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La Serenidad.

Dios concédeme la serenidad


para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
valor para cambiar aquellas que puedo,
y sabiduría para reconocer la diferencia"

Decálogo de la Serenidad
publicado a la(s) 10 dic. 2010 4:21 por Alanon Paraguay [ actualizado el 1 mar. 2015 12:43]

1. Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema
de mi vida todo de una vez.
2. Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras, no
criticaré a nadie y no pretenderé mejorar a disciplinar a nadie, sino a mí mismo.
3. Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo
en el otro mundo, sino en este también.
4. Sólo por hoy m adaptaré a las circunstancias sin pretender que las circunstancias se
adapten a mis deseos.
5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando
que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es
necesaria para la vida del alma.
6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
7. Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer y si me sintiera
ofendida en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
8. Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabalmente,
pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
9. Sólo por hoy creeré firmemente - aunque las circunstancias demuestren lo contrario
- que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie existiera en el
mundo.
10. Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar
de lo bello y de creer en la bondad.
Puedo hacer bien durante doce horas, lo que me descorazonaría si pensase tener que
hacerlo durante toda mi vida.
Autor: JUAN XXIII

Historia de la Oración de la Serenidad


publicado a la(s) 10 dic. 2010 3:57 por Alanon Paraguay [ actualizado el 1 mar. 2015 12:43]

