Você está na página 1de 16

 prestado atención a este tipo de ofrendas casi

tres décadas antes.


El bulto ritual Sin embargo, en fechas recientes el tema
de Mundo Perdido, Tikal cobró actualidad entre los estudiosos con el
Maricela Ayala Falcón descubrimiento de un cache (escondrijo), en
1984, en el barrio llamado el Mundo Perdido
México, Universidad Nacional Autónoma de México, de la ciudad maya del periodo Clásico, Ti-
Instituto de Investigaciones Filológicas, 2002 kal, hoy en el territorio guatemalteco. El ha-
(Cuadernos del Centro de Estudios Mayas, 27), 160 pp., ils. llazgo se realizó en una posición central de
uno de los edificios que integran el conjunto
y consiste en dos grandes platos de cincuenta
por centímetros, uno de ellos usado a manera de
dúrdica šégota tapadera del otro (acerca de esta posición, la
autora aventura una muy sugerente hipóte-
sis: que se trata del concepto de la tierra, cu-
Este pequeño libro, por su tamaño, y modes- bierta por el cielo, p. 131). En el espacio inte-
to en cuanto a su presentación, inicia con rior de estas dos piezas había un envoltorio,
una detallada y crítica revisión historiográfi- al parecer de amate, pintado de azul y con su
ca en torno al tema de los bultos rituales re- amarre. El contenido de este bulto consistía
presentados en los códices o esculpidos en en “Fragmentos óseos de un animal peque-
las estelas y dinteles encontrados in situ. Casi ño, restos de carbón y vegetales, una concha
todos los estudios previos y también el traba- bivalva, obsidiana, dos pendientes de perla,
jo que presento aquí se refieren a la cultura una espina de raya, jade y espinas muy afila-
maya del periodo prehispánico, salvo algu- das de una planta” (p. 35, la autora cita una
nas breves referencias al bulto sagrado de los comunicación personal del arqueólogo Bai-
mexicas, el tlaquimilolli, y algunas mencio- ley). Estos platos con el bulto en su interior
nes de sus usos en la época colonial y actual. estaban asociados, a su vez, con una ofrenda
Las primeras representaciones de los bul- que contenía el cráneo de un infante, carbón
tos en los relieves de los dinteles de Yaxchi- y jade.
lán fueron estudiadas desde la década de La amplia y sólida preparación académi-
1970, son ofrendados por las mujeres y su ca de Maricela Ayala le permite estructurar
contenido y uso eran desconocidos. Para los su texto en torno a la hipótesis de que se tra-
arqueólogos no eran una novedad, pues habían ta de una ofrenda peculiar, de un “bulto de

143
144 l i b ro s

poder”, y desarrolla los análisis a partir de las momento de la entronización y la entrega de


fuentes históricas, arqueológicas, iconográfi- las insignias de poder (que suelen estar den-
cas, etnográficas, lingüísticas y de los estu- tro de un bulto, transparente o no). Lo que
dios de la epigrafía. A su vez, la información me llama la atención es que la autora, al
que le proporciona cada una de estas disci- anunciar una lectura de “la relación entre
plinas por separado constituye el guión ex- texto e imagen”, centra su análisis o en el Po-
positivo del libro. pol Vuh o en la referencia de Landa, pero no
Aprendemos con la autora que las fuen- (y en primera instancia) con el texto glífico
tes escritas del periodo colonial permiten que acompaña a la imagen. La excepción es
aseverar que “había diferentes clases de bul- la identificación de un elemento que aísla, el
tos con distinto contenido dependiendo del glifo llamado “dolor de muelas” que señala
fin al que estaban destinados” (p. 62). Es una el bulto sagrado y es un indicador de entro-
de las ideas que se retoman en las conclusio- nización, tema del presente estudio. Inclusi-
nes del trabajo. ve, al decir que “el texto y la imagen no coin-
En cuanto a restos arqueológicos de bul- ciden” (pp. 94, 103, 108), creo que se abre
tos rituales, éstos fueron hallados en Uaxac- una nueva posibilidad de análisis, pues ha-
tún, y otros sitios menores cercanos a Tikal, bría que preguntarse qué tipo de relación es-
y un gran número de ellos en Tikal mismo. tablecen, una vez que sabemos que no se tra-
A veces se ubicaron en las estructuras pira- ta de una relación de coincidencia o de
midales, plataformas o debajo de las estelas; reiteración. Este problema queda abierto por
estaban depositados en el suelo, o en una cis- el momento.
ta, es decir, una cavidad recubierta con lajas Hay un muy detallado y erudito análisis
de piedra. La constante más importante de de las inscripciones en los dos capítulos si-
los contenidos son los objetos punzantes, guientes, dedicados a la lingüística y a la epi-
obsidiana, jade y las formas conocidas como grafía (y muy especialmente el glifo T684).
“excéntricas”, pero también llama la aten- Desde luego, me rebasa el intenso debate que
ción la presencia de cráneos, dientes y hue- lleva la autora con sus pares en ambas disci-
sos humanos y de origen animal. plinas, pero he de decir que, con la semánti-
Se menciona que en sitios más distan- ca y fonología alternada con ejemplos de la
tes, como son Piedras Negras en la región figuratividad, se establece una peculiar y ori-
del Usumacinta y Chichén Itzá en Yucatán, ginal dinámica metodológica, en pos de unas
el número y la variedad de los bultos que hipótesis que resultan convincentes y enri-
aquí se estudian también fue importante. Es quecedoras.
decir, se encuentran en toda la región maya El soporte de esta etapa de estudio son
(y, como Maricela Ayala subraya, en muchas de nuevo los relieves de Yaxchilán con las re-
otras partes de Mesoamérica). Además, presentaciones de los bultos rituales y ele-
como lo demuestran las excavaciones de mentos específicos como garras de jaguar y
Thomas Lee en la cueva de La Venta, Chia- cuernos de venado, elementos utilizados por
pas, fueron una práctica desde el periodo los señores en el ritual de autosacrificio. A su
Preclásico. vez, los bultos encontrados en el contexto ar-
El capítulo dedicado a la interpretación queológico también contenían el instrumen-
iconográfica tiene como tema principal el tal para este rito.
l i b ro s 145

