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UNIDAD 1: Introducción a la Geografía Política: enfoques, objetos y conceptos Del paradigma clásico

de la Geografía Política centrado en el Estado, a los enfoques contemporáneos: postulados teórico-


conceptuales de Ratzel, Lacoste, Raffestin, Taylor y Agnew.

Vesentini, J. W., (2000) Sociedad e Escapo. Ed. Ática, São Paulo. Prefacio, "¿Por qué estudiar
Geografía?" La geografía es una forma de comprender el mundo en que vivimos, por medio de este
estudio podemos entender mejor, tanto el lugar en que vivimos sea una ciudad sea un área rural. Con
este estudio podes entender mejor tanto el lugar donde vivimos, como nuestro país así como otros
países de la superficie terrestre. El campo de preocupación de la geografía es el espacio y la sociedad
humana donde hombres y mujeres viven y al mismo tiempo producen modificaciones que lo
reconstruyen permanentemente. Industrias, ciudades, agriculturas, ríos, suelos, climas, poblaciones,
todos estos elementos además de otros constituyen el espacio geográfico esto es el medio o la
r4ealidad material donde la humanidad vive y de la cual ella misma es parte integrante. Todo en este
espacio depende del ser humano y de la naturaleza. Esta última es la fuente primera de todo lo real, el
agua, la madera, el petróleo, al construir represas en los ríos y construir usinas hidroeléctricas, al
rellenar pantanos, y edificar ciudades, alimentar veloces aviones para acortar distancias; así el espacio
geográfico no es solo el local de vida de la sociedad humana, sino principalmente una realidad que
esta es en todo momento reconstruida por la actividad del ser humano. Las modificaciones que la
sociedad humana produce en su espacio son hoy más intensas que en el pasado. Todo lo que nos
rodea se transforma rápidamente con la interrelación entre todas las partes del mundo, con el
desarrollo de transporte y las comunicaciones pasa a existir un mundo cada vez más unitario, se
puede decir que en nuestro planeta hay una única sociedad humana aunque sea o no sea plena,
desigualdades y diversidades. Los mundos o sociedades aisladas que viven sin mantener relaciones
con el resto de la sociedad sede lugar al espacio global de la sociedad moderna. En la actualidad no
existe ningún país que no dependa de los demás sea para obtener parte de necesidades materiales
sea por la internalización de la tecnología, del arte, de los valores de la cultura al fin y al cabo. Una
guerra civil fue precedida con pérdidas agrícolas, la construcción de algún tipo de computadora, el
descubrimiento de nuevas cuencas petrolíferas, en fin un acontecimiento importante que ocurre en
cualquier parte de la superficie terrestre provoca repercusiones en todo el conjunto del globo. Mucho
de lo que acontece en áreas distintas nos acaba afectando de una forma o de otra aunque no
tengamos conciencia de ello. No vivimos más en aldeas relativamente independientes como nuestros
ancestros si no que el mundo interdependiente en la cual las transformaciones se suceden con la
velocidad acelerada. Para posicionarnos inteligentemente en relación a este mundo tenemos que
conocerlo bien. Para posicionarnos inteligentemente en relación a este mundo que cambia cada vez
más rápido tenemos que conocerlo bien. Para vivir de un modo consiente y crítico. Un groso
fundamento quitar las vendas, develar sus mecanismos. Ser ciudadano pleno en nuestra época
significa ante que nada estar integrado críticamente en la sociedad participando activamente de sus
transformaciones. Para esto además de reflexionar sobre nuestro mundo, comprenderlo desde el
ámbito local hasta el ámbito planetario y la geografía es un instrumento indispensable para emprender
esta reflexión, reflexión que será la base de nuestra actuación en el futuro. J. Vicentini
Ratzel, F. Antropogeografía (Cap. 3) En A. C. R. Moraes, (organizador, 1990) Ratzel. Geografía. Editora
Ática, São Paulo Ratzel y la Antropogeografía. Friedrich Ratzel, alemán y prusiano, publico sus obras en el
último cuarto del siglo XIX. En tanto Humboldt y Ritter vivieron la aparición del ideal de unificación alemana,
Ratzel vive la constitución real del Estado nacional alemán y sus primeras décadas. Sus formulaciones sólo
son comprensibles en función de la época y de la sociedad que las engendraron. La Geografía de Ratzel fue
un instrumento poderoso de legitimación de los proyectos expansionistas del Estado alemán recién
constituido. Prusia y Austria disputaban la hegemonía dentro de la Confederación el comando y dominio del
proceso, que culmina con la guerra entre los dos reinos. La victoria del segundo determinó que la unidad
fuese establecida a través de la prusianización de Alemania. La principal característica de Prusia era la
organización militarizada de la sociedad y del Estado. La dirección de éste estaba en manos de la aristocracia
junker, los propietarios de tierras, los más claros representantes del viejo orden feudal. Sobre ese liderazgo se
erguía una monarquía extremadamente burocratizada, que extendía la acción del Estado a todos los dominios
de la sociedad civil. Una gran represión social interna, y una agresiva política exterior completan el cuadro de
Prusia en 1871, año de constitución del imperio alemán. Este país emergía como una unidad del centro del
mundo capitalista, industrializado pero sin colonias. Esto alimentaba un expansionismo latente, que
aumentaría con el propio desarrollo interno. De ahí el agresivo proyecto imperial, el propósito constante de
anexar nuevos territorios. Y por esta razón, una vez más, el estímulo para pensar el espacio, luego, para
hacer Geografía. Ratzel va a ser un representante típico del intelectual comprometido con el proyecto estatal;
su obra propone una legitimación del expansionismo bismarckiano. Así, la Geografía de Ratzel expresa
directamente un elogio al imperialismo, como al decir, por ejemplo: “Semejante a la lucha por la vida, cuya
finalidad básica es obtener espacio, las luchas de los pueblos son casi siempre por el mismo objetivo. En la
historia moderna la recompensa de la victoria fue siempre un provecho territorial”. Ratzel, publica en 1882,
Antropogeografía – fundamentos de la aplicación de la Geografía a la Historia; se puede decir que esta obra
funda la Geografía Humana. En ella, Ratzel definió el objeto geográfico como el estudio de la influencia que
las condiciones naturales ejercen sobre la humanidad. Estas influencias actuarían primero en la fisiología
(somatismo) y en la psicología (carácter) de los individuos, y, a través de éstos, en la sociedad. En segundo
lugar, la naturaleza influiría en la propia constitución social, por la riqueza que proporciona, a través de los
recursos del medio en que está localizada la sociedad. La naturaleza también actuaría en la posibilidad de
expansión de un pueblo, obstaculizándola o acelerándola. Y aún en las posibilidades de contacto con otros
pueblos, generando así el aislamiento o la mestización. Ratzel realizó una extensa revisión bibliográfica, sobre
el tema de las influencias de la naturaleza sobre el hombre, y concluyó criticando las dos posiciones más
corrientes: la que niega tal influencia, y la que apunta a establecerla de inmediato. Dice que estas influencias
van a ejercerse mediatizadas, a través de las condiciones económicas y sociales. Para él, la sociedad es un
organismo que mantiene relaciones duraderas con el suelo. Cuanto mayor sea el vínculo con el suelo, tanto
mayor será para la sociedad la necesidad de mantener su posesión. Es por esta razón que la sociedad crea el
Estado, en las palabras de Ratzel: “Cuando la sociedad se organiza para defender el territorio, se transforma
en Estado”. El análisis de las relaciones entre el Estado y el espacio, fue uno de los puntos privilegiados de la
Antropogeografía. Para Ratzel, el territorio representa las condiciones de trabajo y existencia de la sociedad.
La pérdida de territorio sería la mayor prueba de decadencia de una sociedad. Por otro lado, el progreso
implicaría la necesidad de aumentar el territorio, luego, de conquistar nuevas áreas. Justificando esta
posición, Ratzel elabora el concepto de “espacio vital”; este representaría una proporción de equilibrio, entre la
población de una sociedad dada y los recursos disponibles para suplir sus necesidades, definiendo así sus
posibilidades de progresar y sus urgencias territoriales. Es fácil observar la íntima vinculación entre estas
formulaciones de Ratzel, su época y el proyecto imperial alemán. Esta conexión se expresa en la justificación
del expansionismo como algo natural e inevitable en una sociedad que progresa, generando una teoría que
legitima el imperialismo bismarckiano. También su visión del Estado como un protector por encima de la
sociedad, viene a legitimar al Estado prusiano, omnipresente y militarizado. La Geografía propuesta por Ratzel
privilegió al elemento humano, y abrió varias fuentes de estudio, valorizando cuestiones referentes a la
Historia y al espacio, como: la formación de los territorios, la difusión de los hombres en el Globo
(migraciones, colonizaciones, etc.), la distribución de los pueblos y de las razas en la superficie terrestre, el
aislamiento y sus consecuencias, además de estudios monográficos de las áreas habitadas. Mantuvo la idea
de la Geografía como ciencia empírica, cuyos procedimientos de análisis serían la observación y la
descripción. Pero, proponía ir más allá de la descripción, buscar la síntesis de las influencias en la escala
planetaria, o en sus palabras, “ver el lugar como un objeto en sí, y como el elemento de una cadena”. En lo
demás, Ratzel mantuvo la visión naturalista: redujo al hombre a un animal, al no diferenciar sus cualidades
específicas; así, proponía el método geográfico como análogo al de las demás ciencias de la naturaleza; y
concebía a la causalidad de los fenómenos humanos como idéntica a la de los naturales. De ahí el
mecanismo de sus afirmaciones. Los discípulos de Ratzel radicalizarán sus posiciones, constituyendo lo que
se denomina “escuela determinista” de Geografía. Orientarán sus estudios por máximas como “las
condiciones naturales determinan la Historia”, o “el hombre es un producto del medio”. Sus más eminentes
representantes fueron: E. Semple y E Huntington. La primera, geógrafa americana, alumna de Ratzel, fue la
responsable de la divulgación de las tesis de éste en Estados Unidos. Un ejemplo de las formulaciones de
Ellen Semple, puede ser obtenido en su teoría, que relaciona la religión con el relieve: en las regiones planas
predominan religiones monoteístas; en las regiones accidentadas, predominan religiones politeístas. Las
técnicas del geógrafo inglés Elswerth Huntington eran un poco más elaboradas. Este autor concebía un
determinismo invertido, esto es, para él, las condiciones naturales más hostiles serían las que propiciarían
mayor desarrollo. El libro más importante de Huntington se denomina Clima y Sociedad; en él el autor
defiende la idea de que los rigores del invierno explicarían, por las necesidades impuestas (abrigo, depósitos
de comida), el desarrollo de las sociedades europeas. Otro desdoblamiento de la propuesta de Ratzel se
manifiesta en la constitución de la Geopolítica. Esta corriente, dedicada al estudio de la dominación de los
territorios, partió de las proposiciones ratzelianas referentes a la acción del Estado sobre el espacio. Estos
autores desarrollarán teorías y técnicas que operacionalizaban y legitimaban el imperialismo. Esto es,
discurrían sobre las formas de defender, mantener y conquistar los territorios. Los autores más conocidos de
esta corriente fueron: Kjeilen, Mackinder y Haushofen. El primero, un sueco, fue el creador del rótulo
Geopolítica. El segundo, un almirante inglés, llevó la discusión al nivel de los estados mayores, tratando
temas como el dominio de las rutas marítimas, las áreas de influencia de un país, y las relaciones
internacionales. Halford Mackinder, cuya principal obra se titula El pivote geográfico de la Historia, desarrolla
una curiosa teoría sobre las “áreas pivotes”, que serían el corazón de un territorio dado; para él, quien lo
dominase, dominaría todo el territorio. El general alemán Karl Haushofer, amigo de Hitler y presidente de la
Academia Germánica durante su gobierno, fue otro teórico de la Geopolítica. Dio a ésta un carácter
directamente bélico, definiéndola como parte de la estrategia militar. Este autor, que desarrolló teorías
referentes a la acción del clima sobre los soldados, creó una escuela e influenció directamente los planes de
expansión nazis. Aún hoy la Geopolítica persiste, siendo debatida en los Departamentos de Estado y en las
academias militares. Una última perspectiva, que surgió de las formulaciones de Ratzel, fue la llamada
escuela “ambientalista”. Ésta, más reciente, no puede ser considerada una filiación directa de la
Antropogeografía. Pero sin duda, fue Ratzel el primero en formular sus bases. Esta corriente propone el
estudio del hombre en relación a los elementos del medio en que él se inserta. La naturaleza no es vista como
determinación, sino como soporte de la vida humana. El ambientalismo se desarrolló bastante modernamente,
apoyado en la Ecología. Por las corrientes expuestas, se puede evaluar el peso de la obra de Ratzel en la
evolución del pensamiento geográfico. La propia Geografía francesa, es una respuesta a las formulaciones de
este autor. La importancia mayor de su propuesta reside en el hecho de haber trazado, para el debate
geográfico, los temas políticos y económicos, colocando al hombre en el centro de los análisis. Aun siendo
desde una visión naturalizante y para legitimar interese contrarios al humanismo.
Taylor, P. (1993; 1994) Geografía Política. Trama Edit., México. Prefacios y Cap. 1: "El análisis de los
sistemas mundiales en Geografía Política" Economía Mundo, Estado-Nación y Localidad Prefacio: Para
Taylor, la geografía política ha sido utilizada como conocimiento, estado-céntrico, a menudo estos
conocimientos eran a favor de los gobiernos. El libro está organizado en marcos teóricos globales, este libro
forma parte del resurgimiento de la geografía política que se produjo en el mundo anglosajón. Taylor va a
hacer un análisis del sistema mundial y de las escalas geográficas para comprender la política
contemporánea. También se va a presentar a la geografía política como una subdivisión de la disciplina,
estando, el autor, a favor de la diversidad que surgirá en la geografía política, pero manteniendo su postura
teórica. Taylor hace una revisión de la primera y segunda edición de los libros publicados. En la segunda
edición publicada en 1989 se va a centrar en los acontecimientos políticos que se produjeron en el mundo
hasta 1991, que el autor denomino “transición geopolítica”. Para el autor cualquier geografía política debe
tener en cuenta al mundo entero y no solo la parte en donde vivimos. Ahora la geografía política ha tenido
altibajos que por lo general refleja influencias externas. Las grandes cuestiones políticas divide a la geografía
política y la subdisciplina se vio retrasada. Pero también influye el cambio en el sistema mundial como el inicio
de la guerra fría. La subdisciplina se refugió en un funcionalismo apolítico, que se concentraba en las
propiedades espaciales del Estado, así surge la geografía cuantitativa a finales de ’50 y en los ’60 surge la
geografía política nuevamente. Taylor, menciona la organización de los diferentes temas en tres escalas:
global-nacional y local, para integrar la gran diversidad de temas de geografía política. El autor sostiene que
con esta nueva geografía política va a contribuir a resolver cuestiones cruciales de nuestra época.

El análisis de sistemas mundiales y la geografía política: El enfoque que el autor selecciono para este
estudio es NO destacar la unidad global de la situación actual, SINO hacer referencia a los problemas
globales buscar el nacimiento del mundo analizados desde los procesos anteriores. Taylor, mencionará el
contexto histórico a nivel global y los intereses que los motivaba, en cada época la preocupación por lo global
y buscando el nacimiento del mundo actual, ej.: “el principio del capitalismo”. Taylor, se basara en el enfoque
del sistema mundo de Wallerstein, que ofrece un espacio temporal más amplio. El enfoque es la economía
mundo capitalista que surgió en Europa alrededor de 1450 y que se extendió hasta 1900, abarcando todo el
mundo.

Sistema histórico: Las ciencias sociales representa la culminación de una tradición que pretende elaborar
leyes generales que se puedan aplicar a cualquier época y lugar. Los sistemas históricos son las
“sociedades” de Wallerstein. Son sistemas que constituyen partes interrelacionadas que forman un todo
único. Estos sistemas son históricos por que nacen, se desarrollan y entran en decadencia. Wallerstein
reconoce este tipo de sistema en la actualidad.

Sistema de cambio: Cada sistema histórico es único, según Taylor, Wallerstein los clasifica en tres tipos, los
que se definen por su modo de producción, basado en la organización de la base material de las sociedades.

El mini sistema: basado en un modo de producción primaria, asentado en una escasa especialización, la
producción se efectúa mediante la caza, recolección o una agricultura rudimentaria, los mini sistemas son
familiares.

Imperio-mundo: se basa en un modo de producción redistributivo tributario, integrado por un amplio grupo de
productores agrícolas, que disponen de una tecnología desarrollada para generar excedente de producción.
En este sistema se encuentran productores especializados como artesanos y administradores. La
característica de este sistema es la apropiación del excedente por parte de los administradores, constituyen
una clase dominante.

La economía mundo: se basa en el modo capitalista, su producción se rige en la obtención de beneficios e


incentivos en la acumulación del excedente en forma de capital.
Tipos de cambio: Se basa en el cambio social, son cuatro: transición-incorporación-ruptura y continuidad.

Transición: es la transformación como consecuencia de un proceso interno, lo que induce la transformación


de un sistema hasta convertirse en otro diferente.

Incorporación: ocurre como consecuencia de un proceso externo, ej.: los imperios-mundo a medida que se
iban expandiendo conquistaban e incorporaban mini sistema.

Ruptura: se producen entre entidades que tienen la misma localización y comparten el mismo modo de
producción. La que puede ocurrir es que el sistema se desmorone y en su lugar se establezca otro diferente.

Continuidad: se produce dentro de los propios sistemas, donde se dan cambios continuamente. Los cambios
son de dos tipos lineales y cíclicos. Todos los imperio mundo han mostrado etapas cíclicas de auge y
decadencia en los ciclos de estancamiento y crecimiento.

Los elementos fundamentales de la economía mundo

Wallerstein distingue 3 elementos de la economía mundo:

1-Un mercado mundial único: es el capital donde la producción está determinada al intercambio más que al
uso, esos productos se los denomina mercancía y su valor viene determinada por el mercado capitalista
quien establece el precio. El resultado es un desarrollo desigual en el mundo. Ej. Desde la segunda guerra
mundial las multinacionales han dominado el mercado mundial.

2-Un sistema de múltiple estados: si un Estado llegará a controlar el mercado mundial estaría sometiendo a
un control político, se eliminaría la competencia. Los Estados son capaces de alterar el mercado dentro de sus
fronteras, de acuerdo con los intereses del grupo de capitalistas de su nación. Los Estados poderosos pueden
alterar el mercado más allá de sus fronteras.

3-Estructura tripartitas: es de carácter político, Wallerstein sostiene que la explotación de la economía


mundo siempre opera en 3 niveles, debido a que en cualquier situación de desigualdad la interacción en tres
es más estable que el enfrentamiento entre dos. La continuidad de la economía-mundo, se debe a los grupos
dirigentes han logrado mantener pautas tripartitas en diferentes campos conflictivos.

II- Las dimensiones de un sistema histórico

La dinámica de la economía-mundo: El interés que existe por la escala global del análisis es porque hay
recesión económica a nivel mundial. No es la primera vez que el mundo experimenta una recesión hace 60
años apareció durante la gran depresión. A medidas que retrocedemos los historiadores de la economía,
aseguran que entre depresión y depresión había recuperación y crecimiento, la economía-mundo se ha
desarrolladle de manera cíclica.

Los ciclos de Kondratieff: Se compones de 2 faces: una de crecimiento “A” y otra de estancamiento “B”. El
análisis de datos cíclicos varía temporalmente en muchos países, el fenómeno económico se refleja en la
producción agrícola, industrial y del comercio. Según esta interpretación actualmente nos encontramos en la
fase “B” del 4º ciclo. Los estados cíclicos están asociados a los cambios tecnológicos y los a periodos en que
se adaptan las innovaciones tecnológicas. Para explicar los ciclos de Kondratieff, una de las características
es el modo capitalista de producción. En las épocas buenas, fase “A”, a los empresarios les interesa invertir
en producción, la sobreproducción puede originar el fin de la fase “A”: En la fase “B”, el obtener beneficios son
escasas por lo que hay una subinversión en producción.

Tras obtener beneficios productivos de una oleada de tecnología en la fase “A”, es necesario el aporte de la
fase “B”, para crear condiciones nuevas para la expansión basadas en innovaciones tecnológicas. Las fases
de estancamientos tiene su lado positivo son períodos de reestructuración. Esto es la causa de los altibajos de
la economía mundo descriptos por las ondas de Kondratieff.

La estructura espacial de la economía-mundo: La estructura espacial forma parte de los procesos que
crean los ciclos de crecimiento y estancamientos. La estructura espacial y los ciclos temporales conforman
una estructura espacio-tiempo. Las estructuras espáciales son dinámica.

La extensión geográfica del sistema: Hay que recordar que la economía- mundo surgió como economía-
mundo en Europa a partir de 1450 y que abarca a nivel global alrededor del 1900. Wallerstein adelanta el
sistema mundial europeo inicial, integrado por Europa Occidental, Europa Oriental y la zona de América
Central y América del Sur, dominado por portugueses y españoles. El resto del mundo incluía la red de
puertos portugueses del Océano Pacífico y de Océano Indico, relacionadas con el comercio de artículos de
lujo. Las actividades de los españoles en América, de las exportaciones de oro y plata, fueron fundamentales
para la creación de la economía-mundo, Wallerstein sostiene que España fue más importante que Portugal en
las primeras fases de la economía mundial. En este período la economía-mundo europea se extendió por el
resto del mundo, Cribe, América del Norte, India, Asia, entre otros. La extensión se dio de manera diferente.
En el resto del mundo los sistemas aborígenes fueron destruidos y se crearon nuevas economías. Estas
sociedades fueron reducidas a las periferias, es decir que se reorientaba su economía para satisfacer
necesidades en el ámbito de la economía-mundo, que se llevó adelante con el control político.

Los conceptos de centro y periferia: Periferia: son zonas que no se incorporaron a la economía-mundo,
sino que lo hicieron en condiciones desfavorables. La periferia refiere a los países pobres del tercer mundo.
Hoy es común definir con el término de centro a los países ricos, como América del Norte, Europa, Japón,
entre otros. Wallerstein define a estos procesos centro y periferia, se insinúa que el centro explota y la
periferia es explotada. Los procesos de centro y periferia son dos tipos opuestos de producción. Los procesos
de centro consiste en relacionas que combinas salarios relativamente altos, tecnología y una producción
diversificada. En tanto la periferia, es una combinación de salarios bajos, tecnología más rudimentaria y un
tipo de producción simple. La semiperiferia, no es el centro ni la periferia, sino que combina ambos procesos.
Este término se aplica a las regiones o Estados en los que no predominan ni los procesos de centro ni los de
periferia. Es decir, que se producen explotaciones de zonas periféricas a la vez que la misma semiperiferia
sufre la explotación del centro. La semiperiferia es la categoría dinámica de la economía-mundo, está
dinámica se ve reflejada en el ascenso o el hundimientos del determinadas zonas de la semiperiferia. No
todas las semiperiferias pueden convertirse en centro. La semiperiferia está ligada a los procesos políticos
que le son favorables a la hora de triunfar o fracasar en la economía-mundo. El papel de la semiperiferia es
más político que económico.
Lacoste, Y. (1977) La geografía: un arma para la guerra Ed. Anagrama, Barcelona. (5-35; 42-87; 99-105;
119-127; 135-149) La geografía: un arma para la guerra. Capítulo 1: De la cortina de humo de la geografía de
los profesores a las pantallas de la geografía-espectáculo. El autor expone que desde finales del siglo XIX
puede considerarse que existen dos geografías: La primera, de origen antiguo, la geografía de los estados
mayores, es un conjunto de representaciones cartográficas y de conocimientos variados referidos al espacio;
este saber sincrético es claramente percibido como estratégico por las minorías dirigentes que lo utilizan como
instrumento de poder. La otra geografía, la de los profesores, aparecida hace menos de un siglo, se ha
convertido en un discurso ideológico que cuenta entre sus funciones inconscientes la de ocultar la importancia
estratégica de los razonamientos que afectan al espacio. Esta geografía de los profesores está alejada de las
prácticas políticas y militares; de las decisiones económicas, disimula a los ojos de la mayoría la eficacia del
instrumento de poder constituido por los análisis espaciales. El autor nos expone que la geografía de los
profesores es funcional a las minorías con el poder político, y a los grupos económicos que responden al
modelo capitalista de producción. “En cierto modo, la geografía de los profesores funciona como una pantalla
de humo que permite disimular a los ojos de todos la eficacia de las estrategias políticas y militares así como
de las estrategias económicas y sociales que la otra geografía permite que algunos pongan en práctica. ¿Que
provoca esta ocultación? no es el resultado de un proyecto consciente y voluntario de los profesores de
geografía. Si bien participan en el engaño, ellos también están engañados. La geografía de los profesores no
es el único biombo ideológico que permite disimular que el saber relacionado con el espacio es un temible
instrumento del poder. En efecto, los mapas, los manuales y las tesis de geografía están lejos de constituir las
únicas formas de representación del espacio; la geografía se ha convertido también en espectáculo: la
representación de los paisajes es actualmente una inagotable es una fuente de inspiración, y no únicamente
para los pintores, sino también para un gran número de personas. Invade las películas, las revistas ilustradas,
los carteles, trátese de investigaciones estéticas o de publicidad. La ideología del turismo convierte la
geografía en una de las formas del fenómeno de consumo de masas. El mapa, representación formalizada del
espacio que sólo unos pocos saben leer y utilizar como instrumento de poder, ha quedado ampliamente
eclipsado en la· mente de todos por la fotografía paisajista. De este modo, la geografía-espectáculo y la
geografía escolar, que actúan con unos métodos tan diferentes, llegan, sin embargo, a idénticos resultados: 1.
Disimular la idea de que el saber geográfico puede ser un poder, de que determinadas representaciones del
espacio pueden ser unos medios de acción y unos instrumentos políticos. 2. Imponer la idea de que lo que
está relacionado con la geografía no procede de un razonamiento estratégico llevado en función de una
opción política.

Capítulo 2. Un saber estratégico abandonado en manos de unos pocos: El resultado de la superchería


operada por las imágenes de la geografía-espectáculo y las lecciones de los profesores es que una minoría, la
que posee los poderes militares, policíacos, políticos, administrativos y financieros, sea la única que posee
también el poder que procura la geografía cuando es entendida como saber estratégico. Es cierto que en
numerosos países, como lo fue en los países socialistas especialmente, los mapas a gran escala sólo se
hallan en las manos consideradas seguras; las de los inspectores de policía y los oficiales del ejército. Los
estudiantes de geografía llegan a realizar los trabajos prácticos en unos mapas imaginarios. Este lujo de
precauciones puede parecer actualmente algo ilusorio, si se trata de precauciones contra un enemigo exterior,
cuando los satélites proporcionan millares de fotografías que permiten alzar los mapas más detallados. Con
respecto a esto el autor nos expone que este procedimiento es adoptado por algunos países del tercer mundo
con presencia de guerrillas, en cambio en los países que se encuentran bajo el régimen liberal el mapa está al
alcance de todos, el hace énfasis en que no todas las personas cuentan con la capacidad de leer un mapa y
por ello es de libre acceso, No es que el aprendizaje de la lectura de que mapa sea una tarea difícil, pero
todavía no se percibe su interés en las prácticas políticas y militares. La falta casi total de interés en medios
muy extendidos hacia una reflexión de tipo geográfico permite a los estados mayores de las grandes firmas
capitalistas desplegar unas estrategias especiales cuya eficacia reside en la localización. Por ejemplo: durante
la primera mitad del siglo XIX, los capitalistas de Lyon pusieron en práctica una auténtica estrategia geográfica
para romper la fuerza política de los menadores: el trabajo de la seda, hasta entonces concentrado en Lyon,
fue dividido en un gran número de operaciones técnicas; éstas fueron diseminadas en un amplio radio en el
campo: sólo el «mercader-fabricante» sabía dónde se hallaban los talleres, el personal de cada uno de ellos
ignoraba dónde estaban los demás. Gracias a ello, los trabajadores dispersados tenían enormes dificultades,
para emprender una acción de conjunto. Este es un buen ejemplo de estrategia geográfica del capitalismo que
cada militante debiera meditar; lejos de pertenecer al pasado, esta estrategia es practicada sistemáticamente,
desde hace unas décadas, con el desarrollo de los fenómenos del subcontrato y con las políticas de
descentralización industrial y de ordenación del territorio. (toyotismo) Esta estrategia extremadamente móvil
es practicada en unos espacios mucho más vastos por los dirigentes de las multinacionales: invierten y dejan
de invertir, en las diferentes regiones de numerosos Estados, para extraer el mayor beneficio de todas las
diferencias (salariales, fiscales, monetarias) que existen en los diversos lugares. A otra escala, la de los
problemas existentes en una ciudad, es sorprendente comprobar hasta qué punto sus habitantes (incluso los
mejor formados políticamente) son incapaces de prever las molestas consecuencias que provocará tal plan de
urbanismo o cual empresa de renovación, que, sin embargo, les concierne directamente. Estos pocos
ejemplos, bastan para dar una idea de la gravedad de las consecuencias resultantes de esta miopía, de esta
ceguera que a veces muestran tantos militantes respecto del aspecto geográfico de los problemas políticos.
Por una parte, estos responsables políticos, estos sindicalistas, juegan un papel importante entre las masas
explicando los orígenes históricos de una situación, analizando las contradicciones de una formación social,
pero, por otra, descuidan un saber estratégico cuyo monopolio abandonan a una minoría de dirigentes que
sabe servirse de él para maniobrar con eficacia.

Capítulo 3. Miopía y sonambulismo en el seno de una especialidad que ha pasado a ser diferencial: En
este capítulo el autor se pregunta ¿Cuáles pueden ser las causas de esta miopía, de esta falta de interés
respecto a los fenómenos geográficos? Se debe entender por qué motivo su significación política escapa
generalmente a todo el mundo, salvo a los estados mayores militares o financieros que son perfecta mente
conscientes ele ella. Deberemos referirnos en primer lugar al conjunto de prácticas sociales y a las diversas
representaciones de espacios unidas a ellas. Para entender cómo es posible plantear hoy este problema, es
útil ver su transformación histórica. Antiguamente, en el marco del autoabastecimiento aldeano, la casi
totalidad de las prácticas individuales se inscribía en el marco de un espacio único, relativamente limitado: el
territorio de la aldea y, en la periferia, los territorios pertenecientes a las aldeas vecinas con el curso del
tiempo, los guerreros y los príncipes necesitaron representase otros espacios, considerablemente más vastos,
territorios que dominaban o pretendían dominar; los comerciantes también debían conocer los caminos y las
distancias de las tierras lejanas donde comerciaban con los demás hombres. En el caso de estos espacios
vastos o difícilmente accesibles, no bastan la experiencia personal, la mirada y el recuerdo. Entonces es
cuando el papel del geógrafo-cartógrafo se convierte en esencial: representa, a escalas diferentes, unos
territorios más o menos amplios; a partir de los «grandes descubrimientos» podrá representar toda la Tierra
en un mapa único a pequeñísima Escala que solo los soberanos poseían. Durante siglos, sólo los miembros
de las clases dirigentes pudieron aprehender mediante el pensamiento unos espacios demasiado vastos para
tenerlos bajo la mirada, y estas representaciones del espacio eran un instrumento esencial de ejercicio del
poder sobre unos territorios y unos hombres más o menos alejados. En la actualidad es muy distinto, y la
masa de la población se refiere más o menos conscientemente, para unas prácticas muy diversas, a unas
representaciones del espacio extremadamente numerosas que, en la mayoría de los casos, siguen siendo
muy imprecisas. En efecto, el desarrollo de los intercambios, de la división del trabajo, el crecimiento de las
ciudades hacen que el espacio (o los espacios) limitado del que podernos tener un conocimiento concreto
corresponda sólo en pequeña parte a nuestras prácticas sociales. Las personas, cada vez más diferenciadas
profesionalmente, están integradas (sin clara conciencia de ello) en múltiples redes de relaciones sociales que
funcionan sobre distancias más o menos vastas (relaciones de patrono a empleados, de vendedor a
consumidores, de administrador a administrados…). Los organizadores y los responsables de cada una de
estas redes, es decir, los que poseen los poderes administrativos y financieros, tienen una idea precisa de su
extensión y configuración. En cambio, en la masa de los trabajadores y de los consumidores, cada uno de
ellos sólo tiene un conocimiento muy parcial e impreciso de las múltiples redes de las que depende y de su
configuración. Actualmente vivimos una espacialidad diferencial compuesta por una multiplicidad de
representaciones espaciales a escalas muy diferentes que corresponden a toda una serie de prácticas y de
ideas más o menos disociadas: —por una parte, las diferentes representaciones del espacio a que se refieren
nuestros diferentes desplazamientos, el mapa del barrio, al del metro, el mapa de la aglomeración donde se
efectúan las migraciones diarias, el de los desplazamientos del fin de semana o el mapa que representa los
grandes ejes de carreteras; — por otra parte, las configuraciones espaciales de las diferentes redes de que
dependemos objetivamente: las redes de tipo administrativo (municipio, provincia), el «mapa escolar» que
determina la admisión de los alumnos en tal o cual escuela, el espacio de comercio de un supermercado, la
zona de influencia de tal o cual ciudad, etc.; — finalmente, desde hace unas décadas, el papel creciente de
los medios de información impone una gama de términos geopolíticos que corresponde a unas
representaciones espaciales (la Europa del Oeste, los países subdesarrollados, América latina, etc.) y toda la
serie de paisajes turísticos. El desarrollo de este proceso de espacialidad diferencial se traduce por esta
proliferación de las representaciones espaciales, por la multiplicación de las preocupaciones referentes al
espacio (debido a la multiplicación de los desplazamientos). Pero este espacio del que todo el mundo habla, al
que nos referimos en todo momento, es cada vez más difícil de aprehender globalmente para entender sus
relaciones con una práctica global. Se trata, sin duda, de una de las mayores razones por las que los
problemas físicos están tan escasamente planteados en función del espacio por los que no poseen el poder.
En efecto, los problemas políticos corresponden a toda una gama de redes de dominación que tienen unas
configuraciones espaciales muy diversas y que se ejercen sobre unos espacios más o menos considerables
(desde el nivel de la aldea hasta la dimensión planetaria). El enfrentamiento de fuerzas a nivel planetario no
sólo se desarrolla a través de las estructuras nacionales, sino también en la maraña de los componentes
políticos de determinados lugares. Una de las funciones de las múltiples estructuras del aparato de Estado es
recoger permanentemente unas informaciones; por su parte, los hombres influyentes también están muy bien
informados y se complacen en hacerlo saber «a quien corresponda». En cambio, las relaciones entre las
estructuras de poder y las formas de organización del espacio siguen ocultas en buena parte para quienes no
están en el poder. Para verlo con mayor claridad, hay que disponer de un método que permita organizar una
masa confusa de informaciones parciales; accesibles, en su mayoría, tan pronto como se han descubierto las
razones por las que conviene prestarles atención.

Capítulo 4. La geografía de los profesores: un corte con toda práctica. ¿Para inculcar mejor la ideología
nacional? Durante varios siglos, el desarrollo de los conocimientos geográficos ha ido, en gran medida,
estrechamente ligado a las necesidades exclusivas de unas minorías dirigentes cuyos poderes se ejercían
sobre unos espacios demasiado vastos para tener un conocimiento directo de ellos; la masa de la población,
que vivía entonces del autoabastecimiento aldeano o en el marco de unos intercambios muy limitados
espacialmente, no necesitaba conocimientos sobre los espacios alejados. Hoy, el conjunto de la población
vive cada vez más una espacialidad diferencial. Durante siglos, el saber leer, escribir y contar ha sido el
patrimonio de las clases dirigentes que obtenían de este monopolio un aumento de poder. Pero las
transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales en la Europa del siglo XIX, como actualmente en
los países «subdesarrollados»; son las que hacen indispensable que el conjunto de la población sepa leer y
que sepan pensar el espacio. Hoy entre las dificultades de funcionamiento que conocen las sociedades
llamadas «de consumo», algunas van estrechamente unidas a los problemas de espacialidad diferencial: por
ejemplo, la parálisis total de la circulación, durante horas, a lo largo de centenares de kilómetros de carretera.
Esta situación, que se repite con motivo de las migraciones estivales, o de los fines de semana prolongados,
adquiere las dimensiones del absurdo, cuando se sabe que hay centenares de kilómetros de carretera libre a
una y otra parte del eje paralizado por la hilera interminable de coches. Pero la mayoría de los automovilistas
no se atreven a meterse por ellas, o ni siquiera conciben que puedan utilizarse, aunque dispongan de todos
los mapas necesarios para guiarse por esa red. Mas no les resultan de ninguna utilidad, porque, pese a la
ayuda de múltiples carteles indicadores, ni siguiera saben leer los mapas de carretera, por más sencillos y
cómodos. Todas estas personas saben leer; han ido a la escuela y en ella, «han dado geografía. La idea de
que se pueda plantear el problema de la geografía en relación a los embotellamientos de la carretera da una
idea del corte existente entre el discurso de la geografía de los profesores y cualquier práctica espacial,
especialmente si es totalmente cotidiana. «La geografía no sirve para nada…» El discurso geográfico escolar
impuesto a todos a fines del siglo XIX y cuyo modelo sigue siendo reproducido hoy, de todas las disciplinas
enseñadas en la escuela o en el instituto, la geografía sigue siendo la única que aparece como un saber sin la
menor aplicación práctica al margen del sistema de enseñanza. Ni se piensa que el mapa pueda aparecer
como instrumento, como instrumento abstracto cuyo código hay que conocer para poder entender
personalmente el espacio y dirigirse a él o concebirlo en función de una práctica. Tampoco es concebible que
el mapa pueda aparecer como un instrumento de poder que cada uno puede utilizar si sabe leerlo. El mapa
debe seguir siendo la prerrogativa del militar, y la autoridad que durante las operaciones ejerce sobre «sus
hombres» no procede únicamente del sistema jerárquico, sino del hecho de que sólo él sabe leer el mapa y
puede decidir los movimientos, mientras que aquellos que están bajo sus órdenes lo ignoran. Es probable que
este corte radical que el discurso geográfico escolar y universitario establece respecto de toda práctica, este
escamoteo de todos los análisis del espacio a gran escala, que es el primer paso para aprehender
cartográficamente la «realidad», proceda en buena parte de la preocupación inconsciente de no alejarse de
una especie de hechizo patriótico, de no correr el peligro de confrontar la ideología nacional con las
contradicciones de la realidad. Así pues, la instauración de la enseñanza de la geografía en Francia a fines del
siglo XIX (como en la mayoría de países) no tuvo como objetivo la difusión de un cuerpo conceptual que
permitiera aprehender racional y estratégicamente la espacialidad diferencial, pensar mejor el espacio, sino
naturalizar «físicamente» los fundamentos de la ideología nacional.

Capítulo 5. El establecimiento de un poderoso concepto-obstáculo: la región: Esta geografía patriotera ha


desaparecido hace cincuenta años, y desde entonces las lecciones de geografía, al menos en las clases
superiores de la enseñanza secundaria, ya no son una enumeración de relieve-clima-vegetación población,
sino un estudio de las diferentes «regiones». Entre las lecciones de los manuales escolares, el resumen que
dicta el profesor, los cursos de geografía de la universidad, que sirven para formar futuros profesores, y el
amplio discurso de las tesis universitarias de geografía, existen, evidentemente, importantes diferencias.
Mientras las primeras formas se sitúan al nivel de la reproducción de las ideas, más o menos mutiladas o
deformadas, no cabe duda de que las segundas, así como los artículos de las revistas científicas,
correspondan a la producción de ideas nuevas. Pese a ello, estas tesis y estas producciones científicas sólo
son leídas por una pequeñísima minoría, e ideológicamente su papel parece muy diferente al de los cursos,
las lecciones y los apuntes; no podemos juzgar las funciones de la geografía de los profesores tomando
únicamente en consideración las producciones universitarias más brillantes o las investigaciones científicas
más elaboradas. Es cierta que son presentadas como «modelos» a los estudiantes, que se convertirán a su
vez en profesores. Pero, una vez profesores, ¿de qué les servirán, no importa cuáles sean su conciencia y su
inteligencia (profesionales y políticas)? Y ¿es seguro, por otra parte, que exista en cuanto a las funciones
sociales una diferencia tan fundamental como afirman los geógrafos universitarios entre la geografía de las
«grandes tesis», que ha creado el prestigio de la «escuela geográfica francesa», y la geografía de los
institutos de la que actualmente los alumnos no quieren ni oír hablar? Una y otra (a diferencia de la geografía
patriotera) se caracterizan por la ocultación de todo problema político. Son un saber por el saber; ambas
proceden de la obra de Vidal de la Blache (1845-1918), considerado unánimemente como el «padre» de esta
«escuela geográfica francesa» famosa en el mundo entero, tanto por su orientación hacia la «geografía
regional» como por la despolitización del discurso que imponía. Su papel ideológico ha sido considerable. En
cambio, la escuela geográfica alemana, que fue históricamente la primera del mundo, perdió en el período
entre las dos guerras su prestigio universitario en el plano internacional en la medida en que se limitaba a las
doctrinas de la «geopolítica»; dejaba de ser considerada como «científica». Vidal de la Blache introdujo la idea
de las descripciones regionales profundas, considerada como la forma más sutil de razonamiento geográfico.
Muestra que los paisajes de una «región» son el resultado del encabalgamiento a lo largo de la historia de las
influencias humanas y de los da tos naturales. Vidal concede en sus descripciones el espacio mayor a las
permanencias, a todo lo que es la herencia duradera de los fenómenos naturales y de las evoluciones
históricas antiguas. En cambio, prescinde en ellas de todo lo que procede de la evolución económica y social
reciente. Es cierto que Vidal de la Blache combatió la tesis «determinista» según la cual los «datos naturales»
(o uno destacado) ejercen una influencia directa y determinante en los «hechos humanos», y confirió un papel
mayor a la historia al explicar las diferentes formas con que los hombres se relacionan con los «hechos
físicos». Vidal de la Blache instala, su concepción del «hombre-habitante», que arroja más allá de las
fronteras de la reflexión geográfica al hombre en sus relaciones sociales y, con mayor razón, en las relaciones
de producción. Además, el «hombre vidaliano» apenas habita las ciudades, vive sobre todo en el campo. Hoy
los geógrafos coinciden en estimar que Vidal habló demasiado poco de las ciudades, aunque todos aplauden
el modelo de análisis que hizo de las diferentes regiones francesas: con qué sensibilidad describió la
«personalidad» la «individualidad» de la «Champagne», de la «Lorraine», de la «Bretagne», del «Massif
central» de los «Alpes», denominaciones que han pasado a ser tan familiares que tenemos la impresión de
que se trata de una división existente desde siempre. A partir de Vidal, la descripción geográfica de cualquier
país consistirá en presentar las diferentes «regiones que lo componen» y describirlas una tras otra: este
método, que· no provocó ninguna crítica, conoce un éxito considerable en todo el mundo y comenta el
prestigio de la escuela geográfica francesa. La técnica de la geografía regional consiste en verificar como
evidencia la existencia en un país de un determinado número de regiones y en describirlas una tras otra o en
analizar solamente una de ellas, su relieve, su clima, su vegetación, su población, sus ciudades, su
agricultura, su industria, etc., considerando a cada una de ellas como un conjunto que· contiene otras
regiones más pequeñas. Esta técnica impregna actualmente todo el discurso sobre la sociedad, toda la
reflexión económica social y· política, proceda de una ideología de «derecha» o de «izquierda». Es uno de los
mayores obstáculos que impide plantear los problemas de la espacialidad diferencial, puesto que se admite,
sin discusión, una única manera de dividir el espacio. Los geógrafos que desde hace algunas décadas se
preocupan por los problemas económicos, sociales y políticos, en especial bajo la influencia del marxismo,
necesitarán mucho tiempo para darse cuenta de que este procedimiento vidaliano, en realidad impide
aprehender con eficiencia las características espaciales de las realidades económicas, sociales y políticas.
Completar y actualizar el discurso de Vidal de la Blache añadiéndole algunos párrafos sobre la industria, las
ciudades y los problemas agrícolas no modifica en nada los axiomas ocultos de su procedimiento, no cabe
duda que hubiera sido posible discutir esta división y sus criterios; proponer otras maneras de dividir el
territorio, es decir, otras maneras de pensar el espacio. Pero no fue así, Vidal evitó cuidadosamente toda
insinuación respecto a esta reflexión metodológica. Nadie se preocupó de decir que las regiones que Vidal de
la Blache que se complacía en diferenciar no eran unos datos (¿dados por quién?, ¿por Dios?) sino una
manera de ver las cosas. En realidad, la descripción que Vidal hace de Francia, dando a entender que incluye
«todo» lo que es «importante», es el resultado de una estricta pero discreta selección de los hechos; deja en
la sombra lo esencial de los fenómenos económicos, sociales y políticos surgidos de un pasado reciente. Por
otra parte, y esto es lo más grave, esta descripción impone una única manera de dividir el espacio y ésta no
conviene en absoluto al examen de las características espaciales de numerosos fenómenos urbanos,
industriales y políticos, Para la enorme mayoría de los geógrafos, esta manera tradicional de operar no ofrece
inconvenientes. Lo que cuenta para Vidal es analizar de la manera más profunda su «contenido», las
interacciones que se han producido en el transcurso de la historia entre hechos físicos y hechos humanos en
un cierto espacio «dado» de una vez por todas. Fruto del pensamiento vidaliano, la «región geográfica»
considerada como la representación espacial, si no única sí al menos fundamental, entidad supuestamente
resultante de la síntesis armoniosa y de las herencias históricas, se ha convertido en un fuerte concepto-
obstáculo que ha impedido la toma en consideración de otras representaciones espaciales y el examen de sus
relaciones. La región «vidaliana», imaginada como el fruto de una sutil y lenta combinación de las fuerzas de
la Naturaleza y del Pasado, presentada como la expresión de una permanencia, de una autenticidad,
constituye indudablemente para la mayoría de las personas un medio de «encontrarse» entre la confusión de
otras organizaciones espaciales de mayor o menor envergadura. En cualquier caso, el procedimiento
vidaliano, que niega al nivel de discurso los problemas que plantea la espacialidad diferencial, tiene por efecto
la desviación de cantidad de análisis, pues no se efectúa tomando en consideración la representación
espacial que resultaría adecuada. Mientras que etimológicamente una región (cf. regare: dominar, regir) es
una forma de organización política del espacio y el territorio nacional está organizado en circunscripciones,
departamentos, «regiones económicas», cuya justeza y cuyos efectos es posible discutir en términos políticos,
la «región de los geógrafos», reproducida según el modelo vidaliano, mantiene aquéllas y nos mantiene a
nosotros irónicamente en la incapacidad de aprehender los fenómenos económicos y sociales.

Capítulo 6. El escamoteo del problema capital de las escalas, es decir, de la diferenciación de los niveles de
análisis. A partir de Vidal de la Blache, los geógrafos se lanzaron a la descripción cada vez más minuciosa de
cada «región» que se disponían a distinguir y tomar en consideración. Para la mayoría de los geógrafos, la
dimensión del territorio tomado en consideración y los criterios de su elección no parece que deban influir
fundamentalmente en sus observaciones y sus razonamientos. Sin embargo, basta con hojear un manual de
geografía o la colección de una revista de geografía para darse cuenta de que las ilustraciones cartográficas
son de tipo extremadamente diferente, pues los mapas son de escala muy desigual: algunos son planisferios
que presentan la totalidad del globo, otros representan un continente; otros un Estado (vasto o pequeño),
otros una «región» cuya extensión puede ser variable, otros una aglomeración urbana, un barrio, una aldea y
su territorio, una explotación rural y sus dependencias, un claro en el bosque, una charca, una cantera, etc.
Estas extensiones de dimensiones tan dispares están representadas por mapas cuyas escalas son muy
diferentes: desde los mapas a pequeñísima escala que representan el conjunto del mundo hasta mapas y
planos a grandísima escala que representan de manera detallada espacios relativamente poco extensos.
Conviene entender que la gran variedad de las representaciones cartográficas, procedente de las escalas
utilizadas, es realmente significativa de las diferencias que existen entre varios tipos de razonamientos
geográficos, diferencias que proceden en buena parte de la dimensión tan dispar de los espacios que toman
en consideración. Algunos razonamientos sólo pueden elaborarse examinando los diferentes aspectos de un
fenómeno en el conjunto del planeta (así ocurre, por ejemplo, en el caso de fenómenos climáticos o
económicos). En cambio, otros fenómenos, como los procesos de la erosión, sólo pueden ser
convenientemente observados a grandísima escala, en la ladera del lecho de un torrente… La «realidad»
aparece diferente según la escala de los mapas, según los niveles de análisis En mi opinión, disimulado tras
unas prácticas totalmente empíricas que muchas veces se presentan como comodidades pedagógicas,
aparece aquí uno de los problemas epistemológicos primordiales de la geografía. En efecto, las
combinaciones geográficas que se pueden observar a gran escala no son las que se pueden observar a
pequeña escala. La técnica cartográfica denominada de «generalización», que permite trazar un mapa a
pequeña escala de una «región» a partir de los mapas a mayor escala que la representan de manera más
precisa (pero cada uno de ellos en espacios menos vastos), permite creer que la operación consiste
únicamente en abandonar gran número de detalles para representar extensiones más amplias. Pero, como
ciertos fenómenos sólo pueden ser aprehendidos si se consideran extensiones amplias, mientras que otros,
de naturaleza totalmente distinta, sólo pueden ser entendidos mediante observaciones muy precisas sobre
superficies muy reducidas, se deduce de ahí que la operación intelectual consistente en el cambio de escala
transforma, y a veces de manera radical, la problemática que se puede establecer y los razonamientos que se
pueden formar. El cambio de escala corresponde a un cambio del nivel de análisis y debería corresponder a
un cambio del nivel de conceptualización. Practicado desde hace unos quince años por los geógrafos, este
estudio de las relaciones interurbanas de las «redes urbanas», que hay que situar en un marco nacional e
internacional, ha modificado y enriquecido considerablemente la problemática que se aplicaba a los barrios
centrales y viceversa. Cada uno de los diferentes niveles de análisis que cabe distinguir, desde la grandísima
hasta la pequeñísima escala, no sólo corresponde a la toma en consideración de conjuntos espaciales más o
menos vastos sino también a la definición de las características estructurales, que permiten delimitar sus
contornos. Una etapa primordial en el procedimiento de investigación geográfica: la elección de los diferentes
espacios de conceptualización. En el plano del conocimiento, no hay nivel de análisis privilegiado. Ninguno de
ellos es suficiente, pues el hecho de tomar en consideración un espacio determinado como campo de
observación permitirá aprehender determinados fenómenos y determinadas estructuras, pero provocará la
deformación o la ocultación de otros fenómenos y de otras estructuras cuyo papel es imposible juzgar a priori
y que, por consiguiente, no se pueden descuidar. Resulta indispensable; pues, situarse a otros niveles de
análisis, tomando en consideración otros espacios. Es necesario, a continuación, realizar la articulación de
estas observaciones muy diferentes puesto que son función de lo que se podrían denominar espacios de
conceptualización diferentes. En el plano, no ya del conocimiento, sino de la acción (urbanista o militar)
existen unos niveles de análisis que conviene destacar, pues corresponden a espacios operacionales, debido
a las estrategias y a las tácticas puestas en práctica. Los diferentes espacios de conceptualización a los que
debe referirse el geógrafo deben ser el objeto de un esfuerzo de diferenciación y de articulación sistemáticas.
Estas representaciones del espacio son útiles de conocimiento que debemos mejorar y perfeccionar, es decir,
que nos permiten entender mejor el mundo y sus transformaciones. Después de tan larga reflexión sobre este
delicado problema de las escalas, de los niveles de análisis y de los espacios de conceptualización, podemos
darnos cuentan de hasta qué punto las observaciones y los razonamientos geográficos están en función de la
dimensión de espacio tornada en consideración y de los criterios de esta elección. Podremos valorar mejor las
consecuencias de la duradera orientación que la obra de Vidal de la Blache parece haber dado a las
reflexiones de los geógrafos, tanto en Francia como en muchos otros países. El mayor mérito que se
reconoce a Vidal de la Blache es el de haber mostrado, mediante el profundo análisis monográfico de la
«realidades regionales», la complejidad de las interacciones establecidas en el curso de la historia entre los
hechos físicos y los hechos humanos. El marco que Vidal da a sus observaciones y a sus reflexiones es la
«región», que presenta como la «realidad geográfica» por excelencia. Pero este nivel de análisis no es el que
permite aprehender convenientemente los problemas económicos, sociales y políticos. El hecho de privilegiar
determinados niveles del análisis, que corresponden a determinados tipos de espacio de conceptualización,
provoca, por las razones citadas anteriormente, la deformación o el ocultamiento de unos factores que sólo
pueden ser convenientemente aprehendidos a otros niveles de análisis. Estos factores se hallan
subrepticiamente descartados del razonamiento gracias a una auténtica filtración de las informaciones que
consiste en delimitar a priori el tipo de espacio que debe ser preferentemente tomado en consideración. Así
pues, sin que aparezcan en el discurso, y, por consiguiente, sin necesidad de justificarlo, se descartan las
referencias a un gran número de factores «físicos», económicos, sociales y políticos. Para descubrir su papel
en las combinaciones geográficas, habría que situarse a otros niveles de análisis y tomar en consideración
unos espacios menos vastos, o más amplios, en función de otros criterios de localización. Pero la
«personalidad de la región», entendida como dato, es un concepto dominante que lo obstaculiza todo. Permite
seguir un discurso fácilmente coherente, puesto que corresponde a un único nivel de análisis. Además, la
evocación de las «individualidades regionales» puede adornarse con los atractivos literarios de múltiples
imágenes antropomórficas
Vesentini, J. W., (1989) “Apresentação” a Lacoste, Y A Geografía – isso serve, em primeiro lugar, para
fase a guerra. Ed. Papirus, São Paulo. Resumen La actitud crítica implica crear una interrogación Lacoste
procura interrogar la geografía, el saber geográfico y las prácticas que la constituyen o implementan, deja de
lado algunas antiguas y recurrentes cuestiones y propone otras. ¿Para qué sirve la geografía, cuál es su
función social, posee otra utilidad que no sea la de dar clases de geografía? ¿Qué es la geografía? ¿Es una
ciencia? Evita el ardil positivista del objeto específico de estudios a ser delimitados y entra en el terreno de la
praxis de los geógrafos: al papel político-estratégico de ese saber geográfico. Proporciona a su
cuestionamiento que la geografía sirve en primer lugar para hacer la guerra, o sea para fines político-militares
sobre (y con) el espacio geográfico, para producir/ reproducir ese espacio en vistas (y a partir) de las luchas
de clases, especialmente como ejercicio de poder. Poco importa que sea o no una ciencia. Los conocimientos
geográficos siempre fueron un saber estratégico, un instrumento de poder ligado a las prácticas estatales y
militares, la geopolítica sería una realidad, lo amargo de la geografía. Hay dos formas de geografía en la
interpretación de Lacoste: aquella de los investigadores universitarios, de los profesores, de las tesis y
monografías, de las lecciones de aula, y de los libros didácticos, la turística, de los medios de comunicación, y
de las enciclopedias. Esta geografía es del S. XIX y sirve como discurso ideológico de mistificación del
espacio para escamotear la importancia estratégica de saber pensar el espacio y en él organizarse. La otra
forma de hacer geografía es la fundamental, practicada por los Estados mayores, por las grandes empresas
capitalistas, por los aparatos del Estado: es la más antigua, coevo de la organización societaria con el poder
político instituido como Estado. Tenemos que asumir nuestra función de estrategas, de saber pensar el
espacio, para en él poder actuar más eficientemente en la perspectiva de una resistencia popular contra la
dominación. El propósito de este libro es incorporar lo político en el abordaje de la geografía: no se trata de
política, pero sí de político. La política sugiere lugares teóricos o hechos instituidos con inteligibilidad
presupuesta. Lo político pretende dar cuenta de lo instituyente e indeterminado del poder como relación social
que va más allá de las ideas, símbolos o prácticas engendradas a partir del Estado o de los partidos políticos:
comprenden el mundo para transformarlo, pensar el espacio para que en él se pueda luchar de manera más
eficaz. Lacoste se revela un heredero de continuar con la geograficidad (analogía de historicidad) se define
con referencia a cartografía, a noción de escala. Todo lo que es real es racional y todo lo que es racional es
real: el espacio geográfico puede ser mapeado, delimitado con precisión sobre el terreno y definirlo en
términos de escala geográfica. La metodología lacosteana es ver el espacio con un prisma empírico-
cartográfico, propone la espacialidad diferencial y diferentes órdenes de grandezas en términos de escalas de
los fenómenos espaciales. En ese acto de identificación de lo geográfico a lo cartografiable entra en el campo
de lo político y denegando importantes aspectos de las relaciones de dominación. El texto es de lectura
obligatoria para todos aquellos que se preocupan por la historia de los conocimientos geográficos, la
enseñanza de la geografía, por el espacio como dimensión material de los entrelazados dispositivos de poder
y dominación. El texto original de 1976 tiene una influencia de Foucault y Althusser, en 1978 se tradujo al
portugués y hubo una versión “pirata” con miles de copias por el interés que la obra despertó. En 1982
Lacoste reelaboró varios puntos en la 2° edición francesa y en la 3° edición de 1985, donde se aleja de
Althusser y se acerca a Marx y a una práctica política característicamente stalinista. Desde que llegó hace 10
años el libro, los geógrafos brasileros se confrontaron entre los tradicionalistas y adeptos a una nueva
geografía crítica. Las ideas lacosteanas proporcionaron una renovación y tentativas de construcción de un
saber geográfico comprometido con las luchas sociales por una sociedad más justa y democrática. Se revela
cada vez más plural y los lectores tienen que examinar el libro con espíritu crítico.
Moraes, A. C. R. (1993) Geografía. Pequena Historia crítica. Ed. HUCITEC, São Paulo Caps. 5 y 6 Vidal
de La Blache y la Geografía Humana: La otra gran escuela de la Geografía, que se opone a las posiciones de
Ratzel, es la francesa, y tiene su principal exponente en Paul Vidal de La Blache. Para comprender el proceso
de eclosión del pensamiento geográfico en Francia y el tipo de reflexión que éste engendró, es necesario
delinear los trazos generales del desarrollo histórico francés en el siglo XIX, y en especial la coyuntura de la
Tercera República y el conflicto de intereses con Alemania. Francia fue el país que realizó, de forma más
pura, una revolución burguesa. Francia había conocido una unificación precoz, que ya databa de algunos
siglos; la centralización del poder estaba garantizada por la práctica de la monarquía absoluta. Esto había
propiciado la formación de una burguesía sólida, con aspiraciones consolidadas, y con una acción nacional.
Esta clase formuló y comandó una transformación radical del orden existente, implantando el dominio total de
las relaciones capitalistas. Napoleón Bonaparte completó este proceso de desarrollo del capitalismo en
Francia, el cual tuvo su punto de ruptura en la Revolución Francesa, que barrió del cuadro agrario de este
país todos los elementos heredados del feudalismo. En este movimiento, la burguesía actuó como clase
revolucionaria, levantándose contra la estructura social existente y formulando un proyecto hegemónico, que
aglutinaba los intereses del conjunto de la sociedad. En ese proceso, el pensamiento burgués generó
propuestas progresistas, instituyendo una tradición liberal en el país (ésta va a expresarse en algunas
posturas defendidas por la Geografía francesa). El carácter revolucionario de la vía de desarrollo del
capitalismo, en Francia, amplió la representación y el espacio de la acción política. Trajo a la arena política a
los sectores populares de la sociedad. Con la consolidación del dominio burgués, tal característica de masas
de la política va a producir un recrudecimiento de la lucha de clases en este país, la cual alcanzará formas
agudas desconocidas hasta entonces. Por esta razón, Francia fue la cuna del socialismo militante, y el lugar
donde el carácter clasista de la democracia burguesa se reveló primero. Las jornadas de 1848 y de la
Comuna de París, y sus sangrientas represiones, significaron la caída de la máscara de la dominación
burguesa, reflejando el fin de la fase heroica de esta clase, que ahora era dominante y luchaba para mantener
el poder del aparato de Estado. Los ideales y las propuestas liberales y progresistas, forjadas en la fase
revolucionaria, desaparecen frente a los imperativos autoritarios demandados por la manutención del status
quo. No obstante, son mantenidos en el discurso como vehículos ideológicos. Se forma así una ideología de
la defensa de las libertades formales, pero subyugada al orden. La ciencia cumplió un papel importante en ese
movimiento ideológico. Fue puesta como distante de los intereses sociales, en un manto de neutralidad. Y a
través de esa pretendida objetividad legitimó doctrinas autoritarias del orden. Así, Francia fue un país que
demostró, del modo más claro, las etapas de avance, dominio y consolidación de la sociedad burguesa. En la
segunda mitad del siglo XIX, Francia, Alemania, aún Prusia, disputan la hegemonía en el control continental
de Europa. Había, entre estos dos países, un conflicto de intereses nacionales, una disputa entre
imperialismos. Tal situación culminó con la guerra franco-prusiana, en 1870, en la que Prusia salió vencedora.
Francia pierde los territorios de Alsacia y Lorena, vitales para su industrialización, pues en ellos se localizaban
sus principales reservas de carbón. En el contexto de la guerra, cayó el Segundo Imperio de Luis Bonaparte,
ocurrió el levantamiento de la Comuna de París, y, sobre sus ruinas, se irguió, con el beneplácito prusiano, la
Tercera República Francesa. Fue en ese período que la Geografía se desarrolló. Y se desarrolló con el apoyo
deliberado del Estado francés. Esta disciplina fue colocada en todos los programas de enseñanza primaria, en
la reforma efectuada por la Tercera República. Fueron creadas en esa época las cátedras y los institutos de
Geografía. Todos estos hechos demuestran el interés del Estado en el desarrollo de tales estudios. Este
interés proviene de consecuencias de la misma guerra. La guerra había hecho surgir la necesidad, para la
clase dominante francesa, de pensar el espacio, de hacer una Geografía que deslegitimase la reflexión
geográfica alemana y, al mismo tiempo, proporcionase fundamentos para el expansionismo francés. La
Geografía de Ratzel legitimaba la acción imperialista del Estado. Era menester, combatirla el pensamiento
geográfico francés nació con esta tarea. El principal artífice de esta empresa fue Vidal de La Blache, quien
publicó sus obras en las últimas décadas del siglo pasado (XIX) y en las primeras del actual (XX), fundó la
escuela francesa de Geografía y desplazó hacia este país el eje de la discusión geográfica, hasta entonces
situado en Alemania. La Geografía de Vidal de la Blache sólo será comprensible en relación a la coyuntura de
la Tercera República, al antagonismo con Alemania, y a la particularidad del desarrollo histórico de Francia.
Ambos vehiculizaron, a través del discurso científico, al interés de las clases dominantes de sus respectivos
países. Por haber sido diferentes las vías de desarrollo capitalista en Alemania y en Francia (luego, las
propias clases dominantes) fueron diferentes las formas y los contenidos de esos discursos. La propuesta de
Ratzel exprimía el autoritarismo, que atravesaba a la sociedad alemana; el agente social privilegiado en su
análisis era el Estado, tal como en la realidad que vivía este autor. La propuesta de Vidal manifestaba un tono
más liberal, consonante con la evolución francesa, y su análisis partió del hombre abstracto del liberalismo. A
partir de esta diferencia de tonalidad de las propuestas fueron tejidas las críticas de Vidal a la
Antropogeografía de Ratzel. Y que le permitió cumplir la función ideológica que estaba destinada a esta
disciplina por las clases dominantes francesas. Una primera crítica, efectuada por Vidal a las formulaciones de
Ratzel se refería a la politización explícita del discurso de éste. Esto es, recaía en el hecho de que las tesis
ratzelianas trataran abiertamente cuestiones políticas. Vidal, vistiendo una capa de objetividad, condenó la
vinculación entre el pensamiento geográfico y la defensa de intereses políticos inmediatos, blandiendo el
clásico argumento liberal de la “necesaria neutralidad del discurso científico”. Con esta postura, atacó
directamente el carácter apologético del expansionismo alemán, contenido en las formulaciones de Ratzel.
Esto no quiere decir, como se verá en seguida, que la Geografía vidaliana no encerrara una legitimación
ideológica de los intereses franceses. Apenas esta vinculación era más disimulada, los temas políticos no
eran tratados directamente, la legitimación del imperialismo francés era más mediatizada y sutil. En realidad,
Vidal imprimió en el pensamiento geográfico el mito de la ciencia aséptica, proponiendo una despolitización
aparente del temario de esa disciplina. Esta posición de encubrir el contenido político de la ciencia, se originó
en el retroceso del pensamiento burgués (después de la instalación de una clase en el poder) temeroso del
potencial revolucionario del avance de las ciencias del hombre. Vidal reprodujo esta des-socialización del
saber, que es en verdad una forma de descomprometerlo con la práctica social y de disimular su contenido
ideológico. En fin, este fue un primer front con la Geografía alemana. Temas como el del espacio vital fueron
duramente criticados a partir de esta óptica, y a través de ellos, el propio expansionismo germánico.
Entretanto, la Geografía francesa que abominaba la Geopolítica va a crear una especialización denominada
Geografía colonial. Otra crítica de principio a las formulaciones de Ratzel radicó en su carácter naturalista.
Vidal criticó la minimización del elemento humano, que aparecía como pasivo en las teorías de Ratzel. En
este sentido, defendió el componente creativo (la libertad) contenido en la acción humana, que no sería
apenas una respuesta a las imposiciones del medio. Así, valorizó la Historia, valiéndose de su condición
académica de historiador. Aquí, residió sin duda la contribución más importante de Vidal de La Blache para el
desarrollo del pensamiento geográfico. Entretanto, a pesar de aumentar la carga humana del estudio
geográfico, este autor no rompió totalmente con una visión naturalista, pues dice explícitamente: “La
Geografía es una ciencia de los lugares, no de los hombres”. De esta forma, lo que interesaría al análisis sería
el resultado de la acción humana en el paisaje, y no ésta en sí misma. De cualquier modo, este fue un
segundo punto de crítica al pensamiento de Ratzel. Una tercera crítica de Vidal a la Antropogeografía,
derivada de la anterior, atacó la concepción fatalista y mecanicista de la relación entre los hombres y la
naturaleza. Así, tocaba directamente la idea de la determinación de la Historia por las condiciones naturales.
Vidal va a proponer una postura relativista, en el trato de esa cuestión, diciendo que todo lo que se refiere al
hombre “está mediado por la contingencia”. Esta posición, aceptada por sus seguidores, hizo que la Geografía
francesa abandonase cualquier intento de generalizar. En la crítica al determinismo naturalista de Ratzel, la
propuesta de Vidal negó la propia determinación. A partir de estos tres puntos, Vidal de La Blache construyó
su propuesta de Geografía. En torno a sus formulaciones, se articuló lo que sería la escuela francesa de
Geografía. En ese período y con este autor, surgió una Geografía con una nueva visión, que buscaba ir más
allá de las enumeraciones exhaustivas y de los relatos de viajes. En términos de otros autores, debe darse un
relevo a la figura de Elisée Reclus, menos por sus formulaciones que por su compromiso político, único entre
los geógrafos. Reclus fue un militante anarquista, que perteneció a la Primera Internacional y participó de la
Comuna de París. Entretanto, sus obras, Geografía Universal, publicada en diecinueve volúmenes, y La Tierra
y el Hombre, en cuatro volúmenes, fueron poco revolucionarias en términos de método y propuesta. Más allá
de esto, Reclus vivió gran parte de su vida exiliado teniendo así poca influencia en la evolución de la
Geografía francesa. Otros autores contemporáneos a Vidal, como Levasseur, también deberían ser
recordados. Pero indudablemente, es a partir de la producción de La Blache que se articuló la Geografía
francesa. Vidal de la Blache definió el objeto de la Geografía como la relación hombre-naturaleza, desde la
perspectiva del paisaje. Colocó al hombre como un ser activo, que sufre la influencia del medio, pero que
actúa sobre éste, transformándolo. Observó que las necesidades humanas son condicionadas por la
naturaleza, y que el hombre busca soluciones para satisfacerlas en los materiales y en las condiciones
ofrecidas por el medio. En este proceso, de cambios mutuos con la naturaleza, el hombre transforma la
materia natural, crea formas sobre la superficie terrestre: para Vidal, es ahí que comienza la “obra geográfica
del hombre”. Así, en la perspectiva vidaliana, la naturaleza pasó a ser vista como posibilidades para la acción
humana; de ahí el nombre de Posibilismo dado a esta corriente por Lucien Febvre. La teoría de Vidal
concebía al hombre huésped de varios puntos de la superficie terrestre, que en cada lugar se adaptó al medio
que lo envolvía, creando, en la relación constante y acumulativa con la naturaleza, un acervo de técnicas,
hábitos, usos y costumbres, que le permitieron utilizar los recursos naturales disponibles. A este conjunto de
técnicas y de costumbres, construido socialmente, Vidal lo denominó “género de vida”, lo cual revelaría una
relación entre la población y los recursos, un situación de equilibrio, construida históricamente por las
sociedades. La diversidad de los medios explicaría la diversidad de los géneros de vida. Vidal argumenta que,
una vez establecido, el género de vida tendería a las reproducciones simples, es decir, a reproducirse siempre
de la misma forma (por ejemplo, una sociedad con escasos recursos disponibles, crearía normas sociales -
tabúes alimentarios, infanticidio, etc.- para mantenerse en equilibrio). Entretanto, algunos factores podrían
actuar imponiendo un cambio en el género de vida. Relaciona un primer lugar la posibilidad de agotamiento de
los recursos existentes; esto impulsaría a la sociedad a migrar, o a buscar un mejoramiento tecnológico,
cuando la posibilidad de migración estuviese restringida por barreras naturales. Para Vidal, cuando una
sociedad migraba hacia un medio más rico, poseyendo un género de vida forjado en condiciones más
adversas, adquiriría la posibilidad de generar un excedente, por la mayor productividad con el uso de las
mismas técnicas en el medio más rico. Otro factor de transformación de los géneros de vida sería el
crecimiento poblacional; éste podría impulsar a la sociedad a buscar nuevas técnicas, o llevarla a dividir la
comunidad existente y a crear un nuevo núcleo, generando así un proceso de colonización. Finalmente, el
contacto con otros géneros de vida fue destacado por Vidal como un factor de mutación. Para él, en realidad,
éste sería el elemento fundamental del progreso humano. En su visión, los contactos generarían
organizaciones más ricas, por la incorporación de nuevos hábitos y nuevas técnicas. Los puntos de
convergencia (las ciudades, por ejemplo) de las comunidades serían verdaderas “oficinas de civilización”. Así,
los géneros de vida se difundirían por el Globo, en un proceso de enriquecimiento mutuo, que llevaría
inexorablemente al fin de los localismos. Al área comprendida por un género de vida común, englobando
varias comunidades, Vidal de La Blache la denominó “dominio de civilización”. A la Geografía le cabría
estudiar los géneros de vida, los motivos de su mantenimiento o transformación, y su difusión, con la
formación de los dominios de civilización. Todo esto teniendo en cuenta las obras humanas sobre el espacio,
es decir, las formas visibles, creadas por las sociedades en su relación histórica y acumulativa con los
diferentes medios naturales. Ya en esa breve exposición de la concepción del objeto geográfico, para Vidal de
La Blache, es posible observar el sutil argumento que, en un mismo discurso, critica al expansionismo
germánico, al mismo tiempo que resguarda una legitimación de la acción colonial francesa. Las fronteras
europeas definirían dominios de civilización, sólidamente firmados por siglos de historia. Así, cualquier
tentativa de no respetarlas significaría una agresión, en la medida en que estos límites serían fruto de un largo
proceso de civilización. Nótese que la acción imperial francesa no se concentraba en Europa; era
principalmente un expansionismo colonial, que tenía por espacio a Asia y África. Aquí se criticaba la
expansión alemana. Por otro lado, estos dos últimos continentes abrigarían sociedades estancadas, inmersas
en el localismo, “comunidades vegetando lado a lado”, sin perspectivas de desarrollo. Aquí el contacto sería
necesario para romper este equilibrio primitivo. Al definir el proceso como fruto de relaciones entre sociedades
con géneros de vida diferentes, en un proceso enriquecedor, Vidal de La Blache abrió la posibilidad de hablar
de la “misión civilizadora del europeo en África”. Y así, legitimar la acción colonialista francesa. De esa forma,
una legitimación indirecta, donde el tema de la expansión y del dominio territorial (así como los demás asuntos
directamente políticos) no son siquiera mencionados. En términos de método, la propuesta de Vidal de La
Blache no rompió con las formulaciones de Ratzel, sino antes una continuación de éstas. Las únicas
diferencias residirían en aquellas cuestiones de principio ya discutidas. Vidal era más relativista, negando la
idea de causalidad y determinación de Ratzel; así, su enfoque era menos generalizador. Por lo demás, el
fundamento positivista aproxima las concepciones de los dos autores, y vinculado a esto, la aceptación de una
metodología de investigación propia de las ciencias naturales. Vidal, más que Ratzel, hostilizó al pensamiento
abstracto y al raciocinio especulativo, proponiendo el método empírico-inductivo, según el cual sólo se
formulan juicios a partir de los datos de la observación directa, considerando a la realidad como el mundo de
los sentidos, limitándose la explicación a los elementos y procesos visibles. La Blache propuso el siguiente
camino para el análisis geográfico: observación de campo, inducción a partir del paisaje, particularización del
área enfocada (en sus trazos históricos y naturales), comparación de las áreas estudiadas y del material
levantado, y clasificación de las áreas y los géneros de vida, en “series de tipos genéricos. Así, el estudio
geográfico, en la concepción vidaliana, culminaría con una tipología. Vidal de La Blache acentuó el propósito
humano de la Geografía, vinculando todos los estudios geográficos a la Geografía Humana. Entretanto, ésta
fue concebida como un estudio del paisaje; de ahí, que el hombre interesa por sus obras y en cuanto
contingente numérico, presente en una porción de la superficie terrestre. La Geografía vidaliana habla de
población, de agrupamiento, y nunca de sociedad; habla de establecimientos humanos, no de relaciones
sociales; habla de las técnicas y los instrumentos de trabajo, pero no de proceso de producción. En fin,
discute la relación hombre-naturaleza, no abordando las relaciones entre los hombres. Es por esta razón que
la carga naturalista es mantenida, a pesar de la apelación a la Historia, contenida en su propuesta.
Raffestin, C. (1993) Por una Geografía do Poder. Ed. Ática, São Paulo. Caps. 1; 2 y 3. Capítulo 1 Crítica
de la Geografía Política Clásica. I.- Surgimiento de la geografía política: Raffestin habla de los intentos de
establecer una genealogía de la geografía política. Postula que hay una posible epistemología de la geografía
debido a la búsqueda de leyes cuantitativas o no, como cualquier otra ciencia. La motivación del autor es
justamente la línea establecida por Ratzel en 1897 con su geografía política, al considerarlo una concepción
nomotética y un momento epistemológico. Ratzel se encontraba en medio de dos corrientes, una de
pensamiento naturalista y otra de pensamiento sociológico. No se le puede reprochar la naturalización de la
geografía política, ya que, a pesar de haber comparado al estado con un organismo desarrollado, reconoce
que esto no dio sus frutos. A su vez, al hablar de Estado, Circulación, y Guerra, manifiesta una perspectiva
socio-política no compatible con la biología y sus métodos. La influencia de Ratzel se puede notar tanto en la
Escuela Alemana como en todas las demás escuelas de geografía, no por ser sus seguidores, sino por
establecer una serie de conceptos clave. Parte de la idea de la relación estrecha entre el suelo y el estado, ya
que el elemento formador de éste último fue el enraizamiento en el suelo de las comunidades que explotan los
potenciales territoriales. Para realizar este análisis debió valerse de los historiadores. En la evolución del
estado, Ratzel percibe el rol y la influencia de las representaciones geográficas, la religión y las ideas
nacionales. Considera también a las fronteras como órganos periféricos del estado, por lo que le da
importancia a las zonas de contacto (tierra-mar), junto con la importancia del estudio de la población y la
circulación (movimiento de los seres y de las cosas). Debido a estos conceptos, se puede decir que el
pensamiento actual de la geografía política se basa en gran parte en lo expuesto por Ratzel, derivando en un
trabajo de reproducción y actualización de contenidos, pero sin creación, basando casi todo en el concepto de
estado ratzeliano. Este estado es el llamado Estado Moderno o Estado Nación, con lo que Ratzel define a la
geografía como una de sus “conformaciones históricas posibles a través de las cuales una colectividad afirma
su unidad política y construye su destino”, diciendo también que la autoridad es sinónimo de Estado, como si
fuera el único lugar de poder. Es pensamiento tan cerrado puede deberse a la influencia hegeliana típica de la
Alemania del siglo XIX, aunque Ratzel no lo diga explícitamente, se puede notar cuando dice que “El estado
es la realidad en acto de la Idea moral objetiva”. Cabe resaltar que Lefebvre afirma que es Hegel quien
establece un vínculo racional ente el pueblo, la nación y el Estado, a diferencia de otros filósofos. Sin
embargo, Ratzel crea, sin intención, la geografía del Estado Totalitario, al afirmar esta idea del estado como
única fuente de poder. Las guerras, un choque entre dos poderes, serían guerras entre estados, mientras que
las revoluciones, es decir, el cuestionamiento del estado, no tienen su lugar en el sistema. Ninguna de las
escuelas de geografía cuestionaron esta ecuación de estado = poder. Este estado crea una jerarquía de
niveles para organizar, controlar y gestionar su territorio y la población, estableciendo una escala. Raffestin se
pregunta si algo ha cambiado desde Ratzel, y si se está frente a una verdadera geografía política o si aún
seguimos frente a una geografía del poder.

II. ¿Geografía política o geografía del estado? Raffestin dice que “una verdadera geografía no puede ser
sino una geografía del o de los poderes”. Si se considera al poder como algo político, éste no tiene por qué
refugiarse sólo en el estado. Esto quiere decir que el poder político es congruente con toda forma de
organización. La escuela alemana puso el acento en la tendencia ratzeliana, por lo que nos encontramos con
una geografía del estado y no frente a una geografía política que daría lugar a formas de poder político
separadas del estado. Raffestin toma a algunos autores de la escuela alemana como Maull, determinista, que
formula leyes como la de la variabilidad de las relaciones entre la naturaleza y el ser humano, la ley de
desarrollo y la ley de la unidad de los efectos geográficos. A otro autor, Kjellen, le atribuye el término
geopolítica, que prepara la mundialización del estado. Ésta es una ciencia del estado concebido como un
organismo geográfico en constante movimiento. Otro autor, Haushofer, elaboró el pensamiento geográfico del
estado nazi durante los años 30, marcando a la geopolítica como una geografía aplicada al estado. Esta mala
fama la llevó a un largo estancamiento temporal, sólo recuperado luego por la escuela alemana con una
geografía del estado, sobre todo con las últimas obras de Schwind. Como reacción a este resurgimiento, se
funda la escuela francesa, siendo mucho más discreta en sus manifestaciones, sobre todo debido a que uno
de sus exponentes, Vidal de la Blanche, no elaboró obras sino artículos dispersos. La corriente vidaliana
generó una crisis en el pensamiento geográfico al relativizar la relación hombre-suelo. Camille Valaux, uno de
los afectados, rechaza el determinismo, afirmando que la geografía debe estudiar las consecuencias de los
agentes naturales en la evolución de los estados y la historia. Esta crisis vidaliana desembocó en el
posibilismo, manteniendo la idea de necesidad tomada del determinismo. Raffestin menciona a otras escuelas
y autores, como Gottman, que incluye a la historia, ciencia política y geografía. Los norteamericanos y
británicos tallaron el concepto de potencia, como la fórmula de Mackinder de la dominación del World Island
(Europa-Asia-África) como forma de dirigir el mundo. Bowman, por otro lado, menciona a la veta de los World
Political Pattern, sacrificando la geopolítica y afirmando lo natural de las pretensiones territoriales de los
países. La escuela italiana, en cambio, siguió con la idea del estado como única fuente del poder. En
resumen, la geografía del siglo XX fue una geografía del estado, debido a la penetración de la política en toda
la sociedad y marcando el triunfo del Estado.

III El lenguaje de la geografía del estado El estado del que habla Raffestin es el Estado-nación, surgido de
la revolución francesa. No todos los estados son estado-nación, ya que si el estado se considera la expresión
política de la nación, el Estado se define como ser político. Citando a Muir, la existencia del estado reside
cuando “una población instalada en un territorio ejerce su propia soberanía.” Por lo tanto, se consideran 3
aspectos que caracterizan al estado: población, territorio y autoridad, de los cuales deriva toda la geografía del
Estado. El territorio: Existen los códigos sintácticos y los códigos semánticos. El sintáctico está conformado
por la dimensión, forma y posición, basándose en la morfología del territorio. Esta concepción nunca fue
aprovechada del todo en la geografía clásica, aunque sí se reflejaba en algunos estados como Brasil, que sus
disputas fronterizas estuvieron marcados por la preocupación de la dimensión territorial. Los códigos
semánticos, en cambio, fueron siempre utilizados por la geografía política clásica para definir si los Estados
eran grandes o pequeños, insulares o peninsulares, marítimos, fragmentados, etc. Éstos son códigos
estáticos que obedecen a ciertos intereses y estrategias, producto de las relaciones de poder. El problema de
estos códigos fue su mal utilización, ya que era más sencillo utilizar los sintácticos que los semánticos. La
utilización estratégica del territorio siempre es geométrica (sintáctica), sin conceptualizarla, sólo viendo su
representación. Por otro lado, se dice que las core areas, es decir, las células a partir de las cuales los
estados se habrían desarrollado, no siempre existen. Las capitales y las fronteras también corresponden al
ámbito semántico, volviéndose puntos clave en el caso de las capitales, y regiones claves en el caso de las
core areas. Sin embargo, también son creaciones de las relaciones de poder. Estos códigos apuntan a
señalar el poderío del estado, pero la geografía termina produciendo sólo índices que no siempre se
corresponden con estrategias reales.

Población: El lenguaje está compuesto por signos específicos: cantidad (densidad en el caso de dimensión),
distribución, estructura (posición como situación del recurso), composición (homogeneidad favorable para el
estado vs heterogeneidad desfavorable). Se considera a la población como un recurso. Todos estos signos
sirven para identificar a la población como un factor potencial de poder. En la geografía del estado, la
población es concebida y no vivida, solo es parte del proceso del estado. No se la identifica, sino que se
define y se expresa un potencial.

Autoridad: Raffestin también habla del origen de la autoridad, si proviene del consenso democrático o cuál es
el origen del estado. Sobre esto último, afirma que luego de Ratzel todo el lenguaje de la autoridad fue forjado
alrededor del estado. Sin embargo, éste no es la única forma política, sino que tiene un lugar privilegiado. El
problema de la geografía política es no haber visto una alternativa al estado como único poder.
Cadena Montenegro, J. L. (2006) “La geopolítica y los delirios imperiales. De la expansión territorial a
la conquista de mercados” José Luis Cadena Montenegro: Geógrafo y politólogo, profesional en Ciencias
Militares, magíster en Ciencia Política, Universidad de los Andes; magíster en Planeación Socioeconómica,
Universidad Santo Tomás; magíster en Geografía y Ordenamiento Territorial, convenio uptc-icac. Doctor en
Geografía, especialidad en Geopolítica, Universidad Nacional Autónoma de México. Catedrático universitario,
consultor internacional en Defensa y Seguridad. Resumen: Este artículo está orientado a la explicación de
manera breve del concepto Geopolítica, su origen, su desarrollo, sus escuelas y su impacto a principios del
siglo XX. Se pretende que cualquier lector, sin conocimientos geográficos, encuentre la importancia de esta
nueva ciencia en la vida de las naciones. El proceso de globalización está permitiendo que la teoría sobre la
supervivencia de los estados, altere de manera importante las relaciones económicas, anteponiéndolas a los
intereses políticos. Pero también la acumulación de grandes capitales por compañías transnacionales, hoy
parece una nueva forma de hacer Geopolítica. El artículo forma parte de una investigación de alcance mayor
sobre las nuevas prácticas de esta ciencia que se encuentran en pleno desarrollo al iniciar el siglo XXI.
INTRODUCCIÓN: Se exponen los principales elementos teóricos de la geopolítica, como contribución
al renacimiento de esta ciencia que retoma su dinámica con la globalización. La importancia el tema radica en
que su práctica al inicio del siglo XX favoreció la extensión territorial de algunos estados y hoy se presenta
como forjadora de verdaderos imperios económicos “Geopolítica es el estudio de la influencia del espacio
geográfico sobre los estados y su política". Con frecuencia se identifica con la geografía política, de más
amplio contenido. La Geopolítica nace de las ciencias políticas y de la geografía política ,es una ciencia
dinámica que estudia la influencia de los factores históricos, políticos, sociales y económicos en la vida y
proyección del estado y sus conclusiones son de tipo político; es útil para deducir necesidades y determinar
los objetivos del estado con miras a mantenerlo o como forma de alcanzarlos y para esto se basa en la
geografía política. La geografía política es ciencia madre de la geopolítica y hace parte de la
ciencia geográfica; es una ciencia estática que estudia la tierra como hábitat del hombre en un momento dado
y sus conclusiones son geográficas. Tres formas distintas dieron origen al renacimiento de la Geopolítica:

1. El término geopolítica se empezó a utilizar para referirse a la rivalidad global en la política mundial y su
etimología ha sido aprovechada para referirse a un proceso general de organización para lograr que
exista un equilibrio de poder.
2. la aparición de una geopolítica moderna, investigando entre otros temas la geografía de la guerra y de la
paz. La geopolítica todavía se presenta como rival de la geografía política.
3. La guerra fría involucró grupos de presión pro-militares y neoconservadores que utilizando argumentos
de la geopolítica, la aprovecharon en favor suyo para tratar de balancear los espacios de poder,
4. Existen dos tradiciones intelectuales en el estudio de las relaciones internacionales, ligadas a la
geopolítica y constituyen lo que se ha denominado el realismo y el idealismo, habiendo predominado la
primera. Estas teorías enfatizan que el Estado permanentemente se encuentra en situación
de inseguridad y recomiendan la adopción de diversas medidas que se inscriben en una política de
poder, que significa que los estados más fuertes impongan su voluntad a los más débiles.
La geografía fue factor importante en la guerra desde que el hombre existe; de igual manera, explica
el interés especial de los militares del mundo por incluir en sus programas académicos, nociones y
especialidades en geografía. El auge de la geopolítica alemana tuvo entonces como objetivo la revisión del
Tratado de Versalles justificando esta actitud mediante el uso del término espacio vital, original de Friedrich
Ratzel, con el cual argumentaba que los problemas de Alemania se debían a que tenía unas fronteras injustas
que la aprisionaban y por lo tanto era conveniente su expansión.
LAS TEORÍAS GEOPOLÍTICAS Y LA EXTENSIÓN TERRITORIAL: Las teorías del dominio del corazón de la
tierra, del dominio del mar y del dominio del espacio aéreo, hicieron que la geopolítica mostrara en toda su
plenitud una importancia vital por cuanto a través de ellas, eran los diferentes espacios los factores
preponderantes en las relaciones de poder. Hoy se afirma que la globalización a través de los negocios que
realizan las empresas transnacionales, permite traspasar fronteras sin que se presenten los delicados
problemas de las relaciones internacionales entre los supuestos agredidos y agresores. Teorías geopolíticas:
a. El mar y la teoría de Mahan: Esta teoría consistía en que la nación que quisiera conquistar el mundo
debería ser rica y esa riqueza la lograría por medio de una gran industria, la cual tendría que abastecerse de
materias primas traídas por una marina eficiente que a su vez llevaría los productos manufacturados a los
principales centros del comercio, trazando así una especie de figura cerrada en movimientoconstante.
"Dominio Terrestre es el control político y militar sobre el heartland; pero si se posee también el control de los
mares, su dominio puede ser universal". líneas de navegación pasarían muy cerca de lugares donde estarían
en peligro de ser interceptadas cuando llegasen abastecerse el agua, alimentos, combustibles o productos
naturales y para evitar ese contratiempo no era factible otro sistema de defensa que adueñarse de esas bases
por medio de tratados o por la fuerza. Inglaterra estableció para ello varios ejes de navegación que se fueron
apoderando de determinados puertos, islas o estrechos y fue así como 16 sitios cayeron bajo ese dominio:
Gibraltar, Malta y Suez sobre el Mediterráneo; Terranova, Jamaica y las islas Flakland o Malvinas en América,
etc. Siglos después, se reúnen periódicamente algunos países con la Gran Bretaña para lograr que les sean
devueltos los territorios que les arrebataron desde los tiempos de su predominio y una cruenta guerra libró
Argentina en 1.982 por recuperar las Malvinas, con resultados negativos.
b. La tierra y la teoría de Mackinder: Las líneas férreas habían avanzado técnicamente y se adivinaba la
tendencia a formar continentes compactos. El globo era el medio único para lograr la conquista mundial; era
esa mitad seca donde se encontraba lo grande que había hecho el hombre, la cultura, la riqueza, la ciencia y
donde se hallaban también los elementos dominantes de la humanidad; sostenía de igual forma que
los medios o elementos que en esa época existían en cuanto a comunicaciones, permitían llegar a los puertos
oportunamente fuerzas suficientes para alejar a los barcos que a ellos arribaran Mackinder formuló la ley que
lleva su nombre: 1. "El que domine la Europa Central, controlará el corazón mundial. 2. El que controle el
corazón mundial, dominará la isla mundial. 3. El que domine la isla mundial, dominará el mundo. La
geopolítica "es el planeamiento de la seguridad política de un país en términos geográficos". Los dos términos
fundamentales, para él son espacio y tiempo. Por espacio entendía la localización del Estado que variaba
con el crecimiento o decrecimiento de los centros mundiales de poder o con el crecimiento o decrecimiento de
las grandes potencias que tenían relación con el Estado. Por el tiempo geopolítico entendía el poder del
estado en comparación con los demás.
c. El aire y la teoría de Reigner: RobertHutchingsGoddar advirtió que las especulaciones relacionadas con el
dominio del globo por medio del aire juegan un papel de importe, especialmente en estos momentos en que el
hombre empezó a dar sus primeros pasos en el dominio del espacio (atmosférico. Un hecho que empeora
tremendamente la situación es la explosión demográfica que aumenta las posibilidades de muerte en forma
incalculable. Hoy, el fenómeno de la guerra no se desarrolla a campo abierto sino que tiene a la ciudad como
su gran objetivo, debido a que la tendencia de la gente a agruparse en las grandes ciudades permite a los
medios actuales destruir una urbe millonaria en pocos segundos. Ya que las vías aéreas son más cortas y
aptas para la sorpresa y las que ofrecen mayores dificultades a la defensa y se llegaría de acuerdo a lo
indicado por Ratzel a que en la tierra solo hay lugar para una gran potencia. El ataque del 11 de septiembre
de 2.001 a las torres gemelas en New York dio la razón a Reigner y a Ratzel, pues una operación corta,
sencilla y de bajo costo en términos económicos, comparada con los medios convencionales, causó miles de
muertos y despertó la furia del gobierno de los Estados Unidos, iniciándose una campaña militar de gran
escala fundamentada en la guerra preventiva contra el terrorismo Así entonces, las tres teorías esbozadas
someramente implican el apoderamiento de un espacio ya sea sobre la superficie terrestre, el mar o el
espacio aéreo con el objetivo específico de dominio total porque el poder siempre se ha fundamentado en el
espacio.
Clasificación de la Geopolítica
El objeto de estudio de la geopolítica está constituido por las relaciones entre los factores geográficos,
sociológicos, económicos, políticos, con las instituciones políticas y la vida del estado. Otras clasificaciones de
la geopolítica están dadas por su interpretación conforme a la escuela que se trate:
La escuela alemana, orientada por Friedrich Ratzel, Karl Haushofer y Rudolf Kjellen se considera organicista
y determinística por el espacio y la particular situación de las ambiciones de la nación alemana en el pasado.
La escuela inglesa de Mackinder, fundamentada en el dominio del mundo a través de la repartición del mar y
de la tierra, con el presupuesto de que la nación que tenga este doble poder y se sustente en una masa
terrestre considerable orientada por el Heartland, será la dueña del universo. Fue Mackinder quien hizo los
esquemas geopolíticos trascendentales y audaces que inspiraron a toda la escuela alemana (
La escuela norteamericana representada principalmente por el Almirante Mahan, Dorpalan, Weiger y
Spikman principalmente, enfocada a desvirtuar la geopolítica alemana y a mantener la vigencia de la
geografía política, confundiéndola con la geopolítica, pero de todas formas, creadora de métodos didácticos y
analíticos.
La escuela francesa de Vidal de la Blache, investiga no solo la influencia de los fenómenos geográficos en la
vida del estado sino otros, especialmente basados en la actividad humana, en la capacidad del hombre para
modificar la geografía y aún, el ambiente.
La escuela soviética, un tanto desconocida en lo teórico pero que realmente, en la práctica guarda la
heredad expansionista de los zares y retoma la escuela alemana implementándola a la ideología
y praxis socialista, moldeada por la dialéctica y enriquecida por las conquistas logradas a partir de la Segunda
Guerra Mundial..
La escuela italiana, la geopolítica española languideció manteniéndose tan sólo en círculos militares. En la
época actual es desde los medios de comunicación y el periodismo que la geopolítica reaparece en forma de
opinión o como mera información; también desde las relaciones internacionales o desde la misma estructura
administrativa del estado español, la geopolítica reaparece con dinámica propia
La escuela brasilera, Inspirada en la orientación metodológica francesa, se dedica al estudio e investigación
de temas ligados directamente a la geografía brasilera, con preferencia a la geografía humana. Su
preocupación actual es la formación de geógrafos tropicalistas en razón a que las dos terceras partes del
mundo ocupan zonas tropicales. Su más importante exponente fue Milton Santos quien planteó la renovación
de la geografía
Relaciones de la Geopolítica con otras ciencias: En la actualidad la geopolítica recobra especial
importancia teniendo en cuenta que la globalización económica trasciende las fronteras nacionales e
internacionales a través de los intercambios comerciales. Es conveniente mostrar como la geopolítica se
relaciona con otras ciencias para cumplir con su objetivo:
Con la Geografía: Ya se anotó cómo la Geopolítica tuvo como ciencias madres a la Ciencia Política y a la
Geografía y es por esto que quien pretende estudiar geopolítica tendrá que poseer conocimientos geográficos,
especialmente en la rama de la geografía política
Con la Sociología: Si la Geopolítica estudia las relaciones hombre-suelo, o mejor, humanidad-territorio,
automáticamente queda de manifiesto la comprensión del medio social que habita y explota ese territorio. De
esta forma la Geopolítica se interrelaciona con la sociología para analizar las características de
la sociedad que conforma el Estado.
Con las Ciencias Económicas: Siendo la economía el fundamento del desarrollo de los estados, se
relaciona profundamente con la geopolítica. Los recursos naturales del territorio en especial los que más
influyen en los factores del poder, son de particular interés y análisis por cuanto permiten proyectar la vida del
estado.
Con la Historia: La Historia es el puntal de la Geopolítica, la cual fundamenta buena parte de sus estudios en
experiencias del pasado; la filosofía de la historia nos lleva a comprender cómo hay una serie de sucesos
humanos que se repiten uniformemente en ciclos de tiempo, sin que sean fruto del azar sino de principios
sociales y naturales, a los que se dedica con profundidad de análisis la geopolítica.
Con la Filosofía: El discurso humanístico de la filosofía en búsqueda de la verdad, implica el mejoramiento de
las condiciones de vida del ser objeto de su interés (el hombre) y por lo tanto, el determinismo ha sido
suavizado por la teoría social que trata de explicar el comportamiento humano desde ángulos diferentes al
entorno físico
Con las Ciencias Militares: Las conclusiones de la Geopolítica buscan encausar la conducción del estado
al mantenimiento y/o logro de sus objetivos políticos. Estos objetivos tienen por tanto la particularidad de ser
alcanzados por la vía pacífica o por la fuerza, aisladamente o en alianza con otros estados; es entonces
cuando entra en juego la estrategia militar para analizar su viabilidad de alcanzarlos a la luz de los medios
humanos y materiales de que dispone el estado o el bloque de estados y de las consideraciones geográficas
imperantes; así aparece como ciencia hermana o paralela de la geopolíticas la estrategia la rama de las
ciencias militares que tiene como fin la conducción general de la guerra y la organización defensiva de una
nación
CONCLUSIONES el principal inconveniente que ha tenido que sortear la geopolítica ha sido su interpretación.
Hoy el panorama es claro y posibilita resumir esas ideas en cuatro visiones principales:
1-La geopolítica es dinámica, mientras la geografía política es estática, Esta fue una de las primeras
interpretaciones de los geopolíticos anteriores a la Segunda Guerra Mundial. Según ellos, la geopolítica era
una nueva ciencia, o técnica o arte que se ocuparía de la política a nivel geográfico, pero con un abordaje
diferente de la geografía y dedicada principalmente a la acción y al poder, fue una visión adecuada en su
momento histórico.
2-La geopolítica es ideológica y por eso llegó a ser considerada un instrumento del nazi-fascismo o de los
estados totalitarios, mientras la geografía política es una ciencia. Esta fue la interpretación de algunos
geógrafos en los años 1.930 y 1.940, por ejemplo: A Tener y Leo Waibel.
3-La geopolítica sería la verdadera o fundamental geografía. Esta fue la interpretación que el francés Yves
Lacoste inauguró con su famoso libro La Geografía: un arma para la guerra, en 1.976 y que sirvió como
ideario para la Revista Heródote, suplemento de geografía y de geopolítica muy destacado en la época. En
esa visión, la geografía de verdad, la esencial o fundamental, no habría surgido en el siglo XIX con Humboldt
y Ritter, pero si en la antigüedad, durante la aparición de los primeros mapas.
La geopolítica o geografía de los estados mayores, o geografía fundamental, existió desde la antigüedad en la
estrategia espacial de las ciudades-estado, de Alejandro el Grande, por ejemplo, o a partir de los escritos de
Heródoto como el de la Geografía Fundamental, autor y obra que, en una lectura sesgada, habrían
representado al imperialismo ateniense
4-La geopolítica hoy se presenta como un área o campo de estudios interdisciplinar. Esta interpretación
empezó a predominar a partir del final de los años 1.980, siendo casi un consenso en los días actuales. No se
trata tanto de lo que fue la geopolítica y sí de lo que ella representa actualmente. Hoy es un hecho que la
geopolítica está en manos de los economistas y hombres de negocios. Pero lo que más importa es que la
Geopolítica se encuentra más viva que nunca y camina de la mano de quienes en el siglo XXI, siguen con la
intención de refundar imperios
Agnew, J. (2005) Geopolítica: una re-visión de la política mundial. Trama Ed., México. Prologo (por H.
Cairo), Prefacio al ed. española, Introducción y Caps. 1 y 2 (VII a XVI, y 1-37) John Agnew ha sido clave
en la aparición de una geopolítica crítica al situar al hombre en el centro en vez de las fuerzas de la naturaleza
en la geopolítica. El libro se organiza en torno al análisis de varios conceptos claves de imaginación
geopolítica moderna: la visualización del mundo como un todo, la definición de los espacios “modernos” y
“primitivos”, el estado como la forma más elevada de organización política y la supremacía de los estados y la
necesidad de una ordenación jerárquica. Además analiza el efecto del atentado del 11 de septiembre de 2011
sobre las incertidumbres geopolíticas que habían aparecido tras la guerra fría. PROLOGO: A partir de los
años setenta del siglo XX hay un resurgimiento de la geopolítica. Se produjo la reaparición de una geopolítica
conservadora pero también una renovación radical. Las renovaciones radicales buscaban encontrar un nuevo
sentido a la geopolítica, que ha servido para que la disciplina tenga un nuevo auge, los autores más
representativos son Lacoste, Taylor y Raffestin. La geopolítica critica ha ido estableciendo se propia agenda
de investigación que pasa por la deconstrucción de los discursos geopolíticos del pasado y del presente tal y
como se han ido construyendo en diferentes ámbitos (formal, practica y popular). El espacio se conceptualiza
“como un campo de acción o área en la que un grupo u organización actúa” mientras que el lugar representa
el encuentro de la gente con otra gente y con las cosas en el espacio. La importancia del lugar es una
construcción historia. PREFACIO A LA EDICION ESPAÑOLA: La perspectiva general puede ser definida en
términos amplios como historicista, en el sentido que es un enfoque que entiende que las ideas y prácticas
geopolíticas se adaptan a diferentes épocas en las que nos encontramos con diferentes estados dominantes y
economías políticas características. INTRODUCCION: La imaginación geopolítica estructura la política
mundial a modo de un contexto global envolvente en que los estados compiten por el poder más allá de sus
fronteras, se hacen con el control de zonas menos modernizadas y aventajan a otro estados importantes en la
lucha mundial por la supremacía global, pero ese mundo en el cual se aplica la imaginación geopolítica
moderna se hayan en un caos considerable. El objetivo del autor es poner de manifiesto como la imaginación
geopolítica moderna nació de la experiencia euroamericana, pero fue proyectada después al resto del mundo
y hacia el futuro en la teoría y en la práctica mundial. El surgimiento de la economía capitalista y el desarrollo
del estado territorial europeo dieron lugar a una nueva serie de supuestos acerca de la división del espacio
terrestre. La estratificación del espacio global desde la escala mundial hasta escalas más reducidas creó una
jerarquía de escalas geográficas para interpretar la realidad política económica, han sido cuatro la global (el
mundo como un todo), la internacional (relaciones entre estados), la nacional (escala de los estados) y la
regional (escala de la parte de los estados). La prioridad de la geopolítica es la escala global.

