você está na página 1de 143

JUAN C.

BONZON RAFART

Responsabilidad
penal
e infraccional
de las personas
jurídicas
Prólogo del Dr. E D M ~S.OHENDLER

EDICIONES BUBNOY AIRES


1993
I.S.B.N. 950-14-0702-0

EDICIONES BUEWOS Am
I
Talcahuano 494
Hecbo el depósito que establece la ley 11.723. Derecbos reservados.
Impreso en la Argentina. Printed in Argentina.
A quienes tnlzto debo:
mis difuntos padres, Roberto Enrique Bonzón
y Gloria Inés Rafart de Bonzón;
y mis hermanos, Guillermo Enrique Bonzón
y Cayetana Olivetto de Bonzón.
PROLOGO

Tal vez las modernas personas corporativas surgie-


ron en la Europa del siglo XV. Pero sus orige~zesse
encuentran también en el derecho romnano, y e n el siglo
X I I los del comienzo de la tendencia a otorgarles mayo-
res capacidades. Estaba la cuestión de las propiedades
cle las iglesias, atribuídas a sus respectivos patronos y con-
fiadas a los sacerdotes que las guardaban. Luego surgió
el expediente de equipamlas a m o r e s bajo tutela. Más
característico, quizá, es el surgimiento de los "trusts" in-
gleses, artificios creados para soslayar los derechos de
prinzogenitura y, sobre todo, para eludir las gabelas seño-
riales a la trasmisión hereditaria'. El caso es que la
personificación m h m de las entidades co~.porativastiene
u n origen conflictivo. Y cuando se trata de la imposición
de consecuencias de mtw.ak?za punitiva, el conflicto se
manifiesta con mayor nitidez y permmnece irresuelto para
la $eoria jurúlica.
**
El trabajo ahora presentado por Bonzón Rafart no
p r e t e d una innouación teórica e n ese campo, sino una
contribución práctica, de construcción dogmática, una
reseña de los principales apombes de la doctrina y de los
más significativos dictados de la jurisprudencia de nueJ-
tros tribunales. Aunque ceñido a la problemática del
1 Conf.: Edward Gross, Organization strtrcture and organizat;onal
crime, en el volumen White-collar crime: theory and research, editado por
Gilbert Geis y Ezra Stotland (Sage Publications, California, 1980).
castigo del ente ideal, no del de sus órganos o represen-
tantes, el panorama normativo, tanto de fuente legal como
jurispnulencial, con que se enfrenta, no hace nada fácil
la tmoa. Al contrario, está poblado de lagzcnas, incohe-
~enciasy contradicciones. La presentación orhnuda de
los tópicos sirve, entonces, a la tarea cotidiana del pro-
fesional igual que a la labo~.didáctica.
Tal ha sido, sin dzida, el empeño del autor. Sus mi-
ticas, lo mismo que sus propuestas de e x é g e h legal, están -
inspiradas e n la búsqueda de criterios de sensatez, no de
elaboración teórica. En ese derrotero se puede hallar ines-
peradas respuestas a algunos problemas prácticos en los
ctrales, sin einbmgo, subyacen importantes cuestiones teó-
ricas. Así ocurre, por eleinplo, con la cuestión de la re-
presentación de las personas j~iridicase n el proceso penal,
en la ctcal la jzirisprztdencia, según lo dice expresamente
algún fallo qzre se trascribe e n la obra, continúa afewada
al adagio francés de que nadie, excepto el rey, puede
actuar por pmczirador. Las norinus del proceso civil, cuya
aplicación sugiev*eBonzón Rafai-t, dan una respuesta inu-
cko más npropiada a esa problemática, que la que se
puede extraer de los precedentes que aparecen reseñados.
En suma: las peiplejidades qzre suscita la punición
d e las personas ideales podrán continuar en pie, como
siempre 70 estuuieron. El trabajo de Bonzón Rafart, a lo
que puede ayzidarnos, entretanto, es a entender algunos
contornos concretos del problema tal como se presenta en
el ordenamiento iuridico vigente. Con szis &S, con sus
menos y con alguna que otra perspectiva de cohmencia
o mejoramiento.

Buenos Aires, mayo de 1993.


CAP~TULO
1: INTRODUCCION.

1. Concepto de infracción económica ............... 1


2. Responsabilidad infraccional de las personas jurídica? 2

11: ANTECEDENTES DOCTRINALES Y


CAP~TWLO
JURISPRUDENCIALES.
3. Teorías que no admiten la existencia de capacidad
delictual de las personas jurídicas . . . . . . . . . . . . . . . 5
4. Criterios que justifican la imposición de sanciones
a las personas jurídicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
5. Jurisprudencia de los tribunales argentinos sobre
el tema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24

111: PLANTEAMIENTO DEL PROBLEh4A


CAPÍTULO
Y SU RACIONAL ENCUADRE.
$6. Tratamiento legislativo del tema y problcmas
a dilucidar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

CAP~TUW
IV: DERECHO INFRACCIONAL CAMBIARIO.
7. Antecedentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
8. Texto ordenado en 1982 por el decreto 1265 ...... 48

C A P ~ LV:ODERECHO INFRACCIONAL ADUANERO.

9. El Código Aduanero y sus antecedentes .......... 51


XII f NDICE

CAPÍTULO
VI: DERECHO INFRllCCIONAL TRIBUTARIO.
10. Tratainieiito dcl tema por la doctrina y en la ley
11.683 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
11. Ley pcnal tributaria 23.771 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

CAPÍTULO
VII: LEY DE ABASTECIMIENTO Y DE
DEFENSA DE LA COMPETENCIA
12. Ley 20.680, de Abastecimiento . . . . . . . . . . . . . . . . .
13. Ley 22262, de Defensa cle la Competencia . . . . .

CAP~TULO
VIII: LLAh.IAAlIENT0 AL PROCESO D E LAS
PERSONAS JURÍDICAS.
14. Tratamiento cloctrinal y jurisprudencia1 . . . . . . . . . .
15. Aplicación anológica a la solucibn dada para la
prueba de absolución de posiciones . . . . . . . . . . . . . .

IX: CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
CAPÍTULO

FALLOS MAS IMPORTANTES CITADOS

1 ) "Entre Ríos, Extracto de Carne Ltda., S / Defraudación


de derecho de aduana" (C.S.N., 7/12/1894) . . . . . . . . . .
2) "Diebel y Saporiti y otra" (C.S.N., 20/12/1944) . . . . . .
3 ) "El Cafetal S.R.L." (Cám. Nac. Ap. Civ., Coni. y Penal
Especial en lo Cont. Adm. de la Cap. Federal, 14/3/1957)
4 ) "Aguirre Cámara, José, y otros" (C.S.N., 30/12/1957)
5 ) "Leiro, Germán, y otro" (Sala 2a Cám. Nac. Penal Ec.,
31/10/1962) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
6) "Serur Hnos. y otros" (Cám. Nac. Pen. Ec. en pleno,
22/5/1962) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
7) "IAFA S.A." ( S ~ l aCrim. y Corr. Cám. Nac. Federal,
17/9/1968) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
ÍNDICE XIII

8 ) "Cía. Swift de La Plata" (Cám. Nac. Pcn. Ec., Sala 11,


18/9/1972) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
9) "Banco Central de la R.A. c/ International Elcctric S.C.A.
y otro" (C.S.N., 20/2/1975) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
10) "Danduf S.A. y otros" (Cám. Nac. Pen. Ec., Sala 1, 7/
6/1977) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
11) "Wlodavosky, Pedro, y otros" (C.S.N., 9/8/1977) . . . . . .
12) "Banco de Santander y otros" (C.S.N., 21/2/1978) . . . .
13) "Loussinian, Eduardo, y otrn" (Cám. Nac. Pcn. Ec., S-~lti
1, 6/9/1987) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
14) "Cía. Introductora de Bs. As. S.A. y otros" (Sala 1, Cáin.
Nac. Pen. Ec., 9/8/1982) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
15) "I'Vakin, Miguel A., y otros" (Sala 1, Cáin. Nac. Penal
Ec., 31/9/1989) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

-
16) "Fkderico Heinera S.A. y otra, S/ Incidente cle prescrip-
ción" (Sala 11, Cám. e a c . Pcn. Ec., 27/12/1993) . . . . . .
INTRODUCCION

1. Concepto de infracción económica.

Sin entrar a polemizar si el derecho penal e infrac-


cional económico o administrativo es una rama autóno-
ma del derecho, se>uede definir a la infracción econó-
mica, al solo efecto del tema a desarrollar en el presente
libro, como el "acto u omisión tipificado como ilícito
económico por alguna ley especial penal, cuya represión
está dada por una sanción no privativa de libertad, sus-
ceptible de ser impuesta por un funcionario o tribunal
administrativo, con el debiclo control judicial".
Tal definición formal tiene por único objeto clarifi-
car ab initio el tema infraccional a tratar, con prescin-
dencia del delictual y del contravencional administrativo.
La responsabilidad que le pudiere caber a las per-
son& jurídicas por las infracciones cometidas por sus
órganos o dependientes, nada tiene en común con la
responsabilidad por faltas o contravenciones policiales o
municipales.
Dichas infracciones, fuentes de eventuales respon-
sabilidades de las personas jurídicas, sólo pueden ema-
nar de una ley del Congreso nacional, aplicándose ple-
namente el adagio latino "nullum crimen nullu poena
sine legem".
No debe llevar a confusióil ciertas iiormas legales
-tal, por ejemplo, el art. 892 del Código Aduanero-
que asimilan e identifican el término "infracción" con
"c~ntra~ención".

2. ResponsabilZcEad infl-nccionnl de las


personas jurMicas.
En general la doctrina nacional ha tratado de jus-
tificar la responsabiliclad de las personas jurídicas, y
paralela y solidariamente con las de éstas, las de sus
órganos o directivos, desarrollando teorías objetivas aje-
nas en un todo a los principios básicos del derecho penal
clásico, o bien considerando la responsabilidad infrac-
cional como de naturaleza subsidiaria civil (garantía).
Aclelantando la opinión que expondré en el capítulo
IX, cabe manifestar que considero de total importancia
clarificar desde un principio que la responsabilidad in-
fracciona1 de las personas jurídicas, tal como surge del
texto de las diversas leyes que la determinan y prevén,
es de evidente naturaleza penal, pese a que a veces, me-
diante un complejo y confuso tratamiento legal, se la
trate de disimular bajo otro ropaje jurídico.
También cabe aclarar, desde un primer momento,
que trataré sobre la responsabilidad de las personas jurí-
dicas con exclusividad, excluyendo, en consecuencia, el
tratamiento de la responsabilidad de los órganos o direc-
tivos de ellas, que si bien son tratadas legalmente en las
mismas normas legales, tienen diferencias y distinto fun-
damento jurídico.
Al respecto, estimo un punto de partida erróneo, en
el análisis dogmático, sostener que la responsabilidad
infraccional de los órganos o directivos por los hechos u
omisiones de las personas jurídicas o de sus dependien-
tes, es solidaria o subsidiaria, según los casos, de la res-
ponsabilidad que le cabe a la empresa.
Se debe partir de una hipótesis totalmente contra-
ria, es decir que la responsabilidad infraccional de las
persoi.ias jurídicas es subsirliaria o solidaria, según los
casos, de la responsabilidacl de sus directivos, órganos
o dependientes, que surge de los hechos u omisiones
puilil~lesrealizados por éstos.
Ello así, porque las hipótesis legales que prevén
infracciones, sólo pueden ser compreilclidas por perso-
nas físicas, únicas con posil>iliclad psíquica de compreil-
der la criminalidad de sus acciones. De no compartirse
tal postura, se dejaría a un lado totalmente la función
preventiva de la sapción, ya que la amenaza que implica
la violacióii de lo normado perdería su efecto coactivo.

-
2 Bonzbn Rafart.
ANTECEDENTES DOCTRINALES
Y JURISPRUDENCIALES

3. Teo~iasque no admiten la existencia de capacidad


delictual de las personas juridicas.
El tema de la re'spoiisabilidad penal de las personas
jurídicas ha sido y sigue siendo discutido vivamente por
la doctrina y jurisprudencia.
La tesis que se puede denominar clásica, en la cual
se enrolan los autores defensores del derecho penal libe-
ral, sostiene a ultranza la imposibilidad de responsabi-
lizar penalmente a las personas jurídicas.
El axioma latino "societns delinquere non potest"
(la sociedad no puede delinquir) se basa en el funda-
mental principio penal que exige la identidad del delin-
cuente y del condenado.
P f o n n e al principio de "personalidad de la pena",
sólo es posible sancionar al individuo que delinque.
Para Federico Carlos de Savigny, quizá el mayor
defensor de esta postura, es totalmente imposible penar
a la persona jurídica sin violar esa gran máxima del
derecho criminal.
El pensamiento del talentoso jurista alemán influyó
decididamente en la obra de Dalmacio Vélez Sarsfield,
que determinó en el original art. 43 del Código Civil,
que "no se puede ejercer contra las personas jurídicas,
acciones criininales o civiles por iildemnizacióil de daños,
aunque sus miembros en común, o sus administradores
individualmente, hubiesen cometido delitos que redun-
den en beneficio de ellas".
Nuestio codificaclor sostiene, eii la nota al título "De
las personas jurídicas", que "los jurisconsultos franceses
y españoles no se ocupan de las personas morales; pero
en Savigny se encontrará exteiisameilte tratada la mate-
ria ( t . 2 del Dereclzo romn~ao).D e él ha tomado Freitas
las doctrinas que foimaii las bases clel título que pro-
yecta, al cual seguimos a la letra". Asimismo, en su nota
al mencionado art. 43 opina: "Para nosotros, el artículo
clel proyecto tiene fundamento incontestable. El derecho
criminal consiclera al hombre natural, es decir, a un ser
libre e inteligente. La persoila jurídica está privada de
ese carácter, no siendo sino un ser abstracto, al cual no
puede alcanzar el derecho ciimiilal. La realidad de su
existencia se funda sobre las determinaciones d e un cierto
número de representantes, que en virtud d e una ficción,
son coi~sideracIascomo sus determinaciones propias. Se-
mejante representación, que excluye la voluntad propia-
mente dicha, puecle tener sus efectos en el clerecho civil,
pero jamás en el criminal. La capaciclad d e las personas
jurídicas de poder ser demandadas no implica una coii-
tradicción, aunque toda acción supone la violación de un
derecho. Esta especie cle violación del clereclio tiene una
naturaleza puramente material: ella iio interesa la con-
ciencia en el mayor i-iúmero de casos. Las acciones clel
derecho civil son clestiiiaclas a conservar o a restablecer
los verdaderos límites de las relaciones indivicluales de
derecho. Teniendo, pues, las personas jurídicas la capa-
cidad de la propiedad, esta necesiclacl, la de las acciones
civiles, existe respecto de ellas como respecto de las per-
sonas iiaturales. No hay, por lo tanto, inconsecuencia,
es decir, que la persona jurídica p e d e sufiir por un
delito y que no puede cometerlo. Desde que la propie-
dad existe. ella puede ser violada cualquiera que sea el
propietario, un ser de una existencia ideal o un ser inte-
ligente y libre. Los delitos que pueden imputarse a las
personas jurídicas han de ser siempre cometidos por sus
miembros o por sus jefes, es decir, por personas natura-
les, importando poco que el interés de la corporación
haya servido de motivo o cle fin al delito. Si, pues, un
magistrado municipal, por un celo mal entendido, come-
te un fraude con el fin de enriquecer la caja municipal,
no deja de ser por ello el único culpable. Castigar la
persona jurídica, como culpable cle un delito, sería violar
el gran principio del derecho criminal que exige la iden-
tidad del delincuente y del conclenaclo. Los que creen
que los delitos pueden ser imputados a las personas jurí-
clicas, les atribuyen una capacidad de poder que real-
mente no tienen. La capacidad no excede del objeto
d e su institución, que es el de hacerle participar del
derecho a los bienes. Para esto, la capacidad de los con-
tratos es indispensable. Si las personas jurídicas tuvieran
la capacidad absoluta de derecho y la cle voluntad, serían
igualmente capaces de relaciones de familia. Los impú-
beres y los dementes tienen, como las personas jurídicas,
la capacidad de derecho sin la capacidad natural d e
k;
obrar. Para los unos y para los otros Iiay los mismos mo-
tivos de dar a esta voluntad ficticia una extensión ilimi-
tada, y desde entonces se castigar en la persona
del pupilo, el delito del tutor, si él comete como tutor
un robo o un fraude en el interés de su pupilo. Los casos
que se citan de justos castigos a ciudades, municipalida-
des, etc., han sido o actos del derecho de la guerra, o
medidas políticas, que nunca se hubieran sancionado por
el Poder Judicial, pues en ellas siempre resultaban casti-
gados muchos inocentes. El error del argunlento nace
que regulaimente los actos del mayor número de los ciu-
dadanos cle una ciudad, o los miembros de una corpora-
ción, pasan por ser actos de la ciudad o de la corporación,
confundiendo así la corporación con sus miembros. Por
otra parte, todo delito implica dolo o culpa y, por lo tanto,
la voluntad de cometerlo o la responsabilidad consi-
guiente. Desde entonces el dolo podría imputarse tanto
a las personas jurídicas, como a los impúberes o demen-
tes. Al lado de la obligación que produce un delito, nace
otra del todo diferente, "obligatio ex 1-e ex eo quod nli-
quem pervenit", que se aplica a las personas jurídicas
como a los dementes o como a los impúberes. Si como,
pues, el jefe de una corporación comete fraude en el
ejercicio de sus funciones, él sólo es responsable por el
dolo; pero la caja de la corporación debe restituír la suma
con que el fraude la hubiera enriquecido. Es preciso
no decir lo mismo de las multas que pueden imponerse
en un proceso, las cuales no son verdaderas penas, sino
gastos, partes esenciales del mecanismo de los procedi-
mientos judiciales. Las personas jurídicas deben some-
terse a esas multas, si quieren participar de los benefi-
cios de un proceso".
Cualquiera fuere la interpretación que se dé al ori-
ginal art. 43 y a su evolución doctrinal y jurisprudencia1
que llevó a su reemplazo por la ley 17.711, es indudable
que en el derecho argentino, al menos en lo que se refie-
re a los delitos criminales, se acepta el principio "societas
delinquere non potest", sin dejar de reconocer la existen-
cia de excepciones creadas por leyes penales económicas,
sancionadas con ~osterioridadal Código Civil.
Desarrollan y fundamentan acabadamente la postu-
ra indicada autores de prestigio, tales coino Francesco
Carrara, Enrique Pessina, Anselmo Von ~ e u e r b a c h ,Ber-
nardino Alimena, Vincenzo Manzini, Eugenio Florian,
Karl Binding y Mariano Jiménez de la Huerta.
Claro pensamiento el de Pessina, quien sostiene:
<'
La responsabilidad penal de las personas morales no es
sino un producto del estado de debilidad en que se en-
contraba la Edad Media por la barbarie de los tiempos
precedentes. El Estado puede disolver una corporación
que atente contra la seguridad y los intereses públicos,
pero fuera de ese clesconociiniento de su existencia le es
imposible ejercer otra influencia sobre las personas jurí-
dicas, lo cual es demostrado por la propia naturaleza de
las penas, hechas todas para ser aplicadas a los indivi-
duos. La responsabilidad de las personas jurídicas puede
ser, a lo sumo, de naturaleza civil, pero nunca de carác-
ter penal, porque la pena, si no obra sobre los individuos,
no puede sentirse por toda la comunidad de los mismos,
y si obrara sobre ellos confundiría injustamente a los ino-
centes. Por eso, la individualidad humana es precisa para
que exista el sujeto de un delito; y las unive~.sitasnunca
pueden ser consideradas como seres criminales, como
personas punibles ante la ley' (Elementos de derecho
penal, traducción española, Madrid, 1936).
Entre nosotros, se inclinan por tal doctrina Sebas-
tiáii Soler, Eusebio Gómez y Luis Jiménez de Asúa; este
íiltipo, si bien español, puede ser citado por su ilustre
actuación en el país como una de las primeras figuras
de la ciencia penal argentina.
Con la claridad de exposición que lo caracteriza, sos-
<'
tiene Soler: Es contraria a este principio de subjetivi-
dad toda tendencia a extender formas de responsabilidad
penal a grupos sociales en conjunto (expediciones puni-
tivas) o a afirmar la posibilidad de imponer penas sobre
personas no individuales. La incapacidad penal cle las
personas colectivas establecida por el art. 43 del C.C., no
solamente constituye la sanción de un principio sustan-
cialmente justo, sino también siistai-icialinente adecuado
a la realiclacl cle las relaciones en al es: societns delin-
quere iaon potest. Tocla vez que la sociedad es una per-
sona clistinta de los socios y su l~ersoi~alidacljurídica
consiste en un mero centro imputativo, carente cle todo
sustrato psíquico, resulta iiicluclable que por su natura-
leza no es un ente idóneo ni para clesplegar acciones que
contengan los elementos inc1ispensables para dar base a
L I I ~delito, ili para sentir la coacción de la amenaza penal
ni para sufrir ella misma una pena que no afec-
te a ningún tercero inocente. Con tanta ingenuidad
jurídica como torpeza política, algunos autores, al veri-
ficar que es de hecho posible imponer cierto tipo de
sanciones de carácter penal a personas colectivas, han
entrado a postular ese tipo de legislación como un pro-
greso. En la legislación nacional esa corriente ha logrado
admisión franca en la ley 12.906, en la cual, además de
las penas comunes aplicables a los autores de los hechos,
se castiga a las socieclacles con fuerte pena de multas y
con la disolución. Desde luego, no se ha medido la gra-
vísima injusticia que representa la imposición de una
pena que indefectiblemente irá a recaer sobre todos los
asociaclos, coinprendiclos los que se opusieron a los actos
ejecutados por los órganos y los accionistas que votaron
por otras personas para dirigir la sociedad. Al hecho de
que en materia de concesión de servicios públicos resulte
prácticamente conveniente la revisión de pequeñas mul-
tas por ciertas deficiencias del servicio (atrasos de tre-
nes), se le ha pretendido acordar una generalización
teórica inadmisible, pues la aceptación de la capacidad
penal de las personas jurídicas debería ser completada
con la total derogación de los más firmes principios del
derecho penal: los que rigen la acción, la imputabilidad,
la culllabilidad y la pena. Eii iioml~recIe la ingenua pos-
tulación de la «realidad» de las personas jurídicas se
concluiría coilsti~iyendo iin derecho penal totalmeiite
asentado sobre ficciones. Claro está que el derecho
crear formas aberrantes cle imputación, como tantas veces
la ha recoilocido, especialmente en sus formas primitivas,
y puecle también admitir forinas objetivas de responsa-
bilidacl; puecle, por lo tanto, iinponieilclo multa a iina
sociedad y disolviéndola, privar de sus bienes a un accio-
nista inocente, por actos clelictivos cometiclos por un
gerente de la sociedacl. La cuestión no consiste, pues,
en verificar la factibilidad de esa clase cle sailciones, sino
en ver si la admisióil de ellas está confoime con los prin-
cipios cle uii derecho penal civilizaclo y si en homenaje
a conveniei~ciaspolíticas o prácticas debe aclmitirse la
derogación de ciertos principios cuyo valor humano los
ha tornado casi universales, en particular el principio de
que no hay pena sin culpa" (De~.eclaopenal aygentino,
Ed. Tea, Bs. As., 1970, t. 1, p. 250).
Según Gómez: "Sólo las personas de existencia real
pueden ser sujetos activos del delito, aunque algunos pre-
tendan que pueclen serlo tainbién las personas jurídicas.
A esta pretensión se opone la doctrina de Savigny, que
se funda en el concepto de que las personas morales sólo
tienen una capacidad ficticia que no excede del derecho
y.,
de la institución, limitaclo a hacerle participar en el clere-
cho de los bienes. En consecuencia, las personas jurídicas
no pueden cometer delitos, y los que hay costumbre de
imputarles se cometen siempre por sus jefes, es decir,
por personas naturales, importando poco que el interés
de la corporacióii haya servido de motivo del delito.
iCuál sería la finalidad de las sanciones penales impues-
tas a las personas jurídicas? No se hace referencia para
ofrecer una respuesta a la defensa social, porque ésta se
ejercita mediante recursos encaminados a obtener la
readaptación social cle los delincuentes o su eliminación
en los casos de iilcorregibilidad. No veo de qué manera
podría actuar la sanción sobre una entidad que no pro-
cede sino por aparente voluntad propia, ya que esa vo-
luntad no es sino la de las personas físicas que la forman".
Asimismo: "La persona jurídica no tiene aquel sentido
moral o social que es propio de la persona humana. Sus
actos reflejan sentimientos liuinanos, y en cuanto a
la voluntacl que se le atribuye, no es, como dice Man-
zini, la voluntad presupuesta por el derecho penal: a la
persona jurídica corresponde exclusivamente el acto voli-
tivo, es decir, la deliberación confoime de todas las
voluntades asociadas o de la mayoría. Pero el derecho
penal exige la potencialidad volitiva y la persona jurídica
no la tiene. Sus actos voluntarios son el resultado de las
voluntades iiiclividuales" ( Tratado de derecho penal, Bs.
As., 1939, t. 1, ps. 3841386).
Jiméilez de Asúa fundamentó clara y eruditamente,
en dos trabajos publicados por la revista "La Ley", el
porqué de la incapacidad para delinquir de las personas
jurídicas.
Sostiene en su trabajo titulado La cz~.estwnde la
responsabilidad pena.1 de lm personas juridicm: "El caso
es que nos encontramos con que en la definición del
delito se exige lo ai~tijurídicoy lo culpable. Como lo
antijurídico es eminentemente objetivo, no cabe duda
de que pueden realizar actos jurídicos. Pero cuando lle-
gamos a la culpabilidad, cuando tratamos de definir lo
que es el dolo, vemos que la noción de éste no puede
resumirse en una fórmula demasiado sencilla y tenemos
que buscar sus elementos. No es afinnar que una
persona ha realizado un acto con dolo si en él no concu-
rren dos grupos de elementos esenciales: el intelectual
RESPONSABILIDAD
DE LAS PERSONAS JUR~DICAS 13

y el afectivo. El intelectual consiste en que el sujeto


capte dentro de su conciencia el hecho, tal cual es, con
toclas las circunstancias del tipo que el Código Penal ha
definido, y que, acleinAs, conozca la significación de su
acto. Es decir, que para que el sujeto que actíia perpetre
una acción dolosa, es preciso qiie conozca la circunstan-
cia de hecho, y al inisino tiempo la significación antiju-
ríclica de su conducta [ . . . l . En suma, sin el dolo, con
sus elementos intelectuales y afectivos, no hay delito
iilteiicional, porque el delito es iin acto antijurídico y
culpable. Pues bien, yo invito a que se defina el dolo
de In persona social, con la seguriclacl de que fracasar5
de la manera más ruidosa quien intente tan imposible
empeño. 2Cóm0 podríamos construís en la persona jiirí-
dica el elemento intelectual, para el qiie es preciso el
tener conocimiento, conciencia, juicio conntivo? 2Hay
quien crea que es éste posible en una sociedad? iCómo
vamos a edificar ese elemento intelectual del dolo en
quien es incapaz de juicio crítico? Y si no puede tener
conocimiento de los hechos y conciencia de la significa-
ción de sus actos, jcómo vamos a pretender que la per-
sona social responda de sus pretendidos hechos, a pesar
d e que tenga esa voluntad real de que nos habla Gierke?
Y por otra parte: osará alguien decir que esa voluntad
es la exigida por la ley, la que consiste en representarse
l',
y prever los acontecimientos? He aquí por qué yo he
afirmado que no siendo posible hablar de dolo -que es
el elemento característico de la culpabilidacl- en la per-
sona social, ésta no puede ser penalmente responsable.
La persona jurídica no es capaz de clelinquir [ . . .l. Por
otro camino llegaremos también a parejas consecueiicias.
Nosotros imponemos sanciones con un objetivo trascen-
dental. Está superada la época en que se conminaban
con fin meramente retributivo. Sobre todo en Cuba, en
que hasta el nombre de Cócligo Penal se ha mudado.
Pues bien: si la intiiniclacióil y la corrección son los fines
de la pena, jcóiiio vamos a obtener lo uno y lo otro,
coacción psíquica y eiimieiida, eii la persona jurídica?
De ahí que los inismos partidarios de la responsabilidad
criininal cle las personas morales la restrinjan en cuanto
a sus efectos punitivos a cierta clase cle sanciones. En
puriclacl lo que es posil>le hacer es someterla a ciertas
iiiediclas cle prevención y seguridacl. Suspenclerla o disol-
verla, como se secuestra el arma Iioinicida, sin hacer res-
polisable a los cucliillos y a las pistolas" ("L.L.", t. 48,
sec. Doctrina, 11s. 1041 y SS.).