el Pixom era mucho más que un simple ejemplo, la Estela 39 del Mundo Perdido o
envoltorio. Se puede conjeturar que es las láminas del Códice Dresden, entre otros)
“el alma” envuelta por el cuerpo físico sean más manchas de tinta negra que las es-
del hombre, y como tal, aplicada a una pléndidas figuras que suponemos; las foto-
sociedad es la “Ley”. Lo “legítimo”, lo grafías son de muy mala calidad y peor re-
que da orden al grupo y que era aplicado producción. Repito, es una lástima porque
por el gobernante; él era el receptáculo y todo el esfuerzo realizado a lo largo de este
ejecutor. El que entrega el “envoltorio” estudio desmerece enormemente pues no se
los hace “sus ahijados”, pero el poseedor trata de un coffee-table book y las ilustracio-
se convierte en pixa k’ahaual, el gober- nes tienen por función apoyar el discurso y
nante legítimo (p. 118). [Y,] En los casos las hipótesis que desarrolla la autora. Sabe-
de entronización lo que está envuelto es mos que los estudios acerca de cualquiera de
el c’ac’al ; “lo que se cuida, la corona, el las culturas prehispánicas se basan en primer
gobierno”; “la majestad”, o, como se lugar en un análisis de las imágenes y ésta es
le llamó entre los mexicanos, “el bulto una razón suficientemente importante como
que carga el gobernante, es el pueblo” para prestar más atención al cuidado de su
(p. 119). edición.
Si se presenta la ocasión para una segun-
Atando cabos, las ofrendas se relacionaban da edición de este trabajo, también sería de-
con diversas funciones; un tipo especial de seable que, con un poco más de esfuerzo, se
ofrenda es el bulto de poder. A su vez, no to- presentaran los textos que fueron escritos
dos los bultos tienen el mismo significado. originalmente en las lenguas mayenses (por
El bulto sagrado del Mundo Perdido de ejemplo, p. 60, Chilam Balam de Tizimin),
Tikal perteneció al periodo del Clásico Tar- en su traducción al español y no al inglés,
dío y lo identifica como “bulto de poder”. como es el caso aquí.
Estaba en un edificio asociado con el culto Pero la minuciosa investigación, el largo
solar, varias tumbas del linaje de Gran Garra y detallado análisis desde la perspectiva de la
de Jaguar I, y muy especialmente con la historia, arqueología, iconografía, lingüística
tumba roja de Hasaw Kan K’awil, conquis- y epigrafía que realiza en este libro Maricela
tador de Uaxactún y fundador de una nueva Ayala es una sistematización de lo que cono-
etapa en la historia de Tikal. En el bulto de cemos hasta ahora acerca del tema de los
este entierro estaba todo lo necesario para el bultos sagrados; también es una importante
autosacrificio, para la purificación, para el ri- contribución en cuanto a su interpretación y
tual al dios solar, culto a los antepasados y la en cuanto a una interesante propuesta meto-
ostentación del poder. Era “un Bulto de Go- dológica de cruzamiento de datos proceden-
bierno que contenía las insignias de poder tes de fuentes y disciplinas diversas. En un
que no eran otra cosa que los nombres de los texto bien estructurado desarrolla varias hi-
dioses” (p. 146). pótesis novedosas y, de manera inteligente,
Es una lástima que los mapas no sean invita a la polémica y estudios futuros.
del todo legibles, que algunos dibujos (por
146 l i b ro s

 políticas y culturales no ajenas a la historia.


Se trata de entender el género como una “ca-
Gender and Power tegoría” intelectual y una herramienta analí-
in Prehispanic Mesoamerica tica para considerar y estudiar a las personas;
Rosemary A. Joyce como una realidad cultural con implicacio-
nes y con vínculos con otras muchas relacio-
Austin, University of Texas Press, 2000, 269 pp., ils. nes socioculturales como la raza, la edad, la
sexualidad, la cultura, el lenguaje, la libertad,
por la religión, la familia, la clase social, la eco-
maría elena briseño nomía o la política.
Para Joan Scott3 la “Historia de la histo-
ria de las mujeres” es, siempre, una historia
¿Es posible acercarse al tema del género y del de política: no hay modo de separar la políti-
sexo en la Mesoamérica prehispánica, plena- ca, entendida ésta como las relaciones de po-
mente conscientes de que nuestra tradición der que se construyen a partir de los sistemas
occidental condiciona su comprensión? de creencias, de la práctica del conocimiento
Esta conciencia, tal vez, es la que mueve y de los procesos que lo producen. Se ha en-
a Rosemary A. Joyce a articular sus investiga- fatizado la importancia del género sobre el
ciones bajo nuevos enfoques y perspectivas, poder, la condición social y la riqueza, y la
como los estudios de género y el feminismo, idea de que las mujeres han contado con sus
los de la historia del cuerpo humano y de las propias formas de poder, a menudo de carác-
imágenes.1 ter más informal. Estos estudios han hecho
Los estudios de género2 han propuesto posible que el poder se presente como un fe-
la construcción histórica tanto de la femini- nómeno claramente diferenciado, una de cu-
dad como de la masculinidad, precisar las yas formas de legitimación ha sido el género.
percepciones de los sexos y los términos uti- Rosemary A. Joyce en su libro Gender
lizados para describirlos, la descripción y el and Power in Prehispanic Mesoamerica, a par-
análisis de las relaciones cambiantes entre los tir de las actividades que representan las fi-
sexos entendidos como entidades sociales, guras humanas en las figurillas de Tlatilco y
en diversos medios del arte maya y azteca,
interpreta los conceptos de lo masculino y lo
1. Véase Peter Burke (ed.), Formas de hacer histo-
ria, Madrid, Alianza Universidad, 1999, 313 pp. La femenino en estas sociedades y su relación
llamada “Nueva Historia” privilegia la perspectiva como una relación significante de poder.
“desde abajo”, al revisar las experiencias de la “gen- La propuesta de Joyce es que el género,
te corriente”, la historia de las mujeres distinguida más allá de una cuestión de diferenciación
de la de los hombres, expandiendo el universo de sexual o biológica, implicaba la construcción
los historiadores y buscando el “diálogo creciente
de lo “humano” desde el nacimiento del ni-
con otras disciplinas”.
2. En la década de los setenta el objetivo de las
ño. Joyce ve lo humano como una construc-
historiadoras de las mujeres era integrar a éstas en
la historia, al tiempo que fijar su identidad separa-
da. El término utilizado para teorizar la cuestión 3. Joan Scott, “Historia de las mujeres”, en Bur-
de la diferencia sexual fue el de “género”. ke (ed.), op. cit., pp. 59-88.
l i b ro s 147

