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de esclavitud.

Si no se ve exento de trabas a la hora de


elegir sus opciones, si no puede vivir conforme a sus
propios dictados ni hacer lo que le plazca con su cuerpo
(siem pre y cuando su voluntad no dificulte la libertad
de otra persona), en esc caso no dispone usted del man­
do de que estoy hablando y , en esencia, se encuentra
sometido a una dictadura.
Ser libre no significa rechazar las responsabilidades
respecto a sus seres queridos y a sus compañeros.
Realm ente, incluye la libertad de elegir las opciones que
se ofrecen para ser responsable. Pero en ninguna parte
figura la orden taxativa de que uno sea lo que los demás
quieren que sea, cuando los deseos ajenos entran en
conflicto con lo que uno quiere para sf. Usted puede ser
responsable y libre. La m ayoría de las personas que tra­
ten de decirle que no puede y que cuelguen sobre su
intento de liberarse e l sambenito de «egoísm o» resultará
que ejercen cierto grado de autoridad sobre la vida de
usted y que, al pretender convencerle, lo que en realidad
estarán haciendo es protestar de la amenaza que surge
para las influencias que les había perm itido cultivar
sobre usted. Si logran que usted se sienta egoísta, habrán
contribuido a que se sienta también culpable y le inmo­
vilizarán de nuevo.
El filósofo clásico Epictcto escribió en sus D iserta­
cio n es, acerca de la libertad: «N ingún hombre es libre
si no es dueño de sí mismo*.
Vuelva a leer esta cita cuidadosamente. Si no es
usted dueño de sí mismo, entonces, de acuerdo con esta
definición, no es usted libre. Para ser libre, no le resulta
imprescindible ser públicam ente poderoso ni ejercer in ­
fluencias sobre otras personas, como tampoco es nece­
sario intim idar a los demás, ni pretender el someti­
miento de nadie para dem ostrar el propio dominio.
Las personas más libres del mundo son aquellas que
están dotadas del sentido de su paz interior: Simple­
mente se niegan a dejarse desequilibrar por los caprichos

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