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“Una visión

regional de la
institucionalización de la
psicología (social)
comunitaria en Chile”
Segunda parte: Págs. 213
– 226. Consorcio de Universidades del Estado: Universidad de la
Asún D. y Unger G. Frontera, Universidad de Chile, Universidad de Santiago y (2007)
En: “Psicología Universidad de Valparaíso. RIL ediciones. Santiago
Comunitaria en Chile:
evolución, perspectivas y
proyecciones”. Editores:
Zambrano A. y otros,
editores.

Una visión regional de la Institucionalización de la Psicología


(Social) Comunitaria en Chile
Domingo Asún
Jorge Unger

En recuerdo de Rodrigo Araneda,


joven psicólogo comunitario,
fallecido en Valparaíso
en Enero 2006.

1.- Antecedentes

Se puede señalar que en el año 1990 se da comienzo a un debate


sobre el carácter de la Psicología Comunitaria en Chile.
Ésta, tenía ya una cierta historia, sistematizada desde la Facultad de
Medicina de la Universidad de Chile, a partir de la acción desarrollada en
la Cátedra de Salud Mental del Profesor Juan Marconi, desde finales de los
años sesenta. También existían experiencias en esos años al interior de los
procesos sociales de transformación de la propiedad de la tierra (Reforma
Agraria) ligadas a iniciativas basadas en el enfoque de Educación Popular
y al pensamiento de Paulo Freire. Durante el gobierno de la Unidad Popular
(1970-1973), éstas iniciativas alcanzaron un interesante nivel de
consolidación, llegando a expresarse en el mundo académico, en un
Modelo de Psiquiatría Comunitaria, basado en procesos de generación de
organizaciones de carácter popular, donde destacaba el papel de las
asociaciones vecinales, las organizaciones de iglesia popular ligadas al
movimiento de cristianos para el socialismo y grupos juveniles y de
trabajadores en procesos de recuperación social del alcoholismo.
Sus líneas centrales estaban basadas en el fortalecimiento del
liderazgo comunitario, facilitado por un proceso de movilización social en
fuerte ascenso; en la delegación y transferencia procedimental desde el
saber médico y de la psicología social progresista.
Su misión-objetivo era el cambio cultural, fundamentalmente en
sistemas de valores y creencias, ligados al uso del alcohol en la sociedad
nacional, los temas de “machismo latinoamericano” y su influencia en la
cotidianidad de las familias y el desarrollo social infanto-juvenil.
Son concreciones de esta época, la estructura de delegación de
funciones, la aparición de nuevas formas de organización, en el seno de
las poblaciones populares (clubes de recuperados, organizaciones de
desarrollo juvenil solidario). Una expresión, típica de ese momento, es la
generación de la figura del Monitor. Un dirigente social con alto
compromiso con procesos de cambio.
Este modelo tuvo un fuerte carácter etnográfico, no sólo por la
relevancia de las prácticas populares de consumo de alcohol sino porque
se estableció también una acción en la región de Temuco -asociado a
reducciones mapuches- que comprometían la relación y acción conjunta
con actores de la Medicina tradicional Mapuche.
Una primera señal significativa de Institucionalización fue la
aceptación e instalación del Modelo, en los Programas de transformación
de la producción y propiedad de las empresas chilenas. En el área de las
empresas del Estado y las empresas nacionalizadas, se generó un
programa conjunto, nucleado en torno a la asociación de trabajadores
recuperados del proceso de alcoholismo (Empresa social de trabajadores
recuperados), que emprendieron un programa de participación en la
Reforma Agraria, construyendo la infraestructura habitacional de los
campesinos, que pasaban a ser propietarios de los antiguos latifundios.
Situaciones parecidas ocurrieron en la acción del Estado en los
Programas de Salud Mental, particularmente en la región de Concepción
(donde se sitúa la acción de los movimientos político-estudiantiles y
