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FUNCIONAMIENTO PSICÓTICO

(Isidoro Berenstein y José Bleger)

Para Freud, en la neurosis existe un conflicto entre el Yo y el Ello, mientras que en


la psicosis existe un conflicto entre el Yo y el mundo exterior, de modo que en la psicosis,
el mundo exterior se desmiente y se reemplaza por el interno. Cree que en toda persona
pueden existir las dos realidades, pero gobernará la que se manifieste con mayor fuerza.

Se define el funcionamiento psicótico caracterizado por una emergencia brusca,


imprevisible para el Yo, disruptiva para las funciones yoicas cognitivas y vinculares, con
carácter invasor para el mundo interno y externo, cuyo resultado es la confusión del
sujeto-objeto, de las zonas erógenas y de las relaciones causa-efecto. Esta emergencia va
cargada de agresión, destructividad, aniquilamiento. Bion piensa que en las psicosis, el
amor es sustituido por el odio a los objetos.

La dificultad para diferenciar los objetos y la proveniencia de los estímulos, y la


confusión a la que conlleva, se traduce en comportamientos y verbalizaciones
incongruentes, sensación de ser invadido por otro, que producen extrañeza en un
neurótico (reacción contratransferencial). Se da una imposibilidad de entendimiento entre
el psicótico y el terapeuta. Esto confirma la falta de coincidencia o de convergencia entre
el Yo psicótico y el contexto que le rodea. La ligazón entre el contexto y el Yo, da sentido a
la experiencia. El contexto otorga la posibilidad de que dos individuos se entiendan y
puedan compartir una experiencia. Entonces en el psicótico existe una disociación entre la
función de captar y entender. Al no poder captar el sentido de las acciones, no puede
darles un significado correcto. Los mensajes verbales y no verbales se vuelven
incoherentes.

La perplejidad del analista, como respuesta contratransferencial, proviene del


sentimiento de abandono y de aniquilación consecuente, proyectado en el analista. La
falta de colaboración del paciente, produce efectivamente una sensación de desamparo
en el terapeuta.

Pero hay veces en que el paciente se comunica con el terapeuta, desajustado del
contexto analítico. Esto es favorecido por la regresión que produce el análisis, lo que
significa que se despiertan áreas psicóticas en un paciente neurótico también. Por tanto,
entre el paciente y el analista existe una comunicación manifiesta y otra latente. Cuando
el paciente distorsiona demasiado el contexto, la interpretación sirve para recuperarlo
nuevamente.

Es así como opera la identificación proyectiva, intentando por medio del control
omnipotente, satisfacer la realidad que los deseos inconscientes intentan concretar. La
interpretación sirve de herramienta para imponer nuevamente la diferencia entre la
realidad externa e interna. Eso se llama una realidad significada por el Yo.
Bleger, en un estudio muy distinto, encontró relación en entre la simbiosis y las
partes psicóticas de la personalidad. Para Bleger esta parte arcaica y primitiva de la
personalidad debe mantenerse en la persona como defensa a una disgregación psicótica.
La tendencia a la simbiosis constituye para Bleger un “núcleo aglutinado” de la
personalidad, en el que una de las características principales es la no discriminación entre
el yo y no-yo, exterior e interior o entre lo bueno y lo malo. Lo novedoso es que Según
Bleger, la parte de la personalidad que comanda esta tendencia a relacionarse
simbióticamente es la parte psicótica de la personalidad.

La parte psicótica de la personalidad es una organización incluso anterior a la fase


esquizoparanoide. Esta parte de la personalidad se mantiene segregada de los aspectos
más evolucionados del Yo, y mantienen como esencia la tendencia a la fusión y al
concepto de confusión, como elemento constituyente de los aspectos psicóticos de la
personalidad según Klein.

Respecto de la técnica, Se hablara de abordajes terapéuticos en funcionamientos


psicóticos como las micro psicosis, psicosis transferencial o en partes psicóticas de la
personalidad.

Según Freud, el tratamiento debía consistir sintéticamente en hacer consiente lo


inconsciente. Para Klein era remover las disociaciones. Bleger, cree que hacer consiente lo
inconsciente equivaldría a promover que el psicótico reintroyecte lo proyectado en otras
personas que han sido usadas como depositario de los aspectos personales. Luego
considera un paso intermedio a remover las disociaciones. Este sería fragmentar el núcleo
aglutinado para que el yo integrado pueda discriminar los elementos que estaban
fusionados.

Aquí existe una diferencia con el tratamiento del neurótico. En el primero


integramos lo escindido, mientras que en el psicótico hay que dividir lo aglutinado para
luego llegar a la integración.