4. C~.ite~.ios
qzre jzrstificn~z ?a intposición de sanciones
n las pei$sonas jzrridicas.

También son variados e importantes los fundamen-


tos que'tratan de justificar la resl~oilsabiliclad de las
personas jurídicas y el no quebrantamiento del principio
de que no hay acto delictivo sin voluntacl criminal (nctzcs
non facit reuln nisi sit mens r e a ) .
Entre los autores que sostienen tal posibilidad, se
puede citar a Otto Gierke, Franz Voii Liszt, Jorge Jellinek,
James Goldschmidt, Aquiles Mestre, Quintiliano Saldaña,
y entre nosotros a Carlos Cossio, Enrique R. Aftalión,
Julio Cueto Rúa y Mario 1. Chichizola.
Aftalión puecle ser considerado el más destacaclo de-
fensor nacional de la teoría que aclinite la respoiisabilidad
de los entes colectivos. Basándose en el pensamiento de
Kelsen y Cossio, afinna que "los ~artidariosde la irres-
ponsabilidad penal de las personas jurídicas arguyen,
entre otras cosas, que su tesis es una consecuencia de las
modernas teorías del delito, que lo definen como «una
acción típicamente antijurídica y culpable)). En efecto,
los autores que aceptan una definición como ésta, no han
poclido zafarse del brete e n que se colocaii cuando pre-
tenden aplicar sus concepciones sobre la c~ilpabiliclacl
-el010 y culpa- a las personas jurídicas. Como se ven en
figurillas para ensamblar las dos cosas, prefieren en gene-
ral salir del paso. . . jilegaiiclo la re~~onsabilicladen al cle
los entes colectivos!; iln realidad, los datos cle la expe-
riencia jurídica, son así sacrificados en aras de u11 con-
cepto! El caso recuerda un poco la portentosa posición
cle Hegel, que afectaba desconocer los pueblos que iio
tuvieran acomodación en su esqueina cle la liistoria uni-
versal. Frente a esta insosteiiible postura me limitaré a
decir lo siguiente: a ) que el argumento pierde fuerza si
se recuerda que nada impide al orclenamiento jurídico
disociar los c&ceptos de obligación y d e respoiisabiliclad,
e imputar las coiisecuencias d e un acto a otro ente que
el agente huinano que lo realizó; b ) que si aún subsiste
alguna dificultad para cornpagiiiar la res~~onsabiliclad
penal d e las personas juríclicas con la llamada «teoría ju-
rídica del cielito», ¡peor para esta última!. Es el caso
recordar, una vez más, la célel~recrítica que dirigía Von
Theriilg al forinalisino jiirídico: «la vida no debe plegarse
a los principios sino éstos deben modelarse sobre aqué-
llos»" ( Dereclao penal ndininistrntivo, Ed. Arayú, Bs. As.,
- 1955, ps. 135 y SS.). Sostiene asimismo: "Se advierte en-
toiicS~,de golpe, que la ciiestión no consiste en preguntar
si es posible hacer penalmente responsables a las personas
jurídicas -tanto la lógica jurídica imputativa, como la
consideración d e la realísima experiencia jurídica, han re-
suelto el problema afirmativamente-, sino en averiguar si
ello es justo o no. E n otros términos, se trata d e saber
«es justicia)), según reza el clifuildiclo colofón clel ritual
en los escritos foreilses [ . . . l . Por lo pronto, es menester
dejar de lado las gafas huinailns del penalista, del espe-
cialista en «subsunciones» y «figuras delictivas)), y ele-
varse a un plano más alto, a una atalaya desde la que
pueda otearse la totalidad del paisaje jurídico; «fecho»
-como reza el difundido arcaísmo forense-, ¡qué se divi-
sal. Voy a decir lo que veo. La debilidad física y econó-
mica del hombre aislado lo llevó a vincularse con sus
semejantes, a formar asociaciones sin las cuales no podía
emprender ciertas empresas de aliento que escapaban a
sus posibilidades individuales. La técnica jurídica, por
su parte, se hizo cargo de la situación y creó un instru-
mento -la personalidad jurídica que hace de las asocia-
ciones «sujetos de derechos»- que facilitó a los hombres
su organización gregaria, y, con ello, la realización d e
esas empresas d e gran alcance ya señaladas. Las razones
expuestas permiten afirmar que ese instrumento técnico,
esa creación legal llamada «personas jurídicas)), ha desem-
peñado un importante y saludable papel en la evolución
jurídica y económica de la humanidad. Desgraciada-
mente, cabe también advertir que el florecimiento de la
vida corporativa ha coincidido en todas partes con el
advenimiento y auge d e lo que se ha dado en llamar el
capitalismo plutocrático, régimen que nos ha permitido
presenciar el drama del Estado -sociedad política- lu-
chando a brazo partido por el predominio, con los
«holding», «trust» y consorcios -sociedades económi-
cas-. El Leviatán versus el Becerro de oro. La coeta-
neidad señalada no es casual. Se debe a que la perso-
nería jurídica, aparte de satisfacer las necesidades eco-
nómicas que constituyeron la razón fundamental de su
creación, se mostró pronto como la más perfecta, barata
y discreta encarnación de la vieja institución de los ates-
taferros)), de los «hommes de paille~. Otra vez aquello.
del «fin no querido de la ley». En el mundo de la alta
banca, es sabido que cuando la licitud de una empresa
o negocio es dudosa, el procedimiento indicado para elu-
dir responsabilidades consiste en la creación de una per-
sona jurídica -generalmente una sociedad anónima-.
Es un magnífico medio para lavarse las manos. Si las
cosas van mal acháquesela a la corporación, y como
~societmd e l i n q w e non potest», el ministerio punitivo
del Estado no encuentra una percha en que colgar el
sombrero de la responsabilidad (permítaseme esta ba-
rata adaptación de una repetida frase de Brinz). El tema
de los excesos y deformaciones oriundos del régimen
capitalista se presta para fáciles y truculentos desarro-
llos. No he de hacerlos, ya que no es éste el lugar para
competir con losepanfletistas de extrema izquierda o de-
recha. Pero con lo dicho me basta y sobra para afirinar
que la institución de la responsabilidad penal de las
corporaciones no está de contramano en el devenir con-
temporáneo, y que «es justicia» su aceptación en todos
aquellos casos en que son valederas las reflexiones pre-
cedentes. Al menos, tal es el punto de vista de los que
confiamos en que el pluralismo de soberanías jurídicas
a que lleva la señalada puja entre la institución Estado
y ciertas poderosas institucioiies particulares ha de re-
solverse en la victoria del Estado, bajo el signo de una
auténtica democracia" (Acerca de la respomabilidnd
penal de las personm juridicas, publicado en la revista
jurí&ca "La Ley", t. 37, lis. 281 y SS.,y reproducido en
el libro Derecho penal administrativo citado, p. 109).
Julio Cueto Rúa manifiesta: "Por otra parte, una
teoría general del derecho cuya íntegra elaboración re-
clama día a día con mayor urgencia los problemas del
derecho positivo, exige la consideración conjunta y desde
un mismo punto de vista, tanto del problema de la res-
ponsabilidad penal como el cle la responsabilidad civil
de las personas jurídicas. iEs respoilsable civilmente
tina persona jurídica por un acto ilícito civil? Para que
haya clelito civil es necesario que sea el resultado de una
lil~recletern~iiiación ( voluiltacl ) clel autor ( art. 1076 clel
CGdigo Civil), y para que haya cuasiclelito es iiecesario
tainl~iénla coiiiisión cle u11 Iiecho que acarree claiio a un
tercero, por la culpa o negligencia del autor (art. 1109
del Cbcligo Civil). Planteando las cuestioiles, pues, con
rigor inetóclico, nos encontrarnos que el inisino problema
que se le plantea a los penalistas con motivo cle la res-
ponsabiliclad penal d e las personas jurídicas, se les plan-
tea a los civilistas coi1 relación a la responsabiliclad civil.
Porque: ?,a mérito cle qué se le puecle aplicar una sancióii
civil a una persona juríclica? Si es una persona d e capa-
ciclacl ficticia, acliniticla escepcionalineilte para la con-
secución de algunos fines lícitos, geileralinente ubicados
en la esfera gatrimonial, evidenteinente carece de capa-
ciclacl para cometer u11 Iiecho ilícito ciialquiera. Si se la
coilsiclera una persona real, fuerza es concluír que el
dolo, la culpa o la negligencia coi1 que pueda actuar,
no ser6 otra que la cle sus representantes. Y éstos serían
entonces los responsables. Los penalistas, so pena de
coiltradicción lógica, cleherán concluír que la persona
jurídica iio es susceptible de ser castigada ni con saiicióii
penal, ni con sancicín civil, porque carece de voluntacl
propia. No obstante, hace muclio tiempo ya que se ha
recoiiociclo la responsabilidad civil d e las personas jurí-
dicas, sin escáncialos cle ilaclie. Penalistas y civilistas,
en rara uniforinidad, la acliniten y la coinprendeil si11
iliilguiia clificultacl. [ . . . ] 2Qué significa aplicar una san-
ción penal a una persona jiiríclica?: que una persona
jurídica sea saiicioiiacla significa estrictamente que se
inipone coactivamente una deteriniiiada conducta, refi-
riéildosela a ese común centro cle iinputacióii que es la
persona juríclica, pero clejanclo a otra serie cle ilorinas
(las penales, las que estructuran en forma objetiva y ge-
neral a las personas jurídicas, y las más precisas y menos
generales que la reglamentan), la determinación con-
creta de quienes han de sufrir la sanción. Así, preguntar
si es posible sancionar a las personas jurídicas, significa
preguntar si es posible aplicar sanciones que serán sufri-
das y cumplidas por sujetos determinados de modo media-
to por el ordenamiento juríclico. Y l~ieii. No existe ilin-
gún impedimento en ello. D e la misma manera qiie se
imponen obligaciones en foilna mecliata a las personas
que ejercen funciones o integran a la persona jurídica,
es jurídicamente posible aplicar iina saiicibii a una per-
sona jurídica, dejando r.al ordenamiento jurídico la de-
terminación, en forma mecliata, de quiénes han de su-
frirla. En esta determinación de quién ha cle sufrir la
sanción, concurre en forma concordante el ordenamiento
jurídico general (las normas penales y las civiles que es-
tnicturan a las personas jurídicas) y el orden juríclico
parcial que las reglamenta" ( L o responsa77ilidad pend
de 10s personas itt~.idicas,"Revista del Colegio de Abo-
gados", t. 22, n". 5 y 6, reproducido en el libro Derecho
petzal administratiuo citado, p. 265). Asimismo, sostiene
que "cuando el orclenamiento jurídico imputa a la perso-
na jurídica un acto ilícito penal, conectando a dicho acto
tina sanción penal, también imputada a la persona jurí-
dick hay respoilsabiliclad penal de las personas jurídicas.
O, para decirlo con los términos que iitilizamos en niies-
tro artículo ya citado, hay responsabilidacl penal de las
personas jurídicas, cuando se impone coactivamente una
determinada conducta que se refiere (conecta) a la per-
sona jurídica como centro de imputación de normas y
que será cumplida y sufrida por las personas físicas de-
signadas cle un inodo mediato por el orclenamieilto jurí-
dico (normas penales, civiles y reglamentarias de las
personas jurídicas" ( E l racionalismo, la egologh y la
responsabilidad de las personas juridicas, "L.L.", t. 50,
ps. 1109 y SS.).
Sostiene Chichizola: "Aquellos que niegan la capa-
cidad delictual de las personas jurídicas, afirman que
éstas carecen de una verdadera y efectiva voluntad, lo
cual les impide obrar coi1 dolo o con culpa. La voluntad
que la ley le atribuye -dicen- es simplemente ficticia,
no es sino la voluntad de los miembros que la compo-
nen. Esta aseveración importa desconocer la naturaleza
jurídica de las personas cle existencia ideal, que son per-
sonas completamente independientes de sus componen-
tes, que tienen vida, patrimonio y voluntad propios, en-
teramente distintos de los cle sus componentes. Claro
estrí que estas entidades, por ser entes ideales, sólo pue-
clen actuar por intermedio de sus representantes legales,
pero los actos cle éstos se reputan actos de las personas
jurídicas, y no actos individuales de los representantes.
Estos principios, consagrados por los arts. 36 y 39 de
nuestro Código Civil, rigen también en casi todas las
legislaciones extranjeras. AdemBs, debemos recordar que
uno cle los elementos esenciales que se exigen para la
foimación de los contratos es el consentimiento, que con-
siste en una manifestación de voluntad, hecha con dis-
cernirniento, intención y libertad (arts. 897, 1137, 1144
y SS. del Código Civil). Nadie niega que las personas
morales puedan celebrar contratos, y para hacerlo nece-
sitan forzosamente tener discernimiento, intención y liber-
tad, porque de lo contrario sus actos no producirían obli-
gación alguna (art. 900, Código citado). Ahora bien:
Si las personas jurídicas carecen de voluntad, jcómo es
posible que puedan contratar? Resulta contradictorio,
pues, que el ordenamiento jurídico p e d a admitir que las
personas de existencia ideal tengan capacidad volitiva,
RESPONSABIL~DAD
DE LAS PERSONAS J ~ D I C A S 21

discernimiento, intención y libertad para celebrar contra-


tos, y negarles al mismo tiempo estas facultades, cuaiiclo
cometen delitos reprimidos por la ley penal. El argumen-
to de que todo acto ilícito de los representantes de las
personas de existencia ideal importa una extraliinitaci6i1
de su mandato otorgado únicameiite para fines lícitos,
que sólo pueclen coinproineter la responsabilidad inclivi-
dual del inandatario, carece de soliclez. El representaiite
legal cle una asociación puecle, auii actuanclo dentro de
los límites de su mandato, realizar actos ilícitos, en repre-
sentación cle sus inaildaiites. Admitir lo contrario sigiii-
ficaría crear un oclioso privilegio en favor cle las personas
jurídicas, que en ningún caso podrían ser respoiisabiliza-
das por los hechos ilícitos cometidos por iilteimedio de
sus representantes. Así lo ha interpretado la nueva juris-
prudencia de la Corte Suprema cle Justicia de la Nación,
en lo que se refiere a los delitos y cuasidelitos civiles, que
si bien difiere de los delitos criminales, también son
hechos ilícitos. Que las personas juríclicas pueclen obrar
con discernimiento, intención y voluntad es un
indisciitido, consagrado por el clerecho civil; negarlo im-
portaría sostener que los actos jurídicos celebrados por
las corporaciones no producen ningún efecto, porque los:
hechos ejecutados sin aquellas condiciones no producen
por sí obligación alguna (art. 900 del Código Civil). La,
p ~ ~ i b i k d a de
c l delinquir de las personas jurídicas es una
realidacl que no puede ser negada. Frecuentemente, por
desgracia, hemos visto personas cle existencia ideal parti-
cipar en la coinisióii de delitos cle monopolios, contraban-
do, estafa, defraudación, publicaciones obscenas, compe-
tencia clesleal, cohecho, infracciones a la ley de popie-
dad intelectual, trasgresiones a las leyes fiscales y de poli-
cía, infracciones a la ley de juegos de azar, etc. En estos
casos, la sociedad no puede permanecer inactiva y decla-
rar la impunidad de las corporaciones responsables, dicien-
do: societm de1inque1.enon potest. Esta pasividad de la
sociedad frente a los hechos delictuosos cometidos por las
personas jurídicas es altamente perjudicial para la defen-
sa social, pues deja impunes los hechos clelictuosos come-
tidos por estas entidades. A1 responsabilizar criminal-
mente a las personas de existencia ideal, no se vulilera
el principio del derecho penal qiie exige que el conde-
nado sea la misma persona que ha delinquido. Los actos
realizados en representación de la persona moral por
intermedio de sus representantes, jurídicamente, son actos
de la entidad y, por tanto, si son clelictuosos, quien ha
delinquido es la persona de existencia ideal. Eil conse-
cuencia, ella debe ser sancionada, sin perjuicio de la
responsabilidad indiviclual que puecla corresponcler a sus
miembros que han intervenido en la perpetración cle los
hechos punibles, conforme a las normas generales qiie
rigen la participación criminal. Tampoco, al admitir la
capacidad delictual de las personas juríclicas, se castiga
a terceros inocentes. La sancionacla es la enticlad que ha
cometiclo el delito, y si bien es cierto que los integrantes
de la misma que no han participado en la infracción pue-
den resultar indirectamente perjudicaclos, en proporción
a la medida de su interés en la sociedad, lo inisino acon-
tece con la familia cle la persona física condenada con un
delito, y en una foi-ina mucho más intensa, porque el
encarcelamiento del padre de familia no sólo incide en
el presupuesto familiar, sino que priva a la esposa e hijos
del condenado de su presencia en el hogar, produciéndole
una dolorosa sensación. Sin embargo, a nadie se le ha ocii-
rrido afiimar que la peiia privativa de la libertad castiga
a terceros inocentes. Por lo demis, no clebe confundirse
e1 patrimonio cle la persona moral -sobre el qiie recae
la pena- con los de sus miembros, que por otra parte, así
como resulta11 beneficiados con los buenos negocios de
la sociedad, lógico y justo es que también sufran las con-
secuencias de sus actividacles clelictuosas" ( L a responsa-
I?iliclad peiznl de las personas de existencia ideal, "L.L.",
t. 109, ps. 682 y SS.).
Otras teorías tratan cle justificar la responsal~ilidad
de los entes ideales, abandoiiaiiclo el principio de la "per-
soilalidad de la pena", no requiriendo, por ende, ni acción
ni iinputabilidacl de la persona colectiva, bastando el obrar
clelictivo de sus órganos.
Están entre ellas las que recoiloceil una naturaleza
contraveilcioilal a las infraccioiies en análisis, con lo cual
pierde importancia el elemento culpabilidad, adoptaiido
el principio de "respoilsabiliclad objetiva". Así, por ejem-
plo, Héctor B. Villegas reconoce este carácter contraven-
cional, opinando que la multa participa de un carácter
mixto, por ciiailto es reparatoria y retributiva simulthnea-
mente, de lo que infiere la impersonalidad de la sanción
que lleva a la respoiisabilidacl de la persona colectiva
( Del-echo penal trib~itario,p. 165).
Ricardo C. NÚiiez sostieiie que cuanclo se habla de
responsabilidad penal de las personas morales, no se puede
liablar eii el misino sentido que respecto a las personas
físicas, debiéndose resolver la cuestión sin reciirrir a una
aflicación artificiosa de los conceptos cle autoría y res-
poiisabiliclad penales. Admite que la repercusión del cleli-
to coinetido por los órganos de las personas jurídicas des-
cansa en la idea de una ineclicla cle seguridad, tendiente
a aniquilar la empresa criminal, o el meclio de accióri
ilícita de sus órganos o coinpoiientes. El ente icleal coii-
clenaclo a pagar una niulta, no lo es en virtud cle una
responsabiliclad objetiva, sino sin-iplemeilte eil cuiiipli-
iiliento de una obligacibii legal cle gar~iltía,por la cual la
persona colectiva asegura el comportamiento no ilegal de
sus órganos ( Delaecho penal argentino, t. 1, p. 216).

5. Jrcrisprzrdencin de los tribrcmles argentinos


sobre el temn.

Con diversos matices, el principio de la responsabi-


lidad penal de las personas jurídicas ha sido analizado y
aceptado por nuestros tribunales. Así, a simple título
ejemplificativo cabe citar los siguientes fallos.
a ) "Entre Ríos, Extracto de Carnes Ltda., s. Defrau-
dacióii de clerecho de aduana". Este viejo fallo clel 7 de
diciembre de 1894 dispuso que "la legislación aduanera,
a diferencia cle la civil y criminal, responsabiliza a las
personas jurídicas, en cuanto son capaces de mantener
relaciones con la aduana por los fraudes o contravencio-
nes de sus empleados y depeiidientes; y castiga no sólo
a las defraudaciones consui~iadas,sino la posibilidacl clel
fraude, sin tener en consideración si hubo intención clolo-
sa o \m error inocente; los arts. 1025, 1027 y 1028 de las
Ordenanzas de Aduana vigente, establece estos principios
cle una manera terminante y son ellos los que rigen y
del~eiiaplicarse al caso en cuestión, y no el art. 43 clel
Cócligo Civil, indicado por el representante de la com-
pañía cleinanclacla, por lo que clebe concluírse que la
compaiiía acusacla, como cualquier otra persona jurídica,
es responsable de las penas pecuniarias que imponen las
Ordenanzas cle Aduana, por fraude o contravenciones
cometidos por sus empleados".
b ) "El Cafetal S.R.L.". En esta causa, fallada el 14
d e marzo de 1957, la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Civil, Comercial y Penal Especial en lo Contencioso
"
Administrativo de la Capital Federal, sostuvo: no pro-
cede la querella por usuipación y falsificación de patente
(art. 53, ley l l l ) , directamente incoada contra una sacie-
dad de responsabilidad limitada; obsta a ello la regla
general del art. 43 del Código Civil, y la naturaleza espe-
cial de la pena d e prisión con que la ley sanciona la
infracción: la acción criminal debe ejercerse contra la
persona o personas de existencia visible que sean direc-
tores, representantes o mandatarios d e la sociedad. No
existe una imposibilidad ontológica para responsabilizar
personalmente a los entes colectivos; la misma es admi-
sible por defraudaciones a la renta aduanera en infrac-
ción a los arts. 1027 y 1028 cle las Ordenanzas de Aduana,
reprimidas con pena de multa, y en los casos d e los arts.
3 y 7, ley 12.906, de morioeolio, al hacerlos pasibles de
las penas de multa, pérdida de privilegio, retiro de per-
sonería jurídica y cancelación de inscripción en el Re-
gistro Público de Comercio, cuando los hechos resulten
cumplidos con la ayuda o en beneficio de alguna persona
ideal" ( "J.A.", 1958-IV-547).
c ) "Aguirre Cámara, José, y otros". En este faIlo,
del 30 de diciembre de 1957, la Corte Suprema cle Jus-
ticia de la Nación sostuvo: "En materia aduanera, las
penas pecuniarias tienen un carácter particular, que, aun
conservando su calidad de penas, les da un cierto carhc-
ter cle indemnización de daños, y las somete a reglas que
no.3tienen aplicación penal estricta. En consecuencia, los
corhponentes de una razón social pueden ser conclei~ados
soliclariamente, aunque ello no implica desconocer que,
aun en estos casos, la sentencia sólo referirse al
procesado o procesados por el delito o delitos que han
sido materia del proceso. Una sanción de carácter re-
presivo penal aduanero, en la especie, no puede legíti-
mamente ser aplicada a los directores y al aclministrador
de una sociedad anónima, que no fueron procesados ni
condenaclos en el sumario administrativo que motivó el
fallo ministerial respectivo; no se trata de la mera apli-
cación del art. 337 del Código con~ercial,que preceptúa
la responsabilidad civil, personal y solidaria de los direc-
tores de las sociedades anónimas, para con ella y los ter-
ceros, por la ejecución o mal desempeño del mandato,
sino de la falta del debido proceso" ("J.A.". 1958-IV-542).
(1) "Leiro, Germán, o Benvenuto y Cía.". En esta
causa, fallada por la Sala 2 de la Cámara en lo Penal
Económico de la Capital el 31 de octubre de 1962, se
sostuvo: "La vieja polémica teórica o doctrinaria en torno
a si las personas jurídicas pueden ser procesadas en causa
criminal, ha sido superada en los hechos por la ley y la
jurisprudencia, ya que ambos de consuno han terminado
120s aclinitir que pueden ser responsabilizados criminal-
mente y eii determillados casos" ("J.A.", 1983-1-589, y
"L.L.", t. 109, p. 684).
e ) "Bessul Sport o Ely Benater, s. Infracción ley
11.275". Este fallo, emanado de la Sala 11 de la Cámara
en lo Penal Ecoilómico, del 14 de marzo de 1963, esta-
bleció: "Las sociedades irregulares actúan como si tuvie-
ran una personalidad distinta de la de sus socios y pueden
incurrir en delitos y actos ilícitos en general, que cuando
estén reprimidos con multa pueden serles imputados
como a las demás sociedades" (citado en mi libro Dere-
clzo infrnccionnl adzlanero, Ed. Hammurabi, Bs. As.,
1987, p. 65).
f ) "Parafina del Plata S.A.". Importante fallo dic-
tado por la Corte Supreina de Justicia de la Nación el 2
de setiembre de 1968. Allí se sostuvo que "las sanciones
previstas en los arts. 43, 44 y 45 (se refiere a la ley
11.683, modificada por la lev 16.656), no serán cle apli-
cación en los casos en que ocurra el fallecimiento del
infractor, aun cuanclo la resolucibil respectiva haya que-
dado firme y pasada en autoridad de cosa juzgada; con
lo que se consagra el criterio de la personalidad rle la
pena, que: en su esencia, responde al principio fuiicla-
mental de que sólo puede ser reprimido quien sea cul-
pable, es decir, aquel a quien la acción punible le pueda
ser atribuída tanto objetivamente coino subjetivamente"
("L.L.", t. 133, p. 448). Si bien el fallo se refiere a los
agentes de retención, es plenamente aplicable al tema
que nos ocupa.
g ) "Iafa S.A.". En este fallo, del 17 de setiembre
de 1968, la Sala Criminal y Correccioilal cle la Chrnara
Nacional Federal opinó: "No cabe considerar adrninis-
trativamente responsable a una empresa por el delito de
contrabando previsto en la ley de aduanas, si la persona
cuya actuación ha motivado la conclena no era emplea-
do, dependiente, obrero, cloinéstico o asalariado de la mis-
ma (art. 1027, Ordenanzas de Aduana). E n razón de
las especiales sanciones previstas en el art. 190 de la ley
14.792, corresponde admitir, tanto en el ámbito criminal
como en la esfera administrativa, la responsabilidad penal
de las personas jurídicas en materia de contrabando. Pero
tratándose de un delito, las sanciones deben imporierse
a quienes resulten responsables sobre la base de su cul-
pabilidad a título de autores, instigadores, cómplices o
encubridores, ya que ha desaparecido deha ley toda alu-
sión a los beneficiarios clel delito" ("L.L.", t. 133, p. SS1 ).
" h ) "Empresa Líneas Marítimas Argentinas7'. En
esta causa, fallada por la Cámara Federal de La Plata el
24 cle setiembre de 1968, se sostuvo: "En materia adua-
nera existe una responsabilidad penal szli géneris, fun-
dada en el carácter especial cle siis iilfracciones. y en el
propósito fiscal que las origina y las penas pecuniarias
tienen cierto carácter de indemnización cle claííos que
las somete a reglas que 110 tienen aplicación en niateria
penal. En materia aduanera y trathnclos~de penas pe-
cuniarias no se aplica la regla de que la responsabilidad
penal es personal, creándose, en cambio, una responsa-
bilidad fundada en la presunción «juri.s et de jure» de
participación en las infracciones para cierta clase de per-
sonas" ("L.L.", t. 135, p. 1144).
i ) "Cía. Swift de La Plata S.A.". Este importante
fallo einanaclo cle la Sala 2a de la Cámara en lo Penal
Económico cle la Capital, del 18 de octubre de 1972,
trató variados temas referentes a la responsabilidad in-
fracciona1 de las personas juiídicas. Se sostuvo que si
las infracciones al control de cambios fueron cometidas
por una sociedad que luego se fusiona con otra, íncor-
poraildo esta última su patrimonio, todos sus bienes, de-
rechos, acciones y obligaciones, se ha de entender que la
socieclad que subsiste es responsable de aquellas infrac-
ciones, máxime cuando ambas pertenecen a un mismo
qrupo internacional. Asimismo, que la causal de extin-
ción de la acción penal del art. 59, inc. 1, del C. Penal
-muerte clel imputado-, es iilcompatible con la propia
naturaleza de las sociedades coinerciales, ya que su actuar
en las activiclacles económicas revela la posibilidad de
trasfoimaciones diversas por voluntad de las personas físi-
cas, algunas de las cuales producen en los hechos la
clisolución, o sea, la no subsistencia con la misma perso-
nalidad juríclica, pero claclas sus características, su desa-
parición no es equiparable a la muerte de la persona de
existencia visible ("J.A.", t. 18, p. 212).
j) "Banco Central de la R.A. c. International Electric
S.C.A. y otros". Este fallo de la Corte Suprema de Jus-
ticia de la Nación, clel 20 de febrero de 1975, será ana-
lizado in extenso en el capítulo IV.
k) "Danduf S.A. y otros". En este fallo, del 7 de
junio de 1977, la Sala la de la Cámara Nacional en lo
Penal Económico sostuvo: "Dos son los responsables por
infracciones cambiarias, según el art. 3 de la ley 19.359;
las personas físicas autoras del ilícito y las personas jurí-
dicas generalmente beneficiarias del mismo. Ello no con-
vierte en doble la infracción, la cual es una sola, coin-
partida por ambos responsables" ("J.A.", t. 1978-IV,
p. 107).
1) "Wlodavosky, Pedro, y otro". Este fallo, también
emanado cle la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
del 9 de agosto de 1977, será analizado asimismo en el
capítulo IV.
m ) "Banco de Santandes y otro". Este fallo de la
C.S.N., del 21 de febrero de 1978, será analizado, como
los dos anteriores, en el capítulo IV.
n ) "Compañía Introductora de Buenos Aires S.A. y
otros". Este importante fallo, del 9 de agosto de 1982,
eniailaclo de la Sala 1 cle la C h . Nac. Penal Económica,
estableció: "En el caso cle acciones ilícitas cambiarias
( y de otras de contenido patrimonial), la persona jurí-
dica generalmente es la beneficiaria económica y los seres
humanos que la integran o simplemente están a su ser-
vicio, son los que forman iileludihleniente su voluntacl o
realizan sus acciones; einpero, el hecho de que actúen
bajo el manto clel «ente jurídico», no elimina su existen-
cia y responsabilidad personal, propia, pips la concliicta
pers~nalno puede esciiidisse de la representaci6ii. Desde
Y
el punto de vista comercial, el ente llamado sociedad no
es más que un patrimonio organizado para la producción
o intercambio de bienes o servicios; por ello, resulta injus-
to adjudicar el querer o voluntad de un acto al ente
juríclico que carece de querer y de voluntad, cuando ese
querer y voluntad en verdad es la del autor y también
resulta injusto hacer únicamente responsable patiimo-
nialmente al ser humano cuando el beneficio se incor-
pora al patrimonio del ente jurídico. En el derecho penal
económico, por ser precisameiite económico y penal a
la vez, se produce tina especie de simbiosis; la responsa-
bilidad penal clel autor que iileludibleniente debe ser un
ser huinano ya que el ser abstracto 110 puecle ser nunca
autor, pues no puecle actuar, debe conjugarse con la res-
poiisabiliclacl patrimonial, que es económica y que puede
acljuclicarse al elite ideal, ya que por otra ficción éste
puecle ser titular de clereclios patrimoniales. La solicla-
riclacl implica una garantía para el pago de una iiiulta
aplicada a uiia persona jurídica y iio una multa que san-
ciona la coniisión cle una infracción; de ahí que no se
trate de un acto iiiterriiptivo clel ciirso d e la prescripción"
( "E.D.", t. 102, p. 779).
o ) "Loussiiiian, Eduardo, y otros". Este fallo, del
6 de octubre cle 1987, einailaclo cle la Sala 1 de la Cámara
Nacional el; lo Penal Econóinico, reconoció concreta-
inente la cal)acidacl cle las personas jurídicas de cometer
coiitrabando. Será analizado inft-o, en el capítulo VIII.
p ) "IVakin, Miguel, y otros". Este fallo d e la Sala
1 de la C.N. Pen. Econ., del 31 d e octubre de 1989, s e
expide en favor d e la cuestionacla cloctriiia que sostiene
que no es necesario haber aplicado una sanción a uiia
persona física, para poder sancionar a la persona jurídica.
Tal tesis tanibién es observada por el más alto tribunal,
lo que es criticable, como vereiilos al analizar el fallo
"Car Castellaiios y Goiizilez S.R.L. y otros", en el capí-
tulo V. El referido fallo "Wakiii" sostiene: "Corresponde
responsabilizar a las persoiias jurídicas por el delito de
contrabando, eii conseciieiicia cle su voluiitacl y accionar
independiente, aunque no se haya aplicado pena a una
persona física, si se cleiiiuestra la existencia del ilícito y
que el inisrno se proclujo en nombre d e la persona jurí-
dica. Es necesario para responsabilizar a una persoiia
jurídica por el delito cle coiitrabanclo, q u v sus represen-
RESPONSABILIDAD
DE LAS PERSONAS J U R ~ I C A S 31

tantes tengan mandato legal o autoridad suficiente para


obligarlas y que asimismo obtenga la sociedad un bene-
ficio de la actividad ilícita. Respecto a la responsabilidacl
de las personas jurídicas en relación al delito de contra-
bando, la ley lia tomado en cuenta la realidad econóniica
cle la actividad de las sociedades frente a la cual el Esta-
do sería impotente y cuya responsabilidacl quedaría a
salvo con la existencia de un hoinbre cle paja en su clirec-
ción. La única forma de evitar la responsabilidad de la
sociedad sería que el resto de los órganos societarios
impugnaran, en su inomento, el hecho ilícito qiie pre-
tendieron cometer o cometieron sus directores. La con-
tinuación de una sociedad por otra de distinta denomi-
nación, no impide que se responsabilice a esta última
por el delito de contrabando cometido en nombre cle la
primera".
q ) "Federico Heinera S.A. y otros, s. Incidente de
~rescripción"(no publicado). Este fallo, del 27 de di-
ciembre de 1990, impuesto por el voto de la mayoría de
los vocales de la Sala 11 de la Cámara Nacional en lo
Penal Económico, sostuvo: "Según lo establece el art. 67
del Código Penal de la Nación, en su íiltimo párrafo, la
prescripción corre, se suspende o se interrumpe, separa-
damente para cada uno de los partícipes y en consecuen-
cia con referencia a la pena que a cada uno de ellos le
podfia ser aplicable. De tal modo, si el hecho investi-
gado en la presente causa puede dar cabida a responsa-
bilidades penales, por uii lado para el ente ideal y por
otro a las personas físicas, no se p ~ ~ e djustificar
e la exten-
sión a las personas ideales del plazo de prescripció~i de
las penas que solamente podrían sufrir las personas físi-
cas". A similar conclusión había llegaclo la misma Sala,
al resolver el incidente de prescripción -plaiiteado por
Sudamericana de Intercambio S.A. en 12 causa "Lous-
sinial1 S.A. y otro". En él se sostuvo: "El plazo de pres-
cripcibil de la acción penal en los casos de responsabi-
lidad por contrabando asignada a entes ideales por causa
de hechos atribuídos a sus directivos, no es el del máxi-
ino de la pena que pudiera corresponder a la persona
física a la que se atribuye el hecho, sino el referido a la
pena más grave que pudiera corresponder a la persona
ideal" ("L.L.", t. 1988-E, p. 240).
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA Y
SU RACIONAL ENCUADRE

6. I'~.ntwnientolegislativo del tema y problemas


a dilucidar.

Todos los autores, nieguen o no la posibilidad de


sancionar a las personas jurídicas, son contestes en que
la eventual responsabilidad de ellas debe surgir de una
expresa disposición legal que así lo prevea.
Como haré notar en los capítulos siguientes, se ha
legislado incongruentemente sobre el tema, responsabi-
lizándose penalmente a las personas jurídicas juntamente
con sus órganos o dependientes, lo cual atenta, sin duda
alguna, contra el principio de certeza y claridad que debe
observar toda norma jurídica, implicando también, a pri-
mera vista, es decir, sin profundizar la cuestión, un dis-
valor jurídico, porque se sancionaría a más de una per-
so& por el mismo hecho.
Adelanto que el seudoproblema de la cloble sanción
desaparece si se admite, como desarrollaré en el capítulo
IX, que la responsabilidad de los entes colectivos debe
fundarse en criterios de imputación de naturaleza extra-
penal.
Previo a analizar los distintos supuestos concretos
en que se divide, para su mejor comprensión y exposición,
el tema en análisis, cabe recordar lo sostenido lúcidamen-
te por el Dr. Aftalión en su trabajo titulado Las sancio-
~zesen el derecho pella1 económico, publicado en la re-
vista jurídica "La Ley", t. 90, p. 708. Allí opina: "En
efecto, los aludiclos principios fundamentales clel derecho
penal clásico han siclo elaborados, según es sabido, e11
un largo proceso histórico cuyo sentido ha sido el de una
paulatina afirmación de los derechos y garantías inclivi-
diiales. De ahí que no sea posible, sin graves riesgos para
esos clerecl-ios y garantías, echar por la borda tan valioso
repositorio de normas tutelares, pues con ello se deja
iilclefeiisos a los justiciables frente a las posibles dema-
sías cle los brgailos del Estado. Por lo expuesto, sin des-
conocer el datzrnt de que los legisladores han introducido
notables variantes en el régimen de derecho penal admi-
nistrativo, con relación al derecho penal común, en todo
momento hemos sosteniclo que la tarea del doctrinario,
lejos de magnificar la importancia de tales modificacio-
nes, debe consistir en reducirlas a sus mínimas propor-
ciones, de modo tal que, en las numerosas situaciones no
previstas por el legislador, los principios básicos del dere-
cho penal clásico recobre su imperio en todo aquello en
que no hayan sido derogados".
El primer problema a dilucidar es si las persoilas
jurídicas son susceptibles de ser respomabilizadas infrac-
cionalmente; de inclinarse por la tesis negativa, el iilte-
rrogante sería: iEs posible jurídicamente elaborar una
teoría extrapenal que fundamente el reproche infrac-
cional?
Como problemas derivados del principal expuesto,
surgen los siguientes interrogantes:
1) ¿Quién debe ser considerado autor material de la
infracción?; i l a persona jurídica o el órgano o depen-
diente infractor? Según sea la respuesta, ¿cómo se solu-
ciona los temas de reincidencia, extinción de la acción
infraccional y rebeldía?
2 ) dCóino se efectiviza el sometimiento de la per-
sona jurídica al proceso?; y paralelamente: jcómo legis-
lar sobre el tema conformando los principios constitiicio-
iiales del debido proceso y defensa en juicio?
3 ) 2Es responsable todo director o administrador por
el solo hecho de srrlo, o se requiere, al contrario, sil ac-
tuación personal, por lo ineilos pasiva, de iildifereilcia
ante el ilícito?
4 ) La respoilsabiliclad del órgano des solidaria o su-
~ l e t o r i aa las de las personas jurídicas, o viceversa?
5 ) La responsabilidad refleja del ente ideal por actos
ii oinisioiles de sus depeilclientes, jabarca los cometidos
por sus gerentes, maildatarios o gestores?
6 ) jEs iiecesario sancionar al dependiente infractor
para sancionar a la persona jurídica, o son obligaciones
independientes?
7) ¿Es necesario para responsabilizar al ente ideal,
que éste obtenga un beneficio de la actividad ilícita
imputada?
Estos y otros interrogaiites que puedan surgir de los
textos legales a analizar, los trataré en los capítulos si-
guientes, coi1 el objeto de llegar a coilclusiones juríclicas
lógicas, que permitan funclar un criterio general para
tocks las leyes infraccio~iales económicas que legisleii
sobre el teina.

