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Tornar geométricas las representaciones (dibujar fenómenos y ordenar en serie los acontecimientos de la experiencia) es la primera tarea que
funda el espíritu científico. Pero comprobamos que la primera representación geométrica, fundada sobre un realismo ingenuo de las propiedades
especiales, implica conveniencias ocultas. Hay vínculos esenciales más profundos que las representaciones geométricas familiares. Se advierte la
necesidad de trabajar debajo del espacio, en el nivel de las relaciones esenciales que sostienen los fenómenos y el espacio.
Si se reflexiona sobre la evolución del espíritu científico, se discierne un impulso que va de lo geométrico a la completa abstracción.
En este libro nos proponemos mostrar que el pensamiento abstracto no es sinónimo de mala conciencia científica, como la abstracción trivial
parece implicar. Sin necesidad de poner groseras etiquetas, se pueden distinguir tres grandes períodos:
Estado precientífico: la antigüedad clásica, los tiempos del renacimiento (siglos XVI, XVII y aun el XVIII).
Estado científico: fines del siglo XVIII, se extendería todo el S XIX y comienzos del XX.
Nuevo espíritu científico: 1905 relatividad einsteiniana deforma conceptos primordiales que se creían fijados para siempre. A partir
de esta fecha la razón ensaya las abstracciones más audaces. (ejemplos de signos de madurez de la ciencia: mecánica cuántica,
mecánica ondulatoria, física de las matrices, etc.)
En la formación individual, un espíritu científico pasaría necesariamente por los siguientes tres estados:
Estado concreto: el espíritu se recrea con las primeras imágenes del fenómeno, glorifica la naturaleza, unidad del mundo y la
diversidad de las cosas.
Estado concreto-abstracto: el espíritu adjunta a la experiencia física esquemas geométricos. Paradoja de este estado: está seguro
de la abstracción cuanto más representada está esta abstracción por una intuición sensible.
Estado abstracto: el espíritu emprende informaciones voluntariamente substraídas a la intuición del espacio real, voluntariamente
desligadas de la experiencia inmediata y hasta polemizando abiertamente con la realidad básica, siempre impura e informe.
En la base afectiva de estas etapas hay diferentes intereses. Bachelard habla de un interés vital en la investigación desinteresada. El psicoanálisis,
cuya intervención propinemos en una cultura objetiva, debe desplazar los intereses. Adjunta a la ley de los tres estados científicos una ley de tres
estados del alma:
- Alma pueril o mundana: animada por la curiosidad ingenua.
- Alma profesoral: dogmática, fija en su primera abstracción, apoyada en los éxitos escolares de su juventud.
- Alma en trance de abstraer y quintaesenciar: conciencia científica dolorosa, librada a los intereses inductivos siempre imperfectos,
jugando el juego del pensamiento sin soporte experimental estable.
La tarea de la filosofía científica está delineada: psicoanalizar el interés, destruir todo utilitarismo por disfrazado que esté y por elevado que
pretenda ser, dirigir el espíritu de lo real a lo artificial, de lo natural a lo humano, de la representación a la abstracción. En el estado de pureza
logrando por un psicoanálisis del conocimiento objetivo, la ciencia es la estética de la inteligencia.
Se ha dicho frecuentemente que una hipótesis científica que no levanta ninguna contradicción es casi una hipótesis inútil. Lo mismo, una
experiencia que no rectifica ningún error, que es meramente verdadera, que no provoca debates ¿a qué sirve? Una experiencia científica es una
experiencia que contradice a la experiencia común. Por otra parte, la experiencia inmediata y usual mantiene siempre una especie de carácter
tautológico. Esta idea de experiencia carece de la perspectiva de errores rectificados que caracteriza, según nuestro modo de ver, el pensamiento
científico. La experiencia común no está en verdad compuesta a lo sumo está hecha con observaciones yuxtapuestas. Como la experiencia no está
compuesta, ella no puede ser efectivamente verificada. Permanece siendo un hecho, no puede darnos una ley. Para confirmar científicamente la
verdad, es conveniente verificarla desde varios puntos de vistas diferentes.