En el tratamiento de un psicótico hay que respetar, como siempre, el timming del


paciente y al respecto no existen procedimientos estrictos. Las condiciones son distintas,
pero existen tres situaciones tipo. En un primer caso los límites entre las partes psicóticas
y neuróticas están rotas y se debe necesariamente abocarse al trabajo sobre la parte
psicótica puesto que toda transferencia estará instalada en el contexto de una psicosis. En
el segundo caso existe descontrol de los aspectos psicóticos y el trabajo analítico consiste
en fortalecer el Yo para que alcance el máximo grado de integración o maduración y así
tener dominio sobre las partes psicóticas. En el tercer caso, existe un control rígido de las
partes psicóticas y cuidado con confundirlo con un Yo demasiado integrado y fuerte
porque igualmente hay que dirigirse al trabajo analítico sobre el Yo. Estos pacientes
aparecen clínicamente muy autistas pero desarrollan simbiosis de transferencia muy
intensas.
Las transferencias de estos pacientes son prematuras, precipitadas y muy
dependientes. La relación con el analista es narcisista y transcurre en dos planos: El
primero, más evidente, el del autismo transferencial y el segundo, menos claro y
observable, la simbiosis que es proyectada dentro del analista. De todas maneras estos
modos, mudos y patentes, se van intercambiando entre la simbiosis y el autismo. En
definitiva, el paciente se puede quedar callado, o da un material difícil de tomar o de
relacionar. Contratransferencialmente, el analista siente la necesidad de simbiotizarse, o
sea de intentar adivinar la mente del paciente. Trata de ir a buscarlo todo el tiempo. El
deseo inconsciente, es dejar fuera todo lo que sea principio de realidad, porque la
realidad le muestra algo doloroso.

Otra característica del funcionamiento psicótico es el control omnipotente de la


situación y del depositario para evitar la reintroyección de lo proyectado y la intromisión
del depositario. Recordemos que en el funcionamiento psicótico, existe un predominio
basal de impulsos destructivos por sobre los amorosos, traducido finalmente en un
sadismo hacia el objeto. También hacia la realidad externa (dada por la frustración
excesiva, que ni si quiera le basta al bebe con satisfacerse con la alucinación del objeto) e
interna (o sea destruye la experiencia interna) y todo lo que incluya a su reconocimiento
(la percepción), por ende, las impresiones sensoriales igual se fragmentan.
Inevitablemente el miedo a la aniquilación inminente toma lugar, producto de la
proyección de todo lo destructivo. El sujeto intenta en un modo desesperado y frágil
restaurar las relaciones de objeto, al mismo tiempo intolerables por temor a la retaliación,
haciendo imposible que los objetos puedan verse de otra manera que no sean
amenazantes, persecutorios y sádicos.

Dicho de otra manera, todo resulta en una pugna interminable entre las partes
autistas y simbióticas del paciente. El lado autista se defiende de las partes simbióticas y
estas a su vez se protegen de la invasión a lo autista, quedando proyectadas en el lado del
depositario. Si logramos reintroyectar algo de lo proyectado aparece la confusión puesta
en mareos, obnubilaciones, desconcierto, perplejidad.

El analista tendrá que entonces zafarse de rol simbiótico que el paciente le


proyecta, usando la interpretación para hacer notar al paciente cómo este lo deja afuera y
alejado, como también el hecho de que el paciente conserve una parte suya disociada
dentro de nosotros para que se dé cuenta de cómo el ve en nosotros algo que él proyecta
y no lo que nosotros somos. Esta interpretación debe hacerse en todo momento en
relación a lo que él desea, espera, acepta o rechaza.

Para esto se pueden usar dos tipos de interpretación. El primer tipo es la


interpretación clivada donde interpretamos aspectos del paciente que escinde dentro de
él. Un ejemplo de esta interpretación sería: “Por una parte usted siente ahora sus afectos
dentro de usted, pero por otro lado usted misma se los rechaza y no se permite sus
afectos”. El segundo tipo es la interpretación es la no clivada, donde interpretamos la
transferencia, mostrando el modo en que el paciente lo percibe a uno y a sí mismo. En
este caso le mostramos al paciente algo externo con lo que se relaciona pero que tiene
impacto dentro de él. Un ejemplo de esta interpretación sería: “Usted me está mostrando
como yo la dejé toda desarmada, como una masa, y cómo usted tuvo luego que
arreglárselas sola para juntarse”.

Pero es realmente con la interpretación clivada que logramos la reintroyección buscada. O


sea, con la no clivada el paciente se da cuenta que se ha dirigido hacia el terapeuta
gobernado por el ello, y con la clivada el paciente se da cuenta que ha confundido el
objeto arcaico con el actual.

Bibliografía

Bleger, J.(1967). Estudio de la parte psicótica de la personalidad (En J. Bleger). Simbiosis y


ambigüedad. Buenos Aires: Editorial Paidos, 82-162.
Berenstein, I. (1982). Notas sobre el funcionamiento psicótico. Revista de Psicoanálisis,
(4)2, 311 – 323.

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