4 - Bonz6n Rafart.
DERECHO INFRACCIONAL CAMBIAR10

7. Antecedentes.
Ya el decreto 124.091 del 3 de julio de 1942, regla-
mentario del art. 17 de la ley 12.170, establecía en su
art. 3: "Los representantes de personas jurídicas respon-
den coino éstas por las omisiones o hechos que constitu-
ven infracciones".
Asimismo, el decreto 12.647 del 30 de mayo de
1949, que reordena las normas establecidas por el decre-
to 124.091/42, preveía en su art. 3: "Las personas que
hubiesen incurrido en infracciones al régimen de cam-
bios y las que, como intermediarias o en cualquier otro
carácter, hayan contribuído a facilitarlas, serán pasibles
de las penalidades establecidas"; y en su art. 4: "Las
personas de existencia ideal, tengan o no personería jurí-
cli a acordada por el Poder Ejecutivo, ya sea que revis-
t.
tan la forma de sociedacl o cle simple asociación, que sus
objetivos sean comerciales o civiles y se hallen o no ins-
critas o autorizadas para funcionar como tales, serán soli-
dariamente responsables juntamente con los directores,
gerentes, administradores, gestores, mandatarios y/o
miembros de la razón social, por las sanciones pecunia-
rias a que hubiere lugar".
Cabe criticar la inconstitucionalidad del referido
decreto, que al crear una excepción, pretendía apartarse
clel claro criterio legal establecido por el art. 43 del Có-
cligo Civil ( e n ese entonces todavía no inoclificaclo por la
ley 17.711).
hllhs allh d e su regulación anormal, el artículo inere-
ció fundadas críticas cle los doctores Carlos Jhiiregui y
José Piíieiro, por coi-isiderar que objetivamente establecía
una responsal~ilidaclsin culpa iilaclinisible, sin establecer
condiciones que hicieran presu~niral ineilos la culpabili-
dacl, tal coino lo hacían en ese entonces las leyes 12.830,
cle represión a la especulacibil ilícita, y 12.906, cle inono-
polios ( Régimen pelznl del cont1.01(le cnnzbios, Editorial
Arayú, Bs. As., 1953).
De esa época es el fallo de la Corte Suprema de
Justicia cle la Nación recaído en la causa caratulacla
"Diebel y Saporitti y otra", d e fecha 20 de diciembre
"
cle 1944, clonde se sentó que si bien en general las per-
sonas jurídicas no son pasibles d e respoilsabiliclad penal
(art. 43 del Código Civil), los arts. 1027 y 1028 de las
Ordenanzas de Aduana hacen posible la imposición de
multas penales a dichas personas jurídicas. Dichas dis-
posiciones valen para las personas jurídicas cle interés
privaclo creadas con fines económicos, pero no se apli-
can ni a las personas jurídicas de existencia necesaria
creadas con uil fin político, ni a los órganos d e la aclini-
nistración pública" ("L.L.", t. 37, p. 280, con nota clel
Dr. Enrique R. Aftalión).
Dicho fallo reiteró criterios anteriores elel supremo
tiibunal, en el senticlo de que las corporaciones y perso-
nas jurídicas poclríaii ser coilclenaclas a penas pecuiiia-
rias ("Fallos", t. 99, p. 317; t. 126, p. 163; t. 135, p. 197;
y t. 184, p. 417), sentando, sin embargo, que siendo esa
responsabiliclacl una excepcibil a la regla general de irres-
ponsabilidad establecicla por el entonces art. 43 clel Có-
d i ~ oCivil, debería ser iilterpretaclo restrictivainente, y
solamente se aplica a las de existencia voluntaria (lioy
privadas), y no a las de existencia iiecesaria (hoy públi-
cas), ya que era iilconcebil~leque un órgano del Estado
fuera condenado por clefraiidación al mismo Estado. Eso
sí; claramente se estableció en dicho fallo que en esos
casos, para que la infracci6n no quedase impune, la res-
ponsal~ilidacldebía caer sobre los funcionarios.
La evolución doctrinal y jurisprudencia1 posterior
deterri~iiló que las enticlades estatales, cualquiera que
fuere la forma jurídica, no gozaren de inmunidad infrac-
-
cional alguna. Ello así, porque las empresas del Estado,
las sociedacles cle econoinía mixta, las sociedades anóni-
mas con participación estatal y las socieclacles del Estado,
obran con fines lucrativos en un mismo plano que las
empresas particulares.
Como ejemplo jurisprudencia1 cabe citar el fallo
emanado del Tribunal Fiscal cle la Nación, confirmado
por la Sala 1de la Cámara Federal Contencioso-aclininis-
trativo, del 30 cle diciembre cle 1985, recaíclo en la causa
8248, caratulada "Y.P.F. c. A.N.A., s. Recurso" (publi-
cado en mi libro Derecho itzfrclccio~zaladuanero, Edito-.
rial Hammurabi, Bs. As., 1987, p. 236, caso 5).
El texto original del art. 2 de la ley 19.359 disponía
respecto a la responsabiliclad de las personas jurídicas:
"En el caso d e las persoilas juríclicas las sanciones cle
inhtas previstas en los incisos anteriores serán impues-
tas en forma solidaria a la enticlacl y a sus directores,
administradores y gerentes. Ello sin perjuicio de la even-
tual aplicación de la pena corporal, si así corresponcliere,
que se impondrá a los directores, acliniilistradores y ge-
rentes que resulten respoi~sables".
Interpretando tal artículo, y con inotivo clel estudio
de la causa caratulada "Banco Central de la República
Argentina c. International Electric S.C.A. y otro", publi-
cada en "L.L.", t. 1975-B, p. 446, el entonces procurador
general de la Nación, Dr. Enrique C. Petracchi, sostuvo
en relacióii a la naturaleza juríclica de la responsabilidad
cle los entes colectivos: "El siguiente agravio consiste en
la taclia de ii~coi~stitucioi-ialiclacl
que se dirige contra el
art. 2 del cleci-eto-ley 19.350/71, en cuanto establece «la
iesponsal~iliclaclpenal objetiva cle los administradores de
la socieclacl», o sea, la respoi-isabiliclad penal sin culpa.
Según mi opinión, el agravio expuesto reposa sobre el
equívoco de coi-isiclerar que la responsabilidad soliclaria
establecicla en dicha norma para los aclmiilistraclores, cli-
rectivos y gerentes cle la entidad sancionada reviste
cariicter penal, cuai-ido nada hay en la ley, ni en la sen-
tencia apelada, que autorice a obtener que puecla deri-
varse para Alba A. Cascella, quien trae este agravio,
alguna conseciiencia del indicado carácter. Ello sentado,
y l-iabida cuenta, precisamente, de que en el art. 15 del
mismo cuerpo normativo se establece con claridad la dife-
rencia entre los imputaclos de la infracción cambiaria y
los responsables desde el punto de vista patrimonial por
el pago de la multa -distingo que se refleja nítidamente
en la parte dispositiva de la resoluciói-i de fs. 349/51, que
sólo iinpoile dos multas, una a «International Electric
s.C.A.» y otra a César A. Tesoriero, haciendo a Cascella
únicamente respoilsabIe solidaria del pago de la prime-
ra-, se advierte que la norma impugnada no guarda
relación con las garantías establecidas por el art. 18 de
l a Constitución nacional, sino que sólo afecta el patrimo-
nio de la recurrente. En tales condicioi-ies, cabe seiialar
que por su carácter de socia comanditada de ~(Internatio-
nal Electric s.C.A.», aquélla era ilimitada y solidariamen-
te responsable de las deuclas de la sociedad, por lo que
la aplicación de la norma impugnacla sólo perjudica al
apelante en Ia clesaparición clel carrícter subsidiario que
a su responsabilidad atribuían los arts. 315 y 125 del
decreto-ley 19.550/72. Lo seííalado demuestra, scgún mi
opinión, que la tacha de inconstitucionalidad
busca la reparación (le iiii agravio iiisustaiicial, in6xiine
si se tiene en cuenta la ~osibilidadliara Cascella cle recu-
perar por vía de repetición la suma que deba pagar, como
lia seíialado V.E. para un caso similar en el considerando
10 de la resolución que se l~iiblicaen «Fallos», t. 281,
11. 29".
Confirmó tal tesis con motivo del estudio de la causa
caratulada "Wlodavosky, Pedro, y otros", publicada en
"La Ley", t. 1978-A, p. 421, el procurador general que
reemplazó al Dr. Petracchi, el Dr. Elías P. Guastavino.
Sostuvo: "A mi juicio, la responsabilidad que la 19.359
atribuye a las personas jiirídicas a las que quepa imputar
la realización de operaciones cambiarias ilícitas, carece
de naturaleza penal, al establecer que la multa sea im-
puesta en forma solidaria, excluye la idea básica de la
pena que, por su naturaleza retributiva, no se compadece
siiio con 1117 reproche individual dirigido a una persona
determinada. L;o que la ley quiere evitar es qiie quede
sin hacerse efectiva la sanción pecuniaria, ponieiido así
a cargo del ente ideal la adopción de todas las iiiedidas
necesarias para asegurarse de la solvencia moral y mate-
rial de sus dependientes, por la vía de constituír ex lege
k
d.la entidad, en responsable solidaria cle su pago".
Dicho funcionario agregó otras dos conclusiones im-
portantes en su dictamen: 1 ) Referente a la imputación
a la persona jurídica de iin acto u omisión realiznclo por
un Órgano o inanclatario, opinó: "Según mi parecer, tal
liipótesis se eiicueiitra cumplicla ciiaiiclo la negociación
i i ol~eraciónsea de aquellas que, de ser lícitas, serían atri-
liuíbles a la institución. Quiero significar con ello que si
130s aplicación de la ley, de1 estatuto y cle la reglamenta-
ción u organización interiia cle la persona jurídica, resulta
posible imputar a ella la actividad cumplida por ciertas
personas físicas -cualquiera sea la funcibn, cargo o jerar-
quía que ostente- en el caso de operaciones normales,
resultará atribuíble al ente icleal el acto similar ilícita-
mente cumplido. Es decir, que si un banco dispone que
las operaciones que concierte y autorice un empleado
-en este caso, Rlanuel Cal-, generarhii respecto d e la
iiistitiición clerechos y obligaciones en el ordeii comercial
(percepción de la comisión, cleucla en favor clel banco
corresponsal que abona el giro, clel dinero en-
tregado por el toinaclor, etc.), no existe razóii alguna que
autorice a rlesviilcularla en el caso cle que cliclia operación
hubiese sido realizacla en forma antijuríclica. La clei'ensa
ha sosteniclo que la iniputacióii sólo es proceclciite cuaiiclo
el acto lia siclo efectuado por un órgano o maiiclatario d e
la sociedad, carácter que niega Cal. Pienso, en cambio,
que una vez clemostrado que con arreglo a la organizacióil
clel clepartamento exterior del Banco Comercial de La
Plata, las decisiones tomaclas por el aluclido asesor gene-
raban una ratificación autonlhtica por parte de los cesen-
tes y directores, que formalmente clebían prestar confor-
midad para que se estimase cerracla la operación; no cabe
sino concluír que el Banco liabía coiifericlo a Cal facul-
tades suficientes para coiisiclerarlo su representante de
negocios cambiarios". 2 ) E n relación a la inclependencía
de la responsabilidacl soliclaria cle la persona jurídica y
la del agente físico infrzctor, "la ley no requiere, como
presupuesto iiecesario, la imposicibii cle una pena directa
a algiina persona física para que se genere la obligación
para la persona juríclica cle pagar la sanción pecuniaria
q u e el hecho merezca. Basta, coino lo Iia seíialado V.E.,
sentando una conclusión que consiclero aplicable al régi-
men que regla el stib lite, que se haya acreditaclo in
con~isióndel ilícito y que no quepa duda de que él es
atribiiíble al ente ideal en la forma arriba expuesta (conf.
«Fallos»,281-293, y rev. «La Ley», t. 146, p. 318)".
La Corte Suprema hizo suya la opinión del procu-
rador general de la Nación, sosteilienclo: "Que la yrevi-
sión legal cle ser asible las personas juríclicas y sus direc-
tores, administraclores y gerentes, de re~~onsabilidacl so-
lidaria por multas impuestas a los autores materiales de
las iilfraccioiles respectivas, es principio que sienta el art.
2, inc. c, apartado segundo, de la ley 10.350, sobre cuya
base resulta deferido a las normas específicas -y a falta
de ellas, al clerecho coi~iúii- el establecer qiiiéiles pucclen
con su conclucta clar origen a la respoilsabiliclacl en cues-
tión. En este sentido, la ley 20.184 es expresa en cuanto
menciona a ese fin y con respecto a las sociedades anó-
nimas, los actos cle clirectores, gerentes, miembros clel
consejo de vigilancia o clepenclientes, actuaildo ellos en
siis fiinciones como tales. Pero la falta de una cletermina-
ción análoga en la ley 19.359 -en vigor al tiempo de las
infracciones clel caso- no impedía que en ausei-icia cle una
nori-i1a específica en el estatuto social, fuesen aplical>les
las clisposiciones pertineiltes clel clerecho corní~n( v . art.
46 de aquél), en funcióri de las cuales los actos cle los
clependientes autorizados para «re!;ir una operacióii de
coii~ercioo alguna parte del giro o tr6fico cle sus prji~ci-
lialefi, -art. 150 del Cód. cle Com.- comprometen la res-
~onsabiliclaclcle éstos en los términos de las clisposicioi~es
a que la norma citada se remite".
El 23 de febrero cle 1973 se promiilgó la ley 20.154,
trayeiiclo entre otras i~oveclaclesla siistitiicióil clel art. 2
de la ley 19.359 por el siguiente: "Cuando la infracción
cle cainbios hubiese siclo cometicla por uno o m6s direc-
tores, por uno o m6s miembros clel corisejo cle vigilancia,
por el gerente o uno o m6s depenclieiltes de una sociedad
anóiiin~a,por uno o más gerentes o miembros del consejo
cle vigilancia o clepeilclientes de una socieclad cle respon-
sal~iliclacllimitada, o por uno o más aclininistradores, ge-
rentes o clepenclientes de una sociedad, cualquiera sea la
fosma jiiríclica, y aun cuando se hallase en liquidación,
en todos los casos en ejercicio de sus funciones como
tales, sin perjuicio cle la respoilsabiliclad de los aiitores,
la persona jiiríclica serií sancionada con la pena de multa
prevista en el iiic. ri clel presente artículo. La multa ser5
aplicada en forina soliclaria a la socieclad y sus repre-
sentantes legales, directores y miembros clel consejo de
vigilancia, síndicos, gererites de sociedades de responsa-
biliclad limitada, socios o comanditados, a la totalidad de
los socios de sociedades colectivas o de hecho y liquida-
dores de sociedades en liquidación, que revistieren dichas
calidades en el momento de la comisión del hecho, sin
perjuicio de las penas privativas de libertad que pudieran
corresponderles".
El primer rasgo característico del texto legal trascri-
to es la ponnenorizada enumeración de las personas que
con su conducta podían dar lugar a la responsabilidad de
la persona jurídica. Nótese, asimismo, que incluye entre
esas personas a los depenclientes, circunstancia omitida
por el texto anterior.
Como segunda novedad surge claramente del texto
legal que se considera autor material de la infracción a la
persona física que comete el acto u omisión imputado,
respondiendo la "sociedad" juntamente con sus represen-
tantes, directores, miembros del consejo de vigilancia,
síndicos, gerentes o socios solidarios por la multa.
Innova también al exigir, para responsabilizar al ente
ideal, que la conducta ilícita imputacla haya sido come-
"
tida eil ejercicio cle las funciones" cle director, etc.
Por último, los represeiltantes legales y c1einAs enu-
ineraclos por la ley son responsables soliclariainente por
las multas, por el solo hecho de revestir dichas caliclacles
al inomeilto cle coineterse la infraccióii.
Respecto al autor material cle la infracción y la rela-
ción de su responsabilidacl con la cle la persona jurídica,
cambia el sentido de la jurisprudencia sentada en el fallo
"Wlodavosky". Sostuvo el Dr. Francisco Ecluarclo Tiusso
en su trabajo titulado Acerca de la solidmidad pcnnl en
"
el 1-égimenrepresivo cainOiwio: Decidiclaineilte nos pro-
ilunciamos por esta última tesis: absuelta la persona física
-supuesto responsable directo- o extiiiguida con respecto
a ella la acción peiial, cae la respoiisabiliclad soliclaria de
la socieclad y demás personas que la ley enumera [ . . .l.
Concordamos con lo afirrnaclo por la Cámara del fuero
en la causa 16.367, «Banco Central c. Organización Velox
S.A. y otros»; en virtud del sistema penal adoptaclo por
las leyes cambiarias, no ~ o d r í aaplicarse sanción de multa
al ente ideal sin la existencia de personas físicas partícipes
directas o autoras materiales del ilícito o infracción cam-
biaria. En consecuencia, al clisponerse la absolución de
N.N., único presunto autor material, no cabe iiupoiier
sailcióil de niulta a la sociedad anónima, por faltar el
requisito básico.de la autoría material proveniente de una
pe ,sana física [ . . . l . El delito cometido en el caso de
4.
las personas jurídicas es obra cle las personas físicas que
actúan en su seno; se trata del delito «en», y no «de» las
personas jurídicas [ . . .l. En este mismo sentido se pro-
nunció la Cámara eii lo Penal Económico en la causa
«R4iramai S.A. y otros, s. Infraccioi~esal régimen cain-
biario». En ésta, habiendo fallecido el imputado por el
.
Banco Central como autor n~aterialclel ilícito, el trihunal
declaró extinguida la acción penal a su respecto y a todos
los solidariamente contemplados en el inc. 1 de ln ley
20.184, recogiendo el principio del carácter penal de la
sanción prevista en la ley respectiva" ("L.L.", 1977-B-
705).
Igual criterio comparte el Dr. José León Pagano (h.)
(Derecho penal econónzico, Ed. Depalina, 1983, p. 226).
En el fallo de fecha 21 de febrero de 1978, recaíclo
en la causa caratulacla "Banco de Santaiicler y otros", pu-
blicado en la revista "La Ley", 1978-D-231, el más alto
tribunal reiteró la cloctrina expuesta anteriormente, rela-
cionacla con la naturaleza extrapenal cle la responsabilidacl
<!e las ~ersoiiasjurídicas.
Se coiiicicle con lo sostenido por el Dr. Norberto
Eclunrclo Spolaiisky, respecto a las consecuencias jurídicas
que acarrea tal criterio. Sostiene cliclio autor: "Podría
pensarse, equivocadamente, que esta cuestión, la de si la
sanción que se estuclia es o no penal, es de carácter pura-
mente acacléinico, y que la distincióii no presenta ninguna
coiisecueiicia juríclica interesante. Una reflexión de esta
naturaleza poclría ser contestada cle este modo: si esa
sanción es penal, el condenado que viielve a cometer
una infracción prevista en el régimen canlbiario es, enton-
ces, calificado de reincidente, y se lo debe condenar a
prisión (arts. 2, leyes 19.359 y 20.184). En cambio, si la
sanción no es penal, como ahora lo considera la Corte
-hacieilclo suyo el dictamen del procuraclor-, esa conde-
na anterior no es un hecho relevante para el futuro.
(penal); además, tendrá el derecho cle solicitar clel cul-
pable el reintegro cle lo que pagó por lo que el otro hizo"
(Cz~l~nbilidad, la ~es~onsabilidad solidaria de las sociedn-
des anónintas y la de srts clirectioos en el régime~apenal
cambiario, rev. "La Ley", t. 1978-D, ps. 231 y SS.).
Se refiere e interpreta la ley 20.184, el fallo emanado
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación de fecha
7 de agosto de 1984, caratulado "Alpe S.R.L. y otros, S.
Infracción ley 19.359". Eii él se sostuvo: "En el régimen
legal d e cambios vigente al momento de comisión del
Iiecho ilícito iio se encoiiiraba prevista la inhabilitación
de las personas juríclicas responsables, por lo que su apli-
cación violó el principio cle legalidad contenido en el
art. 18 d e la Constitucióii nacioiial y torna arbitrario el
pronunciamieiito recurrido" ("Fallos" . . . , p. 936). Se
siguió la doctrina sentada por el dictamen del procurador
geiieral d e la Nación, que opinó al respecto: "La ley
19.359, eii su texto origiiial, establecía como penas para
los iilfsactores del régiineii d e cambio las cle prisión y
multa, puclieildo aplicarse esta última sanción a las per-
sonas juríclicas. L a ley 20.184 modificó el sistema y esta-
bleció como nuevo art. 2 el siguiente: «Las infracciones
previstas eii el artículo anterior serán sancionadas: a ) con
iina inulta de hasta 10 veces el monto cle la operación en
infracción, la primera vez; Zi) con prisión d e uno a cuatro
años en el caso d e priinera reincidencia y coiijuiitainente
uiia iiiulta d e tres a diez veces el monto d e la operación
en infracción; c ) con prisión de dos a ocho años en el
caso de segunda reincidencia y el ináximo d e Iri multa
fijada eii los incisos anteriores; d ) eii toclos los casos
podrh aplicarse, en forma conjunta, suspensión, caiice-
lncióii o inliabilitacióii teniporaria o definitiva para actuar
c mo iiiiportador, exportador, correclor de cambios o titu-
8.
lar o maiidatario cle casa, agencia 11 oficina cle cainbio.
Ciiaiiclo la infracción d e cambio hubiese siclo cometicla
por u110 O más directores o por uno o más acliniiiistraclo-
res, gerentes o depeiidieiltes cle una sociedad, cualquiera
sea su forma jurídica, y aun cuando se liallareii en liqui-
dación, en toclos los casos en ejercicio cle siis fiincioiies ,
como tales, sin perjuicio d e la responsabiliclad cle sus
autores, la persona jiirídica ser5 saiicionrlcla con Iri pena
cle inulta prevista en el inciso n del preseiite aitículo».
X mi modo de ver, de una interpretación meramente lite-
ral surge que la expresión «en todos los casos», con que
se inicia el inciso d, ha sido utilizada para abarcar con la
pena de iiiliabilitacióil los distintos supuestos contempla-
dos en los incisos n, Z? y c, pero no implica que pueda
aplicarse a las personas jurídicas, cuyo caso se contempla
en párrafo aparte. Resulta, pues, que para esta Última
hipótesis, la norma sólo prevé la aplicación de la pena
de multa. No corresponde, en consecuencia, inhabilitar
a la empresa, pues esa clase de sanción no estaba prevista
para las personas jurídicas en el régimen legal de cambios
vigente al momento de la comisión del ilícito y sólo se
introduce por la posterior ley 22.338".

8. Texto ordenado e n 1982 por el demeto 1265.


Finalmente, con la sanción de la ley 22.338, promul-
gada el 3 de diciembre de 1980, se llega al actual texto
vigente del art. 2, llevando el mismo número en el texto
ordei~adoen 1982 por el decreto 1265 del 15 de noviem-
1)re de ese niio.
Reza dicho artículo en su parte pertinente (inciso f ) :
"Cuaiido el hecho hubiese siclo ejecutado por los direc-
tores, representantes legales, mandatarios, gerentes, sín-
dicos o n~ieinbrosdel consejo de vigilancia de una per-
sona de existencia ideal, con los medios o recursos faci-
litados por la inisina u obteniclos de ella con tal fin, de
manera que el hecl-io resulte cuinplido en nombre, con
ayuda o beneficio de la misma, la persona de existencia
ideal también será sancionada de conformidad con las
disposiciones de los incisos a y e. La multa se hará efec-
tiva solidariamente sobre el patrimonio de la persona
ideal y sobre los patrimonios de los directo-
res, representantes legales, mandatarios, gerentes, síndicos,
o miembros del consejo de vigilancia que hubiesen inter-
venido eil la comisión del hecho punible".
Como crítica formal al texto trascrito, cabe manifes-
tar que hubiera sido conveniente utilizar los términos
"acto u omisión" en vez de "hecho", ya que éste tiene un
claro sentido jurídico establecido por el art. 896 del Có-
digo Civil. Ello así, porque la nota de Vélez al artículo
citado determina que "los hechos causa productiva cle
derechos, pueden ser actos humanos o actos externos en
que la voluntad no tenga parte", y si bien el art. 896
del cuerpo legal consigna que el "ilícito" es un hecho
voluntario, hay que descartar terminológicamente el Iie-
cho involuntario. Por otro lado, la terminología sugerida
de "acto u omisión", es la correctamente utilizada por e1
art. 1 del anteiior Código Procesal Penal para la Justicia
Federal.
Excede la formalidad y merece una crítica más pro-
funda, la inclusión, a diferencia de sus antecedentes, cle
la sanción prevista en el inciso e, porque con ello se
desnaturaliza la concepción extrapenal de la solidariclnd
de las personas jurídicas. Ello así, porque puede fiincla-
inentarse, si bien requiere un esfuerzo interpretativo, que
el pago de una multa por el acto u omisión de un tercero
tiene naturaleza patrimonial extrapenal. Pero, jcómo jiis-
tificar las sanciones de suspensión, cancelación o iiihal>i-
litacik, que indudableinente revisten cariícter personnl.
directo y de indiscutible naturaleza coiimiilatoria y re-
presiva? Por tal circunstancia, se considera que se clel~e
eliminar tal remisión lesal en una futi~rareforma lesis-
lativa.
A maiiera de comentario, cabe señalar las siguientes
acotaciones :
1. Además de ser llevacln a juicio, para que la per-
sona jurídica pueda ser declai-acla respoiisable soliaarin-
mente por el ilícito cometido por un tercero, debe pro-
bársele que la infracción se llevó a cabo con los medios
o recursos facilitados por aquélla u obteniclos de ella
con tal fin, de manera que el acto u omisión resulte
ciiinpliclo en su nombre, con su ayuda o en su beneficio.
En una palabra, la norma legal exige como conclicióil
para respoiisabilizar a la persona juríclica, que los autores
inateriales cle la infraccióil tengan mandato o autoridacl
suficiente para utilizar las ventajas societarias y que, asi-
mismo, obtenga un beneficio d e la activiclad ilícita.
2. Respecto a la solidaridacl d e los directores y demás
coilsignados legalineilte, tal conlo sostiene el Dr. Carlos
Rorinsky, la redacción importa uii verdadero progreso y
termiila coi1 las objecioiles constitucioilales al texto de
la ley 20.184, que sancioilaba a toclos por el simple hecho
de serlo (Reformas al 1-éginzen penal cantbin~.io. Ley
22.338, Ecliciones Depalma, revista "Doctrina Penal", año
4, enero/inarzo d e 1981, no 13, p. 67). E n consecueilcia,
y coino es lógico, sólo se sanciona a los nombrados que
actiiaron clirectainente en el ilícito.
3. El texto omite referirse a los "clependientes", lo
que no significa que éstos no pueclan responsabilizar con
su concliicta'al ente ideal. Se consiclera aplicable la doc-
trina sentacla eii el caso "\Vlodavoskv" citado.
DERECHO INFRACCIONAL ADUANERO

9. El Código Aduanero y sus antecedentes.

El Código Aduanero trata en dos artículos la respon-


sabilidad infraccional aduanera de las personas jiiiíclicas.
El primero d e ellos, referido a la respoilsabilitlnd por
actos u omisiones de sus dependientes, es el 903, que
determina: "Las personas de existencia visible o ideal son
responsables en forma solidaria con sus dependientes por
las infracciones aduaneras que éstos cometieren en ejer-
cicio o con ocasión de sus fiinciones".
La redacción es similar a la del art. 887 del inismo
código, referente a la responsabilidad penal aduanera por
el delito de contrabando, con la clifereiicia de que aquél
liace mención a las penas peciiniarias (obviamente para
excluís las penas privativas de libertad que por concepto
n& pueden ser aplicadas al ente colectivo).
Como primer antecedente nacional del artículo en
análisis, se puede citar al art. 1027 de las Ordenanzas
de Aduana (ley 810),que disponía: "Toclo comerciante,
fabricante, consignatario, capitán cle buque, lailcheros,
diieííos de carros y otras personas que por su comercio
o profesión tengan relaciones con las acluanas, serhil res-
ponsables por los hechos de sus empleaclos, dependientes,
obreros, domésticos u otras personas asalaliadas por ellos,
en cuanto esos hechos sean relativos a las operaciones de
aduana y puedan perjudicar la renta".
Esta responsabilidad del principal por infracción del
dependiente, es llamada por la cloctrina "indirecta o re-
fleja" y tiene por fundamento el asegurar la solvencia del
pago de la inulta impuesta.
Esta garantía social por el pago de la multa, puede
justificarse por la omisión del cleber cle vigilancia y con-
trol que cleben observar los superiores jerárquicos de la
organización.
Si bien no existen normas legales concretas en nues-
tro ordenamiento jurídico que posibiliten responsabilizar
a la persona jurídica por el supiiesto descontrol ilícito de
sus dependientes, la obligación genérica prevista por el
art. 59 de la Ley de Sociedades Comerciales (ley 19.550,
según redacción del texto orclenado por decreto 841184)
podría ser consideracla, aunque forzadamente, el basa-
mento para llegar a tal conclusión.
Es por ello que se exige también que el obrar infrac-
cional del dependiente sea cometido en ejercicio o en
ocasión de sus funciones, porque más allá cle esas activi-
dades se desdibuja y no habría posibiliclacl de ejercer el
debido control y vigilancia.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha sos-
tenido que en materia aduanera la multa impuesta a la
sociedad responde a un injusto diferente de aquel por
el cual es castigable el infractor individual ("Car Cas-
tellanos González y otros", publicado en "Fallos", 281-
293). De allí la cuestionable tesis que postula que aun-
que no se individualice, o bien no se pueda responsabi-
lizar al autor físico de la infracción, se puede responsa-
bilizar independientemente al ente ideal.
El segundo artículo, de mayor importancia para el
tema en desarrollo, es el 904, que reza: "Cuando una
persona de existencia ideal fuere condenada por unat
infracción e intimada al pago de las penas («sanciones»
debería decir) pecuniarias que se le hiibieren impuesta
no fuere satisfecho su importe, sus directores, admiilis-
traclores y socios ilimitadamente responsables responde-
rán solidariamente con aquélla por el pago del importe,
de dichas penas (sanciories), salvo que robare en que a
la fecha cle comisión del hecho 110 cleseinpeñaban clichas
funciones o no revestían tal condición". La redaccihn es
ailáloga a la del art. 888, referido al delito de contra-
bando.
Antecedente inmediato clel artículo citado es el art.
1027 bis incorporado a las Orclenanzas cle Aduana (ley
810) por el art. 3 del decreto-ley 19.881172 y el art. 193
de la Ley de Aduana, conforme redacción dada por la
ley 21.898. Sostuve con anterioridad que estos antece-
clentes describían con mayor rigor científico el caso de
infracciones cometidas por las personas ideales, en cuyo
supuesto se responsabiliza solidariamente a sus directivos.
Preveían, además, que debían ser considerados conlo
parte en la causa respectiva, preservando así el principio-
constitucio~ialdel debido proceso y defensa eil juicio, ya
que no es lo mismo que el administrador o director com-
parezca representando a otra persona (por mandato) que*
por sí mismo (luan Carlos Ronzón, Derecho infraccional'
, As., 1987; y Responsobi-
d&nncro, Ed. ~ a m m u r a b i Bs.
liclnd infrnccionul adzlnnern de 10s personas jtiridicns, re-
vista "El Derecho", ejemplar del 11/4/94).
Los arts. 903 y 904 en ailhlisis merecen dos imporiantes
críticas: la primera de ellas se relaciona con la circuilstan-
cia de que el texto legal no hace referencia alguna al accio-
nar de los órganos que puedan comprometer la responsabi-
lidad social. Dicha redacción difiere totalmente de las
observadas por otras leyes económicas que tratan el tema;,
tal, por ejemplo, el art. 2 d e la Ley Penal Combiaria (ley
19.359, conforme texto ordenaclo por d e c r e ~ o1265/82).
Tal oinisióil lleva ilecesariamente a concluír que sólo
las iilfraccioiies cometidas por los clepeildientes pueden
responsabilizar a las persoilas juríclicas, excluyéiidose, por
ser imposil~leaplicar la analogía, el accionar d e tocla per-
sona física que no osteilte un vínculo cle subordinación
con ellas.
La segunda crítica se refiere a las sanciones que es
dable iinpoiler a las personas jurídicas por actos u omi-
siones realizados POS sus ilependientes. Ellas sólo pueden
ser las previstas eil particnlar en cada i111a cle las iilfrac-
ciones acluaileras; tal, por ejemplo, multa y coiniso para
cl contrabando inenor; multa para las cleclaracioiles
ineuactas; comiso para mercaclería a bordo sin declarar;
etc.). Ello así, por la falta cle previsibil legal el1 forma
gei-iéiica cle sancioiies accesorias que se podría iinpoiler,
en forma similar a lo establecido por el art. 576 del Có-
digo Aduanero para el delito de coiitrabanclo (ejemplo:
retiro d e la personería jurídica, cailcelacióii en el Re-
gistro Público d e Coinercio, etc. ) .
-
Cabe reiterar el concepto para que no quecle cluda
alguna al respecto: 1) si a la persona jiiríclica se la res-
ponsabiliza por el delito de contrabai~c!~coinetido por
algún clepenclieilte, confornle a lo previsto por el art. 887
del Código Aduanero se le aplicará las penas accesorias
establecidas eil el art. 876 clel referido cuerpo legal; 2 )
si a la persona jurídica se la respoiisabiliza por alguna
infracción cometicla por uno cle sus clepeildieiltes (art.
903 del Código Aduanero), solamente se la puede casti-
gar con la sailcióil prevista concretamente en la figura
imputada.
E n lo relacionaclo con la respoi~sabilidacl supletoria
d e los acliniilistraclores, directores y socios solidariamen-
te responsables, el art. 904 del Código Aduanero obra
como uii reaseguro de garantía de pago de la multa, ex-
tendiendo la solvencia más allá clel patrimonio de la per-
sona jurídica, para abarcar el cle las personas físicas
enumeradas y que representan los órganos cle decisión
de éstas.
Por ser un reaseguro, el artíciilo exige que previo a
ir contra los patrimonios particiilares de los órganos, se
intime al pago a la persona jurídica y que él no sea sa-
tisfecho.
Hubiera sido preferible que el artículo citado pre-
viera concretamente el plazo para el pago de la multa por
parte de la persona jurídica intimada, para evitar así que
quede librado al prudencial criterio de los funcionarios
o nlagistrados iritervinieiltes.
Finalmente, cabe hacer notar que el art. 910 del Có-
digo Aduanero establece: "Salvo el Estado iiacional, las
provincias, las municipalidades y sus respectivas reparti-
ciones, cualquiera fuere la forma jurídica que adoptaren,
no gozan de inmuniclad alguna en materia de responsa-
bilidad por infracciones aduaneras".
El citado artículo prevé la inmunidad cle las perso-
nas de existencia ideal de derecho público, coi1 excepción
de los entes descentralizados, que sí son responsables.
p j a jurisprudencia sobre el tema sentó la Corte Su-
prema de Justicia cle la Nación en una causa seguida
contra la Dirección General de Hospitales de Santiago
clel Estero. Sostuvo que la excepción a la regla del art.
43 del Código Civil establecida por los arts. 1027 y 1028
de las Ordenanzas de Aduana, que autorizan a dirigir
contra las personas jurídicas la acción tendiente a iiupo-
ner multas por infracciones a las disposiciones cle aílué-
Ilas, no rige eii cuanto a la Nación, las provincias o iniini-
cipaliclades, o los órganos de la adininistración pública,
pues la responsabilidad d e los funcionarios respectivos
por las infracciones que cometieren es sólo personal ("Fa-
llos", 200-419).
Tratándose de reparticiones autárquicas, la Corte
Suprema sostuvo:
1 ) E n la causa caratulacla "Flota Mercante del Esta-
do", d e fecha 7 de diciembre cle 1958: "La jurisprudencia
d e la Corte ha reconociclo coino principio que la Nación
no puede ser llevacla a juicio por las diferencias suscita-
(las entre reparticiones depe~lclieiltes de su autoridad,
dentro d e la cual deben encoi~trarsolución, pues hallán-
dose a cargo del presidente d e la Nación la administra-
ción general del país, a él le corresponde resolver los
asuntos cle naturaleza administrativa surgidos entre esos
organismos. El principio d e que la Nación 110 puede ser
llevacla a juicio por diferencia entre reparticiones depen-
clientes cle su aiitoriclad, no se aplica cuando esos órgaiios
son descentralizaclos, o sea, que son entidades autárqui-
cas, en cuyo caso puecleri estar en juicio en clefensa de
sus actos y patriinonio v ejercer las pertinentes accione?
jurliciales. sí, en caso d e aplicación de multas de carhc-
ter fiscal, ellas pueclei~impugnar esas decisiones como lo
hace cualquier infractor en clefensa cle su clerecho" (rev.
"La Ley", t. 06, p. 531). E n el caso, la empresa había
sido coi~clenaclapor la Aclrniilistración Nacional de Adua-
nas al pago de una multa.
2) E n la causa caratulacla "Agencia Marítima Río
Parallá, Chata Punta Gorda, c. Aduana de Rosario", de
fecha 7 de abril d e 1965: "La existencia de leyes que
autorizan la aplicación d e saiiciones aduaneras a reparti-
ciones autárquicas, requiere la posibilidad de recurso ante
la justicia, para salvaguardia de la responsabilidad d e las
autoridades de aquéllas" (rev. "La Ley", 118-530, y rev.
"Jur. Arg.", 1966-1-188).
3) Eii la causa caratulada "Yacimientos Petrolíferos
Fiscales, s. Recurso", de fecha 11 de abril de 1989: "El
Tribunal Fiscal de la Nación confirmó la resolución de la
Administración Nacional de Aduanas por la que se con-
denó a Y.P.F. al pago de una multa por la comisicín de la
infracció11 reprimida e11 el art. 954, inc. c, del Código
Aduanero. Contra esa decisión interpuso recurso dc apela-
ción ante la justicia federal (art. 1171 del Código Aduane-
ro) el representante de la sancioiiada. La Sala 4a de la Cá-
mara de Apel. en lo Contencioso-Administrativo Fe-
deral resolvió que no era justiciable la cuestión sometida
a su consideración, y elijo que contra este ÚItimo pronun-
ciamiento los representantes de ambas partes dedujeron
sendos recursos extraorclinarios, que fueron concedidos.
Dicha CQmara decidió que la cuestión no era justiciable
en atención a lo resuelto por el fallo plenario dictado por
ese tribunal, según el cual el art. 1 de la ley 19.983 era
óbice para que el Poder Tudicial revise la legitimidad de
una multa administrativa impuesta a una persona estatal.
Los recurrentes sostuvieron que el fallo apelaclo resultaba
violatorio de los principios constitucionales del dehido
proceso y de la clivisión de pocleres, y que, aclci~~As, la
sentencia de la CAmara se apartaba cle la jurispr~irlencia
del alto tribunal respecto del alcance del art. 1 clc la ley
1..983. La disposición citada establece lo siguiente: "No
8
habrá lugar a reclamación pecuniaria de cualquier natu-
raleza o causa entre organismos administrativos clel Es-
tacto nacional, centralizaclos o descentralizaclos, incluídas
las entidades autárquicas, empresas del Estado y la Mu-
nicipalidad de Buellos Aires, cuando el monto cle la re-
clamación no sea mayor a $ 2.000. Cuando exceda de
esa cantidad hasta la suma de $100.000 y no haya acuer-
do entre los organisinos interesados, la cuestión se some-
terá a la decisión definitiva e irrecurrible del procurador
del Tesoro de la Nación; la clecisibn será tomada por e1
Poder Ejecutivo cuando supere el monto antes indicado".
Por su parte, el art. 778 del Código Acluanero, sancionado
con posterioridad a la ley 19.983, dispone: "El Estaclo
ilacioilal, las provincias, las municipalidades y sus res-
pectivas reparticiones y entes centralizados o descentra-
lizados, salvo clisposición expresa en contrario, están suje-
tos a las mismas respoiisabilidacles y obligaciones tribu-
tarias aduaneras que las demás personas". A su vez, el
art. 910 del mismo orclenamieilto, que concuerda con el
"
anterior, prescribe: Salvo el Estaclo ilacional, las pro-
vincias, las municipalidades y sus respectivas reparticio-
nes centralizadas, las entidades estatales, cualq~iierafuere
la forma jurídica que adoptaren, no gozan de inmunidad
alguna en materia de respoilsabilidacl por infracciones
aduaneras". Las disposiciones aduaneras trascritas coin-
cidían a su vez, en lo sustancial, con el art. 175 de la
antigua Ley de Aduana (t.0. 1962), respecto del cual la
"
Corte resolvió que no se podía privar a las empresas
estatales cle los recursos previstos de inoc10 general por
las normas aduaneras ante los jueces cle la Nación, tocla
vez que el citado art. 175 admitía la imposición de san-
ciones penales contra las empresas clel Estado ("Fallos",
275-279). Al ser dicho precedente aplicable al presente
caso, corresponcle resolver que el art. 1 cle la ley 19.983
no es óbice para que el Pocler Judicial revise la legitiini-
dad de una multa aclministrativa impuesta a una persona
estatal".
DERECHO INFRACCIONAL TRIBUTARIO