CAPITULO 1: VISUALIZACION DEL ESPACIO GLOBAL: La imaginación geopolítica es uno de los


elementos que definen la modernidad, es la concepción del mundo como una sola entidad física política.
Aunque este dividida, un logro de la imaginación posible antes del encuentro de los europeos con el resto del
mundo que comenzó a finales del siglo XV y principios del siglo XVI. Ver al mundo como un conjunto
estructurado: Hace referencia a estructurar el mundo en mapas, por ejemplo el mapa de Ptolomeo, la principal
ventaja que presentaba era la posibilidad de rellenar los espacios desconocidos a medidas que los viajes iban
ampliando la perspectiva. Ofrecía a los geógrafos un libro vacío en sus tres cuartas partes, una estructura
abierta y cerrada a la vez llena e incompleta que representaba la construcción ideal en la que acoger. A
principio del siglo XVI los mapas originales de Ptolomeo se impusieron en Europa. Y como a medida que
pasaba la representación del espacio en los mapas ha ido cambiando según intereses.

GEOGRAFIAS BINARIAS: Todas las sociedades definen límites entre ellas y otras, y solo pueden existir
definiéndose a sí misma en contraposición a algo exterior. Los europeos lograron imponer límites geográficos
sobre un largo periodo de tiempo, siendo asimilados por los demás. La idea de raza fue fundamental para
trazar las distinciones esenciales entre las diferentes partes del mundo (anatomía, pigmentación y
temperamento). En el siglo XIX y por la división internacional del trabajo se empezó a describir el mundo en
norte versus sur más que en términos oriente versus occidente. La naturalización de la división binaria del
mundo que se reflejaba en estas oposiciones alcanzó su cenit en los esquemas geopolíticos opuestos a
finales del siglo XIX y principios del XX que planteaba la división entre potencias marítimas y terrestres.
Cambios estructurales de la economía daban una nueva configuración del espacio, dividiendo al mundo según
la especialización, producción de distintas mercancías. Se determinan tres mundos: occidente como natural
se ubica en el primer mundo, oriente en el segundo y los países no desarrollados se ubican en el tercero.
CONCLUSIÓN: la política mundial ha llegado a ser lo que es por la manera en que el mundo ha sido
analizado en los últimos 500 años.
CAPITULO 2: LA CONVERSION DEL TIEMPO EN ESPACIO: El segundo elemento de la imaginación
geopolítica moderna es la conversión del tiempo en espacio. Los territorios se han calificado en primitivos o
avanzados o subdesarrollados frente a modernos en base a una versión idealizada de la experiencia europea.
La yuxtaposición de un estadio temporal con la categoría espacial es esencial para la imaginación geopolítica
moderna porque supone una unión natural entre el pasado europeo, por un lado y el presente global fuera del
mundo moderno, por otro, desde el punto de vista de lo que le falta a este último y de lo que el primero tiene
para ofrecer para superar su deficiencia.
LAS EXPEDICIONES A AUSTRALIA: La colonización de Australia se realiza bajo la premisa de que su
sociedad indígena era primitiva. La moderna desplazaba a la atrasada. La imaginación geopolítica moderna
debe mucho de sus atractivos a estas simplificaciones de la historia, que consisten en colocar la información
empírica en una serie de casillas previamente habilitadas a tal efecto. Las consecuencias morales y políticas
de las representaciones y prácticas espaciales ligadas a la conversión del tiempo en espacio estarían bien
ilustradas en los encuentros de los europeos con los pueblos aborígenes australianos en el siglo XIX. Para los
europeos la frontera entre ellos y los que se iban encontrando era una línea de apropiación de la propiedad
que definía los límites de lo tradicional y lo moderno.
LA EXTRAÑA ITALIA: Dentro de Europa se conciben también los términos de subdesarrollo y modernidad.
Italia se suele considerar como un país que presenta claros síntomas de subdesarrollo: corrupción e
inestabilidad política, crimen organizado, compromiso emocional más que con la razón. Un juicio moral está
implícito en estas consideraciones; sufriendo la metáfora de atrasada en contra de lo moderno.
ESPACIOS DE ATRAZO: La expresión de diferencias espaciales en términos temporales fue reforzada por el
saber taxonómico que los europeos del renacimiento aprendieron de los antiguos. Por muy lejos que se
aventuraban los europeos existía una oposición entre lo civilizado y primitivo y entre los cristianos y paganos.
Se estableció una jerarquía entre las sociedad que van de lo primitivo a lo moderno, a imitación del discurso
de la biología este punto fue elaborado en forma de un movimiento de evolución desde un nivel de
organización más bajo a uno más alto. La moderna solo puede existir por tanto si existe algo atrasado con que
compararlo.
CONCLUSION: DE LA METAFORA AL MITO: Las expresiones de atrasado y moderno no son más que una
sugerente metáfora que ayuda a comunicar dos tipos ideales de sociedad la subdesarrollada y la moderna. El
progreso visto como la esperanza que los otros pueden llegar a ser como nosotros. Esto determina una
dominación geopolítica y una subordinación con la dimensión de convertir el espacio en tiempo
Castro, P. (2006) “Geografía y Geopolítica” en Tratado de Geografía Humana. Daniel Hiernaux y Alicia
Lindón (compiladores). Anthropos y UAM. México Introducción: El objetivo del capítulo es el pensamiento
geopolítico en América Latina, realizando una revisión de los antecedentes y de la producción más reciente.
Geopolítica y Geografía política: La Geopolítica como término fue incorporada al comienzo al lenguaje de la
política internacional. La misma tenía un uso arbitrario y retorico. La geopolítica tiene dos significados: uno
como sustantivo, ya que esta aplicada al campo del conocimiento y otro como adjetivo, que indica cualidad de
fuerza ya sea en términos políticos, económicos o militares. La Geopolítica como campo de estudio se refiere
a métodos para la acción práctica, y fue incorporando en su desarrollo, elementos de la geografía política.
Esta última, desde sus inicios se preocupó por las actividades del Estado Nación (dimensiones espaciales del
Estado, la organización y las relaciones de poder que se dan en él). En general fue aplicada de esta manera
en Europa y EEUU, donde los ppm elementos de estudio eran por ejemplo el suelo, como se estructuraba el
Estado Nación, con el fin de aplicar estos estudios en otros países. Se considera a Ratzel el padre de la
geografía política y de la geopolítica. Sus elementos de estudio fueron el crecimiento natural de los estados,
los espacios óptimos y excluyentes, la lucha por la supremacía internacional. En este momento la geopolítica
contenía propósitos políticos, teóricos y no prácticos. Actualmente la geografía política tiene en cuenta temas
como: las relaciones interestatales; los movimientos sociales; la ecología; violencia y guerra; fronteras;
migración y ciudadanía; políticas de identidad; organizaciones internacionales; democracia y justicia
ambiental. Todos estos temas son retomados también por la geopolítica crítica. Geopolítica, organismo estatal
y geoestratégica: El pensamiento geopolítico nace en Gran Bretaña, Francia, Suecia y Alemania. Los temas
principales son el dominio terrestre y marino, el territorio y la supremacía internacional. El espacio es visto
como una mercancía estratégica. Los representantes fueron Mackinder, Ratzel, Haushofer, Mahan y Kjellen.
Ratzel y Kjellen propusieron la teoría organicista del Estado, la cual se basaba en las ideas del positivismo y
en el determinismo geográfico. Mackinder postuló la teoría del Heartland. La misma propone que existe un
lugar estratégico en el centro de Asia y Europa (desde el Volga hasta el Yangtzé y desde el Himalaya hasta el
Ártico). Este lugar está rodeado de ríos con salidas al mar, lo que favorece la navegabilidad y el comercio,
también favorece la comunicación. También este lugar contiene una gran cantidad de recursos terrestres de
gran aprovechamiento. Por otro lado Mahan proponía que: “quien domina el mar, domina el comercio mundial,
quien domina el comercio mundial, domina el mundo”, otorgando una importancia estratégica al dominio
naval. Ratzel fundó la teoría del Lebensraun (espacio vital), que establece la relación entre población y
territorio: la existencia de un estado queda garantizada cuando dispone del espacio suficiente para satisfacer
las necesidades de su población. Esto constituyó el denominado estado orgánico u organicismo estatal. Los
estados confrontan internacionalmente. La medida de la fuerza que cada nación debe a su configuración
conforma la geoestratégica mundial. Karl Haushofer fundó la escuela de geopolítica de Múnich. Modernizó la
geografía política retomando la teoría del espacio vital. Subraya la importancia del medio físico en la actividad
humana. Por desarrollar la geopolítica en Alemania y su posterior vinculación con el expansionismo Nazi sus
teorías fueron rechazadas. En Estados Unidos Reagan y Nixon utilizan la geopolítica como lenguaje cotidiano
en las políticas de asuntos exteriores. Hacia 1970 el secretario de estado de los Estados Unidos, Henry
Kissinger, la utiliza como instrumento de análisis de las relaciones internacionales. Propuestas recientes: la
geo economía y la geopolítica critica: Los autores contemporáneos afirman que la geo economía eclipsó a la
geoestratégica, entre ellos se encuentra Taylor, que postula que el poder está en la economía y no en la
política o en las armas. Se plantean tres regiones: Norteamérica, Europa occidental y Asia oriental. Que se
unen en acuerdos comerciales para el desarrollo económico de cada región (por ejemplo NAFTA, APEC).
América Latina: de la geografía a la geopolítica: Después de la Guerra Fría, hacia 1990, los teóricos de la
geopolítica intentan unir la teoría y la práctica del expansionismo territorial. Comienza le geopolítica crítica,
donde se propone concebir a la geopolítica como un campo interdisciplinario. Realizan un examen de las
ideas que anteceden a la geopolítica actual y su aplicación estatal. Además pretende proponer una plataforma
válida para todo análisis espacial. La geopolítica en este contexto se acerca más a la geografía humana. Se
proponen diferentes temas a desarrollar en América latina: flujo internacional de personas, donde se
combinan diversos temas como la inmigración legal e ilegal, la defensa de fronteras de los ataques exteriores.
La migración es un tema geopolítico en el sentido de que la misma construye lazos sociales que traspasan
fronteras y donde se presenta la problemática del control del territorio. También para América latina se
propone vincular las cuestiones físicas con el desarrollo y las dimensiones de poder en los diferentes
espacios. La geopolítica tradicional no tuvo gran impacto en América Latina. Brasil estuvo influenciado por las
teorías de Ratzel. Por las características históricas y geográficas de este país, el pensamiento geopolítico
estuvo ligado al expansionismo y la influencia hacia el exterior, bajo la defensa de su integridad territorial. El
general Couto e Silva combinó esquemas ratzelianos con elementos de seguridad nacional y desarrollo
económico, cultural y político. Consideraba que un Estado bien conectado y organizado podría imponerse y
lograr un expansionismo económico y político. Durante el siglo XX nacen los Institutos Geográficos con el
objetivo de ordenar cuestiones territoriales y de fronteras. Estos institutos eran fundados con carácter e
influencia militar, que sostenían el viejo pensamiento europeo tradicional (expansión y protección de
fronteras). Es el caso representativo de Chile y Argentina con la influencia de Inglaterra. En Argentina hacia la
década del ’70, para fundamentar las teorías geopolíticas de seguridad nacional, se argumentaba que la
sociedad civil y la economía nacional estaban amenazadas por fuerzas subversivas. El peligro provenía del
exterior comunista. Esto constituyó la Doctrina de la Seguridad Nacional y la metáfora orgánica del Estado, en
la cual, Gugliamelli (Jefe de la AGENCIA Nacional de Desarrollo) propuso la expansión y el desarrollo de la
zona Patagónica, así como la protección del Rio de la Plata y del Sur. Atencio proponía por otra parte la
protección de los territorios ya existentes. También se proponía la integración interna ante el argumento de
que Brasil pretendía la Antártida. Otra propuesta consistía en que Argentina debía superar la sub-explotación
de áreas abiertas y la concentración localizada en Buenos Aires. La geopolítica sudamericana: aspectos
relevantes: Se presentaron diferentes críticas a la doctrina de América del Sur. Una de ellas postula que estas
teorías son incapaces de descubrir modelos vigorosos y de largo plazo en materia de políticas externas y
estrategias de desarrollo nacional. También existen desacuerdos entre los especialistas en geopolítica
tradicional (que aportaban las ideas de seguridad nacional y desarrollo) y los geopolíticos críticos. Se propone
que la Geopolítica sudamericana realice conexiones entre el crecimiento territorial, los programas políticos, la
educación geográfica y las fronteras internacionales. Castro menciona también una crítica de Carlos Reboratti,
geopolítico crítico, con respecto a la propuesta de trasladar la capital federal a Viedma, con objetivos
estratégicos de desarrollar el Sur. Cuestiona esta idea ya que está concebida en un contexto de teóricos
geopolíticos militares, con base en el determinismo geográfico y en respuesta al conflicto por el Canal de
Beagle hacia 1978. Considera que se deben tener en cuenta otras cuestiones para proponer el traslado de
una capital. Comentarios finales y tendencias posibles. En el contexto actual, los geopolíticos críticos
proponen como temas relevantes para la geopolítica las cuestiones de la migración mexicana y la posición de
China. La primera problemática constituye una geopolítica silenciosa, ya que EEUU mantiene políticas
ambiguas hacia los inmigrantes ya que los necesita como mano de obra pero no les otorga derechos políticos.
La posición de China constituye también un tema esencial, ya que esta se encuentra configurándose como
potencia económica mundial.
Conclusión: El aporte del autor es muy importante en cuanto al análisis de las escuelas de geopolítica
latinoamericanas, ya que se presenta como uno de los pocos autores que trabajan sobre el tema. También
hace referencia a las escuelas tradicionales, que si bien no es el tema principal del ensayo, le dedica una
buena parte del texto a su comprensión, en lugar de profundizar de manera más exhaustiva en la
problemática latinoamericana.
Nogué, J. (2006): “Geografía Política” en Tratado de Geografía Introducción: ‘Geografía Política’’ es un
texto integrante del libro: Tratado de la Geografía Humana, de los compiladores Hiernaux, Daniel y Lindón,
Alicia. Este libro no traspasa los límites del propio campo geográfico y está enfocado desde una mirada
europea y latinoamericana. El propio índice del mismo está dividido en tres bloques, el primero de ellos está
basado en los campos tradicionales de la geografía: cultural, de la población, de la religión, rural, etc. El
apartado de Nogué hace referencia a la geografía política, teniendo en cuenta las categorías conceptuales de
nación, lugar y paisaje y cómo las mismas son influyentes a la hora de hablar de la geografía política. El
catedrático de la geografía humana en la ciudad de Girona y director del observatorio del paisaje, Joan
Nogué, se doctoró en la Universidad de Barcelona y en la Universidad de Wisconsin en Madison, Estados
Unidos. El autor es un reconocido geógrafo, profesor adjunto de la Universidad de Western Ontario (Canadá)
entre 1997 y 2001, fue profesor visitante en las universidades europeas y latinoamericanas. Entre sus libros
más importantes: ‘‘La práctica de la geografía en España 1940-1990’’ (1992), ‘‘Nacionalismos y territorio’’
(1998), ‘‘Discursos geográficos e intervención territorial’’ (1999), ‘‘Geografía, identidad y globalización’’ (2001).
Sus libros fueron traducidos en varios idiomas; es parte del Consejo de Redacción de Revistas Académicas y
Consultor de varios comités científicos. El autor trabaja en dos líneas de investigación: el estudio del paisaje y
el pensamiento territorial, ambiental y geográfico.
Índice sintético: El texto está formado por cuatro apartados. En el primer apartado, ser realiza una breve
historia sobre la geografía política teniendo como eje, la diferenciación de los cambios y objetos de estudio de
la geografía política. En segundo lugar, el autor considera a la geografía política y sus aportes para la
dimensión territorial de los nacionalismos. En el tercer lugar, el texto hace referencia a la tensión dialéctica
entre lo local y lo global desencadenada por los actuales procesos de globalización y en cómo el enfoque
geográfico aporta novedosas interpretaciones. Por último, en forma breve comentará las nuevas perspectivas
y sus aportaciones.
Evolución de la Geografía Política: Tradicionalmente la Geografía Política se dedicaba al estudio de las
relaciones entre los factores geográficos (físicos y humanos) y los fenómenos políticos. La Geografía Política
puso su interés en las consecuencias espaciales que se producían a partir de las relaciones mencionadas
anteriormente. Sin embargo Friedrich Ratzel, quien es considerado el padre de la geografía política, considera
que su objeto de estudio es el Estado. Ratzel incorpora el concepto de ‘‘Lebensraun’’ (Espacio vital) para
indicar el área en la cual un pueblo y un Estado se desarrollan. También considera que el poder de un Estado
está determinado por la extensión que posea el espacio vital. Para él, el Estado es un producto de la
sociedad. En las últimas dos décadas la Geografía Política considera que el Estado no es la única expresión
territorial de los fenómenos políticos. Es por tal motivo que su interés va más allá y pasa a interesarse por
toda organización que se encuentre dotada de poder político. Por lo mencionado anteriormente, la geografía
política comienza a ser concebida como una geografía del poder, ya que es capaz de organizar y transformar
el territorio. Actualmente los geógrafos utilizan el concepto de lugar como categoría de análisis. De esta
manera el concepto de lugar deja de ser propio de la Geografía Humanística y comienza a ser empleado,
incluso, por otras disciplinas. Esta situación, origina una geografía política mucho más abierta.
Nacionalismo y geografía: La Geografía Política contemporánea se interesa por el nacionalismo, ya que es
una ideología territorial que unifica a la gente en función de su pertenencia o no a un territorio. El autor
considera que el paisaje ilustra la dimensión territorial de los nacionalismos, debido a que es el resultado de
una transformación colectiva de la naturaleza. Para Nogué los paisajes crean una identidad cultural, ya que
son el receptáculo del pasado que se encuentra inscripto en el presente.
De lo global a lo local: Lo local y lo global interaccionan entre sí, produciendo transformaciones en ambas
escalas. El lugar actúa como un punto de contacto entre los fenómenos que se producen a escala mundial y
los que se producen a escala particular. La globalización, en lugar de disminuir la importancia del territorio, la
acentúa aún más. Es decir que existe una revalorización de los lugares en un contexto de máxima
globalización. Con respecto a lo mencionado anteriormente, el autor establece la existencia de dos posturas
diferentes: por un lado se encuentran los que valoran a este proceso en forma negativa; mientras que por el
otro, se encuentran los que lo valoran en forma positiva. Los que lo ven como algo negativo consideran que el
retorno a lo local podría llevar a ciertas actitudes conservadoras, o bien, anti urbanas. Por su parte, los que lo
ven como algo positivo consideran que el retorno a lo local permitiría imponerse a los valores universales
establecidos por los grandes poderes económicos.
Nuevas perspectivas en Geografía Política: Las nuevas perspectivas de la Geografía Política son: Identidad,
Cultura y Lugar. Estas nuevas perspectivas tienen que ver justamente con lo explicado en los apartados
anteriormente. El autor a la hora de hablar de la cultura postula que ofrecer una visión de la misma y de la
sociedad, en todas las vertientes, no esté sometida a ningún discurso oficial ni a los dogmas de los
paradigmas. La nueva geografía política aspira a analizar críticamente estas estructuras aparentemente
sólidas e indiscutibles con el fin de ofrecer perspectivas alternativas y de desenmascarar los mecanismos
discursivos del poder establecido. En el caso del concepto de la identidad, deja de ser algo monolítico sino
más bien como un fenómeno múltiple, heterogéneo, multifacial y hasta cierto punto imprevisible que
problematiza y recompone tradiciones. La identidad es algo que, en gran medida, se construye. El tema de las
identidades culturales colectivas es fundamental en el contexto de la globalización. La espacialidad ha sido
contribuida a la reintroducción de la espacialidad en las preocupaciones propias de la teoría social, lo que ha
resituado el papel de la geografía como saber clave para interpretar la cambiante realidad social de nuestro
mundo. Para la geografía política, en la construcción de la alteridad, la espacialidad tiene un papel importante.
De alguna manera, estamos ante construcciones sociales de demarcaciones espaciales. La espacialidad
social es importante, pero también lo es la idea de socialización espacial, esto es el proceso donde las
colectividades y actores individuales son socializados como miembros de específicas identidades espaciales
delimitados territorialmente.
Calificación: Muy bueno. El texto sirve de base para entender categorías conceptuales como geografía
política, nación, local, entre otros. Además, realiza una pequeña historia del contexto del surgimiento de la
geografía política y los primeros maestros en tratar el concepto de geografía política centrada en el Estado. El
autor es muy claro a la hora de describir la historia y los postulados de la geografía política como así también
desarrollar y relacionar ciertos conceptos básicos de este tipo de geografía: lugar, Estado, nación,
nacionalismo y el vínculo local-global. Así también, plantea las nuevas visiones o perspectivas sobre el tema.
Un aspecto negativo del texto es que la historia de la geografía política es muy breve, el autor podría haber
ampliado su introducción. Un aspecto positivo del texto es que es muy entendible y claro para explicar las
categorías conceptuales explicitadas.
Reseña: Este autor realiza una pequeña historia de la geografía política pasando por la geografía política
ocupada del estudio territorial del Estado y la geografía política de Ratzel que habla del trinomio (Estado-
posición-dinámica). Luego habla del nacionalismo y sus aportes en el estudio de la geografía política haciendo
referencia a la definición de ‘‘paisaje’’. También analiza la tensión dialéctica entre lo global y lo local en el
contexto de la globalización, revalorizando el papel del ‘‘lugar’’ y renovando una nueva forma de entender el
territorio que sea capaz de conectar lo particular a lo general, que es uno de los rasgos esenciales de la
geografía política. Por último, comenta sobre las nuevas perspectivas en geografía política donde la
‘‘identidad’’ juega un papel importante y analiza críticamente la cultura y la sociedad en todas sus vertientes.
Con respecto a los temas tratados en clase, el autor trata de conceptualizar conceptos que fueron tratados en
clase: geografía política, lugar, nación etc. También menciona los postulados conceptuales de Ratzel,
Humboldt, Peschel y Haeckel. El autor también propone que el Estado no es el único objeto de estudio de la
geografía política y ahora comienza a interesarse por el nacionalismo. Esto se debe al interés sobre los
aspectos de la identidad conceptual de las personas.
Una de las características de este texto es que menciona y resalta la importancia del paisaje como categoría
conceptual que define las características de la globalización y del nacionalismo. Habla del paisaje como la
dimensión territorial y como símbolo paisajistas, que justifican el sentido de pertenencia de una sociedad y la
lucha por implementar el nacionalismo.
Badiou, A. * (2000) “¿Qué es la política?” y “¿Qué es una política de emancipación?” Conferencias en
Buenos Aires, 24 y 25 de abril del 2000. El texto es una transcripción de conferencias realizadas en Buenos
Aires en torno a la política, que se realizaron en un contexto donde el gobierno era poco representativo,
debilitados por malas decisiones económicas, en plena recesión 2001-2002. Conferencia de Alan Badiou, 24
de abril del 2000: Retomando las palabras del escritor francés André Mallaraux “el siglo XX fue el siglo de la
política”, se acabó el siglo y ya no sabemos que es la política. Estamos enajenados, este sistema ha
deshumanizado al hombre y lo ha vuelto ignorante y ciego. “(…) hoy todos somos esclavos, esclavos del
mercado y de la bolsa”. Actualmente el poder es el del mercado y las finanzas, en tanto no sabemos que es la
política, es que somos esclavos del poder hegemónico. Pero los gobernantes también lo son, por que cuando
votamos cambiamos tan solo un esclavo del capital por otro esclavo del capital. Se apoya en una idea central
del pensamiento de Marx, justamente la de considerar al Estado como baluarte de los capitalistas, como
representantes del capital, protector de sus intereses. Vincula esto con la idea que surgió en vísperas de las
elecciones de ese año en la Argentina que para evitar votar, la gente se tenía que ir más de 500 kilómetros del
lugar donde votaba. Bajo esta idea subyace las ideas de que los candidatos no eran representativos, o era tal
el desánimo reinante que los hacia considerar que nada cambiaria. Ante esta expresión simbólica que no hace
más que reflejar el estado de la política en nuestro país, el descreimiento a que ella pueda transformar nuestra
vida para bien, Badiou dice: el voto en si, como acto político, no es libre. No es una opción de hecho es parte
de una obligación para un ciudadano argentino. El voto no es libre en su forma, en el sentido que es el Estado
quien decide como cuando y bajo qué condiciones se realiza una elección. Tampoco el voto es un acto libre
en su contenido, dado que no hay un ejemplo en el mundo que tras un voto se dé un verdadero cambio
político a favor de las masas; el voto es un acto estatal pero no político, seriamos parte importante a la hora
de validar el cambio de un mandatario por otro, pero las cosas seguirán igual. Por lo tanto, un acto político no
es eso, es un acto libre en su forma y en su contenido. Un acto político crea lugares y temporalidades
¿estamos dispuestos a crearlos, sabemos hacerlo? Porque justamente la política es el arte para crear la
posibilidad de no ser esclavos. Nos enseñan en la actualidad que no todo es posible, que hay que ser más
racionales por un lado, dejar las utopías, y por el otro, ser más instintivos y consumir y consumir y consumir…
y es que el discurso del capital criminaliza la utopía. Así como se dijo que el comunismo es utópico, también
se dice que la política de la emancipación es imposible. “actualmente se nos explica que es imposible criticar
la economía, la economía es la realidad, y ustedes no pueden criticar la realidad. Y se nos explica que es
criminal criticar a la democracia electoral. La democracia electoral es la moral, y no se puede criticar a la
moral”. Nuestro papel consiste en creer que la política es posible, que se puede criticar al sistema, que hay
otras opciones, que podemos cuestionar a la política de la representación, que no tenemos que naturalizar
nuestros estados actuales de existencia. Tenemos que pensar la política sobre nuevas bases. Se pregunta
cómo debe ser la política en la actualidad, después de Marx, después de Lenin, de Mao y de Saint Just,
después de Robespierre, de Bakunin, Trotski, Castro y también después de mayo del 68 en Francia, las
madres de plaza de Mayo en Argentina., etc. Para analizar el tema de la política y de su capacidad para
emancipar a los pueblos, el autor nos propone analizar tres dimensiones:
1. Las masas populares y sus movimientos
2. El poder del Estado
3. Los partidos políticos
El movimiento es parte de la política, de otro modo sería un orden fijo e inmutable. Badiou explica que el
movimiento es una acción colectiva que debe cumplir con dos condiciones básicas: Que esta acción que es
colectiva y que constituye un movimiento, no está prevista ni regulada por los actores hegemónicos, por el
poder dominante. Tiene algo de imprevisible, por lo tanto rompe con la repetición. En un segundo lugar, su
propósito debe tender a buscar conseguir mayor igualdad. Para que haya un movimiento debe haber una idea
de nuclee a todos bajo la misma bandera. Interpone el curso de las cosas y da un paso hacia adelante en pos
de mayores nivel de igualdad. Esto es un movimiento según Badiou. En relación al poder del Estado, este es
omnipresente, visible e invisible pero con todo a su disposición para demostrarlo. Incluye al gobierno, a la
economía, a la justicia, a los aparatos represivos, a los mecanismos por los cuales se manifiestan el poder
dominante. En tanto, el partido es el intermediario entre los movimientos y el estado es aparte integrante del
estado tiene funciones de representación de negociación, de discusión de consulta. Es una organización
reconocida por el Estado. Y todo partido busca ocupar funciones hasta es, decir, cumplir con una función
gubernamental. Busca, en fin, apoderarse del Estado. Se construyó un actor político a partir del movimiento
de las masas, y ese es justamente lo que conocemos como partido político. La crisis de política, es ante todo,
la crisis de la idea de partido. El siglo XX fue el siglo de los partidos y de la política, caminaban juntos, pero
esto ya no es así. Decir que toda política es imposible, en un momento es inducir a que nos entreguemos a la
gestión del Estado. Badiou considera que hay que pasar la política desde el actor político y no a partir del
Estado. Las tres grandes políticas del siglo XX, eran políticas de partido: la parlamentaria, la fascista y la
comunista y subordinaron la política a la política del Estado. Mientras que el siglo XIX, la política tendió a la
insurrección, subordinados al deseo de revolución, en el siglo XX los partidos buscaban hacerse un lugar
dentro de la estructura del Estado. Y es aquí donde se detiene para decir que la crisis de la política es la crisis
del partido, partido que por cierto sea cual fuere, se supeditó al Estado. Es la subordinación de la política al
Estado lo que origino esta crisis. Los partidos se sirven de los movimientos para formar parte del estado, no
para alcanzar mayores niveles de igualdad. A partir de las ideas presentadas, Badiou nos propone pensar de
otra manera la política de emancipación, al menos en la actualidad no podemos concebirla bajo la forma de
partido. No podemos medir la fuerza de un movimiento de personas en relación al Estado. Tenemos que
pensar la política por fuera del estado. El partido era propagandístico, si se hablaba de él, era sinónimo de
existencia, de poder. Badiou impulsa a crear nuevos espacios y tiempos ´políticos. El tiempo de la política no
es el tiempo comercial. Nos dice el autor: inventemos trayectos, corremos tiempos de lucha, confiemos en la
capacidad política de nuestro pueblo.
Conferencia de Alain Badiou 25 de abril del 2000: El autor plantea que estamos en un contexto de crisis de
ideas políticas. En la historia hubo muchas definiciones de lo que se considera que es la política y menciona
alguna de ellas. La definición de Platón, ira en torno a la búsqueda de un buen gobierno o de una constitución
adecuada. De todos modos Badiou dirá, que es una definición insuficiente o incompleta pues para que haya
política no basta con que haya un buen Estado o una buena constitución, necesitamos tener un sujeto político
actuante. En palabras de Marx la política es la lucha de clases. Si bien podemos considerar que hay una lucha
de clases en la sociedad, también sabemos que la misma no produce mecánicamente una política y que en
este marco de la lucha tenemos que inventar ideas pollitas e ideas de organización política, que no provienen
directamente de las clases y de su lucha. Decir que las políticas no existen es quedar presos de una gestión
por parte del mercado, que justamente no se ha mostrado como el mejor distribuidor de los recursos, y esto es
lo que el discurso dominante pregona. Badiou al respecto dice que “… para mí eso es reducir a la humanidad
a un grupo de animales, que tienen intereses, y gana el más fuerte. Es la lucha de las especies, es la política
pero en el sentido de Darwin. Y eso es lo que nos propone actualmente el mundo, un mundo de animales
competitivos. Si no inventamos otra política vamos a estar en una barbarie animal y estamos hartos de esto.
Estamos sosteniendo a la dictadura del mercado”. Y la pregunta que guía este siglo es ¿la política o la
barbarie? Si lo que está en crisis es la idea de partido, entonces tenemos que repensar la política sobre
nuevos cimientos. Entendiendo el papel de los movimientos, y va a definirlos en tanto aglutinan personas cuyo
objeto más importante es ir un paso más hacia adelante en lo que se refiere a la igualdad. Si bien puede estar
más o menos organizado, lo cierto es que todo movimiento, implica una ruptura con el orden de las cosas, y
siempre tiene algo de improviso, y a esto el autor llamara acontecimiento. Un verdadero movimiento es un
acontecimiento, en el sentido que incluye elementos extras que sorprenden, justamente escapan de lo
establecido y tienen mucho de inventiva. “la política no es pensar partiendo de la situación solamente. Es, en
primer lugar, y ante todo, pensar a partir de lo que está más allá de la situación, y que ha ocurrido como un
acontecimiento. Fidelidad que exige con frecuencia organización y disciplina, pero que trabaja dentro de la
situación, a partir de algo que está más allá de la situación. Entonces, la política es la fidelidad a lo nuevo”. El
estado es un poder de disposición de las cosas, es lo que impide o prohíbe trastornar los lugares, y también lo
que prohíbe inventar trayectos, es un poder indeterminado y eso es el gran poder. Un movimiento es lo que
fija una medida del poder del estado. Es algo que obliga al estado a mostrar realmente cuál es su poder. Y por
esa misma razón hay algo de la emisión que se detiene. Porque si no, seguimos sometidos a lo que esta
indeterminado. Algo sucede, algo imprevisible y colectivo. La posibilidad misma de este surgimiento hace que
se pueda medir o fijar el poder del Estado. Entonces es posible mantenerse a distancia del Estado y es
posible dejar de tener miedo. En esta distancia ustedes pueden crear, inventar, un lugar nuevo, un tiempo
nuevo. En cuanto al papel de los intelectuales, lo considera central. Deben relacionarse los trabajadores e
intelectuales pero no en el sentido, en el que el intelectual aporta conciencia al obrero, sino más bien en el
sentido de una especie de conexión imprevisible. Es fundamental afirmar que la política es desinteresada, es
tan desinteresada, es tan desinteresada como el arte, que debe hacerse política por la política misma. La
política no es un medio. Non es el vehículo por el cual volverse rico. La política es una afirmación de que otro
mundo es posible. Y se puede afirmar que otro mundo es posible en un punto muy pequeño, con un pequeño
cambio.
Aportes significativos: -Ayuda a iluminar la distancia entre el pensamiento y el poder. La distancia entre el
Estado y las verdades. Nos invita a medir esa distancia, si es posible o no franquearla. Y a pensar a la política
por fuera de las redes estatales, en el sentido de no estar sometidos a los tiempos y espacios dictados por el
capital. Que la política sea parte de una elección, desinteresada, que trascienda cuestiones egoístas y
sectoriales, para contribuir a mejorar el mundo en que vivimos:
-entiende a la política como una cuestión desinteresada que apunta a conseguir mayores niveles de igualdad.
-entiende a las organizaciones políticas capaces de transformarse en acontecimientos en tanto generan
excepciones, constituyen rupturas, con capacidad transformadoras.
-enunciar a la filosofía, clausurarla y llevar a la política a un sistema puro de representación, es renunciar a la
aspiración por la justicia. Badiou la define en estos términos: “llamaremos justicia a aquello con lo cual una
filosofía designa la verdad posible de una política”
-de alguna manera, entiende a la política como a la acción, al esfuerzo colectivo que se organiza para resolver
un problema nuevo.
-de la articulación de tres conceptos explica lo que se entiende por política (movimiento, partido y estado) pero
en realidad, el autor nos propone pensar a la política por fuera del Estado.
-cuestiones externas, discusiones intelectuales: en contra del pensamiento único. Disiente con algunos
autores del posmodernismo.
Forster, R. (2012) “La anomalía kirchnerista: la política y la invención democrática”. En Revista 51,
mayo.
Página 12. El país / jueves, 11 de noviembre de 2010. Opinión. La anomalía Kirchnerista. Por Ricardo Forster.
(Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 26 de septiembre de 1957). Es un filósofo y ensayista argentino. Es
doctor en filosofía por la Universidad Nacional de Córdoba. En 2008 creó, junto a Nicolás Casullo, Horacio
González, María Pía López y otros, el “Espacio Carta Abierta”. Condujo programas de televisión sobre historia
y filosofía, es miembro del comité de dirección de la Revista Pensamiento de los Confines y colaborador
habitual del diario Página 12. La anomalía Kirchnerista, trata sobre un giro histórico en el interior de la
sociedad argentina, que de a poco fue saliendo de la incredulidad que supuso una vertiginosa e inesperada
llegada de Néstor Kirchner. La capacidad de Kirchner para instalarse en la escena política y conmover
estructuras, imaginarios sociales y culturales, lenguajes y tradiciones, a partir de la brutal crisis abierta en
diciembre de 2001.Trata en qué contexto surgió el gobierno de Néstor Kirchner. Y hace un repaso de los
hechos sucedidos en la historia argentina desde el gobierno de Raúl Ricardo Alfonsín, hasta la llegada de
Néstor Kirchner. Ricardo Forster, hace referencia de cómo una figura extraña para la mayoría de los
argentinos; que vino del sur patagónico, escribió para siempre su nombre en la memoria popular.
Cayuela Sánchez, S (2008) “¿Biopolítica o Tanatopolítica? Una defensa de la discontinuidad histórica”
En Revista de Filosofía, nº 43 ¿Biopolítica o Tanatopolítica? Una defensa de la discontinuidad
histórica: Michael Foucault, Biopolítica, interpretación del poder como una relación productiva de fuerzas,
conjuntos de mecanismos de conducción de conductas y fenómenos naturales relacionados con el ser
humano en tanto que organismo viviente sujeta a toda una serie de procesos de alcance colectivo: natalidad,
mortalidad, morbilidad, higiene, etc. Esta nueva forma de concebir el gobierno de los hombres. El propósito es
intentar definir el concepto de Biopolítica y su carácter histórico.
¿Qué es la Biopolítica?: En el curso del año 1976 en vigilar y castigar, el pensador francés había analizado
el surgimiento del llamado DISPOSITIVO DISCIPLINARIO orientado hacia el cuerpo individual como objeto y
blanco de poder, un cuerpo que se manipula un cuerpo que obedece. Las disciplinas, como técnica política,
habían sido constituidas a partir de toda una serie de reglamentos militares, escolares, hospitalarios, un
conjunto de procedimientos empíricos y reflexivos encargados de controlar y dirigir las operaciones del
cuerpo. Estas disciplinas tienen como función principal el aumento de la utilidad del individuo por medio del
control minucioso de cada cual sobre su propio cuerpo. Con ellas había nacido un arte del cuerpo humano
que une obediencia y utilidad. El individuo es así corregido, quedando inserto en el seno de toda una serie de
procesos de control que lo constituye como objeto y efecto de poder. Esta ANATOMOPOLITICA del cuerpo
humano requirió de la configuración de una estructura política y un sistema de pensamiento: el llamado
ESTADO POLICIAL. Las disciplinas serán, dice Foucault, el primer elemento de la Biopolítica. Un segundo
elemento se centrará no ya en el cuerpo individual, sino en el cuerpo especie, el hombre como parte de
ciertos procesos biológicos, como los índices de mortalidad y natalidad. Mediante la Biopolítica de las
poblaciones, la vida entra en el juego de las estrategias políticas o mejor de las tecnologías políticas que van
a invadir el cuerpo, la salud, las condiciones de vida, la forma de vivir, en general el espacio entero de la
existencia. Las tecnologías encargadas de mantener esa seguridad de conjunto serán los llamados
mecanismos reguladores o dispositivos de seguridad. El término Biopolítica es utilizado por Foucault con dos
acepciones: una primera se referiría a los mecanismos reguladores o dispositivos de seguridad. Y una
segunda vendría a designar el ejercicio de un poder coextendido, lo que hace entrar a la vida humana como
concepto político, una tecnología compuesta tanto por el dispositivo disciplinario como por los mecanismos de
seguridad. El termino biopoder o mejor biopoderes designaría el conjunto de técnicas orientadas a multiplicar,
controlar y alargar la vida. Las intimas conexiones que ambos dispositivos de poder mantuvieron con las
formas de gobierno activadas en sus respectivos puntos de emergencia: así como el surgimiento de las
disciplinas estuvo relacionado con la GUBERNABILIDAD MERCANTIL, el nacimiento de los mecanismo de
seguridad no fue posible sino en el marco de una nueva configuración en el sistema de pensamiento, la
llamada economía política y las practicas propias de la GUBERNABILIDAD LIBERAL. Este nuevo biopoder no
fue posible sino mediante la constitución de una economía política postulada como teoría económica y como
práctica política que instaran las nuevas prácticas gubernamentales. Para la nueva teoría gubernamental, la
naturaleza se desarrolla por debajo a través del ejercicio mismo de la gobernabilidad: es natural, que la
población se desplace hacia los salarios más elevados, es natural, que la tarifa aduanera produzca un
aumento de precios que a su vez desemboque en una hambruna. Por eso son necesarios una serie de
MECANISMOS DE SEGURIDAD que, aseguren la seguridad del conjunto. El papel del Estado no puede ser
otro que el de asegurar el respeto de esos procesos naturales: la población, como colección de sujetos, es
sustituida por la población como conjunto de fenómenos naturales. Los mecanismos de seguridad no suponen
en absoluto un perfeccionamiento de las disciplinas, sino más bien una acomodación en los dispositivos de
poder. Tanto como la soberanía, como las disciplinas y los mecanismos de seguridad forman, un triángulo
cuya articulación varía de una época a otra.
Desarrollo de la Biopolítica: El triángulo de inteligibilidad formado por soberanía, las disciplinas y los
mecanismos de seguridad han sido activados por diferentes racionalidades de gobierno. La Biopolítica ha
sufrido al menos 4 variaciones en la historia.
La Biopolítica interventora: La primera de esas transformaciones será en el seno del Estado liberal. El
nacimiento de un Estado social o interventor que, no supuso una ruptura con la gobernabilidad liberal. Junto a
esta nueva forma estatal, una nueva forma de Biopolítica estaba configurándose: la Biopolítica interventora.
Se trata de un reajuste de la gobernabilidad liberal, en un momento histórico delicado, atravesado por
transformaciones y grandes depresiones económicas. Es preciso señalar las dos categorías políticas las que
se nutre esta nueva configuración estatal: la socialista y la nacionalista, siendo ambas críticas con el
capitalismo liberal y convencido de la necesidad de una política más igualitaria. Fueron los reformistas
sociales de finales del siglo XIX los que orientaron sus propuestas hacia la intervención estatal. De hecho, las
mismas ciencias sociales fueron las que más insistentemente problematizaron las prácticas de gobierno del
liberalismo clásico y las diseñaron de este modo las nuevas estrategias de la Biopolítica interventora. Vázquez
sugiere cuatro tendencias de esta Biopolítica interventora: en primer lugar, el paso de una política de
beneficencia a una política de prevención social. El Estado se ocupa de la salud y protección de los individuos
en la medida en que ello redundaba a favor de la colectividad. Nada que ver por tanto con el sistema de
dependencia y derechos sociales individuales del Estado de Bienestar, lo que la Biopolítica interventora
persigue es precisamente la subordinación de la demanda individual a los imperativos del Estado. Un segundo
elemento característico de esta Biopolítica será la extensión en los países desarrollados de la llamada
medicina social. La medicina social era la disciplina encargada de la cuantificación de los fenómenos de la
población, del estudio de la correlaciones entre la patología y la condición social y del análisis de las pérdidas
económicas que esos procesos de morbilidad y mortalidad podrían suponer para el Estado. Un tercer
elemento será la eugenesia una técnica que pretendía mejorar la especie humana. Partiendo de este
supuesto disciplinas como la medicina legal y la psiquiatría calificaban los delincuentes, degenerados como
enemigos biológicos. Es entonces cuando comienza a perfilarse la llamada teoría de la defensa social y el
derecho penal cuya función no era sino defender el organismo social de las amenazas que ponían en peligro
su salud como cuerpo biológico. Lo que todas estas disciplinas proseguían eran la mejora de la calidad
biológica de las poblaciones e impedir por tanto su degeneración, para lo que era necesario el control de
aquellos grupos humanos que podían contaminar el patrimonio biológico de la nación, grupos pertenecientes
en su mayoría a la clase obrera.
La Biopolítica totalitaria: Esta forma de Biopolítica desarrollada inicialmente por los fascistas italianos,
adquiriría sus prácticas definitorias durante el gobierno nazi en Alemania. En primer lugar la guerra como
condición misma de posibilidad de la política. La guerra había pasado a entenderse bajo la influencia de la
teoría biológica y del llamado darwinismo social, bajo dos presupuestos básicos. Por un lado no es
simplemente de destruir la adversario, sino de eliminar su raza, esa especie de peligro biológico que
representa para nuestra pureza, por otro lado, la guerra va a entenderse no solamente como una forma de
reforzar nuestra raza eliminando a esa que tenemos enfrente, sino como modo de regenerar la propia raza.
Para Foucault, en esté racismo, racismo de Estado, se juega una relación de tipo biológico: la supervivencia
de la raza, el racismo es condición indispensable, en el marco de una sociedad de la norma, donde el poder
es entendido como biopoder. Este racismo asegura la función de la muerte de la economía del biopoder, el
enemigo de la raza puede ser: el loco, el delincuente son individuos que ponen en peligro el porvenir biológico
de la nación. Es esa doble articulación entre el antiguo poder de la muerte y el poder de hacer vivir lo que
caracteriza esencialmente a los Estados totalitarios. Es el caso del nazismo. Ese poder de matar, que
atraviesa todo el cuerpo social, se manifiesta no solamente en el Estado sino en el conjunto mismo de la
sociedad: todos los ciudadanos, están obligados a denunciar el peligro biológico que supone el homosexual,
el judío. Los nazis pretendían crear una sociedad darwinista que favoreciera la supervivencia de los más
fuertes y excluyera o eliminara a los más débiles. Aquella política de vida desarrollada como vio política, se
convirtió en Alemania Nazi, en una política sobre la vida, adoptando tanto lo negativo como lo positivo de los
dispositivos de poder.
La Biopolítica social: La Tanatopolítica nazi no fue más que una deriva de las teorías biológicas
precedentes, nuevas políticas desarrolladas en los países occidentales tras la segunda guerra mundial: la
Biopolítica social propi del Estado de Bienestar y la Biopolítica neoliberal. El nuevo Estado europeo resultante
de la segunda posguerra necesitaba conciliar la libertad individual, la justicia social y la solidaridad nacional.
Para ello, debía reconocer los derechos civiles y políticos, sino también derechos económicos y sociales que
aseguran un mínimo de bienestar. El nuevo Estado debía garantizar la seguridad social. La nueva forma de
gobierno propia del Estado de Bienestar parecía sustituir a las formas gubernamentales anterior. La
convicción, de que determinados servicios fundamentales formaban parte de la condición humana y que por
tanto debían ser asequibles a todos los sectores sociales llevo a toda una serie de nacionalizaciones:
servicios, transporte, educación, sanidad, etc. El individuo era ahora portador de una serie de derechos
asegurados por una estructura social fuerte e indiscutible. En el marco de Biopolítica propia del Estado
interventor, la higiene, la educación, los seguros, etc. Eran promovidos por el gobierno con el fin de crear un
cuerpo nacional sano. En este contexto el individuo por gobernar no es aquella realidad espontánea y natural
del liberalismo económico clásico, sino un ciudadano social atravesado por un conjunto de necesidades. Esta
Biopolítica, estas necesidades son cubiertas por una serie de mecanismo de solidaridades y dependencia, el
individuo es gobernado aquí en función de su alcance y dependencia con el conjunto. La idea central de esta
forma de Biopolítica se basaba en el concepto de que: la pertenencia a un Estado no solo debía contener el
derecho a la participación en el proceso de decisión política, sino también al bienestar social. Esta forma de
Biopolítica activada en el marco del Estado de Bienestar supone, una nueva forma de entender el gobierno de
los hombres, en base a una serie de principios solidarios y bienestar común con las configuraciones
Biopolítica anteriores.
La Biopolítica neoliberal: Desarrollada en el seno de los países desarrollados e inspiradas en el
Ordoliberalimo alemán primero y en las teorías económicas de la Escuela de Chicago después. Lo que esta
teoría económica, social y política pretende, es asegurar un mínimo de intervencionismo económico por medio
de un máximo de intervencionismo jurídico. Para los teóricos neoliberales, con la leyes del mercado las que
deben servir tanto de principio para la regulación económico, como de elemento fundamental de regulación
social. La nueva lógica del neoliberalismo tiene como finalidad, la mínima intervención del Estado no solo en
los procesos económicos, sino también sociales. Se trata de una teoría gubernamental que persigue la ms
estricta limitación del poder intervencionista del Estado. La seguridad social, la sanidad pública, la educación
pública, etc. Son tecnologías anticuadas de intervencionismo estatal que no pueden más de entorpecer el
desarrollo. El Estado debe garantizar la paz social con el fin de crear las condiciones de desarrollo de la
empresa privada. La Biopolítica activada en base a esta nueva teoría gubernamental modifico profundamente
la anterior Biopolítica social. Si en el gobierno social el individuo era gobernado a través de su dependencia,
en base a unos mecanismos de seguridad, dependencia y solidaridad mutua, lo que aparece de la nueva
gobernabilidad neoliberal es la exigencia de autorresponsabilidad que recae sobre el individuo. Donde el juego
de mercado, la autonomía de los individuos y la sociedad civil son realidades programables que hay que
fabricar. En esta perspectiva, no es ya el homo económicas del primer neoliberalismo, sino el homo
psicológicas, un ser fabricado al igual que el mercado en que se sebe prosperar: se trata de convertir al
individuo dependiente, ligado a la comunidad en un individuo activo y autor responsable, capaz de elegir por sí
mismo y de sacarle el máximo partido a sus recursos en la búsqueda de un estilo de vida propio y singular. Se
trata del sujeto como empresario de sí. En el seno de la nueva gobernabilidad liberal, individuo, familia,
sociedad, etc. Se convierte en sujeto e instrumento de gobierno. Se trata de reinventar lo social incentivando
la autogestión y la autonomía de los individuos. Por ello el gobierno neoliberal prestara especial atención a la
promoción de una cultura empresarial, a la gestión de nuevos mercados y a la creación de un nuevo
prudencialismo. El individuo debe fabricase a si mismo mediante el auto moldeado de las propias capacidades
y hábitos, siendo coherente con la nueva máxima, alcanzar una vida de calidad. Son ahora clientes
consumidores de servicios que requieren de atención personalizada. Se trata de una fabricación artificial de
mercados, donde el Estado ya no gobierna los procesos económicos, biológicos y culturales, sino asegurar el
funcionamiento autónomo de los mercados y fomentar su creación en aquellos ámbitos donde no existía.
Balakrishnan, G. (2005) “Futuro desconocido. Maquiavelo para el siglo XXI” En NLR 32 Es un artículo
publicado en la revista New Left Review N°32, de marzo y abril de 2005. Gopal en la actualidad es miembro
del consejo editorial de la New Left Review; trabaja en el pensamiento político, la historia intelectual, y la
teoría crítica. Estudió historia intelectual europea y la sociología histórica en la UCLA durante la década de
1990 con Perry Anderson, Robert Brenner, Rogers Brubaker y Michael Mann, fue profesor asistente en la
Universidad de Chicago. Reside en Santa Cruz, California y se desempeña como docente en la Universidad
de Los Ángeles (U.C.L.A). El autor refiere sobre la obra de Maquiavelo a través de las los análisis hecho por
Rousseau, Shmitt, Strauss y Gammsci, entre otros. Toma a Maquiavelo como estratega de un comienzo
radicalmente nuevo en un contexto de derrota histórica. El articulo está dividido en un análisis histórico y 7
apartados, nos platea que después de 1848, las derrotas de la izquierda llegaban por regla general bajo dos
formas. Los golpes represivos –1849, 1871, 1919, 1926 y 1939–, alternados con periodos inesperados de
prosperidad, que contenían durante un tiempo, las aspiraciones de quienes exigían más de lo que los dueños
de la sociedad y sus aliados estaban dispuestos a conceder. En Occidente, las grandes rebeliones de finales
de la década de los sesenta rompieron con esta pauta. La fuerte alza subsiguiente en la militancia obrera en el
centro y los reveses que sufrió el imperialismo estadounidense en la periferia hicieron que, algunos tuvieran la
impresión de que situaciones prerrevolucionarias se estaban cerniendo sobre las tierras natales del
capitalismo. Los oponentes de esta revolución pasiva han sido incapaces de explicar sus grandes éxitos.
¿Qué explica la facilidad de sus victorias, con frecuencia ganadas con dosis moderadas de coerción –
«democráticamente»– y, sin embargo, en un contexto de prosperidad en declive para la amplia mayoría? El
debilitamiento de la resistencia colectiva bajo estas condiciones parece marcar el advenimiento de un orden
de cosas en el que la propia praxis se ha convertido en un enigma. En la sala de espera del presente, ¿a qué
textos deberíamos recurrir para definir una postura crítica adecuada a nuestra situación? Los escritos de
Maquiavelo constituyen un caso excepcional, porque en lugar de un discurso crítico esencialmente idealista
sobre la ausencia de legitimidad, ofrecen un método novedoso para explorar la pura potencialidad de la
praxis: al pensar detenidamente sobre el comienzo, el alcance total y los límites del poder constituyente para
construir nuevos órdenes. Louis Althusser intentó expresar la importancia filosófica de los pensamientos
fragmentarios de Maquiavelo sobre los orígenes traumáticos de los nuevos Estados. Reconoce la
imposibilidad de una solución definitiva como estatuto creativo de un nuevo modo de pensamiento político. El
autor propone que puede desarrollarse una tesis más concreta desde este punto de partida especulativo, una
tesis que consta de dos partes: la innovación de Maquiavelo estribó, en primer lugar, en plantear el problema
inconfundiblemente moderno de la realidad de los proyectos más radicales de transformación; y, en segundo
lugar, en proporcionar al lector atento un método para reflexionar y generar actitudes prácticas efectivas con
respecto a la continuación, renovación o abandono de tales proyectos. Esta tesis se puede poner a prueba
examinando los episodios decisivos en la recepción del pensamiento de Maquiavelo a lo largo de los siglos y
planteando para nuestros propios tiempos la pregunta que anteriores comentaristas consideraron como el
problema definitorio de la situación histórica moderna: ¿qué es posible cambiar en la condición humana a
través de la praxis política?
I
Un problema inicial es si la teoría o filosofía política clásicas pueden conservar algún tipo de relevancia hoy.
Un motivo para estudiar estos textos es que brindan una oportunidad para reflexionar sobre órdenes políticos
alternativos, basados en concepciones distintas de la naturaleza humana. La mayor parte del discurso público
acepta con mayor o menor entusiasmo la ausencia de alternativas a la democracia liberal y al capitalismo de
libre mercado, en el que el principal problema por resolver son los parámetros de tolerancia cultural. Existen,
por supuesto, algunos elementos volátiles en esta fórmula: el amplio ascenso del fundamentalismo religioso
en Estados Unidos; las violentas reacciones antiinmigrantes en Europa. En otros lugares, diversas
combinaciones de religión y etnicidad ofrecen desafíos, pero no presentan alternativas convincentes a la
norma gobernante. Éste es el escenario de la denominada crisis de «lo político». El estudio de la teoría
política clásica se justifica ahora con frecuencia desde el punto de vista de un pronóstico igualmente
indeterminado de «retorno de lo político». Éste adopta la forma de una serie de variantes conservadoras,
liberales y radicales de la tradición múltiple de «republicanismo cívico», cuya idea básica es que las virtudes
de ciudadanía activa son necesarias para contrarrestar las consecuencias atomísticas de una modernidad
impulsada por el libre juego de intereses e identidades en la sociedad civil. Hasta aquellos que se muestran
de algún modo críticos con este lenguaje demócrata dominante –admiradores de Leo Strauss o, si no, de
Antonio Negri– reconocen a Maquiavelo como antepasado espiritual de esa Carta Magna del Imperio
republicano, la Constitución estadounidense. Reinterpretar al florentino debería tener, por lo tanto, importantes
consecuencias en la valoración de la adecuación contemporánea de todo este campo de discurso cívico. Pero
cabría preguntar: ¿es siquiera concebible en las sociedades más avanzadas una repolitización radical así, o,
en realidad, deseable? Tras las efusiones de nostalgia de ciudadanías más activistas, existe una honda
incomodidad con la idea misma de abandonar la seguridad del statu quo, esto es, nuestra forma de vida
profundamente apolítica. La afirmación de que la praxis revolucionaria conduce a la catástrofe totalitaria
disfruta de la aprobación casi universal de la opinión intelectual. La adhesión al statu quo, reconocida
públicamente o no, se encuentra en una cima histórica.
II
Pese a toda la rudeza de la última estación política, los principales centros de control de opinión responsable
se adhieren todavía a las prescripciones neoliberales de los últimos veinticinco años. No debería subestimarse
nunca la flexibilidad del sistema, aunque, paradójicamente, la ausencia de una oposición a gran escala no
haya impedido que los principales elementos fijos de la situación política mundial empiecen a disolverse: el
controvertido paso de los «derechos humanos» al «antiterrorismo» como discurso ideológico dominante de la
política exterior; la intensificación inesperada de las tensiones entre Estados Unidos y el núcleo de Europa; la
credibilidad militar del Estado estadounidense puesta a prueba por primera vez en treinta años, las tensiones
crecientes en torno a los acuerdos contra la proliferación nuclear; y, quizá de manera más significativa, la
inminente turbulencia económica como resultado de los insostenibles déficits estadounidenses que mantienen
a flote toda la economía mundial. El actual entorno financiero y presupuestario, sugiere un historiador
conservador de los mercados de bonos internacionales, contiene todos los ingredientes de una tormenta
perfecta. En la era del neoliberalismo, las grandes potencias han desmantelado gran parte de su capacidad
reguladora y han desencadenado la sociedad del riesgo, como si las cosechas de la turbulencia de los
mercados pudieran recogerse por siempre. El relato optimista de la globalización –la ideología dominante de
la pasada década– está en retirada. El único motivo por el cual una crisis de semejantes proporciones parece
todavía improbable es que no existen en la actualidad fuerzas de cierta importancia que pudieran ver sus
intereses favorecidos aprovechando este desorden.
III
Éste es el contexto de un retorno a Maquiavelo, una figura que se hace plenamente vigente dentro de una
situación histórica cuyos contornos y posibilidades no es posible entender dentro de las condiciones
existentes en el pensamiento político, como resultado de la realidad –incluso irrealidad– cada vez más
problemática de la praxis. Su propio momento de formación llegó con el hundimiento abrupto del mundo de las
ciudades- Estado italianas a finales del siglo XV, a raíz de las invasiones por parte de ejércitos enemigos y de
cambios internos de régimen. En medio de este torrente, Maquiavelo anuncia una ruptura en el tiempo; o, más
bien, el surgimiento de una nueva temporalidad políticamente constituida de las épocas. El advenimiento de la
discontinuidad llega con un gesto fundador de disyunción radical con respecto al pasado reciente –«estos
siglos corruptos nuestros»–, que se demarca frente a un periodo clásico, y un presente que se abre a un
horizonte espectacularmente ampliado. No faltan teorías sociales que pretendan explicar crisis y
transformaciones históricas a gran escala, ni que aborden de manera más directa la dinámica del sistema-
mundo contemporáneo. ¿Qué se puede aprender hoy en día de la lectura de los textos de Maquiavelo que no
era posible encontrar en las obras de Marx, por ejemplo? Este último, se dice con frecuencia, no daba cuenta
de manera adecuada de categorías, formas y praxis específicamente políticas. La dimensión antes ausente de
ciudadanía, nacionalidad, partido, etc., introducida para complementar –o, si no, desbancar– a Marx, resulta
invariablemente ideológica, en el sentido althusseriano de un lenguaje de orientación subjetiva. La lectura de
Maquiavelo nos proporciona en este contexto la posibilidad de interrogar desde una perspectiva filosófica las
ideologías de la agencia que conforman estas concepciones políticas –orientadas al actor– de la historia. Los
escritos de Maquiavelo constituyen una investigación sostenida de los límites de la empresa política sin el
cierre de ningún esencialismo antropológico. Es cierto que, con frecuencia, parece interesado en la fundación
de nuevos órdenes políticos –religiones, Estados, pueblos–, como un modo de enmarcar el anterior problema
de la plasticidad de la «naturaleza humana». Pero las reflexiones dispares que ofrece sobre esta última no
constituyen la base ni de una prudencia conservadora ni de un deseo utópico, sino que, más bien, intervienen
para desestabilizar constantemente ambos extremos. La «maldad» a la que Maquiavelo se refiere es política,
no moral, y menos aún teológica: no parte «de la naturaleza malvada de los hombres, como se suele decir»
Además, esta maldad resulta que no es toda ella mala, desde el punto de vista político: Los hombres están
deseosos de cosas nuevas, hasta tal punto que en la mayoría de los casos los que están en una buena
posición desean la novedad tanto como los que están en una posición mala. Porque, tal y como se dijo con
anterioridad, y es cierto, los hombres se aburren con el bien y se afligen en el mal. La radicalización del
problema de la fundación de un Estado revela la posibilidad de un nuevo arte de fundar pueblos, reclutar
ejércitos y ganar batallas. Esto saca a la luz, a su vez, las virtudes radicales, inhumanas, de aquellos que se
proponen reinventar a los seres humanos. El movimiento del pensamiento de Maquiavelo resulta inesperado.
Primero, nos dice: «No sé si esto ha sucedido alguna vez o si es posible». Luego, que constituiría una
«empresa muy cruel o totalmente imposible». A continuación, cómo se podría hacer: Construir en las ciudades
nuevos gobiernos con nombres nuevos, autoridades nuevas, hombres nuevos; hacer pobres a los ricos y ricos
a los pobres [...] erigir nuevas ciudades, derribar aquellas construidas, cambiar a los habitantes de un sitio a
otro y, en definitiva, no dejar nada intacto. Tal y como lo expresara Rousseau, uno de los lectores más astutos
de Maquiavelo: «Aquel que se atreva a emprender la creación de un pueblo, debería sentir que está, por así
decirlo, en condiciones de cambiar la naturaleza humana». ¿Podría nacer hoy en día una figura de agencia
radical absoluta como ésta? La respuesta debe tener en cuenta la inmensa variabilidad en la potencia y los
conocimientos de los hombres en diferentes épocas y lugares: «La debilidad de los hombres del presente,
provocada por su educación poco sólida y su escaso conocimiento de las cosas, les hace juzgar los juicios de
los antiguos en parte inhumanos, en parte imposibles». Maquiavelo enseña una forma radicalizada de razón
práctica, orientada a objetivos con diferentes horizontes temporales: de la política más inmediata de
supervivencia y engrandecimiento individual a proyectos que sólo pueden realizarse después de la propia
muerte. La perspectiva política fundamental de este pensador puede parecer dividida: pese a evocar
inmensas posibilidades de innovación política, también se le conoce con justicia como un frío reventador de
ilusiones utópicas. Rechazando «a tantos que han imaginado repúblicas y principados que nunca nadie ha
visto o de cuya existencia en la realidad nadie ha sabido», escribe que lo que le interesa es dirigirse
directamente a «la verdad eficaz de la cosa» y no a nuestras fantasías imaginarias y facilitadoras. Se parece
más a un tamiz, que somete las propuestas más radicales a un riguroso criterio de inmanencia. Las
celebérrimas formulaciones antiutópicas de Engels o Lenin transmiten un sentido aproximado de la intención
de Maquiavelo a este respecto. Tal y como sugiere este paralelismo con una tradición revolucionaria posterior,
la prohibición de imaginar una nueva república se levanta a condición de no rehuir pensar cuidadosamente las
duras medidas que acompañan sus orígenes. Esto, de acuerdo con Maquiavelo, es muy difícil: «Puesto que la
grandeza de la cosa aterroriza en parte a los hombres, haciéndoles fracasar en sus primeros comienzos».
IV
La historia del retorno a Maquiavelo para interrogar la estructura del presente se remonta al siglo XVII. Los
comentarios sobre esta figura de Bacon, Harrington o Spinoza –así como de Bayle, Montesquieu, Voltaire o
Rousseau– constituyen momentos en la historia intelectual del surgimiento de una conciencia político-
filosófica de la modernidad. Para cada uno de estos pensadores, Maquiavelo abrió la puerta a una exploración
desinhibida de los problemas centrales de esta nueva condición: el futuro de la Cristiandad, la posibilidad de
un gobierno republicano, los límites de la Ilustración popular, la decadencia y renacimiento de las
civilizaciones, el status problemático de los límites morales y legales al uso del poder político. Hegel y Fichte
forman un episodio intermedio entre este momento maquiaveliano de la edad moderna y el que se daría ya a
finales del siglo XX. El idealismo alemán en la época napoleónica recurrió a Maquiavelo con nuevas
preocupaciones, galvanizado por la inminente liquidación del Estado alemán. Una formulación de Carl Schmitt
capta el espíritu de este momento y establece un punto focal crucial para la recepción que Maquiavelo tendría
en el siglo XX. Para Schmitt, la actualidad de este pensador se reivindica en situaciones de «defensiva
ideológica», cuando se hace imperativo pensar cuidadosamente una experiencia de derrota histórica. El siglo
XIX asistió a un largo declive de este género específico de interpretación y comentario de Maquiavelo. Con el
advenimiento de la Edad de los Extremos en el siglo XX, se produjo un retorno, cuando personajes de todo el
espectro político empezaron a dirigir su atención a los nuevos órdenes que surgieron de la crisis del
constitucionalismo liberal-conservador y del sistema interestatal basado en él. En el periodo de entreguerras,
la lectura de los textos de Maquiavelo sobre los orígenes y la suerte del mundo político europeo constituyó
una corriente destacada en la institución de la ciencia política como disciplina académica, dentro de un
contexto redefinido por el surgimiento más o menos simultáneo de los Estados bolchevique y fascista. ¿En
qué sentido destaca Maquiavelo, en comparación con Hobbes y Spinoza, como teórico de la modernidad?
Estos tres pensadores volvieron a estar presentes en la discusión intelectual durante este periodo, pero, en un
sentido decisivo, Maquiavelo era único: tanto Hobbes como Spinoza fueron contemporáneos de una guerra
civil-religiosa que atravesó toda Europa y el objetivo central de sus tratados político-teológicos era la
neutralización o despolitización. Los encuentros de principios del siglo XX con Maquiavelo fueron motivo de
reflexión sobre un horizonte más allá del liberalismo. Formando un arco que se extiende de un lado a otro del
mapa político, Carl Schmitt, Wyndham Lewis, Leo Strauss, Benedetto Croce, Raymond Aron y Antonio
Gramsci identificaron el siglo, cada uno a su manera, como maquiaveliano. Otros, situados bien antes bien
después de este periodo, pertenecen a esta misma historia de despertar teórico: Maurice Joly a finales del
siglo XIX e Isaiah Berlin y Louis Althusser a finales del siglo XX.
V
Dentro de la constelación del siglo XX, dos estudios destacan por las instructivas reflexiones que contienen
sobre las catastróficas deficiencias ideológicas de su época. En su Meditación sobre Maquiavelo, publicada en
los momentos más críticos de la Guerra Fría, Leo Strauss proponía que la lectura más importante de este
autor debía arrancar con el supuesto aparentemente ingenuo de que era un maestro de gansterismo
revolucionario. Quizá con una pizca de ironía, agregaba que ésta era una forma de ver las cosas que iba en
contra de todo lo que representaba Estados Unidos y que de ello se deducía que se podía considerar a
Maquiavelo el antecesor intelectual directo del comunismo. Para Strauss, el florentino era el fundador
filosófico de una modernidad cuyo destino era la reducción de la naturaleza humana a materia prima de una
tecno política. La máxima de Maquiavelo –«hazlo todo nuevo»– guiaba una exoneración espiritual que
culminaría en las tiranías del siglo XX. Strauss sugería que Occidente tenía que reaprender de la fuente
italiana el arte radical de poner en movimiento y dar marcha atrás a las grandes oleadas históricas. La tarea
inmediata consistía en un proyecto a largo plazo de restauración de los límites de la empresa humana, en los
que sabiamente insistieron los clásicos de la filosofía política antigua, así como las tradiciones bíblicas, por lo
demás antitéticas: los dos modos contra los que Maquiavelo se había levantado en rebelión. La esperanza
residía en que una nueva generación de dirigentes pudiera inspirarse y, así, sostener el fuerte contra las
consecuencias nihilistas de la modernidad. Durante las primeras décadas del periodo de entreguerras, el
futuro de una revolución conservadora de este corte parecía poco prometedor, pero se podía cobrar ánimos
aprendiendo del enemigo: «Todos los profetas desarmados, dice, han fracasado. «El Príncipe moderno» de
Gramsci ofrece una valoración de la importancia contemporánea de Maquiavelo tangencial a esta primera.
Para Gramsci, lejos de ser el teórico de una marcha victoriosa de la modernidad, era el estratega de la
reactivación «desde cero» de causas radicales derrotadas. El problema crucial que había que descifrar era la
revolución europea que no había logrado materializarse. No se trataba de ninguna proyección arbitraria: el
declive de las repúblicas urbanas al que se enfrentaba Maquiavelo constituía, en efecto, un precedente
plausible del propio esfuerzo de Gramsci de pensar con detenimiento la derrota catastrófica de las clases
obreras europeas en la época del fascismo y del fordismo. A su juicio, Maquiavelo brindaba el modelo
intelectual para llevar a cabo un riguroso cálculo estratégico en medio de semejante devastación, como
preparación para una reconstitución muy a largo plazo de la praxis colectiva a través del rearme intelectual y
material. A esto es a lo que llamaba hegemonía. A Gramsci, al igual que a Strauss, le impresionaba la
dualidad del pensamiento de Maquiavelo entre la atención a la necesidad de una fuerza revolucionaria tiránica
y una concepción alternativa de la agencia como proyecto de guerra espiritual, que se despliega a lo largo de
las generaciones. El cristianismo fue la primera religión con una profecía desarmada, el primer movimiento de
la guerra de posiciones. La última concepción de la política se manifestaba en una forma de escritura dirigida
simultáneamente a los elementos dispares e irreconciliables de la generación presente y a una posteridad
lejana y más afín.
VI
¿Qué sugiere la diversidad de interpretaciones de Maquiavelo y la oposición entre ellas dentro de esta
coyuntura? Sin duda, el status siempre problemático, cuando no la relatividad, hasta de las perspectivas
políticas más convincentes sobre la propia época. Pero también el punto hasta el cual tales compromisos
partidarios son inseparables de la voluntad de descubrir la verdad eficaz de la situación histórica en la que nos
encontramos.
VII
La lectura de Maquiavelo hoy abre la posibilidad de empezar a desarrollar una orientación estratégica radical
para algunos de los problemas centrales del siglo que entra: el futuro del mercado mundial, el del sistema
interestatal e incluso, en la época biotecnológica que llega, el de la propia naturaleza humana. Carecemos de
una concepción de la política que se adecue siquiera remotamente a la escala de los peligros y posibilidades
que tenemos ante nosotros. La actual incapacidad y falta de voluntad para considerar –senza alcuno rispetto
[«sin ningún respeto»] – una trascendencia de la forma dominante de Estado y sociedad constituye una
situación potencialmente muy peligrosa. Cabe sostener que tienen que cambiar muchas cosas para mantener
siquiera los fundamentos de este sistema a lo largo de otra era de crisis y transición. El problema que plantea
Maquiavelo es que descubrir la verdad eficaz de nuestra situación histórica exige un compromiso radical. No
es posible estimar las posibilidades de transformación de las condiciones humanas sin interrogar al sujeto al
que se le atribuye el papel de portador del proyecto. En relación con el cálculo político operativo de tiempos
históricamente estáticos, existe un impulso irreductible en esa «arbitrariedad» subjetiva en juego en la
adopción de posturas antagonistas que presuponen la posibilidad de transformaciones apenas concebibles.
En sus Discursos sobre la primera década de Tito Livio, Maquiavelo saca a la luz el papel desempeñado por
esta negatividad irrefrenable en el surgimiento de nuevas realidades históricas: Los apetitos humanos son
insaciables, ya que, en la medida en que, por naturaleza, tienen la capacidad y el deseo de querer todas las
cosas y, por fortuna, la capacidad de conseguir pocas, de ello se desprende constantemente un descontento
en las mentes humanas y una repugnancia por las cosas que poseen. Esto les hace maldecir los tiempos
presentes, alabar el pasado y desear el futuro, aun cuando no exista ninguna causa razonable que les mueva
a ello. La negatividad de esta actitud plantea problemas que resultan extremadamente difíciles de resolver
desde una perspectiva empírica y que, por lo tanto, tal vez deberían considerarse filosóficos. ¿Existen
posiciones políticas privilegiadas para la observación de la propia situación histórica? ¿Ha violentado siempre
la naturaleza polémica del juicio político las ironías de la historia? o, a la inversa, ¿cuándo depende la
comprensión de una situación histórica precisamente de ese marco polémico que se establece entre amigo y
enemigo? ¿Qué concepción viable de las alternativas históricas dirige la denuncia de las condiciones
existentes? ¿Cuándo se capta la verdad eficaz en la lucha política contracorriente y cuándo llega flotando río
abajo alejada de la inmediatez de la práctica? Éstas son preguntas estrictamente filosóficas que Maquiavelo
plantea acerca de la política y que ahora toca transformar en posiciones prácticas. « ¿Tenemos que tener
suerte?», escribe Brecht en su poema, «A un indeciso»:.
Resumen Por Claudio Cesar Coppola “Fututo desconocido, Maquiavelo para el siglo XXI” El artículo
intenta explicar cómo y qué mecanismos utiliza el capitalismo sobre las ideas políticas, y como estas les son
funcionales y no han podido lograr transformaciones durante las últimas décadas. Balakrishnan analiza las
parábolas de innovación retomando a Maquiavelo, deteniéndose en las lecturas que del pensador hicieron
Rousseau, Schmitt, Strauss y Gramsci. Su idea es reformular a Maquiavelo como estratega de un comienzo
radical nuevo en un contexto de derrota histórica bajo los signos del neoliberalismo. ¿Puede surgir un nuevo
pensamiento político?, el autor intenta desarrollar una tesis desde un punto de partida especulativo que consta
en dos partes, en primer lugar plantear el problema moderno de la realidad de los proyectos más radicales de
transformación, y en segundo lugar, proporcionar al lector un método para reflexionar y generar actitudes
prácticas con respecto a la continuación, o no, de estos proyectos. Esta tesis pondría a prueba episodios
decisivos del pensamiento de Maquiavelo a lo largo de los siglos, y para nuestros propios tiempos bajo la
situación histórica moderna en donde surge este planteo: ¿qué es posible cambiar en la condición humana de
la praxis política?
I
El problema inicial es acerca de la teoría o filosofía clásica y su incapacidad de conservar algún tipo de
relevancia en estos días dentro del laberinto de nuestra sociedad mediática. Aunque a muchos no les guste
enfrentarse con esta realidad, la mayor parte del discurso público acepta la ausencia de alternativas a la
democracia liberal y al capitalismo de libre mercado, en donde según Balakrishnan “el principal problema por
resolver son los parámetros de la tolerancia cultural”, en donde destaca el ascensos del fundamentalismo
religioso y las violentas reacciones anti migratorias. En este escenario se vive la “Crisis de lo político”, aunque
la política clásica intenta justificar con frecuencia las variantes conservadoras, liberales y radicales, bajo un
“republicanismo cívico”, en donde la idea básica es acorde a una ciudadanía activa para contrarrestar a una
modernidad impulsada por el juego libre de intereses, en donde se concibe a la praxis revolucionaria como a
una catástrofe totalitaria, concepto que tiene aprobación casi universal de la opinión intelectual. En esta
sociedad no es concebible una repolitización radical como la planteada, estas ciudadanías activistas se
incomodan con la idea misma de abandonar la seguridad del status quo, demostrando una forma de vida
profundamente apolítica.
II
El autor describe el proceso que siguió al periodo posterior a la guerra fría, en donde Washington realizó
ofensas nacionales e internacionales con repercusiones incalculables, en donde pese a esta actitud, los
principales centros de control de opinión se adhieren a estas políticas neoliberales. La ausencia de oposición
a gran escala no impidió que esta situación político mundial comience a disolverse. El controvertido paso de
los derechos humanos al antiterrorismo es el discurso ideológico dominante, tanto así como los acuerdos de
proliferación nuclear y la turbulencia económica entre otras formas de dominación. El relato optimista de la
globalización está en retirada.
III
En este contexto un retorno a Maquiavelo se hace vigente, se puede anunciar, tal como a fines de siglo XV,
una ruptura en el tiempo, el surgimiento de una nueva temporalidad políticamente constituida. Los escritos de
Maquiavelo constituyen una investigación de la empresa política, sin el cierre de ningún esencialismo
antropológico. Si bien parece interesado en crear un nuevo orden político para enmarcar la plasticidad
humana, sus reflexiones sobre estas últimas no responden a una prudencia conservadora ni a un deseo
utópico, sino para desestabilizar ambos extremos. La maldad a la que se refiere Maquiavelo es política, que
desde el punto de vista político no es del todo mala. Balakrishnan argumenta que tal y como expresó Roseau,
“aquel que se atreva a emprender la creación de un pueblo, debe sentir que está en condiciones de cambiar la
naturaleza humana”. Se amplía el campo de lo pensable más allá de los límites establecidos por el discurso
imperante, para luego preguntar, ¿podría nacer hoy en día una figura de agencia radical absoluta cómo está?,
y encuentra respuesta: “La debilidad de los hombres del presente, provocada por su educación poco sólida y
su escaso conocimiento de las cosas, les hace juzgar los juicios de los antiguos en parte inhumanos, en parte
imposibles”. Maquiavelo a su vez se contradice, sobre todo en relación a cuán transformables son los seres
humanos y cuán abiertos están al cambio. Es esencial entender que Maquiavelo empuja al lector a reflexionar
sobre cómo discernir, cómo orientarse prácticamente hacia líneas potenciales de acción en situaciones
ejemplares.
IV
El retorno a Maquiavelo se produjo en el SXVII, constituyó un momento en la historia intelectual que
provocó el surgimiento de una conciencia político-filosófica de la modernidad, Maquiavelo abrió la puerta hacia
la exploración desinhibida de los problemas centrales (Cristiandad, posibilidad de gobiernos republicanos,
etc.). El autor continúa citando ejemplos en donde Maquiavelo vuelve a ser determinante en distintas épocas,
(Napoleónica, luego ocurrió un declive en el SXIX, en donde fue relegado, para después comenzar a retornar
en el SXX a raíz de las crisis del sistema constitucional liberal-conservador, abriéndose así las puertas a una
reflexión sobre un horizonte más allá del liberalismo.
V
Cabe sostener que ha habido una reducción en la comprensión de facetas cruciales de su pensamiento,
aquellas que no se pueden encajonar a un molde republicano, o como ciencia política neutral en sus valores,
en donde operaría en contra de todo lo que representa Estados Unidos. Se podría ver a Maquiavelo como
antecesor intelectual del comunismo. Maquiavelo apela a generaciones futuras menos corruptas, esto resulta
extraño para las sensibilidades contemporáneas, por ende se pasa por alto la importancia política de este
modo de discurso por las grandes obras del pensamiento de la edad moderna. Enseñar el Gran Método de la
innovación política fue el único imperativo ético que este pensador, célebre por su falta de moral, parece
haberse tomado en serio.
VI
¿Qué sugieren la diversidad de adaptaciones de Maquiavelo y la oposición entre ellas?, sin dudas, el status
de siempre, problemático, como así también las perspectivas políticas de cada época. Aunque sin dudas que
los compromisos partidarios son inseparables de la voluntad de describir la verdad eficaz. La lectura de
Maquiavelo pude educarnos en el modo de explorar los fundamentos de las propias lealtades sin abandonar
la esperanza ni sucumbir a las ilusiones.
VII
La lectura de Maquiavelo abre la posibilidad de pensar en desarrollar una orientación estratégica radical para
algunos problemas centrales, como el mercado, el campo biotecnológico y el de la propia naturaleza humana.
No tenemos una concepción política que se adecue a la escala de peligros y posibilidades que enfrentamos.
Describir la verdad eficaz de nuestra situación exige un compromiso radical. Maquiavelo saca a la luz la
negatividad ante el surgimiento de nuevas realidades históricas. Balakrishnan cierra su artículo con una serie
de interrogantes teniendo en cuenta esta negatividad, ¿existen posiciones políticas privilegiadas para la
observación de la propia situación histórica?, ¿qué concepción viable de las alternativas históricas dirigen la
denuncia de las condiciones existentes? Deja los interrogantes abiertos y para finalizar cita a Brecht: (Eso
preguntas. No esperes más respuesta que la tuya propia).
Borón, A. (2008) Socialismo siglo XXI. ¿Hay vida después del neoliberalismo? Ed. Luxemburgo, Bs.
As.
Atilio Alberto Borón nació en Buenos Aires en 1943. Es un politólogo y sociólogo argentino, doctorado en
Ciencia Política por la Universidad de Harvard. Es autor de varios libros de ciencia social y filosofía con
orientación marxista y con una apuesta política clara de compromiso con el socialismo para América
Latina. Es profesor de Teoría Política y Social, en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA desde 1986,
investigador superior del CONICET. Se desempeña también como columnista en diversos medios, y como
conferencista. También es un intelectual orgánico del Partido Comunista de la Argentina, y ha sido durante 9
años Secretario Ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSO.

Capítulo I. Duro de matar. El mito del desarrollo capitalista nacional en la nueva coyuntura política de
América Latina. Una ruta clausurada: A mediados del S. XX veía la luz un texto de Schweinitz Jr. en el cual
planteaba una tesis radical que consistía en que (refiriéndose a una democracia liberal) el camino recorrido
por EE.UU y los países más avanzados de Europa ya no podía ser transitado nuevamente por las naciones
subdesarrolladas, ya que esto se dio por circunstancias históricas que no pueden repetirse. La ruta “euro-
norteamericana” hacia la democracia está clausurada” (Schweinitz Jr., 1964: 10-11).
Críticas al pensamiento convencional: El libro de Schweinitz (1964) tuvo un gran rechazo ya que
contradecía las expectativas de la Alianza por el Progreso. Eran las épocas en que las alternativas a la teoría
de la modernización y las etapas del desarrollo económico era una vertiente crítica de la CEPAL. André
Gunder Frank fue pionero en las cuestiones de la dependencia de América Latina; su libro publicado en 1964
sobre “desarrollo del subdesarrollo” en Brasil y Chile fue muy importante para el debate en el pensamiento
crítico latinoamericano. Como contrapartida tenemos el libro de Rostow (1960): “Las etapas del crecimiento
económico”. Este libro ejerció una influencia arrolladora sobre las ciencias sociales latinoamericanas de
aquellos años y, ni hablar sobre los gobiernos y expertos en el área económica. El supuesto era que cualquier
economía, debía enfrentarse a una serie de imperativos técnicos, no políticos.
Derrumbe y resurrección de la ortodoxia: En la década de los 60’ el paradigma moderno de las Ciencias
Sociales comienzan a caducar. El planteo de Rostow entra en crisis. En América Latina esta crisis se acentúa
con la Revolución Cubana, el deterioro de la situación económica, social y política. Muchos de los teóricos de
la dependencia debieron exiliarse debido al periodo más ferozmente represivo conocido por la América Latina
contemporánea.
La “centroizquierda” latinoamericana y su apuesta al desarrollo del capitalismo: Los diagnósticos que
se oponían a Rostow estaban en lo cierto: la imposibilidad de desarrollo en la periferia. Hoy en día, sería
bueno actualizar esta certeza ya que en América Latina existen una serie de gobiernos de “centroizquierda”
que proclaman su confianza en culminar exitosamente su camino al desarrollo. Siguiendo las indicaciones del
Consenso de Washington, les hacen creer que algún día llegaran a ser países como los europeos o EE.UU.
Pero lo paradójico de esto es que países como Argentina, Brasil y México siguen siendo depositarios de un
futuro capitalista brillante, que en realidad nunca se concreta y que cada vez los aleja más de los capitalismos
desarrollados. El mito del desarrollo capitalista nacional y su premisa, la existencia de una burguesía nacional,
sigue ejerciendo un enfermizo atractivo en la dirigencia “progresista” latinoamericana. Aquí se debelan los
alcances de la victoria ideológica del neoliberalismo en la “batalla de ideas”.
La persistencia de un mito: Kirchner en el 2003 reafirma su decisión de construir un “capitalismo serio”,
alentando la constitución de una “burguesía nacional”. Uno de los problemas que tuvo el presidente es que en
la Argentina el capitalismo nada serio, y más bien “transnacionalizado”, produjo esplendidos resultados para
los capitalistas, con tasas exorbitantes de ganancias, cuyos ingresos en el 2003 eran 56 veces superiores a
los del 10% más pobre. Lo más probable es que el capitalista en cuestión considere poco seria la
preocupación presidencial.
¿Un capitalismo nacional sin “Burguesía Nacional”?: ¿Qué grado de realismo tiene hoy apostar a un
desarrollo capitalista nacional? Pregunta interesante en el contexto nacional de hoy, en el cual el grado de
extranjerización de la economía ha avanzado a ritmo desenfrenado y es uno de los mayores en toda la región.
Respuesta: ningún grado de realismo, “ya no existe más la burguesía nacional” EE. UU., Japón, Corea y los
principales países europeos tienen sus casas matrices en sus países, se protegen con sus jueces y sus leyes,
cuentan con sus gobiernos para acudir en defensa de sus intereses cuando estos son amenazados, y es
hacia allí donde canalizan sus ganancias que obtienen en los mercados mundiales. Para Amin, “el último
intento de burguesía nacional que hubo en la Argentina fue con Perón”. Hoy en día pueden existir “proyectos
de burguesías nacionales solo en los países ex socialistas. Principalmente: Rusia y China”. En la Argentina
solo existió entre 1870 y 1930 una burguesía anglófila, propietarios agrarios aburguesados ligados a la
economía británica, pero esta “burguesía nacional” cayó con el derrumbe capitalista de 1929. En el caso de
Brasil, durante la primera presidencia de Lula, el capital financiero obtuvo grandes tasas de rentabilidad, con
el previsible impacto devastador sobre los restos de una “burguesía nacional”, impotente para torcer el rumbo
de la política económica ultra neoliberal, que, con el aval de Lula, la estaba destrozando. Brasil tuvo una
revolución pasiva y más bien tardía, una tentativa de fundar un orden burgués, pero sin proceso revolucionario
que movilizara a las clases, y tardía por que comenzó cuando la transnacionalización del capitalismo de
posguerra ya estaba avanzada. El caso de México fue distinto ya que fue sede de la única revolución
burguesa triunfante en América Latina. Hay que tener en cuenta que una cosa son las fuerzas motrices de la
revolución y otra bien distinta las fuerzas dirigentes de las mismas. En México las fuerzas motrices fueron el
campesinado y algunos sectores populares urbanos, pero las fuerzas dirigentes fueron la pequeña burguesía,
lo que posibilito un vigoroso desarrollo económico.
Lecciones de la historia económica: Por más que haya habido prolongados periodos de crecimiento
económico en países como Argentina, Brasil y México, esto no fue suficiente como para hacer que estos
países superasen las fronteras del subdesarrollo. En México la etapa del desarrollo nacional burgués termino
en 1976, luego comenzó un periodo signado por la imposición de políticas neoliberales. La privatización de las
empresas públicas y la absorción de las privadas nacionales, hizo que grandes conglomerados
transnacionales fundamentalmente estadounidenses tomaran bajo control la economía mexicana. Brasil ha
vivido un proceso semejante, donde la transnacionalización de su mercado interno ha desplazado a los
sectores burgueses. Las grandes empresas públicas fueron privatizadas, la atracción de capital extranjero a
través de exenciones tributarias y fiscales, arrojaron por la borda no solo eventuales ingresos fiscales sino
también controles medioambientales y laborales de diverso tipo. El caso de argentino no es muy diferente al
de Brasil o México. Argentina es el país con mayor grado de extranjerización de su economía, y donde en la
década de los 90’ fue malvendido y enajenado todo, hasta YPF fue privatizada; en Brasil y México se las
ingeniaron para preservar el control estatal de la riqueza petrolera. Pese a las elevadas tasas de crecimiento
que se dieron en estos países, el capitalismo periférico fue incapaz de dar el salto que le permitiera superar la
barrera que separa el desarrollo del subdesarrollo. Con respecto a lo antes dicho, hubo una sola excepción en
todo el mundo: Corea. Fue el único país que en el S. XX paso del subdesarrollo al desarrollo, uno de los
pocos también que jamás aplico los consejos del FMI, el BM y el Consenso de Washington, y que por eso
mismo fue el último en subirse al tren del desarrollo capitalista.
Repensar el socialismo: La experiencia internacional es indiscutible, países considerados “la gran promesa”,
se debaten en medio del subdesarrollo, la pobreza y la dependencia, un siglo después de aquellos
pronósticos tan favorables. Para el autor, los gobiernos y el público en general tienen que admitir que, como
dijera Schweinitz, esa ruta esta clausurada y es necesario crear opciones nuevas. Por lo tanto, la propuesta
de avanzar en la construcción del socialismo del S. XXI es una invitación que no puede ser desechada; para
eso es necesario abrir espacios para la imaginación creadora de los pueblos en la búsqueda de nuevos
dispositivos de control popular de los procesos económicos; un socialismo que potencie la descentralización y
la autonomía de las empresas y unidades productivas, que promueva diversas formas de propiedad social,
desde empresas cooperativas hasta empresas estatales; así pues se engendraran nuevas relaciones de
propiedad sujetas al control popular. Uno de los desafíos más grandes del socialismo del S. XXI será
demostrar que existen formas alternativas al control público de la economía distinta a las del pasado. Tal
como lo dijera Rosa Luxemburgo, el futuro, especialmente para los sobrevivientes del holocausto social del
neoliberalismo, es el socialismo, y en caso de no poder construirlo seremos testigos de la perpetuación y
agravamiento de esta barbarie que pone en peligro la sobrevivencia misma de la especie humana. Como
dijera Simón Rodríguez, “o inventamos o erramos”. No hay modelos por imitar. Puede haber experiencias que
sirvan como fuentes de inspiración, pero nada más. El socialismo latinoamericano debe ser una “invención
heroica de nuestros pueblos”. Nuestros pueblos deberán construir el socialismo del siglo XXI, condición
necesaria para salir definitivamente del subdesarrollo.
U. 1.3. Modos de organización político-territorial de los Estados: federalismo, unitarismo,
descentralizaciones. Estados multinivel: el caso argentino.

