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El águila y el escarabajo.

Fábula infantil

Estaba una liebre siendo perseguida por un águila, y viéndose perdida pidió ayuda a un
escarabajo, suplicándole que le salvara.

Le pidió el escarabajo al águila que perdonara a su amiga. Pero el águila, despreciando la


insignificancia del escarabajo, devoró a la liebre en su presencia.

Desde entonces, buscando vengarse, el escarabajo observaba los lugares donde el águila
ponía sus huevos, y haciéndolos rodar, los tiraba a tierra.

Viéndose el águila echada del lugar a donde quiera que fuera, recurrió a Zeus pidiéndole un
lugar seguro para depositar sus futuros pequeñuelos.

Le ofreció Zeus colocarlos en su regazo, pero el escarabajo, viendo la táctica escapatoria,


hizo una bolita de barro, voló y la dejó caer sobre el regazo de Zeus.

Se levantó entonces Zeus para sacudirse aquella suciedad, y tiró por tierra los huevos sin
darse cuenta. Por eso desde entonces, las águilas no ponen huevos en la época en que salen
a volar los escarabajos.

Fin
Moraleja: Nunca desprecies lo que parece insignificante, pues no hay ser tan débil que
no pueda alcanzarte.
El genio de Dios.

Una mañana mientras caminaba por una calle de una ciudad llamada Florida, Andrés
pensaba cómo hacer para que aquellas pocas monedas que su mamá le había dado le
rindieran y pudiera llevar algo para el desayuno, de él y su mamita, ya que ellos vivían los
dos, porque el niño no tenía papá.

Eran una familia muy humilde. El muchacho tenía 9 años, así que era un poco distraído,
tanto que no se había dado cuenta, que era la segunda vez que pateaba una alcancía con
forma de lámpara, cuando al fin cayó en cuenta que algo estaba en el suelo, se agacho y lo
levantó, le causó curiosidad porque la lámpara tenía una frase que decía: “Deposita aquí tus
monedas y se te concederán tus deseos”.

Él lo pensó dos veces antes de echar las monedas, puesto que era lo único que poseía y de
pronto su madrecita lo regañaba, cuando llegará a casa sin nada para el desayuno. Pero se
acordó de él cuento que le había narrado su maestra en el colegio, “Aladino y la Lámpara
maravillosa” y como los niños tienen tanta imaginación, se dijo: bueno mi mamita
comprenderá que es por el bien de los dos, de repente el genio nos conceda riquezas, y no
aguantemos hambre nunca más y podamos comprar una casita, muchas cosas pensó en ese
momento y por fin introdujo las monedas en la ranura de la alcancía.

Pero…pasado unos minutos y después de frotar la lámpara no ocurrió nada, así que el niño
se enojó y pateó lejos la alcancía, de pronto pensó que si no salía ningún genio tal vez la
podría romper en la casa con su madre y finalmente ella no lo regañaría y se pondría feliz,
así que la recogió nuevamente y siguió caminando de regreso a casa, por el camino se
encontró con dos Monjitas, que estaban frente a un gran Portón, que tenía un letrero grande
que decía: Los pequeños Soñadores” Orfanato, al mirarlas sintió tristeza, porque aquellas
dos mujeres estaban llorando, entonces Andrés se les acercó y les preguntó: ¿Por qué
lloran?, qué les sucede?, Por qué están tristes?
Ellas lo miraron y con ternura le respondieron; porque tenemos una deuda muy grande y
nos van a quitar esta propiedad, y los niños que cuidamos se van a quedar sin hogar. El niño
que tenía un corazón tan grande, les entrego el único tesoro que poseía, la lámpara que se
había encontrado.

Las hermanitas recibieron el regalo, sin saber que esta sería la solución a sus problemas. Al
rato le pegaron con un martillo varias veces a la lámpara, hasta que al fin se rompió,
sorprendidas se miraron, porque no solo tenía billetes, monedas, sino que allí había varios
cheques, el monto fue alto y pudieron cancelar la deuda del orfanato y también pudieron
proveer de Alimentos este sitio. Estaban felices, así que agradecieron a Dios y a aquel
angelito que no conocían, pero que había llevado tantas bendiciones a este hogar.