ción en donde el género es una posibilidad chas variables para estudiar e interpretar la
más de otras dimensiones de la persona, co- representación de la actividad de la figura
mo la edad, el trabajo y el rango o posición humana según el medio, realiza descripciones
social determinada por la actividad, y otorga detalladas, se apoya con múltiples ejemplos y
a estas dimensiones igual importancia en la en muchos casos recurre a las comparaciones
conformación de la personalidad: “Although de objetos de diferentes sitios o periodos.
Euro-American history makes it seem natu- Después de observar detalladamente la figu-
ral to assume that sex/gender will be the sin- ra humana, establece patrones y propone ver
gle most significant determinant of social los objetos que la acompañan como estruc-
position, of status, or power, in Mesoameri- turas (por ejemplo, la orejera formada del dis-
can societies, gender is never independent of co, del pendiente y del perforador) con ejes
age, and age strongly determines relative de composición (por ejemplo, en los textiles,
standing” (p. 182). en los motivos decorativos de los huipiles) y
Para Joyce lo humano se iba construyendo sugiere posibles simbolismos.
en los rituales por medio de prácticas de “in- “Las prácticas de incorporación física”
corporación física” que iban modificando que se llevaban a cabo en los rituales según la
y transformando el cuerpo. Estas prácticas que edad y la actividad eran repetidas y reiterati-
transformaban el acto individual aislado en un vas. Lo fundamental en estas transiciones era
acto social dentro de esquemas culturalmente el desarrollo de las habilidades para el traba-
delimitados eran fijadas en diversos medios jo, la actividad a realizar, los oficios diarios.
para ser aprendidas, como guía para quienes Joyce descarta la asociación de oficios con
las veían y como modelo para los observadores géneros por razones físicas o capacidades
futuros (y contemporáneos). La distinción de mentales, o por ciertas condiciones ideológi-
los géneros se va dando gracias a esos rituales cas o simbólicas.
de transformación de las dimensiones de la En opinión de la autora, las concepcio-
persona y no es hasta la juventud que los géne- nes de género en las sociedades prehispánicas
ros heterosexuales masculino y femenino lle- se daban a partir del trabajo individual de
gaban a su plenitud. hombres y mujeres. A su vez, el trabajo indi-
A partir de esta propuesta fundamentada vidual condicionaba las relaciones entre el
por los estudios de género, los de la historia poder individual y el poder político que se
de la imagen y los de historia del cuerpo hu- desarrollaba en dos ámbitos, uno exterior,
mano, Joyce, en 225 páginas, analiza 3000 público, que tiene que ver con el control del
años de representaciones de las actividades Estado sobre el individuo, y otro interior,
humanas en diversos medios: las figurillas fe- privado, más limitado, en el hogar. En el es-
meninas del Preclásico en Tlatilco, la escul- pacio público de la arquitectura monumen-
tura monumental, la pintura mural, de códi- tal, en las esculturas, relieves o pinturas mu-
ces y cerámica del mundo maya clásico y las rales, se representan rituales que muestran la
fuentes escritas del siglo xvi para el ámbito presencia controlada de la mujer. En el espa-
azteca. Joyce utiliza los términos representations, cio privado, la mujer está presente, profusa-
“representaciones”, y performances, “prácticas mente, en la producción de materiales básicos
o actividades”. como ropa y alimentos, en la socialización
El análisis de Joyce toma en cuenta mu- de los niños, en las negociaciones y alianzas
148 l i b ro s

matrimoniales y en la práctica religiosa y ri- ya presentan diferencia de sexo, edad, jerar-


tual doméstica. Parece ser que los únicos ofi- quía y papel social; las formas sexuales se
cios asociados específicamente con el género asocian con diferentes ornamentos como
femenino fueron hilar y tejer, actividades que orejeras, tocados y collares y con el trata-
aparecen en las representaciones ejecutadas miento individualizado del peinado.
por mujeres adultas y que eran desarrolla- Joyce estudia la representación masculi-
das en la casa, mientras que la cerámica pare- na y femenina en la escultura monumental y
ce haber sido actividad lo mismo de hombres de pequeño formato, en la pintura mural, en
que de mujeres. la cerámica y en los textos mayas del periodo
El espacio público y el espacio privado Clásico.
determinan la actividad, la forma de repre- La representación de las actividades del
sentación y las relaciones de poder. Los espa- hombre y de la mujer en la tradición clásica
cios públicos arquitectónicos son los únicos maya —que emerge en el Formativo Tardío
lugares para las representaciones monumen- junto con una nobleza relacionada especial-
tales, los rituales funerarios, las procesiones, mente con lo sobrenatural— que se desarro-
las danzas, los intercambios, los movimien- lla en espacios con arquitectura monumental
tos disciplinados como expresión y transfor- como Tikal muestra dioses, mujeres y hom-
mación en ciertas fechas fijadas por los ca- bres nobles en contextos rituales. Los dioses
lendarios, diferentes a las actividades que se mayas, femeninos y masculinos, se identifi-
llevaban a cabo diariamente en los espacios can por su vestuario según diferentes ritos y
privados del hogar. El espacio público era el se relacionan con los textos. Parece que era
sitio del ejercicio del poder del Estado sobre importante mostrar la posición noble de la
los individuos. El ritual expresa el poder y, mujer por sus implicaciones, ya que a través
en algún sentido, lo crea. En la intimidad de de ella se legitiman los gobernantes; a menu-
la casa se daba la disciplina física, las admo- do explicitan sus nombres como madres y
niciones sobre el trabajo, el control de la se- raramente como esposas. Los cuerpos huma-
xualidad, el reforzamiento del poder de los nos aparecen con formas básicas; el sexo se
mayores sobre los menores. identifica por la vestimenta que distingue a
Joyce desarrolla su propuesta de la cons- los hombres nobles como seres sexuales,
trucción de lo humano a partir del análisis mientras oculta la sexualidad de la mujer.
de la representación de la actividad de la fi- Raramente se va a mostrar el cuerpo desnu-
gura humana en los medios mencionados, do. El efecto del vestido es cubrir el cuerpo
según su ubicación en espacios públicos y en de la mujer mientras que se revela el cuer-
espacios privados, siguiendo un orden crono- po masculino, sobre todo su aspecto sexual.
lógico para tres ámbitos culturales: Tlatilco Las mujeres, uniformemente jóvenes adul-
en el Preclásico, el mundo maya del periodo tas, lucen huipiles con textiles muy orna-
Clásico y el mundo azteca del Posclásico. mentados que cubren el cuerpo excepto la
Fundamenta su exposición en especialistas y cabeza, las manos y los pies. Los hombres, en
ofrece una extensa bibliografía de los temas contraste, usan trajes que dejan al descubier-
tratados. to brazos, piernas y la parte superior del
Las abundantes figurillas de Tlatilco del cuerpo, sólo parcialmente cubierta por colla-
Formativo Temprano, su punto de partida, res. La identidad sexual del adulto hombre,
l i b ro s 149