Quintero, S. (2007) “Territorio, gobierno y gestión: temas y conceptos de la nueva geografía política”,
en: Geografía, Nuevos temas, nuevas preguntas. Un temario par su enseñanza, V. Fernández C. y R.
Gurevich (coord.) Bs. As., Biblos, (147-170).
Biografía: Silvina Quintero. El texto se ubica dentro de la colección ¨Claves para la formación docente¨ dirigida
por María Victoria Fernández Caso, junto al aporte de Jorge Blanco, Silvia L. Bocero, Pablo Ciccolella, María
V. Fernández Caso, Raquel Gurevich, Claudia E. Natenzon y Carlos Reboratti. La autora analiza el rumbo de
los enfoques clásicos y las revisiones críticas de la geografía política. Presta especial atención a las
dimensiones de los territorios estatales modernos, la organización espacial del gobierno, la administración y
los sistemas electorales, el reparto de los recursos públicos entre jurisdicciones y la articulación de las
políticas nacionales con las redes institucionales del espacio internacional. Los aspectos referidos a los
problemas de la construcción del poder y la organización de las sociedades en sistemas políticos
democráticos se incluyen en el texto como preocupaciones tanto de la geografía académica como de la
enseñanza escolar. Este panorama se desarrolla a través de los contenidos más novedosos de la
investigación actual en el tema. Finalmente la autora propone algunas reflexiones sobre el modo en que estos
conceptos y temas de la geografía política circulan en las prácticas y discursos escolares. El texto se organiza
en cuatro apartados:
*La revisión crítica de los enfoques clásicos
*Conceptos de la geografía política actual
*Nuevos métodos, nuevas preguntas
*Reflexiones sobre la geografía política en la enseñanza
Este último apartado se subdivide en: *El Territorio y el Mapa:
*El Estado, las instituciones y los actores sociales
*Límites, fronteras y relaciones internacionales
*Las posibilidades de una nueva agenda de geografía política
1-La revisión crítica de los enfoques clásicos: Los primeros escritos de geografía política se dieron a conocer
sobre el final del siglo XIX. El geógrafo alemán Friedrich Ratzel postuló en 1898 que la evolución de un Estado
dependía de su capacidad de mantener y ampliar su ‘‘espacio vital’’ que era el lugar donde se ubicaba y de
donde se preveía de recursos. Su territorio debía expandirse a medida que aumentaba el número de
población de ese Estado. La geografía clásica se preocupaba por el Imperialismo occidental de ese período.
En el siglo XX se acuño el término ‘‘Geopolítica’’ para referirse al estudio de los fundamentos geográficos del
poder de los estados y su aplicación al desarrollo de estrategias de defensa y competencia bélica. Ej.:
Nazismo alemán. Recién en 1960 se renovó la geografía académica y se vinculó con la Economía Política, la
Historia Social Mundial y la Teoría Social Crítica. Uno de los principales renovadores fue Claude Raffestin,
quien expresó que la geografía se limitaba al reducirse al Estado como única fuente de poder político. Los
nuevos enfoques de la geografía buscaban renovar y reformular la relación espacio-poder, viendo al Estado
como una de las múltiples dimensiones en el que el poder circula entre actores sociales. Para eso se
influenciaban de la Sociología Weberiana y de los escritos filosóficos de Michael Foucault. En los años ’70 la
geopolítica era revisitada desde nuevas perspectivas, uno de los voceros fue el geógrafo francés Yves
Lacoste. Éste alentó a recuperar el potencial estratégico de la geopolítica para ponerlo al servicio de los
intereses populares y países subdesarrollados. En los años ’80 se produjo un nuevo desarrollo de la
geopolítica mediante la nueva historiografía sobre los procesos de formación de los Estados Nacionales y las
Teorías de los Sistemas Mundiales. El territorio y el Estado fueron construcciones materiales y simbólicas que
acompañaron la formación de las naciones, eran el contingente de la organización espacial del poder político.
Se hace una especial crítica al concepto de Nación al formular que no constituía una identidad colectiva ni
previa ni necesaria para la formación de los Estados. Para la Teoría del Sistema Mundial se reconoce el
aporte de Immanuel Wallerstein en su ‘‘Sistema Economía-Mundo’’ donde el Estado es una unidad de
organización política dentro de un sistema económico caracterizado por un mercado integrado a escala
mundial. El territorio estatal es un elemento regulador económico y social no sólo en tiempos de conflicto sino
también debía serlo en tiempos de estabilidad o paz.
2-Conceptos de la geografía política actual: La autora habla acerca de la reformulación del concepto de
territorio. Ya no es más solo un hecho físico tratando solo del suelo, sino que abarca tres nuevas dimensiones:
*Material (terreno propiamente definido), *Funcional (formas de control espacial), *Simbólica (formas de
identidad social asociadas) Entran en juego las relaciones de poder dando el resultado espacial de una
relación social construida en torno a una situación de poder-control. Se considera al territorio nacional como
una escala de análisis que está atravesada por relaciones de poder y regulada por sistemas de control. La
nueva geografía política se centra en la organización de los Estados en cuanto a las tramas institucionales
que organizan territorialmente los procesos de decisión y gestión. Habla también de los cambios en el diseño
territorial de las instituciones de gobierno y gestión que reorganizan la relación entre territorio, gobierno y
ciudadanía. Quintero toma al mapa planisferio como ejemplo de la dimensión simbólica en las formas de
espacialidad política. Su imagen muestra al mundo dividido en territorios fijos con identidad inmutables, lo que
John Agnew denomino ‘‘nacionalismo metodológico’’.
1- Nuevos temas, nuevas preguntas
La autora destaca tres líneas de trabajo sobre la investigación actual sobre la geografía política.
1. Geografía crítica: sobre el discurso geopolítico y de qué manera ingresa en la práctica de actores
políticos y públicos masivos, en escenarios pasados y presentes. Los Estados desarrollan una
‘‘drama’’ en el que se pone en juego su destino
2. Geografías de movimientos políticos y sociales: El Poder no se centra solo en el Estado sino
también en aquellos grupos sociales que se movilizan para resistir la presión del poder
(independientemente del éxito o fracaso que tengan). Ya no se trata de un territorio
institucionalizado sino de redes y prácticas nacidas de la resistencia a ese poder, esto constituye
una nueva mirada en la relación espacio y política.
3. Políticas ambientales: sistema de gestión ambiental a escala local, nacional e internacional, la
geopolítica de los recursos naturales, los movimientos de justicia ambiental y ‘‘la emergencia de
políticas ambientales a escala planetaria’’.
En los años ’90 los Estados habían perdido control sobre los procesos económicos que se desarrollan dentro
de sus fronteras como resultado de procesos de desregulación de mercados e instituciones financieras, y de
privatización de equipamientos públicos. Frente a esto, varios autores propusieron nuevos enfoques. Saskia
Sassen plantea que el sistema económico mundial sigue apoyándose en los Estados para suplir necesidades
de ‘‘gobernancia’’ y de regulación distinta del Estado Keynesiano. El concepto de territorialidad se reformula y
la institución estatal es necesaria para comprender la ‘‘transnacionalización’’, sigue siendo garante de
derechos del capital mundial, protectora de contratos y derechos de propiedad. En consecuencia el Estado
sigue siendo la institución clave en el control y regulación territorial y la escala nacional sigue constituyendo el
nivel geográfico en el que se resuelve la territorialidad del sistema estatal. La gobernancia designa el conjunto
de procesos e instituciones que participan de la gestión política de una sociedad. Comprende el gobierno
propiamente dicho más la contribución de otros actores que juegan un rol en las orientaciones políticas
estratégicas y en las opciones de política pública: actores políticos no gubernamentales que integran la
sociedad civil (empresas, sindicatos, actores individuales).
También trata un tema desafiante en la geografía política actual: las ‘‘geografías ilegales’’, estas aluden al
funcionamiento espacial de actividades vinculadas al terrorismo y tráfico ilegal de armas, drogas, etc. Algunos
autores se oponen a la idea de trabajar con territorios legales (estado nacional, fijo, estable y organizado) y
territorios ilegales (superpuestos, móviles, inestables).
2- Reflexiones sobre la geografía política en la enseñanza: La autora realiza un especial análisis a la
relación entre un campo del saber y los contenidos de la enseñanza y el modo en que participan los
recursos didácticos.
El Territorio y el Mapa
La geografía tradicional enseñaba una definición de Estado en la que se incluía a una población instalada en
un territorio donde ejerce su soberanía. Se veía al territorio como contenedor de objetos y sustento de
recursos para una comunidad nacional, y como extensión de una soberanía estatal dentro de los límites
donde se desenvolvía esa comunidad. En la enseñanza, el aspecto político del territorio se resolvía mediante
la descripción de un Estado en su forma, límites y ubicación en la geografía mundial. Se sustituyó al territorio
por una figura cartográfica que lo representaba. El resultado fue una concepción morfológica del territorio y del
Estado-Nación. Esta geometrización de la geografía política de los Estados remite a la obra de Ratzel (1988)
donde considera tres elementos fundamentales de esta geografía: posición, extensión y fronteras, lo que
remite a la triada euclidiana ‘‘punto, superficie, línea’’. A través de la memoria y repetición se enseñaba la
personalidad de la nación (forma), potencial estratégico (extensión y posición), conflicto potencial con el otro
(límites). Se sumaba la localización de la autoridad estatal (ciudad capital) y los rasgos naturales así como
recursos, población y actividades económicas. La complementación entre geografía política clásica y
geopolítica se da a partir de la comparación de estas descripciones entre varios Estados, lo que encuadra con
las preocupaciones estratégicas relativas a la competencia entre poderes a nivel mundial. No se trata de
revisar prácticas de enseñanza sino de reconocer en ellas ideas y conceptos que remiten a un enfoque sobre
la dimensión política de los territorios.
El Estado, las Instituciones y los Actores Sociales: La geografía política clásica tenía la visión del Estado como
única fuente y fundamento de poder político. Hasta la década del ’90 el Estado parecía carente de actores
sociales y los límites y divisiones políticas no se enseñaban, sólo se enunciaban. Tomando el caso argentino,
por ejemplo: Siendo país federal, el aprendizaje del mapa político requiere saber que cada división política
constituye un territorio sujeto a un gobierno autónomo. Dentro de los límites de esa división rigen
competencias y responsabilidades. Por encima de estos gobiernos autónomos existe uno nacional y sus
competencias se ejercen al mismo tiempo en todo el territorio nacional. El mapa debe expresar una relación
institucional entre provincias y nación. Por su forma republicana, la división de poderes rige tanto para los
gobiernos autónomos como para el nacional. Además de estar sujeto a dos escalas jurisdiccionales, el
territorio también lo está en el legislativo y judicial. En el mapa se deben leer las instituciones complejas que
operan en cada nivel. Como país con forma de gobierno representativa, en cada territorio autónomo hay
elecciones para elegir representantes y autoridades, así como para elegir en el gobierno nacional. En
Argentina se omite el tercer nivel de gobierno: municipal. El mapa político y su función en la enseñanza
educativa deben ser repensados, lejos de figuras planas y vacías que representan las divisiones políticas que
omitan la incorporación de los diferentes intereses sociales en los distintos niveles de gestión y decisión. En
vez de representar un Estado donde los actores comparten la toma de decisiones, ocupan posiciones y
compiten por espacios, se refuerza la visión de un estado como actor monolítico.
Límites, fronteras y relaciones internacionales: Para especificar los límites, el adentro y el afuera de un
territorio se trazaba una línea perimetral en una mapa a pequeña escala. Y separaba también al Estado del
resto de la geografía continental. El mapa pasaba a ser el objeto mismo del aprendizaje, sustituyendo al
territorio que debía representar. Las fronteras se concebían como una línea de separación y distinción entre
dos sociedades, como espacios vacíos de sociabilidades. Estas líneas son abstractas, nunca se consideró a
la forma de territorialidad política que subyace a esas fronteras. El límite interestatal no provoca cambios ni
cortes drásticos en la organización social del espacio, en todo caso se las analiza como un rasgo de esta
organización espacial y de la dinámica de una región transfronteriza, elemento de diferenciación pero también
de articulación social, económica y espacial.
Las posibilidades de una nueva agenda de Geografía Política: Los nuevos aportes de la geografía política y la
geografía crítica proveen de marcos conceptuales para comprender nuevas formas de organización política
multilateral, rol estratégico de discursos geopolíticos y la participación de actores privados en la dinámica
territorial contemporánea. Permiten repensar los territorios estatales como niveles de un sistema de regulación
política mundial, que interactúan con otras territorialidades sujetas al control de actores públicos y privados a
diferentes escalas. Indican además, la necesidad de seguir generando vínculos entre los abordajes
socioeconómicos y políticos sobre el rol de diversas territorialidades en la organización del espacio mundial.
En un estudio más profundo acerca de las relaciones internacionales, el rol de organismos multilaterales y
organizaciones no gubernamentales en la definición de políticas a escala mundial toca desde la
reorganización de sistemas productivos hasta la gestión de problemas ambientales dentro del temario
geográfico.
Raffestin, C. (1993) Tercera parte. EL TERRITORIO Y EL PODER Capítulo I ¿QUE ES EL TERRITORIO?
I.- DEL ESPACIO AL TERRITORIO
Espacio y territorio no son iguales, es necesario comprender que el espacio es anterior al territorio y que este
último es el resultado de la acción de un actor determinado, que al apropiarse de un espacio lo territorializa.
Este es el mecanismo por el cual el espacio pasa a ser territorio, la producción de un espacio puede ser: un
territorio nacional donde el espacio es delimitado, modificado, se forma una red (vías de tren, rutas, redes
bancarias), es decir que en el territorio se proyecta trabajo. El espacio es la materia prima que luego es
transformada en territorio, la producción de espacio revela relaciones de poder. Producir una representación
del espacio es una apropiación y muestra el territorio como lugar de relaciones, de procesos sociales.
Podemos entender que el espacio representado es una relación y que sus propiedades se actualizarán a
través de códigos y sistemas sémicos que están marcados por toda una infraestructura, fuerza de trabajo y
relaciones de producción, en modos de producción. La construcción de la realidad es un instrumento de poder
desde el origen del hombre, tomaremos los sistemas de representación que han detentado poder durante la
historia, en este caso la cartografía moderna del renacimiento se convertirá en instrumento de poder y de
“poder”. Esta cartografía euclidiana tiene tres elementos fundamentales: la superficie o el plano, la línea o
recta y el punto o el momento en el plano. Esto permite representaciones del espacio como la delimitación de
un territorio, el control de puntos específicos, islas, ciudades. Esta representación es egocéntrica ya que esta
es siempre una representación del yo en relación al no-yo, y transcribe objetivos intencionales por parte del
actor, es decir su construcción del espacio, que ya no es más espacio, sino el territorio vivido que surge de las
relaciones sociales de comunicación. Raffestin expresa que el espacio existe en función de las intenciones del
actor, si solo existe la mirada de un solo actor el espacio es configurado a raíz de sus interese, pero al
intervenir un segundo actor social, se genera la lucha por el poder. El territorio es la producción que se realiza
sobre un espacio por uno o varios actores.
2.-EL SISTEMA TERRITORIAL:
El sistema territorial está compuesto por distintos elementos: Actores-Nudos-Redes, que son la esencia visible
de las prácticas espaciales. Los nudos y redes son parte de la producción territorial donde el individuo o
grupos son el punto en el espacio, los cuales interactúan política, económica, social y culturalmente, producto
del juego oferta-demanda.
La jerarquía juega un papel muy importante, ya ordena el territorio según la importancia de los individuos y
grupos en función con sus acciones. Estos sistemas jerárquicos permiten asegurar el control sobre lo que
debe ser distribuido y asignado. Con respecto a las imágenes, estas revelan relaciones de producción y
relaciones de poder. El estado aparece como organizador del territorio nacional. Cuando hablamos de
territorio también hablamos de la noción de límite, pues el límite es la relación que mantiene un grupo con una
porción del espacio, delimitar un poder en un área o espacio. Raffestin habla de dos tipos de límites:
POLÏTICOS, que son estables y ECONÓMICOS que son dinámicos. Volviendo a las redes, estas aseguran el
control del espacio y control en el espacio. Cualquier red es una imagen de poder que obedece a los actores
dominantes. El sistema territorial es producto y medio de producción.
3.- LA TERRITORIALIDAD
Hablamos del valor particular de la territorialidad, ya que esta refleja la vivencia territorial por parte de los
miembros de una colectividad, por las sociedades. Los hombres viven y producen al mismo tiempo el territorio
donde se gestan relaciones de poder. La territorialidad es un conjunto de relaciones establecidas por la
sociedad, espacio y tiempo. Estas relaciones son simétricas o asimétricas, esto dará como resultado un
territorio estable o inestable. Para poder analizar la territorialidad se debe acudir a las relaciones reales y
ubicarlas en su contexto socio-histórico y espacio temporal, no es posible conocer la territorialidad si no se
considera lo que llevo a construirla. Se cita como ejemplo la territorialidad en Sicilia, donde se produjo un
choque de territorialidades; por un lado la política económica capitalista y por el otro la política económica
feudal.
CAPÍTULO 2 LAS RETÍCULAS DEL PODER
1.- LÍMITES Y FRONTERAS
Los límites derivan de la naturaleza humana, esto lleva a trazarlos o a enfrentarlos. La noción de límite y
frontera fue avanzando con el tiempo, están bien diferenciados. El límite demarca territorio o propiedad. Como
cualquier función que está marcada por límites, los límites aparecen como información de la estructura de un
territorio y que, si cambian los modos de producción, el sistema de límites sufre mutaciones políticas,
económicas y sociales. En cuanto a la frontera, es definida como señal, la frontera es manipulada como
instrumento para impartir, comunicar una ideología, la frontera se vuelve señal en el momento en que el
estado moderno logra el control territorial absoluto; FRONTERA = Límite SAGRADO. El mapa se instala para
poder definir, delimitar y marcar la frontera, pasa de ser representada de manera borrosa a una forma nítida
en el territorio eliminando cualquier conflicto. Algo interesante es la denominación de la frontera con el nombre
de línea rígida, en este caso hace referencia al muro de Berlín, que mostró los factores ideológicos bien
marcados. Este tipo de frontera ha modificado no solo el territorio, sino a la sociedad. Lo que respecta a
límites y fronteras es un tema de gran interés.
2.- CAMBIO DE PODER-CAMBIO DE DIVISIÓN
Se toma como ejemplo el caso de Francia que con el cambio de leyes del 24 al 26 de enero de 1790, se
crearon 83 departamentos, 4.700 cantones y 40.411 municipios. 185 años más tarde, la división política y
administrativa de Francia, con algunos retoques sigue siendo la misma. Se comparan dos momentos de la
historia política donde la división territorial ha tenido modificaciones pero ninguna radical. Los cambios
políticos traen como consecuencia cambios en el ordenamiento territorial, es por ello que, a pesar de la
exigencia de la revolución, siempre se mantuvo el sentimiento nacionalista e unificador para la conservación
de los valores tradicionales, ya que si el nuevo poder hubiese modificado el territorio según lo que proyectaba,
que era tener redes equivalentes para homogeneizar el territorio, habrían provocado rupturas, discordancias.
Pero a pesar de sus deseos de romper en lo posible con el antiguo régimen, conservaron en general el
sistema anterior de límites. La antigua división sobrevivirá a la nueva, fue necesario componer el presente
integrando al pasado para asegurar el futuro. Esta nueva administración en departamentos aparece como un
enlace útil entre las necesidades de una administración moderna y las aportaciones de la geografía y de la
historia respetando las antiguas particularidades, conservando en lo esencial y nutriendo de debates el
compromiso entre lo nacionalista y lo tradicional, entre geometría y territorialidad. Las antiguas divisiones se
reflejan en las relaciones vividas por la población, en las relaciones económicas, en los lazos de solidaridad,
en el lenguaje y las costumbres. Con respecto al Estado, podemos destacar que incita la organización de una
división con una geometría variable que no es compatible con la gestión política tradicional, entonces se gesta
una deformación de la acción política. Se diferencia lo que es la organización política de la económica, por un
lado lo económico es una división inestable, que tiene como interés eliminar los obstáculos para poder
convertir el espacio territorial en isotrópico, es decir idéntico en todas direcciones para de esta manera poder
cercar fácil y rápidamente las modificaciones técnico-económicas. Con respecto a la organización política,
más si se centran en el principio de la centralización, se interesan en recortar y subdividir para asentar mejor
su control favoreciendo un espacio territorial aniso trópico, evitando los fenómenos de difusión. Los objetivos
de las organizaciones económicas y políticas son contradictorios. Un límite no puede modificarse
constantemente, en cambio el poder que lo utiliza puede suavizarse y ajustarse a través de sus ejecutores y
de sus principios, y la unión de estos dos segmentos distintos no están impedidas por el límite en sí, lo que
impide la unión son las estructuras de poder que garantizan esas divisiones.
3.- CAMBIO DE MODO DE PRODUCCIÓN –CAMBIO DE DIVISIÓN
Vimos anteriormente que el cambio en el régimen político provoca cambios en el ordenamiento territorial. La
división territorial está en relación directa con los modos de producción, en este caso para poder explicar este
cambio tomaremos como ejemplo el paso del modo de producción asiático al modo de producción capitalista.
El poder político se manifiesta en dos niveles: EL DEL ESTADO Y EL DE LAS ALDEAS. El paso del modo de
producción asiático al modo pre-capitalista no logro la desaparición de las aldeas, por el contrario persisten en
el territorio como verdaderos nudos, formando una resistente trama donde cada modo de producción
constituye un red administrativa.
A mitad del siglo XIX, la aparición del modo de producción capitalista rompe esta estructura con la red de
ferrocarriles y carreteras, cambiando el modelo territorial de aureola por el sistema copiado del modelo
colonial inglés. Las aldeas eran garantía del funcionamiento del modo de producción asiático, lo que era un
obstáculo para la movilidad que busca el modo de producción capitalista. Como consecuencia, el cambio
deriva en un desgarramiento de una trama espacio-temporal, hay disolución del espacio social, el territorio
queda dividido.
4.- A LA BUSQUEDA DE UNA NUEVA DIVISIÓN: LA REGIÓN
La región parece concentrar las numerosas protestas en los lugares en los que el estado pretende
descomponer el tejido social para instaurar la centralización, persiguiendo la lógica de la unidad y la uniformidad,
para tener el orden y regularlo. La región presenta un objeto de discurso más que de prácticas es por ello que el
sociólogo debe dar un contenido en término de relaciones sociales. La región no está ausente en los temas del
estado, este recorta, subdivide, delimita el mapa pero no el territorio, que parece una arcilla esperando ser
moldeado a gusto del poder central. En este caso hay producción de la información, pero no es llevada a la
práctica en su totalidad. La política enunciada es regional, la política no enunciada es a-regional, hay un discurso
de lo que es una región y hay una práctica a-regional. Son opuestos. Las aspiraciones de muchos grupos se
dirigen a ese polo regional como la tierra prometida, pero el estado no lo desea, ya que la región es una expresión
con la cual se mantiene hábil y sutilmente la polisemia (muchos significados), se trata de dar visión de diversidad
en la uniformidad. La región es un ensamble de particularidades, costumbres, valores que son un obstáculo para
la uniformización. Es la territorialidad, es la vida cotidiana, si se destruye la territorialidad se pierde su simbología.
Defender la región es defender la relación sociedad-individuos. El discurso regional revela el drama de la
desterritorialización, el temor de perder la relación simétrica con los seres, los lugares, con el trabajo y con el
contexto espacio-territorial y es por ello que está en oposición al estado. La región vivida tiene cada vez más
importancia y para las diversas comunidades
Raffestin, C. (1980) “Por una geografía del poder”. Capítulo II
“Elementos para una problemática relacional” 1.-“¿Qué es una problemática?” La palabra problemática es
polémica, puede tener tres significaciones:
-Conjunto de problemas propios de un tema
-Modos de colocar un conjunto de problemas relativos a una cuestión particular
-Mecanismo que consiste en determinar el estatuto de inteligibilidad capaz de justificar un sistema (la explicación de
conceptos sin los cuales no es posible lograr un saber libre de ambigüedades)
Optamos por una problemática relacional porque las relaciones son capaces de tornar inteligibles el poder político y
sus manifestaciones espaciales. La geografía política principió por la definición de un objeto y se instituyó en su
totalitarismo de objeto. Postulamos una nueva descripción cuya ambición es lanzar las bases de una nueva
explicación.
2.- “Identificación de la relación”: Marx a través del análisis de las mercancías demostró que en ella hay un acto
que implica relación. Los cuerpos de los cambistas, sus manos, además de sus herramientas y sus productos se
relacionan entre sí. En una economía de mercado, ni los oferentes ni los vendedores tienen su capacidad de poder
que les permita inclinar su relación en un sentido u otro considerando el espacio tiempo como punto de apoyo e
incentivo de poder. El espacio-tiempo están diferenciados por lo social, las posiciones respectivas no son idénticas
al iguales que las capacidades de poder. Es interesante recalcar el poder del oferente frente a la demanda, es decir
la capacidad para mantener una relación asimétrica y sacar provecho obligando al otro a aceptar sus condiciones.
En una situación de monopolio u oligopolio uno o más polos mantienen una relación asimétrica con otro u otros.
Esta situación de dominación está condicionada por fines “políticos” y no económicos, ya que se trata de gestionar
una organización que quiere crecer a costa de la destrucción de la estructura global o una parte de dicha estructura
con la cual se mantiene en relación. La forma de una relación simétrica o asimétrica: La primera impide el
crecimiento de una organización o de una estructura en detrimento de otra o también impide la destrucción de una
organización o de una estructura por acción de otra. La asimetría implica una falta absoluta de reconocimiento de
las necesidades del otro. Solo reconoce la existencia de dichas necesidades en la medida en que acepta el juego
de equivalencias forzadas que se expresa en el valor de cambio. Existe un “mercado lingüístico” en el que circulan
palabras, expresiones y mensajes como mercancías. Las relaciones no se modifican con el cambio de estas. La
naturaleza de las relaciones es determinista o aleatoria. Un proceso determinista se realiza de una sola manera.
Las relaciones caracterizadas por un proceso aleatorio tienen una fase de indeterminismo. Es apenas el momento
de su realización que tendrá lugar uno solo entre los muchos casos posibles. Las relaciones son deterministas
cuando dos sistemas están ligados entre si y son aleatorias cuando son independientes el uno con el otro (Ej.:
relaciones políticas)
3- “Los elementos constitutivos de la relación.”: Estos elementos son: los actores, la política de los actores o el
conjunto de sus intenciones, es decir, sus fines, la estrategia de los actores para lograr sus fines, los medios de la
relación, los diferentes códigos utilizados y los componentes temporales y espaciales de la relación. Las relaciones
que mantienen dos organizaciones económicas, dos empresas, dos sistemas industriales, son económicas solo por
su contenido pero de hecho son profundamente políticas, en tanto implican un choque o un conflicto entre dos
poderes que establecen directa o indirectamente sobre toda o parte de la sociedad. Se distinguen dos tipos de
actores: los sintagmáticos y los paradigmáticos. Los sintagmáticos combinan todo tipo de elementos para “producir”
una o varias cosas; articula diferentes momentos de la realización de su programa, integrando capacidades
múltiples variadas. (ej., el estado como constructor de una sociedad/ una empresas cuando utiliza distintos
elementos para la producción).Estos se encuentran integrados por individuos que se integran o son integrados en
el proceso programado. Existe una jerarquía y justo a ella esta explícitamente expuesto el poder. Un actor
paradigmático es producto de una división clasificatoria operada sobre la base de distintos criterios que los
individuos tienen en común. No están integrados en un proceso programado. La población de una país, son una
pluralidad de hombres y mujeres que tienen en común estar fijos en su morada en una porción de tierra de ese país.
Una o varias organizaciones pueden nacer en esta población y constituirse como actores sintagmáticos y en
consecuencia solidarizarse o no con el mandatario original (el estado por ejemplo). Las organizaciones tienen
finalidades, objetivos que pueden ser simples o complejos: simple si se trata de alcanzar un objetivo dado o de
producir una sola cosa; complejo cuando se quiere alcanzar varios objetivos o producir varias cosas. Siempre
hablando en términos cuantitativos. La realización de los objetivos requiere una estrategia. Esta describe la
combinación de una serie de elementos que permite alcanzar un objetivo. Los medios de las relaciones son muy
diversos: fuerzas militares, medios financieros, trabajo, discursos etc. Lo que tienen en común esto es que están
constituidos por energía e información. La energía es un potencial que permite desplazar u modificar la materia. La
información es la forma del orden detectado en cualquier materia o energía. Cualquier transmisión de información
requiere un costo de energía (información de Rusia a Europa en el siglo XVIII considerando la disponibilidad
tecnología disponible). Esta información está formada por mensajes que se presentan a través de signos,
lingüísticos o no. Se analiza la lengua, el “código” utilizado para producir el núcleo del código. El económico, por
ejemplo, es el valor de cambio, base de cualquier economía del mercado. Los actores que combinan energía e
información, según una o varias estrategias, implica un modo de producción, un modo de conocimiento, un modelo
cultural, político, etc. Estos intervienen en el espacio y en un tiempo “inventado” ya que son momentos
particulares, recortados según actores particulares. El tiempo entra en la estrategia del actor y condicionan la
combinación de energía e información. El poder es inherente en cualquier relación. A partir de este se puede
comprender los procesos que determinan las formas de las relaciones. Cualquier poder requiere un campo de
comunicación, cualquier comunicación se manifiesta en un campo de poder.
Sormani (1986) “Formación social y formación espacial. Hacia una dialéctica de los asentamientos
humanos”. TEORIA DE LAS FORMACIONES ESPACIALES: UN APORTE METODOLOGIC. Horacio A. Sormani
1.- PRESENTACION. Este trabajo intenta sintetizar el resultado de una reflexión teórica que fuera decantándose
durante los últimos años de mi labor académica en el ámbito de la universidad argentina. Ella reconoce distintas
vertientes: por un lado, una creciente insatisfacción hacia algunas “teorías” que han prevalecido en los medios
universitarios, frecuentemente importadas y difundidas a-críticamente, para salir del paso o, lo que es aún peor, que
pasaron a ser sacralizadas en el terreno ideológico y difundidas por todos los sectores de la sociedad, inclusive a
través de los medios de comunicación. En segundo lugar, el reconocimiento de que en el presente estadio del
desarrollo capitalista, la influencia de sus determinaciones sobre las formaciones sociales periféricas no solo se
expresa en particulares relaciones económicas, sociales o políticas, sino que trae aparejada una exacerbación del
carácter desigual y combinado que se manifiesta en formas de organización del espacio muy peculiares que difieren
frecuentemente de los modelos tradicionales. Este tipo de desarrollo se extiende y ahonda, generalizándose, no
solo entre los países sino en el interior de cada país dentro de los sectores productivos, entre la agricultura y la
industria, entre los diferentes asentamientos humanos, entre las regiones y en el seno de las clases sociales,
limitando desde el interior de las formaciones sociales periféricas las posibilidades de su crecimiento dentro del
marco impuesto por el modo de producción capitalista. A este respecto, las evidencias que proporcionan casi todos
los países latinoamericanos, la Argentina entre ellos, son indudable y necesariamente el principal estímulo para
emprender una reflexión como eventualmente la presente que pueda servir de instrumento para la interpretación de
esta realidad. Resulta cada vez más evidente la necesidad de contar con una teoría de las estructuras territoriales
que supere las limitaciones propias de las ciencias particulares que, tangencialmente, han incorporado a su terreno
específico elementos espaciales. Creemos que es preciso revitalizar la ciencia geográfica, embretada en su propio
dualismo, que la ha mantenido apartada de la familia de las ciencias sociales, y contribuir a recuperar para ella su
objeto propio de análisis: el espacio. Sin pretender ahora abocarnos a una “arqueología del saber espacial”, lejos de
nuestras pretensiones y de nuestra capacidad, trataremos de pasar revista a algunas nociones tradicionales de
espacio, principalmente geográficas, así como de otros conceptos vinculados a él, a los efectos de plantear nuestra
propia perspectiva para tratar de justificar, finalmente, la utilización del concepto de formación espacial como una
totalidad que exprese la forma en que, en cada momento histórico, la sociedad humana ha logrado transformar la
naturaleza.
2.- LAS NOCIONES TRADICIONALES DE ESPACIO. Una primera noción es aquella consagrada por la geografía
tradicional y denota el medio físico en el cual la comunidad humana vive y se desarrolla. Desde este punto de vista,
el espacio representa la corteza terrestre en toda su compleja variedad de elementos físicos cuyo estudio
constituyó, desde los albores de la geografía científica, el tema central de investigación, desembocando en una
disciplina particular integrada por múltiples puntos de vista: la geografía física. La tendencia a considerar el espacio
solo como un ambiente natural y privilegiarlo en sus relaciones con la sociedad humana se consagra en la obra de
Friedrich Ratzel (1844-1904) forjador de la idea del Lebensraun (1901) y del Darwinismo Social, e iniciador de la
geopolítica. Su concepción fue llevada por sus discípulos hacia un completo determinismo del medio ambiente.
Algunas porciones de este espacio asumen rasgos propios y pueden ser concebidas como “paisaje”, es decir, como
“una combinación de hechos físicos y humanos que da a un territorio una fisonomía propia, que han configurado un
conjunto, si no uniforme, al menos caracterizado por la repetición habitual de ciertos hechos. El reconocer que
sobre la superficie de la tierra se halla asentada la especie humana presentando determinados arreglos y
asociaciones característicos cuyo estudio en relación al medio natural resulta ineludible, abrió una nueva vía
epistemológica a la geografía. La crítica del determinismo introdujo en el proceso de identificación del objeto propio
de la geografía como ciencia, la cuestión de las posibilidades, convirtiendo a los procesos de valorización del
espacio por parte de los individuos en el terreno central de investigación. “El objeto de la Geografía ya no es
entonces la influencia del suelo sobre el hombre, ni tan solo las relaciones entre el hombre y la naturaleza, sino más
bien las diversas elecciones de un medio efectuadas por el hombre”. La noción de paisaje expresa la reconstrucción
a través de la subjetividad del investigador de la significación de estas elecciones a partir de rastros y formulaciones
concretas que los hombres han dejado en ellas en el curso de la organización de tal o cual parte del planeta. A
pesar de todo es evidente, aún en el discurso blancheano, que a la geografía no le interesó más que el estudio de
ciertos hechos físicos que ocurren en el espacio, aunque puedan ser o hayan sido afectados por la práctica
humana. De alguna manera, la propuesta de la geografía humana implica solamente realizar el análisis a través del
hombre y, lo que es aún peor, al introducir explícitamente el aspecto “humano” en el discurso, aunque representado
por sus aspectos cuantitativos (demográficos), se consagra un dualismo físico-humano que resulta irreductible en la
geografía tradicional. Este rasgo la ha caracterizado hasta el presente al permanecer abierta la brecha entre la
geografía física y la geografía humana. Recién en los últimos años van apareciendo tendencias nuevas, aunque
fragmentarias, que intentan liberarse de la herencia tradicional en momentos en que la preocupación por integrar
una dimensión espacial a los estudios sociales es ya frecuente en el terreno de otras ciencias como la economía, la
sociología o la antropología. La adherencia al espacio natural, sea enderezada hacia el determinismo o hacia el
posibilismo y la preocupación por los conjuntos concretos llevó a la geografía humana a acentuar algunos rasgos de
las relaciones entre el ser humano y su entorno, perceptibles sobre todo en aquellas áreas en las cuales el medio
natural juega un papel destacado: el ámbito agrario. Posteriormente, la influencia de los fenómenos de
metropolización y los bruscos cambios que se produjeron en el proceso de desenvolvimiento de las fuerzas
productivas, acentuando el desarrollo desigual de las ciudades y del campo, trajo como consecuencia un cierto
deterioro de algunas ideas subyacentes en esta disciplina, como la de inercia geográfica y la importancia de la
división del espacio en regiones más o menos estables. Si dejamos de lado las concepciones todavía tradicionales
de la geografía económica entendida como “el estudio de la acción recíproca entre el aspecto físico terrestre y su
contenido con el hombre economizante” para asumir que su objeto es “la acción estructuradora del hombre sobre la
superficie terrestre para adecuarla a sus finalidades económicas” lo cierto es que el estudio de los flujos de
mercancías, de personas y de comunicaciones ha llevado a otorgar al concepto de espacio un significado diferente
al geonómico, para integrarse en análisis llevados a niveles de abstracción superiores (escuelas francesa, alemana
y norteamericana de economía espacial). De este modo, el concepto de espacio pierde su cualidad concreta para
asumir los caracteres de un concepto abstracto y universal, asociado al de conjunto. Se trata de algo que
componemos, puesto que relacionamos cierto número de localizaciones que reconocen un carácter funcional con
un mismo sujeto social (económico). Los lugares económicos de Johann Heinrich von Thünen (1783-1850) y de
los economistas posteriores, son dominios dotados de condiciones de homogeneidad específica sobre los cuales
ciertas relaciones humanas se ven condicionadas por la distancia, susceptible de medición o valorización
económica. Al segregarlos de los “lugares naturales” se consagra una nueva forma de dualismo que desdeña
considerar a estos pares antinómicos como una manifestación concreta de las condiciones objetivas en que se
desarrolla la práctica humana en el espacio. Esto es válido también para aquellas disciplinas sociales de fuerte
tendencia mecanicista como la llamada “física social” derivada de los trabajos de H.C. Carey y que se continúa con
E.G. Ravenstein, E.C. Young y, sobre todo de J.Q. Stewart y de G.K. Zipf. En estos casos el espacio, considerado
como distancia, se presenta afectando ciertos comportamientos masivos como los de “interacción”entre
asentamientos humanos. La ecología, sobre todo la llamada ecología humana, parece haberse apropiado del
campo específico de la geografía humana, atribuyendo las expresiones espaciales de la práctica social al resultado
de la evolución y constante adaptación del hombre a su hábitat. Creo posible coincidir con Manuel Castells cuando
reacciona contra esas tendencias sosteniendo que “el organicismo evolucionista heredado de Spencer, es lo que
está en la base de la ecología humana, y la psicosociología encubierta por Parsons como sociología de los valores,
lo que influencia directamente los análisis culturalistas, y es el historicismo de fuente Weberiana, lo que influencia
los temas voluntaristas de la creación del espacio”. Si dejamos de lado algunos autores y algunas tendencias
francamente progresistas en este campo, lo cierto es que se muestra lábil a la penetración de ciertas nociones
ideológicas. Así, cuando se bate el parche acerca de la “crisis ambiental” resulta que se están encubriendo
aspectos relevantes de la realidad, como el hecho de quiénes generan esa supuesta crisis o quiénes la toleran o
legitiman: los consorcios monopólicos y el poder político de algunos estados nacionales. Cuando se señala que los
problemas de polución urbana o de congestión del tránsito poseen un origen casi natural y, por lo tanto, de difícil
cuando no de imposible solución, solo debe entenderse, en un discurso de este tipo, el supuesto implícito de “en las
actuales condiciones de distribución del poder y la riqueza”, ya que toda descentralización de las actividades
productivas ocasionarían un perjuicio para determinados grupos o clases sociales. La abundancia de espacio que
puede alegarse como condición para la solución de estos problemas es solo aparente en este contexto pues el
espacio nacional no es espacio a secas, no es espacio de la Nación, sino del capital. Las múltiples nociones de
espacio propuestas por aquellas disciplinas que, de uno u otro modo, se concentran sobre los aspectos
fundamentales derivados de la práctica humana productiva no agotan el repertorio. Quedan aún algunas otras como
el espacio de la geopolítica o de la geografía política que van desde el determinismo del medio natural sobre el
proceso de formación y desarrollo de los estados nacionales hasta las vertientes más voluntaristas de la corriente
“suelo y sangre” y del espacio vital que privilegia el papel del hombre (o de la raza) sobre la expansión nacional y la
apropiación del espacio universal. De un modo u otro, estas corrientes ponen sobre el tapete el hecho de que la
geografía se desarrolló a la sombra del ejército y de que entre el discurso geográfico y el discurso estratégico hubo
una permanente circulación de nociones, en la medida en que detrás de la investigación geográfica se escondían
intenciones de conquista, de implantación de un poder, de administración de los territorios conquistados por el
empleo violento de ese poder, es decir, por la guerra. Deliberadamente, también, dejaremos de lado toda mención a
las nociones de espacio como ámbito de nuestra propia existencia humana, al espacio vivencial, y a sus múltiples
concepciones, que solo agregarían nuevas dificultades a nuestra ya ceñida e incompleta síntesis. A fin de extraer
alguna conclusión provisional de esta rápida revisión podríamos destacar, en primer lugar, la evidencia de procesos
de inversión del análisis en el desarrollo de algunas disciplinas científicas que tratan de incorporar el espacio al
estudio de las relaciones humanas. En casi todos los casos, la resultante está caracterizada por un sesgo en favor
del campo originario de la tentativa, una propensión a privilegiar, sea la influencia del medio físico sobre los
procesos sociales, sea la importancia de las modificaciones que se producen en el universo social al margen de las
determinaciones de la naturaleza. De este modo, la sociedad en un caso y la naturaleza en el otro, aparecen como
un mero referente. Inevitablemente el análisis llevará hacia el determinismo del desarrollo social o caerá en
expresiones voluntaristas. El discurso geográfico tradicional solo percibió la relación “hombre-medio” sin entender
que los hombres no se relacionan unilateralmente con la naturaleza, sino socialmente y que, al concentrarse en el
análisis de esta relación, se forjaba una dicotomía que perdura hasta nuestros días, confundiendo el carácter
cualitativo del elemento “hombre” de la relación con su carácter cuantitativo. Esta dicotomía sirvió para extraviarla
de su objeto natural de análisis: el espacio entendido como espacio social y, además, encubrir bajo el inocente
manto de las descripciones geográficas su aspecto utilitario en la conducción de la guerra y el ejercicio del poder en
todas sus formas Para colmo, en la mayor parte de los casos, la geografía ha seguido concibiendo el espacio como
un objeto estático, congelado en el tiempo, ya que cuando se trata de incorporarlo, el producto resulta siempre
fuertemente influenciado por el mecanicismo o por el evolucionismo. De modo que, o bien paga tributo a Kant,
responsable de la segregación de las “ciencias descriptivas” (entre las que quedó encuadrada la geografía) de las
“ciencias de síntesis”, o bien paga tributo al positivismo clásico o moderno de la “New Geography”. Por otra parte,
también hemos señalado que aparece frecuentemente otra suerte de concepción dualista del espacio que lo
concibe como medio ambiente natural y concreto con todas sus propiedades físicas inherentes al mismo o como
espacio económico o social abstracto, teatro de operaciones de ciertas variables supuestamente claves. En un
caso, la mera descripción de ciertos caracteres naturales impide utilizarlos en la producción de hipótesis relevantes;
en el otro, se sacralizan en un modelo ciertos rasgos de la naturaleza, manteniéndolos en un plano abstracto sin
que en ningún momento vuelvan a recobrar su carácter concreto, cambiante y contradictorio. En ningún caso se
logran articular los distintos niveles de análisis que fueron originalmente segregados. En definitiva, o bien el espacio
es solo naturaleza y el hombre aparece como un ser, entre otros, que vive en ella, o el espacio desaparece en el
reduccionismo económico. En un caso o en el otro, el espacio solo está implícito, y este “olvido” no es casual
cuando se llega a la conclusión de que en la organización del espacio se ven reflejadas las relaciones de clase de la
sociedad instalada en un determinado territorio, sea en el arreglo de los mismos objetos espaciales (catedrales,
hospitales, cárceles, fábricas, viviendas, etc.) o en el conjunto de los mismos, desde las áreas residenciales
urbanas hasta los usos del espacio agrícola, las redes de transporte y la estructura misma del espacio nacional.
3.- HACIA UNA NUEVA PERSPECTIVA DEL ESPACIO SOCIAL. Recuperaremos para nuestra exposición el medio
físico, natural, privilegiado por la geografía tradicional y reconozcamos que ese ambiente constituye el fundamento
de la práctica humana productiva que es, al mismo tiempo, el modo en que los hombres manifiestan su vida. Sin
duda alguna, “el modo como los hombres producen sus medios de vida depende, ante todo, de la naturaleza misma
de los medios de vida con que se encuentran y que se trata de reproducir.” Este modo de producción no debe
considerarse solo en cuanto es la reproducción de la existencia física de los individuos. Es ya, más bien, “un
determinado modo de vida de los mismos. Tal y como los individuos manifiestan su vida, así son. Lo que coincide,
por consiguiente, con su producción, tanto con lo que producen como con el modo como producen. Lo que los
individuos son, depende, por tanto, de las condiciones materiales de su producción” Sin embargo, esa “primera
naturaleza”, que se organiza conforme a ciertas normas históricamente mudables y de la que el hombre también
forma parte, no interviene directamente en el complejo de relaciones sociales estructuradas en función de la
producción material, sino en forma mediata, debido a que, desde los orígenes de la humanidad, dicho proceso
productivo no solo constituye una relación entre el ser humano y la naturaleza (única que vislumbró la geografía
tradicional) sino, básicamente y al mismo tiempo, una relación entre hombres. De tal modo, ya no puede suponerse
que la naturaleza, o el ambiente natural, constituye el presupuesto de toda actividad humana, ya que aquella
aparece siempre como materia social, apropiada como objeto de la producción material, mediada y transformada
por la actividad humana social y, por lo tanto, también mudable y transformable presentemente y en el futuro. Los
factores naturales no llegan a ser esenciales en tanto elementos constituyentes del mundo social, a menos que el
hombre los incorpore al ámbito de su práctica productiva. Y es esta actividad humana la que les da ese carácter. El
hecho de haber desconocido esta segunda ronda de relaciones de carácter social y el hecho de que las relaciones
entre los individuos y la naturaleza solo constituyen un aspecto de la totalidad que es la producción material, es lo
que hizo perder a la geografía en un laberinto de cuestiones fútiles e irrelevantes. Su explícito reconocimiento es lo
que permite considerarla como a una ciencia social cuyo verdadero objeto es este espacio social. Sin embargo, el
“entorno material que rodea (al hombre) no es algo directamente dado desde toda una eternidad y constantemente
igual a sí mismo sino el producto de la industria y del estado social, en el sentido de que es un producto histórico, el
resultado de la actividad de toda una serie de generaciones, cada una de las cuales se encarama sobre los
hombros de la anterior, sigue desarrollando su industria y su intercambio y modifica su organización social con
arreglo a las nuevas necesidades”. Así, por ejemplo, determinados elementos naturales como los mares o las
tierras bajas, han representado serios obstáculos para el ejercicio de la práctica humana en una época de
temprano desarrollo de las fuerzas productivas, mientras que en la actualidad adquieren una significación
totalmente diferente: se han convertido en vías de comunicación y en tierras de apropiación agropecuaria, industrial
o residencial. Desde este punto de vista, el ámbito de la sociedad humana, el espacio y el modo en que se
organiza, denotan el carácter histórico que asume la naturaleza mediatizada por la actividad práctica del hombre y,
como tal, constituye el fundamento obvio de esa actividad, pero también es su producto, producto material
elaborado, modelado y organizado en función de esa actividad estructurada a partir de un conjunto de relaciones
sociales dentro de las cuales se inserta, adquiriendo “una forma, una función, una significación social”. Es decir, el
espacio social es también “una segunda naturaleza” integrada por todos aquellos objetos espaciales producidos por
la sociedad para servir de soporte, ámbito, auxilio a sus actividades, como los talleres y oficinas, los caminos y los
puentes. El espacio social es también un espacio producido en el mismo proceso que aquel destinado a generar la
corriente de medios de subsistencia que la sociedad humana requiere para reproducirse como tal. En definitiva,
puede afirmarse que el fundamento último de toda teoría de la sociedad no consiste en ningún momento natural
extra-histórico o extra-social, como el clima, la raza, la lucha por la existencia, las fuerzas humanas somáticas y
síquicas, sino en una naturaleza históricamente modificada ya, o para decirlo con más precisión, en los desarrollos
histórica y socialmente caracterizados de la producción material. Pero esta producción material requiere un cierto
fundamento, un ámbito en el cual explayarse, condiciones que permitan asegurar su reproducción. Para ello la
sociedad humana ha logrado transformar la naturaleza primigenia, socializarla y complementarla con nuevos
elementos para configurar un determinado arreglo espacial que adquiere, en cada etapa histórica, un carácter
diferente en el que se refleja el propio carácter de la sociedad que lo moldeó.
4.- EL ESPACIO Y LA PRODUCCION. Ahora bien, si el espacio no es más que el producto de la actividad práctica
del hombre enderezada hacia la producción material y representa las condiciones de inserción de la naturaleza en
ese proceso, resulta que, para entender cómo se estructura históricamente, es preciso analizar, en cada caso, el
carácter que asumen las relaciones de producción y, particularmente el estadio de desarrollo alcanzado por las
fuerzas productivas que, en buena medida, tienen un origen natural. Si bien las relaciones de producción son,
esencialmente “sociales”, el carácter natural de las fuerzas productivas puede hacernos pensar que la naturaleza
reaparece determinando un modo de organización de las relaciones humanas cuando no hacen más que evidenciar
el carácter dual de la producción material: en tanto relación técnico-natural entre el hombre y la naturaleza y como
relación histórica planteada entre los propios hombres. Las fuerzas naturales solo llegan a ser fuerzas productivas
cuando se integran en el marco de las relaciones sociales, cuando utilizadas por la sociedad organizada sirven a la
producción y a la reproducción de la vida humana misma. El desenvolvimiento de las relaciones de producción
acentúa crecientemente el carácter social de las fuerzas productivas, y a la explotación y utilización de las fuerzas
puramente naturales se agregan condiciones esencialmente sociales como las inherentes a la organización del
trabajo social. El desarrollo de las fuerzas productivas impulsa, a su vez, la división del trabajo en el seno de la
sociedad y constituye un buen indicador del grado de adelanto de aquellas. La división del trabajo ha sufrido
variaciones y diferenciaciones a partir de las formas primitivas de adscripción de diversos individuos a determinadas
órbitas profesionales derivadas de razones puramente fisiológicas. Pero, de la misma manera que dentro de la
sociedad se evidencian formas de división del trabajo cada vez más complejas, se producen desarrollos
diferenciados en función del medio natural y del tipo y grado de adelanto de las diversas comunidades localizadas
en un dado territorio. En general, la espontánea diversidad de las condiciones naturales opera del mismo modo que
las distintas capacidades fisiológicas de los individuos para promover e impulsar, en un primer momento, la división
del trabajo y representan un estímulo adicional para el desarrollo de las fuerzas productivas. Estas disparidades
naturales fueron las determinantes del intercambio primitivo y tuvieron la virtud de ampliar los límites del espacio
social al favorecer, consiguientemente, el aumento de sus necesidades y su nivel de satisfacción. Pero la
posibilidad del intercambio, cuando éste implica un desplazamiento de personas y bienes por la superficie terrestre
también está condicionada por los elementos naturales que aparecen entorpeciendo o facilitando tales movimientos,
pero siempre exigiendo la utilización de diferentes dosis de energía humana y de medios materiales para llevarlos a
cabo. El grado de adelanto de las fuerzas productivas determinará, finalmente, si un accidente geográfico o el
simple desplazamiento por el territorio son o no viable y en qué condiciones. Si la división del trabajo dentro de la
sociedad tiende a asignar roles a diversos individuos dentro del proceso productivo, lo mismo ocurre en el plano
territorial entre las diversas áreas y regiones, de modo que la producción material también se va diferenciando
espacialmente. Así, la división social territorial del trabajo, constituye una forma específica, un momento de la
división del trabajo dentro de la sociedad humana en su conjunto, acarreando no solo una especialización del
proceso productivo sino una contradicción de intereses y, a veces, un antagonismo entre diversos grupos y clases
sociales y entre diferentes áreas y regiones. Pero éste es solo un primer momento del proceso de diferenciación
espacial de la sociedad ya que la división social territorial del trabajo lleva implícitas nuevas formas de
diferenciación basadas en el intercambio y en la circulación de mercancías, incluido el capital, condicionadas por las
características del desarrollo desigual de las fuerzas productivas, por el tipo de relaciones de producción
dominantes y también por la naturaleza de los sistemas de dominación impuestos en la sociedad. Finalmente, el
tipo de instituciones políticas, jurídicas e ideológicas imperantes, refuerzan, mantienen y convalidan el tipo de
organización del espacio que emerge como resultado de ella. Las cualidades del medio natural aportan también la
base de sustentación para el proceso de sedentarización humana. Cuando diversas comunidades encuentran
condiciones apropiadas para fijar su residencia de una manera más o menos permanente, ya que la existencia de
alimentos y de otros medios aptos para satisfacer sus necesidades no obliga a sus miembros a desplazarse
demasiado para procurárselos, se inicia el proceso de sedentarización. Estas “condiciones apropiadas” estarán
dadas, tanto por los caracteres cualitativos o cuantitativos de los recursos naturales existentes en un sitio dado,
como por el grado de desarrollo que la comunidad haya logrado para poder utilizarlos en su provecho, circunstancia
que permitirá la expansión y desarrollo de la comunidad misma. En definitiva, serán las condiciones naturales
originarias junto con las condiciones sociales históricamente logradas y apropiadas, las que permitirán a la
comunidad asentarse, es decir, adaptar y recrear una cierta porción del territorio y organizar en él su hábitat o
asentamiento, que no es otra cosas que “la forma bajo la cual se cristaliza la vida sedentaria del hombre”. El
asentamiento humano es el producto del proceso de sedentarización del ser humano y se vincula estrechamente
con su actividad productiva pero, al mismo tiempo, es también el resultado de la división social territorial del trabajo.
Constituye una unidad dialéctica de relaciones humanas y naturales en la cual las condiciones generales del
desarrollo social han dejado provisoriamente fijados ciertos caracteres específicos que pueden evidenciarse, en
parte, por sus rasgos espaciales y, en parte, por la naturaleza de las relaciones sociales imperantes en el mismo.
Este concepto implica, necesariamente, la conjunción de un sitio, elegido por su aptitud para establecer una
residencia permanente, con aquel otro sitio que brinda las mejores condiciones para el desarrollo de una actividad
productiva. El trabajo, como práctica fundamental del hombre, se realiza usualmente de una manera más o menos
regular y continua y, por ello, requiere que los individuos se establezcan a una distancia tal del lugar de trabajo que
les permita reintegrarse a él diariamente. Es decir que, en términos generales, el asentamiento humano está
determinado por el hecho de la producción material y por la localización asumida para su ejercicio. No se trata,
pues, de un hecho físico, sino social y, por lo tanto, histórico, sujeto a las leyes que regulan el desenvolvimiento de
la sociedad. Cambios cuantitativos que se operen en el curso de su desarrollo pueden traducirse en modificaciones
cualitativas que afectarán su jerarquía, rol o condiciones de inserción en un esquema de división social territorial del
trabajo, sin por ello alterar el hecho innegable de resultar un producto en permanente transformación del proceso de
sedentarización humana. Por otra parte, si es evidente que la actividad productiva no constituye la única causa de la
formación de asentamientos, lo esencial reside en el hecho que su origen no puede desvincularse de una dada
función y que ésta involucra la necesidad de un trabajo, una actividad productiva material, realizada por individuos.
Por lo tanto, el hecho de que algunos asentamientos tengan un origen no asociado directamente a alguna actividad
productiva como los centros de peregrinación o las instalaciones militares, no invalida el principio que el
asentamiento humano, por serlo, constituye un producto social históricamente determinado por la producción
material y por la necesidad de su reproducción y de la reproducción de la sociedad humana en su conjunto. En
definitiva, el espacio, como contexto y resultado de la actividad práctica del hombre enderezada hacia la producción
material, representa un momento en el proceso de socialización de la naturaleza pero no el único. En este momento
de la producción, el más determinante, los factores naturales aparecen como sus condiciones originarias,
incorporados al complejo de las fuerzas productivas; la comunidad ejerce un control sobre este proceso cuyo
carácter queda expresado por las relaciones técnicas y sociales de producción imperantes. El creciente desarrollo
de la división del trabajo lleva implícito una consiguiente diferenciación espacial del proceso productivo que se
expresa en la asignación de roles a las diferentes áreas y regiones y, además, refuerza y consagra el proceso de
sedentarización humana que da lugar a la formación de asentamientos. El patrón que en cada etapa histórica
asume la organización territorial de esos asentamientos constituye uno de los elementos de lo que en adelante
designaremos como formación espacial. Por tal debe entenderse, no solo la estructura general de los
asentamientos humanos dispersos o concentrados, sino también su estructura interna y la de cada uno de sus
elementos más característicos: por ejemplo, la fábrica/taller, síntesis del conjunto de relaciones sociales propias del
modo de producción capitalista, la “chacra”/explotación agrícola, síntesis de los rasgos comunes a la explotación
mercantil simple, la “estancia”/explotación ganadera, unidad productiva típica del capitalismo agrario, etc.
5.- EL ESPACIO Y LA CIRCULACION. Con la división social territorial del trabajo aparece la circulación y el cambio
en el espacio. Las necesidades humanas, aun cuando ciertamente condicionadas por el ambiente natural, son
relativamente indiferenciadas mientras que la producción material, a medida que la división social del trabajo en el
espacio se expande y ahonda, se especializa cada vez más. Por lo tanto, el cambio en general y el cambio a través
del espacio, en particular, constituye el nexo necesario que vincula a uno y otro proceso. Ahora bien, tanto la
producción (y la distribución) como el cambio, cuyo objetivo final es la satisfacción de las necesidades, no
constituyen procesos determinados autónomamente. Representan articulaciones de una totalidad, diferenciaciones
dentro de la unidad, y poseen un momento espacial cuyo carácter estará determinado por el carácter de conjunto
del modo de producción dominante. Nuevamente aquí, ciertos procesos naturales y sociales se presentan
estrechamente imbricados para caracterizar otro aspecto de la práctica humana. Por un lado, cuanto más amplia
sea la extensión y profundidad que haya logrado el proceso de división del trabajo en el plano territorial, mayor será
el volumen de los desplazamientos necesarios. Sin embargo, esta circunstancia puede verse compensada
parcialmente por la concentración del capital y de las actividades productivas en ciertos lugares del espacio ya que,
al crearse mercados más amplios e igualmente concentrados, se tenderán a reducir los desplazamientos. Al
aumentar la importancia de la rama de los transportes y de las comunicaciones, debido a estos hechos, se
convierten en un proceso productivo, en un nuevo sector de la producción dentro del proceso de circulación y para
servir a ésta. Es evidente que el desarrollo de las fuerzas productivas en estos sectores permite ahorrar fuerza
humana de trabajo, aun cuando la expansión de la división social territorial del trabajo dentro de los límites
nacionales y en el plano internacional, actúa en sentido contrario. Por otra parte, no importa si los cambios
corresponden a un estadio histórico caracterizado por el cambio simple de mercancías o a uno generalizado, en el
cual la circulación de éstas se corresponde a una circulación de dinero en sentido inverso, aspecto particular de la
circulación en general. Lo cierto es que, en menor o mayor medida, tendrá una expresión espacial: el hecho del
desplazamiento sobre una porción del territorio, aun cuando estos movimientos se operen dentro de un
asentamiento relativamente concentrado, sea una ciudad o complejo fabril. En este proceso de circulación de
bienes y personas sobre la superficie terrestre, reaparece la naturaleza mediatizada y reconstruida como espacio,
adaptada para servir a estos propósitos, pero de una manera distinta de como aparece en el momento de la
producción. Se trata de un nuevo momento: el del cambio y circulación en el espacio, en el cual éste juega como
soporte, pero también como lejanía, como distancia, imponiendo a los desplazamientos lo que en términos
contemporáneos se designa como una fricción. Este obstáculo puede asumir distintas características concretas en
la medida en que no se trata simplemente de un espacio homogéneo, sino de un aspecto del medio natural
sometido a las exigencias de la circulación que preserva algunas de sus propiedades originales de tipo topográfico,
hidrográfico o geo-morfológico. Si el desarrollo de las fuerzas productivas que queda indicado por el grado de
división del trabajo imperante dentro de la sociedad, que impulsa la diferenciación espacial de la actividad humana,
creando nuevos asentamientos con roles similares o distintos, más o menos alejados unos de los otros, el mismo
proceso reintegra a este divorcio, a esta segregación, la posibilidad de superarlo, estrechando las distancias pero,
también, favoreciendo el aumento de los desplazamientos. En definitiva, el ser humano ha encontrado en ese gran
laboratorio que es la tierra, las condiciones objetivas y subjetivas para establecer su residencia y desarrollar su
actividad transformadora, creando así las bases materiales para la reproducción de su existencia y para el
desenvolvimiento de la vida social en general. La variedad de condiciones del medio natural le ha permitido
satisfacer un número creciente de necesidades a través de una progresiva diferenciación espacial de su actividad
basada en la división del trabajo y en el cambio de sus productos. Apoyado sobre estos factores, propios del medio
natural, ha ido creando una compleja estructura de relaciones sociales que, en cada etapa histórica, fue
determinando la forma en que la comunidad ha hecho uso del mismo, produciendo formas de organización del
espacio adecuadas al proceso productivo. Estas formas evidenciables directa o indirectamente, como los
asentamientos agrícolas, los centros de servicio, los bosques artificiales, etc. llevan implícito un cierto tipo de uso
del espacio, una cierta asignación a porciones del espacio de determinadas actividades. Los usos del espacio se
modifican históricamente aun cuando no siempre sea fácil reconocer esos cambios, ya que pueden poseer un
carácter cualitativo, en función del grado de adelanto de las relaciones sociales imperantes que permitieron apropiar
nuevas fuerzas productivas y utilizarlas provechosamente. A medida en que esa diferenciación espacial de la
actividad humana requirió que los diversos asentamientos entraran en contacto entre sí, se debió desarrollar otra
compleja organización en la cual la naturaleza adquiere una nueva dimensión, como soporte pero también como
escenario de las relaciones humanas inherentes al cambio y a la circulación de mercancías sobre el espacio y a
otras formas de comunicación social. Se trataría, en cierto modo, de “una segunda naturaleza que asimila y digiere
cada vez más a la otra” pero que, sometida a la determinación de la sociedad humana, se explaya en nuevos
atributos que también llevan adscriptos ciertos usos del espacio: los muelles, las autopistas, los aeródromos, etc.
Estas dos apariciones de la naturaleza en el seno de las relaciones sociales que permiten hablar de formas
diferentes de arreglo y utilización del espacio no pueden ni deben separarse, pues constituyen momentos distintos
de una misma unidad: la práctica humana en sentido general y la práctica en sentido específico.
6.- LOS MOMENTOS SUPERESTRUCTURALES. Las distintas formas de organización o arreglo del espacio
constituyen un producto histórico de la evolución humana y, en tanto tales, su estudio debe asociarse a los modos
de organización de la sociedad que constituye su matriz. En ésta, es la actividad económica enderezada a la
producción de bienes materiales, la que constituye la base que otorga coherencia y significado al edificio social y la
que, por añadidura, representa el nexo más característico que vincula al hombre con la naturaleza. “Es la
producción la que une en un todo de manera más firme...las peculiaridades de las condiciones geográficas...el
potencial natural...y las acumulaciones culturales del pasado y la que se halla más estrechamente ligada al
territorio”. Por sobre la estructura económica de la sociedad, que es su fundamento y razón de ser, se eleva el
edificio jurídico y político al que corresponden formas determinadas de la conciencia social: la superestructura de
esa sociedad. Ella se constituye en un teatro diferente de la práctica humana en la cual se plantean relaciones de
otro y complejo carácter. En ellas el espacio se convierte nuevamente en escenario de estas actividades vinculadas
al ejercicio del poder, la administración del territorio, la difusión de mensajes, etc. y aparece involucrado en
procesos de variada naturaleza como en la producción de obras de arte. En un caso tiene que ver con la génesis de
las formaciones económico-sociales, la correspondiente apropiación de una porción de la superficie terrestre y la
consolidación de un dominio territorial cuyos recursos utiliza en su provecho y defiende por todos los medios
posibles, incluidos la diplomacia y la guerra, con el propósito de mantener su usufructo, cuando no pretendiendo
lograr la anexión de territorios ocupados por otras comunidades a fin de promover la expansión de sus propias
fuerzas productivas. Con otros atributos, pero siempre uno, el espacio importa en el plano de la administración y de
la ejecución de acciones propias del Estado, como la orientación y promoción de la actividad económica, la
regulación del abastecimiento y la asignación de recursos escasos, la satisfacción de las necesidades colectivas, la
gestión directa de ciertos servicios públicos, cuando no la preservación de áreas naturales que, en casi todos los
casos, redundan en una descomposición del espacio a los efectos de una mejor administración y contralor de estas
actividades. Pero el Estado tiene también a su cargo otras actividades como las inherentes al ejercicio de la
violencia que van desde la guerra defensiva o de agresión hasta la represión interna, en las cuales el control y
utilización del espacio adquiere otros rasgos. Aquí también, algunos elementos espaciales dan cuenta, por su
organización interna, del carácter de la sociedad que los erigió y de las relaciones sociales subyacentes en ella: la
cárcel, por ejemplo, en la cual se sintetizan elementos espaciales, jurídicos, políticos e ideológicos. Participa
también el espacio para caracterizar y dar relieve a la lucha manifiesta de clases, tanto en el ámbito rural como en
el urbano, cuando aquel pierde momentáneamente su contenido específico de albergue a la residencia de los
individuos o recinto de su actividad productiva o intelectual y se convierte en teatro de operaciones de violentos
enfrentamientos sociales. Si pasamos a los espacios más vastos que el nacional vemos también que son objeto de
una organización cada vez más compleja, donde la puja por el control de los recursos naturales escasos y de los
reservorios de mano de obra, da lugar a complejas estrategias elaboradas en los estados mayores políticos,
militares o financieros, tendientes a su control o la regulación de los conflictos que esas tendencias dan lugar. Por
último, reencontramos al espacio en nuevos momentos, como sujeto y como condicionante del proceso de
elaboración de múltiples formas ideológicas, impresiones, formas de pensar, concepciones filosóficas y religiosas, y
teorías científicas. Su presencia es clave en el ejercicio de la comunicación humana que, a través del tiempo,
evolucionara desde la emisión de la voz humana a la distancia, hasta los modernos y complejos medios de
comunicación de masas que cubren la totalidad del planeta, así como zonas adyacentes al mismo. Ya no se trata
aquí del espacio como condición originaria, como naturaleza transformada para servir al proceso de la producción
material, ni tampoco como lugar de paso de los flujos de mercancías y personas, pero sigue estando asociado a
una práctica humana que le impone sus propias determinaciones y le exige una subordinación no siempre lograda
sin conflicto. Estamos en presencia de un nuevo momento, superestructura esta vez, donde la naturaleza vuelve a
manifestarse como espacio, adaptada a ciertas prácticas humanas pero, como tal, manteniéndose siempre uno y
diverso.
7.- FORMACION SOCIAL Y FORMACION ESPACIAL. A partir de la proposición general de que toda práctica
humana se desarrolla sobre un espacio dado, que resulta obvia, es preciso insistir en el hecho de que ese espacio
asume formas, disposiciones y arreglos particulares en cada caso, que dan cuenta de la naturaleza y especificidad
histórica de los tipos de organización social imperantes que ordenan y legitiman esa práctica. En consecuencia, el
estudio de las formas que asume la organización espacial de la sociedad, sea ésta relativamente espontánea o
voluntariamente impuesta, debe necesariamente ligarse a las condiciones concretas del desenvolvimiento del modo
de producción dominante dentro de una dada formación social. En definitiva, serán los cambios que se operen en
ésta los que irán determinando las nuevas condiciones de utilización y modelado del espacio, el rol de cada uno de
los asentamientos, la manera de interconectarse entre sí y, por último, la estructura interna de las diferentes
regiones y del sistema nacional en su conjunto. Dicho de otro modo, debe suponerse que toda formación social, en
el curso de su desarrollo desigual y contradictorio, se relaciona con el medio natural sobre el cual se halla asentada
y estas relaciones se expresan en estructuras espaciales propias pero cambiantes. En cada etapa es posible
identificar un territorio ocupado efectivamente por esa formación social al que denominamos dominio territorial de la
misma y un patrón de usos del espacio que constituye su formación espacial. En este sentido, la formación social y
la formación espacial configuran una unidad dialéctica, por lo tanto, mudable y contradictoria, que no hace más que
denunciar las condiciones de desarrollo del proceso de humanización de la naturaleza. Este concepto nos servirá
para denotar el modo en que, históricamente, el ser humano organiza su vida territorialmente y hace uso del
espacio en función de los requerimientos de sus diferentes prácticas, sin perjuicio de admitir que aquella vinculada a
la reproducción de su existencia material resulta la fundamental. De esta manera, el concepto de formación espacial
da cuenta de la racionalidad propia de cada modo de producción y del modo cambiante en que se articula con otros
en el seno de las formaciones sociales históricas. Y esto es así, porque el proceso de la producción es, al mismo
tiempo, un proceso de reproducción en el cual los diferentes ciclos se eslabonan unos con otros y en donde los
sucedientes encuentran en los precedentes las condiciones necesarias para regenerarse. No importa si esta
reproducción asume una forma simple o ampliada, baste con saber que el proceso productivo se reitera en el
tiempo, continuamente. De no ser así, el espacio no llegaría a constituir una formación espacial, pues tendría una
existencia efímera y no el carácter de algo construido. Pero, además, el proceso productivo es también un proceso
de acumulación de bienes materiales que, en gran medida, adquieren la forma de objetos espaciales (viviendas,
talleres, canales, vías férreas, etc.). La formación espacial adquiere así su razón de ser en el proceso de la
producción, pues ella misma es también resultado de ese proceso. Hay, entonces, una “cotidianeidad espacial” en
la medida en que hay asimismo una “cotidianeidad productiva” que constituye el sustento de la vida social y la
condición de su desarrollo o la causa de su estancamiento. Pero en la medida en que la formación espacial es
generada en el mismo proceso que la formación social existe una correspondencia básica y también necesaria
entre una y otra, ya que, por un lado, la primera proporciona las “condiciones de reproducción” y, por otro, la
sociedad que es su matriz, le transfiere sus leyes de organización y desarrollo, le deja estampadas las evidencias
de su historia. No obstante, su existencia es refleja, ya que representa el continente de un contenido, de una
sustancia: la porción de la sociedad humana que determinó su estructura. Por este motivo, no creemos oportuno
asimilar el concepto de formación espacial al de sistema regional, estructura regional o formación regional ya que,
como veremos más adelante, la región es considerada como una porción territorial de la sociedad y, por lo tanto,
forma y contenido a la vez, mientras que la formación espacial solo expresa una forma que debe, en todos los
casos, asociarse a su correspondiente sustancia social. Estas razones que invocamos también nos llevan a
sostener que, sin perjuicio de apoyar el criterio por el cual en análisis de los espacios nacionales (y el de las
sociedades nacionales) debe llevarse al plano del recorte territorial en regiones, nos parece relevante proponer el
concepto de formación espacial para informar sobre la dinámica de los usos del espacio a nivel regional, pero
también a nivel sub-regional y local. Mal podríamos llamar región a un asentamiento concentrado de cualquier
índole (quizás con excepción de algunas grandes aglomeraciones modernas) pero estamos seguros de poder
precisar su formación espacial, que nos permitirá inducir tanto el carácter de la sociedad local que la ocupa, como
los rasgos de conjunto de la sociedad nacional. Esto nos obliga a precisar algo más el concepto de formación social
que vinculamos insistentemente con el de formación espacial. Es evidente que en nuestro análisis partimos del
modo de producción como referencial obligatorio en la medida en que éste establece una serie de relaciones
básicas que transferirá a la sociedad concreta en la cual impera. Pero luego alteramos el nivel de abstracción para
tratar de aprehender tanto las relaciones económicas de base como aquellas que operan a nivel de la
superestructura, asociándola con el espacio en que se desarrollan y que, al hacerlo, contribuyen a fijar sus
caracteres. Tanto la base económica de una sociedad como su superestructura no interactúan en abstracto sino
que se hallan delimitadas histórica y territorialmente, configurando una formación social histórica, producto del
desarrollo de un dado modo de producción, pero que también denota las “entretejidas relaciones de clases según el
desarrollo heredado y desigual de las fuerzas productivas”. Actualmente, estas formaciones sociales históricas
asumen, en su mayor parte, la forma de estados nacionales y su estructura interna nos habla tanto de su presente
como de las especiales condiciones presentes en su génesis. En este sentido, siendo el modo de producción la
esencia o razón de la historia real o teoría general de la estructura social, la formación social resulta la teoría de la
particularidad de esa dada estructura social y, es precisamente en ésta donde se pone de manifiesto lo específico
de su organización social y donde resulta perceptible el reflejo espacial de la misma. En cuanto al concepto de
dominio territorial, su significado es aún más simple y limitado: con un criterio superficial o extenso da cuenta de los
límites efectivos dentro de los cuales una dada formación social ha establecido su asiento y ha organizado la vida
colectiva, procediendo, eventualmente, a defenderlo. El estudio de sus modificaciones en el curso de la historia
puede resultar interesante para precisar las distintas etapas de evolución de una formación social hasta el presente.
Al analizar las relaciones entre los conceptos de formación social y formación espacial, que denotan realidades
distintas, es necesario evitar a toda costa caer en las trampas puestas por el determinismo, sea físico o social. Las
fuerzas productivas y, por lo tanto, su desarrollo, no resultan de modificaciones autónomas del medio natural, en la
medida en que no llegan a ser lo que son sino como consecuencia de la transformación y de la utilización de las
fuerzas naturales que el hombre realiza o que, en suma, realiza la sociedad humana organizada. Al mismo tiempo,
ésta tampoco consigue nunca desembarazarse de las limitaciones que le impone el medio natural, a pesar de que
la historia parezca ser el teatro en el cual el ser humano va obteniendo progresivamente un mayor grado de libertad.
Todas las áreas de poblamiento humano reflejan, a través de su formación espacial, esta contradicción entre su
carácter natural e histórico; ambos planos de la realidad deben captarse en forma conjunta. En definitiva, la actual
estructura espacial de la sociedad o, dicho en otros términos, su formación espacial, no resulta espontáneamente
del modo en que se organizan las relaciones sociales en términos del medio geográfico. Lo mismo que ocurre en el
plano de las relaciones humanas, la formación espacial hereda formas y elementos del pasado que la comunidad
adopta y recrea para adecuarlos a sus nuevas necesidades, o bien construye nuevos elementos que se integran
funcionalmente con los existentes. Las formaciones espaciales asociadas a formaciones sociales dadas entran
también en descomposición y se tornan obsoletas como consecuencia de la práctica revolucionaria de las masas
que destruyen las relaciones que imperaban en un momento dado, pero algunos de sus elementos pueden no
necesariamente desaparecer totalmente, sino que, a veces, aún degradados, se reintegran con otros roles a la
nueva formación social emergente (castillos medievales, palacios renacentistas, fuertes, templos, etc.).
8.- REGION Y ESTRUCTURA REGIONAL. Los procesos de diferenciación de la actividad productiva en el espacio
dan lugar a la aparición de formas de organización de la producción particulares, constituidas por conjuntos
relativamente homogéneos de relaciones sociales de producción, localizados, asociados a un tipo específico de
producción, sea éste agrario, industrial, forestal o minero que se cumple acorde con un dado patrón de división
social territorial del trabajo. Derivan su carácter general de algún modo de producción dominante o subordinado,
pero se especifican en el tiempo y en el espacio según las cambiantes circunstancias históricas y naturales. El
entrelazamiento de una o más de estas formas de organización de la producción con elementos superestructura les
de diverso orden (etno-históricos, lingüísticos, políticos, etc.) da lugar a la formación de regiones. Estas constituyen
un elemento complejo de la estructura espacial de la sociedad humana, en la que el proceso de división del trabajo
ha ido imponiendo ciertos rasgos que las diferencian de otras regiones, tanto por las especiales condiciones
presentes en su génesis y en lo desigual de su desarrollo, como por las modalidades que asume en ellas la
actividad productiva caracterizada por las relaciones sociales de producción y por el nivel logrado por las fuerzas
productivas. La escueta reseña que hemos hecho de las distintas concepciones de espacio, podría reiterarse ahora
para el caso de la región teniendo en cuenta, sobre todo, la afinidad entre ambas nociones y su comunidad de
origen disciplinario. Lo evidente es que no existe al momento una teoría general de las regiones; por el contrario, su
propia noción es altamente controvertida, a pesar de que tanto en el lenguaje cotidiano como en el terreno de la
geografía, fundamentalmente, su uso tiene larga data, ya que a partir del siglo XIX su empleo académico ya
resultaba corriente, sobre todo a partir de los estudios de Alexander von Humboldt (1769-1859) y de Carl Ritter
(1779-1859). Los distintos significados surgidos de los propios desarrollos teóricos que caracterizan a varias
disciplinas han pasado a consagrarse como diferentes tipos de regiones, con lo cual, actualmente no se cuenta con
un concepto unívoco, sino con una multiplicidad de significados que hacen referencia a realidades diferentes. Una
de las nociones que, a menudo, se asocia con la de región es la de paisaje, que parece representar su ascendiente
en línea directa. El tipo de determinación que vincula a ambas se relaciona con el principio de homogeneidad,
homogeneidad interna de determinados espacios basada en la similitud de sus caracteres dominantes. En este
sentido, una cierta homogeneidad de rasgos exclusivamente físicos permite definir y delimitar regiones naturales.
Sin embargo, todas las tentativas por construir una geografía basada en el estudio de las regiones naturales,
definidas en términos de aquellos factores que constituyen el marco de la actividad humana, han resultado
infructuosos. Más aún, la distinción dentro del campo de la geografía entre el paisaje natural y el paisaje
humanizado ha derivado en la tradicional separación entre las ramas física y humana (económica) de esta disciplina
y, con él se consagra una dualidad metodológica que ha traído disputas, controversias y equívocos con relación a
su verdadero objeto científico. La adopción de uno “restringe el campo de las investigaciones y transforma a la
geografía en un conjunto de ciencias especializadas en torno a las cuales crece la suspicacia de si no constituyen
meramente ramas de otras ciencias no geográficas”. La asunción del otro “exige un conocimiento enciclopédico y
una aptitud para la síntesis que tiende a limitarse a la mera descripción de la realidad, lo que hace dudar del
carácter científico de la geografía”. El tránsito de la noción de paisaje a la de región pareció practicable en ciertos
momentos, pero ha traído una serie de dificultades entre las cuales, y no la menor, ha sido el subjetivismo, sobre
todo, cuando se trata de juzgar el rol que cumplen ciertos elementos naturales como delineadores de los ámbitos
regionales. Usualmente la delimitación tiene como propósito servir exclusivamente para establecer un marco al
estudio de un contenido y luego es desechado, con lo cual los límites regionales pierden su sentido original y con
ello la misma noción de región. No obstante, este tránsito resulta plausible, a pesar de todo, cuando los caracteres
distintivos se apoyan en el principio de homogeneidad, pero deja de serlo cuando entran a jugar los elementos de
interdependencia entre asentamientos y de diferenciación regional basados en los roles propios de cada uno de
ellos. Nuevamente quedan demostradas aquí las limitaciones de la concepción del espacio centrada en uno de los
momentos de la actividad práctica del hombre. Si se desecha el principio de homogeneidad para aceptar el de
funcionalidad, que abre el camino hacia otra concepción del espacio caracterizada por complejas mallas de
interrelaciones humanas (económicas), cuya expresión es la región nodal, funcional o polarizada, es reiterar la
inconsistencia ya señalada al tratar del espacio. Si bien el concepto de región es extraño a la economía política, a
partir de Johann Heinrich von Thünen (1783-1850), pasando por Walter Christaller (1893-1969) y August Lösch
(1906-1945) cuyas contribuciones van conformando una rama separada de esta disciplina, el principio de modalidad
se constituye en elemento esencial de los sistemas teóricos de organización espacial que se han formulado. Por
supuesto, el espacio concreto queda ausente y solo se intenta reintegrar con posterioridad, aunque sin éxito, los
elementos diferenciados del medio natural, cuando se hace evidente que éstos logran distorsionar el modelo ideal.
Sobre la base del principio económico se pretende hacer inteligibles el paisaje de las ciudades y de las áreas
rurales sujetas a su influencia, el de los nodos y circuitos de transporte y aún, el complejo conjunto de los restantes
datos de carácter humano y natural. A pesar de que la virtud esencial de este enfoque reside en el hecho de
suponer que las relaciones económicas constituyen un verdadero elemento ordenador del espacio, particularmente
en el plano de la región, su concepción se mantiene puramente formal, adoleciendo también del defecto típico de la
economía política: el de ser a-histórica. En el ámbito del pensamiento burgués el abandono del principio de
homogeneidad como único criterio de delimitación regional, significó un acercamiento entre las proposiciones de la
geografía y de la economía espacial, pero, al mismo tiempo, una caída en el subjetivismo. Es decir, la pérdida de
homogeneidad -de hecho y hasta cierto punto, del espacio natural- conlleva la pérdida de la región como hecho
objetivo. Sin embargo, es preciso reconocer que algunas contribuciones han permitido hacer resaltar la importancia
de las relaciones, no solo económicas, sino también políticas, que constituyen otra de las claves para lograr
entender el proceso de formación regional como un proceso objetivo. La tendencia hacia el subjetivismo es
particularmente notoria en el campo de la geografía oficial norteamericana: la región “debe ser considerada como
un artificio para seleccionar y estudiar los agrupamientos superficiales de los complejos fenómenos que aparecen
sobre la tierra ella constituye una construcción intelectual designada para facilitar el trabajo del investigador o del
docente ya que “una región no es un objeto, sea auto determinado o dado naturalmente”. “Es un concepto
intelectual, una entidad a los propósitos del pensamiento, creado mediante la selección de ciertos caracteres que
resultan relevantes para el interés del investigador a los efectos del problema regional y soslayando todos los otros
rasgos que son considerados irrelevantes”. Asumir esta postura implica negar la existencia objetiva de la región, su
existencia como entidad ajena a nuestra conciencia y a nuestra voluntad y, por otra parte, considerar que la
delimitación territorial en regiones constituye un procedimiento geográfico utilizado “ad usum Delphini”, solo a los
efectos de definir un área para estudiar su contenido, para establecer el patrón de organización espacial del área
elegida. En tal sentido, la región queda circunscripta a una hipótesis de trabajo. Debe aceptarse la simple evidencia
que los fenómenos de polarización ocurren en la práctica, pero lo que parece menos pertinente es sostener que
este principio se erija en el único elemento definitorio de la región, ya que no es menos cierto que los factores de
homogeneidad -diferencias y similitudes de los geógrafos humanos- aún perduran, sobre todo en las áreas rurales y
aún en las urbanas. Por lo tanto, en tren de establecer sobre bases más firmes el concepto de región parece
prudente, en principio, no rechazar las particularidades de homogeneidad y modalidad, elementos constituyentes,
sino lograr una síntesis superior, similar a la que propusimos para el caso del espacio. De lo que se trata es de
recuperar la objetividad de la región, considerándola como una porción territorial concreta de una dada formación
social histórica, sobre la cual una parte de la sociedad tiene establecido su asiento y ejerce su práctica. Nuestra
propuesta implica rechazar de plano el principio por el cual la región constituye una construcción intelectual,
arbitraria y formal, una manera sistemática de organizar y arreglar el amplio conjunto de datos fácticos dispersos,
desarticulados, relativos a la localización de las fuerzas productivas en un dado territorio, solo con miras a facilitar la
práctica docente o la investigación. Reconocer su objetividad implica, asimismo, reconocer su carácter histórico,
mudable, el hecho de que dentro de ella se fue constituyendo una unidad económica, cualitativamente diferente de
las otras. Significa reconocer que existen leyes objetivas relativas a su origen, formación y desarrollo, que pueden
ser estudiadas y definidas con mayor o menor precisión y que permiten establecer sus límites y, eventualmente
servir para la regulación de su futuro desenvolvimiento. La región resulta, así entendida, un producto de la división
social territorial del trabajo que también dio lugar a la formación de los asentamientos humanos que actualmente se
articulan dentro de la misma; proceso que, por otra parte, fuera asignando roles a diferentes áreas de la formación
social histórica y que, para ejercerlos, se debió organizar cierto tipo de relaciones sociales de producción y contar
con una masa de fuerzas productivas que asegurara el cumplimiento de esos cometidos, así como los mecanismos
de control implantados para regular todo el proceso. La región posee una forma y un contenido. Es a la vez un
conjunto orgánico de relaciones sociales y una porción del espacio construido y utilizado por la sociedad humana
que lo ocupa. Posee un factor constructivo: el que constituye la base económica y también una superestructura
propia, aunque a veces difícil de percibir, de ambigua personificación, así como un elemento secundario y derivado:
los patrones de usos del espacio que constituyen su formación espacial. Resulta imposible separar el contenido
social de la región de su forma material puesta de manifiesto por las consecuencias de la ocupación humana del
territorio. Al mismo tiempo que totalidad, resulta un elemento compuesto de la estructura regional integral de una
dada formación social histórica, o del sistema nacional de regiones. En definitiva, toda teoría general de las
estructuras territoriales y de las regiones, en particular, debe partir del análisis del proceso conflictivo de la
formación y desarrollo de la división social territorial del trabajo que fue definiendo especializaciones, asignando
roles y generando contradicciones sancionadas y legitimadas por los aparatos políticos, jurídicos e ideológicos, y
alterados por el resultado transitorio de la lucha de clases
Vapñarsky, C. A. (2004) “Cuando el caos caracteriza la división oficial del territorio del estado. A propósito
de los municipios argentinos”. En Scripta Nova – Revista electrónica de Geografía y ciencias sociales. Vol.
VIII, núm. 162. Barcelona Argentino, falleció en el 2003. Era historiador, urbanista, arquitecto y sociólogo, su
fecunda labor científica la desplegó a nivel internacional, estudio en el Colegio Nacional de Buenos Aires y
Arquitectura en la universidad metropolitana, las especializaciones en sociología en el país y los EE. UU. Y un
doctorado en Cornell University (Ithaca, Nueva York). Hasta la actualidad, como investigador principal del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, tenía su lugar de trabajo en la Facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad de Buenos Aires, de la cual era profesor titular consulto. Si algo caracterizó a la obra de Vapñarsky
fue la neta conciencia de que el análisis de los procesos, para tener validez científica, requiere una definición
rigurosa de las entidades involucradas en esos procesos y de los procesos mismos. En otras palabras (que no son
quizás las que utilizaría Vapñarsky), de una rigurosa construcción del objeto de estudio. Introducción La Argentina
es un país formado por 23 provincias y una ciudad autónoma, que mantienen todos los poderes no delegados a la
nación. Entre esos poderes no delegados están el darse su propia constitución y sus propias leyes (siempre que no
contradigan las disposiciones de la Constitución Nacional), y el de elegir sus propias autoridades de gobierno. Cada
constitución provincial ordena el régimen municipal (que la Constitución Nacional establece como uno de los
elementos fundamentales del régimen federal de gobierno). El régimen municipal ordena cómo se divide el territorio
provincial y qué atribuciones tienen las autoridades de los gobiernos locales. También define las diferentes
jerarquías entre jurisdicciones locales (o municipios) y sus distintas denominaciones, comisiones de fomento,
municipios de primero y de segundo orden, municipalidades o comisiones municipales, son algunas de las
denominaciones que, en el país, reciben las jurisdicciones de gobierno local. Las divisiones municipales coexisten
con divisiones departamentales. Pero en la mayoría de las provincias, los límites departamentales no coinciden con
las jurisdicciones municipales. Por eso, los mapas provinciales varían según los criterios de división territorial y
gobierno local adoptado. Los departamentos y los partidos (como se las llama por razones históricas en la provincia
de Buenos Aires) son la segunda forma de subdivisión territorial en la Argentina, después de las provincias. Además
de cumplir una función de división catastral, en algunas provincias las divisiones departamentales también son
utilizadas como distritos electorales para determinar la cantidad de representantes a las legislaturas provinciales, o
como unidades de descentralización de diversos órganos provinciales como la policía y el Poder Judicial. Aunque
en algunos casos sus límites jurisdiccionales son coincidentes, no debe confundirse su concepto y función con el de
los municipios, que se constituyen en entidades de gobierno local sobre una determinada porción de territorio
Resumen: La división territorial de un estado y más en el caso de la republica argentina, es de una extrema
complejidad; en la división oficial se superponen e interfieren diversas escalas jurisdiccionales y administrativas, en
este artículo se describen y analizan las diversas categorías y entidades jurisdiccionales como así también la
relación entre aglomeraciones y la división territorial estatal, poniendo como referencia un estado federal que es la
Argentina.
Un mal llamada “base territorial del municipio” En Francia se llaman comunas, en España municipios y en
argentina hay una maraña de denominaciones, hay alrededor de entre 1500 y 2500. Todas las provincias
Argentinas cuentan con gobiernos locales y dentro de cada régimen se suelen encontrar distintas tipificaciones de
municipios, existiendo casos de unidades administrativas similares a los municipios (generalmente, los
correspondientes a localidades con escasa población), pero que no cuentan con la mencionada autonomía y sus
gobernantes son en general delegados del gobernador provincial. Buenos aires junto con Mendoza, San Juan y La
Rioja, son un ejemplo donde la jurisdicción (un municipio) abarca exactamente la porción del territorio
(departamento o partido). Las autoridades de estos municipios son elegidas por sufragio, en
buenos aires las jurisdicciones de gobierno local o municipio abarcan un solo partido en otras provincias pueden
abarcar parte de dos o más departamentos, en cada una de las 23 provincias de argentina son distintos los criterios
para crear alterar o suprimir municipios.
Escalas institucionales y órdenes territoriales Se distinguen dos escalas institucionales en el estado argentino:
Federal y provincial y una tercera que es la municipal, pero esta es discutible en términos legales, ya que todavía se
ausenta en una parte sustancial del territorio argentino, el autor la incluirá como una tercera escala. Un funcionario
provincial nunca está subordinado a un funcionario federal y viceversa. Territorialmente las provincias argentinas
pertenecen a un orden por encima de los departamentos: cualquier departamento queda entero dentro de una
provincia, también pertenecen a un orden por encima de los municipios, que cualquiera entero queda dentro de
alguna provincia. Los departamentos, en cambio, no pertenecen a un orden territorial por encima del de la
jurisdicción de gobierno local o municipalidades. La mayoría de las municipalidades cubren parte y solo parte de
algún departamento ejemplo rosario o hay algunas que quedan parte en un departamento y parte en otro u otros
ejemplo Cipolleti. No hay correspondencia en la Argentina entre escalas institucionales y ordenes territoriales del
estado. En el residuo que un buen número de provincias dejan, en sus municipios puede haber máximas
autoridades políticas específicas designadas y subordinadas por las provincias y se ocupan de los mismos asuntos
que las autoridades elegidas de los municipios, se las puede denominar comunas rurales, comisiones de fomento,
comuna rural etc. aquí la llamaremos “delegación provincial “para abarcar todos los nombres que se le ponen, ahora
bien, jurisdicciones a distintas escalas institucionales ( como son las municipales y provinciales) pueden pertenecer
a un mismo orden territorial. También existen en algunas provincias, dentro de los municipios, jurisdicciones que
pertenecen a un orden por debajo de estos llamadas jurisdicciones subloclaes y dependen de los municipio pero
como no hay escalas por debajo de las municipales pertenecen a la misma escala ose la municipal. Entonces
podemos decir que
1) jurisdicciones a una misma escala institucional del Estado pueden pertenecer a distintas órdenes territoriales.
2) jurisdicciones a distintas escalas pueden pertenecer a un mismo orden territorial.
El autor hasta aquí pregunta ¿se comprende la confusión?
El inapreciable concepto de “área oficial” Ámbitos territoriales oficiales: jurisdicciones y precintos: Sobre
una misma porción del territorio puede suceder que diferentes autoridades ejerzan disimiles competencias, pueden
coincidir la jurisdicción de los delegados de un organismo público provincial y uno federal. En una misma escala por
ejemplo la provincial pueden coincidir un juez en lo civil y un juez en lo penal. A cada escala institucional de
cualquier estado, habrá una cantidad ponderable de jurisdicciones administrativas y políticas y habrá además una
gran cantidad de ámbitos territoriales llamados precintos Ej. Catastrales, electorales, estadísticos etc. Tanto a un
precinto como a una jurisdicción se las denomina genéricamente ámbito territorial oficial.
Área oficial: Es un trozo concreto de la superficie de la tierra con el que coinciden uno solo o dos o más ámbitos
territoriales. Un área oficial puede cumplir una sola o más, entre diversas funciones
1) jurisdicción política
2) jurisdicción administrativa
3) precinto catastral
4) precinto estadístico
5) precinto electoral
6) la función toponímica (identificar un trozo concreto del territorio estatal)
Determinada área oficial cumplirá una función política a escala provincial y además diversas funciones
administrativas, algunas a escala provincial y otras a escala federal, otra área oficial puede cumplir dos funciones
políticas a una misma o distintas escalas, ejemplo una jurisdicción de un juez de paz provincial y de un concejo
municipal, en suma, pueden coincidir con una misma área oficial dos o más ámbitos territoriales, de uno solo o de
distintos tipos, estén a una misma o a distintas escalas institucionales.
Áreas oficiales unifuncionales y multifuncionales: Las áreas oficiales pueden clasificarse de muchas maneras,
aquí tomaremos la clasificación en unifuncionales y multifuncionales. Ejemplos de unifuncionales en este país hay a
granel entre los precintos: catastrales, estadísticos etc. Donde cumplen solo esa función, y ejemplos de áreas
multifuncionales hay muchas en los partidos de la provincia de buenos aires, donde coinciden normalmente en un
partido tres jurisdicciones políticas: una municipalidad, un consejo escolar y un juez de paz. También, según el
partido, una cantidad variable de jurisdicciones administrativas provinciales y federales, también tres precintos el
electoral, catastral y estadístico.
Áreas oficiales jurisdiccionales y no jurisdiccionales: Esta puede ser una segunda clasificación, pueden
coincidir en una misma área oficial una o más jurisdicciones o también ninguna jurisdicción (y así mismo ninguno o
muchos precintos). Las áreas oficiales jurisdiccionales pueden clasificarse en unijurisdicionales y
multijurisdiccionales, la primera son áreas donde en ellas operan una sola jurisdicción por ejemplo Parques
Nacionales. La creación de entes multijurisdiccionales, donde las partes, ya sean el Estado Nacional, las provincias
o los municipios se asocian y comprometen para su mantenimiento económico y su administración, es una
herramienta muy útil para la atención de demandas comunes y mejor aprovechamiento de los recursos disponibles,
sin embargo su utilización es limitada, y se adolece de un marco jurídico para su constitución, que incluya cuales
son los supuestos básicos para la conformación de estas asociaciones, asegure la toma participativa de decisiones
dentro de las mismas y el control sobre el patrimonio público que administran. (Minsky, C. 2009). En el territorio de
cualquier estado se destacan unas pocas áreas oficiales multijurisdiccionales que componen un mosaico sin
residuo. En Argentina las 23 provincias y la ciudad pertenecen al primer orden, cada una puede contener áreas
oficiales de segundo orden y cada una de las cuales puede contener las de tercer orden y así de seguido.
En sentido estricto se podría clasificar en órdenes todas las áreas oficiales.
1 orden: Provincias 2 orden: departamentos o partidos 3 orden: municipios 4 órdenes: orden inferior X
Todas ellas componen un mosaico sin residuo. Aquí podremos ver un gráfico ejemplificando la clasificación en
sentido estricto, de una provincia inexistente, al que el autor llamo Rutinaria.

Este sentido estricto de orden territorial puede valer con módicos retoques para Francia, Venezuela,
Mozambique etc. no lo es para Argentina.
La división oficial del territorio argentino: “orden territorial” en sentido laxo ¿Por qué para la Argentina
no puede aplicarse en sentido estricto el orden territorial?
1) Porque entre las áreas oficiales jurisdiccionales, además de multijurisdiccionales las hay unijurisdicionales
2) Porque a un mismo orden territorial pueden pertenecer dos o más conjuntos de áreas oficiales
3) Porque cualquiera sea el orden del que se trate, en el territorio del estado cierto conjunto de áreas oficiales
jurisdiccionales puede componer un mosaico sin residuo, otro un mosaico que deja un residuo, otro aun
consistir en porciones de ese territorio apartadas entre sí.
Descentralización y desconcentración, institucionales y territoriales
Descentralización: En la Argentina descentralización territorial seria transferir competencias políticas
1) desde jurisdicciones a la escala federal hasta jurisdicciones a la escala provincial
2) desde jurisdicciones a escala provincial hasta jurisdicciones a escala municipal.
La pregunta es ¿se presta la división territorial argentina a la descentralización territorial? En cuanto de lo
federal a lo provincial, la escala provincial esta hoy presente en todo el territorio argentino, incluida la ciudad
de buenos aires. Se puede descentralizar competencias políticas hasta la escala provincial, la división
territorial jurídica es apropiada. En cuanto de lo provincial a lo municipal hay dos clases de provincia, en las
que las municipalidades componen un mosaico sin residuo las cuales son jurídicamente apropiadas, y las
provincias de la otra clase, donde las municipalidades cubren solo porciones apartadas entre sí del territorio
provincial, dejando un residuo poco poblado por lo común, donde la escala municipal está ausente, entonces
la división territorial oficial seria inapropiada. (En política, la descentralización supone transferir el poder de
un gobierno central hacia autoridades que no están jerárquicamente sometidas. La relación entre entidades
descéntrales es siempre jerárquica, no vertical.)
Desconcentración territorial: No es lo mismo descentralización que desconcentración. La segunda seria
transferir competencias administrativas que a determinada escala institucional, se ejercen sobre áreas
oficiales que pertenecen a cierto orden territorial, a áreas oficiales que pertenecen a un orden más bajo, todo
sin desplazar esas competencias a una escala más baja. (La desconcentración es una técnica administrativa
que consiste en el traspaso de la titularidad o el ejercicio de una competencia que las normas le atribuyan
como propia a un órgano en otro órgano de la misma administración pública jerárquicamente dependiente.)
Obstáculos ocultos a la descentralización y la desconcentración territoriales: Cuando en argentina las
autoridades toman la decisión de crear, modificar o suprimir jurisdicciones, raro es que lo hagan con acierto y
los factores que más pesan son poderosos intereses. La torpeza en el trazado de ciertas áreas oficiales
obstaculiza planear de manera eficiente y eficaz una política intersectorial a no ser desde la escala federal.
Para que la descentralización y la desconcentración territoriales sean exitosas no es cambiar la
complicadísima y sorprendentemente oculta división oficial sino ponerla en evidencia.
Críticas a la tipología canónica de la “base territorial del municipio” en la argentina: “Aglomeración y
Jurisdicción local”. Localidad se concibió (luego del censo de 1991) como concentración de edificios y calles:
como AGLOMERACION. En el censo de 1991 figuran 2871 aglomeraciones de no menos de 50 habitantes,
esas 2871 se desplegaban, cada una en su integridad.
a) muy pocas por fuera de cualquier jurisdicción local
b) casi todas por dentro de una sola jurisdicción local
¿Y la restante minoría? (que se encuentran a su vez en el proceso de expansión espacial) Se concentran en
ellas los problemas más difíciles que estudiar las relaciones entre aglomeración y jurisdicción local. Son cinco
las situaciones típicas:
Primera fase: Expansión simple. La aglomeración de referencia se ha expandido sobre lo que antes era
campo abierto y no ha excedido los límites de la jurisdicción local que contiene su núcleo original.
Segunda fase: Sobre expansión. La aglomeración de referencia se ha expandido por fuera de aquella
jurisdicción local, pero solo por lo que antes era campo abierto.
Tercera fase: Coalescencia. No solo se ha expandido la aglomeración de referencia, también otras
aglomeraciones cercanas hasta confluir en una aglomeración única, denominada conurbación.
Cuando algunas aglomeraciones de determinado estado ingresan en la fase de sobre expansión, a menudo,
se desencadena una mutación en las relaciones espaciales entre aglomeración y jurisdicción local.
Desconcierta que tan inexorable mutación nunca haya repercutido sobre el orden normativo en materia local
de ninguna provincia argentina, tampoco sobre la doctrina jurídica en la misma materia, hay juristas que ni
siquiera ya en el siglo XXI han notado la mutación y siguen adhiriendo a una misma sedicente clasificación de
bases territoriales del municipio. Estas clasificaciones comprenden tres tipos
a) “municipalidad ciudad “compuesta por una aglomeración y solo por una.
b) “municipalidad distrito” compuesta por una sola aglomeración y el campo abierto que la circunda.
c) “municipio partido” compuesta por dos o más aglomeraciones y el campo abierto que a todas las
rodea.
Hacia una tipología apropiada de relaciones entre aglomeración y jurisdicción local: En la Argentina una
tipología jurídica de provincias se queda corta, también debería seguirle una tipología fáctica de jurisdicciones
locales. A continuación se presenta un gráfico de la tipología jurídica de provincias que el autor propone. Se
separan a las provincias argentinas en dos clases, clase A) las jurisdicciones locales que componen el
territorio provincial en un mosaico sin residuo y la clase B) las que abarcan solo porciones apartadas entre sí
del territorio provincial.

La TIPOLOGÍA FÁCTICA DE JURISDICCIONES LOCALES el autor propone separar las jurisdicciones


locales argentinas en tres clases: Fáctico: real, cierto, verdadero

I) Campo abierto y nada más que campo abierto.

II) una o más aglomeraciones o partes de aglomeraciones y además campo abierto.

III) Una aglomeración o parte de una aglomeración pero no campo abierto.