poblacionales de esa región) y en el área Industrial.
En el plano ideológico, este proceso de acción y transformación
comunitaria ligado al cambio cultural, en Salud Mental, integró
conceptualizaciones de la Psicología Social del Desarrollo, derivadas de
autores estadounidenses que hacían referencias al carácter de la
construcción social de la “mentalidad colectiva dominada” en América
Latina. Esto facilitaba una concepción valórica que tenía como marco
sociológico a la Teoría de la Dependencia, entrecruzada con elementos
de las Teorías de la Marginalidad Social.
En el año 1973, las autoridades políticas de la Unidad Popular
deciden poner como eje central de la Política Social en Salud mental y
Desarrollo social, la concepción comunitaria como proceso de
intervención y plataforma de movilización social. Estos elementos de
integración a las políticas sociales, primera gran señal, del carácter
institucional, ligados a procesos de transformación del Estado, se vieron
logrados cuando se designó a Juan Marconi como Director del Plan
Nacional de Salud Mental. El golpe militar y la consiguiente instalación de
la Dictadura en Chile, cortaron dramáticamente todos estos desarrollos. Se
abortó así un proceso que concitaba la acción conjunta y diversos
debates que ya se instalaban en los grupos de trabajo, desde las
expresiones más radicales de transformación del saber en Medicina hasta
las aplicaciones de carácter grupal de conductismo operante.
Sus logros más significativos en el último periodo fueron: la
designación y aporte de recursos estatales para dar a la Zona Sur de
Santiago (población obrera) el rango de Área de Modelo de Trabajo
Comunitario, incluyendo el campo de la Psiquiatría mayor y el de las
neurosis y disfunciones en las familias y el desarrollo infanto-juvenil.
La creación de programas en el área de la construcción urbana. La
generación de múltiples formas de organización popular y el fuerte
compromiso relacionado con sectores de orientación cristiana, desde
corrientes evangélicas hasta católicos romanos.
La represión del Estado, aniquiló la mayor parte de estos logros. Al
menos en los primeros años de la dictadura, éstos fueron considerados
expresiones políticas de resistencia y perseguidos por las agencias de
represión del Estado. No es un dato menor que el llamado Modelo de
acción comunitaria, tuvo su mayor expresión en la conocida Población La
Victoria que en años posteriores de lucha de recuperación democrática,
se convirtiera en población símbolo de la resistencia civil al Gobierno
Militar.
Pese a las dificultades y el acceso escaso a recursos económicos
que tuvo esta fase inicial, su influencia en el mundo poblacional, grupos de
académicos y de estudiantes universitarios fue muy alta, creando un
repertorio simbólico de referentes: el psicólogo social como agente
facilitador del cambio social, el carácter transformador de las políticas
sociales, la relación transdisciplinaria con trabajo social, educación y
ciencias sociales.
Aún de mayor significado simbólico fue el acceso a vinculaciones
con concepciones de orientaciones estructurales al cambio social.
Orientaciones que intentaban plantear nociones sobre lo social y su
relación con el desarrollo psicológico; la articulación del orden social con
los niveles de lo microsocial.
El debate y confrontación con tradiciones del saber
institucionalizado y el mundo corporativo y burocrático de la acción de
técnicos y profesionales y también con tradiciones culturales en procesos
de socialización y desarrollo humano autoritarias y de domesticación de la
participación social.
Los referentes de memoria disciplinaria quedaron enmarcados en
Justicia social, Defensa de derechos sociales, Autogestión como forma
prioritaria de acción social, Transferencia mutua entre saber popular y
saber psicosocial académico.
El espacio poblacional quedó instituido como espacio privilegiado