o no-femenino, se señala con los pechos ex- Landa: no hay concordancia entre lo que Lan-
puestos, sin senos. La marca explícita de la da afirma, posturas negativas del papel de la
sexualidad masculina es reforzada por oca- mujer, y lo que se observa en las imágenes.
sional pelo facial, bigotes o barbas y por lar- En el mundo Clásico maya son raras las
gos cubresexo que enfocan la atención en el representaciones o alusiones a niños, algunas
área genital, aunque esté cubierta. En la es- pocas en Bonampak, Palenque, El Naranjo y
cultura monumental, las mujeres rara vez Tikal son de niños herederos al trono. En
aparecen solas y frecuentemente aparecen en Chichén Itzá, las representaciones de niños
pareja con figuras de hombres. pueden significar que se empieza a desarro-
La producción de figurillas en pequeña llar la importancia de la transición niño-
escala en el mundo maya era realizada den- adulto, transformaciones que conllevaban
tro de los hogares e involucraba a un mayor prácticas de modificación de su cuerpo, ves-
número de personas; esta producción no es- tidos y adornos específicos.
taba bajo el control político y probablemen- Chichén Itzá marca el final del periodo
te fungía como ofrendas funerales. En estas Clásico en el siglo ix: se abandonan los centros
figurillas se muestran los oficios realizados ceremoniales, se termina la tradición del arte y
por las mujeres: amamantando y cargando de la arquitectura maya clásica. El estudio de
niños, tejiendo y produciendo ropa, molien- la producción de imágenes en este periodo le
do maíz, produciendo alimentos, criando sirve a la autora como un puente espacial y
animales y ofreciendo los alimentos en vasi- temporal para marcar las transformaciones de
jas. Junto a ellas se han encontrado figurillas las imágenes visuales entre el ámbito maya del
de hombres entronizados, cazadores, guerre- Clásico y el ámbito azteca del Posclásico. En
ros, músicos y en sacrificios rituales. Al igual relación con el tema del estudio, para Joyce es
que entre los aztecas, parece indudable la significativa la pobreza de imágenes femeninas
importancia de la mujer en la producción de en Chichén Itzá; las que se tienen probable-
la ropa y la comida. mente representen mujeres sobrenaturales y se
Las imágenes de los monumentos mayas asemejan en vestido y postura a las imágenes
clásicos le sugieren a Joyce representaciones de femeninas del Clásico Tardío. La representa-
temas que deben ser exploradas como narra- ción del género en Chichén Itzá, para Joyce, se
ciones. Mientras que las figuras masculinas en masculiniza. Las mujeres se concentran en es-
los medios monumentales pueden aparecer es- pacios íntimos aunque continúan teniendo
táticas, acompañadas de textos y sólo pueden importancia en la acción política y ritual por
entenderse como segmentos de acciones de in- las alianzas matrimoniales, la negociación de
dividuos, las femeninas de formato pequeño y la posición social y la línea de descendencia,
sus representaciones en la cerámica, ubicadas pero no vuelven a aparecer en las representa-
en los espacios domésticos, presentan una ac- ciones monumentales. Joyce menciona las
ción focal: tejiendo, moliendo, cuidando ni- imágenes identificadas como “donantes”, que
ños, fabricando objetos de cerámica, etc. presentan pechos sin senos y que sugieren
Joyce observa que la prominencia de mu- que en Chichén Itzá los rituales los llevaban a
jeres en las imágenes monumentales mayas cabo los hombres.
clásicas debió parecer extraña a los lectores de Con el título “Becoming Human”, Joyce
la Relación de las cosas de Yucatán del obispo aborda la cuestión del género y sus relaciones
150 l i b ro s

con el poder en el ámbito azteca. Estudió a ción del destino adulto del niño se señalaba
Sahagún y a sus informantes, los dicciona- con rituales fijados por el calendario, que
rios nahuas y el Códice Mendoza, sin perder literalmente marcaban los cuerpos de los ni-
de vista que se hicieron desde el punto de ños al ser transformados en la sustancia so-
vista o la perspectiva de la “infidelidad”. Joy- cial de una persona adulta marcada por su
ce transcribe los discursos registrados en Sa- vestimenta, gestos y acciones que encauza-
hagún para los niños, las metáforas poéticas ban su trabajo adulto y su posición social y
que los comparan con elementos naturales sexual: los propios del nacimiento con el en-
como “la semilla que crece” o con objetos, el terramiento del cordón umbilical, la desig-
“precioso collar” o “pluma”, y los discursos nación de su nombre según el calendario, el
durante el embarazo, el alumbramiento, et- baño, etcétera; la decisión de mandar al niño
cétera. Con los diccionarios nahuas trata de al calmécac o al tepochcalli o al varón al mer-
dilucidar las connotaciones morales o de va- cado, y el entrenamiento previo de la niña
lores de términos asociados con conceptos que empieza a hilar.
como casa, mercado, rituales del calendario La ropa y ciertos ornamentos cumplían
agrícola y revisa las representaciones del Có- un papel retórico, imponían concepciones
dice Mendoza que pudieran ser paralelas a los de identidades adultas masculinas y femeni-
contenidos de los discursos de Sahagún en nas. Servían para marcar el paso de una eta-
relación con lo anterior. pa de la vida a otra, como se puede advertir
Joyce propone la idea de que entre los en las páginas del Códice Mendoza que na-
aztecas, a partir de un dualismo de género, el rran la vida del niño entre los 3 y 4 años, en-
desarrollo de la masculinidad o de la femini- tre los 6 y 7 y entre los 12 y 13, así como los
dad no fue algo natural e inevitable, sino que rituales de las fiestas de los meses quecholli e
requería de trabajo: izcalli, durante los cuales el trabajo y el géne-
ro se constituían y se fijaban: a los ocho años
What this ethnographic analogy suggests is los niños empezaban a llevar a cabo autosa-
that, given an ideology of primordial gender crificios; en el templo se les perforaba por
dualism, the production of male and female primera vez el labio y el lóbulo de la oreja
adult genders is not something natural and para llevar la orejera; otras prácticas asocia-
inevitable; instead, it requires work to achieve das a la fijación del género eran quemaduras
adult gender status. This view of production en la cintura, los peinados, la deformación
of gender is far from that assumed in contem- del cráneo, las incrustaciones dentales. Los
porary western European ideology, in which textos aztecas relatan las transformaciones
children already have an innate sexual iden- del cabello de los niños durante su entrena-
tity and simply need to be taught how to be- miento como guerreros y las distinciones del
have as a good exemplar of their sex (p. 145). mismo conforme se desarrollaban como ta-
les, cuando capturaban su primer prisionero,
Para Joyce, entre los aztecas había continui- su cuarto, etcétera. Los textos son menos ex-
dad en la conceptualización de género, y re- plícitos para las mujeres, pero sí hay distin-
quería para su estabilización de las oraciones, ción en el peinado con el matrimonio.
de los discursos y de los rituales en cada eta- En el hogar se llevaba a cabo lo que Joy-
pa del desarrollo del individuo. La designa- ce ha llamado la “fijación del sexo” y que im-
l i b ro s 151

