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1 Ped. 1:3-5
I. LA FUENTE DE LA ESPERANZA. V. 3
1.1. La fuente de nuestra esperanza es “...El Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo...”. Él nos da la esperanza viva de vivir por siempre con Él,
así como Cristo vive ahora con Él en el cielo.
1.2. Esa esperanza viva proviene de la “grande misericordia” de Dios. Esta
es la base de nuestra esperanza. El hombre es tan pecaminoso que
carece de toda esperanza; a menos que Dios tenga misericordia de él.
1.3. Hay dos elementos esenciales para tener misericordia: ver una
necesidad y ser capaz de satisfacerla. Dios ve nuestra necesidad y es
capaz de satisfacerla. Ef. 2:1-3.
1.4. Esta esperanza viva lo hemos recibido por nuestro nuevo nacimiento.
No existe esperanza de vida eterna, salvo que nazcamos de nuevo por
medio del Espíritu de Dios. Jn. 3:3
1.5. La garantía de esta esperanza es la “Resurrección de Jesucristo de
entre los muertos”. Jesucristo resucito para vivir por siempre en el cielo
con el Padre. Del mismo modo, todo creyente comparte en Cristo esa
esperanza de estar con Dios en los cielos Jn. 14:1-3.
CONCLUSIÓN: Todo creyente en Cristo debe tener la plena certeza que hay
una esperanza gloriosa en los cielos, para todos aquellos que tuvieron la
experiencia de nacer de nuevo. La seguridad de nuestra herencia está
sostenida por el poder de Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo, quien su
vida dio por todos nosotros. Nuestra herencia tiene su fuente u origen en Dios
nuestro Padre, quien resucitó a su Hijo para darnos seguridad de nuestra
salvación.
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