de comunicación y desarrollo.
El carácter del período histórico de los años ochenta recupera una
parte de esta sensibilidad social.
Los esfuerzos de recuperación de la democracia en Chile, dan
origen a procesos de participación y movilización social de gran
envergadura. En la región Metropolitana, una generación de jóvenes
pobladores, comienza un proceso de protestas que se convierten en una
especie de “Intifada” de rechazo popular a la dictadura.
La acción de los organismos de Derechos humanos, la organización
de familiares de afectados por la represión del Estado, la toma de posición
de la Iglesia católica, el apoyo de gestión y económico de la solidaridad
ciudadana y política internacional, generan una extensa y variada red de
organizaciones sociales. Aparece en el escenario nacional el papel de las
organizaciones no gubernamentales (ONG), el acceso a los espacios de la
Iglesia católica, el compromiso de grupos de intelectuales que resurgen o
retornan al país desde el exilio.
El enfoque social-comunitario de la Psicología, encuentra aquí un
campo de expresión y colaboración donde era posible actuar en pro de
un cambio radical de la sociedad. Los movimientos feministas y de jóvenes
alcanzan niveles altos de participación.
Se asiste a una “Descentralización de la Psicología Comunitaria” que
se sitúa en cientos o miles de ONG integrándose con enfoque de Defensa
de derechos humanos y sociales, haciendo cargo de la ausencia de
políticas públicas en salud y educación.
Casi no hay un sector geográfico que no posee un Comité popular
de derechos humanos. Se recuperan aspectos de conciencia histórica
vinculada a lo político.
Los antiguos marcos de la historia de la dependencia del
imperialismo, del carácter socio-cultural del sub-desarrollo, del proceso de
movilización de masas, comienzan a modificarse en el plano de la acción
social corriente y cotidiana.
La guía central, es la recuperación democrática y la necesidad de
abordar el proceso de democratización con énfasis y rigurosidad. La
memoria social de lo político comienza a cambiar.
Aparece un proyecto de sociedad diferente a la que se quebró en
1973.
La difusión de las ideas y concepciones de Psicólogos
latinoamericanos como Ignacio Martín-Baró y Maritza Montero dieron un
marco conceptual que acogió las prácticas y dio un fundamento a su
sistematización.
La aparición en el campo de la psicología nacional, del enfoque
sistémico, el acceso a aportes desde la producción psicosocial de España
y re-articulación de redes de acción desde el Colegio de psicólogos y
agrupaciones de estudiantes, permitieron una variedad de Programas y
proyectos.
Se consolidan las nociones ligadas al enfoque psicosocial: daño,
riesgo, exclusión, maltrato, violencia. Esto da un matiz clínico-social a los
proyectos de intervención.
Sin duda, los debates políticos y las confrontaciones sobre el carácter
del emergente proceso de transición democrática, dejaron huellas
indelebles en la evolución posterior a partir de los años noventa, estando
ya en el poder político la alianza de la Concertación.
Las temáticas de Pobreza y Desigualdad comienzan a ser
predominantes en el enfoque político de la acción emergente del Estado.
Este periodo, muy poco estudiado en Chile y donde aparentemente
la acción social comunitaria de la Psicología alcanzó el más alto nivel de
expresión, instaló la mirada social-comunitaria en el Imaginario de las
Políticas sociales del país y atrajo los sueños de numerosos jóvenes
profesionales, que se orientaban a responder y a actuar en un proyecto de
Psicología social comprometida con el carácter del periodo histórico,
ubicándose en una perspectiva temporal de largo aliento para el logro de
justicia social.
El enfoque se extiende por la mayor parte del país y diversos grupos
académicos están en condiciones de actuar en el nuevo proceso político
que enfrenta Chile.

