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LA COMPARACION EN LAS CIENCIAS SOCIALES CIENCIAS SOCIALES ENSAYO. EL LIBRO UNIVERSITARIO GIOVANNI SARTORI y LEONARDO MORLINO (comp.) LA COMPARACION EN LAS CIENCIAS SOCIALES Versién de: Juan Russo y Miguel A. Ruiz de Ania Alianza Editorial Titulo original: La comparazione nelle scienze sociali Primera edicién en “Alianza Universidad”: 1994 Primera edicién en “Ensayo”: 1999 Primera reimpresion: 2002 ‘Retervasos todos Jos derechos, E contenido de esa obra ets protegdo por I Ley, que esable- ‘ce ponas de prision a moles, aderns de las comrespondientesindemnizaciones por das y perjcio, pata quienes reprodjeren, plagiazen, ditribuyereno comonicarenpiblicamente, en ‘odo o en part, una obra Merri, arsticao cenfica, osu tansfonmacgo, intexpretasicn © _jecacign tistics fjaca en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, tin la receptive autorizacin. © 1991 by Societé Editrive IT Mulino, Bologna © Ed. cast: Alianza Editorial, 8. A., Madrid, 1994, 1999, 2002 Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15, 28027 Madrid; teléf. 91 393 88 88 ‘www alianzaeditorial.es ISBN: 84-206-2947-2 ‘Depésite legal: M. 7.598-2002 Forocomposicién EFCA, S. A. 28850 Torrején de Ardoz (Madtid) Impreso en Lavel. Los Llanos, e/ Gran Canaria, 12 Humanes (Madrid) Printed in Spain 4 INDICE LOS AUTORES: PREFACIO wn sesesnnee PROBLEMAS ¥ OPCIONES EN LA COMPARACION, Leonardo Merlino COMPARACION Y METODO COMPARATIVO, Giovani Sartori... EL METODO COMPARATIVO: DOS DECADAS DE CAMBIOS, Da- vid Collier COMPARACION ¥ EXPLICACION, Angelo Panebianco. ‘TIEMPO E INVESTIGACION COMPARATIVA, Steno Bartolini. 1A COMPARACION ¥ BL ESTADO DEL BIENESTAR: ;UN CASO DE EXITO?, Meurizio Ferrer. oe a 1B 29 51 81 105 151 LOS AUTORES LEONARDO MORLINO es decano de la Facultad de Ciencias Poli- ticas de Florencia, donde ensefia Ciencia Politica. Es coautor del Ma- nual de ciencia politica (Madrid, Alianza Editorial, 1988) y compila: dor de La Scienza politica (1989). GIOVANNI SARTORI actualmente es «Albert Schweitzer Professor in the Humanities» en la Columbia University de Nueva York y de Ciencia Politica en la Universidad de Florencia, Es autor de numero- sas obras, entre las més recientes cabe destacar The Theory of Demo- cracy Revisited (1987) y Elementos de teoria politica (Madrid, Alianza Editorial, 1992). DAVID COLLIER es profesor en el Department of Political Science en la Universidad de California en Berkeley. Entre sus thi- mas obras recordemos Shaping the Political Arena (con Ruth Collier, 1990). ANGELO PANEBIANCO es profesor de Politica Comparada en la Universidad de Bolonia. Coautor del Manual de ciencia politica (Ma- drid, Alianza Editorial, 1988) y recientemente ha compilado L’analisi della politica (1989). STEFANO BARTOLINI ensefia Ciencia Politica en la Universidad de Trieste. Es coautor del Manual de ciencia politica (Madrid, 9 10 La comparacin en las cioncias sociales Alianza Editorial, 1988) y de Identity, Competition and Availability (1990). 7 i MAURIZIO FERRERA es profesor de Ciencia de la Administraci6n en la Universidad de Pavia. Autor de II welfare state in Italia (1984) y compilador de los voliimenes La salute che noi pensiamo (1986) € Talia ¢ Germania: protagoniste dell'integrazione esropea (1990). 4 PREFACIO @Por qué comparar?, qué comparar?, ¢c6mo comparar? Todavia hoy éstas son las principales cuestiones que se plantean en el anilisis de la comparacién. Se trata de problemas que resultan mas importan- tes a medida que el conocimiento y la explicacién de otros casos, di- ferentes de Italia, han resultado indispensables en el mundo actual. zCusles son entonces los pasos y las opciones de quien recurre a la comparacién para comprender mejor la propia realidad social y poli- tica? zCudles son los aspectos y los principales problemas de la com- paracién? zCuéles son las bases Iégicas de este modo de andlisis? eCuales son los progresos y los desarrollos més importantes en las Ultimas décadas? ;Cudles son los tipos de comparacién més fértiles? Y més atin: Qué significa «explicar» cuando se compara; qué proble- mas emergen en el anélisis comparativo de la historia, 0 mejor, del periodo medio y largo; en qué sectores la comparacién ha producido sus mejores resultados? Estas son las preguntas mas especificas que —a nuestro juicio— es necesario plantearse. A ellas han dado res- puesta en este volumen Morlino, Sartori, Collier, Panebianco, Barto: Jini y Ferrera, respectivamente. Se trata de preguntas relevantes para los estudiantes, los estudio- sos y, mas en general, los analistas de la realidad politica y social. En n 2 La compsracién en las ciencias sociales otros términos, las respuestas a estas preguntas incumben a todos los estudiosos de las ciencias sociales. No existe una légica de la compa~ racién exclusiva de la ciencia politica y una diferente en la sociologia, en la economia o en otras ciencias sociales. No existen tampoco op- ciones y decisiones de un estudioso perteneciente a un sector de las ciencias sociales que no deban ser asumidas o no sean relevantes tam- bign para otros cientificos sociales. Cuando se compara, los proble- mas de la explicacién y del andlisis del tiempo no son exclusivos de la ciencia politica ¢ irrelevantes para las otras disciplinas. La misma in- vestigacién sobre ciertos desarrollos de la comparacién, que se han dado principalmente en ciencia politica, sugiere tambien Jas influen- cias reciprocas entre las diferentes disciplinas sociales. Estas son las principales razones por las que creemos que el pre- sente trabajo es relevante para todos los cultivgdores de disciplinas sociales en diferentes niveles (estudiantes, estudiosos y analistas), aunque el volumen haya surgido en el ambito de Ia «Rivista Italiana di Scienza Politica» con ocasin de su vigésimo afio, y por lo tanto Jos autores de los ensayos son miembros de una especifica ciencia sotial. De aqui deriva tambien la decision de titular el volumen La comparacién en las ciencias sociales, en vez de «la comparacién en la ciencia politica». Por otra parte, en este aspecto, hemos seguido las huellas de un famoso sociélogo, Neil J. Smelser, quien hace algunos afios (1976) publicé un volumen con el mismo titulo, traducide des- pués (al italiano) (1982) por el mismo editor de estos ensayos Si el-volumen lograra atraer la atencién de un publico mas amplio que el interesado s6lo en el anilisis politico, resurgiendo la importan cia de la comparacién también en otros sectores disciplinarios, habria aleanzado otro —el mas ambicioso— de sus objetivos. Comenzamos analizando los pasos y las opciones clegidas por el comparativista y a través de ellos nos introducimos en las diferentes problematicas desa~ rrolladas por otros autores del volumen. Los compiladores son respectivamente director (Sartori) y codi- rector (Morlino) de la Hsta relacién intensiSn/extension o bien connotacién/denotacién es recordada por Sartori en su contribucién en este volumen y presentada en su ensayo de 1971 ; aa an Leonardo Morling El uso de Ia escala de abstracci6n es crucial para la comparaciéa pox que permite efectuar con mayor rigor —siguiendo reglas de transfor. macién— controles sucesivos de las hipétesis en el mismo nivel de abstracci6n para todos los casos en examen, y hiego, a diferentes nic veles de abstracciGn. Permite formular asi hipdtesis més generales, pero frecuentemente menos significativas, o bien, al contrario, atticn, Jar las mismas hipétesis, especificéndolas a medida que se desciende en los detalles de los casos y las variables consideradas aumentan, mientras disminuyen les potenciales referentes empiricos'. La segunda funcién principal de la clasificacién se refiere a la pa- rametrizacion: de la leccin de Sartori se puede extraer no sélo el rol de descripcién que puede ser desarrollado por la clasificaci6n y por el uso de la escala de abstraccién respecto del fendmeno analizado, sino también las potencialidades explicativas de la operacién conceptual por medio de la parametrizacién. Este probleriia es uno de los mis espinosos de los encontrados por el comparatista, sobre todo cuando se compara entre casos tratados cualitativamente. Sino se quiere re. currir al mis bien débil experimento mental, emo se puede evaluar Iaincidencia de un factor dado sobre otro que queremos expliccr? Si estuviésemos en el ambito estadistico, la operacién serfa obvia: se pa. rametriza, es decir, se convierten en constantes todos los otros facto. tes que potencialmente podrian influir sobre el fendmeno que desea. mos explicar. Por ejemplo, si queremos comprender el impacto de la diferencia de sexo sobre el comportamiento electoral, es suficiente hacer no significativa la influencia de la edad, lugar de residencia o, incluso, clase social y en el interior de clases determinadas de esta forma ver las diferencias en el comportamiento entre hombres y mu- jeres. Pero resulta evidente que en el tratamiento estadistico la clasifi~ cacién desempeiia una parte determinante en la parametrizacién. Si nos trasladamos al més dificil tratamiento cualitativo, la clesifi- caci6n y, luego, en el interior de cada clase, la individualizacién de subelases —y, pues, en este especifico sentido el uso de la escala de abstraccion— desarrollan una funci6n efectiva de parametrizacion no obstante todos Jos problemas y las dificultades que se afrontan con- cretamente. Brevemente, la clasificacion y la escala de abstraccién pueden ser titiles para controlar empfricamente hipstesis sobre casas, hipotetizadas y atin por demostrar. En esta perspectiva, por ejemplo, «Sobre Ia importante nocién de escala de abstracién, ver también Sartori (1971 y 1984). cin ” problemas y opciones en It compara je ia contribucién de Alber (1982), el era subraya la ejemplaridad de la contribuci y Ferretga datos cualitativos y en el control sistematico de sus hipécesis cae ade justamente per genus et differentiam, reconstrayendo las se- roetias causales y descartando hipétesis falsificadas por la compara~ Enencias y lon entre sus quince casos europeos. “Ge mencionaba en el paragrafo precedente y ahora lo subrayo vi- rosamente: para llevar a cabo una investigacién comparativa resulta acial elaborar una estructura te6rica o al menos una serie de hip6- Seas que también pueden obtenerse de estudios precedentes. No obs- tereven la medida en que es mis rigurosa y consistente la estructura tebrice, mayores serén las posibilidades de focalizar mejor le invest stién sobre algunas hipOtesis mas precisas y de un mémero més li- Sado. Si bien la parsimonia es una virtud que tiene altos costos por fos limites que impone a la investigacién, es necesaria en realidad para no extraviar al investigador en largas, y frecuentemente imiitiles, listas de hipotesis, también alternativas. Una buena construccién tedrica orienta excelentemente la seleccién de las hip6tesis, la focalizacion de lainvestigacién y permite gastar mejor las propias energfas. Bl espacio Decidir cudntos y cuéles casos deseamos incluir en la investiga~ cién, es decir, determinar la dimensién horizontal de la comparacion (espacio), da lugar a decisiones y pasos ulteriores. Con la excepcion del condicionamiento ocasionado por la eleccién del problema, éstas, son las decisiones més importantes y, frecuentemente, més dificiles para el investigador. Respecto de este punto, Collier recuerda la es- uategia sugerida por Lijphart (1971): aumentar en la medida de lo posible el numero de casos. La raz6n de la recomendacién es clara: ofrecer mayores posibilidades de controlar las hipétesis formuladas o bien alcanzar hipétesis mas precisas y localizadas. Desde el punto de vista de Lijphart, tal recomendacién implica lo siguiente: la logica de fondo de la comparaci6n es la