plicaba, además de la modificación del cuer- Joyce profundiza sobre el tema de la pro-
po en los niños y los jóvenes, su entrena- ducción de ropa, así como su intercambio
miento en ciertas labores; en este punto Joyce con otras casas y su provisión a las autorida-
observa la importancia de la disciplina y de des. En su opinión la ropa era el último bien-
los castigos para las transgresiones, que refor- tributo para los aztecas: daba posición social
zaban la diferencia entre lo que era aceptable y era muy importante en las ceremonias re-
en lo público y en lo íntimo, y que muestran ligiosas, “woven cotton cloth signified ci-
otra parte del ejercicio de control sobre el vilized existence for the Mexica” (p. 164). A
desarrollo individual. través de su trabajo hilando y tejiendo, las
Joyce abunda en el análisis y la interpre- mujeres aztecas afirmaban su sexualidad
tación de conceptos como la sexualidad y la frente a los controles sociales y reclamaban
belleza, la significación de las transformacio- distinciones individuales frente a una socie-
nes físicas, el vestido, el peinado y el adorno dad autoritaria. Advierte la importancia de
según los rituales; reflexiona sobre lo escrito la ropa en los textos de Sahagún, de su ma-
por Sahagún sobre las “buenas nobles muje- nufactura, de los adornos que dan posición
res” y las “plebeyas”, sobre los hermafroditas social y reconocimiento, como en las des-
y los homosexuales. Para ella, estar fuera de cripciones de los hombres y las mujeres que
lugar en la sociedad azteca era lo peor que le vestían la indumentaria propia de alguna
podía pasar a un individuo: la casa era el lu- deidad durante las festividades y los rituales.
gar principal, para vivir, para hacer la vida La ropa se ve como una capa más de las
diaria, lugar de los rituales, donde los mayo- sustancias que forman el cuerpo a partir de
res controlaban y limitaban la expresión de la carne y los huesos. La persona está com-
la sexualidad y donde los papeles de género puesta de múltiples sustancias, más o menos
eran encauzados dentro de muy pocas opcio- materiales, juntadas en un tiempo y espacio
nes aceptadas. Es dentro de la casa, en la vi- específicos por la acumulación de acciones
da diaria hogareña, donde hombres y muje- de otros seres sociales: deidades, antepasa-
res realizaban actividades que afirmaban su dos, los viejos, padres, mujeres tejedoras e
individualidad frente a la autoridad con cele- hiladoras. Esta cadena de actividades se iba
braciones y discursos verbales de la sexuali- completando con los amantecas, los pintores
dad alternativos a los de la ideología oficial. y escribas, el esfuerzo de muchas clases de
Dentro de la casa se hacían distinciones gente en la producción textil, hombres y mu-
individuales que reconocían el trabajo ar- jeres, jóvenes y viejas, que sembraban las plan-
tesanal considerado de prestigio. Eran rele- tas de algodón y maguey, procesaban las fi-
vantes las actividades cotidianas dentro del bras, las secaban, etcétera.
hogar y en el mercado, principalmente la Para Joyce, también con la producción y
producción de ropa, y específicamente de venta de alimentos los hombres y las mujeres
mantas y alimentos y su presentación en el afianzaban su posición.
mercado. Además de la producción femeni- Un punto importante que Joyce advierte
na de alimentos y ropa en el hogar se llevaba y que se tendrá que desarrollar con mayor pre-
a cabo la socialización de los niños, las alian- cisión es el tema de la violencia contra las mu-
zas matrimoniales y las prácticas religiosas y jeres; para ella, la violencia del estado azteca ha
rituales. sido vista como evidencia de misoginia. Pero
152 l i b ro s

centrada en el contexto de violencia, el mismo recen como una figura retórica de la inesta-
patrón de retórica visual y oral refleja que bilidad de los intentos para disciplinar la
atentaban contra toda la población —hom- subjetividad física y, como en el caso de los
bres, mujeres y niños— en la persecución de seres duales, se remontan a las narraciones de
fines militaristas y expansionistas. la creación, antes de la imposición de una
Otras dos características que Joyce adju- organización necesaria para la vida diaria.
dica a la concepción de género en el mundo Una revisión de las tradiciones de la crea-
azteca son la complementariedad y la ambi- ción sugiere a Joyce tres diferentes clases de
güedad de género, interpretadas a partir de relaciones cosmológicas de cruce de género
los patrones cosmológicos presentes en los significativas: madres e hijos, hermanos-her-
mitos, en los rituales, en las representaciones manas, y tal vez, la menos importante, esposo-
monumentales y, muy importante, en las na- esposa. Las relaciones entre los hermanos, de
rraciones de los orígenes. Ometéotl, la deidad diferente o mismo sexo, estaban condiciona-
dual primordial y creadora, identifica los se- das por la competencia y frecuentemente los
xos opuestos como complementarios. A par- hermanos mayores eran desplazados por
tir de ella, señala Joyce, numerosos investiga- los menores. Es la oposición al de mayor edad
dores han notado la tendencia de los mexicas lo que ejemplifica el triunfo de Huitzilopoch-
a identificar los sexos opuestos como com- tli sobre sus hermanas y hermanos. Por su par-
plementarios; así, muchas de las contrapartes te, las relaciones entre madres e hijos son posi-
femeninas de las deidades masculinas se ano- tivas, caracterizadas por el apoyo que da
tan como “esposas” por los españoles y son Huitzilopochtli a su madre cuando sus otros
descritas en términos “incompletos”. La hijos la amenazan. Susan Gillespie, citada por
complementariedad de los sexos puede pro- Joyce, ha observado que las relaciones madre-
ducir el efecto de “ambigüedad”, como en el hijo proporcionaban el modelo para los dere-
caso de las deidades del agua y la fertilidad chos de los linajes con las casas gobernantes:
agrícola en Teotihuacan. Eva Hunt, citada en mujeres nobles se basaban los derechos rea-
por la autora, observó la asociación de la am- les. En cuanto a la relación esposo-esposa, las
bigüedad con los fenómenos cíclicos, como parejas de deidades masculinas y femeninas
el crecimiento del maíz (que puede caracteri- eran particularmente importantes en las cere-
zarse como masculino o femenino según las monias agrícolas. Como modelos de conducta
etapas de su crecimiento) y las fases de la lu- humana, las mitades de un todo podrían
na. La dualidad en el género puede darse ejemplificar la pareja matrimonial, usualmen-
también en los seres originales, Oxomoco y te miembros del mismo calpulli, trabajando
Cipactonal, los fundadores. juntos en diferentes formas para el beneficio
Otro aspecto que destaca Joyce es la de su casa.
inestabilidad en los límites o fronteras de lo Joyce también ofrece interpretaciones de
humano, o de la especie, como cuando al re- la práctica de la cihuacóatl, de Oxomoco y
cién nacido se le describe como mineral o Cipactonal, del calendario, la medicina, de la
vegetal y se dice que debe trabajar para ad- parte socializadora de dar los nombres, de
quirir la sustancia humana adulta, lo que tie- la diferenciación entre niños y niñas, etcétera.
ne su expresión narrativa en la cosmogonía y La propuesta de Joyce de lo humano co-
en los tiempos mitológicos. Los enanos apa- mo construcción en la Mesoamérica prehispá-
l i b ro s 153