2.- El debate acerca de la Institucionalización

En 1990, ya existían en Chile espacios académicos donde algunos


psicólogos y psiquiatras comenzaron a formar a estudiantes de pregrado
en el campo de la Psicología Comunitaria, por ej. en la Universidad Diego
Portales y en la Universidad de Chile. En la Universidad Diego Portales el
proceso fue liderado por Domingo Asún y por Jaime Alfaro y en al
Universidad de Chile por Jorge Unger, Willy Steil y Germán Rozas. En las
Regiones, también desde las universidades se inician otros desarrollos
(estudiantes de Concepción y de Temuco).
Inicialmente, en éstas redes se tematizaban indistintamente
problemas de salud mental comunitaria, psicología clínica comunitaria y
psicología social comunitaria.
El contexto histórico y político favoreció que tanto los académicos
como los alumnos inscritos en estos espacios generativos se incorporaran
variadas formas en la etapa de generación de nuevas instituciones,
políticas, programas sociales y de salud, visibilizando conceptos y
estrategias de desarrollo que representaban una postura psicosocial en los
campos donde fueron cobrando interés; el enfoque “comunitario”
emergió nuevamente en el gobierno central y local; fue un resorte del
diálogo intra e intersectorial y entre estas esferas y las ONGs radicalmente
excluidas por las instituciones del gobierno militar y que también afectaron
especialmente a las universidades estatales intervenidas.
Congresos, encuentros, talleres, intervenciones de consulta, paneles
de expertos, reformas curriculares, unidades de investigación, extensión e
intervención social fueron fuentes críticas y legitimadoras de
transformaciones en el diseño, la gestión y la evaluación de proyectos
sociales-comunitarios, incluidos los campos de la salud y la salud mental,
donde tendieron a institucionalizarse como dimensiones psicosociales de la
atención en salud. El enfoque psicosocial, perdió aspectos de la Psicología
social política y se introdujo en el área de las tecnologías sociales
planificadas desde niveles centrales.
Sin embargo, estas apuestas construidas en el diálogo y la
solidaridad, avanzaron desde los márgenes a los centros de nuevas
relaciones de conversación, de poder y de generación de conocimientos
y se situaron al lado de corrientes hegemónicas de la psicología, la
psiquiatría y las ciencias sociales oficiales. Aparecen programas de
Postgrado, ediciones especiales de revistas nacionales y se homogeniza la
instalación en el plan curricular de Pregrado.
A quince años de este extraordinario y particular “estallido
conversacional”, la Psicología Comunitaria se dicta como materia
obligatoria y/o electiva en programas académicos de pre y postgrado en
la mayoría de las Universidades asociadas al Consejo de rectores y de las
Universidades privadas de mayor antigüedad y prestigio, incluso aparecen
las Instituciones académicas privadas de regiones.
Paralelamente, la formación académica y capacitación de recursos
humanos y técnicos en el campo de las ciencias médicas, el trabajo social
y la educación, también fue experimentando un giro hacia la investigación
y acción en los espacios locales.
Prácticas de autogestión durante la dictadura militar también fueron
siendo legitimadas como “técnicas”, cuando no fueron directamente
cooptadas.
En la historización de estos distintos referentes constitutivos del
campo de la Psicología Comunitaria, no se ha destacado suficientemente
el aporte de los actores locales que, dialógicamente, enriquecieron en su
proceso de desprofesionalización a los agentes profesionales, tampoco se
ha destacado el papel de comunidades movilizadas, como si en ellas
efectivamente, las “intervenciones” sólo hubieran sido “trasladadas” o
peor aún, como si simplemente hubieran “ocurrido” en ellas. Esta es tal vez
la deuda y olvido mayor, la “alegría” llegó al Estado y las Políticas sociales,
pero excluyó a los sectores sociales populares.

3.- De la periferia al centro: las posibilidades críticas

La institucionalización de la Psicología Comunitaria en Chile ha


tenido efectos paradójicos, algunos observados por los colegas
latinoamericanos:

-ha ocultado sus diferentes origenes


-ha clausurado la diversidad en su interior
-ha institucionalizado más decididamente el problema de las
intervenciones sociales-comunitarias y psicosociales y la Psicología clínica-
comunitaria que la Psicología social comunitaria (que designa la particular
forma de hacer psicología comunitaria en Latinoamérica, según revelan
los primeros tratados europeos sobre la materia).

Al margen de cualquier lógica del complot, se afirma que por


distintas razones, en este campo, -al igual que en EE.UU.- se han
despolitizado algunas dimensiones fundacionales y se han politizado otras
construidas desde los campos hegemónicos (que las toleran o
resenmantizan); ello en un trama discursiva y práctica sobre la acción
ciudadana, el “estado” de la ciencias sociales, el Estado, la “tecnología
social” y el capital social que reemplaza al poder popular.
De ahí, que la “nueva perspectiva” y sus agentes no sean siempre
considerados como portadores de “reflexividad”, “crítica” y “recursos de
resistencia y/o transformación”, en las actuales condiciones.
Uno de los efectos más importantes de esta paradoja (más que
retórica) dominante en este campo, es la tendencia a asignar al campo,
todo lo que no puede ser definido como clínico, organizacional y esté
asociado a la salud o al dominio escolar o a la psicología social aplicada.
Es decir, es el área de los Problemas psicosociales donde se asume la
insondable tarea de prevenir o hacer promoción del Desarrollo humano en
contextos humanos con alta exclusión del sistema.