Reflexiones finales: El autor plantea que en cualquier estado se puede encontrar una infinidad de relaciones
espaciales y jurisdicciones locales. A lo largo de todo este trabajo se hace referencia en al Estado Argentino
en particular. Este trabajo no pretende proponer cambios, lo que pretende es sacar a la luz un problema
importante, agravado con el tiempo, descuidado, y marginado por políticos funcionarios y hasta profesores e
investigadores de disciplinas que al tropezarse con el problema de la diversidad de las relaciones espaciales
entre aglomeración y jurisdicciones locales no se interesen en conocer lo elemental sobre la división oficial
del territorio de cualquier estado ya que es una condición necesaria para la toma de decisiones políticas. El
autor señala que en Estados Unidos la división oficial del territorio es aún más complicada pero quien tiene
que conocerla la conoce.

Conceptos utilizados en el trabajo: Se entiende como “localidad” una concentración de edificios y calles,
y como “jurisdicción local” a cualquier municipio o, también, cualquier jurisdicción que oficialmente no se
denomine así pero, por las competencias de sus autoridades políticas específicas, equivale a un municipio.
“precintos”: Porciones oficialmente delimitadas que carecen de autoridades específicas permanentes por
ejemplo: circuitos electorales, fracciones censales, lotes catastrales, etc. “Ámbito territorial oficial”: se
denomina genéricamente tanto a una jurisdicción como a un precinto. “Área oficial”: Es un trozo concreto de
la superficie de tierra con el cual coinciden uno solo o dos o más ámbitos territoriales. Es un concepto clave
para analizar la división oficial de cualquier estado.
Máiz, Ramón (2006) “Hacia una teoría normativa del federalismo multinacional”. En VII Congreso
Español de Ciencia Política y de la Administración: Democracia y Buen Gobierno. En digital. Hacia una
teoría normativa del federalismo multinacional. Ramón Máiz (USC).VII Congreso Español de Ciencia Política y
de la Administración: Democracia y Buen Gobierno. La teoría positiva del federalismo de orientación empírica
y comparativa ha conocido un desarrollo extraordinario en los últimos años, en buena medida impulsada
desde perspectivas neo institucionalistas y de economía política. Este nuevo cuerpo de estudios, sin embargo,
no suple la necesaria elaboración de una sustantiva teoría normativa del federalismo que complete la labor de
aquélla. Una teoría capaz de dar cuenta de cuestiones como ¿por qué el federalismo?, ¿sobre qué
argumentos normativamente apropiados debe construirse?, ¿qué condiciones favorecen el éxito fracaso de
las federaciones? etc. Los argumentos que expondremos en este texto parten de una asunción subyacente: el
federalismo constituye no solamente una fórmula institucional específica de descentralización política o
acomodación, sino una auténtica filosofía política, un modelo normativo de democracia basado en la
convención y en el pacto claramente diferenciado del liberalismo y el comunitarismo. Dar cuenta de la síntesis
de autogobierno y gobierno compartido, de la federación como diseño conceptual de un Estado de estados,
así como, frente a los postulados del Estado nación, de la coexistencia de diversas naciones dentro de un
mismo Estado, requiere al menos dos tareas: 1) le reformulación del concepto clásico de nación y 2) la
construcción de una teoría normativa de la democracia federal. Nos hemos ocupado de la primera en otros
lugares, abordaremos hoy algunos elementos preliminares de la segunda de las tareas mencionadas. En lo
que sigue realizaremos, en primer lugar, un esbozo de una teoría normativa del federalismo utilizando como
punto de partida la obra de Rawls, mostrando como la teoría del liberalismo igualitario (tanto como en la del
comunitarismo) se muestra particularmente ciega a la dimensión federal de la democracia, hipotecando así su
relevancia teórica al dejar fuera un problema central de las democracias contemporáneas. En segundo lugar,
veremos como en el seno de la más reciente teoría positiva de orientación empírica del federalismo existen
argumentes normativo dependientes que reenvían al campo de la filosofía política.

1.- El velo de la ignorancia y el principio de autonomía: Rawls considera que los detalles institucionales de una
sociedad justa deben abordarse únicamente con posterioridad al momento en que las partes en la posición
original han fijado los principios de Justicia. Entre otros extremos, esto implica que las partes en la posición
original asumen las fronteras del estado como dadas y existentes “a perpetuidad” (Rawls 1993: 278). Ahora
bien, este movimiento implica una consecuencia decisiva: se toma como base de la teoría de la Justicia el
Estado nacional unitario. Es sorprendente el silencio teórico sobre el principio federal. El velo de ignorancia
vuelve irrelevante el federalismo al considerarlo como una particularidad institucional derivada de
circunstancias históricas específicas, pero desechando su índole teórica de modo radical, al postularse
implícitamente que no debe entrar ni en los principios de justicia ni en la estructura básica de la sociedad. Sólo
una vez que los principios de justicia están fijados es el momento de levantar parcialmente el velo de
ignorancia y comenzar a descender en la escalera de la abstracción para tomar en consideración las
particularidades de la cultura pública y la economía de cada sociedad a la hora de diseñar las instituciones.
Solo en descenso hacia el nivel jurídico constitucional y legislativo aparecería así la dimensión federal como
relevante. Sin embargo, la aportación del federalismo a una teoría de la sociedad justa es de una relevancia
fundacional que excede con mucho la mera concreción ad hoc en las últimas fases del modelo de Rawls.
Existen poderosas razones para asumir que el federalismo puede inscribirse en el corazón mismo de la teoría
normativa de la democracia. El federalismo apunta inequívocamente a un sistema de gobierno multinivel,
integrado por diversos ámbitos de decisión y control. El Estado federal añade a la división horizontal de
poderes entre legislativo, judicial y ejecutivo, una adicional división, asimismo horizontal de poderes como
Estado de estados (Bednar 2003). Y el elemento básico de la renegociación de los equilibrios y el común
compromiso en que se fundamenta la federación es la redistribución de los recursos económicos, que permite
a la vez el desarrollo del autogobierno y la cohesión y solidaridad entre las diferentes comunidades. El
federalismo plurinacional se convierte así en un posible lugar de encuentro que, sin aspirar a “resolver” o
“acabar” con los nacionalismos de Estado o contra el Estado, pero aportando siempre una perspectiva de
profundo autogobierno y voluntad de cogobierno, pueda proveer de un ámbito de negociación y pacto con
múltiples ganadores lo suficiente atractivo frente a cualquier otra alternativa (federalismo uninacional,
confederación, secesión) mucho más costosa, empobrecedora, si no directamente inviable, en términos
culturales, políticos, sociales y económicos.

2.- Federalismo: ¿contrato o coordinación? Un contrato implica un intercambio, o lo que es lo mismo, en su


representación en teoría de juegos, un dilema del prisionero, pero un intercambio en el que siempre un agente
externo debe garantizar el cumplimiento del mismo. El federalismo, sin embargo, consiste en la regulación
institucional de una matriz de interacciones a largo plazo en la que los propios participantes contribuyen a su
actualización y mantenimiento. El federalismo se representa, por tanto, mejor como un juego de coordinación
de varios actores en el acuerdo de organizar la vida de un estado complejo. En el federalismo pesa menos el
agente externo que garantiza el cumplimiento del contrato, que el auto refuerzo de los incentivos de los
actores para atenerse al pacto o modificarlo de común acuerdo. La teoría del federalismo se presenta como
una alternativa a la teoría de la soberanía, al ideal del Estado soberano, el federalismo, de modo muy
diferente, descansa no en la sanción de algún poder externo y soberano, sino en la construcción de una
matriz de incentivos endógenos que muevan a las partes a mantenerse en un proceso de negociación con
sucesivos estadios de equilibrio. Así, el núcleo teórico-normativo del federalismo es 1) reemplazar la idea de
un poder soberano único, mediante un sistema de gobierno multicéntrico de autogobierno y gobierno
compartido; 2) reemplazar la idea de agente externo sancionador por un diseño institucional de incentivos de
autor refuerzo; 3) abandonar la idea de contrato cerrado que establece la división nítida y estática de
competencias (dual federalismo), para asumir que la distribución competencial es compleja, contestada y
renegociada entre las partes (contratos incompletos). El federalismo puede representarse como un juego de
coordinación. De no existir la adecuada coordinación de los estados, la solución sería o centralismo o
secesión: desde Madison, el federalismo se postula como la coordinación de varios estados en la Unión en
ausencia de poder superior que impida la secesión. Los estados se federan porque perciben que resulta en
beneficio mutuo hacerlo.

3.- Federalismo y consenso superpuesto. Ahora bien que el federalismo consista en coordinación generadora
de beneficio mutuo de las partes, estado federal y estados federados, y no un contrato basado en la autoridad
coercitiva de un poder soberano, deja abierta, especialmente en el caso de estados plurinacionales, la
cuestión de los lazos que deben vincular entre sí a los miembros de la federación. Lazos de tipo moral, esto
es, identitarios que refuercen la federación como una comunidad (plural) y ética, dotada de obligaciones
morales que emanan de un proyecto de futuro de convivencia compartida.

1) porque el federalismo implica autonomía, esto es, la posibilidad de decisión política propia y diferenciada y
no meramente administrativa, de decisión y no solo de ejecución. Esto supone que mayorías diferentes en los
estados, expresan preferencias (e intensidades de preferencias) diferenciadas, una voluntad política propia no
solo en lo que atañe a políticas públicas sino a la visión global del estado;
2) porque el federalismo plurinacional implica pluralidad de culturas, tradiciones, instituciones, identidades etc.
Que resultan incompatibles con una visión comprehensiva, esto es, monista, nacionalista de Estado de la
federación. Existen, en suma, diversas maneras de valorar e interpretar la federación, producto de la propia
historia, lengua, cultura, estructura social, identidades e intereses. Todo apunta, por tanto, a que la federación
requiere unos vínculos que impliquen unos lazos comunes más tenues que los de una doctrina
comprehensiva, pero a la vez más sólidos que un mero modus vivendi. La federación demanda, en definitiva,
un consenso superpuesto entre los estados.
4.- Teoría normativa y teoría positiva del federalismo. Al hilo de la asunción neo institucionalista de que las
instituciones no solamente restringen el abanico de cursos de acción a disposición de los actores, sino que
propiamente generan preferencias e incluso identidades, una serie de innovadores estudios han impuesto un
importante giro al programa de investigación sobre el federalismo. Los más importantes elementos de este
giro son: 1er lugar, el tránsito de una teoría del federalismo basada en las aportaciones de la economía del
bienestar y las asunciones de la elección pública, a otra más sofisticada caracterizada por la atención
sustantiva a la política. Dejando aparte elucubraciones sobre “déspotas benevolentes” (Oates), “Leaviatanes”
y “buscadores de rentas” (Buchanan) se presta atención a las estructuras de incentivos (organización del
poder legislativo, formatos organizativos de los partidos etc.) con que proveen las federaciones a los actores:
estados, partidos, grupos o ciudadanos. Las instituciones federales dejan de ser consideradas como “cajas
negras” manejadas por líderes que actúan en respuesta a las demandas de los electores, para ser
consideradas como problema objeto de investigación. 2do lugar, se pone en primer plano el hecho de que
diferentes tipos de federación poseen diferentes causas y su articulación institucional específica posee
asimismo muy diversas consecuencias: federaciones en las que los estados obtienen sus propios ingresos
mediante corresponsabilizarían fiscal poseen incentivos para la provisión de bienes públicos competitivos,
mientras que aquellos en los que los estados dependen sobre todo de transferencias desde el gobierno
central son más proclives a emplear los recursos en clientelismo y rent seeking (Careaga y Weingast 2000).
3er lugar, implica resituar en el eje del análisis la sostenibilidad de las federaciones. Precisan instituciones con
efecto de autor refuerzo, que proporcionen incentivos a los políticos en el gobierno en sus diferentes niveles
(federación y estados miembros) para atenerse a las reglas del juego establecidas. 4to lugar, La federación no
se concibe como un sistema jerarquizado, piramidal, basado en la nítida separación de competencias y
poderes, sino como una compleja matriz horizontal multinivel, o mejor aún multicéntrico, de gobernanza
(Hooghe y Marks 2003), originando un federalismo intergubernamental, muy imbricado de competencias
compartidas y controles. 5to lugar, la federación no se considera como una distribución definitiva de autoridad
entre distintos niveles de gobierno, sino como un proceso abierto, estructurado institucionalmente mediante
las que las competencias y los poderes son distribuidos y redistribuidos. (La fragmentación del poder en el
seno del Estado federal central, el bicameralismo con presencia de un Senado territorial y, en general, el
establecimiento de ámbitos multilaterales de negociación, resulta de todo punto crucial para renegociar y
legitimar nuevos equilibrios en el sistema.) 6to lugar, Un sistema fragmentado y descentralizado de partidos
deviene elemento central de supervivencia del federalismo, pues constituye un dispositivo fundamental para
evitar la recentralización del gobierno (Bednar, Eskridge y Ferejohn 2001). La centralidad de los partidos en
los análisis y teorías positivas del federalismo debe abrirse, más allá a de la mera descentralización de los
partidos de ámbito estatal, a una nueva dimensión aún pendiente de inclusión en estos modelos. A saber: la
plurinacionalidad y el consiguiente plurinacional ismo, esto es, la presencia de partidos nacionalistas o
regionalistas de ámbito no estatal deudores de una lógica estratégica y organizativa radicalmente distinta de la
propia de los partidos de ámbito estatal, por más descentralizados que éstos sean. 7to lugar, el federalismo
precisa para su supervivencia la presencia de una cultura política federal que refuerce la articulación de
autogobierno y gobierno compartido, suministrando un trasfondo de valores y actitudes de los ciudadanos que
refuercen el sentido de unidad en la diversidad, respeto a la diferencia e implicación cooperativa en la
federación.
5.- Hacia una teoría normativa del federalismo. Las notorias insuficiencias de la teoría liberal-igualitarista y la
dimensión normativa subyacente a muchos análisis de la teoría positiva del federalismo, reclaman la
elaboración de una teoría normativa sustantiva del federalismo complementaria de aquéllas. Una teoría que, a
resultas de lo anteriormente expuesto, debe abordar al menos los siguientes ejes argumentativos:
1. El federalismo no solamente es un modelo institucional de organización territorial del poder, sino una teoría
política federal de la justicia, una teoría política normativa de base consensual y pactista, que procede a la
articulación de tres principios: libertad, igualdad y autonomía (fraternidad).
2. Esta teoría se presenta, ante todo, como alternativa a la teoría de la soberanía, en rigor como teoría del
Estado constitucional sin soberano, habida cuenta de que todos los poderes están distribuidos y limitados por
la constitución. El dispositivo federal básico es la coordinación multilateral mediante génesis endógena y
mecanismos autor refuerzo.
3. El federalismo se presenta, además, como alternativa normativa al Estado nacional, en cuanto federalismo
multinacional, esto es, consenso superpuesto que aspira a la acomodación de varias naciones en el seno del
mismo estado. A tal efecto debe implicar ámbitos multilaterales de negociación y deliberación, un sistema de
partidos complejo (partidos de ámbito estatal y de ámbito no estatal y una identidades superpuestas y
compatibles. Pero asimismo debe reformular un concepto no nacionalista (pluralista e inclusivo) de nación.
4. El núcleo del federalismo está integrado por la articulación de autogobierno y gobierno compartido, de la
mano del principio de competencia vs. Jerarquía; y su modelo es una matriz horizontal de distribución e
interacción de poderes, una estructura poli céntrica, en red y no piramidal del poder político.
5. El federalismo es un proceso más que una estructura definitiva y suturada, de interacción entre actores e
instituciones que alcanza sucesivos estados de equilibrio. Como tal no tiene cierre, es contestable y abierto a
renegociaciones periódicas. El federalismo consiste, así, en la federalización de una comunidad, mediante la
autonomía y la formación conjunta de una voluntad política.
6. El federalismo apunta a un sistema de gobernanza multinivel basada en los principios de subsidiaridad y
proporcionalidad, reconocimiento y autonomía constitucionalmente garantizas (mediante constituciones
complejas: Constitución de la federación y de los estados miembros), que salvaguarda los diferentes espacios
de autogobierno. Aporta así un formato que se abre hacia arriba en superación de la soberanía en el ámbito
internacional (UE) y en el refuerzo democratizador hacia abajo del poder local (nuevo municipalismo).
7. La teoría normativa del federalismo, en fin, desborda el marco teórico del liberalismo igualitario y se inscribe
con toda centralidad en el modelo de democracia republicana, que desarrolla un concepto de ciudadanía
fuerte mediante la superposición compleja de las dimensiones de representación, participación, deliberación e
inclusión.
U 2.1. Procesos de integración, surgimiento y fragmentación de Estados y luchas por autonomía. Geografía
política trasnacional e internacional.

Wallerstein, I. (1996), the Age of Transition. Trajectory of the World-System 1945-2025. Pluto Pres,
Australia. Caps. 1 (1-12), 8 (209-225) y 9 (226-243). Resumen extenso, traducido por J. Pigliapochi. En
digital Wallerstein, I. (1997) “El eurocentrismo y sus avatares: los dilemas de las ciencias sociales” En New
Left Review I N° 226 Introducción: Immanuel Wallerstein es estadounidense, nació en 1930. Realizó sus
estudios en la Universidad de Columbia, donde se graduó en 1951. Obtuvo su maestría en 1954 y el
doctorado en 1959; después trabajó como conferencista hasta 1971, año en que se hizo profesor de
sociología en la Universidad de McGill. En 1976 fue profesor de sociología de la Universidad de Binghamton
(SUNY), puesto que ocupó hasta que se retiró en 1999. Fue director del Centro Fernand Braudel de estudios
económicos, sistemas históricos y civilización. Wallerstein ocupó diversos puestos entre ellos el de profesor
visitante en diferentes universidades alrededor del mundo; fue premiado con múltiples títulos honoríficos.
También fue el director de estudios asociados en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales en París,
y fue presidente de la Asociación Sociológica Internacional de 1994 a 1998. Es presidente de la Comisión
Gulbenkian para la restauración de las ciencias sociales, encargada de una reflexión sobre el presente y el
posible futuro de las ciencias sociales, pues muchos especialistas aseguran que no deben ser enseñadas por
separado, porque todas ellas persiguen al final un mismo objetivo: la percepción de la realidad (ya sea en el
pasado, presente o futuro) del ser humano relacionado con su entorno social. Esta publicación del año 1997
pertenece a la revista NLR (New Left Review). Revista de 160 páginas, publicada cada dos meses desde
Londres, analiza la política y economía global, poderes estatales y movimientos de protesta; teoría social
contemporánea, historia y filosofía; cine, literatura, arte heterodoxo y estética. Incluye ensayos, entrevistas,
comentarios, reseñas de libros y editoriales sobre los temas políticos del día.

Subtítulos: I-Las acusaciones -Historiografía -Universalismo -Civilización -Orientalismo-Progreso

II-Las reivindicaciones del anti eurocentrismo -El primero en llegar a la meta -El análisis del desarrollo europeo

El autor hace referencia a que las ciencias sociales son eurocéntricas porque son “un producto del sistema-
mundo moderno” y porque nacieron en Europa con fin de encontrar soluciones a problemas europeos. Hasta
finales de la segunda guerra mundial el estudio de las Ciencias Sociales estaba localizado en cinco países:
EE.UU, Gran Bretaña, Alemania, Italia y Francia; y a pesar de que su estudio luego se extendió por todo el
globo, pero la gran mayoría de los científicos sociales siguen siendo europeos. Ésta es la crítica que recibe las
ciencias sociales. Luego de 1945, el “eurocentrismo” de las ciencias sociales ha sido muy atacado. Durante el
S. XXI las ciencias sociales están obligadas a superar la herencia europea, para poder abordar los problemas
sociales desde una postura autónoma. Pero ¿En qué consiste el eurocentrismo? Según Wallerstein es un
monstruo de muchas cabezas difícil de matar, ya que al criticarlo podemos utilizar premisas eurocéntricas, y
así retroalimentar su influencia.
I-Las acusaciones: El eurocentrismo en las ciencias sociales ha influenciado de cinco maneras diferentes pero
a su vez se superponen: -En su historiografía: Las ciencias sociales intentan explicar el dominio europeo del
mundo moderno con logros específicos de la historia moderna, exclusivamente, europea. No hay dudas de
que Europa haya disfrutado de la tecnología más avanzada pero por qué existe diferencia de poder y nivel de
vida de vida con el resto del mundo. Cualquiera fuese la novedad que Europa haya experimentado entre los
siglos XVI y XIX se ve con buenos ojos y es algo que enorgullece a los europeos y que el resto del mundo
debería envidiar o apreciar. El autor habla de los presuntos logros europeos en el mundo moderno, y se
pregunta ¿Qué otras alternativas a la misma existen? ¿Son diferentes? Antes de responder cree que es mejor
focalizar en las otras críticas del eurocentrismo. -En el provincialismo de su universalismo: -Las ciencias
sociales modernas se han caracterizado por superar cualquier provincianismo (esto es el apego excesivo a la
mentalidad o costumbres particulares de la vida de provincias), con el fin de explicar los procesos universales
de comportamiento humano. Por lo tanto, las ciencias sociales han intentado adaptar un modelo de estudio
(posible respuesta a la problemática), que haya sido utilizado para analizar problemáticas europeos, su
general. Es decir, sea válida en cualquier tiempo y lugar como en cualquier una problemática. Permitiéndose
el universalismo de la hipótesis. Con respecto a su universalismo, las ciencias sociales han recibido tres
críticas:
-Un modelo de estudio particular que se aplique a una situación distinta en la que surgió, no puede ser
utilizado.
-Es imposible generalizar.
- Por último, la crítica más actual es que se intentó generalizar teorías como universales, cuando en realidad
no lo son. Los científicos sociales tomaron un modelo histórico occidental como si fuese universal.
-En sus presupuestos sobre la civilización: Europa se ha considerado como la única y verdadera sociedad
civilizada desde la Edad Moderna. Los estudiosos han definido a una sociedad civilizada como aquella que
posee características sociales contraria a la barbarie. Pero existen varias posturas a lo que se puede llamar
civilización: relacionado con los avances tecnológicos; con el incremento en la autonomía de los individuos
frente a diversas instituciones (familia, comunidad, Estado, religión); con una manera de comportarse. Los
científicos sociales han absorbido los valores considerados “civilizadores” para incorporarlos a las definiciones
de problemas y en conceptos inventados. La cuestión radica en cómo aparecieron éstos valores. La respuesta
aparece como el producto del pasado del mundo occidental, de la antigüedad y/o Edad Media cristiana, es
decir, la herencia judeo-cristiana.
Ésta postura recibió objeciones: -¿El mundo europeo moderno es realmente civilizado? como lo creen los
europeos.
-Fueron realmente propicios los valores de Grecia, Roma o del antiguo Israel como base de los valores
modernos.
-Europa ha considerado a Grecia o a Israel como orígenes culturales alternativos. La esfera en que la
discusión sobre los valores ha alcanzado más intensidad ha sido la esfera política, bajo la forma del debate
sobre el “multiculturalismo”. En las ciencias sociales institucionalizas este debate ha tenido un gran impacto,
causando divisiones dentro de las universidades, ya que algunos estudiosos niegan la premisa de algo
denominado “civilización”. En su orientalismo: Hace referencia a las civilizaciones no-occidentales. El
orientalismo era hasta hace no mucho signo de distinción. Sus raíces se remontan a la Edad Media Europea,
cuando algunos monjes cristianos se dedicaron a estudiar las religiones no cristianas. Los llamados
“orientalistas” continuaban basándose en una visión binaria del mundo (oriental/occidental) durante el S. XIX,
cuando el orientalismo se secularizó (paso de algo de una esfera religiosa a una no teológica) en las ciencias
sociales surgieron gran cantidad de polaridades: sociedades industriales y militares; solidaridad mecánica y
orgánica (Durkheim); legitimación tradicional y racional-legal (Weber); sociedad estática y dinámica
(Durkheim)
El orientalismo ha recibido ataques:
-Los conceptos utilizados no coinciden con la realidad empírica, son abstractos y son conclusiones obtenidas
de los prejuicios europeos.
-Legitimaba la posición de Europa como potencia dominante.
En sus intentos de imponer la teoría del progreso: El progreso y su inevitabilidad fue un tema fundamental
de la ilustración europea. Las ciencias sociales estuvieron profundamente marcadas por la teoría del
progreso, por ello las ciencias sociales se convirtieron en el consejero de los responsables políticos. El
progreso no solo se analizó, sino que también se impuso. El proceso fue visto como una idea europea y por
eso, a partir de 1968 han surgido muchos muchas maneras de atacar a la idea de progreso: - Se puede decir
que se lo que se ha llamado progreso es un falso progreso, pero que existe uno real. - No existe esa cosa
llamada progreso.- Se puede sugerir que Europa ha conocido el progreso, pero no prefirió ser la única en
disfrutarlo. Éste ataque es contradictorio ya que se expulsa Europa de la escena, pero no al progreso.
II. las reivindicaciones de anti eurocentrismo A continuación, se postulan los tres argumentos, a veces
contradictorios, que recibe el eurocentrismo:
1-Con independencia de lo que hizo Europa, otras civilizaciones lo estaban haciendo hasta que Europa
empleó su poder geopolítico.
2-Lo que Europa hizo nos es sino la continuación de lo que otros ya estaban haciendo durante mucho tiempo,
incorporándose los europeos al primer plano en un momento determinado.
Las dos primeras críticas son contradictorias.
3-Lo que Europa hizo se ha analizado incorrectamente y ha sido objeto de extrapolaciones inapropiadas. El
autor refuta las dos primeras argumentaciones, considerándolas eurocentricas-antieurocentricas. -El primero
que llega a la meta: Según la versión marxista de la teoría de las etapas de desarrollo, se deduce que en
diferentes partes del mundo se seguían caminos paralelos hacia la modernidad o el capitalismo. El problema
es que queda por explicar por qué Europa alcanzo primero el objetivo y por lo tanto quien pudo “conquistar el
mundo”. Hubo, en el siglo XIX, civilizaciones como la de China, India o el árabe-musulmán que podían haber
experimentado el capitalismo moderno pero no fue así. Esas civilizaciones poseían las características
culturales y de desarrollo para hacerlo. En el caso de Japón se desarrolló el capitalismo al mismo tiempo que
Europa, pero no tuvo la magnitud global que caracterizó a Europa. Se niega que Europa conquistara el mundo
debido a que hubo resistencia para que lo haga. Pero dice el autor, si esa resistencia hubiese sido formidable,
esto sería cierto. Pero no fue así. La teoría convierte a Europa en un “héroe villano”, fue Europa la que logró
llegar en primer lugar. Si los indios, los chinos o los árabes hubiesen tenido la oportunidad también lo hubieran
hecho. Ésta visión parece ser eurocéntricas en su anti eurocentrismo, ya que acepta los logros que Europa
obtuvo y que otros podrían llegar a esos logros. -Capitalismo eterno La segunda línea de oposición a los
análisis eurocéntricos, es aquella que niega que hubiera algo realmente nuevo en lo que Europa hizo. Esto
implica suponer que el capitalismo no es nada nuevo, y que en la ecúmene euroasiática había sido capitalista
durante varios miles de años. Pero en este caso tenemos que felicitar a Europa porque habiendo sido una
parte “marginal”, aprendió finalmente la sabiduría de los otros más antiguos y logró aplicarla con éxito.
Wallerstein postula que éste argumento es eurocentrista debido a que se tienen en cuenta los valores
propuesto por Europa en su período de dominación mundial y se descalifican los valores rivales a ella. -El
análisis del desarrollo europeo El autor cree que tenemos que encontrar bases más sólidas para ir contra el
eurocentrismo en las ciencias sociales. También considera que el capitalismo no es prueba del progreso
humano, que en realidad es un sistema explotador. La economía-mundo europea del S. XVI se convirtió
irremediablemente en capitalista; una vez que este sistema se consolidó, adquirió tal fuerza que logró
expandirse hasta absorber físicamente todo el globo, siendo el primer sistema que lograba este tipo de
expansión total. El sistema mundo-moderno ha desarrollado estructuras de conocimiento distintas de las
anteriores. Como se puede ver, el desarrollo del pensamiento científico se ve reflejado en el divorcio entre la
ciencia y la filosofía, es decir, la separación entre la búsqueda de la verdad y la búsqueda de lo bueno y lo
bello. La idea de que la ciencia está en un lado y las decisiones políticas en otro es el concepto central que
sostiene el eurocentrismo. Durante los últimos veinte años la legitimidad de este divorcio ha sido puesta en
duda por vez primera de una forma significativa. Este es el sentido del movimiento ecologista. Si tenemos que
construir un sistema-mundo alternativo al actual, debemos tratar simultáneamente los problemas de lo que es
verdad y lo que es bueno. Demos reconocer abiertamente la reconstrucción del mundo por Europa, de esta
manera será posible alcanzar una visión más inclusivamente universalista e ir buscando simultáneamente lo
que es verdad y lo que es bueno.
Wallerstein (1996) La era de la transición. Trayectoria del sistema mundo, 1945-2025. Publicado
originalmente en 1996. (Autores Terence K. Hopkins e Immanuel Wallerstein) El sistema mundo: Se
toma al período 1945-1990 por la expansión de la economía mundo, y la mayor descolonización. El moderno
sistema mundo ha desarrollado seis vectores no separables: sistema interestatal, estructura de la producción
mundial, estructura de la fuerza de trabajo mundial, patrones de bienestar humano mundial, cohesión social
de los estados y estructuras de conocimiento. Si un vector cambia, cambian todos.
Sistema interestatal: Se basa en el reconocimiento recíproco de la soberanía de cada uno de los estados del
mundo. Cuando un poder tiene una fuerte posición puede hablarse de ejercicio de hegemonía sobre el
sistema. Un estado pude demostrar su “liderazgo” formando estructuras del sistema, y sus políticas son
aceptadas por estados débiles y fuertes. Es un poder hegemónico y no un imperio. Por ejemplo EEUU luego
de 1945.

Estructura de la producción mundial: El sistema interestatal sienta las bases para crear el mercado
mundial. Los que poseen el control de los medios de producción se basan en la acumulación sin fin de capital.
El mercado monopoliza la producción. Estos monopolios son conocidos con el nombre de industrias líderes,
responsables de las grandes expansiones de la economía mundo. El proceso de acumulación de capital
requirió el desarrollo continuo de las fuerzas y medios de producción mundiales. Este proceso continuamente
reprodujo y profundizó lo que llamamos la organización centro periferia de la producción mundial, la base
de los procesos de división de trabajo. La producción de bienes se centra en Europa Occidental y
Norteamérica, mientras que el resto de la periferia se centra en actividades de poco margen de ganancia. Esto
produce tensiones políticas entre los estados y al interior de los estados, que no pueden superarse ya que la
acumulación sin fin de capital requiere de la existencia de actividades de alta tasa de ganancia (monopolios),
ya que es su objetivo principal.

Estructura de la fuerza de trabajo mundial: Esta desigualdad moldeó a la fuerza de trabajo mundial, ya que
si los salarios hubiesen sido iguales en todo el mundo, la ganancia hubiese sido igual en todas partes, siendo
muy baja. Se genera entonces una jerarquía entre los trabajadores bien pagos (centro) y los que poseen bajos
salarios (periferia), ya que para que puedan ganar más es necesaria una mayor ganancia, que se obtiene al
pagar bajos salarios en las zonas periféricas. La fuerza de trabajo mundial, ha sido estructurada no sólo por
los múltiples empleadores y los estados. Los trabajadores se han involucrado en estructurar la fuerza de
trabajo, por medio de la acción sindical, por la migración, por la creación de solidaridades mutuales. Las
demandas de los trabajadores se basan en el pedido de estructuras estatales que limitan el accionar
geopolítico y económico del estado. Aparecen los salarios sociales localizados en educación, salud y
asignaciones redistributivas, tomados en cuenta para calcular la real remuneración de los trabajadores.

Patrones de bienestar humano mundial: Para este vector se calculan las formas de ingreso del capital al
trabajo, y viceversa. El bienestar es necesario para la estabilidad del sistema mundo. La desigualdad en el
mundo productivo se refleja en el bienestar, ya que varía geográficamente, cíclicamente e históricamente. La
creencia en la convergencia del bienestar a largo plazo ha sido uno de los ejes centrales del sistema mundo.
Pero la percepción de esta convergencia y de su inverso, la polarización, es subjetiva, chocando muchas
veces con las visiones oficiales. La interacción entre los vectores que inciden en el bienestar mundial ha
agregado el tumulto al sistema mundo, junto a la constante violencia y rebeldía. Lo que sostiene al sistema
mundo han sido los esfuerzos históricos para crear estructuras estatales más cohesivas y la elaboración de
estructuras de conocimiento que han servido para legitimar el sistema.

Cohesión social de los estados: Los estados tienden a monopolizar la violencia, fortalecer las fronteras,
tratando de controlar tanto el interior como el exterior, en un intento de fortalecer el estado. Éstos hacen
cumplir el orden en base a los impuestos y la burocracia, ofreciendo servicios, en un intento por administrar el
interés nacional, manteniendo la estabilidad del sistema mundo y de la acumulación de capital. Los gobiernos
utilizaron la cohesión social para lograr esos objetivos, utilizando al nacionalismo (o patriotismo). El tema
básico del nacionalismo es que sin importar cuán diversas sean las situaciones sociales y los intereses de
aquellos que se encuentran al interior del estado, ellas son unificadas afectivamente por un lazo común,
aunque se complica quienes debían ser integrados, implicando racismo (salvo los movimientos de liberación
nacional). Sin embargo, ha sido más una fuerza de estabilización que de desestabilización en el moderno
sistema mundial.

Estructuras de conocimiento: La innovación más importante en las estructuras de conocimiento en el


sistema mundo fue el desplazamiento de la filosofía y la teología por la ciencia. Un elemento crucial fue su
proclamación de universalismo, reflejado en el liberalismo, la ideología mundial dominante en los dos últimos
siglos, definiendo la geo cultura del sistema mundo. El liberalismo predicó el triunfo de una convergencia
incremental del bienestar humano tanto como la eliminación de la violencia, que devendría de la cohesión
cada vez mayor de los estados, derivando en la disminución de la desigualdad. En un sentido el liberalismo
ofreció la práctica del reformismo paciente para remediar el tumulto y el descontento de la civilización. El
universalismo liberal pareció estar en directa oposición al racismo y el sexismo, en una tensión simbiótica con
ellos, como el rol del nacionalismo en el fortalecimiento de la cohesión social de los estados. El éxito del
liberalismo podría derivar en un incremento del progreso social visto desde el siglo XIX, pero no desde el XX.

Ciclos del sistema mundo: El moderno sistema mundo tiene ciclos (restauran equilibrio) y tendencias (lo
alejan). En un punto las tendencias crean una situación en la que los ritmos cíclicos no son capaces ya de
recomponer el equilibrio de largo término. Cuando ocurre se habla de crisis, el sistema llega a un fin y es
remplazado por uno o más sistemas alternativos. Tal crisis no es un evento cíclico, señala que el sistema llega
a su fin. Es una "transición", un largo período que dura unas cuantas generaciones. El período 1945-1990 es
de increíble expansión económica global que luego se hace más lento. Comienza en el período de hegemonía
incuestionada de los Estados Unidos en el sistema mundo y luego esta hegemonía comienza a disminuir. El
momento de cambio es 1967/73. Los períodos de expansión económica global y contracción se conocen
como ciclos de la Kondratieff. Típicamente duran 45-60 años. Creemos que un período expansivo de
Kondratieff o fase A comenzó cerca de 1945 y alcanzó su pico en 1967/73, que fue seguido por el
estancamiento o fase B que continúa en los años 90. Los ciclos hegemónicos son mayores. Lleva mucho
tiempo para un poder ganar una competencia con otro poder para volverse completamente hegemónico, y
busca usar su posición hegemónica para prolongar su poder; sin embargo, los propios esfuerzos hechos para
prolongar el poder tienden a socavar las bases del poder, y de este modo empezar el largo proceso de
disminución relativa. Vemos a 1967/73 como el pico de dos curvas cíclicas: el ciclo corto de Kondratieff que va
de 1945 a 1990, y el ciclo largo hegemónico que va desde 1973 a 2025 o 2050.

Capítulo 8: El cuadro global, 1945-90. El periodo 1945-90 muestra las características comunes de un ciclo
de Kondratieff. La hegemonía de Estados Unidos parece haber alcanzado su pico en algún momento de este
periodo. Pareciera que se están revirtiendo tendencias multiseculares desde los años 70 y 80s en la historia
del sistema mundo. Hemos elegido 1967/73 como el punto de cambio de este período. Estas fechas están
vinculadas a dos importantes impactos económicos: los serios problemas para la moneda estadounidense,
por un lado, y el shock petrolero de la OPEP. En una serie de eventos políticos ocurridos durante este periodo
que juntos parecen indicar un quiebre significativo en los patrones del periodo previo. El año 1945 puede ser
tomado como la marca de inicio de una clásica fase A del periodo de Kondratieff. La economía mundial
ingresó en un período de expansión rápida y estable, sin precedentes. Luego de la Segunda Guerra Mundial,
las dificultades se superaron en pocos años. La economía mundo ingresó en un período de rápido
crecimiento. Los Estados Unidos jugaron un rol central como generador y promotor economía mundial, tanto
directamente en sus actividades económicas locales, como indirectamente, a través de asistencia estatal.
Europa se recuperó con el plan Marshall, y Japón también con el apoyo de los Estados Unidos. Ambos
recuperaron su dominio de sus mercados locales, y hacia 1960 pudieron compitieron activamente con los
Estados Unidos. En el llamado bloque socialista, la economía permaneció mínima en los años 50 y 60, y
encabezó su propio programa de industrialización, lo que tuvo el efecto de expandir las industrias líderes aún
más. En el tercer mundo también se persiguió el objetivo de la industrialización aunque de una forma menos
intensiva. La expansión masiva de la economía industrial del mundo requirió la expansión de los productos
primarios. Esto tuvo su correlato en el tercer mundo permitió el crecimiento del sector asalariado, y cierto
desarrollo del estado de bienestar. Esta mejora en los estándares de vida y relativo pleno empleo, llegarán a
su fin entre 1967 y 1973. El shock petrolero de la OPEP, fue más bien una expresión de esta crisis y no una
causa. En 1970 y 1980 hubo un considerable descenso del crecimiento de la producción, dada la continua
expansión demográfica, con desempleo y estancamiento económico. Con el aumento del petróleo el costo de
producción fue mucho mayor, lo que implicó una reducción de la producción que fue así más acorde a la
demanda efectiva. La declinación de la tasa de ganancia en el sector productivo tuvo tres consecuencias
estructurales. Primero llevó a la búsqueda de nuevas tecnologías para reducir los costos de producción.
Segundo hubo un considerable cambio de inversión desde actividades productivas a la esfera financiera en
busca de ganancia. El tercero fue el cambio hacia gastos militares como medida contra cíclica keynesiana
Dentro de esta fase B había tres importantes lugares de deuda: los gobiernos del tercer mundo, grandes
empresas corporativas, y el gobierno de los Estados Unidos. Estas transformaciones en el mundo del trabajo
implicaron un descenso en los salarios reales de aquellos que se ubicaban en las antes industrias líderes, y
un incremento del desempleo. Esto tuvo su correlato en el debilitamiento del movimiento de los trabajadores.
Paralelamente creció el trabajo asalariado en todo el mundo, si bien sus condiciones de contratación se
debilitaron seriamente. El estado se encontró con una disminución de su habilidad para mantener el nivel y la
expansión de los servicios de salud y de educación. En cuanto las migraciones; el Norte permitió una
migración de facto dada la necesidad de los empleadores de las zonas centrales de contar con trabajadores
mal pagos. Se incrementó la cantidad de empleos, el ingreso de la mujer al mercado de trabajo permitió el
deterioro de las condiciones laborales, reduciendo el nivel del trabajo masculino. La revolución mundial de
1968 sirvió como protesta en todas partes contra Estados Unidos y su hegemonía en el sistema mundial, pero
también para protestar simultáneamente contra la Unión Soviética, o sea que acusaban una unión del facto.
Lanzaron una demanda por una estrategia completamente nueva, una que fuese menos cooptable por el
liberalismo hegemónico de los Estados Unidos. Este llamado socavó efectivamente los viejos movimientos
antisistema, pero también marcó el comienzo del fin de la estrategia de cooptación de los Estados Unidos. El
estancamiento económico del mundo, acentuado por la crisis de la deuda, tuvo un efecto desestabilizador en
los años 80 en los gobiernos de los estados periféricos y semi periféricos. Tanto en Asia, África, como en
América latina, las crisis fiscales de los estados ligaron al clamor interno por "democracia" pero también
simultáneamente a las "reestructuraciones" impuestas por el Fondo Monetario Internacional. En este período
ocurrió un amplio ataque al poder estatal. El poder de los estados ha ido en un estable crecimiento en los
últimos 500 años desde la creación del moderno sistema mundo. En este período, incluso las fuerzas
conservadoras de las zonas centrales estaban aclamando las virtudes del dirigismo. El poder hegemónico
había demostrado el éxito del modelo del New Deal, un modelo cuyo verdadero florecimiento se dio en el
período posterior a 1945. Tanto los países de Europa occidental como Japón siguieron el mismo sendero.
También lo hizo el bloque soviético, y el tercer mundo utilizando la maquinaria estatal. El estado estaba
comprometido a servir la función de proveer un amplio rango de servicios básicos de la llamada red de
seguridad social. En algún punto esta tendencia empezó a revertirse. Los bancos centrales empezaron a
asumir un grado de autonomía real en la toma de decisiones. Mientras que las autoridades estatales tenían
que tomar en cuenta una gama de fuerzas políticas, los bancos centrales eran casi exclusivamente
responsables ante un pequeño segmento de transnacionales. Al mismo tiempo crecía el poder de estructuras
interestatales como el Fondo Monetario Internacional. Las revoluciones de 1968 obstaculizaron los postulados
intelectuales de los reformistas de centro. Los movimientos neoconservadores y neoliberales, representados
en las figuras de Ronald Reagan y de Margaret Thatcher, se vieron libres de volver a su original anti
estatismo. Las revoluciones de 1968 también se despegaron del reformismo del estado de la izquierda, esto
más el Surgimiento de solidaridad más allá de los límites del estado, debilitó el intento de la vieja izquierda y
sus movimientos históricos antisistema de fortalecer las estructuras del estado. Los movimientos anti sistema
se volvieron anti estatales como modo de radicalizar sus acciones. Estos cambios reflejaron el fin del modelo
ideológico de los dos últimos siglos: el liberalismo reformista. El libre mercado no tenía base popular histórica.
Al mirar los desarrollos en los años 70 y 80 se pueden observar tres quiebres del sistema. El primero es la
transformación de la fuerza de trabajo. La proletarización, señalada por los analistas, es en realidad un
proceso muy lento, y se ha negado cuán crucial es para el sistema mundo la no universalización de esta
forma de trabajo. El segundo puede verse el campo de la educación. La educación ya no sirve como criterio
jerarquizado, por haberse masificado. La consecuencia es que la fe en las virtudes preventivas de la
educación para la disolución de las desigualdades ha sido socavada, y por lo tanto un estabilizador del
sistema ha sido viciado. Finalmente, el tercer quiebre que vemos es la degradación del medio ambiente. Los
costos reales involucrados en terminar con el desperdicio, deshacer la polución, y no recrear el problema son
extraordinariamente altos.

Capítulo 9. Las posibilidades globales, 1990-2025. Hay dos posibilidades reales. Una, que el sistema
mundo continúe funcionando más o menos del modo en que ha estado funcionando por cinco siglos, como
una economía mundo capitalista, por más que haya cambios, basada en la división del trabajo, el intercambio
desigual, y un sistema interestatal. La segunda posibilidad es que esos fenómenos que empezamos observar
en 1970 se muestren lo suficientemente importantes y masivos como para que no sea razonable esperar que
el sistema continúe más o menos de la misma manera. En este caso, esperaríamos una crisis sistémica o
bifurcación que podría manifestarse como un período de caos sistémico, el resultado del cual sería incierto. Si
tal período coincide con la fase culminante de una larga lucha por la supremacía hegemónica, puede llevar al
mundo a la guerra. La utilización de fuerzas como amenaza, implica enviar soldados fuera de las fronteras
nacionales, arriesgar a explosiones sociales locales, dada una situación de intranquilidad social preexistente.
La pregunta es cómo los patrones actuales serán afectados por los nuevos elementos de los cuales hemos
estado hablando. Actualmente existen tres nodos centrales alrededor de los cuales la actividad económica se
organiza, y los tres son competitivos entre sí, ninguno de ellos ahora ni en el futuro inmediato, podrá
distanciarse fácilmente de los otros (EE.UU., Japón y Europa Central). Con el fin de la Guerra Fría las
instituciones originadas luego de la Segunda Guerra Mundial se han vuelto arcaicas (ejemplo, la OTAN). Dada
la ausencia de dos grandes potencias opuestas, como en el caso de la Guerra Fría, es probable que prolifere
una miríada de conflictos menores entre el Norte y el Sur. La probabilidad de esto depende de la actual lucha
sobre la creación de nuevos cuasi monopolios en la producción mundial. En cuanto las maniobras de las
empresas transnacionales que ya se encuentran en marcha, no ha emergido aún un patrón claro. Por
supuesto, los gobiernos y las trasnacionales son conscientes de estas diferencias. Muchos países en el Sur
pueden buscar incorporarse a los nodos. Ellos se ofrecerán a sí mismos para una integración más cercana
dentro de las redes de producción bajo construcción, pero también deben ser aceptados. La energía
económica del Norte en términos de inversión monetaria y humana no es ilimitada. Las inversiones van desde
el centro al centro, o a los países que son áreas de interés reciente: China y Rusia. La des ruralización del
mundo hará que la ciudad crezca rápidamente, habrá empleo con las condiciones existentes, subcontratación,
trabajo informal, y trabajo parcial. La emigración hacia el Norte en una escala aún mayor puede ser
políticamente disruptiva en los estados del Norte. Puede haber tensiones entre las poblaciones locales y las
empresas, por la presión ejercida para permitir o negar el ingreso de los inmigrantes. Económicamente esto
puede significar un achatamiento de los salarios tanto del Norte como del Sur. Actualmente el moderno
sistema mundo estará completando el círculo en la estructuración de la fuerza de trabajo mundial.
Originalmente, los salarios bajos eran la norma en todo el sistema mundo, con sólo unos pocos salarios altos
en algunas actividades. Esta brecha entre centro y periferia será cada vez menos definida como un fenómeno
geográfico, y más como un fenómeno de clase en todos los países. Por primera vez en los últimos doscientos
años, los gobiernos están buscando recortar los gastos de servicios sociales de todo tipo. En el mismo
momento en que las poblaciones están presionando por un incremento significativo en los gastos sociales de
todo tipo. Al mismo tiempo las mujeres y los movimientos étnicos están incrementando la demanda de estos
servicios, previamente negados a estos grupos. Desde el momento en que los estados no resuelven sus crisis
fiscales, socavan la estabilidad del contexto que las empresas capitalistas necesitan para permitir una toma de
riesgo una racional. Por otro lado, al intentar resolver las crisis fiscales con recortes, éstos resultan más
significativos para las clases medias, la clase consumidora. La revolución mundial de 1968, completada en el
89, involucró un proceso de cambio irreversible en la psicología social colectiva. Marcó el fin del sueño de la
modernidad, no sólo el fin de la búsqueda por sus metas de liberación humana y de igualdad, sino también el
fin de la fe que el estado dentro de la economía mundo capitalista podría servir como facilitador y garante del
progreso estable hacía la consecución de sus metas. El gran estabilizador del sistema que hizo posible la
cohesión de los estados, ha sido el optimismo subyacente de largo término, ya inexistente y reemplazado por
la incertidumbre y el miedo. Éste último guía a un comportamiento mucho más errático, mucho más
incontrolable. Los estados por supuesto han sido atacados desde adentro en otras oportunidades, estos
ataques eran de la vieja izquierda que quería tomar el estado, o por iglesias ampliamente definidas, o por
mafias. Por último la cuestión ecológica, la salud del ecosistema, tomó relevancia en los últimos 25 años.
Afecta tanto a la estabilidad del sistema interestatal como a la rentabilidad de la producción mundial y a la
cohesión social de los estados. Hay dos cuestiones vinculadas: por un lado reparar el daño que ya fue hecho,
y por el otro, reducir el daño futuro. La reducción del daño implica pérdida de la rentabilidad. El sistema mundo
moderno se ha construido sobre la fe en la ciencia. La ciencia como avance tecnológico ilimitado, y de ahí la
fundación de un sistema productivo mundial; la ciencia como progreso, y de ahí la fundación del bienestar
humano mundial; la ciencia como racionalidad, y de ahí la garantía de la estabilidad social y su función como
inspiradora del reformismo racional. Esta ciencia ha sido cuestionada en los últimos 25 años de modos que
son más fundamentales y más corrosivos de la fe colectiva y cualquier crítica con la que la ciencia se ha
confrontado en los últimos 200 años. Los desafíos morales e intelectuales a la simple fe en la ciencia que
podría realizar su tarea social de hacer posible la mejora colectiva llegan el momento preciso cuando, con el
fin de la Guerra Fría, la ciencia organizada está perdiendo la base financiera extraordinaria que obtuvo en la
era posterior a 1945. En todas partes, la gran ciencia está siendo sujeta al corte del presupuesto.

Los cinco campos: El sistema puede caer si no se controlan los cinco campos principales. Cada una de
estas áreas constituye una zona sensible, en el que una oscilación demasiado grande puede terminar con él.

Primer campo: Los grupos. El primero de estos campos, es el de "los grupos”, o, Gemeinschaften. Es el tipo
de grupo definido en términos de cosas en común (ficticias) y sobre las cuales se hacen las reivindicaciones
de lealtad más allá los intereses egoístas. La historia del moderno sistema mundo no ha sido la eliminación de
Gemeinschaften si no su subordinación a la primacía de un tipo particular, el de la "ciudadanía". La ciudadanía
ha sido, por supuesto, identificada totalmente con los estados. En principio, todo el mundo ha sido un
ciudadano de un país y normalmente no sólo de un país. La pregunta para el futuro inmediato es si no se
continuará ejerciendo la primacía sobre la lealtad. Como la habilidad de los estados de responder a las
demandas actualmente expresadas por sus ciudadanos disminuye, es natural que las reivindicaciones de
prioridad de otros grupos, otros Gemeinschaften, se vuelvan más convincentes. Esto lleva al conflicto entre
estos grupos y el Estado, quien debe contenerlos.

Segundo campo: Orden policíaco. La habilidad de cualquier sistema histórico de operar prédica sobre un
cierto mínimo de orden policial. Es decir, de un cierto grado de confianza general en la seguridad diaria de las
personas y la propiedad. Si no es así el sistema de producción no puede operar y muy pronto hay importantes
problemas de distribución material. Además, se vuelve muy difícil operar cualquier tipo de institución política o
cultural. En nuestro moderno sistema mundo, el orden policial está garantizado por los estados, que usan la
fuerza, la recompensa y la fe para hacer respetar el orden. La fuerza depende de cada estado.

Tercer campo: El orden militar. Es un aspecto del sistema interestatal. Las guerras prendieron a ser de dos
principales tipos de variedades. El primero es el de la guerra de conquista, que han sido parte integrante del
establecimiento de la división del trabajo centro periferia. En los términos actuales, ha sido guerras lanzadas
por el Norte para subordinar al Sur. El segundo es el de las guerras de hegemonía, la lucha entre los estados
en el Norte entre sí por la primacía, que culminan las guerras mundiales. En este proceso histórico, los otros
dos tipos de guerra todavía no ocurrieron, o han sido eliminadas. Las guerras entre los estados en el Sur han
sido suprimidas. Cualquier tipo de quiebre en el orden militar afectará inmediatamente al grado de orden
policial que es posible, e intensificará las luchas intergrupales.

Cuarto campo: El bienestar. El cuarto campo es el del bienestar y en particular el de la salud pública y la
distribución de alimentos. El gran logro del moderno sistema mundo ha sido la mejora estable de la salud
pública y la distribución de alimentos para el tercio privilegiado de la población mundial. En los últimos 200
años, los ideólogos del sistema mundo se ha felicitado a sí mismos sobre la conquista de las enfermedades y
la eliminación de las hambrunas. Aquí, también, uno debe preguntar si no ha pasado el apogeo y ahora nos
encontramos en una curva descendente. Podría suceder que los problemas básicos de salud se expandan
muy rápidamente y abruman las capacidades del sistema de salud mundial de tratar con ellos. En este campo
como en otros, las oscilaciones, pueden enloquecer rápidamente.

Quinto campo: Instituciones religiosas. El último campo es el de la estabilidad de las instituciones


religiosas. Si bien la ciencia desplazó a la teología hace unos siglos, la realidad ha sido que las instituciones
religiosas han sobrevivido y han domesticado el desafío del secularismo. Se dice que estamos viviendo un
gran resurgimiento religioso en todo el mundo. El mayor desafío es el de la demanda de completa igualdad de
las mujeres. Es un hecho histórico que las principales estructuras religiosas se han construido sobre
suposiciones y actitudes sobre las mujeres que de hecho no son compatibles con la demanda de plena
igualdad de las mujeres. Esto es así, sin duda porque todas las instituciones religiosas del mundo han estado
centralmente preocupadas con el control de la sexualidad. El Surgimiento de grupos que no dan prioridad a la
ciudadanía ha permitido tanto el Surgimiento de nuevos integrismo religiosos como de nuevos movimientos
feministas. Para terminar, se plantea la inestabilidad del sistema, cuando ya no se pueden contener los
problemas en todos los campos. Luego del caos sistémico venderá un nuevo tipo de orden, sin saber qué
orden será.
Martins, C.E. (2016) “El Sistema-Mundo Capitalista y los Nuevos Alineamientos Geopolíticos en el
Siglo XXI. Una Visión Prospectiva” En Estados Unidos y la nueva correlación de fuerzas internacional /
Carlos Eduardo Martins [et al.]; coord... General de Marco A.Gandasegui; prefacio de Pablo Gentil;
prólogo de Ronald H. Chilcote. - 1a Ed. Buenos Aires: CLACSO, 2016. Libro digital, PDF. Martins,
Carlos Eduardo: Doctor en Sociología (USP), master en Administración Pública (FGV-RJ) y profesor de
Relaciones Internacionales en la Universidad Estacao de Sá, Brasil. Introducción En este trabajo analizo la
coyuntura mundial contemporánea desde la perspectiva de la larga duración, que interpreta el tiempo concreto
como la combinación simultánea de tres temporalidades distintas que se articulan: la estructural, la cíclica y la
del día a día. La singularidad de nuestro tiempo no puede ser comprendida si no examinamos la articulación
específica entre los tiempos estructural y cíclico que se desarrollan actualmente. El primero es acumulativo e
irreversible y las repeticiones cíclicas inciden sobre sus configuraciones concretas singulares, asumiendo
también formatos individualizados. En este capítulo destaco las principales características de la coyuntura
mundial contemporánea, sus tendencias cíclicas y seculares, las configuraciones de poder dominantes, las
fuerzas anti sistémicas, los nuevos alineamientos geopolíticos a que dan lugar y la bifurcación de poder que
se espera para los próximos años. También muestro los desafíos que estarían enfrentando América Latina y
Brasil en el contexto actual y en las siguientes décadas. Desde 1994, asistimos a una fase de expansión del
ciclo Kondratiev que se articula a dos movimientos descendentes de larga duración: la fase b del ciclo
sistémico estadounidense, marcada por la crisis de esta hegemonía, iniciada en 1970, y la crisis civilizatoria
del modo de producción capitalista, a partir del surgimiento de la revolución científico-técnica, como nueva
estructura de fuerzas productivas que impulsa cada vez más el desarrollo material de la economía mundial. tal
combinación aporta características muy específicas para el ciclo largo de expansión: por un lado, la
financiarización del capital, la crisis del eje atlantista de la economía mundial y el declive de las potencias
marítimas, que tradicionalmente dirigieron la civilización capitalista, centradas principalmente en el norte de
Europa occidental y, actualmente, bajo la dirección estadounidense; y, por otro lado, el desplazamiento del
dinamismo hacia China y el Este asiático, la ascensión de los regionalismos y de los hinterland como nuevo
posible fundamento geopolítico de la economía mundial y de la construcción de un sistema-mundo multipolar.
El texto está dividido en tres partes: en la primera, analizo las principales características del Kondratiev
vigente y los fundamentos de la crisis de hegemonía del atlantismo sobre la economía mundial; en la
segunda, examino el ascenso de China y de los BRICS y sus posibles impactos geopolíticos; y en la tercera,
abordo las perspectivas de inserción internacional que se abren para américa latina y el papel que Brasil
puede jugar en la región para un reposicionamiento estratégico en el sistema-mundo.
EL CICLO LARGO ACTUAL Y LA ECONOMIA MUNDIAL: Los ciclos largos o ciclos de Kondratiev –el autor
ruso, por sus estudios, dio nombre a estos procesos– son una forma de expresión razonablemente
sistemática del funcionamiento de la economía capitalista, concentrándose en los países centrales desde el
surgimiento de la revolución industrial a finales del siglo XVIII. Expresan la combinación y los desajustes entre
paradigmas tecnológicos y organizacionales a éstos relacionados, rupturas tecnológicas radicales dan lugar a
innovaciones primarias, secundarias y terciarias que confrontan estructuras e inercias organizacionales y
abren el espacio para innovaciones institucionales que se combinan con las tecnológicas para desarrollarlas.
En líneas generales, estos ciclos se dividen en fases: a) de alto crecimiento, y b) de bajo crecimiento, y
pueden ser medidas por las oscilaciones de la tasa de crecimiento del PIB per cápita y de la tasa de ganancia.
Estas fases influyen sobre los ciclos más cortos transmitiéndoles su ritmo y sufren, a su vez, la influencia de
movimientos más amplios. Los periodos de alta expansión y los de bajo crecimiento se dividen en subfases:
los primeros en retomada, prosperidad y madurez, y los últimos en recesión, depresión y recuperación. El
tránsito a cada subfase es mediado por una pequeña crisis o corta inflexión descendente. Desde 1994
podemos situar la emergencia de una nueva fase de expansión del ciclo largo en la economía mundial, lo cual
se observa por los movimientos de la tasa de crecimiento del PIB per cápita mundial y de la tasa de ganancia
que se elevan significativamente frente a los niveles alcanzados entre 1974 y 1993. Esta fase expansiva se
inicia con una recuperación entre 1994 y 1998, presentando una moderada inflexión en su ritmo de
crecimiento en 2001, para retomar su fuerte expansión en la prosperidad que se estableció entre 2002 y 2007.
La crisis de 2008-2009 es una inflexión aguda que produjo un crecimiento negativo durante un corto periodo,
abriendo espacio para la subfase de madurez que inició a partir de 2010. Este periodo de crecimiento largo,
que probablemente ingresa en su última subfase y se deberá agotar en esta década, presenta las siguientes
características:
● Menor intensidad de expansión en relación con el periodo 1950-1973, en razón de otros movimientos
más amplios de carácter descendente que actúan sobre él.
● Desplazamiento creciente del dinamismo económico para el Este asiático, en particular hacia China,
con encadenamientos a las regiones que se articulan con ella;
● Crisis de la hegemonía del eje atlantista de la economía mundial –y de las periferias o semi-periferias a
él articuladas– que avanza con la progresión de las subfases y sus inflexiones;
● Lento y progresivo establecimiento de una bifurcación entre la hegemonía atlantista de las potencias
marítimas y la ascensión de regionalismos y de los hinterland.