10. Tratamiento del tema por la doctrina y en


la ley 11.683.

Destacados doctrinarios iiacioiiales opinan que las


personas jurídicas son responsables de las infraccioiles
tributarias en razón de que son sujetos pasivos de las
obligaciones tributarias.
Así, por ejemplo, el doctor Carlos M. Giuliaiii Fon-
rouge sostiene: "Desde el moinento que éstas tienen
autónoma capacidad como sujetos de obligaciones tsi-
butarias, indudablemente debe recoilocérseles capaciclad
tributaria penal, aun en los casos de entidades que no
reúnan los caracteres de personalidad jurídica según el
derecho privado, por la vinculacióii existente entre ainbas
situaciones y la unidad estructural de la materia fiscal,
-..
que incluye tanto el aspecto sustaiitivo orcliriario como el
represivo" (Derecho financiero, Ed. Depalma, Bs. As.,
197.3, t. 11, p. 656).
Se discrepa con la teoría enunciada, ya que se con-
sidera que son distintos algunos principios esenciales que
rigen el derecho penal, entre los cuales se destiica el
<<
nulla poena sine culpa", que los aplicables en materia
tributasia. En tal sentido se expidió el distinguido pro-
fesor español Sáinz de Bujanda, al sostener que la cues-
tión debatida pertenece al derecho penal y es en csta
disciplina en donde en definitiva se debe encontrar la
solución ( L a responsabilidad de las personas juridicas y
cle szls órganos por los ilicitos tributarios, rev. "Hacienda
y Derecho", Madrid, 1967, t. V, ps. 612 y concordantes).
Sin perjuicio de lo expuesto, la ley nacional 11.683
(t.0. 1978 y mod.) parece dar la razón al autor citado en
primer término, al vincular capacidad de ser contribu-
yente con la posibilidad de ser considerado infractor.
Es así que el art. 56 deteimina: ''Están obligados a
pagar los accesorios quienes deban abonar los respectivos
inlpuestos, aiiticipos y otros pagos a cuenta". La palabra
"
accesorios" tiene un carácter genérico coinprensivo de
la sailcióil fiscal.
Asimismo y concordanteinente, el art. 57, párrafo 20,
establece: "Todos los demás contribuyentes enumerados
en el art. 15, sean o no personas de existencia visible,
están sujetos a las sanciones previstas en los arts. 43 a 48,
50 y 51, por las infracciones que ellos misinos cometan o
que, en su caso, les sean imputadas por el hecho u omisión
en que incurran sus representantes, directores, gerentes,
aclministrac1ores o manclatarios, o con relación a unos y
otros, por el hecho u oinisión cle quienes les están subor-
dinados como sus agentes, factores o dependientes".
Dicho ait. 57 omite exceptuar a las personas jurídicas
de las sanciones no pecuniarias (arresto y prisión).
Subsanaba tal omisión el hoy derogado art. 49, que
disponía: "Cuando se trate de personas jurídicas, sacie-
dades, asociaciones u otras eilticlades del derecho privado
o de los incapaces del art. 57, la pena de prisión corres-
ponderá a los directores, gerentes, administradores, man-
datarios o representantes que, por razón de contratos,
estatutos o disposiciones legales, fueran los responsables
del cumplimiento de las obligaciones tributarias de las
sociedades a que pertenecen o de sus mandantes o repre-
sentados" (el citado artículo ha sido derogado por el
art. 19 cle la ley 23.771).
Dos importantes críticas merecía el art. 49. La pri-
mera de ellas que omitía referirse a la sanción de arresto
del art. 44, no susceptible también de ser impuesta a las
personas jurídicas.
La segunda, que si bien no se responsabilizaba a
todos los órganos societarios, sino simplemente a los "res-
ponsables del cumplimiento de las obligaciones tribiita-
rias", con ello se apartaba del principio d e personalidad
cle la pena, que sólo permite y admite el reproche al autor
personal y directo de la infracción.
En relación al reproche infraccional directo y exclu-
sivo al representante o dependiente de la persona jurídica,
autor material de la infracción, existe variada jurispru-
dencia en tal sentido (v.gr., causas "May Erwin", 17 mayo
1974, C.N. Cont.-Adm. Fed., Sala 1, "D.F.", XXIV-1077,
y "P. Galiinberti y Cía.", 14 marzo 1974, mismo tribunal,
- misma revista y volumen, p. 990). Asimismo, si bien
referido al tema tributario, de lo cual se puede deducir
que con mayor razón se aplica al régimen infraccioiial, ha
sostenido la Corte Suprema de Justicia de la Nación: "El
director de una sociedacl anónima no puede ser declarado
responsable solidario del ciimpli~nientode una deuda im-
posiqva, si no ha administrado o dispuesto de los bienes
sociales. No basta que una persona sea director, gerente
o representante de una persona jurídica para que pueda
considerárselo responsable en los términos del art. 18 de
la ley 11.683. Sólo aquellos que administran o disponen
de los bienes sociales son quienes se hallan obligados a
cumplir con los deberes tributarios y a ellos alcanzan la
responsabilidad por los hechos 11omisiones en que incu-
rrieren, derivando de su conducta la solidaridad con los
deudores de los gravámenes que establece la ley" (causa
"A4oilasterio cla Silva, Ernesto", 2 octubre 1978, "D.F.",
XX-409) .
De lo analizado surge que en materia infraccional
tributaria rigen normas oscuras e imprecisas respecto a la
respoi~sal~iliclaclde las personas jurídicas, pero que no
cabe cluda de que ellas pueden ser responsabilizadas en
forma refleja por las infracciones que cometieren sus de-
pendientes u órganos.
Avala legalmente tal opiilióil lo expresamente dis-
puesto por el art. 19 de la ley 11.683, que reza: "Los
obligados y responsables de acuerdo a las disposiciones
de esta ley lo son también por las consecuencias del hecho
u oinisióil de sus factores, agentes o dependientes, inclu-
yendo las sanciones y gastos consigiiientes".
Haciendo inención al referido art. 19 cle la ley 11.683,
la Cámara Federal cle Córdoba sostuvo: "La responsabi-
lidacl refleja o indirecta y objetiva receptada por las leyes
fiscales siempre está encaminacla a evitar la lesión al fisco
por falta de un responsable eco~~ómico solvente; por eso
hace pasible a quienes comprende, de las penas de tipo
econ6mico (multas, confiscaciones y gastos), pero no de
las aflictivas" (causa "Martegani" del 14 de junio de 1962,
confirmada por la Corte Suprema de Justicia de la Na-
ción, publicada en la revista "La Ley", t. 120, p. 941, y
"Fallos", 262-7).

11. Ley penal tributa~*ia


23.771.

Si bien no es objeto del presente libro el aspecto


penal de las personas jurídicas, la reciente sanción cle la
ley 23.771 y el claro tratamiento referente a la responsa-
bilidad de los entes ideales, hace conveniente su análisis
somero a efecto de su comparación con el aspecto iiifrac-
cional.
Como antecedente se puede citar al art. 72 de la ley
23.697, que establecía la respoiisabilidad persoiial en cali-
dad cle autor de la infracción, de quien actuare en repre-
seiitacióii de una persona jurídica. Dicho artículo nunca
entró en vigeiicia, ya que el capítulo XXVIII del cual
formaba parte fue vetaclo por el Pocler Ejecutivo por
decreto 769189.
El art. 12 de la ley 23.771 deja bien aclaraclo que
sólo se respoiisabiliza peiialmeiite a los directores, gereil-
tes, síildicos, inieinbros del consejo de vigilancia, aclmi-
nistradores, mandatarios o representantes cle las personas
juríclicas privadas que haya11 iiiterveiiiclo en el heclio 1311-
iiible. Es decir: se excluye a los noinbraclos que no Iiayan
participado clirectameiite en el ilícito y por el solo hecho
cle foimar parte de un órgano societario.
Al respecto, se legisló coiiforme lo interpretado por
niiestros tribunales al tratar el art. 40 cle la ley 11.683,
citado szrprn.
LEY DE ABASTECIMIENTO Y DE DEFENSA
DE LA COMPETENCIA

Como estudio compaxativo, de las iitunerosas leyes


penales-económicas que prevén implícita o explícitamen-
te la responsabilidad penal o infraccional de las peisonas
jurídicas, únicamente se hará referencia en el presente
capítulo a las leyes 20.680, de Abastecimiento, y 22.262,
de Defensa de la Competencia, por la importante influen-
cia que tienen en el proceso económico.

12. Ley 20.650, de Abastecimiento.

El art. 8 de la ley establece: "Cuando las infraccio-


nes que se penan en esta ley hubieren sido cometiclas en
beneficio de una persona jurídica, asociación o sociedad,
se le dará carácter de parte, sin perjuicio de la responsa-
bilMad personal de los autores. En los casos de coiidena
a una persona jurídica, asociación o sociedad se podrá
imponer como sanción complementaria la pérdida de la
personería y la caducidad de las prerrogativas que se le
hubiesen acordado. Los directores, administradores, ge-
rentes y miembros de tales entidades, que no hubieren
participado en la comisión de los hechos punibles, pero
que por sus funciones debieron reconocerlos y pudieron
oponerse, serán también pasibles -cuando se les prol~are
grave negligencia al respecto- de las sanciones previstas
en el art. 5, incs. a y 13,disminuyéildose a la cuarta parte
los Iíinites mínimos y máximos a imponer".
Especial interés respecto al tema despierta el texto
legal trascrito.
Si bien, como es coinún a toda normativa penal-
económica, mezcla indiscriminadamente responsabilidad
cle la empresa con la de sus órganos, de él surgen las
siguientes coilsicleracioiies:
a ) Establece claraii~eslteque el ilícito cometiclo por
sus c1epeiiclientes u órganos puecleii senerar respoiisd)i-
liclacl social, cuaiiclo fuere realizaclo en "henefició4 clel
elite icleal.
11) Ex~resaiileilteclispoiie que la persona jurídica sea
"parte" clel roces so infraccional o peilal, coino condición
previa iiiclispeiisable para respoiisabilizarla reflejaineiite
por los lieclios u omisioiies d e sus órganos o dependientes.
c ) Respecto a la responsabilidad de sus órganos, si
bien iio es tema clel preseiite libro, por su importancia
cabe comentar que se eitrola es1 la teoría de la "omisiói~
por grave negligencia", que los obliga, bajo pena d e san-
ción, a vigilar la activiclad d e los clependieiites de la em-
presa, con el fiii d e evitar el ilícito, oponiéiiclose a su
realizacióii si pudiere llacerlo en virtucl de sus fiinciones.

13. Ley 22.262, de Defensa de la Coinpetettcia.

Dispone el art. 42, ítem 20, de la ley: "Cuando el


Iieclio hubiese siclo ejecutado por los directores, repre-
sentantes legales, inailclatarios, gerentes, síiiclicos o miem-
bros clel consejo cle vigilancia d e personas de existencia
ideal, con los medios o recursos facilitados por la iliisnia
u obtenidos d e ella con tal fiii, cle inaiiera que el hecho
resulte cuii~plicloen nombre, con la ayuda o en beneficio
cle la persona ideal, se impoiiclrá: a ) multa de $ . . . ,
que podrá elevarse al doble del beneficio ilícitainente
obtenido, la que se liará efectiva solidariamente sobre cl
patrimonio cle la persona ideal y sobre los patrimonios
de los directores, representantes legales, mandatarios, ge-
rentes, síndicos o miembros clel consejo de vigilancia que
hubiesen inteivenido en la comisión del hecho punible.
Podrá imponerse como sanción complementaria, ii1hal)i-
litación de 3 a 10 años para ejercer el comercio, que sei-A
extensiva a los directores, representantes legales, manda-
tarios, gerentes, síndicos o miembros del consejo cle vigi-
lancia que hubiesen inteivenido en la comisión del heclio
punible, iiihabilitándolos asimismo para actuar en los
mencionados cargos o funciones por el mismo plazo. Eli
los casos de multa, se deberá computar la aplicada en
virtucl clel art. 26, inc. c".
Tal previsión legal merece los siguientes comen-
tari~s:
a ) Para poder responsabilizar a la persona juríclica,
el ilícito debe haber sido cometiclo en su nombre, con su.
ayuda o en beneficio de ella, debiendo para ello las per-
soiias físicas eiiumeradas en el artículo utilizar o emplear
los meclios o recursos empresariales.
ZI) La multa se impone solidariamente al ente ideal
.y a las personas físicas enumeradas en el artículo, que
hubiesh intervenido en la comisión del heclio punible.
E11 otras palabras, se excluye a quienes, foimando parte
cle lus órganos decisorios o representativos cle la empresa,
nada tengan que ver con el delito iml~i~taclo.
c ) Se le puecle también aplicar a los entes ideales
la pena ~oin~lementaria de inliabilitacióii cle 3 a 10 arios
para ejercer el comercio, lo que supone la cancelación de
su autorización para funcionar por el término de In
coiideiia.

6 - Bonzón Rafert.
d ) Se omite la pena de disolución o liquidación d e
la persona jurídica, lo que configura una incongmencia
legislativa, ya que tal facultad la tiene el juez antes de
la condena, conforme lo establece el art. 26 d e la ley.
LLAMAMIENTO AL PROCESO DE LAS
PERSONAS JURfDICAS

14. Tratamiento doctrinal y jurisprudencial.


Es indudable que si las leyes establecen la responsa-
bilidad infraccional de los entes colectivos por actos u
onlisiones de sus órganos o dependientes que configuren
ilícitos, es necesario que ellos sean sometidos al debido
proceso, citándoselos y recibiendo sus declaraciones inda-
gatoria~por intermedio del órgano que esté capacitado
legal y estatutariamente para ello.
Ahorn bien; el prestar declaración indagatoria es un
acto personalísimo que no puede ser sustituído ni repre-
sentado.
Si bien tal principio no presenta problemas de tra-
tarse el imputado una persona física, la cuestión se toma
muy compleja cuando se relaciona con imputaciones a
ente! ideales.
El principal interrogante que surge es ?,a cluiéil o a
quiénes se les debe recibir declaración indagatoria en re-
presentación de una persona jurídica?
En un fallo del 31 de octubre de 1962, recaído cii la
causa caratulada "Leiro, Germán, o Benvenuto y Cía.", la
Sala 2" de la Cámara en lo Penal Económico de la CapitaI
sostuvo con claridad meridiana: "Sólo el presidente del
directorio de una sociedad anónima puede prestar decla-
ración inclagatoria en nombre d e la socieclad, excluyén-
dose a los clirectores, gerentes o apoderados judiciales o
de cualquier otro agente con funciones de administración
o dirección. Dicha facultad es personalísima y, por tanto,
iildelegable, por la misma razón que las personas físicas
soineticlas a proceso no pueclen actuar en esa cliligeiicia
procesal por intermeclio de apoderaclo o niaiiclatario" (rev.
"J.A.", 1963-1-589, y "L.L.", 109-684).
E n similar fecha (23 de noviembre de 1962), la Sala
l:.' clel mis1110 tribunal sentó la muy coherente cloctriiia
de que se clebía anular todo lo actuaclo a partir cle la
declaracibn inclagatoria, si ésta había sido tomada a inter-
pósita persona, aunque fuera apoderada legal cle la firma
(causa "Rojas y Cía.", publicacla en la revista "T.A.", 1963-
1-589 ) .
Distinto criterio sustentó la Corte Suprema d e Tus-
ticia cle la Nación en la causa caratulacla ''Bunge y Born
Ltcla.". Allí sostuvo: "La cleclaración indagatoria impues-
ta sin posi1)iliclacl de sustitiicióil cle personas, al presidente
o a los iniemhros clel directorio d e una socieclad anóiiima
con motivo clel jiizgainiento d e infracciones a la ley
11.275, puecle iinportar una efectiva ol~sti-uccióil cle la
defensa en juicio. La concurrencia personal clel presiden-
te o miembros del directorio cle una socieclad anónima a
una inclagatoria no conserva su razón de ser específica
cuando lo acriininado no son coiltravencioiles cle ínclole
personal, sino que clerivan cle respoiisabilidacles imputa-
bles a las personas iuríclicas" (rev. "T.A.", 1964-VI-118).
Coinentanclo el fallo citado, el joctor Santiago Seii-
tís hlelenclo opinó que "procedió con acierto el alto
tribunal al consiclerar verosímil la ignorancia total cle las
personas mencionaclas respecto a los hechos d e la causa,
ya que las grancles empresas, generalmente organizadas
en forma de socieclacles ailóiliinas, regiclas por directorios
cuyos presidentes difícilmente piieden conocer en sus de-
talles los múltiples surgidos dentro de esas
enticlades, es forzoso cpie hayan de delegar atribuciones
en personas que, coii n ~ á sfaciliclad por su conocimiento
más inmediato del asunto, piieclan darles cuinpliinieiito".
Concluye dicho autor en su nota: "No es posible eqiiipa-
rar totalmente la indagatoria a la absolucibn cle posicio-
nes; pero, indudablemente, el parentesco aumenta consi-
clerableinei~tecuando la iiidagacla es una persoiia jiirí-
dica, sin que exista respoilsabiliclacl directa penal para
personas físicas, y cuailclo, en caso d e condeiia, liabrlí d e
recaer una pena pecuniaria que afectar6 a acliiella per-
sona jurídica. Es lógico que, entonces, cliclia persona
pueda designar a la persona física que consiclere en me-
jores coiidiciones d e cumplir su conleticlo cle ilustrar a
la justicia; pero sin olvidar la especial naturaleza cle la
indagatoria, que no es un acto cle sino un ineclio
d e defensa. [ . . . ] Debemos considerar que las sociecla-
cles anónimas tienen la faciiltad de designar la persona
que Iiaya cle absolver posiciones y, en el campo penal,
prestar cleclaración indagatoria" (rev. "T.A.", t. 1964-VI.
p. 118).
Con fecha 19 d e ilovieinbre cle 1965, la Sala 2. de la
Cámara Penal Económica sostuvo que las personas jurí-
dicas no pueden ser tenidas por parte en el proceso penal
por %ledio d e sus apoderados, por e ~ i g i r s ela presencia
~ersoilalclel imputado. En dicho fallo se sostuvo: "El
tribunal considera ilecesario seíialar y corregir dos erro-
res d e procedimiento en que ha incurrido el n qtro en
esta causa, a saber: a ) haber tenido por parte por medio
de apoderado a la firma acusada Benveiiuto y Cía. luego
d e liaber citado a prestar declaración en los térniinos
clel art. 236, 2i parte, del Cbcligo Procesal Penal, a los
representantes legales d e la misma, coii evidente olvido,
conforme a la reiterada jurisprudencia de esta sala, de
que si bien se puede intervenir por medio de apoderado
o mandatario judicial en juicio civil o con~ercial,110 ocu-
rre lo inisnio en juicio criminal (salvo como querellante)
en razón de que en materia penal coiltiilúa eil vigor el
viejo adagio francés: «En Francia nadie li~igapor procu-
rador, excepto el rey»; cloctrina que este tribiiilal tiene
establecida en atencibii a que si bien no existe en
e1 Cbcligo Procesal Penal iiiil~uiiaclisposicióii que prohíba
expresainente al imputado conlparecer en la causa por
medio de mandatario o apoderado, no se puede negar
que dicha prohibición coilstituye uno cle los principios o
supuestos fundainentales d e nuestra ley procesal penal,
toda vez que son numerosas las disposiciones de dicho
cuerpo legal que demuestran que la ley no admite el trá-
mite o clesarrollo del juicio criminal sin la presencia per-
sonal del aciisado en el proceso, como lo prueba la simple
lectura clel art. 9 (que prescribe que el acusado podrá
defenclerse personalmente o por medio de un defensor
letrado), o la del art. 10 (que ordena la paralización de
las diligencias clel sumario en caso de fuga del procesado,
hasta que se presente o sea habido), o la del art. 143
(que considera rebelde, con la consiguiente suspensión
de la causa, al procesado notificado en legal forma que
no comparece al llamado judicial o al que se liubiere
fugaclo clel establecin~ientodonde se hallare detenido o
al que halláilclose en libertad provisoria dejare de con-
currir a presencia del juez cuando fuere llamado), o la
,del art. 151 (que establece que si el ~rocesadofuere
rdeclaraclo rebelde en el plenario, se suspenderá el recur-
so de la causa liasta su presentación o aprehensión), o
la del art. 387 (que exige, en los casos de libertad bajo
caucibii juratoria, la proinesa por parte clel procesado de
fijar clomicilio, del que no podrá ausentarse sin autoriza-
ción del juez, como así también la de presentarse al
primer llamado del juez de la causa), o la del art. 392
(que obliga al procesado quc Iiubiere recobrado la liber-
tad bajo fianza, a comparecer al primer llamado del
juez), sin que sea Gbice a todo ello el hecho de qiie la
acusada haya sido llainada a prestar indagatoria eii la
especie en los términos del nrt. 236, 2+ parte, del Código
Piocesal (que prescribe que en tal caso el llamamiento
no i111~licar.íprocesamie~ito);en primer lugar porqiie la
arbitrariedad de lo resuelto no resulta dudosa apenas se
piense que la ley le concecle la autorización de qiie Iia
hecho uso indebido, nada mis que cuando no existiere
el estado de sospecha a que se refiere el ~Arrafoanterior
del mismo artículo, pero no cuanclo, coino en la especie,
haya motivo bastante para sospechar de la conducta de
la acusada, en mérito a lo actuado en el prolijo suniario
de prevención instruído por el Banco Central, y en segun-
d o término, porque la falta de cumplimieilto por parte
del n quo de lo que imperativamente impone el art. 236,
1-arte, del Código citado, no resta fuerza a los prin-
cipios que se han citado para demostrar que la interven-
ción del aciisado en causa criminal debe ser personal o
<.I
por medio de abogado clefensor, pero nunca por inter-
i ~ ~ r d de
i o apoderado o mandatario judicial o asistido por
un letrado patrocinante" (rev. "J.A.", t. 1966-IV, p. 577,
cai~$a"Benvenuto y Cia. S.A.".
El 22 de mayo de 1968, en fallo plenario llaiilado
para resolver la causa caratulada "Serur Hnos. y otros",
la Cámara Nacional en lo Penal Económico sostiivo:
"
Cuanclo el contrato social de la sociedacl colectiva re-
g~ilar,pone en cabeza cle dos socios, indistintameiite, la
administración de la sociedacl, requiriendo su firma con-
junta, para obligarla, cleben ambos socios comparecer a
prestar declaración indagatoria. En el caso de que la ad-
ministración esté a cargo de más de dos socios y se
reuniera, igualmente, la firma conjunta de clos para obli-
garla, la comparecencia para satisfacer el referido acto
formal debe ser igualmente cle clos socios, número éste
requerido para representarla ante terceros. Cuando el
contrato de la sociedacl colectiva regular establece que el
uso de la firma social y la facultad de obrar corresponde
por igual a todos los socios, puede ser llamado a prestar
cleclaración inclagatoria cualquiera de ellos, siempre y
cuando no I-iabiendo resultado excluíclo expresamente de
contratar en nombre de la socieclacl, forme parte de la
razón social o tenga el uso cle la firma social. Cuando el
convenio cle constitución de una sociedad irregular o de
hecho pone a cargo de uno o más socios la administra-
ción de la misma, la cleclaración inclagatoria deberá ser
prestada por dichos órganos de representación. Cuando
la sociedacl cle liecho no prevé la existencia cle un órgano
aclmiilistrador o representante de ella, o cuando la facul-
tad cle obrar en nombre de la sociedacl corresponda a
cualquier socio, o cuando nada se diga expresamente al
respecto, puede coinparecer a prestar dpclaración i d a -
gatoria cualquiera cle sus miembros" (rev. "La Ley", t.
131, p. 134).
Un interesante antecedente jurisprudencia1 sobre el
tema constituye el fallo recaíclo en la causa caratulada
"Loussinian, Eduardo, y otro", dictado por la Sala 1 de
la CQmara Nacional en lo Penal Económico con fecha
6 de octubre de 1987. Sostuvo que "debe paralizarse eil
la forma prevista por los arts. 150 y 152 del Código de
Proceclimientos en Materia Penal el proceso penal segui-
do por contrabando a tina persona de existencia icleal,
si la persona física que realizó en su nombre la conducta
típica se encuentra rebelde". El Dr. Riggi opinó, en
'6
disidencia, que si la persona jurídica se encuentra a de-
recho, fue indagada a través de sus actuales represen-
tantes, no es lógico que se vean privadas tanto la parte
acusadora como la defensa de una clecisióil respecto de
aquélla por el hecho de que el que fuera presidente de
la sociedad se encuentre ahora rebelde" (rev. "La Ley",
ejemplar del 23 de marzo de 1988).

15. Aplicación analógica a la solución clndn para


la prueba de absolz~cz'ónde posiciones.