misma que la légica de la estadisticas debemos, por lo tanto, buscar variaciones para explicar de modo mas sélido y riguroso las relaciones causales; y para hacer esto resulta in- dispensable aumentar los casos considerados. La identificaci6n entre las ldgicas comparative y estadistica no es compartida por quien atri- buye identidad I6gica exclusiva a la comparacién, o bien por quien adopta posiciones en relacién a Ia explicaci6n, saber nomolégico y r 20 Leonardo Motting teorias locales, como las que se desprenden de la contribucién de Py, nebianco. Ademés, la recomendacién puede aumentar en vez de disminuiy los problemas de la investigacién. En efecto, incrementar cl mimen de casos supone también aumentar —a veces notablemente— el ag. mero de las variables relevantes fuera de las hipdtesis que se dese; controlar, Jas que son llamadas «terceras variables»®. Por ultimo, ef aumento de los casos ha hecho mucho més dificil la comparacién en el sentido de que recoger datos y noticias para un mimero elevado da casos es dispendioso, y tal vez imposible. Con este fin, no obstante, en afios mas recientes tales dificultades fueron atenuadas por enorme progreso en las comunicaciones, pero tambien mas banal- mente, por el recurso a investigaciones colectivas en las cuales partici. Pan estudiosos de diferentes nacionalidades. En este sentido limitado, y en cualquier caso, en modo imperfecto y aproximativo en los recul tadost, el consejo de Lijphart ha sido esctichado. Por otra parte, a pe. sar del aumento de las potenciales unidades nacionales —casi 180 pat ses independientes en los afios noventa— en esta estrategia de aumento de casos todo el tercer mundo ha quedado sacrificado, Ex. cluyendo alguna excepcin (Diamond, Linz y Lipset, 1988-89), son muy escasas las investigaciones comparativas de los ailtimos veinte afios en las cuales se incluyan los paises de Africa o de Asia. EI niimero de casos no es en absoluto indiferente respecto de los resultados de la comparacién, aun desde otro punto de vista: la elec cin de la profundizacin de wn solo caso, aunque esté sustentado por hipétesis comparadas presentes en la literatura publicada, obe. dece a ciertas preguntas y objetivos (estudio de caso); la comparacion de dos casos, en especial de los que son muy diferentes entre si (com. paracién binaria), responde a otras cuestiones y objetivos; el andlisis de tres-cinco paises pertenecientes 2 una misma area geografica (com. paracién de drea), responde a otros —y los pafses escandinavos han sido con frecuencia objeto de investigacin de érea—. Después, con el aumento del ntimero de Jos casos, genetalmente, se transforma también el tipo de comparacidn: se va desde una predominantemente cualitativa a una predominantemente cuantitativa, y apoyada por el anilisis estadistico. La frontera entre los dos tipos de comparacién 5 El_mismo Lijphart se muestra consciente de este problema algunos aos después (1975): y Bartolini (1987) subraya las implicaciones del probleme, £ En efecto, sobre este aspecto ha sido mis dificil mantener unidad y coherencia en Js investigaciones comparativas. prblemasy opciones en la compart a g, frecuentemente, por debajo de ocho y por encima de los cinco- est, treewerEl volumen de Liiphare sobre les democracias (1984) os siete les escasisimos ejemplos en los que un autor ha ograde com- ‘und Slizar aspectos cualitativos y cuantitativos en el ambito de un es. Pare de Area con mas de veinte casos. ; SS), ea definitiva, la eleccion mas importante se refiere al ntimero de los casos, no debe descuidarse tampoco la consideracion de cudles més oportuno elegir. Por ejemplo, sila pregunta es cuales son las Sondiciones que favorecea la instauraci6n de la democracia, sera ade~ Gaado clegir casos en los que se haya producide la inseauracin de- snocritica para controlar la presencia de las condiciones hipotetizadas y esperadas, y casos de ausencia de instauracién demoeratica para Controlar la ausencia de aquellas condiciones. Si, en cambio, Ia pre- fata se refiere a los posibles tipos de instauracién democrstica, en- tonces sélo los casos en que ésta se ha producido deberdn ser inclui- dosen el andlisis. : ‘Ademas la eleccién de los casos se refiere también a los factores considerados comunes y los considerados diferentes en cada con junto de casos elegidos. Se requiere la aplicacién de la conocida cléu- bula ceteris paribus, es decir, justamente que aspectos del anilisis pue- dea considerarse «pari» o bien constantes y cules no”. En cualquier caso, es oportuno recordar que la eleccién de los casos, la aplicacion de a clausula ceteris paribus y el recurso a los cénones de Mill depen den ante todo del diseno de la investigacidn, de lo que interesa pro- fundizar y de las hipétesis realizadas (véase arriba). El tiempo La definicién de cudles y cudntos casos elegir esté inevitablemente vinculada tanto a la dimensiGn longitudinal, 0 sea, a la extensi6n del periodo que se quiere considerar (el tiempo) como a las variables que se decide analizar. La eleccién del tiempo significa en realidad elegir los casos en un momento dado o bien incluir en el analisis diferentes momentos sucesivos. En la primera hipotesis se realiza comparacion sincrénica si optamos por considerar diferentes casos en el mismo ” J eldusula puede ser expresada también en términos de parametrizaci6n de va ables extrafas a la hipStesis que se desea controlar. Sobre este punto, véase més ede- lance a Leonarto Moti, momento; y comparacién diacrénica cuando decidimos analizar mismo caso en momentos diferentes y sucesivos con el objetivo gy ver la influencia de ciertos fenémenos acaecidos. También se reals, comparaci6n diacrénica cuando se estudian diferentes casos en mat mentos diferentes. Con esta distincién, sin embargo seguimos en un ambito de «es cusla», en realidad poco til. Las comparaciones mas significativg son —y han sido— las que han tomado en consideraci6n un periods mas bien largo, el desarrollo del fendmeno estudiado en el period, considerado y para casos distintos, incluso con la puesta a punto d, series temporales que se prestan mejor a tratamientos estadisticos, Py estas comparaciones diacrénicas el punto central es que no se ve us solo «momento» que en cualquier caso seria presupuesto en abs tracto, sino que se quiere observar la mutacin en el tiempo a trav de una aproximacién de distintos momentos. El ensayo de Bartolini analiza con justeza este tipo de compara cién, que quizd es la que mayor tradicién posee en ciencia politica y Ja que ha aleanzado los resultados mas interesantes. Bartolini colon en el centro de su «discurso» adecuadamente el tiempo, agregando las premisas de la comparacién estadistica, tal como ha sido claramente descrita por Panebianco. Luego considera los tres principales proble mas que todo comparatista del «largo perfodo» debe resolver en. su investigaciones: 1) cémo definir y delimitar las unidades temporales sobre Ia base de las que observar el pasado o bien cémo es posible ha. cer periodizaciones, es decir, dividir en fases diferentes el tiempo to mado en examen —como se ha hecho, por ejemplo, en las teorias del desarrollo politico—; 2) si las relaciones establecidas entre variables observadas en el tiempo tienen algo de especifico respecto a asocis. ciones establecidas entre variables observadas sincrénicamente; y, en relacién a esta cuestin, el problema relativo a cémo se identilican las secuencias temporales entre fenémenos y también fases diferentes; por ultimo, 3) cémo considerar la multicolinealidad, es decir, la pre- sencia de mumerosos factores que estan fuertemente conectados ¥ se han desarrollado paralelamente; qué consecuencias tiene esta situa. cién para el andlisis de macrofenomenos generales; y, de aqui, ante todo, la oportunidad de estudiar las diversidades en el interior de aquellos fenémenos en general similares. Por ejemplo, en el ambito del desarrollo de los movimientos obreros en toda Europa oceiden- tal, explicar las diversidades en términos de caracteristicas o debil dad/fuerza de determinacos partidos abreros en paises concretos. O en la comparacion 2» ‘problemas y opciones en la comps 10s de democratizaci6n en diversas éreas del mundo Jos proces notice del Nowe, Aménca latina, Europa Earp oie explicacion de diferentes procesos de instauracién y de orienta Y is democracias consolidadas efectivamente en varios pai- las diferentrt Gropone solticiones a estos problemas en las cuales se 58 oa eee ladimensién espacial y la dimensién temporal (es de- evident de casos diferentes y la consideracin de un cierto periodo (ie definido) deben utilizarse conjuntamente para un mayor rendi- ae lacie obese cot alitnias one gues 0 caters uate exe po de comparaciones puede Busarse con provecho en investgn Genes historicas ya existentes. En el caso, en cambio, en que dicho Spo de investigaciones no existieran, en cuanto —por ejemplo— se Of sen a afios recientes no afrontados todavia por los historiadores Je la época contempornea, sera necesario de algtin modo imtegrar lo tue falta con datos cualitativos y cuantitativos diferentes, recogidos {i poe. Desde este punto de vista el trabajo del comparatista se su perpone, hasta el punto de ser poco diferenciable del realizado por tn historiador bier Propiedades y variables Después del espacio y del tiempo, la vercera decisién concreta que al investigator debe asumir se refiere a las «variables» a considerar. Nuevamente Collier recuerda otra recomendaciGn de Lijphart: redu- cir el ntimero de las variables a analizar. El asunto de fondo también aqui es el indicado arriba: comparacién igual a estadistica en cuanto a efiterios inspiradores. El mtimero de las propiedades-variables puede ser reducido a través de una reduccién del espacio de atributos §, es decit, acudiendo en concreto a las clases, poniendo los casos y los da- tos relativos en un ntimero de clases reducido gracias a un aumento en el nivel de generalidad , incrementando de este modo el ntimero de los casos pertenecientes a una cierta clase. De este modo también Ja precedente recomendacién de Lijphart (aumentar el mimero de ca~ zarsfeld y Berton * La nocién de xespacio de atributos» es la sugerida por Lazarsfeld y (1951), y se refiere al conjunto de caracteristicas que atafien y especifican una clase 0 rT ie Leonardo Mort, sos) ® puede aplicarse gracias a esta operacién conceptual de reds cién. Si, en cambio, hubo ua aumento efective de los casos analins dos, la reduccién de las variables compensa el easi inevitable aumens, de las mismas, introducido justamente por el crecimiento de los casa empiricos. Collier sugiere que la reduccidn del espacio de atributos pueds ser realizada también recurriendo a teorias o bien a hipdtesis fuera con apoyo en la investigaciéa con el fin de reducir los Factores expl cativos que es necesario considerar y aleanzar una mayor parsimen, teérica. Este aspecto en realidad implica también una ulterior recs mendacién de Lijphart (1971), orientar el anilisis comparativo sob las variables claves. Desde esta éptica, pues, se est més alld de la ant terior recomendacién, la reducciGn del espacio de atributos. Simple. mente volvemos a subrayar la importancia del aspecto tedrieo, que debe ser claramente ubicado en primer plano. En esta fase otro problema conereto se le plantea al investigador, Si se aumenta el ntimero de los casos y, cuando es necesario, se alarga el tiempo considerado y disminuye el nuimero de las vatiables anal zadas, entonces para obtener un buen resultado el aparato teérico conceptual del cual se sirve debe estar bien articulado, la investign. cidn debe tener un focus muy definido y quiza se puede apoyar en in. vestigaciones precedentes. Cuando no fuese asi, es decir, en el caso en el que no sea posible