Pasado algún tiempo, las hermanitas iban por la calle que quedaba cerca de una verdulería,
donde ellas compraban los alimentos, allí se encontraron con un niño, que estaba sucio, con
las ropas harapientas, las monjitas lo reconocieron, era Andrés, entonces le preguntaron qué
porque deambulaba solo, el muchacho respondió con tristeza que su madrecita había
fallecido, y que era el único familiar que tenía. Así que ellas lo llevaron a Los Pequeños
Soñadores, el orfanato, que el un día había salvado de ser cerrado.

El creció en este lugar, fue educado con amor, con buenos principios y sobre todo le
inculcaron el respeto y el amor a nuestro Creador. Andrés fue un hombre de Dios, llegó a
ser un sacerdote, muy querido y admirado en su comunidad.

Él les contaba a diario a sus feligreses, en forma de parábola, la historia de su vida, de


cómo había descubierto un ser más poderoso que un superhéroe ,más amoroso y
misericordioso que aquel genio de la lámpara de Aladino, y que gracias a todo lo vivido y a
que este personaje antes desconocido, lo había puesto en esa calle, a la hora y en el lugar
adecuado, él había recibido muchas bendiciones y las seguía recibiendo aún, por todo esto
el concluía sus misas diciendo: Gracias a él hoy por fin he descubierto, que “El genio es
Dios”.

Fin
El león y el mosquito luchador.

Un mosquito se acercó a un león y le dijo:

– No te temo, y además, no eres más fuerte que yo. Si crees lo contrario, demuéstramelo. ¿
Qué arañas con tus garras y muerdes con tus dientes ? ¡Eso también lo hace una mujer
defendiéndose de un ladrón ! Yo soy más fuerte que tú, y si quieres, ahora mismo te desafío
a combate.

Y haciendo sonar su zumbido, cayó el mosquito sobre el león, picándole repetidamente


alrededor de la nariz, donde no tiene pelo. El león empezó a arañarse con sus propias
garras, hasta que renunció al combate.

El mosquito victorioso hizo sonar de nuevo su zumbido; y sin darse cuenta, de tanta alegría,
fue a enredarse en una tela de araña. Al tiempo que era devorado por la araña, se lamentaba
de que él, que luchaba contra los más poderosos venciéndolos, fuese a perecer a manos de
un insignificante animal, la araña.

Moraleja: No importa que tan grandes sean los éxitos en tu vida, cuida siempre que la
dicha por haber obtenido uno de ellos, no lo arruine todo.

Fin
La hormiga coja

Pronto dejará de sentir sus piernas, la vida de él desde hoy, será muy difícil, lo mejor será
que no asista más a la escuela, ya que sería muy doloroso para él, querer caminar, correr.

Ya no hay nada más que se pueda hacer: Señora. Al cumplir mi séptimo año, tuve un
accidente muy grave, recuerdo que caminaba hacia casa, después de salir de la escuela, y de
repente sentí que algo me golpeaba por detrás, en ese momento sentí que el mundo entero
daba vueltas, y que yo volaba, cuando al fin caí al suelo, lo único que pude ver, fue a un
coche yéndose lo más rápido que podía, y la gente amontonándose a mi alrededor, y yo,
intentando moverme como sea.

Después de eso no recuerdo nada más. Esto ¿Por qué me paso a mí…? Mamá… ¿Ahora…
cual es la razón, por la que debo vivir? Cuando pienso en el futuro que me espera, no puedo
evitar llorar. Mamá ¿Podre caminar…? Mamá trabajaba en un restaurante que estaba en el
centro de la ciudad, así que yo siempre acompañaba a mi mamá, ella decía que de esa
forma yo no estaría solo y ella tampoco.

Los recuerdos de aquel árbol de eucalipto, quien me hacía sombra, aún perduran en mi
mente, mamá hacía de todo para contentarme. Incluso muchas veces cuando me veía
deprimido, me cantaba la canción de la hormiga. Somos hormigas, que caminamos juntos
por el sendero, uno dos y tres.

Cada una un paso hacia adelante y otro hacia atrás… Las hormigas son criaturas
asombrosas, pueden cargar más del doble de su peso, ellas, ellas, por más difíciles que sean
sus vidas, jamás dejan las cosas importantes de la vida, y menos se rinden… Yo, con todos
los deseos de mi corazón, quisiera ser una hormiga, pero en mi estado, no soy nada más,
que una pobre hormiga coja.