Se considera que es posible encontrar la solución al


problema planteado sobre quién clebe representar a las
personas jurídicas en el proceso penal o infraccional eco-
nómico, aplicando supletoriainente lo dispuesto por los
arts. 405 y 406 del Código de Procedimientos Civil y
Comercial de la Nación.
Se podrá argumentar que tal postura es violatoria
del principio que veda la aplicación aixdógica en niate-
ria penal. A tal eventual crítica cabe contestar que.se
trata cle problemas procesales, y no penales, y que con-
forme lo admiten tanto la cloctrina como jurispnicleiicia,
* en derecho procesal, sí se aclmite la analogía, y ella se
aplica rutinariamente en la práctica coticliaiia, solucio-
, nanclo problemas procesales concretos, mediante la apli-
c a c i h de normas similares.
El art. 405, inc. 3, del Código citado establece:
"Poclrán asimismo ser citados a absolver posiciones: [ . . .
3 ) los representantes legales cle las personas jurídicas,
sociedacles o las entidades colectivas., que tuviereri facul-
tad para obligarlas".
Cabe resaltar que dicha norma legal claramente es-
tablece que el representante que declare en nombre del
ente ideal debe tener "facultad para obligarla".
Para determinar quiénes tienen tales facultades, nece-
sariamente se debe recurrir al estatuto o contrato social,
el cual debe prever qué personas están aiitorizadas para
realizar actos de gestión y disposición. Si clicho estatuto
o contrato social ilacla establece al respecto, se debe estar
a lo que dispone la Ley de Sociedades Comerciales res-
pecto a la rel~resentacióilo a las leyes orgánicas particu-
lares que clan vicla, en cacla caso concreto, a las personas
icleales.
Con lo expuesto en relación n la representación so-
cietaria en el párrafo prececlerite, va de suyo que se esti-
ma errónea la posibiIiclac1 admitida por parte de algunos
autores y inagistraclos, cle permitir que la persona jurídica
sea representada procesalmente, tanto en sede penal
(confesión o declaración indagatoria), como en sede civil
(absolución de posiciones), por un mandatario conven-
cional (apoderado), aunque sea el abogado o procura-
dor de la empresa.
El art. 406 del Código formal civil dispone: "La
persona jurídica, sociedad o entidad colectiva podrá opo-
nerse, dentro del quinto día de notificada la audiencia,
a que absuelva posiciones el representante elegido por el
ponente, siempre que: 1) alegare que aquél no intervino
personalmeiite o no tuvo conocimiento directo de los he-
chos; 2 ) indicare, en el mismo escrito, el nombre del
representante que absolverá las posiciones; 3 ) dejare
constancia que dicho representante ha quedado notifi-
cado de la audiencia, a cuyo efecto éste suscribirl
también el escrito. El juez, sin sustanciacióii alguna,
dispondrá que absuelva posiciones el propuesto. No ha-
biéndose formulado oportunamente dicha oposición o
hecha la opción, en su caso, si el absolvente manifestare
en la audiencia que ignora los hechos, se tendrá por
confesa a la parte que representa".
Como único comentario, dado que el probleina es-
capa a la temática del presente libro, cabe hacer iiotar
que los magistrados que cleban decidir sobre la sustitu-
ción del representante legal natural cle los entes icleales,
sobre la base clel prete~lclicloy alegado "clesconocimiento
de los hechos", deben actuar con suma pru-
dencia, porque la ley no exige "actuacibn l~ersonal"del
órgano, sino simplemente que no "haya tenido conoci-
miento", y los directivos, gerentes y personal superior de
las empresas, tienen el cleber objetivo de estar clebida-
mente informados de los heclios que comprometen a su
representada, sobre todo si revisten carácter d e iinpor-
tantes, como pueden ser tildados las imputaciones infrac-
cionales económicas.
CONCLUSIONES

Concorclai~doen un toclo con el pensamiento cle los


prestigiosos autores citados en el punto 3 riel presente,
considero que al ser la acción un proceso de la concien-
cia, es imposible funclar con lógica jurídica la ~osibili-
clad de que los entes ideales actúen delictual o infraccio-
nalmen te.
Paralelamente, el derecho quiere que las personas
jurídicas obren conforme a derecho, lo que excluye el
accionar ilícito, porque de no ser así 110 serían autoriza-
das a funcionar.
En los hechos, y sobre todo teniendo en cuenta el
auge de la delincuencia económica y de los medios em-
pleados para lograr ganancias espurias, los órganos de
los entes colectivos, excediénclose en sus atribuciones, o
bien sus dependientes en cuiliplimiento cle directivas
enknadas de éstos, cometen clelitos e infracciones de
.contenido patrimonial, en l~eileficiode las empresas.
En tales casos, se considera que las personas ideales
deben responder con su patrimonio, en cumplimiento de
un deber de garantía social que les impone el Estado
para aiitorizarlas a funcionar.
Tal "deber de garantía" surge como la única posibi-
lidad de responsabilizarlas, atento a que se ha descartado
la eventual responsabiliclacl penal-infraccional por Iiechos
u omisiones cometidos por terceros (órganos o depen-
clientes ) .
Tal postura se conlpadece con la moderna doctrina
de la imputación jurídica, que permite imputar a perso-
nas jurídicas o físicas, delitos y cuasidelitos civiles come-
tidos por terceros, en virtud de factores de atribución
distintos de la culpa.
Como las distintas ramas del derecho no configuran
con~partimientosestancos, no se advierte imposibilidad
lógica o jurídica para aplicar tal doctrina al tema infrac-
cional que nos ocupa.
Se concuerda así con lo sostenido por el doctor Jorge
de la Rúa, quien opina que "en el derecho penal o cri-
ininal sólo el hombre puede ser delincuente. Cuando el
hombre actúa por medio de ciertas entidades de derecho
concebidas como sujetos ideales, la responsabilidad
sigue siendo individual, sin perjuicio de que el Estado,
correlativamente, establezca, a su vez, medidas en rela-
ción a tal sujeto ideal, como forma o inanifestación de
una política de prevención que tiende a la regularidad
en el manejo y funcioilamieiito de los entes ideales. Tales
medidas pueden llegar, incluso, a la desaparición jurídica
del ente ideal en la forma de su disolución" (Los delitos
econói~iicos,revista "Doctrina Penal", año 1980, Edicio-
nes Depalina).
Para finalizar, por lo expuesto y sin poder descono-
cer el dntunz de que la legislación penal-económica ar-
gentina establece una responsabilidad solidasia de las
personas jurídicas por un hecho ajeno, de clara natura-
leza penal, estimo que para concordar con la doctrina
propiciada del "deber de garantía" es necesario efectuar
las siguientes adaptaciones legales:
a ) responsabilizar en forma primaria por los ilícitos
cometidos, a los autores materiales de ellos, y sólo en
caso de insolvencia o imposibilidad de pago de la multa
por parte de éstos, a las personas jurídicas de las cuales
forman parte;
b ) que el ilícito haya sido cometido con el fin de
beneficiar el patrimonio social, mediante el empleo de
los medios o recursos de la persona jurídica;
c ) que quede suficientemente garantizado el derecho
de los socios inocentes, de resarcirse civilmente contra los
órganos o dependientes culpables del ilícito, en especial
el repetir de ellos el monto cle la multa, que es la sanción
característica prevista por las leyes penales-económicas.
Queda claro que legislar conforme al primer supues-
to, implica necesariamente la imposibilidad de imponer
a las personas jurídicas otras sanciones distintas que la
multa, lo que indudableiiieiite contraría un fin práctico
de la política criminal del Estado.
Ello, sin embargo, se vería ampliamente compensaclo
con la clisininución del cornetimiento del tipo de ilícitos
como los analizados, ya que la coacción psíquica de la
norma actuaría en forma más efectiva que en el presente.
Actualmente, el infractor soslaya su responsabilidad
en el hecho de que, normalmente, es respaldado pecunia-
riamente por la empresa beneficiaria del ilícito.
Asimismo, mediante la aplicación efectiva de nor-
mas vigentes, se los podría respomabilizar, de clarse
evktualmente las circunstancias del tipo penal, por el
delito de "autorización de actos irregulares" (art. 301
del Código Penal argentino), con lo cual se valorizaría
convenientemente el deber de "obrar con lealtad y con
la diligencia de un buen hombre de negocios", tal como
lo exige el art. 59 de la ley 19.550.
AFTALIÓN, Enrique R.: Llereclio pe~icrl odniiizistrati~o,Ed. -4rayÚ,
Bs. As., 1955.
- Acerca de la respon.snbilitl(rc1 pe~ial de los l7el.soiins irrriclicns,
rcv. "La Ley", t. 37, p. 281, icproduciclo en cl libro L)erecho
penal mdn~iilistrativocitado.
- Ln respo~isobili~lad polo1 de 10s l7crsoizns jirrídicos y 10 de sus
clirectores, rev. "Jurisprudencia Argentina", 1968-IV-512.
- Derecho peiinl econóinico, Ed. Abcledo-Pcrrot, Bs. As., 1959.
- Trcrtado de dcreclzo pennl cspccial, Ed. La Ley, Bs. As., 19fi9.
:INDRADE, Jorge A.: El derecho tri1,utario penal, rev. "Imp~icstos",
junio de 1989, p. 983.
B A R ~ E RSANTOS,
O Marino: iReslionsobiliclnd peviol de las pcrsoi1a.s
iir~ldicas?,rev. "Doctrina Penal", 1986, p. 377, Ed. Dcpalma.
B . ~ R R E Enrique
~A, C.: La responsnbilidad e n los iiifrncciones odua-
?~cras,rev. "La Ley", t. 1989-A, secc. Doctr., p. 925.
- Respo~isabilidad de las peisoiias jt~rídicasen materia cle con-
trabando, rev. "La Ley", t. 1988-B, p. l l G .
B O N Z ~ NJuan
, Carlos: Dercclzo i~~frncciolinladzraiiero, Ed.
Hxmmurabi, 1987.
- Respoi~sobilidacl itifrncciorinl ndtiaiiera de 10s persolins ju-
rídicns, rev. "El Derecho" del 11/4/91.
4Respoiisobilidnd infraccionnl y penal tributaria d e Jns pcr-
sonas itiridicns, rev. "El Derecho", 6/3/91.
BORINSKY, Carlos: Refornias nl régimeti penal ca.n7biario, rcv.
"Doctrina Penal", criero/inarzo 1981, 119 13, p. 67, Ed.
Depalma.
- Los delitos canzbiarios y el crpn~?miielzto d e los pri~iciliios
del derecho penal comhz, rev. "La Ley", 1989-B-741.
C.~RALLERO, José S.: La llnninda responsabilidad peilfll de las
sociedndes aiióiiimns y demás persorins colectivas rii el
dereclzo penal especial rev. "jurisprudencia Argentina",
Doctrina, año 1974, p. 339.

7 - Bonzún Rafart.
CUETORÚA, Julio: La respo~isobilidadpella1 de las persorias ju-
rídicas, "Rev. del Colegio de Abogados", t. 22, no 5 y 6,
reproducido en el libro Derecho penal ndmiriistmtivo citado.
- El racionnlismo, la egologia y la respori.sabilidnd d e los
pers0na.s ji~iclicas, rev. "La Ley", t. 50, p. 1109.
CHICIIIZOLA, Mario 1.: L n respo~isabilidnd l ~ e ~ i cde~ l los perso-
nas cle existencin ideal, rev. "La Lcy", t. 109, p. 682.
DE LA RÚA, Jorgc: Los delitos ccorionaico.s, rcv. "Doctrina Pe-
id", aiio 1980, Ed. Depalma.
DI FIORI,José J. y Jorge L.: Ley de AcFiroria, Ecl. Depalma, Bs.
As., 1977.
FERNÁNDEZ LALANNE, Pcclro E.: Comerital-ios al Código Acliia-
~ I C ~Ecl.O , Guía Práctica dcl Exporiador c Importador, Bs.
As., 1985.
- Derecho ndirariero, Ed. Depalnia, 1966.
FERRO,Carlos A.: Código Adtrnriero conaentcrdo, Ed. Depalma,
1982.
- Ley d e Adunrzo, Ed. Depalma, Bs. As., 1977.
FROIII.ICH,Juan R.: El clerecho tribritnrio penal, rev. "Impues-
tos", junio de 1989, p. 983.
GARCÍA,Luis RI.: Criiiai~ialiclnd de la empresa, Ed. Ad-Hoc,
1990.
GARCÍABELSUNCE, H o r ~ c i oA.: Derecho tributnrio penal, Ed.
Depalina, Bs. As.. 1985.
GIULIANIFONROUGE, Carlos M.: Dereclao firinticiero, Ed. De-
palma, Bs. As., 1973.
GÓXIEZ,Eusebio: Tratado de dereclzo perinl, Bs. As., 1939.
H E N D L Eclrnullclo
~, S.: La respo~~sabilidadperla1 d e los directi-
uos cle eiifidacles firiaticierns, Ecl. Depalma, Bs. As.. 1982.
JÁvnecu~, Carlos: Régimerz perla1 del colitrol d e cambios, Ed.
Arayú, Bs. As., 1953.
J I A I ~ N EDEZ AsÚA, Luis: La ciiestiótz de la respo~isnbil2slnd pe-
nal d e Ins personns itnídicas, rev. "La Ley", t. 48, secc.
Doctrina, p. 1041.
- La respotisahiliclnd d e 10s personns itirídicas e n las legis-
tflcioiws positioas, rev. "La Ley", t. 48, secc. Doctr., p. 1106.
LLEIIENA, Patricia M.: Crimirlalidad d e empresa, Ed. Ad-Hoc,
1990.
MALAILKUD c o n , Jaime E.: Las penalidades n sociedades y sus
directivos por el hecho del agente (dos naodelos del dere-
cho contparado: la Repúblicn Federnl Alcmnnn y los Es-
tnclos Unidos), rev. "Doctriiia Penai", julio/set. 1980, no
11, p. 556, Ed. Depalma.
- Persona juridicn y penalihd, Ed. Depalma, Bs. As., 1981.
- Política criminnl d e ln empresa, Ed. Hammurabi, Bs. As.,
1983.
MASCIIERONI, Fernanclo H.: Los ílelitos societnrios y cl o??. 301
clcl Código Peilol, rev. "La Información", t. XXIII, p. 137.
hlowcnuo, Néstor J.: Delitos cnnibiorios y respo~~snbilidndpe-
1101 de lns i)ewoizas jlrrídicns, Ed. Depalmn. Bs. As., 1985.
NÚNEz, Ricardo C.: Derecho perla1 avget~tiiio, Ed. Lerner, Bs.
As., 1976.
PAGANO, José L.: Derecho pella1 eco77órnic0, Ed. Depalma, Bs.
As., 1983.
PERDO~IO, Hugo E.: El viirevo réginien pennl tributario y 10s
liersoilns jirritlicos d e dereclio príblico, rev. 'La Ley", 15/
5/90.
PrÑeino, José: Régii~ienpeilnl del coiit1.01 d e cnmbios, Ed. Arn-
y&, Bs. As., 1953.
RADRIZZANI GoÑI, Miguel A.: R c ~ ~ ~ i ~ ~ n l ~peno1
i l i d nde
d los
clirectiuos de sociedndes conlerciales. Bs. As., 1978.
RAMOSMEJ~A,Enrique: Socieclricl nnóninza !] derecho pcliol,
rev. "La Ley". t. 130, sccc. Doctr., p. 1174.
Rrcr~r,Esteban: Los delitos qtrc itzz;oltrcrnn n las empresas f 1.n~-
nacionales y el principio "sosietos delinquere non potest".
ROTACAN, Edgardo: ResponsobilirEod peno1 d e los directivos d e
socieslndes oiiónimm en el derecho nrgeittino, rev. "Dcre-
C ~ O P a a l y Crimii~ología", 1971, p. 373.
Russo, Eduardo A,: llicitos trihiitnrios, Ecl. Depalma, Bs. As.,
1yo.
SÁINZ DE BUJANDA:Ln respoii.saúiliclod de lns persorlos jzri idi-
cns y d e SLIS órga~ios por los ilicitos tribi~to~ios, rev. "1-Ia-
cienda y Derccho", Madrid, 1967.
SALVADORES, Oscar F.: Resy>oiisnbilidnd pe11n1 de las personas
juriclicas, Ed. Abeledo-Perrot, 1978, Ds. As.
S E N ~ MELENDO,
S Santiago: Al~solrición de posiciones y decla-
racihl ir~dngcrtorin de 10s Ticrrorins jriridicas, rev. "Juris-
prudencia Argentina", t. 1964-111, p. 118.
SOLER,Osvaldo H.: El derecho tribzitorio peiial, rev. "Impues-
tos", junio 1989, p. 983.
SOLW,Sebastián: Derecho penal arge~itino,Ecl. TEA, Bs. As.,
1970.
SPOLANSKY, Norberto E.: Crrll)nl)iiidncl, la responsabilidad soli-
dnria d e 10s sociedndes anónimos JI las de sirs directivos en
el régimen penal cnmbinrio, rev. "La Ley", 1978-D-231.
Tnusso, Francisco E.: Acerca de la solitlnridod periol e n el ré-
gimerz represivo cnmbinrio, rev. "La Ley", 1977-B-705.
VIDAL ALBARRAG~N, Héctor G.: La respotisnbilidad eti los in-
frncciones odirnnems, rev. "La Ley", t. 1989-A, Doctr., p.
925.
- Rcs~7onsnl?iliclad de los persotins iirrídicns e n ~naterin de
cotitrol?ando, rev. "La Ley", 1988-B-116.
VILLEGAS, Héctor B.: Derecho penal tribirtario, p. 165.
WEYDY,Lilian G. de: Ilícitos triOt~tnrios,Ed. Depalii-ia. Bs. As.,
1990.
\VIYIZKI, Ignacio: Respoiisnhilidod penal de 10s persotlos jii-
rídicas mercatitiles, Ed. Depalma, Bs. As., 1951.
FALLOS MÁS IMI'ORTANTES CITADOS

SUMARIO FALLO CARATULADO "ENTRE RfOS,


EXTRACTO D E CARNE LTDA., S/ DEFRAUDACION
D E DERECHO D E ADUANA". C.S.N., 7/12/1894

Que, con tales antecedentes, el procurador fiscal, haciendo


mérito de la denuncia del contador interventor señor Hereñú, d e
foja 1, acusa a la compañía "Entre Ríos Extracto de Carne", por
defraudación d e la renta fiscal de la Nación, y pide se declaren caí-
dos en comiso los 801 cueros vacunos salados y se aplique a la
compañía una multa igual al valor d e dichos cueros, según tarifa
de avalúos.
El representante del acusado contesta:
Que las personas jurídicas, como lo es la compañía "Entre
Ríos Extracto de Carne" demandada, no pueden cometer faltas
ni delitos, ni se le pueden aplicar penas, y por la misma razón no
puede abrirse proceso contra ellas. Cita a este propósito el art.
43 del Código Civil, según el cual no se pueden ejercer contra
las personas jurídicas, acciones criminales o civiles por indcm-
$&ación de daños.
Y considerando: Que las cuestiones a resolver, según los tér-
minos de la acusación y la defensa, son: La sociedad anónima
"Entre Ríos Extracto de Carne", ;puede ser. acusada por fraudes
contra la renta fiscal de la Nación, o por contravenciones a las
Ordenanzas de Aduana, y, por lo tanto, se le puedcn aplicar las
penas pecuniarias que éstas imponen?
Que respecto de la primera la legislación aduanera, a dife-
rencia d e la civil y criminal, responiabiliza a las persoiiris jurí-
dicas, en cuanto son capaces d e mantener relaciones con la Adua-
na, por los fraudes o contravenciones de sus empleados y depen-
dicntes; y castiga no sólo las defraudaciones coi~sumadas,sino la
posibilidad clcl fraude, sin tener en consideración si hubo inten-
ción clolosa o un error inocente: los arts. 1025, 1027 y 1028 de las
Ordenanzas d e Aduana vigentes, establecen estos principios de
una nianera terminante y son ellos los que rigen y deben aplicarse
al caso en cuestión, no el art. 43 del Código Civil, iilvocado por
el representante de la compañía deniandada, por lo que debe
concluírse que la compañía acusada, como ciialquier otra persona
jurídica, es responsable de las penas pecuniarias que imponen las
Orclenanzas cle Acluaiia, por fraiicles o contravcnciones cometidos
0
por SUS empleados.

SUXlARIO FALLO CARATULADO "DIEBEL Y SAPORITI


Y OTRA". C.S.N., 20/12/1944

Q ~ i eesta Cortc ha cleclaraclo reiteradamente rluc los arts.


1027 y 1025 de las Orclcnanzas de Aduana, posteriores al Código
Civil, establecen que para los fines d e la penalidad cspecial de la
niatcria, no sc aplican las rcglas comunes relativas a la respon-
sabiliclacl por actos clclictuosos y que, por lo tanto, esa iicción pcnal
puede ejercerse contra las corporaciones o pcrsonns jurídicas y
éstas pueden scr condenadas a las penas pecuniarias que las mis-
i-rias orcleiiaiizns fijan ("Fallos", t. 99, p. 317; t. 126, p. 163; t.
135, P. 197; t. 14, p. 417).
Que, sin cmbargo, siciiclo ésta una excepción a la regla gene-
ral clc la irrcsponsabiliclncl pennl de las personas de existencia
ideal, establecida por el art. 43 del C.civil, debe iiiterprctarse
i-cstrictivnmcnte, liiiiit6ndola a aqucllas personas juríclicas de cxis-
tcnci;~voluti[nri:~, clc iiitcrés privado, crc:idas con fines econónli-
cos. TratAnclosc de personas jiirídicas de cxistciicia necesaria,
cread;is con riri fin político por excclciicin conio son cl Estado, las
~roviiiciasy c;iclii uno dc sil? niiinicipios o de órganos de la aclmi-
nistración pública, la cxcepcióii c3s iiiaplicable y la rcgla gencral
recobra todo su valor. Es iiicoiict~biblcun órgano del Estado con-
clcnado por clefrauclnción al mismo Estado, una provincia conde-
nada por defraudación nl Estado general. Si los goh~rnanteso los
funcionarios cometirran actos d e defraudación aduanera o parti-
ciparan cn las defraudaciones cometidas por terceros, la respon-
sabilidad no puede scr, en tal caso, sino sólo personal.
SUAIARIO FALLO CARATULADO "EL CAFETAL S.R.L.".
CAM. NAC. AP. CIV., COM. Y PENAL ESPECIAL EN LO
CONT. ADM. D E LA CAP. FEDERAL, 14/3/1957

Que, en principio, de acuerdo con lo establecido por cl art.


4.3, C.C., de conformidad con la máxima "soci&as d ~ l i i q ~ q unon
~c
potest", no se puede ejercer contra las personas jurídicas acciones
criniinales, ni considerarlas, por ende, sujetas a responsabilidad
penal.
Que ese principio, sin embargo, no significa que exisle en
todos los casos una imposibilidad ontológica para responsabilizar
penalmente a los entes colectivos, y tan es así que la Corte Su-
prema de Justicia d e la Nación la ha admitido por defraudacio-
nes a la renta aduanera en infracción a los arts. 1027 y 1028, 0.
de Aduana, reprimidas con pena de multa (v. "La Ley", t. 37, p.
281) y la ley 12.906, d e nionopolio, también en sus arts. 3 y 7, al
hacerlos pasibles de las penas de multa, pérdida de privilegios,
retiro de personería jurídica y cancelación de inscripción cn el
Res. Públ. de Com. cuando los Iicchos resultan cumplidos con la
ayuda o cii beneficio de alguna pcrsona ideal.
Quc tratándose en el prescntc caso d e una querella proiiiovi-
da por usurpación y falsificación de patente, reprimida por cl art.
53, ley 111, de patentes de invención, con pena alternativas de
multa y prisión, la responsabiliclacl penal que deriva de tal infrac-
ción no puede recaer cn la socicdad directamente qiierellacln a f.
14, no sólo en razón de que la nieiicionada ley no contiene excep-
ciónqxpresa a la rcgla general dcl recordado art. 43, C.C., como
lo adinitc la citada ley 12.906, sino porque, adenlhs, la naturaleza
especial de la pena de prisión obsta, por cviclcntes razones cleri-
vaclas d e su esencia, a su nplicabilidad a las personas jurídicas,
debiendo por ello ejercerse la pertinente acción criminal y res-
ponsabilizarse penalmente en cl caso a la persona o personas de
existencia visible que sean directores, represcntantes o mandata-
rios de la respectiva persona jurídica.
SUMARIO FALLO CARATULADO "AGUIRRE CAMARA,
JOSI?, Y OTROS". C.S.N., 30/12/1957

Quc esta Corte tiene declarado que en materia aduanera,


como es la del sub iudice, "las penas pecuniarias tienen un carác-
ter particular, q u e aun conservando su calidad de penas, les d a
un cierto carácter de indemnización de daño y las somete a reglas
que no tienen aplicación penal estricta"; en su coiisecuencia, los
componentes d e una razón social pueden ser condenados solida-
riamente, pero ello no implica desconocer que aun en estos casos
la scntencia sólo puede referirse al procesado o procesados por el
delito o delitos que han sido materia del proceso ("Fallos", 184,
417, consids. 19 y 21). Es q u e el fin jurídico de la sanción fiscal
es castigar en el patrimonio del infractor la violación d e la ley, y
ese carácter represivo explica por qué una condena da multa adua-
nera no puede ser impuesta a quien no ha sido oído, ni procesado.
El admitirlo significaría legitimar una condena sin juicio previo,
lo que es repugnante a una de las garantías consagradas por la
Const. Nac., art. 18.
Que en el sumario administrativo aduanero invocado contra
"El País" (S.A.), ninguno d e los demandados en este juicio fue
oído ni notificado del fallo ministerial condenatorio, ni tampoco
se corrió vista de las actuaciones a los representantes responsa-
bles. A este respecto el art. 1053, ley 810, dispone categórica-
mente que en el sumario se deberán consignar, entre otras cir-
cunstancias, "los descargos justificados de la parte interesada".
Que, en consecuencia, el fallo ministerial -origen de la san-
ción promovida por el apelante- que impuso a la Editorial "El
País7' (S.A.) el pago de los derechos dispensados, y la multa por
violación de las leyes y reglamentos aduaneros, no puede hacerse
extensivo a los demandaclos. No sc trata en el sirb iudice de la
mera aplicación del art. 337, C.Com., que preceptúa la responsa-
bilidad personal y solidaria de los directores de las sociedades
anónimas para con ella y los terceros, por la cjecución o mal
desempeño del mandato, y por la violación de las leyes, estatu-
tos o reglamentos, sino dc dilucidar si una sanción de carácter
represivo -condena penal aduanera- puede legítiniamente ser
aplicada a los directores y administrador d e una sociedad anó-
nima que no fueron procesados ni condenados en el sumario
administrativo que motivó el fallo ministerial. Como ya se ha
expresado, esta resolución no puede involucrar a los demandados
descle que con respecto a los mismos ha faltado el debido proceso.

SUhlARIO FALLO CARATULADO "LEIRO, GERMAN, Y


OTRO". SALA 2 W A M . NAC. PENAL EC., 31/10/1062

Que por lo mismo que la declaración indagatoria del acusa-


do, además de ser una irreemplazable fuente de informacibii para
el juez de instrucción, constituye también un derecho incnncela-
ble (art. 254, C. Pr. Cs.) y un invalorable medio de defensa para
el encausado (arts. M6 y 247, C. cit.) no puede caber duda de
que en toda discusión sobre dicho derecho en general (y, por
ende -como ocurre en la especie-, sobre quien 'puede" o "debe"
prestar declaración indagatoria en nombre y representación de
una sociedad anónima o de otra persona jurídica cualquiera), está
comprometida la garantía constitucional de la defensa en juicio,
que el art. 18, Const. Nac., proclama inviolable, lo mismo que el
art. 11, 1, "Declaración Universal de los Derechos Hunlanos",
en la parte que establece que toda persona acusada de un delito
tiene derecho a ser juzgada en juicio público "en el que se hayan
asegurado todas las garantías necesarias para su defensa".
Que como lógica consecuencia de esto íiltimo, las pcrsonas
jurídicas son equiparables a las personas de existencia física o
visible y tienen, como éstas, lo que en lenguaje técnico-jurídico
se denomina "capacidad de derecho"; pero como por razones
obvias (y al revés de lo que ocurre con las personas de existencia
visibe o física) carecen dc aptitud o mejor dicho de capacidad
física para obrar por sí mismas y ejercer los derechos que las leyes
#
les rcconocen, resulta que las personas jurídicas si bien son capa-
ces de derecho son, en cambio, "incapaces de hecho".
Que para subsanar esta "incapacidad se planten el problcii~adc
quién debc asumir la representación legal" de las pcrsonas jiirí-
dicas en tales casos.
Que la determinación dc esta último no ofrece ninguna
dificultad en lo que se refiere a las personas o entes jurídicos de
derecho público, porque sus leyes org9nic;is prescriben uniíni-
mcmcntc, que cl presiclciitc dcl directorio o del coiisejo directivo
o de administración que los gobierna y dirige es el representante
legal de los mismos en sus relaciones con terceros (ver las leyes
orgánicas del Banco Central, del Banco d e la Nación Argentina,
del Banco Hipotccario, del Banco Industrial, de la Caja Nacional
de Ahorro Postal, de Vialidad Nacional, de las distintas cajas de
jubilaciones y pensiones, d e Obras Sanitarias d e la Nación, de
Yacimientos Petrolíferos Fiscales, d e Yacimientos Carboníferos
Fiscales, de la Junta Nacional de Carnes, de la Junta Nacional de
Granos, de las universiclades nacionales, etc.).
Que si bien no puedc dccirse lo mismo respecto d e las socie-
daclcs anóniinas (debido a que la i~iayoríade los estatutos d e las
n ~ i s n ~ ano
s suelen ser explícitos al rcspecto), la jurisprudencia ha
llegado a las conclusiones siguientes:
1. Que si los estatutos de la sociedad anónima no establecen
quién clebcrlí ejercer la representación legal d e la persona jurí-
dica (en los casos que han sido mencionados o en casos análogos),
ella deberá considerarse a cargo del presidente del directorio o
consejo directivo o de aclministración; y si dicho cargo no exis-
tiera, por el clircctor ( o directivo coino ahor~ise dice) que ejerza
la función cle mayor jerarquía dentro de la organización o gobier-
no de la persona jurídica.
2. Que dicho representante lcgal de las personas jurídicas
debe obrar personalmente, no sólo por las razones que ya se
dieron, sino también porque el presidente del directorio o del
consejo directivo o administrativo d e una sociedad anónima no
obra en tales casos como un mandatario o apoderado de la socie-
dacl (en cuyo caso sí podría sustituís su mandato en un miembro
conforme a la norma general del Código Civil), sino como un
vcrclaclero rcprcscntante legal y necesario d e la misma, como lo
lince por cjcinplo con rcspecto al menor, al demente o al concurso
civil, cl tutor, el ciirador o el síndico. Es por lo que queda expues-
to, prccisainrntc, qiie mientras que para representar en juicio
a una sociedad anónima con10 apoderado judicial volun-
tario o electo se rcquicre estar inscrito en la matrícula de pro-
curadores, cl presidcntc cle la misma, en cambio, puede hacerlo
-con10 representante legal de ell:i que es-, sin necesidad de
dicha inscripción (art. 1, inc. 4, ley 10.996) en virtud de que
tiene lo q u e en doctrina o lenguaje técnico-jurídico se denomina
"capacidad cle postulación", que no es otra cosa que la aptitud
d e obrar, en nombre dc sil representada en el proceso como si
actuara en causa propia, es decir, sin necesidad de recurrir a
una representación técnica (la de un procurador) ni a una
asistencia o patrocinio también técnico (el d e un abogado).
Que en una segunda aproximación a la cuestión que en la
especie se debate, conviene utilizar ahora, en el análisis de la
misma (por la estrecha similitud conceptual que, a pesar de sus
diferencias, existe entre la absolución de posiciones y la decla-
ración indagatoria) la experiencia acuniulada en torno a la pri-
mera, en relación a las personas jurídicas; a cuyo efecto resulta
íitii recordar lo siguiente:
a ) que los arts. 41, in fiiie, y 42, C. C., consagran expresa-
mente la capacidad de las personas jurídicas para estar eii juicio,
como parte actora o demandada en el proceso civil;
1,) que en mérito de lo anterior no ha sido nunca dudoso
que las personas jurídicas piicden exigir absolución d e posicio-
nes de la contraria en el proceso civil y que, recíprocainente,
e s t h obligadas a absolver las posiciones que le fueren opuestas,
conforme a lo prescrito en el art. 12S, C. Pr., y CII el art. 108,
ley 50;
c ) que de conformidad a las clisposiciones que reglrimen-
tan dicho medio de prueba (ver sec. VIII, cap. 1, C. Pr., y tít.
XIII, ley 50) no es tampoco cl~1c1osoque las personas jurídicas
sólo pueden absolver posiciones por interiiledio d e su repre-
sentante legal y sólo por intcrinedio d e éste, "pcrsonalmente",
tanto por lo que ya se dijo coiilo porque, aun en el caso de la
absolución d e posiciones de las personas físicas, la ley dispone,
en principio, que ellas sólo pueden ser ril~sueltaspersonalmente
por4Ia parte actora o demaildada, ya que tan sólo por vía (le cx-
cepción autoriza que ellas scan absueltas por apoderaclo, "si cl
0 interesado estuviese fuera del lugar en que se sigue el juicio" y
siempre que el apoderado "estuviese facultaclo para ello y consiii-
tiese la parte contraria" (art. 136, C . Pr.) .
Que por aplicación de dichas disposiciones legales y de los
principios expuestos, la jurisprudencia tiene uniforme y firme-
mente establecido, desde hace n~ucliísimosaños, quc sólo c.1 pre-
sidente d e la sociedad anónima, "personalmente", puede obsol-
ver posiciones en nombre de la misma.
FALLO CARATULADO "SERUR HNOS. Y OTROS". CAM.
NAC. PEN. EC. EN PLENO, 22/5/1962

Ct~estioiics:l a ) LA quién o a quiénes sc debe recibir declara-


ción ind~gatoria en representación de una sociedad colectiva
regular cuando: a ) el contrato social establece que la dirección
y ndministracibi-i de los bienes y negocios de la sociedad estará
a cargo, iiidistintamcnte, de dos o m8s socios, requiriéndose para
obligar a la misina la firma conjunta de dichos socios, o, cuando
menos, dc dos de ellos; O ) cuando el uso de la firma social y
la facultad d e obrar a nombre de la sociedad, corresponda por
igual a todos los socios, en virtud d e lo dispuesto en el art. 291,
inc. 3, del C. de Com. 2a) LA quién o a quiénes se debe rccibir
cleclaración iiic1agi;toiia e11 representación d e una sociedad co-
lectiva irregular, cuaildo: n ) el contrato social establece que la
dirección y aclministración de los bienes y negocios de la socie-
dad estar8 a cargo, indistintamente, de dos o más socios, requi-
riéndose para obligar a la misnia la firma conjunta d e dichos
socios, o, cuando nienos, d e dos cle ellos; I?) cuando el uso de la
firma social y la facultad de obrar a nombre d e la sociedad,
corresponda por igual a todos los socios, en virtud d e lo dis-
puesto en el art. 291, iilc. 3, del C. de Comercio?