disponer de teorias o conceptos estructurados no hubiese una literatura de referencia y se tratase de ana investiga, cién muy «nueva», entonces el investigador estaria inevitablemente un Geterminado mimero en vez de otro. Una vez. mas, entonces, tenemos que volver a la dimensién te6rica. rofund tes y sob) Elcontrol nsi6 1 (los Realizadas las diferentes opciones sobre la dimensidn espacial casos por considerat) y sobre la temporal, y formuladas Is hipscesis, que pueden tambien ser sugeridas por un primer andlisis, comparada del fenémeno en el que estamos interesados, se llega al corazén del procedimiento comparativo: el control dels hipstesis; Tambien aqui la leccién de Sartori es muy clara: el procedimiento de control ee x importante y distintivo de la comparaci6n. Po: - una generaizaciGn, mis o menos locaizada, 0 que el objetivo con- sista en lograr una explicacién local, segtin la sugerencia de Pane- bianco, o bien sélo el de describir un cierto fendmeno en més casos y, quizé, nuclear diferentes asociaciones entre una variable dependiente 26 Leonardo Merlino y mis variables independientes, el control de las hipétesis sigue siendo esencial y tipico de la comparacién. Cuales sean efectivamente los procedimientos coneretos que se adoptan para efectuar tal control se deduce del apartado sobre «con- ceptos y clases» a propésito de la clasificaci6n, de la escala de abstrac- cién, de la parametrizacin y de la explicacién. Por otra parte, e in- tentando ser mas precisos, se puede agregar que tales procedimientos cambian en parte segtin los objetivos cognoscitivos trazados, genera- lizacién o teoria local siguiendo las ensefianzas de Durkheim o de Weber, es decir, segtin las opciones metodoldgicas de fondo adopta- das, ¢ incluso en relacién a los contenidos mismos de la investigacién. Expectativas, desilusiones y dificultades Si todo es asi de claro, gc6mo es posible que la comparacién no se haya desarrollado més en ciencia politica? Esta es la pregunta plan- teada en el ensayo de apertura por Sartori, y sobre la que retorna Pa- nebianco. La explicacién mas elemental es ante todo la sugerida por el primero: comparar es simplemente dificil. La componente te6rica en Ia comparacin es muy destacada y dificil de «manejar»: «quien navega al azar y sin brifjula se arriesga en cada momento a naufragar» (Sartori en el ensayo siguiente). Una segunda explicaci6n se sugiere en el ensayo de Panebianco: en sustancia, frente a la gran mayorfa de estudiosos ideograficos y tedricos, los comparatistas se dividen res- ecto a «qué constituye una explicacién aceptable en las ciencias so- Giales», en un contexto en el cual el saber politolégico es poco act mulativo y su objeto se redefine y se transforma cada vez. Peto tal division y la reducida acumulgbilidad conducen una vez més a con- cepciones diferentes acerca del mejor modo de hacer ciencia politica que se ponen de manifiesto en el Ambito de la comparacién por las dos estrategias fundamentales (la comparacién estadistica y la hist6- rica), indicadas por Ragin y Zaret (1983) e ilustradas por Panebianco en su contribucién, o bien por las posiciones de Bartolini, quien tiende a poner sordina a las diferencias entre esas estrategias. Quizd junto a la dificultad de comparar tanto en el plano del correcto uso de los conceptos y de la escala de abstraccién (Sartori), como en el que se refiere a la recoleccién de datos sobre muchos casos, como a las di- visiones de los comparatistas (Panebianco), hay también un «exceso de fines», en el sentido de proponer objetivos de investigacion excesi problemas y opeiones en la comparacién 7 yamente ambiciosos. Esto se ha traducido, ante todo, en el segui- mniento perfeccionista y utépico de imposibles modelos de ciencia. ‘Tal «exceso de fines» (y de esperanzas) se ha revelado al fin contra: producente y ha alejado de la comparacién a muchos estudiosos desi- jusionados, que no se identificaban con objetivos tan ambiciosos y abstractos. Hoy, después de muchos aftos de investigaciones y de experien. cias no todas negativas, como demuestran muy bien la contribucién de Collier sobre el plano del método y de todas las ulteriores poten- cialidades de progreso y la contribucién de Ferrera a nivel sustantivo, esta introduccién puede finalizar infundiendo aliento para continuar por la via trazada en las diferentes contribuciones aqui publicadas. Esca vez, sin embargo, con una mayor conciencia de los problemas, de las opciones y también de los limites de lo que se puede obtener, gracias fustamente a Ia experiencia hecha y también a los parciales re~ sultados positivos que se han alcanzado. Referencias bibliogréficas Alber J. (1982), Vom Armenbaus zum Woblfabrisstaat. Analysen zur Entwic- klung der Sozialversicherung in Westensropa, Frankfurt/Main, Campus Verlag. Bartolini S. (1986), Metodologia della ricerca empirica, en G. Pasquino (comp.), Manuale di Scienza della Politica, Bolonia, Il Mulino, pp. 39-82. Trad. esp. Manual de ciencia politica, Madrid, Alianza Editorial, 1988. Diamond, L., J. J. Linz y S. M. Lipset (comps.) (1988-89), Democracy in De- veloping Countries, vol. 2, 3, 4, Boulder (Col.) Lyane Rieaner Publis- Lazarsfeld, P. F. y A. H. Barton (1951), Qualitative Measurement in the So- Gial Sciences: Classification, Typologies, and Indices, en D. Lerner y H. D. Lasswell (comp.), The Policy Sciences: Recent Development in Scope and Method, Stanford, Stanford University Press. Lijphart A. (1971), Comparative Politics and Comparative Method, en «American Political Science Reviews, LXV, pp. 682-693. — (1975), The comparable-Cases Strategy in Comparative Research, en «Comparative Political Studies», VIII, pp. 158-177. — (1984), Democracies. Patterns of Majoritarian and Consensus Govern- ment in Twenty-one Countries, Londres y New Haven, Yale University Press. Marradi A. (1982), Forme e scopi della comparazione, intcoduccién a la edi- cin italiana de N. J. Smelser, Comparative Methods in Social Science, 28 Leonardo Mosting Englewood Cliffs, Prentice Hall, 1976, La comparazione nelle scienze so. ciali, Bolonia, Il Mulino. Sartori, G. (1971), «La politica comparata: premesse e problemi», en Rivista Italiana di Scienza Politica, 1, pp. 7-66. — (1984), Guidelines for Concept Analysis, en {d., comp., Social Science Con cepts: A systematic Analysis, Beverly Hills, Sage Publications, pp. 15-85, Ragin, C., y D. Zaret (1983), Theory and Method in Comparative Research Tivo Strategies, en «Social Forces», LXI, pp. 731-754. ¥ COMPARACION Y METODO COMPARATIVO Giovanni Sartori Hace ya veinte afios (casi) que escribi sobre politica comparativa y sobre el método en que se funda’. Escribi por qué era partidario de alla, Sin embargo, debo admitir que el resultado es hoy enormemente inferior a las expectativas de entonces. ¢Por qué?, zse debe a una so- brevaloracién inicial?, za que hemos tenido abundantes tropiezos en el curso del camino?, zo se debe a otras razones? Responder estas cuestiones nos conduce a un balance més general. Dénde estamos? @lacia dénde nos conviene ir? Es un debate a reabrir. En mi escrito, digamos originario, me preguntaba en el siguiente orden: 1) por qué comparar; 2) qué es comparable; 3) cémo comparar. Es conveniente repetir las mismas preguntas en el mismo orden. Por qué comparar ePor qué comparar? Entonces respondia: «La comparaciéa es un método de control de nuestras generalizaciones...o leyes del tipo si. * La Politica Comparata: Premesse ¢ Problemi> (1971, 7-66). Bs el escrito con el cual comenzaba la Rivista Italiana di Scienza Politica: y constituta, al menos en la 29 rr 30 Giovanai Sattos entonces.. Digo un método de control porque obviamente no es @ linico» (1971, 8). No he cambiado de opinion y, entonces, tampoce descubria la pélvora. Sin embargo, con el paso de los aos cada ver habla menos, o directamente no se habla, de la funcién de contra) que tiene la comparacién. Przeworski llega incluso a sostener que «lg investigacin comparativa no consiste en comparaciones, sino en ox plicaciones... El objetivo general de la investigacién entre paises con. siste en entender» (1987, 35)#, Pero, y sin llegar al extremo de neger que en Ia comparacién se deba comparar, lo cierto es que la palabra control es considerada en desuso. Ragin escribe que el saber compa. rado «nos da la clave para comprender, explicar e interpretar» (1987, 35); y Mayer (en el titulo, en verdad sdlo en el titulo) I, politica comparativa como un campo, cuyo intento es «construir ng teoria explicativa empiricamente falsable> (1989, 12). ¢Cémo no estar de acuerdo? Todos queremos comprender, explicar e interpretar, Pero gpor qué lo lograremos comparando? A menos que no se deses afirmar absurdamente que sélo la comparaci6n explica, Przeworsk, Ragin, Mayer y otros no nos explican cudl es la razén de ser de que por la ofa comparada podamos conocer. En resumen, la pregunta spor qué comparar> sigue sin respuesta. Ahora bien, si la politiea (al igual que la sociologia) comparativa no posee una funcin heuristica especifica, entonces tampoco merece que nos ocupemos mis de ella, eQué ha ocurrido con el «control»? Por qué no se lo mencions ya? Una primera explicacién (de dos) es del todo accidental y pura- mente americana. En la estructura didéctica de las universidades esta dounidenses la demarcacién habitual es entre politica americana y politica comparativa, donde este ultimo término se utiliza para «otros paises» y, en general, para uno solo. Por lo tanto quien estudia dl pre- sidencialismo USA es un americanista, mientras quien estudia slo el presidencialismo franeés es llamado comparatista. Desafio a cual- quiera 2 que me explique por qué ello es asf. El hecho es que el sector intencién, un escrito «programstico», En efecto, destacaba que la politica comparativa «se ubiea en el centro de la ciencia politica coatemporanea (ivi, p. 63), Sobre fv ston, ign de Ia ciencia polities en general, ver mi evaluacion «Dove va la Scienza Palitican, en Graziano (1986, 98-114) 2 Que comparar no requiera comparacién me impresiona en el mismo modo que lo hace un contrasentido, un absurdo. Y encuentro apresurada, agrego, la tsis del vol. sen de Praeworski y Teune (1970, 8) sogin la cual el objetivo de la investiga come Barada consiste en «sustiuir con nombres de variables los nombres de sistemas so. mparacién y método comparativo ue nado «Politica comparative» esta hoy en dia densamente po- denominadscudiosos que mo han covejad joras nada con nade, foe ve jenen ningin interés en comparar y que son no menos «parro- Bijalese qiue los americanistas (que lo son a ultranza), El estado de la autsti6n es que la mayoria de los comparatistas USA no compara coda y, 4 fortiori, nada controla. ¢Cémo se sale? La via de menor re- Gorencia consiste en fingir que no sucede nada, en declarar que se ede compatar sin comparar y en callar sobre el control. Probable- eetote Przeworski y los otros estén convencidos de que es asi. Pero e838 7° Bccia que las explicaciones son dos. La segunda es seria —de na- turaleza gnoseologica o epistemologica—~ y se refiere especificamente al control. Comparar es ieee una ce otras pero si seam ona controlar, entonces la cuestién inmediata es: gqué cosa con- ee gcontrolamos leyes? Si el término es entendido en sentido Fisicalista 0 siguienco cénones rigidamente positivistas, entonces es I cito oponerse. En este sentido Marradi (1985, 308) ataca el programma que consiste en «someter a control la validez universal de una “ley"> dbservando que aquellos que lo suseriben no han «xeflexionado seria- mente sobre el significado del vérmino “universal” (walido siempre y on cualewiey lugar). Si es asi tiene raz6n, Sin embargo, el programa fisicalista ya fue abandonado. Hoy las ambiciones nomotéticas de las ciencias