Mamá, desde hoy, no te preocupes por como viviré, sino, porque viviré… Solo por ti, solo
por ti viviré… Todos los días veía a niños jugar, yo con todas las fuerzas de mi corazón
quería alcanzarlos, duele mucho, duele mucho mamá, cuando pienso en todo lo que pude
haber hecho, no puedo evitar llorar, de haber sabido que esto me pasaría, hubiese hecho
más cosas.

Si lo hubiera sabido, hubiese corrido más y más, hasta mas no poder correr, podría haber
jugado a que era uno de los galácticos del futbol. Hubiese disfrutado más de mi vida…
Todos los días, el mismo árbol y el mismo dolor, hay veces en la que soñaba, que corría por
todo el cielo, y algunas estrellas me sonreían, recuerdo haber perseguido a un Pegaso en
mis sueños, pero justo cuando estaba a punto de alcanzarlo…

Me levantaba… La verdad, es que tengo miedo, mucho miedo, pero no quiero que mamá lo
sepa, ya que en todo este mundo, solo estamos los dos. Viví un año compareciéndome, y
resignándome a aquella vieja silla de ruedas, me había convertido en un resignado, mi única
distracción, era ver la marcha de las hormigas, pero el día de hoy ha pasado algo que nunca
imagine ver…

Había un grupo de hormigas marchando hacia su casa, y unos niños muy malcriados, las
pisaron, como si ellas no fueran nada. Yo intenté detenerlos pero no pude, cuando aquellos
niños se cansaron de jugar. Me acerqué hacia el cementerio de esas heroínas, muchas
habían caído, y las pocas que quedaron, inmediatamente se formaron, para seguir su marcha
marcial, todo eso era tan triste como lo era mi vida, recuerdo que empecé a llorar, y llorar.

Nadie más que yo podía entender lo que era tener todo este dolor tan adentro de mí, y no
poder sacarlo. Vivir con todo esto es muy difícil. Pero de pronto, algo se movía, era una
pequeña hormiga, que había sido pisada, y debido a eso, una de sus patitas quedo
destrozada, yo me quedé atónito mirándola, a pesar de que se caía, intentaba levantarse.

No pude hacer nada más que animarla, esa hormiga era yo mismo, ¡Vamos! ¡No te rindas!
– le gritaba. Paso bastante tiempo, y aquella pequeña hormiga después de tanto esfuerzo, se
pudo poner de pie, y esforzándose más, logro caminar, hasta lograr marchar junto a sus
compañeras.

En ese momento lo entendí, mi pierna no es mi vida, mi corazón es mi vida, y mientras el


siga latiendo, yo seguiré viviendo. Dentro de mí nació una idea, que pasaría si yo, ¿hiciera
lo mismo? Si no lo intentaba nunca lo sabría, porque el que no lo intenta nunca tendrá nada
que perder.

Mamá lejos de amarrarme a esa silla, lo que hizo fue apoyarme, todos los doctores y
especialistas se rindieron, pero ella no lo haría nunca, lo más fácil fue ponerme de pie, lo
más difícil, fue dar mi primer paso, primero fueron unos cuantos pasos por el parque, y
cuando logre caminar seis metros sin detenerme, empecé a subir gradas.

Cada día, avanzaba más y más, pero aun no era suficiente para mí, quería hacer esto por mí,
y por mamá, que lo daba todo por mí. Me puse muchas metas, si me caía, me volvería a
levantar y caminaría más y más, por cada caída, aumentaría un metro más a mis pasos. Me
puse retos cada vez, más y más difíciles, la gente siempre me miraba con pena, pero yo no
quería su pena, lo que en verdad quería, era su comprensión.
Después de un largo tiempo de haber comenzado, ya era capaz de caminar hasta mi casa,
todo esto era maravilloso, pero mi ambición siguió creciendo, por esa época, era
septiembre, y toda la gente de mi ciudad, acudía al Santuario de Locumba. Tacna estaba
muy lejos de Locumba, si iba en carro demoraría seis horas en llegar hasta ahí, ¿pero? ¿Y si
caminaba?

