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2. Una vez tengamos las primeras pistas a seguir, haremos caso a la primera, y
la colocaremos en un lugar óptimo, según la cantidad de sol que necesite.
Cuando hayamos encontrado el sitio adecuado, intentaremos no
moverla mucho. Las plantas y las flores, como las personas o los animales
son seres vivos y necesitan adaptarse a su entorno; una vez se han
acostumbrado al lugar donde viven, corremos un grave riesgo si la andamos
mareando y moviéndola de lugar cada dos por tres.
3. Si queremos ponerle una maceta a nuestro gusto —además, las que nos dan
en las tiendas suelen ser pequeñas y de plástico, por lo que es mejor
cambiarlas— asegúrate de que la trasplantas con mucho cuidado y utilizas
una tierra buena. La tierra es como la comida en las personas, si les das un
alimento malo y pobre en nutrientes, la planta se resentirá irremediablemente.
Así que infórmate y adquiere una buena tierra, con todos los nutrientes que tu
planta necesita para crecer sana.
4. Asegúrate de que la maceta que elijas tiene un agujerito por debajo, y coloca
un platito para que no se te manche de agua el mueble donde la coloques. Es
necesario que tenga ese orificio para que la planta elimine el exceso de
agua durante el riego.
5. Riega las plantas lo justo y necesario, ni más porque se ahogará y se pudrirán
sus raíces, ni menos porque se secará. Procura no regarla durante las horas
de sol si lo recibe directamente, ya que los rayos podrían quemarla. Aparte de
regarla lo estrictamente necesario, según las indicaciones que te hayan dado
en la tienda o vivero, moja con un spray con agua limpia y fresca sus hojas y
tallos al menos una vez a la semana. Además, las hojas acumulan polvo y
suciedad que pueden dañarlas.
8. Aleja las plantas de fuentes de calor directo, sobre todo si tienen flores, como
puede ser la calefacción en invierno, bien sean radiadores o salidas de aire
caliente. No les viene nada bien.
9. Ten cuidado con tus mascotas. Algunos animales, sobre todo los gatos, tienen
una especial fijación por mordisquear las hojas o comérselas para purgarse, o
incluso rascar la tierra. Esto hace que la planta sufra mucho, así que
deberemos asegurarnos de colocarla en un lugar que no esté al alcance de
nuestra mascota o que le resulte de difícil acceso.
10. Aplica algún tipo de fertilizante natural. La tierra va perdiendo sus nutrientes a
pesar de que sea de buena calidad, por eso, es buena idea que la ayudemos
periódicamente, sobre todo en los cambios de estación, introduciendo en la
tierra un refuerzo extra de nutrientes y vitaminas.