sociales no son universales (en el sentido omniespacial y om- nitemporal definido por Marradi) y se proponen leyes declaradas leww-like, condicionadas con la forma si. entonces. Definamos ley ast «una generalizacién provista de poder explicativo que expresa una re-~ gulatidad» (Sartori, 1984, 11). Bn tal caso diria que se derrumba Ia objecién epistemoldgica® : " preciso pues asl: parangonar sirve para controlar —verificar o fal- sificar— si una generalizacion (regularidad) se corzesponde con los casos a los cuales se aplica*. Se entiende que comparamos por muchi- > Macradi (1985, 310) objeta haciendo uso del «probleme de Galton»: y afirma que «el paralelismo entre los estador de dos 0 més propiedades podria deberse .. a fenéme= nos de difusidn... por Ia vis de la conquists, imitacién, ete.». Confieso que no entiendo las consecuencias perjudiciales de la objeci6n de Calton. Ciertamente, un «contagion no advertide nos expone 2 explicaciones circulares, pero una vez advertido puede in~ corporarse a la explicacién genética de una regularidad * Como se puede advertir, esta formulscién no nos impone establecer ex ante a qué nivel (globalizante, intermedio o estrictamente «regional) generalizar. Es razonable o en eualquier caso prudente recomendar, como hace Bendix (1963, 539), el desarrollo de conceptos y generalizaciones a un nivel intermedio entre lo que es verdadero en to- rr 32 Giovanni Sartog simas razones. Para , sino por la diferen~ cia entre estudies incomparables (porque se fundan sobre catogorias y parimetros ad hoc) y estudios comparables, Se trata de un eriterio de fécil prueba: basta mirar la bi- bliografia de apoyo. La mayaria de los estudios monogrificos sobre América Latina, Japén, etc, cits escritos sélo country-specific, con elegancia y, tambiéo, sin pudor se ig- ‘nova la literatura general sabre pariamentos, burocracias, partidos, sistemas electorales ¥ todo lo que el autor observa en el pais estudiado. onpaecién y nod comparatirs 7 ces es comparativa en su enfoque>. Durkheim, Lasswell y Al- once ee equivocan? No, pues si se lee con atencién dicen que si mon{_o enfoque no es comparativo, entonces no es cientifico. Un nucstt” Sins del cual se deberia inferir que todos los (que es tal porque es cons- SRate) y otra cosa es avalar una comparacién « y por sre) dmo presente y operante por definicién. No. El comparatista fnconsciente, © subsconciente, no compara nada y no subroga nada. incofecto, en base a la afirmacion de que todos somos «inevitable- vr ne comparatistas» ha florecido una lujuriosa selva oscura de hipd- er y de generalizaciones que no son mas que patentes necedades gue no resistifan tin momento si fueran expuestas al control compa- rativo. Qué es comparable Si comparar no tiene una razén de ser especial, un objetivo espe- cifico (ademés del objetivo general de explicar), entonces se puede alirmar que no existe, en sentido propio, una metodologia de la com- paracién, un método comparado. Al decir de Lijphart (1971, 682), la politica comparativa es aquel sector de la ciencia politica que se de- fine «mediante una etiqueta metodolégica mas que sustantiva». Del mismo modo, Holt y Turner (1970, 5): «en su significado ordinario, comparativo se refiere « un método de estudio, no a un cuerpo sus~ tantivo de saber». En conjunto digamos que la tesis metodoldgica ha resistido mejor el embate de los eriticos que la tesis de que comparar es controlar. En efecto, siguen apareciendo libros que declaran y usi- Jizan el método comparativo. Pero analicemos mas detenidamente Précticamente nadie (0 casi nadie) sostiene que el método compa- rativo sea una entidad en si. Obviamente constituye una parte del ro a4 Giovanni Sarto método de las ciencias sociales en general. Del mismo modo seria ab. surdo sostener que la Iogica de la comparacién es diferente de la I6. gica en general. Pero el arbol del saber crece, y al tronco se agregan amas nuevas o mds extendidas. La légica de John Stuart Mill no sus. tituye la de Aristételes, pero ciertamente agrega a la légica clasica partes inéditas. En este sentido, el método comparativo sith specie de método légico deriva en gran parte de Mill‘, Para comenzar zson comparables las manzanas y las peras? Desafio a cualquiera a respon. der por ciencia infusa, pues atin hoy hay quienes responden si, quie. nes responden no y quienes no saben qué manzanas o qué pers ele. gir. Pues sobre este punto la respuesta es que el método comparativo se justifica y desarrolla como una especializacién del método cient. fico (cientifico-empfrico cientifico-légico) en general. Muy diferente es la cuestién de cémo se califique al métode com. parativo y de cémo se lo relacione con otros miétodos de control que serian, segtin Lijphart, especialmente el método experimental, por un lado, y el método estadistico, por otro (1971, 683-85). Con este fin se puede volver a repetir que todo es comparado y que todos (incluso el experimentador y el estadistico) parangonan. Verdadero, pero trivial La cuestin es que los tres métodos no son equivalentes ni, frecuen- temente, opcionales’. Conservo firmemente la opinién de que «las ciencias del hombre se valen de cuatro ... técnicas de verificacién. Si guiendo un orden de “fuerza de control” decreciente ... son: 1) el mé todo experimental, 2) el método estadistico, 3) el método comparado, y 4) el método histérico» (Sartori, 1971, 8 y 8-13 passim). La dud: que tengo es si el método estadistico, cuando es posible aplicarlo, se deba preferir a métodos no estadisticos. Algunos autores (Frendreis, 1983, 258; y en especial Ragin, 1987, © mis precisamente de sus cinones sobre Is induecién, especialmente el métode de la concordancia y el mévodo de la diferencia, que Cohen y Nagel reformulan asi: 1) snada puede ser causa de un fenémeno que no subsista como circunstancia en comin para todas las manifestaciones del fenémeno» (1954, 255), y 2) «nada puede ser cause de un fenémeno si el fenémeno no ocurre, cuando ocurre la supuesta causa» (io, p. 259), El tercer canon de Mill, el métoda de la variacién concomitante, constituye unt derivacién. 7 Bien entendido, se dan casos en los que el control puede ser tanto cuulitative como cuantitativo-estadistico. La hipOtesis es que la cohesion intraspartidaris es una funcion directa del grado de compaticién inter-partidaria, de tal modo que a menor competicién deberia corresponder un mayor fraecionalisino interno en los partidos. En este cjemplo la comparacién es stil para refinar la hipétesis de tal modo que se puede controlar correctamente mediante técnicas extadisticas, Comparzcién y método comparative a 45-16) sostienen que el método estadistico esta sobrevalorado y que sel método comparativo es superior al método estadistico por mu- chas razones». Sea como fuere, sigue siendo verdadero que frente a ‘anuchas variables, pequefio N» (Lijphart, 1971, 686) la eleccion es Sbligada: el tratamiento estadistico no se puede proponer. Y me pa- rece también verdad, como sostienen Ragin y Zaret (1983, 745), que xe] método hist6rico-cualitativo» no puede ser considerado «una cruda aproximacién a los métodos estadisticos*: los respectivos pro- ductos son muy diferentes. Pero vamos a Iz sustancia Qué es comparable? Regresemos a las manzanas y a las peras. gSon comparables o no lo son? Se trata de un ejemplo facil. Pero gpiedras y avestruces son comparables? Probablemente Ia mayoria responderd no, para ser inmediatamente replicado con la objecién: para declararlos subsistémicos (la unidad preferida por La Palombars, 1970), 0 tambien, por una simple caracterstica. Las entidades en cuestién pueden ser crost-country, entre paises, 0 bien ser internas, within comntry, o también multe-level, x6 Giovanni Sartor en verdad espinoso. Pero si atin recordamos el anilisis per genus e differentiam y no desdefiamos las clasificaciones, entonces el pro- blema se resuelve inmediaramente. Clasificar es ordenar un univers en clases que son mutuamente excluyentes; por lo tanto clasificar es establecer similitudes y diferencias. Se entiende que «igual» es una nocién relativa. Con mayor precisién, dos objetos que pertenecen a Ja misma clase son mas similares entre si —respecto al criterio de asignacién prescleccionado— que los objetos que pertenecen a otras clases, lo que nos deja, en principio, con grados de similitud muy elasticos. La regla de maxima es que mientras menor es el ntimero de las clases, mayor ser la variacion (disimilivad) intra-clase. A la in- versa, mientras mayor es el ntimero de las clases, menor es su varia. cién interna. Si dividimos los estados sélo entre Monarquia y Repi- blica obtenemos dos clases demasiado heterogéneas para ser de alguna utilidad. Aun con clases pequefias los casos clasificados con- juntamente no son jamés del todo iguales. Es competencia de quien clasifica decidir hasta qué punto sus clases deben ser inclusivas (pocas y con redes anchas) o bien discriminantes (estrechas). Lo esencial, repito, es que la pregunta «zqué es comparable?» sea siempre formulada asi: comparable gen qué aspecto? En esta optica peras y manzanas son, en muchos aspectos (propiedades), compara- bles. Lo son también, pero menos, hombres y gorilas (por ejemplo, ambos son animales erectos con manos prensiles). Lo son hasta los hombres y las ballenas (como mamiferos y animales que no pueden respirar bajo el agua). Se entiende que a medida que se pasa del pri- mer al tercer acoplamiento las incomparabilidades aumentan; pero hhasta aqui no incurrimos en error. Los errores comienzan y se des- arrollan en torno al admitido y exhibido como fachada). Dejando de lado la cuestién de la terminologia, en cualquier caso se trata de tres animales muy diferentes. Si los reuniéramos en uno obtendriamos un perro-gato-tigre. Supongamos que nos interese descubrir la causa 0 causas que conducen al monopartidismo. Hun- tington (1970, 11) hipotetiza que es fuertemente desmentida (mientras resultaria confirmada cuando se refiere a Ja acepcién estrecha 0 ga- rantista del término). Considérese «pluralismo». Si todas las socieda~ des son declaradas, en alguna acepcién de la palabra, pluralistas, en- tonces resulta indemostrable que el pluralismo se relacione con Ja democracia. Considérese «movilizacién». Si la palabra se amplia hasta el punto de abarcar tanto la participacién como actividad vo- luntatia, actuar por sf mismo, como actuar por la fuerza, o hetero- movimiento (movilizacién en sentido propio), entonces tenemos un perro-gato gracias al cual la generalizacién (verdadera) de que la par ticipacién caracteriza a la democracia puede ser (falsamente) decla- ada falsa. Otro ejemplo de concepto alargado hasta el punto de con- * Giovanni Sartog vertirse en nada es «ideologia». En su uso corriente la palabra ng tiene més contrario; todo es ideologia por definici6n, sin posibilidag de prueba contraria; de este modo el pensamiento-falso y la invests gaci6n de la verdad se confunden en una noche posthegeliana en cual toda la zoologia esta constituida por vacas grises. Entonces, con el perro-gato y derivados (perro-tigre, perro-perd etc.) el control comparado se vacia de utilidad. Mientras més produ. cimos perros-gatos, menos capaces somos de generalizar y verific, (© falsiticar) sobre cualquier cova, . eee Cémo comparar Supongamos que hemos establecido que una cosa es claramente comparable con otra cosa, ¥ en qué aspecto. Queda por estableces cual es la estrategia comparativa a adoptar. «A veces el comparatists subrayard las similitudes, a veces Jas diferencias. Prestard atencién ¢ Jas diferencias en los contextos que son similares, 0... buscara analo- Bias en sistemas diferentes» (Dogan y Pelassy, 1984, 127). Paralels. mente se dan dos enfoques: elegir sistemas mds semejantes, o bien clegir sistemas mds