Entonces lo decidí, caminaría hasta el santuario de Locumba, no importa lo que pasara o lo


que me demorada. Mamá, por primera vez se opuso, estaba muy orgullosa de mí, pero, su
preocupación era muy grande. Esa noche mientras que mamá dormía, Salí de casa, cogí mi
bastón, y me puse mi mochila a la espalda, estaba decidido y nada me haría cambiar de
opinión, me acerque a la habitación de mamá y le deje una carta antes de partir.

Quería madre, te doy las gracias, por caminar junto a mi todo este tiempo, cuando pienso en
mi vida, no puedo dejar de agradecerte, es por eso que… Desde hoy, no caminare rápido,
iré muy despacio a propósito, quiero ser útil, para los demás, desde hoy no lloraré y me
enojaré, pase lo que pase, voy a sonreír, porque yo, quiero ser feliz…

Cuando camino, no puedo evitar pensar en el futuro, cuando leas esto, yo estaré rumbo a mi
destino. Por favor ayúdame, no me cortes mis alas… El camino parecía ser fácil, pero
cuando salió el sol, todo cambio, sentía que no podía dar un paso más. Sentía que mi cuerpo
ya no me respondía, el sol quemaba todo lo que tocaba, y muy pronto casi toda mi ración de
agua se había agotado, en un descuido mío, resbale, y una de mis zapatillas se rompió, el
camino era más largo de lo que pensaba, si caminar de día era una pesadilla, la noche no se
quedaba atrás, ya que el frío está en todas partes, algunas personas se burlaban de mí, desde
sus carros.

Y otras más, me invitaban a ir con ellos, pero, esto es algo que debía hacer yo solo, era la
mayor prueba de mi vida, y no podía salir reprobado. Estuve muchas horas caminando, al
segundo día, aun siendo de atardecer, me encontré con lo más difícil del camino, era una
subida enorme, parecía que tocaba el cielo.

Por más que caminaba, parecía que nunca llegaba a la cima, así que me eche a dormir a las
sombras de un árbol. Estaba decidido a continuar mi camino, apenas el sol, volviera a salir.
Esa noche mientras dormía, soñaba que al fin había alcanzado a aquel Pegaso que siempre
se me escapaba, soñé que volaba encima de él, y mamá, venia conmigo a mi lado. Apenas
salió el sol, me puse en marcha, esta vez sí lo lograría, la subida fue muy difícil, pero al
medio día ya había alcanzado la cima, y el resto del camino, fue mucho más fácil, al
atardecer logré llegar al santuario de Locumba, y en el fin del camino, estaba mamá, y
mucha gente esperándome, a cada paso que daba, escucha gritos de la gente.

¡Si se puede! ¡Si se puede! ¡Si se puede!

Todo esto fue muy conmovedor para mí, pero al fin logré llegar a mi meta, desde ese día mi
vida fue más fácil, sentía que podía caminar más y más, y muy pronto empecé a correr. Al
final tuve un premio enorme, la sonrisa de mamá era algo que no tenía precio. Yo tenía una
nueva meta, recorrer Tacna – Lima, o quizás recorrer todo el Perú, no importando el tiempo
que me demorada. Aunque recorrer todo el mundo tampoco suena mal.
Después de todo, los viajes de la hormiga coja, recién habían comenzado. En mis viajes,
hay algo que descubrir, detrás de toda tristeza, siempre habrá una sonrisa, después de cada
lágrima, habrá un momento de felicidad. La felicidad es algo que debemos buscar, y
cuando la hallemos, jamás soltarla.

CAERSE NO TIENE NADA DE MALO, LO MALO ESTA EN NO INTENTAR


LEVANTARSE, Y SI NO PUEDES HACERLO POR TI MISMO, ENTONCES MIRA
AL CIELO, Y BUSCA UNA SONRISA. ESO TE AYUDARA…

Fin
La tortuga y los patos

La tortuga estaba aburrida de andar siempre por el mismo jardín.

- ¡Ah! -decía-. ¡Cuánto me gustaría viajar y ver mundo! Pero camino tan despacito que no
llegaré muy lejos.

Dos patos la oyeron y se ofrecieron a ayudarla.

- Inventaremos un aparatito para que puedas viajar – le dijeron.

Entonces tomaron un palito y, entre los dos, lo sostuvieron con el pico. La tortuga no tuvo
más que prenderse con los dientes del palo y los patos remontaron vuelo y la llevaron por el
aire.

- ¡Por fin pudo ver las copas de los árboles, y los techos de las casas!