nica implica, además de la complementarie- 


dad o ambigüedad o dualidad de género, la
inestabilidad en los límites de lo humano, el Aquí comienza, principia, aquí
control del Estado sobre las posibilidades de está escrita la llegada, el
expresión humanas, y la casa familiar, sitio advenimiento de los ancianos, de
donde el Estado estaba limitado. Joyce ad- las ancianas
vierte que no se puede saber por los registros que se llaman nonohualca,
cuándo y cómo se marcaba esa inestabilidad, los teutlixca tlacochcalca que ahora
qué significaba la ausencia o presencia de ge- ya se llaman tlalmanalca chalca.
nitales en algunas representaciones. Tampoco Séptima relación de las Différentes
se pueden interpretar otras expresiones de la histoires originales
sexualidad como el deseo por el mismo sexo, Domingo Francisco de San Antón Muñón,
las alternativas sexuales, la abstinencia o la Chimalpain Cuauhtlehuanitzin
actividad sexual sin reproducción, etcétera. introducción, paleografía, traducción, notas,
Joyce enfoca su estudio desde la perspec- índice temático y onomástico y apéndices de
tiva de los estudios de género para proponer Josefina García Quintana
que las actividades propias de hombres o de
mujeres emergen como una “negociación” México, Universidad Nacional Autónoma de México,
entre sexos y que no se pueden desasociar de Instituto de Investigaciones Históricas, 2003
otras dimensiones de la persona, especial- (Serie de Cultura Náhuatl, Fuentes, 12).
mente de la edad, del trabajo y de la posi-
ción o rango social. Para Joyce el género en
Mesoamérica tuvo que ver, fundamental- por
mente, con la actividad que se realizaba, de emilie carreón blaine
igual importancia que la edad.

La Séptima relación, como los otros escritos de


Chimalpain Cuauhtlehuanitzin (1579-1660?),
forma parte de las Différentes histoires origina-
les des royaumes de Colhuacan, de Mexico et
d´autres provinces, depuis les premiers temps
de la gentilité jusqu'en 1591, y conocidas como
Manuscrito 74 de la Colección de Manuscritos
Mexicanos de la Biblioteca Nacional de París.
Es uno de los documentos más relevantes de la
historiografía del Altiplano Central referente
a los temas del Posclásico Tardío y los inicios de
la época colonial. Reseñar esta publicación
dentro de un estrecho esquema que lo consi-
dere como una nueva traducción de un cro-
nista podría parecer de poca vigencia a algu-
nos y sería harto injusto, pues se trata de
154 l i b ro s

mucho más que verter al español un texto ori- Rafael Tena en 1998.4 Estas publicaciones in-
ginalmente redactado en lengua náhuatl y cu- cluyen además otros textos del cronista del
yo contenido es de gran trascendencia para el Manuscrito 74.
estudio de estos periodos. En los últimos años se publicaron nue-
La publicación de esta particular rela- vas ediciones de otros escritos de Chimalpain
ción de Chimalpain (folios 145 recto al 224 a cargo de Víctor Castillo. En sus estudios
verso en la edición facsimilar de Ernst Men- del Memorial breve y de la Tercera relación,5
gin)1 se había limitado a la presentación de Castillo propone un reordenamiento com-
su paleografía y traducción. De esta manera, pleto de las páginas que conforman el Ma-
se dio a conocer la primera edición de docu- nuscrito 74. Por su parte, García Quintana,
mentos fundamentales para el conocimiento en la Séptima relación, consideró en todo
de la historia y la descripción de los rituales momento la naturaleza y estructura propias
y de diversos objetos (algunos de éstos han del documento, y tradujo 158 de sus folios a
llegado a nosotros y se conservan en la actua- la luz de un amplio conocimiento de la len-
lidad en museos). Esta información nos per- gua náhuatl y de las culturas prehispánicas.
mite relacionar la cultura material proceden- Sus comentarios facilitan al lector una mejor
te de la cuenca de México con los rituales comprensión de la rica información que pro-
antiguos de sus pobladores, aspecto que ha-
bían hecho notar Carlos de Sigüenza y Gón- Chimalpain Cuauhtlehuanitzin, Relaciones origi-
gora, Lorenzo Boturini, Francisco Javier Cla- nales de Chalco Amaquemecan, introducción, pa-
vijero y Joseph Marius Aubin, que valoraron leografía, traducción y glosa de Silvia Rendón,
los documentos redactados por el cronista. México, Fondo de Cultura Económica, 1982 (1a.
Por lo tanto, como explica García Quin- ed., 1965) (Biblioteca Americana. Serie de Litera-
tura Indígena).
tana en el estudio introductorio, la Séptima
4 . Domingo Francisco de San Antón Muñón
relación no es un manuscrito nuevo ni una Chimalpain Cuauhtlehuanitzin, Las ocho relacio-
historia desconocida. Su traducción fue he- nes y el Memorial de Culhuacan, 2 vols., paleografía
cha al francés por Rémi Siméon en 18892 y al y traducción de Rafael Tena, México, Consejo Na-
castellano por Silvia Rendón en 19653 y por cional para la Cultura y las Artes, 1998 (Cien de
México).
5. Domingo Francisco de San Antón Muñón
1. Domingo Francisco de San Antón Muñón Chimalpain Cuauhtlehuanitzin, Memorial breve
Chimalpain Cuauhtlehuanitzin, “Diferentes his- acerca de la fundación de la ciudad de Culhuacan, es-
torias originales de los reynos de Culhuacan y Mé- tudio, paleografía, traducción al español, notas, cua-
xico, y de otras provincias. Manuscrit Mexicain dros, mapa e índice analítico de Víctor M. Castillo
No. 74”, en Corpus Codicum Americanorum Medii F., México, Universidad Nacional Autónoma de
Aevi, edición facsmilar y estudio de Ernst Mengin, México, Instituto de Investigaciones Históricas,
Havniae, Sumptibus Einar Munksgaard, 1949, 1991 (Serie de Cultura Náhuatl, Fuentes, 9); Do-
vol. III, partes 1-3. mingo Francisco de San Antón Muñón Chimalpain
2. Domingo Francisco de San Antón Muñón Cuauhtlehuanitzin, Primer amoxtli libro, 3ª Relación
Chimalpain Cuauhtlehuanitzin, Annales. Sixième de las Différentes histoires originales, traducción, no-
et septième relations (1258-1612), edición y traduc- tas, repertorio y apéndice de Víctor M. Castillo F.,
ción de Rémi Siméon, París, Maisonneuve et Ch. México, Universidad Nacional Autónoma de Mé-
Leclerc, 1889. xico, Instituto de Investigaciones Históricas, 1997
3. Domingo Francisco de San Antón Muñón (Serie de Cultura Náhuatl, Fuentes, 10).
l i b ro s 155