El análisis empírico basado en el PIB per cápita mundial, sistematizado por la seriformulada por Angus
Madison, permite visualizar los Kondratiev desde mediados de la década de 1870, cuando comienzan a
mundializarse con la difusión de la gran industria y la organización de una división internacional del trabajo a
ella articulada; no obstante, pueden ser visualizados para los principales países industrializados como Gran
Bretaña o Francia desde fines del siglo XVIII, utilizándose como base estadística el PIB per cápita nacional. Si
consideramos el crecimiento del PIB per cápita como criterio podemos observar que entre 1994 y 2010 la
expansión anual alcanzó 2.4%, un salto drástico en relación con la fase de relativo estancamiento que la
precedió, cuando éste alcanzó apenas una tasa de crecimiento anual de 1.2% entre 1974 y 1993, todavía más
bajo que el 2.9% del periodo de los años dorados de la economía mundial, cuando convergieron las fases
expansivas del Kondratiev y del último ciclo sistémico de la economía-mundo, basado en la hegemonía de
Estados unidos. Otro criterio de medida es la tasa de ganancia, cuyos datos empíricos disponibles son de
menor alcance y comprenden series más limitadas cronológicamente; sin embargo, el peso de este país en la
economía mundial –como PIB o como mercado mundial– y la profunda asociación de las oscilaciones de la
tasa de ganancia estadounidense con las del crecimiento económico del PIB global, permite utilizar este
indicador como evidencia probabilística de estos ciclos.
Más allá de que la tasa de ganancia creció significativamente en Estados unidos a partir de 1994, frente al
nivel que mantuvo entre 1974 y 1993, la masa de ganancia de las corporaciones estadounidenses no
financieras originadas en el exterior se elevó drásticamente, indicando el carácter internacional del crecimiento
de las tasas de ganancia.
La trayectoria del Kondratiev vigente se profundiza, así como la crisis del eje atlantista que se inició desde la
década de 1970.
LA CRISIS DE HEGEMONIA ATLANTICA: FUNDAMENTOS Y DIMENSIONES: La crisis de hegemonía
atlantista se estableció desde los años 1970 y tiene su origen en el agotamiento del pacto keynesiano que
vinculó el aumento del gasto público al establecimiento del pleno empleo. Tal pacto se agota con la amenaza
estructural que el pleno empleo pasó a ejercer sobre la tasa de ganancia a partir de la mundialización de la
revolución científico-técnica. Ésta transforma el valor de la fuerza de trabajo en el fundamento central de la
productividad, al establecer el conocimiento y la subjetividad como los principales elementos de las fuerzas
productivas. Se invierte la lógica de la revolución industrial en la cual la productividad era la expresión de la
desvalorización de la fuerza de trabajo frente a la maquinaria, impulsando el protagonismo de la plusvalía
relativa y de la subsunción real del trabajo al capital. La crisis de la subsunción real se expresó en los
movimientos de masas que se iniciaron en forma explosiva en 1968 y avanzaron durante los años setenta,
uniendo a estudiantes, trabajadores y amplias minorías para confrontar la autocracia o despotismo
institucional de la burocracia, la separación entre trabajadores manuales e intelectuales, el colonialismo
interno, los límites de la democracia representativa, el imperialismo, la guerra y la destrucción ecológica del
planeta. Esta ofensiva avanza durante la década de 1970; pierde su fuerza explosiva, siendo confrontada por
el neoliberalismo a partir de la década de 1980, al sustituir el keynesianismo; de esta manera se transformó en
un instrumento regulatorio decisivo del capital para contener los nuevos movimientos sociales, refundar el
Estado y crear las condiciones para el restablecimiento de la tasa de ganancia, imponiendo un mercado de
trabajo con altos niveles de desempleo, fundado en la caída de los precios de la fuerza de trabajo por debajo
de su valor, extendiendo a los grandes centros la superexplotación del trabajo y destrabando los obstáculos
para la reanudación de los procesos de acumulación productiva. El neoliberalismo no significó la reducción del
Estado, pero sí su ampliación mediante el uso del monopolio de la violencia, direccionando los gastos públicos
para sustentar los procesos financieros de acumulación y la competencia armamentista y para contener o
bajar los gastos en bienestar social. La relocalización de la inversión asociada a las nuevas tecnologías de
producción para el mercado mundial permitió descentralizar parte de la industria, utilizando las ventajas
competitivas de la fuerza de trabajo en el mundo para re direccionar los flujos de inversión productiva. Ambos
procesos redujeron la tasa de inversión en los países centrales, contribuyendo a mediano y largo plazo al
parasitismo y desmonte del engranaje del crecimiento virtuoso del eje atlantista. Inicialmente, la
sobrevaluación del dólar significó un acentuado incremento de la riqueza de la burguesía estadounidense; no
obstante, el crecimiento de los déficits comerciales, de la deuda pública y su internacionalización entran en
contradicción con los bajos stocks que presentaban a inicios de los años ochenta, acumulándose y poniendo
en jaque la diplomacia del dólar fuerte. Si durante el Kondratiev recesivo el incremento de las tasas de interés
estadounidenses y la sobrevaluación del dólar se impusieron sobre la economía mundial, sacrificándola en
función de su dinámica parasitaria, aunque sin impedir la formación de nuevos centros productivos, a partir de
1994 disminuye la capacidad de Estados unidos y la unión Europea para imponer al mundo la valorización de
sus monedas y de su política monetaria. Entre 1979 y 1994, la elevación de las tasas de interés
estadounidenses provocó un aumentó dramático de los niveles de endeudamiento internacionales, generando
el colapso de los proyectos de modernización acelerada en la periferia –basados en la dependencia financiera
externa, en particular en américa latina, el Este europeo y África–, la fuerte reducción de las tasas de
crecimiento económico mundiales y la drástica caída de los precios del petróleo. En este periodo, Estados
Unidos incrementó sus niveles de renta per cápita de 417 a 458% en relación con la media de la economía
mundial, y el norte de Europa (sumando a Italia) lo hizo en menor escala, de 308 a 329%.las contradicciones
de la diplomacia del dólar fuerte en el ámbito del eje atlantista fueron resueltas a principios de la década de
1990 mediante el duro ajuste del yen y del marco, reduciendo el dinamismo económico y el saldo comercial de
estas economías con Estados unidos, lo que provoca el inicio del largo estancamiento japonés. La crisis de
hegemonía del eje atlantista se inicia por razones internas. Hasta 1979 no había un desafío significativo a su
competitividad por parte de otras regiones del mundo. La hegemonía estadounidense permanecía sólida en el
interior del atlantismo y neutralizaría, en los años noventa, la ofensiva económica japonesa con el ajuste de
las políticas cambiarias. Es la necesidad de prolongar la confrontación con su clase trabajadora, iniciada a
finales de los años sesenta, convirtiendo la supe explotación del trabajo en una política estructural de los
centros del eje atlantista, más allá de las inflexiones cíclicas, al mantener los principales fundamentos de la
financiarización en periodo de retomada de la dinámica de crecimiento largo de la economía mundial, que
impulsará esta crisis acelerando la relocalización de las inversiones productivas. Entre 1994 y 2010, la renta
per cápita de Estados unidos cayó de 458 a 390% de la economía mundial y en el norte de Europa (si
sumamos a Italia) ésta fue de 329 a 278%. En el periodo, China –que había aprovechado la drástica elevación
del yen entre 1991 y 1994 para hacer el movimiento opuesto, al desvalorizar fuertemente su moneda,
vincularla al dólar y conducir al fracaso la gestión trilateral de las contradicciones de la financiarización
estadounidense eleva su participación en el PIB mundial de 5.1% en 1979 a 8.2% en 1991, 10% en 1994 y
17% en 2010.la crisis de hegemonía del eje atlantista presenta diferentes dimensiones que se agudizan en
este ciclo largo: la financiarización de la economía, la caída de las tasas de inversión, el aumento de la deuda
pública, el desplazamiento de las inversiones productivas hacia el exterior, la pérdida de competitividad a nivel
internacional y de autonomía de la política monetaria, el alto nivel de desempleo, la contención o reducción de
los salarios reales, el aumento de la desigualdad y de las asimetrías regionales, así como la sustitución del
liberalismo por el neoliberalismo generando la crisis del bipartidismo. ahora veremos estos aspectos en
detalle. la financiarización de la economía atlantista presenta dos periodos: el primero, estimulado por el
aumento de las tasas de interés, impulsado por la reserva Federal de Estados unidos (Fed), para la disputa
del capital circulante, que se expresa en un aumento drástico de la deuda pública. Esta etapa predomina en la
fase recesiva del Kondratiev, cuando las tasas de interés reales son significativamente superiores a las de
crecimiento del Pib e implican un peso significativo y creciente de los intereses en el presupuesto público. se
crea una regulación de la economía que eleva significativamente el gasto público en relación con el periodo
keynesiano clásico, pero lo direcciona en gran parte hacia la valorización del capital ficticio. En el segundo
periodo, iniciado a partir del Kondratiev expansivo, las tasas de interés reales caen por debajo de las tasas de
expansión del Pib; no obstante, la deuda pública y los gastos públicos continúan creciendo a partir de la
intervención del Estado en el mercado privado de títulos financieros, que garantiza la liquidez de activos
podres cuando éste colapsa. La financiarización implica aún más una caída significativa en la tasa de
inversión de los centros atlantistas, asociada a un doble fenómeno que se desarrolla en la formación de las
ganancias de sus corporaciones multinacionales: cuotas crecientes de masa de ganancia se originan en el
sector financiero y en el exterior, proveniente, en este caso, de las inversiones de filiales de las corporaciones
multinacionales. La pérdida de competitividad de las economías atlantistas se hace evidente en la reducción
de las tasas de crecimiento económico, en la disminución de su participación como cuotas del Pib o del
comercio mundial –actualmente infladas por la sobrevalorización de sus monedas–, en el crecimiento de sus
déficit comerciales, en la internacionalización de sus deudas públicas y en la vulnerabilidad de sus balanzas
de pagos. Esta última y el alto nivel de endeudamiento público les van retirando crecientemente la autonomía
de sus políticas monetarias y cambiarias por los efectos explosivos que pueden tener sobre el gasto público y
el equilibrio macroeconómico de las cuentas internacionales. Esos procesos se desenvuelven en mayor o
menor grado entre los países atlantistas, presentándose en Estados unidos, su principal potencia, con mayor
intensidad y nitidez. En la unión Europea, Alemania utiliza la contención de los salarios internos como uno de
los pilares de su competitividad, obteniendo un significativo saldo comercial con los países de la zonaeuro –lo
que contribuye a profundizar decisivamente sus asimetrías internas y las desigualdades sociales y regionales–
y con Estados unidos y reino unido –países que mantienen sus monedas sobrevaluadas– sin evitar, todavía,
la caída de su participación relativa en el comercio mundial. Los Gráficos 3 y 4 muestran el aumento
significativo de los gastos públicos y de la deuda pública en Estados unidos, en la zona Euro y países de la
organización para la Cooperación y el desarrollo Económico (ocre). Ésta se eleva drásticamente en la década
de 1980, en función del incremento de los intereses y su peso en el presupuesto público y, posteriormente, a
partir de la crisis de 2008, en función de la compra por parte del Estado de títulos podres, sustentando
expectativas de ganancias extraordinarias sin liquidez. Entre 2008 y 2013/4, en Estados unidos el gobierno
federal compró us$ 4.2 trillones en deudas hipotecarias en el mercado privado y las instituciones financieras
privadas, a su vez, se deshicieron de us$ 4.5 trillones que tenían bajo control, lo que indica el alto nivel de
rentabilidad de estas operaciones. En la zona euro, la ayuda de los gobiernos europeos a los bancos alcanzó
€ 4.5 trillones, aproximadamente 36.7% del Pib europeo, de los cuales fueron usados € 1.6 trillones entre
2008 y 2010. Entre diciembre de 2011 y febrero de 2012 dos nuevos programas de refinanciamiento de largo
plazo prestaron € 1.1 trillones a los bancos europeos, de los cuales fueron utilizados € 520 billones. Se
desarrolla un Estado monopolista que sustenta beneficios extraordinarios fuertemente desvinculados del
progreso tecnológico de las inversiones productivas en los países centrales. El proceso de financiarización se
vincula a la caída de las tasas de inversión en los países centrales, que puede ser estimada por un conjunto
de indicadores: la caída de la tasa de inversión productiva de Estados unidos (Gráfico 5), la caída de la tasa
de ahorro en los cuales los gerentes se volvieron sus propietarios a partir de estímulos gubernamentales. Sin
embargo, la crisis mundial de 2008 pone en jaque el modelo y señala sus importantes límites estructurales: su
vinculación prioritaria al mercado norteamericano coloca a China en una posición vulnerable frente a sus
inestabilidades, arriesgándose a importar sus crisis; el crecimiento de la desigualdad presiona en el sentido de
la búsqueda permanente de niveles elevados de crecimiento económico para reducir las tensiones sociales
que se acumulan; el alto grado de concentración industrial aumenta los desequilibrios macroeconómicos
internacionales y eleva la dependencia de las commodities, la exposición a su ciclo de precios y la
vulnerabilidad externa; el alto nivel de contaminación, provocado por la concentración industrial y sus altas
tasas de crecimiento, degrada las condiciones de vida y viola el desarrollo sustentable. La amenaza de la
crisis de 2008 obligó al gobierno chino a iniciar una revisión de este modelo de expansión, priorizando el
mercado interno. Estableció un paquete fiscal anticrisis equivalente al 9% del Pib que impulsó el gasto público
orientado a la infraestructura, innovación, vivienda, apoyo a la agricultura, salud y seguridad social; valorizó el
yuan para contener las exportaciones; elaboró el 12º Plan quinquenal con el propósito de impulsar la
transición de una economía industrial basada en un crecimiento cuantitativo a otra de crecimiento cualitativo,
fundada en la construcción de una economía de servicios vinculada a la alta tecnología industrial, la ciencia, la
promoción del bienestar, la disminución de la concentración de la renta, la sustentabilidad y reducción del uso
de combustibles fósiles; y en el área de la política externa institucionalizó los briCs, lo que estableció otro foco
de expansión de la política externa china, asociada a la construcción de una fuerza internacional centrada en
la alianza entre países con fuerte vocación continental y gran proyección hacia el sur, con expectativas y
potencialidad de afectar a mediano o largo plazo la alineación geopolítica internacional y sus estructuras de
poder. La Carta de Fortaleza, resultado de la Vi Cúpula de los BRICs, afirma que estos países están
empeñados en la construcción de un marco intergubernamental inclusivo, transparente y participativo con una
agenda de desarrollo universal dirigida a la erradicación de la pobreza. Los BRICS presentan una agenda
que: a) propone un giro de las inversiones financieras hacia las productivas, lo cual en el límite puede
amenazar las ganancias monopólicas al presionar hacia abajo los precios de las mercancías; b) la
construcción de marcosintergubernamentales que envuelven directamente al 40% de la humanidad y que
pueden ampliarse para el sur, generando posibilidades mucho menos asimétricas y mucho más convergentes
de relación entre los poderes económicos y sociales que las impulsadas globalmente por las potencias
marítimas; c) fortalece un patrón de desarrollo ampliamente apoyado en empresas estatales y pequeñas y
medianas empresas, de carácter inclusivo y universalista; d) cuestiona la hegemonía atlantista en la economía
mundial materializada en su control del sistema de bretton Woods y la ONU, en el monopolio financiero y
tecnológico de sus burguesías y en el imperialismo, y e) impulsa un patrón de política externa antiimperialista
basado en los principios de soberanía, autodeterminación de los pueblos y solución negociada de conflictos.
Entre los factores que impulsan a los BRICS como embrión de un nuevo bloque histórico territorialista, capaz
de disputar el poder en el sistema mundial en un periodo de caos sistémico, figuran la posición similar de su
población en términos de renta per cápita, próxima a la media de la economía mundial; su amplio potencial de
mercado interno y regional como factor de expansión; el hecho de haber sido blanco de la expansión
imperialista de las potencias atlantistas, lo cual limitó su vocación regional; la fuerte presencia del
nacionalismo y de las izquierdas como factor interno de legitimación popular de estos Estados y en el conjunto
de los países periféricos y semiperiféricos; y el interés de estas fuerzas nacionalistas y de izquierda en
quebrar los monopolios tecnológicos, financieros y comerciales mundiales. Tales elementos crean un
ambiente sociocultural que responde por el alto grado de convergencia histórica de estos países en las
votaciones de la asamblea de Naciones unidas, cerca de 80% del total entre 1974 y 2008, en particular en
temas como multilateralismo, defensa de la soberanía nacional, derechos de autodeterminación y
democratización de los poderes internacionales. Sin embargo, lo que impulsa al bloque territorialista son las
luchas internas dentro de cada Estado, lo que le permitirá hacer cumplir o no su vocación estratégica en el
sistema mundial. si en la transición a la hegemonía británica las luchas interestatales fueron precedidas y
condicionadas por las luchas interestatales, en la transición a la hegemonía estadounidense se articularon a
ellas, jugando la polarización fascismo o socialismo un papel importante en este proceso, y en una futura
transición a otro sistema de poder tienden a ser protagónicas. La explicación para tal cambio está en el papel
creciente que desempeñan los trabajadores y los movimientos sociales en la larga duración del desarrollo
capitalista, presionando al Estado y al sistema político. Por lo tanto, será la lucha de clases en el interior de
estos Estados y de las potencias marítimas la que dará el formato de la transición y de la bifurcación que
precede al nuevo sistema de poder. Las crisis señalizadores –indicadas por Giovanni arrighi como típicas del
agotamiento de la fase de la expansión– son los momentos en los cuales se configuran los fundamentos de
un futuro bloque de poder para disputar la transición sistémica. En la crisis señalizadora británica se evidenció
la emergencia de los proteccionismos (victoria del Norte en la guerra de secesión, unificación alemana y
revolución Meiji) que disputarían posteriormente la sucesión británica, panorama en el cual se agregaría el
peso decisivo de la revolución soviética; en la crisis señalizadora estadounidense se evidenció, a partir de la
derrota norteamericana en Vietnam, la alianza entre los pueblos del sur y los movimientos de masa en el
principal centro atlantista para derrotar políticamente el proyecto de dominación militar imperialista y afirmar
una revolución social en la periferia. Tal precedente histórico indica que el territorialismo se podrá afirmar
como un bloque histórico que articule las luchas de los trabajadores de las periferias, semiperiferias y centros
contra la producción de riqueza oligárquica, asimetrías y guerras en el sistema mundial. Su epicentro deberá
estar en las periferias y semiperiferias, en particular en las potencias emergentes que las articulan; sin
embargo, se deberá extender a los grandes centros europeos y atlantistas, alcanzando a las masas de
trabajadores supe explotados, a los migrantes y a los sectores medios que sufren con el avance de la
desigualdad, la cual se estará profundizando en esta década, en el caso de que se agote efectivamente, como
postulamos, la fase expansiva del ciclo Kondratiev. Al priorizar los mercados internos, la erradicación de la
pobreza, los regionalismos, sus alianzas y la democratización del poder mundial, el territorialismo se
constituye como una fuerza con alto potencial de contradicción con la dinámica de la ganancia extraordinaria
en la economía mundial que estructura la civilización capitalista. Sin embargo, es prioritario tener cuidado y
evitar los determinismos que no explican la complejidad de los periodos caóticos de bifurcaciones históricas a
los cuales nos aproximamos: si prevalecen los intereses competitivos y oligárquicos de grupos y fracciones de
clase que dirigen los Estados más dinámicos de los BRICS, como China y Rusia; o de que subsistan las
burguesías dependientes y su presencia en la estructura estatal de Brasil, Sudáfrica e india, difícilmente este
bloque histórico se podrá formar. En este caso la ascensión de China representará un reacomodo en un
sistema de producción de riqueza oligárquica, que funciona como un juego de suma cero, regulando ascensos
y descensos, cuyo resultante lógico, como compensación, podría ser la caída de países semiperiféricos y
periféricos a las profundidades de la periferia.
AMERICA LATINA EN LA ENCRUCIJADA: El escenario estructural que apunta a la bifurcación entre
potencias marítimas y países territorialista ha favorecido a américa latina. La proyección de China en la
economía mundial ha generado efectos virtuosos para los países periféricos y semiperiféricos. Esta
proyección se ha dado principalmente a través del comercio mundial, mucho más que por medio de la
inversión directa, elevando los precios de las commodities y revirtiendo el tradicional deterioro de las
relaciones de cambio entre productos manufacturados y primarios. Esto permitió a américa latina atravesar la
crisis del neoliberalismo a finales de la década de 1990 con relativa facilidad haciendo frente al periodo crítico
de salida de capitales extranjeros sobre la balanza de pagos con la obtención de saldos comerciales
altamente expresivos, los cuales le posibilitaron alcanzar durante cinco años consecutivos saldos en la
balanza de cuenta corriente, resultado inédito en su historia desde los años cincuenta. Este desempeño fue
todavía más contundente en América del sur y en el MERCOSUR, que alcanzó siete años de superávit en la
balanza de transacciones corrientes entre 2002 y 2008. Otro factor que ha beneficiado a américa latina es la
crisis económica y la eclosión de la deuda pública en los países centrales, resultado de los procesos de
financiarización que antes describimos. La compra por parte del Estado de títulos privados podres en estos
países y el consecuente aumento exponencial de sus deudas públicas, llevaron simultáneamente a la
disminución radical de la autonomía de su política monetaria y a la inyección de liquidez en la economía
mundial. Esto se expresó por la baja radical de la tasa de interés, iniciada por Estados unidos (Gráfico 10), y
por la elevación de los flujos de capitales internacionales, resultado de la caída estructural de las tasas de
inversión en los países centrales, implicando en el aumento de parte relativa destinada a américa latina en
estos flujos, que alcanzó su record en 2010 y 2011.tales factores asociados a la emergencia de la centro-
izquierda y de las izquierdas en américa latina, principalmente en américa del sur, dotaron a la región de una
fuerte capacidad de emprendimiento para reformular los marcos de la integración regional e impulsar los
mercados internos. En este contexto se desenvolvieron la unión de Naciones suramericanas (UNASUR) y la
Comunidad de Estados latinoamericanos y Caribeños (CELAC), se reformuló el MERCOSUR, que integró a
Venezuela como miembro asociado pleno, y Bolivia y Ecuador son candidatos a esta condición.se desarrolló
una concepción teórica de integración regional que se propone impulsar un patrón de desarrollo solidario y
sustentable, profundizar la democracia, erradicar la pobreza, reducir las desigualdades y asimetrías
regionales, promover la soberanía y seguridad alimentarias, así como impulsar el desarrollo industrial y
científico-tecnológico de la región. Para eso se busca reforzar las instituciones supranacionales y su
representación democrática. Se diseñan los fundamentos de una arquitectura financiera soberana, crucial
para impulsar un patrón de desarrollo productivo para la región y un sistema de innovación regional. Tal
arquitectura debería contar con un banco de desarrollo, con un fondo de estabilización y con una moneda
regional, expresión de una canasta de monedas que permitiría liberar el intercambio regional del patrón
monetario del dólar. Sin embargo, poco se ha avanzado en términos institucionales para construir este nuevo
patrón de integración. La propuesta de arquitectura financiera regional quedó reducida al banco del sur, que
aprobado por los presidentes de la república de la UNASUR, hasta hoy no ha sido ratificado por el Congreso
brasileño. los fondos de reducción de asimetrías del MERCOSUR continúan extremadamente limitados, a
pesar de que este bloque está hegemonizado por gobiernos de izquierda y centro-izquierda –cuya excepción
es Paraguay– y la agenda de elecciones para el Parlamento del MERCOSUR (Parla sur), que previas
elecciones directas de sus representantes entre 2011 y 2014, no fue cumplida.se observa así una gran
lentitud en los avances institucionales que necesita américa del sur para caminar en la dirección de los
desafíos propuestos por el nuevo enfoque integracionista. Si comparamos con el periodo neoliberal que se
instituyó durante la década de 1990, en periodo cronológicamente más corto, podemos verificar que los
gobiernos neoliberales fueron mucho más incisivos y rápidos para transformar sus agendas de gobierno en
políticas concretas, institucionalizando en gran medida el Consenso de Washington y el regionalismo abierto
en las políticas comercial, cambiaria, macroeconómica y regional. Esta lentitud se explica por la complejidad
de las fuerzas que permean al Estado en los países latinoamericanos, mas también en gran parte por el
carácter moderado, burocrático e institucionalista de los gobiernos de centro-izquierda que emergen en la
región. Éstos se sitúan muy próximos al enfoque de la tercera vía, manteniendo un núcleo duro neoliberal en
las políticas macroeconómicas que se combinan con políticas compensatorias de renta mínima. Buscan una
posición centrista en las relaciones internacionales, asumiendo una perspectiva más multilateralita, de
distanciamiento relativo de Estados unidos, pero sin mayores confrontaciones, y con un compromiso
moderado en procesos de integraciones regionales más avanzados, impulsados por el capitalismo de Estado
bolivariano, de fuerte base popular. De particular importancia para esta lentitud es la posición del gobierno
brasileño: el país detenta más de 60% de las reservas cambiarias de américa del sur; disfruta de altos
superávit comerciales con este continente, concentrados en productos manufacturados; tiene en el banco
Nacional de desarrollo Económico y social (bNdEs) su principal banco de actuación en la región; y mantiene
un apoyo discreto al banco del sur, que se manifiesta tanto en la contribución relativa bastante inferior a los
demás países para la conformación de su capital suscrito, si la medimos en valores porcentuales del PIB,
como en la demora para legalizar la participación de Brasil, ratificándola en el Congreso Nacional. De la
misma forma que Venezuela es estratégica para la alianza bolivariana para los Pueblos de américa (alba),
teniendo 53% de su PIB, Brasil es crucial para impulsar grandes escalas de integración en américa del sur y
latina, así como para articularlas a los BRICS. El atraso en la construcción de instrumentos supranacionales
de gobernabilidad, en particular en la promoción de una arquitectura financiera regional capaz de inducir un
nuevo patrón productivo regional, desperdicia una ventana de oportunidades que se abre en el escenario
internacional para la afirmación de la región. En la ausencia de un nuevo arreglo productivo que promueva el
desarrollo científico-tecnológico e industrial articulado a la utilización de los recursos estratégicos de la región,
américa latina podrá sufrir en los próximos años las consecuencias de una re-primarización que viene
avanzando sobre su pauta exportadora. Este nuevo arreglo productivo deberá estar centrado en las empresas
estatales, en la cooperación internacional con los BRICS, en la formación de joint-ventures con fuerte
participación estatal para transferencia de tecnología y en el fortalecimiento de las pequeñas y medianas
empresas. Hay un amplio espacio potencial de aproximación entre China y américa latina para la cooperación
tecnológica y científica, que signifique la elevación del valor agregado producido en ambas regiones. Las
necesidades de China de buscar una especialización en el sector de los servicios disminuyendo su nivel de
industrialización, o de américa latina de retomar su proyecto de industrialización interrumpida por la crisis de la
deuda externa en los años ochenta y por el neoliberalismo, sumadas las metas conjuntas de quebrar barreras
y monopolios tecnológicos mundiales pueden constituir campos de aproximación concretos entre Brasil,
américa latina y China. Sin embargo, la efectividad de este proyecto depende de la ruptura con las estructuras
de la dependencia y la superexplotación del trabajo que limitan la potencialidad y capacidad productiva de los
pueblos latinoamericanos para actuar como uno de los pilares de un mundo multicéntrico y de una articulación
más profunda de Brasil con la integración regional para proyectarse en los briCs, impulsando consigo a
américa latina. Esto implica romper con la lógica de la financiarización que compromete gran parte de los
presupuestos públicos, establecer inversiones públicas masivas en educación, salud, ciencia y tecnología; y
estructurar sectores productivos estratégicos bajo una fuerte dirección estatal y cooperación internacional para
establecer elevados niveles de transferencia de tecnología, de inversión en P&d y de socialización del
conocimiento en sistemas nacionales o regionales de innovación. Todavía el escenario internacional positivo
de la primera década del siglo xxi se comienza a invertir en función de a) la caída de los saldos comerciales
latinoamericanos y sudamericanos a partir de 2011, fuertemente relacionados con la caída de los precios de
las commodities, en particular de los precios del petróleo, motivada por la extracción de gas de esquisto y por
el aumento de la producción de la organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para combatirla,
con drásticos efectos sobre las naciones productoras de petróleo y sus derivados, como Venezuela, Bolivia,
Ecuador, México y Rusia; y b) de la elevación de las remesas de las ganancias y de los pagos en servicios
tecnológicos que resultaron del aumento de las entradas de capital extranjero a partir de 2010. Tal escenario
crea un ambiente de vulnerabilidad externa con la generación de fuertes déficits en la balanza de
transacciones corrientes, sustentados por la entrada de capitales extranjeros, presionando las reservas
monetarias, particularmente en américa del sur, donde son poco representativas las remesas de migrantes.
Tal coyuntura tiende a actuar sobre los gobiernos de centro-izquierda y de izquierda en la región,
restringiendo el espacio del centrismo o el margen de maniobra para atender a diversos intereses. El
escenario internacional para américa latina, en caso de que ésta no modifique el proceso de primarización de
su pauta exportadora ni impulse su inserción productiva en las cadenas de valor de mayor valor agregado,
parece preocupante si consideramos lo siguiente :
● la tendencia a la economía relativa de consumo de productos primarios por parte de China, sea en
función de su transición a una economía de servicios, de la modernización de su industria o de la
elevación del nivel de renta de su población;
● la desaceleración de la economía mundial con el agotamiento de la fase expansiva del Kondratiev,
probablemente, y al final de esta década, lo que deberá impactar negativamente sobre los precios de
los productos primarios, intensificando los procesos de economía relativa del consumo de recursos
naturales; y la reversión del ciclo de ingreso de capitales extranjeros iniciado en 2010. tal ciclo podrá
ser revertido en razón de la elevación de las tasas de interés en Estados unidos y los países centrales,
o del alza del dólar o del euro que, motivadas por una eventual recuperación de corto plazo en estas
regiones, incrementen la competencia mundial por el capital circulante.
Este escenario internacional, en caso de realizarse, deberá presionar al sistema político de la región
radicalizándolo en condiciones económicas precarias. El desafío de las izquierdas latinoamericanas es
anticiparse avanzando en una agenda interna e internacional que se articule con las tendencias estructurales
multicéntrico para realizar los cambios en las condiciones económicas más ventajosas.
Fanón, F (2007; 1961) Los condenados de la Tierra. Prefacio por Jean Paul Sartre, y Caps. 1, 3 y 4. En
la web y en digital. Nacido en 1925 en la Antillas Menores en la isla Martinica, época en que era colonia
francesa. Fue un importante psiquiatra, escritor y filósofo. Participó activamente en la fuerza para la liberación
francesa contra los nazis. Fue uno de los estrategas del Frente para la Liberación de Argelia. Los Condenados
de la Tierra fue publicado postmorten en 1961. Su hija Mirellie Fanon actualmente continúa su obra mediante
la Fundación Frantz Fanon por los Derechos de los Pueblos. Los condenados de la tierra. El libro habla
básicamente de la violencia que sufren los colonizados, sobre todo los de áfrica.
Prefacio: Fue realizado por el filósofo francés Sartre
● Las elites europeas mediante los principios de la cultura occidental fabricaron una elite indígena con los
principios de su cultura.
● Al colonizado se lo trataba como inhumano.
● El colono no tiene más que un recurso: la fuerza; El Indígena no tiene más que una alternativa, la
servidumbre o la soberanía.
● Los que están luchando por la libertad son los colonizados y los colonizadores lo que intentan es
aniquilarlos intentan mantener el dominio de Europa en Argelia.
● A ellos les dice “Europa ha dado un zarpazo a nuestros continentes; hay que acuchillarles las garras hasta
que las retire”.
● El colono sostiene que el colonizado no es semejante al hombre. Le anexa el nivel de mono superior para
justificar el trato como a bestias.
● La violencia colonial deshumaniza al hombre.
● Nada será ahorrado para liquidar sus tradiciones, sustituir sus lenguas por las nuestras, destruir su cultura
para darle la nuestra. Se les embrutecerá hasta el cansancio, desnutrición, enfermedad; y si se resiste es
hombre muerto y si cede se degrada, deja de ser un hombre.
● La violencia reprimible no es absurda tempestad, no es la resurrección de instintos salvaje… es el hombre
mismo reintegrándose.
● Sartre dice: “Cuando un colonizado recibe su fusil, recibe su humanidad. Cuando un colonizado mata a un
colonizador nace un hombre libre y queda un hombre muerto”. Sartre en última instancia al validar la lucha
armada que está tratando de transmitir es que esta es consecuencia indeseada de los regímenes totalitarios.
Esto ha fervorizado a toda una generación, la libertad nace del fúsil, se vio reflejado en toda la militancia de
los años 70’ tanto en países europeos como en países latinoamericanos.
● El hombre nuevo comienza su vida por el final: se sabe hombre muerto.
Resumen: Frantz Fanon con este libro se dirige a los desheredados de los países más pobres y
fundamentalmente al campesino africano. El colonialista desprecia al nativo, considera que es inferior. Se
parte de del etnocentrismo como un sistema inherente a la dominación que se pretende establecer. Se genera
miedo al colonizado para que no se genere rebelión, y que esta podría terminar con la dominación. Se refiere
al colonialismo como un fenómeno social, reconociendo su naturaleza política. Analiza la relación entre el
colonizado y el colonizador, como nace, como se desarrolla, y como se transformara cuando el régimen
colonial desaparezca. Manifiesta que la domesticación de razas inferiores se obtiene mediante el
condicionamiento del colono. Fanon desarrolla su trabajo en cinco capítulos. Capítulo 1 La violencia. Capítulo
2 Grandeza y debilidades del espontaneismo. Capítulo 3 Desventuras de la conciencia nacional. Capítulo 4
Sobre la cultura nacional. Capítulo 5 Guerra colonial y trastornos mentales
1) La violencia
● La descolonización es siempre un fenómeno violento y desordenado.
● El colono acusa al colonizado de su carencia de ética
● Cuando el colonizado descubre que es tan hombre como el colonizador surge su actitud revolucionaria.
● En condiciones emocionales dadas la presencia de un obstáculo acentúa la tendencia al movimiento.
● El colonialismo es la violencia en estado de naturaleza y no puede inclinarse sino ante una violencia mayor.
●La violencia se usa para lograr la liberación.
● Destaca la violencia como un elemento necesario e imprescindible.
● Esta violencia revolucionaria es presentada como una praxis que libera al colonizado en un acto creativo de
curación del oprimido que empieza a recobrar su dignidad.
● La violencia y su legitimidad esta sobre todo referido sobre todo a la necesidad de expresión del colonizado
y para oponer un miedo equivalente al colonizador.
● Fanon nos dice que la descolonización es un fenómeno violento, ya que se basa en la sustitución o cambio
de un tipo de hombre por otro. La necesidad de este cambio exige un estado bruto posicionando solo a dos
sujetos el colonizado y el colonizador, siendo este encuentro de fuerzas antagónicas que extraen su
originalidad de esa especie con el fin de crear hombres nuevos.
● A diferencia de la burguesía nacional el campesino colonizado no quiere status en la colonia; quiere toda la
colonia, todos sus derechos.
2) Grandeza y debilidad del espontaneismo
● Sigue enfocando la violencia pero ahora enfocándola como se puede usar mejor, mostrando y explicando
las dos caras de esta. Por un lado todo lo malo que puede llegar a suceder si esta no se usa sabiamente, y
por el otro, todo lo que se puede llegar a hacer con un uso prudente de la misma.
● Dice que el funcionamiento de los partidos Políticos crea formaciones semejantes con el fin de movilizar a
las masas y de presionar a la administración colonial. El nacimiento de los partidos nacionalistas en los países
colonizados es contemporáneo de la constitución de una elite ya sea comerciante o intelectual. Nos dice que
estas elites van a adquirir cierta importancia y que se genera frecuentemente una mirada fetichista sobre el
estudio racional de la sociedad colonial.
● Destaca la noción de partido como una noción importada de la metrópoli, como instrumento de las luchas
modernas el cual es colocado en una realidad desequilibrada donde coexisten a la vez la esclavitud, la
servidumbre, el trueque y las operaciones bursátiles.
3) Desventura de la conciencia nacional
● En este capítulo se ocupa de señalar lo que ocurre con frecuencia después de la liberación de un pueblo
antes colonizado.
● Durante mucho tiempo el colonizado dirige sus esfuerzos hacia la supresión de ciertas inequidades como
trabajo forzado, sanciones corporales, desigualdad de salarios, limitación de derechos políticos, etc.
● La conciencia nacional en vez de ser la cristalización coordinada de las aspiraciones más íntimas en la
totalidad de un pueblo, en vez de ser producto de la movilización popular, es una forma sin contenido, frágil, lo
que llevara a una debilidad de la conciencia nacional de los países subdesarrollados, no es solo la
consecuencia de la mutilación del hombre colonizado por el régimen colonial.
● La burguesía nacional que toma el poder al concluir el régimen colonial, es una burguesía subdesarrollada.
Su poder económico es casi nulo y en todo caso sin semejanza con la burguesía metropolitana a la que
pretende sustituir.
● Nos explica que en el sistema colonial una burguesía que acumula capital es imposible. Ya que la vocación
histórica de una burguesía nacional autentica en un país subdesarrollado es negarse como burguesía,
negarse en tanto instrumento del capital y esclavizarse absolutamente al capital revolucionario que constituye
al pueblo.
● En un país subdesarrollado una burguesía nacional autentica deberá convertir en deber imperioso la traición
a la vocación a la que estaba destinada (ir a la escuela del pueblo)es decir poner a disposición del pueblo el
capital intelectual y técnico que ha extraído a su paso.
● La economía nacional del periodo de independencia no es reorientada ninguna modificación se introduce,
tampoco en la elaboración de productos básicos, ninguna industria se instala en el país. Se siguen exportando
materias primas.
● Como esta burguesía no cuenta con los medios materiales y los medios intelectuales suficientes limita sus
pretensiones, ocupa los lugares de la antigua población europea: médicos, abogados, comerciantes, agentes
aduaneros, etc. Estima que por la dignidad del país y de su propia seguridad, debe ocupar todos estos
puestos.
4) Sobre la cultura nacional
● Fanon expone que el intelectual colonizado que quiere hacer una obra autentica debe saber que la verdad
nacional es primero que la realidad nacional y esta tiene que llegar al punto en el cual se prefigura el saber.
Este hombre colonizado que llega a escribir para su pueblo, cuando utiliza el pasado debe hacerlo con un fin
de abrir un futuro, de invitar a la acción de fundar la esperanza para su pueblo.
● Denota una cohesión social en la cual hay que trabajar, luchar con el mismo ritmo que el pueblo para
precisar el futuro.
● La lucha de liberación no restituye a la cultura nacional su valor y sus antiguos contornos, esta lucha que
tiende a una retribución fundamental de las relaciones entre los hombres, no puede dejar intactas ni las
formas, ni los contenidos culturales de un pueblo. Después de esta lucha no solo desaparece el colonialismo,
sino que también desaparece el colonizado. Esto da a la creación de un nueva humanidad para sí y para
otros, define a un nuevo humanismo.
●El dominio colonial, por ser total y simplificador, tiende de inmediato a desintegrar de manera espectacular la
existencia cultural del pueblo sometido, la negación de la realidad nacional, las relaciones jurídicas y
culturales nuevas introducidas por el colono, el rechazo por la sociedad colonial, de los indígenas y sus
costumbres, el sometimiento sistemático de hombres hacen posible esa obliteración cultural.
● La cultura nacional es dominio colonial, una cultura impugnada cuya destrucción es perseguida de manera
sistemática, una cultura condenada a la clandestinidad. Esta cultura se convierte en un acervo de hábitos
motrices de tradiciones, de vestimenta, de instituciones desplazadas. Este deterioro de la realidad y la cultura
nacional mantiene relaciones de dependencia recíproca. Esta negación cultural, el desprecio de las
manifestaciones nacionales motrices o emocionales contribuyen a engendrar conductas agresivas en el
colonizado. Pero esta conductas son de carácter anárquico, ineficaces. La explotación colonial, la miseria, el
hambre empuja cada vez más al colonizado a la lucha abierta y organizada.
5) Guerra colonial y trastornos mentales
● En este capítulo Fanon se ocupa del problema de los trastornos mentales surgidos de la guerra de
liberación nacional que realiza el pueblo argelino.
● En esta parte se describen algunos pacientes de Fanon que han experimentado trastornos mentales debido
al estado de la guerra en Argelia. Fanon muestra que aunque la violencia sea necesaria para la liberación no
se pueden ignorar las consecuencias.
Conclusión
●Fanon exige a sus hermanos (los ex colonizados) trabajen para mejorar la situación actual del mundo como
Sartre dice en el prefacio de la obra.
● Invita a no imitar el modelo europeo, propone buscar una nueva dirección.
● No rindamos un tributo a Europa creando Estados, instituciones y sociedades, inspirados en ella.
● Fanon no escribe para sugerir una manera específica de lograr los cambios deseados o anhelados, lo que
hace es describir la situación para que todos puedan tomar conciencia y así decidir por sí mismos que hacer;
cualquiera que sea el método, la meta está clara, por Europa, por nosotros mismos y por la humanidad,
compañeros, hay que cambiar de piel, desarrollar un pensamiento nuevo, tratar de crear un hombre nuevo.
Petras J. (2005) "Estado imperial, imperialismo e imperio". Pensar a contracorriente. Volumen II,
segunda edición (78-105). Estado imperial, imperialismo e imperio James Petras. Introducción: El
imperialismo, la dominación político-económica y la explotación de los países mediante la penetración
económica y/o la conquista o intervención militares, es el impulsor de la historia contemporánea. Regiones
enteras de Europa oriental, la antigua URSS, África, Asia meridional y central y América Latina han sido
convertidas en neo-colonias, colonias o esferas de influencia de los Estados Unidos, la Unión Europea y
Japón. Países capitalistas emergentes, como China, ponen en peligro los poderes imperiales establecidos
para mercados, materias primas y fuentes de energía. Las guerras imperiales, ocupaciones coloniales,
intervenciones y golpes militares para extender el imperio son denominados, de manera eufemística, "cambio
de régimen" y "democratización". Para comprender la naturaleza, estructura y dinámica del sistema imperial
es preciso determinar y explicar conceptos políticos clave y su lugar en la construcción del imperio mundial
contemporáneo. Fundamentales para comprender el mundo contemporáneo son tres conceptos que están
relacionados entre sí: estado imperial, imperialismo e imperio. La dinámica de la acumulación a escala
mundial, la necesidad de disponer de grandes concentraciones de capital en grandes unidades económicas
para extenderse por todo el mundo, se basa en la hipótesis de que ellos pueden ir al exterior y pueden
encontrar territorios seguros y lucrativos y fuerza de trabajo para explotar. La reubicación del capital (mediante
empresas multinacionales), su capacidad para explotar materias primas, asegurar fuentes de energía, prestar
capital y ejecutar el cobro de la deuda, dominar mercados cautivos y montar subsidiarias manufactureras de
bajos jornales, depende totalmente de las relaciones políticas que facilitan esas condiciones. Las instituciones
políticas esenciales para facilitar la expansión en el exterior del capital son el estado imperial y, en las
regiones objeto de interés, regímenes y clases dirigentes orientados hacia modelos de acumulación de capital,
que estén centrados en el estado imperial. La organización y actividad del estado imperial son decisivas para
crear las condiciones políticas para el imperialismo: la ampliación económica del capital. El imperio es el
producto conjunto de la actividad combinada del estado imperial y el proceso de expansión económica
imperialista. Mucho se ha escrito sobre los aspectos económicos del imperialismo: el crecimiento y el papel de
las empresas multinacionales, la importancia de los recursos energéticos y la industria del petróleo, la
absorción y adquisición de firmas privatizadas, las condiciones económicas y las políticas de ajuste estructural
impuestas por instituciones financieras internacionales (IFI) como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el
Banco Mundial (BM). En algunos estudios, estas fuerzas económicas imperialistas se han vinculado a
políticas imperialistas y sus resultados favorables para las empresas multinacionales y a sus negativas
consecuencias socioeconómicas para los países donde estas se han aplicado. Lo que comúnmente se
supone o no se dice es que el estado imperial es simplemente un reflejo pasivo, un receptáculo vacío del
capital imperialista, que el estado imperial se reduce a ser un simple instrumento de los intereses colectivos y
las fuerzas del capital imperial. Esta suposición confunde el análisis de las estructuras políticas del
imperialismo con los procesos económicos de este (la ampliación del capital). Se supone que hay una
coincidencia de propósitos tan grande entre "estructura" y "proceso" que solo se necesita considerar el
proceso (acumulación de capital) para deducir la naturaleza y la dinámica interna del estado imperial. Este
simplista enfoque económico deductivo tiene varias fallas importantes para la comprensión de la formación del
imperio. En primer lugar, el estado imperial formula estrategias y tácticas que van más allá de las exigencias e
intereses inmediatos de todas o de la mayoría de las capitales que participan en la ampliación en el exterior.
En segundo lugar, este enfoque reduccionista no tiene en cuenta conflictos de intereses entre las esferas
decisorias político-militares y los ideólogos del estado imperial y los estrategas de las empresas
multinacionales. Los reduccionistas meramente suponen que cualesquiera decisiones que los encargados de
formular las políticas imperiales adopten benefician automáticamente a las corporaciones económicas
imperiales. Se da por sentado una unidad de políticas, estrategia e ideología cuando, de hecho, lo que
debería haber es solo una hipótesis de trabajo que hechos históricos o empíricos perceptibles han de
confirmar.
El estado imperial: mito y realidad. La relación del estado imperial con los intereses económicos imperiales
dominantes es compleja y variable, aun cuando parezcan compartir el objetivo común de crear un imperio
mundial y/o trabajar para alcanzar ese objetivo. El estado imperial representa a los intereses económicos
dominantes, pero no es igual. Esta diferencia es fundamental porque comprende dos conceptos. Por un lado,
cuando nos referimos al concepto de. representación., lo que queremos decir es que el Estado Imperial (EI)
está, en todos los casos, organizado para ampliar y defender los intereses económicos dominantes de la clase
dirigente, buscando y creando oportunidades económicas para inversiones, ventas, utilidades, rentas y pago
de intereses a escala mundial. Igualmente importante es que el EI funciona para crear un entorno político
óptimo para conseguir ventajas económicas sobre, y en contra de, adversarios y competidores nacionales e
internacionales. Por otro lado, cuando decimos que el EI no es igual a la clase dirigente, queremos subrayar el
hecho de que las esferas decisorias y los organismos clave del EI deciden cómo, cuándo y dónde defender y
representar los intereses imperiales. Entre los intereses económicos de la clase dirigente y las políticas
imperiales están las ideologías, los intereses burocráticos, las lealtades particulares y las concepciones
estratégicas de los organismos y esferas decisorias del estado imperial, quienes determinan prioridades,
formulan estrategias y tácticas y asignan recursos del EI, a saber, a tropas del ejército, agentes de la CIA,
para pagos a conspiradores militares y así sucesivamente. Los intereses económicos imperiales de las
empresas multinacionales pasan por el filtro de esta red de intereses e ideologías de las esferas decisorias del
EI. Si bien algunos autores se refieren a esta diferencia entre representación y desigualdad como la. relativa
autonomía del estado., el término evoca múltiples preguntas: ¿Relativa respecto de qué? ¿Dónde? ¿Cuándo?
¿En qué circunstancias y momento? El término "autonomía" evoca otras preguntas conexas: ¿De qué? ¿Para
hacer qué? ¿A veces, casi siempre o siempre? El uso y abuso del término "relativa autonomía del estado" ha
llevado a algunos autores a considerar que el Estado es independiente de la matriz económica y clasista que
lo contiene. El análisis "centrado en el estado" sirve mecánicamente de contrapeso al enfoque "centrado en la
sociedad" (determinado por las clases). A uno y a otro enfoque les falta la comprensión dialéctica de las
interrelaciones entre clase y Estado, y reducen las políticas de Estado a las concepciones políticas de las
esferas decisorias o a una reflexión directa de los intereses económicos de la clase dirigente. El enfoque
"centrado en el Estado" elude el análisis, eliminando las estructuras del poder económico, la socialización y el
proceso selectivo que determina la elección de los encargados de la adopción de decisiones en el estado y las
influencias históricas acumulativas que determinan los propósitos e imperativos del aparato estatal. Como
resultado de ello, el enfoque centrado en el estado no puede explicar la dirección económica a largo plazo y
en gran escala ni los imperativos capitalistas que guían la acción del estado. Lo que este enfoque sí nos da es
una descripción y, en algunos casos, un análisis de la variedad idiosincrásica y política que existe entre las
esferas decisorias del estado y la pluralidad de políticas aplicadas dentro del marco estructural e histórico más
amplio. De manera similar, el llamado análisis "centrado en la sociedad" (análisis de las clases) describe a la
clase dirigente, algunos de los vínculos, orígenes sociales y patrones de trayectorias profesionales de
encargados de la adopción de decisiones en el Estado específicos y atribuye determinadas políticas del EI a
los intereses de la clase dominante. Este enfoque parte del supuesto de que todas las esferas decisorias del
EI son correas de transmisión directas de los intereses de la clase dirigente, vaciándolas de sus lealtades
ideológicas y políticas y su poder burocrático. Este enfoque no explica o sencillamente no tiene en cuenta
políticas del EI que perjudican a intereses de la clase dirigente y dan prioridad a intereses no económicos (el
ejército-gastos/guerras de conquista) que podrían poner en peligro la estabilidad económica de la clase
dirigente imperial. También es importante señalar que este enfoque supone la existencia de un Estado
imperial monolítico que siempre actúa de común acuerdo, y no entiende los conflictos internos que reflejan
diferentes centros de poder fuera del Estado. Los ejemplos más notorios de esta falacia de la unidad,
erróneamente imputada, se encuentran en las políticas del EI en el Oriente Medio. Muchos analistas de la
izquierda vinculan la invasión de Iraq por Estados Unidos a los intereses petroleros, basándose en un
silogismo simplista: los Estados Unidos necesitan petróleo, el Oriente Medio tiene petróleo, por tanto, los
Estados Unidos van a la guerra para asegurar petróleo. Este análisis es deficiente por más de una razón.
Primero, porque supone que la única influencia que actúa sobre las esferas decisorias es la de los "intereses
petroleros" o una "estrategia de guerra por el petróleo". Así, se excluye totalmente el influyente papel de los
grupos de presión a favor de Israel y los sionistas y pro-sionistas en la formulación de las políticas
estadounidenses para el Oriente Medio. En segundo lugar, y no menos importante, se pasan por alto los
acuerdos políticos, diplomáticos y económicos (todos de carácter civil) que han facilitado el acceso de los
Estados Unidos al petróleo por intermedio de clientes políticos de la región. En tercer lugar, no explica la
ausencia de grandes esfuerzos por parte de la Industria Petrolera para asegurar el petróleo por medio de la
guerra (antes y durante la guerra) a diferencia de los militaristas civiles y los sionistas. Por último, no aborda
los efectos perjudiciales que la guerra ha tenido en la industria petrolera, desde el punto de vista del acceso,
seguridad y estabilidad que existían antes de la guerra y de las dificultades para obtener nuevos contratos
petroleros durante la guerra. Al pasar por alto las especificidades del estado imperial (divisiones entre pro-
sionistas y anti sionistas), y atribuir las causas a un solo conjunto de intereses económicos (petróleo), reducir
las políticas a una sola opción (la guerra en lugar de pactos con clientes), lo que parece un análisis de clase
se convierte en una vulgar caricatura de la realidad, que oculta la compleja naturaleza del estado imperial y
sus contradicciones internas. El estado imperial: complementariedad, convergencia, competencia y conflicto.
Los estudios sobre el imperialismo adolecen de varios problemas. En primer lugar, no analizan
adecuadamente al estado imperial. En la mayoría de los casos, estos análisis se centran exclusivamente en
los aspectos económicos del imperialismo y pasan por alto el papel fundamental del EI en la creación de
condiciones para el progreso y la seguridad de las empresas multinacionales. En segundo lugar, lo que se
considera un análisis de la política del imperialismo tiene carácter de anécdota (intervención de la CIA para
derrocar un régimen), o es unidimensional (función del Pentágono, de los militares) o muy general.
Washington. Pocos autores, si es que los hay, analizan los múltiples organismos del estado imperial de
manera sistemática. En tercer lugar, muchos autores que sí mencionan el aspecto político del EI cometen dos
errores de concepto. Algunos consideran que el EI es un bloque homogéneo que siempre actúa
exclusivamente a instancias de un conjunto particular de intereses económicos. Otros, por lo general expertos
en ciencias políticas estadounidenses, que no tienen en cuenta el contenido imperialista del estado, se
centran en los conflictos internos y en la fragmentación que se produce en el seno del aparato burocrático
estatal. El primer grupo de autores no aporta conocimientos sobre los múltiples organismos y actividades
relacionadas entre sí del EI ni sobre cómo convergen y entran en conflicto por políticas en distintos grupos de
circunstancias. La segunda escuela, la que se centra en las rivalidades internas, no explica la convergencia a
largo plazo y en gran escala de intereses y políticas entre los organismos del EI, en particular respecto de los
adversarios más importantes y en defensa de mercados, empresas multinacionales y materiales estratégicos.
Entre los autores izquierdistas y marxistas tienen lugar pocos debates serios sobre el estado imperial, a
diferencia de los que se tienen sobre el estado capitalista. Las categorías utilizadas son muy generales para
referirse a los aparatos coercitivos, ideológicos y reguladores, cada uno de ellos, a su vez, asociado a un
número limitado de organismos del estado (Departamento de Estado, Pentágono, CIA). Una vez más, los
autores hacen amplias generalizaciones, atribuyendo a los militares las posiciones beligerantes agresivas y a
los administradores civiles el enfoque político "suave" y diplomático. En la realidad, casi todos los principales
organismos del estado están en su mayor parte involucrados en la ampliación del imperio, además de las
actividades que realizan en el frente interno. Los departamentos de Agricultura, del Tesoro, Comercio y
muchos otros gabinetes ministeriales y organismos específicos participan, y destinan el grueso de su personal
y presupuesto a promover los intereses económicos de las empresas multinacionales, para competir y
conquistar mercados extranjeros y oportunidades de inversión. En la era del imperialismo, especialmente en
una coyuntura en que la mayoría de las ganancias de las mayores empresas multinacionales provienen de las
actividades en el exterior y en que el Gobierno ha determinado un estado de conflicto mundial permanente, el
centro de la actividad del estado imperial está enfocado hacia la formación de un imperio mundial y su
defensa. El papel predominante del EI se hace evidente por la enorme cantidad de recursos y personal
destinados a promover las inversiones en el extranjero y los préstamos, por un lado, y por el otro, por las
enormes sumas dedicadas a las guerras coloniales, operaciones encubiertas, bases militares y armas
ofensivas. Por el contrario, el estado capitalista, centrado en la economía interna, ha ido acumulando enormes
déficit presupuestario y déficit en cuenta corriente y ha dejado que los productores nacionales de los sectores
industrial y agrícola pierdan competitividad y dependan de subvenciones oficiales masivas y leyes protectoras.
En la era de la formación de un imperio, el EI es la unidad principal para comprender la dirección y la corriente
de políticas internas, política presupuestaria y comercio, así como cuestiones relacionadas con la guerra y la
paz. Las. políticas internas. se subordinan al bienestar del imperio y las prioridades del EI determinan los
parámetros del debate político interno. El estado imperial tiene diferentes. componentes., organismos con
funciones o actividades especializadas, pero que se trasladan. Estos organismos son todos los departamentos
económicos, militares, reguladores y de inteligencia. Bajo cada uno de ellos existe una enorme estructura
jerárquica que, a su vez, tiene dependencias especializadas que se ocupan de tareas específicas,
organizadas para tratar esferas normativas particulares, unidades territoriales y operaciones. En la cima, estos
organismos del EI se complementan entre sí, para alcanzar los objetivos imperiales, convergen igual que
compiten y entran en conflicto por jurisdicciones, recursos y posiciones privilegiadas en la estructura decisoria
imperial. Dentro de los límites del trascendental objetivo de la formación del imperio, y con arreglo a los
imperativos de la expansión y conquista permanentes, los distintos organismos luchan por la preeminencia,
dando la impresión de ser una estructura de poder fragmentada y plural. En realidad, el control, vertical y muy
sólido, y la homogeneidad de los intereses imperiales de todos los organismos y su convergencia a los
objetivos imperiales superiores, determinan las fronteras de la rivalidad dentro de la burocracia. De hecho, los
principales puntos de conflicto entre el Departamento de Estado, la CIA y el Pentágono son los relacionados
con cuáles políticas y qué personal de los organismos son los más adecuados en un momento y lugar
específicos para aplicar la política imperialista acordada en común. En casi todos los casos sobre cuestiones
de penetración económica, guerra, mercados, desestabilizaciones de regímenes nacionalistas, las actividades
de los organismos del EI convergen y se complementan entre sí. Existen tres amplios componentes del EI,
cada uno con su conjunto específico de actividades y extensiones en la sociedad civil en el exterior. El primer
componente del EI centra su atención en las actividades políticas, ideológicas, diplomáticas y culturales,
usualmente asociadas al Departamento de Estado, pero que coinciden parcialmente con las del Pentágono y
la CIA. En esencia, este componente está dirigido a consolidar aliados o clientes, poner de su lado a
regímenes políticos del centro o centro-izquierda o dirigentes y aislar a los antiimperialistas. El segundo
componente del EI son los organismos económicos como el Departamento del Tesoro, Comercio, la Reserva
Federal y Agricultura, dirigidos a promover a las empresas multinacionales estadounidenses, conquistar
mercados, romper barreras para las inversiones y comerciales, asegurar energía estratégica y materiales
primarios, financiar exportaciones, crear circuitos financieros y debilitar a los competidores. Una vez más,
estos "componentes económicos" del estado imperial funcionan al unísono con los componentes político y
militar para alcanzar sus objetivos. La presión diplomática, la guerra ideológica y las operaciones encubiertas
de la CIA crean interlocutores dóciles en países seleccionados, a los que se les puede convencer para que
firmen tratados comerciales y de inversiones, favorables a las empresas multinacionales estadounidenses. El
tercer componente del EI es el aparato militar y de inteligencia que usualmente, aunque no siempre, trabaja
conjuntamente con los componentes político y económico. Como mínimo, hay 10 organismos de inteligencia
diferentes involucrados en asesinatos, reunión y tratamiento de información, campañas de desestabilización y
otras actividades encubiertas y declaradas en las que participan agentes civiles del estado, ONG, oficiales del
ejército y minorías selectas del sector privado, incluidos especialmente a los medios de información. El
imperio militar cuenta con más de 180 bases en más de 125 países, y comprende desde ocupaciones
coloniales directas, pasando por la penetración profunda de ministerios de defensa, hasta la influencia directa
sobre actividades operacionales contra la insurrección y el asesoramiento y la financiación de clientes
mercenarios contra estados adversarios. El aparato militar y de inteligencia participa en guerras consecutivas,
guerras múltiples, amenazas de guerra (guerra psicológica), guerras por poder, guerras separatistas, así
como en asesinatos, secuestros y tortura de adversarios. El componente militar de inteligencia del estado
imperial se rige por el principio imperial de que las leyes, edictos e intereses del imperio son lo primero y
tienen precedencia sobre el derecho internacional, los Acuerdos de Ginebra y los principios constitucionales
de los Estados Unidos. El imperio no reconoce fronteras, rechaza la soberanía nacional, salvo cuando le
conviene a sus intereses, declara el carácter supremo de sus leyes y el derecho a perseguir adversarios
dondequiera, en cualquier momento: el principio imperial de "extraterritorialidad". Corolario de este principio
imperial es la doctrina de las guerras ofensivas permanentes (eufemísticamente llamadas "guerras
preventivas"), enfoque concebido específicamente para asegurar el dominio mundial incuestionable. Dado el
amplio carácter de las misiones históricas mundiales emprendidas por el estado imperial y su limitada
capacidad formal, un elemento clave para el funcionamiento del EI es la contratación y el aseguramiento de
fuerzas mercenarias, regímenes clientes y grupos cívicos que actúen como "extensiones del EI". Esto se
refiere a organizaciones que no están formalmente vinculadas o legalmente adscritas al EI, pero que están
muy penetradas, financiadas y dirigidas por agentes o representantes clave del estado imperial. Cada uno de
los componentes del EI tiene vínculos especiales con aquellas organizaciones e instituciones de la sociedad
civil que desempeñan un papel muy importante y exitoso en el proceso de formación del imperio. En buena
medida, el éxito de estas organizaciones e instituciones en la formación del imperio depende de su pantalla
ideológica, de dar la apariencia de no estar afiliadas al imperio, de ser "internacionales" y no imperiales, de ser
"no gubernamentales" en lugar de correas de transmisión imperiales, de ser de la "sociedad" y no de existir
por y para el EI. De esa manera, desvían la atención hostil del papel del EI hacia las instituciones
internacionales, convierten la expansión internacional en una "lucha interna" entre antagonistas locales, y
utilizan la pantalla ideológica de "extender la democracia" para justificar la hegemonía o el dominio imperiales.
Las extensiones civiles de los componentes económicos del estado imperial son:
1) las instituciones financieras internacionales (IFI), incluidos el Fondo Monetario Internacional, el Banco
Mundial y bancos regionales. Los miembros estadounidenses de las IFI son seleccionados por el Tesoro de
los Estados Unidos y reciben instrucciones de este, y sus decisiones sobre préstamos se basan
exclusivamente en los intereses políticos y económicos del EI y de las empresas multinacionales
estadounidenses.
2) Las empresas multinacionales funcionan como dependencias económicas y también como instrumentos
políticos; proporcionan información, cargos para agentes del EI, desinvierten o invierten, prestan servicios y
suministran productos terminados o piezas o los retiran, de acuerdo con las políticas del EI.
3) Las fundaciones y universidades cívico-privadas son instrumentos clave para enrolar a políticos,
periodistas, intelectuales, artistas y otros "formadores de opinión" por medio de becas, subvenciones,
nombramientos académicos y premios honoríficos. El mundo académico frecuentemente proporciona
información especializada después de trabajos de campo mediante reuniones de información a agentes de
alto rango del EI. El papel de organizaciones filantrópicas privadas como la Fundación Ford, la Fundación
Soros y muchísimos otros fondos, es subvencionar y adoctrinar a estratos enteros de futuros ideólogos y
tecnócratas pro imperiales de los países ex comunistas. Todo lo que se diga de la función que realizan nunca
será exagerado.
4) En este sentido, se debe conceder especial importancia a las autoproclamadas "organizaciones no
gubernamentales", nombre inapropiado como no hay otro. Las ONG son financiadas por los gobiernos
(mayormente por estados imperiales), trabajan con los gobiernos y crean o captan ONG colaboradoras en
países seleccionados para ejecutar las tareas políticas y económicas que benefician al imperio. En la esfera
socioeconómica, compiten con movimientos sociopolíticos y les hacen frente, dividiendo a las comunidades
pobres, invitando a los dirigentes a que formen parte de ellas, despolitizando las luchas, encontrando
"soluciones" en micro-proyectos y desviando la atención del pillaje y la explotación de que son objeto por la
élite neoliberal. En la esfera política, las ONG reciben millones para hacer propaganda y movilizar el apoyo de
las masas para desestabilizar regímenes antiimperialistas, promover clientes electorales pro-imperiales y
proporcionar cuadros y dirigentes para los subsiguientes regímenes clientes. Las ONG realizan abiertamente
las mismas tareas que la CIA solía realizar de manera encubierta. El programa económico orientado hacia el
mercado de las ONG al nivel de las masas complementa el programa de las IFI al nivel nacional. Más
recientemente, han surgido varias organizaciones internacionales, como la Organización Mundial del
Comercio (OMC), que están bajo el control conjunto de los estados imperiales de Europa y Estados Unidos y
que proporcionan un marco legal de aplicación para facilitar la ampliación y conquista de mercados y la
penetración mediante inversiones, en todo el mundo, lo que beneficia a las poderosas empresas
multinacionales en los países imperiales y a la élite que exporta productos agrícolas y minerales en los
estados clientes. Los componentes políticos de las empresas multinacionales utilizan para organizarse
algunas de las mismas armas "civiles" que emplean los componentes económicos. Las fundaciones privadas
proporcionan fondos para el adoctrinamiento ideológico, la capacitación de economistas, especialistas en
ciencias sociales y otros profesionales, para formar cuadros capitalistas "empresarios" y proporcionarles una
doctrina que legitime el pillaje de la economía – privatización - la desnacionalización de la propiedad -
mercados libres - y la promoción de la desigualdad - movilidad social individual. Los miembros de la
fundación sirven de "intermediarios" entre el estado imperial y el estado cliente, entre las empresas
multinacionales y los lucrativos recursos locales. Las organizaciones cívicas y las ONG, financiadas en buena
medida por canales del EI, también desempeñan un importante papel en la ampliación del alcance político del
imperio. A partidos políticos, grupos cívicos y ONG localmente promovidos, algunos que ya existían y otros
recién creados, se les proporcionan fondos, escuelas de capacitación, abundantes asesores del EI,
procedentes de los sindicatos, partidos políticos y organismos de consulta imperiales, sobre estrategias y
tácticas, comités parciales de vigilancia electoral y en las urnas. La profunda penetración de la sociedad civil
por el EI mediante los mecanismos de transmisión locales subraya la creciente importancia de las
"organizaciones civiles" para la formación del imperio y la extrapolación de políticas imperiales a nuevos
territorios. El óptimo resultado de la estrategia civil del EI es la creación de "estados clientes viables y
legítimos" que proporcionen una fachada de democracia a la subordinación a los intereses económicos,
militares y políticos del imperio. El componente militar del estado imperial trabaja con grupos paramilitares
locales, organizaciones de oficiales del ejército retirado, y también por conducto de tratados bilaterales y
alianzas militares, en las que en gran medida prestan servicio y dirigen funcionarios imperiales. Por intermedio
de la élite militar local, y en consonancia con los clientes políticos del estado imperial, el ejército imperial
recluta ejércitos mercenarios para que sirvan en guerras coloniales y ocupaciones. Por medio del
adoctrinamiento, capacitación y suministro de armas a oficiales de los ejércitos clientes, el ejército imperial
puede ampliar su capacidad para hacer la guerra e intervenir por encima de su capacidad nacional. La
proximidad de estados clientes a nuevas regiones de conquista potencial facilita la penetración y, al mismo
tiempo, reduce los costos de logística. Las bases militares brindan seguridad conjunta al estado cliente local y
al EI: el régimen cliente puede contar con que el imperio lo protegerá de una revolución popular; la
dependencia del régimen cliente asegura la continuidad de los puestos de avanzada del ejército imperial. Al
evaluar los puntos fuertes o débiles del imperio, un analista serio debe ir más allá del análisis costo-beneficio
de los rendimientos y gastos internos del imperio, para tener en cuenta los múltiples efectos que las
extensiones en el exterior pueden tener en la perpetuación y ampliación del imperio. La exitosa multiplicación
de extensiones políticas, económicas y militares alivia los gastos económicos y de personal de mantenimiento
del imperio. Además, al medir los costos y beneficios del imperio para examinar su viabilidad se tienen que
tener en cuenta los elevados costos iniciales que tendrá el estado (hasta que se logre la conquista y se inicie
la explotación) y los beneficios en fases posteriores al proceso de producción que acumula el sector privado
(una vez implantado en la economía). Además, todos los cálculos de costo-beneficio tienen que hacer la
distinción fundamental entre el público en general (contribuyente, soldado) y las clases que forman la élite
(que se benefician). Lo que para algunos autores es el "gran costo del imperio" para una nación mal definida
(los Estados Unidos) en realidad es la redistribución de ingresos de las clases asalariadas a los ricos por
medio del EI. Mientras que una estrategia específica del EI dirigida a la formación del imperio no ponga en
peligro las utilidades, las oportunidades para la inversión y las asociaciones de las élites económicas, los
costos del imperio para los ciudadanos pasivos no tienen ninguna importancia. Sin embargo, cuando los
encargados de formular las políticas adoptan estrategias que perjudican los intereses económicos de las
empresas multinacionales y provocan el descontento popular, en el Estado Imperial surgen divisiones entre la
élite, entre los componentes y en el seno de los componentes del EI. Complementariedad de los componentes
del Estado Imperial La diaria realidad de las operaciones de los organismos del EI es la complementariedad
de sus actividades. En la cumbre del poder la Casa Blanca y el Consejo de Seguridad Nacional siempre se
suele negociar una posición común. No obstante, las políticas están dictadas por los imperativos de la
formación del imperio, inherentes a la perpetua expansión y acumulación de capital, la esencial necesidad de
extenderse o decaer. La acumulación y expansión en el exterior significan aumento del poder político imperial,
seguridad de mercados, imposición de regímenes clientes y establecimiento de esferas de influencia donde
hay políticas macroeconómicas ventajosas favorables para las empresas multinacionales; significan
ampliación de la influencia militar por medio de bases o funcionarios locales, desplazamiento de
competidores, debilitamiento de los antiimperialistas (nacionalistas, socialistas, islamistas), derrocamiento de
regímenes y promoción de partidos y organizaciones cívicas pro-imperialistas. Cada componente del EI
funciona en gran medida dentro de su esfera de especialización: el Departamento de Estado financia grupos
políticos, ejerce presión sobre políticos, recluta intelectuales; el Pentágono moviliza al ejército; el Tesoro por
medio de las instituciones financieras internacionales interviene en la formulación de la política económica; y
la CIA infiltra grupos, participa en acciones violentas directas por medio de operaciones clandestinas. Los
"grupos de extensión" de la sociedad civil se movilizan para denunciar y hacer propaganda y manifestaciones
para elecciones o contra funcionarios electos, para dar una apariencia de legitimidad a los golpes de estado o
desestabilizar regímenes. El punto teórico más importante es que, por encima de las usuales rivalidades
burocráticas, los componentes del EI convergen a la movilización de recursos, humanos y materiales,
especialmente en tiempos de crisis, guerra, revoluciones, preparación de golpes de estado y
contrarrevoluciones, para asegurar el imperio. Cuando se trata de cumplir con los imperativos de la formación
del imperio, suele no haber grandes divisiones entre el Departamento de Estado, el Pentágono y la CIA. No
hay gobiernos "invisibles" que funcionen "detrás" del aparato del EI. Eso no quiere decir que las actividades y
operaciones organizadas y dirigidas por los organismos del EI están sujetas a examen público o a la rendición
de cuentas; pero sí significa que las acciones clandestinas violentas o actos de subversión política son
organizados por organismos oficiales identificables del EI, y están concebidos para aplicar políticas imperiales
específicas.
Conflictos en el seno del EI: Habiendo expuesto la norma general de la complementariedad de las
actividades en el seno del EI, cabe decir que existen, sin embargo, dos tipos y momentos de conflicto interno
entre los componentes del EI. Lo que más comúnmente ocurre es que los organismos compiten entre sí por
recursos, jurisdicción, personal y presupuestos, lo que puede llamarse mejoramiento burocrático. Esto puede
actuar sobre el grado en que uno u otro organismo del EI pueden aumentar su papel en la aplicación del
programa de formación del imperio. Estos "conflictos intraburocráticos" son temas comunes de los expertos en
ciencias políticas convencionales, quienes califican estos conflictos de factores determinantes más
importantes de la política exterior, no prestando atención tranquilamente a las convergencias y
complementariedades más grandes. En la mayoría de los casos, estos conflictos revelan diferencias tácticas y
prioridades en la formulación de las políticas imperiales. El segundo tipo de conflicto que se produce en el
seno del EI, muy poco frecuente, y, sin embargo, el más grave, está relacionado con la ideología, estrategia,
prioridades y lealtades políticas. En el seno del EI, los mayores conflictos ocurren, por lo general, cuando tiene
lugar un giro importante en la política exterior, que subraya la escalada de una agresión, el inicio de una
guerra, un cambio de alianzas. Por ejemplo, en el seno del EI hubo debates y discrepancias sobre el inicio de
la Guerra Fría contra Rusia, y algunos funcionarios favorecían, en contra de la mayoría belicosa, el
mantenimiento de políticas de cooperación como una forma de socavar gradualmente el poder comunista. El
debate fue corto y acabó en una total debacle política: los Guerreros de la Guerra Fría no solo dictaron las
políticas, sino que también purgaron a sus opositores del Departamento de Estado. Igualmente, cerca del
clímax de la guerra que Estados Unidos estaba perdiendo en Vietnam, surgió un debate en el seno del EI
entre los que exhortaban a reducir las pérdidas, poner fin a la guerra para defender otras regiones
estratégicas del imperio y acabar con la agitación política interna y los funcionarios que intentaban continuar o
intensificar la guerra con un ejército colonial que se desintegraba. Los dos grupos llegaron a un arreglo: la
vietnamización de la guerra que entrañaba la retirada del grueso de las tropas estadounidenses y la
dependencia de asesores estadounidenses y tropas vietnamitas. En estas divisiones que ocurren en el EI,
está claro que todas tienen lugar en el marco del mejor enfoque para la formación del imperio. Ninguno de los
participantes pone en tela de juicio al imperio en sí, solo a la mejor combinación de fuerza militar, diplomacia,
prioridades políticas e intereses económicos. No obstante, estas diferencias sí tienen consecuencias
sustanciales a corto y mediano plazos para los pueblos afectados y el futuro del imperio. A finales del siglo XX
y a principios del nuevo milenio, se ha producido una nueva gran división en el seno del EI respecto de la
estrategia, ideología y lealtades políticas, entre los extremistas sionistas (E-S) y los conservadores y
tradicionalistas constructores del imperio. Los E-S ocupan puestos clave en varios componentes del EI,
incluidos el Pentágono y el Departamento de Estado, y han creado sus propias redes de inteligencia. Cuentan
con el respaldo incondicional de las principales organizaciones judías y sus redes cívicas, que tienen
influencia en los partidos Demócrata y Republicano, el Congreso y los medios de difusión. En el EI, en la
formulación de su política exterior, los extremistas sionistas han hecho de la ampliación y el aumento del
poder israelí en el Oriente Medio la máxima prioridad. Los E-S han sido los arquitectos estratégicos de la
guerra de Iraq, cuyo costo asciende a más de 250 000 millones de dólares, en sus primeros dos años, y varias
decenas de miles de bajas estadounidenses. En el EI, los E-S, más que cualquier otro grupo influyente
anterior, tienen en la sociedad civil un conjunto activo y poderoso de partidarios organizados e influyentes, un
conjunto bien organizado de. grupos de estudio. ideológicos extremistas vinculados a los medios de difusión
que hacen mucha propaganda de las clases cultas y un poderoso grupo de organizaciones judías que
censuran e intimidan a los críticos de los partidarios de la política de Israel Primero en el EI. Este poderoso
aparato civil está políticamente vinculado al poder legislativo, al ejecutivo y a los partidos y brinda protección a
un grupo, aparte de eso, extremadamente controvertido en el EI, un grupo que es fiel a un estado extranjero
(Israel), pasando por encima de sus compromisos con la formación del imperio estadounidense. Más
exactamente, los E-S han adaptado la formación del imperio estadounidense a las necesidades de la
hegemonía regional israelí. Además, cuando surge un conflicto de intereses entre la formación del imperio y
los intereses israelíes, han perjudicado a la primera para beneficiar a los segundos. El mantenimiento y la
ampliación del poder sionista en el EI, a pesar de los grandes problemas que han creado para la formación del
imperio (aislamiento político, mentiras puestas al descubierto y hostilidad universal), sin hablar de las
horrendas bajas que han causado a los pueblos del Oriente Medio que han sido sus víctimas, solo pueden
explicarse por el alto nivel de influencia o hegemonía que el aparato judío pro-israelí tiene sobre la sociedad
estadounidense y especialmente las instituciones políticas. Dado el despliegue de fuerzas que se oponen a
los extremistas sionistas en el EI, solo su poderoso elenco de apoyo fuera del EI puede explicar la
continuación de su predominio en la política exterior de los Estados Unidos, en particular en el Oriente Medio.
La oposición a los E-S se ha visto obligada a funcionar de una manera semiclandestina, y ha sido, en el mejor
de los casos, una fuerza decisiva que suele perder más que ganar los debates de política en el seno del EI. La
política de guerra en el Oriente Medio, diseñada, promovida, ejecutada y dada a conocer por los E-S en el EI,
suscitó la oposición dentro del ejército profesional, la CIA y el Departamento de Estado, así como de multitud
de antiguos funcionarios. Creó preocupación entre las principales compañías petroleras, diplomáticos y los
mercados energéticos. La estrategia de ocupación de los E-S después de la invasión, en armonía con los
intereses israelíes, favoreció la destrucción del estado iraquí y la desarticulación de la sociedad,
obstaculizando la reconstrucción, pero destruyendo a un gran adversario de la conquista israelí y la anexión
de Palestina. La fragmentación de Iraq en sub-regiones étnico-religiosas, la aplicación de técnicas de guerra
urbana israelíes y la tortura fueron alentadas por los E-S. Las políticas de guerra, la ocupación y el
desmembramiento de Iraq fueron realizados por militaristas civiles del Pentágono, a saber, los E-S en contra
de muchos oficiales profesionales. Todos los pretextos fabricados para la guerra las armas de destrucción en
masa, los vínculos con Al Queda, etc. fueron propagados por los E-S para justificar su verdadero plan, a
veces explícito, y, a veces implícito, de promover al Gran Israel. Las mentiras políticas estuvieron al servicio
de fines superiores. No obstante, el descubrimiento de sus mentiras y su desleal colaboración con un estado
extranjero no condujo a la celebración de audiencias, a despidos ni a dimisiones forzosas, como normalmente
ocurriría en una situación en que una guerra se ha convertido en una costosa debacle. La razón es el respaldo
unánime e incondicional que los E-S recibieron de la sociedad civil judía organizada y su hegemonía sobre las
instituciones políticas. Por otro lado, en el EI, los críticos, el poder legislativo, los medios de difusión y los
círculos académicos, que han impugnado o criticado a los sionistas en el EI han sido castigados (como
antisemitas), marginados y, en algunos casos, depuestos de sus funciones. Como consecuencia de esto, los
E-S mantienen sus cargos o han pasado a cargos más influyentes todavía, por ejemplo, Elliot Abrams,
neofascista, autor convicto de delitos graves, ahora está a cargo de la política para el Oriente Medio en el
Departamento de Estado. La política de guerras consecutivas de los E-S contra los adversarios de Israel es el
primer punto del programa del EI: objetivos anunciados son Irán y Siria. Nuevas divisiones han surgido con
relación a la siguiente guerra, entre una minoría que favorece un acuerdo negociado y la estridente multitud
que apoya a Israel y exige ataques militares inmediatos. Las cuestiones mayores: el acceso al petróleo y sus
precios, la guerra en gran escala a largo plazo y la inestabilidad en el Oriente Medio, planteadas por las
poderosas compañías petroleras, banqueros internacionales y consultorías ocupan un lejano segundo lugar
en el programa sionista de destruir a Irán, desafiante vecino de Israel. Esto plantea varias cuestiones teóricas
mayores: ¿en qué circunstancias se abre una brecha entre los encargados de formular las políticas del EI y
los intereses de las empresas multinacionales y la formación del imperio? ¿Con cuánta eficiencia el EI
representa a sectores muy importantes de la clase dirigente hoy día? Solo un ignorante puede suponer que,
como los Estados Unidos tienen grandes intereses petroleros en el Oriente Medio, la política exterior
estadounidense sigue o lucha por esos intereses, excluyendo otros, o que son el factor determinante de esa
política. Este último punto de vista fue expuesto por varios progresistas bien intencionados que no han hecho
un análisis profundo o que por omisión o comisión no desean ofender a sus colegas judíos, ni siquiera frente a
pruebas contrarias. El Estado Imperial: ¿representa siempre a la clase dirigente? En la mayoría de las
circunstancias (aunque no en todas, como ya analizamos previamente), los encargados de formular políticas
en el estado imperial representan los intereses de la clase dirigente, los bancos y las empresas más
importantes. No obstante, cabe preguntar con cuánta eficacia el estado imperial, sus diversos componentes,
representan esos intereses. Es importante evaluar la eficacia del EI al analizar su papel en la formación del
imperio. Para responder a esa pregunta se necesita formular otras: ¿El personal, políticas y estrategias
amplían oportunidades y aumentan la seguridad de las empresas multinacionales, amplían el acceso a
recursos estratégicos o su control, amplían mercados y facilitan el establecimiento de asociaciones lucrativas
con élites locales? ¿Los encargados de formular las políticas imperiales aplican políticas militares compatibles
con los intereses económicos? Estas preguntas son complejas porque una de las justificaciones esgrimidas
por los encargados de formular políticas, cuando se les enfrenta a. políticas por lo visto fracasadas, es que los
resultados positivos se manifiestan a la larga. Por complejo que sea medir el éxito o el fracaso de las políticas
imperiales en tiempo y lugar, en la mayoría de los casos, es posible realizar una evaluación objetiva. Por
ejemplo, las decisiones de ir a la guerra en Corea y Vietnam, de invadir Cuba e intervenir en Somalia fueron,
sin duda, políticas fracasadas desde el punto de vista de los costos para la economía imperial y los resultados
negativos en cuanto a la apertura de nuevas oportunidades económicas y la expansión del control territorial.
En otros casos, las políticas imperiales de intervención en países más pequeños, indefensos, como la
República Dominicana, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Granada y El Salvador tuvieron éxito en la
destrucción de regímenes o movimientos progresistas y la imposición de regímenes clientes, pero
proporcionaron pocas oportunidades económicas sustanciales a las empresas multinacionales, ya que las
economías se estancaron, la capacidad de consumo se contrajo, pocos recursos naturales se explotaron y la
emigración de mano de obra redujo las reservas de mano de obra barata. En el caso de las políticas
imperiales para países en los que abundan recursos más lucrativos, como Irán, Chile, Argentina, Brasil,
Bolivia y el Congo (Zaire), los resultados son mixtos. Las ganancias a corto plazo, al derrocar al régimen
nacionalista de Mossadegh, en Irán, e instalar al Shá, proporcionaron grandes oportunidades a las empresas
multinacionales estadounidenses y un incondicional cliente político-militar en la región del Golfo durante 26
años; sin embargo, la neocolonial dictatorial fue derrocada, en 1979, por una coalición de fuerzas islámicas y
seculares nacionalistas y se convirtió en un adversario estratégico durante los siguientes 26 años y, tal vez
más. Por el contrario, la intervención estadounidense en Chile, Argentina, Bolivia y Brasil, en el decenio de
1960 y los subsiguientes regímenes militares clientes elaboraron un marco político-económico para la
penetración económica estadounidense a largo plazo en gran escala. Y lo que es más importante aún, las
transiciones a regímenes electorales civiles y sus subsiguientes políticas estuvieron condicionadas por las
"lecciones" dictadas por la política imperial. Si bien el estado imperial y las empresas multinacionales han
cosechado los beneficios de 30 a 40 años de regímenes pro-imperiales, no han faltado desafíos violentos en
masa como fueron las rebeliones populares y el derrocamiento de regímenes clientes en Argentina y Bolivia y
la sostenida inestabilidad de Perú y Ecuador. Sin duda, la guerra de los Estados Unidos en Iraq fue un error
garrafal desde el punto de vista de la formación del imperio: ha conducido a derrotas tácticas, una prolongada
guerra en las calles, que no se puede ganar, la reducción del alistamiento militar, la desmoralización de la
Guardia Nacional y de las tropas de la Reserva, el aumento de los déficit presupuestarios, el aislamiento de
los aliados de los Estados Unidos y el abandono por clientes de la coalición. Además, la debacle militar
demuestra que el imperio de los Estados Unidos no es invencible. Está claro que los arquitectos clave de esta
guerra han asestado involuntariamente un severo golpe al componente militar del imperio. Desde la
perspectiva de los intereses económicos estadounidenses, los costos de la guerra son mucho mayores que
los beneficios provenientes de la propiedad o extracción del petróleo, ahora y a mediano plazo. Las flagrantes
violaciones masivas de los derechos humanos y la matanza de civiles han generado hostilidad universal en
todo el Oriente Medio (salvo Israel), haciendo muy inseguras y problemáticas las inversiones y las actividades
comerciales de las empresas multinacionales. ¿Eran los arquitectos de la guerra del EI tan obtusos, tan
desconocedores de la oposición, el costo y las consecuencias de la guerra? Está claro que había razones
históricas de sobra para prever una fuerte resistencia y las bajas. Incluso dando por sentada la mediocridad
de las esferas decisorias clave, no hay razones para pensar que el mantenimiento de la guerra y la política de
sumar a la debacle de Iraq una nueva catástrofe en Irán sea mera ignorancia. La guerra de Iraq fue un éxito a
los ojos de sus creadores, porque sus criterios eran: ¿Beneficia al Estado judío? y así fue, y no ¿cómo afecta
a la formación del Imperio de los Estados Unidos? El hecho de que los E-S ejerzan grandes presiones en pro
de una nueva guerra con Irán, la que causaría estragos en el imperio y sus regímenes clientes y generalizaría
el conflicto en todo el Oriente Medio, es un indicio más de que la eficacia de las políticas se mide por cómo
promueve el poder de Israel en la región y reduce a sus enemigos, y no por su efecto en la formación del
imperio estadounidense. Desde el punto de vista de la calidad y la competencia en la formulación de las
políticas imperiales, está claro que los E-S hicieron un excelente trabajo en su lucha por los intereses del
Estado de Israel, maximizando los beneficios prácticamente sin costo alguno, y un pésimo trabajo en la
promoción del imperio estadounidense. La diferencia de desempeño no es resultado de la falta de capacidad
política, sino resultado de prioridades, motivaciones y objetivos estratégicos diferentes. La ascendencia de los
militaristas civiles, que incluyen a los E-S, aunque no son los únicos, en gran medida ha relegado los intereses
económicos de las empresas multinacionales a un plano secundario en la formación del imperio. Mientras los
gastos militares aumentan, la deuda externa crece exponencialmente, el déficit presupuestario y el pago de
intereses debilitan los cimientos económicos del imperio y aumenta la dependencia del financiamiento
externo. La mayoría de las empresas multinacionales estadounidenses cada vez producen más en el
extranjero y exportan a los Estados Unidos, aumentando el déficit comercial de la economía interna.
Igualmente importante es que los militaristas civiles no tienen una estrategia para que los elevados gastos
militares inmediatos y la intervención conduzcan a futuros beneficios económicos para las empresas
multinacionales, como ocurrió después de la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría. Como la
mayor parte de los gastos militares se ha dedicado a la destrucción de la infraestructura productiva civil iraquí,
se han puesto en peligro las fuentes primarias de utilidades y se ha expulsado o matado a la mayoría de los
profesionales y científicos clave. La política de ocupación colonial, destrucción y pillaje de los sátrapas
coloniales ha restringido mucho los "medios de subsistencia" imperiales. La política de los militaristas civiles
de guerra total, ocupación permanente e imposición de régimen reduce la posibilidad de alcanzar una
estabilidad duradera y la seguridad necesaria para inversores productivos en gran escala, como mucho alienta
a capitalistas especuladores, contrabandistas y oligarcas de la mafia interesados en operaciones a corto plazo
muy lucrativas.
Circunstancias que dan lugar a conflicto: Estado Imperial y empresas multinacionales. Ahora podemos
especificar algunas de las circunstancias en las que componentes y organismos del EI discrepan con las
empresas multinacionales por alianzas, prioridades, políticas y estrategias y tácticas regionales y mundiales.
El primer punto de conflicto entre el EI y las empresas multinacionales es el de la ideología: el EI,
especialmente bajo la influencia de los militaristas civiles, se centra en alianzas militares con parientes
ideológicos, mientras que las empresas multinacionales buscan inversiones lucrativas, acuerdos comerciales
y asociados económicos sobre la base de las ideas del libre mercado y el libre comercio. como mecanismos
para la ulterior penetración y dominio. A la mente vienen varios ejemplos contemporáneos que tienen que ver
con las relaciones de los Estados Unidos con el Oriente Medio, China y Cuba. En cada región, los ideólogos
militaristas civiles aplican políticas concebidas para promover enfrentamientos militares en detrimento de
inversiones lucrativas de las empresas multinacionales y de acuerdos comerciales. En el Oriente Medio, los
militaristas civiles se alinean con Israel en contra de Arabia Saudita, Irán, Siria y el resto del mundo árabe
islámico, mientras que las empresas multinacionales realizan inversiones y transacciones comerciales con los
países árabes e islámicos. Con respecto a China, los militaristas civiles aplican una política de cerco militar,
respaldan la independencia de Taiwán y con estridente retórica hacen parecer demoníaca la política de
defensa de China, mientras que las 500 compañías de la Fortune han invertido más de 300 000 millones de
dólares en China y Pekín financia el déficit comercial de los Estados Unidos, para gran alivio de los banqueros
estadounidenses. Con relación a Cuba, se evidencia un conflicto similar. Los militaristas civiles encabezados
por la progenie de exilados cubano aplican políticas que van desde patrocinar a terroristas del exilio hasta
imponer un agresivo boicot económico, mientras importantes empresas multinacionales estadounidenses
realizan transacciones comerciales por 1 000 millones de dólares en alimentos y productos farmacéuticos con
Cuba. Conflictos similares se evidencian respecto a Venezuela, donde los militaristas civiles han organizado
golpes de estado y financiado a organizaciones cívicas extremistas para instalar un régimen pro-imperialista,
mientras importantes compañías petroleras estadounidenses como Chevron-Exon han firmado acuerdos de
inversiones por varios miles de millones de dólares con el régimen nacionalista social-liberal. Existen otras
regiones y cuestiones del conflicto EI-empresas multinacionales relacionadas con Europa occidental y Rusia.
No obstante, está claro que las políticas imperiales reflejan los puntos fuertes y débiles de los militaristas
civiles y las empresas multinacionales en esferas específicas. En el Oriente Medio, el poder de los militaristas
civiles, apoyados por las más importantes organizaciones judías y el poder que estas tienen en el Congreso y
los medios de difusión, es muy superior al de las empresas multinacionales petroleras, los diplomáticos
profesionales y sectores del ejército profesional. A diferencia de esto, en China, el vasto despliegue de
empresas multinacionales y el mero volumen de la inversión y el comercio estadounidenses tienen, sin duda,
mayor influencia sobre las políticas que los militaristas civiles, quienes no tienen el equivalente de una base
de poder interno influyente comparable a los judíos organizados. Con Cuba y Venezuela, hay un. equilibrio.,
en el que las empresas multinacionales estadounidenses trabajan eludiendo restricciones comerciales, y
comercian e invierten en el caso de Venezuela, mientras los militaristas civiles trabajan para derrocar los
regímenes sin oposición de las empresas multinacionales.
La mente de los militaristas civiles: Si bien está claro cuáles son las motivaciones y qué impulsa a los
ejecutivos de las empresas multinacionales (ganancias, mercados, recursos y gastos de funcionamiento
bajos), se comprende menos el modo de pensar de los militaristas civiles y el subconjunto sionista. En forma
telegráfica, podemos especificar ocho características, algunas de las cuales son aplicables solo al
subconjunto de sionistas: Prioridades militares sobre prioridades económicas. La mayoría de los militaristas no
ha tenido participación directa ni ha estado muy involucrada en grandes negocios ni en combates militares
directos. Viven y trabajan en un mundo enrarecido de ideólogos, institutos ideológicos que han crecido hacia
dentro e interactúan con políticos extremistas de ideas afines. Tienen pocos conocimientos sobre las
consecuencias humanas o económicas de las guerras imperialistas, que se consideran como buenas en sí,
como experiencias. liberadoras., ni interés en ellas. Consideran obsesivamente el mundo solo como un lugar
para apoderarse del poder a cualquier precio. Aplican políticas de matanzas en masa sin repensarlas y tienen
una actitud totalmente desdeñosa hacia los cargos de genocidio y crímenes de guerra. Están absolutamente
convencidos de la justeza de las matanzas en masa para aumentar el poder político de su imperio y de su.
madre patria. adoptiva. Muchos están movidos por una visión religiosa o cuasireligiosa, que no tiene en
cuenta todas las limitaciones económicas. La virulenta arrogancia de su estilo que proyecta superioridad es
tan reveladora como la sustancia protofascista de su política. Cien mil muertos iraquíes son nada; la mente de
un asesino profesional que actúa en nombre de una. santa causa. es muy obvia. Los sionistas nunca admiten
fallas ni delitos. Utilizan su influencia para cargarles la responsabilidad a otros, las torturas en Abu Ghraib y
Guantánamo se atribuyeron a oficiales del ejército o al Abogado de la Casa Blanca. Ni un solo sionista
importante aparece en la lista de los responsables de los abusos, aunque fueron cómplices en su
organización. Las fuentes del modo de pensar sionista reflejan la adopción de los métodos de gobierno de los
palestinos aplicados por los israelíes: desplazamientos masivos y destrucción de los medios de vida e
instituciones, castigo colectivo, tortura, encarcelamiento a largo plazo sin juicio, ataques militares
indiscriminados contra centros de población y carnicerías con impunidad. Es absurdo buscar en los escritos
de oscuros y mediocres teóricos políticos que coquetean con la astrología (L. Strauss) las raíces de las
prácticas imperialistas totalitarias de los encargados de formular las políticas sionistas, cuando toda la vida
política activa formadora de estos teóricos ha estado íntimamente relacionada con las políticas terroristas del
Estado de Israel que les dio la señal ideológica y lecciones políticas. La convergencia del fundamentalismo
cristiano, el extremismo sionista y el poder imperialista ha sido el motor de la doctrina totalitaria de la guerra
ofensiva permanente, la guerra total, que no hace distinción entre objetivos civiles y militares y el dominio
indiscutible del mundo. Lo que mantiene a estas élites extremistas en el poder y la razón por la que lo
retienen, a pesar de la aplicación de políticas desastrosas, es que tienen grupos formidables en la sociedad
civil que los auspician y tienen sustancial influencia sobre instituciones políticas clave, como el Congreso de
los Estados Unidos y los medios de difusión. Los militaristas civiles extremistas no han sido sometidos a duras
pruebas por las empresas multinacionales por varias razones. En primer lugar, las empresas multinacionales
han recibido enormes beneficios del régimen imperial en forma de reducciones tributarias muy sustanciales y
subvenciones, tasas de interés bajas, agresivas políticas de apertura de mercados, promoción de
privatizaciones e imposición del pago de la deuda en el exterior. Además, la Casa Blanca ha defendido a las
empresas multinacionales estadounidenses contra competidores, socavado la legislación laboral y ambiental y
en casos de empresas no competitivas, ha aplicado leyes proteccionistas. En el EI, estos beneficios pesan
más que los conflictos entre las empresas multinacionales y los militaristas civiles. El conflicto entre estas
empresas y el EI acaba en presiones que rivalizan en esferas normativas específicas, los militaristas civiles
tienen más influencia en materia de políticas para el Oriente Medio y pronunciamientos estratégicos mundiales
y las empresas multinacionales obtienen políticas favorables en relación con China y, en menor grado, Cuba y
Venezuela. Base estructural de conflictos ideológicos en el EI: Las diferencias políticas que surgen entre los
militaristas civiles y las empresas multinacionales se deben, en parte, a puntos de vista ideológicos
antagónicos. En el caso de los militaristas civiles (MC), sus concepciones son explícitas, mientras que en el de
las empresas multinacionales, no son tan claras. Voluntarismo versus integración mundial: Los militaristas
civiles funcionan partiendo del supuesto de que la voluntad política puede vencer todos los obstáculos, que la
proyección de poder puede crear hechos que otros países (antiguos aliados o adversarios) tienen que
aceptar, de ahí la noción de la acción unilateral y guerras múltiples. El voluntarismo supone una capacidad
ilimitada para la acción militar, capacidad ilimitada para sacrificios materiales, todos santificados por lugares
comunes ideológicos, cruzadas democráticas. y recompensas intangibles. El voluntarismo supone un alto
grado de autonomía para la élite y sumisión para las masas, dada la imaginaria misión de los primeros y la
ignorancia, lealtad refleja o temor de los segundos. La filosofía voluntarista es profundamente autoritaria; a los
dirigentes se les escoge (en sí) para dirigir, y los seguidores están para obedecer. Las fórmulas para justificar
guerras que persiguen el dominio mundial varían según la circunstancia y van desde mentiras descaradas y
flagrantes, pasando por la demonización, engaño y falsedad hasta la magnificación de incidentes menores
que son convertidos en amenazas mundiales. Los electores son una masa que se ha de engañar, engatusar,
halagar y manipular por conducto de los medios de difusión y a los detractores se les ha de amenazar
mediante edictos y leyes autoritarias punitivas. Al Congreso se le ha de disciplinar y movilizar tras sus
dirigentes por medio de amenazas inminentes de guerra y terrorismo. A diferencia de lo anterior, las
suposiciones implícitas y explícitas de las empresas multinacionales son que la economía mundial se ha
convertido en una estructura integrada, en que las empresas imperiales rivales se unen y compiten; la
empresa multinacional reconoce un mundo económico multipolar que requiere el apoyo del EI, así como la
adaptación a las reglas de otro EI (Unión Europea y Japón). Las empresas multinacionales no evitan guerras
limitadas ni actividades subversivas militares, siempre que no afecten sustancialmente a los circuitos que
siguen comerciando, invirtiendo o teniendo acceso a materiales estratégicos. Las empresas multinacionales
más competitivas y fuertes, así como las instituciones financieras poderosas promueven el comercio
multilateral y los acuerdos de inversiones, y consideran que las actividades político-militares del EI aseguran o
negocian el apoyo internacional para estos acuerdos entre clientes y aliados. Las empresas multinacionales
menos competitivas son más "unilaterales", proteccionistas y están más centradas en el estado, dependientes
de la protección de mercados internos y subvenciones para competir en mercados extranjeros. Existe una
mayor identidad política entre estas empresas menos competitivas y los militaristas civiles desde el punto de
vista de la "acción unilateral", pero a menudo discrepan sobre asociados comerciales del exterior. Los
militaristas civiles creen en la "extraterritorialidad", la supremacía de las leyes estadounidenses y el ejercicio
de facultades por encima de la soberanía nacional y su lógica extensión y ocupación colonial. Esta posición
está reñida con las exigencias hechas por las empresas multinacionales de un orden jurídico internacional
reconocido, para la defensa y promoción de las relaciones capitalistas y el arbitraje de los conflictos. Sin
embargo, esta contradicción es silenciada por algunos de los privilegios especiales de que disfrutan las
empresas multinacionales en virtud del control colonial de los Estados Unidos, como el especial acceso a
empresas privatizadas lucrativas, contratos de reconstrucción y adquisiciones relacionadas con actividades
militares. Por otra parte, las políticas de embargo de los militaristas civiles impiden a subsidiarias en el exterior
de empresas multinacionales realizar transacciones comerciales o restringen los productos que se pueden
vender. No obstante, la contradicción entre las políticas de los militaristas civiles centradas en lo militar y las
políticas de. mercado libre. de las empresas multinacionales no impide la cooperación para desestabilizar
regímenes vulnerables. Las refinerías de petróleo estadounidenses se negaron a procesar importaciones de
petróleo de Cuba, a principios del decenio de 1960, siguiendo la línea de los esfuerzos realizados por los
Estados Unidos para derrocar a la revolución. En los primeros años del decenio de 1970, en el gobierno
socialista de Allende, compañías estadounidenses del cobre entablaron juicios para impedir exportaciones de
cobre chileno al tiempo que la CIA hacía esfuerzos para derrocar al régimen. La industria aeronáutica
estadounidense cooperó con el EI para ejercer presiones sobre el gobierno de Chávez, negándose a reparar y
mejorar sus aviones de combate. En teoría, se argumenta que en el proyecto de formación del imperio existen
"intereses especiales" y los "intereses generales" de la clase dirigente. No existe una "lógica imperialista" que
proporcione un conjunto homogéneo coherente de políticas en cualquier lugar y en cualquier momento. Las
contradicciones surgen por razones políticas internas y también por la influencia de diferentes grupos
ideológicos dentro del EI. Por ejemplo, aunque el "libre comercio" es la doctrina general de las empresas
multinacionales, las excepciones incluyen la protección de intereses agrícolas no competitivos, pero
políticamente influyentes. El grupo de presión cubano-americano que apoya el bloqueo comercial contra
Cuba, el Estado de Israel y su economía subvencionada en buena medida por los Estados Unidos durante
más de medio siglo son ejemplos claros contrarios a las doctrinas del "libre mercado" de las empresas
multinacionales. Cuando "intereses especiales" como es la configuración del poder sionista-judío, imponen
políticas favorables a Israel, pero que perjudican a grandes intereses de las multinacionales petroleras,
debilitan alianzas con la UE y los países árabes y, tratando de llevar adelante su programa, marginan a
componentes tradicionales del EI, surge un gran conflicto subterráneo, pero despiadado, en materia de
personal, jurisdicción y política estratégica. El segundo mandato de Bush representa que se sigue
consolidando y ampliando el poder de los militaristas civiles en puestos estratégicos. Los sionistas se quedan
controlando el Pentágono, mientras extienden su influencia dentro del Consejo de Seguridad Nacional y en
relación con las políticas para el Oriente Medio, con la ascendencia de Elliot Abrams. Mientras tanto, la
Seguridad de la Patria ha de ser dirigida por otro miembro de la red sionista, Michael Chertoff, quien demostró
su celo, haciendo redadas y encarcelando arbitrariamente a cientos de árabes y musulmanes
estadounidenses, solo por su origen étnico o su religión. La explicación para la creciente ascendencia de los
militaristas civiles la da la estratégica designación de Porter Goss como director de la CIA. Goss es un
ardiente defensor de la doctrina del enfrentamiento militar con China y, sin duda, refleja el debilitamiento de
los encargados de formular las políticas de. libre comercio de las multinacionales. Existe una interdependencia
negativa entre la expansión económica y la guerra, particularmente en el Oriente Medio y Asia. El aumento de
las amenazas militares y el estrechamiento del cerco a China emanados de los militaristas civiles
predominantes pueden tener efectos sumamente desestabilizadores para la continuación de la financiación
del enorme déficit comercial de los Estados Unidos por China y perjudicar a los inversores estadounidenses
en ese país, que conduciría al debilitamiento del dólar y de la rentabilidad de las principales 500 empresas
multinacionales. Una nueva serie de ataques militares israelí-estadounidenses a Siria e Irán pueden provocar
una conflagración militar general en todo el Oriente Medio, precipitar una crisis petrolera, disparar los precios y
promover la inestabilidad de clientes de Estados Unidos, que llevaría a una crisis económica en los Estados
Unidos y a una mayor serie de guerras, desangrando más al país. Israel, desde luego, sería el único
beneficiario, en una región que se convierte en el páramo del Oriente Medio (un "paraje desolado" de
proporciones bíblicas) y en la que los Estados Unidos quedarían agotados por guerras y crisis militares y
económicas excesivas. Lo más probable es que las políticas imperiales de los militaristas civiles traerán por
resultado pérdidas para todas las partes: los Estados Unidos entrarán en crisis y los países antiimperialistas
experimentarán una destrucción masiva. Los efectos a largo plazo en la formación del imperio dependerán de
las consecuencias políticas que tengan las políticas imperiales fracasadas, la manera como se analicen los
fracasos, las políticas y los encargados de formularlas que intervengan, y las opciones políticas que surjan. El
diagnóstico de las razones que llevaron a los fracasos imperiales es decisivo, porque puede conducir a la
reconstrucción y ulterior fortalecimiento del imperio o al cuestionamiento de las políticas, personal, ideologías,
instituciones e intereses que dictaron las políticas fallidas. Los críticos más conservadores argumentarán que
la formación del imperio era el enfoque correcto, pero que la aplicación fue incorrecta, la ocupación no se
manejó debidamente, se utilizaron demasiado pocos efectivos y así sucesivamente. Los críticos liberales
argumentarán que las políticas eran erradas, que la guerra debería haber sido un. asunto multilateral con la
UE, en el que la guerra y el botín se habrían compartido. La minoría progresista dirá que instituciones como
los civiles del Pentágono desempeñaron un papel demasiado destacado, en lugar de los diplomáticos del
Departamento de Estado. Todos estos diagnósticos y recetas se guían por la idea de revertir la negativa
secuela de los fracasos y derrotas imperiales y de reconfigurar el EI para volver a consolidar las avanzadas
posiciones del imperio. En el mejor de los casos, estos conducen a algunos cambios de personal, ajustes
ideológicos (los estridentes gritos de guerra de los militaristas civiles se moderan), reorganización de
organismos (con una recuperación del ejército profesional y los diplomáticos) y actividades para reconciliarse
con aliados internacionales. Las posibilidades de estos. cambios para que nada cambie dependen de la
capacidad del EI para. reformarse. en tiempo de crisis. Sin embargo, la reforma imperial no será fácil, dado el
atrincheramiento de los militaristas civiles, el respaldo que tienen entre los fanáticos sionistas,
fundamentalistas cristianos y masas serviles. Solo si las nuevas guerras traen por resultado prolongados
conflictos que cuesten miles de vidas, y la desorganización masiva de la economía, que provoque una crisis
internacional que afecte a las multinacionales y a la economía interna, es que podemos prever una importante
oposición entre la población, de otra manera acobardada y fragmentada, que no tiene una auténtica
organización política antiimperialista. Para que el descontento nazca entre las masas se necesitará
comprender claramente la responsabilidad de los militaristas civiles y los partidarios sionistas de. Israel
Primero., principales arquitectos de la política de guerra. Se necesitará centrar la atención en el análisis de la
geopolítica de la guerra, el papel de las empresas multinacionales y la necesidad de sacrificar el imperio para
reconstruir la. república., lo que requiere una guerra de clases contra los costos del imperio y en pro de la
transformación de la economía, la propiedad de los bienes y la orientación de los Estados Unidos. La
formación del imperio es, por naturaleza, violenta y perturbadora para otros; la resistencia y la derrota,
especialmente en sectores estratégicos del estado imperial, siempre tiene repercusiones violentas en el seno
del imperio. Los trabajadores y los contribuyentes, su eslabón más débil, explotados y sacrificados para
sostener el imperio, solo reaccionarán obligados por circunstancias externas. Solo sacudidas externas
provocarán la reacción interna en una población imbuida de creencias imperiales y sumisión justificada. El EI,
al contrario de los militaristas civiles y sus celosos homólogos sionistas, no es invencible; Iraq ha dado las
mismas lecciones aprendidas antes en Corea y Vietnam. La economía estadounidense no puede sostener el
programa de los militaristas civiles de nuevas y múltiples guerras y resistencia prolongada de las masas en
múltiples sitios. Los militaristas civiles pueden desatender la pérdida de aliados, el abandono de clientes de la
coalición de guerra, la vulnerabilidad de nuevos puntos de conflicto en el Imperio... Los militaristas civiles
pueden sustituir a ideólogos de ideas afines para dirigir la CIA, el Pentágono, la Casa Blanca y el
Departamento de Estado, quienes se repetirán unos a otros las doctrinas, pero su voluntad colectiva no podrá
cambiar limitaciones de poder estructurales fundamentales: presupuestos, deudas, resistencia al
reclutamiento, resistencia armada, ejércitos vulnerables, aislamiento diplomático, la falta de mercenarios... La
voluntad de poder puede hacer muchas cosas destructivas, pero como Hitler comprendió (o probó) también se
puede destruir a sí misma.
Katz, Claudio (2004) "El imperialismo del siglo XXI". ESECONOMIA. Instituto Politécnico Nacional,
número 7, año 2, verano 2004, México. El renovado interés que suscita el estudio del imperialismo está
modificando el debate sobre la globalización, hasta ahora exclusivamente centrado en la crítica al
neoliberalismo y el análisis de los rasgos novedosos de la mundialización. Una noción desarrollada por los
teóricos marxistas de principios del siglo XX -que alcanzó gran difusión durante los 70 despierta nuevamente
la atención de los investigadores, ante el agravamiento de la crisis social del Tercer Mundo, la multiplicación
de conflictos bélicos y la competencia descarnada entre corporaciones. El imperialismo es una noción que
conceptualiza dos tipos de problemas.. Por un lado, las relaciones de dominación vigentes entre los
capitalistas del centro y los pueblos periféricos y por otra parte, las vinculaciones prevalecientes entre las
grandes potencias en cada etapa del capitalismo. ¿Qué actualidad presenta esta teoría? ¿En qué medida
contribuye a esclarecer la realidad contemporánea?
I. UNA EXPLICACIÓN DE LA POLARIZACIÓN MUNDIAL. La polarización mundial de los ingresos confirma
la importancia de esta concepción en su primer sentido. Cuándo la fortuna de 3 multimillonarios sobrepasa el
PBI de 48 naciones y cada cuatro segundos un individuo de la periferia muere de hambre, resulta difícil ocultar
que el ensanchamiento de la brecha entre los países avanzados y subdesarrollados obedece a relaciones de
opresión. Ya es indiscutible que esta asimetría no es un acontecimiento “pasajero”, ni será corregida por el
“derrame” de los beneficios de la globalización. Los países periféricos no son sólo “perdedores” de la
mundialización, sino que soportan una intensificación de las transferencias de recursos que históricamente
frustraron su crecimiento. Este drenaje ha provocado la duplicación de la miseria extrema en las 49 naciones
más empobrecidas y mayores deformaciones en la acumulación fragmentaria de los países dependientes
semi-industrializados. En este segundo caso, la prosperidad de los sectores insertos en la división
internacional del trabajo se consuma en desmedro de las actividades económicas destinadas a los mercados
internos. El análisis del imperialismo no ofrece una interpretación conspirativa del subdesarrollo, ni exculpa a
los gobiernos locales de esta situación. Simplemente aporta una explicación de porqué la acumulación se
polariza a escala mundial, reduciendo las posibilidades de nivelación entre economías disímiles. El margen de
crecimiento acelerado que permitió en el siglo XIX a Alemania o Japón alcanzar el status de potencia que ya
detentaban Francia o Gran Bretaña, no se encuentra hoy al alcance de Brasil, la India o Corea. El mapa
mundial ha quedado moldeado por una “arquitectura estable” del centro y una “geografía variable” del
subdesarrollo, dónde sólo caben modificaciones del status periférico de cada país dependiente. La teoría del
imperialismo atribuye estas asimetrías a la transferencia sistemática del valor creado en la periferia hacia los
capitalistas del centro. Estas traslaciones se concretan a través del deterioro de los términos de intercambio
comercial, la succión de recursos financieros y la remisión de utilidades industriales. El correlato político de
este drenaje es la pérdida de autonomía política de las clases dominantes periféricas y la intervención militar
creciente del gendarme norteamericano. Estos tres rasgos del imperialismo contemporáneo se observan con
nitidez en la realidad latinoamericana.
II. LAS CONTRADICCIONES DE LAS ECONOMÍAS PERIFÉRICAS. Desde la mitad de los 90 América
Latina ha padecido las consecuencias del colapso de los “mercados emergentes”. La mayor parte de las
naciones afectadas sufrieron agudas crisis, precedidas por la fuga de capitales y seguidas por devaluaciones
que potenciaron la inflación y contrajeron el poder adquisitivo. Estos desplomes provocaron quiebras
bancarias, cuyo socorro estatal agravó el agobio de la deuda pública, obstaculizó la aplicación de políticas
reactivan tés y acentuó la pérdida de soberanía monetaria y fiscal. Estas crisis obedecen a la dominación
imperialista y no exclusivamente a la instrumentación de políticas neoliberales, que también han prevalecido
en los países centrales. Los desmoronamientos que soporta la periferia latinoamericana son muy superiores a
los desequilibrios predominantes en Estados Unidos, Europa o Japón, porque están caracterizados por el
derrumbe periódico de los precios de las materias primas exportadas, la periódica cesación de pagos de la
deuda y la desarticulación de la industria local. La periferia es más vulnerable a las turbulencias financieras
internacionales, porque su ciclo económico depende del nivel de actividad de las economías avanzadas.
Además, el avance de la mundialización acentúa esta fragilidad, al profundizar la segmentación de la actividad
industrial, la concentración del trabajo calificado en el centro y el ensanchamiento de los desniveles de
consumo. La dominación imperialista le permite a las economías desarrolladas transferir parte de sus propios
desequilibrios a los países dependientes. Esta traslación explica el carácter asimétrico y no generalizado que
presenta hasta el momento la recesión internacional en curso. Mientras que una crisis equivalente al 30 ya se
ha registrado en la periferia, esta caída constituye sólo una eventualidad para el centro. Las mismas políticas
de privatización no han producido tampoco descalabros semejantes en ambas regiones. El thatcherismo
aumentó la pobreza en Gran Bretaña, pero ha desencadenado la desnutrición y la indigencia en la Argentina;
el ensanchamiento de la brecha distributiva deterioró los salarios en Estados Unidos, pero desató la miseria y
emigración masiva en México; la apertura comercial debilitó a la economía japonesa, pero condujo a la
devastación de Ecuador. Estas diferencias responden al carácter estructuralmente central o periférico de cada
país en el orden mundial. La dependencia es una causa central de la gran regresión que soporta
Latinoamérica desde mitad de los 90, luego del corto alivio que generó la afluencia de capitales de corto
plazo. La región ha vuelto a la dramática situación de la “década pérdida” de los 80. El PBI regional se
mantuvo estancado en 0,3% durante el año pasado y volverá a situarse en 0,5% en el 2002. Luego de cuatro
años de salidas netas de capital, el ingreso de inversiones se ha estancado y la especialización productiva en
actividades básicas afianza el deterioro comercial (las sumas remitidos por emigrantes en Estados Unidos ya
superan en muchos países las divisas generadas por sus exportaciones). Como resultado de esta crisis, tan
solo 20 de los 120 títulos de compañías latinoamericanas que se negociaban en las Bolsas mundiales hace
una década continúan comercializándose en la actualidad. La dominación imperialista es el origen de los
grandes desequilibrios económicos que derivan en déficit comercial (México), descontrol fiscal (Brasil) o
depresión productiva (Argentina). Actualmente estas conmociones han desatado una sucesión de colapsos
que irradian desde el Cono Sur, desestabilizando a la economía uruguaya y amenazando a Perú y Brasil. Los
economistas neoliberales se esfuerzan por analizar las excepciones de esta crisis, ni comprender la regla
general de estos desequilibrios. Al ignorar la opresión del imperialismo tienden a cambiar frecuentemente de
opinión y denigran con inusitada rapidez los modelos económicos que antes elogiaban. Pero evadir el análisis
del imperialismo se ha vuelto prácticamente imposible desde el lanzamiento del ALCA. Este proyecto
estratégico de dominación norteamericana apunta a expandir las exportaciones estadounidenses para
bloquear la concurrencia europea y consolidar el control de la primera potencia de todos los negocios
lucrativos de la región (privatizaciones faltantes, contratos privilegiados en el sector públicos, pagos de
patentes). El ALCA es un tratado neocolonial que impone la apertura comercial latinoamericana sin ninguna
contrapartida estadounidense. Para lograr el “fast track” (autorización legislativa para negociar rápidamente
acuerdos con cada país), Bush- introdujo recientemente nuevas cláusulas que impiden la transferencia de alta
tecnología a Latinoamérica y traban el ingreso de 293 productos regionales al mercado estadounidense. Estas
barreras arancelarias afectan particularmente a los insumos siderúrgicos, textiles y agrícolas. Además, ha
puesto en marcha un programa de mayores subsidios al agro, que en la próxima década propinarán un golpe
mortal a las exportaciones zonales de soja, trigo y maíz. El ALCA desenmascara el doble discurso
imperialista, que incentiva la apertura comercial en el exterior y el proteccionismo en casa. La implementación
del acuerdo provocaría un colapso de países medianamente industrializados como Brasil y de asociaciones
regionales como el MERCOSUR, mientras que sólo permitiría una débil adaptación al convenio de las
economías pequeñas o complementarias en rubros muy específicos con Estados Unidos. Al cabo de una
década de neoliberalismo, el mensaje imperialista de apertura comercial ya no engaña a nadie. Es evidente
que la prosperidad de un país no depende de su “presencia en el mundo”, sino de la modalidad de esta
inserción. África, por ejemplo, detenta una tasa de comercio extra regional en proporción al PBI (45,6%) muy
elevada en comparación a Europa (13,8%) o Estados Unidos (13,2%) y es la región más empobrecida del
planeta. Este caso extremo de subordinación desfavorable a la división internacional del trabajo ilustra la
situación de dependencia general que soportan las economías periféricas.
RECOLONIZACIÓN POLÍTICA. *El correlato político de la dominación económica imperialista es una
recolonización de la periferia, que se apoya en la creciente asociación de las clases dominantes locales con
sus socios del norte. Este entrelazamiento es consecuencia de la dependencia financiera, la entrega de los
recursos naturales y la privatización de los sectores estratégicos de la región. La pérdida de la soberanía
económica le otorgó al FMI un manejo directo de la gestión macroeconómica y al Departamento de Estado
una incidencia equivalente sobre las decisiones políticas. Ya ningún presidente latinoamericano adopta
resoluciones de importancia sin consultar la opinión de la embajada norteamericana. La prédica de los medios
de comunicación y de la intelectualidad americanizada ha contribuido a naturalizar esta subordinación. *A
diferencia del período 1940-70, los capitalistas latinoamericanos no propugnan reforzar los mercados internos
mediante la sustitución de importaciones. Su prioridad es la vinculación con las corporaciones extranjeras,
porque la clase dominante regional es también parcialmente acreedora de la deuda externa y se ha
beneficiado con la desregulación financiera, las privatizaciones y la flexibilización laboral. Existe incluso una
capa de funcionarios que es más fiel a los organismos imperialistas que a sus estados nacionales. Cómo han
sido educados en las universidades norteamericanas, adiestrados en los organismos internacionales y
entrenados en las grandes corporaciones, sus carreras están más atadas al futuro de estas instituciones que
a la salud de los estados que gobiernan. *Pero está generalizada recolonización también acentúa el
descalabro del sistema político de la región. La pérdida de legitimidad que soportan los gobiernos servidores
del FMI produjo en los últimos dos años el colapso de los regímenes de cuatro países (Paraguay, Ecuador,
Perú, Argentina). Al cabo de un largo proceso de erosión de la autoridad de los partidos tradicionales, los
gobiernos se tornan frágiles, los regímenes tienden a disgregarse y algunos estados se desmoronan. Esta
secuencia corona el vaciamiento de instituciones, que ya no receptan ningún reclamo popular y que
simplemente operan como agentes del imperialismo. A medida que la fachada constitucional pierde
relevancia, también el Departamento de Estado norteamericano alienta un retorno a las prácticas golpistas del
pasado, aunque encubriendo ahora el viejo autoritarismo con nuevos artificios constitucionalistas. *Esta línea
de acción ya fue visible en el reciente intento golpista de Venezuela. Desplazar al gobierno nacionalista de
ese país es una prioridad del gobierno estadounidense para reforzar el embargo contra Cuba, desarticular al
zapatismo, condicionar una victoria electoral del PT en Brasil e imponer un gran escarmiento a la rebelión
popular argentina. La diplomacia norteamericana ha comenzado incluso a evaluar la posibilidad de restaurar
los viejos protectorados, en los estados que considera definitivamente “fracasados”. Colombia y Haití son los
primeros candidatos a este ensayo neocolonial, que también podría ponerse en práctica en Yugoslavia,
Ruanda, Afganistán, Somalia y Sierra Leona. Recientemente la Argentina ha empezado a figurar entre las
naciones incluidas en este proyecto de administración virreinal. Estas alternativas también suponen una
mayor injerencia directa del gendarme norteamericano.
EL INTERVENCIONISMO MILITAR. *El “Plan Colombia” es el principal ensayo de esta intervención bélica en
Latinoamérica. El Pentágono ya dejó de lado el pretexto del narcotráfico y luego de forzar la ruptura de las
negociaciones de paz ha iniciado una campaña militar contra la guerrilla. El cuidado por minimizar la
presencia directa de tropas norteamericanas apunta a reducir la pérdida de vidas estadounidenses (“síndrome
de Vietnam”) mediante un mayor desangre de los “nativos”. *Con la guerra en Colombia se busca restaurar la
autoridad de un estado desmembrado y recomponer la apropiación imperialista de los recursos estratégicos.
Como lo prueba la conspiración en Venezuela, estas acciones también apuntan a garantizar el
aprovisionamiento petrolero de Estados Unidos. Para asegurar este abastecimiento, la CIA ya instaló también
un centro estratégico en Ecuador y audita desde la vecindad fronteriza todo el territorio mexicano.*El
imperialismo está embarcado en modernizar sus bases militares con efectivos de alta movilidad. Por eso
descentralizó el viejo comando de Panamá e instaló nuevos dispositivos en Vieques, Mantas, Aruba y El
Salvador. A través de una red de 51 instalaciones en todo el planeta, las tropas norteamericanas realizan
ejercicios que involucran desplazamientos simultáneos diarios de 60.000 efectivos en 100 países. Un objetivo
siempre presente es la agresión contra Cuba, a través del sabotaje terrorista o algún renovado plan de la
invasión. *Este giro belicista se acentuó luego del 11 de septiembre, porque Estados Unidos apuesta a
reactivar su economía mediante el rearme y tiene en carpeta planes de guerra contra Irak, Irán, Corea del
Norte, Siria y Libia. Con el 5 % de la población mundial, la principal potencia absorbe el 40% del gasto militar
total y se ha lanzado a reacondicionar submarinos, diseñar nuevos aviones y testear en un programa de
“guerra de las galaxias” las nuevas aplicaciones de las tecnologías de la información. *Este relanzamiento
militar es la respuesta imperialista a la desintegración de estados, economías y sociedades periféricas, que
provoca el creciente ejercicio de la dominación sobre la periferia. Por eso, la actual “guerra total contra el
terrorismo” presenta tantas similitudes con las viejas campañas coloniales. Nuevamente se diabólica al
enemigo y se justifican masacres de la población civil en el frente y restricciones de los derechos
democráticos en la retaguardia. Pero cuánto más se avanza en la destrucción del enemigo “terrorista”, mayor
es la desarticulación política y social en los escenarios de este atropello. El estado general de guerra perpetúa
la inestabilidad, provocada por la depredación económica, la balcanización política y la devastación social de
la periferia. *Estos efectos son muy visibles en América Latina y Medio Oriente, dos zonas que tienen
relevancia estratégica para el Pentágono, porque detentan recursos petroleros y representan importante
mercados frente a la competencia europea y japonesa. Debido a esta significación estratégica constituyen
centros de la dominación imperialista y sufren procesos muy semejantes de desarticulación estatal,
debilitamiento económico de la clase dominante local y pérdida de autoridad de los representantes políticos
tradicionales.
FATALISMO NEOLIBERAL. *La expropiación económica, la recolonización política y el intervencionismo
militar conforman el triple pilar del imperialismo actual. Muchos analistas se limitan a describir resignadamente
esta opresión como un destino inexorable. Algunos presentan la fractura entre “ganadores y perdedores” de la
globalización como un “costo del desarrollo”, sin explicar por qué este precio se perpetúa a lo largo del tiempo
y recae siempre sobre las naciones que ya cargaron en el pasado con ese padecimiento. *Los neoliberales
tienden a pronosticar que el fin del subdesarrollo sobrevendrá en los países periféricos que apuesten a la
“atractividad” del capital extranjero y a la “seducción” de las corporaciones. Pero las naciones dependientes
que intentaron este camino en la última década abriendo sus economías soportan hoy la factura más pesada
de las “crisis emergentes”. Quiénes más se embarcaron en la privatización, más posiciones económicas
perdieron en el mercado mundial. Al otorgar mayores facilidades al capital imperialista removieron las barreras
que limitaban la depredación de sus recursos naturales y por eso, ahora padecen un intercambio comercial
más asimétrico, un vaciamiento financiero más intenso y una desarticulación industrial más acentuada.
*Algunos neoliberales atribuyen estos efectos a la limitada aplicación de sus recomendaciones, cómo si una
década de nefastos experimentos no brindara suficientes lecciones del resultado de sus recetas. Otros
sugieren que el subdesarrollo constituye una fatalidad derivada del temperamento desganado de la población
periférica, del peso de la corrupción o de la inmadurez cultural de los pueblos del Tercer Mundo. En general,
la argumentación colonialista ha cambiado de estilo, pero su contenido se mantiene invariable. Ya no justifica
la superioridad del conquistador en la pureza racial, sino en su acervo de conocimientos o en la calidad de sus
comportamientos.
TRANSNACIONALIZACION IMPERIAL. *Negri y M.Hardt presentan un cuestionamiento más serio a la teoría
del imperialismo, porque estiman que la globalización diluye las fronteras entre el Primer y Tercer Mundo.
Consideran que un nuevo capital global actúa en torno a la ONU, el G 8, el FMI y la OMC y ha creado una
soberanía imperial, que enlaza a las fracciones dominantes del centro y la periferia en un mismo sistema de
opresión mundial.
EL IMPERIALISMO DEL SIGLO XXI. *Esta caracterización supone la existencia de cierta homogenización del
desarrollo capitalista, que resulta muy difícil de verificar. Todos los datos de inversión, ahorro o consumo
confirman la contundente ampliación de los desniveles entre las economías centrales y periféricas e indican
que los procesos de acumulación y crisis también se polarizan. No sólo la prosperidad norteamericana de la
última década contrastó con el derrumbe generalizado de las naciones subdesarrolladas, sino que el colapso
social de la periferia no tiene por ahora equivalentes en Europa. Tampoco existe ningún indicio de
convergencia del status de la burguesía venezolana y estadounidense o de asimilación de la crisis argentina a
la japonesa. Lejos de uniformar la reproducción del capital en un horizonte común, la mundialización
profundiza la creciente dualización de este proceso a escala planetaria. *Es cierto que la asociación entre las
clases dominantes de la periferia y las grandes corporaciones es más estrecha y que la pobreza se extendió
en el corazón del capitalismo avanzado. Pero estos procesos no convierten a ningún país dependiente en
central, ni tampoco tercermundista a las potencias metropolitanas. El mayor entrelazamiento entre las clases
dominantes coexiste con la consolidación de la brecha histórica que separa a los países desarrollados y
atrasados. Por eso, el capitalismo no se nivela, ni se fractura en torno a un nuevo eje trasnacional, sino que se
desenvuelve ahondando la polarización forjada durante el siglo pasado. *La mayor evidencia de esta
persistente organización jerárquica del mercado mundial es el poder detentado por los capitalistas de una
veintena de naciones sobre los restantes 200 países. Ejercen su dominación militar a través del Consejo de
Seguridad de la ONU, imponen su hegemonía comercial por medio de la OMC y afianzan su control financiero
con el FMI. *Al analizar los vínculos predominantes entre las clases dominantes, la tesis transnacionalita
confunde asociación con la equiparación del poder. Qué un sector de los grupos capitalistas de la periferia
incremente su integración con sus aliados del centro no los convierte en partícipes de la dominación global, ni
diluye su debilidad estructural. Mientras que las corporaciones norteamericanas explotan a los trabajadores
latinoamericanos, la burguesía ecuatoriana o brasileña no participa de la expropiación del proletariado
estadounidense. Aunque el salto registrado en la internacionalización de la economía es muy significativo, los
capitales continúan operando en el marco de un orden imperialista que fractura al centro de la periferia.
CLASES Y ESTADOS I. *Algunos autores sostienen que la transnacionalización del capital se ha extendido a
las clases y a los estados, creando un nuevo corte transversal de dominación global que atraviesa a todos los
países y estratos sociales ix. *Esta tesis identifica a los procesos de integración regional con la
“transnacionalización” social y estatal, sin percibir la diferencia cualitativa que separa la asociación entre
grupos imperialistas de la recolonización periférica. La Unión Europea y el ALCA, por ejemplo, no forman
parte de una misma tendencia hacia la “transnacionalización”, sino que constituyen expresiones de dos
procesos muy distintos. No es lo mismo una alianza entre sectores dominantes en el mercado mundial que un
plan neocolonial de una potencia. *En realidad, sólo la alta burocracia de los países periféricos también
perteneciente a los organismos internacionales constituye un grupo social plenamente “transnacionalizado”.
La lealtad de este sector hacia el FMI o la OMC es mayor que hacia los estados nacionales que manejan y se
podría incluso caracterizar que el comportamiento y las perspectivas de estos funcionarios anticipa el curso
futuro de las clases capitalistas del Tercer Mundo. Pero esta evolución constituye una posibilidad y no
representa todavía una realidad verificable, especialmente en los países de la periferia superior (como Brasil o
Corea del Sur), cuya clase dominante está muy enlazada con los procesos de acumulación dependientes de
los mercados internos. La situación es completamente diferente en las economías de pequeños países (por
ejemplo de Centroamérica), altamente integrados al mercado de una gran potencia. Estas diferencias
desmienten la existencia de un proceso general o uniforme de transnacionalización. *Algunos defensores de
la tesis imperial afirman que el grado de ensamble efectivo entre las clases centrales y periféricas es superior
a lo que indican los parámetros obsoletos de las cuentas nacionales. Y es cierto que estas categorías ya son
insuficientes para evaluar el curso de la mundialización actual, pero complementan a otros indicadores
contundentes de la brecha entre el centro y la periferia. La profundización de estas desigualdades se verifica
en cualquier plano de productividad, ingresos, consumo o acumulación. *Es por otra parte falso, suponer que
un “nuevo estado global” ha sustituido la distinción entre estados dominantes y recolonizados. Esta diferencia
se verifica en la irrelevante influencia que tienen las burguesías del Tercer Mundo en cualquier decisión de la
ONU, el FMI, la OMC o el BM. Las clases dominantes de la periferia no son víctimas del subdesarrollo y
lucran ampliamente con la explotación de los trabajadores de sus países. Pero esta participación no les otorga
ninguna gravitación en la dominación mundial. *La tesis del imperio ignora este rol marginal y desconoce la
perdurabilidad del dominio imperialista en los sectores estratégicos de la periferia. No registra que esta
sujeción no es ya puramente colonial, ni está exclusivamente centrada en la apropiación de las materias
primas o el manejo territorial directo, pero subsiste como mecanismo de control metropolitano de los sectores
estratégicos de los países subdesarrollados.*Esta dominación no se ejerce a través de un misterioso “poder
global”, sino por medio de la acción militar y diplomática de cada potencia en sus áreas de mayor influencia. El
rol de Estados Unidos es más nítido en el “Plan Colombia” que en el conflicto de los Balcanes y el papel de
Europa es más definido en las crisis del Mediterráneo que en el desarrollo del ALCA. Esta especificidad deriva
de los intereses que cada grupo imperialista canaliza a través de sus estados en acciones geopolíticas, que
los teóricos del imperio no pueden percibir.
a) ¿UN RETORNO AL CAPITALISMO INDUSTRIALISTA? *La mayor parte de los críticos del neoliberalismo
en la periferia reconocen que la dependencia persiste como una causa central del subdesarrollo. Pero
proponen superar esta sujeción mediante la construcción de “otro capitalismo”. Ya no vislumbran un proyecto
totalmente nacional, autónomo y centrado en la “sustitución de importaciones” -como sus antecesores de la
CEPAL- pero si un modelo regional, regulado y basado en los mercados internos. Auspician esquemas
keynesianos, para erigir “estados de bienestar en la periferia”, sostenidos en transformaciones institucionales
(erradicar la corrupción, recomponer la legitimidad) y en grandes cambios comerciales (frenar la apertura),
financieros (limitar los pagos de la deuda) e industriales (reorientar la producción hacia la actividad local).
*¿Pero cómo se construiría un “capitalismo eficiente” en países sometidos al sistemático drenaje de sus
recursos? ¿Cómo se lograría actualmente alcanzar un objetivo resignado por la clase dominante desde la
mitad del siglo XIX? ¿Qué grupos construirían este sistema de mejoras sociales y maximización del beneficio?
*Los partidarios del nuevo capitalismo periférico no brindan respuestas a ninguno de estos interrogantes
cruciales. Ignoran que el margen para implementar su proyecto se ha reducido a partir de la asociación
creciente de las clases dominantes periféricas con el capital metropolitano. Esta vinculación obstaculiza la
acumulación interna, multiplica la salida de capitales y dificulta la aplicación de políticas re activantes de la
demanda interna. Las burguesías que no lograron en el pasado poner en pie un capitalismo autónomo, tienen
menos posibilidades de aproximarse a esa meta en la actualidad. *Su giro pro-imperialista limita incluso la
viabilidad de proyectos regionales como el MERCOSUR. Esta asociación tambalea luego de una década de
fracasos en la erección de instituciones económicas y políticas comunes. Todas las propuestas de acción
concertada (monedas, organismos, instancias de arbitraje) fueron archivadas a medida que la crisis se
extendió en toda la zona. Estos colapsos se profundizan con las políticas de “diferenciación” que ensayan
todos los gobiernos, para demostrarle al FMI que “ellos no son irresponsables”. La fractura regional repite así
la historia de balcanización latinoamericana y confirma la incapacidad de las burguesías locales para
instrumentar políticas de acumulación auto-centradas. *Muchos autores explican este resultado por el
tradicional “rentismo” regional y la consiguiente ausencia de empresarios dispuestos a invertir o arriesgar.
Pero si esta ausencia de impulsos a la acumulación sostenida se ha reforzado: ¿Por qué apostar a un
proyecto que carece de sujeto? ¿Qué sentido tiene construir un capitalismo, sin capitalistas interesados en
competir e innovar? *Convocar a los trabajadores a que sustituyan a la clase dominante en esta tarea equivale
a incentivarlos a construir las cadenas de su propia explotación. La expectativa en que otros sectores sociales
reemplazarán a los empresarios en la tarea de apuntalar un capitalismo próspero (burocracias, clase media)
tampoco tiene gran fundamento, ni precedentes empíricos. *Los partidarios de erigir “otro capitalismo”
deberían recordar que el modelo prevaleciente en cada país es producto de ciertas condiciones históricas y no
de elecciones libres de sus gestores. Existe una dinámica objetiva de este proceso que explica por qué el
desarrollo del centro acentúa el subdesarrollo de la periferia. Es evidente que todos los miembros de las
naciones periféricas hubieran deseado un destino de potencias desarrolladas, pero en el mercado mundial
hay poco lugar para grupos dominantes y mucho espacio para las economías dependientes. Por eso, las
“economías de mercado exitosas” en la periferia son excepcionales o transitorias. Para emerger del
subdesarrollo no alcanza con implementar políticas antiliberales. Se requiere, además, enlazar la acción
antiimperialista con la construcción de una sociedad socialista.
TRES MODELOS EN DISCUSIÓN. *La vigencia de la teoría clásica del imperialismo para explicar las
relaciones de dominación entre el centro y la periferia es contundente. Pero su actualidad para clarificar las
vinculaciones contemporáneas entre las grandes potencias es más controvertible. En este segundo sentido, el
concepto de imperialismo ya no apunta a esclarecer las causas del atraso estructural de los países
subdesarrollados, sino que pretende aclarar el tipo de alianzas y rivalidades predominantes en el campo
imperialista. Varios autores han destacado la importancia que tiene distinguir entre ambos significados,
señalando que las modalidades de dominación periférica y de vinculación entre las potencias han seguido
cursos divergentes a lo largo de la historia. *El punto de partida tradicional para analizar este segundo aspecto
es la distinción entre fase imperialista y librecambista del capitalismo, propuesta por los teóricos marxistas de
principios del siglo XX. Con esta delimitación buscaron caracterizar una nueva etapa del sistema, signada por
el reparto de los mercados entre las potencias a través de la guerra. *Lenin atribuía esta tendencia al conflicto
bélico interimperialista a la gravitación del monopolio y el capital financiero, Luxemburgo a la necesidad de
buscar salidas externas al estrechamiento de la demanda, Bujarin al choque entre los intereses
expansionistas y proteccionistas de los grandes carteles y Trotsky al agravamiento de las desigualdades
económicas generadas por la propia acumulación. Estas interpretaciones pretendían clarificar porqué la
concurrencia entre grupos monopólicos que comenzaba en confrontaciones comerciales y áreas monetarias
desembocaba en desenlaces sangrientos. *Esta caracterización quedó desactualizada en la posguerra,
cuándo la perspectiva de conflictos armados directos entre las potencias tendió a desaparecer. La hipótesis
de este choque se tornó descartable o muy improbable, a medida que la competencia económica entre las
diversas corporaciones y sus estados se fue concentrando en rivalidades más continentales. Estos cambios
transformaron los términos del análisis del segundo aspecto de la teoría del imperialismo. *En los años 70
Mandel sintetizó la nueva situación, mediante un análisis de tres modelos posibles de evolución del
imperialismo: competencia interimperialista, transnacionalismo (en su denominación original:
ultraimperialismo) y superimperialismo. Estimaba que el rasgo dominante de la acumulación era la rivalidad
creciente y por eso atribuyó a la primera alternativa mayores posibilidades. También pronosticó que la
concurrencia intercontinental se profundizaría junto a la formación de alianzas regionales. *El economista
belga cuestionó la segunda perspectiva transnacionalista (anticipada por Kautsky) y defendida por los autores
que preveían la constitución de asociaciones transnacionales divorciadas del origen geográfico de sus
integrantes Mandel consideraba que si bien la internacionalización de las empresas multinacionales debilitaba
sus cimientos nacionales, no era probable una gran sucesión de fusiones entre propietarios de corporaciones
de distinto origen. Dado el carácter concurrente de la reproducción capitalista, estimaba aún menos factible el
sostenimiento de este proceso en la constitución de “estados mundiales”. Además, consideraba muy
improbable la indiferencia de las corporaciones hacia la coyuntura económica de sus países de origen y la
consiguiente prescindencia frente a las políticas anti cíclicas en estas naciones, que supondría este tipo de
integraciones. Descartaba este escenario, argumentando que el desarrollo desigual del capitalismo y las crisis
crean tensiones incompatibles con la perdurabilidad de alianzas transnacionales.*La tercer alternativa
superimperialista presagiaba la consolidación del dominio de una potencia sobre las restantes y el
sometimiento de los perdedores a relaciones de sujeción semejantes a las vigentes en los países periféricos.
Mandel consideraba en este caso, que la supremacía alcanzada por Estados Unidos no colocaba a Europa y
Japón al mismo nivel de dependencia que las naciones subdesarrolladas. Destacaba que la hegemonía
norteamericana en el plano político y militar, no implicaba supremacía económica estructural de largo plazo.
*¿Cómo se plantean actualmente estas tres perspectivas? ¿Qué tendencias prevalecen a principio del siglo
XXI: la competencia interimperialista, el ultraimperialismo o el superimperialismo?
LOS CAMBIOS EN LA CONCURRENCIA INTERIMPERIALISTA. *La interpretación inicial de la tesis del
imperialismo como una etapa de rivalidad bélica entre potencias no tiene prácticamente adherentes en la
actualidad. Existe en cambio una versión débil de esta visión centrada ya no en el desenlace militar, sino en el
análisis de la concurrencia económica. Algunos analistas subrayan la activa intervención de los estados
imperialistas para apuntalar esta competencia, así como la vigencia de políticas neomercantilistas para
debilitar a las compañías rivales. Otros autores remarcan la prioridad que mantienen los mercados internos en
la actividad de las corporaciones y la homogeneidad de origen de sus propietarios. Esta atadura a sus bases
nacionales, explica para ciertos estudiosos porqué la tendencia a la formación de bloques regionales es más
significativa que la mundialización comercial, financiera o productiva. Qué el crecimiento norteamericano de la
última década se haya concretado a expensas de sus rivales es interpretado también como una expresión del
retorno a la concurrencia interimperialista. Estos enfoques coinciden en presentar a la mundialización como un
proceso cíclico de fases expansivas y contractivas del grado de internacionalización de la economía. *Esta
variedad de argumentos contribuye a refutar la mitología neoliberal sobre el “fin de los estados”, la
“desaparición de las fronteras” y la “movilidad irrestricta del trabajo”. La tesis de la concurrencia
interimperialista demuestra cómo esta rivalidad limita la deslocalización industrial, la liberalización financiera y
la apertura comercial, destacando que la competencia de bloques exige cierta estabilidad geográfica de la
inversión, restricciones al movimiento de capital y políticas comerciales orientadas por cada estado.*Pero
aunque desmientan convincentemente las simplificaciones globalizantes, estas contribuciones no alcanzan
para esclarecer las diferencias existentes entre el contexto actual y el vigente a principio del siglo XX. Es
cierto que la concurrencia interimperialista continúa determinando el curso de la acumulación: ¿Pero por qué
razón la rivalidad entre las potencias ya no desemboca en conflagraciones bélicas directas? La misma
competencia se desarrolla ahora en un marco de mayor solidaridad capitalista, puesto que Estados Unidos,
Europa y Japón comparten los mismos objetivos de la OTAN y actúan dentro de un bloque común de estados
dominantes, frente a los distintos conflictos militares. *Se podría interpretar que el alcance mutuamente
destructivo de las armas nucleares ha transformado el carácter de las guerras, neutralizando las
confrontaciones abiertas. Pero este razonamiento explica solo las modalidades de la disuasión que asumió el
choque entre Estados Unidos y la ex URSS, sin aclarar por qué los tres rivales imperialistas prescinden de
este tipo de enfrenamiento. También es cierto que la “lucha contra el comunismo” diluyó la concurrencia entre
potencias capitalistas, pero este conflicto tampoco estalló luego de concluida la “guerra fría”. *En realidad, el
choque entre potencias ha quedado mediatizado por el salto registrado en la mundialización. La actividad
capitalista internacional tiende a entrelazarse con el crecimiento del comercio por encima del aumento de la
producción, la formación de un mercado financiero planetario y la afirmación de la gestión globalizada de los
negocios por parte de las 51 corporaciones, que ya integran el pelotón de las 100 mayores economías del
mundo.*La estrategia productiva de estas compañías se basa en combinar tres opciones: abastecimiento de
insumos, fabricación integral para el mercado local y fragmentación del ensamblado de partes elaboradas en
distintos países. Esta mixtura de producción horizontal (recreando en cada región el molde del país de origen)
y producción vertical (subdividiendo el proceso productivo de acuerdo a un plan global de especialización)
implica un grado de asociación más significativo entre capitales internacionalizados. Las corporaciones que
definen su estrategia a escala global tienden además a predominar sobre las menos internacionalizadas,
como lo demuestra por ejemplo, la gravitación del primer tipo de firmas en las fusiones corporativas de la
última década. *Este avance de la mundialización explica también por qué las tendencias proteccionistas no
alcanzan actualmente la dimensión del 30, ni desembocan en la formación de bloques totalmente cerrados. El
neo mercantilismo coexiste con la presión opuesta hacia la liberalización comercial, ya que el intercambio
interno entre las empresas localizadas en distintos países ha crecido notablemente. Este hecho no aparece
claramente registrado en las estadísticas corrientes, puesto que las operaciones entre compañías
internacionalizadas realizadas dentro de un mismo mercado nacional son generalmente computadas como
transacciones internas de ese país. *Este avance de la mundialización que debilita la concurrencia tradicional
entre potencias imperialistas expresa una tendencia dominante y no sólo un vaivén cíclico del capitalismo. Los
períodos de retracción nacional o regional constituyen movimientos contrarrestantes de ese impulso central a
la ampliación del radio de acción geográfico del capital. El freno de esta tendencia proviene de los
desequilibrios que genera la expansión mundial y no de la pendularidad estructural de ese proceso. *En última
instancia, la presión mundializadora es la fuerza dominante porque refleja la creciente acción de la ley del
valor a escala internacional. Cuánto más gravitan las empresas transnacionales, mayor es el campo de
valorización del capital a escala global frente a las áreas exclusivamente nacionales. Esta influencia expresa
la tendencia a la formación de precios mundiales representativos de los nuevos patrones del tiempo de trabajo
socialmente necesario para la producción de mercancías. *La gestión internacionalizada de los negocios
erosiona la vigencia del modelo clásico de concurrencia interimperialista. Pero esta transformación no es
perceptible si se observa a la mundialización en curso como un “proceso tan viejo como el propio capitalismo”.
Esta postura tiende a ignorar las diferencias cualitativas que separan a cada etapa de ese proceso y esa
distinción es vital para poder comprender por qué la internacionalización de la Compañía de las Indias del
siglo XVI tiene, por ejemplo, tan poco parecido con la fabricación mundialmente segmentada de General
Motors. *La rivalidad contemporánea entre corporaciones se desenvuelve en un marco de acción más
concertada. En los organismos mundiales de acción política (ONU, G 8), económica (FMI, BM, OMC) y militar
(OTAN) se negocian las reglas de esta actividad común. A diferencia del pasado, la acción tradicional de los
bloques competitivos coexiste con la incidencia creciente de esas instituciones, que actúan haciéndose eco de
los intereses de las compañías internacionalizadas. *Por eso la remodelación contemporánea de territorios,
legislaciones y mercados se consuma a través de ambas instancias y no por medio de la guerra entre
potencias. Es evidente que la nueva configuración imperialista se sostiene en masacres bélicas sistemáticas,
pero los escenarios de estas batallas son periféricos. La multiplicación de estos conflictos no deriva de
guerras interimperialista y este cambio obedece a un salto cualitativo de la mundialización, que no es
contemplado, ni explicado por el viejo modelo de la concurrencia entre potencias.
LA EXAGERACIÓN TRANSNACIONALISTA.*Algunos defensores de la hipótesis transnacionalista estiman
que las corporaciones actuales ya operan desconectadas de sus países de origen. Otros atribuyen el
surgimiento del “capital global” a la informatización de la economía, a la sustitución de la actividad industrial
por la acción de las redes y a la expansión del trabajo inmaterial. Destacan que esta conjunción elimina la
centralidad del proceso productivo, favorece la gestación de un mercado planetario y refuerza la
“desterritorialización del imperio”. *Pero esta visión tiende a interpretar tendencias embrionarias como hechos
consumados y a deducir de la creciente asociación entre los capitales internacionales un nivel de integración
que no se verifica en ningún campo. La transnacionalización de capitales constituye actualmente sólo un
proceso inicial de una transformación estructural, que en el pasado insumió siglos. Ninguna evidencia de la
última década sugiere la presencia de un acortamiento tan radical del ritmo histórico del capitalismo. *El
transnacionalismo exagera el ascenso del capital global, reflejando cierta presión mediática por construir
novedades teóricas al ritmo del consumo periodístico. Basta observar la evolución del parámetro que indicó
Mandel - la sensibilidad de las corporaciones globalizadas a cada coyuntura económica nacional- para
registrar la invalidez de la tesis ultra imperialista. Los cuatro rasgos centrales del curso económico de los 90 –
reactivación norteamericana, estancamiento europeo, depresión japonesa y desplome de la periferia ilustran
la inexistencia de una evolución común del “capital globalizado”. Los beneficios y las pérdidas de cada grupo
corporativo han dependido de su ubicación en cada región. Qué la recuperación estadounidense se haya
sostenido en la caída de sus rivales confirma la existencia de un bloque ganador diferenciado de las
compañías europeas o japonesas. *Ciertas formas de asociación global comienzan a emerger y por primera
vez se están soldando alianzas estructurales transatlánticas y transpacíficas entre compañías europeas,
norteamericanas y niponas. Este tipo de conexiones obstaculizan la cohesión de la Unión Europea, obligan a
Estados Unidos a fijar su política económica en función del financiamiento externo e inducen a Japón a
continuar su resistida apertura de mercados. Pero estas vinculaciones no eliminan la existencia de bloques
competitivos estructurados en torno a los viejos lazos estatales. *En sus variantes moderadas, el
transnacionalismo ignora que el Nafta, la Unión Europea o el Asean expresan esta puja de rivales. Pero en la
vertiente extrema de Negri esta concepción propaga, además, todo tipo de fantasías sobre el
“descentramiento” geográfico, desconociendo que la acción estratégica de las corporaciones continúa
asentada en Estados Unidos, Europa o Japón. El enlace global ha creado un nuevo marco común para la
concurrencia, pero sin eliminar los cimientos territoriales de esta competencia. *Es cierto, por otra parte, que la
transformación informática favorece el entrelazamiento global del capital, ya que tiende a amalgamar la
actividad financiera, acelerando las transacciones comerciales y acentuando la reorganización del proceso de
trabajo. Pero la revolución tecnológica también refuerza la concurrencia y la necesidad de alianzas regionales
entre las corporaciones que se disputan los mercados. La “economía de la redes” no solo unifica, sino que
también acentúa la competencia nacional. La aplicación de las nuevas tecnologías de la información está
guiada por parámetros capitalistas de ganancia, concurrencia y explotación que impiden flujos indiscriminados
de inversiones a escala global o movimientos irrestrictos de la mano de obra. Estas localizaciones dependen
de condiciones de acumulación y valorización del capital, que obligan a las 200 empresas mundializadas a
concentrar sus centros operativos en un pequeño puñado de países centrales.
CLASES Y ESTADOS II. *Quiénes consideran que la transnacionalización del capital ha dado lugar a un
proceso equivalente en el terreno de las clases dominantes y los estados, señalan como evidencias de este
cambio el avance de la inversión extranjera, la internacionalización del trabajo y la gravitación de los
organismos mundiales. Negri incluso considera que se ha consumado la formación de un nuevo orden jurídico
–inspirado en la constitución norteamericana surgido de la transferencia de soberanías nacionales al centro
imperial de la ONU. *Pero este esquema es completamente forzado, ya que no existe ningún indicio de
globalización plena de la clase dominante. Cualesquiera sean sus divisiones internas, la burguesía
norteamericana constituye un agrupamiento claramente diferenciado de su homólogo japonés o europeo.
Actúa en torno a gobiernos, instituciones y estados distintos, defendiendo políticas arancelarias, impositivas,
financieras o monetarias propias y actúa en función sus intereses específicos. Incluso la integración de ciertas
burguesías en torno a un estado supranacional –como en el caso de Europa- no convierte a sus miembros en
“capitalistas globales”, puesto que no se han enlazados también con sus competidores extra continentales en
un mismo estado. *La eventual transnacionalización de la capa gerencial de algunas corporaciones y del
segmento directivo de los organismos internacionales tampoco prueba el de surgimiento de una clase
dominante global. Este staff de funcionarios cosmopolitas conforma una burocracia de altas
responsabilidades, pero no constituye una clase. El principal parámetro para evaluar la existencia de esta
formación social –la propiedad de los medios de producción- indican una clara fragmentación geográfica
dentro del viejo radio de las naciones. Los dueños de cada empresa transnacional son norteamericanos,
europeos o japoneses y no “globales”. Los datos de propiedad de las 500 mayores corporaciones confirman
esta conexión nacional, ya que el 48% de estas compañías pertenece a capitalistas norteamericanos, el 30%
a europeos y el 10% a japoneses *Además, el FMI, la OMC o el WEF (World Economic Forum) no constituyen
estructuras estatales homogéneas, sino centros de negociación de las distintas corporaciones, que a través
de sus representantes estatales defienden distintos acuerdos comerciales y tratados de inversiones. Las
compañías se apoyan en estas estructuras para batallar con sus rivales. Cuándo, por ejemplo, Boeing y
Airbus se disputan el mercado aeronáutico mundial, recurren más a sus lobistas de Estados Unidos y Europa,
que a los funcionarios de la OMC. En la competencia interimperialista chocan estados o bloques regionales y
no entrelazamientos intercorporativos del tipo Toyota-General Motors versus Chrysler-D.M.Benz. *El rol
privilegiado que mantienen los estados demuestra que las principales funciones capitalistas de esta institución
(garantizar el derecho de propiedad, proveer las condiciones para la extracción y realización del plus valor,
asegurar la coerción y el consenso) no pueden mundializarse a la misma velocidad que los negocios. Incluso
si un estado transnacionalizado tuviera ya los recursos, la experiencia y el personal suficiente para encarar
por ejemplo plenamente las funciones represivas, carecería de la autoridad que cada burguesía conquistó en
su nación a lo largo de varios siglos para ejercer esta tarea.*Negri ignora estas contradicciones al postular la
existencia de una nueva soberanía imperial en torno a la ONU. Deduce esta vigencia de un análisis
restrictivamente jurídico y totalmente desligado de la lógica de funcionamiento del capital. Pero lo más
sorprendente es su candorosa presentación de las Naciones Unidas como un sistema opresivo en la cúpula
(Consejo de Seguridad) y democrático en la base (Asamblea General), olvidando que esta institución –en
todos sus niveles- actúa como un pilar del orden imperialista actual. Esta benevolencia se apoya, a su vez, en
una mirada apologética de la constitución norteamericana, que desconoce cómo la elite de ese país construyó
un sistema político de opresión, mediante un mecanismo de contrapoderes destinado a burlar el mandato
popular. Esta visión de la soberanía imperial extrema los errores del enfoque transnacionalista, porque
exagera el principal defecto de esta visión: desconocer que la mayor integración mundial del capital se
desenvuelve en el marco de los estados y las clases dominantes existentes o regionalizadas.
LOS ERRORES DEL “SUPERIMPERIALISMO”. *En la tesis del imperio está parcialmente implícita una
caracterización del dominio indisputado de Estados Unidos. Aunque Negri subraya que el imperio “carece de
centro territorial”, también señala que todas las instituciones de la nueva etapa derivan del antecedente
estadounidense y se erigen en oposición a la decadencia europea. *Esta interpretación converge todas las
caracterizaciones que identifican el liderazgo norteamericano actual con el “predominio de una sola potencia”,
la “unipolaridad del mundo” o el afianzamiento de la “era estadounidense”. Estas visiones actualizan la teoría
del superimperialismo, que postula la hegemonía total de un rival sobre sus competidores. *El soporte
empírico de esta tesis surge del arrollador avance norteamericano de la última década, especialmente en el
terreno político y militar. Mientras que la acción de las Naciones Unidas ha quedado acomodada a las
prioridades de Estados Unidos, la presencia del gendarme norteamericano se ha extendido a todos los
rincones del planeta, a través de los acuerdos con Rusia y la intervención en regiones –como Asia central o
Europa Oriental- que estaban fuera de su control. *Estados Unidos detenta una clara superioridad tecnológica
y productiva frente a sus rivales. Esta supremacía se ha verificado en la actual recesión global, porque el nivel
de actividad económica mundial presenta un extraordinario grado de dependencia del ciclo norteamericano.
*Estados Unidos retomó en los 90 el liderazgo que desafió Europa en los 70 y Japón en los 80. Desde el
gobierno de Reagan, la primer potencia explotó las ventajas que le otorga su primacía militar, para financiar su
reconversión económica con recursos del resto del mundo. En ciertos períodos apeló al abaratamiento del
dólar (para relanzar las exportaciones) y en otras fases al encarecimiento de esa divisa (para absorber
capitales externos). También impuso alternativamente la liberalización comercial y el proteccionismo en los
sectores que detenta respectivamente alta o baja competitividad, respectivamente. Esta recuperación
hegemónica se explica a su vez por la implantación internacional que tienen las corporaciones
estadounidenses y porque el capitalismo norteamericano se ha orientado desde el siglo pasado a penetrar los
mercados internos de sus competidores. *Sin embargo, ninguno de estos hechos prueba la existencia del
superimperialismo, ya que la supremacía norteamericana no ha conducido al sometimiento de Europa o
Japón. Los conflictos que oponen a las grandes potencias tienen la envergadura de conflictos interimperialista
y no son comprables a los choques entre países centrales y periféricos. En las disputas comerciales con
Estado Unidos, Francia no se comporta como Argentina, dentro del FMI Japón no mendiga créditos sino que
actúa como acreedor y Alemania es protagonista y no víctima de las resoluciones del G8. *Las relaciones
entre Estados Unidos y sus competidores no presentan los rasgos de la dominación imperial. Existe una
contundente primacía norteamericana en las relaciones geopolíticas, pero “el nexo transatlántico” no implican
la subordinación de Europa y el “eje del Pacífico” no se caracteriza por la sujeción de Japón a cualquier
exigencia de Estados Unidos. *La tesis superimperialista sobrevalora el liderazgo norteamericano y
desconoce sus contradicciones del liderazgo. Gozan opina acertadamente, que la forma de dominación
“suprematista” (a costa de los rivales) y no “hegemonista” (compartiendo los frutos del poder) de Estados
Unidos socava su liderazgo. La fuerza estadounidense se construye además, mediante el entrelazamiento y
no -como en el pasado- a través del aplastamiento bélico de los competidores. Y esta modalidad obliga a
forjar alianzas, que al no surgir de un desenlace militar son más frágiles. El carácter elitista del imperialismo
actual, es decir carente del sostén masivo, chauvinista y patriotero de principio del siglo XX, también erosiona
la superioridad de la primer potencia. *La supremacía estadounidense se ejerce en la práctica a través de las
guerras en las zonas periféricas más calientes del planeta. Pero también esta belicosidad deteriora un curso
superimperialista, porque estas agresiones sistemáticas potencian la inestabilidad. La nueva doctrina de
“guerra infinita” que aplica Bush profundiza este descontrol, ya que rompe con la tradición de enfrentamientos
limitados y sujetos a cierta proporcionalidad entre medios y fines. En las campañas contra Irak, “el
narcotráfico” o el “terrorismo”, Estados Unidos busca crear un clima de temor permanente a través de
agresiones sin duración acotada, ni objetivos precisos. *Este tipo de acción imperialista no sólo disloca
naciones, desintegra estados y destruye sociedades, sino que también genera el tipo de “boomerangs” que
Estados Unidos acaba de padecer en carne propia con los talibanes. La “guerra total” sin escrúpulos jurídicos
desestabiliza el “orden mundial” y deteriora la autoridad de sus mandantes. Por eso la perspectiva de
superimperialismo no se ha consumado y está amenazada por la propia acción dominante de Estados Unidos.
LA COMBINACIÓN DE LOS TRES MODELOS. *Ninguno de los tres modelos alternativos al imperialismo
clásico esclarece las relaciones actualmente predominantes entre las grandes potencias. La tesis de la
concurrencia interimperialista no explica las razones que inhiben la confrontación bélica e ignora el avance
registrado en la integración de los capitales. El enfoque transnacionalista desconoce que las rivalidades entre
las corporaciones continúan mediadas por la acción de las clases y los estados nacionales o regionales. La
visión superimperialista no toma en cuenta la inexistencia de relaciones de subordinación entre las economías
desarrolladas equiparables a las vigentes en la periferia.
*Estas insuficiencias inducen a pensar que la rivalidad, la integración y la hegemonía contemporánea tienden
a combinarse en nuevo tipo de vínculos interimperialistas, más complejos que los imaginados en los años 70.
Indagar esta mixtura es más provechoso que preguntarse cuál de los tres modelos concebidos en ese
momento ha prevalecido. En las últimas décadas el avance de la mundialización ha incentivado la asociación
trasnacional de capitales, alentando la concurrencia tradicional e induciendo también a una potencia a asumir
un liderazgo cohesionador del sistema. *Reconocer esta combinación permite comprender el carácter
intermedio de la situación actual. Por el momento no predominan la rivalidad, la integración, ni la hegemonía
plenas, sino un cambio en las relaciones de fuerza al interior de cada potencia, que favorece a los sectores
transnacionalizados en desmedro de los nacionalizados en el marco de los estados y clases existentes. Este
balance de posiciones difiere en cada país (en Canadá u Holanda, la fracción mundializada es probablemente
más gravitante que en Estados Unidos o Alemania) y en cada sector (en la industria automotriz, la
transnacionalización es mayor que en la siderurgia). El capital se internacionaliza mientras los viejos estados
nacionales continúan asegurando la reproducción general del sistema. *La nueva combinación de rivalidad,
integración y supremacía imperialistas forma parte de las grandes transformaciones recientes del capitalismo.
Se inscribe en el marco de una etapa signada por la ofensiva del capital sobre el trabajo (incremento del
desempleo, la pobreza y la flexibilización laboral), la expansión sectorial (privatizaciones) y geográfica (hacia
los ex “países socialistas”) del capital, la revolución informática y la desregulación financiera. *Estos procesos
han alterado el funcionamiento del capitalismo y multiplicado los desequilibrios del sistema, al debilitar la
regulación estatal de los ciclos económicos e incentivar la rivalidad entre las corporaciones. Las viejas
instituciones políticas pierden autoridad a medida que parte del poder efectivo se desplaza hacia nuevos
organismos mundializados, que carecen a su vez de legitimidad y consenso popular. Además, la escalada
militar imperialista provoca colapsos en las regiones periféricas ahondando la inestabilidad mundial. *Estas
contradicciones son características del capitalismo y no presentan las similitudes con el imperio romano que
postulan numerosos autores. Estas analogías subrayan la identidad de mecanismos de inclusión o exclusión
de los grupos dominantes al centro imperial, la semejanza institucional (Monarquía-Pentágono, Aristocracia-
Corporaciones, Democracia- Asamblea ONU) o la decadencia común de ambos sistemas (caída de Roma-
“pudrición” del régimen actual) *Pero el capitalismo contemporáneo no está erosionado por una expansión
territorial desbordada, ni está corroído por el estancamiento agrario, la improductividad del trabajo o el
derroche de la casta dominante. A diferencia del modo de producción esclavista, el capitalismo no genera la
paralización de las fuerzas productivas, sino un desarrollo descontrolado y sujeto a crisis cíclicas. *Las
contradicciones derivadas de la acumulación, la extracción de plusvalía, la valorización del capital o la
realización del valor conducen a la crisis, pero no a la agonía de la Antigüedad. Pero la diferencia crucial
radica en el rol jugado por sujetos sociales con capacidad de transformación histórica, que no existían durante
la decadencia romana.
LOS AMBITOS DE LA RESISTENCIA POPULAR. *Los trabajadores, explotados y oprimidos de todo el
planeta son los antagonistas del imperialismo del siglo XXI. Su acción ha modificado en los últimos años el
clima de triunfalismo neoliberal prevaleciente en la elite de la clase dominante desde principios. *Una
sensación de desconcierto comienza a instalarse en el “establishment” globalizador, como lo prueban las
críticas que los popes del neoliberalismo descargan contra el curso económico actual. *Soros, Stiglitz o Sachs
ahora escriben impactantes libros para denunciar el descontrol de los mercados, el exceso de austeridad o la
inconveniencia de ajustes extremos. Sus caracterizaciones son tan superficiales como los desbordantes
elogios que antes propinaban al capitalismo. No aportan ninguna reflexión relevante, pero testimonian el
malestar que ha creado en la cúspide del imperialismo, el desastre social creado durante los años de la
euforia privatizadora. *Estos cuestionamientos al “capitalismo salvaje” reflejan el avance de la resistencia
popular, porque los dueños del mundo ya no sesionan en paz. Sus encuentros en puntos remotos y en
reuniones atrincheradas siempre enfrentan las manifestaciones del movimiento de protesta global. No pueden
aislarse en Davis, rehuir la escandalosa represión de Génova, ni ignorar los desafíos de Porto Alegre. Ya no
hay “discurso único”, ni “un sola alternativa” y con el avance de los cuestionamientos populares decrece la
imagen de omnipotencia imperialista. *Los participantes de la protesta global son los artífices centrales de
este cambio. Su resistencia ya desborda el impacto mediático inicialmente creado por el boicot a las cumbres
de presidentes, ejecutivos y banqueros. Seattle marcó un “antes y un después” para el desarrollo de esta
lucha, que no ha decaído luego del 11 de septiembre. Los presagios de un gran reflujo han quedado
desmentidos y la intimidación “antiterrorista” no logró vaciar las calles de manifestantes. Entre octubre y
diciembre pasado 250.000 jóvenes se movilizaron en Peruggia, 100.000 en Roma, 75.000 en Londres y
350.000 en Madrid. En febrero, el segundo encuentro de Porto Alegre superó la concurrencia y
representatividad de las reuniones anteriores y una marcha posterior en Barcelona concentró a 300.000
manifestantes. La movilización más reciente de Sevilla contra la “Europa del Capital” reunió a 100.000
personas. Estas reacciones confirman la vitalidad de un movimiento que tiende a incorporar a su acción la
batalla contra el militarismo. Un movimiento antiguerra empieza a despuntar, siguiendo las huellas dejadas por
las luchas contra los crímenes de Argelia en los 60 y Vietnam en los 70. *La clase obrera se perfila como otro
desafiante del imperialismo, tanto por su convergencia con la protesta global (muy significativa en Seattle),
cómo por la recomposición de las luchas reivindicativas. La etapa de severo reflujo que inauguraron las
derrotas de los 80 (Fiat-Italia en 1980, los mineros británicos en 1984-85) tiende a revertirse desde mediados
de los 90, al compás de importantes acciones en Europa (huelgas en Francia y Alemania) y en la periferia
más industrializada (Corea, Sudáfrica, Brasil). La extraordinaria movilización de tres millones de trabajadores
italianos en mayo pasado y la impactante huelga general en España confirman esta recuperación de la clase
obrera. *Las sublevaciones populares en la periferia representan el tercer desafío al imperialismo. Los
ejemplos de esta resistencia en Sudamérica son contundentes, a partir de la significativa extensión de la
rebelión argentina. A medida que el “contagio económico” se irradia hacia las naciones vecinas (fugas de
capital, quiebras bancarias y mermas de inversiones), también se expande el “contagio político” con
manifestaciones y cacerolazos en Uruguay, grandes movilizaciones agrarias en Paraguay y masivos
levantamientos contra las privatizaciones en Perú. *Por otra parte, la intervención popular contra el golpe de
estado en Venezuela marcó el debut de una reacción masiva contra la política pro-dictatorial que promueve el
imperialismo norteamericano. Este éxito de los oprimidos constituye apenas el primer round de un
enfrentamiento que atravesará por numerosos episodios, ya que el Departamento de Estado ha puesto en
marcha una escalada de provocaciones contra cualquier gobierno, pueblo o política que no siga fielmente su
libreto. *A escala mundial, el caso más dramático de estas agresiones es la masacre de los palestinos. El nivel
de salvajismo imperialista en Medio Oriente rememora las grandes barbaries de la historia colonial y por eso
la resistencia popular en esa región es emblemática y despierta la solidaridad de todos los pueblos del
planeta. *La protesta global, la recuperación de la clase obrera y las rebeliones en la periferia demuestra los
límites de la ofensiva del capital. Al cabo de una década de atropellos sociales las relaciones de fuerza
comienzan a cambiar y este giro abre un nuevo espacio ideológico para el pensamiento crítico, que vuelve a
tornar atractivas las ideas del socialismo. A medida que el neoliberalismo se desprestigia, el socialismo deja
de ser mala palabra y el marxismo ya no es visto como un pensamiento arcaico. Este resurgimiento replantea
varios problemas de la estrategia socialista.
CUATRO DESAFIOS POLITICOS. *Un nuevo internacionalismo ha irrumpido junto a la protesta global en las
marchas cosmopolitas en favor de “otra mundialización”. Estas movilizaciones incluyen un fuerte
cuestionamiento de los principios de competencia, individualismo y beneficio y han generado un avance de la
conciencia anticapitalista, que se refleja en algunos lemas de estas marchas (“el mundo no es una
mercancía”). Contribuir a transformar esta crítica embrionaria al capital en una propuesta de emancipación es
la primera tarea que enfrentan los socialistas. *Esta alternativa ya se debate en los foros mundiales, cuándo
se analiza la perspectiva social del internacionalismo espontáneo del movimiento. En la protesta global
prevalece una oposición total a las reacciones fundamentalistas contra los atropellos imperialistas y un
contundente rechazo a las confrontaciones étnicas o religiosas entre los pueblos explotados, que fomenta la
derecha. Esta solidaridad internacionalista es incompatible con cualquier proyecto capitalista que
invariablemente implica fomentar la explotación y por lo tanto, estimular los enfrentamientos nacionales. Sólo
el socialismo ofrece una perspectiva de comunidad real entre los trabajadores del mundo. *El generalizado
despertar de la lucha antiimperialista en la periferia presenta un segundo desafío para los socialistas. Algunos
teóricos ignoran esta irrupción porque han decretado el fin del nacionalismo y celebran esta desaparición, sin
poder distinguir entre las corrientes reaccionarias y progresistas de estos movimientos. Estos autores
declaran, además, la inoperancia de cualquier táctica, estrategia o prioridad política en las nuevas “luchas
horizontales”, porque interpretan que en estos combates se enfrentan el capital y el trabajo sin ningún tipo de
mediaciones. *Esta visión constituye una burda simplificación de la lucha nacional, porque coloca dentro de
una misma bolsa a los talibanes y a los palestinos, a los ejecutores de masacres étnicas en Africa o los
Balcanes con los artífices de las guerras de liberación de las últimas décadas (Cuba, Vietnam, Argelia). No
logra distinguir dónde se ubica el progreso y en qué lugar se sitúa la reacción. Por eso no comprende por qué
los pueblos del Tercer Mundo luchan por el desconocimiento de la deuda externa, la nacionalización de los
recursos energéticos o la protección arancelaria de la producción local. *Definir tácticas y concebir estrategias
específicas es importante, dado que las reivindicaciones nacionales que comparten los explotados de la
periferia, no tienen significación para los trabajadores de las naciones centrales. El enfoque transnacionalista
repite la vieja hostilidad liberal hacia las formas concretas de resistencia popular en los países
subdesarrollados, recurriendo a un lenguaje más radical. Sus vaguedades transmiten un sentimiento de
impotencia frente a la dominación imperialista, porque en el mundo sin fronteras, centros y territorios que
describen, resulta imposible localizar al opresor y establecer algún rumbo para enfrentarlo. *El tercer desafío
de la política socialista es concebir estrategias de captura y transformación radical del estado, a fin de abrir un
camino de emancipación. Este objetivo exige desmitificar el cuestionamiento neoliberal a la utilidad de la
intervención estatal y las creencias neutralistas del constitucionalismo, que enmascara el control detentado
por la clase dominante sobre esta institución. Especialmente, la difundida oposición entre desreguladores
neoliberales y reguladores antiliberales encubre la vigencia de una gestión capitalista coincidente del estado.
Este manejo es la causa del creciente divorcio entre la sociedad y el estado. Cuánto más dependen los
asuntos públicos del lucro empresario, mayor peso adquieren los aparatos y las burocracias alejadas de las
necesidades mayoritarias de la población. *Pero la superación de esta fractura estatal exige inaugurar una
gestión colectiva que permita avanzar hacia la extinción progresiva del carácter elitista y opresor del estado.
Este objetivo no puede alcanzarse a través de un acto mágico de disolución de instituciones que tienen raíces
milenarias, ni puede lograrse mediante el enigmático camino emancipatorio que proponen, quiénes postular
cambiar la sociedad rehuyendo la captura y manejo del poder. *Algunos teóricos argumentan que en la actual
“sociedad de control” las formas de dominación son tan invasoras, como frustrantes de cualquier
transformación social basada en el manejo popular del estado. Pero esta sugerencia de un poder
omnipresente (“que está en todas partes y en ninguna”) convierte cualquier debate concreto sobre la lucha
contra la explotación, en una reflexión metafísica sobre la impotencia del individuo frente a su entorno
opresivo. Eludiendo el análisis de las raíces objetivas y los pilares sociales de esta sujeción se torna imposible
concebir caminos concretos de superación de la dominación capitalista. *Precisar quiénes son los agentes de
un proyecto de transformación anticapitalista es el cuatro desafío de los socialistas. Observando a los
trabajadores en huelga, a los jóvenes de la protesta global y a las masas movilizadas de la periferia no es muy
difícil definir quiénes son los artífices de un cambio emancipatorio. Este nuevo protagonismo popular socava
el discurso neoliberal individualista sobre el fin de la acción colectiva, pero no ha generado aún,
reconocimientos del papel central de las clases oprimidas (y especialmente del rol de los trabajadores
asalariados) en la transformación social. *Esta omisión obedece, por un lado, a la gravitación que se le asigna
a la “ciudadanía” en los cambios políticos, olvidando que esta categoría uniforma a los opresores y oprimidos
en un mismo status y oculta que el “ciudadano obrero” carece de las atribuciones cotidianamente ejercidas por
el “ciudadano capitalista” (despedir, contratar, acumular, derrochar, dominar). Incluso en las caracterizaciones
más radicales que hablan de la “ciudadanía insurrecta” o de la “ciudadanía global”, esta frontera de clase
queda disuelta y el antagonismo social es relegado a un segundo plano. *Otra manera de diluir el análisis
clasista consiste en sustituir la noción de trabajador o asalariado por el concepto de “multitud”. Este
agrupamiento es presentado como el embrión de un “contra imperio” naciente, por su capacidad aglutinante
de los “deseos de liberación” de sujetos “cosmopolitas, nómades y emigrados”. *Aunque los promotores de
esta categoría reconocen su sentido meramente poético, pretenden de hecho aplicarla a la acción política. Y
este trasplante genera numerosas confusiones, porque la misma multitud alude a veces al agrupamiento
amorfo de individuos (nómades) y se refiere en otras ocasiones a la acción de fuerzas particulares
(emigrados). En ninguno de los dos casos se explica por qué ocuparía un lugar tan significativo en la lucha
social de un imperio, que al no ser localizable tampoco enfrenta contrincantes muy definidos. Pero lo más
difícil de este rompecabezas es dilucidar para que sirva. *Abandonando los malabarismos verbales y
analizando, en cambio, el potencial emancipatorio de la clase trabajadora para comandar un proyecto
socialista se puede arribar a las conclusiones de mayor provecho. Esta reflexión puede partir de la creciente
“proletarización del mundo”, es decir de la estratégica gravitación social que han alcanzado los trabajadores,
definidos en un sentido amplio como la masa total de los asalariados. Esta impresionante fuerza podría
transformarse en un poder anticapitalista efectivo, si se concreta un salto significativo en la conciencia
socialista de los explotados. *Las condiciones para este avance político ya se han reunido, como lo prueban
las discusiones sobre el internacionalismo, el estado y el sujeto de la transformación social. Repitiendo lo
ocurrió en 1890-1920, el debate sobre el imperialismo vuelve a ubicarse también en el centro de esta
maduración política. ¿Estas similitudes se extenderán al crecimiento del movimiento socialista? Quizás la
sorpresa de la nueva década sea el surgimiento de partidos, líderes y pensadores comparables con los
clásicos marxistas del siglo pasado.
Cabrales Barajas, L. (2006) “Geografía y ordenamiento territorial” en Hiernaux y Lindón (compiladores)
Tratado de Geografía Humana. Anthropos, México (601-627). Luis Felipe Cabrales Barajas, es licenciado
en geografía por la Universidad de Guadalajara. Entre sus líneas de investigación se encuentran; producción
de espacio urbano, ordenamiento territorial, estudio de aspectos sociales y funcionales en centros históricos,
relación entre turismo y patrimonio, así como temáticas vinculadas con el desarrollo local y regional. Cuenta
con 60 publicaciones científicas, tanto nacionales como en el extranjero. Ha impartido cursos a nivel
licenciatura, maestría y doctorado en diversas dependencias de la Universidad de Guadalajara, así como en el
Colegio de Jalisco, El Colegio de Sonora, las Universidades de Colima, la Universidad Complutense de
Madrid, la Universidad Internacional de Andalucía y la Universidad Nacional de Luján, Argentina. Ha sido jefe
del Departamento de Geografía y Ordenación Territorial y Director de la División de Estudios Históricos y
Humanos de la Universidad de Guadalajara. Ha participado en diversas reuniones científicas y programas de
investigación en México, Colombia, Cuba, Chile, Argentina, Brasil, Gran Bretaña, España, Estados Unidos y
Alemania. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y miembro de comisiones dictaminadoras del
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Fue fundador de la revista Geocalli, cuadernos de geografía.
RESUMEN: El texto está compuesto por 4 apartados:
1)-Experiencias pioneras de planificación territorial: respuesta a los efectos de la industrialización y la crisis
económica.
2)-El ordenamiento territorial y su instrumentación: Trayectoria errática y pluralidad conceptual.
3)-Conceptos asociados al ordenamiento territorial y estrategias planificadoras.
4)-Encuentros y desencuentros conceptuales entre la geografía humana y el ordenamiento territorial.
El ordenamiento territorial, antes que una disciplina científica es una práctica administrativa. Para su
desarrollo se vale de diversas ciencias naturales y sociales. En la primera parte del presente texto se muestra
el origen del ordenamiento territorial remitido a experiencias en Estados unidos y Europa donde creció un
pensamiento territorial que ha influido en otras partes del mundo como en América Latina. Luego se analizan
diversas definiciones y formas de instrumentación del ordenamiento territorial a partil de la década de 1950,
con énfasis en las tendencias recientes. El ordenamiento territorial busca la definición y alcance de un modelo
territorial deseable, por lo cual se sirve de la planificación. El horizonte temporal del ordenamiento territorial
puede dividirse en 3cortes:
1°)- Se caracteriza por un incipiente desarrollo de políticas territoriales y va desde finales del S XIX hasta
1945, aunque es más visible desde 1920. Las inquietudes del momento se asocian con los efectos territoriales
del liberalismo económico con la industrialización y urbanización que incidieron en el aumento de la pobreza
urbana. Posteriormente toman importancia los esfuerzos por reactivar la economía y así sortear la recesión de
1930 iniciada en Estados Unidos. El urbanismo realiza aportaciones que contribuyeron a la gestación de un
pensamiento regional de cara a la intervención territorial.
2°)-Este corte tiene que ver con la necesidad de subsanar los daños causados por la 2da Guerra Mundial y
reconstruir las bases para el desarrollo, lo que reclamó la intervención del Estado. En América Latina el
desarrollo económico fue el principal objetivo y la industrialización organizada bajo el modelo fordista fue la vía
elegida para lograrlo. Está etapa que termina en 1973-74 con la crisis del petróleo los países industrializados
depositan su confianza en el ordenamiento territorial que se asocia al concepto de “desarrollo regional” es en
esta coyuntura que arranca un debate intelectual por parte de los geógrafos por el que se reclamaba para la
disciplina mayor protagonismo en el diagnóstico de la realidad y los fundamentos epistemológicos de la
geografía.
3°)-Este corte abarca procesos aún abiertos. Un hecho fundamental es la gradual inserción de las políticas
neoliberales y las consideraciones medioambientales en las políticas de desarrollo, lo que explica la
vinculación del ordenamiento territorial con el concepto de “desarrollo sostenible “que lleva a formar parte del
discurso planificador, teniendo en cuenta la globalización y la era de la información que operan como factores
determinantes en la restructuración territorial.
1)-Experiencias pioneras de planificación territorial: Respuesta a los efectos de la industrialización y la crisis
Económica. Las primeras nociones sobre ordenamiento territorial proceden del urbanismo entre sus
antecedentes conceptuales se encuentra el “higienismo” que es relevante durante la segunda mitad del S XIX
donde el capitalismo tomaba mayor importancia. El proceso de industrialización-urbanización genero
tenciones sociales que reclamaban mediadas por parte del poder público una vez que se evidencio las
disfunciones provocadas por las fuerzas del libre comercio. Sobresalieron los conflictos por problemas
residenciales e insalubridad. Inglaterra cuna de la revolución industrial experimento el incremento de la
pobreza urbana y el hacinamiento de su población., al igual que París, Berlín, Manchester y Liverpool
padecieron los mismos inconvenientes. En América, Nueva York padeció también de hacinamiento y
pauperización. La llegada de inmigrantes desde Europa contribuyo a engrosar los barrios marginales, de allí
la preocupación por las viviendas. En Londres y Nueva York se crearon organismos para tratar de solucionar
este tema como la Comisión Real Británica en 1855 y en Nueva York dos comisiones en 1894 y 1900. Desde
finales del S XIX y principios del S XX los asuntos que marcaron la práctica urbanística y de ordenamiento del
territorio fueron:
a)-El establecimiento de límites al crecimiento de las ciudades y la descentralización.
b)-La instrumentación de Zoning o zonificación.
c)-La consideración de la ciudad como un agregado de unidades de vecindad
d)-La región como ámbito del planificación física y alternativa a la metrópolis
La zonificación fue incorporada en las ordenanzas de Nueva York en 1916 para ello asimiló el modelo alemán
que en 1891 había sido probado en Frankfurt. La fórmula consistía en asignar y regular usos al suelo, previa
subdivisión del espacio interurbano, así como el control de la altura del edificio, lo que en parte buscaba
asegurar plusvalía toda vez que se impedía una mezcla indiscriminada de usos. La zonificación sigue el
criterio de homogeneidad, que se considerará un instrumento para ordenar el territorio.. La concentración
urbana había ampliado su escala lo que origino necesidades de movilidad en las personas y mercancías,
procesos facilitados por los sistemas de tranvías, trenes y autobuses. Las ciudades extendieron rápidamente
sus límites lo que llevo a la formación de nuevos conceptos teóricos. Patric Geddes público en 1915 su obra
Cities in Evolution, donde acuño el término “Conurbación “con el que pretendía definir una nueva realidad
marcada por la expansión de núcleos urbanos que al desbordarse, se agregaban a otros y así adquiría un
carácter regional, incorporándose en el pensamiento urbanístico la interrelación de la ciudad con el territorio y
su necesaria planificación integrada con una gran repercusión en Gran Bretaña y los Estados Unidos en los
años 20. En Alemania se crea la figura de mancomunidad, que agrupa intereses de varios municipios de la
cuenca minera del Ruhr que tenía como objetivo atender asuntos vinculados con el urbanismo, el transporte,
las zonas verdes con fines de recreación y la indicación a las empresas privadas de localizaciones
adecuadas. La ciudad de Nueva York conto con un plan regional entre 1921-1931.Se formó la Asociación
Americana de Planificación Regional en 1923. En 1929 en E. Unidos para contra restar los efectos de la crisis
se adoptó una noción de desarrollo entendido como crecimiento económico. El gobierno de E. Unidos puso en
marcha “El New Deal”entre1933-38 por el presidente Roosevelt, que incluye el Tennessee Valley Atutority
(TVA)una práctica planificadora con base territorial bien definida que represento “la 1°tentativa moderna de
planificación regional “cuyo fundamento fue el aprovechamiento de la energía hidroeléctrica como eje
catalizador la conceptualización de la cuenca hidrográfica como unidad para la organización del territorio y con
ello la reforma rural y el incremento en la producción económica ,esperado lograr así el desarrollo integral de
una de las zonas más pobres de ese país. Este caso puso a prueba a capacidad del Estado para modificar la
organización del territorio en función de los intereses colectivos. Aunque es criticado por causar expansión
urbano-industrial, pero poca atención al desarrollo comunitario y provocó éxodo rural.
2)-El ordenamiento territorial y su instrumentación: Trayectoria errática y pluralidad conceptual. A partir de
1950 algunos Estados nacionales tuvieron un gran protagonismo al adoptar preceptos Keynesianos luego de
la crisis de 1930, este proceso aseguró su vigencia hasta 1973-74 cuando la crisis del petróleo supuso la
inflexión luego de tres décadas de crecimiento económico sostenido El periodo posterior a la 2da guerra
significo para varios países europeos el reto de reconstrucción del territorio y la formación de un nuevo orden
económico para lograr superar la recesión. Este incentivo y el espíritu nacionalista, la planificación asumió un
papel relevante y se convirtió en una herramienta útil para la recuperación del crecimiento. El ordenamiento
territorial se basa en el concepto de planificación, cuyo principio es la prevención, la proyección de escenarios
futuros y la toma de decisiones para tratar de prevenir problemas complejos. La intervención sobre el territorio
asume dos grandes acepciones:*1) La planificación sectorial (agraria, de las comunicaciones y transportes,
educación, vivienda, salud, industria, turismo etc...) que responde a objetivos desagregados y la dimensión
territorial se limita al análisis de los factores de localización para lograr rentabilidad social o económica. *2) La
planificación territorial: asume un carácter comprehensivo para diseñar directrices que intentan armonizar
espacialmente las políticas sectoriales y la región. De ahí se desprende la variante Planificación regional,
centro de su objetivo en el impulso del crecimiento económico y en menor medida en la distribución geográfica
de sus beneficios. Por lo que las diversas denominaciones de planificación no deben ser excluidas y deben
ser interpretadas según su contexto. Otras locuciones usadas son: La planificación Física: tiende a la creación
o el mantenimiento de infraestructuras y la definición del modelo de usos del suelo, por lo que forma parte
dela planificación territorial. La planificación económica se interesa por la previsión de las inversiones y el
logro de productividad. Por ejemplo en la actividad industrial por lo que se deriva de la política sectorial. La
óptima localización de un hospital público o la organización de ayuda financiera a zonas marginadas se
enmarcan en la política social. El espacio geográfico constituye un sistema complejo de relaciones e
interdependencias entre elementos naturales y culturales que configuran una estructura territorial. Por lo tanto,
el ordenamiento territorial observar la condición de “horizontalidad o transversalidad “que obliga a la búsqueda
de coordinación entre políticas sectoriales y concurrencias de agentes que operan a diferentes escalas. La
acción sobre el territorio requerirá de la intermediación de un plan en el que se establezca una imagen-
objetivo y directrices que rompan con inercias no deseadas y logren controlar los cambios. El territorio observa
un arreglo espacial resultante de procesos de ocupación y apropiación, cada agente despliega sus relaciones
de poder y su sistema de valores, de ahí el ordenamiento territorial constituya un ejercicio político más allá de
su dimensión estrictamente administrativa. En lo referido a la articulación entre dimensión administrativa y la
gestión política han existido estilos diferenciados para llevar a cabo los cometidos del ordenamiento territorial.
Los franceses responsables de la planificación demuestran una agudeza particular para elaborar escenarios
espaciales. Ello supone la construcción de pactos y la aplicación de un “estilo indicativo” de ordenamiento.
Consiste en adoptar estrategias derivadas de un marco general pero con flexibilidad aplicable según las
circunstancias. Esta concepción “liga” la ordenación del territorio estrechamente con la planificación
económica y social y los objetivos de la política de desarrollo económico regional. Francia y Reino Unido han
seguido esta modalidad, como así también desde 1999 los países adheridos a la Unión Europea asumen un
esquema indicativo de ordenamiento a escala supranacional mediante el acuerdo de “La Estrategia territorial
Europea”. El estilo normativo o vinculante establece esquemas que una vez aprobados deberían asumirse
obligatoriamente. Bajo ese contexto el ordenamiento territorial “se entiende como planificación física a escala
regional y subregional, con el objeto principal de coordinación de los aspectos territoriales de las políticas
sectoriales y la coordinación del planeamiento urbanístico municipal. Alemania, Suiza, Holanda, España y
Portugal han practicado a escala subnacional este tipo de planificación. Las definiciones de ordenamiento
territorial reflejan diversidad de posturas al mismo tiempo que es posible codificar sus ingredientes comunes:
el territorio, la población, y la economía, vinculados mediante la búsqueda de relaciones “optimas”. En otros
casos se asume un criterio más derivado de la singularidad de cada territorio: uso y ocupación del territorio,
acorde con las potencialidades y limitaciones del mismo e incluso se opta por maximizar la eficiencia
económica, aunque luego matizando sobre sus objetivos sociales e involucrando a la noción de sostenibilidad.
Es frecuente que las definiciones de última generación añadan referencias a la sostenibilidad y a la calidad de
vida.
-3) Conceptos asociados al ordenamiento territorial y estrategias planificadoras. El ordenamiento territorial y
otras estrategias planificadoras que se le asocian han perfilado entre sus grandes objetivos: la búsqueda de
una distribución geográfica más equilibrada del crecimiento económico y demográfico, la reducción de
disparidades regiones, el ordenamiento de las regiones urbanas y recientemente el anhelo por conservar y
mejorar las condiciones ambientes.
Entre las propuestas más generalizadas para instrumentar políticas de ordenamiento se encuentran: a) La
planificación por cuencas hidrográficas. b) La planificación de polos y centros de desarrollo. c) El desarrollo
sostenible. d) El desarrollo territorial.
a) La planificación por cuencas hidrográficas: El concepto de la cuenca hidrográfica como estructura física
organizadora de la actividad económica y los asentamiento humanos encuentra su principal referente
moderno con la experiencia planificadora del TVA. América Latina replica el modelo del TVA mediante
comisiones o corporaciones, agencias públicas encargadas de gestionar cuencas hidrográficas y ensayar
políticas de desarrollo integrado. Estas se remontan a la década de 1940 y constituyen la primera experiencia
más o menos generalizada de planificación subnacional. La corporación de la Santa en Perú, fundada en
1943 aprovecho los saltos de agua para instalar la central hidroeléctrica del Cañón del Pato. El manejo por
cuencas procuro el aprovechamiento de los territorios costeros tropicales, en particular los de “tierra Caliente”
cuyo argumento fue el control de caudales, una vez que la creciente del río Papaloapan había causado
pérdidas en 1944. En la práctica la política de cuencas hidrográficas estuvo sujeta a un simple sustrato físico y
proveedor de recursos naturales, sin lograr el ensamblaje con aspectos sociales. Hay casos reivindicadores:
el más singular quizás sea la experiencia de “la corporación del Valle Del Cauca”, en Colombia, creada en
1954 con intervención del presidente de TVA, para aspectos referidos con la energía eléctrica, evidencia de la
asimilación del modelo estadounidense, está experiencia ha incorporado nuevos objetivos, como el de
protección ambiental.
b) Los polos y centros de desarrollo: A partir de 1940 y hasta entrado los 70 se produce la relación entre la
teoría del crecimiento desequilibrado y la implementación de”polos“y “centros de desarrollo”, tanto en países
industrializados como no industrializados con el objeto de acelerar el proceso de crecimiento económico. Esta
teoría fue portadora de la tesis de que las fuerzas del libre mercado son incapaces de eliminar las diferencias
regionales, lo que hace necesaria la activa competencia del Estado. De esta forma se refrenda la práctica
planificadora del crecimiento económico como un objetivo básico para lo cual se valdría de cierto efecto
propulsor de la industria. Una de las figuras que avalaron los principios del crecimiento desequilibrado fue
Perroux artífice del concepto del desarrollo polizador: el crecimiento se da solo en algunos puntos nodales que
logren promover “industrias de cabecera” y desde ahí se producirá su difusión regional gracias a los soportes
tecnológicos. Desde la década de 1950 tuvo amplia difusión la teoría de polos de desarrollo y en diversas
partes del mundo fue llevada a la práctica. Países con regímenes políticos diferentes siguieron el ideario
perrouxiano, con diversas orientaciones. En Italia se buscaba sacar de su postración a regiones del Sur, para
lo que se implementaron industrias públicas llamadas irónicamente” catedrales en el desierto” por su carácter
colonizador y por su gestión pública. Polonia aporta un ejemplo de intervención territorial derivada del estimuló
reconstructor y alimentada por las reglas de la economía planificada. Durante la 2da Guerra Mundial sugiere
una situación de emergencia. El Estado emprendió el desarrollo de la región industrial de Konin a través de la
minería carbonífera y la generación eléctrica, lo que permitió entre 1949 y 1968 incrementar el empleo. En
América Latina ofrece experiencias que demuestran la imitación de doctrinas planificadoras a fin de reforzar
las políticas de sustitución de importaciones de bienes de consumo. Se proponía superar el papel otorgado en
la división internacional del trabajo como países proveedores de materias primas y productos primarios. Brasil
con el presidente Kubitchek impulsor de la industrialización del país materializó la creación de Brasilia como
nueva capital, inaugurada en 1960. Pakistán Hace lo mismo en 1961inicio la construcción de Islamabal, y en
India se edificó Chandigarden 1953, ciudad proyectada por Le Corbusier como capital de Punjab. En México
la construcción de L Ciudad Sahagúnen 1952 ubicada 104 km de la capital, siguiendo el modelo de las nuevas
ciudades británicas. La ciudad de puerto de Guayana en Venezuela fue creada en 1961 como polo de
desarrollo impulsado por la industria siderúrgica y la generación de energía hidroeléctrica. Pero la industria no
fue el única sector que animo a regiones postradas en forma paralela a la promoción de Lázaro Cárdenas-Las
Truchas se edifica la ciudad turística de Cancún.
c) El desarrollo sostenible: En 1987 se presenta el informe “nuestro futuro común” que propicio una difusión
generalizada del concepto “desarrollo Sostenible”: como aquel que satisfaga las necesidades del presente sin
comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias. Las políticas de
ordenamiento territorial asumen el discurso se la sostenibilidad. En América Latina presentan un habitad
marcado por la degradación de recursos, infradotación de bienes colectivos e inequidad social. América Latina
ha experimentado un acelerado proceso de urbanización y colonización de nuevos territorios, bajo un modelo
depredador que no suele prever la adecuación de infraestructuras y equipamiento, a lo que se suma que se
emplazan en sitios arriesgados lo convierte en un territorio vulnerable. Son ejemplo los desastres naturales
ocurridos entre 1970 y 2001.Por ello el tema de la prevención y mitigación de riesgos es un ámbito idóneo en
la búsqueda de relaciones entre la naturaleza y la sociedad y uno de los aspectos que mayor atención
reclamen en el diseño de políticas territoriales.
d) El desarrollo territorial: Una tendencia en la planificación es utilizar el concepto de desarrollo territorial que
presenta una doble perspectiva: como guía para la implementación de políticas oficiales y como categoría de
análisis en el mundo académico, para superar el determinismo economicista y potenciar las capacidades
locales de gestión. Méndez (2002) plantea como elementos del desarrollo territorial integrador. La
competitividad económica, el bienestar social, la sostenibilidad ambiental, la identidad cultural, a
gobernabilidad y la participación así como la ordenación territorial. Entre los factores para impulsar los
territorios es necesario diferenciar entre recursos territoriales genéricos y recursos territoriales específicos a
partir de la capacidad efectiva para la innovación: no todos los recursos son aprovechables y algunos de ellos
son construidos socialmente por el propio proceso. También se hace referencia a los actores locales que
ejercen un efecto determinante sobre la construcción y destrucción de las realidades socio espacial.
4) Encuentros y desencuentros conceptuales entre la geografía humana y el ordenamiento territorial. La
renovación de los recursos y métodos de la geografía a partir de la década de 60: A partir de la década de
1950 especialmente en los 60 surgen voces de geógrafos franceses en pro de responder a las demandas del
ordenamiento territorial. La geografía de ese País estuvo marcada hasta mediados del siglo XX por los
preceptos formulados principalmente por Vidal de la Blache, el autor clásico por excelencia. Se trataba de una
escuela de pensamiento que define la región por sus atributos de homogeneidad interna. La concibe como
objeto de estudio hegemónico y entre los conceptos clave está el de “paisaje” que sería cultivado por la
geografía alemana. Como categoría básica para el análisis geográfico “la región” se interpretó como síntesis
de las relaciones hombre-naturaleza, que producen modos de vida particulares y del que se derivan enfoques
culturales y. historicistas. Las propuestas reformistas, surge la “ideología aplicada” cuyos reclamos se
orientaban hacia la movilización de dos componentes, el científico y el utilitario, este último consistente en
poner el conocimiento al servicio de la acción. Las inquietudes sobre la utilidad de la geografía tuvieron eco en
las universidades francesas, creándose la Comisión de Geografía Internacional (UGI). En 1964.a partir de
entonces se incrementan los contratos de investigación entre universidades y administraciones públicas
encargadas de los temas de ordenamientos territorial. La insatisfacción por la manera de hacer geografía y las
insuficiencias teóricas metodológicas provocaros reacciones diversas. Se abren dos perspectivas derivadas
de los renovados propósitos asignados a la geografía o bien de las intenciones ideológicas: La geografía
pragmática y la Geografía Crítica, con lo que se instala un clima de pluralidad intelectual en la manera de
entender el objeto de estudio de la geografía y sus instrumentos metodológicos. La geografía pragmática se
asocia con los reclamos por intervenir en la realidad. En ocasiones se trata de un discurso en el que domina la
vertiente ideológica o incluso se reduce a empirismo mientras otras se inclina hacia reivindicaciones teorico-
metodologicas positivistas. En el ámbito intelectual la geografía critica ha utilizado como estandarte la
“transformación de la realidad “y se ha alimentado de un cúmulo de perspectivas teóricas que aunque partan
de principios comunes representan propuestas variadas estructuralistas, existencialistas, analíticas, marxistas
y eclécticas. Algunos argumentos de izquierda dieron cuerpo a una geografía radical. Las razones fueron
distintas según el contexto: Por ejemplo en Estados Unidos por movimientos en favor de los derechos civiles
con el descubrimiento de por parte de intelectuales de las bolsas de miserias, en el país de la opulencia y los
movimientos pacifistas por la guerra de Vietnam. Situado en una propuesta radical Yves Lacoste (1977)
criticaba los preceptos de la geografía tradicional arraigada en el sistema escolar. Denunciando la
manipulación del conocimiento geográfica, reduciéndolo a un discurso enciclopédico al que llamo “geografía
de los Profesores” mientras las minorías políticas instaladas en el poder lo utilizaban en función de sus
intereses políticos y económicos. *Latinoamérica: Dos ejemplos nacionales de la relación entre la geografía y
el ordenamiento territorial. Las naciones latinoamericanas como Brasil, Venezuela, Perú, Colombia, Chile y
Argentina estimularon su potencial económico por la vía de la sustitución de importaciones en las décadas de
1940-1950.En concordancia con las relaciones de dependencias, los países de América Latina asimilaron las
prácticas de ordenamiento territorial de los países del Norte. Durante la década del 70 se intenta construir o
adaptar discursos para explicar la realidad latinoamericana como el estructuralismo y la escuela
dependentista. Se insistió desde miradas críticas, en el carácter desarrollista de las políticas, pero a finales de
los 80 algunas tesis latinoamericanas pierden vigencia ante el avance globalizador. Brasil ocupa liderazgo
como consumidor y productor de novedades geográficas. Es el país con mayores impulsos para crear
escuelas. Una de sus estrategias fue el estrechar lazos con la escuela francesa: atrayendo figuras con
autoridad en el manejo de conocimientos de frontera y con aptitudes para la elaboración de planes de
ordenamiento territorial lo que le permitió construir un solidó capital humano. La geografía brasileña asimilo
bien la corriente dela geografía analítica de la década de los 60 y más tarde la geografía crítica, bajo el
liderazgo de Milton Santos. En el ámbito de la geografía crítica se hace énfasis en la necesidad de
comprender el mundo subdesarrollado y en especial los dominios tropicales. La trayectoria de la geografía de
México se circunscribía a la capital nacional hasta 1972.as limitaciones de la geografía mexicana quedan al
descubierto cuando Tamayo lamentaba que solo se presentaban en el 3er congreso nacional de geografía se
presentaron muchos trabajos sobre cartografía y poco sobre geografía física y humana. Otra personalidad
crítica en la geografía mexicana es Ángel Bassols, el geógrafo que ha dedicado su vida profesional a la
enseñanza universitaria e investigación científica y ha realizado enlaces con el mundo de la planificación.
Banco Mundial (2009) Informe sobre el desarrollo mundial. Una nueva geografía económica.
Washington, D.C. Resumen ejecutivo e Introducción Iniciativa para la Integración de la infraestructura
regional sudamericana (I.I.R.S.A.) “IIRSA en el COSIPLAN” En este informe, que es la 31
edición de la serie, se reformulan los debates de políticas sobre urbanización, desarrollo territorial e
integración regional y se analiza la experiencia inicial de los países desarrollados y se extraen resultados
prácticos para la formulación de políticas de urbanización en los países en desarrollo de la actualidad.
Desarrollo en tres dimensiones
● El primero es Tokio la mayor ciudad del mundo, con 35 millones de habitantes, una cuarta parte de la
población japonesa, concentrados en menos del 4% de su territorio. Se puede observar cómo los viajeros son
introducidos a la fuerza en los trenes por personal profesional. Millones de personas se someten
voluntariamente a las incomodidades de esta aglomeración.
● El 2do es EEUU a mayor economía del mundo y quizá también la que tiene mayor movilidad: unos 35
millones de personas cambian de residencia cada año. 8 millones de estadounidenses cambian de estado
cada año, y migran para acercarse al lugar donde están las oportunidades económicas.
● El 3ro es Europa Occidental, el continente más integrado de nuestro mundo. Acá hay un movimiento
masivo, no de personas sino de productos. Un ejemplo es el de Airbus, que fabrica piezas para aeronaves y
las monta en Alemania, España, Francia y Gran Bretaña.
Los beneficios económicos están claramente asociados con las grandes ciudades, las personas dispuestas a
cambiar de residencia y los países integrados. Los Estados Unidos, Europa occidental y Japón dominan la
economía mundial. En este Informe sobre el desarrollo mundial se sostiene que algunos países están
obteniendo buenos resultados porque han promovido transformaciones en las tres dimensiones de la
geografía económica: mayores densidades (crecimiento ciudades), distancias menores y menos
divisiones (menos fronteras).
Integración económica: local, nacional e internacional
Integración economica significa una cosa: conectar mejor las zonas rurales con las urbanas, y los barrios
pobres con las otras partes de las ciudades (escala local). Significa también conectar las provincias
rezagadas y avanzadas dentro de una nación (escala nacional). Finalmente, también significa conectar a los
países aislados y a los que están bien integrados (escala internacional). Estos conceptos de la integración
económica son fundamentales para los tres debates en el contexto del desarrollo: urbanización, desarrollo
territorial e integración internacional.
Urbanización: En los lugares fundamentalmente rurales, los gobiernos deben mantener políticas que sean lo
más neutrales posible desde el punto de vista geográfico y establecer la base institucional para que el proceso
de urbanización ocurra naturalmente en algunos lugares. EJ.: Costa Rica.
• En los lugares en rápido proceso de urbanización, los gobiernos deben poner en marcha una infraestructura
que integre y que permita compartir más ampliamente los beneficios de una densidad económica en
crecimiento. Un buen ejemplo es el de Chongqing, China.
• En lugares donde la urbanización está en estado muy avanzado, se necesitan intervenciones focalizadas
para resolver el problema de los barrios pobres. Ej.: Bogotá Colombia.
Desarrollo territorial: En el Informe se analiza qué pueden hacer los gobiernos para replantear las políticas a
fin de integrar las zonas dentro de las naciones, al mismo tiempo que se reduce la pobreza en todos los
lugares. Las zonas atrasadas tienen una cosa en común: están económicamente alejadas de los lugares que
gozan de buenas condiciones de vida. Aparte de ello, la geografía económica de las diferentes zonas no es la
misma. Ejemplos:
- En algunos países, como China, las zonas atrasadas están escasamente pobladas. No tiene mucho sentido
crear una infraestructura costosa en esos lugares, u ofrecer a las empresas incentivos para que se trasladen a
ellas. Lo más lógico ofrecer servicios básico a esa población y alentar la movilidad.
- En otros países, como Brasil, las zonas atrasadas están densamente pobladas. Pero en China, los pobres
se han trasladado por millones desde el noreste hasta el sudeste. Es importante alentar la movilidad de las
personas del noreste, pero también es importante facilitar el acceso a los mercados en el dinámico sudeste.
- En un tercer grupo de países, como la India, las zonas rezagadas están densamente pobladas y las
personas pueden tener dificultades para migrar a otros lugares. En tales casos, las instituciones y la
infraestructura podrían complementarse con incentivos para que los productores se instalen en esos estados
atrasados.
Integración Regional: Acá se orientan los debates sobre las maneras de conseguir una globalización que
funcione para todos los países. La labor de integración varía en las diferentes partes del mundo en desarrollo:
• Los países de regiones próximas a los mercados mundiales, como América Central, Norte de África y
Europa oriental, deben realizar una tarea de integración relativamente sencilla. Las instituciones comunes
pueden ayudarlos a convertirse en extensiones de esos grandes mercados.
• Los países de regiones distantes de los mercados mundiales, pero con grandes mercados internos
atractivos para los inversionistas, deben hacer frente a un desafío más difícil. Las instituciones apropiadas y la
adecuada infraestructura regional pueden ayudarlos a conseguir acceso a esos mercados.
• La integración resulta especialmente difícil para los países de regiones que están divididas, son distantes de
los mercados mundiales y carecen de la densidad económica resultante de una gran economía local. África
oriental, central y occidental; Asia central, y las Islas del Pacífico. Para estos países, se necesitan los tres
instrumentos: instituciones regionales que mitiguen los efectos de las fronteras, infraestructura regional
adecuada que integre a los países e incentivos, como el acceso preferencial a los mercados mundiales.
El crecimiento económico tiende a ser desequilibrado desde el punto de vista geográfico, pero aun así el
desarrollo puede ser incluyente a lo largo y ancho del territorio: ése es el mensaje principal del Informe sobre
el desarrollo mundial.
Lugar y prosperidad: El lugar es el correlativo más importante del bienestar de una persona. En los próximos
decenios, una persona nacida en los Estados Unidos ganará cien veces más que una nacida en Zambia, y
vivirá tres decenios más. Un hombre boliviano con nueve años de escolarización gana por término medio unos
US$460 al mes, en dólares que reflejan una capacidad adquisitiva a precios de los Estados Unidos. Pero esa
misma persona ganaría aproximadamente tres veces más en los Estados Unidos. Un nigeriano con nueve
años de estudios ganaría ocho veces más en los Estados Unidos que en Nigeria. El mejor predictor del
ingreso en el mundo actual no es qué o a quién se conoce sino dónde se trabaja. En forma algo injusta, la
prosperidad no llega a todos los lugares al mismo tiempo. Las ciudades avanzan rápidamente, distanciándose
del campo. Los niveles de vida mejoran en algunas provincias mientras que en otras se estancan. Algunos
países alcanzan la riqueza mientras que otro permaneces pobres. a medida que los países se desarrollan, la
ubicación importa menos para las familias y más para las empresas. El desarrollo parece otorgar a un lugar la
capacidad de beneficiarse económicamente de las mayores concentraciones de la producción y obtener las
ventajas sociales resultantes de la convergencia en el consumo. Otro hecho significativo es que la proximidad
es importante. Una ciudad próspera pocas veces deja que su periferia se sumerja en la pobreza. La
prosperidad de una provincia se comparte tarde o temprano con las más próximas. Y países vecinos
comparten no sólo fronteras políticas, sino también destinos económicos. La prosperidad produce congestión
y hace que la actividad económica tienda a expandirse más allá de sus límites originales. Existen tres
atributos del crecimiento económico:
Desigualdad geográfica: implica que, en general, los gobiernos no pueden promover el rápido crecimiento
económico y, al mismo tiempo, difundir sus efectos positivos de manera homogénea en el territorio.
Causalidad Circular: es motivo de esperanza para las autoridades que desean alcanzar una mejor distribución
geográfica del bienestar. La mayor concentración de la producción económica es compatible con la
convergencia geográfica en los niveles de vida.
Efectos de la proximidad: promover la integración económica. La desigualdad y sus círculos viciosos implican
que es más difícil que los lugares que han quedado rezagados recuperen el terreno perdido. Por otro lado, el
efecto de contagio permite concebir la esperanza de superar ese obstáculo.
Las tres dimensiones de desarrollo: Las transformaciones geográficas para el desarrollo económico pueden
clasificarse en tres dimensiones: densidad, distancia y división. Estas tres palabras no son meras metáforas,
sino que se relacionan integralmente con el concepto más técnico de “acceso al mercado”.
La densidad: El desafío normativo es conseguir una densidad adecuada, encauzando las fuerzas de mercado
con el fin de alentar la concentración y promover la convergencia en los niveles de vida entre aldeas y
ciudades y grandes urbes.
La distancia: El desafío normativo está en ayudar a las empresas y trabajadores a reducir su distancia a la
densidad. Los principales mecanismos son la movilidad de la mano de obra y la reducción de los costos de
transporte con inversiones en infraestructura.
La división: es la dimensión más importante desde el punto de vista internacional. Si bien la distancia es
importante en el plano internacional, por lo que respecta al acceso a los mercados mundiales, las divisiones
asociadas con la impermeabilidad de las fronteras y las diferencias de monedas y reglamentos son un
obstáculo más grave que la distancia. El hecho de tener cerca una economía grande y dinámica puede ayudar
a los países más pequeños, especialmente en regiones alejadas de los mercados mundiales.
El mundo de las “economías de aglomeración”: En China cuando se desplazan hacia el este, abandonan
un mundo agrario en que el hecho de trabajar junto a otros les aporta pocos beneficios, y acceden al mundo
de las “economías de la aglomeración”, donde la proximidad a otras personas produce inmensos beneficios.
Impulsado por las fuerzas de la aglomeración, la migración y la especialización, y con ayuda de su proximidad
a Hong Kong (China), Shenzhen ha sido la ciudad de más rápido crecimiento de China desde 1979, en que
fue designada como zona económica especial. Sriperumbudur, que no tiene ni la condición administrativa
favorable de Shenzhen ni su infraestructura, puede estar en camino de convertirse en un centro nacional, y
quizá incluso regional, de productos electrónicos. La clave es la proximidad de la ciudad a Chennai, lo mismo
que en Shenzhen la proximidad a Hong Kong (China) fue un factor decisivo para su crecimiento.
Singapur, Shenzhen y Sriperumbudur demuestran de qué manera las economías de escala en la producción,
los movimientos de la mano de obra y el capital y la caída de los costos del transporte se interrelacionan para
producir un rápido crecimiento económico, en ciudades y países tanto grandes como pequeños.
Migración para beneficiarse de la proximidad
Las economías de la aglomeración ejercen atracción sobre las personas y las finanzas. Localmente, el
movimiento hacia la densidad es veloz en los países de crecimiento acelerado, y se pone de manifiesto en
una migración rápida del campo a la ciudad asociada al paso de la agricultura a la industria. A escala
nacional, los trabajadores se trasladan para reducir la distancia a los mercados en los lugares prósperos.
Aproximadamente 3 millones de personas se trasladaron en la segunda mitad del decenio de 1990 desde los
estados retrasados de Bihar y Uttar Pradesh, en la India, hacia la zona avanzada de Maharashtra y el
próspero Punjab. En el plano internacional, la migración regional es una parte considerable de la movilidad
laboral. La migración entre países vecinos es considerable. Côte d’Ivoire, India y la República Islámica de Irán
han figurado entre los principales destinos de sus vecinos. Alemania, Italia y el Reino Unido figuran todavía
entre los 10 primeros países de origen.
Especialización y comercio a medida que disminuyen los costos del transporte: Los costos del
transporte y las comunicaciones cayeron muy rápidamente a lo largo del siglo pasado, en particular en los
últimos 50 años. A raíz de la caída de los costos del transporte y de las comunicaciones en el plano
internacional, los países deberían haber incrementado su comercio con agentes económicos distantes. Ha
ocurrido exactamente al revés. ¿Por qué ha ocurrido esto? La caída de los costos del transporte ha hecho
posible una mayor especialización y transformado radicalmente la ubicación de las empresas y el carácter del
comercio. Debido a los altos costos de transporte, las empresas tenían que situarse cerca de los
consumidores. Al caer esos costos, pueden valerse de las economías de escala interna, local y urbana, y
transportar los productos hasta los consumidores. En el plano internacional, ha ocurrido lo mismo. Cuando los
precios del transporte eran elevados, Inglaterra importaba únicamente lo que no podía cultivar o producir con
un costo razonable.
Importancia de la geografía en el desarrollo: La prosperidad no llega a todos los lugares a la vez, pero
ningún lugar debe quedar condenado a la pobreza. Pueden hacerlo gracias a la integración económica,
promoviendo una mayor aproximación, en términos económicos, entre los lugares avanzados y rezagados. La
mejor manera de conseguir esta integración es abrir las puertas a las fuerzas de mercado de la aglomeración,
la migración y la especialización, en vez de combatirlas u oponerse a ellas. Ejemplos: Bogotá tiene casi 7
millones de habitantes, pero la migración desde las zonas rurales de Colombia continúa. Los inmigrantes
rurales se instalan en los barrios pobres y superpoblados. Desde el año 2000 un nuevo sistema de transporte
ha apaleado la congestión, y ahora transporta un millón de pasajeros al mes. Una iniciativa municipal ha
tratado de solucionar estas divisiones sociales desde 2003, ayudando a casi un millón de personas a
integrarse en la ciudad y a cambiar su lugar de residencia. Turquía está también tratando de transformar sus
barrios, aunque de manera diferente. Este país de 70 millones de habitantes está intentando la integración
con la Unión Europea. Las zonas más remotas de Anatolia oriental y sudoriental y el Mar Negro tienen un 40%
de la tierra pero menos del 20% del producto nacional, con un PIB Per cápita que es aproximadamente la
mitad del de las zonas occidentales. Las inversiones públicas en servicios sociales ayudan a las zonas
retrasadas, pero los incentivos fiscales para que las empresas se ubiquen en esas zonas parecen ineficaces.
La Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) tiene un protocolo que permite la
libre circulación de sus 250 millones de personas entre los estados miembros. Sin embargo las fronteras
internacionales en África occidental son cada vez más infranqueables debido a las trabas administrativas y a
los puntos de control ilícitos, que dividen la región y frustran los esfuerzos de los miembros de la CEDEAO en
favor de la especialización y el comercio. A modo de cierre podemos decir que el Informe sobre el desarrollo
mundial 2009: Una nueva geografía económica, sostiene que las políticas más eficaces para promover el
crecimiento a largo plazo son las que facilitan la concentración geográfica y la integración económica dentro
de un mismo país y entre distintos países. Aquí también se cuestiona al supuesto de que las actividades
económicas deben distribuirse geográficamente en forma amplia para beneficiar a los más pobres y
vulnerables del mundo, lo que puede inhibir el crecimiento, logrando poco en materia de lucha contra la
pobreza. Un crecimiento acelerado y compartido exige que los gobiernos promuevan la integración
económica, que esencialmente, corresponde a la movilidad de personas, productos e ideas.
IIRSA EN EL COSIPLAN