El doctor lieredia dijo:


El objcto tenido en consideración por esta convocatoria a.
tribunal plenario de esta Cámara, cs el de fijar criterio uniforme
en la soliición de las cuestiones planteadas y de tal manera evi-
tar pronunciarnientos contradictorios de las dos salas que la
componen.
Considerando, pues, la primer~i cuestión planteada, convie-
ne recordar que la Sala 11, integrada por el doctor Ramírez Gar-
cía y el siiscrito, clictó scntcncia con fecha 14 cle n-iarzo de 1963,
en los autos caratularlos "C,onz5lcz, J. M., c Hijos, S.R.L., S/
infracción ley 11.275". caiisn 2712 írcv. "La Lcy". t. 115, p. 127,
fallo 52.248), en la que el doctor Ramírez García, votando en
p s i m ~ rtérmino, con mi adliesióii por siis fund~imentos, dijo en
un cxliaustivo anhlisis quc, por serlo, me o b l i ~ na reproducir sil
juicio cil lo l~ertiiiciitc:". . .Es prcciso c1etcriiiin:ir qué socio, o
cuhl dc los socios pucde prcstar dcclaracióii indagatoria cii nombre
FALLOS
AIÁS IhlPOnTANTES CITADOS 95

y representación de una sociedad procesada criminalmente por


alguno de aquellos actos ilícitos en gencral, que la ley reprime
con pena d e multa y no con pena privativa de la libertad.
"En razón de la obvia necesidad de reglamentar la forma y
nioclo en que la sociedad dcbc prever tanto a la administración
de sus bienes y negocios como a la designación de su represen-
tante legal ante terccros, la ley prescribe que la escritura y
documentos de constitución clc la sociedad deben contener -en-
tres otras especificaciones quc igualrnentc clctermina el mismo
precepto legal- el nombre o los non~bres dc los socios que
pueden usar la firma social, y que a falta de dicha declxación,
se entiende que todos los socios pueden usar de la firma social
y obrar a i-iombre de la socicc1acl (art. 291, iiic. 3, C. de Co-
mercio).
"Que en virtud de esto íiltiino, en la mayoría de los con-
tratos de sociedad, el uso de la firma social y la representación
legal de la misma ante terceros, es puesta a cargo de toclos los
socios, si éstos no son muy niiii-icrosos; y cn caso contrario, a
cargo de uno, dos o más socios gcrcntcs; con unn variante en
estos dos últin-ios casos: autorización para que cada iino de los
socios gerentes -indistintamente y por separaclo- pueda hacer
uso cle la firma social; o exigencia -como condición siilc qzln
nmi- de que la firma social sea otorgada en forma conjuiita por
todos los socios gerentes, o por lo menos por dos de ellos, en
todos aquellos actos que importen disponer de los bienes de la
sociedad o que obliguen a ésta ante terceros.
"No es dudoso, por lo dicho, que el uso de la firma social,
lo n-iismo que la admiriistración de los bienes y negocios de la
sociedad y la rcpresentación legal de la misma en juicio (ya
sea&omo actora o demanclrida) clebe estar a cargo, necesaria y
exclusivamente del socio o socios que a tal cfccto haya siclo
designado en el contrato social, con las atribuciones o facultades
y rcstricciones que en este último se establezcan, y que a falta
de dicha designación, todas y cadn una de las funciones cniiine-
rad:is cleben considerarse a cargo de toclos los socios por igual.
"La diida surge o cl problemn se presenta, cn cambio, en
aqucllos casos en quc no obstaiite trncr el iiso clc la firin;i social
elos o m6s socios, en forma coiiiriiito, resulta iicccsario qiie lino
solo de ellos asuma indioídirrrlnloire (por tratarst. de algiinos
de aquellos actos 110 susceptil~lrs de ser ejecutados en forma
pron~iscua o pluripersonal o colectiva) la representación legal ,
de la socicdacl como, por ejemplo, cuando se le exige a esta
Última la prueba clc confrsión en juicio, ya sea en forma de abso-
lución cle posiciones cn el proceso civil o coniercial, o bien por
clcclaraciói~indagatoria en causa penal.
' A pesar de su diferencia, existe una innegable y estrecha
siiiiilitucl conceptual entre la cleclnración indagatoria y las abso-
luciones d e posiciones y como aclcmás de ello hay precedentes
muy valiosos respecto de la últinia, estii-iio que en una inicial
aproximación al citudio de la primera, conviene recordar que
la doctrina y jurisprudencia nacional han cstableciclo de consu-
no, lo siguiente: a ) .que tratándose de sociec~aclescolectivas, co-
rrcsponclc Ilamnr a absolver posiciones al representante lcgal de
Ia entidacl o al socio que indique la parte interesada en la prueba
dc confcsióii. ?7eTO izo n todos los socios (rev. "La Ley", t. 56,
p. 212, fallo 27.055, Cámara Nac. ds Apels. en lo Coniercial, voto
de los doctorcs Willianis, Zambrano y García).; que, ~ t r a t á n -
dose cle una razón social, es su representante o I I ~ Od e ellos, si
ffterari vorins. cl llamado a absolver posiciones 17 no, como lo
pretcnde el cjecutaclo, todos los miembros que la componen
("J.A.", t. 7, p. 377, Cámara Nac. cle Apels. en lo Civil, voto ex
juccri doctores Helgiicra, Salvat y Gigena).; .que en tales
concliciones son d r aplicnción al caio las razones en cuyo méri-
to este tribunal ha declarado improcedente la absolución d e
posiciones por todos o varios de los socios que integran la
socirdad que litiga., in re ((Candia, Eclmundo, v Cia. c. Feiffer-
nian, h4. clc, y otros. (v. "J.A.", t. 22, p. 1163, fallo Cámara Nac.
de Apels. cn lo Conicrcial); *que en las sociedades colectivas,
la absolución clc poiiciones corrcsponcle a su representante
legal o a tino cle loi socios, pero ~ i oprocede llnmar n todos indi-
vidirnlnieiite)) ("J.A.", t. 7. p. 377; t. 29, p. 721; t. 34, p. 1361),
pueq sólo exigirse posiciones a cir~lorlc los componentes
d e ln razón sociol~ ("J.A.", t. 75, p. 904; t. 30, p. 451); .el po-
nente puede indicar al socio que debe absolver poiiciones, en
consonancia con las modalidades de la causa. ("J.A.", t. 12, p.
838; v. Alsiiia, Tintado d e derecho l~rocesnlcioil, ed. 1942, t.
111, p. 256).
"Si relacionamos ahora la preccdei-ite jurisprudencia con las
distiiitas formas que, cii la actual circiinstaiici:i económico-
comercinl argentina, tiene la administración de los bienes y ne-
FALWSMÁs IAXI'OnTANTES CITADOS 97

gocios d e las sociedades comerciales (colectivas, comanclitarias,


de rcsponsabilidad limitada, cle capital e inclustria o en partici-
pación) resulta innegable que la absolucióii de posiciones o
prucba de confesión en juicio civil o comercial, en todas ellas,
clebc ser presentada por tino solo tle los compo~lentesde Ir1 rnzón
socio1 cualquiera sea el número de los socios (y la n~oclaliclaclde
sus facultndcs) que tcngan el uso de la firma social y 1;i rcpre-
sriitacidn Icgal, al igual que la administración y direccidn de
los bienes y ncgocios de la socicclad; aun e11 los casos que el con-
trato social establezca que para clisponcr válidamente de los
11icncs cle la misma o contrncr obligaciones en nonlbre dc aqué-
Ila, se requiere la firma y nctiiación conjunta de por lo menos
do.;, O d e todos los socios qiie trngan idénticas facultades o
poclcrcs.
"Viniendo ahora al análisis de la cuestión que realmente
interesa en la especie ( o sea, quién debe prestar declaración
indagatoria en nombre y representación de las sociednclcs co-
merciales, con exclusión, lógicamente, de las sociecladcs anó-
ninias), corresponde decir que si solamente el representante le-
gal de una sociedad comcrcial ( o uno dc cllos si fiicran varios),
puede ser llamado a absolvcr posiciones en nombre y reprcsen-
tacióii de la misma, conforme acaba cle verse, no hacc falta
ningún nuevo desarrollo o esfuerzo clialéctico parn llegar n la
conclusión de que la doctrina cle los fallos antes citados dcbe
aplicnrse, con mayor vigor todavía (clac10 que el acusaclo en
cauia penal cstb obligado a comparecer personalmente cn ella,
al contrario de lo que pasa con las partes en el proceso civil, las
que pueden hacerlo por medio dc r,podcraclo o mandatario). para
detcrniinar por intermeclio clr cliiién pucdcn prestar declaración
indagatoria las sociedaclcs coinercialcs en las causas criminales
que p~idiercninstriiírse conlra cllas para respoiisabilizarlas por
~ q u c l l o sactos ilícitos cii geiieinl que no estbn reprimidos cn la
ley con pena privativa de la Iihci-tacl, sino con pena de multa.
"Aun en la hipótesis de que rl contrato cle una socieclad co-
iiicrcinl contuviera una cláusiila clue icqiiiera la firma c inter-
vención conjunta dc todas las personas que integran la sociedad
condenada, como gerentes, para disponer váliclaniente de los bie-
nes de la sociedad o contraer obligaciones en nombre de la mis-
ma, ello no ~ o d r í aIiaber obstado a que en autos se le iccibiera
declaración indagatoria únicamente a un socio-gerente compa-
reciente en la causa, toda vez que la confesión en causa penal
(ya sea en nombre pcrsonal o propio o en representación de una
socieclacl comercial) no implica ni trae aparejada ninguna obli-
gación patrimonial ni equivale a disponer de los bienes de la
socicdacl a nombre de la cual se prestó declaración indagatoria.
"Que la declaración indagatoria (aparte cle no constituír un
procedimieilto cle prueba, sino un medio de defensa que la ley
ofrcce al encausaclo) consiste -fi~ndnmeritalnlente- en el exa-
iiicn o interrogatorio no jurado del imputado dirigido al objeto
dc cstnblccer la iclenticlad cle la persona, hacerle conocer la im-
p ~ t ; ~ c i Ó ~10s
)7 i elementos que la suFragan y oír sus posibles decla-
raciones accrca dc los hechos que se le atribuyen, y constituye
por eco misii~ono sólo un acto personalísin~oe inclelegable, sino
tnii1l)ii.n inadiiiisiblc en ciertas circunstailcias (art. 318, C. de Pro-
ced. Criminal).
"Que resulta inaceptable la sola hipótesis de que en nombre
y representación de iina sola o típica sociedad procesada, pue-
11~11prestar declaración inclagntori:~ dos o mBs persnnas distintas
(iiatla mbs que porque el contrato social establezca que la repre-
sentación legal cle la entidacl debc ser ejercida en forma conjun-
ta, cuanclo inenos por dos de los socios o gerentes de la misma),
no sólo porque ello estaría en contra cle la naturaleza, objeto de
efectos jurídicos de la declaracibn indagatoria, sino también
porquc, si se admitiese la cleclaración indagatoria de dos o 1nO.s
relxcsei~tanteslegales d e una iilisnin socieclad y Ins manifesta-
cioncs de los n~ismosno fueran concordantes entre sí (como
forzosamente ocurriría en In iilayoría cle los casos), no habría
ningún funclainei-ito cle clcrccho o clc razón para preferir o elegir
las nlanifestaciones o la confesión de uno cualquiera de los inda-
gados y clejar dc laclo In cle los otros.
"Que. . . cunnclo en un coiltrato social se establece que para
contraer váliclan~ei~te una obligación cn nombre de la sociedad
( o para dispoiicr cle los bienes clc la misma), 110 basta la inter-
vciición indiviclual cle u110 solo de los socios que tienen el uso de
la firma social y jiiiito con ello In representación legal de la
socieclacl, sino qiie cs i~cccsariala concurrencia de dos o mAs de
ellos, debe enteiidersc que cliclia clbusula se refiere exclusiva-
mcilte a las obligacioiics qiic nacen de los contratos, o sea a las
obligaciones qiic reqiiicrcii el concurso o acuerdo de voluntad
dcl cleiidor y acrecclor, y 110 a las obligaciones nacidas o im-
puestas por la ley, en razón d e que en estas últimas sólo cuenta
la voluntad del legislador o de la ley.
"Que si en el contrato social de la especie se hubiese convenido
en forma expresa que ninguno de los gerentes de la sociedad
podrá representarla indiviclualniente en el acto de prestar decla-
ración indagatoria en nombre de la misma, dicha cláusula no
tendría nirlgrlt~ai.ci1ide.z iuridico, dado que la declaración inda-
gatoria ha sido pensada y reglamentada en el Código de la ma-
teria, como un acto indelegable, indivisible y personalísimo y por
eso ii-iismo absoliitamente illdivicíiral o unipersonol. cae de su
peso que ningún contrato puede modificar nada de lo que la
ley y la doctrina consideran como las características esenciales
de la sobredicha diligencia suii-iarial, convirtiéndola en i i r i acto
pltrripersonnl y divisible por ser un principio inconcuso de
derecho que las disposiciones legales de orden público -como
las leyes de procedimiento- no pueden ser modificadas ni si-
quiera por mutuo acuerdo de las partes y mucho menos en
forma unilateral por alguna de ellas (arts. 502 y 1167, C. Civil).
"Que las limitaciones con que el contrato social d e la espe-
cie restringe los poderes o facultades de sus representantes
legales en lo que respecta a cualquier acto que importe disponer
de los bienes de la sociedad y contraer obligaciones contractua-
les en nombre de la misma, no rigen en lo que atañe a la facul-
tad de prestar indagatoria en las causas en que aquélla sea acu-
sada, y para esto último sólo cabc cxigir que la persona qiie con-
curre a la sobredicha diligencia sumaria1 en nombre y represen-
tación de una sociedad, sea su representante legal o uno de sus
representantes legales, toda vez que no existe ninguna relación
juríclico-conceptual entre el acto de prestar declaración indaga-
to* en representación de una sociedad y en esto d e contraer
una obligación contractual a nombre de la misma o de disponer
da los bienes sociales.
"Que en aquellas sociedades tales como la de responsabili-
dacl limitada, que carecen de un presidente o de un representan-
te lcgal único, la prueba de confesión cn causa penal debe ser
prestada con sujeción a lo siguiente: a ) por el socio que tenga el
uso exclusivo de la firma social y la total administración y di-
rección de los bienes y negocios de la sociedad; b ) por uno cual-
* quiera de los socios (en el caso que sean dos o más) que tengan
e l uso de la firma social y la administración y dirección de los
bienes y negocios de la sociedad; aun en el caso de que en el
contrato social esté establecido, como ocurre frecuentemente,
que para contraer válidamente en nombre de la sociedad una
obligación contractual se requiere la firma y la actuación con-
junta de por lo menos dos de los socios con aquellas mismas
facultades; sin perjuicio de dar preferencia en estos casos al socio
que además d e tener la dirección y administración de los bienes
y negocios de la sociedad y el uso de la firma social, haya inter-
venido o comparecido en el acta de comprobación de la infrac-
ción, es decir, en la actuación administrativa que constituye la
cabeza o primera diligencia del sumario de prevención; c ) por
uno cualquiera d e los socios (pero nunca por más de uno de
ellos, que d e preferencia debe ser -como en el caso anterior-
el que haya comparecido en e1 sumario de prevencih a cargo
de la autoridad administrativa) en aquellos casos r n que el uso
de la firma social y la dirección y administración de los bienes
y negocios de la sociedad correspondan por igual a todos los
componentes o miembros de la sociedad".
No obstante todo lo ya expresado respecto a la noción con-
ceptual de la declaración indagatoria, agregaré o de~tacaréalgu-
nas notas características de la institución que hacen y refuerzan
la posición sustentada por el suscrito. Así, es evidente en la
declaración indagatoria su condición de voluntaria acerca de la
manifestación del imputado realizada ante la instancia jurisdic-
cional. ya sea aquélla prestada en forma espontánea o dirigida
por el correspondiente interrogatorio respecto de la responsabili-
dad que se le adjudique.
Es obvio que el carácter de voluntaria de la manifestación
del imputaclo, estrí dada por la ausencia dc imposición, ni aun
como obligación o carga, correspondiendo sí, conlo indispensa-
ble para la realización del acto, la obligación para el juez de
tomarla, ya que es la única forma de proveer a la oportunidad
cle declarar, y que obre como constancia en el proceso la volun-
taria deci~ióndel imputado.
D e esta manera se mantiene enhiesta la garantía de incoer-
cibilidad. Por otra parte es de destacar que la declaración inda-
gatoria es una y solamente una, pese a que el impiitado declare
en diversas oportunidades y sólo serán ampliaciones, evitando
de ese modo su dispersión y manteniendo así su unidad jurídica,
razón por la cual si se diera el supuesto de que más de un inte-
grante de una sociedad, en el caso colectiva, o de hecho, que
prestara declaración indagatoria, se desvirtuaría su naturaleza
jurídica, puesto que sólo una declaración indagatoria puede ser
la realizada ante la autoridad judicial competente, para que d e
esa forma pueda conservarse su contenido, csencia y fin de la
institución, debiendo en consecuencia el imputado identificarse
con su propio dicho.
La declaración indagatoria tiende, pues, en el proecso mo-
derno a individualizar en la forma más precisa ~ o s i b l ela persona
del imputado para conseguir su identidad física con la persona
a la cual se quiere procesar (conf. Omeba, t. V, Clariá Olmedo).
Volviendo a la facultad d e declarar, la negativa es una
faceta del derecho de audición; no exponer ni contestar para no
comprometer su situación en el proceso con su propio dicho.
Se infiere de ello, que si se justifica o reconoce la negativa como
un derecho (puesto que la negativa 110 ~ u c d etraerle perjuicio
en su contra, porque entonces la indagatoria perdería su condi-
ción y naturaleza de derecho parci trasformarse en una carga
procesal), mal puede llamarse a un segundo -otro- integrante
de la sociedad, ya que en cse caso se desnaturalizaría, descali-
ficándolo a este derecho voluntario inalienable.
Esta facultad es propia de todos los códigos adjetivos, cxclu-
yéndose solamente el Código de Justicia Militar que l a ' niega
terminanten~enteen su art. 245; en cambio. la rrgla establece
que el silencio o la negativa del imputado a declarar "no hará
presunción alguna en su contra" (nrt. 239, C . de Procccl. Crim.
de la Capital Federal). Ya el codificador dcstacó su i~iiportan-
cia en el informe que acompañó sii proyecto de Código, clcsta-
cando la relevancia de dicho acto procesal y que responde a inte-
r&s colectivos superiores que se amalgaman en clln y que cus-
todia con todo el conjunto de garantías que sc normativizan en
la ley "para evitar que este acto de naturaleza inquisitiva pueda
resultar excesivo y atentatorio contra los derechos fundamen-
tales" (M. A. Oderigo, Derecho procesal peiinl, t. 11, p. 41).
"El procesado en su indagatoria. ejercita iin derecho qiie se
le acuerda en la medida de si1 interés" (Cámara Criminal de la
Capital, "Fallos", t. 6, p. 383), y por ello, la ley le confiere e j
derecho y libertad d e negarse a prestarla sin que dicha circiins-
S
tancia atente contra él, creando presunción dc culpabilidad
(art. 240, C. de Proced. Crim.), acorde con el precepto constitu-
cional ". . .nadie puede ser obligado a declarar contra sí mis-
mo. . ." (art. 18, Constitución nacional).
El informe ya citado del codificador que acompañó a l pro-
yecto del código adjetivo, en su parte pertinente, dice: "La in-
ttcrvención directa del procesado en el sumario como elemento
(de la investigación es de una trascendental importancia; pero
esa intervención en la forma que actualmente reviste en nues-
tros procedimientos criminales, puede considerarse aun en cierta
iiianera, contraria a los preceptos de la Constitución de la Re-
pública que ha establecido que nadie puede ser obligado a
declarar contra sí mismo. Poner al procesado en presencia del
juez a contestar a las preguntas que le dirija, aunque indirectas,
sobre la existencia del delito y de sus autores, buscando su con-
fesión, es ejercer cierta coacción moral, de la que es muy difícil
q u e el espíritu del encausado puede libertarse. Pero dejarlo en
todos los casos sin interrogar, sería prescindir de indicaciones y
datos que pueden ser de suma importancia para las ulteriorida-
des del juicio.
Combinar estos dos extremos: conciliar la libertad indivi-
dual con el interés social, debía ser entonces la tendencia de las
disposiciones del proyecto sobre este punto, de manifiesta im-
portancia en el procedimiento.
Aun aceptando el riesgo de parecer reiterante, insisto que
es innegable y así lo destaco, la situación totalmeilte anómala
que se configuraría de producirsc la negativa de uno d e los
socios de una sociedad colectiva a prestar indagatoria, y se recu-
rriera a otro socio integrante de aquélla, mediando en ese caso
evidente contrasentido al suprimir la existencia y realidad de un
acto procesal que debe ser cumplido única y exclusivamente en
3a forma que la ley señala, armonizando de esa forma con los
principios básicos sobre los que se afirma la legislación de nues-
tro país, especialmente contemplados por los arts. 240 y 243 del
C. de Proced. citaclo, en cuanto se refiere a su imposición y
sanción.
El art. 18 de la Constitución nacional prohíbe obligar a
alguien a declarar contra sí mismo. Ésta es la base dogmática
.directa por la cual rige la prohibición procesal de pretender que
.el imputado proporcione pruebas de cargo en contra de su libre
voluntad, o sea, no cspontheamente. Su reglameritación debe
tendcr n impedir que del dicho de éste se obtengan pruebas en
su perjuicio, contrariando su voluntad. Todas las prohibiciones
d e las leyes procesales referidas principalmente a la forma en.
que debe recibirse la declaración indagatoria, responden por lo,
común a esta regla: su más clara manifestación se encuentra en
el imperativo para el juez d e hacer saber al imputado que tiene
el derecho d e abstenerse d e declarar y su silencio no le significará
perjuicio (Clariá Olmedo, Derecho pocesnl penal, t. 1, p. 498).
E n consecuencia, considero y así lo declaro, que corres-
ponde recibir declaración indagatoria en causa penal en repre-
sentación de una sociedad colectiva regular a uno cualesquiera
d e los socios (cuando sean dos o más) que tengan el uso de la
firma social y la administración y dirección de los bienes y
negocios d e la sociedad, rcconociendo preferencia a aquel que
haya intervenido en el sumario de prevención; y a mio cuales-
quiera de los socios en aquellos casos en que el uso d e la firma
social y la administracibn y dirección de los bienes y negocios
socinles correspondan a todos los componentes d e la sociedad.

2a cuestión. - El doctor Heredia dijo:


La Sala 11 de esta Cámara, en los autos caratulados "Ba-
saul Sport o Ely Benatar, s/infr. ley 11.275', causa 2724, me-
diante el voto en primer término del doctor Ramírez García y
adhesión del suscrito a los fundamentos d e dicho fallo, resolvió
el tema enunciado en esta cuestión, por cuya razón me limitaré
a reproducir en lo pertinente, aquello que haga al interés del
problema, invocando asimismo como valederos aquí, los funda-
mentos que dieran relevancia a la posición sustentada en la solu-
ción de la primera pregunta.
". . .Las sociedades d e hecho gozan d e una innegable exis-.
ttncia real en el comercio y no s61o actúan como si efectiva-
mente tuvieran una personalidad independiente de la de los
socios, sino que, lo que es más importante desde el punto de
vista d e nuestro fuero, incurren en tal carácter, o sea como socie-
dades comerciales d e hecho, que son, en delitos y en actos ilícitos
en general, que, por estar reprimidos con multas y no con penas
privativas d e libertad, puedan ser imputados no sólo a las per-
sonas de existencia visible, sino también a las d e existencia ideal,
tales como las sociedades anónimas y demás sociedades en general
("Leiro, Germán, y Leiro, Bcnvenuto, S.A., S/ infr. ley 11.275:.
Sala 11 de este tribunal).
"Si las sociedades d e hecho a irregulares, no sólo no están
prohibidas en la ley, sino que, antes bien, están previstas en
ella, según se desprende del art. 288 del C. de Com. ( a esto se
debe, que puedan desenvolver sus actividades a la luz del día y
que además de ser aceptadas en los usos y costumbres comercia-
les, actúen d e hecho -de ahí su nombre- como pueden hacerlo
las demás sociedades comerciales legal o regularmente consti-
tuídas), basta el simple sentido común para concluír que todos
los problenias juríclicos que suscita la existencia de dichas socie-
dades, deben ser resueltas por la aplicación lisa y llana d e las
disposiciones legales que rigen la existencia y actividades de las
sociedades comerciales legal o regularmente constitiiídas en todo
aquello que no resulte incompatible con la naturaleza y caracte-
rísticas propias de las primeras".
LI Cámara d e Apels. cn lo Comercial declaró "que la cir-
cunstancia de q u e la actora sea una sociedad irregular, no le
quita el carácter de persona moral, ya que, aunque no esté pro-
tcgicla por la ley, ha ejercido de hecho esa personalidad y en
tales condiciones son d e aplicación al caso las razones en cuyo
mérito este tribunal ha declarado improcedente la absolución
d e posiciones por todos o varios de los socios qu4 integran la
sociedad q u e litiga ("J.A.", t. 22, p. 1063); o bien: Los principios
que reglan las sociedades colectivas son aplicables a las socie-
dades de hecho (rev. "La Ley", t. 29, p. 160, fallo 14.688, y
"J.A.", 1943-1, p. 103, según citas d e Alconada Aramburú en
Código de Comercio coinentndo, art. 229, p. 226); y también la
Cámara Nac. clel Trabajo: "Cualquiera de los socios puede con-
testar dcniancla en nombre de la .ocieclad irregular.. . el legis-
lador realiza una verclaclcra coiistruccióit jurídica tendiente a
reglamentar los clcrechos y obligaciones de las sociedades irre-
gulares y de los tcrccros que contratan con aquélla, quienes
totalmcntc garantizados por el Código de Comercio, no necesi-
tan entrar a averiguar la cl6usiila clel contrato privado celebrado
entre los intcgraiitei clc la socicclacl cle hecho" (rev. "La Ley",
t. 73, p. 249, fallo 34.203); o sino: "con excepción d e las situa-
ciones previstas, las sociedades irregulares se hallan sometidas
a los mismos piincipios quc las rrgiilares, en todo aquello que
no se oponga a su iiatuialeza y régimen propios" (Cámara Co-
mcrcjal, rcv. "La Ley", t. 25, p. 134, fallo 14.241; "J.A.", 1942-
117, p. 194; rev. "La Lry", t. 50, p. 513, fallo 24.434; Suprema
FALLOS
MÁS IMPORTANTES CITADOS 105

Corte d e Buenos Aires, rev. "La Ley", t. 39, p. 225, fallo 19.221,
y "J.A.", 1945-11, p. 621, según citas d e Alconada Aramburú, ob.
cit., art. 296, párr. 11, p. 221).
Agregaré a las citas jurisprudenciales y doctrinarias tras-
critas, las siguientes, que refirinan la posiciGn tomada, a saber:
"Tratándose de una sociedad, las notificaciones o emplazaniien-
tos hechos a un socio, son oponibles al otro, atento a que cil la
sociedad de hecho, cualquiera de los socios obliga a reprcsentar
a la sociedad" ("Carro c. Zungri y otros"; Cámara Nac. Comer-
cial de la Capital, Sala B, 31 julio 1963, p. 387).
"Tratándose de sociedades colectivas, corresponde llamar a
absolver posiciones al representante legal d e ellas o al socio iildi-
cado por la parte interesada en la prueba, pero no a todos los
socios individualmente, solución aplicable también a las socie-
dades irregulares" ("González, Lozano y Cía. c. Su6rez y Lodey-
SO y otra"; Cámara Comercial d e la Capital, 22 julio 1949, "J.A.",
1959-1, p. 299, nota 3 ) ; "el hecho de ser la actora una sociedad
irregular, no autoriza a exigir que todos sus componentes ab-
suelvan posiciones; sólo cabe someter a dicha prueba a su repre-
sentante legal o al socio que indique la parte interesada"
("Huarpes Comercial S.R.L. c. Warren Moran"; Cámara Nac.
Comercial de la Capital, Sala A, 30 noviembre 1959, "J.A.",
1960-IV, p. 438).
E n la instancia se citó a todos los componentes d e una socie-
dad irregular a absolver posiciones. La Cámara Comercial de la
Capital entendió que, por tratarse de una persona moral, debía
regirse, en esa cuestión, por las mismas normas que las socieda-
des regulares.
q o r tal motivo revocó el auto ("J.A.", 1949-111, p. 457).
E n consecuencia y conforme a lo anteriormente expuesto,
se concluye que la prueba d e confesión de las sociedades irre-
gulares o de hecho en causa penal, debe ser prestada: a ) por
I I ~ Ocualesquiera d e los socios (cuando sean dos o más) que
tengan uso de la firma social y la administración y dirección de
los bicnes y negocios d e la sociedad; pero d e preferencia, por
el socio que haya intervenido en el sumario de prevención a
cargo d e la autoridad administrativa; b ) por rltlo cualesquiera
de los socios (pero iiiliicn por más de zrfio) en aquellos casos
en que el uso de la firma social y la administración y dirección
de los bienes y negocios sociales corresponda, por igual, a todos
los componentes o miembros de la sociedad.

El doctor Oiam Gache dijo:


El primer punto de este acuerdo plenario sobre el que debo
emitir mi opinión es el siguiente: "A quién o a quiénes se debe
recibir declaración indagatoria en representación d e una socie-
dad colcctivri regular cuando: a ) el contrato social establece
que la dirección y administración de los bienes y negocios de la
sociedad estar6 a cargo, indistintamente, dc dos o m i s socios,
requiriéndose para obligar a la misma la firma conj~.intade dichos
socios o, cuando menos, de dos de ellos; b ) cuando el uso de la
firma social y la facultad d e obrar a nombre d e la sociedad,
corrcsponda por igual a todos los socios, en virtud de lo dispues-
to en el art. 291, inc. 3, del Cócl. de Comercio".
E n cuanto al problema de la imputabilidacl de las socieda-
des por la comisión dc sus hechos ilícitos, no existe discrepancia
alguna, sino que en este plenario, únicamente, corresponde esta-
blecer a qué personas físicas que la representen y la obliguen
jurídicamcntc, es menester escuchar en aquellas circunstancias.
Reiteradamente, en fallos en que he tenido que emitir mi voto,
he sostenido que es indispensable que la declaración indagatoria
-por su naturaleza procesal- sca prestada por él o los presuntos
responsables d e la infracción que se imputa en la respectiva
cauia, y por tratarse d e una persona jurídica, corresponde hacer-
lo al O a los representantes legales d e la misma. Procede esta-
bleccr entonces, cuiles son los órganos de la administración y
representación de las socieclades -en este caso "sociedades co-
lectivas regulares"-- en todas sus relaciones jurídicas, lícitas o
ilícitas; y para ello, debc estarse a lo establecido en el respectivo
instruinento público de sil constitución como persona jurídica.
Considero imprescindible remitirse a lo dispuesto por el art.
282 clcl C. clc Com., que legisla sobre las compañías o socieda-
des, y prescribe textualmente: "La compañía o sociedad mer-
cantil es un contrnto por el cual dos o más personas se unen,
poniendo en común sus bienes e industria, o alguna de estas
cosas, para practicar actos d e comercio, con ánimo d e partir el
lucro que pueda resultar. Son también sociedades mercantiles
las sociedades anónimas aunque no tengan por objeto actos d e
comercio". Resulta evidente el concepto d e "unión" -es decir,
dos o más personas q u e se trasforman en un solo ente- y, por
consiguiente, a mi juicio, que la declaración indagatoria, clebe
ser prestada por quien o quienes resulten, según el contrato SO-
cial, responsables de su dirección y administración. A t ~ fin, 1
el art. 291 del citado texto lcgal establece: "La escritura debe
contener.. . inc. 3: La organización d e la administración y tis-
calización, y los nombres de los socios que pucden usar cfe la
firma social; en efecto, d e esta íiltima declaración, se enticnde
que todos los socios pueden usar d e la firma social y ohiar a
nombre de la sociedad; además, el art. 301 dicc: "Se llama socie-
dad colectiva la que forman dos o más personas, ilimitacla y solida-
riamente responsables, que se zlrian (el mismo concepto ante-
riormente analizado) para comerciar en comfíti, bajo una firma
social. . ."; y el art. 302: "Todos los que forman la sociedad de
comercio colectiva, sean o no adn~inistradoresdel caudal social,
contraen obligación ilimitada y solidaria, activa y pasivamente,
a las resultas de las operaciones que se hagan a nombre y por
cuenta de la sociedad, bajo la firma que ésta tenga adoptada,
y por persona autorizada para la gestwii y administrnciólt de
sus i~egocios.. .".
E n cuanto al requisito d e In ley procesal d e la declaración
indagatoria en las causas del derecho criminal, corresponde tener
presente que ella tiende a obtener del imputado la información
necesaria para aclarar hechos que se reputan clelictuosos y, en
consecuencia, en los casos dc sociedades colectivas regulares,
proccdc haccrlo con quien o quienes se ocupan d e sus negocios,
vale decir, con todos aqiiellos que en el instrumento constitutivo
del ente social han sido erigidos e11 sus aclrninistraclores o rcpre-
sentantes y que, lógicamente, la obligan en sus relaci'ones
jurí&cas. Pudiendo caber en la declaración indagatoria, la con-
testación contradictoria entre ellos, tratándose d e mlí: de iino, o
aun sil negativa a responder, debe tenerse presente que ello no
importará presunción en su contra, atento lo prescrito por nor-
mas legales vigentes, con jerarquía constitucional (arls. 18,
Constitución nacional, y 239, C. de Proced. Crim.) y qur, en
todo caso, deberá estarse a los demhs elementos de prueba apor-
tados en la causa, extrayéndose las conclusiones que hagan posi-
ble la coincidencia de tales circunstancias de cargo. Y si la
declaración indagatoria es, por otra parte, un medio de defensa
con que cuenta el imputado, es lógico suponer que sea uiio, O
más de uno, el o los representantes de la sociedad sometidos a
declaración indagatoria, ellos han d e coincidir en sus manifes-
taciones porque necesitan coincidir en sus descargos.
Considero de relevancia reiterar en este voto un c o n c e ~ t o
qile he emitido en caso similar, trascribiendo a Halperin (Isaac
Halperin, Sociedndes de respotisobilidad limitodn, 1960, p. 1221,
quien se remite, a su vez, a Feine (Lns sociedades de respon-
sobilidnd limitada, trad. del alemán de Roces, Madrid, 1930):
"Ln sociedad obro y tive en sus órganos, cziyn voliaitad, conoci-
ntieiito o igtiorai~inde hecho, brretin o mal; fe, error, declara-
cio~ics,&os y jtcrnmentos, le son imputnbles a ella m h t i , conlo
nclos suyos y pmsonnles". E n consecuencia, si a la sociedad
.-como dice Feine, y en él se respalda Halperin, cuya autoridad
cle profesor de la materia, de magistrado y de tratadista, es inne-
gable y por todos conocida- le son imputables, como actos suyos
y personales, los heclzos de bueiin o mnla fe, "obra d e sus círga-
nos", estimo indispensable que en la sustanciación de la causa,
q u e es de naturaleza penal, por imputarse la comisión de infrac-
ciones a leyes d e policía económica, deben ser oídas, correspon-
diendo prestar declaración indagatoria, todas aquellas personas
físicas que actúan por ella, en su representación, por haber esta-
blecido el contrato social que está a cargo d e esas personas la
dirección y administración de sus bienes y negocios, ieniéndosc
presente, en cada caso, a tales fines, a quienes la "obligan" juxí-
dicamente.
E n cuanto al punto b del cuestionario, precedentemente
Iie trascrito el art. 291, inc. 3, del C . de Com., y a este re~pecto
tienen total relevancia, a mi juicio, los argumentos que dejo
expuestos -aplicables también a este otro supuesto- para fiin-
damentar la concliisión a que llego en el sentido de que "cuando
el uso d e la firma social y la facultad de obrar a nombre de In
sociedad, corresponda por igual a todos los socios" cs obvio que
n todos ellos correynotide Zlni~inr a prestnr declnrnción itidclga-
torin eti re)~resentncióiide ln sociedad colectivn regttlar.
Para interprctar este concepto, a mi juicio, basta remitirse
a In acepción gramatical clcl vocablo "todo": dícese de lo que se
toma o sc conipreiide entera y cabalmente, según sus partes, en
la entidad o en el número" (Dicciolinrio de la le~igunespañola
de ln Reol Acndeinin Espnliolo, Madrid, 1956, p. 1268), con-
cepto quc luego aclara así, entre otros ejemplos: "Seguido de
un sustantivo en singular y sin artículo, toma y da a este sustan-
tivo valor de plural, todo fiel cristiano, equivalente a todos los
fieles cristianos; todo delito equivalente a todos los delitos", lo
cual aplicado al caso d e autos: "Todos los socios pueden usar de
la firma social v obrar a nombre d e la sociedad". ki rewesenta-
ció11 socid comp&e?ite cnteln o todos los socios y no a uno solo
d e ellos".