diferentes*, En el primer caso el investigador compara sistemas «cercanos», es decir, similares en la mayor cantidad de caracteristicas posibles, lo que le permite dejar de lado un alto ni mero de variables bajo Ja cléusula ceteris paribus, es decit, decleean- dolas iguales. La presuncién es que los factores comunes de paises relativamente homogéneos (las Hamadas «areas», como Europa occi- dental, América Latina, etc.) son irrelevantes a la hora de explicay las diferencias. El ideal seria encontrar entidades similares en tods las variables excepto en una, es decir, excepto en aquella variable que nos interesa investigar. Por el contrario, en el segundo caso el investiga- dor relaciona sistemas que difieren en la medida de lo posible, en todo salvo en el fenémeno que se investiga. En el ejemplo de Proc. worski y Teune (1970, 35), si las tasas de suicidio son las mismas en. tre zunos, suecos y rusos (en verdad sistemas muy diferentes), enton- ces esta claro que el fendmeno no se puede explicar por factores sistémicos, factores que deben ser ignorados. {Est sltima, el most different systems design, es la estrategia recomendada por Przeworski y Teune (1970). Bien. Pero no entiendo por qué esta eetravegia debe aver. iamente consistir én xanilisis de niveles miiltiples» y observar «comportaientos a ‘un nivel inferior al de sistema> (iv, p- 34). Comparaci6ny método comparstivo a Hasta aqui no hay problemas. Pero el control comparado se re~ fiere a bipétesis generalizantes, a «leyes» (casi-leyes) respecto de las cuales el problema surge de las excepciones. Mas precisamente, quando y cudntas excepeiones matan una regla? El problema sigue jnuy abierto, y sino lo ordenamos entonces todo el comparar “tanto en su porqué cuanto en su cémo— corre el riesgo de nau- fragar Reglas y excepciones Repitamos la cuestién planteada en la siguiente forma: gen qué medida una regla puede soportar excepciones? El dicho comin de aque las excepciones confirman la regla no esta bien dicho; en verdad se debe decir que la nocién de excepcién presupone la existencia de regularidades; lo que no nos ayuda mucho. ; ‘Comencemos sosteniendo que si una Jey o regla es concebida adeterminfsticamente», entonces una sola excepcidn es suficiente para refutarla. Pero las leyes de las ciencias sociales no deben conce- birse deterministicamente, es decir, siguiendo la formula: si esta dada la causa entonces esta dado el efecto. No: dada una causa no es cierto efecto, no es conocido y seguro ex ante. En las ciencias sociales, siempre he sostenido (1979, 52), no es valida la determinacién causal, sino la indeterminacién causal. Aqui también se dan causas; pero cau- sas cuyos efectos no son «necesarios> como lo son en las leyes natu- rales. En efecto, estamos habituados a decir que nuestras generaliza- ciones, nucstras cuasi-leyes, son «probabilisticas». Si, a condicién de que se relacionen con el significado de probabilidad. Si se trata de probabilidad en el sentido estadistico y matemético del término, en- tonces estamos haciendo trampas en el juego, porque las leyes esta~ disticas son justamente leyes estadisticas; no leyes en el sentido que nos interesa, es decir, generalizaciones (regularidades) explicantes que implican un scive per causas, una comprensién fundada sobre causas. Supongamos que la duracién media de la vida sea de 66 afios, o que la frecuencia de los nacimientos femeninos es superior a la de los naci- mientos masculinos son leyes 0 probabilidades estadisticas que son verdaderas pero que no explican. Por lo tanto, cuando decimos que las leyes de las ciencias sociales son probabilisticas decimos sélo que son . Lo que no resuelve para nada el problema que en verdad debe resolverse: cémo considerar las excepciones. ‘2 Giovanni Sartor En la medida en que las leyes en cuestién no son deterministas, se deriva que una 0 pocas excepciones las debilitan pero no son sufi- cientes para refutarlas. Establecido esto, supongamos que nuestras le- yes son del tipo si entonces, donde el «si» est constituide ne por condiciones suficientes, sino (para seguir con el ejercicio mental en cuestién) por condiciones necesarias. En tal caso especificar las con- diciones necesarias es especificar cudndo se aplica una ley o no; y aumentar el ntimero de las condiciones necesarias es restringir su ém- bito de aplicacién. Para nuestros fines esto significa que las excepcio. nes estén en funcién de las condiciones necesarias en el sentido de gue son reducidas (climinables) agregando condiciones adicionales. La ley de Galileo sobre le cafda de los cuerpos fracasa en la pracha experimental si no se circunseribe con la condicién «caida en el va cfo». Por lo tanto un primer modo de afrontar ¢] problema de las ex. cepciones es reducir el 4mbito de aplicacién de una ley precisando mejor las condiciones. Otra manera de proceder es reformular una ley de tal modo que se puedan incorporar las excepciones en su misma formulaci6n’®. Solamente después de haber seguido las dos es- wategias hasta agotar sus posibilidades, una ley puede ser salvada ex- plicando las excepciones con argumentos ad hoc, circunstanciales". Pero en ningun caso una ley puede ser declarada «determinis- tica ... con las excepciones mencionadas» (Riker, 1982, 761). Inconmensurabilidad y generalidad Vayamos a la objecién de fondo: es en verdad posible compa- rar? ¢Existe de verdad la parangonabilidad de la que hablamos? Es parecido a la objecién que se hace al traducir una lengua a otrz. Se- giin la maxima los traductores son «traidores». Claro que, en algdn sentido, lo son. Cuando me traduzco a mi mismo me reescribo. Pero también he encontrado traductores que mejoran el texto que tradu cen, Si traducir es en alguna medida traicionar y en cierto modo re- "© Ambas estrategias son ilustradas con referencia « las eleyes> sobre la influencia de los sistemas electorsles en Sartori (1984, 16, 1, e passim). "Bn terminos generals sigo a Lakator (1970, 116), para el cul una teoria Teé fa sifieads, y entonees debemos rechazarls, sti ¥ solo «i otra worin T' ha sido propuests ‘con las siguientes caracteristicas: 1) T'posee mayor contenido empirico que T... 2) T exglicn lento precedente de. 3) pate del conten emptizo de Tet cotrobo Comparacién y método comparative 3 escribir (reconcebir), Dante suena bien en inglés y Shakespeare en juliano. En resumen, traducit como creacién de auténtica equivalen. tia es dificil pero no imposible. En le actualidad esta en auge la tesis de la , bien ejemplificada por Lipset (1956), que esvudia justa- mente una edesviaciéns dela ley de hierro de la oligarquia de Michels, ae Giovanni Satsor caso, aun tratindose de un caso crucial, no basta para confirmar ung generalizacin (aunque aumente su plausibilidad) y tampoco alcanza para refurarla (si bien la debilita). Pero mantener la distincién entre case study y comparacién no implica en modo alguno que esta iil- tima sea, heuristicamente, superior al primero. Sdlo establece que cuando se llega al control del conjunto, entonces la comparacién es util. gEs til, o deberfa ser titil? Ya en la segunda mitad de los afios se senta Verba (1967, 113) se preguntaba: «gpor qué con tanto movi- miento, ha habido tan poco movimiento hacia adelante?». Y respon- dia: «en parte la respuesta se encuentra en lo aspero [ronghness} del problema». Si, pero sélo en parte. La respuesta entera es que justa- mente porque la comparacién hecha seriamente es tough, es diffcil, precisamente por ello una disciplina sin disciplina légica, metodolé- gica y terminoldgica naufraga répidamente. En los“mares cerrados se puede navegar atin a ojo. Pero en los mares abiertos —los mares de la comparacién— quien navega al azar y sin bréjula corre el riesgo, en cada momento, de naufragar. Se nos dice (Jo recordaba al comenzar) que la politica comparativa no consiste en comparaciones. Al mismo tiempo nadie nos explica (probablemente porque la «nueva metodo- logia» ha perdido el logos y casi se reconoce sdlo en Ja estadistica) cémo considerar peras y manzanas y todavia menos el perro-gato. El inds reciente Verba (1985, 28) se consuela escribiendo que «en reali- dad las cosas van mejor... pero el progreso no nos basta nunca, y el progreso crea nuevos problemas y nuevas frustraciones»; y por ende si sla politica comparativa es, y ha sido, desilusionante... Io es en rela- cién a las esperanzas... originarias, no... en sus resultados efectivos» No, no estoy de acuerdo. Verba exagera en la absolucién, Claro que tampoco yo debo exa- gerar en la critica. Mis reservas se refieren en particular al desarrollo de la ciencia politica en Estados Unidos, y a la absurda distincién —mencionada al comienzo— entre americanistas y comparatistas, o mejor a la absurda interpretacién que ha resultado de ello. En Italia Jos comparatistas multinacionales, por asi decir, no son legiones; pero casi todos nuestros politélogos son «implicitamente» comparatisus en el sentido de que sus parémetros son comparados. En segundo lu- gar, y en general, mis erfticas se refieren especialmente a la infra~utili- zacién del método comparativo. No sostengo —seria absurdo— que no se realizan excelentes trabajos de amplia y explicita comparacién Tal es hoy, por ejemplo, el estudio de Jas crisis democraticas o, a la compericién y método comparative 7 ‘ 1s procesos de democratizacién *, Pero también en los aie & resbatle la formulacién de las hipétesis, cuando se hace, wCuimida y el control comparativo es siempre suavizado. ;Qué penal Eon un minimo incremento de conciencia y de seguridad metodolé- (Ges podtiamos hacer macho mas, Los frutos estén a la vuelta de la Eiquina. Por qué no cogerlos? Referencias bibliograficas > Imond, G. (1970), Political Theory and Political Science, ahora en Politi~ Almel Development: Esays in Hennstic Theory, Boston, Litsle, Brown 8 Co, sendix, R. (1963), Concepts and Generalizations in Comparative Sociological vet pelts en «Ameren Socologcal Review™, NOVI, pp. 932-39. — (1964), Nation Building and Citizenship, Nueva York, Wiley. Trad. esp. 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Se difunde la metodo- Problemas intrinse- | | cursos financicros, el andlisis | | Problemas intrinse. caso. (Camp- ciclo de javestigacin» | | logla de los cuasi-experi- costs aportaci6n a a | | insesivo de pocos casos puede | | cox El cocnral cy sel, taure los disuacss tipge | | mentor y dela esos is- formation de cons | | ixtane de pocos saves pueds | | con Ele pe (Bkocpal y Somers) Gace terumpidass tafe rapes at ental es imposible soras dela tic| | 2. Posterioves justificaciones | | 2. Caso ejemplar de andli- SP andlisis superficial estadistico | | para I 2. Msi “ 7 los ernudion os : fs mayor parte som dee | | dein pegutno Sis de sects Miseens inte in mis | | de muchos casos» (Lijphart de los ter lon ip: lors phar mas de poll polog de Lile-| |. Ferséeuir un «enfoque | | rrumpidss: dl escudio de 1971, 685). tica comparada. dios de. caso) configurative discipli- | | Campbell y Ross sobre los eee Bee Stat) See eke Ro des elaine doe leas inerinsecos: bil ca- ci frond y Genco ee Tipos de estudio de| | pacidad de confronear exp : George) 2b, Belarc problema det || Fn codificncign de Ia eas0: Sone ternative pei Método estaditico 3. El process tra Tesfiggmienso concep | | See tn eae as a eee eerie! | merece sndite al] ) Teck lowes | | Bones OO — interpretativos ee fn los estudios miento de la Sdescrip- | | rimentos. eentadores de i | | Sotcome pois Sterediose. a ce Ceorge] | fers dccolarensen | | ner eriadition pro. evs : —aumento del némero de ca- 7 snterpretaiva (Geers y Bema del selection bie: en —mtencién a los casos que se | | problemas intrimecor + CotGuclin de] | 24. Berscguis Ie profundi-| | (Achen) compara Limites de tiempe y jos esrudios de| | dad apalition del enfo- : i —reduccion del mimero de} | de recursos hacen di, gasegn Heer: we scase oriented» ‘Método estadistico. estudio de casos variables ficil recoger informna- Dees = deviants 1. combloando lap voriabl coger ink Inscién de las] | 5. Ngobos debates sobre la| | Nucoas canielas y nucoar as variables | | ciones adocuadss so- or Jolicidn del probleme de | | solactoner comming i epable || nes ard yor soe delprhlne 4e) | ha cad simonioeas ne efits to Tagore eladtice dele sal Blctargo a an mayor | | prictica comin etsditen Znimore de casos se oe | | fn ls cancise sociales (Fre FIGURA 1.