1 UNASUR (Unión Naciones Suramericanas) –Espacio de articulación y dialogo político de alto nivel que
involucra a los gobiernos de 12 países de América del Sur

2 COSIPLAN (Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento)

3 IIRSA (Iniciativa para la integración de la Infraestructura regional Suramericana)

Se fundamenta en el Tratado de UNASUR Y COSIPLAN:

● Integración energética sustentable, integral solidario de la región


● Desarrollo de infraestructura para conectar la región y pueblos (criterio social)
● Integración industrial productiva (especialmente Pymes cooperativas)
P.A.E (Plan de Acción Estratégico 2012-2022) – Es un proceso de discusión y concursos
alcanzados por el COSIPLAN. Por ej. Desarrollo y aplicación de los más de 500 proyectos de infraestructura y
transporte, energía y comunicaciones.

Funciones del IIRSA:

a) Elaborar la planificación para la integración física de América del Sur

b) Actualizar, evaluar y monitorear la ejecución de los proyectos de infraestructura

c) Desarrollar y aplicar métodos para enriquecer la cartera de proyectos sin criterios de desarrollo
d) Actualizar, reformular la agenda

Organización 10 ejes de Integración

Ejes o franjas multinacionales de territorio donde se concentran espacios naturales, asentamientos humanos,
zonas productivas, flujos comerciales.

1- Eje Andino (Bolivia- Colombia- Perú- Venezuela) 9.900 mil US$


2- Eje Andino Sur (Chile-Argentina) Este es el nuevo eje que une Argentina y Chile a través de pasos
fronterizos y se conecta con los otros ejes articulándose con los mismos
3- Eje Capricornio (Argentina-Bolivia- Chile- Brasil-Uruguay)
4- Eje Hidrovia Paraguay-Paraná (Argentina- Bolivia- Brasil- Uruguay- Paraguay)
5- Eje del Amazonas (Brasil- Colombia-Ecuador- Perú)
6- Eje Escudo Guayanes (Brasil- Venezuela- Guyana- Surinam)
7- Eje del Sur (Argentina-Chile)
8- Eje Interoceánico Central (Bolivia-Brasil-Chile-Paraguay-Perú)
9- Eje MERCOSUR Chile (Argentina-Chile-Brasil-Paraguay-Uruguay)
10- Eje Perú- Brasil- Bolivia (Brasil-Bolivia-Perú)
Plan de Trabajo 2013:

Comité Coordinador Acciones del Plan de Trabajo 2013 (PAE 2012-2022)

● Realiza un diagnóstico de las redes de Infraestructura de América Del Sur, solicita


diagnósticos a la CEPAL y elabora un diagnostico propio
● Elabora aplicación de métodos para evaluar la mejora (calidad de vida) como
consecuencia de la futura implementación de los proyectos. Recomendar acciones:
Intercambio de formación y experiencias entre los distintos países
● Define instancias de participación social (Comunidades involucradas en las
actividades del COSIPLAN): Intercambio (UNASUR), Información, experiencias
4 Creación Grupos de trabajo del COSIPLAN:

● GRUPO TRABAJO MECANISMOS FINANCIAMIENTO


● GRUPO TRABAJO TELECOMUNICACIONES(Anillo óptico suramericano)
● GRUPO INTEGRACION FERROVIARIA (Corredores bioceánico, ferrocarriles binacionales,
multinacionales)
EJE MERCOSUR: US$ 54.608 *Población 137 mil. *PBI 852.404 mil. Us$.123 proyectos (88%) 6 proyectos
estructurados- 15 proyectos individuales. Mayores exportaciones: cobre, soja, aceites, crudo de petróleo,
harinas de oleaginosas, minerales, hierro. Representan el 34% de las exportaciones de estos países.
Evolución proyectos API (Agenda Proyecto Prioritario Integración). 71 proyectos se mantuvieron en la misma
etapa de ejecución. 16- No salieron de la etapa de
perfil. 40- Se mantuvieron en la etapa pre etapas Proyectos Proyectos
individuales
ejecución. 27- No tuvieron avances entre las estructurados sub
etapas. 8- Avanzaron entre etapas. 5- No hay
información. 4- Proyectos concluyeron. a- perfil 2 16
Argentina integra solo 9 proyectos estructurados b- pre- 14 45
y
ejecución
c- ejecución 15 27

d- concluido - 11
están compuestos por 2 o más países.