El doctor Ojont Gocke dijo:


El segundo punto de este acuerdo plenario sobre cl que
emito mi opinión es el siguiente: "A quién o a quiénes se debe
recibir declaración indagatoria en representación de una socie-
dad colectiva irregular, cuando: a ) el contrato social cstablece
que la dirección y administración de los bienes y negocios de la
sociedad estará a cargo, indistintamente, de dos o más socios,
requiriéndose para obligar a la misma la firma conjunta d e di-
chos socios, o cuando menos, d e dos d e ellos; b ) cuando el
uso de la firma social y la facultad de obrar a nombre de la
sociedad, corresponde por igual a todos los socios, en virtud
de lo dispuesto en el art. 291, inc. 3, del C. de Comercio".
En cuanto a la existencia de las sociedades de hecho, com-
parto totalmente las razones que, a este respecto, expone el juez
de Cámara preopinante, doctor Heredia, que trascribe concep-
tos emitidos por la Sala 11, que integra, como también su razo-
namiento que expone del siguiente modo: "Si las sociedades de
hecho o irregulares no sólo no están prohibidas en la ley, sino
que, antes bien, están previstas en ella, según se desprende del
art. 288 del C. d e Com. ( a esto se clebe que puedan dcsenvol-
ve; sus actividades a la luz del día y que además d e ser acep-
tabas en los usos y costun~brrscomercia~cs,actíiail de ~iccho-de
ahí su iiombre- como pueden hacerlo las demás socicclades
comerciales legal y regularmente constituídas), basta el simple
sentido común para concluír que todos los problemas jurídicos
que suscita la existencia de dichas sociedades, dcbcn ser resuel-
tos por la aplicación lisa y llana dc las disposiciones legales que
rigcn la existcncia y actividades de las sociedades comcrciales
legal y regularmente constituídas en todo aquello que no resulta
incompatible con la naturaleza y características propias cle las
primeras". Ahora bien, consecuente con todo lo que he cxpues-
to en el presente voto, al desarrollnr mi opinión en cuanto a las
sociedades colectivas regulares, y por aplicación del precedente
concepto del doctor Heredia, que comparto únicamente en cuan-
to a que los casos de sociedades colectivas irregulares deben ser
resueltos aplicando las disposiciones d e la ley comercial que rige
la existencia y actividades d e las regularmente constituídas, con-
sidero, a mi vez, qrre la declamci6n indngatoria en representa-
ción de las sociedades de hecho debe ser prestada por todos siu
integrnntes, tal como resulta de los elementos de juicio que ellos
misnios aporta11 a la causa, en relación con su número y debida
iclentificación personal. Así lo interprcto, por aplicación d e la
referida norma del art. 288, q u e dice: "Todos los que contrataren
a nombre cle sociedades no constituídas o que no funcionasen
conforme a las disposiciones de este Código, quedarán, en cuan-
to a 105 respectivos actos, obligados personal, ilimitnda sol&-
rianze?ite". Esiudiando el artículo citado, Malagarriga (Código
de Corne~ziocontentado, t. 11, 1927, p. 22), refiriéndose a si el
principio "electa zrna cin non dotirr. reciusus od alteram" es apli-
cable nl caso -en relaciones comerciales-, lo rechaza "porque el
acreedor por iniciar el procedimiento contra un obligado, no
renuncia a seguirlo contra el otro y ha ~ o d i d oignorar la irregu-
laridad cle la sociedad o su solvencia, respecto d e la cual ~ u e d e
haber sido inducido en error por el representante", argumento
del prestigioso comercialista, que me ratifica en ini opinión d e
quc es necesario sean llamados a llenar el trámite procesal penal
de la cleclarnción indagatoria todos los integrantes de ln sociedad
de hecho. Si cn materia comercial todos son obligados personal,
iliniitncln y soliclnriameiite, con mucha más razón deben asumir
la representación d e la sociedad irregular cuando deben respon-
der por sus "hechos de mala fe", es decir, en el caso, por haber
trasgredido normas de policía económica. Es así menester que
se justifique en debida forma en la respectiva causa, quién o
quiénes son los integrantes y, por ende, los representantes de la
sociedad imputada y, por consiguiente, los presuntos responsa-
bles de la infracción que ha motivado el proceso para, entonces,
llenar el debido trámite procesal prescrito por el art. 236 del
Código respectivo.
Por los fundameiztos que dejo expirestos disietzto con las con-
clusiones del voto precedente y f m u l o el mío.
El doctor Echegaray dijo:
Toca al suscrito votar en esta convocatoria al tribunal ple-
nario de conformidad con lo dispuesto en el art. 27, inc. c, del
decreto-ley 1285/58. En el mismo, han sido propuestas como
cuestiones a considerar las siguientes: a ) A qzcién o a qziiénes se
debe recibir declaración indngatoria c ~ z~epresentnciónde una
sociedad colectiva regular, cuando: el contrato social establece
que la dirección y administración de los biencs y negocios de la
sociedad estará a cargo indistintamente d e dos o más socios,
requiriéiidose para obligar a la misma, la firma conjunta de
dichos socios o, cuando menos, de dos de ellos; o bien, cuando el
uso de la firma social y la facultad de obrar a nombrc de la
sociedad, corresponda por igual a todos los socios, en virtucl de
lo dispuesto en el art. 291, inc. 3, del C. de Com. b ) A quién
o a qzcZnes se debe recibir declnrnciórz irzdagatoria erz represen-
taciórz d e zcna sociedad colectiva ir~egirlnr,cuando: el contrato
social establece que la dirección y aclministración de los bienes
y negocios de la sociedad estará a cargo indistintamente de dos
O más socios, requiriéndose para obligar a la misma, la firma con-
junta de dichos socios, o cuando menos de dos de ellos; o bien,
cuando el uso de la firma social y la facultad de obrar a nombre
d e la sociedad, corresponda por igual a todos los socios, en virtud
de lo dispuesto en el art. 291, inc. 3, del C. dc Comercio.
Según surge de lo precedentemente trascrito, ccrntro son las
cuestiones a tratar. Estimo que -para una eluciclación más orde-
nada- es menester considerarlas separadamente.
1 ) Si bien constituye afirmación primaria en derecho penal,
que sólo el hombre -como ser dotado de inteligencia- puede
seAsujeto activo del delito, este concepto restringido ha sufrido
variaciones. La idea de la responsabilidad penal de la persona
moral (personas de existencia ideal -art. 31, C. Civil-), Iin sido
reconocida por la legislación y la jurispruclencia en el rimbito
del derecho penal fiscal y económico (R. Núñez, t. 1, ps. 212 y
SS.). No puede apartarse a los entes ideales cle la regulación de
la ley penal; y si bien los mismos no pucden -por obvias razo-
nes- ser autores de delitos, ello no significa que no pucdan
sufrir o soportar las consecuencias penales de los delitos dc sus
órganos. Empero -como bien lo clice el tratadista R. Núñez-
toda afirmación de que las personas ideales son delincuentes, es
una tcsis contraria a la razón justificadora del derecho penal.
Los entes ideales pueden, sí, ser sometidos a juicio, sancionados,
pero cllo no basta para considerar su autoría.
Ahora bien, el sometimiento a juicio de la persona de exis-
tencia ideal -con personalidad propia diversa d e la de sus inte-
grantes físicos- trae como consecuencia problemas vinculados
a la participación del ente, en el juicio promovido para la averi-
guación d e la infracción o delito, y el castigo del responsable.
En este plenario, ha de debatirse uno cle tales aspectos: el vincu-
lado a la declaración indagatoria de la persona moral sometida
a encausamiento criminal.
La declaración indagatoria, acto trascendental de la instan-
cia, que otorga la posibilidad inicial de la defensa material del
imputado, rcquicrc la liersoi~rrlintervención de éste: es decir que
en la misma, no puccle ser sustituído ni representado. El acto
-como exprcsa Clarilí Olmedo (Dereclto procesal pefial, t. IV,
p. 485)- "lo cumplc personalmente quien es indicado en la
imputacióii como posible partícipe del hecho incriminado, y ha
de recibirse con prelación a la decisión jurisdiccional que asuma,
provisional o definitivamente, esa imputación".
Si bien el principio expuesto resulta innegable y fácilmente
lxacticablc en el supuesto de procesamiento de personas de
existencia visible, la cuestión aparecc compleja cuando el some-
tiniiento a juicio tiene por sujeto a un cnte ideal, cuya natura-
leza inmaterial y absoluta carencia de voluntad intrínseca, hacen
de iniposiblc cumplimiento In satisfacción cle un acto como e1
de la indagación o interrogatorio.
Habida cuenta de ello, cabe pregiintarnos. ;,Cómo es posi-
ble clar ciiil~plimientoa una forma de tan iiidisciitible inipor-
tancia, e imprescindible, cuando se lleve a juicio a los entes
nlorales? La respuesta surge con toda sencillez. Pues, no podrB
ser dc otra forma que obteniendo información o posibilitando
oportunidad defensiva inicial; vale decir, indaganclo a los repre-
sentantes del ente; representantes éstos que han de ser: los q u e
sus leyes o estatutos les hubiesen constituído (art. 35, C. Civil).
No podemos dejar de advertir que la procesada o sometida
a las ulterioridades de un juicio criminal, o d e una investiga-
ción sumaria], es la sociedad, asociación, comunidad, fundación
o entidad; y que es su voluntad presunta, expuesta y canalizada
a través d e sus organismos representativos naturales, lo que s e
FALLOS
MÁS IMPORTANTES CITADOS 113

ha de poner de manifiesto en la indagatoria. En síntesis, si bien


declara indagatoriamente un representante, no es él quien lo
hace en pro de su defensa personal, no es él quien responde por
sí a los puntos de interrogación que el instructor le dirige, sino
que todo ello cúmplese en iiombre d e la persona representada.
Es la persona representada quien es indagada, pcro que por
razones cuya evidencia es innecesario destacar, comparece ante
el tribunal personalizada en un ser de carne y hueso.
Ahora bien. ?Cómo actúa el ente ideal? ?,De qué manera
desarrolla su actividad? ,jEn qué forma pone en práctica sus
fines y satisface su objetivo de constitución? Huelga expresar
que todo ello pónese en práctica por medio de los represcntan-
tantes "que sus leyes o estatutos les hubiesen constituído". Así,
según se trate d e una comunidad, fundación, asociación o socie-
dad; de una sociedad civil o mercantil, y dentro d e este grupo,
ya sea anónima, colectiva, en comandita, de responsabilidad li-
mitada, de capital o industria, cooperativa; o bien d e hecho o
irregular, los diferentes órganos quc sil contrato d e constitiición
hubieren previsto, actúan por si1 representada y cumplen -tan-
to en el orden civil, comercial, aclministrativo o penal- todas las
obligaciones o actividad que a la persona ideal corresponden.
En el ámbito criminal -que es el q u e aquí presenta interés-
debe advertirse que el supuesto pone en evidencia el piocesa-
miento de una sociedad. Al ser procesada la misma, debe -a su
respecto- cumplirse el acto ineludible de la indagatoria, y si,
conio es obvio, el cnte no se halla cn condiciones d c comparecer
realmente, lo hacen e n su nombrc sus propios rcpreseiltnntes
legales -no precisamente sus mandatarios- sino sus órganos de
exteriorización; de actividad; dc efectividad de vivcncia. Si el
e n t a i d e a l se hace presente en cl mundo exterior y cumple si1
objetivo dentro de su seno, por medio de sus órganos de repre-
sentación, ;por qué no suponer sin vacilación, que son éstos, y
sólo éstos, los que han de cumplir, en sil nombre, la actividad
procesal penal? Y digo éstos y sólo éstos, pucs no crco que otras
personas ajenas a tales organisnios puedan satisfacer una dili-
gencia tan personal, tan subjetiva, tan íntima de la persona incri-
minada; como tampoco considero posible que la tarea rcpre-
sentada por la indagatoria pueda seccionarse o limitarse a ciertos
o determinados seres físicos integrantes del órgano reprcwnta-
tivo, o dejar la referida actividad al solo cumplimiento de alguno
o algunos de tales integrantes. Quien -a mi parecer- debe ser
inclagaclo, es el órgano d e representación; y este órgano, ya este
formado por una sola persona de existencia visible, ya lo fuere
por dos o más, debe concurrir en pleno, pues, de lo contrario, la
actividad procesal penal encomenclada al procesado -la socie-
dad- no se satisfaría ciimplidan~ciite. Si la socieclacl es la inda-
gada, y su presentación a juicio debc efectivizarse por "ministe-
rio de sus rcpresentantes legales", no purdc válidameiite afirmar-
se que -cuando el órgano de representación está formado en
conjunto por más de un ser físico- el acto en nombre de la enti-
dad moral se cumple legítimamente, si solamente concurren al
seno del tribunal a prestar indagatoria, uno, o un número menor
de individuos al que comprende el organismo de representa-
ción. D e esta manera habría deficiencia, y no podría conside-
rarse expresada plenamente la voluntad presunta de la persona
ideal sometida a juicio.
2) Las consideraciones precedentes, genéricas por cierto,
responden en cierto moclo a los temas de consideración de este
plenario. Sin embargo, he de referirme concretamente a cada
¿no d e ellos.
En la doctrina, ya no se discute la personalidad de las socie-
dades comerciales, excepto las sociedades en participación. Ellas
gozan de los atributos d e la personalidad, nombre, domicilio,
patrimonio, aptitud para adquirir derechos, contraer obligacio-
nes y estar en juicio (arts. 50, 44, 39, 30, 32, 35, 41 y 42, C.
Civil). Es decir, ellas constituyen entes de derecho distintos de
los socios que las componen.
El art. 291, inc. 3, del C. de Com., dispone que la escritura
de sociedad (el contrato) debe contener "la organización de la
adiniilistración y fiscalización y los nombres de los socios que
~ u e d e nusar d e la firma social. En defecto de esta última decla-
ración, se entiende que todos los socios pueden usar de la firma
social y obrar a nombre de la sociedad". Esta disposición d e
carácter genérico, complétase en el caso de sociedades colectivas
regulares ( a c o ~ l t ~ . o iselisu
lo arts. 41, 288, 294, 296, 297 y 298, C.
de Com.) con la norma de los arts. 301, 2a parte, 302, 303, 305
del Código citado, que ponen en evidencia que, en principio, la
representación social corresponde -como órgano natural- a los
socios q u e figuran en la razón social o que tienen el uso de la
firma social. Sin embargo, cabe tener en cuenta que en los con-
tratos sociales de entidades colectivas regularmente constituídas
(inscritas en el Registro), se prevé expresamente a cargo d e
quién se halla la administración y representación de la sociedad.
Ahora bicn, teniendo en consideración ambos supuestos de
esa presunta sociedad colectiva regular, no ~ u e d esino concluír-
se cn que: si el contrato social establece que la dirección, admi-
nistración y representación del cnte se halla en cabeza d e dos o
más socios, requiriéndose, para obligarlo, la firma conjunta de
todos ellos o, por lo menos, cle dos de ellos la presentación en el
proccso criminal ha de cumplirse por parte de todos nqirellos
socios qzre constittiyan el órgmio d~ re)n'esentaciÓn instituído
por las leyes y estatutos de la sociedad; vale decir, por su con-
trato social. Con tal presentación conjunta, cúmplese la ficción
cle q u e es el referido órgano el que presta declaración indaga-
toria y, por ende, es la propia sociedad procesada la que satis-
face el acto procesal. Si no comparecieren todos los sere5 físi-
cos que eir conjunto y no individualmetite, representan a la
sociedad, nos encontraríamos con que la nombrada no se ha
hallado legítimamente representada y, por tanto, no ha sido ella
la que ha prestado declaración indagatoria. Se habría produ-
cido un típico caso d e indefensión, invalidable, por cierto, en
orden a relevantes principios derivados de nuestra carta fun-
damental y de las leyes q u e los reglamentan. D e más está decir
que "ói+gano de representación", en el sentido que lo considero,
tanto es aquel formado por los dos socios cuya firma conjunta
es indispensable, como aquel otro que si bien está formarlo por
más d e dos socios, requiere únicamente dos firmas para obligar
a la entidad, interpretándose el término "obligar". como sinó-
nimo d e "representar". En este último caso, también sería ne-
cesqio que compareciesen a prestar declaración indagatoria,
dos ;ocios, cualquiera d e ellos, pues es suficiente dicho número
con indiferencia a la personalidad íntima d e cada integrante,
para constituir ese "órgano de representación social" a que an-
teriormente me h e referido.
Sintetizando estos conceptos clebo expresar: que de acuer-
d o con mi opinión, cuando el contrato social, de la sociedad
colectiva regular, ponga en cabeza de dos socios indistinta-
mente la administración de la sociedad requiriendo su firma
conjunta para obligarla, deben ambos socios comparecer n pres-
tar declaracióri iiidagatorio. En el caso qiie la administración

9 - Bonzón Rafart.
esté a cargo d e más d e dos socios y se requiera igualmente la
firina conjunta d e dos para obligarla, la comparecencia para
satisfacer el referido acto formal debe ser igulnlctite d e dos
socios, número éste requerido para representarla ante terceros.
3 ) E n el segundo supuesto de la convocatoria a plenario,
nos preguntamos quién debe ser indagado en el caso que el
contrato de la misma sociedad colectiva otorgue e1 uso de la
firma social y la facultad de obrar, por igual, a cualquiera d e
los miembros asociados. Creo que en este supuesto la situa-
ción es diferente d e la anterior. Aquí, el contrato no establece-
ría expresamente un órgano, o individuo de existencia visible
encargado d e la administración y representación con exclusión
d e todo otro. Al haberse omitido, implícitamente debe consi-
derarse que todos y cada uno de los socios representan a la
sociedad y la obligan por igual, sin que pueda retacearse tal
derecho a ninguno d e ellos, o pueda pretenderse que sea indis-
pensable lograr unanimidad de voluntades o grupo conjunto
de voluntades, para entender representada a la sociedad.
El problema relativo a le representación de sociedades
colectivas, que expresa y concretamente no tienen designado
administrador en su contrato social, se ha presentado en opor-
tunidad d e tenerse que cumplir con la prueba de confesión
(posiciones) en pleito civil o comercial. En tal situación, la
jurisprudencia d e nuestros tribunales ha entendido -coinci-
diendo aquí con el criterio vinculado a las sociedades civiles
(arts. 1676, 1677, 1681, 1692, 1693, 1700 y concs.. C. Civil)-
que cualquiera d e los socios representa a la sociedad, y que el
acto formal d e la prueba confesional debe cumplirse con la in-
tervcnción de uno solo d e ellos (v. gr., Corte Suprema nacio-
nal, "Fallos", t. 196, p. 383). Empero, no debe olvidarse q u e
en estos casos se trata de la excepcional circunstancia de que
la entidad carezca de un administrador expresamente nombra-
do, y además, de que los llamados sean socios no excluídos de
contratar a nombre cle la sociedacl (art. 305, C . de Com.), for-
men parte de la razón social ("J.A.", t. 75, p. 904; t. 30, p. 451;
rev. "La Ley", t. 76, p. 5%. fallo 36.040) y tengan el uso de la
firma social (v. arts. 302, 410, C. de Com., y H. Alsina, Tratndo
de dereclzo procesnl, t. 111, p. 344).
E n mérito de lo expuesto, doy mi voto -respondiendo a
la cuestión propuesta- en el sentido de que, cuando el uso d e
Ja filma social y la facultad d e obrar corresponde por igual
a todos los socios, puede ser llnmndo n yrestnr dcclmauiótt in-
dngntorin cicolquiern d e ellos, siempre ZJ ctultido no lznbiel~do
restrltado excluido explesnmoite d e colitrntnr n nombre de la
sociedad; forme p r t e d e ln rozón socio1 o tenga el irso d e la
flrnln so&l. D e esta manera -a mi entender- %e satisface la
Ficción de que es la socieclad la que resulta indagada, al pres-
tarse al acto el órgano legítimo de reprcscntación.
4 ) El segundo -o, mejor dicho, el tercer- aspecto de la
convocatoria a plenario, conten~pla una situación similar a la
anterior, pefo no yn relotiun n Zn socierlod colection, sino n Ins
socicrlndes irregrrlares o d e hecho.
La sociedad irregular o de hecho, rcsulta ser tal por Iiabcr-
se omitido la inscripción de si1 contrato social en el Rcgistro
Público de Comercio. Pucde darse el caso, como es frerucnte,
de que tales entidades fhcricas no tengan siquiera un docu-
mento contractual redactado, que fije las moclaliclades dc SU
constitución.
El primer tema de este plenario prevé la posibilidad de
que el referido contrato exista. E n tal circunstancia, n o es difí-
cil suponer que la sociedad -si bien d e hecho- tiene una
estructura que, conocida, debe ser respetada. El ente es rrpre-
se8tado por uno o más socios administradores, qiiicnes actúan
en nombre de la sociedad en virtud de un pacto celebrado por
sus integrantes. L a situación, a mi entender, es similar a la con-
templada anteriormente en e1 caso de sociedades colectivas.
Así, la indagatoria será prestada, en primer lugar, por el socio
, O socios administradores que figiiran en el convenio de cons-
titu&n, cuya efectividad probatoria -con rclacibn a las vin-
culacioncs entre socios- es innegable. No habría razón alguna
pnr'i indagar Únicamente a un solo socio -teniendo en ciirnta
el criterio jurisprudencial dirigiclo a considcrar aceptable la
representación de la sociedad irregular, por cualquiera dc sus
intrgrantes-, ya que la justicia rn lo priial, mediante las fa-
cultades que le competen, podría inclagar la existencia dc con-
trato constitutivo, y d e acuerdo a sus cláusulas, llamar a ciim-
plimentar el acto indagatorio, a los miembros quc detentar) la
administración o representación de la persona. ideal de hecho.
Así, quedaría satisfecha plenamente la garantía de defensa,
y la sociedad habría sido eficaz y legítimamente indagada al
conlparccer su órgano estatutario de representación.
Ahora bicn, el último punto propuesto -similar al con-
ten~pladopara las sociedades colectivas- contempla la posibi-
lidad de que cualquiera d e los socios -por ausencia d e órganos
de representación y administración designados- tenga la facultad
de actuar en nombre de la sociedad. Aquí, aunque en la con-
vocatoria a plenario no se lo diga, se prevé tácitamente el caso,
muy común, de Ia inexistencia de contrato escrito.
En este caso, y aplicando iin criterio análogo al expuesto
en párrafos anteriores, correspo~icleqrte ctialquiera de los socios,
iiidistilztnmente y sin exigeiicia de tuin especinl persoiinlidad, com-
parezca n ptastm declclrnciórt itidagatoria.
Tanto la doctrina como la jurisprudencia (Corte Suprema
nacional, "Fallos", t. 255, p. 73) han reconocido personalidad a
las sociedades de hecho, distinta de la de sus integrantes. De
esta manera y tratándose de un ente ideal, que si bien carece de
contrato escrito o si teniéndolo no lo ha inscrito, no por ello debe
ser desconocido en su condición de persona moral y, por tanto,
se halla en la posibilidad de actuar. Esta actuación, como es
lógico, no puede ser cumplida sino por medio de sus represen-
tantes legales, o sea, aquellos seres visibles o aquellos organis-
mos que su estatuto estructurd les hubiere proporcionado. En
nuestro caso, no cuéiitase con el referido estatuto, o bien el
mismo nada prevé al respecto. cuál ha de ser entonces la forma
de exteriorización de la personalidad de la sociedad irregular?
Al respecto, tanto la doctrina (v.gr., Garo, Sockdndes c o ~ i a -
les en pnntfcrilar, t. 11, ps. 65/66 y 98, no 61 y citas), como la
jurisprudencia, han entendido que la sociedad irregular o d e
hecho puede ser representada por cualquiera de los socios, y tal
criterio se manifiesta en uno de sus aspectos, al considerar que en
e l pleito civil o comercial iniciado contra una sociedad de he-
cho, debe ser llamado a absolver posiciones en nombre de esta
entidad, cualquiera de sus socios.
FIabida cuenta de ello, y en mérito a la íntima vinculación
-pese a sus notables diferencias- que presenta la prueba con-
fesional con la indagatoria penal, hemos de concluír en que, al
procesarse n sociedades de hecho o irregulares, la declaración
indagatoria puede ser prestada por cualquiera de sus socios,
quicn al concurrir lo hace en representación de la sociedad y
satisfaciendo la ficción de concurrencia de dicho ente. TCngase
en cuenta, además, que quien se presenta en nombre de una
sociedad de hecho, invocanclo el carácter de socio, goza de la
presunta aquiescencia de sus coasociados, pues, caso contrario,
su previsión habríales aconsejado prever, en forma expresa, lo
relativo a la administración, manejo y representación de la enti-
dad de que forman parte. No cabe desconocer esa reprcsenta-
ción -del socio- sobre la base d e la aiisciicia de facultad para
obligar a terceros si se carece d e manclato, pues en el caso, no
son los derechos o la situación d e los terceros -los consocios-
los que resultan con~prometiclos,sino la cle la entidad con per-
sonalidad propia la que se I-ialla en juego. Por otra parte y
apreciando la cuestión desde su ángulo penal, la declaración
indagatoria del socio d e la sociedad irregular, no se presta por
sí, por su propia situación d e presunto imputado, sino en nom-
bre d e la agrupación, que es la sospechada de la infracción
criminal. E n nada, pues, compromete penalmente a sus coiiso-
cios, el dicho del socio indagado y, por tanto, no podría argu-
mentarse en pro de una indefensión que no se pone en evidencia.
E n síntesis, considero que en el caso de sociedades d e hecho
que no prevean la existencia de un órgano administrador o
representante d e ellas, o cuando la facultad de obrar en nombre
de la socicdad corresponda a cualquier socio, o cuando nada se
diga expresamente al respecto, puede comparecer a prestar
declaración indagatoria cualquiera de sus miembroq, que en tal
oportunidad la representa y la defiende o compromete con sus
manifestaciones libremente expresadas.
Los doctores Snrsfield Otmn, Rorne~~oy Ginccio Nobrega
adhirieron a los fundamentos y a las conclusiones del voto del
do or Echegaray.
'
(4 Por ello y de conformidad con el resultado qiie arroja la
votación precedentemente efectuada se resuelve: 1) Cuando el
contrato social de la sociedad colectiva regular, ponga en cabeza
de dos socios, indistintamente, la administración de la sociedad,
requiriendo su firma conjunta, para obligarla, deben ambos
socios comparecer a prestar cleclaración indagatoria. E n el caso
de que la administración esté a cargo d e más de dos socios y se
requiera, igualmente, la firma conjunta de dos para obligarla, la
comparecencia para satisfacer el referido acto formal debc ser
igualmente de dos socios, número éste rcqucrido para reyrcsen-
tarla ante terceros. 2) Cuando el contrato de la sociedad colec-
tiva regular establezca que el uso de la firma social y la facultad
de obrar corresponda por igual a todos los socios, puede ser Ila-
mado a prestar declaración indagatoria cualquiera de ellos,
siemprc y cuando no habiendo resultado excluído expresamente
d e contratar cn nombre de la sociedad, forme parte d e la razón
social o tenga el uso cle la firma social. 3) Cuando el convenio
de constitución de una sociedad irregular o de hecho ponga a
caigo d e uno o más socios la administración de la misma, la
declaración indagatoria deberá ser prestada por dichos órganos
de representación. 4 ) Cuando la sociedad de hecho no prevea la
existencia cle un órgano administrador o representante de ella,
O cuando la facultad d e obrar en nombre de la sociedad corres-
ponda a cualquier socio, o cuando nada se diga expresamente al
respecto, puede comparecer a prestar declaración indagatoria
cualquiera d e sus miembros. Se deja constancia de que el doc-
tor riamírez García no firma el presente acuerdo plenario
por no haber dado cumplimiento, respecto d e la emisión de su
voto, con lo dispuesto en el art. 9 bis del reglamento del fuero y
acordada 274 de fecha 10 de mayo corriente. - Rniíl G. Heredia.
- Ricardo M . Ginccio Nol7regn. - José 1. Snrsfield Otero. - ]iiaiz
C . Oj(inz Gnche. - Aligriel F . E c l ~ e g m a y -
. César E. Romero.

SUMARIO FALLO CARATULADO "IAFA S.A.".


SALA CRIhl. Y CORR. CAh.1. NAC. FEDERAL, 17/9/1968

Que no obstante que la ley 14.792 no contiene una norma


tan clara con10 la contenida en cl art. 3, inc. 2, de la ley 12.906,
d e represión dcl monopolio, al admitir la responsabilidad penal
de las personas jurídicas cuando cl hecho ha sido cometido por
sus representantes legales en beneficio de la entidad, no puede
ncgaise que esa responsabilidacl resulta también aceptada en
materia cle contrabando cn razón d e las especiales sanciones pre-
vistas respecto de personas de existencia ideal en el art. 190 de la
ley 14.792, a lo cual cabe añadir que si ello es así en el ámbito
criminal con igual razón lo es en la esfera administrativa a los
efectos previstos en el art. 196.
Que, sin embargo, como que se trata de un delito, de con-
formidad con los arts. 188 y 196 las sanciones deben imponerse
a quienes se responsabilicen basándose en su culpabilidad a títu-
lo de autores, instigadores, cón~pliceso encubridores, puey ha
desaparecido de la ley toda alusión a los beneficiarios del dclito,
d e lo qiie se sigue que la responsabilidad de Iafa, aun en la faz
administrativa, habrá de depender de la actuación prob:ida-
mente culpable de algún funcionario dc ella como autor, instiga-
dor, cómplice o encubridor.

SUMARIO FALLO CARATULADO "CÍA. SWIFT


DE LA PLATA. CAM. NAC. PEN. EC., SALA 11, 18/9/1972

La naturaleza propia de las sociedades comerciales y su ac-


tiiar en las actividades económicas, revela la posibilidad de
trasformaciones diversas por voluntad de las personas físicas,
algunas de las cuales producen, en los hechos, la disolución, o
sea, la no subsistencia con la misma personalidad jurídica. Pero,
dadas esas características, no se estima que su desaparición sea
equiparable a la muerte de las personas de existencia visible,
dada la propia naturaleza de las personas ideales, que, con nue-
vas estructuras, son susceptibles de continuar la personalidad. De
admitirse la aplicación del art. 59, inc. 1, C.P., se tornaría suma-
mente fácil eludir la responsabilidad penal en las personas jurí-
Y
dicas, porque bastaría que las personas físicas provocaran por
su propia voluntad y conforme a las facultades que le otorga la

8
ley c mercial, la disolución de la sociedad, para impedir el cjer-
cicio, or parte del Estado, de su pretensión punitiva.
En suma, la causal de extinción de la acción penal, por
muerte del imputado, es incompatible con la propia naturaleza
de las sociedades comerciales. Luego, ha de concluírse que la no
existencia de Armour y su disolución al fusionarse con Swift, no
es susceptible de extinguir la acción penal respecto a las contra-
venciones que se le atribuyen.
c ) La cláusula 2a del contrato de fusión expresa, en relación
a la fusión d e Armour y Swift, que 'la fusión tendrá efecto el
1/1/69, inclusive, mediante la incorporación al patrimonio de
Compañía Swift de La Plata S.A. de todos los bienes, derechos,
accioiics y ol~ligacionesde Frigorífico Armoiir de ],a Plata S.A.
y La Blanca S.A., incluso el derecho de uso de la (lenominación
social, marcas y patentes, procedimientos de fabricación, desig-
naciones comerciales, fórmulas y cualquier otro bien material o
inmaterial. . .". Tal lo q u e interesa aquí, pues el resto de la
cláusula alude a la forma de traspasar la contabilidad de una
firma a otsa.
Contrariamente a lo afirmado por la defensa y compartien-
do el fundamento d e la instancia, se estima que el contenido d e
tal cláusula es suficiente para responsabilizar a Swift por las
infracciones q u e habría cometido Armour, a pesar de su natura-
leza penal.
E n efecto, no obstante que la cláusula, apreciada a primera
vista, parecería q u e empleara la palabra "obligaciones" para refe-
rirse a las de orden civil y comercial contraídas en su desenvol-
vimiento normal por la empresa Armour, no ha de perderse d e
vista el significado, que revela la intención de que toda la activi-
dad económica desplegada por Armour sea ahora absorbida por
Swvift. Es evidente, entonces, que no solamente ha de benefi-
ciarse con la incorporación de bienes, materiales o inmateriales,
sino también que ha de cargar con todas las consecuencias, aun
cuando redunden en sil perjuicio, del comportamiento obser-
vado por Armour, incluso las derivadas de actos y hechos ilícitos,
sean ellos de naturaleza civil o penal. En el patrimonio de Swift,
no solamente se involucrarán las obligaciones, en sentido estricto,
civiles y con~erciales, sino también los delitos y cuasidelitos
civiles y, por ende, asimismo, los delitos y contravenciones d e
naturaleza penal, esto es, las consecuencias que deriven de un
proceder de tal naturaleza.

SUMARIO FALLO CARATULADO "BANCO CENTRAL DE


LA B. A. c/ INTERNATIONAL ELECTRIC S.C.A. Y OTRO.
C.S.N., 20/2/1975

El siguiente agravio consistc en la tacha de inconstituciona-


lidad que se dirige contra el art. 2 del decreto-ley 19.359/71 en
cuanto cstablcce "la responsabilidad penal objetiva d e los admi-
nistiadores d e la sociedad, o sea la responsabilidad penal sin
culpa".
Según mi opinión, el ngravio expiicsto irposa scbre cl equí-
voco de considerar que la responsabilidad solidaria establecida
c11 dicha norma para los aclmiiiistradores, directivos y grrentes
de la entidad sancionada reviste carácter penal, cuarido nada hay
en la ley, ni en la sentencia apelada, que autorice a sostener
que pueda derivarse para Alba A. Cascella, quien trae este agra-
vio, alguna consecuencia del indicaclo carácter.
Ello sentado, y habida cucnta, precisamente, de que cn el
art. 15 del mismo cuerpo normativo se establece con claridad la
diferencia entre los imputados d e la infracción cambiaría y los
responsables desde el punto de vista patrimonial por el pago de
la multa -distingo que se refleja nítidamente en la parte clispo-
sitiva d e la resdución de fs. 349/51 que sólo impone dos multas,
una a "International Electric S.C.A." y otra a Cesar A. Teso-
sieso, haciendo a Cascella únicamente responsable solidaria del
pago de la primera-, se advierte que la norma impugnada no
guarda relación con las garantías establecidas por el art. 18 de la
Constitución nacional, sino que sólo afecta el patrimonio de la
recurrente.