—Método comparado segiin Lijphart (1971). tiene, pero también se | | edman). 3b. Discusin entre el re- [ bakery prenee al analisis oe : ee oe fusso ncusen compar | | conun N pequenc males = todo estadistico posce la ventaja, débil pero mas preciosa, Blary alvecurro stzsos | |S. Caco Sjemplar de la e confroniar cxplicaciones rivales mediante el control estadistico; el contrastantes (Lijphart | | aportacién de otros estu~ problema es que con frecuencia no es posible recoger una cantidad dk Beene posietene’. |_| Genes del abilise coredis- datos fables lo suficientemente amplia como pars poder recunr a se. Ruswiy'shcgerciones | | ls'Snon'h pesto: este tipo de andlisis. EI método del estudio de caso tiene el gran mé- ara reducir el ndimero | | debate sobre neocorporats- rito de permitir al estudioso con poco tiempo y-recursos modestos gore’ teottan mis | | mice & Supa ooldenal analizar con atencién por lo menos un caso. No obstante, las posibi- fuertes. (Gangs, Serres, Jackman, che Paneson). * Sega Lijphartlo méximo que los estudiond i n ue los estdios de caso pueden hacer es dobiliter uaa ‘cori, Seguin este autor no es posible que un estudio de caso falefique una teorfa, | Figura 2.—Las nuevas perspectivas del método comparado. 36 David Colle lidades de un control sistematico de las hipétesis son, con much; més limitadas que en los otros métodos. A pesar de ello los estudios de caso han supuesto una efectiva contribucién y Lijphart nos ofrece tuna sugestiva tipologia del papel que han cumplido los diferentes ti pos de estudio de caso en la verificacion y en la construccién de lag teorias, proporcionando un excelente examen de los distintos modes en que pueden ubicarse los estudios de caso en una perspectiva com. parativa E] método comparativo, tal como viene definido por Lijphan, goza de un status intermedio entre las dos dimensiones consideradas Silo comparamos con el método experimental y el estadistico, ofrece un fundasento més débil para proceder al control de las hipétesis, sobre todo debido al problema de las muchas variables con un N pe. quefio, pero, siempre con la finalidad de controlar las hipétesis, ofrece un fundamento més robusto que el de los estudios de caso. En efecto, el método comparativo, aunque tenga el problema de disponer de més variables que casos, permite en cualquier caso la posibilidad de proceder a anélisis sitematicos, que, si se utilizan adecuadamente, aportan una contribucién a la confrontacion entre explicaciones al. La aplicacién del método comparativo obliga a recurtir a datos con condiciones mas severas que en el estudio de caso, pero menos estrechas que en una investigacién experimental o estadistica. Por eso Lijphart considera que el método comparativo es el adecuado para investigaciones que dispongan de recursos modestos y sugiere que esos estudios pueden ser el primer paso hacia el andlisis estadistico (Lijphart, 1971, 685). Lijphart, ademas de realizar esta triangulacién entre enfogues di- ferentes, trata de encontrar una solucién al dilema que plantea al mé- todo comparativo el problema de muchas variables con un N pe- quefio (Lijphart, 1971, 686 y ss.). Sus respuestas afrontan el dilema desde ambas vertientes. En lo que se refiere al reducido nimero de ca- 505, si los investigadores se detienen antes de alcanzar un estudio esta- distico, igualmente pueden aumentar el mimero de casos y entonces ampliar el ambito de la comparacién con el fin de controlar las hip. tesis. En cuanto al gran ntimero de variables, Lijphart ha sugerido dos enfoques. En primer lugar, los investigadores pueden concentrarse en «casos comparables», es decir, sobre casos en que: a) se mezclan mu- chas variables que no son centrales para el andlisis teniendo asf nr aine por Almon y jencionados antes, «por con G 77) y el tipo de estudios, mencion: > PO Se aa (omo Tos definieron Skocpal y 8 ne Pe a sutores que recurren a la comparacion 201 so pert ms es las conclsiones de su investigacion. wi Comparative Method, de Charles Ragin (1987), eplors oto a> 7 fateresce en su andlisis de la orientacién «holisti EE oe eae a In investigacin corientada al caso» y de los comple- oe ie von de ln ccausalidad coyunturals ~—es decir, de los mo pe fanenés PEP ara Ja préct ir el andlisis Ips causales que varian segtin el contexto— a los que son bastante a jue varian segtin el x lo nis sensibles los estudiosos orientados 2 un enfoque configurativo. as a cada ha fa- ltimo, el gran éxito intelectual que en la wltima década h: cone cas del andliss hietorico comparativo ha tenido un veel importante en la legitimacién del recurso a un N pequetio. Los Paegros de este enfoque han sido Reinhart Bendix (1968) y Bariog, Pio oore (15 fiadieron después Jeffrey Paige (1 fon Moore (1966), a os que se a ads rey Page (1972) eer ear See nes etal En el ambi de tos eatudios la forma especial de andisis varia de manera coneidera~ ble como se sugerfa en la tipologia de Skocpol Somers ctada an- y se desplaza desde el conteolsistematico de las hipétess hasta tina interpretacion cuidadosemente contextualizada dentro de un aa onceptwal comparativo, En conjunto, sin embargo, estos es- fudios tienen en comin una orientaci6n hacia la comparaci ae tiva sistemdtica, que con frecuencia abarca un cierto mrimero de uni dades nacionales y suele analizar cada caso nacional harance wn determinado periodo de tiempo. En este terreno la investigasion vin cula estrechamente wna meditada comparacién con una co nideracion del convexto historico; de tal manera que I investgaciOn responds 2 tun interés més amplio por buscar nuevos caminos para « jencias sociales». ; UeuEE HEI oetren realidad esta tradicién de investigaci6n ha servido para demos- trar Ja viabilidad de investigaciones comparativas reali una manera muy creativa esta 7 A weces la adescripcién densa» se confunde con una mera «descripcién deta- io que piensa Gesre, ao ere arene oo ede Calley Cole (190. " a David Colig niimero de casos relativamente reducido. Estos estudios han presi de manifiesto que una investigacién efectivamente comparativa pred, ser sensible a la diversidad de contexto y que la comparaci6n sistem. tica de pocos casos puede producir buenos resultados. Los intentos destinados a codificar estos procedimientos, como los incluidos en Comparative Method, de Ragin, han reforzado posteriormente |, idea de que son plausibles los estudios con un N pequeso, entendi- dos como momentos intermedios entre los estudios de caso y las in. vestigaciones estadisticas. Muchas variables, pocos casos Las diferentes soluciones al problema de «muchas variables y un N pequefio» han sido el aumento del ntimero de casos, la eleccién de casos comparables y la reduccién del mtimero de variables. En torno a cada una de estas opciones han surgide importantes innovaciones y debates. a) El. aumento del niimero de casos. Una de las propuestas origi- nales de Lijphart para resolver el problema del N pequefio ha sido el aumento de ntimero de casos. ¢Como evaluar esta recomendacién a la luz de las posteriores justificaciones, que hemos discutido antes, destinadas a limitar el andlisis a relativamente pocos casos? En parte, por el cambio del clima intelectual al que ya nos hemos referido, no se ha producido entre los investigadores la tendencia a ampliar el ni- mero de casos. Por lo tanto, la investigacién més reciente ha desmen- tido las expectativas que habia de que los estudios con datos cuantita- tivos sobre un gran mimero de paises alcanzarian una importancia predominante. Robert Jackmann (1985) insistié acertadamente en el hecho de que la investigaci6n estadistica comparativa ha tenido més éxito del que se reconoce normalmente. No obstante, no cabe duda de que, para bien o para mal, ni Ja investigacién internacional cuanti- tativa dentro de la politica camparativa, ni tampoco el Hlamado enfo- que QIP (Quantitative International Politics) en el dmbito de las re- laciones internacionales han logrado ocupar en sus respectivos terrenos la posicién dominante que muchos preconizaban. Como sucede con frecuencia, la reaccién quiza haya sido exce- siva. Quiza hoy los especialistas de politica comparativa son men capaces que hace yeinte afios de Hevar a cabo un anélisis comparativo Se tivo: dos décadas de cambios 6 imérode compar a ive 4s, no cabe duda de que Ja orientacién cuantitativa cuanto en apes OSando muchos investigadores se han dado ha eafdle GP ran cantidad de tiernpo que hace falta para recoger to- WE, datos necesarios —y con frecuencia mucho mais all de los x- dor lCjmicntos profesionales que podrian proporcionarles ~~ Pero cone ry enfoque comparativo cuantitativo se ha visto dafiado por adem on de demasiados estudios en los que los conceptos opera- publicaerjos tenfan una dudosa validez y las hipétesis sometidas a cloned eran débiles, poco convincentes o igapropiadas (Ragin, 1987, ° cap TV). 5 caso se puede decir que el haber desaprovechado las bue~ oto coe rd cialis deren as ¢P oro lo fue la euantificacién prematura. Ese tipo de investiga~ cron suede ser eficaz para afrontar temas analiticos importantes, cin Picmuestra el interesante debate sobre el neocorporativismo y Come erento econdmico en Europa occidental, del que se trataré o ectdante y que se basa en el andlisis estadistico. Ademés, el poder Toponer de sucvas téenicas estadisticas —a las que me referiré més “pera ha hecho mischo mas fecundo un andiss euantitasive con we Nentre 12/25 casos. Por Jo tanto, todavia sigue valiendo le pena per Nir la ampliacion del nvimero de casos, tealizando otros inte esta direcci6én. : Bee aarcidn alos casos comparables, La propuesta segsin Be cual invenigadon deberia excoger casos comparables se ha reforzado, pero también se ha puesto en discusion. A mitad de los afios setenta Lijp- far volvi6 a aualizar de nuevo las implicaciones reciprocas entre Ohjetivo de aumentar el nmero de casos y el de seleccionar los catos de manera que se acercara el control estaditico(Lijphar, 1975), Evi dentemente, si se deben seleccionar casos a sil fae sen cual sea el significado que se quiera dara la noci6n de «similar», czprobable que el numero adecuado de casos se reduzce Respecto @ este trade-off, Lijphart opta por la seleccién ae i cap le a mriero ain menor de casos asi continu esta via de reducir ls apli- Cacion de la categoria «método comparativo» los anilisis que se Concentran sobre un pequiefio mimero de easos confrontados cuida- dosamente. Esta postura recuerda un punto de vista muy aneeerc fn el cual el méted comparativo es el método del «parangda con- Molado» (Eggan, 1954). Mas recientemente, Arthur Stincheombe (1978) hs ido mas alla en exta linea, propugnando la investigacion tomparada sobre poquisimos casos, confrontados de man; cuenta “ David Cott, cuidadosa: un enfoque de la comparacién que define como «analogiy profunda» (deep analogy). Przeworski y Teune (1970; Przeworski, 1987) han Propugnado |, estrategia contraria. Segtin estos autores, incluso con una atenta selee. cig de los casos en el disefio de la investigaci6n definido como < sistemas més similares», sigue existiendo un problema de «supra terminacién>, dado que este diseiio no elimina muchas