BM y BID administran las relaciones sociales capitalistas, incentivando a las clases altas de los países en
desarrollo para que se integren competitivamente al mercado mundial. Tratan de explicar cómo las políticas
territoriales de alcance mundial inciden y fijan la planificación territorial y la naturaleza del territorio de los
países menos desarrollados en este caso América Latina.
Boisier, S. (2007) “América Latina en un medio siglo (1950/ 2000). El desarrollo, ¿dónde estuvo?” En
Observatorio Iberoamericano del desarrollo local y la economía social. Universidad de Málaga.
Introducción: Sergio Boisier, nacido en 1939 en Chile, es Ingeniero Comercial (Economista) por la Universidad
de Chile, Master of Arts. in Regional Science por la Universidad de Pennsylvania en Estados Unidos y en
Economía Aplicada por la Universidad de Alcalá de Henares en España. Fue profesor titular asociado en la
Universidad Católica de Chile hasta el año 2004. Y profesor visitante en las Universidades chilenas de Los
Lagos, Austral de Chile y de La Frontera y en la Universidad Nacional San Martín, de Buenos Aires, Argentina.
Entre sus distintos cargos directivos fue Jefe de la División de Análisis Cuantitativo y Jefe del Departamento
de Planificación Regional en la Oficina de Planificación Nacional de Chile en la década de los 60. Director de
la Oficina de la CEPAL en Brasil, en la década de los 70. Director Adjunto del Programa de Asesoría del
ILPES en la década de los 80 y Director de Políticas y Planificación Regionales del ILPES, en la década de los
90. Es miembro del Consejo Asesor y del Consejo Consultivo Internacional del Magíster en Desarrollo
Humano a Escala Local y Regional, Universidad de La Frontera, Chile. En la actualidad es consultor
internacional independiente y Presidente de una consultora privada: el Centro de Análisis y Acción Territorio y
Sociedad. Índice sintético: El texto es una monografía solicitada como una contribución de un libro que
conmemorará los cincuenta años de la Facultad Latinoamérica de Ciencias Sociales, Flacso y un posible
artículo para las revistas profesionales. La monografía, que tiene más un carácter conceptual que empírico,
comienza por una breve síntesis histórica de las políticas territoriales para mostrar los paradigmas, escuelas,
teorías, o simples “modas” que sirvieron de respaldo a su aplicación. A seguir se avalará, con una cierta
parquedad de cifras, la tesis sobre el fracaso, al menos relativo de ella, para seguir con un planteamiento que
busca desentrañar los principales elementos causales, tanto cognitivos como procedimentales. Termina la
monografía con una reflexión a futuro que apunta a mejorar la situación descrita. Título: América Latina en
medio siglo (1950/2000). El desarrollo ¿dónde estuvo? Introducción: En este apartado se hace aclaraciones
sobre el concepto del desarrollo. El autor va a definir a este concepto (desarrollo) como algo intangible,
subjetivo e intersubjetivo más que un resultado de los logros materiales, económicos, sociales e individuales.
Además, lo califica como una utopía y no utopía. Pero lo que postula es que el desarrollo necesita estar en
espacios concretos: el espacio social y geográfico. Después define qué son las políticas territoriales y a partir
de cuándo fueron implementadas en América Latina. -El origen de las políticas territoriales en América Latina.
En el inicio del apartado se define el concepto de política territorial. A su vez, describirá en los siguientes
apartados, cómo se fueron implementando las políticas territoriales. Un enfoque teórico. El análisis teórico de
este texto se hará desde una perspectiva funcionalista, donde se caracterizará como un "problema territorial"
a la excesiva concentración territorial y poblacional. Estos "problemas territoriales" recibirán soluciones por
parte del Estado, al implementar las llamadas "políticas territoriales". Un enfoque histórico: En el desarrollo de
este subtítulo se encontrarán los países americanos donde se formalizaron las políticas territoriales y cómo los
organismos (comisiones) destinados a implementarlas, lograron o no sus objetivos. El autor utiliza ejemplos:
México, es la cuna de las políticas en América Latina mediante la creación de la Comisión de Papaloapan en
1947,con el fin de que controlara las inundaciones, irrigación, energía hidroeléctrica, agua potable y para los
asuntos de desarrollo industrial y agrícola. Después se agregaron más comisiones para intervenir en las
cuencas, llegando a cubrir el 20% del territorio nacional. En 1948, Brasil tenía una comisión para el desarrollo
del Valle del Río Sao Francisco (codevasf) y del Valle del Río Doce. En 1959, se establece en Argentina el
Consejo Federal de Inversiones mediante un pacto entre las provincias, el municipio de Buenos Aires y el
territorio nacional de Tierra del Fuego, donde se excluía a la nación del pacto. Así también, las comisiones se
establecían comisiones en Venezuela y Colombia. En la década de 1960 las políticas regionales cambiarán al
surgir los esquemas nacionales de regionalización, acorde con la racionalidad funcionalista, con un carácter
más sistemático y se dividirá en dos variantes: las políticas intrarregionales e interregionales. A éstas políticas
se unirán los países ya nombrados y se sumarán Bolivia, Chile y Perú. Las matrices paradigmáticas de las
políticas territoriales. Hacia el siglo xix había un escaso grado de originalidad de las políticas territoriales en
América Latina, lo que arroja dudas sobre su pertinencia. Esto se debe al “copismo” urbano, arquitectónico de
costumbres sociales incluso el lenguaje. El ejemplo del primer “copismo” está representado por la conocida
Tennessee Valley Autority (TVA), creado por Roosevelt en 1933 como parte del New Deal. La TVA fue una
réplica en Venezuela y Brasil, logrando modernizar, en términos hídricos, riego, generación de energía
eléctrica y fabricación de nitrato sintético. En la década del ´50 existirá un modelo nuevo, el europeo, basado
en consideraciones políticas de posguerra (desechar el comunismo) que llevarán a dividir a los países, en
regiones, como en el caso de Italia. Nacía la Cassa per il MEZZOGIORNO transferirá la gigantesca cantidad
de 36.000 millones de dólares hacia inversiones en infraestructura y en equipamiento industrial en el sur. La
SUDENE será la réplica de la Cassa en América Latina, surgirá como respuesta estatal brasileña a la
efervescencia social y política nordestina causada por la pobreza. En la década de los sesenta, comienza con
la conferencia de Punta del Este (1961, la Alianza para el Progreso y el legítimo intervencionismo
estadounidense. Además, es una década caracterizada por las utopías, ideologías y la confrontación entre
diferentes corrientes de pensamiento y de la interpretación del desarrollo (teoría de desarrollo marxista y no
marxista. Según esta última postura, la falta de desarrollo de los países latinoamericanos se debía
principalmente a un conjunto de barrera estructurales que impedían a estos países “recorrer el sendero de
progreso y recorrido por las naciones industrializadas” (había un supuesto implícito acerca de un único camino
al desarrollo); algunas de las barreras señaladas eran—con toda razón dígase de paso—el sistema
educacional y la tenencia de la tierra. Reformas educacionales y agrarias fueron puestas en la agenda. Otra
barrera, de particular interés en este orden de cosas, residía en el bajo grado de integración interna de las
economías latinoamericanas. En concepto de baja “integración interna” aludía a la integración física, a toda
luz muy deficiente, a la integración económica, inexistencia de un mercado nacional, e integración
sociopolítica, procesos inacabados de construcción de Estado/Nación y ausencia en consecuencia de un
marco valórico nacional y precaria presencia del Estado en su propio territorio. Quizás si Colombia fue el
mejor ejemplo de estas carencias. Aunque no incluida en el diagnóstico de la falta de desarrollo
latinoamericano hecho en el marco de la teoría de la modernización, se podía desprender de él fácilmente una
recomendación que resultaría central en el diseño de las políticas territoriales a partir de los años sesenta: la
conveniencia de modificar la estructura administrativa de los territorios nacionales creando una suerte de
nueva geografía política más acorde con la contemporaneidad, reemplazando a las viejas delimitaciones
territoriales internas de la conquista y de la colonia que habían dejado de reflejar la organización del territorio;
esta intervención supuestamente contribuiría poderosamente a mejorar las condiciones de integración interna.
Aparece en escena entonces la regionalización de alcance nacional, la definición de un sistema exhaustivo y
excluyente de partición de la geografía nacional, que serviría de marco básico para la puesta en práctica de
políticas regionales nacionales o inter regionales e intra regional o simplemente regional. La década de los
setenta es testigo de la entronización de gobiernos militares de facto y de derecha que arrasan con la idea de
la planificación, aunque en casos como el de Chile, la planificación regional formal subsistiría hasta 1978,
apoyada por los militares a cargo de la CONARA (Comisión Nacional de la Reforma Administrativa), hasta que
los economistas pertenecientes al grupo conocido como los Chicago Boys en alusión a su alma mater,
asumen el control total de la ODEPLAN (Oficina de Planificación Nacional). Un examen en profundidad de la
experiencia del gobierno militar se encuentra en Boisier (1982). La regionalización comienza a ser
desarticulada en todas partes, con la excepción de Chile. Al paso de los años, sin embargo, se producirá en
varios países una suerte de rearticulación regionalista; en Argentina la reforma a la Constitución en 1994 abre
la puerta para que las provincias contiguas formen regiones (como ha sucedido con la Región de la Patagonia
que incluye cinco provincias y hasta una capital regional, Santa Rosa de la Pampa y ahora con la Región
Centro); en Brasil desaparecen las cinco macro regiones de planeamiento; en Colombia la Constitución de
1991 en su artículo # 306 hace mandataria la creación de regiones a partir de la asociación de departamentos
contiguos (regiones RAP, de Administración y Planeamiento) y desaparecen las cinco regiones CORPES
creadas en 1985; en Bolivia se refuerzan los departamentos; en el Perú se borra de un plumazo la sofisticada
arquitectura institucional regional creada por Alan García, en tanto que la Constitución de 1993 abre paso—
igual que en Argentina en 1994—a la conformación de regiones sobre la base de una asociatividad voluntaria
de departamentos contiguos. Los objetivos de las intervenciones territoriales y los resultados. Los múltiples
programas de fomento al crecimiento y al desarrollo en el territorio, amparados—como se mostró—en
variados paradigmas, plantearon un conjunto reducido y más o menos estandarizado de objetivos. En primer
lugar aparece un objetivo instrumental: la implantación de una nueva división política/administrativa del
territorio, la regionalización, claramente un objetivo instrumental o un medio que, no obstante, en la mente de
muchos se transformó en un objetivo finalista. Hace años me referí al fenómeno que llamé el síndrome de
Pigmalión en clara alusión a la tragedia griega y a su versión “regionalista” que hizo que muchos especialistas
se enamorasen hasta la locura de su propia obra, la propuesta de regionalización, y quien escribe no fue del
todo ajeno a este mal. En segundo lugar un objetivo común fue el intento de limitar la expansión de las
grandes o de la mayor ciudad en cada caso, el control de la metropolización a fin de reducir tanto el volumen
de migración interna como los ya apreciables costos sociales del crecimiento desordenado y exponencial del
centro principal de cada país. En tercer lugar se confirió considerable importancia a una vaga noción de
igualdad expresada como la necesidad de reducir las disparidades territoriales de producto per cápita, o del
ingreso, o del bienestar. Este objetivo, como se comentó, no estuvo ajeno a consideraciones de estabilidad
política e institucional nacional. En cuarto lugar, ahora sí de una manera bastante difusa, se estableció un
objetivo de descentralización decisional, tanto en el ámbito público como en el privado, aunque incluso el
conocimiento básico o teórico del centralismo latinoamericano era harto precario. En quinto lugar, finalmente,
aparecía un objetivo propiamente tal, en consecuencia finalista o teleológico, el desarrollo regional, resultado
de la interacción de los cuatro objetivos precedentes. Desarrollo regional que se planteaba como un proceso
de doble dimensión escalar: nacional o interregional con un trasfondo conceptual sistémico, y regional,
referido a cada una de las regiones, por cierto tomando en cuenta la imposibilidad de un crecimiento relativo
igualitario. Una evaluación del nivel de logro de estos objetivos en el largo plazo (1950/2005) muestra
parquedad en los resultados. En primer lugar, la regionalización logró consolidarse constitucional y
políticamente en un solo país de América Latina; se trata del caso de Chile en el cual la Constitución de 1980
y sus reformas posteriores plantean que “El Estado de Chile es unitario. Su territorio se divide en regiones. Su
administración será funcional y territorialmente descentralizada, o desconcentrada en su caso, en conformidad
con la ley” (Art. 3). El Perú (1996), Nicaragua (1996), y República Dominicana (1996) aparecen junto a Chile
en un informe del PNUD sobre la materia(s/f), pero ya fue anotado que en 1993 la reforma constitucional
barrió con las regiones y con las estructuras político-administrativas del gobierno. En segundo lugar, el
propósito de poner límites a la metropolización y a la primacía urbana fracasó de manera rotunda. Es bien
conocido que América Latina es hoy un subcontinente caracterizado por una alta tasa de urbanización,
cercana al 80 % en la actualidad, por una velocidad elevada de este proceso si se observa que la tasa de
urbanización pasó de un 55 % en 1970 al actual 80 % en el 2005. Se indujo a la introducción, como en otras
latitudes, de nuevos vocablos: megalópolis y megalopolización y las cifras revelan que Ciudad de México
sobrepasó los 20 millones de habitantes, Sao Paulo le sigue de cerca con 20 millones, Buenos Aires tiene
cerca de 14 millones, Lima 8 millones, Santiago de Chile 5 millones, Caracas 4,5 millones y así por delante.
En tercer lugar se confirió considerable importancia a una vaga noción de igualdad expresada como la
necesidad de reducir las disparidades territoriales de producto per cápita, o del ingreso, o del bienestar. Este
objetivo, como se comentó, no estuvo ajeno a consideraciones de estabilidad política e institucional nacional.
En cuarto lugar, el objetivo de descentralizar los sistemas públicos y privados de toma de decisiones ha
mostrado un recorrido temporal errático como producto de serias limitaciones en la cultura, en la tradición de
organización del Estado, en la sub cultura de la administración pública y, finalmente, en la propia mentalidad
individual latinoamericana, heredera de un orden hacendario rural en el cual el campesino (después trabajador
urbano) cultivó un modelo de dependencia con respecto al patrón de la hacienda y después con respecto al
Estado. Naturalmente que es obligatoria la distinción entre países federales y unitarios en esta materia. En
definitiva sin embargo, hay que reconocer que los avances—en donde los hay—en materia de
descentralización parecen responder a los cambios imbricados en la globalización y en el neoliberalismo más
que al voluntarismo de las declaraciones. Por último, el objetivo finalista, provocar procesos de desarrollo
regional en los países, tropezó desde siempre y desde el punto de vista de su evaluación, con el carácter
difuso, poco explícito de la naturaleza del objetivo mismo. No obstante si se usa un criterio harto simple, pero
no escaso de racionalidad, como es el de caracterizar como desarrollo regional procesos que generan o que
potencian ciudades (como un “artefacto” de una región al decir de Mumford) que se convierten en centros
competidores—en el proceso de acumulación capitalista—de un (o de unos pocos) centro(s) tradicional(es) e
históricos de acumulación, allí se podría hablar tentativamente de que en efecto se ha producido un proceso
que llevaría a un estado tipificado como “desarrollo regional”. Por último, el objetivo finalista, provocar
procesos de desarrollo regional en los países, tropezó desde siempre y desde el punto de vista de su
evaluación, con el carácter difuso, poco explícito de la naturaleza del objetivo mismo. No obstante si se usa un
criterio harto simple, pero no escaso de racionalidad, como es el de caracterizar como desarrollo regional
procesos que generan o que potencian ciudades (como un “artefacto” de una región al decir de Mumford) que
se convierten en centros competidores—en el proceso de acumulación capitalista—de un (o de unos pocos)
centro(s) tradicional(es) e históricos de acumulación, allí se podría hablar tentativamente de que en efecto se
ha producido un proceso que llevaría a un estado tipificado como “desarrollo regional”. Hipótesis sobre un
fracaso más que evidente. Por cierto que la decepción por la pobre “performance” de las políticas regionales
causó un extenso debate en relación a sus posibles causas, debate no exento de aproximaciones ideológicas,
al menos en su comienzo. Primeramente hay que mencionar—y eso sería suficiente—el argumento
proveniente de sectores radicalizados que sostuvieron, por lo menos hasta fines de los setenta, la tesis de la
imposibilidad de un desarrollo regional, relativamente armónico, en el contexto del sistema capitalista, una
tesis que no hubiese aprobado ni el más elemental examen teórico y que no era en absoluto convalidada por
la evidencia empírica. A continuación se planteó una hipótesis acerca de la coherencia entre los estilos de
desarrollo y las políticas regionales. El importante Seminario de Bogotá en 1979, que sirvió como arena para
esta discusión que concluyó, en cierto sentido, demostrando que al contrario de lo supuesto, la mayoría de las
políticas regionales habían sido concebidas como muy funcionales al estilo que se comenzaba a imponer,
fuertemente sesgado hacia el crecimiento económico. En los últimos años las políticas regionales,
fuertemente asociadas a la competitividad internacional, han sido perfectamente congruentes con la apertura
externa y con la globalización, cuando menos en el discurso, aun cuando ello ha significado descuidar a las
regiones menos favorecidas. Probablemente la clave para diseñar intervenciones territoriales exitosas, lo cual
presupone necesariamente su consonancia con la contemporaneidad, reside en considerar que los procesos
de cambio social en el territorio (crecimiento + desarrollo) requieren intervenciones descentralizadas para
maximizar la endogeneidad de los procesos (que ya se sabe, será relativamente baja en el caso del
crecimiento y elevada en el caso del desarrollo). Sería posible imaginar un proceso, en un país cualquiera, de
amplia descentralización político/territorial, que dotase a las comunidades territoriales de suficientes
capacidades para intervenir dinamizando sus propios procesos de cambio. ¿Sería esto garantía de éxito? De
ninguna manera si se entiende que el poder usado sin conocimiento (científico) acerca de la estructura y
dinámica de los procesos a ser intervenidos puede entregar resultados completamente contraproducentes.
Descentralizar, sí, pero siempre y cuando se posea un marco cognitivo capaz de indicar cuándo, cómo, y
dónde hay que intervenir. De manera que el círculo argumental se cierra: a la afirmación de que los parcos
resultados obtenidos en América Latina mediante la aplicación de un variopinto conjunto de acciones
territoriales son atribuibles a carencias cognitivas en no poca medida, se contrapone la necesidad de crear el
conocimiento faltante. Un marco cognitivo para la acción territorial en el siglo XXI. ¿Qué conocimiento se
requiere para respaldar la acción? ¿Por qué parece necesario crear conocimiento? ¿Acaso no aprendimos,
incluso de los errores, en el pasado? Estas son preguntas claves que se dilucidan en cuanto se toma nota de
los extraordinarios cambios sociales, económicos y tecnológicos que han ocurrido por lo menos a partir de la
primera crisis del petróleo en 1973, y que se resumen, para los efectos de esta discusión, en el hecho de
haber transitado desde sistemas nacionales con economías muy cerradas, muy centralizadas y muy
estatizadas, a contextos completamente inversos. De aquí que el conocimiento adquirido en el pasado, por
reflexión o por aprendizaje en la práctica (learning by doing), no sirve en la actualidad. Hemos propuesto,
(Boisier; 2003) clasificar el nuevo conocimiento para la acción territorial en dos categorías: a) un cuerpo
cognitivo estructural, que se basa principalmente en un sólido conocimiento de la teoría de sistemas, para
entender que todo territorio es un sistema, abierto, y complejo, y b) un cuerpo cognitivo funcional, capaz de
explicar la estructura y la dinámica del crecimiento y del desarrollo territoriales en la contemporaneidad, lo que
implica sacar a luz los nuevos factores causales de ambos procesos y el entorno actual que enmarca a
ambos.
Ceceña, A. E. (2009) Caminos y agentes del saqueo en América Latina. Agencia Latinoamericana de
Información (ALAI) América Latina en Movimiento Ana Esther Ceceña.Nos encontramos actualmente en
un momento de crisis producto de la expresión mutante del capitalismo y de su capacidad de adaptación o
readecuación a las condiciones cambiantes del acontecer no sólo económico sino social. La crisis cíclica, es
indicativa de la incapacidad del mercado para garantizar por sí solo las condiciones generales del proceso de
acumulación del capital y de apropiación privada de la riqueza y apela a los mecanismos de contención social
para asegurar aquello que el mercado no logra cohesionar y controlar, de manera legal e ilegal. Esta crisis
exige un cambio de estrategia y de modalidad de dominación que abarca todas las dimensiones de
organización social, territorial y política del sistema. Por este motivo la crisis actual no es solamente financiera
ni se resuelve con subsidios y ajustes estatales o con fusiones y centralización del capital, ya que esto agrava
la situación de suicidio técnico. La IIRSA como estrategia de poder hegemónico. La fuerza interna del
capitalismo se defiende y se reconstruye permanentemente a través del diseño de un conjunto de estrategias
integrales, entre las que se encuentran los proyectos de reordenamiento territorial, que son necesariamente
también de reordenamiento político, como el de la Integración de la Infraestructura Regional de Sudamérica,
IIRSA. El IIRSA tiene como finalidad construir una infraestructura de comunicaciones, transportes y
generación de energía que constituya un ágil y dinámico sistema circulatorio que permita enlazar las
economías regionales al mercado mundial. Este proyecto de mercantilización total de la naturaleza para uso
masivo desde el centro de México hasta la punta de Tierra del Fuego consiste en la explotación de recursos
naturales de acuerdo con las dimensiones de un comercio planetario sostenido. La infraestructura permitirá a
América Latina convertirse en una pieza clave en el mercado internacional de bienes primarios, a costa de la
devastación de sus territorios, pero las modernas vías de transporte que se proponen y se están habilitando
con la IIRSA colocan al enorme territorio sudamericano a disposición de las necesidades de saqueo de los
recursos estratégicos. Las rutas de IIRSA pasan por las fuentes de agua, minerales, gas y petróleo; por los
corredores industriales del subcontinente; por las áreas de diversidad genética más importantes del mundo,
por los refugios indígenas y por todo aquello que es valioso y apropiable en Sudamérica. La ampliación de los
caudales de los ríos para dedicarlos al tránsito intenso está poniendo en riesgo los pantanales y degradando
las condiciones de vida de especies animales y vegetales al tiempo que violenta los modos de vida de
comunidades aledañas o vinculadas; la explotación y exportación masiva de minerales castiga a la selva con
un tráfico pesado constante que va comiéndose rápidamente la mancha amazónica y amenaza los glaciares;
las modalidades locales de organización de la vida se ven confrontadas con una dinámica vertiginosa que no
les corresponde y que las altera externa e irreversiblemente. La dimensión de la explotación del territorio de
América Latina y de extracción de sus elementos valiosos se encuentra en relación con los niveles crecientes
demandados por una economía mundial que responde a las vertiginosas necesidades de multiplicación de las
propias ganancias mucho más que a las necesidades reales de la población del mundo (sobreproducción)...
Con esto se acrecientan el saqueo del que han sido objeto los pueblos latinoamericanos. El entramado de
intereses de la IIRSA:
•La anuencia o incluso el entusiasmo de muchos de los gobiernos latinoamericanos es resultado de una
combinación en la que gobiernos y empresas locales reciben algunos beneficios.
•La red infraestructural de las características de la planeada es sin duda un facilitador de las actividades
extractivas, y económicas que aseguran la reproducción global del sistema.
•Las grandes transnacionales tienen como foco de interés la explotación de los recursos. Estas empresas se
potencian, aumentan su producción y, evidentemente, sus exportaciones; se vinculan más estrechamente al
mercado mundial, al igual que empresas nacionales.
La extracción de petróleo y gas tiene en algunos países exclusividad de empresas del Estado, las empresas
principales en este sector son Exxon, Royal Dutch, British Petroleum, Chevron, CONOCO-Phillips, ENI,
Petrobras, Repsol-YPF, SK, Occidental Petroleum, Lukoil, EnCana y Oil and Natural Gas. Estas quedan bien
protegidas por las facilidades infraestructurales proyectadas por IIRSA, de manera que su acceso al mercado
mundial, de por sí ya bastante ágil, se vería aún mejorado. Los minerales metálicos son foco de atracción de
grandes empresas de dimensión planetaria como Anglo American, BHP Billinton, Río Tinto, Vale do Río Doce,
Xstrata y Nippon Mining Holdings, y su distribución territorial las lleva a diversas regiones sudamericanas que
en todos los casos tendrán la virtud de ser articuladas a través de las rutas de IIRSA. La apropiación de
bosques, naturales o generados artificialmente, tiene sus principales zonas en puntos muy específicos,
vinculados con la producción de celulosa y papel. Las empresas principales que se encuentran en el sector
son Stora Enzo, Weyerhauser, Aracruz Celulose, Votorantim Celulose, Kablin, Suzano Papel y Celulosa,
CELCO y CMPC, las dos últimas con inversiones en el sur de Chile. Además de todas las empresas
mencionadas hay un entramado de empresas más pequeñas vinculadas con las actividades de las grandes,
sin embargo no repercuten en los grandes mercados ni definen las dinámicas de la economía. Una de las
cosas que se deben tomar en cuenta es cómo el territorio está siendo expropiado y cómo proyectos como
IIRSA refuerzan esa tendencia. América Latina un cálculo del territorio extranjero ocupado por bases militares
estadounidenses pero sería necesario medir el ocupado por las propiedades de las empresas para tener una
idea cabal de la dimensión territorial de la dominación que gira en torno al capitalismo estadounidense.
Gowan, P. (2004) “American Lebensraum”. En NLR 30 (155-164). Todo el mundo sabe que la guerra
siempre ha sido algo bueno para la geografía y durante las dos Guerras Mundiales Isaiah Bowman, el
protagonista del libro de Neil Smith titulado American Empire, fue el geógrafo profesional más próximo al
núcleo de la reconstrucción posbélica de Washington. En 1917, en vísperas de la entrada de Estados Unidos
en la Primera Guerra Mundial, el joven y ambicioso director de la American Geography Society fue reclutado
por Edward House para desempeñar un papel fundamental como miembro de la Comisión de Woodrow
Wilson, el grupo al que se encomendó preparar las posiciones estadounidenses para el acuerdo de paz.
Bowman fue el consejero jefe para asuntos territoriales de Wilson en la Conferencia de París y, en 1921, el
fundador en calidad de director del Consejo de Relaciones Internacionales al lado de Elihu Root. Su informe
geopolítico, The New World, fue publicado aquel mismo año y se convirtió en «el manual del despertar del
siglo americano ». Bowman estuvo adscrito al Departamento de Estado durante el mandato de Roosevelt,
tanto antes como durante la Segunda Guerra Mundial, y fue miembro del Comité Consultivo para la Política
Exterior Posbélica desde 1942. Un anticomunista visceral –y presidente de la universidad Johns Hopkins–,
murió de un ataque al corazón en 1950. La sugestiva contribución de Smith a la historia del expansionismo
estadounidense no es, tal y como su título podría sugerir, una de las tantas contribuciones a las teorías del
imperialismo; ni tampoco, como podría indicar su subtítulo, «el preludio de la globalización», su exploración
cubre el periodo posbélico. Smith centra su atención, por el contrario, en el modo en que los internacionalistas
liberales estadounidenses de la primera mitad del siglo XX pensaron realmente su proyecto expansionista
imperial y en el lenguaje que construyeron para legitimarlo. De este modo, revela la extraordinaria continuidad
de la campaña expansionista de Estados Unidos durante el siglo pasado y la naturaleza igualmente
imperecedera de sus ideologías, desde la época de Wilson hasta Bush. El «intento de aplicar los principios de
la Doctrina Monroe al mundo en general» es una síntesis tan adecuada de la Estrategia de Seguridad
Nacional presentada en septiembre de 2002 por Bush, como lo era de los esfuerzos de Wilson por erigir la
Liga de Naciones. Smith demuestra de qué modo las ideologías del expansionismo estadounidense disuelven
constantemente las críticas relaciones geográficas que subyacen a la ampliación y al sostenimiento del
Imperio en ideas vacías y universalizadoras que sirven para empañar la visión: frases como el «siglo
americano» de Luce, o la propia palabra «globalización», son dos meros ejemplos de este fenómeno.
Mientras no se desvele el verdadero sentido de la «geografía del siglo americano», sostiene Smith: los
orígenes, los perfiles, las posibilidades y los límites de lo que hoy se llama globalización también
permanecerán ocultos. No hay modo de comprender de dónde vienen, ni a dónde llevarán, los cambios
globales experimentados a lo largo de los últimos veinte años si no se comprende de qué forma el poder
político y empresarial estadounidense trazó el mapa de un imperio emergente a lo largo de todo el siglo XX. Si
bien este libro es ante todo histórico, su principal objetivo es ofrecer una perspectiva desaparecida de la
geografía del poder global contemporáneo. La última frase de este párrafo extraído de su libro corre el riesgo
de ser malinterpretada. Más que la geografía del poder global contemporáneo, Smith nos ofrece la visión de
Isaiah Bowman de la geografía del poder durante las décadas del ascenso de Estados Unidos. Esta
exploración exhaustiva de los archivos de Bowman proporciona un retrato esclarecedor tanto de él mismo y
de sus colegas como del mundo al que se enfrentaron y de las exigencias de la campaña expansionista
estadounidense. De hecho, la fascinación que siente Smith hacia Bowman le lleva a explorar cada faceta de
su vida pública y de sus opiniones mucho más allá del campo de los asuntos internacionales. El resultado es
un retrato multifacético de la perspectiva y de los prejuicios de una figura central de la elite internacionalista de
Estados Unidos. Bowman nació en 1878 siendo descendiente de menonitas suizos y creció en una comunidad
agrícola pobre del Michigan rural, aproximadamente a 100 kilómetros al norte de Detroit. Resuelto y agresivo
–hay un fugaz parecido entre él y James Cagney–, a la edad de veintidós años aprovechó la oportunidad de
librarse de la dedicación a la enseñanza en una escuela rural e ir a la Universidad. Su profesor de geografía
en el Estado de Michigan, Mark Jefferson, le ayudó para que pudiera trabajar con William Morris Davis en
Harvard, donde el joven Bowman tuvo que colocarse manteniendo encendidas las calderas y quitando nieve
con la pala para pagarse el viaje, encontrando, no obstante, el trabajo «alentadoramente difícil». En Estados
Unidos, la geografía aún se encontraba dando sus primeros pasos como disciplina académica. Smith describe
la coexistencia de influencias alemanas –por ejemplo, Die Erde un das Leben delautor afincado en Leipzig
Friedrich Ratzel, y su Polistische Geographic escrito en 1898– con las tradiciones nativas más pragmáticas de
la exploración financiada por el Estado y de la recogida cartográfica de datos que se remontaban a los días de
Jefferson. Bowman trabajó para la Agencia Estadounidense de Investigación Geológica en Charleston y
Dallas y, posteriormente, se trasladó a Yale donde ayudó a forjar el nuevo currículum impartiendo un listado
enciclopédico de cursos diversos en los que enseñó desde geología y fisiogeografía hasta geografía comercial
y política, e inauguró importantes estudios regionales. Smith evoca de manera excelente la «urgencia por la
expansión» estadounidense tal y como se expresó en los primeros años del siglo XX; por ejemplo, cita los
comentarios de Senador Albert Beveridge cuando afirmó que «las fábricas estadounidenses hacen más de lo
que el pueblo estadounidenses puede utilizar. El suelo estadounidense está produciendo más de lo que
puede consumir. El destino ha escrito nuestra política por nosotros. El comercio mundial debe ser y será
nuestro». La teoría del imperialismo basada en el capital excedente había sido articulada por vez primera en
la década de 1880 por un periodista de The Wall Street llamado Charles Conant. Conant explicó que la
depresión de aquella década se había debido a la falta de una nueva oferta para el capital excedente
estadounidense en el ámbito doméstico, mientras instaba a la expansión imperial para abrir nuevos campos
rentables a la inversión. La teoría de Conant fue posteriormente adoptada no sólo por algunos entusiastas
entre los que se encontraba Elihu Root, sino también por críticos del imperialismo como John Hobson en
Inglaterra y, en efecto, por la teoría marxista clásica. El propio Smith no incide en los orígenes del impulso
expansionista, pero parece aceptar que es la tendencia hacia el exceso de producción doméstica y el capital
excedente existente dentro de los territorios donde el capitalismo es más fuerte lo que lleva a sus Estados a
intentar abrir otras zonas aptas para la acumulación capitalista. La perspectiva de Bowman no era muy dispar.
Cuando todavía era un joven de diecinueve años, en 1898, se había sentido embargado por un patriótico
«frenesí bélico» y había formado en el interior de Michigan su propia milicia de voluntarios integrada por 100
efectivos cuando la bandera de las rayas y las estrellas fue clavada en Cuba y en Filipinas. Politische
Geographic de Ratzel –donde se adaptaban las ideas organicistas tomadas de las ciencias naturales para
argumentar que las naciones necesitaban crecer en aras a sobrevivir, lo que explicaba que la expansión
territorial, la adquisición del «Lebensraum», fuese un rasgo inherente de los pueblos y de los Estados fuertes–
concordaba perfectamente con las propias inclinaciones de Bowman. En 1907, Bowman emprendió viaje
hacia los Andes en la primera de tres expediciones organizadas por la Universidad de Yale a América del Sur,
navegó hasta Panamá –donde quedó impresionado por las obras efectuadas en el canal– y después
descendió la costa del Pacífico hasta llegar a Perú. Al desembarcar, intentó estimar la posibilidad de aplicar el
«ciclo» de la sedimentación y la erosión de Davis a los Andes peruanos, dotados de una geomorfología
constituida por formas paisajísticas jóvenes, curtidas y viejas. Su travesía le hizo recorrer cerca de 16.000
kilómetros en mula, en canoa, en tren y en diligencia. En un viaje posterior (en el que Irma Bingham
«descubrió» el Machu Picchu), Bowman cartografió los rápidos del río Urubamba cuando se precipita entre los
muros escarpados de su cañón. Al salir de los Andes y llegar donde limitan con una región ondulada cubierta
por la selva, vio el corte entre el paisaje de las montañas y la Amazonía «casi tan marcado como una orilla».
Bowman no daba crédito a la visión que Alexander von Humboldt tenía del Amazonas a principios del siglo
XIX según la cual aquellos bosques serían sustituidos por ciudades densamente pobladas puesto que
consideraba que su geografía no era muy apta para la vida humana y que la fuerza de trabajo era demasiado
escasa. Por el contrario, él veía un panorama drásticamente determinado –compuesto por los primeros
hacendados, los indígenas que vivían en la selva, los nobles guías Aymara y el «intrincado» quechua–, «una
auténtica estratificación de la sociedad correlativa a los estratos superpuestos del clima y de la tierra».
Bowman comprendió la tarea que se abría ante él en términos más científicos que Humboldt. Con
exploradores y cultivadores de caucho perfectamente establecidos en el Amazonas, la barrera andina al
mercado con la costa del Pacífico se había convertido en la última frontera de las Américas. La época de los
conquistadores2 se había caracterizado por la «pura conquista humana», escribió Bowman; un territorio del
que no se poseía mapa y que había sido abierto a punta de mosquete. Pero en la era del comercio y del
capital, la conquista se tornaba «condicional», dependiente de los beneficios que se iban a derivar de tender
líneas de ferrocarril a través de las montañas, de drenar pantanos y de irrigar desiertos; en otras palabras,
dependía de la voluntad y de los recursos de las «razas más fuertes». En 1914, con las expediciones de la
Universidad de Yale a América del Sur a sus espaldas, Bowman recibió el ofrecimiento de asumir la dirección
de la entonces languideciente American Geographical Society, cuya sede en Manhattan (entre Broadway y la
calle 155) consistía en un edificio de tres plantas donde se guardaban mapas, materiales de estudio y otros
recursos cruciales. Bowman convertiría esta sociedad en su base institucional durante los siguientes veinte
años, antes de su último traslado a la Universidad Johns Hopkins. Se reveló ágil en la feroz lucha interna y en
la incesante contienda por el poder que tanto entonces como ahora caracterizó a la elite política
estadounidense, renovando y dinamizando la sociedad y buscando activamente establecer conexiones con
los servicios de inteligencia militar estadounidenses. Cuando desde la Casa Blanca se le propuso participar en
la Comisión de Wilson en 1917, Bowman se movió rápidamente para asegurarse de que el proyecto se
instalara en el último piso del edificio de la sede de la sociedad para mantenerse a cubierto del vociferante
movimiento contra la guerra. En diciembre de 1917, la Comisión había esbozado las bases de lo que se
convertiría en los Catorce Puntos de Wilson: «rehacer el mapa del mundo tal y como hoy lo conocemos»,
alardeó la Casa Blanca. La delegación estadounidense en la Conferencia de Paz celebrada en París en 1919
fue equipada con una lista negra elaborada por Bowman que contenía soluciones territoriales para veintisiete
zonas disputadas de Europa, mapas a gran escala y, por si no fuera suficiente, datos étnicos y lingüísticos así
como físicos y políticos, y un detallado informe económico y laboral. Mientras la guerra civil todavía causaba
estragos en Rusia, Bowman se enfrascó en una dura batalla para extender las fronteras polacas y después de
la Primera Guerra Mundial fue aclamado como un héroe nacional en Varsovia. American Empire muestra en
qué medida la experiencia de París fue formativa para el propio Bowman. No sólo le convirtió en una figura
pública sino que le instruyó en la política internacional y le inició –a una persona que hasta entonces no había
sido otra cosa que un nacionalista republicano incondicional– en la jerga del expansionismo wilsoniano. Smith
subraya una verdad sencilla pero importante: los esfuerzos de la elite liberal internacionalista de Estados
Unidos para construir un nuevo orden global que reemplazara el mundo de los imperios europeos eran en sí
mismos un ejercicio encaminado a la construcción imperial y no un intento inocente de reeducar al mundo en
los ideales wilsonianos. En otras palabras: los ideales eran la bandera de un grupo comprometido en una puja
por el poder global. Bowman y sus colegas desplegaron el concepto de Ratzel del Lebensraum como una idea
esencialmente económica: el crecimiento estadounidense demandaba una expansión a escala global. Lo que
justificadamente fascina a Smith es la forma en que este grupo llegó a tomar conciencia de que ellos podrían
organizar una nueva forma de orden mundial que podría servir tanto para afianzar el dominio estadounidense
global como para estructurar la totalidad del mundo capitalista y asegurar que todos sus núcleos principales
pudiesen adquirir en su seno el Lebensraum adecuado para sí mismos. La idea subyacente de la visión de
este grupo descansaba en la difundida percepción de que el mundo se estaba cerrando políticamente a
medida que durante los primeros años del siglo XX su territorio incorporaba imperios o Estados más o menos
modernos. Este sentido de cierre se experimentaba de modo particularmente fuerte entre los geógrafos, cuyo
trabajo hasta entonces había estado estrechamente ligado a la exploración de las partes del globo sin
cartografiar; las Expediciones de la Universidad de Yale se hallaban entre los últimos chasquidos de aquella
época. Tal y como observa Smith, Rosa Luxemburgo pensaba que el cierre de las fronteras globales
conduciría al hundimiento del capitalismo. En opinión de Lenin, la consecuencia de este cierre era, por el
contrario, que la política internacional entre los diversos órdenes capitalistas pasaría a centrarse en la forma
de re dividir los botines. En «The Geographical Pívot of History», publicado en la revista londinense graphical
Journal en 1904, Halford Mackinder sostenía que el cierre produciría una nueva forma de interdependencia
política y social: De ahora en adelante [...] tendremos que enfrentarnos a un sistema político cerrado que, sin
embargo, tendrá un campo de acción de alcance mundial. Toda explosión de fuerzas sociales, en lugar de
disiparse en un circuito envolvente formado por un espacio desconocido y un caos bárbaro, tendrá una
resonancia tan inmensa que llegará hasta el último rincón del globo y, en consecuencia, los elementos débiles
existentes en el organismo político y económico del mundo serán destruidos [...]. Probablemente, cierta
intuición de este hecho está, por fin, consiguiendo apartar en gran medida la atención que los estadistas de
todos los rincones del globo habían depositado en la expansión territorial y desplazarla hacia la lucha por el
logro de la eficiencia relativa. Éste era el contexto en el que los líderes estadounidenses sopesaron las formas
en las que podrían explotar los recursos de su capitalismo industrial para proporcionar tanto una «redivisión
del botín» como una nueva estructura del orden mundial bajo su liderazgo. La ruptura a la que apuntaban los
internacionalistas estadounidenses del periodo de Wilson descansaba en su descubrimiento de que la
conexión entre la economía y la geografía política sobre la que se sostenía la acumulación de capital europea
podía romperse. La expansión económica podía divorciarse del engrandecimiento territorial y el resultado
estaría perfectamente en sintonía con los intereses nacionales estadounidenses. Esta idea conformó el
fundamento programático real del liberalismo moralista global de Wilson. En palabras de Smith: El
internacionalismo estadounidense desempeñó un papel histórico pionero en forzar los goznes de la expansión
económica a partir del control político y militar directo sobre los nuevos mercados [...] [anticipando] una
economía mundial en la que las diferencias territoriales entre los Estados era de una relevancia económica
menor y en la que las disputas políticas podrían ser reguladas para evitar la perturbación del mercado.
Bowman no fue, en absoluto, el precursor de estas soluciones estadounidenses al rompecabezas del cierre
político global, pero su trabajo de 1921, The New World, jugó un papel importante en instruir a las elites
políticas y comerciales estadounidenses sobre las realidades de la geografía política global: tanto de las
posibilidades que se abrían ante ellas respecto a la política mundial como de los obstáculos que se
interponían a su liderazgo global. El libro ayudó a formar el lenguaje público del expansionismo
estadounidense enlazando su visión del poder político y económico con el discurso del liberalismo
estadounidense. Junto a su trabajo en el Consejo de Relaciones Internacionales, el libro asentó la
preeminencia de Bowman en este campo. «Lo queramos o no –comienza The New World–, estamos
obligados a hacernos cargo de la situación mundial actual de un modo u otro», ya que Estados Unidos estaba
entonces demasiado implicado como para dejar de hacerlo. Y, puesto que, según sus palabras, «ahora el
mundo ha sido parcelado casi hasta el límite del “espacio político” vacante», la necesaria expansión
económica de los Estados-nación individuales ya no podría alcanzarse mediante la expansión del control en
términos puramente políticos, sino que debía tener lugar dentro del «espacio económico». La expansión
territorial debería ser «sucedida por la expansión económica». Pero en opinión de Smith, Bowman entendía
que este nuevo mundo no iba a alcanzarse de modo inmediato y que, durante el periodo de transición, la
geografía política continuaría siendo el fulcro del poder mundial. La disociación discursiva de la economía y de
la expansión territorial efectuada por Bowman es juzgada como «oportuna», en tanto que se trataba de una
forma de protegerse frente a la acusación de que el expansionismo estadounidense no era más que
imperialismo disfrazado bajo una piel de cordero. No obstante, el propio Smith guarda un sorprendente
silencio acerca de la relación real entre la geopolítica y el poder militar estadounidense, por un lado, y la
reorganización de la economía mundial para el Lebensraum estadounidense, por otro. En ocasiones, casi
parece estar aceptando como válido el discurso de Bowman en lo referido a la disolución de la geopolítica en
la economía liberal internacional. En realidad, la reestructuración de la economía mundial para abrir espacio al
expansionismo estadounidense nunca iba a dejar de ser una cuestión de poder político y de estrategia
geopolítica. La idea de que se trataba únicamente de la transición del viejo orden al nuevo era una forma de
evasión ideológica. La principal cuestión a la que se enfrentaba Estados Unidos en la primera mitad del siglo
XX era cómo reemplazar a las potencias europeas como centro político del mundo, cuestión absolutamente
vinculada a una determinada política de potencia. Pero la cuestión más importante después de la transición
sería la referida a la política de potencia del dominio estadounidense, en la cual la geopolítica todavía
conservaría un lugar preeminente. Smith no aborda directamente esta cuestión. Tampoco explora los debates
sobre el diseño de una gran estrategia que se abrieron al hilo de aquélla dentro de las elites estadounidenses
del periodo de entreguerras. Esta tarea supondría deshacerse de la diferencia política e ideológica habitual
que los historiadores han establecido entre los «aislacionistas» y los internacionalistas liberales. El
aislacionismo es una etiqueta que encubre un catálogo de corrientes radicalmente distintas. Smith afirma que
había un antagonismo radical entre los aislacionistas que querían realmente volver la espalda al mundo y los
líderes del Consejo de Relaciones Internacionales. Pero no deberíamos olvidar que el propio Consejo estaba
integrado por figuras descollantes de las denominadas Administraciones republicanas aislacionistas de la
década de los veinte. No había una gran distancia entre esta gente y una figura como Bowman (él mismo un
republicano de Michigan, a pesar de que en 1920 emitiera un voto demócrata «sin precedentes » a favor de
Wilson). La coalición de Roosevelt durante la guerra hizo converger sendos grupos en una amistosa alianza.
Después de todo, ambos estaban comprometidos con la campaña para lograr un dominio global
estadounidense. Se deba o no a la casualidad, el hecho es que desde el punto de vista de la gran estrategia
ejecutada por Estados Unidos los esfuerzos de las administraciones republicanas que ocuparon el gobierno a
lo largo de la década de los veinte, así como las desplegadas por la Administración de corte aislacionista
presidida por Roosevelt durante la mayor parte de la década de los treinta, podrían verse como un intento
preparatorio del terreno para lo que vino después: la caída de las potencias euroasiáticas en la Segunda
Guerra Mundial y la asunción del papel de líder mundial por parte de Washington sin apenas entorpecimientos
como resultado de aquélla. El aislacionismo de la elite durante el periodo de entreguerras no reflejaba en
absoluto una retirada estadounidense de la política mundial. Era el rechazo a desempeñar el papel de garante
y de sostén del orden mundial existente. En este punto, Bowman apenas se distingue de un político
republicano como Stimson. The New World no era una defensa del statu quo, sino la declaración de que el
mundo centrado en los imperios europeos se hallaba históricamente acabado. Pero estos imperios todavía
estaban efectivamente en el centro de la política mundial y durante el periodo de entreguerras la tarea de
Estados Unidos consistió en encontrar y proseguir una geopolítica que invirtiera esa realidad. Ésta era la gran
cuestión política que el economicismo liberal wilsoniano asumido por Bowman tornó ideológicamente tabú. El
examen de la década de 1930 llevado a cabo por Smith, así como del asombroso silencio de Bowman ante
las críticas levantadas contra él en Alemania sobre la cuestión de la geopolítica, proporcionan un interesante
material acerca de esta zona tabú. La revista Zeitschrift für Geopolitik, fundada en 1924 por el geógrafo y
general de la Primera Guerra Mundial afincado en Munich Karl Haushofer, se convirtió en un lugar neurálgico
para elaborar una estrategia acorde a las demandas de Alemania por el Lebensraum a partir del trabajo de
Ratzel, de Mackinder y del politólogo sueco Rudolf Kjellén. The New World fue interpretado –con bastante
acierto– como la opinión emitida por la parte vencedora del acuerdo de conclusión de la Gran Guerra; y
tampoco se olvidó el papel de Bowman en el diseño de las fronteras de Polonia que se llevó a cabo en París.
La obra Match und Erde, elaborada por el grupo y editada por Otto Maull, se presentaba a sí misma como una
«contestación alemana a la obra The New World escrita por I. Bowman». Tal y como indica Smith, el silencio
de Bowman ante estas críticas era algo sumamente excepcional. Su propio pensamiento había sido modelado
por el trabajo de Ratzel. Él no sólo siguió ávidamente los debates geográficos alemanes durante todo el
periodo de entreguerras, interviniendo para defender la geomorfología del «ciclo» de Davis, sino que también
visitó Berlín en 1934 y mantuvo un contacto regular con los geógrafos alemanes en diversas conferencias
internacionales. Sin embargo, a pesar de que Bowman no se caracterizaba por esquivar la polémica cuando
su reputación o sus opiniones eran cuestionadas en lo más mínimo, en este caso dejó la tarea de articular una
respuesta estadounidense a las críticas de Haushofer al emigrado holandés Nicholas Spikman, cuyo libro
American Strategy in World Politics no apareció hasta 1942, cuando ya se habían desencadenado guerras en
los cuatro puntos cardinales de Eurasia. Únicamente entonces Bowman intervino públicamente elogiando la
obra de Spikman como una advertencia muy necesaria al pueblo estadounidense y aceptando la necesidad
de la guerra para defender el modo de vida americano. Y, en efecto, la estrategia de Spikman –concebida
para que Estados Unidos se concentrara en conquistar y controlar las dos costas euroasiáticas, Europa
occidental y Japón– fue la estrategia adoptada por Estados Unidos durante la década de los cuarenta. No
obstante, el propio Bowman se mantuvo obstinadamente aferrado al mito de que Estados Unidos no
efectuaba movimientos geopolíticos ni pujaba por construir un imperio, sino que tan sólo pretendía extender la
paz, la justicia y un determinado sistema económico. Aquí nos hallamos ante una laguna en la historia narrada
en American Empire del periodo de entreguerras. Smith deja sin cuestionar el mito oficial del aislamiento y de
los movimientos tendenciales. Tampoco considera el hecho de que, en realidad, tanto Bowman como otras
figuras seguían una estrategia bastante coherente de avivar las tensiones y las rivalidades entre las potencias
europeas mediante una política basada en el endeudamiento y en las indemnizaciones derivadas de la guerra.
Entretanto, la conexión anglo-japonesa se rompió y la supremacía naval británica terminó en la conferencia de
Washington de 1922 asegurando la vulnerabilidad estratégica del Imperio oriental británico. No debería
esperarse que Smith aborde absolutamente todo en un libro ya de por sí bastante extenso, pero la ausencia
de toda referencia al papel que desempeñaron los círculos de Bowman para guiar una gran estrategia
estadounidense durante el periodo de entreguerras es una omisión importante. Quizá la contribución más
valiosa de Smith a nuestra comprensión del expansionismo estadounidense radica en su tratamiento
exhaustivo de los debates entablados en Washington acerca de cómo abrir los imperios coloniales europeos
al capital estadounidense. Ésta fue una de las preocupaciones de Bowman durante toda su carrera, desde sus
primeros días en la American Geographic Society hasta sus últimas actividades para la Administración de
Truman antes de su muerte. La Administración de Wilson había abordado la cuestión desde el comienzo
mismo de la Primera Guerra Mundial. El trabajo de la Comisión concentró sus esfuerzos en asegurar la
«libertad de las relaciones económicas entre naciones independientes»; las colonias «aptas» debían
encaminarse a la independencia mientras las «no aptas» debían estar gobernadas por «comités
internacionales para zonas subdesarrolladas». El historiador George Louis Beer, especialista en historia de
África y que había sido nombrado miembro de la Comisión, argumentó que la idea de que unas comisiones
internacionales gobernaran las colonias no era factible. Por el contrario, él propuso el concepto de potencias
coloniales que actuaran bajo «mandatos internacionales» en calidad de fideicomisarias, «primeramente en
interés de las naciones y, secundariamente, del resto del mundo en general». El interés de esto último
descansaría en «asegurar “una puerta abierta” en el sentido más amplio posible». Durante la Segunda Guerra
Mundial, Bowman se encontraba nuevamente en el centro de los debates en torno a la apertura de las
colonias europeas. A sus 60 años, era una figura prominente de la delegación presidida por Stettinius que en
1944 fue enviada a Gran Bretaña para discutir los planes de posguerra con instrucciones especiales respecto
a los asuntos coloniales. La mayor parte de las tentativas diplomáticas de Bowman fracasaron, pero en aquel
tiempo él ya no estaba a favor de desmantelar el imperio británico sino que consideraba más conveniente su
absorción dentro del nuevo Lebensraum estadounidense. Smith muestra que ya entonces Washington estaba
realizando un lavado de imagen a su campaña de penetración en los imperios coloniales anunciando un
programa para favorecer el desarrollo económico del Sur en lugar de desplegar una política de
anticolonialismo. Éste fue el tema más importante del discurso inaugural de Truman en 1949. Su «Punto IV»
era un llamamiento a continuar con el Plan Marshall a través de un programa dedicado a la inversión y el
«desarrollo» en las colonias europeas así como en otras partes del Tercer Mundo. Bowman pudo ser
convencido para asumir la responsabilidad de este proyecto a pesar de que en sus primeros años sus frutos
fueran más bien escasos. De hecho, uno de los rasgos más destacados de la estrategia económica
estadounidense desplegada por la Administración de Roosevelt durante la guerra había sido el gran peso que
se había depositado sobre la apertura de las colonias europeas a las empresas estadounidenses. Tal y como
señala Smith, la razón de esta prioridad puede obedecer al hecho de que, en el momento en que se inició la
guerra, cerca del 60 por 100 de la inversión estadounidense en el extranjero estaba localizada en el
hemisferio sur. No obstante, el capitalismo industrial de este país ya se había transformado en un capitalismo
de consumo de masas que, de modo inevitable, centraría sus esfuerzos en capturar otros mercados
capitalistas avanzados ya que éstos serían los únicos capaces de proporcionar un mercado de consumo de
masas a los productos estadounidenses. Pero Bowman reveló una lucidez y una intuición notables para
comprender que, en último término, la relevancia económica del Sur para el capitalismo estadounidense
descansaría no sólo en su papel como una fuente de materias primas y de minerales de valor estratégico, sino
como un vasto proveedor de mano de obra barata. Al mismo tiempo, Bowman también se percató de la
importancia que tenía para Estados Unidos la reactivación de Alemania como centro industrial de Europa
occidental, no sólo como baluarte frente a la Unión Soviética, sino también como instrumento para fortalecer
los mercados europeos como salidas para el capitalismo estadounidense. Destinado al Departamento de
Estado en el inicio de la Segunda Guerra Mundial, Bowman se convirtió en un prominente defensor de una
Alemania posbélica unificada y económicamente fuerte. El Secretario de Guerra Stimson, responsable de
conducir la política estadounidense en esta dirección contra la línea defendida por Roosevelt y por el
Secretario del Tesoro Morgenthau, exprimió al máximo el consejo de Bowman. De hecho, es posible que ésta
haya sido la principal contribución política de Bowman al orden posbélico. Para muchos estudiosos de política
exterior estadounidense uno de los misterios que encierra Estados Unidos radica en el modo en el que
realmente efectúa esa política. Y si bien Smith no presta atención a esta cuestión, su libro es una espléndida
monografía de uno de los mecanismos sociales fundamentales para la formulación de las líneas políticas
estadounidenses: la selección y la educación de una elite de intelectuales políticos que simultanean su
condición de líderes y de gestores del Estado dentro del nexo tejido entre las universidades y las instituciones
privadas financiadas empresarialmente que forma esta parte central del Estado estadounidense. Smith nos
ofrece un análisis extremadamente detallado y comprensivo de cómo Bowman fue seleccionado y formado
para desempeñar este papel. A pesar de que sus orígenes eran sumamente pobres, él reunía todas las
cualidades esenciales. En primer lugar, su origen étnico era el correcto; algo absolutamente esencial en las
primeras décadas del siglo XX. En segundo lugar, era brillante y un trabajador infatigable, además de ser
sumamente auto disciplinado y ambicioso. En tercer lugar, estaba más que dispuesto a aceptar el esquema
ideológico dominante de la sociedad estadounidense. Y, por último, demostró ser lo suficientemente hábil en
el uso de las herramientas esenciales de entablar contactos y de bandearse en las luchas internas como para
ascender a través del peligroso mundo de la elite política estadounidense. Smith brinda un vívido retrato de la
cultura y del modo de operar de Bowman en el que encontramos una considerable abundancia de análisis de
su etnicismo, de su antisemitismo y de su racismo despiadados, que no se vieron mitigados cuando ocupó el
cargo de presidente de la Universidad Johns Hopkins; de sus maniobras políticas y de sus tácticas
faccionarias; de sus sórdidas traiciones a amigos y a colegas –entre los que se encontraba Owen Lattimonre,
que fue arrojado a los lobos de McCarthy–; así como del ultraje a sus propios ideales respecto a la geografía
como disciplina académica en sus esfuerzos para sobrevivir durante los turbulentos años de la Administración
de Truman. En un capítulo acerca de «La universidad kantiana», Smith muestra el modo en el que la ideología
del positivismo, de la que Bowman fue un ávido promotor, sirvió para poner las universidades de elite y el
trabajo de investigación realizado en las mismas firmemente al servicio del Estado. Los gobiernos van y
vienen, al igual que las coaliciones electorales ganan y pierden; es posible contar, sin embargo, con figuras
como Bowman que durante décadas prestan sus servicios de modo ininterrumpido manteniendo la cohesión
del aparato estatal y de sus líneas estratégicas de avance. Con este libro, Smith ha brindado un análisis
excepcional de los mecanismos de selección de cuadros públicos en los inicios del siglo americano. En sus
elementos estructurales básicos, aquellos han cambiado poco desde entonces. El retrato de Bowman
recogido en las páginas de American Empire revela que es posible alcanzar una comprensión real de los
frutos que han producido. A este respecto, The New World brinda una ilustración que merece ser citada: En
los últimos años la expansión de Estados Unidos ha levantado una cierta hostilidad entre los Estados
latinoamericanos, una hostilidad basada en la suposición de que sus libertades económicas y políticas
estaban en peligro; y, por lo tanto, Estados Unidos se enfrenta por primera vez desde que emprendiera su
política de expansión en el exterior a una oposición política poderosa y directa. Aquí nos hallamos ante un
problema de primer orden porque el pueblo estadounidense se desconoce tanto a sí mismo como es
desconocido para el resto del mundo. No sabe de qué modo interferirán en su política de expansión, ya que
en esta expansión no ha tenido que lamentar, hasta el momento, un solo traspiés. Si bien esta experiencia ha
hecho que mantenga una amistosa actitud para con los demás pueblos y que albergue un generoso aprecio
por el punto de vista de los demás, hay un peligro en el hecho de que no sepa que los fuegos de la pasión
podrían encenderse debido a una activa oposición. Estas reflexiones, escritas en 1921, parecen hoy más
actuales que nunca.
Montero, J (2010) “El MERCOSUR como estrategia”. En Gejo y Liberali (directores) La Argentina como
Geografía. Procesos productivos. Las primeras industrias: Las primeras industrias argentinas para
mediados del siglo XX eran del capital extranjero. Para 1920 el país recibió una fuerte ola de inversiones
dedicadas al mercado interno. Para esta época el capital británico comenzó a perder importancia para darle el
lugar al norteamericano. Desde el fin de la primera guerra mundial hasta la crisis de 1930, al país ingresaron
empresas como American Express, Oil Co, General Motors, entre otras, atraídas por las políticas de atracción
argentina. Así comenzó a declinar el modelo agroexportador para darle lugar al nuevo modelo,
Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), en el cual las inversiones extranjeras cumplirían un
factor determinante. La gran cantidad de industrias argentinas eran de propiedad extranjera y este modelo
(ISI) trajo aparejado una gran industrialización. Sin embargo para mediados de 1949 este modelo comenzó a
declinar. El problema consistió en el aumento de la producción industrial que condujo a un disparamiento en
las importaciones siendo que con anterioridad se venían sosteniendo por las exportaciones agropecuarias. No
obstante, los gobiernos recurrieron a dos herramientas para estabilizar la balanza comercial, el
endeudamiento y las inversiones extranjeras.
El desarrollismo: Durante el gobierno de Frondizi se le dio verdadera prioridad a la atracción de industrias
extranjeras, durante su gobierno se el capital extranjero se consolidó como actor principal de la dinámica
industrial. La consolidación del capital extranjero produjo una pérdida de participación relativa de las pequeñas
y medianas empresas, las cuales eran las que más demanda laboral generaban. La introducción del capital
extranjero había permitido un desarrollo industrial más diversificado, pero aumento el grado de dependencia
externa. Tras la presidencia de Frondizi, muchas de las numerosas pequeñas y medianas firmas nacionales y
mano de obra intensiva, habían sido reemplazadas por grandes empresas. Si bien las grandes empresas
triplicaron su participación apenas se incrementó un 12% de empleos.
La década del noventa como lección histórica: La década de los noventa fue la década de oro para los
inversores extranjeros. El estado cedió a prácticamente todas las exigencias de los actores económicos
extranjeros: flexibilización laboral, recortes impositivos, liberación comercial, etc. Según el diario La Nación
(9/5/99), citando a la CEPAL) mientras en 1990 el capital externo manejaba el 33% de la industria, en 1995,
controlaba el 50%. En cuanto a su participación en el total de producción de la economía, en 1993
contribuyeron con el 60%, mientras que en el 2000 alcanzaban ya el 79,4%. El ejemplo más claro de esto es
Repsol YPF. En 1999, la Repsol compró YPF por una suma que logro recuperar en apenas dos años.
Durante esos mismos años, el desempleo creció del 6 al 16,4% y la pobreza aumentó del 16,1% al 45,4%
Las inversiones y el Área de Libre Comercio de las Américas: Durante las dos últimas décadas, las
corporaciones multinacionales han ganado cada vez más espacio en los ámbitos de las decisiones públicas.
Las corporaciones transnacionales han logrado desmantelar los elementos básicos del Keynesianismo y el
Estado de Bienestar. En nuestros días no se trata solo de abrir las puertas al capital externo, sino que además
también se lo seduce con seguridad jurídica. En el ALCA, el economista argentino Arceo (2002) citó
numerosos ejemplos de ello: en 1991 Ford Volkswagen creo una planta en Setúbal, Portugal. El factor que
determino que se quedara allí y no en otro lugar fue porque Portugal dio un aporte de 484 millones de dólares
frente a una inversión de 2603 millones de dólares. Más allá que el MERCOSUR hoy es sostenido bajo un
discurso en contra de las potencias centrales y las políticas neoliberales no hay que olvidarse que su origen
estuvo bajo ese contexto.
El MERCOSUR Político: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay el 26 de marzo de 1991 firmaron el Tratado
de Asunción, documento que dio origen al Mercado Común del Sur (MERCOSUR). Tras un breve periodo de
adaptación, el primer día de 1995 las economías de estos países comenzaron a funcionar como un mercado
común. Si bien los discursos oficiales del MERCOSUR son positivos, esto no guarda relación alguna con la
situación real del bloque a nivel interno. Su debilidad se vincula expresamente con los antecedentes de la
integración de América Latina. Antecedentes de la integración latinoamericana. En 1948 la OEA y la ONU
crearon la oficina regional para América Latina conocida como la CEPAL, Comisión Económica para América
Latina y el Caribe. Los teóricos de la CEPAL apoyaron a la creación de proyectos de integración
latinoamericana, apuntando que iban a traer beneficios económicos para los países latinoamericanos. En
1960 los gobiernos de la región formaron el Área Latinoamericana de libre Comercio (ALALC), que desde
entonces agrupó a todos los países de América del Sur y en 1980 paso a llamarse Asociación
Latinoamericana de Integración (ALADI). En si todos estos proyectos puestos en marcha trajeron pocos éxitos
y muchas decepciones. El análisis de la evolución de la ALADI indicó que los países de la región le dieron
importancia a los procesos de acercamiento de sus economías cuando se enfrentaron a dificultades muy
graves en su sector externo. Pero una vez superadas esas dificultades, vuelven a centrar su atención en sus
transacciones con el resto del mundo.
MERCOSUR, 15 años después: Existe una gran cantidad de publicaciones que plantean las ventajas del
acuerdo. Sin embargo en el contexto del Cono Sur hay una gran competencia entre países vecinos. Ejemplo
de esto es el enfrentamiento entre Argentina y Uruguay por la instalación de dos plantas procesadoras de
celulosa de capitales extranjeros. El gobierno argentino llevo la delantera en los reclamos, a pesar de que
sobre el mismo río, del lado argentino, existen más de diez plantas de tratamiento de celulosa de mismas
características. Obviamente el ejecutivo uruguayo reaccionó planteando que la Argentina pretende frenar el
desarrollo de su país al bloquear la actividad de inversores extranjeros, entonces la problemática se elevó al
status de cuestión del Estado. La producción de estas plantas europeas afectaría de manera particular al
principal medio de comunicación de la Argentina (el Grupo Clarín), que mantiene prácticamente el monopolio
del papel de diario en el país. Una vez más, las inversiones extranjeras generan competitividad entre dos
países vecinos, a pesar de la supuesta integración. El desencanto de Uruguay con el MERCOSUR va más
allá del conflicto de las papeleras, el desencanto proviene de la arrogancia de Brasil y Argentina a causa de
que negocian sus propias reglas de comercio dentro del bloque, esto llevo a que el presidente de Uruguay
amenazara con negociar con los EE.UU. con el Tratado de Libre Comercio (TLC), factor que pone en peligro
al MERCOSUR.
Otro ejemplo de esta división interna es la reacción del gobierno progresista de Lula da Silva frente al anuncio
de Bolivia de renegociación los contratos con las petroleras extranjeras, esta actitud no corresponde a lo que
podría esperarse de un país socio. La empresa brasileña busca mantener sus cuantiosos beneficios a costas
del abierto saqueo de los recursos energéticos del país vecino, sostenido por un acuerdo fraudulento. La
integración ¿Neoliberal?: El economista Ferrer menciona una serie de “pecados capitales” que no deben ser
parte del proyecto, estos son dependencia; pobreza y exclusión social; asimetrías en las estrategias
nacionales; y divergencias en la inserción internacional. Pero sin embargo al pesar que se catalogan como
“pecados capitales” estos son los requisitos propios para el éxito del capitalismo. El fracaso de los acuerdos
de integración reside en las características del funcionamiento de la economía capitalista. Brasil viola
sistemáticamente el principio de negociación en bloque, pues tiene objetivos y peso propios en el concierto de
la economía mundial. Por iniciativa de Brasil, el MERCOSUR tiene en la actualidad una agenda externa de
negociaciones con más de 30 países y bloques de países. Brasil está ejerciendo una enorme influencia en las
negociaciones comerciales multilaterales y ofrece liberalizar los aranceles industriales, lo cual implica una
abierta violación del principio de negociar en bloque. Este tipo de situaciones nos indican el verdadero abismo
que hay entre la característica MERCOSUR y el discurso oficial.
El MERCOSUR de las multinacionales: Existe una gran tensión entre el regionalismo y el multilateralismo en
la búsqueda de las burguesías por la definición de un nuevo orden escalar del capitalismo. La supuesta
integración económica regional es contraria a los intereses de las economías centrales, las inversiones
extranjeras son una herramienta del imperialismo, de las multinacionales.
El verdadero MERCOSUR: El MERCOSUR es el programa de las clases dominantes y plantea
consecuencias adversas para las clases oprimidas, facilita las políticas neoliberales de los `90 solo que con
una pantalla de “integración económica”, no re advierte la pobreza, ni la miseria, el MERCOSUR no es más
que un instrumento de las economías centrales.
Videla, G.; Gasparotto, M. y Nardi. M. A.* (2010) "¿Arquitectos del mundo? Acerca de la centralidad del
Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo en la planificación territorial desde 1990" En
Scripta Nova Revista electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Vol. XIV núm. 331. Barcelona.
Resumen: Pasados 50 años de la Alianza para el Progreso, las políticas de planificación territorial fracasaron
en América Latina. El BM y el BID, instrumentos de la política exterior estadounidense para su hegemonía
mundial y regional, son sus principales fuentes financieras y rigen la planificación general territorial. Estos,
completan relaciones sociales capitalistas, alentando a que burguesías semi-periféricas aceleren su
integración competitiva al mercado mundial. La Iniciativa de Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA) y
el Plan Puebla Panamá (PPP), modelan nuevas geografías extractivas exportadoras, legitimadas con
infraestructuras urbanas y retórica de “transparencia” simultanea de una represión creciente.
Introducción: A partir del inicio de la década de 1990, el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID), han tenido un rol protagónico en la región a través del impulso de políticas territoriales que
adoptan y ejecutan los estados latinoamericanos. El papel modernizador que el BM y el BID impulsarían en la
región, pretende ser legitimado bajo apelaciones de transparencia y/o a la participación cuando los
procedimientos políticos para su ejecución se muestran antidemocráticos. En América latina (AL) tanto el BM
y el BID han actuado desde 1990 coordinando la geografía sociopolítica (Infraestructuras, sociales,
económicas y culturales) requeridos por “los imperativos de capital” en su constante expansión a través de
sus políticas y planificaciones estatales que facilitan una transferencia de excedentes hacia sus sociedades de
“centro”. Se promueve un desarrollo capitalista pleno, lógica que subyace en las políticas y la planificación
territorial. El BM y el BID, ¿centrales en modelar la geografía del capitalismo en AL?
Una primera e inmediata respuesta es sí. El mismo BM proclama ser “fuente vital de asistencia financiera y
técnica para los países en vías de desarrollo de todo el mundo”, y el BID declara ser “la principal fuente de
financiamiento multilateral de la región” (De América Latina y el Caribe). Ambos, financian a los gobiernos de
la región; programas y proyectos territoriales cuyos efectos, ya ejecutados, cruzarían escalas (transporte,
agua y saneamiento, salud y servicios sociales, educación etc.), exhibiendo la iniciativa de “combatir la
pobreza, ayudar a la gente y el medio ambiente que lo rodea; suministrando recursos ,entregando
conocimientos, crenado capacidad y forjando asociaciones en el sectores públicos y privados” (BM página
web oficial,2010) El BID, informa prestar servicios financieros, otorgar donaciones, apoyar a la investigación y
ofrecer asesoría y asistencia técnica para áreas fundamentales como la educación, la reducción de la pobreza
y la actividad agropecuaria entre otras cuestiones. La brecha entre los países más ricos y pobres no dejan de
aumentar; desempleo, pauperización, marginalidad social. Breve CV del BID: Desde la Alianza para el
Progreso a la IIRSA y el Plan Puebla Panamá. Algunas sincronías entre giros imperiales e iniciativas
brasileñas. En Brasil en agosto de 2000, el presidente Cardozo lanza la iniciativa para la integración de
Infraestructuras Regionales de Sudamérica (IIRSA), firmada por once mandatarios sudamericanos para
desarrollo de los sectores de transporte, telecomunicaciones y energía “que ayudan a fortalecer los mercados
y promover nuevas oportunidades económicas en la región”. Es decir, promover la integración económica. El
Plan Puebla Paraná (PPP) es otra gran iniciativa del BID para AL, lanzado por el presidente Fox de México en
el 2001, constando de ocho “iniciativas mesoamericanas”, las de energía, transporte, integración de servicios
de telecomunicaciones, turismo, facilitación de intercambio comercial y aumento de la competitividad,
desarrollo sustentable, prevención y mitigación de desastres naturales. Declarando como objetivo mejorar la
calidad de vida de los habitantes de la región territorial comprendiendo la región sur-sureste de México y los
países de Centroamérica. Criticas, interpretaciones y cuestionamientos a la “geografía a la medida” del capital
trasnacional que modelan el BID y los estados latinoamericanos. Crecen las voces y acciones críticas a la
IIRSA y al PPP. Las ONG ambientalistas, movimientos o grupos sociales locales, intelectuales. Chimuris Sosa
denuncia la escasa transparencia respecto a la forma en que se evalúan e identifican estos proyectos. De
acuerdo al autor “la ficción mercantilista pretende legitimar y crear normas (…) por encima de las
constituciones (…) de los países transformando a los estados en meros espectadores (…) solo se está
preocupado por un clima favorable a la inversiones”. Sobre mutaciones actuales del capitalismo, hegemonía,
competitividad y planificación ¿Qué lógicas subyacen las políticas territoriales troncales del BM y el BID en
AL? Según Svampa (2009), la lógica que subyace es el Neoliberalismo; privatizaciones, ajuste fiscal, (…)
“modelo extractivo exportador que apunta a ampliar la brecha entre países del norte y sur, saqueo de los
recursos naturales, contaminación irreversible, extracción del monocultivo y la consiguiente pérdida de
biodiversidad”. Cadena Montenegro, subraya la importancia de Mesoamérica a los fines estratégicos
energéticos, económicos y militares de los EE.UU. Para este autor, se busca “Incrementar la competitividad”
de Mesoamérica con los mercados de Asia, Europa y el resto del mundo, usando puertos, aeropuertos,
carreteras y ferrocarriles que se privatizarían al entrar en funcionamiento Ceceña (2009) entiende a la IIRSA
como una estrategia de poder hegemónico en un marco de crisis sistemática. Las rutas de IIRSA pasan por
lugares estratégicos (fuentes de agua, minerales, gas, petróleo etc.). Señala que al capital trasnacional le
interesa la extracción de los recursos naturales; a los grandes grupos locales la construcción de
infraestructuras y a las empresas medianas o pequeñas ser capaces de proveerlos. ¿Apoyar la nueva
conquista imperial o sumar a la diversidad socio-ambiental? Se necesita un planeamiento diferente, valoración
de experiencias novedosas, basados en el dialogo con los agentes interesados y los ciudadanos. Estos
planeamientos se han de realizar teniendo en cuenta las necesidades de estos últimos y las autoridades
estatales. Tender vínculos con los actores, movimientos sociales y aborígenes, quienes con sus luchas,
mostraron ser los más defensores de la diversidad de la vida, de las culturas y de los modos de reproducción
social en AL.
Brieger, P. (2010) “La política exterior de la Kirchner” INTRODUCCION: En las elecciones del 27 de abril
de 2003 el Frente para la Victoria liderado por Néstor Kirchner obtuvo el 22 por ciento de los votos detrás del
ex presidente Carlos Menem que obtuvo el 24 por ciento. Ambos candidatos debían participar de una segunda
vuelta electoral pero Menem decidió retirarse, dejando que Kirchner asumiera automáticamente, aunque con
el porcentaje de votos más bajo de la historia argentina. Después de gobernar durante más de diez años
Santa Cruz, la segunda provincia argentina en tamaño, pero una de las menos pobladas con apenas 240 mil
habitantes, Néstor Kirchner se convirtió en el 54 presidente de la Argentina. Desconocido para la mayoría de
los argentinos Kirchner le cambió el rumbo al país después de diez años de menemismo (1989-1999), una
profunda crisis política y económica que provocó un estallido social y la renuncia del presidente De la Rúa
(2001), y un breve interinato de Eduardo Duhalde elegido por la Asamblea Legislativa (enero 2002-mayo
2003). Para analizar la política exterior de la era Kirchner que comenzó en mayo de 2003 y continúa con la
presidenta Cristina Fernández de Kirchner desde el 10 de diciembre de 2007, hay que tomar en cuenta los
intereses políticos, económicos y geoestratégicos del país en un contexto internacional y regional en
constante movimiento. Es imposible en el contexto de un trabajo de análisis y reflexión repasar todas las
votaciones e intervenciones argentinas en los diferentes foros u organismos internacionales. Nuestro objetivo
es tomar algunos de los hechos más relevantes y analizarlos para poder contribuir a un debate sobre la
inserción de la Argentina en América Latina y el mundo. Esto permitirá conocer las políticas que son
convergentes y divergentes respecto de los otros países de la región y se podrá realizar un intento de articular
políticas conjuntas, siendo conscientes de las diferencias que han existido en el pasado y que aún subsisten
con los otros gobiernos denominados “progresistas”.

2) EL CONSENSO DE WASHINGTON: FIN DE UNA ETAPA: Al asumir Néstor Kirchner se encontró con un
panorama muy diferente a la década del noventa marcada por el fin del mundo bipolar y la consolidación de
Estados Unidos como única e indiscutida superpotencia. En esos años George Bush (p) hablaba de un Nuevo
Orden Internacional que surgiría después de la Guerra del Golfo de febrero 1991 y se discutían las teorías de
Francis Fukuyama sobre el “fin de la historia” y las de Samuel Huntington sobre “el choque de civilizaciones”.
Kirchner asumió menos de dos años después del atentado a las Torres Gemelas cuando Estados Unidos ya
había invadido Afganistán e Irak y cuando las críticas hacia la política exterior de George Bush (h) estaban en
su punto más alto. La política exterior es la combinación de un conjunto de factores que van desde lo
económico, lo histórico, lo regional y lo político. El reclamo por la soberanía de las islas Malvinas es histórico y
todos los gobiernos democráticos lo han tenido en su agenda de negociación. China se ha convertido en el
segundo destino de las exportaciones argentinas después de Brasil, pero eso no implica que exista una
política preferencial hacia ese país ni hacia otras regiones con la cuales hay vínculos de primer nivel, como
algunos países europeos o del mundo árabe. Estados Unidos y Latinoamérica siguen siendo los ejes de la
política exterior. Estados Unidos, porque al ser la primera potencia mundial tiene influencia sobre cualquier
decisión económica y política que tome la Argentina, y Latinoamérica, porque es el ámbito natural de
inserción. Las transformaciones en América Latina y la relación con Estados Unidos son las que han sufrido
más cambios y exigen un análisis que obliga a un desafío intelectual y político que excede las relaciones
comerciales con cualquier país. No ha habido grandes cambios ni decisiones estratégicas en la relación con
Europa, Asia y África, entre otros motivos, porque no ha habido nuevos desafíos políticos en esas regiones de
la magnitud que existen en América Latina, que además es la zona de influencia directa de los Estados
Unidos. Se podría señalar el acercamiento a la llamada corriente de la “Tercera Vía” y la participación en sus
seminarios y eventos internacionales como una muestra abierta de acercamiento a sectores progresistas
europeos aunque dependiendo siempre de las iniciativas de los fundadores e impulsores de esta corriente que
no terminó de instalarse como una alternativa ni siquiera en Europa. Por esta razón la política y la economía
argentina están atravesadas por la relación con Estados Unidos y América Latina con importantes cambios y
retos, en particular después de la década de los noventa y la aplicación de las teorías neoliberales. Es preciso
recordar que el neoliberalismo, desde una posición marginal y minoritaria logró convertirse en doctrina
hegemónica con la apreciable participación de los medios masivos de difusión. El ascenso de las ideas
neoliberales no fue la consecuencia del fracaso de los proyectos llamados “populistas” o “estatistas”
castigados por el voto popular, ya que las experiencias de gobiernos populares de los años setenta fueron
abortadas por golpes de Estado. En los años noventa se impusieron los postulados del llamado Consenso de
Washington cuyos ejes sostenían que todo lo público es ineficiente, que el Estado es intrínsecamente
perverso, que la única manera para que las empresas de servicios funcionen es privatizándolas, que así se
reducirán gastos y se eliminará la corrupción; la necesidad de achicar el Estado, bajar el gasto público, abrir
los mercados, incrementar la producción de artículos destinados a la exportación, flexibilizar y “modernizar”
los mercados laborales, quebrar el poder de los sindicatos supuestamente interesados solamente en
enriquecer a sus cúpulas, y reducir los gastos sociales, entre tantos otros postulados. Para implementar las
profundas reformas planteadas los diferentes gobiernos recibieron el aval de los principales organismos
internacionales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, cuyos funcionarios surcaron
Latinoamérica llevando las recetas bajo el brazo. Cual dogma religioso e incuestionable se le ofrecía el mismo
modelo a todos los países: apertura, privatizaciones –aún de las empresas públicas rentables–, achicamiento
del Estado, etc. En el año 2000 Joseph Stiglitz –todavía vicepresidente del Banco Mundial- decía que
“oficialmente por supuesto el FMI no “impone” nada. “Negocia” las condiciones para otorgar ayuda (...) Yo sé
de un desafortunado incidente donde un equipo del FMI copió gran parte de un texto de un informe de un país
y se lo ofreció a otro dejando el nombre del país original en algunas partes del texto.” La década del ochenta
es recordada como “la década pérdida”. En 2001, analizando al proyecto económico-ideológico que imperó en
América Latina en los años noventa y cuyo discurso prometía el acceso a lo que se dio en llamar “Primer
Mundo”, decíamos que esa década bien podía ser definida como “la década del mito neoliberal”.

3) LOS CAMBIOS EN EL CONTEXTO REGIONAL


Para comprender la política exterior argentina de la era Kirchner (2003-2009) hay que tomar en cuenta los
cambios sucedidos en América Latina en dicho período. En una amplia gama de países han accedido al
gobierno partidos y movimientos que expresan una corriente de pensamiento y acción sumamente
heterogéneo y difícil de definir aunque por lo general se utiliza la definición “gobiernos progresistas”. La
enunciación es complicada pues muchos de estos gobiernos combinan una retórica de oposición al
neoliberalismo con la continuidad de políticas económicas neoliberales heredadas y que no han sido
desmontadas. Algunos gobiernos y presidentes se definen como socialistas en sus diversas variantes, otros
se identifican con la palabra izquierda o centroizquierda, mientras están los que responden a sus historias
particulares y le escapan a los encasillamientos. Se puede decir que América Latina ha comenzado el siglo
XXI con un conjunto de países que está tratando de superar el “corsé” de las políticas neoliberales heredadas.
El gobierno de Néstor Kirchner es parte de esta corriente regional que estuvo marcada por el contexto de
estallidos sociales como los sucedidos en Argentina (diciembre 2001) Bolivia (octubre 2003) Ecuador (abril
2005), el ascenso de nuevos actores (Morales, Correa, Lula) y en el marco de una red de alianzas regionales
para reposicionarse en el escenario mundial. Tomando en cuenta que la mayoría de los sistemas políticos en
la región es presidencial no sorprende ver que en casi todos los países donde se están tratando de impulsar
cambios existe una fuerte tensión entre los parlamentos, las regiones y la figura del presidente, alrededor de
la cual se construyeron los triunfos electorales. Esto también demuestra el poder real que ostentan los
partidos a nivel local y regional, que una elección nacional no necesariamente erosiona. En este contexto,
triunfar en los sufragios no implica –per sé- la posibilidad de transformaciones en un país y –mucho menos- si
trata de que éstas sean radicales y estructurales. La legitimidad de las urnas puede ser socavada día a día
por la oposición, cuyo fin último es retornar al poder lo antes posible. Es así que se traban las leyes en el
parlamento, el aparato burocrático impide implementar reformas y –si es necesario- se puede apelar a las
movilizaciones para “demostrar” la ineficiencia del nuevo gobierno y su incapacidad para manejar la
economía, y por ende el país. Su conocimiento y experiencia del juego político además les permite reciclar y
“reinventar” reivindicaciones legítimas como las demandas autonómicas en Bolivia, Venezuela y Ecuador. Si
bien no se puede tomar la revuelta del 19 y 20 de diciembre de 2001 como el momento del cambio regional,
no es menos cierto que el impacto que tuvieron los hechos argentinos en toda América Latina excedió las
múltiples y a veces confusas reivindicaciones de los propios protagonistas. Al momento de asumir Néstor
Kirchner la presidencia en mayo 2003 el panorama político ya estaba en un proceso de cambio acelerado con
un reclamo de redefiniciones también en la política exterior. Existe hoy una gran dificultad para definir los
cambios en América Latina y a los diferentes gobiernos que conforman esta heterogénea corriente
denominada “progresista”. La búsqueda de las categorías adecuadas es parte del desafío intelectual de este
momento histórico e incluye una amplia y variada gama de definiciones que contemplan todas las
transformaciones en la región, dentro de las cuales incluso es posible encontrar los planteos de John
Holloway de cambiar el mundo sin tomar el poder, fruto de su reflexión sobre la experiencia zapatista. En este
desafío, y para no utilizar definiciones que terminen encasillando a gobiernos que han demostrado ser muy
versátiles, consideramos que se pueden plantear la existencia de tres vertientes. La primera se caracteriza por
“movilizar y refundar. Es el camino elegido por Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa que –apenas
llegados al poder- manifestaron su intención de refundar sus países sobre nuevas bases materiales y
sociales. Para tal fin, en vez de negociar con los viejos partidos corruptos y desprestigiados aprovecharon el
triunfo inicial para legitimar su poder una y otra vez por medio de las urnas. Las convocatorias a referéndum
para impulsar Asambleas Constituyentes buscaban –entre otros objetivos- cambiar la relación de fuerzas
desfavorable en los parlamentos existentes ya que no habían obtenido una mayoría parlamentaria. Además,
impulsaron con la participación ciudadana nuevas constituciones que dejaran atrás la lógica neoliberal
impuesta por los gobiernos anteriores. La segunda se caracteriza por “pactar y negociar” y su principal
exponente es Brasil. Se basa en el tejido de alianzas pragmáticas con los diferentes partidos políticos que
representan a las clases dominantes para garantizar una relativa estabilidad de gobierno. Cuando Lula da
Silva ganó las elecciones en 2002 el Partido de los Trabajadores (PT) apenas obtuvo 91 diputados (sobre
513) y 12 senadores (sobre 81). A nivel de los Estados consiguió elegir tres gobernadores (sobre 27)
perdiendo San Pablo y Porto Alegre, dos ciudades emblemáticas en un contexto donde lo local cada vez
cobra mayor fuerza ya que la población no mira solamente al poder central para reclamar o exigir mejoras en
la vida cotidiana. En la tercera vertiente, más heterogénea dentro de la heterogeneidad, se inscriben los
gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. También se puede incluir al Frente Amplio en Uruguay, la
Concertación en Chile y otros que –cada uno con sus particularidades- oscilan entre posturas de negociación
y otras de confrontación, pero que –claramente- se distinguen de las dos vertientes anteriores.
4) DE LAS RELACIONES CARNALES A UN MUNDO MULTIPOLAR: El ex presidente Néstor Kirchner
pertenece a un movimiento histórico como el peronismo que tiene la particularidad de poder contener en su
seno corrientes ideológicas contrapuestas que incluso apelaron a las armas para dirimir sus diferencias. Fue
su líder, Juan Domingo Perón, quien popularizara la frase “La Tercera Posición” para marcar equidistancia
entre los dos bloques enfrentados durante la Guerra Fría. El derrocamiento de Perón en 1955 y su largo exilio
hasta 1973 impidieron que la Argentina se incorporara como miembro pleno antes de 1973 al Movimiento de
Países No Alineados. Por esta razón resalta el hecho de que un presidente peronista, Carlos Menem (1989-
1999) retirara a la Argentina de dicho movimiento en 1991. Fue también Menem quien desmanteló proyectos
nucleares y se alineó con los Estados Unidos en lo que su canciller, Guido Di Tella, definió como “relaciones
carnales”. Sustentado en la teoría del “realismo periférico” -elaborada por su asesor, el politólogo Carlos
Escudé- el eje de la política exterior se basó en el beneficio que podía obtener la Argentina de su vinculación
con los Estados Unidos y los organismos financieros internacionales. A grandes rasgos esta política no sufrió
cambios durante la breve gestión del presidente Fernando de la Rúa (1999-2001). Néstor Kirchner asumió
como presidente en mayo de 2003 con una larga historia de contradicciones y vaivenes de su propio
movimiento político y en particular condicionado por la política de alineamiento casi automático con Estados
Unidos. Sin embargo, contó con el antecedente directo de la presidencia interina de Eduardo Duhalde que
tomó dos decisiones importantes en política exterior durante su corto mandato. Por un lado, se opuso
inmediatamente al golpe de Estado en Venezuela (abril 2002) y por el otro, no apoyó la invasión de Estados
Unidos a Irak (marzo 2003) tomando distancia de la Casa Blanca. Este segundo hecho contrastó claramente
con el orgulloso y declarativo apoyo dado por Carlos Menem a la guerra en Irak en 1991 cuando envió naves
al Golfo arábigo-pérsico. Sólo la Argentina y Honduras participaron de la coalición que recibió el nombre de
“Fuerzas Aliadas” y el principal argumento del gobierno fue que ayudaría a establecer un vínculo más intenso
con los Estados Unidos. El entonces canciller Domingo Cavallo (futuro ministro de economía) argumentó que
si no se enviaban las tropas la Argentina se vería azotada por las plagas del “retroceso, atraso, aislamiento” y
Carlos Menem aseguró que sería el ingreso al denominado “Primer Mundo”. En su primer discurso ante la
Asamblea Legislativa Néstor Kirchner afirmó que la Argentina debía estar abierta al mundo, pero de una
manera realista y que no debían esperarse “alineamientos automáticos sino relaciones serias, maduras y
racionales” en una política mundial de multilateralidad. A su vez, resaltó que la prioridad en política exterior
sería la “construcción de una América Latina políticamente estable, próspera, unida, con bases en los ideales
de democracia y de justicia social”. Planteó también una “relación seria, amplia y madura con los Estados
Unidos de América y los Estados que componen la Unión Europea”, la obtención de consenso en ámbitos
como Naciones Unidas y –por supuesto- el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas resaltando que él
provenía del “sur de la Patria, de la tierra de la cultura malvinera y de los hielos continentales”. Tampoco
quedó fuera de su discurso “la lucha contra el terrorismo internacional, que tan profundas y horribles huellas
ha dejado en la memoria del pueblo argentino”. Aunque al momento de asumir la presidencia Néstor Kirchner
era un desconocido para gran parte de los argentinos, los tópicos abordados en el su primer discurso
mostraban una continuidad respecto de la corta gestión de Eduardo Duhalde y un principio de ruptura con la
política de Carlos Menem. La falta de conocimiento de su persona implicaba también un misterio respecto de
las decisiones que tomaría en política exterior. Por otra parte, accedió al poder ejecutivo acompañado de un
conjunto de personas que tampoco tenían definiciones demasiado conocidas en el tema. Un ejemplo sirve
para ilustrar lo antedicho. Al poco tiempo de asumir Kirchner la presidencia recibió en audiencia a un conjunto
de movimientos sociales que se oponían al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) impulsado por
Estados Unidos. Según los testimonios de varios de los presentes en la reunión el presidente sabía muy poco
sobre el tema y no tenía una posición tomada, siendo que sus antecesores (Menem, de la Rúa y Duhalde)
habían negociado la conformación del ALCA con la Argentina como miembro pleno. Hay que tomar en cuenta
que el ALCA fue el proyecto más importante y ambicioso de los últimos años de los Estados Unidos a nivel
continental y que su fracaso se debió, entre otros motivos, también al posterior rechazo del gobierno argentino
del propio Néstor Kirchner. De todas maneras, antes de su primer viaje a Estados Unidos para encontrarse
con George Bush el ministro del interior Aníbal Fernández afirmó que la posición argentina podría tener una
definición de “no alineamiento automático” sin que esto significara “des alineamiento automático”
5) ESTADOS UNIDOS Y AMERICA LATINA: En los últimos años se ha generalizado la visión de que América
Latina no está en los planes de la Casa Blanca porque el Medio Oriente y el mundo islámico se habrían
convertido en el eje central de su política exterior. Algunos incluso sostienen que no está entre sus prioridades
y que esto se puede comprobar porque ya no organiza golpes de Estado, como si fuera la única forma de
intervención política. Es inobjetable que en las campañas electorales hay muy pocas referencias de
republicanos y demócratas sobre Latinoamérica (salvo Cuba) y sólo se escuchan algunas frases generales de
compromiso. Sin embargo, suena ingenuo (o interesado) afirmar que Estados Unidos “se olvida” de América
Latina. La región sigue siendo fundamental y todavía es considerada su “patio trasero” (backyard), palabras
textuales utilizadas por el director de la CIA en 2005, Porter Goss, en una audiencia del senado
estadounidense. Los datos demuestran que esta visión contrasta con la realidad. Según números oficiales del
Departamento de Estado en 2004 el comercio de Estados Unidos en la región excedió los 445.000 millones de
dólares, y las inversiones superaron los 300.000 millones de dólares. Un informe de la CEPAL de 2004
señalaba que entre las 50 principales empresas transnacionales no financieras del mundo, según ventas
consolidadas, que tenían presencia en América Latina, 22 eran estadounidenses. Y entre las “top ten”,
aparecían cinco: General Motors (1), Wal-Mart (3), Bunge (6), Ford Motor (9) y Delphi (10). En 1994 la Casa
Blanca lanzó uno de sus proyectos más ambiciosos para todo el continente: el Área de Libre Comercio de las
Ameritas (ALCA). Su abandono no fue por falta de voluntad sino por el rechazo que provocó en varios países
de la región, y en particular el MERCOSUR. Promovido por los demócratas y continuado por los republicanos
este proyecto estratégico surgió para afianzar un proceso de integración basado en el famoso “Consenso de
Washington” en la década que la inmensa mayoría de los presidentes implementaron políticas neoliberales, y
para que el intercambio comercial favoreciera de manera clara a las empresas estadounidenses. En Abril de
2002 un golpe de Estado derrocó por 48 hs. a Hugo Chávez en Venezuela. El golpe contó con la colaboración
y apoyo directo del Departamento de Estado que financió –y continúa financiando- por diferentes vías a
numerosas organizaciones de la oposición venezolana. No es por retórica “setentista” que durante la Cumbre
de las Américas en Trinidad y Tobago en 2009 varios presidentes se hayan referido a la injerencia de la Casa
Blanca en los asuntos internos de diferentes países. Más de un embajador norteamericano ha intervenido
abiertamente en procesos electorales (como en Nicaragua para evitar el triunfo de Daniel Ortega) y en
algunos casos la embajada de los Estados Unidos es considerada un factor de poder real y público. En Bolivia
el embajador Manuel Rocha en 2002 vinculó a Evo Morales con el narcotráfico y amenazó con retirar las
inversiones y frenar las exportaciones del gas y de la industria textil para impedir su triunfo en las elecciones
de ese año. Aunque no figure en la primera plana de los periódicos, embajadores, congresistas y empresarios
norteamericanos han recorrido la región con la intención de lograr que todos los países de América Latina
firmen Tratados de Libre Comercio (TLC) bilaterales que favorezcan a sus empresas o productores. Carlos
Mesa, en el corto período que estuvo como presidente de Bolivia lo conoció en carne propia. Las presiones
para que Pacific LNG obtuviera la concesión exclusiva del gas boliviano fueron tan grandes que incluso un
documento confidencial del Banco Mundial fechado el 8 de enero de 2004 amenazaba con reducir a un tercio
la ayuda del organismo a Bolivia si el gobierno decidía que el destino del gas no fuera Estados Unidos. La
intervención de Estados Unidos en los años noventa en Haití fue clave para el derrocamiento y posterior
regreso del presidente Jean Bertrand Aristide. Depuesto nuevamente en 2004 fue llevado en un avión
norteamericano al África. Desde entonces en Haití hay una fuerza multinacional compuesta por varios países
latinoamericanos –también la Argentina- que respondió al llamado de la Casa Blanca y que todavía impide el
regreso de Aristide. Uno podría sumar a la lista el Plan Colombia (también ideado en Washington) que ha
convertido a ese país en uno de los cinco principales receptores de ayuda monetaria de la primera potencia
mundial; o la preocupación norteamericana por las inversiones chinas en Panamá, un sitio estratégico durante
todo el siglo XX para Estados Unidos, que tampoco abandonó la idea de construir otro canal interoceánico en
Nicaragua. O la llamada “Triple Frontera” y las presiones a Brasil, Paraguay y Argentina por militarizar la zona
conocida también por sus reservorios de agua del Acuífero Guaraní. Tampoco hay que menoscabar el
impacto que produce el informe anual del Departamento de Estado que identifica a los países productores de
droga y se usa políticamente, o las presiones por evitar el desarrollo de medicamentos genéricos porque
afecta a las grandes multinacionales de la industria farmacéutica. O las trabas impuestas a diversos productos
(como el camarón panameño o el atún mexicano) que intentan acceder el mercado estadounidense porque en
su caza “depredan el medio ambiente”, ni la batalla en Naciones Unidas para evitar el ingreso de Venezuela al
Consejo de Seguridad o las trece bases militares en la región. Estos, y otros temas que se podrían mencionar,
demuestran cabalmente que a Estados Unidos sí le importa América Latina, y que la región no ocupa un lugar
marginal en su política exterior.
6) ARGENTINA Y ESTADOS UNIDOS: Por la relación histórica de Estados Unidos con América Latina desde
la doctrina Monroe hasta nuestros días no se puede dejar de destacar de qué manera la toma de posiciones
sobre casi cualquier tema político y económico influye en la relación que se establece entre cada país (en este
caso la Argentina) y la primera potencia mundial. Desde un viaje presidencial a Cuba hasta la negociación con
los organismos financieros internacionales, pasando por la intención de producir medicamentos genéricos o la
lucha contra el tráfico de drogas, siempre se está pendiente de lo que dirá la Casa Blanca. Claro que hay una
diferencia sustancial entre la política de “relaciones carnales” durante el menemismo y las duras declaraciones
del canciller Rafael Bielsa cuando dijera “estamos hartos de (Roger) Noriega y sus intromisiones en la política
argentina como si fuéramos el patio trasero”, después de que éste opinara sobre un hecho político menor. La
relación con Cuba es un ejemplo de esto. Para la asunción de Néstor Kirchner estuvo Fidel Castro y fue
invitado a disertar en un auditorio de la Facultad de Derecho de Buenos Aires. Por falta de espacio terminó
siendo un acto político frente a la Universidad con discursos del mismo Fidel Castro y Hugo Chávez, siendo
ellos los únicos presidentes que se dirigieron a los argentinos. Y cuando el canciller Bielsa viajó a La Habana
para acompañar al nuevo embajador después de que la embajada estuviera vacante por largo tiempo Noriega
criticó públicamente la decisión del canciller de no mantener reuniones con miembros de la oposición y se
manifestó “desilusionado”. La relación del gobierno de Néstor Kirchner con Estados Unidos estuvo marcada
desde un comienzo por la tensión existente en el rubro económico, la salida de la convertibilidad peso-dólar y
la crisis económica de 2001 como condicionante de la relación con los organismos financieros internacionales
en los cuales Estados Unidos tiene una posición determinante. De hecho, la decisión de pagarle
anticipadamente 9.500 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional para dejar de estar tutelado por
el organismo fue polémico y tuvo múltiples interpretaciones porque el histórico endeudamiento condiciona la
política económica del país. La gran pregunta es determinar cuánta autonomía ganó el gobierno con la
decisión en su relación con el FMI y los organismos internacionales siendo que muchos economistas –como
Eduardo Curia- afirman que “la estrategia de crecimiento de la Argentina contrasta con la del Fondo”. Pero la
estrategia económica tuvo también elementos políticos de marcar independencia, no sólo respecto de los
organismos internacionales sino también de Estados Unidos que siempre ha utilizado estos organismos como
medio de presión política. Esto quiere decir que existe un discurso cambiante y contradictorio hacia Estados
Unidos, con gestos y declaraciones que pueden ser interpretados como de subordinación a la primera
potencia mundial (tema terrorismo) y otros de abierta confrontación (votaciones sobre Cuba).
7) LA CUMBRE DE LAS AMERICAS 2005: La política del gobierno de Kirchner no tuvo características de
confrontación directa hasta la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata en noviembre de 2005, una
cumbre estratégica para Estados Unidos. Varios funcionarios de primera línea del Departamento de Estado
salieron de gira y publicaron artículos explicando la importancia de la cumbre de Mar del Plata que debía
ratificar la alianza con Estados Unidos y rubricar el ALCA, no solamente por su aspecto económico sino
también para evitar cambios políticos en el continente. Eran conscientes de que la oposición al ALCA crecía,
el MERCOSUR se reforzaba y que Hugo Chávez asumía un rol de liderazgo impensado unos años atrás. A
pesar de las recomendaciones del Wall Street Journal de que Bush debía recostarse en sus principales
aliados (Colombia y México) ambos países pasaron casi inadvertidos en la Cumbre y sus presidentes (Álvaro
Uribe y Vicente Fox) fueron incapaces de ofrecer un discurso alternativo. En esa época el presidente George
Bush parecía buscar denodadamente algún presidente latinoamericano dispuesto a contrarrestar la influencia
de Chávez en un continente cada vez más gobernado por presidentes que tomaban distancia de Washington
y que –aún sin identificarse con la propuesta de “socialismo del siglo XXI” de Chávez- estrechaban sus
vínculos con Caracas. La Casa Blanca tenía que cambiar la estrategia: dividir -¿y porque no?- quebrar el
MERCOSUR. Pocos días antes de comenzada la gira de Bush, y cuando circulaban con fuerza los rumores
sobre un posible abandono uruguayo del MERCOSUR, Lula decidió visitar a Tabaré Vázquez en un claro
gesto hacia el bloque y hacia Washington. En un intento por no quedar al margen, el embajador de la Casa
Blanca en Brasil, Clifford Sobel, “contribuyó” al debate. En una entrevista publicada por la influyente revista
económica Exame dijo: “el MERCOSUR fue importante para Brasil y tiene oportunidad de hacer mucho más,
incluyendo una profundización de los vínculos comerciales con Estados Unidos. No es una cuestión de
ideología. Es cuestión de obtener resultados". El gobierno de Néstor Kirchner fue clave para impedir la
concreción del ALCA en la Cumbre de Mar del Plata. En una jugada osada como país organizador, y de
manera extraoficial, a través de movimientos sociales aliados, alentó que se desarrollaran manifestaciones
callejeras contra el ALCA y fue fundamental para la organización de un acto público en un estadio con miles
de personas que llegaron desde distintos puntos del país para repudiar la presencia del presidente de los
Estados Unidos. El presidente Kirchner no participó de la paralela Cumbre de los Pueblos, no caminó en las
calles junto a los movimientos sociales y tampoco se hizo presente en el gran acto donde el principal orador
fue el presidente de Venezuela Hugo Chávez, secundado por Evo Morales en su condición de líder cocalero.
Allí Chávez afirmó que en Mar del Plata estaban enterrando al ALCA. Formalmente el gobierno no tenía
ninguna participación en las movilizaciones contra el ALCA. Sin embargo, era vox populi que detrás de ellas
estaba la aprobación de Néstor Kirchner. Cuesta encontrar antecedentes de un gobierno que le ceda una
tribuna pública al presidente de otro país para que éste lleve adelante un discurso contra un tercer país, en
este caso, Estados Unidos. Salvando todas las distancias uno podría remontarse a la visita del presidente
John F. Kennedy a Berlín occidental donde, desde una tarima cerca del muro que dividía la ciudad- pronunció
su famosa frase “yo soy berlinés” frente a miles de personas que lo vitoreaban. En Mar del Plata Chávez dejó
para la historia la frase “ALCA, al carajo” y “los pueblos de América enterramos al ALCA”. En la Cumbre los
cuatro países del MERCOSUR, junto a Venezuela, impidieron que se implementara el ALCA que –desde ese
momento- fue languideciendo. Después de la Cumbre en la influyente revista Foreign Affairs se preguntaron si
Washington estaba perdiendo a América Latina. Al poco tiempo el MERCOSUR incorporó a Venezuela y
después le abrió las puertas a Evo Morales ya como presidente en Bolivia, e invitó –ni más ni menos- a Fidel
Castro a su reunión de Córdoba en julio 2006.
8) LA TRIPLE FRONTERA: Desde la aparición de Al Qaeda, y muy especialmente después del 11 de
septiembre, el gobierno de George Bush utilizó la amenaza -real o imaginaria- de la presencia de Al Qaeda en
América Latina para sumar a los gobiernos latinoamericanos a su lucha contra lo que denominó “el terrorismo
global”. El Departamento de Estado centró su atención en la frontera común de Paraguay, Brasil y Argentina,
más conocida como “la Triple Frontera”. Después de los atentados terroristas contra la Embajada de Israel en
Argentina en 1992 y el edificio central de la comunidad judía (AMIA) en 1994, desde la Casa Blanca se
sostiene que es el centro del extremismo islámico en América Latina. En julio de 2005 en el diario El País de
Colombia se aseguraba que es el lugar “que despierta las mayores preocupaciones para los estrategas
norteamericanos y los gobiernos de la región, especialmente a partir de los atentados del 11 de septiembre de
2001.” En el artículo también se señalaba un elemento importante para comprender el interés de la Casa
Blanca en la zona: “allí se encuentran las famosas cataratas del Iguazú en medio de una fabulosa vegetación,
con una de las reservas acuíferas más importantes del planeta”. Es importante remarcar que los gobiernos de
los tres países que comparten la “Triple Frontera” siempre han negado la presencia de grupos terroristas. El
ministro de Defensa de Brasil en 2004, José Viegas Filho, afirmó de manera contundente que “no hubo, no ha
habido ni hay indicios de actividad terrorista” en la región. Mientras fue canciller Rafael Bielsa siempre lo negó;
y la canciller paraguaya, Leila Rachid, dijo en marzo de 2004 que no se podía satanizar la zona y pensar que
desde allí se exporta el terrorismo a todo el mundo. Ningún organismo internacional, ningún medio de
comunicación, y ni siquiera alguna dependencia del gobierno de Estados Unidos, ha encontrado una sola
prueba de la presencia de grupos islámicos vinculados a algún acto terrorista. A pesar de conocer estos datos
después del atentado del 11 de septiembre Estados Unidos evaluó bombardear la Triple Frontera de manera
unilateral y sin buscar la aprobación de Naciones Unidas para tal efecto. La comisión nacional sobre los
ataques terroristas creada por el Congreso, y con la firma del presidente George Bush, preparó en 2002 un
extenso informe respecto de las circunstancias que provocaron los ataques del martes 11 incluyendo la
posibilidad de una pronta respuesta. Al final del documento, perdido entre las notas a pie de página, se cita un
memorando secreto redactado por el subsecretario de Defensa, Douglas Feith, dirigido al secretario de
Defensa Donald Rumsfeld, con fecha del 20 de septiembre. Allí se sugiere “golpear a los terroristas primero
fuera del Medio Oriente, tal vez seleccionando de manera deliberada un objetivo que no estuviera ligado a Al
Qaeda, como lo era Irak. Dado que los ataques de Estados Unidos se esperarían en Afganistán, un ataque en
Sud América o el sudeste asiático sería una sorpresa para los terroristas”. A pesar de que los gobiernos del
MERCOSUR han negado la presencia de terroristas, en diciembre de 2003 por iniciativa de Washington se
encontraron en Asunción delegaciones oficiales de los gobiernos de Argentina, Brasil, Paraguay y Estados
Unidos, en el marco del llamado Grupo de 3 + 1 sobre la seguridad en el área de la Triple Frontera impuesto
por la Casa Blanca, y analizaron acciones preventivas contra el terrorismo. Allí, Leila Rachid expuso que “la
lucha contra el terrorismo es el primer gran test que impone el siglo XXI”. A comienzos de 2004, J. Cofer
Black, el oficial más importante de contra-terrorismo del Departamento de Estado habló en el Comité
Interamericano contra el Terrorismo de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre las posibles
amenazas en la región y afirmó que grupos como HAMAS y el Hezbolá habían llegado a la Triple Frontera
para recaudar fondos y distribuir propaganda. Aunque él no pudo confirmar la presencia de Al Qaeda en
América Latina dijo que siempre estaba “buscando extender sus tentáculos”. Existe una llamativa
contradicción entre la insistencia de los Estados Unidos en que la Triple Frontera es un lugar desde el cual se
fomentaría el terrorismo y la postura de la cancillería argentina (y de Paraguay y Brasil) aunque esto no ha
provocado ningún conflicto entre ambos países.
9) ARGENTINA Y AMERICA LATINA: Como ya hemos señalado el cambiante contexto regional fue
fundamental para ir moldeando la política exterior de Néstor Kirchner que había expresado en su primer
discurso que “el MERCOSUR y la integración latinoamericana, deben ser parte de un verdadero proyecto
político regional y nuestra alianza estratégica con el MERCOSUR, que debe profundizase hacia otros
aspectos institucionales que deben acompañar la integración económica, y ampliarse abarcando a nuevos
miembros latinoamericano, se ubicará entre los primeros puntos de nuestra agenda regional”. Cuando
Kirchner asumió la presidencia en América Latina encontró un panorama regional en franca mutación. Hugo
Chávez era el único presidente de esta amplia corriente “progresista” -que ya llevaba unos años en el poder y
había convivido con Carlos Menem y Alberto Fujimori, dos de los principales impulsores de las políticas
neoliberales en la región en un contexto ampliamente desfavorable para desarrollar políticas progresistas a
nivel continental. Ricardo Lagos había asumido en marzo de 2000 y Lula en enero 2003. En ese tiempo el
gobierno de Kirchner fue tratando de ubicarse tejiendo relaciones diplomáticas con presidentes de diferentes
extracciones políticas. Sin embargo hubo una clara apuesta por un recambio progresista en la región. Varios
dirigentes de diversos movimientos sociales que se sumaron al gobierno aportaron sus relaciones y tradición
de participación en encuentros como el Foro Social Mundial para reforzar los vínculos con dirigentes sociales
de otros países. Cuando el gobierno argentino intervino en octubre 2003 junto a Brasil en la crisis del gobierno
de Bolivia encabezado por Gonzalo Sánchez de Losada para encontrar una salida institucional, el presidente
Kirchner ya estaba tejiendo lazos directos con Evo Morales, todavía un lejano aspirante a la presidencia; y lo
mismo sucedió con Rafael Correa antes de que asumiera en enero de 2007. Y fue también el gobierno de
Néstor Kirchner el que le dio un lugar a Fidel Castro y a Evo Morales (ya presidente) en la reunión del
MERCOSUR en la ciudad de Córdoba en 2006 después de la ya mencionada Cumbre de las Américas de
2005. Hay un elemento central que obligó al gobierno de Néstor Kirchner a definirse: Hugo Chávez. El acceso
al poder de varios presidentes progresistas fue realimentando dialécticamente la intervención política de Hugo
Chávez, contenido mientras estaba aislado, y antes de que el golpe de Estado de 2002 le brindara mayor
legitimidad política. A medida que fueron asumiendo más presidentes progresistas Chávez fue generando un
mayor número de propuestas políticas y económicas. Es así que fue impulsando iniciativas y proyectos que
buscaban involucrar a otros países, como la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) que nació sólo
con Cuba y ya está conformada por nueve países. También estimuló el nacimiento de Petrocaribe, Petrosur,
Telesur, el Banco del Sur y el Sucre como moneda común. Más allá de las fuertes presiones de los medios de
comunicación opositores la Argentina de Néstor Kirchner aumentó considerablemente su relación política y
comercial con Venezuela. Sin embargo, no adoptó todos sus proyectos, sumándose sólo a algunos, como
Telesur y el Banco del Sur, y en ambos sin una gran participación activa, lo que resalta la ausencia de
definiciones ideológicas al momento de tomar decisiones en muchos temas o una reacción pragmática
coyuntural. Esto se puede ver también en la relación con Brasil, que arrastra una historia de competencia e
hipótesis de conflicto. A pesar de la desconfianza argentina hacia el gigante regional que se industrializó y se
convirtió en una potencia mundial, y de los numerosos choques en temas comerciales la relación se fue
afianzando. La Argentina incluso adoptó como propio el proyecto de Comunidad Sudamericana de Naciones
que algunos diplomáticos argentinos aseguran nació como un proyecto brasileño para poder liderar un bloque
regional que le permita acceder al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Nacida en 2004 en oposición al
ALCA –como sostiene el ex presidente Eduardo Duhalde en su libro Comunidad Sudamericana - estuvo
relegada casi cuatro años hasta que renació en mayo 2008 como Unión de Naciones Suramericanas
(UNASUR). En septiembre de 2008 la presidenta Cristina Fernández, junto a Michelle Bachelet le dieron un rol
protagónico al convocar a una cumbre de emergencia en Santiago de Chile luego de una matanza de
campesinos en Bolivia para sostener al gobierno de Evo Morales que acusaba a la oposición de estar
preparando un golpe para derrocarlo. A pesar de algunos recelos sobre el proyecto original de Brasil respecto
de UNASUR, no es menos cierto que la Argentina se ha involucrado plenamente en este organismo, también
como medio para reforzar instituciones de América Latina sin la participación de Estados Unidos. La
presidente Cristina Fernández tuvo un rol destacado en la Cumbre del Grupo Rio que trató la intervención
militar de Colombia en territorio ecuatoriano en marzo de 2008 así como en la convocatoria a la cumbre de
presidentes de UNASUR en Bariloche en agosto 2008 para analizar la situación de las bases militares en
Colombia. Esto quiere decir que las diferencias entre Argentina y Brasil permiten sostener la pregunta si
ambos países constituyen “una alianza, una sociedad o una asociación estratégica”. O, tal vez reformulando la
pregunta, habría que pensar si puede existir un proyecto común por fuera de la afinidad ideológica –en el
amplio sentido del término- de pertenecer a esta corriente de gobiernos progresistas. Por eso, también, la
iniciativa de desarrollar el comercio bilateral sin el dólar es mucho más que una iniciativa económica dentro
del MERCOSUR. Aún con diferencias, Brasil y la Argentina se manifestaron contra la ampliación de las bases
militares en Colombia, contra el bloqueo a Cuba y por su reincorporación a la Organización de Estados
Americanos (OEA), contra la reactivación de la Cuarta Flota y contra el golpe de Estado en Honduras. Si bien
Brasil es la principal fuerza regional, la presidenta Cristina Fernández se destacó por sobre el presidente Lula
al participar junto a Rafael Correa y Fernando Lugo del primer intento de regreso de Manuel Zelaya a su país
en julio, eclipsado más tarde por la intervención de Brasil en su regreso clandestino del 22 de septiembre.
Pero si de golpes se trata, paradójicamente ambos países coincidieron en el envío de tropas a Haití en la
misión comandada por Estados Unidos que convalidó el golpe de Estado contra el presidente Jean Bertrand
Aristide y que fue presentado –en el caso argentino- también como parte de la inserción en el mundo. Si bien
la relación con Brasil es fundamental no lo es menos la relación con los otros vecinos y socios “menores” del
MERCOSUR, Paraguay y Uruguay. Con este último país el conflicto por la instalación de la pastera Botnia,
que ha llegado hasta la Corte de La Haya no ha hecho más que enturbiar la relación con el gobierno
progresista del Frente Amplio. Este -de manera reactiva- no ha dejado de amenazar al MERCOSUR en su
conjunto con abandonar el tratado y firmar otro de libre comercio con Estados Unidos, en franca contradicción
con el proyecto político-económico del MERCOSUR, e impidió que Néstor Kirchner fuera electo al frente de
UNASUR como propuso Rafael Correa.
10) ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES: La política exterior de Cristina Fernández ha mostrado una
continuidad con la gestión de Néstor Kirchner, incluso manteniendo a la base del mismo equipo de la
Cancillería, y con la “ventaja” de acceder al poder en un marco regional de cuestionamiento a las políticas
neoliberales. De hecho, a poco más de un año de gestión también se sumó El Salvador al conjunto de países
progresistas al elegir a Mauricio Funes como presidente. América Latina es hoy la única región del planeta
donde existe una oposición creciente a los proyectos políticos y económicos de la Casa Blanca como quedó
demostrado en la Cumbre de las Américas de Trinidad y Tobago y la posterior reunión de la OEA. La V
Cumbre de Trinidad y Tobago tuvo dos ejes que la monopolizaron. Por un lado, el pedido casi unánime de
levantar el bloqueo a Cuba y su reincorporación a todos los ámbitos continentales. Por el otro, un
cuestionamiento a la política imperial de Estados Unidos. No es un secreto que muchos gobiernos de la región
tienen una mirada crítica sobre el presente de la revolución cubana, y consideran que en la isla se deben
realizar cambios. Pero hay coincidencias en que primero Washington debe levantar el bloqueo. El 4 de junio
de 2009 la misma OEA aprobó por consenso dejar sin efecto aquella resolución de 1962 por la cuál se
excluyó a Cuba de la OEA abriendo las puertas para su reincorporación. Estados Unidos no quería que el
tema Cuba fuera un eje central de la Asamblea anual de la OEA realizada en Honduras y José Miguel Insulza,
su secretario general, pidió “no cubanizar” la reunión. Lo mismo habían dicho respecto de la Cumbre de la
Américas en Trinidad y Tobago. En ninguna de las dos reuniones Cuba figuraba en la agenda. Sin embargo,
en ambas se convirtió en el tema central. América Latina se está animando a desafiar a los Estados Unidos.
No es mera retórica antiimperialista infantil, ni resabios de ideologías en desuso. Se trata de un
cuestionamiento político muy concreto. La elección en estos últimos años de una serie de gobiernos que están
tratando de desandar las políticas neoliberales es significativa y los proyectos comunes que se construyen les
ha dado una inusual fuerza. Son gobiernos que difieren mucho entre sí, pero saben que se necesitan, y se
apoyan. El fracaso del gran proyecto regional de Washington –el ALCA- por la abierta oposición del
MERCOSUR en la Cumbre de Mar del Plata fue el puntapié inicial para animarse y cuestionar a la primera
potencia mundial. Luego vino la reunión del Grupo de Río –un organismo latinoamericano y del Caribe sin
presencia de Estados Unidos- en marzo de 2008 donde se discutió la crisis entre Colombia y Ecuador sin
representantes de la Casa Blanca. Meses después Cuba se incorporó al Grupo de Río. En septiembre de
2008, para debatir la crisis en Bolivia sin presencia norteamericana se reflotó UNASUR y todos los países le
brindaron un fuerte respaldo a Evo Morales. La politóloga Anabella Busso en un extenso estudio sobre la
política exterior de Néstor Kirchner sostiene que ésta estuvo marcada por “más ajustes que rupturas”. Es
posible si se piensa que el estilo de Néstor Kirchner (también de Cristina Fernández) lejos estuvo de tener un
tono confrontativo en política exterior similar al de Hugo Chávez o Evo Morales. Esto no quita que la
consolidación de los gobiernos progresistas haya sido una parte fundamental de su agenda y en este sentido
hay más rupturas que ajustes.
Huntington, S., (1995) Choque de Civilizaciones. Primera parte: UN MUNDO DE CIVILIZACIONES.
Samuel Huntington introduce la tesis fundamental de su libro, que consiste en que los principales conflictos
del mundo de la posguerra fría serán producto del choque entre las diferentes culturas, más que conflictos
entre Estados o entre súper potencias. Los Estados han ido perdiendo cierta soberanía, y muchas veces las
decisiones de instituciones internacionales son las que definen la actuación de los Estados. Actualmente, los
conflictos entre países ricos y pobres son cada vez menos probables debido a la gran diferencia de capacidad
militar y económica de los segundos. Sin embargo las diferentes culturas, representan la identidad de cada
pueblo, lo cual los une entre sí y a la vez los separa de sus enemigos históricos. Esto hace que la política
internacional pase de ser bipolar a multipolar. Huntington indica que los países que tienen culturas similares,
cooperarán entre sí, más fácilmente que los que no las tienen; ya sea económica o políticamente. El mundo
católico de Occidente se distingue del musulmán asiático, así como de las demás culturas. Para Huntington,
las grandes civilizaciones que dominan la política global son: Estados Unidos, Europa, China, Japón, Rusia,
India, países Islámicos, países budistas, y países latinoamericanos. Estos últimos son muy diferentes entre sí,
por lo que se podría decir que Occidente sigue siendo, aunque ya con menos fuerza, la civilización dominante,
separada del no-Occidente que está conformado por todos los demás países que no tienen casi nada en
común entre sí. El autor indica que es necesario tener nuevos paradigmas que sean aplicables al régimen
internacional actual y que cualquier analista de las Relaciones Internacionales actuales debe de tomar en
cuenta las diferentes civilizaciones dentro de los Estados, así como su influencia en los demás países con el
propósito de entender de una forma más objetiva el porqué del surgimiento de tantos conflictos étnicos,
nacionalismos, y conflictos que se suscitan dentro de los Estados mismos. Los presupuestos filosóficos,
valores subyacentes, relaciones sociales, costumbres y puntos de vista globales sobre la vida varían de forma
significativa de una civilización a otra. La revitalización de la religión en gran parte del mundo está reforzando
estas diferencias culturales. Las culturas pueden cambiar, y la naturaleza de su influencia en la política y la
economía puede variar de un período a otro. Sin embargo, las diferencias importantes entre civilizaciones en
materia de desarrollo político y económico están claramente enraizadas en sus diferentes culturas, Las
coincidencias y diferencias culturales configuran los intereses, antagonismos y asociaciones de los Estados.
Los países más importantes del mundo proceden en su gran mayoría de civilizaciones diferentes. Los
conflictos locales con mayores probabilidades de convertirse en guerras más amplias son los existentes entre
grupos y Estados procedentes de civilizaciones diferentes. Los modelos predominantes de desarrollo político y
económico difieren de una civilización a otra. Las cuestiones clave de la agenda internacional conllevan
diferencias entre civilizaciones. El poder se está desplazando, de Occidente, predominante durante largo
tiempo, a las civilizaciones no occidentales. La política global se ha vuelto multipolar y multicivilizacional. El
autor propone que los líderes respeten y acepten que la naturaleza de la política mundial depende de las
múltiples civilizaciones, y sólo de esta forma podrá evitarse una Gran Guerra mundial entre las diferentes
culturas. Muy importante es la atención que merece para el autor el término de “occidentalización”. Huntington
desmiente la idea de que la modernidad implica una occidentalización. Aunque Occidente es la primera
civilización que ha logrado expandir su influencia a países en desarrollo, ayudándolos a modernizarse, esto no
lo convierte en una regla. Taiwán, Singapur y Japón se modernizaron sin perder sus tradiciones culturales e
ideológicas tradicionales. Sería un error pensar, como dice Maxime Rodinson, que la “modernidad requiera de
una determinada ideología política o de un conjunto de instituciones preciso”. A su vez, Huntington demuestra
que la occidentalización puede ayudar a la modernidad de algunos países, sin embargo una vez que estos
están en proceso de desarrollo, resurgirán los valores e identidades con una fuerza mayor. Por lo que las
civilizaciones toman “prestadas” ciertas características de otras, las hacen suyas, adaptándolas a su propia
forma de organización y a sus tradiciones culturales. Con esto el autor da a entender que la occidentalización
sirve de “empujón” para que las demás civilizaciones comiencen a modernizarse sin perder sus rasgos
culturales típicos que los caracterizan como Estado-Nación o civilización.
Las civilizaciones deben de tomar lo que les conviene de Occidente, y desechar lo que amenace directamente
a sus tradiciones autóctonas, que las hacen únicas de entre las demás.
UNIDAD 3: Políticas públicas, planificación territorial y administración del territorio. U 3.1.Geografía de
las circunscripciones electorales: ¿A cuántos, a quiénes y a cuáles áreas “representan” las electas en la
Argentina? Las políticas fiscales territoriales en la Argentina, en la Provincia de Buenos Aires, y municipales.
Regionalizaciones administrativas de organismos nacionales: del INDEC, APN, MINTUR y otras

● Constituciones nacionales de 1853 y 1994


● Constituciones provinciales fundacionales y sus reformas vigente INDEC
● Administración de Parques Nacionales (APN)
Ministerio de Planificación Federal. Subsecretaría de planificación territorial de la inversión pública
(2011) Plan Estratégico Territorial Argentina 2016. Avance II. Administración de parques nacionales
(A.P.N).Ministerio de planificación territorial de la inversión pública (2011) Plan estratégico territorial
Argentina 2016.Avance II Provincia de Buenos Aires (1977).Decreto Ley 8912 de ordenamiento
territorial y usos del suelo.
Plan estratégico territorial Argentina 2016: El proceso de planificación territorial iniciado por la secretaria de
Turismo de la Nación en Pilar (agosto del 2004) dio comienzo a una tarea de concertar y diseñar una política
de Estado, capaz de encauzar y articular factores dispersos disociados para avanzar en las condiciones de
calidad y eficiencia que requiere un contexto internacional altamente competitivo en un escenario interno
limitado por grandes asimetrías regionales. El plan estratégico territorial formulado(2004) a partir de la política
Nacional de desarrollo y ordenamiento territorial pone de relieve que la realidad territorial estaba caracterizada
por la desigualdad entre zonas dinámicas marginales del país, explotación indiscriminada de recursos
naturales y aumento de la brecha entre ricos y pobres, resultantes de las políticas neoliberales, por ello se
encomendó a la subsecretaria el relevamiento e identificación de la dotación de infraestructuras y
equipamientos necesarios para garantizar el desarrollo de la Argentina en el mediano y largo plazo con la
participación del rol del Estado como planificador y promotor del Plan estratégico territorial. El gobierno
Nacional concibe al turismo como uno de los caminos centrales en la construcción de un nuevo país,
atendiendo en este nuevo recorrido los principios de sustentabilidad y competitividad que establece el marco
nacional e internacional actual, con la convicción de cumplir con la responsabilidad encomendada de construir
e implementar una política sectorial que avizora una Argentina 2016 equilibrada, integrada y socialmente
justa. Para llegar a cumplir con tales iniciativas se debe tener en cuenta que dicho plan se llevó a cabo dentro
del marco de la Ley 22.351 de Parques Nacionales y con la participación de las A.P.N (Administración de
Parques Nacionales).