4.- Del centro a la periferia-local-territorial

La formación de recursos humanos en regiones y el desarrollo de


espacios generativos en regiones distintas de la Metropolitana, o más bien
de la capital del país, plantea una tarea adicional a la tensión o desfase
“teoría-práctica” y “control-resistencia-transformación”.
A mediados de los noventa, las políticas sociales se sostienen en
discursos y programas de descentralización y “empoderamiento” (Fosis,
Atención Primaria en Salud, Programa Puente, entre otros) con resultados
documentadamente contradictorios. En regiones, varias universidades han
implementado programas de formación de psicólogos especializados en el
campo, sus principios, intereses, y estrategias tecnológicas. Cientos de
egresados portan una nueva “caja de herramientas” que ha favorecido la
ejecución y rediseño de estos programas, muchos de los cuales se
sostienen exclusivamente con recursos humanos del área de la Psicología,
en calidad de alumnos y alumnas en práctica profesional, más una
inmensa cantidad de jóvenes profesionales de Trabajo social y Psicología
(dupla psicosocial).
En el contexto más amplio unidades de planificación y de prestación
de servicios asociados a la salud y desarrollo social comienzan a contratar
a profesionales psicólogos con formación especial en el campo y más
específicamente, competentes para la intervención social-comunitaria,
psicosocial, preventiva y promocional.
En la práctica, los egresados y sus pretensiones, sustentados en
distinto grado por conocimientos teóricos y técnicos científicamente o al
menos críticamente fundados, se sumergen en un terreno complejo y
contradictorio de instituciones que se ven sobredeterminadas por distintas
contingencias políticas, históricas, económicas y culturales.
Al igual que en otros campos, uno de los problemas críticos en esta
etapa, es el de la distinción entre profesionales que trabajan en el nivel
local, en contacto con las demandas ciudadanas altamente
heterogéneas y aquellos que trabajan en los espacios académicos o en la
gestión de políticas y/o programas. Es decir, en la fractura de los procesos
de diálogo y articulación macro y micro y en cada nivel y campo
específico.
Un conjunto de 20 entrevistas a psicólogos y psicólogas que laboran
en el campo de la Acción Comunitaria de la V región, nos permiten
contextualizar el problema del desarrollo de la Psicología Comunitaria en
los distintos campos donde figura hoy en día, en Chile y generan un
esquema de algunos elementos que favorecen y obstaculizan el desarrollo
para la transformación social en los espacios locales y regionales.

Favorece el desarrollo de estas prácticas Institucionales:

-enfoque con énfasis en favorecer el desarrollo de comunidades integrales.


-enfoque que ofrece herramientas para el desarrollo de un regionalismo
crítico.
-enfoque que permite atender a múltiples problemáticas
interdependientes.
-enfoque que facilita la efectiva coordinación de sectores y servicios en las
comunidades a las que pretende fortalecer; el abordaje integral de
necesidades y demandas de desarrollo y el monitoreo de resultados.
-enfoque que critica democráticamente los enlaces entre la democracia
como abstracción y sus regulaciones y la actoría social.
-enfoque que favorece la auto-observación y evaluación comunitaria.

No favorecen el desarrollo de las perspectivas del Modelo psicosocial


comunitario:

-falta de redes efectivas entre proyectos


-falta de recursos de distinta índole
-clientelismo de distinta índole
-ausencia de investigaciones de largo aliento temporal
-falta de revistas científicas y de prácticas exitosas, pluralistas y vinculantes
-falta de recursos para la formación de los jóvenes profesionales, sometido
a una precariedad laboral extrema, lindante, en algunos casos, con el
maltrato institucional.

La situación de la Acción Comunitaria en Regiones, donde se


expresa la alianza Políticas sociales-Enfoque psicosocial, se sitúa en diversas
expresiones del Modelo psicosocial comunitario. Son acciones que
provienen tanto de la Sociedad civil y sus propuestas basadas en la
responsabilidad ciudadana y el papel del voluntariado, desde diversas
agencias del Estado, incluyendo el Programa Servicio País que dirige la
Fundación para la superación de la pobreza y que convoca a
profesionales recién titulados, como desde los Programas Nacionales
basados en el Fondo de solidaridad e inversión social y en los Ministerios del
área Social.
La gama de centros, programas y proyectos es enorme:
-Programa de atención ambulatoria (Pia) para adolescentes inculpados
de infringir la ley penal.
-Programas de intervención psicosocial en el maltrato infantil grave.
-Proyectos de apoyo preferencial a niños y niñas en situación de
vulnerabilidad social socioeconómica.
-Centros de atención integral y prevención en violencia intrafamiliar del
Servicio nacional de la mujer.
-Programas de red de atención primaria de salud mental.
-Centros de salud familiar (Cosam).
-Centro de atención a víctimas de la represión política (Prais).
-Proyectos de trabajo con niños en situación escolar vulnerable (Adopta un
hermano).
-Programa de salud psicosocial en E. Media (Liceo para todos).
-Programas de integración social para la discapacidad (Fonadis), de base
comunitaria.
-Proyectos municipales de Red de redes en Promoción de derechos de
infancia (OPD).
-Programa de prevención de drogas (Previene).
-Programas de gestión de microempresas rurales.
-Programa de promoción y desarrollo de familias en Pobreza extrema
(Puente).
-y muchos otros centros y programas de desarrollo local, como los recientes
en el campo de la seguridad ciudadana.