interpretets nes rivales, privando al investigador de la posibilidad de escoger omy ellas. Estos autores, por el contrario, proponen un disefio de la inves. figaciGn sde los sistemas més diferentes», basado en una serie dee sos lo més diferentes posible, entre los que el investigador identifi Procesos andlogos de cambio", Mas recientemente Przeworshi Kt sugerido" que precisamente la fuerza de este disefio de inves igacic esti, junto a otros factores, en el origen del gran éxito de la recieut literatura sobre la democratizacién, uno de euyos mejores ejemples es el volumen de O’Donnell, Schmicier y Whitehead (1986), Pree worski sostiene que esta literatura afronta una gama tan extensa de casos que los investigadores se han visto obligados a destilar de cx diversidad una importante serie de elementos comunes que han de- mostrado poseer un gran poder explicativo. Esta discusi6n se puede ubicar adecuadamente reconociendo la re Intividad de Ia nocién de «similar» y de la de «diferentes. Un par de casos que desde un determinado punto de vista resultan estrecha: mente emparejados, desde otra perspectiva pueden diferenciarse nots blemente. Mi investigacién mas reciente (Collier y Collier, 1990) wa, liza ambas estrategias partiendo de una serie de oche paises de América Latina, abordables en una primera aproximacién con una se, He de variables. Entre esos ochos paises pasé después a analizar las pas rejas de pafses que son lo mas diferentes posible. La primera fase ses asegura que se trata de contextos de anilisis por lo menos parcial, mente similares; en el curso de la confrontacién por parejas el andlisis if concentra en procesos paralelos de cambio, puestos de relieve por las fuertes diferencias existentes en los contextos respectivos. El debate entre disefios de investigacién con sistemas similares y diseftos de investigacisn con sistemas diferentes tiene importantes im, Plicaciones para el status de los estudios de areas y también on este 2 Estos dos dsetios de inventigacin corresponden, respectivamente l método de In diferencia yal mérodo de la concordancia de John Start Mil Gessy * Comunicacion personal de Preeworski al stor ior 65 elmétodo comparativo: dos décadas de cambic nn dos direcciones. Hace algiin tiempo Rustow 80 ae heclans favonsble a una superaci6n de los estudios de area; Gothodo que muchos estudiosos estuvieron de acuerdo en la conve: ae teia de elegir los casos en funci6n de los especficos requisites ana Ihicos de determinados proyectos de investigacién, en vez de hacerlo enbase 2 la contighidad geografica, que en el mejor de los casos slo jpone una aproximacién débil a una seleccién analitica de los casos. SPD todos modos, por miltiples razones, los estudios de érea co suyen hey on eee on gran expansion, Important temas de ves. jci6n se presentan en grupos de paises que pertenecen a una mis: ae ence crteteeeaoe feces gfe cee del Exaremo Oriente 0 de los estados burocrético-autoritarios de América Latina. Lainvestigacién sobre estos temas puede reforzar la orientacién hacia Ios estudios de rea. Ademés,el debate sobre que tienen precisamente ese objetivo: usar una teoria fuerte que sirva para reducir el mimero de factores explicativos a considerar Es interesante destacar que el disponer de una teoria mas fuerte no silo permite eeolver el problema del N’peguetoy sino tambin ls problemas de la investigacién estadistiea cuantitativa. La necesidad de recurrira proposiciones més bien precarias puede llevar al investigador sinverir preferontemence na verdent dela eora ena bdrguoda de nuevos temas, més que a seguir buscando modelos estadisticos para fe- némenos comple como a causldad reeproca. Los nuevos tomas gusden proporeionar incluso una base teériza para spodelos causes més simples, pretendiendo menos de las técnicas estadisticas ". Si cabe afirmar convineentemente que éste puede ser un fecundo avance para los estudios cuantitativos, no hay raz6n para no esperar que tambien resulte de ayuda para los estudios comparativos con un N pequeio. Bata sugerencia me viene de conversaciones con Mersil Shanks, — 66 David cotiy | ‘Una exigencia posterior, conectada con ésta, consiste en una ma. | yor refiexién sobre la formaciGn de los conceptos. Aparte de la in portante contribucién de Giovanni Sartori (1970, 1971, 1984; Sarton Riggs y Teune, 1975), los trabajos anteriores de Mc Kinney (1966) y Kalleberg (1966), y un articulo més reciente de DeFelice (1986), trata de un tema relativamente desatendido. Los especialistas en p tica comparativa no reflexionan lo suficiente acerca de si les sitvey bien o mal los conceptos y las categorias que utilizan; y sin esta refle xi6n no tienen manera de saber si realizan las opciones adecuadas ai perseguir la parsimonia teérica. Por fortuna las aportaciones mas recientes en el campo de las ciencias cognitivas nos han proporcionado muchos aspectos micves sobre los procesos de categorizacién y construccién de modelos. se | presenta asi una excelente ocasi6n para recurrir a estos aspectos con el fin de refinar las téenicas analiticas utilizadas en el campo de la po. litica comparativa. Esas sugerencias pueden sacarse de la gran sinxesl de las aportaciones mas recientes en las ciencias cognitivas, realizada por George Lakoff (1986). Un ejemplo de aplicacién de estas adquisi- ciones es el desaffo de las ciencias cognitivas a la «categorizacién cla. | sicar del tipo de! utilizado en el trabajo de Sartori sobre las categoria | y los conceptos. En su texto Sartori se refiere a las propiedades defi. nitorias de los conceptos y a la relacién inversa entre la intensién de un concepto (significado) y su extensién (los referentes) (Sartori, 1970; 1971; 1984). La actual ciencia cognitiva sugiere que esta forma de andlisis conceptual no llega a dar cuenta de cémo funcionan los conceptos en realidad y que en cambio el andlisis de los conceptos es | més eficaz cuando se centra sobre el modelo cognitive subyacente al concepto, sobre la tendencia de los conceptos a difuminarse uno en el | otro en ver de presentar perfiles definidos nitidamente y, correlatva- mente, sobre el papel de los casos «ejemplares» en el anclaje de los | conceptos. Es casi seguro que formas nuevas y més eficaces de anili- sis conceptual produciran una sintesis de estos dos enfoques, sint que hoy por hoy esté sin definir. se Las investigaciones cuasi-experimentales El método experimental ofrece un excelente conjunto de procedi- mientos para decidir entre explicaciones rivales. Tales procedimien- tos, sin embargo, parecen poco importantes para la mayor parte de smtzodo comparativo: dos décdas de cambios 7 igaci de politica comparativa. En todo caso, en la litera- Jas inves ee Cfariantes del método experimental podemos encontrar twa oe aspects importantes que pueden mejorar el recurso a anilisis auevo* arwos con un N pequefo. Sin duda, la obra més influyente ha oho el clisico anilisis de Campbell y Stanley (1963), que muestra " ible aplicar la légica de la investigacién experimental a ees Ee cacae 1 o sea a los estudios de observacion sobre los Muier evento u opcidn parangonable a una intervencién experi- crenual, pero que se desarrolla en un contaxto «naturale. Un ejemplo mela set la evaluaci6n del impacto de una nueva politica publica Pom objetivo de investigacién que puede parecer simple pero que carn mumerons dificulades, seu mpbell y Stanley subrayan la gran importancia que adquieren ca ee eiperimenos lor dsefog de inveotgecion basedes en oe Sis historicas interrumpidas, en las que el investigador analiza una larga serie de observaciones realizadas en el tiempo; ds tal manera gure valor dels variables observadas se examina no slo inmedita rnte antes y después de un cambio de politica o de otra innovacién, metambién mucho antes y mucho después, En su libro (Campbell y Stanley, 1963, 38) encontramos una interesante representaci6n gréfica gue muestra {as discintas siruaciones en que una larga serie historica, gel intervalo entre dos puntos concretos, puede sugerir erronea mente la existencia de una regularidad en el cambio, La representa- Gon gifs indies que se observan ls series histéricasenteras tipo de cambio sugerido por las dos observaciones es claramente dis- torsionante. Los autores concluyen que las inferencias causales sobre cl impacto de los acontecimientos discretos pueden ser bastante arriesgadas si no se dispone de una amplia serie de cbservaciones. : Camobely Stanley han nfide mucho vbr os edionos fe oli arativa que trabajan con un N pe jue se plan- wan coacimubanenteinterroguntes acer del fmpacto sobre determi nnadas politicas publicas de acontecimientos como guerras, revolucio~ nes o golpes de estado militares, Dos procesos hn contribuido posteriormente a difundir estas ideas. La siguiente investigacién de Campbell, sobre los efectos de la limitaci6n de la velocidad en los ac- cidentes de carretera —publicada con Ross (1968)— ofrece un sor prendente ejemplo de aplicacién creativa de un diseio de investiga- Gién cuasi-experimental 2 un caso importante de anélisis de una politica ptiblica. En efecto, segiin Przeworski (1987), estudios cjem- plares de este tipo suelen tener una influencia real bastante més im- 68 portante sobre la préctica de la investigacién que los intentos f les de «codificar» una correcta metodologia we caso coneteto ae siderado por Campbell y Ross es, a primera vista, més bien simple cuando en los afios eincuenta el estado de Connecticut comenzé , perseguir con severidad los excesos de velocidad y los muertos . accidente de carretera disminuyeron claramente, la relacion de ae a efecto entre los dos fendmenos parecia obvia. No obstante, Camp. bell y Ross realizan un apretado andlisis de las potenciales amenazas 4 Ia «validez interna» (fue asi precisamente como ocurrieron las ay en Connecticut?) y la . En ef eto, s se com sera globalmente, el uabsjo de invest gacién producido por los ieogeiicas de hecho no se acumula (6 bien es la fuente de cants reciosas informaciones sobre este 0 aquel proceso politico, sobre fot 0 aquella institueién politica). Con la excepcin del periodo con- siderado (la edad contemporanea), las fuentes utilizadas (en general, mis que el archivo se trata de datos de survey, series estadisticas, ere) y Ia eran especializada propia de una diferente parroguls acadé- hice los ideograficos realizan, en realidad, un trabajo idéntico al delos historiadores 2 rupo de cientificos politicos, mucho mas restrin- gido qu cl primers, cod compuesto por los tedrzos En el elab muy exclusivo de los teéricos encontramos, por ejemplo, los cultivadores de teoria de la eleccién racional, de teoria de los juegos, de teoria del poder, de teorias sistémicas, etc. Se trata de estudiosos interesados ex- clusivamente en «hacer progresar» la teorfa. Resulta interesante an elhecho de que si los ideogréficos se encuentran a miles de millas ‘ esoadion aplicadone (as policy sien * Una subcategoria ex proporcionada por los sees aplicados» (ls - ce son alas aud, NO obstante os entiog splcnostprcsenen slo wa fia ind totl de le invegaconeseogetean a nspirad eos repos de flea poli. Mache inverigcionce eon o sm, en ee sented, edo ‘plead. En lo qe aa los posible ston prccs de investiga sl iin al megs plate, ol made mole umn, on verde pr dlingenicisc. Sobre la ingenierta politica, vase Pasguno (198), Parguna compare ator echo agenteseacsy sedcl Humaine On ias lence socal, ene Pe teblanco (19899), a Angelo Panchians, de distancia, los te6ricos se corresponden exactamente con la image, que del cientifico politico transmiten los manuales. En efectontt, Seéricos no someten generalmente sus teorfas al examen del ment empirico. Lo comin es que se limiten a usar ejemplos empiricos que sirven como ilustraci6n de la teoria, A diferencia de