SUMARIO FALLO CARATULADO "DANDUF S.A. Y


OTROS". CAM. NAC. PEN. EC., SALA 1, 7/6/1977

E n el punto 50 d e sus agravios el apelante vuelve a pl:intear


otr%nulidad, ahora basada en el hecho d e que la resoluciGn 629
"aplica la multa a la sociedad y en forma solidaria con lag tres
personas que se mencionan", y más abajo "se reserva la causa y
demás elementos d e conviccióii hasta tanto los rebeldes, una
persona ideal y una persona física, se presenten o fueran habi-
dos". Agrega que son contradictorias y, por consiguiente, nulas
tales decisiones, porque se condena a tres personas que iio se
han defendido ni han tenido la defensa técnica del ministerio
público. Que por un lado se coiiclena a quienes no se han drfen-
dido y por otro se paraliza la causa a quiencs cstiín prófugoq, con-
tradicción que impone la nulidad clc la resolución 629.
E n primer lugar hemos de hacer notar que el apelante, José
Danduf, carece cle interés en esta nulidad y, por ciide, de agra-
vios. Sin embargo y desde el momento que la nulidad puede
decretarla d e oficio el tribunal cn el supuesto de ser procedente,
analizaré la argumentación expuesta.
Por lo pronto, noto que la similitud de situacioncs que apun-
ta el quejoso no es tal. A f. 70 se resolvió instruís el sumario a
Danduf S.A., a South American Electric Co. S.A., a José Dan-
duf y a Raúl Alberto Beramendi Ferreiro, en tanto que a las
otras tres personas que menciona sin nombrar, Dolinda Ana Cassa-
glia d e Damonte, h4igueI Angel Edgardo PI4erelIano y Carlos
Alberto Frega, fueron citadas para que tomaran intervención al
solo efecto del art. 2, ley 19.359. La citación n las distintas perso-
nas se hizo en formas diferentes. Compárese los telegramas de
fs. 94, 95, 115 y 116 con los d e fs. 96, 106 y 117. Según ellos las
cuatro primeras son las procesadas, en tanto que las restantes no
lo son, sino únicamente presuntas responsables solidarias en el
aspecto patrimonial en el supuesto de ser condenada la persona
idcal de la que eran directores al momento del hecho. Se trata,
pues, d e situaciones distintas y, por ende, 110 puede aceptarse la
argumentación del agraviado, ya que los tres responsables
solidarios no fueron imputados d e ningún delito o contraven-
ción, d e lo que se deduce q u e procesalmente hablando no son
sus actos los que se juzgan y se descuenta su falta d e interven-
ción directa en el ilícito investigado. Su responsabilidad es sub-
sidiaria y se funda en la ley y en el hecho cierto de que la volun-
tad del ente ideal se expresa y se adopta a través de las perso-
nas físicas que integran el directorio de la sociedad procesada y
coma tal conforn~ansu voluntad legal d e acuerdo a lo que esta-
blece el art. 225, ley 19.550, por ser el órgano de administración
y de dirección del ente ideal.
Los principios de esta solidaridad fueron estudiados en el
voto del Dr. Rubianes e n la causa d e la sala 2 ~ 2 n t e r n a t i o n a l
Electric S.A." del 4/5/73, publicado en "J.A.", 19-1973-282, y
por cl suscrito en la causa "Banco Tornquist S.A. y otros" de esta
n~jsmasala del 26/5/77, Registro 156, folio 236, año 1977. Vol-
veré sobre ello al tratar los agravios del apelante Sr. Merellano,
pero d e cualquier forma queda claro, por ahora, que la situación
procesal d e la sociec1:id South American Electric Co. S.A. y d e
Alberto Beramendi Ferrciro, es distinta d e los tres responsables
solidarios, cuya intervención le fue requerida, pero sin rrvcstir
nunca la calidad de imputados. Como tales, no pueden ser de-
clarados rebeldes ni tampoco se los condenó, ya que su interés
eii el proceso se funda solamente en la circunstancia de que
patrimonialmente pueden resultar afectados por los actos de la
Sociedad en el momento de tratar d e hacer efectiva la pena que
se imponga a ésta.
Se agravia a continuación por lo que llama doble sanción.
No se trata de tal, ya q u e la pena se aplica por el mismo Iiecho
a dos personas distintas, una física y otra ideal, tal como csth
previsto en el art. 2, ley 19.359. El inc. n mntempla al autor
material del ilícito, que siempre es una persona física, uii cnte
rcnl. En los dos íiltimos párrafos del art. 2 sc rcfiere a las per-
sonas jurídicas, previendo la responsabilidad solidaria dc los
directores. Este tema ha sido desarrollnclo en la causa "Pedro
Wlodawsky y otros, S/ inf. ley 19.359", por la Sala 2", Rcgistro
406, folio 460, año 1976, y la ya citada de "1ntern:ltional Elec-
tric S.C.A.", como en "Banco Santander y otros", también dc la
sala 2?,Registro 48, folio 50, año 1977, con rcmisión al art. 3, que
contempla la multiplicidad de infracciones, que es nuestro caso.
La responsabilidad del aiitor material del hecho, cuestión
reconocida en autos, fue analizada en la causa citada por el agra-
vi~clo("International Electric S.C.A."), que dice: "Entiendo que
tal multa se basa en el art. 2, inc. n, Icy 19.339, ley que sanciona
no solamente a las personas físicas, sino también a las jurídicas,
como resulta de su propio texto".
Por mi parte, por tratarse de una multiplicidad de infrnccio-
nes, agrego que el art. 3 de la misma ley, en su último párrafo,
dice que "las sanciones precedentci sc al>licarlíri a los autores,
insti ?dores, partícipes, cncubridorcs, financiadores y beiiefi-
%*
ciari& d e las infracciones", con lo q u r se aclnra debidamente lo
que por otra parte es lógico, la responsabilidad, evidentemente,
por un principio jurídico, es la clel aiitor clcl hccho, que, como
dijimos siempre, es una persona física, lo cual no quita que tam-
bién sea responsable la persona ideal (art. 43, C . C . ) . Dos son,
pues, los responsables segí~nla ley 19.359: las personas físicas
autores del ilícito y las personas jurídicas generalmente benefi-
ciarias del mismo. Ello no convierte en doble la infracción, es
una sola, solamente que comparticla por ambos responsables, la
persona real, la persona abstracta o jurídica, cl autor material y
la beneficiaria c instrumento usados para cometer el ilícito.
SUMARIO FALLO CARATULADO "WLODAVOSKY,
PEDRO, Y OTROS". C.S.N., 9/8/1977

Qiie la prcvisión lcgal dc ser pnsibles las personas jurídicas


y sus dircctores, adniinistradores y gerentes, de responsabiliclad
solidaria por las multas iiiipuestas a los autores materiales de las
infracciones respectivas, es principio que sientn el art. 2, inc. C,
apartado segundo, 'dc la ley 19.359, sobre cuya base rcsiilta
deferido a las normas específicas -y a falta de ellas, al derecho
común- el establecer quiénes pueden con su conducta dar ori-
gen a la responsabilidad en cuestión. E n este sentido, la ley
20.184 es expresa en cuanto menciona a ese fin y con respecto
a las socicclades anónimas, los actos de directores, gerentes,
micmbros del consejo de vigilancia o drpendientes, actuando
ellos en sus funciones como tales. Pero la falta de una determi-
nación análoga en la ley 19.359 -en vigor al tienipo de las in-
fracciones del caso, cometidas entre el 10 d e julio y el 21 de
setiembre d e 1972: fs. 866/888- no impedía que en ausencia de
una norma específica en el estatuto social, fuesen aplicables las
disposiciones pertinentes de derecho común (v. art. 46 de aquél),
en función d e las cuales los actos d e los dcpendientes autoriza-
dos para "regir una operación de comercio o alguna parte del
giro o tráfico de sus principales" -art. 150, C. de Com.- com-
prometen la responsabilidad de éstos en los términos de las dis-
posiciones a que la norma citada se remite.

SUMARIO FALLO CARATULADO "BANCO D E


SANTANDER Y OTROS". C.S.N., 21/2/1978

Respecto de la articulación que el imputado Enrique Pala-


cios Martínez Carande clirige contra la sanción que por res-
ponsabiliclad directa en su calidad d e autor material le impone
el fallo, sobre la base de sostencr que en el sistema de la Icy
19.359 el autor es la persona jurídica, y no la persona física que
como dependiente de nquélln rcnliza los hechos materiales suscep-
tibles de encuadrar en la iwrnia punitiva, opino que debe ser
rechazada.
Así lo pienso, porque la solución a que llega el (1 qrro deriva
directamente del último párrafo del art. 3 de la ley citada, que
reproduce, en lo esencial, el art. 45 del C. Penal (conf. "Fallos",
t. 291, p. 55, en particular punto V del dictamen de mi antecesor
en el cargo).
Finalmente, estimo que corresponde desechar la tacha de
i~~constitucionalidad que se dirige contra cl art. 2 de la citada
ley que establece la responsabilidacl solidaria d e los directores,
administradores y gerentes de la entidad sancionada.
El punto fue expresamente analizado por mi predecesor en
cl cargo, doctor Enrique C. Petracchi, e n el ya citado dictamen
d c "Fallos", t. 291, p. 55, punto VI11 (señalo que la cita hecha
en él contiene una errata, pues dc la copia de esa pieza obrante en
esta Procuración General surge que se citó en "Fallos", t. 281,
11. 393).
E n dicha vista, a la q u e me remito en razón de brevedad, se
dejó claramente establecido que por tratarse d e una responsa-
bilidad no penal, sino meramente solidaria con el importe de la
multa, no puede impugnarse la condena de los obligados con base
en los principios generales de la legislación punitiva.

FALLO CARATULADO "LOUSSINIAN, EDUARDO, Y


OTRA". CAM. NAC. PEN. EC., SALA 1, 6/9/1987

El doctor Cortekzzi dijo:


Que viene la presente causa a conocimiento del tribunal, en
'rtud del recurso d e apelación interpuesta por la parte quere-
1 ante (A.N.A.) contra el auto d e f. 971 que sobresee provisi*
nalmente en estas actuaciones, y deja sin efecto el proccsamiento
d e la firma.
Que analizados los agravios d e la recurrente, la cuestión en
debate en esta alzada, se limita exclusivamente en diliicidar si
la solución adoptada por el n quo es procesalmente corrccta o si
corresponde, como pretende el acusador particular, suspender el
trámite de las actuaciones. E n este sentido, es congruente con lo
dispuesto por los arts. 150 y 152 del C. de Procecl. en Materia
Penal, suspender el trámite liasta tanto el procesado rcbclde sea
habido.
Por lo expuesto, debe revocarse la decisión recurrida, en la
forma indicada, sin costas.

El doctor Riggi dijo:


Que dcbo nuevamente disentir con mi colega preopinante,
tal cual lo hiciera al resolver similar situación en la causa "Wa-
kin, hligiiel A., y otros, S/ contrabnndo" (Rrg. de esta sala 75/
87). Que la cuestión planteada en e1 presente sumario se dife-
rencia solamente con la d e la causa citada en que en esta opor-
tunidad nos hallamos con un proceso en la etapa siimaria, mien-
tras que anteriormente el expediente incoado contra la misma
empresa y el mismo procesaclo se hallaba en la etapa pleilaria.
Scntado lo expuesto considero en primer Iiigar que el dife-
rente estadio procesal no varía cn nada la coi-iclusión a la que
arribara en aquella oportunidad. Advierto entonces como in-
dudable que la vieja polén~ica trórico-doctrinarin torno a si
las personas jurídicas pueden scr procesadas en causa criminal,
ha sido superada en los hechos por la ley v la jurispruclencia, pues
ambas han terminado por admitir que la persona jiirídica puede
ser responsabilizada jurídicamente en dcterminndos casos. Esti-
mo además que iio se puede dejar clc admitir la rciponiabilidad
pcnal de las personas jurídicas cuando -como en el caso- los
hechos habrían sido comcticlos por sus depenclirntes o represen-
tantes legales en beneficio de la entidad, toda vez que allí corres-
pondo en materia d e contrabando, con motivo d e las particiila-
res sanciones previstas en el ordenamiento penal-ac1uai-iei.o.
Estando acrcditacla en principio la materialidad d e los he-
c h o ~rrprochados, constitutivos pinm fncie del delito de contra-
bando y l-iabida cuenta que la empresa procesada -como cual-
quier otra persona de existencia ideal- debía actuar inequívoca-
mente a través de sus órganos -lo cual no se halla controvcrti-
do- y que Iin cstaclo representada a todo lo largo del juicio por
sus legítimos representantes, gozando d e la debida asistencia le-
trada, discrepo tanto con el n q t ~ ocomo con el juez preopinante,
cn cuanto sostienen en nutos la imposibilidad de continuar la
investigación y, como consecuencia, el proceso seguido a la per-
sona jurídica involucrada e1-i autos por razón que el inculpado o
persona d e existencia física se encuentra rebelde.
Entiendo que en el caso estarían prinln fncie comprobados
los hechos delictuosos y la actuación d e la firma por intermedio
de sus órganos, para lo cual tengo en cuenta la resolución de
esta sala, que sin mi participación a fs. 945/946 confirmó el em-
bargo preventivo dictado contra la firma "Loussinian S.A.". Ad-
vierto, por otra parte, q u e dicha empresa ha sido oportuna-
mente indagada por los hechos a través, por supuesto, de sus
representantes legales, y no debo dejar d e considerar que la
suspensión del pronanciamiento con relación a la misma, no
reconoce antecedente en la legislación roces sal argentina puesto
que en modo alguno puede asimilarse la cuestión planteacln a la
situación del procesado rebelde. E n efecto, en primer lugar la
persona jurídica se encuentra a derecho, fue indagada a través
de sus actuales órganos representativos, y no es lógico que se
vean privadas tanto la parte acusadora como la defensa de una
decisión respecto de aquélla por el hecho d e que el que fuera
presidente dc la sociedad se encuentra aliora rebclde. En este
sentido debo reiterar los interrogantes que planteara en oportu-
nidad d e resolver la causa 'Wakim". 2Qué sucede si el proce-
sado rebelde ex directivo de la firma fallece? ¿Se extingue la
acción penal contra la firma? las sanciones previstas contra
ésta nacen d e una acción penal independiente o se trata de la
misma acción dirigida contra e1 procesado? 2Qué solución jiirí-
dica se adopta si prescribe la acaión penal contra e1 rebelde?
2También prescribe la acción penal contra la empresa que se
beneficiara con las maniobras? Las respuestas a estos interro-
g a n t e ~demuestran, a mi juicio. que la suspensión clel pronuncia-
miento es inadecuada y que lo es también el sobreseer prcvisio-
nnlmente basándose exclusivamt~nteen la imposibilidad de some-
ter a derecho al procesado prófugo. Cabría aquí también pre-
guntarse qué sucedería si el encartado contumaz se presentara a
esta#*a derecho y demostrara la ciilpnbilidad cle otms socio? que
actuaran por la empresa y que ni siquiera han sido llamados a
declarar y respecto de los cuales prescribió la acción. 8La em-
presa que ha tenido estos interruptivos de la prescripción en el
proceso no poclría ser juzgada y podría contiiluar actuando
libremente sin sanción alguna? Si así fuera, resultaría una suerte
de garantía de impuniclad legal de gravcs delitos econóniicos,
la dcsaparición, contumacia o fallecimiento dc quicn actuó en
legítima representación o bajo la dependencia dc la pcrsona
jurídica en beneficio de éste. Scría, quiztís, cn estos casos dicho
ente ideal la más perfecta, barata y cliscrcta encarnación de la
vieja iilstitución d e los "testaferros" y "los hombres d e paja". Es
por todo ello, que conceptúo que el decisorio recurrido merece su
revocación debiéndose continuar con la sustanciación del proceso.
En virtud d e la discrepancia que antecede, se da inter-
vención al presidente de la Excma. Cámara Nacional de Apela-
ciones cn lo Penal Económico de la Capital, doctor Roldán (art.
5, iiz filie, ley 14.558), quien dijo:
Sabido es que en segunda instancia el principio de con-
gruencia tiene manifestaciones específicas porque el juicio de
a~elacióilse nuire de un objeto propio, que son las pretensiones
impugnativas del recurrente cuya voluntad limita o condiciona
al jucz dcl recurso. Esto es: sus agravios constituyen cl ámbito
exclusivo sobre el cual debe resolver -confr. Fernando de la
Rúa, Los límites de los recursos y la prohibición de "reformatio
in pejzis" e n materia penal y civil, en rev. "La Ley", t. 1982-B,
p. 102.
Así, al haber limitado expresamente sus agravios la A.N.A.,
como único apelante, a la solicitud de que se "suspenda la tra-
mitación de la causa en cuanto a la firma sudamericana de la
Intercambio, S.A.", ha establecido una frontera que el tribunal
de alzada no puede trasponer, por muy distinta que sea nuestra
opinión relativa al modo como corresponde resolver la cuestión.
Planteado de tal modo el tema y circunscrito al marco alu-
dido, entiendo, como el doctor Cortelezzi, que corresponde, en
consonancia con lo dispiiesto por los arts. 150 y 152 del C. de
Proced. en Materia Penal, suspender el proceso en orden de la
persona jurídica, en tanto el n quo entienda que no restan a su
respecto actividad instructoria alguna, debiéndose, en conse-
cuencia, revocar la resolución recurrida y proceder como se
indica.
Por todo lo expuesto, se resuelve por mayoría: revocar la
decisión recurrida y, en consecuencia, suspender el trámite de
la presente causa. - Arturo M. Cortelezzi. - Edunrdo R. Riggi.
- Rodolfo B. Roldán. Secr. Carlos A. Liporace).

SUMARIO FALLO ''CIA. INTRODUCTORA D E BS. AS. S.A.


Y OTROS". Sala 1, CAM. NAC. PEN. EC., 9/8/1982

El art. 2 de la ley 19.359, modificado por la ley 20.184, acla-


ra perfectamente que la pena de multa que se aplicará a la per-
sona jurídica lo es sin perjuicio de la responsabilidad d e los
autores, lo que es obvio, ya que los entes abstractos sólo pueden
actuar por intermedio d e personas físicas. En el caso de acciones
ilícitas cambiarias ( y d e otras d e contenido patrimonial) la per-
sona jurídica generalmente es la beneficiaria económica y los
seres humanos que l a integran o simplemente est6n a SU servi-
cio, son los que forman ineludiblemente su voluntad o realizan
sus acciones. No se entiende la existencia d e la "persona jurí-
dica" sin la existencia de las "personas físicas" que son en reali-
dad las que le dan sustento, razón d e ser, piensan y actíian por
ella. Pero el hecho de que actúen bajo el manto del "ente jurí-
dico" no elimina su existencia y responsabiliclad personal, pro-
pia, pues la conducta personal no puede escindirse de la repre-
sentativa. Lo que, por una ficción jurídica, se separa, es la res-
ponsabilidad patrimonial, mas no la voluntad, el querer que
ordena esa voluntad. Se derivan las consecuencias patrimonia-
les, pero no las estrictamente personales, las que hacen al ser
humano, con razón y pasión. Cada uno es dueño d e sus actos
y responsable patrimonialmente, cuando el beneficio del accio-
nar lo es para su patrimonio. Pero cuando el beneficio lo es
para un tercero, para el ente "abstracto" al que representa, da
, vida y cuyo ropaje usa o abusa, la responsabilidad la asume el
beneficiario d e esa acción sin perjuicio d e la que le compete al
verdadero autor. En el derecho en al económico, por ser pre-
cisamente económico y penal a la vez, se produce una especie
cle simbiosis, la responsabilidad penal del autor qiie inrliidible-
mente debe ser un ser humano ya que el ser abstracto no puede
ser nunca autor, pues no puede actuar, debe conjugarse con la
responsabilidad patrimonial, que es económica y que puede
gjudicarse al ente ideal ya que por esta ficción éste piicde ser
titular de derechos patrimoniales. E n rigor de verdad, desde el
punto d e vista comercial, el ente llamado sociedad no es más
que un patrimonio organizado para la producción o intercambio
de bienes o servicios (art. 1, ley 19.550). Resulta injusto adjudicar
el querer o voluntad al "ente jurídico" que carece de querer y
de voluntad, cuando ese querer y esa voluntad en verdad es la
del autor y también resulta injusto hacer únicamente responsa-
ble patrimonialmente al "ser humano" cuando el "beneficio" se
incorpora al patrimonio del "ente jurídico". Es por tal razón
que el art. 3 de la ley 19.359, antes de la reforma de la ley 20.184

10 - Donz6n Rafart.
que 110 toca este artículo, dispone que las sanciones se aplicarán
a 10: autores, instigadores, partícipes, encubridores, financiado-
res y beneficiarios de la infracción. Autor y beneficiario, ejecu-
tor material y "ente jurídico" beneficiario del evento delictual
deben ser sancionados en forma independientes. Cada infrac-
ción aquí considerada: la de autor y beneficiario, deben ser con-
sideradas en forma separada, la conjunción i~ así lo indica y la
razón también. Cuando se habla cle multiplicidad de infraccio-
nes, obvininente está coi-isiderando que a cada uno de los res-
ponsables no se le puede imponer una multa que supere los
$ 10.000.000. La causa puede ser una y el hecho también uno,
pero uno cs cl autor sancionable y otro es el beneficinri:), iam-
bién sancionable. La ley no habla de la multa en conjunto, sino
d e la multa a cada infractor.

SUhlARIO FALLO CARATULADO 'IVAKIN, MIGUEL A.,


Y OTROS". SALA 1, CÁM. NAC. PEN. EC., 31/9/1989

Al respecto, la resolución del juez de primera instancia fun-


da su absolución en que, aceptando la posibilidad de la aplica-
ción de sanciones penales a las personas jurídicas, considera obli-
gatorio el cumplimiento para ello de condiciones previas, entre
las que se encuentra el respeto al principio de legalidad (art.
18, Constitución nacional), estimando que las sanciones no
pueden ser otras que las previstas por la ley penal y con los
requisitos mínimos impuestos por la norma, quedando así res-
petado dicho principio. Agrega que d e acuerdo con la legisla-
ción vigente en materia d e contrabando, sólo podrii sancionarse
a una persona jurídica cuando, previa o conjuntamente, se tenga
también por probada la comisión por parte de una persona d e
existencia visible del delito d e contrabando y cuando dicha
persona sea integrante de la empresa y haya actuado por y para
ésta. Considera que la ley prefija con anterioridad al hecho su
punibilidad y que la previsión legal sólo formula amenaza de
pena a las personas jurídicas cuando es consecuencia d e las san-
cioncs por el delito, aplicable a las personas d e existencia visible
y que en el caso ello no ocurre, pues con respecto a Eduardo
Loussinian ha rccaído sobreseimiento definitivo por prescnp-
ción de la acción penal. Estima que en el caso no hay autor pues
no se ha acreditado la responsabilidad penal del sujeto físico
actuante, y, por ello, no hay posibilidad de sanción ni a él ni a
la sociedad.
De lo expuesto surge que no está en discusión la aplicación
de sanciones a una persona jurídica, atento estar reconocida tal
facultad tanto por la sentencia apelada, como por la propia
defensa, posición que es compartida por el suscrito (Jorge de
la Rúa, Los delitos económnicos, "Doctrina Penal", 1980, p. 11; Eii-
rique R. Aftalión, El derecho petzal social-económico eiz el VI
Congreso Internacional [Fe Dereclzo Peilal -Romir, 1953-, rev.
"IJa Ley", t. 72, p. 889, y l'mtado d e delacho especial, t. 1 ) .
Lo que se encuentra a consideración y que la sentencia
sostiene para fundar su absolución, es que resulta necesario
la condena previa o conjunta de la persona individual que haya
actuado, para condenar a la sociedad.
Al respecto, no comparto lo afirmado en la sentencia, pues
la voluntad de la sociedad es independiente de la voluntad de
la persona individual como tal que, accidentalmente, actuara
como órgano de la misma, pues reemplazada por otra persona
como órgano societario y aun poniéndose en rebeldía la persona
física, la sociedad y por tanto su voluntad sigue expresándose,
con lo cual objetivamente se acredita su voluntad independiente
y en consecuencia su responsabilidad. Sería el caso d e autos en
que encontrándose Eduardo Loussinian, persona física, prófugo
v rebelde. continuó la sociedad Eduardo Loussiniaii a través d e
Sudamericana de Intercambios S.A., estando a dcrecho y pro-
duciendo todos los actos necesarios para su defensa con distintos
órganos. Para entenderlo, basta pensar en el caso de acciones
p a ~ i a l e svarias y diferentes que conjuntamente constituyen un
completo iizter criminis, cumplidas por personas físicas diferen-
tes en representación
- de la sociedad y que se fueran sustituyendo,
acciones que tomadas en forma aislada no constituyeran por sí
delito, pero que su resultado final, con la suma de todas ellas,
conformarían la acción desde el inicio a su consumación dc1 ilí-
cito, con lo que evidentemente, no serían sancionnbles las per-
sonas que por sí hubieran cumplido esas acciones parciales pero
sí lo sería la sociedad, en cuyo nombre y representación se hu-
biera -en la acción total- consumado el delito, en su total bene-
ficio, como es el caso de autos.
Lo cxpuesto está racional y jurídicamente fundado en que
la persona jurídica está comprendicla dentro del concepto de per-
sona, siendo una de sus dos divisiones (art. 31, C. Civil), y
el concepto dc persona en lo jurídico se entiende como el de
aquel ente capaz de adquirir derechos y contraer obligaciones
(art. 30, C. Civil), por lo que dentro cle dichas obligaciones está
'comprendida su responsabilidad, tanto por actos lícitos, como
ilícitos.
L a derogación del art. 43, que establecía la no responsabili-
dad d e las personas jurídicas por actos ilícitos, artículo que fue
derogado por la ley 17.711, corrobora tal afirmación establecien-
do su responsabilidad.
Se ha reconocido a las personas jurídicas responsabilidad
por hechos cle naturaleza penal, y en consecuencia de su volun-
tad y accionar independiente, se debe concluír que puede san-
cionarse con pena a la persona jurídica, aunque no se haya apli-
cado pena a una persona física, si se demuestra la existencia del
ilícitu y que el mismo se produjo en nombre de la persona
jurídica, e n cuanto a través d e sus órganos y dentro d e las acti-
vidades para las cuales se aunaron las voluntades de sus socios,
voluntades q u e se sumaron en su constitución y que con su suma
son la voluntad d e la sociedad.
Las acciones d e las personas jurídicas son cumplidas por
sus representantes y deben considerarse como "voluntarias", y
responsabilizárselas si hay normas jurídicas que prevén sanciones
cuando sus representantes hayan -en su nombre y representa-
ción- incurrido en un ilícito que resulte en su beneficio (véase
Carlos Nino, Ititrodircciólz al análisis del dereclzo, ps. 224 y SS.,
2a ed., 9heimpresión, 1984).
En efecto, se imputa a la persona ideal cuando la negocia-
ción u operación es de aquellas que serían atribuíbles a la per-
sona jiirídica por aplicación de su estatuto y d e acuerdo a la
representación válida que éste determine. Cumplida la acción
resulta atribuíble a la persona jurídica el acto ilícito similar eje-
cutado (C.S., "Wloclavsky, Pedro, y otros", dictamen del procu-
rador gciieral de la Nación, rcv. "La Ley", t. 1978-A, p. 431).
E n consecuencia cs necesario -para responsabilizar a la
persona jurídica- que sus rcprecentantes tengan mandato legal
o autoridad siificicntc para obligarlas y que asimismo obtenga
la sociedad un beneficio de la actividad ilícita. Tal responsabi-
lidacl no queda agotada ante la Icy con la responsabilidad de
sus directores y en que la ley de aduanas prevé sanciones aplica-
bles a las personas jurídicas (retiro, personería, multa, etc. -arts.
190, incs. n y b, y 196, párrs. 1" 330, ley d e aduana, t.0. 196&),
sin perjuicio d e la responsabilidad de la persona física.
Para ello se ha tomado en cuenta la realidad económica d e
la actividad de las sociedades frente a la cual el Estado sería
inipotente y cuya responsabilidad quedaría a salvo con la exis-
tencia de un hombre de paja en su dirección.
La única forma de evitar la responsabilidad de la sociedncl
sería que, el resto de los órganos societarios impugnaran, en su
momento, el hecho ilícito se pretendió o sc cometió (conf.
Norberto E. Spolansky, rev. "La Ley", t. 1978-D, p. 231).
Analizadas las actuaciones bajo los principios expuestos, en
el caso la sociedad ha actuado como importadora por sus órga-
nos autorizados al efecto, dentro d e los objetivos y disposiciones
establecidos en sus estatutos y los d e la sociedad continuadora,
Sudamericana de Intercambio S.A.
Tal actuación representa
- una voluntad distinta de la volun-
tnd de la persona individual que, temporariamente, tuviera la
representación de la persona jurídica, pues esa voluntad d e la
sociedad resulta ser la suma d e voluntades que dio lugar a su
conformación y establecieron el objeto y órganos representativos,
dentro d e cuyos fines y propósitos se ha manifestado la voluntad
societaria, importando mercadería del exterior mediante el doble
uso, comprobado en autos, de las correspondientes licencias aran-
celarias (véase planillas de fs. 51; E, 3, 5, 6, 12, 13, 14, 70, 102,
carpeta con matrices y despachos, y anexos, etc.).
La acción antijurídica, es decir, el doble uso de licencias
arancelarks en forma indebida en perjuicio del debido control
aduanero y d e las finanzas públicas, ha sido cumplida en bene-
ficio de la empresa y cori motivo de su propia tictividad, por
medio de sus órganos representativos, quienes han prestado de-
cliiración indagatoria en el proceso, tanto con referencia a la
sociedad Eduardo Loussinian S.A. como a la continuadora d c la
misma "Sudamericana de Intercambio S.A.C.I. y F.".
Debe agregarse que este proccso se tramitó con respecto a
la sociedad y continuadora, respetando el derecho constitucional
de defensa y de legalidad, aun después que se declarara la
rebeldía de Loussinian, por lo que mal puede argumentarse esa
no comparecencia para imposibilitar la resolución final de la
causa, con respecto a la empresa Eduardo Loussinian y su con-
tinuadora Sudamericana de Intercambio S.A., cuando ha habido
medida preventiva, acusación fiscal, acusación de la querella
(Administración Nacional de Aduanas) a fs. 911/914 vta. y la
correspondiente defensa técnica de Sudamericana de Intercam-
bio S.A. que obra a fs. 923/924, habiendo esta última ofrecido
prueba según constancias de fs. 912 y vta., la que fue producida
a fs. 958/1053, por lo que cabe concluír, se ha satisfecho el
debido proceso legal.
Debe observarse con respecto a la responsabilidad de ambas
sociedades y a la actitud del resto de los órganos de la misma,
que ninguna medida fue tomada, para evitar la actividad ilícita
curriplida.
De lo expuesto surge el conocimiento de las irregularidades
por parte d e integrantes d e la sociedad, incluso por el contador,
y que no se tomara medida alguna con respecto a las mismas ni
a las denuncias que se efectuaran, todo lo cual acredita que exis-
tió por parte d e los integrantes de la sociedad, una actitud
pasiva, una evidente falta de cuidado y que la voluntad d e la
empresa, como suma de voluntades, estaba viciada por una inten-
ción dolosa en cuanto a los ilícitos que se cometieran. Por ello,
cabe hacer responsable a la sociedad de Eduardo Loussinian
S.A. y su continuadora.

SUMARIO FALLO CARATULADO "FEDERICO HEINERA


S.A. Y OTRA, SANCIDENTE D E PRESCRIPCION". SALA 11,
CAM. NAC. PEN. EC., 27/12/1990

Según lo establece el art. 67 del Código Penal, en su último


párrafo, la prescripción corre, se suspende o se interrumpe, sepa-
radamente para cada uno d e los partícipes y en consecuencia
con referencia a la pena que a cada uno de ellos le podría ser
aplicable. De tal modo, si el hecho investigado en la presente
causa puede dar cabida a iesponsabilidades penales, por un
lado para el ente ideal, y por otro a las personas físicas, no se
puede justificar la extensión a las personas ideales del plazo d e
prescripción o las penas que solamente podrían sufrir las per-
sonas físicas.
Por ello, y siendo asible la firma cuestionada de la pena d e
J%
pérdida de la personeria jurídica (art. 876, inc. i, del Código
Aduanero), la que puede ser equiparada (conf. Aftalión, Tra;
todo de derecho penal especial, t. 1, p. 124, Ed. La Ley, 1969) a
la inhabilitación perpetua prevista en el art. 62, inc. 3, del Códild.
go Penal -en virtud de la remisión que dispone el art. 890 del
Código Aduanero y la falta de normas expresas en ambos cuerpos
legales respecto de la prescripción de esta pena-, el plazo a
tener en cuenta es el de cinco años allí previsto.
Nota: En el presente fallo, disiento con lo sostenido prece-
dentemente por la mayoría, concordando con lo sostenido en el
voto minoritario del Dr. Hendler, que en su parte pertinente
sostiene:
Esta última sanción no es, a mi criterio, equiparable a la
inhabilitación absoluta como lo entiende el señor juez de Cáma-
ra Dr. Repetto. Sólo supone la disolución del ente (art. 48,
inc. 2, del Código Civil). La inhabilitación absoluta ataiie, en
cambio, al desempeño de cargos públicos, al derecho electoral
y al goce de beneficios previsionales (art. 19 del Código Penal).
Igualmente, aunque se admitiese la equiparación tampoco
cabría contar el plazo de prescripción de la norma que se re-
fiere a esa especie de pena. El art. 62, inc. 3, del Código Penal'
contempla el caso en que la inhabilitación absoluta es la pena
única del delito, que no es el del encubrimiento de contrabando.
reprimido con una variedad de sanciones de toda clase. En esto,
asiste razón al apelante pese a que, paradójicamente, su extra-
viada argumentación conduce a la conclusión opuesta a la q u e
prqende.
De acuerdo con la interpretación sentada en alguna opor-
tunidad por la Corte Suprema de Justicia d e la Nación, las san-
ciones pecuniarias a las personas de existencia ideal caben aun-
que las que corresponden a las personas visibles por cuyos he-
chos responden hayan quedado extinguidas (conf. caso de "Fa-
llos", 271-293). Pese a la diversidad del texto legal que dio.
lugar a esa interpretación -los arts. 1027 y 1028 de las Ordenan-
zas de Aduana- hay una sustancial similitud en el propósito,
legal del vigente art. 887 del Código Aduanero que la vuelve
aplicable.
Empero, esa independencia, que permite imponer la multa
al ente ideal no obstante estar excluído el castigo del autor del
hecho que la origina, deja subsistente la dependencia sustancial
de una y otra sanción. El castigo a la persona ideal sólo cabe
si el dependiente es autor del delito. En consecuencia, se im-
pone concluír que la acción para imponer sanción a la persona
jurídica se prescribe en los plazos de la acción para perseguir
el delito. Es dccir, en el caso de autos, a los tres años. Así se
deduce de la aplicación coordinada de los arts. 878 del Código
Aduanero y 62, inc. 2, del Código Penal.
Se terminó de imprimir
en julio de 1993,
en Talleres Grhficos L I N O ~ AS.R.L.,
P
Sócrates 764, Ciudadela Norte, Arg.
Tirada: 1.500 ejemplares.

Você também pode gostar