De pronto, se sintió tan poderosa, tan importante, que empezó a gritar:

- ¡Soy la Reina de las tortugas! – ¡Miren…cómo… vue… lo!… ¡Miren… cóo… o… o…

Pero, al abrir la boca, tuvo que soltar el palito y cayó a plomo. ¡Pataplúm! Cayó en el pasto
y se dio un gran porrazo, tan grande que estuvo dos días quejándose:

- ¡Ay, ay, ay, ay! ¡Por creerme la reina de las tortugas, ahora soy la reina de los chichones!

Moraleja: La vanidad y tonta temeridad a menudo conducen a la desgracia.

Fin
La zorra que nunca había visto un león
Fábula

Había una zorra que nunca había visto un león.

La puso el destino un día delante de la real fiera. Y como era la primera vez que le veía,
sintió un miedo espantoso y se alejó tan rápido como pudo.

Al encontrar al león por segunda vez, aún sintió miedo, pero menos que antes, y lo observó
con calma por un rato.

En fin, al verlo por tercera vez, se envalentonó lo suficiente hasta llegar a acercarse a él
para entablar conversación.

Moraleja: En la medida que vayas conociendo algo, así le irás perdiendo el temor. Pero
mantén siempre la distancia y prudencia adecuada.

Fin
La zorra y el mono coronado rey
Fábula infantil.

En una junta de animales, bailó tan bonito el mono, que ganándose la simpatía de los
espectadores, fue elegido rey.

Celosa la zorra por no haber sido ella la elegida, vio un trozo de comida en un cepo y llevó
allí al mono, diciéndole que había encontrado un tesoro digno de reyes, pero que en lugar
de tomarlo para llevárselo a él, lo había guardado para que fuera él personalmente quien lo
cogiera, ya que era una prerrogativa real.

El mono se acercó sin más reflexión, y quedó prensado en el cepo. Entonces la zorra, a
quien el mono acusaba de tenderle aquella trampa, repuso:

- ¡Eres muy tonto, mono, y todavía pretendes reinar entre todos los animales!

Moraleja: Nunca te lances a una empresa, si antes no has reflexionado sobre sus
posibles éxitos o peligros.

Fin
Los jóvenes y las ranas
Fábula

Varios jóvenes, jugando cerca de un estanque, vieron un grupo de ranas en el agua y


comenzaron a apedrearlas.

Habían matado a varias, cuando una de las ranas, sacando su cabeza gritó:

- Por favor, paren muchachos, que lo que es diversión para ustedes, es muerte y tristeza para
nosotras.

Moraleja: Antes de tomar una acción que creas te beneficia, ve primero que no perjudique
a otros.

Fin
Los tres chanchitos de por allá

En la Costa Brava supieron vivir tres lindos y rosados chanchitos. El único problema en la
vida era uno que los tres compartían, pero no por ello menos terrible e importante: el lobo
los tenía en la mira para carnearlos.

De sólo verlos por ahí retozando en el barrial después de la lluvia se relamía de gusto y
desfilaban ante él jamones, bondiolas, largas ristras de chorizos y plateadas bandejas con
lechones al horno.

Lechones cuyas caras eran precisamente las de los tres redondos puerquitos de esta historia
y a los que los ojos de hambre del lobo y sus ganas de cazarlos los tenían bastante
preocupados. Para que él no pudiese atraparlos, decidió cada uno hacerse una casa que le
sirviese de refugio y protección.

El más chico estaba muy apurado. Lo esperaban sus amigos para jugar un partido de fútbol.
Juntó unas cañas, algo de paja y poco más. Se armó una choza.
El segundo, por su parte, tenía que ir a cantar a un concurso organizado por un circo que
había en el pueblo. Como andaba apurado, también construyó una choza, pero con algunas
ramas y troncos.

El mayor, que era un cerdo pensador y responsable, decidió edificar una casa de ladrillos.
Le pidió unos planos a Carlitos, su amigo arquitecto y al poco tiempo tuvo lista una
hermosa vivienda con todas las comodidades y hasta una parrilla…Él era vegetariano y la
parrillada de verduras estaba muy de moda, además.

Muy consciente del peligro que representaba el lobo para los tres, les advirtió a sus
hermanos:

-Ojo con el lobo y sus ganas…Con esas chozas que se han hecho no se salvarán de su
ataque.

