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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS


CARRERA DE MEDICINA

HUMANIDADES MÉDICAS

DERECHO A MORIR DIGNAMENTE

DR. ARROYO

INTEGRANTES:
MATUTE ESTEFANY
PÉREZ BETSABET
PÉREZ EVELYN
QUINTANA ANA

PERIODO 2017-2018
Derecho a morir dignamente
Fritz Eduardo Gempeler Rueda

Una muerte digna no es sinónimo de eutanasia, puesto que esta última se basa en producir la muerte en
aquel paciente que está cursando un sufrimiento físico o psicológico insoportable y que por tal motivo,
en su estado de salud terminal, se decide poner fin a su vida.

Morir dignamente se traduce en el derecho de cualquier persona a morir con dignidad, a hacerlo a su
manera y sin la necesidad de ser sometido a un procedimiento que tenga como objetivo alargar su vida
pero que afecte su cuerpo y lo haga atravesar por un sufrimiento mayor y en un ambiente hospitalario y
sin calidez de una familia.

En relación a lo mencionado, de ser una decisión propia, el individuo podría atravesar esa etapa final en
compañía de sus familiares o seres queridos si así lo deseara.

En la actualidad la poca aceptación de la muerte está dada por múltiples factores, tales como la
“hospitalización de la muerte”; enfermos agonizantes mueren en hospitales donde el acceso a sus seres
queridos es limitado, alejando a familiares de poder experimentar de forma cercana la muerte de un ser
querido y haciendo más difícil la interiorización de la muerte como parte del proceso normal de la vida.

La medicina ha rebasado muchas metas en cuanto a prolongar la vida, ha logrado que la gente viva de
manera casi normal enfermedades que antes eran mortales, puede mantener viva a una persona casi en
cualquier situación; pero, esto realmente es lo mejor para el paciente?; hacer todo lo que este en las
manos del médico es realmente lo que paciente desearía?; en vez de prolongar la vida, el médico no
estaría prolongando el sufrimiento?. La raíz de esta problemática es la falta de comunicación, el médico
debe darse tiempo para conversar con los familiares y sobre todo con el paciente sin ambigüedades,
informándoles de una manera muy clara la situación en la que se encuentra y preguntarle al paciente
que es lo que desea, respetando el principio de autonomía y de beneficencia. Los médicos se ciegan con
el anhelo de salvar vidas, pensando que es lo mejor para el paciente pero no se dan cuenta de que
pueden estar haciéndole mas daño, a el y a su familia, porque se alarga la agonía y el sufrimiento.

Deberíamos tener en cuenta que cuando el final de la vida se acerca, se debe dedicar el suficiente
tiempo para conversar y explicar a los pacientes la condición en la que ellos se encuentran y poner en
conocimiento las opciones de atención médica, incluida la opción de renunciar a un sinnúmero de
intervenciones así los pacientes pueden realmente elegir cómo pasar sus últimos días.

El éxito de esta conversación está basada en la explicación concreta y clara de la condición en la que se
encuentra el paciente, que el entienda y todos sus familiares. Entre las preguntas que se deben
considerar y discutir con el paciente y su familia están: ¿qué es importante para usted en su vida? Si no
fuera capaz de hacer las actividades que le gustan, ¿Existen tratamientos médicos que serían excesivos?
¿Tiene alguna creencia espiritual, religiosa, filosófica o cultural que lo guía para tomar decisiones?.

Generalmente las respuestas a estas preguntas quedan plasmadas en un documento conocido como
voluntad anticipada o testamento vital, donde se registran con anterioridad los deseos para cuando
llegue el final de la vida. Hay que tener presente que hay la posibilidad de que algunas personas elegirán
todas las terapias, no importa qué tan extremas, dolorosas o experimentales sean, con el único objetivo
de evitar la muerte y aferrarse a la vida; otras dejarán las decisiones al final de su vida a sus médicos de
cabecera, sin cuestionarlas.

Y también habrá otros que optarán por el cuidado general de síntomas para garantizar la comodidad, y
poder pasar los últimos días con sus familiares más cercanos. Otros preferirán terminar con todo
sufrimiento de manera voluntaria y rápida, como es el caso de la eutanasia y el suicidio asistido. El no
instaurar o suspender los tratamientos fútiles es un acto ético, por cuanto constituye una práctica
médica correcta, especialmente humana.

Hay que tener en cuenta que lo que necesitan los pacientes cuando se enfrentan a una enfermedad
catastrófica, o terminal, no es el ofrecimiento de una nueva terapia, sino una guía que los ayude a tomar
decisiones o darles opciones de cómo ayudarlos.

En si las personas necesitan médicos lo suficientemente honestos y capaces de explicar las posibilidades
terapéuticas e intervenciones posibles, con los riesgos y beneficios que estas con llevan, y discutir si esas
actuaciones serían beneficiosas para su bienestar general.

El periodo final de la vida es un momento difícil tanto para el médico, así como para el paciente y sus
familiares, por este motivo se debe tener objetivos claros sobre las decisiones a tomarse con el paciente,
muchas veces será necesaria la limitación de esfuerzos terapéuticos con el fin de evitar prolongar la
agonía y el sufrimiento de la persona. Sin embargo, es importante respetar la autonomía y decisión del
paciente, tomando en cuenta sus creencias, tradiciones y cultura considerando que es nocivo para el
paciente considerar a la eutanasia o suicidio asistido como una única forma de muerte digna al igual que
su otro extremo que es el exceso terapéutico.

Finalmente consideraremos que es importante que las instituciones de salud tengan un espacio
adecuado y atención medica necesaria para el buen morir del paciente logrando de esta manera un gran
paso a la humanización médica.

Comentario
Morir dignamente vs eutanasia es un concepto mucho más humanista, porque morir con dignidad
significa que el individuo en estado terminal no es sometido a soportar el dolor físico y sufrimiento
psicológico que tal padecimiento le pueda provocar. Actualmente el enfermo agonizante en su mayoría
fallece en hospitales y no en casa junto a seres queridos como se acostumbraba.

Muchos de nosotros como externos en los hospitales hemos evidenciado que personas en estado
terminal pasan sus últimos días o semanas en una cama cada vez más olvidados por el personal médico
y más alejados de sus familiares por el difícil acceso que se les proporciona al establecer un horario de
visitas limitado.

Los médicos están idealizados con salvar vidas, y no se dan cuenta de que en vez de hacerle un bien al
paciente lo están perjudicando, están alargando su sufrimiento, su agonía, y sobre todo están faltando
al principios de autonomía, beneficencia y no maleficencia. Por esta razón los médicos deberían ser
educados para darle mas importancia a este aspecto y para aprender la manera correcta con la que
deben comunicarse tanto con el paciente como con su familia y así llegar a un convenio en que el ambas
partes, médico y paciente con su familia estén de acuerdo y el médico pueda actuar de la mejor manera.

Nosotros como médicos debemos precautelar por el bienestar del paciente, en sí que prevalezca el
derecho de no maleficencia para que con esto no rompamos ninguna barrera ética, no por eso debemos
abstener al paciente de la información requerida sobre las diferentes opciones que tiene para acceder
hasta el último con terapias mediante fármacos o acceder a la Eutanasia.

El buen morir del paciente es un tema difícil tanto para el medico como para el paciente por esto es
importante siempre tomar en cuenta la autonomía del paciente y su bienestar considerando siempre las
mejores decisiones para no alargar el sufrimiento de una persona; además es importante la
humanización de la medicina dando al paciente espacios adecuados para el final de su vida y su muerte
digna.

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