porciona Chimalpain. Esta nueva edición mente, los hechos asentados en estas tres ver-
anotada de la Séptima relación, si bien no siones concuerdan.
cambia las líneas generales de la historia, sí En el año de 1550, los españoles se pe-
agrega muchas precisiones de información y lean entre sí, se cortan cuellos y cabezas. Sin
corrige algunos errores. embargo, la discrepancia la encontramos al
Esto es evidente al cotejar en su totali- intentar averiguar cómo y dónde colocan las
dad las cuatro versiones de la Séptima rela- cabezas de los españoles sus mismos coterrá-
ción ahora existentes. Para ello, en seguida neos. Rendón sitúa las cabezas en los extre-
presento un ejemplo de la manera particular mos de perchas de madera, término frecuen-
en que cada uno de sus editores traduce una temente utilizado por los cronistas del siglo
frase agregada, por la mano de Chimalpain, xvi para referirse al tzompantli; Siméon dice
al margen izquierdo del folio 206 verso, don- que las colocan en un poste —me pregunto
de se refiere a los sucesos que tuvieron lugar si a manera de picota—, y Tena, también, si-
en el año 6 tochtli-1550. guiendo lo que parece ser un tema ligado al
Chimalpain apuntó: “Yhcuac yaóyotl castigo, explica que las cabezas se expusieron
quihtohuaya yn españoles; yc quechcotona- en la horca; con lo que permanece la confu-
lloque, tepilolcuauhtitech, quiçaçalloca yn sión en cuanto a su destino.
intzonteco españoles; ypan vi tochtli xí- García Quintana da a conocer con preci-
huitl”,6 y Rendón indica que el cronista es- sión las observaciones de Chimalpain. Así,
cribió: “Entonces fue cuando se corrió la pa- traduce lo que el cronista escribió de la
labra de guerra contra los españoles. A siguiente manera: “Entonces hablaban de
algunos les cortaron el cuello y pusieron sus guerra [entre] los españoles ; fueron cortados
cabezas amarradas a los extremos de perchas cuellos, colgaron gente de los árboles, estu-
de madera todas embadurnadas. Esto ocu- vieron pegando las cabezas de los españoles,
rrió en el año de 6-Conejo.” 7 A su vez, Tena, fue en el año 6 tochtli .” 10 Las cabezas no son
quien en su edición reúne el texto en ná- colocadas en una percha de madera, en una
huatl y la traducción al castellano, lo cual horca ni en un poste y, de hecho, su ubica-
permite mejor cotejar ambos, traduce la mis- ción continúa como incógnita, aunque que-
ma frase de la siguiente manera: “En el año 6 da claro que lo que cuelga de los árboles son
Tochtli hubo una sublevación de españoles, los cuerpos de los españoles.
por lo cual fueron decapitados, y expusieron Ignorar discrepancias de esta índole es
las cabezas de los españoles en la horca.”8 Por común, como demuestra García Quintana
último, Rémi Siméon indica que “fueron en su introducción, al hacer hincapié en al-
plantadas [las cabezas] en un poste”,9 por lo gunos otros errores que detecta en las demás
que es posible afirmar que, fundamental- ediciones de la Séptima relación, y al desarro-
llar una breve evaluación y crítica de ésta y
de otras traducciones de los textos de Chi-
6. Según se lee en el libro aquí reseñado, García
Quintana, op. cit., p. 263.
malpain que han sido extensamente citadas
7. Chimalpain, Relaciones originales…, op. cit.,
p. 263. 9. Siméon, apud García Quintana, op. cit.,
8. Chimalpain, Las ocho relaciones…, op. cit., p. 263, nota 258.
vol. 2, p. 207, nota 46. 10. García Quintana, op. cit., p. 263.
156 l i b ro s

en trabajos especializados y que, por tanto, de Sahagún y de aquellos documentos que uti-
propagan datos que no están del todo funda- lizó para analizar la problemática del sistema
mentados en los escritos del cronista, alte- lacustre de México-Tenochtitlan. Claramente
rando así la visión original de lo que consig- su oficio como historiadora, a lo largo de los
nó. Por lo que no cabe duda alguna de que años, ha sido profundizar en el conocimiento
es solamente a partir de la traducción crítica, de las culturas prehispánicas. Esta contribu-
apegada a los giros del idioma náhuatl, que ción, su edición de la Séptima relación, está
se logra comprender el sentido del texto y la fundada en dicha experiencia, pero ante todo
coherencia del discurso del cronista indíge- destaca su dominio de las sutilezas del idioma
na, en este caso, al referirse al comporta- náhuatl, ya que logra conciliar la fidelidad sin-
miento de los españoles de la Nueva España. táctico-semántica del idioma al respetar sus fi-
En la introducción a la Séptima relación, guras metafóricas.
García Quintana realiza un estudio impor- La estructura de la publicación es la si-
tante y conciso. Además de un análisis críti- guiente: La introducción. La parte medular
co de las otras traducciones, asienta detalles de la obra, el texto en náhuatl de la Séptima
referentes a la estructura del documento, al relación y su traducción. Su contenido se di-
cual le faltan algunos folios. Está organizado vide en tres segmentos: principia con un re-
en forma de anales, pero incluye largas di- lato que se refiere a los primeros grupos que
gresiones y numerosos agregados al margen, llegaron a Chalco y a los eventos en la Torre
tachaduras y lagunas, la editora sospecha que de Babel. Continúa, en forma de anales, con
el texto no fue terminado por Chimalpain. los sucesos de la historia de los pueblos indí-
De modo que, de no ser por su cuidadosa genas entre 1272 y 1519; y la tercera parte, a
edición, resultaría de difícil comprensión. su vez, inicia con este mismo año, momento
No podríamos apreciar el ritmo y dinamis- de la llegada de los españoles, y cierra en
mo del texto original. 1591. En general, por tanto, se conocen frag-
A su vez, tanto la cuidadosa paleografía mentos de lo sucedido antes y después de la
del texto en náhuatl, cotejada con la versión conquista, por lo que la Séptima relación es
de Günter Zimmermann,11 como la traduc- un testimonio, no tan sólo de lo que hicie-
ción al español de García Quintana son acom- ron y hacían los antiguos pobladores, sino
pañadas con notas, y dan testimonio de que también del comportamiento de los euro-
esta edición de un documento de Chimalpain peos. El trabajo incluye asimismo el apéndi-
está caracterizada por un sólido nivel académi- ce i, facsímil de varios folios, y el valiosísimo
co. Por otra parte, este trabajo se vincula con apéndice ii, en el que se señalan las coinci-
otros temas de las investigaciones de García dencias con otros documentos que forman
Quintana, como lo son sus traducciones y es- parte del Manuscrito 74 de la Biblioteca Na-
tudios de los huehuetlatolli de fray Bernardino cional de París (el Memorial breve, redactado
en 1631; la Tercera relación, escrita en 1606,
11. Domingo Francisco de San Antón Muñón
así como la Quinta y la Sexta relación). Ade-
Chimalpain Cuauhtlehuanitzin, Die Relationen más, el libro contiene un índice onomástico-
Chimalpain’s zur Geschichte Mexico’s, 2 vols., intro- temático y una rica bibliografía.
ducción, paleografía y notas de Günter Zimmer- Al leer esta relación iniciada por Chi-
mann, Hamburgo, Cram de Gruyter, 1963-1965. malpain en el año de 1629, cuya clara exposi-
l i b ro s 157