Entonces, ¿dónde está la queja? y ¿el debate?.

Las temáticas, surgen en un orden comprensivo, desde el


acercamiento del país a la modernidad y su integración a procesos de
globalización, en el marco de un Modelo económico social liberal con
ribetes de social democracia cultural y política. Inserto en la desigualdad
compleja de un país latinoamericano, donde las influencias del pasado
son fuertes en el plano, económico, social y de Políticas sociales.
No es sólo un desecuentro de las perspectivas maximalistas del
cambio social de los sesentas hasta las minimalistas de la
sobreprogramación vertical orientada a productos programáticos de
corto alcance de los 2000.
Para la Psicología Social y su relevancia en la Intervención
psicosocial, hay grandes tareas y desafíos pendientes: No basta con
analizar la realidad como una construcción social, existen deudas
ontológico epistemológicas en temas de participación social, planificación
urbana, control social y poder.
Parafraseando al historiador Gabriel Salazar, la pregunta es ¿Cuál es
el carácter del periodo histórico que estamos viviendo?. Pregunta que hoy
es escasa en la Planificación social actual.
Los jóvenes profesionales saben que antes se tenía conciencia, de lo
que se hacía o de lo que la historia permitía hacer; la Psicología estaba
dentro de un proceso social que no terminaba con la planificación y
ejecución de tareas de un semestre o de un año, no terminaba ni siquiera
cuando se lo pensaba; estaba proyectado hacia el futuro. Así, lo que se
hacía y lo que se dejaba de hacer, tenía otros significados.
Hoy están rodeados de una memoria social reducida y eso afecta la
potencialidad y trascendencia del papel profesional.
Frente a esto, hay alternativas posibles y en Regiones la masa crítica
de trabajadores comunitarios psicosociales es la mayor en la historia del
país y se constituye en la mejor expresión de esperanza. En la memoria y la
cultura de la Psicología Comunitaria Chilena hay un potencial de
crecimiento. Hay un proceso de apropiación y auto-organización
creciente que renueva perspectivas.
La transcripción del relato de un joven trabajador comunitario
psicólogo, parece reflejar el sentido de los planteamientos anteriores:

“Mira, en realidad nosotros no tenemos un discurso pesimista. Cuando yo te


planteo que se puede hacer lo que se puede hacer, no es desde un punto de
vista resignado, creo que nosotros hemos crecido en esto del trabajo social, en lo
pertinente de la sociedad, lo pertinente lo realizamos. Y por otra parte tenemos
una visión más realista de los procesos sociales asociados al trabajo social. En ese
sentido, la frustración no es una cuestión que esté como constante más bien hay
frustración por acciones que uno quiere hacer y no resultan, pero.. quizás lo
frustrante no tiene que ver con el trabajo en la población, tiene que ver con el
contexto donde se incorpora el trabajo social, en el cual nosotros no somos
tomados en cuenta como gestores de política, no es un tema como de ser
gestores, sino que el tema es que tenemos muchas cosas qué decir y las cosas
que tenemos que decir son válidas en tanto se enmarcan en la pauta de
evaluación del evaluador. No existe un crecimiento de la política social desde
nosotros.. por ahí aparece la frustración. Lo otro son frustraciones propias de
cualquier práctica, como el profesor cuando el alumno no lo pesca, o el
psicólogo.. cuando el trabajo grupal no resultó o cuando las viejas no llegaron a
la iglesia, etc. Este tipo de frustración.. y lo otro yo creo que.. al menos hemos
ganado en esa certeza, en el fondo estamos haciendo lo que la historia nos
permite hacer ”.

Referencias bibliográficas

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Editorial ECRO. Buenos Aires

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