Ley 22.351: La Constitución Nacional sufrió una reforma en el año 1994 donde se reformaron 44 artículos. La
reforma más importante tiene que ver con la Ley 22.351 de Parques Nacionales en la que entre otras cosas
se hace mención a la conservación y cuidado de sus especies autóctonas, biodiversidad, arrendación,
utilización sustentable, protección de los monumentos naturales y reservas nacionales. Con respecto a las
Provincias el artículo 124 refiere que cada Provincia tiene pertenencia sobre los recursos naturales que se
encontrasen dentro de ellas pero con la supervisión de la Administración de Parques Nacionales (A.P.N) y con
resultado económico distribuido entre la Provincia y el Estado. Respetando lo articulado en la ley 22.351 y
promoviendo el turismo en primer lugar, como explotación económica, quedando prohibidas la exploración y
explotación minera, instalación de industrias, explotación forestal, explotación agropecuaria, pesca comercial,
asentamiento humano, caza, entre otras medidas resueltas para no alterar el equilibrio ecológico de estas
áreas. Entre las áreas protegidas podemos encontrar: La Región Patagónica (Parque Nac. Los Glaciares,
Parque Nac. Laguna Blanca, Parque Nac. Monte León, Parque Nac.Perito Moreno, Parque Nac. Nahuel Huapi
entre otros).Región centro: Parque Natural Otamendi, Campos del Tuyu, Parque Nacional El Leoncito,
Parque Nacional Quebrada del Condorito, Parque Nacional San Guillermo entre otros) Región Noreste:
Parque Nac. Islas de Santa Fe, Parque Nac. Chaco, Parque Nc. Mburucuya, Reserva natural Educativa
Colonia Benítez, Parque Nac. El Palmar, entre otros) Región Noroeste: Parque Nac. Copo, Parque Nac. Los
Cardones, Parque Nac. Baritu, Parque Nac. Pizarro, Parque Nac. Campo de los Alisos, Monumento Natural
Laguna de los Pozuelos. Entre los monumentos naturales: Monumento natural Huemul, monumento natural
Taruca, monumento natural Yaguareté, monumento natural Ballena Franca Reservas Naturales para la
defensa: Reserva natural para la defensa Punta Bs As, reserva natural para la defensa Puerto Península,
Reserva natural para la defensa Campo Mar Chiquita, Reserva natural para la defensa La Calera, entre otras.
¿Qué son las A.P.N y qué función tienen?: Las A.P.N (Administración de Parques Nacionales) tienen domicilio
en Capital Federal, es un ente autárquico del Estado Nacional que tiene competencia para actuar en el ámbito
del derecho público y privado. Su misión consiste en desarrollar acciones de manejo, administración y
fiscalización destinados a la conservación de la biodiversidad y el patrimonio cultural de los parques, reservas
y monumentos naturales, ello implica la responsabilidad de Administrar unidades territoriales desarrollando
acciones de control y vigilancia, manejo de recursos, así como la prevención y lucha contra los incendios
forestales. La administración de Parques Nacionales lleva a cabo acciones vinculadas con la educación e
interpretación ambiental, la implementación y mantenimientos de los servicios de uso público y las obras de
infraestructura para los visitantes y la fiscalización de los servicios, procurando la articulación de acciones con
la sociedad en el cuidado, conservación y desarrollo de los entornos ecológicos y sociales de las áreas
protegidas. El incremento del turismo Nacional e internacional en Argentina durante los últimos años ha dado
lugar a un sostenido uso público de los Parques Nacionales al que se ha respondido con un fortalecimiento de
medidas de protección, en orden a su importancia con las economías regionales. La afluencia actual de
turistas extranjeros no solo da lugar a ingresos significativos sino que es una fuente de divisas para el país. La
administración también mantiene una importante interrelación con los territorios y comunidades aledañas de
las áreas protegidas, promoviendo el desarrollo de los entornos regionales, política que guarda carácter
indisociable con la perspectiva de conservación de aquellas, ya que esos territorios y comunidades son los
beneficiarios primarios del potencial de crecimiento fundado en la protección ambiental y el uso sostenible del
patrimonio. Algunos de los objetivos de esta política presupuestaria son los siguientes:

● Consolidar el sistema nacional de áreas protegidas mediante la formulación y actualización de la


planificación (planes de manejo) de los parques reservas y monumentos naturales, figura esta última
que comprende 38 unidades de conservación y 4 monumentos naturales(especies amenazadas en
peligro de extinción)
● Intervenir en el ordenamiento territorial a escala regional, avanzando en la implementación de
proyectos de corredores biológicos en el gran Chaco y Región Patagónica
● Ejecutar el tramo correspondiente del año 2011 del denominado programa de mejoras de la
competitividad del sector turismo, con el apoyo crediticio del banco interamericano de desarrollo(BID)
● Ejecutar el tramo correspondiente al año 2011 el proyecto manejo sustentable de recursos naturales
que cuenta con una línea crediticia del banco internacional de reconstrucción y fomento(BIRF)
● Continuar implementando los planes de capacitación de los agentes de la administración, y
prosiguiendo con los cursos de capacitación de guarda parques de Argentina y Latinoamérica.
● Continuar con los trabajos de cooperación y ejecución de proyectos que se vienen cumpliendo con las
áreas protegidas provinciales y municipales concentrándose en el desarrollo de estrategias conjuntas
de conservación.
¿Se cumple la ley de Parques nacionales, reservas naturales y monumentos nacionales? A pesar de la ley
22.351 y el control de las A.P.N en algunas Provincias se ha hecho público irregularidades con respecto a su
cumplimiento como es el caso de Jujuy en la que trabajadores del parque nacional Calilegua denunciaron
públicamente a una petrolera que se encuentra explorando dentro del parque en forma ilegal, el 26 de octubre
de 2015 hubo una convocatoria para rechazar la precarización y contaminación ambiental que genera su
presencia entre los participantes se encontraban miembros de las comunidades Guaraní bananal, kuape
yacembuste, guaraní tata Oguembe, A.T.E, asociación ex detenidos desaparecidos de regional
Ledesma,P.T.S, guías de turismo del P.N.C y vecinos.
Conclusión: A pesar del avance que ha tenido la preservación del medio ambiente y las reservas y parques
nacionales, aún es muy difícil que se respete por completo, debido a los intereses económicos privados que
arrasan las leyes en lugares donde los encargados de hacerlas cumplir hacen caso omiso a respetar el bien
común que nos pertenecen a todos y que no deberían ser utilizados como mercaderías, por suerte entre los
avances debe destacarse la participación de los ambientalistas comprometidos y la concientización de los
vecinos que han frenado en varias oportunidades a estos intereses privados.
Provincia de Buenos Aires (1977). Decreto - Ley 8912 de Ordenamiento Territorial y usos del suelo. Ley de
ordenamiento territorial y uso del suelo de la Provincia de Buenos Aires N° 8912/77 La ley provincial fue
sancionada en el año 1977.Consta de 105 artículos en los cuales se definen las bases para el ordenamiento
territorial provincial. Este ordenamiento debe reglamentar su aplicación a través de ordenanzas municipales
que incorporen los principios y criterios que la ley establece. Esta ley permite avanzar en la definición de
instrumentos de gestión urbanística para intervenir en la dinámica urbana. Es la primera ley en la provincia de
Buenos Aires que trata el planeamiento urbano en forma integral, considerando valores ambientales y
patrimoniales. Mediante el Plan de Ordenamiento se distribuye la renta urbana (art. 44).El manejo de los
indicadores urbanísticos, los premios y las restricciones a la edificación permiten captar y redistribuir la renta.
La captación del suelo mediante cesiones obligatorias permite obtener el espacio público y la urbanización
necesarios, regulando la plusvalía. La intervención en el mercado del suelo, permite regular la oferta urbana
en función de la demanda y movilizar el suelo urbano. Los resultados son disponer de un desarrollo urbano
equilibrado, controlando el uso y edificabilidad de las distintas zonas, interviniendo no solamente con
instrumentos de regulación de las actividades en el territorio, si no también incentivando la gestión urbana
para el desarrollo de áreas prioritarias.
Son objetivos fundamentales del ordenamiento territorial:
a) Asegurar la preservación y el mejoramiento del medio ambiente, mediante una adecuada organización de
las actividades en el espacio.
b) La proscripción de acciones degradantes del ambiente y la corrección de los efectos de las ya producidas.
c) La creación de condiciones físico-espaciales que posibiliten satisfacer al menor costo económico y social,
los requerimientos y necesidades de la comunidad en materia de vivienda, industria, comercio, recreación,
infraestructura, equipamiento, servicios esenciales y calidad del medio ambiente

d) La preservación de las áreas y sitios de interés natural, paisajístico, histórico o turístico, a los fines del uso
racional y educativo de los mismos.

e) La implantación de los mecanismos legales, administrativos y económico-financieros que doten al gobierno


municipal de los medios que posibiliten la eliminación de los excesos especulativos, a fin de asegurar que el
proceso de ordenamiento y renovación urbana se lleve a cabo salvaguardando los intereses generales de la
comunidad.

f) Posibilitar la participación orgánica de la comunidad en el proceso de ordenamiento territorial, como medio


de asegurar que tanto a nivel de la formulación propuesta, como de su realización, se procure satisfacer sus
intereses, aspiraciones y necesidades.

g) Propiciar y estimular la generación de una clara conciencia comunitaria sobre la necesidad vital de la
preservación y recuperación de los valores ambientales.

La Ley 8912 organiza el territorio mediante la clasificación en áreas, zonas y espacios. Las áreas pueden ser
rurales, urbanas, o complementarias. En las distintas áreas podrán localizarse zonas de usos específicos de
acuerdo con la modalidad, tipo y características locales; las zonas pueden dividirse en distritos y subdistritos.
También se exige la previsión de espacios circulatorios, espacios verdes y libres públicos y espacios
parcelarios. Las áreas se definen y clasifican en:

• Área rural: destinada al emplazamiento de usos relacionados con la producción agropecuaria extensiva,
forestal, minera y otros.

• Área urbana: destinada a asentamientos humanos intensivos, en la que se desarrollan usos vinculados con
la residencia, actividades terciarias y de producción compatibles.

Comprende dos subáreas la urbanizada y la semiurbanizada.

• Área complementaria: zonas circundantes o adyacentes al área urbana, relacionada funcionalmente. Las
áreas urbanas y complementarias conforman los centros de población y son partes integrantes de una unidad
territorial. Las subáreas se definen y clasifican en:
● Subáreas urbanizada: son sectores continuos o discontinuos, donde existen servicios públicos y
equipamiento comunitario para garantizar el pleno desarrollo de la vida humana. Para ello fija como
indispensable: energía eléctrica, pavimento, agua potable y cloacas.
● Subáreas semiurbanizada: son sectores intermedios o periféricos del área urbana, que constituyen de
hecho una parte del centro poblacional por su utilización pero que sólo cuentan con parte de la
infraestructura de servicios y equipamiento.
Las zonas se definen y clasifican en:

● Zona residencial: destinada a asentamiento humano intensivo.


● Zona residencial extraurbana: destinada a asentamientos humanos no intensivos de usos relacionados
con la residencia no permanente, emplazada en contacto con la naturaleza, en el área complementaria o
en el área rural.
● Zona comercial y administrativa: destinada a usos relacionados con la actividad gubernamental y terciara,
emplazada en el área urbana.
● Zona de esparcimiento: destinada principalmente a la actividad recreativa, con el equipamiento necesario.
Puede emplazarse en cualquiera de las áreas.
● Zona industrial: destinada a la localización de industrias agrupadas, se pueden establecer en cualquiera
de las áreas pero se deben tener en cuenta sus efectos sobre el medio ambiente, sus conexiones a la red
vial y provisión de energía eléctrica, desagües industriales y agua potable. Las industrias molestas,
nocivas o peligrosas deben establecerse en una zona industrial ubicada en área complementaria o rural
circundada por cortinas forestales.
● Zona de reserva: sector delimitado en razón de un interés específico orientado al bien común.
● Zonas de reserva para ensanche urbano: destinado a futura ampliación del área urbana.
● Zona de recuperación: sector que en su estado actual no es apta para usos urbanos, pero que resulta
recuperable mediante obras o acciones necesarias.
● Zonas de usos específicos: delimitada para usos del transporte (terrestre, marítimo o fluvial y aéreo), de
las comunicaciones, de la producción y transporte de energía, la defensa, la seguridad y otros usos
específicos.
La intensidad de ocupación se mide por la densidad poblacional por metro cuadrado. Se adoptan las fórmulas
para calcular la cantidad máxima de personas por parcelas y los volúmenes edificables. El factor de ocupación
total (F.O.T.) es el coeficiente que debe multiplicarse por la superficie total de cada parcela para obtener la
superficie cubierta máxima edificable en ella. El factor de ocupación del suelo (F.O.S.) establece la relación
entre la superficie máxima del suelo ocupada por el edificio y la superficie de la parcela. Ambos factores
determinan los volúmenes edificables. El plan de ordenamiento debe establecer para cada zona los máximos
FOT y FOS en función de los usos permitidos, de la población prevista, de una adecuada relación entre
espacios edificables y los verdes y libres públicos, del grado de prestación de los servicios esenciales y de la
superficie cubierta por habitante que se establezca. Las reglas sobre la subdivisión del suelo son minuciosas,
fijándose parcelas mínimas para áreas urbanas y complementarias, que en ningún caso podrán ser reducidas
por las normas municipales. Estas reglas de subdivisión quizás son las más afectadas por el uso espontáneo
del suelo y para lograr regularizar jurídicamente el dominio se requiere de normas de excepción. Este
desfasaje entre el sistema jurídico y la ocupación del territorio se debe, entre otros aspectos, a que la ley no
tuvo en cuenta la cantidad de parcelas existentes, ni las formas y dimensiones de las manzanas. Es decir
adoptó un modelo ideal sin considerar la necesidad de introducir un sistema legal que permita intervenir con
políticas adecuadas sobre el territorio ya conformado con anterioridad al modelo seleccionado. Se fija como
infraestructura y servicios esenciales para el área urbana los siguientes: agua corriente, cloacas, pavimento,
energía eléctrica domiciliaria, alumbrado público y desagües pluviales; para zonas residenciales extraurbanas:
agua corriente, cloacas cuando la densidad neta prevista supere los 150 hab/ha, alumbrado público y energía
eléctrica domiciliaria, pavimento en vías principales de circulación y mejorados para vías secundarias. En
cualquier caso, cuando las fuentes de agua potable estén contaminadas o pudieran contaminarse fácilmente
por las características del suelo, se exigirá el servicio de cloacas. La responsabilidad primaria de
implementación del ordenamiento territorial recae a nivel municipal y será obligatorio para cada partido como
instrumento sectorial. A estos fines se exige a los municipios que dentro de la oficina de planeamiento haya un
sector que tenga a su cargo los aspectos técnicos del proceso de ordenamiento territorial del partido. Este
proceso de planeamiento se instrumentará mediante El Plan de ordenamiento territorial: organizará
físicamente el territorio, estructurándolo en áreas, subáreas, zonas y distritos vinculados con la trama
circulatoria y programando su desarrollo. Fijará sectores que deban ser promovidos, renovados,
transformados, recuperados, preservados, consolidados o de reserva; determinando para cada uno de ellos
uso, ocupación y subdivisión del suelo, propuestas de infraestructura, servicios y equipamientos. Los planes
de ordenamiento para entrar en vigencia deben ser aprobados por el Poder Ejecutivo Provincial.
Provincia de Mendoza (2009) Ley 8051/09 Ordenamiento territorial y usos del suelo Ley de
Ordenamiento Territorial y Usos del Suelo de Mendoza. Ley Nº8051/09: El Gran Mendoza se configura como
una metrópolis pionera en la Argentina en materia de políticas territoriales, avanzando en el planteo de un
marco jurídico que tiene en cuenta los nuevos paradigmas en torno al desarrollo. Aun así los retos a los que
debe enfrentarse tanto el Estado como la sociedad en general son múltiples, desde lo político administrativo
hasta la concepción cultural sobre la gestión del territorio. La provincia de Mendoza sanciona, en el año 2009,
la Ley de Ordenamiento Territorial y Usos del Suelo (Ley Nº8051/09), mediante un proceso participativo que
tiene por objeto “[…] establecer el Ordenamiento Territorial como procedimiento político-administrativo del
Estado en todo el territorio provincial, entendido éste como Política de Estado para el Gobierno Provincial y el
de los municipios. Es de carácter preventivo y prospectivo a corto, mediano y largo plazo, utilizando a la
planificación como instrumento básico para conciliar el proceso de desarrollo económico, social y ambiental
con formas equilibradas y eficientes de ocupación territorial” (Art. 1º, Ley Nº 8051/09).Los fines y objetivos
planteados en la mencionada ley se enmarcan en paradigmas científicos actuales e innovadores. En este
sentido, uno de los objetivos de la ley, considerando la cuestión metropolitana, es “garantizar un sistema
urbano, rural y natural equilibrado conforme a la aptitud del suelo para asentamientos humanos y actividades
económicas” (Art. 3. b). También plantea como uno de los objetivos principales del Ordenamiento del
Territorio el “detener, estabilizar y reorientar los procesos de intervención espontánea y crecimiento urbano
descontrolado, ordenando las áreas ocupadas para reducir desequilibrios demográficos y espaciales
defectuosos, producto de las acciones especulativas del crecimiento económico” (Art.1, g.). Éstos, conforman
un conjunto de principios que servirán de marco para futuras leyes provinciales, reglamentaciones y los
mismos planes de OT. Otro aspecto y en relación a lo anterior es que, en la ley, se recalca en varias
oportunidades la importancia de lograr una coordinación interinstitucional y multidisciplinaria para la
elaboración e implementación de los planes de OT en todas sus escalas (Art. 3 h., Art. 23 p.). Deberá
entonces reglamentarse o innovar en cuanto a procedimientos administrativos para facilitar estos objetivos,
dado que en la realidad, la coordinación e interacción entre instituciones del Estado, ya sean éstas
organismos o niveles de gobierno (municipio, provincia), es escasa y poco efectiva. A pesar de todo lo
expuesto, esta nueva norma es innovadora porque incluye nuevos instrumentos de Ordenamiento Territorial
(Evaluación de Impacto Territorial) y perfeccionamiento de los existentes (Evaluación de Impacto Ambiental),
así como la creación de nuevas estructuras de gestión, como los son la Agencia Provincial de Ordenamiento
Territorial (APOT) y el Consejo Provincial de Ordenamiento Territorial (CPOT). Estos instrumentos pueden
contribuir al ordenamiento urbano, puesto que serán aplicados a las intervenciones que se realicen en toda la
provincia, y deberán seguir las directrices de los planes que se establezcan. Otra fortaleza detectada se
encuentra en el Capítulo 10º en donde se expresan las medidas económicas y tributarias para el
Ordenamiento Territorial, entre las que se encuentran: Art. 54, b. la adecuación de los instrumentos fiscales
para corregir las distorsiones generadas por la especulación inmobiliaria, la internalización de las
externalidades y la recuperación de la plusvalía; Art. 55, b. propuestas de modificaciones de las variables
utilizadas en la fórmula polinómica que se utiliza para determinar las alícuotas para la percepción del impuesto
inmobiliario que fija el Código Fiscal de la Provincia, basadas en los Planes de Ordenamiento que se
aprobarán, para la recuperación de la plusvalía por parte del Estado y Art. 59, el Poder Ejecutivo Provincial
“deberá mantener actualizados los valores de la tierra libre de mejoras en los avalúos fiscales de los bienes
inmuebles de acuerdo a las variaciones que registre el mercado inmobiliario como consecuencia de la puesta
en vigencia de los Planes de OT” que surjan por la aplicación de la Ley. Todas las anteriores, tendrán
injerencia directa sobre el ámbito espacial de la ciudad, cooperando en la planificación integrada del mismo.
Con relación a la planificación urbana la reglamentación de esta Ley deberá tener en cuenta las
características y problemas del Área Metropolitana de Mendoza (AMM) que se configura como la zona urbana
más extensa de la provincia, en donde se concentran las actividades, población y riquezas, siendo un
continuo urbano que se ve fracturado por diferentes límites políticos-administrativos que funcionan
aisladamente sin planificación conjunta. En la Provincia de Mendoza “existe una vasta legislación referida a
los temas ambientales” pues, la fragilidad de sus ecosistemas hace concebirlos como prioritarios, como la Ley
de Aguas y la Ley de Medio Ambiente. En especial esta última se reconoce como la primera ley medio
ambiental formulada en el país, sirviendo de modelo para las otras provincias. Entre los objetivos de la Ley se
destacan:

*Promover el desarrollo territorial equilibrado, equitativo y sostenible en todas áreas de la Provincia.


*Conciliar el desarrollo socioeconómico actual y futuro de la Provincia bajo el principio del respeto por el
ambiente y los recursos naturales.
*Establecer las condiciones físicas, sociales, económicas y espaciales para satisfacer a las comunidades las
necesidades de vivienda, servicios públicos, infraestructura, equipamientos, industria, comercios, actividades
de servicios.
*Lograr la integración y coordinación interinstitucional entre la Provincia y los Municipios para lograr políticas
consensuadas de desarrollo territorial. Organización del territorio. Aplicación de la Ley 8051/09
Para la aplicación de la Ley se ha considerado que la organización del territorio en la Provincia de Mendoza
se compone por: *Oasis: Áreas que cuentan con derecho de agua y se subdividen en áreas urbanas, rurales y
complementarias (son áreas adyacentes a las áreas urbanas o rurales destinadas para distintos fines).
*Zonas no irrigadas: Áreas que no poseen concesiones de agua otorgadas por la ley, estas se subdividen en
áreas rurales, áreas de aprovechamiento (extractivo, energético y uso estratégico de recursos) y áreas
naturales.
En este mismo contexto, se debe mencionar que los avances más significativos en las políticas de
ordenamiento territorial (OT) y usos del suelo en el país fueron a partir del año 1977, cuando la Provincia de
Buenos Aires decreta le Ley 8912. Esta Ley concibe al OT como: “Conjunto de acciones técnico política-
administrativa para la realización de estudios, la formulación de propuestas y la adopción de medidas
específicas en relación con la organización de un territorio, a fin de adecuarlo a las políticas y objetivos de
desarrollo general establecido por los distintos artículos, niveles jurisdiccionales y en concordancia con sus
respectivas estrategias” (Ley 8912/77).
Provincia de Buenos Aires (2012) Ley 14.449 de Acceso justo al hábitat (2012) Ley 14.488 creación de
Reserva Natural integral y mixta a Laguna de Rocha, y Ley modificatoria 14.516/13 Principales instrumentos
normativos para la producción y administración del territorio: PET Argentina 2016, Decreto - Ley 8912/77,
Códigos de planeamiento urbano. Creación y gestión de la Reserva Provincial Natural Laguna de Rocha en el
Partido de E. Echeverría
UNIDAD 4

Elizalde, A. (2008) “¿Es sustentable ambientalmente el crecimiento capitalista?” en Lucio Capalbo


(comp.) El resignificado del desarrollo. CICCUS, Bs. As. El autor trata de demostrar la inviabilidad
ambiental del desarrollo capitalista, en su actual forma de organización de las fuerzas productivas, para lo que
presenta diferentes argumentos: 1. No es posible un crecimiento económico sustentable. Casi todos los
autores y analistas de la sociedad actual coinciden en que el capitalismo actual es la culminación de la
ideología de progreso; existía una concepción de la historia y del universo en la cual se piensa a esta como un
proceso sostenido y continuo de evolución ascendente, desde formas más simples hacia formas más
complejas, donde la expresión de la voluntad humana no tiene límites, los únicos limites posibles de reconocer
son los autoimpuestos ética o políticamente, todos los otros limites los físicos, ecológicos, económicos son
susceptibles de ser superados con el auxilio de la tecnología. Esta concepción está en contradicción con lo
que nos señalan las ciencias naturales, como la física y la biología, que nos dicen que en el universo todo
tiene límites. E. Daly sostiene que es imposible que la economía del mundo crezca liberándose de la pobreza
y de la degradación ambiental, que el crecimiento sostenible es imposible. En sus dimensiones físicas, la
economía es un subsistema abierto del ecosistema terrestre que es infinito, no creciente y materialmente
cerrado. Cuando el subsistema económico crece, incorpora una proporción cada vez mayor del ecosistema
total, teniendo su límite en el cien por ciento, o antes, por lo tanto su crecimiento no es sostenible. El término
“crecimiento sostenible” aplicado a la economía es contradictorio.

2. La tecnología no puede superar lo imposible. creemos que la tecnología tiene una capacidad ilimitada para
resolver cualquier tipo de problemas. Hay una aceleración del tiempo histórico y descoyuntamiento del tiempo
físico, hoy estamos llevando a cabo transformaciones tan radicales en la naturaleza que equivalen a lo
ocurrido durante millones de años de evolución geológica del planeta, alterando los frágiles equilibrios que
hacen posible la existencia de la biosfera y por supuesto de nuestra vida. “de todos los recursos que el
hombre ya retiro de la tierra, la mitad fue gastada en los miles de los anteriores a 1922, la otra mitad desde
1922 hasta 1992”. La tecnología no puede dar respuesta frente al uso alternativo de recursos escasos. El
tiempo de respuesta de la tecnología para la solución de los problemas que se presenten puede ser superior
al tiempo que demore en alcanzar el nivel crítico para el cual ya no habrá respuesta. La búsqueda obsesiva de
nuestra mayor voluntad sobre la realidad, nos conduce a una mayor imprevisibilidad, a una mayor
incertidumbre de no mejorarse la calidad, lo cual nos conduce, a que debemos seguir intensificando
perpetuamente el cambio tecnológico. Pero la tecnología al igual que todo lo creado, aunque perfectible tiene
un límite, más allá del cual no puede trascender.
3. El desarrollo económico occidental degrada sistemáticamente todo lo que la gente valoraba y así destruye
la matriz vital de la humanidad. El desarrollo económico de occidente en nombre del desarrollo degrada los
patrones culturales mediante los cuales la gente a lo largo de la historia le ha dado sentido a su vida (alegría –
goce de vivir).
4. El crecimiento capitalista se basa en la permanente creación de necesidades, muchas de ellas artificiales,
para sostener l demanda por nuevos bienes que es lo que la alimenta.
5. El crecimiento capitalista contienen un paradoja, crea bienes que se transforman en males, ya que todo
bien superada cierta escala se transforma en mal. (automóvil- basura). La misma abundancia crea un
problema en vez de resolver uno.
6. La principal de las eficiencias: la eficiencia reproductiva, es la que el desarrollo capitalista no reconoce.
7. El capitalismo realiza la construcción social de la obsolescencia. La sociedad capitalista de consumo
masivo ha ido transformando de una manera radical los valores propios de las sociedades tradicionales. Ha
destruido los valores de cooperación y de la convivialidad (camaradería), de la solidaridad y de la fraternidad.
Ha fomentado el individualismo extremo, el consumismo patológico. (deuda-crédito).
Capalbo, L. (2011) ¿Decrecer con equidad? Lucio Capalbo es Director de la Fundación Unida que desde
hace años viene desarrollando cursos y posgrados para formación y dirección de organizaciones sociales,
además de realizar capacitaciones en el interior del país. Ha escrito varios libros entre los que se destacan “El
resignificado del desarrollo”, “El planeta subdesarrollado” y “La expresión social de la conciencia planetaria”.
En todos ellos se ligan los problemas económicos y medioambientales, y la propuesta de un modelo de
desarrollo no centrado en lo económico. En la introducción del libro decrecer con equidad, el autor nos invita a
reflexionar sobre la actual forma de organización social e inventar una alternativa posible que permita la
existencia de la humanidad. Hoy la organización humana responde a una base materialista, nos hace creer
que a más bienes y artefactos, mayor desarrollo y mayor bienestar. Plantea a diferencia de la lógica de los
grandes mercaderes la necesidad de decrecer y distribuir, decrecer para salvar la Tierra, y así sobrevivir.
Distribuir para eliminar de la faz de la Tierra la injusticia y el hambre. Amarte o a Marte: La NASA considera
que la vida en la Tierra está irremediablemente condenada. En realidad tienen conocimiento de la crisis
ambiental, saben que es real. Pero no quieren renunciar al consumo y al crecimiento económico; al poder y la
riqueza material inconmensurable. Aunque sea efímera. Por ello, como la vida en la Tierra está condenada, la
NASA, tiene como proyecto: colonizar Marte, hacia el 2070. ¿Y qué decimos nosotros? Somos la
humanidad toda, sentimos que es necesario un cambio urgente, y que si es necesario y es urgente entonces
es posible.
El champagne de la copa: La ONU brinda anualmente un informe sobre la distribución mundial del ingreso,
cuyo gráfico, por su forma, es conocido, ya tristemente, como la Copa de Champagne. El ecosistema
planetario no lo pone en riesgo el campesino que tala algunos arbustos para encender el fuego, sino por las
chimeneas (convenientemente distribuidas en países con normativas ambientales más débiles) de las
fábricas que fabrican lo que los consumistas consumen, los escapes de los automotores y los aviones, las
fábricas de armas, la carrera espacial y otros lujos prolijamente disfrazados bajo la máscara verde de las
normas ISO 14000 para el efímero disfrute de los materialmente ricos.

Un vaso de agua, por favor: Frente a esto, no queda otro camino sensato que decrecer y hacerlo con
equidad, esto es, disminuir drásticamente el consumo global. Pero deberá recordarse que esta reducción
fomenta además un estilo de vida frugal, o dicho de otro modo según Antonio Elizalde, una "civilización
ecológica" en la que la riqueza no está dada por mayor cantidad de bienes materiales, sino por más y
mejores satisfactores, siendo los mejores los que resuelven las necesidades básicas fundamentales
justamente con menor número de bienes.

Una visión para el dificilísimo pero no imposible transito: Habrá que planear un periodo de transición. El
problema del empleo es muy simple, si el consumo se reduce a la mitad, solo habrá que producir la mitad, en
consecuencia, todos trabajaríamos la mitad de las horas, y cobraríamos, en promedio mundial, la mitad, pero
con esto alcanzará, ya que solo consumiremos la mitad.

Lo que está a continuación pueden llegar a ser respuestas a lo que vaya a preguntar el Profe.

Propuestas de Capalbo: Más allá de esto, es necesario identificar un conjunto de pautas para iniciar la
Transición:

1. Supresión de la producción no deseada


Todos los productos y servicios que democráticamente no cuenten con la aprobación de las mayorías,
deberán dejar de fabricarse.
2. Promoción de la Economía Social y limitación al capital privado
La producción considerada necesaria se atenderá a partir de nuevas redes de economía popular y
solidaria. No habrá acumulación ilimitada de capital.
3. Eliminación del sistema publicitario
4. Descentralización: revalorización de una producción y un consumo locales.
Una política de descentralización demográfica, cada comarca se adaptará a su capacidad de carga
real, empleando los recursos naturales propios de la región.
5. Sustitución de contaminantes y no renovables por procesos y productos sucedáneos
ecológicamente compatibles
El dificilísimo pero no imposible tránsito

● Necesitamos Una nueva organización de la Sociedad Civil, que eduque y ponga a su servicio, a los
estados… y al Estado.
Pero entonces aparece una diferencia notable: la escala.

● Necesitamos aquí un Superestado Mundial, de este modo la sociedad civil, deberá también
planetizarse, sin por ello perder la diversidad local.
El sendero: El cambio de actitud y la nueva asociación, son indispensables. Nosotros, ciudadanos del mundo,
podemos organizarnos y actuar globalmente.

Y actuar en dos direcciones:

1. Como demandantes:
Podemos exigir el cumplimiento de la normativa que ya existe, La meta es la democracia participativa. Un
nuevo pacto social, con una nueva institucionalidad local – mundial articulada.

2. Como causantes: Con nuestra actitud responsable como consumidores,


● es necesario organizar, programar colectivamente el consumo responsable.
● Estudiar y aplicar todas las compras responsables, minimizando a priori futuros residuos y
contaminación, restaurar, reutilizar.
● Promover huertas urbanas comunitarias, el ahorro energético, la alimentación frugal, en definitiva, la
disminución del consumo de elementos contaminantes o de recursos escasos, entre todos.
Nuestra casa es el Mundo, nuestra familia, la Humanidad. Y vamos a organizarnos, para decrecer con
equidad.

Sociedad civil-ecosistemas: la alianza planetaria: Es Imposible que 1 persona conciba las características
necesarias para superar la crisis ambiental, social, psicológica y espiritual de nuestra especie. Por eso plantea
De campos mórficos (Los campos mórficos son campos de forma; campos, patrones o estructuras de orden)
y acciones puras: Se da desde individuos pioneros luego se necesitará la masa crítica, siendo ésta el
número mínimo de individuos que muestran las nuevas conductas. Otros individuos, comenzaran a realizarlos,
hasta que la costumbre se torne un hábito para toda la especie.

El eutéctico: Cambio repentino aunque ese cambio debió pasar por todo un proceso para poder ser
apreciado en su forma macro. La transformación colectiva está en el seno de la organización de la sociedad
civil.

Desarrollo local endógeno: Algunas funciones de esta sociedad podrían ser:

1) educar a los otros actores


2) Inspirar al actor gubernamental para que haya democracia participativa.
3) Actuar como controlador de los gastos del Estado (contralor) para que las empresas privadas
Un proceso endógeno así será de desarrollo a escala humana dado que los procesos que surjan lo harán a
partir de la participación y los valores culturales. Por lo cual será un proceso sustentable con fines comunes.
Se requiere de nuevos espacios institucionales y de nuevos contratos sociales para la ciudadanía planetaria.
Muñecas, L (2014) “Lecturas sobre Ecosocialismo. Aportes y propuestas”. Escrito final del Seminario
de Graduación Problemas mundiales contemporáneos, planificación y propuestas alter-desarrollo para
el devenir humano. F.F.y L., UBA Resumen: El Ecosocialismo articula las ideas fundamentales del
socialismo marxista con la ecología crítica. Como toda corriente que es a la vez teórica y política, no es
pasible de ser definido de manera cerrada, claramente delimitada de una vez y para siempre. Los principales
planteos y ejes de discusión que dan forma su pensamiento giran en torno a la crítica a la concepción de la
naturaleza en Marx, la revisión de la teoría del valor y de las fuerzas productivas, la segunda contradicción del
capitalismo entre capital y condiciones de producción, la superación de visiones ecologistas acríticas. La
actual crisis económica es también ecológica, política y cultural y tiene manifestaciones particulares en el
continente latinoamericano que obligan a una revisión del modelo de desarrollo tradicional y sus estrategias
de intervención. No existen soluciones definitivas en el reino del capitalismo, pero ello no resta importancia a
medidas paliativas para el “mientras tanto”. La disputa ecológica es también una disputa discursiva, por el
sentido, llevada adelante por un sujeto plural y heterogéneo que trasciende la escala nacional, regional,
latinoamericana y, precisa, por definición, una articulación a nivel global. Orígenes del pensamiento eco
socialista. Principales referentes. El Ecosocialismo, como toda corriente que es a la vez teórica y política, no
es pasible de ser definido de manera cerrada, claramente delimitada de una vez y para siempre. En este
trabajo, esbozaremos una síntesis de los principales planteos y ejes de discusión que dan forma al
pensamiento eco socialista, partiendo de la base de que los autores que se inscriben dentro de esta
perspectiva no comparten una visión unívoca sobre el movimiento (sus objetivos, límites, alcances, modos de
desarrollar la lucha política) y de que dichas disidencias operan, de hecho, como motor del movimiento. Hecha
esta salvedad, podemos retomar de Löwy (2011) algunas definiciones puntuales respecto del Ecosocialismo
(Marxismo Ecológico para otros autores) que entendemos compartidas por el conjunto de los pensadores que
se identifican con dicha corriente: el Ecosocialismo es una corriente de pensamiento y a la vez (y quizás,
sobre todo), de acción. En gran medida dicha premisa se observa cuando analizamos la trayectoria de sus
principales referentes (el propio Löwy), involucrados no sólo en la esfera académica sino también política, con
participación activa en espacios de articulación con organizaciones y movimientos sociales (Foros Sociales
Mundiales, experiencias formativas con el M.S.T. de Brasil, etc.). También, en los últimos años, desde algunas
esferas gubernamentales viene haciéndose uso del término (el gobierno venezolano se autodefine como
representante del Ecosocialismo del siglo XXI), con connotaciones e implicancias que es preciso analizar más
detenidamente. ¿Pero en qué consiste en definitiva el Ecosocialismo? Por lo pronto, diremos resumidamente
que constituye una propuesta, teórica y práctica, de articulación de las ideas fundamentales del socialismo
marxista con la ecología crítica. Más allá de los matices que desarrollaremos en los apartados subsiguientes,
el grueso de autores coincide en la concepción del Marxismo ecológico como una corriente que se distancia
tanto de variantes productivistas del socialismo como de corrientes ecológicas que, de una manera u otra, se
adaptan al sistema imperante, “ecologías acríticas” (Medeiros, Sá Barreto, 2011). De lo que se trata, en
definitiva, es de renovar el pensamiento marxista, “incorporando” para algunos, “destacando y dando mayor
presencia” para otros la consideración de la relación sociedad-medio y la preocupación por la crisis ambiental
generalizada. En lo que hace a los orígenes del pensamiento eco socialista, distintos autores toman diferentes
puntos de inicio. Mientras que algunos, como Sabatella y Tagliavini (2011) se remiten al siglo XIX para
referirse a William Morris, historiador británico, como “el primer eco socialista” (Sabatella, Tagliavini, 2011: 11),
otros autores, como Löwy (2011) prefieren ser quizás más específicos y acotar la corriente Eco socialista a
aquella que comienza a desarrollarse como tal en los años ’70 del siglo pasado, en torno de nombres como
Raymond Williams, André Gorz, Barry Commoner, referentes, para Lowy (2011), de la reflexión “roja y verde”.
El término “Ecosocialismo”, señala Löwy, comienza a ser usado en los años ’80, cuando referentes de un
partido de izquierda alemán (el Die Grünen) comienzan a autodefinirse apelando a dicho calificativo. Más allá
de los puntos de partida (evidentemente, como hemos dicho, imposibles de coincidir unívocamente) interesa
identificar algunas figuras que, sin autoproclamarse eco socialistas, contribuyeron al desarrollo de la corriente.
Sabatella, Tagliavini (2011) destacan los aportes de investigadores soviéticos (Bujarín, Kasharov y otros), que
desarrollaron líneas de indagación en el sentido de un marxismo ecológico pero que fueron perseguidos,
censurados por la burocracia stalinista, preocupada por el productivismo y alejada de consideraciones
respecto de los impactos de una industrialización acelerada en el ambiente. Löwy destaca también los aportes
posteriores de otros disidentes socialistas, como Rudolf Bahro y su crítica radical al modelo soviético y de
Alemania del Este, o Pierre Juquin, ex dirigente comunista, “reformista converso a las perspectivas rojiverdes”
(Löwy, 2011:15) y su Europe’s green alternative (1993) a modo de manifiesto ecosocialista europeo. Entre los
primeros marxistas ya habría eco socialista: Walter Benjamin y la revolución como freno de emergencia. Una
figura que varios autores coinciden en señalar como referente clave del Ecosocialismo es el filósofo alemán
Walter Benjamin, por su cuestionamiento a la idea de progreso imperante en su época (y que en gran medida
se mantiene incólume en la actualidad), su crítica la noción lineal y mecanicista de la Historia, su sensibilidad
ambiental a la hora de pensar los objetivos y desafíos del marxismo y la revolución socialista. Tal como
plantea Mascaró Querido (2011) y como detallaremos en el apartado siguiente, la constitución teórica de una
perspectiva ecosocialista depende directamente de una revisión del concepto de fuerzas productivas y
elementos para dicha revisión aparecen ya en la obra de Benjamin, sumamente rica en críticas a las nociones
tradicionales de progreso, tiempo/historia, trabajo, técnica. Retomando planteos del propio Marx, Benjamin
insiste en la idea de que una “representación materialista de la historia trae consigo una crítica inmanente del
concepto de progreso” (Benjamin, 1982), que él concibe no como evolución, ad infinitum, continua, imparable,
sino, antes bien, como “catástrofe” y “tempestad” (Benjamin, 1982), reflejo del impulso destructor del
capitalismo. Este rechazo categórico de la idea tradicional de progreso se fundamenta en una crítica radical
de la Modernidad y de la temporalidad del capitalismo como algo abstracto, con relaciones sociales que
reflejan el fetichismo de la mercancía y su circulación (Mascaró Querido, 2011). Para exponer las ideas de
Benjamin en torno de este punto, Mascaró Querido (2011) afirma: “La separación radical entre la actividad
mecánica realizada por los trabajadores y el comando global de la actividad productiva establece la necesidad
de una ‘racionalización’ abstracta del tiempo, es decir, de una mecanización cuantitativa de la temporalidad,
cuya autonomía aparente se impone a los hombres como algo exterior […] La alegoría de la Modernidad
como catástrofe en permanencia y como repetición desesperante de lo siempre igual, traduce, para Benjamin,
un mundo marcado por la decadencia de la experiencia auténtica, fundada en una temporalidad cualitativa,
concreta” (Mascaro Querido, 2011:37). En estrecha asociación con ello, Benjamin critica también el concepto
de trabajo, que reconoce los progresos del dominio de la naturaleza pero no los retrocesos de la sociedad y, a
diferencia del marxismo vulgar, insiste en la necesidad de un nuevo pacto entre la sociedad y su medio
ambiente, redefiniendo la función de la técnica, como herramienta para controlar no la naturaleza sino, antes
bien, la relación entre la sociedad y dicha naturaleza. Siempre pensando en la lucha de clases como motor de
la historia, de lo que se trata es de reconquistar la dimensión cualitativa del tiempo, construir una temporalidad
adecuada a las necesidades humanas y ecológicas, que tenga en cuenta la larga temporalidad de los ciclos
naturales. En definitiva, Benjamin se distancia fuertemente de cierto marxismo productivista y evolucionista
vulgar (e incluso del propio Marx ), al concebir la revolución socialista no como resultado “natural” o
“inevitable” del progreso económico y técnico (la famosa primera contradicción -que abordaremos más
adelante- entre fuerzas y relaciones de producción que debe ser superada) sino antes bien como “freno de
emergencia”, como la “interrupción de una evolución histórica que conduce a la catástrofe” (Löwy, 2011:78).
Todos los autores analizados que hacen referencia al pensamiento de Benjamin (Löwy, 2011, Mascaró
Querido, 2011; Sabatella Tagliavini, 2011) coinciden en destacar, por el aporte que sus observaciones ofrecen
a la reflexión sobre la realidad actual, la actualidad de su pensamiento. “Walter Benjamin fue un profeta, es
decir, no alguien que pretende prever el futuro – como el oráculo griego-, sino en el sentido del Antiguo
Testamento: aquel que atrae la atención del pueblo sobre las amenazas futuras” (Löwy, 2011:84). Marxismo y
ecología, pero ¿qué del marxismo y qué de la ecología?: Como es de esperarse, en todos los autores
considerados, la referencia a Marx y al marxismo es ineludible. Excede los objetivos de este trabajo detallar y
desarrollar los matices que asume de dicha referencia en cada uno de los pensadores; nos limitaremos a
exponer algunos puntos centrales, recurrentes en la mayoría de ellos. Concreta y resumidamente, y para
ordenar la exposición, podemos decir que aquello que los pensadores eco socialistas retoman y critican, (en
mayor o menor grado) del pensamiento de Marx tiene que ver con tres aspectos fundamentales del
pensamiento marxista, evidentemente interrelacionados entre sí: la concepción de la naturaleza, la teoría de
valor, y la concepción de las fuerzas productivas. Nos detendremos luego también en las críticas y
reformulaciones planteadas respecto del pensamiento ecológico. Crítica a la concepción marxista de
naturaleza. Es sobre este punto sobre el cual existe un mayor grado de disidencia entre los autores. Mientras
que algunos, como Alvater (2006) son tajantes al afirmar que no se observa en Marx consideración sobre los
límites de la naturaleza, o el propio Löwy, que afirma que “No es menos cierto que a Marx y Engels les falta
una perspectiva ecológica de conjunto” (Löwy, 2011:73), el grueso de los autores, si bien partiendo de
premisas similares, se dedica más bien a reflotar y hacer hincapié en aquellos pasajes y aspectos de la obra
de Marx y Engels en los que, de manera más o menos directa, aparecen referencias a la naturaleza, en su
interrelación con la sociedad. Sabatella y Tagliavini (2011), por ejemplo, se dedican a retomar una serie de
críticas planteadas desde ciertos sectores de la ecología al pensamiento marxista y traen a colación la
cuestión de una supuesta ruptura de Marx con el ideario romántico, en lo que hace a la búsqueda de armonía
con la naturaleza. Marx, dicen ciertos ecologistas, habría quedado preso de una ideología del progreso
continuo de la humanidad mediante la ciencia, la técnica y el trabajo. Sin embargo, contestan Sabatella y
Tagliavini (2011), analizando sus obras se observa una fuerte crítica sobre la destrucción capitalista tanto de
la fuerza de trabajo como de la tierra. No es falso entonces que Marx desarrolló su teoría a partir de una
ruptura con el ideario romántico, pero, justamente, “su crítica dejó de ser abstracta para tomar un carácter
científico con el fin de descubrir los distintos mecanismos de explotación y obtención de plusvalía” (Sabatella,
Tagliavini, 2011:10). La concepción de Marx sobre la naturaleza debe entonces reconstruirse a partir de
analizar el desarrollo teórico marxiano sobre otros conceptos clave, de la esfera de la economía política.
Según Galafassi (2011), el concepto clave para entender y analizar la relación sociedad-naturaleza es el
trabajo. El trabajo sería, según Marx y el pensamiento marxista posterior, el nexo material en donde se reúnen
y sintetizan el accionar del hombre con el funcionamiento de la naturaleza y, por ende y en definitiva, la
naturaleza estaría por demás contemplada y ubicada en un lugar central en su teoría, como dimensión
fundamental en el proceso de trabajo y producción, inscripta por ende “dentro de la lógica de dominación de
elementos tanto del mundo natural como social” (Galafassi, 2011: 79). La preocupación de Marx por el mundo
natural (y su degradación) estaría también presente, dicen los autores, en otros pasajes de su obra, en los
que se detiene en el análisis crítico de la agricultura, en asociación con la gran industria. Destacan algunos
autores, como Löwy (2011), la idea, sostenida por Marx de una “ruptura del metabolismo”. En El Capital y
otros textos, Marx, analizando la gran industria y la agricultura, se explaya sobre la ruptura entre el sistema de
intercambios materiales entre las sociedades humanas y el medio ambiente. En estos pasajes, afirma Löwy,
se deja entrever una idea de progreso como destructivo, y una asociación entre la explotación del trabajador y
de la tierra, resultado de la misma lógica predadora. Se observa también una insistente preocupación por la
devastación de los bosques y la degradación del suelo. Es por este tipo de cuestiones que la mayoría de los
autores coincide en concluir que el concepto marxista de relación naturaleza-hombre es mucho más
apropiado que otros conceptos para comprender las contradicciones y la dinámica de la relación social entre
ser humano y naturaleza, es decir, de la relación entre la economía, la sociedad y el medio ambiente.

Reinterpretando la teoría del valor: Un tema sobre el cual no muchos autores se detienen, pero que resulta
interesante destacar, es la teoría del valor y en qué medida aparece una consideración de la naturaleza en la
conceptualización que Marx realiza sobre este punto, elemento conceptual clave del materialismo histórico.
Löwy (2011) dedica un apartado de su obra a exponer lo que él llama una “aclaración” sobre la teoría del
Valor. Según los ecologistas, afirma, Marx atribuiría el origen del valor exclusivamente al trabajo humano,
dejando a un lado la contribución de la naturaleza. Esta crítica deriva, para Löwy, de un malentendido, de una
confusión entre valor de uso y valor de cambio. Marx desarrolla la teoría del valor-trabajo para explicar el
origen del valor de cambio en el marco del sistema capitalista; la naturaleza, que en ese aspecto pareciera
estar ausente, participa en cambio en la producción de la verdadera riqueza, que no es el valor de cambio
sino el valor de uso. Citamos, del texto de Löwy, un fragmento de un texto de Marx en que dicha salvedad se
manifiesta de manera explícita: “El trabajo no es la fuente de toda riqueza. La naturaleza es fuente de los
valores de uso (¡que son, efectivamente, no obstante, la riqueza real!), como también lo es el trabajo, que no
es más que la expresión de una fuerza natural, la fuerza del trabajo del hombre” (fragmento de Karl Marx,
Critique des programmes de Ghota et d’Eufurt, extraído de Löwy, 2011: 64) Sobre el rol de las fuerzas
productivas y la segunda contradicción del capitalismo. Por último, una observación crítica sobre el
pensamiento marxista en la que el grueso de los autores eco socialistas coincide tiene que ver con la
conceptualización que Marx y Engels desarrollan acerca de las fuerzas productivas, sobre el lugar central e
incuestionable que ocupan en su teoría. Dice Löwy acerca del pensamiento de los fundadores del
materialismo histórico que se observa en ellos una “concepción acrítica de las fuerzas productivas” (Löwy,
2011:74), una concepción de ellas como si fueran neutras, como si bastara, para alcanzar los objetivos que el
socialismo se propone, sólo con su socialización. Algo hemos dicho al respecto en el apartado sobre el
rescate de la figura de Walter Benjamin por parte de los pensadores eco socialista. Una de las ideas claves de
esta perspectiva, que tiene que ver justamente con la conjunción del pensamiento marxista y la crítica
ecológica, es que el socialismo no sólo apunta a un nuevo modo de producción, sino también a un nuevo
paradigma civilizatorio (Lowy, 2011). No alcanza con abolir la propiedad privada y administrar conjuntamente
las fuerzas productivas en su estado actual, ni mucho menos se trata de promover un desarrollo aún mayor de
las mismas. Actuar así implicaría omitir aquello que los eco socialistas denominan la segunda contracción del
capitalismo. Dicho concepto constituye, a mi entender, un aporte fundamental del pensamiento ecosocialista.
Es James O’ Connor quien, en respuesta al pensamiento económico tradicional (que entiende que el
crecimiento capitalista está restringido únicamente desde el lado de la demanda) plantea y desarrolla por
primera vez la cuestión de la segunda contradicción del capitalismo: “Expresada de manera sencilla, la
segunda contradicción plantea que los intentos de los capitales individuales por defender o restaurar sus
ganancias recortando o externalizando sus costos producen, como un efecto no deseado, la reducción de la
“productividad” de las condiciones de producción, lo cual a su vez eleva los costos promedio. Los costos
pueden aumentar para los capitales individuales en cuestión, para otros capitales o para el capital en su
conjunto” (O ’Connor, 2000: 7). El marxismo plantea, como elemento fundante de su teoría y praxis, una
(primera) contradicción, “alojada en el corazón de la relación entre el capital y el trabajo” (Chesnais, 2011:145)
inherente al sistema capitalista, entre fuerzas y relaciones de producción; se trata ahora de sumar una
segunda, entre las fuerzas productivas y las condiciones de producción (los trabajadores, el espacio urbano y
la naturaleza), una contradicción que “golpea” al capital ya no desde la demanda sino desde los costos. Si
bien existen muchas variantes de la teoría del crecimiento económico, todas presuponen que el capitalismo no
puede permanecer inmóvil, que el sistema debe expandirse o contraerse o, en otras palabras, que alienta las
crisis tanto como depende de ellas y que, en definitiva debe "acumular o morir". Esta dinámica expansionista
pone en peligro o destruye sus propias condiciones, empezando por el medio natural, que posee tiempos y
ciclos de evolución que no se corresponden con los del capital. Evidentemente, como ya sabemos, ambas
contradicciones implican obstáculos para el capital y en determinados momentos dan origen a crisis,
económicas y ambientales. Afirma Löwy (2011), retomando a O ‘Connor, que la capacidad del capital para
enfrentar con éxito tanto la primera como la segunda contradicción es limitada: la naturaleza del estado liberal
democrático y del propio capital hacen que no se pueda escapar de estas contradicciones, estructurales e
inherentes al sistema capitalista. En relación a cómo estas dos contradicciones sirven como herramientas
heurísticas para entender y explicar la dinámica capitalista, resulta sumamente interesante el abordaje de
Galafassi (2011) en “La predación de la naturaleza y el territorio como acumulación”. Galafassi retoma de
Marx la noción de acumulación primitiva u originaria, como instancia fundante del capitalismo y las relaciones
sociales capitalistas, que se reproduce en la actualidad bajo nuevas formas, y plantea la existencia en la
actualidad de “nuevos cercamientos” (Galafassi, 2011): Si en sus comienzos el proceso de separación y
apropiación de los medios de producción se inicia con el proceso de cercamiento de los bienes comunes
(principalmente la tierra), ahora observamos otros nuevos, que también implican la destrucción de los
derechos tradicionales de subsistencia (Galafassi cita como ejemplo el embargo de tierra por deuda por parte
del F.M.I. a algunos países del Africa y Asia modernos) y la predación de un medio ambiental ya de por sí
degradado. Como diferencia sustancial, mientras que los primeros se constituían conjuntamente con la
creación del capitalismo, los actuales se construyen a partir de una legalidad ya instaurada, que cambia sólo
en sus variantes. La vigencia de esta lógica, la reactualización constante de los “cercamientos”, se explica
justamente por la segunda contradicción del capitalismo, que es la que hace de la degradación del medio
ambiente una cuestión intrínseca al sistema, que no podrá revertirse hasta tanto no se altere su lógica de
desarrollo. Sobre la ecología: “El socialismo y la ecología comparten valores sociales cualitativos, irreductibles
al mercado. Comparten también una revuelta contra la “Gran Transformación”, contra la automatización
cosificada de la economía en relación con las sociedades. Esta convergencia de sensibilidades sólo es
posible si los marxistas someten a un análisis crítico su concepción tradicional de las fuerzas productivas y si
los ecologistas rompen con la ilusión de una economía de mercado limpia” (Löwy, 2011:90) El fragmento
citado corresponde al libro Ecosocialismo, de Löwy y resume en unas pocas líneas los puntos en que
marxismo y ecología se tocan y se complementan para dar sustento al pensamiento ecosocialista. La crisis
capitalista es, para los eco socialistas, tanto económica como ecológica: en la medida en que la crisis
ecológica tiene su fundamento en el sistema que la origina (el sistema capitalista), los orígenes de ambas son
comunes. Es el desarrollo de las fuerzas productivas, acelerado, escasamente planificado (cuando no
directamente planificado en función de los intereses del capital), lo que degrada el ambiente. Allí reside la
“insociabilidad de la crisis económica y ecológica” de la que habla Chesnai (2011) y por ello es que se impone,
para el marxismo ecológico, la necesidad de imbricar, en la teoría y en la praxis, los aportes y perspectivas de
estas dos corrientes. Claro está (o quizá no tanto, y por ello resultan útiles las observaciones de los autores)
que “ecologías” hay más de una y no todo aquel discurso que se auto reivindica como “verde” es reivindicado
como tal por los Ecosocialista. Gran parte de los artículos trabajados (Chesnai, 2011; Galafassi, 2011; Alvater,
2006; Medeiros, Sa Barreto, 2011) constituyen un intento de distanciamiento respecto a un llamado
“ecologismo acrítico” (Medeiros, Sa Barreto, 2011) y una vasta exposición de los puntos y aspectos en los que
el marxismo rompe y se opone a esta perspectiva. Los autores que se consagran a este aspecto coinciden,
con algunos matices, en criticar fuertemente el tipo de sujeto social en torno del cual ciertos sectores
“ambientalistas” intentan construirse y a través del cual buscan legitimarse. En “Lukács y Marx contra el
‘ecologismo acrítico’: por una ética ambiental materialista”, Medeiros y Sa Barreto (2011) llaman la atención
sobre el “desdoblamiento de las preocupaciones ambientales en preceptos éticos abstractos” (Medeiros, Sa
Barreto, 2011:18), es decir, desvinculados de la práctica social (política) concreta. De manera análoga, Löwy
hace hincapié en el hecho de que el cambio (de paradigma) al cual el Ecosocialismo apuesta exige la
participación, el involucramiento de un tipo particular de actores: “actores sociales, movimientos sociales,
organizaciones ecológicas y partidos políticos, y no sólo los individuos de buena voluntad” (Löwy). La ética
que el Ecosocialismo promueve no es de ningún modo individual, sino profundamente, inherentemente, social
y colectiva. Es también, en palabras de Löwy (2011) una ética igualitaria: el modo de producción y de
consumo actual de los países capitalistas avanzados no puede ser generalizado al conjunto del planeta; se
hace preciso entonces redistribuir la riqueza y desarrollar en común los recursos, según un nuevo paradigma
productivo (Löwy, 2011). Los autores se dedican también a realizar y exponer una crítica a la noción de
sostenibilidad. O ‘Connor en su artículo “¿Es posible el capitalismo sostenible?” insiste en la necesidad de
reconstruir el discurso de la sostenibilidad (sustentabilidad), un discurso que se ha vuelto moneda corriente en
nuestros días, al que recurren fundamentalmente las políticas para legitimarse e incluso los propios capitales
“que buscan reverdecerse a sí mismos” (O ‘Connor, 2000:3). La disputa ecológica, tal cual la concibe el
marxismo, es también una disputa de sentidos, “la sostenibilidad es una cuestión ideológica y política, antes
que un problema ecológico y económico” (O’Connor, 2000:4). Contrariamente a la idea que estos sectores del
ecologismo “acrítico” intentan hegemonizar, la idea de un capitalismo limpio, sostenible, "que se mantenga"
es, para el eco socialista, un sinsentido, que opaca e impide ver las reales intenciones de que la realidad
actual se perpetúe. El capitalismo sólo sobrevive acumulando y, en este proceso de acumulación, es el capital
el que manda; suponer que, dentro del estado actual de cosas, es posible la sumisión de las empresas a los
mandatos ambientales resulta, cuando menos, inocente : “Cuando en plena ofensiva de las empresas
trasnacionales aceptamos, tal como lo hacen algunas organizaciones ambientalistas, sentarnos a discutir con
ellas, en realidad damos por supuesto que podemos o que tenemos capacidad de negociar, lo cual entraña la
certeza de disponer del poder suficiente para ello” (Rulli, 2011:103). Debemos estar alertas sobre estos
“ilusorios modelos de sustentabilidad” (Rulli, 2011:105) también cuando escuchamos sobre la pretendida
Responsabilidad Social Empresaria, “redescubrimiento de la ética empresarial, maquillaje sobre un rostro
viejo” (Rulli, 2011: 107), que no constituye otra cosa que el intento de colocar a la ética como un instrumento
más al servicio del capital. Los “nuevos discursos empresariales” defienden e intentan legitimar, por ejemplo,
la inversión en el desarrollo del biocombustible (apuesta impulsada también desde el gobierno y desde
algunas ONGs. Apuestas como estas no son más que “ilusorios modelos de sustentabilidad” (Rulli, 2011:107);
no sólo no constituyen cambios sustanciales, estructurales en el modo y sistema productivo, sino que incluso
refuerzan los efectos de degradación del medio ambiente y la concentración del capital. Posibilidades y
apuestas políticas, ¿qué propone el eco socialismo? Evidentemente, el ecosocialismo como perspectiva que
es a la vez teórica y práctica, trasciende la dimensión del mero diagnóstico crítico de la realidad actual y no
reniega, sino todo lo contrario, de la importancia de la praxis política. Todos los autores coinciden en la
necesidad, imperiosa, de un cambio radical y de un programa a largo plazo que permita instrumentar los
cambios necesarios. Vega Cantor (2009) es claro en cuanto a las dimensiones de la crisis actual y la
consecuente relevancia de la noción de “crisis civilizatoria”: “… la crisis actual tiene unas características
diferentes a todas las anteriores ya que hace parte de un quiebre civilizatorio de carácter integral, que incluye
factores ambientales, climáticos, energéticos, hídricos y alimenticios. La noción de crisis civilizatoria es
importante porque con ella se quiere enfatizar que estamos asistiendo al agotamiento de un modelo de
organización económica, productiva y social, con sus respectivas expresiones en el ámbito ideológico,
simbólico y cultural” (Vega Cantor, 2009:31; bastardilla en el original). De manera análoga, Löwy(2011)
plantea que el cambio debe ser radical, porque no hay forma de cambiar si no es yendo a la raíz del mal:
estamos en una crisis civilizatoria y es ante todo el paradigma civilizatorio lo que debe ser cambiado. ¿Pero
cómo? ¿Cuál sería el formato político que garantice la instrumentación de dichos cambios? Bajo el marxismo
ecológico se aglutinan diferentes tipos de organizaciones y movimientos sociales y existen también filiaciones
con algunos partidos (los llamados partidos “rojiverdes” europeos, que expresan una conjunción de principios
socialistas y ecologistas). De manera más o menos evidente, la discusión sobre cuál es el formato
conveniente atraviesa los planteamientos de todos los autores y dicho aspecto, a mi entender, no está libre de
tensiones y contradicciones: ¿En qué medida podemos hablar de cambios verdaderamente radicales y
apostar al mismo tiempo, como lo hace O’Connor, a cambios sustantivos que surjan dentro del “cascarón de
la democracia liberal” (O’Connor, 2000:11)? La pregunta, más allá de la respuesta, merece ser planteada. En
apartados siguientes retomaremos parte de estas discusiones. O’Connor es sumamente taxativo en su
análisis de los límites y alcances de los movimientos sociales: “los movimientos sociales son relativamente
impotentes ante la fuerza totalizadora del capital global” (O’Connor, 2000:11) y prefiere concentrar su apuesta
en los diversos movimientos (de trabajadores, feministas, ambientales, etc.) se aglutinen y conformen una
única fuerza democrática. Si bien no aparecen, en la obra consultada, referencias concretas a experiencias
socialistas anteriores, su análisis y propuestas parecen sustentarse en un profundo rechazo a los socialismos
del siglo XX: “(…) lo que menos necesitamos es faccionalismo, sectarismo, ‘líneas correctas’. En cambio,
necesitamos examinar críticamente todas las fórmulas políticas desgastadas por el tiempo y desarrollar un
espíritu ecuménico para celebrar nuestros bienes comunales, viejos y nuevos, tanto como nuestras
diferencias” (O’Connor, 2000: 11). También Löwy reconoce separaciones y distancias entre ciertas
organizaciones sociales y el movimiento obrero (tradicionalmente representado a través del sindicalismo y los
partidos) y plantea críticas a ambos, distancias que deben sortearse para poder dar lugar a la experiencia de
la democracia ecosocialista. Pero, quizá de manera más enfática y optimista que O’Connor, reconoce
también, en este pluralismo, la posibilidad (como potencialidad) de encuentro, de debate y dialogo, una
posibilidad que se concreta en espacios muy reivindicados por el Ecosocialismo, como son los Foros sociales
o, en general, los espacios de encuentro del llamado “alter mundialismo”. (Löwy, 2011, 98). De manera
análoga, aunque quizá también algo más vaga o imprecisa, Kovel imagina el avance del ecosocialismo a partir
del crecimiento e de “conjuntos ecológicos” –definidos de manera deliberadamente amplia -, conectados
“desde las islas en el océano capitalista a una especie de archipiélago que se adhiera ulterior y finalmente a
un continente de ecosocialismo” (Kovel, 2002:230). Independientemente de la discusión en cuanto al formato
político, todos los autores coinciden en la necesidad de un cambio social radical. En cuanto al aparato
productivo, se impone la necesidad de reconversión tecnológica, ocupando un lugar central la problemática
energética. Varios autores se detienen a plantear medidas que, aunque no estructurales, ayudarían al menos
a mitigar el impacto y ralentar el ritmo de la crisis económica y ecológica. Si bien todos coinciden en la
imposibilidad de pensar soluciones compatibles con el sistema capitalista, insisten de todos modos en la
importancia de promover medidas paliativas para el “mientras tanto”. Por ejemplo, presupuestos nacionales
que obliguen a pagar impuestos elevados sobre insumos de materias primas y sobre ciertos productos
(automóviles, productos plásticos, envases desechables), “complementados con una política de etiqueta verde
que eximiría de impuestos a los productos genuinamente verdes (definidos según su bajo impacto ecológico
en cada etapa del proceso de producción, distribución y consumo)” (O’Connor, 2000:2), junto también a
políticas que subsidien masivamente a la energía solar y otras fuentes benignas y alternativas de energía, o
“eco impuestos” (Löwy, 2011:36), siempre desde una lógica social igualitaria, que no caiga en responsabilizar
únicamente al “ciudadano común” y desentenderse de los “responsables estructurales”; en palabras de Löwy,
“hacer que paguen los que contaminan y no los consumidores” (Löwy, 2011:36). Adscribimos cabalmente a la
observación planteada por Löwy (2011) en cuanto a que la importancia de insistir en estas reformas parciales
reside no sólo en la necesidad de al menos mitigar los impactos ambientales sino también en su potencial
como experiencias “politizantes”: “Hay que luchar por cada medida de reglamentación medioambiental, no
sólo “porque eso lentifica la carrera hacia el abismo, sino porque permite que los individuos se organicen,
luchen y tomen conciencia de la apuesta de la lucha; que comprendan, por su experiencia colectiva, la quiebra
del sistema capitalista y la necesidad de un cambio de civilización” (Löwy, 2011:97). Coincidimos también en
otra de sus observaciones: “el cambio radical concierne no sólo a la producción, sino también al consumo
(Löwy, 2011:32). Nos encontramos en una crisis civilizatoria que hace necesaria, en definitiva, una revolución
cultural, un cambio radical en las formas de ver, concebir y actuar. En relación con este aspecto, Löwy hace
un análisis sumamente rico en torno a la publicidad como elemento y como lógica que debe desarticularse
como requisito necesario para el descubrimiento de las verdaderas necesidades humanas. La lógica del
sistema publicitario y del sistema capitalista están íntimamente vinculadas; ambas se erigen en torno del
fetichismo de la mercancía, de una preponderancia del valor de cambio sobre el valor de uso; ambas son “son
intrínsecamente perversas” (Löwy, 2011:108) y por ello no es posible un cambio radical sin dar por tierra la
“agresión publicitaria” (Löwy, 2011: 110) como mecanismo en el cual se sustenta la “manipulación de las
conciencias” (Löwy, 2011:110) que está en la base del consumismo de la sociedad contemporánea. La
Publicidad es la principal responsable de la obsesión consumista de las sociedades modernas, de la
consolidación y mantenimiento de un paradigma de consumo no sustentable. Por ello, se impone la supresión
del acoso publicitario para que los individuos puedan de a poco descubrir sus verdaderas necesidades y
cambiar cualitativamente su modo de vida y de consumo. Planteos y puntualizaciones como estas nos llevan
a pensar en el análisis hecho por Althusser (1970) en torno de la ideología y los aparatos ideológicos del
estado como instrumentos al servicio de la reproducción de las condiciones y relaciones de producción. El
capital, que debe “acumular para no morir”, precisa para ello de una constante ampliación de los
consumidores y su capacidad de consumo; el capital no puede “inventar” consumidores, pero sí necesidades
y nada mejor que la Publicidad como elemento ideológico para la invención de estas necesidades (y su
presentación como necesidades “evidentes”): “Es propio de la ideología imponer (sin parecerlo, dado que son
‘evidencias’) las evidencias como evidencias que no podemos dejar de reconocer y ante las cuales tenemos la
inevitable y natural reacción de exclamar (en voz alta o en el ‘silencio de la conciencia’): “¡Es evidente! ¡Eso
es! ¡Es muy cierto!” (Althusser, 1970:23). Althusser no incluye a la publicidad dentro del conjunto que
reconoce como instituciones que conforman el aparato ideológico del Estado, e incluso cabría plantearse los
límites de acotar las instituciones del aparato ideológico al ámbito estatal. Así y todo, sus observaciones
resultan por demás útiles para pensar la publicidad como ideología y, como tal, como forma de “represión muy
atenuada, disimulada, es decir simbólica” (Althusser, 1970:10). En definitiva, tal como plantea Kovel, “el más
grande de los logros del sistema (que es como decir el que cumple plenamente su destino de expansión) es la
más grandiosa conversión al modo capitalista de pensar” (Kovel, 2002: 94). En este sentido, y en relación con
lo que plantean otros autores, como Rulli (2011) y O’Connor (2000) no podemos, como investigadores
sociales, pasar por alto las implicancias de otras instituciones en el mantenimiento del sistema vigente, el rol
de “la dirigencia científica, universitaria, docente, empresarial, barrial y hasta religiosa como “paradigma
ideológico” que garantiza la sostenibilidad social del modelo hegemónico (Rulli, 2011:101). Parafraseando a
Swampa (2008), podríamos afirmar que la disputa por un nuevo modelo de desarrollo debe darse, ante todo,
en los territorios del lenguaje y de la valoración; en, suma, en el modo mismo de entender y definir -semántica
y políticamente-, dicho modelo de desarrollo. El rol de la Academia y los intelectuales ocupa aquí un lugar
crucial. Existen en nuestro país espacios como la Escuela de Formación Ambiental Chico Mendes de Rosario
que se proponen explícitamente tareas en este sentido, para desterrar el Pensamiento Único: “De ahí que
reconstruir, des universalizar, des absolutizar, los cimientos del Paradigma Mecanicista, tan fragmentado y
reduccionista, está en los afanes de la Escuela Chico Mendes, para que los sentidos existenciales de la vida,
vivan y para que el pensamiento, ante la encrucijada que le imponen los productivistas, pueda saltar el cerco
de la lógica de mercado, y señale los nuevos mapas de la Racionalidad Ambiental”. (E.E.A.C.M., 2012) El
ecosocialismo a escala latinoamericana, argentina, urbana, mundial. Incluso trascendiendo los límites del
pensamiento autodefinido como ecosocialista, podemos afirmar que existe consenso en cuanto al carácter
tradicionalmente primario de la economía de los países latinoamericanos. La historia del desarrollo de estos
países, dice Galafassi, quedó definida originariamente en torno de la ecuación capital – recursos naturales, en
la medida en que se insertaron al mundo moderno como proveedores de materias primas (Galafassi, 2008:2).
Con la globalización y el neoliberalismo se consolida en el continente latinoamericano un proceso de
reprimarización de las economías nacionales, que se desarrolla en base a una acentuada mercantilización y
exacción de los bienes comunes naturales (y también sociales). El llamado extractivismo (que incluye la
explotación minera y petrolera) tiene una larga historia en América Latina, que se actualiza bajo nuevas
formas con la flexibilización del modelo de acumulación fordista. Las características que adquiere el proceso
en América Latina bajo las sucesivas oleadas neoliberales llevan a algunos autores a hablar de
"neoextractivismo" o "neoextractivismo progresista"(Gudynas, 2009; Swampa, 2013): si bien se observan
diferencias respecto de modelos de desarrollo anteriores –fundamentalmente en lo que hace al rol más activo
que cobra el Estado en el proceso -, se mantiene un estilo de desarrollo basado en la apropiación de la
Naturaleza, "que alimenta un entramado productivo escasamente diversificado y muy dependiente de una
inserción internacional como proveedores de materias primas" (Gudynas, 2009:188). Ejemplos sobran:
explotación indiscriminada de hidrocarburos y minerales, utilización de los recursos hídricos para producción
de energía hidroeléctrica, avance del monocultivo de la soja, por citar sólo algunos. Gran parte de los autores
coincide en señalar y hacer hincapié en la desigualdad Norte-Sur, no sólo en los términos del intercambio y en
el nivel de industrialización y consumo sino también (y en relación con ello) en la generación de contaminación
y degradación ambiental. Sabatella hace referencia a indicadores que señalan esta desigualdad: el 80% de
las emisiones de gases de efecto invernadero se corresponden con el 20% de la población mundial,
concentrada en Estados Unidos, Europa y Japón. (Sabatella, 2010). Con respecto a América Latina, sostiene:
“Las riquezas de América Latina la convierten nuevamente en un proveedor de materias primas, alimentos y
energía para las economías industrializadas. A su vez, los países más ricos intentan trasladar el costo
ambiental de las industrias más sucias. El ejemplo más cercano son las plantas de celulosa, siendo la pastera
UPM (ex Botnia) la que generó más conflictos y cobró mayor notoriedad”. (Sabatella, 2010:3). De manera
análoga, Boaventura de Sousa Santos reafirma esta desigualdad y avanza sobre las implicancias de un
“aparente” fin de la misma para la implementación de políticas sociales y la construcción de hegemonía por
parte de los gobiernos latinoamericanos usualmente definidos como progresistas: “En varios países de
América latina, la valorización internacional de los recursos financieros permitió una negociación de nuevo tipo
entre democracia y capitalismo. El fin (aparente) de la fatalidad del intercambio desigual (las materias primas
siempre menos valoradas que los productos manufacturados), que encadenaba a los países de la periferia del
sistema mundial al desarrollo dependiente, permitió que las fuerzas progresistas, antes vistas como
“enemigas del desarrollo”, se liberasen de ese fardo histórico, transformando el boom en una ocasión única
para realizar políticas sociales y de redistribución de la renta (Sousa Santos, 2014:2)” Ante este contexto de
profundización de la degradación ambiental en los distintos países latinoamericanos (bajo gobiernos más o
menos progresista, bajo modelo más o menos neo desarrollistas), consideramos que las herramientas y
debates teóricos que venimos planteando como centrales del pensamiento ecosocialista resultan más que
pertinentes, en la medida en que permiten un abordaje de las problemáticas ambientales particulares en el
marco general del funcionamiento de la economía global. En cuanto al Ecosocialismo como movimiento
político, lo cierto es que no parece tener mucho peso a nivel latinoamericano. Existe sí una red ecosocialista
brasileña, que ha redactado y publicado algunos manifiestos y que ha participado activamente en foros y
espacios del alter mundialismo (ver Löwy, 2011). Lo que sí se observa, y resulta notorio, es un uso manifiesto
del término “Ecosocialismo” desde instancias estatales. Puntualmente, el gobierno de Venezuela, ya
comúnmente (auto) identificado como “el socialismo del siglo XXI” ha adoptado, en el marco del Ministerio de
Ambiente, el Ecosocialismo “como filosofía ambiental, opuesta a la destrucción, a la deforestación asesina, a
la contaminación del agua dulce, lagos, lagunas y mares" (Declaración del ministro del Ambiente, Dante
Rivas, a la Agencia Venezolana de Noticias, AVN 23/06/2013). Contradicciones abundan, pues si bien es
innegable que ha habido transformaciones políticas y sociales, incluido un mayor control y poder estatal sobre
el extraccionismo, lo cierto es que los impactos ambientales de la explotación de hidrocarburos son también
una evidencia. Las interpretaciones sobre si el caso venezolano constituye o no una aplicación plena de los
principios eco socialistas son, como ha de suponerse, diversas y divergentes, y trascienden sin duda el campo
del marxismo ecológico. Mientras que algunos autores y organizaciones defienden las transformaciones
políticas y sociales que vienen teniendo lugar en Venezuela y las definen como un paso firme y necesario
hacia la consolidación de un socialismo pleno, también, desde otros sectores, se hace hincapié en las
contradicciones, entre una retórica que apela al Ecosocialismo y un modelo económico que “reproduce las
prácticas tildadas de ‘neoliberales o del capitalismo salvaje’ en materia ambiental generando impactos
negativos tan fuertes o mayores que en el pasado” (García Guadilla, 2009:2). Retomando de Lowy (2011) y
Kovel (2002) la observación acerca de la necesidad de superar la dependencia de los combustibles fósiles, la
autora afirma que Venezuela deberá resolver la paradoja que se desprende de ser una sociedad de economía
dependiente de la producción y exportación de combustibles fósiles si desea lograr un modelo sustentable: “El
dilema que se presenta es: ¿cómo prescindir de los combustibles fósiles para lograr un desarrollo sostenible?
y ¿cómo puede mantener las pretensiones de hegemonía en la región Latinoamericana y del Caribe si
prescinde de éstos?” (García Guadilla, 2009:3). Pasando al caso de nuestro país, evidentemente la situación
reviste otros matices. Galafassi (2008) ofrece una poderosa síntesis de los cambios en la relación capital-
trabajo operados en la Argentina de los últimos años, que no detallaremos aquí por no desviarnos del eje de
análisis Soja, minería, extracción de petróleo y gas no convencional, construcción de centrales nucleares,
mega represas son algunos ejemplos de los rubros sobre los cuales el modelo extractivo se consolida. El
proyecto I.I.R.S.A (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura en la Región Sudamericana), del cual
nuestro país forma parte, constituye quizás uno de los casos más emblemáticos –y así y todo muchas veces
ignorado desde los sectores supuestamente “críticos” de la academia- que sintetizaría para algunos esta
renovada política de definir al territorio como mero depósito de recursos naturales a ser explotados
(commodities que tienen como destino final la exportación) e implementa un modelo de planificación territorial
de corte neo desarrollista que constituye la “consolidación del control hegemónico sobre los bienes naturales y
estratégicos” (Galafassi, 2008:5). En Argentina no sólo no ha habido reformas constitucionales como las de la
citada Venezuela, o Bolivia y Ecuador en las que, al menos formalmente, se reconocen derechos al “buen
vivir” e incluso a la Naturaleza como sujeto de derecho. Un aspecto no muy frecuentemente trabajado por los
autores pero de vital importancia para comprender la incidencia que los cambios en la estructura estatal tienen
en la valorización y administración de los bienes naturales es, puntualmente, la descentralización instituida
con la reforma constitucional de 1994. Tal como plantean desde el Espacio Chico Mendes, a través de la
descentralización del control y explotación de los recursos naturales “se fragmenta el poder de decisión sobre
el uso de bienes naturales del suelo argentino. Las provincias pasan a negociar en forma independiente la
gestión de sus recursos frente a capitales altamente concentrados, lo cual genera condiciones de negociación
altamente desfavorables para el desarrollo del conjunto” (Espacio Chico Mendes, 2012:3). Interrogado sobre
la existencia y alcances del movimiento ecosocialista en Argentina, Fernando González, actual militante del
Espacio Chico Mendes (Buenos Aires) e integrante del ya extinto Grupo Ecosocialista que en 2010 publicara
el –verdadero - primer manifiesto ecosocialista argentino, da cuenta de las vicisitudes de dicho movimiento,
diferencias en el modo de concebir y juzgar los procesos de cambio en los países latinoamericanos con
gobiernos progresistas, diferencias en el tono de crítica al extractivismo (fundamentalmente en lo que toca al
caso de Venezuela) que, entre otros motivos, llevaron a la disolución del grupo. Desde Chico Mendes, su
espacio de militancia actual, se han dado el debate y han optado por reemplazar el término “ecosocialismo” o
“marxismo ecológico /ecología socialista” por “ecología popular” o “ecología de los pobres” (originario del
pensamiento de Martínez-Alier). La idea que subyace a esta conceptualización tiene que ver con pensar en la
existencia de sectores que, sin saberlo o sin proponérselo, también hacen ecología. Dicha concepción supone
no sólo una ruptura con el imaginario del ambientalismo tradicional, sino una mayor amplitud en la
interpelación y, por ende, constituye también una estrategia política, que apunta al reconocimiento (y con ello,
a la construcción) de un sujeto “plural y heterogéneo” (Espacio Chico Mendes, 2012: 3), siempre atravesado
por contradicciones de clase. En relación con los espacios que se ven transformados por este proceso de
reprimarización de la economía, podemos decir que la consolidación del extractivismo no se limita a los
ámbitos rurales; procesos de cercamiento de los recursos naturales se dan también en los ámbitos urbanos,
con algunas diferencias quizá en cuanto a los actores que los protagonizan, pero respondiendo siempre a la
misma lógica de acumulación y reproducción del capital. Aumenta la presión sobre el suelo urbano,
históricamente mercantilizado, la ciudad se vive cada vez más de manera privada (Espacio Chico Mendes,
2012) al tiempo que acentúa la brecha entre los sectores que la habitan y construyen, consolidando “áreas
urbanas degradadas” (Davis, 2004) en las que la población (por lo general marginada o excluida del mercado
de trabajo formal) se aglomera, casi siempre sin acceso a las condiciones básicas de vida (agua potable,
cloacas, recolección de residuos). En este contexto, y estrechamente asociados a estas condiciones de
pobreza y vulnerabilidad social, los conflictos urbanos proliferan. ¿Cómo conjugar entonces el pensamiento
ambiental (trátese de Ecosocialismo o de Ecología popular), acostumbrado a hablar de los conflictos por la
apropiación de los recursos naturales o bienes comunes (comúnmente identificados con los espacios rurales),
con las problemáticas del ámbito urbano? Fernando González nos cuenta que preguntas como esta
atravesaron y atraviesan los debates en su espacio de militancia. A partir de la inquietud sobre cómo intervenir
en la ciudad surgió, en el Espacio Chico Mendes, la cuestión del Derecho a la Ciudad como estrategia de
aproximación a las problemáticas ambientales (de por sí muy diversas y heterogéneas: antenas,
transformadores, inundaciones, residuos, etc.) desde un marco de abordaje de la ciudad y la urbanización
como manifestación de la lógica capitalista. En referencia a ese proceso y a los resultados comprobados tras
el tiempo de formación, Fernando afirma: “nos volvimos más urbanistas que ambientalistas” (entrevista con
Fernando González, militante de Espacio Chico Mendes, 22/05/2014). Incluso conscientes de que ambos
términos no suponen una dicotomía, es cierto que muy a menudo las problemáticas ambientales suelen
abordarse desde una perspectiva quizá demasiado enfocada en los ámbitos rurales y algo más
despreocupada de lo que, respondiendo a una lógica común, sucede en los ámbitos urbanos. Al respecto,
consideramos que sería conveniente e interesante poder profundizar, desde la perspectiva del marxismo
ecológico, estudios en estos otros (no tan otros) ámbitos. Un último aspecto interesante de destacar, que
aparece en muchos de los pensadores vinculados con el marxismo ecológico, vinculado también con la
cuestión de cómo organizar los procesos de cambio y de disputa de poder, tiene que ver con la cuestión de
los sujetos implicados en ella y la interescalaridad como requisito que es necesario tener en cuenta al
momento de pensar la lucha por un cambio de paradigma, la lucha por el socialismo. En torno de este punto,
se observan críticas tanto a los partidos de izquierda tradicionales como a sectores del ecologismo acrítico
(Medeiros, Sá Barreto) que prácticamente no problematizan la cuestión de la organización política o a
“nuevas” experiencias comunitarias o de autogestión, que sí lo hacen pero también fracasan, por su
incapacidad de articular las reivindicaciones con otros sectores que, aunque de características quizás
distintas, también están interesados en el cambio social. Tal como plantean, entre otros, Löwy (2011), desde
el Espacio Chico Mendes (2012) y desde la Red Brasileña de Ecosocialismo (2003), la particularidad de las
luchas en innegable y esto supone una gran relevancia del ámbito local, pero también resulta fundamental una
articulación de cada una de esas luchas a nivel regional, nacional, mundial: “Una de las consignas
tradicionales del ecologismo es, o tal vez fue, pensar globalmente, actuar localmente. Creemos que dicha
consigna ha sido muy útil para avanzar en la construcción de resistencias locales, y no perder de vista la
globalidad del problema. Sin embargo, el énfasis en lo local, en desmedro de instancias más generales del
quehacer político (tanto nacional como regional y global), hace caer muchas prácticas en la marginalidad
política, quitándole la potencialidad que tienen estas luchas.” (Espacio Chico Mendes, 2012:3). Esta
articulación entre organizaciones y sectores en lucha implica necesariamente pensar en un sujeto colectivo
heterogéneo, alejado de sectarismos y con capacidad de trascender su ámbito reivindicativo más allá de la
esfera local. De ello da cuenta, incluso desde el propio nombre, la Red Brasileña de Ecosocialismo: “No basta
con comprender que la lógica de producción y de consumo capitalista funciona como un fin en sí; es necesario
superar la barrera del entendimiento ortodoxo, fundado únicamente en las antiguas victorias de la clase obrera
y su partido, y reconocer que el desafío ecológico impone una nueva identidad a los actores sociales y de la
composición del bloque de fuerzas alrededor de la alianza obrero-campesino” (Declaración de la Red
Brasileña de Ecosocialismo, en Lowy, 2011:144).
Reflexiones finales: Bajo el rótulo de Ecosocialismo o Marxismo ecológico se incluye una variedad de
autores y pensadores y diversos matices en los modos de concebir y retomar los aportes del materialismo
histórico y la ecología crítica, diversidad que no hace sino enriquecer el análisis y mantener en marcha el
motor del pensamiento y de la acción política. Se constata la existencia también de otras perspectivas afines,
que si bien no hacen uso del término “Ecosocialismo”, o deciden su reemplazo por otro, suponen sí una
reflexión y una praxis que conjugan elementos de la teoría marxista y de la ecología crítica. La crisis
económica actual es indisociable de una crisis ambiental y tiene orígenes que son también políticos y
culturales. Demostrar la indisociablidad de dichos orígenes es quizá el principal aporte de la perspectiva
ecosocialista. La disputa por un cambio de paradigma (productivo, cultural; en suma, civilizatorio) es una
disputa que no puede darse separando y aislando los frentes. Sin duda resultan imprescindibles, para
“lentificar la carrera hacia el abismo” medidas paliativas en el plano de las fuerzas productivas
(fundamentalmente en lo que hace al desarrollo de fuentes de energía alternativas que disminuyan el impacto
sobre un ambiente ya profundamente degradado), pero cambios sustantivos serán alcanzados sólo cuando se
alcancen modificaciones también en el plano del sentido, en los modos de ver y de entender la realidad actual.
Consideramos que el Ecosocialismo, como propuesta de un modelo de desarrollo alternativo, ofrece aportes y
propuestas sumamente enriquecedoras en este sentido. No sólo porque se propone (y creemos, lo consigue)
reconstruir la visión tradicional de desarrollo (cuestionando tanto la noción en sí como los modelos de
intervención y planificación a ella asociados), sino también porque, con mayor o menor consistencia, intenta
avanzar en la proposición de modelos alternativos. El sistema capitalista mantiene su hegemonía en la
medida en que existe un paradigma ideológico que lo sustenta. El rol que la Academia -como institución
productora de “discursos de verdad” (Foucault, 1992)- juega en dicho mantenimiento resulta ineludible.
Tenemos nosotros, como investigadores sociales, un papel político que no podemos pasar por alto ni
menospreciar. ¿Cómo pensar una racionalidad sustancial sin invocar utopías? La utopía resulta indispensable
para el cambio social y merece por ello un lugar central en nuestras reflexiones finales: "Un mapa del mundo
que no incluya utopía, no merece ni mirarse, pues deja por fuera al país en el que la humanidad está siempre
desembarcando. Y al desembarcar allí la humanidad y ver un país mejor, vuelve a poner proa hacia ella. El
progreso es la realización de las utopías".
(Oscar Wilde, “El alma del hombre bajo el socialismo”, 1981).

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