ción por parte de la editora permite al lector de sus textos, para lograr conocer la historia
aterrizar en eventos particulares de un año, real, los detalles y la cronología de los suce-
recordamos que, a pesar de ser de factura in- sos que relata, es imperativo realizar la lectu-
dependiente, forma parte del conjunto de ra de esta Séptima relación editada por Gar-
manuscritos en los cuales el cronista, chalca cía Quintana, así como la de la Octava
de origen, relata —dentro de una estructura relación que estuvo bajo el cuidado de José
que cuenta la historia de los habitantes de Rubén Romero.12 Asimismo, la lectura de la
Chalco Amequemecan— tanto sucesos re- edición del Memorial breve y de la Tercera re-
lativos a sus vecinos de Culhuacan, Tezcoco lación efectuada por Víctor Castillo Farre-
o Tenochtitlan que poblaron la cuenca de ras13 es fundamental, ya que en su estudio
México, anteriores a la conquista (sus dioses, crítico que acompaña a cada uno de los es-
orígenes, migraciones, tributo, guerras, critos de Chimalpain, asienta las bases que
alianzas, matrimonios, etcétera), como even- permiten comprender la secuencia correcta
tos referentes a la historia bíblica y el mundo del Manuscrito 74 en su totalidad; bases que,
occidental; esto con el afán de insertar las por cierto, también han impulsado impor-
culturas indígenas dentro de la cuenta provi- tantes logros por parte de los integrantes del
dencialista de la historia que dominó el siglo Taller de Estudio y Traducción de Textos
xvii. Su testimonio, sin duda alguna, es pro- Nahuas del Instituto de Investigaciones His-
ducto de la compleja amalgama del influjo tóricas de la unam.
indígena y de los fundamentos de la cultura Existe consenso de que los escritos de Do-
europea, ya que al no ser una historia limita- mingo Francisco de San Antón Muñón Chi-
da a su propio pueblo, está visiblemente malpain Cuauhtlehuanitzin se cuentan entre
arraigada en las esferas de un contexto más los documentos más importantes para la his-
amplio, tanto regional como universal. toriografía mexicana. Menos sabido es que en
Los escritos de Chimalpain son un rico el marco del Taller se ha concluido la edición
manantial de información. Por esta razón, crítica de la totalidad de los escritos que se reú-
para lograr conocer la gama de aconteci- nen en el Manuscrito 74, por lo que me permi-
mientos que inscribe y cotejar las versiones to mencionar su más reciente logro: la edición
de las historias que registró, basándose en de la Primera, segunda, cuarta, quinta y sexta
una diversidad de documentos —algunos relaciones de las Différentes histoires originales.14
europeos, que consultó quizá al estar en la En ella, gracias al esfuerzo de García Quinta-
ermita de San Antón, y otros de tradición in-
dígena, como lo son aquellos escritos por 12. Domingo Francisco de San Antón Muñón
indígenas, códices y noticias a las que tuvo Chimalpain Cuauhtlehuanitzin, Octava relación,
acceso—, no es suficiente la lectura de la introducción, estudio, paleografía, versión caste-
Séptima relación y es necesario conocer, entre llana y notas de José Rubén Romero Galván, Mé-
xico, Universidad Nacional Autónoma de México,
otros, todos los documentos que conforman
Instituto de Investigaciones Históricas, 1983 (Serie
el Manuscrito 74, es decir, las siete relaciones de Cultura Náhuatl, Fuentes, 8).
restantes y el Memorial breve. 13. Memorial breve…, op. cit., y Primer amoxtli
Es una historia fascinante la que cuenta libro…, op. cit.
Chimalpain. Y aunque tal vez para algunos 14 . Domingo Francisco de San Antón Muñón
interesados baste consultar las otras versiones Chimalpain Cuahtlehuanitzin, Primera, segunda,
158 l i b ro s

na, Castillo Farreras, Silvia Limón y Miguel terés que han recibido sus escritos por parte
Pastrana, se han logrado reconstruir, en una de los miembros del Taller, quienes han pu-
misma publicación, las cinco relaciones res- blicado de manera constante los frutos de
tantes del cronista. años de trabajo. Junto con las otras dos rela-
Todas también ya habían sido traducidas ciones y el Memorial breve, son una impor-
al español previamente, producto de un es- tante aportación, con la cual se cumple una
fuerzo individual. Sin embargo, en esta oca- necesidad urgente —saciar aquella sed por
sión se dan a conocer los resultados de un fuentes escritas. No obstante, queda mucho
trabajo colectivo que muestra un sentido de por hacer. Una cobertura continua que dé a
cautela y crítica hacia los documentos que conocer, de manera crítica, otros escritos del
no sólo se traducen, sino que, a la vez, se es- cronista es necesaria. Como asimismo sería
tudian, dando a conocer su sentido real. deseable el cotejo, por ejemplo, entre los ma-
Con esto se demuestra que el esfuerzo de un nuscritos 74 y 202 de la Biblioteca Nacional
equipo, si no siempre fácil, generalmente re- de París y el Manuscrito 374, también de pu-
sulta positivo para la edición de fuentes his- ño y letra de Chimalpain, localizado en la
tóricas escritas en lengua náhuatl. Bible Society Collection de la Universidad
En esta última contribución del Taller de Cambridge, Inglaterra.15 
encontramos, como en las otras ediciones de
la obra de Chimalpain elaboradas de manera
independiente por algunos de sus integran-
tes, que es constante el trabajo de edición y
que se continúa respetando los matices del
idioma náhuatl, por lo cual, en ella y en los
otros documentos que han editado, se refleja
una homogeneidad en el método de traduc-
ción que redunda en una lectura fluida y cla-
ra. Asimismo, se complementa esta publica-
ción de la Primera, segunda, cuarta, quinta y
sexta relaciones de las Différentes histoires ori-
ginales con un glosario de conceptos y una
útil bibliografía de las obras consultadas.
Para finalizar, sólo resta decir: ¡sean
bienvenidas estas últimas seis de las ocho re-
laciones de Chimalpain! Son muestra del in-
15. Codex Chimalpahin. Society and Politics in
Mexico Tenochtitlan, Tlatelolco, Texcoco, Culhua-
can and Other Nahua Altepetl in Central Mexico.
cuarta, quinta y sexta relaciones de las Différentes The Nahuatl and Spanish Annals Collected and
histoires originales, edición de Josefina García Recorded by Don Domingo de San Antón Muñón
Quintana, Silvia Limón, Miguel Pastrana y Víctor Chimalpahin Quauhtlehuanitzin, 2 vols., edición
M. Castillo F., presentación de Silvia Limón, Mé- y traduccción de Arthur J.O. Anderson y Susan
xico, Universidad Nacional Autónoma de México, Schroeder, Oklahoma y Londres, Norman, Uni-
2003 (Serie de Cultura Náhuatl, Fuentes, 11). versity of Oklahoma Press, 1997.

Você também pode gostar