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De elcaminodelelder.com
Crear grupos y proyectos sólidos, en los que la eficiencia se conjugue con un absoluto
cuidado por los procesos y por las personas, no es algo evidente, ni algo que se pueda
hacer sin una necesaria preparación. Crear comunidad es un arte que requiere conocer
ciertas técnicas y adquirir algunas habilidades. Si en un artículo anterior* hablaba de
la Tabla de Elementos Esenciales para crear comunidad, dividida en cuatro cuadrantes
(Intención, Comportamiento, Cultura y Estructuras) con sus correspondientes
requisitos, aquí me quiero centrar en el tema de las estructuras necesarias que todo
grupo debe crear para una buena organización y funcionamiento.
Todos estos espacios o estructuras son necesarias para la completa expresión grupal
y, por tanto, para facilitar que un grupo alcance sus objetivos. En una cultura como la
nuestra, que favorece el discurso racional sobre otras formas de expresión, sólo la
asamblea ha alcanzado el reconocimiento necesario que le permite estar presente en
todos los grupos y proyectos como espacio para la toma de decisiones. Los otros
espacios apenas existen o lo hacen de una manera desvirtuada y ajena a su verdadero
propósito (como ocurre con el espacio de celebración, cuando recurrimos a cualquiera
de las muchas drogas en venta para ponernos a tono — en lugar de fomentar el
sentimiento de unidad e interconexión propios de este espacio, las drogas así tomadas
nos llevan a un estado de solipsismo y separación). De esta manera nuestra cultura
privilegia una forma de ser, la de la persona hábil en el uso de la palabra y el discurso
convincente, en detrimento de otras personas y formas expresivas igualmente valiosas
y necesarias. Sin embargo, un grupo que no deja espacio para la expresión emocional
está condenado a dejarse arrastrar por fuerzas que ninguna razón individual puede
comprender ni detener, generando insatisfacción y probables abusos de poder.
Igualmente, un grupo que no deja espacio a la creatividad y la expresión artística por
considerarlas una niñería o una pérdida de tiempo, bloquea de esta manera el acceso
a una información y conocimiento que sólo pueden surgir más allá de los estrechos
límites en los que se mueve el discurso racional. Por último, un grupo que no celebra
sus logros y su propia existencia como grupo, y que no reconoce las muchas maneras
en que sus miembros contribuyen al bienestar y objetivos grupales, está condenado a
la tristeza y a la perdida de cohesión grupal.
Cuando en la asamblea siguiente, alguien diga tengo una idea, que sepa que
probablemente esa idea se gestó en un círculo de celebración, vio la luz en un taller
de descubrimiento, y limpió su carga negativa en un foro de gestión emocional.