Dentro de Alcohólicos Anónimos, es tradicional iniciar cada reunión del Grupo, con lo
que llamamos: LA ORACIÓN DE LA SERENIDAD.
La historia de esta oración se encuentra en uno de nuestros textos de literatura:
"TRASMÍTELO - La historia de Bill Wilson y de cómo llegó al mundo el mensaje de A. A.
La historia es esta:
"Se descubrió en la columna "In Memoriam" de un número de principios de junio de
1941 del Herald-Tribune de Nueva York. La fraseología exacta fue: "Madre: Dios me
dé la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las
cosas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia: Adiós." Dijo Ruth: Jack C. se
presentó en la oficina una mañana y me mostró la esquela con la oración de la
Serenidad. Me impresioné tanto como lo estaba él y le pedí que me la dejara, de
manera que pudiera copiarla y utilizarla en las cartas a los grupos y solitarios. Horace
C. tuvo la idea de mandarla a imprimir en tarjetas y pagó la primera impresión."
Desde entonces, cuando cualquiera, en cualquier lugar del mundo en el que haya un
Grupo de Alcohólicos Anónimos, entre, encontrará un cuadro en el que está escrita la
Oración de la Serenidad. Hoy la rezamos al inicio de cada reunión de la siguiente
manera: "Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
valor para cambiar aquellas que puedo, y sabiduría para reconocer la diferencia".
Tiene un inmenso valor para nosotros los AA, pero si revisa y medita en profundidad
su contenido, encontrará una pieza de magistral sabiduría en tan cortas palabras. A
muchos de nosotros, nos ayuda en el discurrir cotidiano, cuando las cosas no nos salen
como queremos, cuando la perturbación aparece, cuando algo nos inquieta.
En lo que tiene que ver con nuestra realidad como enfermos alcohólicos, esta oración
encierra una gran verdad, contenida en su primera frase: “Dios concédeme el valor
para aceptar las cosas que no puedo cambiar…”, es decir, la naturaleza incurable de la
enfermedad del alcoholismo, por más que tratemos, seremos incapaces de sanarnos
de dicha enfermedad. Sin embargo, la aceptación de la misma, es la piedra
fundamental, mediante la cual se inicia el proceso de recuperación; solo cuando nos
percatamos de dos cosas fundamentales:
1. Que padecemos la enfermedad del alcoholismo.
2. Que dicha enfermedad es incurable (esto se aprende dentro de A. A.)
Estamos francamente dando gigantescos pasos hacia nuestra recuperación. A cualquier
persona que padezca otra enfermedad no le ayudará en nada negarla. Por ejemplo, si
se tiene la enfermedad de la diabetes, de nada le sirve al enfermo negar su mal y
continuar consumiendo dulces -esto por el contrario le precipita las consecuencias-
solo cuando acepte su estado, de la imposibilidad del dulce en su dieta; entonces
estará dando pasos para su recuperación. Igual con el alcoholismo, que es una
enfermedad y no por que se diga eso en Alcohólicos Anónimos, sino porque a nivel de
las diferentes entidades de la salud en todas partes, el ALCOHOLISMO es tenido en
cuenta como una enfermedad. Este es el fundamento del PRIMER PASO que ya
relatamos anteriormente. Admitir, como una base sólida a partir de la cual iniciar un
proceso de recuperación.
La segunda parte es mucho más esperanzadora: “…valor para cambiar aquellas que
puedo…” Esa es la buena nueva, la buena noticia que ofrece el programa de
Alcohólicos Anónimos: Que podemos recuperarnos, que eso es posible y que cientos,
miles y millones de AA en todas partes lo estamos haciendo; es decir, estamos
cambiando aquello que podemos, y se necesita valor en alguna medida, el valor que
nos da el cansancio de una vida echada a perder, el cansancio de ser las ovejas negras
en todas partes; cansancio de causar desastres en todo nuestro alrededor.
Y la tercera parte nos habla de: "…sabiduría para reconocer la diferencia…", para ser
conscientes de la irremediabilidad de una condición de enfermos alcohólicos y nuestro
proceso de recuperación. Siempre estaremos enfermos, pero, aun así, seremos
personas recuperadas, que volvemos a tener mucho de lo que perdimos por nuestro
alcoholismo desafortunado: Hay una gran diferencia entre el alcohólico activo y aquél
que se encuentra en franco estado de recuperación. Solo se nos pide -no para que se
lo demostremos al grupo o a cualquiera en particular- sino para que el programa nos
funcione, tres condiciones muy interiores, muy de nosotros mismos, que nadie puede
ver:
1. Honradez consigo mismo.
2. Mente abierta.
3. Buena voluntad.
Finalmente, “…uno se recupera para sí mismo”, no para ningún otro. Dentro de
Alcohólicos Anónimos, es tradicional iniciar cada reunión del Grupo, con lo que
llamamos: LA ORACIÓN DE LA SERENIDAD.
La historia de esta oración se encuentra en uno de nuestros textos de literatura:
"TRASMÍTELO - La historia de Bill Wilson y de cómo llegó al mundo el mensaje de A. A.
La historia es esta:
"Se descubrió en la columna "In Memoriam" de un número de principios de junio de
1941 del Herald-Tribune de Nueva York. La fraseología exacta fue: "Madre: Dios me
dé la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las
cosas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia: Adiós." Dijo Ruth: Jack C. se
presentó en la oficina una mañana y me mostró la esquela con la oración de la
Serenidad. Me impresioné tanto como lo estaba él y le pedí que me la dejara, de
manera que pudiera copiarla y utilizarla en las cartas a los grupos y solitarios. Horace
C. tuvo la idea de mandarla a imprimir en tarjetas y pagó la primera impresión."
Desde entonces, cuando cualquiera, en cualquier lugar del mundo en el que haya un
Grupo de Alcohólicos Anónimos, entre, encontrará un cuadro en el que está escrita la
Oración de la Serenidad. Hoy la rezamos al inicio de cada reunión de la siguiente
manera: "Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
valor para cambiar aquellas que puedo, y sabiduría para reconocer la diferencia".
Tiene un inmenso valor para nosotros los AA, pero si revisa y medita en profundidad
su contenido, encontrará una pieza de magistral sabiduría en tan cortas palabras. A
muchos de nosotros, nos ayuda en el discurrir cotidiano, cuando las cosas no nos salen
como queremos, cuando la perturbación aparece, cuando algo nos inquieta.
En lo que tiene que ver con nuestra realidad como enfermos alcohólicos, esta oración
encierra una gran verdad, contenida en su primera frase: “Dios concédeme el valor
para aceptar las cosas que no puedo cambiar…”, es decir, la naturaleza incurable de la
enfermedad del alcoholismo, por más que tratemos, seremos incapaces de sanarnos
de dicha enfermedad. Sin embargo, la aceptación de la misma, es la piedra
fundamental, mediante la cual se inicia el proceso de recuperación; solo cuando nos
percatamos de dos cosas fundamentales:
1. Que padecemos la enfermedad del alcoholismo.
2. Que dicha enfermedad es incurable (esto se aprende dentro de A. A.)
Estamos francamente dando gigantescos pasos hacia nuestra recuperación. A cualquier
persona que padezca otra enfermedad no le ayudará en nada negarla. Por ejemplo, si
se tiene la enfermedad de la diabetes, de nada le sirve al enfermo negar su mal y
continuar consumiendo dulces -esto por el contrario le precipita las consecuencias-
solo cuando acepte su estado, de la imposibilidad del dulce en su dieta; entonces
estará dando pasos para su recuperación. Igual con el alcoholismo, que es una
enfermedad y no por que se diga eso en Alcohólicos Anónimos, sino porque a nivel de
las diferentes entidades de la salud en todas partes, el ALCOHOLISMO es tenido en
cuenta como una enfermedad. Este es el fundamento del PRIMER PASO que ya
relatamos anteriormente. Admitir, como una base sólida a partir de la cual iniciar un
proceso de recuperación.
La segunda parte es mucho más esperanzadora: “…valor para cambiar aquellas que
puedo…” Esa es la buena nueva, la buena noticia que ofrece el programa de
Alcohólicos Anónimos: Que podemos recuperarnos, que eso es posible y que cientos,
miles y millones de AA en todas partes lo estamos haciendo; es decir, estamos
cambiando aquello que podemos, y se necesita valor en alguna medida, el valor que
nos da el cansancio de una vida echada a perder, el cansancio de ser las ovejas negras
en todas partes; cansancio de causar desastres en todo nuestro alrededor.
Y la tercera parte nos habla de: "…sabiduría para reconocer la diferencia…", para ser
conscientes de la irremediabilidad de una condición de enfermos alcohólicos y nuestro
proceso de recuperación. Siempre estaremos enfermos, pero, aun así, seremos
personas recuperadas, que volvemos a tener mucho de lo que perdimos por nuestro
alcoholismo desafortunado: Hay una gran diferencia entre el alcohólico activo y aquél
que se encuentra en franco estado de recuperación. Solo se nos pide -no para que se
lo demostremos al grupo o a cualquiera en particular- sino para que el programa nos
funcione, tres condiciones muy interiores, muy de nosotros mismos, que nadie puede
ver:
1. Honradez consigo mismo.
2. Mente abierta.
3. Buena voluntad.
Finalmente, “…uno se recupera para sí mismo”, no para ningún otro.

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