- ¡No te aflijas!- le respondió el menor y se fue soñando con hacer muchos goles… Que se
los gritara Víctor Hugo Morales… ¡Que se los pasasen por televisión!

-¡No te aflijas!- le contestó el segundo y se fue ensayando bajito esta canción:

Yo soy un chanchito argentino,

no me importa ese lobo asesino,

lo que dicen que hace es un cuento …

no me arruina este lindo momento.

Cuando terminó el partido de fútbol el deportista volvió a su casa muy feliz, ¡había hecho
cinco goles! ¡Hasta uno de tiro libre y dos de penal! Como era chanchito ni soñaba con
bañarse.

Cuando llegó, se recostó sobre un colchón de pasto seco y se puso a tomar unos mates.
Después del primer amargo, comenzó a sentir que todo se volaba… ¡Era el lobo que
soplando y soplando más fuerte que el viento Pampero le llevaba lejos las cañas que
formaban su choza!

Entonces, desesperado, el pequeño se fue a la casa del mediano, quien justo llegaba del
circo muy satisfecho… ¡Había ganado el concurso de canto! Traía un trofeo dorado y
además, le habían prometido que grabaría un disco de cumbias… ¡Sería famoso!

Eso si no hubiese llegado hasta allí justo en ese momento el lobo… Sus soplidos fuertes de
viento Pampero derribaron la choza de ramas y troncos como si fuese de papel. ¡A correr,
chanchitos! Y corriendo salieron el pequeño y el mediano hasta la casa del mayor sin
perder un solo minuto.
En ella los esperaba él, que rápidamente los hizo pasar. Enseguida cerró muy bien puertas y
ventanas y se fue a la parrilla a encender el fuego. El lobo, por su parte, sopló todo lo que
pudo, pero ni con el Pampero, el viento Norte y la Sudestada juntos pudo derribar la casa de
ladrillos tan bien construida. Así que se cansó como un perro o como un lobo fracasado y
decidió asomarse a la chimenea de la parrilla para ver si por ahí lograba entrar y cazar a los
tres chanchitos…

¡Mejor no lo hubiese hecho! ¡Se cayó sobre las brasas y se le quemó todo el pelo! Aullando
como un lobo loco, tuvo que soportar que se riesen a carcajadas los tres chanchitos mientras
lo salvaban del fuego…y eso no fue lo peor: le hicieron prometer que nunca más los
atacaría, por un lado.

Y por el otro algo increíble: lo dejaron vivir con ellos hasta que el pelo le creció
nuevamente. No querían que otros se burlasen de él… Cuando pudo salir, muy agradecido,
era un lobo albañil, sabía jugar al fútbol y cantaba aquello de… Ya no soy más un lobo
insaciable, con los chanchos soy bueno y amable, me como un chupetín…

A lo que le fue difícil acostumbrarse fue a la parrillada vegetariana. ¡Pero no tuvo más
remedio!

Fin
Lunes querido

El lunes estaba muy triste. Se había dado cuenta de que los niños no lo querían. Los
escuchaba quejarse: – ¡Otra vez lunes, nooooo! ¡Ojalá el lunes no existiera! Las quejas se
repetían continuamente, cada vez que el popular y querido domingo se iba. El lunes se
deprimió tanto por el rechazo de los niños que cayó enfermo. El médico le ordenó guardar
cama, así que ya no podía cumplir sus funciones como día de la semana. Los padres y
maestros convocaron a una gran reunión para decidir cómo afrontar la falta de lunes.

- Ahora sólo contamos con seis días, nuestros niños tendrán menos escuela y aprenderán
menos. – se quejaban los padres.

- No tiene por qué ser así, démosle al Domingo las funciones que tenía el Lunes y
reduzcamos el fin de semana solo a los sábados. – sugirieron los maestros.

Todos estuvieron de acuerdo con la idea y así se hizo. Las clases empezaban el domingo y
terminaba el viernes. Solo los sábados los niños jugaban y descansaban.

Fue entonces cuando empezaron a extrañar al lunes y a valorarlo. Iban a visitarlo, le


llevaban flores, chocolates y globos, le hicieron cientos de lindos dibujos.

El lunes se sintió tan querido que se recuperó y volvió rápidamente al trabajo. Los niños
nunca más se volvieron a quejar de él.

Fin

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