lo que ocurre en el variado y vasto mundo de ly ideogréficos, en el més restringido mundo de los tesricos hay acum: letividad del saber (pensemos por ejemplo en el, hoy, amplio cuensy de la teoria de la eleccién racional’, 0 en el caso de la veoria del re dex) pero hay, por el contrario, poco control empirico, Se debe notar que la relacién numérica entre ideogréficos y te6. cos en ciencia politica es diferente de Ia que se da en la ciencia coord. mica. En economia existe un mayor equilibrio entre los tedrieos y Ing ideograficos (frecuentemente considerados por, los primeros come estudiosos de serie B). Ello ha creado en los cientistas politicos (com, én los socidlogos y antropélogos) una imagen tal vez distorsionads de la ciencia econémica y complejos de inferioridad que, por razone, que consideraré mas adelante, no tienen a mi juicio razon de ser 3) El tercer y dltimo grupo de cientiscas politicos esta integrado por los comparatistas. Se trata de un grupo atin mas restringido que el de los teéricos. Los comparatistas se ubican a mitad de camino entre los ideograficos y los tedricos, en el sentido que conjugan un interés sustancial (por los procesos politicos estudiados) con un interés por la teoria (quizé s6lo porque la comparacién recurre a cuadros tebricos —frameworks— generalizantes). Por esta razén ellos también son, muy frecuentemente, el anillo de conjuncién entre ideograficos y tec. Hicos. En efecto, estos dos grupos no se comunican entre si, siendo sus intereses cognoscitivos diametralmente opuestos. En cambio los com, aratistas se interesan por comunicarse con ambos: estan interesados tanto en los «estudios de caso» con propésito ideogrifico, donde el caso estudiado por el politslogo ideogréfico (y por el historiador) es considerado entre las «unidades» de la investigacin comparativa, como en los trabajos de teoria pura, por lo que pueden ofrecer on ter, minos de modelos, generalizaciones, cuadros tedricos, etc. Los «estudios de caso» theory oriented, ditigidos al control de ® Wease Rusconi (1987) para un uso persuasive de estos modelos en el anilisis ox plicativo de un ease histéric. iw 8 saci y explication cons E i snos por afinidad, junto a las sas generates, pueden ubicarse, al menos por afi oa ls jgaciones de los comparatistas (si bien se admite que la one ines Etble: en muchos casos es dificil trazar una linea clara de de- able: en mucho: ; # oPitfon entre estudios de caso theory oriented e investigaciones seein ent sJeoeraficas). i ii st ina divisién aturalmente, en tna ciencia social donde no existe w Mibujo institacionalizada, o en cualquier caso rigida, se pueden de meit los limites entre los grupos. Por ejefaplo, en la produccién fica de algunos de los més ilustres cientiticos politicos de la cemjuerra encontramos tanto trabajos ideograficos como trabajos res 0, por ultimo, investigaciones comparadas y estas de caso tory oriented. Pero si observamos la produccién esténdar c ee politics, la triparticin indicada deberfa ofrecer un cuadro fotante realista de la situacion. fo importante es no saltar inmediatamente a las conclusiones y ee la pregunta «por qué se compara tan poco?» os ndo-respuesta del tipo: se compara poco porque los ideorificos Migs tebricos representan, considerados en conjunto, la casi totalida Jelos cientificos politicos y, por razones diferentes (més bien opues, tus), n1 las unos ni los otros poseen un verdadero interés en eleontrol empitico de hipotesis generalizantes. Se trataria de una pseudoexpli saxon porque esta extraida directamente del criterio (intereses expt «is 0terices) con el eual se hizo la tripatcin. El verdadero problema casiste en explicar por qué las dos catogorias de los ideogrations y ielos tedricos, I primers en particular, estén tan densamente pobls disque agotan cas la totalidad del campo (la comunidad politolgics internacional, de tal modo que l kim a de los comparatetas, ter sina por see, bajo el perfil numérico, una especie de ceniienta, categoria residual (si bien dotada de cierto prestigio académico). Saber nomolégico y explicaciones locales i é, a pesar de todas las «re- | primer problema es explicar por qué, a pes whicibnes cietificas» aque, segin los mantales, han ovurrido desde comienzos de Jos afios cincuenta, la gran mayoria de Jos cienificos politicos continua estando constituida por estudiosos uc parece burlarse de los «objetivos superiores» de la ciencia y se limitan a a 86 Angelo Pasig tudiar el sistema politico estadounidense en la ultima dé ee tido Comunista faliano, la democratizacién en uno on 8 del este europeo, la politica publica de los transportes en Fran? politica industrial en Italia, ete., por qué consideran a todos eset jetos importantes por si mismos y no por la contribucion ques” tudio pueda ofrecer a la «acumulabilidad> del saber politolégice Es el problema central. ¥ no sélo en ciencia politica pia excepcién de la economia siempre encontramos una mayoria de id, eon en las otascencias sociales, desde la socilogts aa iio ja. Por qué sucede esto? El enigma representado por la exists de una indiscutible mayoria de ideografices puede ser resucke woken evitamos considerar seriamente los manuales de ciencias soci, cuando cuentan la fabula segtin la cual el objetivo principal de ut’ ciencias consist en contribute al crecimiento de un corp ee 145 terico ge Si damos este paso nos damos cuenta que los ideogréficos tien raz6n sobre un punto fundamental (si bien se equivocan sobre om aspecto fundamental, al cual me referiré después). El objetivo pring. pal de las ciencias sociales no es en efecto contribuir a la , sino por matemdtica. En gran medida, los desarrollos de economia (piénsese en el imponente corpus eeérico que ha crecido psomo al problema del equilibrio walrasiano) se deben a economis- Gmatematicos muy poco interesados en aplicar sus sofisticados Sodelos al andlisis de los fenémenos econdmicos. Gran parte de es- x modelos no se han aplicado jamés al estudio de la vida econémica yiampoco se espera que suceda, Las razones de este divorcio entre Jeoria» y andlisis empitico son fundamentalmente las mismas que jotivaron a Viliredo Pareto, despues de haber ofrecide una contri- fuci6n crucial a la economia marginalista, abandonar la ciencia eco- némica e incorporarse a la sociologia. ‘No obstante la interpretaci6n «realista» (predominante entre los economistas) de las teorias econémicas (comenzando por la teoria del equilibrio) parece acertado, al contrario, su cardcter —como habria dicho Weber— de «construcciones utépicas», su naturaleza tipico- ideal (Aron, 1939; Von Hayek, 1941; Machlup, 1978; Bell, 1981). De aqui deriva, en gran medida, la dificultad de analizar los procesos econémicos > utilizando un modelo de actor demasiado pobre (Si- mon, 1957; Sen, 1982; Hirschman, 1985) o de explicar el fenémeno wi > Mas que el frato de un encuentro sparentemente logrado entre economia y cien- cia polities, el Exito actual de la political economy podeia ser interpretado como el ecto de una reaccidn contra el divorcio entre teorias y modelos econdmicos (siempre tnis sofisticados) y explicacién empirica. La earacteristica de la political economy es operar con modelos més rudimentarios que los propios de la economia pero no obs. tinte (6 quizé debido a ello) mis féeilmente usiizables en el estudio de los casos empf 90 Angelo Pane fundamental que tod: | la ciencia social debe poder expl (Hirschman, 1971; Kaldor, 1972; S Jeo) Part no hata | , 1971; Kaldor, 1972; Salvati, 1987) io | perdurables'dificultades relacionadas con la “nisin coer el | nomi y macroeconomia (el problems, hasta shors irresueho, pe | Sor ene implica legitimas dudas sobre l aleance emt | sco de wx expli de los fundamentos microeconsmicos cy), | Si las cosas estén asi, los poli 6ri / : as estén asi, los politélogos-te6ricos hacen muy inten: seguir de nuevo las nulls de I clencia cconémice, Ta | > iferencias entre fenémenos econémicos y fenémenos,.” | soos son tales que el nivel de rigor aleanzado per Poa al sia es inalcanzable en cienca polities (donde no existe nada poe ble al marginalismo, a a macroeconomia, ete.)” como, rea todo, porque reproducir la separacion entre teria y andlisis oxen que se hace en economia es de cualquier modo pernicioso, Frain todo en et con eee lees eri ater sn ila ln gh, anton ere ier emits aap monn ein Cet Soli aen hcg bones oe ery ne tice es de mds ardua solucién. Faltendo un sistema de parémet a a pra vey uy wits ever de tes SoS Zane en | srg chen scone elk Se Stem Gopees ek | Se ete yre abierto el problema de sila reconstruccién | ‘elite por lebsradorcomeponce nals loge selsemason sicamespe | : 7 En un ensayo de 1939 dedicado a una confrontacién entre | i gorthr dee pone sonar tu cin aon alge reece +s tales como para hacer imposible la elaboracid: rcaeorts de la pollteas paran. Sia pelabeene ip tr aaron ipa kuin = paca tanetta soe embed ru sloge media a comnne (en pocion y xpos a de Ia economia puede adoptarse —pero sin imttiles imiracio- 1S10 la ldgica de la explicacién (el método individualistico-ana- que yo conozca, contra las recurren- leo), jones holistcss —piensa sobre todo en el fancionalismo y i jgonas versiones de la teoria ‘sistémica— de la ciencia politica (asi a ia sociologia y de la antropologia) (Boudon, 1977; Leonardi, cont Gambetta, 1989). Sostener que el saber nomol6gico no consti Mn fin en si, sino un medio para el andlisis de fen6menos politi- °Mpstrumento para abordar explicaciones locales *—, es el Gnico faodo de no acentuar el divorcio que tradicionalmente tantos lamen- srentre «investigacin empiricas y «teoria». os on #7) la Gnica posible barrera, pivisiones disciplinarias y comparaci6n gj las afirmaciones hasta aqui hechas poseen alguna plausibilidad, saronces el grupo de los comparatistas, si bien débil, desarrolls, en la aia politica, un rol crucial, A ellos en realidad es « quienes corres: ie ln tarea de valorizar tanto el trabajo de los politélogos ideo ouficos (indispensable base empiria de ls jnvestigaciones compare, Bx coma el de los tedricos (la reserva de saber nomologico que poporciona al comparativista los indispensables modelos y cuadsos Moricos). Sin embargo, no nos podemos quedar en este punto En 7 Waase la distinciSn de Boudon (3984) entre modelos (o ccories formales) que consis J nan el suber nomolégico disponible, y corks empiceer punto de set Uepliciciones elocalesy. Dos son las fonciones de los modelos «):densfi si ES eas) rlsciones causales ene un cierto nimero de factores, El control aoe eee al pase establecers, ene] caso eb examen Iss elaciones hipotetizades a ee rreaponden a ins verificadas (Marradi, 1980; Bouden, 1984). Cuando Ie ode elo en clave tipico-idea! Ia explicacion del caso en examen nace de la sae a ditwacia entre modclo (entre las relaciones hipoteizadas pore] mo~ Sree spicy b) permit la parameurzacin de otosfatores ex deci, perri- Se oe ee gual eteis paribus todos los facores no comprendidos on ls 2> Tyee pel tiadas por el modelo, y que seran por lo tanto considerados exégeor vein i ndlel, Los cnasror todos (rameworks), em cambio, son l equivalents STS Mtstads 1980 8) llama -~pero con referencia excusiva alas investignciones ee Mat de cdoiensesaditicr— «macromodsloe»:fgurasen las cuales un le> tus hacen Wee te caeptoe a relacionado reciprocamente y que tienen el comerido de wide los coneepios relevantes para Ja investiga fc modelos. Una gran pare de Ins teorias Ta pateern variables sbeory de Parson) ‘Deatech, ete) soa, en realidad, sencar al investigador en la seleesi6 Gm. Lor cuadros tesricos son generadores dé tcondmicas, de las teorias sociales (por ejemplo, ae las teorias politoldgicas (de Easton, de Almond, de Cindros teéricos asf entendidos.

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